Calavera 4ed
Calavera 4ed
Calavera 4ed
Marcela Recabarren
Ilustraciones de Raquel Echenique
LA NIÑA DE LA CALAVERA
Cuento basado en un relato mapuche
editorial amanuta
LA NIÑA DE LA CALAVERA
Colección Pueblos Originarios
editorial amanuta
Todos los derechos reservados
Recabarren, Marcela
La niña de la calavera, cuento basado en un relato mapuche / Marcela
Recabarren; ilustraciones de Raquel Echenique.
4º ed. Santiago: Amanuta, 2012.
[32 p.]: il. col.; 23,5 x 21,5 cm. (colección Pueblos Originarios)
ISBN: 978-956-8209-08-7
1. CUENTOS INFANTILES CHILENOS
I. Echenique, Raquel, il.
LA NIÑA DE LA CALAVERA
Cuento basado en un relato mapuche
Marcela Recabarren
Ilustraciones de Raquel Echenique
editorial amanuta
COLECCIÓN PUEBLOS ORIGINARIOS
Mallén era una joven mapuche que vivía en el sur de Chile junto a sus
hermanos, su papá y su madrastra. La madrastra era mala, pero fingía
ser muy buena. La perversa mujer estaba celosa de Mallén, que era la
preferida de su papá.
La bella Mallén tenía muchos pretendientes y un buen día uno de ellos
le pidió que se casara con él. La madrastra se puso aún más envidiosa cuando
supo que el apuesto novio de la joven era hijo de un lonco, el líder de un grupo
de familias mapuche.
–Voy a impedir el matrimonio –susurró la malvada mujer mientras
espiaba a la pareja.
A la mañana siguiente, la madrastra se encaminó hacia la ruca de una machi. Ésta
era una anciana mujer con poderes mágicos, que conocía las plantas medicinales
y dirigía las ceremonias del pueblo. Pero era una machi malvada.
–Dime, ¿cómo puedo lograr que Mallén no se case con su novio? –le preguntó
la madrastra.
–Déjalo en mis manos. Prepararé una poción que los separará –respondió la machi.
La machi entró a su ruca, donde guardaba algunos huesos de un guerrero,
y los molió hasta convertirlos en astillas. Luego los mezcló con raíces, pastos,
veneno de alacrán, sapos y arañas.
–¡Mi poción será terrible! Je, je, je –exclamaba mientras revolvía
los ingredientes en una olla de greda.
Una vez que la poción mágica estuvo lista, la madrastra la guardó en una vasija
de greda y se fue directamente a ver a Mallén.
–Ven, querida niña. Deja que te ponga unas cremas especiales para que te veas
linda en tu matrimonio –le dijo la madrastra fingiendo una voz cariñosa.
–Está bien, muchas gracias –respondió la inocente novia.
Sin que la joven sospechara nada malo, la madrastra le cubrió
la cara con la terrible poción.
Esa noche, Mallén se acostó feliz en su ruca. Como era tradición entre los
mapuche, su novio entraría a raptarla en la oscuridad, se la llevaría al bosque
y así quedarían casados. Pero cuando llegó a buscarla, el novio dio un grito
de horror. ¡El rostro de Mallén se había convertido en una calavera! ¡Era puro
hueso blanco! ¡Horrible! El joven huyó espantado.
Desconsolada, Mallén se puso a llorar sin saber qué hacer. Lloró y lloró hasta
que se le ocurrió pedirle ayuda a una machi de buen corazón.
La anciana le dijo:
–La poción mágica que te pusieron en la cara estaba hecha con algunos huesos
de guerrero. Si encuentras los huesos que faltan, romperás el maleficio.
–Pero, ¿cómo los encontraré? –preguntó Mallén angustiada.
–Solo te puedo decir que debes buscarlos con paciencia –le contestó la machi.
Mallén no sabía dónde empezar a buscar. Estaba
desesperada y triste. Su cara le daba vergüenza y no
quería que su familia la viera así. Por eso, se fue a
vivir a las profundidades de un bosque
de araucarias. Allí podía alimentarse
de piñones y hongos sin que nadie la viera.
Un día, mientras paseaba, vio a una hormiga
que tenía una patita atrapada. Mallén la
liberó y la hormiga, muy agradecida,
le dijo:
–Escarba aquí, escarba aquí.
Mallén escarbó. No pudo
creer lo que vio:
¡Había encontrado algunos
huesos del guerrero!
Días después, Mallén vio a un huemul herido. El pobre animal tenía tres flechas
clavadas en el cuerpo y casi se moría de dolor. La joven lo curó con mucho
cuidado y el huemul, muy agradecido, le dijo:
–Escarba aquí, escarba aquí.
Mallén escarbó llena de entusiasmo. ¡Encontró más huesos bajo tierra! Para
completar el esqueleto del guerrero, y romper el maleficio, solo le faltaba
la calavera.
Semanas más tarde, Mallén se encontró con un puma que tenía una espina
clavada en la pata. La joven se acercó al animal, hablándole con tranquilidad.
Le acarició la cabeza y le sacó la espina. Así lo liberó de un horrible sufrimiento.
–Querida Mallén, gracias por haber sido tan
buena conmigo. Acompáñame a mi cueva para
darte algo de beber –dijo el puma.
La joven aceptó encantada. Una vez que llegaron,
el puma le dio una vasija llena de agua. Cuando
Mallén la tomó en sus manos, se dio cuenta de
que la vasija era en realidad una calavera. Se
asustó tanto que la soltó.
La calavera cayó al suelo, justo sobre los demás
huesos del guerrero, que Mallén siempre
llevaba con ella. Sin saberlo, había completado
el esqueleto. Entonces sucedió algo mágico: el
montoncito de huesos comenzó a transformarse
en un apuesto joven.
Al ver a este guerrero tan hermoso, Mallén se avergonzó de su cara y se la
cubrió con las manos. Pero al tocarse, se dio cuenta de que había recuperado
su lindo rostro. ¡Por fin el maleficio estaba roto! El guerrero acompañó a Mallén
de vuelta a su casa y no quiso separarse más de ella.
Al poco tiempo se casaron y vivieron felices para siempre.
GLOSARIO