Trabajo Humanismo Astrid
Trabajo Humanismo Astrid
Trabajo Humanismo Astrid
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Definición de humanismo.
Término polisémico utilizado ya desde el siglo XVI en Italia, pero acuñado por el erudito
alemán F. J. Niethammar (1808), para referirse a los que se consagraban a los
studiahumanitatis o tendencia que destacaba las lenguas y autores “clásicos” (latín y
griego), es decir de las artes liberales en sus diversas
Esto indica, que la primera forma histórica del humanismo se refiere a su expresión
Helenística. “Humanismo en su primera y restringida acepción, significó la actitud
consistente en la estimación como perfectas de las letras clásicas y, consiguientemente, el
primer humanismo ha sido, sin duda, el de Roma. Los romanos creyeron encontrar en
Grecia el modelo insuperable de literatura. Pero, ¿sólo literatura? Ciertamente no. Las letras
humanas griegas fueron consideradas como expresión de la humanitas, como expresión de
las virtutes, las artes y la philosophia más dignas de admiración. Humanismo es pues el
cultivo de la humanitas tal como se manifiesta en el Homo humanus por excelencia, el
griego, en contraste con el Homo barbarus. Cultivo de la humanitas porque, en efecto, el
hombre para alcanzar la perfección y la eminencia de tal, necesita ser pulido y afinado,
despojado de su espontánea rudeza (eruditio). Así fue el primer humanismo, el romano. Los
ulteriores –el del Renacimiento y el de los Neoclasicismos– se han limitado a seguirle, sin
otra diferencia que la de poner junto a lo griego lo latino, como arquetipo de humanitas”
(Barth, 1957, p. 11).
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Arquetipo por tanto idealizado (humanismo clásico, normativo) que centra en la cultura
grecorromana, el paradigma irrebasable de lo humano, de la esencia y naturaleza del
hombre. El humanismo, en su forma histórica, se remite en sus fuentes a lo griego, a su
paradigma de hombre, educación y cultura (paideia). “El primer humanismo, el romano, y
todas las especies de humanismo que desde entonces hasta ahora han aparecido, suponen
como sobreentendida “la esencia” general del hombre. El hombre es considerado como
animal rationale... todo humanismo o se funda en una metafísica o se convierte a sí mismo
en el fundamento de un humanismo”.
Este humanismo originario se constituirá al mismo tiempo, en una tradición cultural que
marca de igual modo la dinámica de su historia, de sus ideas y de sus grandes ideales
educativo-culturales tradición ya redescubierta por primera vez por la escolástica entre los
padres griegos y latinos en particular en las obras de San Agustín y Tomás de Aquino. “El
punto de partida de todo humanismo debe ser su concepto de la naturaleza humana. Es
esta una herencia griega que Santo Tomás y el humanismo tienen en común. Y el
acercamiento racional de Santo Tomás a la realidad, aun a la realidad de Dios, que comparte
con el humanismo, es también una herencia de los griegos. La naturaleza humana y la razón
son las columnas de la cultura griega. Ambas llegaron a ser conceptos centrales para Santo
Tomás a través del Aristotelismo. Como consecuencia, nos vemos conducidos a declarar
que existen en Santo Tomás, para decir lo mínimo, un fuerte elemento de humanismo, no
sólo en el sentido de la tradición clásica y del efecto profundo que sobre él ejerció, sino
también en el sentido más específico de que su pensamiento es un pensamiento metódico,
racionalizado, porque se adhiere al concepto clásico de la naturaleza humana, al concepto
del hombre como un ser racional” (Jaeger, 1980 p. 76).
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De este modo, la teología cristiana asumió el ideal humanístico de la antigüedad
superándolo dialécticamente en una perspectiva nueva: “la creación de esa nueva cultura
cristiana culminó en los sistemas de los dos grandes pensadores cristianos, San Agustín y
Santo Tomás. Combinaron las dos manifestaciones más excelentes de un humanismo
teocéntrico en la antigüe- dad clásica, platonismo y aristotelismo, con la fe cristiana.
