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La política de la suciedad:

transfiguraciones de lo sucio en
la poesía travesti del Cono
Sur (Shock, Rodríguez, Sosa
Villada)
Ignacio Sánchez Osores
University of Notre Dame
Las sucias como yo no tenemos asco…
Claudia Rodríguez (2015)

Resumen

En este artículo analizo los corpus/cuerpos promovidos por el sistema neoliberal, las 503 /
travestis de la escena reciente de la poesía subjetividades travestis pueblan la ciudada-
trans-sudaca del Cono Sur: Susy Shock, nía capitalista con cuerpos excedentes que
Claudia Rodríguez y Camila Sosa Villada. asumen tácticamente las etiquetas con las
En particular, propongo que las escritoras que se les «reconoce» en la sociedad: cuer-
elaboran poéticas en que aparecen corpo- pos sucios. Dado lo anterior, sostengo que
ralidades que bien pueden ser re-conocidas la retórica de la suciedad es una estrategia
desde un significante excrementicio que no de representación o transfiguración travesti
es sino pura paradoja: son cuerpos-dese- subversiva que no solo persigue contestar a
chos que se hacen notar, que se les reco- los corsés normativos y profilácticos de la
noce por sus de-formaciones, por su olor escena neoliberal, sino que constituye un Palabras clave:
penetrante; pero que también «sirven» locus enunciativo de resistencia que encierra poesía travesti,
como abono de eróticas proscritas que son un potencial desestabilizador y comunitario. transfiguraciones,
rechazadas y a la vez deseadas por una so- política, suciedad,
ciedad cínica. Frente a los discursos norma- comunidad,
lizadores, docilizadores e higienistas de los transnormatividad.
regímenes hetero-homo-trans-normativos

Travestismos, queer, gender / Travestissements, queer, gender / Transvestisms, Queer, Gender

«
Abstract

In this article I analyze the transvestite cor- promoted by the neoliberal system, trans- 504 /
pus/bodies of the recent scene of trans-su- vestite subjectivities populate capitalist
daca poetry in the Southern Cone: Susy citizens with surplus bodies that tactica-
Shock, Claudia Rodríguez and Camila lly assume the labels with which they are
Sosa Villada. In particular, I propose that “recognized” in the society: dirty bodies.
female writers elaborate poetics in which Given the above, I argue that the rhetoric lo
corporealities appear that may well be re- sucio is a strategy of subversive transvestite
known from an excremental signifier that is representation or transfiguration that not
nothing but a pure paradox: they are was- only seeks to answer those who respond to
te-bodies that make themselves noticed, the normative and prophylactic corsets of
that are recognized by their de-formations, the neoliberal scene, but also constitutes an
for its pungent smell; but they also “serve” enunciative locus of resistance that encloses Keywords:
as fertilizer for outlawed erotic women who a destabilizing and community potential. transvestite poetry,
are rejected and at the same time desired by transfigurations,
a cynical society. Faced with the normali- politic, dirt,
zing, docilizing and hygienist discourses of community,
the hetero-homo-trans-normative regimes transnormativity.

Políticas y narrativas del cuerpo/ Politiques et récits du corps/ Politics and narratives of the Body
1. Introducción: las sucias hacen
su ingreso a la ciudad (i)letrada

Primera postal: en el Buenos Aires de en- Tercera postal: también por esos años, la 505 /
tresiglos, una noche cualquiera, un grupo escritora chilena Diamela Eltit (1980) rea-
de travestis transita por sus calles, «ensu- liza una performance que bien podría cata-
ciando» y «degenerando» el cuerpo de una logarse como higienista: limpia y enjuaga la
nación que «limpia» de amenazas «raras» acera de un prostíbulo, un espacio signado
busca erigirse fuerte, sana y viril. Segun- por la inmundicia y la suciedad. Las repre-
da postal: en los años ochenta, en plena sentaciones, aquí señaladas, revelan todo un
dictadura militar chilena, la fotógrafa Paz imaginario cultural que ha ligado, históri-
Errázuriz y la periodista Claudia Donoso camente, las subjetividades travestis con la
recogen en La manzana de Adán (1990) los suciedad, la inmundicia y la abyección, en
testimonios de unas travestis que, obligadas tanto son entendidas como corporalidades
por la policía, deben recurrentemente pre- que resultan ininteligibles para las normati-
sentar sus carnés de sanidad para demos- vas de la gramática heterocispatriarcal.
trar que están «limpias» y que, por tanto, Así las cosas, una travesti que ejerce la
no amenazan con contaminar el proyecto prostitución y que, por consiguiente, se
biopolítico que el régimen militar diseña, a acuesta con hombres es vista por la comu-
través de un ideal de familia heterosexual. nidad nacional como una degenerada y una

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sucia, pues sus prácticas anales desestabili- ciudadanía que, paradojalmente, las desea y
zan sus proyectos orientados a la reproduc- las rechaza.
ción. Pero esa travesti es además una sucia Para la poeta Claudia Rodríguez (2018,
porque es una trabajadora sexual o, lo que p. 84), las escrituras travestis son «arreba-
es lo mismo a los ojos de la sociedad, una tadas, feas y monstruosas». Estos epítetos
promiscua que, portando el virus del VIH/ condensan aspectos clave de la lectura que
sida, viene a contagiar a los padres de fami- propongo sobre los corpus/cuerpos traves-
lia que sostienen la nación. Si las travestis tis producidos en el Cono Sur latinoame-
son, por antonomasia, las sucias de la comu- ricano. Las poetas elaboran poéticas en las
nidad imaginada, la sociedad «se ve obliga- que aparecen corporalidades que bien pue-
da» a «limpiar» sus espacios expulsándolas den ser re-conocidas desde un significante
hacia sus márgenes y convirtiéndolas en excrementicio que no es sino pura paradoja:
meros desechos que serán depositados en son cuerpos-desechos que se hacen notar,
las afueras de la ciudad. «La patria escupe que se les reconoce por sus de-formaciones
a las travestis» señala la poeta y activista y por su olor penetrante; pero que también 506 /
Claudia Rodríguez (2018, p. 80), advirtien- «sirven» como abono de eróticas proscritas
do cómo es que para la nación las travestis que son rechazadas y a la vez deseadas por
son cuerpos molestos y problemáticos que una sociedad cínica. Frente a los discursos
son arrojados hacia esas zonas inhabitables normalizadores, docilizadores e higienistas
de la abyección (Butler, 2015)1. Las traves- de los regímenes hetero-homonormativos
tis devienen en identidades residuales que, promovidos por el sistema neoliberal, las
puestas en la cloaca del plan regulador ur- subjetividades travestis pueblan la ciudada-
bano, dejan de amenazar y contagiar a esa nía capitalista con cuerpos excedentes que
asumen tácticamente las etiquetas con las
que se las «reconoce» en la sociedad: posan
reivindicando sus cuerpos monstruosos
1. Para Judith Butler (2015, p. 20), lo abyecto
(Shock, 2020), se exhiben mostrando sus
«designa aquí precisamente aquellas zonas “invivi-
bles”, “inhabitables” de la vida social que, sin embar- «mejillas barbudas», exudan olor a pobre
go, están densamente pobladas por quienes no gozan (Sosa Villada, 2020) y se asumen «hedion-
de la jerarquía de los sujetos, pero cuya condición de das» y «sucias» (Rodríguez, 2015a). Dado
vivir bajo el signo de lo “invivible” es necesaria para lo anterior, sostengo que la retórica de la
circunscribir la esfera de los sujetos».

