Trabajo Humanismo Astrid

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Humanismo.

Humanismo es un término polisémico sujeto a diversas formas de


interpretación y realización. En sentido genérico, se dice humanista a
cualquier doctrina que afirme la excelsa dignidad humana, el carácter
racional y de fin del hombre, que enfatiza su autonomía, su libertad y su
capacidad de transformación de la historia y la sociedad.

En sentido histórico, el humanismo se plasmó originariamente en la cultura


grecorromana, convirtiéndose sus realizaciones culturales y sus ideales educativos,
como insuperables y normativos, para el pensamiento y cultura de los individuos.
Movimiento histórico que se constituyó además en una tradición de la cultura
occidental, asumida por la Patrística y redescubierta por la Escolástica,
especialmente en las obras de San Agustín y Santo Tomás de Aquino. Desde el
siglo XV, se configuró como un movimiento global cultural de rescate y sobre
dimensionamiento de la cultura clásica, especialmente en Italia y luego en la
mayoría de los países europeos. En sentido paradigmático, el humanismo se
expresa en diversas filosofías y visiones del hombre contrapuestas (humanismo
cristiano, marxista, existencialista, personalista, etc.) que enfatiza el carácter
antropocéntrico de la cultura moderna. Dicha tradición y patrimonio, se ve hoy
cuestionada por las filosofías anti humanistas que le niegan su capacidad
interpretativa y esclarecedora de la vida humana y de la sociedad. Subsisten sin
embargo, desde la antigüedad las dos formas básicas de humanismo: el
humanismo teocéntrico y el humanismo secularizado explícitamente ateo.

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Definición de humanismo.

Término polisémico utilizado ya desde el siglo XVI en Italia, pero acuñado por el erudito
alemán F. J. Niethammar (1808), para referirse a los que se consagraban a los
studiahumanitatis o tendencia que destacaba las lenguas y autores “clásicos” (latín y
griego), es decir de las artes liberales en sus diversas

Manifestaciones culturales (historia, poesía, retórica, gramática, literatura y filosofía moral).


El uso del término con referentes distintos, se explica porque en su misma raíz latina
humanus ha tenido tres significados distintos: humanus como equivalente a naturaleza
humana; humanus en el sentido de benevolente y compasivo; humanus como persona culta
y virtuosa, aunque todas ellas quieren referirse a la humanitas, es decir lo que significa ser
esencial y auténticamente humano.

Esto indica, que la primera forma histórica del humanismo se refiere a su expresión
Helenística. “Humanismo en su primera y restringida acepción, significó la actitud
consistente en la estimación como perfectas de las letras clásicas y, consiguientemente, el
primer humanismo ha sido, sin duda, el de Roma. Los romanos creyeron encontrar en
Grecia el modelo insuperable de literatura. Pero, ¿sólo literatura? Ciertamente no. Las letras
humanas griegas fueron consideradas como expresión de la humanitas, como expresión de
las virtutes, las artes y la philosophia más dignas de admiración. Humanismo es pues el
cultivo de la humanitas tal como se manifiesta en el Homo humanus por excelencia, el
griego, en contraste con el Homo barbarus. Cultivo de la humanitas porque, en efecto, el
hombre para alcanzar la perfección y la eminencia de tal, necesita ser pulido y afinado,
despojado de su espontánea rudeza (eruditio). Así fue el primer humanismo, el romano. Los
ulteriores –el del Renacimiento y el de los Neoclasicismos– se han limitado a seguirle, sin
otra diferencia que la de poner junto a lo griego lo latino, como arquetipo de humanitas”
(Barth, 1957, p. 11).

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Arquetipo por tanto idealizado (humanismo clásico, normativo) que centra en la cultura
grecorromana, el paradigma irrebasable de lo humano, de la esencia y naturaleza del
hombre. El humanismo, en su forma histórica, se remite en sus fuentes a lo griego, a su
paradigma de hombre, educación y cultura (paideia). “El primer humanismo, el romano, y
todas las especies de humanismo que desde entonces hasta ahora han aparecido, suponen
como sobreentendida “la esencia” general del hombre. El hombre es considerado como
animal rationale... todo humanismo o se funda en una metafísica o se convierte a sí mismo
en el fundamento de un humanismo”.

Este humanismo originario se constituirá al mismo tiempo, en una tradición cultural que
marca de igual modo la dinámica de su historia, de sus ideas y de sus grandes ideales
educativo-culturales tradición ya redescubierta por primera vez por la escolástica entre los
padres griegos y latinos en particular en las obras de San Agustín y Tomás de Aquino. “El
punto de partida de todo humanismo debe ser su concepto de la naturaleza humana. Es
esta una herencia griega que Santo Tomás y el humanismo tienen en común. Y el
acercamiento racional de Santo Tomás a la realidad, aun a la realidad de Dios, que comparte
con el humanismo, es también una herencia de los griegos. La naturaleza humana y la razón
son las columnas de la cultura griega. Ambas llegaron a ser conceptos centrales para Santo
Tomás a través del Aristotelismo. Como consecuencia, nos vemos conducidos a declarar
que existen en Santo Tomás, para decir lo mínimo, un fuerte elemento de humanismo, no
sólo en el sentido de la tradición clásica y del efecto profundo que sobre él ejerció, sino
también en el sentido más específico de que su pensamiento es un pensamiento metódico,
racionalizado, porque se adhiere al concepto clásico de la naturaleza humana, al concepto
del hombre como un ser racional” (Jaeger, 1980 p. 76).

Redescubrimiento por tanto de la herencia humanística grecorromana, efectuada ya desde


el siglo XIII y que determinó y anticipó el movimiento humanístico del renacimiento europeo
en el siglo XV. Pero humanismo teocéntrico (cristo céntrico más particularmente), que
asumiendo críticamente la filosofía Aristotélica, reafirma que lo auténticamente humano,
implica en su realización plena la presencia y el horizonte de lo divino.

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De este modo, la teología cristiana asumió el ideal humanístico de la antigüedad
superándolo dialécticamente en una perspectiva nueva: “la creación de esa nueva cultura
cristiana culminó en los sistemas de los dos grandes pensadores cristianos, San Agustín y
Santo Tomás. Combinaron las dos manifestaciones más excelentes de un humanismo
teocéntrico en la antigüe- dad clásica, platonismo y aristotelismo, con la fe cristiana.
Cualquiera que fuese la diferencia entre el cristianismo y la filosofía antigua, ambos están
de acuerdo sobre la cuestión que Aristóteles promueve al comienzo de su Metafísica,
cuando pregunta si la idea de un conocimiento como lo de lo sobrehumano no está fuera
del alcance de la naturaleza humana. Algunos de los antiguos poetas griegos piensan así,
dice, y atribuye ese conocimiento a Dios solamente. Pero, con su maestro Platón,
Aristóteles, se niega a ser griego en ese sentido y proclama una idea del hombre que incluye
lo divino y muestra el camino por el que el hombre mortal puede participar de la vida eterna”
(Jaeger, 1980, p. 131).
El ideal humanístico como formación educativo-cultural (paideia) fue revivido de un modo
intenso en el renacimiento, y se expresó como una nueva tendencia cultural, que abarcaba
todas las expresiones, especial- mente, en el ámbito de la aristocracia comercial de Italia.
El humanismo se convirtió entonces, en un amplio y complejo movimiento cultural, que
pretendía rescatar y promulgar la humanitas y la paideia de Grecia y Roma. Este humanismo
paralelo a la tradición escolástica y caballeresca (a los cuales criticaba de forma ácida y
sistemática) revivió y recepcionó en forma exhaustiva y erudita, los textos originales de las
letras y filosofía grecorromana, todo ello debido a la tarea ingente y colectiva de grandes
filólogos y traductores, que de algún modo se fueron distanciando, de la cosmovisión
cristiana y en particular de la escolástica tardía.

De este modo, el humanismo renacentista, se fue constituyendo en la atmósfera cultural de


Europa y no sólo de Italia, durante los siglos XIV y XVI, reafirmando en sus múltiples voceros
la idea central de la excelsa dignidad del hombre y su inmensa capacidad transformadora y
demiúrgica. De este modo, el nuevo contexto del renacimiento, iniciaba ya en forma radical,
el proceso creciente de secularización y de sacralización, que se verá reforzado más tarde
por las grandes revoluciones de la modernidad, orientada ya hacia una clara tendencia
antropocéntrica, naturalista, que haría de la inmanencia, el centro de la nueva cosmovisión

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iniciada por Copérnico y Galileo. La palabra humanismo fue derivada de su singular
humanista, que en la época del renacimiento italiano se especializaba en los
studiahumanitatis (gramática, retórica, poesía, historia y ética) estudiado e interpretados a
partir de los autores clásicos griegos y latinos.