Cualquiera que fuese la diferencia entre el cristianismo y la filosofía antigua, ambos están
de acuerdo sobre la cuestión que Aristóteles promueve al comienzo de su Metafísica,
cuando pregunta si la idea de un conocimiento como lo de lo sobrehumano no está fuera
del alcance de la naturaleza humana. Algunos de los antiguos poetas griegos piensan así,
dice, y atribuye ese conocimiento a Dios solamente. Pero, con su maestro Platón,
Aristóteles, se niega a ser griego en ese sentido y proclama una idea del hombre que incluye
lo divino y muestra el camino por el que el hombre mortal puede participar de la vida eterna”
(Jaeger, 1980, p. 131).
El ideal humanístico como formación educativo-cultural (paideia) fue revivido de un modo
intenso en el renacimiento, y se expresó como una nueva tendencia cultural, que abarcaba
todas las expresiones, especial- mente, en el ámbito de la aristocracia comercial de Italia.
El humanismo se convirtió entonces, en un amplio y complejo movimiento cultural, que
pretendía rescatar y promulgar la humanitas y la paideia de Grecia y Roma. Este humanismo
paralelo a la tradición escolástica y caballeresca (a los cuales criticaba de forma ácida y
sistemática) revivió y recepcionó en forma exhaustiva y erudita, los textos originales de las
letras y filosofía grecorromana, todo ello debido a la tarea ingente y colectiva de grandes
filólogos y traductores, que de algún modo se fueron distanciando, de la cosmovisión
cristiana y en particular de la escolástica tardía.
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iniciada por Copérnico y Galileo. La palabra humanismo fue derivada de su singular
humanista, que en la época del renacimiento italiano se especializaba en los
studiahumanitatis (gramática, retórica, poesía, historia y ética) estudiado e interpretados a
partir de los autores clásicos griegos y latinos.
Preparado desde largo tiempo antes por las corrientes sucesivas de la cultura medieval e
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intensificado por la difusión y el gusto de las obras griegas y latinas, se caracteriza por un
esfuerzo, a la vez individual y social, unas veces apasionado y otras crítico, susceptible de
revalorizar al hombre y su dignidad, gracias a la penetración directa real y vivificante de la
cultura antigua en la moderna. –Esta descripción quedaría más completa si se añade el
influjo que el pensamiento cristiano medieval siguió ejerciendo, implícita o explícitamente,
en muchas de las mejores manifestaciones del humanismo– (Frayle, 1985, p. 24).
Este movimiento humanístico del renacimiento, tuvo como soportes, el trabajo colectivo de
inmensa cantidad de traductores, el culto por las bibliotecas, la invención revolucionaria de
la imprenta, la ampliación cuantitativa de las universidades, el surgimiento de grandes
mecenas y las múltiples asociaciones humanistas que florecieron en los diversos países. “El
humanismo más que en las universidades, se desarrolló en numerosas asociaciones y
academias, con los nombres más pintorescos, en que se congregaban los aficionados al
arte, a las bellas letras y a la filosofía”.
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Pero además de esta perspectiva histórica el humanismo, Martin Heidegger, ha recordado
en carácter genérico y “metafísico” del mismo, cuando postula de un modo explícito o
implícito, una cierta manera de concebir la naturaleza humana y la esencia del hombre.
“Pero si se entiende por humanismo en general el empeño destinado a que el hombre esté
en libertad de asumir su humanidad, y en ello encuentre su dignidad, entonces según se
entienda la “libertad” y la “naturaleza” del hombre es el humanismo, en cada caso, algo
distinto. Igualmente difieren las vías de su realización. El humanismo de Marx no necesita
una regresión a la antigüedad, ni tampoco el humanismo que entiende Sartre por
existencialismo. En este sentido amplio es también el cristianismo un humanismo, en cuanto
según su doctrina lo que importa es la salvación del alma (salus aeterna) del hombre, y la
historia de la humanidad está en el marco de la historia de la gracia (= salvación). A pesar
de ser estas especies de humanismo tan diferentes en cuanto a su fin y fundamento, en
cuanto a la especie y medios de realización, en cuanto a la forma de su doctrina, todas ellas
coinciden en que la humanidad del homo humanus es determinada en vista a y a una
establecida interpretación de la naturaleza, de la historia, del mundo, del fundamento del
mundo, esto es: del ente en general. Todo humanismo o se funda en una metafísica o se
convierte a sí mismo en el fundamento de una metafísica” (Heidegger, 1990, p. 73).