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suciedad es una estrategia de representación enuncia a sí misma como «travesti, resenti-
o transfiguración travesti subversiva que no da y furiosa»:
solo persigue contestar a los corsés norma-
tivos y profilácticos de la escena neoliberal, La Delirio me grita en la calle: eeeella
sino que constituye un locus enunciativo de la poeta... ¿Qué pretenciosa soy cuando
resistencia que encierra un potencial deses- decí que escribí poesía? Nada de lo que
tabilizador y comunitario. me lees, rima. Escribir es otra cosa, no lo
En las líneas que siguen, describo, en pri- que decí que hací. La escritura primero
mer lugar, la escena de la «poesía travesti, que nada es de cosas bellas, no porquerías2.
resentida y furiosa» del Cono Sur (Rodrí- La escritura no pueden ser las mismas
guez, 2018, p. 83), a partir de las propias conversaciones de todos los días, ni mis
reflexiones teóricas de las activistas y es- problemas. Si el este me pega, eso nunca
critoras de la región, como Marlene Wayar puede ser literatura [...] Las cortadas que
(2018), Susy Shock (2020), Claudia Rodrí- tengo no debieran ser ni una palabra que
guez (2018) y Camila Sosa Villada (2019). recordar, sino, todo lo contrario, pura ver- 507 /
En segundo lugar, discuto lo que aquí he güenza y fracaso. La poesía, como vo’ decí,
llamado transfiguraciones travestis de lo sucio no e’ ni amarga ni venenosa como nosotras.
y, por último, analizo una serie de poemas (Rodríguez, 2015a, p. 15)
que muestran el potencial desestabilizador
de la suciedad en tanto estrategia estéti- A través de una conversación oral entre
co-política a la que echan mano las poetas. dos amigas travestis, una poeta y la otra,
una mujer violentada por su pareja, Rodrí-
guez (2015a) reflexiona sobre el quehacer y
2. Hacia una poética travesti, las particularidades de las escrituras traves-
resentida y furiosa: la palabra tis. Por un lado, en el texto se tensiona la
sucia como arma visión de La Delirio, quien tiene una idea
genérica y clásica de poesía, es decir, una
En Cuerpos para odiar, la poeta, performer que arraigada en el imaginario popular la
y activista travesti chilena, Claudia Rodrí-
guez (2015a), plantea un ejercicio meta-
poético en relación con una escritura que se
2. El énfasis es nuestro.

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concibe como un arte letrado inseparable Rodríguez, aquellas pretenciosas travestis,
de la categoría de belleza y de artilugios según La Delirio, conforman un corpus li-
retóricos como la rima. Por otro lado, y terario desobediente que nos habilita a
en oposición a esta óptica, tenemos la de pensar y reflexionar en torno a una poesía
la propia poeta ‒imagen especular de auto- travesti conosureña. Estamos frente a escri-
ría‒, para quien la poesía es una herramien- turas enunciadas por sujetas travestis, quie-
ta política «loca-lizada»3 de denuncia social nes hablan en primera persona, «hablo en
que, al tiempo que busca poetizar la violen- primera persona» ‒nos dice en uno de sus
cia cotidiana y los problemas que aquejan poemas Sosa Villada (2020, p. 66)‒, desde
a las travestis, viene a polemizar con un un lugar precario, inestable y, por tanto,
canon heteronormativo que ni siquiera se eminentemente, autobiográfico. Si estas
ha preguntado por la posibilidad y la exis- poéticas comparten algo con las vanguar-
tencia de una poética travesti. La declara- dias es el ideario que vuelve indisociable
ción metaliteraria de Claudia Rodríguez las categorías de arte y vida. Las poéticas
me parece relevante, por cuanto condensa travestis abrevan de las propias experiencias 508 /
los rasgos de una escena de poesía traves- de vida de las sujetas, es decir, su ficcionali-
ti del Cono Sur: una poesía que enunciada zación surge a partir de biografías negadas
como «sudaca», dixit Susy Shock, politi- o de subjetividades excluidas que hacen de
za las experiencias de las sujetas travestis, sus cuerpos un lugar de enunciación polí-
aquellas que en palabras de La Delirio, no tico. Vistas así las cosas, la poesía travesti
son sino pura «vergüenza» y «fracaso», pero se erige como un proyecto estético y políti-
quienes a pesar de estos afectos negativos co incardinado en una subjetividad social-
responden a la violencia, la invisibilización mente construida como abyecta, indeseable
y la negación, a través de una lengua «amar- y problemática que desafía las narrativas
ga», «venenosa» ‒y sucia, agrego‒ como la del cis-tema binario, heteropatriarcal y
de las mismas sujetas que la hablan. necroneoliberal (Valencia, 2019). En pala-
Las poetas argentinas Susy Shock y bras de la activista argentina Lohana Ber-
Camila Sosa Villada y la chilena Claudia kins (2021), las travestis son «identidades
cloacalizadas», es decir, subjetividades des-
tinadas a recibir «la mierda del resto de la
sociedad». De acuerdo con Berkins (2021),
3. Remito a la categoría de la investigadora Mar-
cia Ochoa (2004). Véase el texto en referencias.

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la relación entre travesti y cloaca sería, in- porque este también revela cómo opera la
dudablemente, metonímica, en tanto que el categoría de interseccionalidad dentro del
epíteto «cloacalizadas» más que un atributo mismo colectivo. Así lo describe con acier-
deviene en nombre, esto es, las travestis son to, la investigadora Malú Machuca (2019),
para la sociedad la encarnación misma de la para quien la travesti:
mierda. En las poéticas travestis del Cono
Sur, la injuria ‒como ha sido una tónica en no es una mujer y no es trans. Travesti
las disidencias sexuales‒ es apropiada por las tiene connotación de clase y raza: signi-
poetas, de manera que el significante excre- fica que no te presentas de manera feme-
menticio no es desechado, sino que se hace nina en todo momento porque no puedes
propio en tanto permite articular voces críti- hacerlo. Significa que el uso de la tecno-
cas que persiguen incomodar, molestar y en- logía para cambiar el cuerpo no proviene
suciar la ciudadanía neoliberal higienizada. del consultorio médico, sino que proviene
Las poetas se enuncian como travestis y del ingenio en frente de la precarización,
no como trans*, precisamente, porque hay el acto por el cual la matriz de dominación 509 /
un posicionamiento político y experiencial hace que nuestros cuerpos y nuestras vidas
que no solo rompe con el binarismo mas- sean precarias [...] Travesti es el rechazo a
culino-femenino (las travestis no son ni ser trans, el rechazo a ser mujer, el recha-
hombres ni mujeres, por el contrario, son zo a ser inteligible. (Malú Machuca, 2019,
como han recalcado con insistencia Berkins pp. 242-243)
(2021) y Wayar (2019)4 «travestis»); sino
De acuerdo con lo anterior, travesti es
una identidad que se crea a sí misma, a tra-
4. Para Marlene Wayar (2019), más que un ser vés de múltiples transformaciones y tránsi-
travesti, hay un siendo travesti que desmonta el bi- tos estratégicos: si, por un lado, es asumida
nario de género y encarna un devenir constante. Así como una identidad más o menos estable
lo explica: «“No soy hombre, no soy mujer, hoy voy
siendo travesti”. Este gerundio explica mi sólo por hoy
pero no lo cierra a crisis y transformación. Iré vien-
do si desde mi compromiso y amor responsable me
salgo de esa topografía otra, ajena y opresiva, para confrontar cualquier teoría para situacionalmen-
desde mi lugar y tiempo hacer una crítica con todos te ratificar o rectificar cualquier constructo teórico,
aquellos registros que poseo, desde los que puedo todo saber» (Wayar, 2019, p. 25).

