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INTRODUCCIÓN

Todos los temas que caen dentro del ámbito de la Teología Bíblica sonprácticos,
porque el mensaje de la Revelación, desde la noción de Dios hastael estudio de
"las últimas cosas", "doctrina de vida" y destinada a suministraruna "nueva vida"
por la acción del Espíritu, y a vivificar toda la "praxis" de unapersona ya
regenerada. Pero hay dos materias especialmente prácticas: laÉtica Cristiana
(volumen recién editado) que, por definición, se refiere a laconducta del creyente,
y las Doctrinas de la Gracia, de las que vamos a trataren el presente volumen.

Las doctrinas de la gracia son, pues, doblemente prácticas: 1) por formar parte del
mensaje de salvación; 2) por afectar en su cercanía más próxima a la experiencia
personal de cada uno de nosotros. No se trata aquí de penetrar en el conocimiento
del Dios trascendente, que puede parecer lejano a nuestros quehaceres y
problemas de cada día. Se trata del diálogo salvífico que Dios, libremente y por
pura gracia, ha comenzado con nosotros, a través de Jesucristo, y de la respuesta
personal que en nosotros se origina en virtud de esa gracia y por el poder del
Espíritu vivificante. Se trata, en una palabra, de la aplicación que Dios hace a cada
uno de los que se salvan, del poder reconciliador de la obra de Cristo, mediante la
energía del Espíritu. Por tanto, si toda la Teología es enseñada para ser vivida,
con mayor razón hemos de estar dispuestos a vivir las enseñanzas de este
volumen, todas ellas destinadas a descubrirnos, desde la Palabra de Dios, el
origen, la naturaleza y el glorioso destino de esa "gracia" que es la vida espiritual:
Cristo viviendo en nosotros por la comunicación y el poder de su Espíritu .Hemos
dicho que, en este volumen, se trata de la aplicación del poder reconciliador de la
obra de Cristo, con lo cual damos a entender que la obra de nuestra salvación
comprende dos momentos culminantes: la obtención de nuestra redención o
rescate, operada una sola vez por todas en la Cruz del Calvario (lo cual ha sido
materia del volumen IV de esta serie) y la aplicación a cada uno de los que son
salvos, de aquella redención que fue llevada a cabo en el Calvario. Podemos
ilustrar este doble estadio de la salvación con un símil muy apropiado:
Supongamos que nos hallamos sedientos, fatigados y desorientados, en medio de
un desierto sin agua. Estamos abocados a la muerte. Pero llega hasta nosotros un
ingeniero que descubre enseguida una corriente subterránea de agua. Logra
alumbrar un pozo artesiano y el agua brota en abundancia, con poder de apagar la
sed de cuantos crucen por el desierto. ¿Están ya a salvo de la muerte los
sedientos caminantes? Sí, pero a condición de que se acerquen a beber del agua,
o que ésta les sea llevada por medio de vasijas o de canales y tuberías. Ya está
conseguida la provisión de agua para todos, pero es necesario beber de ella para
no morir de sed. Lo mismo ocurre en la obra de nuestra salvación: En la Cruz del
Calvario, Dios abrió para nosotros, las fuentes de la salvación (Is. 12:3). Pero
ahora es

preciso que cada uno de nosotros vayamos a las aguas (Is. 55:1; Ap. 21:6;22:17)
elevando nuestros ojos, por fe, al Crucificado (In. 3:14-15), para hacer nuestra la
salvación obtenida por Cristo. En esta difícil materia, como en muchos otros temas
teológicos, es fácil equivocarse por tomar como Palabra de Dios lo que es un
prejuicio, con mayor menor peso de "tradición". Atengámonos solamente, y en
todo, a la enseñanza de la Sagrada Escritura tomada en conjunto, o sea, "todo el
consejo de Dios" (Hech. 20:27), sin escamotear los pasajes que parece que no
encajan en nuestro esquema doctrinal ya prejuzgado, sino acudiendo a los textos
claras y tratando de entender lo oscuro mediante lo claro, no viceversa. Seamos
humildes para rendir nuestro entendimiento ante el mensaje de Dios y, aunque a
veces no entendamos cómo se compaginan algunos textos, agarrémonos
firmemente a los extremos reveladas aunque no alcancemos a ver el eslabón que
los une, seguros de que, si perseveramos constantes en el estudio y la oración, se
irá ensanchando la perspectiva de nuestros conocimientos bíblicas lo recién
aprendida proyectará nuevos rayos de luz sobre la penumbra de lo anteriormente
estudiado: Todos saben que la Historia de la Salvación se halla resumida en un
solo versículo: Juan 3:16, al que Lutero llamaba "la Biblia en miniatura". Vamos
acerrar esta introducción resumiendo el comentario que de dicho versículo hace
L.S. Chafer en el Epílogo' del volumen III de su Systematic Theology, pp. 394-395,
puesto que dicho versículo compendia la materia del presente volumen:1. "De tal
manera amó Dios al mundo". En siete palabras vemos expresado cuánto y can
cuán sublime amor ("egápesen", un amor con raíces en el Cielo') amó Dios a este
mundo perdido, necesitado, rebelde: a este mundo que, de suyo, aborrece a Dios,
es enemigo declarado de Dios, hasta que el amor de Dios lo vence (cf. Rom.
5:8).2. "Que ha dado a su Hijo Unigénito". Otras siete palabras para revelamos el
"inefable don" (2a Cor. 9:15) del Padre y el inconmensurable sacrificio del Hijo,
con su profundo anonadamiento (Flp. 2:7-8) y su admirable obra de sustitución
vicaria en la Cruz (2.a Cor 5:21).3. “Para que quienquiera que en El crea”. De
nuevo, siete palabras nos aclaran que no todos creen y se salvan, sino que hay un
grupo de creyentes (elegidos), que la salvación se obtiene sólo por Cristo, sólo
mediante la fe, por la fe sola, y con toda seguridad.4. "No se pierda, mas tenga
vida eterna". Finalmente, también son ahora siete palabras las que nos muestran
el espantoso estado en que permanecen los que rehúsan crea ("apóletai" =
perece, queda destruido)y el glorioso destino de los elegidos para creer, por el
poder del Espíritu: la vida eterna, o sea, la "zoé aiónios", la misma vida que estaba
en el Verbo ( Jn. 1:4) desde toda la eternidad, la que El ha venido a traer en
abundancia (Jn. 10:10) y que no se acabará jamás (Jn. 10:28; 11:26).Una vida
eterna que bien merece el sacrificio de nuestra vida exterior("bios" o tren de vida,
1.a Jn. 3:17) y el de nuestra "psyché" o vida terrenal (Mt. 10:39; Me. 8:35; Le.
9:24; 14:26; 17:33; Jn. 12:25).

