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Despojo

Michela La Galla
Despojo
© De los textos: Michela La Galla
© De la presente edición: El Taller Blanco Ediciones
© Ilustración de portada: Diego Carvajal Gallego
ISBN: 978-628-01-1067-7

Correo: [email protected]
Facebook: El Taller Blanco Ediciones
Twitter: @BlancoTaller
Instagram: @eltallerblanco.e

Impreso en Cali, Colombia, septiembre de 2023


MICHELA LA GALLA
DESPOJO

COLECCIÓN VOZ AISLADA


PRÓLOGO

Libertad me sugiere vuelo, me sugiere aire, me sugiere amplitud, me


sugiere posibilidad, multiplicidad, variación. Creo que es sumamente
importante intentar, paradójicamente, despojarse de todo para
liberarse completamente o al menos así creerlo. Es importante
afrontar la vida con desnudez. La verdad está siempre desnuda.
Entrevista a Michela La Galla, El Nacional
.
La poesía destruye al hombre
Leopoldo María Panero

La experiencia de la nada en un poeta joven es


deconstructiva, radical, patológica; no tener rostro, acceder al
cielo en un asalto y cubrirse con la omnipresencia de ser nadie,
puede llevar a la locura; sin embargo, es la puerta estrecha al
umbral de la verdadera poesía, bautizada por el infierno y la
intemperie, paradójicamente, lo único que salva. Es el amor y
la muerte lo que duele más allá de toda medida, esos dos pilares
sin los que la belleza sería solo lo contemplativo, pero no el peso
implacable de lo terrible. En su pacto con la revelación profética
y los poderes marginales de la iluminación, la videncia de la
poesía es peligrosa, aunque necesaria, e impostergable para el
que ya se sabe enfermo; camino que el joven poeta ha elegido
con honor, bella esperanza entre todas, curarse con poemas y
los dones de su sagrado desenfado: los venenos, el erotismo, la
venganza (son los demonios que se volverán traslúcidos por la
palabra), pero también la paranoia, la soledad, la lujuria, el
aguijón, la salsa, el exilio, la tristeza, el perro amor caraqueño,

