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GUIA

Objetivo Objetivo aprendizaje 3


aprendizaje Leer y familiarizarse con un amplio repertorio de
literatura para aumentar su conocimiento del mundo,
desarrollar su imaginación y reconocer su valor social y
cultural; por ejemplo:
› cuentos folclóricos y de autor
› novelas
› otros

¿Cómo podrías describir a una persona afortunada? Explica y ejemplifica


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Lee el siguiente texto y luego realiza la guía de actividades

Hans el afortunado.

Hans llevaba ya trabajando siete años en el taller y, durante ese


tiempo, su conducta fue excelente; y aprendió tan bien su oficio que
su patrón le tomó verdadero afecto.
Pero sintió el muchacho deseos de ver a su madre y le pidió
permiso a su maestro para que lo dejara partir. El maestro nunca
hubiera deseado separarse de él, pero conociendo los motivos del
joven, le concedió gustoso el permiso y le dio la paga
correspondiente.
Hans ató el puñado de monedas en un pañuelo, y, muy contento,
inició el camino a su casa. Iba por el sendero cantando y silbando,
completamente feliz y lleno de proyectos. Pero el trayecto era mucho más largo de lo
que había imaginado y, poco a poco, fue sintiendo cansancio. El sol apretaba y la bolsa
de monedas, que llevaba colgada al extremo de un palo, comenzó a pesarle demasiado.
Una de las veces en que descansaba, vio venir hacia él un hombre montado a caballo.
“¡Qué bien me vendría a mí tener un caballo!” —pensó—. “¡Y qué pronto llegaría
entonces a casa!” —añadió—. Cuando el hombre estuvo cerca, decidió hablarle.
Explicó al jinete sus problemas, y éste después de meditar unos instantes, dijo:

— Tienes razón, muchacho. Te hace falta un caballo. Te daré el mío a cambio de la


bolsa que llevas sobre el hombro.
Hans montó contento en su caballo, pero como jamás en su vida había cabalgado, no le
era fácil mantener el equilibrio sobre aquel animal tan grande que, además, era brioso.
Pese a todo, se sostenía, hasta que, de pronto, se espantó el caballo ante el vuelo
inesperado de un pájaro, y partió a la carrera. Hans, como era de esperarse, cayó al
suelo y allí quedó maltrecho y dolorido. Hubiera perdido al caballo, si no hubiera dado
la casualidad de que por allí pasara en esos momentos un pastor tirando una vaca, el
que logró detenerlo.

— Muchas gracias —le dijo Hans—. Mi caballo no me obedece, y si sigo así, acabará
por romperme los huesos.
— Ya lo veo —respondió el pastor—. Eso pasa casi siempre con los caballos. Es mejor
tener una vaca; son más tranquilas y, además, te proveen de leche, mantequilla y queso.

A Hans le pareció que tener una vaca era lo ideal. Era más sencillo y, sobre todo, no se
las montaba. ¡Ah! Si el pastor quisiera darle la vaca por su caballo… Así se lo dijo, y el
pastor, tras fingir reflexionarlo, le contestó:

— Eres un buen muchacho y me apena verte en este conflicto. Salgo perdiendo, pero te
cambio mi vaca por tu caballo.

Por supuesto, el pastor había visto la calidad del caballo de un valor muy superior a su
vaca. Pero Hans era inocente, y creyó que el pastor había hecho un sacrificio por él.
Hicieron el cambio y mientras el pastor se alejaba montado en el brioso caballo, Hans
siguió su viaje tirando de la vaca con su cuerda. Otra vez se puso a silbar contento, no
obstante que el viaje era ahora más lento, pues la vaca caminaba despacio.
— Esta vaca será una ayuda para nosotros. Mi madre verá que me he convertido en un
nombre de provecho —iba pensando Hans.