Mi gratitud a los hermanos de las iglesias bautistas independientes de San


Eusebio, 54, en Barcelona, y de Ramón y Cajal, 60, en Santa Cruz de Tenerife,
por las preguntas y sugerencias que me han permitido corregir y mejorar los
conceptos vertidos en los estudios habidos sobre esta materia; al escritor y
profesor evangélico D. José Grau, por sus consejos y sugerencias tras revisar el
manuscrito, a la Editorial CLIE, cuyo esmero en la impresión y presentación de
estos volúmenes es patente, y a la "Misión Evangélica Bautista en España”, bajo
cuyos auspicios se publica el presente volumen, así como los anteriores editados
de este CURSO DE FORMAClON TEOLOGlCA EVANGELICA

LECCIÓN 1: EXISTENCIA DE UN ORDEN DELA SALVACIÓN

El hilo de oro de la Teología

El Dr. E.F. Kevan llama a la doctrina de la gracia "el hilo de oro que enhebra todas
las ramas de la Dogmática." En efecto, esta doctrina conecta con la doctrina
fundamental de la Revelación, la cual es ya una gracia en sí misma; con la
doctrina de un Dios en tres Personas, ya que nos muestra al Padre que ama, al
Hijo que redime y al Espíritu Santo que vivifica; con la doctrina del hombre caído,
pues es precisamente la miseria del hombre la que sirve de trasfondo a su
profunda necesidad de la gracia (Rom. 3: 23) y a su total incapacidad para
salvarse; con la Cristología, ya que todo en Jesucristo, su persona y su obra, es la
gran expresión de la gracia; con la doctrina sobre la Iglesia, puesto que ésta es el
resultado de la gracia y el "pléroma" o plenitud de Cristo, donde éste actúa como
agencia de salvación en que se encuentran los medios de gracia; finalmente, con
la Escatología, pues ésta es la consumación de la gracia, la glorificación de los
favorecidos con la gracia, y el triunfo del Redentor para honor y alabanza del Dios
que es Amor completamente gratuito.

El orden de la salvación en la eternidad

Se llama "orden de la salvación" al proceso por el que la salvación obtenida por


Jesucristo se aplica o administra a las personas que son salvas. Aunque hayamos
de retrotraernos al pacto eterno que la Trinidad Divina estableció para la salvación
del hombre caído, siempre es bueno tener en cuenta lo que esto comporta para
entender mejor el plan de nuestra salvación. Varios son los lugares que implican la
existencia de tal convenio entre las personas divinas:1. Hebr. 10:5-7, citando el
Salmo 40:7-9, nos muestra al Padre encomendando al Hijo una tarea redentora,
sacrificial, que comportará una victoria y una realeza (V. Sal. 2; Hech. 13:33; 1.a
Coro 15:24-28; Hebr. 1:5; 5:5, a la luz de Lc. 22: 29, donde es notable el
verbo"diatíthemi", de donde viene "diathéke" = pacto).2. Jesucristo aparece,
especialmente en Juan, como el Enviado del Padre, cuya voluntad y cuya obra
está totalmente entregado a realizar, hasta hacer de ella su alimento (Y. Jn. 4:34;
5:30,43; 6:38-39; 10:18; 17:4).3. Is. 53: 10-12 y Ef. 4: 8-10 nos informan de la
batalla y de la victoria, asícomo del botín que el Padre ha puesto en manos de
Cristo (V. Jn. 6:37-44; 10:28-30; 17:6-12), hasta hacerla Cabeza de los redimidos
(Rom. 5:1-18s.; 1 Cor. 15:22; etc.).

4. Mientras que el Verbo, en su humanidad, es la revelación del amor de Dios y


nuestro sustituto en la obra de la reconciliación (In. 1:14,18; 14:9;2.a Cor. 5:21), el
Espíritu es el gran "Don" por el que se derrama en nosotros el Amor y se hace
exégesis fervorosa el recuerdo del Verbo Encarnado (V. Rom. 5:5; Jn. 14:26).