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la amistad y la Nada: “pero la nada/ también sufre/ la nada/
también sangra”, nos recuerdan, como en otro giro ontológico
de la corporeidad. Así como en un cuadro de Bacon, en los
poemas de Michela La Galla (Caracas, 1994), en su primer
poemario Despojo (2023), se presiente un rapto geométrico de
la metamorfosis, aún en el despojamiento formal de su
expresión verbal. Atlas lingüístico del dolor, por la
transparencia entre cuerpo y sintaxis, entre piel que es lenguaje
que cubre la Nada, envoltura que inunda con sus in-límites ríos
la pulsión de la angustia, sabiendo esa voz de Antonio Porchia
que remata: “Nada no es solamente nada. Es también nuestra
cárcel”. La nada aquí es asfixia, paroxismo, ataraxia del
desastre: llaga. La nada deja de ser sagrada, es sangrada, la
convierte en cuerpo de ceniza, memoria: «deshacerme /
desprenderme / desasirme /depurarme /descomponerme
/fragmentarme /desdentarme /fracturarme / dividirme / en
pequeños / pedazos / de nada».
Así lo vemos en su apretada sintaxis poética que nos
otorga la sensación de cascada, de oscilantes círculos
concéntricos de la caída, narrativa de un despojamiento, de una
iluminación súbita: se origina en el cuerpo y desde sus
incandescentes fracturas, lesiones, quemaduras y rayaduras se
sumerge en la pregunta simétrica de lo riguroso, insaciable
desmesura del para qué de Unamuno: «¿cómo me quito / el
vicio / de desear / sin saber qué?». O en otros poemas más
adelante cuando se increpa: «¿Qué se puede/ hacer/ cuando ya
no se/ puede/ hacer / nada? /¿es que se puede/ hacer algo?/
¿es que hay/ algo/ por hacer/ hacer y deshacer/ deshacer
haciendo/ destruir la destrucción». Destruir la destrucción,
verso letal, fórmula negra de la alquimia, esperanza
apocalíptica, única certeza. La Galla nombra el mundo que la
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atraviesa y la transforma, pero no la destruye; la inteligencia
(esa soledad en llamas, como diría José Gorostiza) la salva, en
medio de los más terribles peligros le brotan certezas que son
epitafios, tatuajes, oráculos.
En Despojo destaca el erotismo y la amistad como la única
esperanza de justificar la destrucción, su peligro es alimento de
la fantasía y la ternura, pero su vaciamiento es su desaparición,
su grieta. Despojo es un libro del tiempo, de la muerte, son
versos del devenir. Las distintas capas de la destrucción del
libro revelan las vísceras del lenguaje. Y estamos ante un libro
que increpa con preguntas desde el reflejo de una condición
humana en ruinas que se revela, o que está condenada a
transformarse en el mismo instante de su descubrimiento.
Cada poema de Despojo es una confrontación sincera que
investiga –en la dialéctica de su destrucción– la verdad
profunda de lo humano –más allá que el efecto estético–, sus
fondos inconfundibles que lo llevan al límite de sí mismo, que
lo arrancan de su propia naturaleza. Estamos ante una poesía
comprometida con la verdad en el sentido de Kierkegaard
cuando dice: sólo creo en la verdad cuando en mí se hace vida,
de allí su desnudez. La vida asciende en los poemas de La Galla
como el brillo de un cuchillo que se mueve ante la luz reflejada
del sol, ya que la estructura rítmica y visual de Despojo se
emparenta con esa síntesis que hace Charles Baudelaire sobre
un asunto capital, anotado en sus diarios: «El mal es la alegría
del descenso». Los poemas de Michela son vórtices de
descensos, caídas rigurosas. Una lucha artaudiana, pero sin la
violencia masculina que se vuelve ridícula en el límite de su
mudez, de su desencanto feroz; en Despojo, la mujer es
victoriosa porque acaece y renace en ese caos germinal
«destruyendo la destrucción»..
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La poesía venezolana, a mi parecer, se ha destacado más
por sus mujeres poetas que por sus hombres poetas –no lo digo
en alusión al recién coronado Premio Cervantes, Rafael
Cadenas, que es sólo una punta mínima del iceberg de una
tradición amplia y rica que se sigue explorando, ampliando y
conociendo en mi propio país–; me refiero al libro precoz de
Mariela Álvarez, Textos de anatomía comprada (1978), por el
mismo ejercicio de transustanciación del cuerpo en
transgresión con los poderes alienantes y opresores del
patriarcado y la sociedad represiva, presente también en
Despojo (2023) de Michela La Galla, que alcanza una
depuración formal del lenguaje que tiene su secreta pero sólida
tradición en la poesía escrita por mujeres en la nación: Martha
Kornblith, Ida Gramcko, Miyó Vestrini, María Auxiliadora
Álvarez, Emira Rodríguez, Hanni Ossott, Karelyn Buenaño,
Yolanda Pantin.
Sin embargo, en los poemas de Michela La Galla, lectora
de Bolaño, Leopoldo María Panero, Ginsberg, Pavese, Andrés
Caicedo, Anne Sexton, y traductora de Sylvia Plath, se presiente
una nervadura del lenguaje en su depuración; queda el cuerpo
en su obligada otredad, nombrando dimensiones de éxtasis,
pero su expresión no es desmesurada, es contenida; está hecha
de pensamiento, vértigo y destrucción, en una simetría. Sus
ruinas están pulidas, son ovaladas. El lenguaje poético de
Michela La Galla recupera el tono y la imagen justa en el
devenir de una sintaxis puñalera que construye poemas que se
vuelven testimonios, gritos, certezas, preguntas, manifiestos,
oraciones, murmullos, depuraciones del horror de existir; pero
a diferencia de Cioran, condenado para siempre, en Despojo, la
Nada consiste en una autodestrucción genésica cuyo fulgor
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sobrevive por el poder de la mujer, la poesía, el erotismo y la
amistad.

Daniel Arella
Medellín, 13 de mayo del 2023
Danie.

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DESPOJO
Tanto amor y no poder nada contra la muerte.
CÉSAR VALLEJO
Boromas

At vobis male sit, malae tenebrae


orci, quae omnia bella devoratis 1
CATULO

una vez leí


que
a veces
los cuerpos descompuestos
exhalan
un olor a violetas
o jazmines
especialmente
a la intemperie
cuando son
corrompidos
por el sol

1 “Malditas seáis, crueles tinieblas infernales: devoráis toda cosa bella”.


