Poemas Modernistas Jramón y Rubéndarío
Poemas Modernistas Jramón y Rubéndarío
a encenderte
La lostriste...
princesa está labios con
¿Quéuntendrá
beso de amor».
la princesa?
Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando; Al fin nos hallaremos. Las temblorosas manos
y se quedará mi huerto con su verde árbol, apretarán, suaves, la dicha conseguida,
y con su pozo blanco. por un sendero solo, muy lejos de los vanos
cuidados que ahora inquietan la fe de nuestra vida.
Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando, Las ramas de los sauces mojados y amarillos
las campanas del campanario. nos rozarán las frentes. En la arena perlada,
verbenas llenas de agua, de cálices sencillos,
Se morirán aquellos que me amaron; ornarán la indolente paz de nuestra pisada.
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincon de aquel mi huerto florido y encalado, Mi brazo rodeará tu mimosa cintura,
mi espiritu errará, nostalgico. tú dejarás caer en mi hombro tu cabeza,
¡y el ideal vendrá entre la tarde pura,
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol a envolver nuestro amor en su eterna belleza!
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido... ÁLAMO BLANCO
Y se quedarán los pájaros cantando.
Arriba canta el pájaro y abajo canta el agua.
EL POETA A CABALLO (Arriba y abajo, se me abre el alma.)
¡Qué tranquilidad violeta,
Entre dos melodías la columna de plata.
por el sendero, a la tarde!
A caballo va el poeta...
Hoja, pájaro, estrella; baja flor, raíz, agua.
¡Qué tranquilidad violeta! Entre dos conmociones la columna de plata.
(Y tú, tronco ideal, entre mi alma y mi alma.)
La dulce brisa del río,
olorosa a junco y agua, Mece a la estrella el trino, la onda a la flor baja.
le refresca el señorío... (Abajo y arriba, me tiembla el alma.)
La brisa leve del río...
A caballo va el poeta...
CANCIÓN DE INVIERNO
¡Qué tranquilidad violeta!
Cantan. Cantan.
Y el corazón se le pierde,
doliente y embalsamado,
¿Dónde cantan los pájaros que cantan?
en la madreselva verde...
Y el corazón se le pierde... Ha llovido. Aún las ramas
A caballo va el poeta...
están sin hojas nuevas. Cantan. Cantan
¡Qué tranquilidad violeta! los pájaros. ¿En dónde cantan
los pájaros que cantan?
Se esté la orilla dorando...
El último pensamiento
del sol la deja soñando... No tengo pájaros en jaulas.
Se está la orilla dorando... No hay niños que los vendan. Cantan.
¡Qué tranquilidad violeta, El valle está muy lejos. Nada...
por el sendero, a la tarde!
A caballo va el poeta... Yo no sé dónde cantan
¡Qué tranquilidad violeta!
los pájaros -cantan, cantan-
los pájaros que cantan.
La etapa sensitiva (1898-1916)
Esta etapa se subdivide a su vez en dos sub-etapas; la primera abarca hasta 1908; la segunda, hasta 1916. La
primera está marcada por la influencia de Bécquer, el Simbolismo y un Modernismo de formas tenues, rima
asonante, verso de arte menor y música íntima. En ella predominan las descripciones del paisaje como
reflejo del alma del poeta, un paisaje que no es natural ni fruto de paseos como el de Machado, sino
sometido al estatismo de un jardín interior, al intimismo de un orden. Predominan los sentimientos vagos, la
melancolía, la música y el color desvaído, los recuerdos y ensueños amorosos. Se trata de una poesía
emotiva y sentimental donde se trasluce la sensibilidad del poeta a través de una estructura formal perfecta.
Pertenecen a esta etapa Rimas (1902), Arias tristes (1903), Jardines lejanos (1904), Elegías (1907). La
segunda época se vierte en la forma del arte mayor (endecasílabos y alejandrinos), la rima consonante, el
estrofismo clásico (sonetos, serventesios); denota una mayor impronta modernista, del Simbolismo francés
(Charles Baudelaire, Paul Verlaine) y del decadentismo anglofrancés (Walter Pater, fundamentalmente).
Recientemente ha sido descubierto un libro escrito entre 1910 y 1911, Libros de amor, con una poesía carnal
y erótica. El poeta logra perfectas cumbres parnasianas, especialmente en los sonetos; pertenecen a esta sub-
etapa La Soledad Sonora (1911), Pastorales (1911), Laberinto (1913), Platero y yo (elegía andaluza)
(1914)14 y Estío (1916), entre otros. Hacia el final de esta etapa el poeta empieza a sentir el hastío de los
ropajes sensoriales del Modernismo y preocupaciones relacionadas con el tiempo y la posesión de una
belleza eterna.
Platero y yo, fechada por su autor en 1914, se convirtió en la obra más popular del poeta, escrita en una
espléndida prosa, que suavemente lleva al lector a través de un cuidadoso retablo de imágenes poéticas que
nos conducen desde la presentación de este borriquete:
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.
Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos
de cristal negro.
LLUVIA DE OTOÑO
ANTEPRIMAVERA
El agua estremese
los fragantes juncos
de la orilla verde...
¡Ay, qué ansioso olor
a pétalo frío!
Mi barca parece
mi sueño, en un vago
mundo. ¡Orilla verde!
¡Ay, barca sin junco!
¡Ay, corazón frío!
–I–
LOS CISNES