El humanismo renacentista, dada su amplitud y complejidad, se fue convirtiendo además de


un movimiento cultural, en una nueva paideia, que se relacionaba con temas y problemas
de carácter filosófico, político, ético, educativo y estético. De ahí, que la formación
humanística del renacimiento prolongó la tradición de la cultura retórica (cultivada
intensamente ya entre los padres griegos y latinos en cuya línea se destacaron
fundamentalmente San Agustín y San Juan Crisóstomo), el culto del hablar y escribir bien,
elegante, cuyos modelos clásicos inspiraron una especie de humanismo filológico de talante
erudito y normativo, especialmente por el enorme influjo de las obras de Cicerón.
Este ideal humanístico como ideal educativo, fue un componente básico del nuevo saber,
de la nueva época, y que influyó más tarde tanto en la Re- forma Protestante y como en la
Contrarreforma Católica.
Los humanistas del renacimiento, estaban no sólo preocupados por la filosofía práctica
(ética y política), sino que buscaron una especie de “sabiduría de la buena vida”, que no se
quedara sólo a nivel teorético, sino que pudiera traducirse en un modo de vida humano,
concreto y cotidiano. Los humanistas se constituyeron por tanto, en una poderosa fuerza
modeladora, cultural y educativa, orientada a la consideración utópica de la autonomía del
hombre, de su pensamiento al mismo tiempo que a su nueva actividad configuradora de sí
y de la historia. Históricamente el humanismo implica muchos matices, que creemos expresa
suficientemente en esta descripción de L. Philippart: el humanismo es un movimiento de
espíritu, a la vez estético, filosófico, científico y religioso, que comenzó en Italia en el siglo
XIV, vivió con vida desigualmente brillante desde el siglo XV en Francia, España, Países
Bajos, Alemania, Inglaterra, y en otras regiones de Europa, especialmente en Hungría y
Polonia, se desarrolló plenamente en el siglo XVI para agotarse, finalmente, en el XVIII en
una nueva corriente de pensamiento y de arte.

Preparado desde largo tiempo antes por las corrientes sucesivas de la cultura medieval e

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intensificado por la difusión y el gusto de las obras griegas y latinas, se caracteriza por un
esfuerzo, a la vez individual y social, unas veces apasionado y otras crítico, susceptible de
revalorizar al hombre y su dignidad, gracias a la penetración directa real y vivificante de la
cultura antigua en la moderna. –Esta descripción quedaría más completa si se añade el
influjo que el pensamiento cristiano medieval siguió ejerciendo, implícita o explícitamente,
en muchas de las mejores manifestaciones del humanismo– (Frayle, 1985, p. 24).
Este movimiento humanístico del renacimiento, tuvo como soportes, el trabajo colectivo de
inmensa cantidad de traductores, el culto por las bibliotecas, la invención revolucionaria de
la imprenta, la ampliación cuantitativa de las universidades, el surgimiento de grandes
mecenas y las múltiples asociaciones humanistas que florecieron en los diversos países. “El
humanismo más que en las universidades, se desarrolló en numerosas asociaciones y
academias, con los nombres más pintorescos, en que se congregaban los aficionados al
arte, a las bellas letras y a la filosofía”.

El prurito de imitación de los clásicos se reorientó, sin embargo, durante la época de la


ilustración, llevada más por un ideal racionalista que por el antiguo ideal de la humanitas.
Con todo, el humanismo experimentó su re- nacimiento explícito en una corriente totalmente
contraria al racionalismo ilustrado, a saber, en la teoría del arte y en la filosofía de la historia
elaborada por el clasicismo alemán y por movimiento romántico en los siglos XVIII y XIX
(Winckelmann, Hender, Schiller, Goethe, F. Schlegel). Este neohumanismo que
reinterpretaba la cultura griega subrayó frente a la visión unilateral del racionalismo, la
riqueza polifacética del individuo humano y las exigencias de su armónica educación integral
hasta llegar a una obra de arte donde el artista, el proceso creativo y la obra se identifican.
Con N. Von Humboldt y otros, éste ideal formativo (opuesto a la deformación utilitarista
orientada a la creación de funcionarios de la sociedad en las escuelas reales ilustradas) se
dejó sentir incluso en las escuelas (primeros gimnasios humanistas) y a partir de ahí
determinó de una manera ciertamente atrevida, la idea que la burguesía ha tenido de sí
misma hasta el siglo XX. De este modo, bajo el título de un “Tercer Humanismo” el
entusiasmo occidental por la antigüe- dad experimentó una vez más un tardío florecimiento
entre las dos guerras mundiales (Jaeger. W, y K. Kerenyi).

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Pero además de esta perspectiva histórica el humanismo, Martin Heidegger, ha recordado
en carácter genérico y “metafísico” del mismo, cuando postula de un modo explícito o
implícito, una cierta manera de concebir la naturaleza humana y la esencia del hombre.
“Pero si se entiende por humanismo en general el empeño destinado a que el hombre esté
en libertad de asumir su humanidad, y en ello encuentre su dignidad, entonces según se
entienda la “libertad” y la “naturaleza” del hombre es el humanismo, en cada caso, algo
distinto. Igualmente difieren las vías de su realización. El humanismo de Marx no necesita
una regresión a la antigüedad, ni tampoco el humanismo que entiende Sartre por
existencialismo. En este sentido amplio es también el cristianismo un humanismo, en cuanto
según su doctrina lo que importa es la salvación del alma (salus aeterna) del hombre, y la
historia de la humanidad está en el marco de la historia de la gracia (= salvación). A pesar
de ser estas especies de humanismo tan diferentes en cuanto a su fin y fundamento, en
cuanto a la especie y medios de realización, en cuanto a la forma de su doctrina, todas ellas
coinciden en que la humanidad del homo humanus es determinada en vista a y a una
establecida interpretación de la naturaleza, de la historia, del mundo, del fundamento del
mundo, esto es: del ente en general. Todo humanismo o se funda en una metafísica o se
convierte a sí mismo en el fundamento de una metafísica” (Heidegger, 1990, p. 73).
Perspectiva crítica por la cual Heidegger se distancia del discurso humanista y de la
centralidad antropológica como focos centrales de su propia visión que supone una
superación de la metafísica tradicional.

Sin embargo, este pluralismo de las diversas formas de humanismo se expresará desde la
modernidad en un amplio espectro de filosofías y de movimientos humanistas, que quieren
de alguna forma dar respuesta a los nuevos interrogantes derivados del impacto de la
modernidad, de las ciencias, de la tecnología, de la experiencia dramática de las guerras
mundiales, de las situaciones de pobreza y miseria del Tercer Mundo... que pide no sólo
una nueva reflexión sobre el hombre, sino al mismo tiempo un conjunto de acciones
encaminadas a humanizar el entorno social y natural. Humanismo, por tanto, que quiere
diferenciarse no sólo por su contenido sino por su énfasis particular en el plano de la praxis
y su empeño ético de transformar integralmente la condición humana.
De ahí que podamos tipificar algunas de sus expresiones más conocidas: el humanismo