Perspectiva crítica por la cual Heidegger se distancia del discurso humanista y de la
centralidad antropológica como focos centrales de su propia visión que supone una
superación de la metafísica tradicional.
Sin embargo, este pluralismo de las diversas formas de humanismo se expresará desde la
modernidad en un amplio espectro de filosofías y de movimientos humanistas, que quieren
de alguna forma dar respuesta a los nuevos interrogantes derivados del impacto de la
modernidad, de las ciencias, de la tecnología, de la experiencia dramática de las guerras
mundiales, de las situaciones de pobreza y miseria del Tercer Mundo... que pide no sólo
una nueva reflexión sobre el hombre, sino al mismo tiempo un conjunto de acciones
encaminadas a humanizar el entorno social y natural. Humanismo, por tanto, que quiere
diferenciarse no sólo por su contenido sino por su énfasis particular en el plano de la praxis
y su empeño ético de transformar integralmente la condición humana.
De ahí que podamos tipificar algunas de sus expresiones más conocidas: el humanismo
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filológico (Jaegger W.); el humanismo de influencia científica (Julian Huxley, L. Biaswanger,
Teilhard de Chardin); el humanismo educativo pedagógico (Ugo Spirito, J. Maritain,
P. Freire); el humanismo marxista (A. Schaff, R. Garaudy, H. Marcuse); el hu- manismo
cristiano (D. Bonhoeffer, K. Rhaner, J. Moltmann, J. Metz, Vaticano II) (tipología presentada
por Pieretti, 1994).
Este pluralismo cosmovisivo de las diversas formas de humanismo empero, pueden
simplificarse haciendo alusión a las dos formas paradigmáticas del humanismo en la cultura
occidental: el humanismo antropocéntrico (Protágoras: el hombre es la medida de todas las
cosas) y el humanismo teocéntrico (Platón: Dios es la medida de todas las cosas) según se
piense en un ideal de humanidad que incluya o excluya la presencia de lo divino, la
perspectiva de la trascendencia. En esta perspectiva, el humanismo moderno, en cuanto
pensamiento secularizado se presenta en la mayor parte de sus expresiones como ateísmo
humanista, enfatizando no tanto la negación de Dios, cuanto la realización del hombre como
ser autónomo y libre. “Probablemente podamos expresar mejor la situación espiritual de
nuestro tiempo diciendo que bien en la línea cristiana, bien en la no cristiana, se manifiesta
una creciente tendencia hacia la humanización, y que tanto la iglesia como el mundo no
creyente sufren, cada uno a su manera una influencia profundísima proceden- te de esta
concentración de lo humano como tal. La dignidad de la persona humana, la autonomía de
la razón humana, la libertad como valor inviolable de la persona humana, la igualación de
los derechos fundamentales para todos los hombres, sin discriminaciones de sexo, raza,
nacionalidad, filosofía o situación social, la tolerancia, la democracia, la justicia social Todos
estos conceptos están siendo examinados y enriquecidos con aspectos nuevos de la
filosofía moderna y de las conquistas de las ciencias empíricas del hombre. Estas ciencias,
a su vez, ejercen un profundo influjo sobre la teología, la ética y el pensamiento ético-
ideológico en general. Los dramas humanos del reciente pasado y las amenazas actuales
–la guerra total, los campos de exterminio en masa, los sistemas políticos totalitarios, la
discriminación racial, los lavados de cerebro, las armas nucleares, el hambre y la
superpoblación, la incertidumbre social– todo esto, repetimos, se impone como inspiración
necesaria para una reorientación universal de los valores fundamentales y de los principios
directivos del incierto porvenir de la humanidad” (Girardi y otros, 1985, p. 922).
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Este inventario de problemas es el que replantea hoy y en las últimas décadas, la necesidad
de configurar un nuevo humanismo, una especie de humanismo ético de la supervivencia,
que se oriente no sólo a la perenne declaración sobre la excelsa dignidad de la vida humana,
sino que se con- vierta en una dinámica de humanización que haga del mundo una morada
digna del hombre. Sobre esta base común se contemplan hoy los derechos fundamentales
de la persona, el descubrimiento de las relaciones orgánicas con la naturaleza y la
necesidad histórica de un diálogo permanente entre las diversas concepciones del hombre
y de la historia. Se trata por tanto de posibilitar la construcción de un humanismo universal,
abierto, ecuménico que dialogue y construya desde las diferencias, sobre las posibilidades
de una subsistencia común y que permita, por primera vez, un diálogo integral entre el
Occidente y el Oriente.