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II

mi mente descompuesta
se desdobla
fragmentaria
como un espejo roto
en el que me reflejo
quedándome todo
el tiempo
anonadada y
perpleja
frente a la oscura
e informe
masa
que soy

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III

a los nueve
me precipité en un salto
al vacío húmedo
a un pozo de arena movediza
buscando algo
que no fuese la certeza
de que el agua arde
en los pulmones

lo llamé accidente
y desde eso
ya no busco:
me he limitado a
perderme

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IV

crecer
siempre implica
marchitarse

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V

a los veinte
me deshice entre
humo y navajas
me deshice
en desesperación
me deshice
de tanto poner a prueba
la fragilidad
de eso que no sé
que soy

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VI

certeza:
morirse es siempre
más fácil de lo que piensas
pero
más difícil de lo que crees

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VII

todavía tengo la piel de los brazos


llena de preguntas
que nunca se responden
la cabeza
eventualmente
se me desdobla
me sigo ahogando
en piscinas de arena
sigo deshaciéndome
frente a la consciencia
de saberme frágil

y ya casi no me veo
en el espejo.

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Un despojo es
por ejemplo
la luna
que es un sol
sin fuego
de llamas
apagadas
un sol perdido
en medio de la oscuridad y el frío
tan movida
en su quietud
la lune!
c’est le diable qui tient
les fils qui nous remuent!

deshacerme
desprenderme
desasirme
depurarme
descomponerme
fragmentarme
desdentarme
fracturarme
dividirme
en pequeños
pedazos

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de nada
pero la nada
también sufre
la nada
también sangra
la nada
a veces
se deprime
y pasa
dos semanas
en la cama
mirando al techo
pegada al piso
demasiado consciente
de la insoportabilidad
de la consciencia.

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¿Qué se puede
hacer
cuando ya no se
puede
hacer
nada?
cuando hacer
es no
hacer
cuando
hacer
es
deshacer
y qué
ahora qué
después qué
qué está pasando
por qué
para qué
con qué
/VANA/
finalidad
¿es que se puede
hacer algo?
¿es que hay
algo
por hacer?
hacer y deshacer

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deshacer haciendo
destruir la
destrucción.

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Hoy sangro y no quiero escribir

Cuando la sangre es roja no hay


flujo
de
palabras
Hay una cosa más importante
saliendo
de mí
Una cosa viva
que se descompone
una cosa inútil
expulsada
con olor
y textura
ligeramente tibia
al tacto
de natura constante
e inevitable

en realidad me gusta sangrar

me recuerda que estoy


viva

que aún no he muerto

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una llaga abierta piel escindida planta carnívora
que aprisiona que encierra que enloquece
abertura sangrante sin heridas
destilando gotas de goce
mientras engulle
gotas de vida
mundana ranura
origen de
todas las
cosas

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Quisiera desprenderme de todo

intento deshacerme
del hastío
que pinta la existencia
de los que ya no somos
inocentes

busco quitarme
las expectativas
como si fuesen
un par de medias rotas
derruidas por los días

me río de lo estipulado
con las carcajadas
de mis ojos

pisoteo descalza
las convenciones
hasta que los pies me sangren
y doy de beber
ese rojo ungüento
a mis amantes

me arranco
los designios morales
con las uñas
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como si fuesen pellejos

deshago las ataduras de lo humano:


solo dejo que me amarren
por placer
con placer

la monogamia se me resbala por la piel


cuando me baño
y se la traga
inclemente
el desagüe

me aparto con desgano


el compromiso de ser alguien
de hacer algo
lograr algo

la única batalla que no gano


es la del tiempo
¿pero qué más da?

igual me masturbo todos los días


deleito mis sentidos
y creo
que soy
libre.

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¿Es posible que
la existencia
sea nuestro
exilio
y la nada sea la casa?
E.M. CIORAN

No hay nada en lo largo


y ancho
de este mundo
en lo que yo pueda creer
o interesarme
y esa conciencia
me lleva siempre
al paroxismo.