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filológico (Jaegger W.); el humanismo de influencia científica (Julian Huxley, L. Biaswanger,
Teilhard de Chardin); el humanismo educativo pedagógico (Ugo Spirito, J. Maritain,
P. Freire); el humanismo marxista (A. Schaff, R. Garaudy, H. Marcuse); el hu- manismo
cristiano (D. Bonhoeffer, K. Rhaner, J. Moltmann, J. Metz, Vaticano II) (tipología presentada
por Pieretti, 1994).
Este pluralismo cosmovisivo de las diversas formas de humanismo empero, pueden
simplificarse haciendo alusión a las dos formas paradigmáticas del humanismo en la cultura
occidental: el humanismo antropocéntrico (Protágoras: el hombre es la medida de todas las
cosas) y el humanismo teocéntrico (Platón: Dios es la medida de todas las cosas) según se
piense en un ideal de humanidad que incluya o excluya la presencia de lo divino, la
perspectiva de la trascendencia. En esta perspectiva, el humanismo moderno, en cuanto
pensamiento secularizado se presenta en la mayor parte de sus expresiones como ateísmo
humanista, enfatizando no tanto la negación de Dios, cuanto la realización del hombre como
ser autónomo y libre. “Probablemente podamos expresar mejor la situación espiritual de
nuestro tiempo diciendo que bien en la línea cristiana, bien en la no cristiana, se manifiesta
una creciente tendencia hacia la humanización, y que tanto la iglesia como el mundo no
creyente sufren, cada uno a su manera una influencia profundísima proceden- te de esta
concentración de lo humano como tal. La dignidad de la persona humana, la autonomía de
la razón humana, la libertad como valor inviolable de la persona humana, la igualación de
los derechos fundamentales para todos los hombres, sin discriminaciones de sexo, raza,
nacionalidad, filosofía o situación social, la tolerancia, la democracia, la justicia social Todos
estos conceptos están siendo examinados y enriquecidos con aspectos nuevos de la
filosofía moderna y de las conquistas de las ciencias empíricas del hombre. Estas ciencias,
a su vez, ejercen un profundo influjo sobre la teología, la ética y el pensamiento ético-
ideológico en general. Los dramas humanos del reciente pasado y las amenazas actuales
–la guerra total, los campos de exterminio en masa, los sistemas políticos totalitarios, la
discriminación racial, los lavados de cerebro, las armas nucleares, el hambre y la
superpoblación, la incertidumbre social– todo esto, repetimos, se impone como inspiración
necesaria para una reorientación universal de los valores fundamentales y de los principios
directivos del incierto porvenir de la humanidad” (Girardi y otros, 1985, p. 922).

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Este inventario de problemas es el que replantea hoy y en las últimas décadas, la necesidad
de configurar un nuevo humanismo, una especie de humanismo ético de la supervivencia,
que se oriente no sólo a la perenne declaración sobre la excelsa dignidad de la vida humana,
sino que se con- vierta en una dinámica de humanización que haga del mundo una morada
digna del hombre. Sobre esta base común se contemplan hoy los derechos fundamentales
de la persona, el descubrimiento de las relaciones orgánicas con la naturaleza y la
necesidad histórica de un diálogo permanente entre las diversas concepciones del hombre
y de la historia. Se trata por tanto de posibilitar la construcción de un humanismo universal,
abierto, ecuménico que dialogue y construya desde las diferencias, sobre las posibilidades
de una subsistencia común y que permita, por primera vez, un diálogo integral entre el
Occidente y el Oriente.

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Humanistas.

Dante Alighieri.
Bautizado Durante di Alighiero degli Alighieri (Florencia, c. 29 de mayo de 1265-
Rávena, 14 de septiembre de 1321), fue un poeta y escritor italiano, conocido por
escribir la Divina comedia, una de las obras ornamentales de la transición del
pensamiento medieval al renacentista y una de las cumbres de la literatura
universal.

Pensamiento humanismo de Dante Alighieri

En el relato de Dante, en definitiva, “la humanidad, en su realidad concreta, con


los gestos y las palabras cotidianas, con su inteligencia y sus afectos, con el
cuerpo y las emociones, es elevada a Dios”, donde encuentra su plena y última
realización, “meta de todo su camino”.
Dante Alighieri fue un poeta italiano. Su obra maestra, Divina Comedia, es una de
las obras fundamentales de la transición del pensamiento medieval al
renacentista. Es considerada la obra maestra de la literatura italiana y una de las
cumbres de la literatura universal. En italiano es conocido como "el Poeta
Supremo". A Dante también se le llama el "Padre del idioma" italiano. Participó
activamente en las luchas políticas de su tiempo, por lo cual fue desterrado de su
ciudad natal. Fue un activo defensor de la unidad italiana. Escribió varios tratados
en latín sobre literatura, política y filosofía.
En el pensamiento y la filosofía de Dante alcanza la más intensa expresión la idea
aristotélica de la "aspiración universal hacia Dios". "Todo está ordenado en vista
de una existencia única". El finalismo o teleologismo domina la gran línea de la
metafísica especulativa.

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Giovanni Boccaccio.

Autor de uno de los grandes clásicos de la literatura de todos los tiempos, el


"Decamerón", está considerado uno de los precursores del Humanismo y la
literatura renacentistas. Además de ser un prolífico autor de obras en poesía y en
prosa, pueden atribuirse a Boccaccio algunas grandes aportaciones a la literatura
como la recuperación de la cultura clásica, la crítica literaria o el hecho de ser un
firme defensor de la escritura en lengua vernácula.

Además de ser un prolífico autor de obras en poesía y en prosa, pueden atribuirse


a Boccaccio algunas grandes aportaciones a la literatura como la recuperación de
la cultura clásica, la crítica literaria o el hecho de ser un firme defensor de la
escritura en lengua vernácula.
Como crítico literario, Boccaccio fue uno de los primeros y más astutos lectores de
Dante, y el autor de su primera importante biografía, estableciendo el método de
lectura de la Comedia.
Boccaccio fue también un gran defensor de la literatura en lengua vernácula en
lugar de latín, junto con Dante Alighieri y Francesco Petrarca. Los tres impulsaron
el uso del dialecto toscano como lenguaje poético. Sin embargo, en sus últimos
años, Boccaccio puso su mirada en el latín y en los estudios de literatura clásica.
De hecho, fue autor de una destacada genealogía de la mitología griega y romana,
también escribió una biografía de Dante y ofreció varias disertaciones en público
sobre las obras del autor de la Divina Comedia.

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Francesco Petrarca.

Uno de los padres del humanismo. Petrarca (1304-1374), destacó por su intensa
labor como filósofo, filólogo y, sobre todo, como poeta con su obra Cancionero
(Venecia, 1470). Con esta, nuestro protagonista puso las bases de una nueva
corriente literaria, conocida como petrarquismo, expuso nuevas ideas que se
alejaban de la cultura teológica dominante y defendió una escritura tanto el latín
como en lengua vernácula. Si quieres conocer más sobre Petrarca y el
Humanismo
Toda la obra literaria de Petrarca refleja una gran influencia del estilo de las obras
clásicas. Además, en ellas defiende que el hombre debe ser el centro de atención,
nos plasma el amor idealizado hacia la mujer y nos habla de los valores que
definen al individuo (virtud, justicia, honestidad).
Petrarca es el puente entre la Antigüedad clásica y el Renacimiento en otro
aspecto clave: su obra representa un redescubrimiento y una reelaboración de la
cultura clásica, tanto en los aspectos formales -como el uso del latín o la imitación
de los autores romanos- como en los valores que expresa, para adaptarlos a su
propia época.

Especialmente importante es su papel como uno de los primeros humanistas, un


aspecto en el que también marca distancia con Dante, cuya obra muestra todavía
una concepción medieval del mundo. Ya sea en la épica de Africa, en la
rigurosidad de De Viris illustribus o en la intimidad del Cancionero, y aun en su
obra no estrictamente literaria, el centro de atención es siempre el ser humano. Es
el primer literato que expresa el pensamiento propio del Renacimiento, que más
tarde se trasladará a las demás artes y en particular a la escultura y la pintura.

Se trata de algo especialmente significativo en un hombre que, si bien por motivos


prácticos, había tomado los sacramentos. Habiéndose interesado por la obra de
San Agustín de Hipona, logró conciliar el pensamiento cristiano con el antiguo a
través del propio concepto de humanismo: para él, los pensadores romanos no

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son en el fondo tan distintos de los teólogos, puesto que expresan valores
parecidos como la virtud, la justicia, la honestidad o la búsqueda de una vida justa.

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Definición de Renacimiento.

El Renacimiento es un fenómeno cultural que retoma los principios de la


antigüedad clásica y los actualiza a través del humanismo. El humanismo es pues,
el movimiento intelectual del Renacimiento que enlaza la cultura de la época con
la antigüedad clásica, es el aspecto filosófico y cultural del Renacimiento.
El Renacimiento es un fenómeno cultural que retoma los principios de la
antigüedad clásica y los actualiza a través del humanismo. El humanismo es pues,
el movimiento intelectual del Renacimiento que enlaza la cultura de la época con
la antigüedad clásica, es el aspecto filosófico y cultural del Renacimiento.
Los orígenes del movimiento pueden rastrearse desde inicios del siglo xiv,
principalmente en la esfera literaria, aunque también se detectan ya de forma
incipiente algunas de sus características fundamentales, como el mecenazgo, el
intelectualismo y la curiosidad por la Cultura Clásica. No obstante, muchos
aspectos de la cultura italiana permanecerán en su estado medieval y el
Renacimiento no se desarrollará totalmente hasta finales de siglo.