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que está «loca-lizada» geopolítica, racial y Para Claudia Rodríguez (2018), el len-
socialmente; por otro, a veces, se corre y guaje, en tanto que posesión patriarcal y
libera de los encasillamientos generando masculinista, ha inventado a la travesti
una política pos-identitaria que rompe con como una subjetividad marcada por la ex-
los binarismos que constituyen la base de clusión, el rechazo y el odio: «Desde niño
todo proceso de identificación. El carác- el lenguaje y el saber demostraron su odio
ter transfronterizo y transformativo de la por mí [...] El lenguaje fue el depositario
identidad travesti complica las semánticas que me traducía al comienzo de mi vida en
dominadoras y reduccionistas y deviene una inversión riesgosa, pérdida y material
marca de lo ilegible y lo no domesticable. desechable» (Rodríguez, 2018, p. 82). His-
El rechazo como apuesta política es clave tóricamente a las travestis se les ha negado
en el imaginario poético que las poetas tra- la posibilidad de crearse a sí mismas en el
vestis diseñan, ya que esta politicidad del lenguaje, pues ha sido la misma sociedad
rechazo genera una comunidad de traves- quien, al expulsarlas a la calle y a la pros-
tis que se enuncia como precaria, marcada titución, las ha obligado a abandonar sus 510 /
por la pobreza, la racialización y la violencia estudios. Carentes de la lengua escrita y de
que viene aparejada. Sin embargo, frente al los saberes patriarcales que esta transmite,
rechazo de la sociedad que las expulsa a la las travestis devienen en analfabetas por
cloaca, las poetas travestis generan sus pro- mandato (Rodríguez, 2018). Ante la cons-
pias estrategias de rechazo, específicamen- tatación de esta violencia y como venganza
te, a partir de una politización de afectos de todas aquellas travestis que, como dice
negativos (fracaso, rabia, furia, resenti- Rodríguez (2015a), no pudieron escribir
miento) y de una apropiación estratégica y ninguna carta de amor, las poetas traves-
subversiva de insultos como sucia, inmun- tis hurtan esa lengua y la hacen suya para
da, degenerada y monstruosa5. desestabilizar su gramática heteronorma-
tiva, desatender sus prescripciones orto-
gráficas y equivocar su sintaxis: «La Poesía
5. El investigador Joseph Pierce (2020) ha pu- travesti, pobre y resentida, surgió de varias
blicado recientemente el artículo «Yo Monstrúo. experiencias dolorosas. Primero por los re-
Encarnando la Resistencia Trans y Travesti en La- cuerdos, luego traducirlos en palabras y por
tinoamérica», donde analiza la monstruosidad como
política y estética en la producción de Susy Shock y último escribirlos como fuera, sin ortografía
Claudia Rodríguez.

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y mala redacción. Como fuera, porque de que las travestis crean es ante todo una len-
todas formas ¿qué podría escribir una tra- gua corporeizada, es decir, una que no se
vesti?» (Rodríguez, 2018, p. 83). Si la Real aprende ni en diccionarios ni en manuales
Academia Española busca desde sus inicios de gramática, sino por el contrario, una que
limpiar, fijar y dar esplendor a la lengua, las se aprehende con y en un cuerpo, socialmen-
poetas travestis la ensucian, la desacomo- te, leído como errado, equívoco y monstruo-
dan y la perturban. Así lo expresa la escri- so. La lengua se degenera en aquella zona
tora Camila Sosa Villada (2019): de contacto íntima en la que se encuentran
subjetividad y cuerpo: es, precisamente, en el
El lenguaje es mío. Es mi derecho, me espejo, es decir, en el lugar en el que la tra-
corresponde una parte de él. Vino a mí, vesti se crea todos los días a sí misma, o tras
yo no lo busqué, por lo tanto, es mío [...] la experiencia de una golpiza propinada por
Voy a destruirlo, a enfermarlo, a confun- un cliente, en donde esa lengua comienza a
dirlo, a incomodarlo, voy a despedazarlo y adquirir cuerpo. De ahí que sus escrituras
a hacerlo renacer cuantas veces como sean no sean otra cosa que ficciones somáticas o 511 /
necesarias, un renacimiento por cada cosa una poesía de «cuerpos que ponen el cuerpo»
bien hecha en este mundo. (Sosa Villada, (Rodríguez, 2018, p. 98). Esta poesía cobra
2019, pp. 172-73) cuerpo no solo para describir cómo las tra-
vestis construyen y se hacen de un cuerpo
El derecho a hacer uso del lenguaje y de propio que pone en entredicho los binaris-
politizarlo desde una enunciación travesti mos de género, sino también para plasmar la
constituye un imperativo para las poetas violencia que se ejerce sobre sus cuerpos y, a
aquí consignadas. Ante una historia literaria la vez, para instalar una voz activista.
que las ha representado como «experiencias La lengua sucia que las poetas traves-
de vidas banales» (Rodríguez, 2018, p. 80), tis elaboran politiza y agencia una serie de
o bien, que las ha negado; ellas optan por afectos negativos que persiguen producir un
producir sus propias deformaciones literarias disturbio en la arena social y sus imaginarios
para encarar esa «literatura que mentía [...] transfóbicos. La rabia, el resentimiento y la
un mundo de palabras que [las] odiaba y furia travesti cobran literalmente cuerpo a
esperaba [sus] desapariciones» (Rodríguez, través de la pose de las sucias, quienes su-
2018, p. 81). La lengua degenerada y sucia bliman esas emociones hacia el exterior, por

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medio de actos corporales como transpirar, de reacciones corporales vinculadas al campo
cagar, vomitar y expeler. Las poetas travestis de la suciedad: si el rechazo de la patria de-
encuentran en el cuerpo sucio y sus derivas viene en un escupo de/hacia las travestis,
el modo y el medio para volver materia esos estas últimas liberan esa energía afectiva me-
afectos. Las travestis exhiben sus cuerpos/ diante transpiraciones excesivas, cagaderas,
corpus sucios despojados de artilugios retó- vómitos, expulsión de pus, secreciones, etc.
ricos y de modo excesivo para que el espec- Si la pose de las travestis de Severo Sarduy,
tador/lector acceda mediante esa exposición Néstor Perlongher y Pedro Lemebel se ba-
a la cadena de violencias, discriminaciones y rroquiza, a través de telas, pedrerías, adornos
travesticidios que ellas viven. El cuerpo sucio y lentejuelas, la pose travesti de las sucias, en
comparece en el texto poético para generar cambio, se despoja de los pliegues y lujos de
una sensación de molestia e incomodidad aquellas para optar por una transparencia
en aquellos que desatienden y niegan la pre- que desecha los eufemismos:
sencia de esas corporalidades en la sociedad.
Los cuerpos poéticos trans-pirados expul- Es sin eufemismos, porque todos nues- 512 /
san la rabia y la furia travesti por medio de tros crímenes son bien sucios, empaladas,
un derroche de materia corporal entendida atadas con alambre, quemadas con ciga-
como excedente y exceso: rrillos, llenas de semen por el culo y por
la boca. Es eso. No nos escapemos de lo
el sudor a carne muerta que sale de mi que es el dolor de la víctima [...] siempre
boca, seca de odio y de miedo, expeliendo somos ese territorio tan cruelmente mal-
amarga certeza de un deseo indeseable. tratado. (Wayar, 2018, p. 95)
Mi boca hundida en su muslo, expeliendo
amarga la sospecha de ese placer, la ca- La lengua de las sucias encara direc-
beza de su pichula [pene] en la chuecura tamente las «realidades» de las travestis
de mis dientes, mi lengua, mi carne roja, (Shock, 2020), quienes se ven expuestas
odiando y gozando ser la travesti que se lo diariamente a travesticidios signados por la
come [...] asquerosa afortunada. (Rodrí- violencia y por la suciedad. Para las poetas
guez, 2015a, p. 80) travestis, su poetizar exento de eufemismos
encarna toda una ética de la justicia que
Dicho de otra manera, la rabia, el odio y el radica en traer el cuerpo travesti a la pá-
resentimiento travestis se expresan a través gina, con el objeto de obligar la mirada del