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Lluvia ácida

La tristeza siempre fluye desde adentro


pro
gre
si
va
men
te
como una manada de hormigas
que
se me escapan por los ojos
y
me queman las mejillas
con
su aguijón perenne.

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El muerto

Echado inmóvil
insinuando groseramente
la nada
con la sábana blanca
atravesada
por la marea roja
que se
derrama
de su
inertitud

como huyendo
con
rapidez
implacable
como escapando
del ocaso de
la
descomposición

la aparición de la
nada
en el día
de los vivos
es
tan repugnante
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que genera arcadas
en los estómagos
más sensibles
y mella hasta
en los más duros

por lo que es siempre


más fácil
ignorar
⎯en lo posible⎯
y dos cuadras
más arriba
la vida
sigue como
siempre
todos sorben
de sus cafés
y fuman
de sus cigarrillos
mientras caminan
al trabajo
sin saber
⎯ni quererlo
del muerto
que se desangra
cuadras más abajo
sobre
el asfalto.

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El vicio

Se apodera lentamente
de cada espacio desocupado
como
un nuevo amante
que pretende poseerte
de todas las
formas
en todas las
posturas

se instala cada segundo


un poco más
penetra
más adentro
se erige desde
el fondo
hasta
la superficie
como un farallón
al que le guindan
las tristezas
como
rocas
salpicadas
por el mar

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¿cómo me quito
el vicio
de desear
sin saber qué?
de buscar
sin saber dónde

de esperar(te)
como si el
tiempo
no fuese algo más
que
agua
derramada
sobre
un montón
de arena.

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Poseída

Tengo los miembros


rodeados
de
pesadas cadenas
hiriéndome
las muñecas
los tobillos
quemándome
el cuello
alrededor de
la cintura

pesadas cadenas
que vuelven
cada vez más difícil
pararse de la cama
y cuando lo hago
tintinean
exhortándome a la
inmovilidad acostumbrada
al sopor ahumado
en el que
constantemente
he necesitado
meter la cabeza
para no
enloquecer
del todo.
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Poseído

Lleno de fantasmas
que se adueñan
de cada
centímetro
de tu
cuerpo

lleno de demonios
que se beben
tu alma
como un trago de
whisky

poseído me desgarras
el pecho
y me devoras
el corazón
como si fuese una
flor comestible
que creció
regada
con lágrimas.

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Yo me he acostado con todos los poetas de México
le confesó Piel Divina a Luis Sebastián Rosado
un día después de hacer el amor
entre la bruma
que se formaba
por el humo de los cigarrillos
en la pequeña buhardilla en donde refocilaban
como gacelas
o hipopótamos heridos
entre las sábanas arrugadas
y los olvidos

Yo también, Piel Divina, yo también


me he acostado
con todos los poetas
no de México sino del mundo
y no siempre he estado acostada
⎯a veces parada, a veces de rodillas
a veces bañándome en sudor, a veces con frío
a veces arriba y a veces abajo
⎯como la vida
salvándome siempre de inquirir
en las tiranías post encuentro
porque los poetas tienen sus formas particulares
de hacer el amor

parece que te escribieran versos en los entresijos


versos invisibles
que se borran al secarse la tinta de saliva
pero la poesía queda allí
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sembrada bien adentro
de mi vientre infecundo
de mi cuerpo flaco y amoratado
del cual se ha exprimido toda belleza
como un limón seco y olvidado en la basura
cuyo jugo se usó para engalanar un ron

porque los poetas son vampiros de la belleza


y te la arrancan con cada embestida
con cada caderazo, con cada caricia
pero la regalan también entre humo
y aliento etílico y besos de medialuna

Acostarme con poetas me gusta tanto


aunque no tengan ni dónde morirse
y las manos siempre manchadas

que no me importa
y dejo que me ensucien
de tinta y humo y alcohol y sudor
quién sabe si del semen
también nacen
palabras.

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A veces me miro en el espejo
y pienso
que soy
hermosa
Camino por la calle y me dicen
que soy
hermosa
Las miradas fijas en el metro
suelen
recordarme
mi hermosura

Me duele ser hermosa

Cada vez que aflora


esa consciencia
se me llenan
los ojos
de lágrimas
Cada vez que recuerdo
que soy
hermosa
recuerdo
también
todas las veces que intenté
matarme
o que intenté
morir
Y eso pesa sobre mí como
plumas
40

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de
plomo

Porque la gente hermosa


no tiene
derecho
a morir.