Después de caminar algunas horas sintió mucha sed. Como no había cerca ni río ni
arroyo donde calmarla, pensó que podría ordeñar la vaca para beber su leche. Llevó el
animal al borde del camino dispuesto a emprender la tarea. Pero en su vida había
ordeñado una vaca y no tenía la menor idea de cómo hacerlo. Sin embargo, como la
necesidad apremia a los hombres, quiso darse maña para ordeñar la vaca. Pero ésta no
estaba dispuesta a dejarse ordeñar por quien no sabía hacerlo y le soltó un par de coces,
que arrojaron a Hans lejos, por tierra. Allí quedó, adolorido y lamentándose de sus
desdichas, hasta que pasó por el sitio un joven carnicero que llevaba un cerdo al
mercado. Se acercó a Hans y le ofreció su ayuda, enterándose de lo sucedido.

— No podía ser de otro modo —dijo el carnicero riendo—. Esta vaca es muy vieja.

— No sé qué hacer ahora —repuso Hans—. He dado mi dinero por el caballo y mi


caballo por la vaca que no me sirve.

El mozo le ofreció, entonces, cambiarle su cerdo por la vaca vieja, diciéndole que
siempre era fácil manejar un animalito pequeño y que, además, al matarlo, podría
comer chicharrones, jamón y cuántas cosas más. Hans le dio las gracias y aceptó el
cambio de la vaca por el cerdo.

Siguió su camino y se encontró, a poco, con un granjero que le preguntó de dónde


había sacado ese cerdo. Cuando Hans se lo explicó todo, el hombre dijo:

— ¡Pobre niño! Este cerdo se lo robaron ayer al juez. Si te ve con él, irás a dar a la
cárcel.

Hans se puso a temblar y, desesperado, pidió al hombre que lo ayudara. Éste le ofreció
cambiarle el cerdo por un ganso que llevaba bajo el brazo. Hans aceptó, agradecido y
feliz, y de esta suerte continuó su camino con el ganso.

Y así llegó a una ciudad, en una de cuyas esquinas un afilador de cuchillos cantaba
mientras trabajaba.

— Veo que eres muy feliz —le dijo—. ¿A qué se debe tanta alegría?

El afilador lo miró y admitió que era, efectivamente, un hombre feliz, y que esa dicha
era propia de los afiladores de todo el mundo, ya que siempre tenían dinero en su
bolsillo. El afilador le preguntó entonces:

— ¿Tú no eres feliz? Creo que eso que llevas bajo el brazo es algo bueno. ¿De dónde lo
sacaste?

Hans le contó toda su historia, admitiendo que nada podía hacer tan feliz a un hombre
como ser afilador. Entonces, el afilador le ofreció cambiarle la piedra de afilar por el
ganso.

Hans aceptó contento el cambio y siguió su camino. Al rato, sintió deseos de beber y, al
inclinarse para beber en una fuente cristalina, la piedra de afilar se le cayó al agua y
desapareció en la corriente.

—Cuento, sin duda, con la ayuda del cielo. Esta piedra hubiera sido para mí una carga
pesada en todo el camino. Ahora me la he quitado de encima. ¿Habrá alguien más
afortunado que yo en esta vida? —dijo Hans con alborozo.

Y, cantando alegremente, caminó hasta llegar a los brazos de su madre, que era lo que
más anhelaba.

Publicado por: Ohslho http://www.cuentospopularescortos.com/hans-el-afortunado


2. El tipo de texto anterior es:
A. Novela
B. Cuento
C. Fábula
D. Historia

3. ¿Cuál es el propósito del autor?


A. Informar
B. Entretener
C. Educar
D. Persuadir

4. ¿Qué pensaría la madre, al ver que Hans había adquirido una vaca?
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5. ¿Por qué Hans decide volver a casa?


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6.¿Crees que los cambios que realizó Hans fueron buenos?


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¿Piensas que las personas eran buenas con Hans o que se burlaban de él?
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¿Cuál es tu opinión respecto a las personas que sólo quieren aprovecharse de otras?
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8.¿Si tú te hubieras encontrado con Hans, que le habrías sugerido para alivianar
su carga?
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9.Describe cómo te imaginas la personalidad de Hans.


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10. ¿Consideras que eres una persona afortunada? ¿Por qué?


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11. Has un resumen del texto en 5 líneas.


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