El orden de la salvación en el tiempo

Del pacta de la redención establecido entre las personas de la Trinidad y


encaminado a la salvación de los hombres perdidos, fluye el pacto de gracia que
muestra la actitud de Dios hacia el pecador mediante la obra de Cristo. Aunque,
como en todo pacto, hay dos partes, sin embargo en éste toda la iniciativa surge
de Dios: Dios establece el decreto; Dios provee el medio de rescate (la Cruz); Dios
suministra el Espíritu vivificante, la fe justificante, el arrepentimiento transformante
y la perseverancia del creyente. Toda la base o fundación del pacto está en Dios,
pues de El recibe el pacto su firmeza y seguridad, mientras que el hombre,
incapaz de aportar por sí mismo ninguna contribución, se limita a extender la
mano de la fe y a recibir el don de Dios. El Mediador de este pacto, como se nos
describe en Hebreos con todo lujo de detalles, es Jesucristo: de parte de Dios, El
lleva al hombre la salvación mediante el sacrificio de Sí mismo; de parte del
hombre, ofrece a Dios -hecho El mismo "pecado" - lo que el hombre pecador
debería hacer por Dios si pudiese: expiar sus pecados en la Cruz. Así, el pacto
que es absoluto e incondicional en la voluntad de Dios de salvar a los hombres
perdidos, queda de algún modo condicionado: A) por la obra de Cristo, que ha de
proveer el pago del rescate; B) por la fe del hombre pecador, que es como la
mano con que se apropia los beneficios del pacto. Sin embargo, ninguno de estos
dos elementos arrebata al Padre la iniciativa de la salvación. No el °, porque, en
realidad, no es Jesucristo el que se lanza por sí mismo a reconciliar a los hombres
con Dios, sino que "Dios estaba en Cristo reconciliando' consiga al mundo''' (2.a
Cor. 5:19). No el 2. °, porque la fe misma del pecador arrepentido es un "dan de
Dios" (Ef. 2:8).

Las agencias de la salvación

Surgiendo toda la obra de nuestra salvación de la amorosa iniciativa del Padre, las
otras dos personas de la Trinidad Divina se constituyen en agentes de la
salvación, con dos agencias respectivas o medios de salvación: La Palabra y las
Ordenanzas. El Espíritu usa de la agencia de la Palabra de Dios para convencer
de pecado, introducir en el corazón el mensaje de vida, y conducir al creyente por
el camino de Jesucristo; la respuesta del hombre es la apertura de su persona, por
la obediencia de la fe (Rom. 1: 5; 16: 26), al mensaje de salvación. Por su parte,
Jesucristo instituye sus ordenanzas para expresamos simbólicamente Su obra y
patentizar externamente nuestra unidad con El, por

medio del Bautismo, habiendo sido complantados en Su muerte y


resurrección(Rom. 6:3ss.), y nuestra unidad con los miembros de su Cuerpo,•
mediante laCena -recuerdo, mensaje y profecía esperanzada- (1.a Coro 10:17;
11:26); la respuesta del cristiano es la obediencia del corazón, de la boca y de la
conducta a los mandatos de Cristo. La fe y la oración, al ser meras condiciones
subjetivas para la recepción de los beneficios de la salvación, sólo impropiamente
pueden llamarse medios de gracia.

Cuestionario:

1. ¿Cuál es la conexión del presente volumen con los demás volúmenes dela
serie teológica?2. ¿A qué se llama "orden de la salvación"?3. ¿Cómo
aparece en la persona y en la obra de Cristo el resultado delpacto eterno
entre las personas divinas para la salvación del hombre?4. ¿A qué se llama
"pacto de gracia"?5. ¿Quién es el Mediador de este pacto?6. ¿Es su
aplicación condicional o incondicional?7. ¿Quiénes son: los agentes y
cuáles las agencias de la salvación?

LECCIÓN 3: LA UNIÓN CON JESUCRISTO

«En Cristo»

El orden de la salvación comienza con la libre y amorosa iniciativa de Dios Padre


de salvar al hombre. Pero los hombres no son salvos, sin más, por el amor de
Dios Padre. Es preciso que el carácter santo de Dios quede también
salvaguardado. Para ello envía Dios Padre a Su Hijo Unigénito al mundo: para
que, haciéndose hombre, sea el único Mediador entre Dios y los hombres, hecho
nuestro sustituto. En El somos hechos "justicia de Dios" (2.a Coro 5:21).Por eso,
es preciso recordar que no sólo somos salvos por medio de Jesucristo, sino
también en El, es decir, unidos a El. Dice J. Murray, en su libro Redemption
Accomplished and Applied: "La unión con Cristo es realmente la verdad central de
toda la doctrina de la salvación, no sólo en su aplicación, sino también en su
realización, una vez por todas, en la obra acabada de Cristo. En efecto, todo el
proceso de la salvación tiene su origen en una fase de unión con Cristo, y la
salvación tiene en perspectiva la realización de otras fases de unión con Cristo.
“De aquí el uso frecuente que el Nuevo Testamento hace de la expresión "en
Cristo". E.F. Kevan define así esta unión con Cristo: "Es la unión íntima, vital y
espiritual entre Cristo y Su pueblo, en virtud de la cual El es la fuente de su vida y
de su fortaleza, de sus bendiciones y de su salvación." Como el mismo autor
advierte, esta unión quedó establecida por institución divina, cuando Dios
constituyó a Cristo como Cabeza de una nueva humanidad. Así no es extraño que
los creyentes aparezcan ya "escogidos en Cristo" (Ef.1:4), "aceptas en el Amado"
(Ef. 1:6), "arraigados, sobreedificados y confirmados en El" (Col. 2:7), "hechos
justicia de Dios en El" (2.a Coro 5:21),hasta que nuestra glorificación final sea
manifiesta con El (Col. 3: 3; La Jn. 3:2).Véanse también otros lugares como Rom.
5:12¬21; 6:2-11; 8:17; La Cor. 1:30;15:22; Ef. 2:4-6,10; La Tes. 4:14,16; Ap. 14:13.