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There is a charge for
the eyeing of my scars
SYLVIA PLATH

Rayas nacaradas
tatuajes que se hicieron
con hojillas oxidadas
que cruzan y descruzan

mundanales aberturas
orificios menstruantes
que suelo excusar con cuentos de gatos
y arrancan miradas en el metro

que brillan bajo distintas luces


recordándome cosas
que quisiera no recordar
dejándome perpleja
disociada
escindida
preguntándome
gritándome
esto

¿lo hice yo?

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Andan siempre
con el pelo despeinado
como si apenas se hubieran
despertado
o como si se hubiesen pasado
la noche entera
cogiendo

tienen las camisas recién puestas


a veces al revés
o llenas de agujeros
de cigarros olvidados
que saltaron
de entre los dedos
en medio de sus
borracheras

ellos están siempre borrachos


(de vida)
se ríen en voz baja
sus párpados revelan
las sangrientas miradas
a veces
las pupilas
se les dilatan
y les delatan
la locura

ellos
declaman
43

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declaman
declaman

se meten las palabas


en la boca
una a una
las agarran
las tocan
las chupan
se las follan
las aman y las odian

y al verlos
yo no puedo
sino pensar
en un verso
de Ginsberg
y fascinarme
por esos seres
meditabundos
de miradas perdidas
enloquecidos
por
las palabras.

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La oscuridad
se cierne
sobre nosotros
nos envuelve
se convierte
en
un túnel
que atravesamos
velozmente
y no hace sino
recordarnos
que nuestros
cuerpos
no
distan mucho
de las
cáscaras de huevo
y que
nuestras entrañas
siempre están
a punto
de derramarse
y nuestros cerebros
al borde
de caer
y freírse
sobre
el asfalto
bajo
el sol.
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Medea

a Pier Paolo Pasolini

Los ojos negros


se le llenan
de llamas
la furia se le resbala
por las
mejillas
se comunica con el
sol
le pide favores
a la luna
derrama sangre
humedecedora
de la tierra
invocadora
de fertilidad
al ritmo de las
cuerdas
que entredicen
la barbarie
que se ríen
rasgando notas
de la llamada
“ley natural”
sin saber que la
tierra
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pide sangre
que los astros
disfrutan
los sacrificios
cuando Medea llora
llueve ácido
que se evapora
dejando humo
al tocar el suelo
Medea sabe
que de todas las
criaturas
las mujeres
son las más
desgraciadas
Medea entiende que
el goce de la
venganza
es
a veces
mejor que un
orgasmo
Medea sabe
de motivos
femeninos
ve belleza
en la sangre
que brota
de miembros
amputados
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en medio de las ruinas
ennegrecidas
por el humo
y el fuego
y
sin más
se revuelca
con regocijo
en la antigua
verdad
que
yace
en el
dolor.

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Ojos
amarillos
penetrantes
ardientes
ojos
famélicos
ojos con hambre
ojos vacíos
ojos
que se me
clavan
en la nuca
que me
penetran
como un
alfiler
que me
sacan
gemidos
frente al
placer
de la
rotura
ojos de
río
tristes ojos
empapados
en
dolor
ojos
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que no son
ojos
sino
bocas
bocas de
labios
rotos
bocas
que sangran
a borbotones
bocas
que tragan
humo
que exhalan
vanos
alientos
etílicos
embriagadoras
bocas que
besan la espalda
y con
los besos
me arrancan
pedazos de piel
me arrancan
pedazos del cuore
me arrancan
me siembran
me emborrachan
me enloquecen
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labios que
me agarran
como
manos
como
dedos
que se meten
dedos
que se salen
dedos
que me cortan
dedos
que me marcan
la piel
con trazos
de carbón
y sangre
y sin querer
o queriendo
me rayan
también
el alma.