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otro, esta vez sin mediaciones ni adornos. Vuelve a reclamar, a impugnar la anestesia
La pose travesti de las sucias entraña una visual que se produce por la mediación y
disputa política en pos de una comunidad reproducción de la catástrofe y el (trans)
vulnerada que día a día recoge los cuerpos feminicidio a través de los medios de in-
de las suyas; cuerpos que les recuerdan que formación y los dispositivos culturales vin-
para la sociedad sus vidas no son más que culados a reproducir narrativas y valores se-
«muñecas para los hombres que odian a xistas, machistas, racistas, heteronormados
las mujeres» (Rodríguez, 2018, p. 103). El y necropatriarcales. (Valencia, 2019, p. 187)
tropo de la muñeca desmembrada y aban-
donada en un sitio baldío se materializa y Vistas así las cosas, en las líneas que si-
corporiza en un cuerpo travesti que, cual guen argumento que las poetas de nuestro
juguete después de ser usado, se desecha. corpus elaboran transfiguraciones7 travestis
Para las subjetividades travestis, la muñe- de lo sucio, asociadas a esa ilegibilidad o
ca constituye una imagen-espejo en la cual irrepresentabilidad para contestar, despo-
se ven reflejadas cada vez que aparece una jadas de eufemismos, a las políticas ex- 513 /
de las suyas violada y tirada como desecho
al descampado. Frente al cuerpo travesti
desmembrado o empalado, algunas traves-
7. Retomo la categoría de transfiguraciones del
tis generan lo que Sayak Valencia (2019) investigador trans Francisco Galarte (2021, p. 15),
ha denominado «política pos-mortem/ quien señala: «Figuration, as I posit it, draws on Hay-
trans-mortem»6, esto es, una politización ward’s turn to the expressivity of transsexuality, with
del cuerpo asesinado que: focuses on the expressive potential of the body, its
capacity to respond to the world -how, that, is, the
body is transfigured through corporeal, spatial, and
temporal processes. Figuration is not another form
6. Sayak Valencia ha propuesto esta categoría a metaphorizing or troping; it is a frame that provokes
partir del análisis de una especie de performance que thinking about processes as opposed to concepts. It
un grupo de trabajadoras sexuales travestis realiza, is an adaption of Rosi Braidotti’s definition of figu-
luego del travesticidio de la mexicana Paola Sánchez rations as “materialistic mapping of situated, i.e., em-
Romero. Estas frente al crimen de odio de su com- bedded and embodied, social positions” rather than
pañera deciden mostrar y exhibir a la comunidad su “figurative ways of thinking”. Braidotti’s frame is car-
cuerpo asesinado como una forma de dignificarlo. tographic, attentive to geopolitics, social, historical,
Para un análisis detallado, véase «Necropolítica, po- and genealogical dimensions; this project, however,
líticas post-mortem/Trans-mortem y transfeminis- integrates the affective dimension of the constitution
mos en las Economías sexuales» (2019). of the brown trans subject».

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cluyentes y la violencia ejercida sobre los higienismo que desatan verdaderas guerras
cuerpos travestis. de limpieza. Los higienistas son los encar-
gados de examinar, diagnosticar y determi-
nar qué es lo salubre y lo insalubre y qué es
3. Transfiguraciones travestis de lo sano y lo enfermo. Las ficciones somá-
lo sucio ticas muestran cómo para la biopolítica de
la época la salud física no es sino una en-
A finales del siglo XIX, las nacientes re- carnación de la salud moral: la nación salu-
públicas latinoamericanas se inventan a sí dable es aquella que se erige como normal,
mismas, a través de proyectos estético-po- mientras que su revés es la patológica. Así,
líticos que Doris Sommer (2012, p. 48) ha lo atestiguan la «degeneración o decadencia
denominado «ficciones fundacionales». La de una sociedad de mujeres “masculinas”
nación se imagina como un cuerpo ho- y hombres “femeninos”» (Salessi, 1995, p.
mogéneo que crece sano y robusto y que, 184) que ensucian y degeneran el cuerpo
en consecuencia, es modelo de progreso y nacional a causa de prácticas sexuales in- 514 /
modernización. Sin embargo, ese cuerpo se mundas e inmorales. Ante este diagnósti-
ve constantemente amenazado por gérme- co, los protectores de la nación (médicos,
nes, infecciones, pestes, invasiones y enfer- psicoanalistas, criminólogos, policías) des-
medades, tanto literales como simbólicas. pliegan un plan de limpieza que hace del
Frente a este diagnóstico, la comunidad cuerpo aséptico su emblema y de los «sue-
imaginada genera sus propias «ficciones so- ños de exterminio»8 (Giorgi, 2004) su obje-
máticas» (Nouzeilles, 2002) revelando sus tivo. Esta empresa política y moral hace de
miedos, sus inseguridades y, por supuesto, la nación un cuerpo higienizado que, preso
sus más preciadas fantasías. Es en este mo-
mento en el que podríamos situar el inicio
de una serie de narrativas y discursividades 8. Gabriel Giorgi señala que, en relación con la
que conforman la primera escena de lo que homosexualidad del siglo XIX, los sueños de exter-
aquí llamo genealogía de las travestis sucias, minio revelan cómo esos cuerpos «extraños» y «anó-
malos» constituyen el lugar en torno al cual «se con-
pues es en este escenario cuando la nación, jugan reclamos de salud colectiva, sueños de limpieza
en tanto que cuerpo, es disciplinado, por social, ficciones y planes de purificación total, y por lo
medio de estrategias biopolíticas como el tanto, interrogaciones acerca del modelado político
de los cuerpos» (Giorgi, 2004, p. 11).

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de un pánico a la diferencia, controla y es- mosexuales, travestis, transgénero), quienes
tigmatiza cuerpos y sexualidades proscritas. debido a sus prácticas sexuales impúdicas
De ahí que, para evitar su propagación, cual y sucias ponen en riesgo la salud de la co-
germen que contamina y ensucia a todo el munidad. La suciedad en este momento de
cuerpo nacional, se lleve a cabo, según Jorge crisis, al igual que en las narrativas del siglo
Salessi (1995), una XIX, aparece como correlato de una cues-
tión moral.
nueva profilaxis y [...] nuevos proyectos de Luego de la pandemia y en el marco de
reforma y control social del medio, prime- la era global y de la omnipresencia del ne-
ro [porque] era necesario agitar el fantas- croneoliberalismo, nos encontramos con
ma del microbio, el mal o la enfermedad la tercera escena en la que reaparecen con
que amenazaba la nueva nacionalidad: ya insistencia los cuerpos sucios. La apertura
no las plagas, cóleras, y fiebres del siglo en relación con las sexualidades disidentes
anterior, sino las temidas inversiones, el corre aparejada con las lógicas de merca-
presunto afeminamiento de la sociedad do y sus dinámicas de flujos que erigen al 515 /
viril, el retroceso del poder de los hombres cuerpo gay higienizado como su emblema
y la masculinización de la mujer. (Salessi, y su más asiduo cómplice. No obstante,
1995, p. 241) aquellas corporalidades que no siguen esos
patrones (locas, travestis, maricas) y que,
La amenaza de estos cuerpos sucios que por consiguiente, se desligan del modelo
tiene su apogeo en los discursos positivistas homormativo de la figura del gay, se toman
del entresiglo latinoamericano se mantie- los lugares públicos que antes les estaban
ne constante, a través de todo el siglo XX, vedados para exigir derechos y conformar
pero vuelve a cobrar cuerpo y fuerza en la comunidades alternativas. Ante la terri-
década de los ochenta con la irrupción del torialización de estos espacios, los grupos
VIH/sida, cuando las corporalidades de conservadores y neofascistas, cual policías
antaño irrumpen y alteran el cuerpo salu- del género del siglo XIX, retornan con sus
dable de la nación. En esta segunda escena políticas profilácticas, a fin de limpiar, léase
de la genealogía de las travestis sucias, las na- eliminar, esos excedentes o desechos que
rrativas en torno a los «apestados» se basan hacen de esos espacios áreas molestas y
en argumentos ligados a la semántica de amenazantes.
la suciedad: son los grupos de riesgo (ho-