Propiedades de nuestra unión con Jesucristo

Por tanto, puede decirse que esta unión de los creyentes con Cristo es:1. Eterna,
ya que han sido escogidos en El desde la eternidad Sin embargo, para evitar
falsas interpretaciones, hemos de añadir enseguida que dicha unión es eterna en
sentido intencional, es decir, en cuanto existe en la mente y en el propósito de
Dios (Rom. 8: 28-29), pero se hace

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Concretamente salvífica y real, para cada uno, en el tiempo en que se reviste de


Cristo por la fe (Gal. 3:26-27). Distinguiendo así los dos estadios, vemos que
Cristo es nuestro sustituto en la Cruz en virtud del pacto de la redención, mientras
que pasa a ser realmente nuestra Cabeza en virtud del pacto de la gracia, cuando
nos incorporamos a Él como miembros suyos.2. Espiritual, no sólo porque
establece un vínculo espiritual con Cristo, sino también porque es realizada,
mantenida y perfeccionada por el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Cristo El
Espíritu nos regenera, nos consagra, nos inhabita y nos sella para la eternidad de
la vida espiritual glorificada (V. Jn. 3:3-8; 14: 16-17; 16:7; Rom.8:9~11; 1a Cor.
6:17,19; 12:13; 2.a Cor. 3:18; 1a Pedro 1:11; 1a Jn. 3:24; 4:13).3. Mística; por tres
motivos: a. Por haber sido un misterio escondido desde la eternidad en el seno de
Dios, pero manifestado ahora (Col. 1: 26-27);b. Porque es invisible a los ojos de la
carne. Para distinguirla de toda otra unión que la naturaleza o la Palabra de Dios
nos presentan. No es una unión esencial como la que existe entre las personas
divinas; ni personal (hipostática) como la que existe entre la humanidad y la
divinidad de Jesucristo; ni es meramente una unión moral o afectiva, como entre
amigos o miembros de una misma sociedad o de un mismo club. Es diferente a
todo ello y, por eso, las analogías que la Palabra de Dios nos ofrece la comparan,
sin identificarla, a cosas tan diversamente unidas como las personas divinas (J n.
17 : 21) o las piedras de un edificio (Ef. 2: 19-22; La Pedro 2:4-5), pasando por la
unión entre la cepa y los pámpanos (In. 15: 1ss.), entre la cabeza y los miembros
(Ef. 4: 15-16), entre esposo y esposa (In.3:29; Ef. 5 :22-23), o entre un cabeza de
familia y su posteridad(Rom. 5: 12-19; La Coro 15: 19-49).4. Directa, o sea, no
mediatizada por hombres ni condicionada por obras.5. Orgánica y, por tanto,
dinámica y funcional.6. Indisoluble, pues depende de la promesa de Jesucristo y
de la gracia de Dios en El.7. Inescrutable. Su intimidad es tal que puede, a veces,
pasar desapercibida hasta para el propio poseedor, de modo que necesita ser
contrastada con el "test" de la obediencia, para no llamarse a engaño.

Consecuencias de esta doctrina

Nuestra unión con Jesucristo comporta:

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1. Una metamorfosis ("metamorphústhe" Rom. 12:2), ya que hemos sido hechos


nuevas criaturas (2.a Coro 5:17; Gal. 6: 15; Ef. 2: lO), que se dejan conducir por el
Espíritu Santo y cuya brújula ha cambiado denorte.2. Una metánoia, o sea, un
ejercicio nuevo (cambiado) de nuestras facultades por el arrepentimiento y la fe:
un convertirse a Dios desde los ídolos (La Tes. 1:9).3. Una posición legal de
justificados ante Dios (Hech. 13:39; Rom. 6:7-8;7:4; 8:1,17; 1a Cor. 1:30; 6:11; 2.a
Cor. 5: 14,21).4. Una santificación continua, por el poder asimilador de la vida de
Jesucristo, mediante el poder del Espíritu (Rom. 6:22; 2.a Tes. 2: 13; 1aPedro
1:2).5. Una "koinonia", o sea, una comunión con Cristo: comunión de fortaleza yde
debilidad, de sufrimiento y de gozo, de tentación y de seguridad, de trabajo y de
descanso, de deshonra y de gloria. Y, en virtud de esta comunión con Jesucristo,
se establece también la comunión con los demás creyentes, lo cual constituye el
fundamento de toda laEc1esiología. Por eso, esta comunión no se pierde en
vagos y abstractos misticismo, sino que se manifiesta en concretísimas realidades
(V. Jn. 17:21; 1a Cor. 10:17; Ef. 2:15; 4:3¬16; Fil. 3:10 ss;4:13; Col. 1:24; Heb.
2:18; 4:15; 1a Pedro 4:13; 1a Jn. 1:3; 3:16-18).
Cuestionario

1. ¿Cuál es la importancia de la unión con Cristo en el proceso de


lasalvación?2. ¿Cómo podemos describir tal unión?3. ¿En qué sentido es
dicha unión eterna, actual, espiritual, mística,directa, orgánica e indisoluble?
4. ¿Qué consecuencias implica esta unión respecto a nuestra
condicióninterior, a nuestra posición legal ante Dios, a nuestra relación con
Cristoy con los demás creyentes?

LECCIÓN 7: LA ELECCIÓN ETERNA

Nuestra salvación ha tenido, por decido así, una prehistoria. Antes de que
naciésemos, desde toda la eternidad, Dios tenía un plan amoroso que nos
englobaba a cada uno de nosotros, no en general y de una manera vaga, sino
personalmente y con todo detalle. "Nos escogió en Cristo antes de la fundación
del mundo" (Ef. 1:4). Hubo una elección eterna para cada uno de los creyentes,
una predestinación, una preparación del Espíritu Santo para que todas las cosas
convergiesen en favor nuestro (V. Ef. 1: 11-12). Finalmente, en un día demuestra
biografía concreta, se produjo un llamamiento eficaz de la gracia de Dios, que tuvo
por resultado nuestra regeneración espiritual y nuestra conversión. Así pues, antes
de tratar del proceso de la conversión, vamos a tratar de la elección divina,
dejando para las lecciones próximas los temas de predestinación y llamamiento de
Dios.

Noción de elección divina

En consonancia con nuestra visión calvinista infralapsaría de esta materia,


podemos dar, con A.H. Strong, la siguiente definición de elección: "Es el acto
eterno de Dios por el cual, en su soberana benevolencia y sin atender a ningún
mérito previsto que ellos hubieren de hacer, escoge algunos de entre el número de
los pecadores, para que lleguen a ser recipiendarios de la especial gracia de Su
Espíritu y, por ende, a ser hechos partícipes voluntarios de la salvación obtenida
por Jesucristo."