La palabra "Renacimiento" (Rinascimento en italiano) tiene un significado explícito,


que representa el renovado interés del período en la cultura de la Antigüedad
clásica, luego de lo que allí mismo se etiquetó como la "edad oscura". Estos
cambios, aunque significativos, estuvieron concentrados en las clases altas, y para
la gran mayoría de la población la vida cambió poco en relación con la Edad
Media.

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Activistas del Renacimiento.

Miguel Ángel.

Michelangelo Buonarroti (Caprese, 6 de marzo de 1475-Roma, 18 de febrero de


1564), conocido en español como Miguel Ángel, fue un arquitecto, escultor, pintor
y poeta italiano renacentista, considerado uno de los más grandes artistas de la
historia tanto por sus esculturas como por sus pinturas y obra arquitectónica.
Desarrolló su labor artística a lo largo de más de setenta años entre Florencia y
Roma, que era donde vivían sus grandes mecenas, la familia Médici de Florencia
y los diferentes papas romanos. Fue el primer artista occidental del que se
publicaron dos biografías en vida: Le vite de' più eccellenti pittori, scultori e
architettori, de Giorgio Vasari, publicada en 1550 en su primera edición, en la cual
fue el único artista vivo incluido, y Vita de Michelangelo Buonarroti, escrita en 1553
por Ascanio Condivi, pintor y discípulo de Miguel Ángel, que recoge los datos
facilitados por el mismo Buonarroti. Fue muy admirado por sus contemporáneos,
que le llamaban el Divino. Benedetto Varchi, el 12 de febrero de 1560, le envió una
carta en nombre de todos los florentinos diciéndole: ... toda esta ciudad desea
sumisamente poderos ver y honraros tanto de cerca como de lejos... Vuestra
Excelencia nos haría un gran favor si quisiera honrar con su presencia su patria.
Triunfó en todas las artes en las que trabajó, caracterizándose por su
perfeccionismo. La escultura, según había declarado, era su predilecta y la
primera a la que se dedicó; a continuación, la pintura, casi como una imposición
por parte del papa Julio II, y que se concretó en una obra excepcional, la bóveda
de la Capilla Sixtina; y ya en sus últimos años, realizó proyectos arquitectónicos.
Fue autor de numerosas obras, de las cuales hoy en día se conservan entre 40 y
50 esculturas, 4 pinturas, varias decenas de dibujos y los frescos de la Capilla
Sixtina y la Capilla Paulina.

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Miguel Ángel Buonarroti se encuadra dentro del estilo del Renacimiento Italiano y
forma parte del grupo de artistas renacentistas clásicos del Cinquecento. En todos
los estudios del Renacimiento aparece junto al pintor Rafael Sanzio, el genial y
polifacético Leonardo da Vinci y el arquitecto Bramante.

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Rafael de Urbino.

Raffaello Sanzio (Urbino, 6 de abril de 1483-Roma, 6 de abril de 1520), también


conocido como Rafael de Urbino o simplemente como Rafael, fue un pintor y
arquitecto italiano del Renacimiento. Además de su labor pictórica, que sería
admirada e imitada durante siglos, realizó importantes aportes en la arquitectura y,
como inspector de antigüedades, se interesó en el estudio y conservación de los
vestigios grecorromanos.
Hijo de un pintor de modesta relevancia, fue considerado un niño prodigio por su
precoz habilidad y al quedar huérfano se formó en los talleres de varios artistas de
prestigio. A los 25 años obtuvo su primer encargo oficial, la decoración de las
Estancias Vaticanas, donde pintó algunos frescos como La escuela de Atenas,
considerada una de sus obras cumbre. Es célebre por la perfección y gracia de
sus artes visuales, destacando en trabajos de pintura y dibujo artístico. Junto con
Miguel Ángel y Leonardo da Vinci forma el trío de los grandes maestros del
período.

Nació en Viernes Santo y falleció en esta misma festividad el día que cumplía 37
años. Fue un artista muy productivo, en parte gracias a que dirigió un taller
conformado por numerosos colaboradores, y, a pesar de su muerte prematura,
dejó una extensa obra que en gran parte aún se conserva. La mayor parte de su
trabajo está alojado en los Museos Vaticanos, ya que decoró con frescos las
habitaciones conocidas como las Estancias de Rafael, el principal encargo de su
carrera, que quedó sin terminar a causa de su muerte y fue completado por
ayudantes.

Después de sus años de juventud en Roma, gran parte de su obra, a pesar de


haber sido diseñada por él, fue ejecutada por su taller, con una considerable
pérdida de calidad. Ejerció gran influencia en su época; aunque fuera de Roma su
obra fue conocida sobre todo a través de la producción que hicieron los talleres de
grabado que colaboraban con él. Después de su muerte, la influencia de su

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principal rival, Miguel Ángel, se intensificó hasta los siglos XVIII y XIX, cuando las
cualidades más serenas y armoniosas de Rafael fueron consideradas de nuevo
como un modelo superior.

Su carrera se dividió de manera natural en tres fases y tres estilos, descritos así
por Giorgio Vasari: sus primeros años en Umbría, el periodo posterior de cuatro
años en Florencia (1504-1508), donde absorbió las tradiciones artísticas de la
ciudad, y finalmente su último y triunfal período de doce años en Roma, trabajando
para los papas y su corte.

18
Donatello.

Donato di Niccolò di Betto Bardi, conocido como Donatello, (Florencia, Italia, 1386-
ibidem, 13 de diciembre de 1466) fue un artista, pintor y escultor italiano de
principios del Renacimiento, uno de los padres del periodo junto con Leon Battista
Alberti, Filippo Brunelleschi y Masaccio. Donatello se convirtió en una fuerza
innovadora en el campo de la escultura monumental y en el tratamiento de los
relieves, donde logró representar una gran profundidad dentro de un mínimo
plano, denominándose con el nombre de stiacciato, es decir «relieve aplanado o
aplastado».
Una de las primeras obras de Donatello fue una escultura que representa a David,
realizada en mármol en torno al año 1409 y que actualmente se conserva en el
Museo del Bargello. En los años sucesivos realizó numerosas obras en mármol,
terracota, bronce y madera para diversos mecenas y ciudades. Regresó a
Florencia en 1459 con el encargo de modelar unas placas en bronce para la
basílica de San Lorenzo y durante su elaboración falleció en diciembre de 1466.

Entre sus obras más importantes se encuentran el David de bronce en el museo


del Bargello, el Púlpito exterior de la catedral de Prato, la estatua ecuestre de
Gattamelata en Padua, la María Magdalena penitente en el museo dell'Opera del
Duomo en Florencia y Judith y Holofernes en el Palacio Vecchio.

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Economía en el Renacimiento.

Aunque la base de la economía seguía siendo la agricultura cobraron un gran


impulso la industria textil, la minería y, sobre todo, las actividades comerciales
gracias al auge de las ciudades mediterráneas (Venecia, Marsella, Nápoles) y del
norte de Europa (Amberes, Amsterdam, Hamburgo). La creciente importancia del
sector comercial trajo consigo la formación de grandes riquezas familiares, como
las de los Medici, los Strozzi o los Fugger, que permitieron a dichas familias su
intervención directa en la política o su apoyo a las monarquías que atravesaban
crisis económicas.

El descubrimiento de América supuso un hecho trascendental para la vida


económica del Renacimiento, ya que se abrieron nuevos mercados, florecieron
ciudades de la fachada atlántica, como Sevilla y Lisboa, y fluyeron los metales y
las riquezas, que proporcionaron grandes beneficios a burgueses y banqueros y
sirvieron a España para llevar a cabo una vasta política de intervención en gran
parte de Europa y el Mediterráneo. Sin embargo, la excesiva afluencia de tesoros
americanos al continente europeo favoreció una alarmante subida de los precios
debido a la abundante moneda en circulación.

La desaparición de las grandes pestes medievales, el auge de la vida urbana y


ciertas mejoras en la forma de vida ocasionaron un crecimiento demográfico
evidente en casi toda la Europa occidental, marcado por una fuerte tasa de
natalidad y un descenso de la mortalidad infantil. Las principales zonas de
poblamiento eran el norte de Italia, los Países Bajos y el centro de Francia.

La población aumento y por lo tanto también aumento la producción de productos


del campo (alimentos) y productos artesanos. El descubrimiento de América
aumento el comercio con las tierras de las que se traían productos y se enviaban
otros. Mejoro el sistema bancario.