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La investigadora Deborah R. Vargas unproductive labor» (Vargas, 2014, p. 718),
(2014), teniendo en consideración los vín- mientras que en el otro, lo sucio «allows us
culos y la historicidad entre corporalidades to follow traces of queer life through smells,
sexo-disidentes y su atributo predilecto: lo tastes, and sounds» (Vargas, 2014, p. 723).
sucio, propone la suciedad como analíti- En diálogo próximo con la propuesta de
ca queer que se vincula con los proyectos Deborah Vargas (2014), propongo que las
neoliberales contemporáneos, toda vez que transfiguraciones travestis de lo sucio cons-
estos persiguen la desaparición de cuerpos tituyen apropiaciones estratégicas de las
vulnerables y privados de derecho, tales subjetividades travestis, quienes a partir
como las subjetividades femeninas y femi- de la injuria que las nombra como sucias,
nizadas (mujeres queer, mujeres de color de generan un lugar de enunciación crítico
clase baja, travestis latinas y transgéneros), que politiza la suciedad haciéndola suya.
todas ellas asociadas a espacios latinos de Desde ese lugar, por un lado, ensucian y
clase trabajadora. De acuerdo con su propo- «cagan» al sistema heterocispatriarcal que
sición, la analítica de lo sucio intersecta el ha negado sus existencias y derechos y, por 516 /
género y las sexualidades queer con la raza otro, impugnan los proyectos de la ciudad
y la clase social, generando un grupo de di- necroneoliberal higienizada y las ideologías
lectos sujetos sucios: «first, lewd, obscene, transnormativas que seducen a algunas su-
offensive hypersexual undisciplined bodies; jetas trans* y travestis a asimilarse a un ideal
second, darkened, suspect citizens perpe- de mujer exitista, pulcra y consumidora que
tually untrustworthy, impure, and nonloyal hace tambalear la identidad travesti, aquella
to the state; and third, diseased “cultures que, en palabras de activistas como Marle-
of poverty” subjects overdetermined to fail ne Wayar (2018), no busca encarnar ni a la
to arrive to normative womanhood and mujer ni al hombre, sino a la travesti misma.
manhood» (Vargas, 2014, p. 716). A partir Mi propuesta retoma la comprensión
de las dimensiones sensoriales de los resi- de lo sucio como residuos sensoriales que
duos, Vargas señala dos aspectos desde los analiza Vargas, pero da un paso más allá,
cuales entender su analítica de la suciedad: pues no entiendo lo sucio solo como una
los residuos como temporales y los resi- huella o ephemera queer, como diría José
duos como sensoriales. En un caso, lo sucio Esteban Muñoz (2020), sino como política
«create waste matter through modes of de subjetivación travesti que es encarnada

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para contestar a los corsés profilácticos y que para el patriarcado necroneoliberal no
desinfectados de los discursos normaliza- son más que corporalidades excedentes y
dores. Parto desde la reflexión de Vargas, desechables. Muchas travestis han sido ex-
para ingresar a las propuestas que las poetas cluidas directa o indirectamente de los sis-
travestis del Cono Sur Susy Shock, Camila temas médicos, pues sus cuerpos sucios no
Sosa Villada y Claudia Rodríguez ensayan tienen lugar en espacios altamente higieni-
a través de sus propias creaciones y políticas zados como los hospitales; si lo tienen no
activistas. es sino para solo patologizarlos. Así, para
La poeta Claudia Rodríguez tanto en su las travestis, hablar de sus humores y de sus
producción poética como en sus entrevis- pies hinchados, producto de estar paradas
tas y conversaciones ha reflexionado asi- horas y horas bajo la intemperie nocturna,
duamente sobre los alcances políticos de la reviste de un potencial político indiscutible.
suciedad. Es más, sus declaraciones cons- En uno de sus poemas, Rodríguez expone
tituyen verdaderos ensayos teóricos de lo la tensión entre una política heteronorma-
que ahí he decidido llamar transfiguraciones tiva de la limpieza defendida por la madre y 517 /
travestis de lo sucio. En una entrevista, Ro- hermana de una travesti y una política tra-
dríguez (2018) señala: «quiero asumirme vesti de la suciedad encarnada por la hija:
y hablar de mi tripa, de mi fluido, de mi
pus, mira como tengo las patas [pies] hin- Mi hermana igual que mi mamá, viven
chás, quiero hablar de las patas hinchás, se preocupadas por los malos olores, mi
me hinchan las patas en la tarde, ¿cachai mamá dice que una tiene que salir bañada
[entiendes] qué tema más político?» (Ro- porque si llegas a tener un accidente auto-
dríguez, 2018, p. 105). Para la escritora movilístico, los médicos te deben encon-
chilena, hablar de excreciones corporales trar limpia, olorocita. Pero yo no soy así. Yo
(fluidos, pus) y de sintomatologías prosti- soy capaz de acomodarme tranquilamente
tutivas (pies hinchados) que resultan sucias sobre mis propios olores, acurrucarme en
para la sociedad constituye una política de mi transpiración y en los vinagres fluidos
subjetivación para las travestis. Por tanto, de mis diversos pliegues, por eso recibo
hablar de su propia suciedad implica tam- sus reproches «no eres tan mujer». Sí, no
bién asumir, como diría Berkins (2021), una lo soy, ni esclava de la limpieza, ni tan su-
identidad «cloacalizada», es decir, entender misa de los deberes, ni tan perfumadita,

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soy una personalidad caída del catre, que voz poética al rechazar la limpieza que en
necesita ayuda para ordenar y limpiar mi tanto norma la esclaviza está también re-
propia casa. (Rodríguez, 2015b, p. 15) chazando la normativa de género que obli-
ga a las mujeres a reiterar determinadas ac-
La voz travesti expresa la insistente pre- ciones para erigirse como tales. Si ser mujer
ocupación de su madre y hermana por la es ser esclava de la limpieza, la travesti elige
higiene y la limpieza, pues esta, de acuerdo ser una sucia insumisa.
con su perspectiva, es una especie de pre- En Travesti. Una teoría lo suficientemente
sentación social: su madre le advierte que buena, la activista Marlene Wayar (2018)
debe estar «bañada», «limpia» y «olorocita» dialoga con Claudia Rodríguez en torno a
ante la emergencia de un evento inusual la politicidad de la suciedad insistiendo en
como un accidente automovilístico. Tras la necesidad de articular un lugar de enun-
este argumento se revela toda una política ciación desde y en la cloaca. Las transfigu-
sexo-genérica, toda vez que para estas mu- raciones travestis de lo sucio que aquí propon-
jeres la suciedad no es una opción, sino una go están encarnadas en un cuerpo proscrito 518 /
obligación, una especie de manual proto- que tiene la posibilidad y el poder privativo
colar que define lo femenino. Contrarian- de hablar a través de sus olores, de su color
do este imperativo, la subjetividad travesti de piel, de los fluidos que le brotan y de la
incorpora y hace suya su propia suciedad. materia fecal que expulsa:
En otras palabras, la sujeta establece in-
cluso una relación afectiva con lo sucio: se la posibilidad siempre es recurrir a la sabi-
acomoda sobre sus olores y se acurruca en duría que tienen nuestros cuerpos. Siem-
su transpiración y vinagres fluidos que su pre tenemos que volver al cuerpo. Qué
cuerpo expele. Al hacerlo, no responde a la hace un cuerpo después de comer: se pone
performatividad de la limpieza pergeñada a digerir, depura, transpira, se caga y ahí
por la normativa heterosexista y, por tanto, vuelve a tener una energía que distribuye
no es mujer, como le reprochan en su hogar. para lo que sea. De esa manera creo que
Sin embargo, la travesti posa orgullosa- tenemos que tener la posibilidad de vomi-
mente su suciedad y, a través de y con ella, tar y cagarnos. Es poder manifestar nues-
encarna una política de subjetivación que la tro agravio, saber que estamos todas en la
identifica simplemente como travesti. La misma y ahí poder convertir el encuentro