Existencia de esta elección

El uso ambiguo de algunos pasajes ha hecho que los adversarios de la libre y


soberana elección de Dios hayan podido atacar con cierto éxito algunos flancos
aparentemente débiles de la argumentación calvinista. Vamos, pues, a
concentramos en pasajes y términos que no ofrezcan ambigüedad a este
respecto, que traten de personas individuales y que se refieran a la
salvacióneterna.1. Pasajes en los que aparecen el verbo "eklégo" == elegir, o el
participio sustantivado "eklektós" = elegido. Este verbo implica una selección
hecha libre y misericordiosamente por Dios (V. Mc. 13:27; Lc. 18:7; Ef.1:4, 5, 9,11;
Col. 3: 12; 2.a Tes. 2: 13; 1a Ped. 1: 1-2). Obsérvese: (a)que sólo existe elección
cuando ésta depende enteramente de la libertad del que elige, no del mérito, del
trabajo o del esfuerzo de los competidores; (b) que en ninguno de los pasajes
citados se dice que la elección se efectúe por la respuesta humana, sino para que
ésta seproduzca.2. Pasajes en que aparecen los verbos "ginósko" = conocer, o
"proginósko"= conocer de antemano. El uso bíblico de estos verbos no expresa
un.

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mero conocimiento intelectual, sino más bien un conocimiento afectivo, entrañable,


experimental, fruto de un favor gratuito, determinado únicamente por una
benevolencia selectiva (V. Gén. 18: 19; Ex. 2:25;Sal. 1:6; 101:4; Óseas 13:5;
Amós 3:2; Nahum 1:7; Mt. 7:23; 25:12;Rom. 7:15; 11:2; La Coro 8:3; GáI. 4:9; La
Tes. 5:12,13; La Pedro 1:20, y especialmente Rom. 8:29, donde "proégno" supone
la elección que lógicamente precede a la predestinación -"proórisen"-,
enumerando después en sucesión cronológica los tres pasos de la ejecución en el
tiempo: llamamiento, justificación y glorificación, v. 30).
Objeciones contra la doctrina de la elección

1. Un Dios justo y bueno no puede excluir a nadie en sus designios salvadores.


Respuesta: Dios no excluye a nadie de la salvación. Todos los pecadores se han
excluido a sí mismos de la salvación. Dios obra misericordiosamente, a la vez que
libremente, al elegir a quienes quieresalvar.2. La elección pone en Dios acepción
de personas, o sea, parcialidad favoritismo. Respuesta: No habiendo en los
hombres nada que pueda determinar la elección de Dios, no hay favoritismo, pues
la acepción de personas sólo tiene lugar cuando se da a alguien un trato de favor
en perjuicio de otro que ha hecho más méritos para ello.3. La elección supone
arbitrariedad por parte de Dios. Respuesta: Arbitrarios quien, debiendo
comportarse según normas fijadas, se salta estas normas por complacer a sus
favoritos. Pero Dios es soberanamente libre y conoce en su infinita sabiduría
razones santas para su elección; estas razones se encuentran en Dios, no en los
hombres.4. La elección induce a los salvos a despreocuparse de la moralidad, al
parque induce a los reprobados a la desesperación. Respuesta: La elección a la
salvación comporta la regeneración espiritual y la santificación y, por tanto, la
conducción del Espíritu y la obediencia a la Ley de Cristo, mientras que para nadie
es fuente de desesperación (puesto que la elección divina es un secreto), sino de
estímulo, pues la predicación del Evangelio estimula a todos a quedar convictos
de pecado y anhelar la salvación. Como dice Strong, la pregunta del pecador no
debe ser:"¿Soy uno de los elegidos?", sino: "¿Qué debo hacer para ser salvo"?
(Hech. 16:30).5. El decreto de elección lleva consigo un decreto de reprobación.
Respuesta: El decreto de elección es positivo (librar a algunos de la perdición en
que están), mientras que el decreto de reprobación es negativa, o mejor dicho,
permisivo', ya que se reduce a dejar al pecador en su camino de rebeldía, cuyo
justo castigo es la condenación. ¿Se perdería la libre y amorosa iniciativa divina si
Dios ofreciese a todos inmerecidamente la gracia de la salvación, de manera que
sólo se condenase el que voluntariamente la rechazase? Respondemos: (a) Se
salvaría la iniciativa divina, pero lo que se trata de salvar aquí, a la luz del Nuevo

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Testamento, es el concepto de elección y de predestinación; (b) En realidad, sólo
se condena el que voluntariamente rechaza la gracia de la salvación, pues la luz
de Jesucristo ilumina suficientemente a todo hombre (Jn. 1:9), como para dejar sin
excusa a los que no creen. De ahí que el "creer o no creer" es 10 que, en realidad,
marca la línea divisoria entre la salivación, y la condenación (Jn. 3:16-21). Ahora
bien, aun cuando esta alternativa queda de alguna manera en manos del hombre,
bajo su responsabilidad, no puede olvidarse que también la fe es un "don de Dios"
(Ef. 2: 8), con 10 cual se preserva la libre iniciativa divina en el proceso de
selección.

Cuestionario

1. ¿Qué temas deben ser abordados antes de tratar del tema de


laconversión?2. ¿Cómo podemos definir el acto de la elección divina?3.
¿Qué dos series de pasajes novo testamentarios prueban la doctrina dela
elección?4. ¿Tiene Rom. 8:29-30 alguna fuerza especial a este respecto?5.
¿Supone esta doctrina alguna injusticia, parcialidad o arbitrariedad por
parte de Dios?6. ¿Induce la elección inmoralidad en unos y desesperación
en otros?7. ¿Es cierto que la elección lleva consigo el decreto de reprobar
aalgunos?8. ¿No podría Dios ofrecer la salvación a todos?