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Lleno de nada

La locura es divertida
trágicamente divertida

uno se vuelve loco poco a poco


se le desordena la cabeza
y todo lo pervierte
-como si antes no estuviese pervertido-

buscar castigo es culpa de la culpa


volverse loco porque te atormenta el tiempo
y solo disfrutas hacer nubes
con los pulmones
con la boca
volverse loco de soledad
de deseo insatisfecho

los huesos se ponen puntiagudos


amenazantes de romper la piel
se oscurecen las ojeras
se fuman –demasiados– cigarrillos
y se llora
de dolor o desesperación
no sé
no importa

todo deja de importar


esa es la supuesta tragedia
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pero somos románticos;
las tragedias son hermosas

y todos murmuran
sobre la bonita tragedia que eres

hablan de desperdicio
de lástima
piensas que son ingenuos:
tú ganaste

tú entendiste la arbitrariedad
de las cosas

la indiferencia
el vacío

el estar lleno de
nada.

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ÍNDICE

Prólogo/5

Despojo

Boromas/15
Un despojo es…/22
¿Qué se puede hacer…?/24
Hoy sangro y no quiero escribir/26
(llaga abierta)/27
Quisiera desprenderme de todo/28
No hay nada en lo largo y ancho/30
Lluvia ácida/31
El muerto/32
El vicio/34
Poseída/36
Poseído/37
Yo me he acostado…./38
A veces me miro en el espejo…./40
Rayas nacaradas/42
Andan siempre…./43
La oscuridad/45
Medea/46
Ojos amarillos/49
Lleno de nada/52
Michela La Galla nace en la Caracas de 1994, mismo lugar en
el cual sucedería, pocos años después, su acercamiento inicial a
la literatura, y que influencia, aún hoy, su escritura. Con un
pasado de librera, vive actualmente en la ciudad de Roma,
desempeñándose como escritora y traductora.
Luego de cursar estudios de Letras en la Universidad Católica
Andrés Bello resulta ganadora de la placa ALUT otorgada por
la Università degli Studi di Trieste en el 2017 y en 2021 obtiene
el primer lugar en el Concorso Internazionale di Poesia Castello
di Duino. Su poesía ha sido publicada en las antologías
Generazioni (Ibiskos Editrice Risolo, 2017) y Là dove nasce la
musica (Battello, 2021), en la antología poética venezolana
Todavía le ora a los dioses que lo abandonaron (FLIA Caracas)
y en diversas revistas literarias como Cantera, Buenos Aires
Poetry y revista POESIA.
Poesía
Últimos títulos de la colección VOZ AISLADA

Desmesura/Víctor Rivera
Agonía de los días terrestres/Ricardo Montiel
El reino del hombre/Felipe Donoso Suárez
El silencio es una bailarina/ Geraldine Gutiérrez-Wienken
sed plural/William Jiménez
Otro futuro o nada/Rubén Darío Carrero
Tiempo lento/Gustavo Adolfo Garcés
El único refugio son los párpados/Marta Jazmín García
Secreta inquietud/Jesús Alberto León
El tiempo de la espera/ Joel Bracho Ghersi
Visión de carne/ Carlos A. Colón Ruiz
La dicha de lo inacabado/Carlos Vicéns
Devocionario/Manuel Iris
Límbica/Vanesa Almada Noguerón
Nenúfares malogrados y otras pesadillas/Miriam Mireles
Poemas de una niña/Daniela Jaimes-Borges
El fuego siempre el fuego/Elennys Oliveros
Teoría del fin del aire/Alma Karla Sandoval
Pelambre/Annabel Petit Alvarado
Despojo/Michela La Galla
En Despojo destaca el erotismo y la amistad como la única
esperanza de justificar la destrucción, su peligro es alimento de la
fantasía y la ternura, pero su vaciamiento es su desaparición, su
grieta. Es un libro del tiempo, de la muerte, son versos del devenir.
Las distintas capas de la destrucción del libro revelan las vísceras
del lenguaje. Y estamos ante un libro que increpa con preguntas
desde el reflejo de una condición humana en ruinas que se revela,
o que está condenada a transformarse en el mismo instante de su
descubrimiento. Cada poema de Despojo es una confrontación
sincera que investiga –en la dialéctica de su destrucción– la verdad
profunda de lo humano –más allá que el efecto estético–, sus
fondos inconfundibles que lo llevan al límite de sí mismo, que lo
arrancan de su propia naturaleza.
Daniel Arella

COLECCIÓN Voz Aislada

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