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que tiene que ver con la fiesta, con el pla- es que la suciedad en las poéticas travestis
cer, que tiene que ser un encuentro, por del Cono Sur tiene una presencia y fuerza
eso pequeño. (Wayar, 2018, p. 105) performativa indiscutibles que hacen de lo
sucio uno de los elementos claves de la co-
La posibilidad o, más bien, la decisión munidad:
de las travestis de vomitar y cagar genera
una práctica contestaria que, al tiempo que Señora de lo Trans,
pone de manifiesto el agravio de «sucias», sucia de pelo a rabo
permite a estas sujetas expulsar esa energía y tan bendita:
contenida como rabia, furia o resentimien- concédeme la voluntad
to hacia la misma sociedad que las ha cons- de alumbrarme y alumbrar,
truido como subjetividades abyectas. En dame fuerzas para batallar
otras palabras, transpirar, vomitar y cagar con mi espada brillosa de ideas,
encarnan toda una política subversiva que con mi lumpen mariposa de amar
literal y simbólicamente ensucia en exceso y la humildad de saberme diamante 519 /
los imaginarios profilácticos que sostienen de mi propio crear
a la ciudad necroneoliberal. Como veremos Amén.
en los análisis, las poetas escriben poemas (Shock, 2020, p. 110)
«trans-pirados» (Shock, 2020), hablan de
sus potos o culos, de sus dolores vinagres La Divina Trans poetizada por Susy
(Rodríguez, 2015) y de sus «manos callosas Shock no es ni glamorosa ni inmaculada y,
y sus axilas oscuras» (Sosa Villada, 2020). por consiguiente, no encaja en los mode-
los de belleza higienizados, propios de una
transnormatividad, adoptada por algunas
4. Las sucias posan transpirando mujeres trans* que ingresan a las lógicas
rabia y de-generando blanqueadoras, exitistas y consumidoras
comunidades del mundo globalizado y necroneolibera-
lizado. La deidad de las travestis es como
Partiré este apartado anal-ítico con el sus parroquianas «sucia de pelo a rabo» y
poema «Oración a la Divina Trans» de tiene el poder de otorgarles fuerzas no solo
Susy Shock, con el objeto de mostrar cómo para cotidianamente crearse e inventarse a

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través de distintos y variables procesos de que se va poniendo cada vez más hedionda
subjetivación, sino también para respon- de rabia.... (Rodríguez, 2018, p. 31)
der, confrontar y batallar con una sociedad
que las ha convertido en mierda. La poeta, Para Rodríguez (2018), habría una relación
guiñando a Néstor Perlongher, a través del sinecdóquica entre la hediondez –sensación
significante lumpen, dialoga afectivamente negativa que connota molestia y desagrado–,
con un autor que instala voces travestis en y la rabia y la venganza, afectos negativos
la producción estética latinoamericana, así que nacen desde una molestia y desagrado.
como lo hace en otros poemas con artis- En el poema «Yo, monstruo mío» de Susy
tas como Batato Barea y Pedro Lemebel. Shock (2020), la poeta no solo elabora una
Las travestis hacen sus propias «lúmpenes transfiguración monstruosa que la habi-
peregrinaciones» para llegar al altar de una lita, como diría ella misma, a «reivindicar
Divina Trans, quien es la única que escucha [su] derecho a ser monstruo», sino también
sus sucias peticiones. construye una transfiguración travesti de
Las transfiguraciones travestis de lo sucio lo sucio que, parafraseando el ya conocido 520 /
devienen en políticas del desagravio, pues verso, le permite reivindicar su derecho a
estas en su excesiva iteración persiguen mo- ser una sucia:
lestar, desagradar e incomodar ‒a partir de
la apropiación del insulto‒ a las identidades Yo, trans...pirada,
hetero y homonormativas que reclaman una mojada, nauseabunda, germen de la aurora
imagen identitaria sexualmente higieniza- encantada,
da acorde con los imaginarios neoliberales. la que no pide más permiso
Claudia Rodríguez (2018) señala al respecto y está rabiosa de luces mayas,
una relación entre hediondez, rabia y ven- luces épicas,
ganza que revela cómo la suciedad encarna luces parias,
un lugar de resistencia e impugnación: Menstruales, Marlenes, Sacayanas, bizarras.
Sin biblias,
yo tengo tanta rabia y siento tanta necesi- sin tablas,
dad de venganza, de venganza en términos sin geografías,
de poder elaborar esta hediondez que tengo sin nada.
dentro, ¿ya? Esta cosa que se me acumuló y (Shock, 2020, p. 56)

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La voz poética, a partir del significante y del nacimiento de una política de con-
«trans...pirada», no solo habla desde un yo testación. En otras palabras, los gérmenes
travesti, sino que al hacerlo también in- aurorales de las sucias son las armas con las
corpora su atributo: la suciedad. El cuerpo que travestis enrabiadas y empoderadas de-
travesti transpira, exudando olores desa- safían e impugnan a los regímenes hetero,
gradables y molestos para la comunidad homo y transnormativos sostenidos desde
heterocispatriarcal. La transpiración, en identidades prolijas y limpias. Shock ve en
tanto que reacción corporal o mecanismo la politicidad de la suciedad una oportuni-
para regular la temperatura, ha sido leída dad para conformar un colectivo; las sucias
socialmente como un signo de vergüenza conforman una comunidad lumínica trans-
y de inmundicia y, por tanto, se la oculta nacional, «sin geografías», nos dice el yo
y atenúa a través de productos higiénicos lírico, compuesta por «Menstruales, Mar-
como desodorantes que inhiben la propa- lenes, Sacayanas y bizarras», nombres de
gación de hedores repulsivos. No obstante, reconocidas activistas travestis argentinas
la subjetividad travesti del poema señala (Naty Menstrual, Marlene Wayar, Diana 521 /
que su cuerpo está transpirado, mojado y Sacayán), quienes han luchado épicamen-
nauseabundo, es decir, se constituye como te por una visibilidad reconocible, por una
una corporalidad que es la encarnación Ley de Identidad de Género autopercibida
misma de lo sucio. y por los derechos de ciudadanía de las tra-
El cuerpo desaseado, empapado de sudor vestis en Argentina.
y, por ende, hediondo genera un particular El poemario La novia de Sandro, de la es-
tipo de germen: el de «la aurora encantada». critora y actriz argentina Camila Sosa Vi-
Este germen resulta clave en la propuesta llada (2020), está atravesado por una isoto-
de las transfiguraciones travestis de lo sucio, pía de la suciedad como marca indeleble del
pues revela su significancia dual: el germen cuerpo travesti. La voz lírica se representa
es un «microorganismo patógeno» (Real como una «travesti tercermundista» y una
Academia Española [RAE], 2021) que «travesti de pellejo podrido» que constante-
nace desde un cuerpo nauseabundo, pero al mente habla de un cuerpo no higienizado:
mismo tiempo es un «esbozo que da prin- «mi negritud», «mis manos sucias», «me vi
cipio al desarrollo de un ser vivo» (RAE, tosca», «[mis] mejillas barbudas» (Sosa Vi-
2021), es decir, es un catalizador de la vida llada, 2020, p. 50). La autora, al igual que