Cuestionario

1. ¿Por qué se llama a la justificación un acto forense?2. ¿Puede un justo juez


declarar justo a un impío?3. Pues, ¿cómo puede hacerla Dios?4. ¿Cuál es la base
sobre la cual se asienta el acta por el que Dios constituye justo al pecador
creyente?5. ¿Qué verdades quedan iluminadas por la hecha de que somos
justificados en virtud de la perfectísima justicia de Jesucristo?

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LECCIÓN 16: CONEXIONES DE LAJUSTIFICACIÓN

Relación de la justificación con la santificación

Al constituimos justos con la justicia de Cristo, la justificación entraña no sólo el


perdón de los pecados, sino también la restauración del favor y de la amistad de
Dios. En esto se distingue también la justificación forense humana, la cual puede
descargar de culpabilidad a una persona, pero no ofrece ningún premio al
supuesto delincuente. Lo mismo suele suceder con el perdón humano. En cambio,
el hijo pródigo encuentra, no sólo el perdón, sino también el corazón amoroso y la
acogedora casa de su padre. Pero la restauración al favor y a la casa del Padre
supone algo más que un vestido nuevo y un banquete de recepción. Los hijos de
Dios deben comportarse como tales, llevando en su conducta los rasgos de familia
(V. 2.aPedro 1:4ss.; 1.a Jn. 3: 1-3). Esto no lo hace la justificación por sí misma,
pues la justicia propia de Cristo no nos es infundida, sino imputada. Sin embargo,
Dios sólo justifica a los que, por fe, están en Cristo, y esto comporta la unión con
Jesucristo, como miembros de la Cabeza, pámpanos de la Vid, y piedras vivas del
Templo de Dios, así como la operación del Espíritu Santo. En nuestros corazones,
primero por la regeneración, y después por la santificación progresiva. Con ello, la
justificación no se detiene en el aspecto legal de declaramos libres de culpa, sino
que implica la regeneración interior y abre el camino a la santificación moral,
aunque los tres conceptos son distintos.

Relación de la justificación con la fe

Ef. 2: 8 expone con toda precisión la doctrina de la justificación, al decir que


somos salvos "de gracia, mediante la fe"; en otras palabras, la salvación (aquí,
sinónimo de justificación) es un favor de Dios, que hacemos nuestro por medio de
la fe. Una vez más insistimos: no nos salva la fe, sino la gracia de Dios por medio
de la fe, de la misma manera que no es la cuchara la que nos alimenta, sino la
comida que tomamos con la cuchara. Así pues, la fe es como una cuchara vacía o
una mano tendida hacia Dios, para recibir el don de su gracia y el alimento de su
salvación. La fe es, por tanto, un acto humano (Dios da el don de la fe, pero no es
Dios, sino el hombre, quien cree.) Por ser semejante a una mano vacía, la fe es un
acto, pero no es una obra por la que nuestro esfuerzo o nuestro mérito ponga algo
en la tarea de la salvación. De ahí que el Nuevo Testamento establece la misma
contraposición entre gracia y obras que entre fe y obras (V. Rom. 1: 17;3: 22,28; 4:
16; Gal. 5: 4). En términos técnicos, diríamos que la fe es la causa instrumental
subjetiva de la justificación, no en el sentido de que la fe produzca

62

la justificación, sino en el sentido de que, por la fe, nos apropiamos la justicia de


Cristo.

Fundamento de la justificación por la fe

Esto nos lleva de la mano a indagar sobre los fundamentos de la justificación por
la fe. Aunque se trata de misterios, la Palabra de Dios nos presta suficientes
elementos de juicio en esta materia:1. En cuanto a la justificación, diremos que (a)
negativamente, no puede fundarse en ningún mérito u obra del hombre, pues la
justicia propia siempre es imperfecta, sino que es producto de un puro favor de
Dios;(b) positivamente, el fundamento de la justificación es la perfecta justicia de
Cristo, que es imputada al creyente arrepentido en el momento de la
justificación.2. En cuanto a la fe, su fundamento está en que es el único acto por el
que el hombre no obra, es decir, no pone nada suyo en orden a la salvación, sino
que se limita a recibir, poniendo toda su confianza, toda su esperanza y todas sus
exigencias, no en algo suyo, sino en la justicia y en los méritos de Cristo y en el
poder de Su Espíritu. Es cierto que, para ser salvífica (viva), la fe tiene que ir
acompañada del amor y del arrepentimiento, pero no son el amor y. el
arrepentimiento (pues son obras) lo que nos justifica, sino la fe, como órgano de
apropiación del puro favor divino. ¿Tiene la fe la misma fuerza en todos los
creyentes? La fe no se mide por la cantidad, sino por la calidad. Cuando el Señor
decía: "Hombres de poca fe" se refería a la calidad, pues Él dijo también: "Si
tuviereis fe como un grano de mostaza... ". Un gramo de oro es tan oro como 'un
kilo del mismo metal. Lo mismo pasa con el alimento: una cucharilla, llevada a la
boca de la mano de un niño, puede alimentar lo mismo que una cuchara llevada
de la mano robusta de un adulto, porque no es la fuerza del brazo, ni el tamaño de
la cuchara, sino la calidad y cantidad de la comida, lo que alimenta. Como dice
A.H. Strong: "La fe débil justifica tan perfectamente como la fe fuerte, aunque no
da una seguridad tan fuerte de salvación."