20
Comercio de Italia.

La Europa medieval vivió encerrada en sí misma, en sus ciudades amuralladas, en


el interior de sus conventos; manteniendo una rígida organización social. El siervo
que nacía pobre sería pobre toda la vida, condenado «a ganarse el pan con el
sudor de su frente», trabajando las tierras de la nobleza. Los nobles —caballeros,
duques y príncipes— nacían ricos y dedicaban su vida a hacer la guerra y
administrar sus tierras, para que luego sus hijos heredaran los títulos nobiliarios. El
tercer estamento era el clero, dedicado a orar. Así se organizaba la sociedad
medieval, y se mantuvo de esa manera, estática, durante varios siglos.

Pero cada época pinta sobre un mismo lienzo su particular visión del trabajo y del
mundo, y el Renacimiento se ocuparía de reformular la actividad laboral. Por
primera vez en la historia, el trabajo pasó a ser un medio para enriquecerse. Este
cambio de mentalidad significó una verdadera revolución para los hombres de la
época y, claro está, no ocurrió de un día para el otro, sino que fue parte de una
serie de grandes transformaciones que tuvieron lugar a lo largo de más de cuatro
siglos.

Una nueva clase social, la burguesía, nació entre los comerciantes que ubicaban
sus ferias en el burgo, nombre de la zona que rodeaba el castillo medieval. Con el
crecimiento del comercio, los burgos fueron ampliándose hasta llegar a ser
ciudades independientes del castillo del señor feudal.

Alrededor del 1200, Venecia era una de las ciudades más grandes de Europa, con
una población de cien mil habitantes y una actividad comercial floreciente, basada
en el intercambio de mercaderías con Oriente a través de la ruta del Mediterráneo.
Marco Polo, ciudadano de Venecia, fue acaso el más grande explorador y
comerciante de la época. Junto con su padre y su tío, recorrió la ruta de la Seda,
pasó 14 años en Oriente viviendo toda clase de aventuras, y a su vuelta llevó

21
consigo grandes cargamentos de seda y especias. La leyenda incluso le atribuye
la introducción en Europa de la pólvora, la pasta, los helados y la piñata. Si bien
varios de los relatos de Marco Polo están envueltos en un aura de fantasía, es
cierto que sus viajes dieron un impulso al comercio e inspiraron a los futuros
viajeros, que años más tarde ampliarían aún más los límites del mundo conocido.

Dos siglos después, en 1492, el navegante genovés Cristóbal Colón emprendió un


viaje buscando una ruta alternativa a las especierías de Oriente y terminó
descubriendo un nuevo continente: América. El hallazgo del Nuevo Mundo, como
fue bautizado en la época, significó otra revolución, que pronto convirtió a España
y Portugal en las primeras potencias comerciales. El oro y la plata de los imperios
azteca e inca inundaron Europa, dándole un nuevo impulso a la burguesía. El
poderoso caballero don Dinero, al decir del poeta español Francisco de Quevedo,
comenzaba a regir el mundo: Nace en las Indias honrado, / donde el mundo le
acompaña; / viene a morir en España / y es en Génova enterrado. / Y pues quien
le trae al lado / es hermoso aunque sea fiero, / poderoso caballero / es don Dinero.

Ya no se luchaba por cuestiones religiosas como en Las Cruzadas de la Edad


Media. Ahora las guerras se libraban para dominar las rutas comerciales. El
caballero poderoso no era aquel que moría en el campo de batalla defendiendo a
su Dios, sino aquel que poseía oro, riquezas.

El cambio de mentalidad también atravesó el campo de la ciencia. Copérnico


afirmó que la Tierra se mueve alrededor del Sol y no al revés, derribando siglos y
siglos del dogma católico que concebía a la Tierra como un planeta inmóvil
ubicado en el centro del universo. Se inventaron el telescopio, el microscopio, se
lograron avances sustanciales en la medicina al descubrir la forma de circulación
de la sangre, y la cartografía se consagró como la ciencia encargada de describir
los territorios recién descubiertos.

22
Ya no había abismos insondables más allá de los mares conocidos; ya no éramos
el centro del universo, sino una pequeña partícula de polvo en la vastedad del
cosmos. De la mano de la razón y la ciencia, el hombre adquiría una nueva
posición en el mundo. Se sentía forjador de su propio destino y no ya condenado
únicamente a la voluntad todopoderosa de Dios, como se había sentido durante
toda la Edad Media.

23
Burguesía en el renacentismo.

El Renacimiento es una época en la que el sentido de renovación política se siente


como una necesidad. Aparecen nuevas ideologías que rechazan el sentido del
Estado y del poder medieval, como el Humanismo, y se impone una nueva clase
social, la burguesía, que será quien impulse esa ideología.
Por burguesía se entiende, a grandes rasgos, la clase media acomodada y dueña
de comercios y medios de producción, tales como fábricas e industrias,
diferenciada en la visión marxista tradicional del proletariado, es decir, de la clase
obrera.
La burguesía es, en este caso, una clase social unida al incremento en la
producción, a la acumulación y a la privatización de los medios de producción, lo
que, a su vez, trajo consigo un conjunto de cambios sociales que atañen a todas
las esferas de la vida humana (económica, religiosa, política, etc.)
El Renacimiento es una época en la que el sentido de renovación política se siente
como una necesidad. Aparecen nuevas ideologías que rechazan el sentido del
Estado y del poder medieval, como el Humanismo, y se impone una nueva clase
social, la burguesía, que será quien impulse esa ideología.

24
Mapa geográfico de las rutas del comercio.

25
Ruta de la Seda y las especias.

La Ruta de la Seda fue una red de rutas comerciales que se extendió a lo largo de
miles de kilómetros, uniendo China con Asia Central, el Medio Oriente y Europa.
La ruta fue utilizada para el comercio de bienes como la seda, especias,
porcelana, té, metales preciosos, piedras preciosas, entre otros productos.

No solo fue importante para el comercio de bienes, sino que también fue una vía
de intercambio cultural y religioso. El comercio a lo largo de la ruta permitió la
difusión de la cultura, la religión, el arte y la ciencia, lo que resultó en la creación
de nuevas tecnologías, la difusión de nuevas ideas y la aparición de nuevas
formas de vida y de pensamiento.

También tuvo un impacto significativo en la economía y la política de las regiones


que atravesaba. La ruta generó riqueza y prosperidad en los países a lo largo de
su recorrido, y se convirtió en una importante fuente de ingresos para los
comerciantes y los gobiernos. Además, la ruta de la seda fomentó la aparición de
nuevas ciudades, centros comerciales y rutas de transporte.

La Ruta de la Seda es el nombre con que es conocida desde el siglo xix, una
extensa red de rutas comerciales terrestres y marítimas, abiertas por China desde
al menos el siglo i a. C., que interconectaban la mayor parte del continente
asiático, con terminales en las islas del Sudeste Asiático, el Mediterráneo europeo
y la costa oriental africana. Sus diversas rutas comenzaban en la ciudad de
Chang'an (actualmente Xi'an), por entonces capital de China, pasando entre otras
por Karakórum (Mongolia), el Paso de Khunjerab (China/Pakistán), Susa (Persia),
el Valle de Fergana (Tayikistán), Samarcanda (Uzbekistán), Taxila (Pakistán),
Antioquía en Turquía, Alejandría (Egipto), Kazán (Rusia) y Constantinopla
(actualmente Estambul, Turquía), Grecia, Roma y los territorios islámicos en la
península ibérica en el siglo x, así como a Somalia y Etiopía en el África oriental.

26
A partir del siglo xv y especialmente a partir del descubrimiento de América y sus
civilizaciones, y su posterior conquista por las monarquías europeas, se abrieron
nuevas rutas a través de los océanos Atlántico y Pacífico, y se introdujeron nuevas
mercaderías -en especial la plata americana- en el sistema comercial mundial, que
se ensamblaron a la Ruta de la Seda, modificando parcialmente sus recorridos. El
auge del Imperio Británico y del comercio de opio, la colonización europea de
África y Asia, y la decadencia de China a partir de las Guerras del Opio, llevaron a
una pérdida de importancia de la ruta y el comercio intra asiático, hasta comienzos
del siglo xxi, cuando el resurgimiento económico del Asia Oriental y especialmente
China, dio lugar a la emergencia de la llamada Nueva Ruta de la Seda.