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Susy Shock, apropia el insulto que liga a las en «mujeres verdaderas» (cirugías, hormo-
travestis con la suciedad incorporando su nización, tratamientos estéticos). La voz
propia «loca-lización» geopolítica («tercer- poética asume la fealdad y la politiza do-
mundista»), racial («negra de mierda») y so- tándola de un carácter que cuestiona las
cial («la vida me hizo pobre»), toda vez que narrativas hegemónicas de los cuerpos: sus
se enuncia desde el tercer mundo reiteran- manos son enanas y callosas, sus axilas son
do el color de su piel que la racializa, la dis- oscuras y de su cara no desaparece la som-
tancia de las sujetas trans del Norte Global bra nigromante de una barba que revela su
y la vincula a una determinada clase social: masculinidad. Si la oda es un género de ala-
«Soy una negra de mierda, una ordinaria, banza que resalta las cualidades loables de
una orillera, una cuchillera» (Sosa Villada, una persona, Sosa Villada, al escribir una
2020: 9). Las transfiguraciones travestis de lo oda a la fealdad, parodia este género e in-
sucio son inseparables de una estética feís- vierte su sentido original para advertirnos
ta, dado que aquellos cuerpos que no caben que las travestis son «cuerpos para odiar»
dentro del orden normativo se les cataloga (Rodríguez, 2018, p. 92) que el régimen 522 /
como feos, o bien, como monstruosos: necroneoliberal utiliza, violenta y después
desecha a su destino final: la cloaca.
Este es el elogio a mi fealdad La poeta hace de la estética feísta y de
a su mano callosa y su oscura axila. la suciedad un lugar de enunciación crítico
Este es el elogio a mi cuerpo que deambula y de denuncia ante la violencia sistemáti-
para huir de la memoria. ca a la que se ven enfrentadas las travestis
Este es un canto a mi nariz rota, a mis manos en tanto cuerpos que no encajan en el plan
de enano, a la sombra nigromante de mi barba maestro de la normatividad. Asimismo,
[...] plantea cómo la imposibilidad de articu-
(Sosa Villada, 2020, p. 13) lar un discurso propio es otra de las tantas
violencias heterocispatriarcales que recaen
La poeta plantea una desidentificación sobre las travestis. En el poema se expre-
del modelo de belleza dominante que exige sa, siguiendo a Rodríguez (2018, p. 80), el
el mercado heterocispatriarcal a los cuerpos «derecho a existir aquí, en este territorio,
travestis, cuerpos que deben responder a raras, feas, maltrechas, pero con la capaci-
una serie de regulaciones para convertirse dad de hacer reflexiones críticas respecto

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de nuestro propio mundo». Así, elogiar la travesti para responderles desde la misma
fealdad deviene en una operación política materialidad:
de resistencia ante los ordenamientos de
género transnormativos que exigen a los Tócame primero antes de que me beses, siente
cuerpos travestis recurrir a distintos meca- mis asperezas, mis cicatrices, los tumores, el
nismos para dejar de «ser como mujeres» y cáncer, todo mi sida, antes de que sirva de
«convertirse en mujeres». Aun cuando las alimento. Tócame ahí donde te horroriza que
subjetividades trans* eligen articular distin- gotee mi vida.
tas variaciones sobre sus cuerpos, la crítica Tócame ahí donde te da asco, la imposibilidad
de Sosa Villada no está anclada a esta elec- de la vida [...] tendrás que tocarme antes los
ción, sino más bien al ideal de mujer que bultos de silicona, las manchas, el olor de mi
más que desestabilizar el cis-tema hetero- sida.
patriarcal lo asimila. Antes de que lleguen los pacos [policía], antes
La poeta Claudia Rodríguez (2018) rea- de morderme, y lengüetéame. Tócame donde
liza una operación particular con la sucie- los pelos no dejar ver nada, ahí donde me sale 523 /
dad, pues no solo se asume como una sub- el olor a carboná [...]
jetividad sucia, sino que interpela a los otros tócame las escaras, tócame donde la suciedad
que la han construido como tal a que la to- me enferma, donde la desesperanza se forma
quen9. La escritora pone el cuerpo de la voz piñén y piojos y te da asco, rabia y odio.
(Rodríguez, 2018, pp. 90-91)

En el poema, la imagen de la travesti, his-


9. La epistemología háptica constituye una estra-
tegia política clave en las producciones culturales de
tóricamente construida desde la pasividad,
las trans*-travestis en América Latina. Recuérdese, por es desplazada, pues aquí, por el contrario,
ejemplo, a la artista mexicana, Lía García, más cono- tiene voz y agencia. Ya no es quien responde
cida como La Novia Sirena, quien en sus performances a los mandatos de su cliente, sino que es ella
hace del tacto una praxis de la ternura trans*. Al con-
quien maneja las dinámicas del encuentro,
trario de Rodríguez, Lía García ya no busca contestar
a la violencia y la discriminación, a través de afectos obligando el tacto de este; cliente que en
negativos como el resentimiento, la furia y el odio, sino
mediante una afectividad positiva (la ternura). Para un
análisis del trabajo de tacto y ternura en Lía García,
véase «Táctica Háptica: Hiperternura para el Estado [Mexicano] y las performances de Lía García».

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el fragmento poético es una metonimia de implica una detención por capas que no to-
toda la sociedad. Así, Rodríguez (2018) taliza, sino que más bien focaliza y elude el
interpela a los inventores de estos cuerpos control. La voz poética al obligar el tacto
sucios para que se aproximen a ellos procu- del otro instala el acceso fragmentario a un
rando suscitar una afectación. La voz tra- cuerpo que se materializa y rematerializa
vesti persigue afectar al colectivo social, a permanentemente. Quien toca la suciedad
través del tacto, con el objeto de que este, de la travesti ingresa a la experiencia de lo
al encontrarse con la superficie de la piel, trans*, es decir, a una serie de procesos de
re-conozca en sus volúmenes y relieves las subjetivación que tienen lugar en los tra-
asperezas, cicatrices, bultos y escaras de un bajos de la piel, toda vez que las corporali-
cuerpo travesti que las narrativas violentas dades trans* transitan por múltiples trans-
han construido desde la suciedad, atributo formaciones, ya sean cortes, ensambles o
que no es otra cosa que sinónimo de ab- prótesis que moldean un cuerpo que es ante
yección, sida y enfermedad. La poeta obliga todo puro devenir. Por tanto, al ingresar en
el tacto del lector/espectador para tocar lo contacto con la epidermis, quien toca no 524 /
otro y sentir la alteridad matérica de cuer- solo se interna en los recovecos de una ca-
pos y vidas precarias destinadas a adivinarse dena de violencias inscritas sobre la materia
en penumbras. de los cuerpos travestis, sino que también
El deíctico «ahí» trae al presente de la advierte cómo estos se sexúan, generizan y,
enunciación el cuerpo de la travesti para por consiguiente, desmontan las ficciones
que nosotros los espectadores accedamos, del sistema sexo-género. Así, Rodríguez
mediante el tacto, a una subjetividad nega- (2018) expone la variación de género de las
da, a un cuerpo violentado, a una comuni- corporalidades trans*, o lo que es lo mismo,
dad marginada y a una historia de pobreza, indica cómo las travestis se crean e inventan
injurias y permanentes violaciones de los a sí mismas.
Derechos Humanos. Rodríguez (2018) Para Jeanne Vaccaro (2014), «lo artesa-
interpela a re-conocer el cuerpo travesti, a nal es una teorización háptica, afectiva del
través de la tactilidad y no de la vista, pues cuerpo transgénero, un modo de estimular la
ha sido la mirada la que, precisamente, las experiencia material y la materia que ha sido
ha imaginado como objetos. La parcialidad acariciada a lo largo del tiempo» ( Jeanne
del tacto revela una lógica anti-dominio e Vaccaro, 2014, como se citó en Halberstam,