Objeciones contra la justificación por la fe

Todas las objeciones contra esta verdad suelen resumirse en la siguiente: La


salvación por fe, sin obras, conduce al libertinaje y a la corrupción moral.
Respondemos: Es cierto que la fe sola justifica; pero no justifica la fe que está
sola, ya que la fe se hace operante por el amor (Gal. 5: 6) y manifiesta su vitalidad
dando fruto de buenas obras (Gal. 5: 22; Ef. 2: 10); de modo que una fe que no
manifieste su vitalidad por medio de obras buenas, demuestra que está muerta en
sí misma (Sant. 2: 17-20). No olvidemos que el justificado es regenerado por el
Espíritu y conducido por El a una santificación progresiva. La

63

salvación no sólo comporta la gracia que perdona la culpa del pecado, sino
también la fuerza que libera del poder del pecado. Es muy digna de reflexión la
seria advertencia de Gardiner Spring: "Es cierto que el que ha sido alguna vez
cristiano, siempre es cristiano; pero también es cierto que quien no es cristiana
ahora, nunca fue cristiana."

Cuestionario

1. ¿Qué añade la justificación a un mero perdón?2. ¿Cuál es la relación entre


la justificación y la santificación?3. ¿Qué significa el ser justificado
"mediante la fe"?4. ¿En qué se funda la justificación del impío?5. ¿Par qué
es la fe el único acto humano que no es obra?6. ¿Justifica la fe débil lo
mismo que la fuerte?7. ¿Induce esta doctrina a la corrupción moral?

LECCIÓN 27: LA GLORIFICACIÓN OCONSUMACIÓN DE LA SALVACIÓN

¿Qué entendemos por «glorificación»?

/En Rom. 8: 30, Pablo describe la posición del cristiano en sus cuatro fases:
(a)elegido y predestinado en la mente divina desde la eternidad; (b) llamado por
Dios a la vida espiritual en el tiempo; (c) justificado por pura gracia mediante la fe;
(d) glorificado en el Cielo, habiendo alcanzado la perfecta y total redención. La
santificación moral no aparece aquí, porque no es una posición legal, sino una
condición interior, del cristiano. La glorificación es, pues, la última fase en la
aplicación de la Redención. Siguiendo a J. Murray, podríamos definir la
glorificación, diciendo que es: la consecución final del objetivo para el cual los
elegidos de Dios fueron predestinados en el designio eterno del Padre, el cual
implica la consumación de la redención asegurada y procurad a por la obra vicaria
de Cristo.

¿Cuándo tendrá lugar la glorificación de los elegidos?

En el momento en que un creyente muere, su espíritu desencarnado pasa


inmediatamente a estar en la presencia del Señor (2.a Coro 5:8). No necesita
esperar en ningún lugar de purificación, ni recorrer nuevos ciclos de vida en
sucesivas encarnaciones, porque Jesucristo "con una sola ofrenda hizo perfectos
para siempre a los santificados" (Heb. 10: 14), y el fuego consumidor que es Dios
(Heb. 12:29) habrá juzgado ya y purificado totalmente los corazones de los suyos
(1.a Cor. 11: 32), aniquilando en el instante de la muerte los últimos restos de
egocentrismo e idolatría que la vieja naturaleza tenía aposentados, por el poder
del pecado, en el interior de todo cristiano imperfecto. Sin embargo, el instante de
la muerte no es para el creyente el instante de su final glorificación. El hombre es,
esencialmente, un compuesto de espíritu, alma y cuerpo (1.a Tes. 5: 23), y, por
tanto, su glorificación final sólo tendrá lugar cuando, vencida ya la muerte, que es
el último enemigo de Dios y del hombre (l.a Cor. 15:26), el cuerpo del creyente
será resucitado y revestido para siempre de incorrupción, esto es, de inmortalidad
(1.a Cor. 15 :54). Por eso, el Apóstol asegura que también nosotros, los creyentes,
gemimos junto con la todavía irredenta creación, "esperando la adopción, la
redención de nuestro cuerpo"(Rom. 8:23).Por tanto, la glorificación final del
creyente tendrá lugar cuando, reunidos para siempre su espíritu salvo y su alma
inmortal con su cuerpo resucitado, puedacontemplar en sí mismo la imagen y
semejanza de su Salvador Jesucristo,

95

resucitando, exaltado y glorificado ante la creación entera (V. Flp. 3:21; 1.a
Jn.3:2). Cristo es el primogénito de los muertos, el primer grano de trigo
sembradoen el surco de la tumba; los que son suyos, porque han sido
complantados ensu muerte y en su resurrección, resucitarán también con El en la
misma espigagranada de gloria (V. Rom. 6:4-5; 8:11; 1.a COI. 15: 20-21,36-37,45-
49).Entonces habrá recuperado el hombre salvo la perfecta imagen y
semejanzade Dios en su ser (V. Gén. 1:26-27). y la habrá recuperado con creces,
porqueahora será semejante al Hombre con mayúscula, al Postrer Adán (1.a
Coro15:45-49), el cual es el resplandor mismo de la gloria de Dios y la
perfectaimpronta de la sustancia del Padre (Heb. 1 :2).

Circunstancias de la glorificación

La glorificación del creyente va asociada a tres circunstancias complementariasde


gloria:1. A la exaltación final de Cristo en el "Día del Señor". El NuevoTestamento
presta una gran importancia a la segunda y gloriosa Venidadel Señor para recoger
a su Iglesia, pura y sin mancha, gloriosa yresucitada. No se trata de algo sin
importancia, como suponen lostemporalistas y los indiferentes de todos los
tiempos (V. 2.a Pedo 3:3-4);es una esperanza feliz ("makarían" Tito 2: 13),
asociada al gozo de una"gran alegría" (1a Pedro 4:13); por lo que todo verdadero
creyente, consanta impaciencia, ha de repetir el último grito de anhelo expectante
delas Escrituras: "¡Sí, ven, Señor Jesús!" (Ap. 22:20).2. A la glorificación
comunitaria de los demás santos. En su primeraepístola a los fieles de Tesalónica
el Apóstol Pablo tiene buen cuidadoen adoctrinar correctamente a los cristianos
"en palabra del Señor"respecto a este importantísimo acontecimiento, el cual
sucederá de lasiguiente manera: los que, de entre los creyentes, hayan muerto
antesde aquel día, resucitarán primero; entonces, los que hayan quedado
nomorirán, sino que serán transformados, y así "los que hayamosquedado,
seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes pararecibir al Señor en el
aire, y así estaremos siempre con el Señor" (1aTes. 4:14":17, comp. con 1a Cor.
15:51-52).3. A la transformación del Universo actual. El mundo actual es la
moradadel hombre caído: un clima de pecado, de muerte, de penas ytribulaciones.
Cuando los creyentes hayan sido glorificados con Cristo,tendrán en un Cielo
nuevo y una nueva tierra, un clima y una moradadignos de su gloriosa
inmortalidad. Rom. 8:20-21; 2.a Pedo 3:12-13;Apoc. 21:1-7; 22:1-5, son pasajes
dignos de ser estudiados a esterespecto.