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Humanistas.
Dante Alighieri.
Bautizado Durante di Alighiero degli Alighieri (Florencia, c. 29 de mayo de 1265-
Rávena, 14 de septiembre de 1321), fue un poeta y escritor italiano, conocido por
escribir la Divina comedia, una de las obras ornamentales de la transición del
pensamiento medieval al renacentista y una de las cumbres de la literatura
universal.
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Giovanni Boccaccio.
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Francesco Petrarca.
Uno de los padres del humanismo. Petrarca (1304-1374), destacó por su intensa
labor como filósofo, filólogo y, sobre todo, como poeta con su obra Cancionero
(Venecia, 1470). Con esta, nuestro protagonista puso las bases de una nueva
corriente literaria, conocida como petrarquismo, expuso nuevas ideas que se
alejaban de la cultura teológica dominante y defendió una escritura tanto el latín
como en lengua vernácula. Si quieres conocer más sobre Petrarca y el
Humanismo
Toda la obra literaria de Petrarca refleja una gran influencia del estilo de las obras
clásicas. Además, en ellas defiende que el hombre debe ser el centro de atención,
nos plasma el amor idealizado hacia la mujer y nos habla de los valores que
definen al individuo (virtud, justicia, honestidad).
Petrarca es el puente entre la Antigüedad clásica y el Renacimiento en otro
aspecto clave: su obra representa un redescubrimiento y una reelaboración de la
cultura clásica, tanto en los aspectos formales -como el uso del latín o la imitación
de los autores romanos- como en los valores que expresa, para adaptarlos a su
propia época.
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son en el fondo tan distintos de los teólogos, puesto que expresan valores
parecidos como la virtud, la justicia, la honestidad o la búsqueda de una vida justa.
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Definición de Renacimiento.
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Activistas del Renacimiento.
Miguel Ángel.
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Miguel Ángel Buonarroti se encuadra dentro del estilo del Renacimiento Italiano y
forma parte del grupo de artistas renacentistas clásicos del Cinquecento. En todos
los estudios del Renacimiento aparece junto al pintor Rafael Sanzio, el genial y
polifacético Leonardo da Vinci y el arquitecto Bramante.
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Rafael de Urbino.
Nació en Viernes Santo y falleció en esta misma festividad el día que cumplía 37
años. Fue un artista muy productivo, en parte gracias a que dirigió un taller
conformado por numerosos colaboradores, y, a pesar de su muerte prematura,
dejó una extensa obra que en gran parte aún se conserva. La mayor parte de su
trabajo está alojado en los Museos Vaticanos, ya que decoró con frescos las
habitaciones conocidas como las Estancias de Rafael, el principal encargo de su
carrera, que quedó sin terminar a causa de su muerte y fue completado por
ayudantes.
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principal rival, Miguel Ángel, se intensificó hasta los siglos XVIII y XIX, cuando las
cualidades más serenas y armoniosas de Rafael fueron consideradas de nuevo
como un modelo superior.
Su carrera se dividió de manera natural en tres fases y tres estilos, descritos así
por Giorgio Vasari: sus primeros años en Umbría, el periodo posterior de cuatro
años en Florencia (1504-1508), donde absorbió las tradiciones artísticas de la
ciudad, y finalmente su último y triunfal período de doce años en Roma, trabajando
para los papas y su corte.
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Donatello.
Donato di Niccolò di Betto Bardi, conocido como Donatello, (Florencia, Italia, 1386-
ibidem, 13 de diciembre de 1466) fue un artista, pintor y escultor italiano de
principios del Renacimiento, uno de los padres del periodo junto con Leon Battista
Alberti, Filippo Brunelleschi y Masaccio. Donatello se convirtió en una fuerza
innovadora en el campo de la escultura monumental y en el tratamiento de los
relieves, donde logró representar una gran profundidad dentro de un mínimo
plano, denominándose con el nombre de stiacciato, es decir «relieve aplanado o
aplastado».