Durante un tiempo se pensó que el término "Ruta de la Seda" fue creado por el
geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen, quien lo introdujo en el tomo
1 de su obra China. Ergebnisse eigener Reisen und darauf gegründeter Studien
(China. Resultados de mis viajes y estudios basados en ellos), publicado en 1877,
pero un estudio reciente descubrió que el término se podía encontrar en textos
anteriores. Debe su nombre a la mercancía más prestigiosa que circulaba por ella,
la seda, cuya elaboración era un secreto que solo los chinos conocían. Muchos
productos transitaban estas rutas: piedras y metales preciosos (diamantes de
Golconda, rubíes de Birmania, jade de China, perlas del golfo Pérsico), telas de
lana o de lino, ámbar, marfil, laca, especias, porcelana, vidrio, materiales
manufacturados, coral, etc.

En junio de 2014, la Unesco eligió un tramo de la Ruta de la Seda como


Patrimonio de la Humanidad con la denominación Rutas de la Seda: red viaria de
la ruta del corredor Chang’an-Tian-shan. Se trata de un tramo de 5000 kilómetros
de la gran red viaria de las Rutas de la Seda que va desde la zona central de
China hasta la región de Zhetysu, situada en el Asia Central, incluyendo 33
nuevos sitios en China, Kazajistán y Kirguistán.

27
Renacimiento en la Nueva España.

El inicio del Renacimiento en España se liga íntimamente al devenir histórico-


político de la monarquía de los Reyes Católicos. Sus figuras son las primeras en
salir de los planteamientos medievales que fijaban un esquema feudal de monarca
débil sobre nobleza poderosa y levantisca. Los Reyes Católicos aúnan las fuerzas
del incipiente estado y se alían con las principales familias de la nobleza para
mantener su poder. Una de estas familias, los Mendoza, utiliza el nuevo estilo
como distinción de su clan y, por extensión, de la protección de la monarquía.

Poco a poco, la estética novedosa se introduce en el resto de la corte y el clero,


mezclándose con estilos puramente ibéricos, como el arte nazarí del agónico reino
de Granada, el gótico exaltado y personal de la reina castellana, y las tendencias
flamencas en la pintura oficial de la corte y la Iglesia. Por la pervivencia hasta muy
entrado el s. XVI del Gótico isabelino o Flamígero y la tradición mudéjar, se frena
la introducción y total aceptación de los sistemas renacentistas, de manera que el
arte del Quattrocento triunfa en España cuando en Italia toca a su fin. La
asimilación de elementos dio lugar a una personal interpretación del Renacimiento
ortodoxo, que se dio en llamar plateresco. Asimismo, se importan artistas
secundarios de Italia, se envían aprendices a los talleres italianos, se traen
diseños, plantas arquitectónicas, libros y grabados, cuadros, etc., de los cuales se
inspiran personajes, temas y composición.

Renacimiento en España se ligó a la llegada de artistas italianos a la península


ibérica y al viaje de otros españoles a Italia, lo que marcó el inicio de la influencia
del arte del Quattrocento y el Cinquecento en nuestro territorio. No obstante, dicho
estilo adquirió características singulares aquí, como, por ejemplo, el predominio de
la temática religiosa.

28
En lo que se refiere al contexto, el Renacimiento se ligó también a la consolidación
y expansión de la monarquía autoritaria. Así, junto con la Iglesia, los reyes y la
corte, los reyes fueron grandes demandantes de obras de arte. Además, la
expansión territorial de los Austrias supuso la llegada de este estilo artístico a
América, donde se construyeron grandes catedrales en las ciudades más
importantes que se acababan de fundar. De esta manera, el arte renacentista
sirvió también para dar una imagen de poder y de grandeza imperial.

Aunque el Renacimiento tuvo un importante desarrollo en la América española, en


esta ocasión nos centraremos únicamente en al arte peninsular.

Alto Renacimiento español es una denominación que identifica un periodo de la


historia del arte en España equiparable en cierta medida al concepto de Alto
Renacimiento para la historia general del arte; y, al igual que este, es de uso algo
equívoco en la bibliografía, aunque lo más usual es que identifique a la primera
parte del Renacimiento español. Estilísticamente no se limita a las sucesivas
introducciones del Renacimiento (tal como este se desarrolló desde el siglo xv en
Italia) y del Manierismo (tal como se desarrolló desde el segundo cuarto del siglo
xvi también en Italia); sino que coincide con el final del Gótico y con otras
influencias (especialmente la flamenca). Comprende los estilos denominados
hispano-flamenco, estilo Reyes Católicos (o isabelino), estilo Cisneros, Plateresco
y estilo príncipe Felipe (o purismo renacentista); que cronológicamente se sitúan
en el último cuarto del siglo xv y la primera mitad del siglo xvi, correspondientes a
los reinados de los Reyes Católicos (1479-1516) y Carlos I de España (1516-
1556). El periodo que le sigue es denominado Bajo Renacimiento español
(correspondiente al reinado de Felipe II de España, 1556-1598).
También las etiquetas proto-Renacimiento o primer Renacimiento español cubren
un periodo que puede coincidir, aunque más bien se identifican con una cronología
más temprana (el siglo xv). También hay algún uso de la expresión Pleno

29
Renacimiento español, que se situaría a mediados del siglo xvi, entre el Alto y el
Bajo, identificado con la escuela de Valladolid de escultura (Alonso de Berruguete
y Juan de Juni) o con Alonso de Covarrubias. Otros artistas se sitúan a caballo
entre el «Primer Renacimiento» y el «Pleno Renacimiento», como Rodrigo Gil de
Hontañón, Bartolomé Ordóñez o Diego de Siloé. En pintura, además de a Pedro
Berruguete, se considera que los "introductores del alto Renacimiento en España"
son los dos Fernando spagnolo que constan como discípulos de Leonardo da
Vinci (Fernando Yáñez de la Almedina y Fernando de los Llanos), y a los que se
ha llegado a atribuir incluso la réplica de la Gioconda del Museo del Prado.

30
Sor Juana Inés de la Cruz.

Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana (San Miguel Nepantla, Tepetlixpa, 12


de noviembre de 1648 o 1651-Ciudad de México, 17 de abril de 1695),[nota 2]
más conocida como sor Juana Inés de la Cruz o Juana de Asbaje, fue una
religiosa jerónima y escritora novohispana, exponente del Siglo de Oro de la
literatura en español. También incorporó el náhuatl clásico a su creación poética.
Considerada por muchos como la décima musa, cultivó la lírica, el auto
sacramental y el teatro, así como la prosa. A muy temprana edad aprendió a leer y
a escribir. Perteneció a la corte de Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar,
marqués de Mancera y 25.º virrey novohispano. En 1669, por anhelo de
conocimiento, ingresó a la vida monástica. Sus más importantes mecenas fueron
los virreyes De Mancera, el arzobispo virrey Payo Enríquez de Rivera y los
marqueses de la Laguna de Camero Viejo, virreyes también de la Nueva España,
quienes publicaron los dos primeros tomos de sus obras en la España peninsular.
Gracias a Juan Ignacio María de Castorena Ursúa y Goyeneche, obispo de
Yucatán, se conoce la obra que sor Juana tenía inédita cuando fue condenada a
destruir sus escritos. Él la publicó en España. Sor Juana murió a causa de una
epidemia el 17 de abril de 1695 en el Convento de San Jerónimo.

Sor Juana Inés de la Cruz ocupó, junto con Bernardo de Balbuena, Juan Ruiz de
Alarcón y Carlos de Sigüenza y Góngora, un destacado lugar en la literatura
novohispana. En el campo de la lírica, su trabajo se adscribe a los lineamientos
del barroco español en su etapa tardía. La producción lírica de Sor Juana, que
supone la mitad de su obra, es un crisol donde convergen la cultura de una Nueva
España en apogeo, el culteranismo de Góngora y la obra conceptista de Quevedo
y Calderón.

31
La obra dramática de sor Juana va de lo religioso a lo profano. Sus obras más
destacables en este género son Amor es más laberinto, Los empeños de una casa
y una serie de autos sacramentales concebidos para representarse en la corte.

Fue ampliamente reconocida como escritora, aunque ella misma declaró en su


Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, que siempre escribió por encargo. Escribió
obras de teatro, como Los empeños de una casa (1683) y Amor es más laberinto
(1689); autos sacramentales como El divino Narciso (1689) y abundante poesía.