Ultimas conclusiones de este tratado

96

Dos últimas y prácticas consecuencias se deducen de toda esta doctrina:1. El


cuerpo del hombre es parte esencial de su naturaleza. No es en el"cuerpo", sino
en la "carne", en el hombre entero sometido, por elpecado, al yugo del demonio,
donde se fragua fa enemistad con Dios.Por eso, la salvación no consiste en
aborrecer el cuerpo o endesencarnar el espíritu, sino en santificar espíritu, alma y
cuerpo, juntamente redimidos para la glorificación final: aspiramos a lainmortalidad
de nuestro ser total, no sólo de nuestra alma.2. El cristiano no puede ser
indiferente a la redención del Cosmos. Todoserá pasado por el fuego, pero no
todo será consumido; todo cuanto devalor se haya construido en esta vida,
quedará refinado y conservadopara la eternidad, en la morada incorrupta de los
hijos de Dios.

Cuestionario

1. Concepto y noción de glorificación2. ¿Cuándo y cómo tendrá lugar la


glorificación de los elegidos?3. ¿Qué circunstancias acompañarán a
nuestra glorificación final?4. Ultimas conclusiones prácticas de este tema.

Clases de fe

49

Objeto de la fe

50

La base íntima de la fe

51

Historia y desviaciones del concepto de fe

51

Cuestionario

52
LECCIÓN 13: FE Y OBRAS

53

La fe no es obra

53

La fe fructifica en obras

53

La fe es susceptible de aumento y progreso

54

Cuestionario

55

LECCIÓN 14: CONCEPTO DE JUSTIFICACIÓN

56

Noción de justificación

56

Terminología bíblica

56
Elementos de la justificación

57

Cuestionario

58

LECCIÓN 15: NATURALEZA DE LA JUSTIFICACIÓN

59

Cuestionario

61

LECCIÓN 16: CONEXIONES DE LA JUSTIFICACIÓN

62

Relación de la justificación con la santificación

62

Relación de la justificación con la fe

62

Fundamento de la justificación por la fe


63

Objeciones contra la justificación por la fe

63

Cuestionario

64

LECCIÓN 17: LA ADOPCIÓN FILIAL

65

Noción de adopción

65

Relación de la adopción con la regeneración

65

Relación de la adopción con la justificación

66

El derecho a la herencia

66
Cuestionario

66

LECCIÓN 18: CONCEPTO DE SANTIFICACIÓN

68

El poder del pecado

68

Noción de santificación

68

La terminología bíblica

69

Historia del concepto de santificación

69

Cuestionario

70

LECCIÓN 19: NATURALEZA DE LA SANTIFICACIÓN

71
102

Verdadera naturaleza de la santificación

71

Los dos aspectos de la santificación

72

Cuestionario

73

LECCIÓN 20: LOS MEDIOS DE SANTIFICACIÓN

74

La agencia principal de santificación

74

Medio subjetivo: la fe

74

Los medios objetivos

75
La Palabra de Dios

75

Cuestionario

76

LECCIÓN 21: LAS BUENAS OBRAS

77

Concepto de «obra buena»

77

Características de las buenas obras

77

Necesidad de las buenas obras

78

¿Puede el inconverso hacer buenas obras?

78

Cuestionario

79
LECCIÓN 22: LA PURIFICACIÓN

80

Los fallos en la comunión con Dios

80

Los enemigos de la santificación

80

La purificación, proceso de integración

81

Cuestionario

82

LECCIÓN 23 DOS EXTREMOS ERRÓNEOS EN MATERIA DE SANTIFICACIÓN

83

El Antinomianismo

83

El Perfeccionismo
84

Cuestionario

85

LECCIÓN 24: LA PRESERVACIÓN DIVINA DEL CREYENTE

86

Evolución histórica del concepto de perseverancia

86

¿Perseverancia o preservación?

87

¿Qué dice la Escritura?

87

Cuestionario

88

LECCIÓN 25: LA PERSEVERANCIA FINAL / PRUEBAS Y OBJECIONES

89
Pruebas deductivas de la perseverancia final

89

Objeciones contra la doctrina de la perseverancia final

89

Cuestionario

90

LECCIÓN 26: LA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN

92

¿Qué dice el Nuevo Testamento?

92

Seguridad de salvación y convicción subjetiva de seguridad

92

103

Objeciones a la doctrina de la seguridad de la salvación 94

Cuestionario

94
LECCIÓN 27: LA GLORIFICACIÓN O CONSUMACIÓN DE LA SALVACIÓN

95

¿Qué entendemos por «glorificación»?

95

¿Cuándo tendrá lugar la glorificación de los elegidos?

95

Circunstancias de la glorificación

96

Ultimas conclusiones de este tratado

96

Cuestionario

97

BIBLIOGRAFÍA

98

ÍNDICE
100

EDICIÓN ELECTRÓNICA TERMINADA EL 30 DE MAYO DE 2007 POR


ABELRAÚL TEC KUMUL – CORRECCIONES A:[email protected]

104

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