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2018, p. 119). En consonancia con esta pro- compañeras travestis, que es hablar de
puesta, la activista travesti Marlene Wayar cosas que en la sociedad son mal vistas,
(2018, p. 19) señala: «[las travestis] somos en los medios de comunicación son mal
nuestro primer objeto de arte. Debemos vistas, pero en nuestras conversaciones
crecer en esta primera claridad: nos esta- íntimas están siempre presentes y enton-
mos construyendo y cada día soy la mejor ces me interesa, por ejemplo, a pesar de
versión de mí misma». La propuesta del que haya mucho pudor, mucha vergüen-
poema de Rodríguez es precisamente indu- za, rescatar el tema de nuestro poto [...]
cir al otro a tocar un cuerpo que se hace a Porque en las mismas conversaciones con
sí mismo, un cuerpo que se construye arte- nuestras compañeras, surge que el poto a
sanalmente mediante distintas operaciones nosotras nos dio la posibilidad de manejar
materiales. En suma, el cuerpo travesti es ciertos recursos, pero es tan indecible eso,
un objeto de arte que es moldeado para sí y es tan poco elegante, es tan poco moral
que diariamente se retoca, se hace y desha- hablar de esas intimidades... (Rodríguez,
ce en un proceso continuo de generización. 2018, p. 34) 525 /
Con todo, la epistemología táctil que pro-
pone la poeta busca desmontar las narrativas Claudia Rodríguez (2018, p. 34), al res-
estereotípicas y reduccionistas que se han catar la obscenidad del poto/culo como un
configurado en torno a las subjetividades tema que en la «sociedad [es] mal visto», no
travestis, aquellas que revelan cómo estas son solo polemiza con los discursos «elegantes»
sujetas desprovistas de agencia, precarizadas, del buen decir que ocultan o niegan su exis-
negadas e invisibilizadas de la historia. tencia, sino que a la vez, articula una política
Claudia Rodríguez (2018), al tiempo que anal o, en palabras de Barthes, un «terro-
obliga al otro a tocar el cuerpo sucio, invi- rismo textual»10 (Preciado, 2013, p. 14) que
ta a las suyas para generar una comunidad
anal-ítica y una política anal que interrum-
pa y desestabilice las narrativas asépticas 10. Según consigna Paul B. Preciado (2013, p.
que las han inventado como sujetas sucias: 14), para Barthes «son terroristas [...] refiriéndo-
se a la obra Sade, Fourier y Loyola, aquellos textos
capaces de “intervenir socialmente”, no gracias a su
Yo hice el intento de rescatar algo que es popularidad o a su éxito, sino gracias a la “violen-
muy común, cuando yo comparto con mis cia que permite que el texto exceda las leyes que una

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viene a contestar a los regímenes biopolíti- que se rebelan ante los discursos de sexua-
cos que desde el siglo XIX han inventado a lidades normativas desinfectadas y las polí-
las travestis como criaturas indeseables, en- ticas transfóbicas del Estado. Así, las poetas
fermas o, lo que es lo mismo, problemáticas. travestis son las agentes de un «terrorismo
De esta manera, para las travestis, el poto/ anal» (Preciado, 2013, p. 14) que culmina
culo constituye un órgano elástico que las en una revolución de la suciedad, a partir
emancipa y las dota de un saber-poder que de la cual, las sucias en tanto que sujetas
solo ellas pueden manejar estratégicamente, violentadas históricamente cagan al sistema
a través de la retención o la expulsión. Su y a un Estado cómplice de sistemáticas vio-
recurrencia en el imaginario poético travesti lencias y travesticidios: «El camino es poder
hace del ano un campo de intervención polí- cagar todos estos actos criminales que se co-
tica, un espacio donde se debaten cuestiones meten socialmente» (Wayar, 2018, p. 106).
fundamentales en torno a lo reproductivo y Con todo, Claudia Rodríguez, al invitar a sus
lo no reproductivo, la salud y la enfermedad compañeras travestis a discutir y reflexionar
y, por supuesto, el valor moral asociado a sobre sus potos/culos, gesta toda una peda- 526 /
estos binarismos: lo limpio de lo sucio. gogía anal portadora de saberes, tácticas de
El poto/culo posibilita una experiencia sobrevivencia y estrategias de cuidado. Re-
de placer que corre aparejada con una ga- conocer el saber-poder de sus anos les per-
nancia monetaria que permite su supervi- mite convocar una comunidad anal-lítica
vencia. El poto/culo, es decir, eso que no se que sabe cuándo dar placer y cuándo cagar
nombra porque es sucio, es a la vez órga- al «cistema heterocispatriarcal».
no de seducción, pero también de rechazo
y abyección. Las travestis al hablar de sus
potos/culos en tanto tema «sucio», «inde- 5. A modo de conclusión
cible» y «poco moral» develan ansiedades y
fantasías sociales, degeneran la lengua hi- En el prólogo de su primer poemario, Susy
gienizada y forjan una comunidad de sucias Shock (2011) señala que su devenir traves-
ti es, simultáneamente, un devenir sucia:
«cada vez que soy más Susy, me voy más
sucia y masculina con mi hembra creada
sociedad, una ideología, o una filosofía se dan para por el lado del camino, ese que me sigo
constituir su propia inteligibilidad histórica».

Políticas y narrativas del cuerpo/ Politiques et récits du corps/ Politics and narratives of the Body
abriendo e invertida» (Shock, 2011, p. 7). exigir derechos que les abran nuevos cami-
Para la escritora, al crearse a sí misma, a tra- nos, unos cuyo destino final no sea la cloa-
vés de los distintos tránsitos o caminos «in- ca, sino un espacio de reparación social en
vertidos» que significan la experiencia de lo el que la «nostredad» (Wayar, 2018, p. 18)
travesti, deviene para el resto en una subje- no sea la encarnación de una vida no vivible.
tividad sucia y desadaptada que no sigue los
patrones heteronormativos.
En sus transfiguraciones travestis de lo
sucio, Camila Sosa Villada (2019, 2020) y
Claudia Rodríguez (2015, 2018) aceptan el
epíteto «sucia», como lo hace Shock (2011,
2020), y activan una política de subjetiva-
ción estratégica que convierte la injuria en
un lugar de enunciación crítico y desesta-
bilizador. Así, las poetas travestis instalan 527 /
una política de la suciedad que, en términos
poéticos, no solo disputa un espacio de au-
torrepresentación que, históricamente se les
ha vedado, sino que interrumpen o irrum-
pen en él, a partir de la palabra sucia que
actúa como arma/venganza sobre la socie-
dad que las ha subalternizado.
Las poetas al ensuciar la sociedad necro-
neoliberal no solo polemizan con las iden-
tidades asépticas hetero-homo-trans-nor-
mativas, sino, además, cagan ese «mundo
podrido de exclusión» (Rodríguez, 2018,
p. 83) que las violenta y excluye. Asumir-
se sucias, que no es otra cosa que asumir-
se corporalidades molestas e incómodas, las
habilita para demandar la discriminación y

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