32
Francisco Javier Clavijero.

(Francisco Javier o Xavier Clavijero o Clavigero; Veracruz, 1731 - Bolonia, Italia,


1787) Historiador y jesuita mexicano. Descendiente de españoles (su padre era
funcionario en la Nueva España, al servicio del Gobierno peninsular), Francisco
Javier Clavijero estudió en Puebla e ingresó después en la Compañía de Jesús.
A raíz del decreto de expulsión de los jesuitas, embarcó en Veracruz rumbo a Italia
(1767), pero tuvo que detenerse en La Habana, aquejado por una grave
enfermedad; durante su destierro, residió primero en Ferrara y después en
Bolonia, donde murió.
Como ocurre generalmente con los desterrados, su obsesión era la patria lejana, y
a ella dedicó su atención y actividad al escribir su Historia antigua de Méjico, casi
sin recursos, a base de los documentos reunidos por Carlos de Sigüenza y
Góngora, y de casi todo cuanto se había escrito hasta entonces en relación con el
tema.

Hombre de espíritu moderno, conocedor de los textos de René Descartes,


Gottfried Leibniz y Benito Jerónimo Feijoo, Clavijero preconizó la modernización
de la filosofía escolástica y combatió el barroquismo desenfrenado en el lenguaje.
Es interesante en ese sentido su Diálogo entre Filateles y Paleófilo.

En 1789 se publicó en italiano, en Venecia, su Historia de la Antigua o Baja


California, obra póstuma de la que se publicó en México, en 1852, una traducción
castellana de Nicolás García San Vicente. Cronológicamente, Francisco Javier
Clavijero es el primer historiador mexicano de importancia.

33
Autor de las obras Historia antigua de México (1780-1781) e Historia de California
(1789), escritas en castellano aunque editadas en italiano con los respectivos
títulos de Storia antica del Messico y Storia della California, ambas indispensables
estudios de las culturas amerindias del área novohispana, obra póstuma que
también fue editada en italiano en 1789 por su hermano Ignacio Clavijero, también
jesuita.

Francisco Javier Clavijero falleció el 2 de abril de 1787 en Bolonia.

Sus restos fueron repatriados a la ciudad de México en 1970.

34
Carlos de Sigüenza y Góngora.

Carlos de Sigüenza y Góngora (Ciudad de México; 15 de agosto de 1645 - 22 de


agosto de 1700) fue un intelectual, polímata, historiador y escritor novohispano,
perteneciente a la Compañía de Jesús, que desempeñó numerosos cargos
académicos y gubernamentales en la Nueva España. También fue cosmógrafo y
profesor de matemáticas en la Academia Mexicana. Dirigió las excavaciones en
Teotihuacán en 1675, las primeras excavaciones arqueológicas llevadas a cabo
en México durante el período virreinal. Publicó en 1693 el primer periódico del
virreinato de Nueva España, el Mercurio Volante.
del cual hay una edición moderna por Montané Martí, pero, lejos de intimidarse,
Sigüenza respondió publicando otra obra Libra astronómica y philosophica (1690),
donde fundamentaba rigurosamente sus argumentos sobre los cometas según los
conocimientos científicos más actualizados de su tiempo; contra el tomismo y el
aristotelismo del padre Kino, citaba autores como Nicolás Copérnico, Galileo
Galilei, René Descartes, Johannes Kepler y Tycho Brahe.

Hasta hace poco se pensaba que la obra Infortunios de Alonso Ramírez —


publicada por Sigüenza en 1690 y que describe la vuelta al mundo de Alonso
Ramírez, un español oriundo de San Juan de Puerto Rico— era una ficción
inventada por Sigüenza. Sin embargo, José F. Buscaglia Salgado y Fabio López
Lázaro han ofrecido pruebas documentales tomadas de varios archivos que
prueban que Infortunios es un relato biográfico denso y complejo basado en la
vida de un personaje real aunque muy escurridizo. Fue Buscaglia quien, en 2009,
tras más de un siglo de controversia sobre el género y la autoría de la obra, puso
fin al debate mostrando evidencia incontestable en torno a la existencia de Alonso
Ramírez. Entre otros documentos, Buscaglia presentó en su edición cubana de los
Infortunios el certificado de matrimonio de Alonso con Francisca Xaviera y el
informe del gobernador de Manila dando parte al rey de la captura de la fragata
Nuestra Señora de Aránzazu capitaneada por Ramírez y capturada por piratas
ingleses, entre estos el célebre William Dampier, el martes 4 de marzo de 1687.

35
Además, tras tres expediciones a la costa de Bacalar, Buscaglia ha localizado el
lugar exacto donde naufragó su embarcación y, según informa en su edición
bilingüe de los Infortunios/ Misfortunes, también los restos de la misma.

Las intensas lluvias de 1691 anegaron los campos y amenazaron con inundar la
ciudad, y una plaga, consecuencia de toda esa humedad, consumió los maizales.
Sigüenza mencionó en sus escritos esta plaga conocida como Chiahuiztli, voz
náhuatl para designar la roya del maíz. Como consecuencia de este desastre,
hubo al año siguiente una severa escasez de alimentos que provocó un motín
popular. Las multitudes saquearon los comercios de los españoles europeos,
provocando numerosos incendios en los edificios del gobierno. Sigüenza logró
rescatar del incendio las actas del Ayuntamiento de la ciudad, salvándola de una
gran pérdida. El motín se controló, como es usual, con violencia. Los cálculos de
Sigüenza establecieron en unos diez mil el número de los participantes en el
motín.

Como cosmógrafo real de la Nueva España trazó mapas hidrológicos del Valle de
México. En 1693 fue enviado por el virrey Gaspar de la Cerda y Mendoza, conde
de Galve, como acompañante del almirante Andrés de Pez en un viaje de
exploración al norte del golfo de México y en especial a la península de Florida,
donde trazó mapas de la bahía de Pensacola y de la desembocadura del río
Misisipi.

En sus últimos años dedicó mucho tiempo a coleccionar material para una historia
del México antiguo. Lamentablemente, su muerte interrumpió ese trabajo que no
fue retomado hasta 80 años después, cuando la conciencia criolla, representada
por Francisco Javier Clavijero se había desarrollado lo suficiente para interesarse
en la identidad de su nación.

36
Al morir donó su valiosa biblioteca y sus instrumentos científicos al Colegio
Máximo de San Pedro y San Pablo de la Compañía de Jesús (en cuya capilla fue
enterrado, dado que fue admitido en la orden poco antes de morir). Asimismo,
ordenó que su cuerpo fuera entregado a la medicina, para que se estudiara lo que
le provocó la muerte.

37
Literatura del renacimiento en España.

El renacimiento literario se produjo en medio de una sociedad plagada de tensión,


incertidumbre y posturas contrapuestas desde la religión, el orden y la autoridad.
Sin embargo, la divulgación del conocimiento se incrementaba, lo que permitía
combatir la ignorancia y la tradición popular.
Miguel de Cervantes no podía estar más acertado con esta afirmación. La lectura
es una afición para muchos, aunque también haya otros tantos a los que no les
guste. Sin embargo, la lectura es necesaria para ampliar nuestra astucia,
aumentar nuestro conocimiento, retardar los problemas de salud, estimular la
percepción, fomentar la concentración o acrecentar nuestra empatía, entre otros
múltiples beneficios.

Quizá estés más interesado en leer libros contemporáneos, es decir, de tu época,


más modernos y actuales; sin embargo, para poder entender nuestra lengua y su
evolución, también es preciso analizar y estudiar cómo se ha ido utilizando a lo
largo de los siglos, desde la Edad Media, origen de la lengua romance castellana,
hasta nuestros días.

Por lo tanto, si estás estudiando español como lengua extranjera, si necesitas


ampliar tus conocimientos sobre la literatura española en la época del
Renacimiento, si estás en el instituto y tienes que hacer un trabajo para la
asignatura de Lengua y Literatura castellana, etc.

En España se experimentó durante el Renacimiento el famoso Siglo de Oro, que


se prolongó hasta el siglo XVII, con figuras destacadas como Garcilaso de la
Vega, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús,
despuntando, por supuesto, nuestro Miguel de Cervantes y su eterno Don Quijote.

38
Como ya hemos comentados, los autores renacentistas adoptaron como modelos
a los autores de la antigüedad clásica y a los italianos medievales Dante, Petrarca
y Boccaccio.

Descubre cómo se originó y afianzó el castellano gracias a la literatura de la Edad


Media.

En España, el movimiento fue introducido por los humanistas Erasmo de


Róterdam, Antonio de Nebrija y Juan Luis Vives, quienes estudiaron la cultura
clásica.

La Edad Media fue una época teocentrista donde se veneraba a Dios. Sin
embargo, el Renacimiento supuso un cambio del centro del mundo, ya que pasó a
ser el ser humano y los poetas y autores literarios pasaron a tratar temas como el
amor humano, la naturaleza, las guerras, la política o la filosofía.