Una de las primeras obras de Donatello fue una escultura que representa a David,
realizada en mármol en torno al año 1409 y que actualmente se conserva en el
Museo del Bargello. En los años sucesivos realizó numerosas obras en mármol,
terracota, bronce y madera para diversos mecenas y ciudades. Regresó a
Florencia en 1459 con el encargo de modelar unas placas en bronce para la
basílica de San Lorenzo y durante su elaboración falleció en diciembre de 1466.
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Economía en el Renacimiento.
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Comercio de Italia.
Pero cada época pinta sobre un mismo lienzo su particular visión del trabajo y del
mundo, y el Renacimiento se ocuparía de reformular la actividad laboral. Por
primera vez en la historia, el trabajo pasó a ser un medio para enriquecerse. Este
cambio de mentalidad significó una verdadera revolución para los hombres de la
época y, claro está, no ocurrió de un día para el otro, sino que fue parte de una
serie de grandes transformaciones que tuvieron lugar a lo largo de más de cuatro
siglos.
Una nueva clase social, la burguesía, nació entre los comerciantes que ubicaban
sus ferias en el burgo, nombre de la zona que rodeaba el castillo medieval. Con el
crecimiento del comercio, los burgos fueron ampliándose hasta llegar a ser
ciudades independientes del castillo del señor feudal.
Alrededor del 1200, Venecia era una de las ciudades más grandes de Europa, con
una población de cien mil habitantes y una actividad comercial floreciente, basada
en el intercambio de mercaderías con Oriente a través de la ruta del Mediterráneo.
Marco Polo, ciudadano de Venecia, fue acaso el más grande explorador y
comerciante de la época. Junto con su padre y su tío, recorrió la ruta de la Seda,
pasó 14 años en Oriente viviendo toda clase de aventuras, y a su vuelta llevó
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consigo grandes cargamentos de seda y especias. La leyenda incluso le atribuye
la introducción en Europa de la pólvora, la pasta, los helados y la piñata. Si bien
varios de los relatos de Marco Polo están envueltos en un aura de fantasía, es
cierto que sus viajes dieron un impulso al comercio e inspiraron a los futuros
viajeros, que años más tarde ampliarían aún más los límites del mundo conocido.
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Ya no había abismos insondables más allá de los mares conocidos; ya no éramos
el centro del universo, sino una pequeña partícula de polvo en la vastedad del
cosmos. De la mano de la razón y la ciencia, el hombre adquiría una nueva
posición en el mundo. Se sentía forjador de su propio destino y no ya condenado
únicamente a la voluntad todopoderosa de Dios, como se había sentido durante
toda la Edad Media.
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Burguesía en el renacentismo.
24
Mapa geográfico de las rutas del comercio.
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Ruta de la Seda y las especias.
La Ruta de la Seda fue una red de rutas comerciales que se extendió a lo largo de
miles de kilómetros, uniendo China con Asia Central, el Medio Oriente y Europa.
La ruta fue utilizada para el comercio de bienes como la seda, especias,
porcelana, té, metales preciosos, piedras preciosas, entre otros productos.
No solo fue importante para el comercio de bienes, sino que también fue una vía
de intercambio cultural y religioso. El comercio a lo largo de la ruta permitió la
difusión de la cultura, la religión, el arte y la ciencia, lo que resultó en la creación
de nuevas tecnologías, la difusión de nuevas ideas y la aparición de nuevas
formas de vida y de pensamiento.
La Ruta de la Seda es el nombre con que es conocida desde el siglo xix, una
extensa red de rutas comerciales terrestres y marítimas, abiertas por China desde
al menos el siglo i a. C., que interconectaban la mayor parte del continente
asiático, con terminales en las islas del Sudeste Asiático, el Mediterráneo europeo
y la costa oriental africana. Sus diversas rutas comenzaban en la ciudad de
Chang'an (actualmente Xi'an), por entonces capital de China, pasando entre otras
por Karakórum (Mongolia), el Paso de Khunjerab (China/Pakistán), Susa (Persia),
el Valle de Fergana (Tayikistán), Samarcanda (Uzbekistán), Taxila (Pakistán),
Antioquía en Turquía, Alejandría (Egipto), Kazán (Rusia) y Constantinopla
(actualmente Estambul, Turquía), Grecia, Roma y los territorios islámicos en la
península ibérica en el siglo x, así como a Somalia y Etiopía en el África oriental.