En España, encontramos dos precursores de la poesía renacentista: el Marqués


de Santillana y Jorge Manrique.

Características generales de la literatura renacentista en España:

• Referencia de autores de la antigüedad clásica: Platón, Cicerón, Ovidio, Séneca,


etc.

• El ideal de la belleza se identifica con la perfección. Se rinde culto a la belleza.

• Ausencia de expresiones violentas y emociones fuertes: predomina el decoro y la


sencillez.

• Introspección en el mundo interior del ser humano de la mano del


antropocentrismo.

39
• Secularización de la cultura y de las ciencias.

• Importancia de la ascética y de la mística.

• Amor por la lengua vernácula.

• Se afianza la lengua castellana: La Gramática de la lengua castellana de Antonio


Nebrija (1492).

40
Miguel de Cervantes Saavedra.

Se cree que nació el 29 de septiembre de 1547 en Alcalá de Henares y murió el


22 de abril de 1616 en Madrid, pero fue enterrado el 23 de abril y popularmente se
conoce esta fecha como la de su muerte. Es considerado la máxima figura de la
literatura española.

Dramaturgo, poeta y novelista español, autor de la novela El ingenioso hidalgo don


Quijote de la Mancha, considerada como la primera novela moderna de la
literatura universal, Miguel de Cervantes Saavedra tuvo una vida azarosa de la
que poco se sabe con seguridad.

Era el cuarto hijo de los seis que tuvo el matrimonio Rodrigo de Cervantes y
Leonor de Cortinas. El padre era cirujano-barbero, profesión de escasos ingresos
y baja consideración social. Las estrecheces económicas, en las que sin duda se
crió nuestro autor, forzaron a su padre a emprender un vagabundeo por Valladolid,
Córdoba y Sevilla en busca de mejor suerte, nunca conseguida, sin que sepamos
a ciencia cierta si sus hijos lo acompañaron en sus viajes o no. Si lo hicieron,
Cervantes podría haber aprendido sus primeras letras en un colegio de la
Compañía de Jesús de esas localidades. Desde 1566 el cirujano-barbero se
estableció definitivamente con su familia en Madrid, iniciando por esos años el
joven autor su carrera literaria.
Imprenta de Madrid El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, y muy pronto
se observaron los primeros indicios de su éxito: en marzo del año siguiente, se
publicaron en Lisboa dos ediciones piratas y entró en el telar la segunda edición
madrileña. Aunque la fama fue inmediata, los efectos económicos apenas se
hicieron notar. El editor que publicó su obra lo engañó y le robó todo lo que podría
haber ganado con la venta de los libros.

41
En 1606, la familia se mudó nuevamente a Madrid. Miguel de Cervantes, ya
prestigioso novelista y escritor, fue redactando entonces gran parte de su
producción literaria, aprovechando títulos y proyectos viejos. Tras ocho años de
silencio editorial desde la publicación de la novela que lo inmortalizaría, publicó
numerosas obras, una verdadera avalancha literaria: Novelas ejemplares (1613),
Viaje del Parnaso (1614), Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca
representados (1615) y Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la
Mancha (1615 también). La lista se cerraría, póstumamente, con la aparición,
gestionada por su mujer Catalina, de Los trabajos de Persiles y Segismundo,
historia setentrional (1617).

En 1616, gravemente enfermo escribió en el prólogo de la novela de aventuras


Los trabajos de Persiles y Segismundo: “Mi vida se va acabando y al paso de las
efemérides de mis pulsos, que, a más tardar, acabarán su carrera este domingo,
acabaré yo la de mi vida [...]. Adiós gracias; adiós donaires; adiós, regocijados
amigos: que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra
vida”.

El viernes 22 de abril, Miguel de Cervantes da el último suspiro. Al día siguiente,


en los registros de San Sebastián, su parroquia, se consigna que su muerte ha
ocurrido el sábado 23, de acuerdo con la costumbre de la época, que sólo se
quedaba con la fecha del entierro: como se sabe, es esta última la que se conoce
hoy en día, y en que se celebra cada año el Día del Libro. Cervantes fue inhumado
en el convento de las Trinitarias, pero sus restos mortales se perdieron.

42
William Shakespeare.

Fue un dramaturgo, poeta y actor inglés. Conocido en ocasiones como el Bardo de


Avon (o simplemente el Bardo), se le considera el escritor más importante en
lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal.

Según la Enciclopedia Británica, «Shakespeare es generalmente reconocido como


el más grande de los escritores de todos los tiempos, figura única en la historia de
la literatura. La fama de otros poetas, tales como Homero y Dante Alighieri, o de
novelistas tales como León Tolstoy o Charles Dickens, ha trascendido las barreras
nacionales, pero ninguno de ellos ha llegado a alcanzar la reputación de
Shakespeare, cuyas obras hoy se leen y representan con mayor frecuencia y en
más países que nunca. La profecía de uno de sus grandes contemporáneos, Ben
Jonson, se ha cumplido por tanto: “Shakespeare no pertenece a una sola época
sino a la eternidad”.

El crítico estadounidense Harold Bloom sitúa a Shakespeare junto a Dante


Alighieri, en la cúspide de su «canon occidental»: Ningún otro escritor ha tenido
nunca tantos recursos lingüísticos como Shakespeare, tan profusos en Trabajos
de amor perdidos que tenemos la impresión de que, de una vez por todas, se han
alcanzado muchos de los límites del lenguaje. Sin embargo, la mayor originalidad
de Shakespeare reside en la representación de personajes: Bottom es un
melancólico triunfo; Shylock, un problema permanentemente equívoco para todos
nosotros; pero sir John Falstaff es tan original y tan arrollador que, con él,
Shakespeare da un giro de ciento ochenta grados a lo que es crear a un hombre
por medio de palabras.

Jorge Luis Borges escribió sobre él: «Shakespeare es el menos inglés de los
poetas de Inglaterra. Comparado con Robert Frost (de New England), con William
Wordsworth, con Samuel Johnson, con Chaucer y con los desconocidos que
escribieron, o cantaron, las elegías, es casi un extranjero. Inglaterra es la patria

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del understatement, de la reticencia bien educada; la hipérbole, el exceso y el
esplendor son típicos de Shakespeare».

Shakespeare fue poeta y dramaturgo venerado ya en su tiempo, pero su


reputación no alcanzó las altísimas cotas actuales hasta el siglo xix. Los
románticos, particularmente, aclamaron su genio, y los victorianos adoraban a
Shakespeare con una devoción que George Bernard Shaw denominó
«bardolatría».

En el siglo xx, sus obras fueron adaptadas y redescubiertas en multitud de


ocasiones por todo tipo de movimientos artísticos, intelectuales y de arte
dramático. Las comedias y tragedias shakespearianas han sido traducidas a las
principales lenguas, y constantemente son objeto de estudios y se representan en
diversos contextos culturales y políticos de todo el mundo. Por otra parte, muchas
de las citas y aforismos que salpican sus obras han pasado a formar parte del uso
cotidiano, tanto en inglés como en otros idiomas. Y en lo personal, con el paso del
tiempo, se ha especulado mucho sobre su vida, cuestionando su sexualidad, su
filiación religiosa, e incluso la autoría de sus obras.

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Conclusión.

En conclusión, el humanismo reconoce con todo su alcance la dignidad y


trascendencia del ser humano y su capacidad de reflexión. El humanismo no
significa lujo ni refinamiento de intelectuales. Implica cultura, comprensión del
hombre, valoración de lo que es bueno y equitativo, expresa, en suma, el deseo
de superación.

En conclusión, en el Renacimiento está el germen de la explosión comercial que


encontraría su clímax en la Edad Contemporánea. Durante la mayor parte de la
historia, los distintos pueblos habían vivido ignorando la existencia unos de los
otros. En el Renacimiento el mundo conocido se amplió, el intercambio de
mercaderías y la difusión de las ideas se volvieron algo deseable. El mundo
comenzaba a ser uno solo, al menos en el plano de las ideas, y caminaba lento
pero seguro hacia la que sería la segunda revolución del trabajo, luego de la
creación de la agricultura: la Revolución Industrial.
El artista salió del anonimato en que había vivido durante la Edad Media, época en
que firmar una obra era mal visto, dado que el hombre no podía competir con Dios
como creador. Ahora el artista, el escritor, el científico o el filósofo eran autores de
obras y prestaban sus servicios a quien pagara mejor por su talento. El
conocimiento y el arte también se transformaron en una mercadería sometida a las
leyes de la oferta y la demanda.

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Bibliografía.

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