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A partir del siglo xv y especialmente a partir del descubrimiento de América y sus
civilizaciones, y su posterior conquista por las monarquías europeas, se abrieron
nuevas rutas a través de los océanos Atlántico y Pacífico, y se introdujeron nuevas
mercaderías -en especial la plata americana- en el sistema comercial mundial, que
se ensamblaron a la Ruta de la Seda, modificando parcialmente sus recorridos. El
auge del Imperio Británico y del comercio de opio, la colonización europea de
África y Asia, y la decadencia de China a partir de las Guerras del Opio, llevaron a
una pérdida de importancia de la ruta y el comercio intra asiático, hasta comienzos
del siglo xxi, cuando el resurgimiento económico del Asia Oriental y especialmente
China, dio lugar a la emergencia de la llamada Nueva Ruta de la Seda.
Durante un tiempo se pensó que el término "Ruta de la Seda" fue creado por el
geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen, quien lo introdujo en el tomo
1 de su obra China. Ergebnisse eigener Reisen und darauf gegründeter Studien
(China. Resultados de mis viajes y estudios basados en ellos), publicado en 1877,
pero un estudio reciente descubrió que el término se podía encontrar en textos
anteriores. Debe su nombre a la mercancía más prestigiosa que circulaba por ella,
la seda, cuya elaboración era un secreto que solo los chinos conocían. Muchos
productos transitaban estas rutas: piedras y metales preciosos (diamantes de
Golconda, rubíes de Birmania, jade de China, perlas del golfo Pérsico), telas de
lana o de lino, ámbar, marfil, laca, especias, porcelana, vidrio, materiales
manufacturados, coral, etc.
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Renacimiento en la Nueva España.
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En lo que se refiere al contexto, el Renacimiento se ligó también a la consolidación
y expansión de la monarquía autoritaria. Así, junto con la Iglesia, los reyes y la
corte, los reyes fueron grandes demandantes de obras de arte. Además, la
expansión territorial de los Austrias supuso la llegada de este estilo artístico a
América, donde se construyeron grandes catedrales en las ciudades más
importantes que se acababan de fundar. De esta manera, el arte renacentista
sirvió también para dar una imagen de poder y de grandeza imperial.
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Renacimiento español, que se situaría a mediados del siglo xvi, entre el Alto y el
Bajo, identificado con la escuela de Valladolid de escultura (Alonso de Berruguete
y Juan de Juni) o con Alonso de Covarrubias. Otros artistas se sitúan a caballo
entre el «Primer Renacimiento» y el «Pleno Renacimiento», como Rodrigo Gil de
Hontañón, Bartolomé Ordóñez o Diego de Siloé. En pintura, además de a Pedro
Berruguete, se considera que los "introductores del alto Renacimiento en España"
son los dos Fernando spagnolo que constan como discípulos de Leonardo da
Vinci (Fernando Yáñez de la Almedina y Fernando de los Llanos), y a los que se
ha llegado a atribuir incluso la réplica de la Gioconda del Museo del Prado.
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Sor Juana Inés de la Cruz.
Sor Juana Inés de la Cruz ocupó, junto con Bernardo de Balbuena, Juan Ruiz de
Alarcón y Carlos de Sigüenza y Góngora, un destacado lugar en la literatura
novohispana. En el campo de la lírica, su trabajo se adscribe a los lineamientos
del barroco español en su etapa tardía. La producción lírica de Sor Juana, que
supone la mitad de su obra, es un crisol donde convergen la cultura de una Nueva
España en apogeo, el culteranismo de Góngora y la obra conceptista de Quevedo
y Calderón.
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La obra dramática de sor Juana va de lo religioso a lo profano. Sus obras más
destacables en este género son Amor es más laberinto, Los empeños de una casa
y una serie de autos sacramentales concebidos para representarse en la corte.
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Francisco Javier Clavijero.
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Autor de las obras Historia antigua de México (1780-1781) e Historia de California
(1789), escritas en castellano aunque editadas en italiano con los respectivos
títulos de Storia antica del Messico y Storia della California, ambas indispensables
estudios de las culturas amerindias del área novohispana, obra póstuma que
también fue editada en italiano en 1789 por su hermano Ignacio Clavijero, también
jesuita.
34
Carlos de Sigüenza y Góngora.
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Además, tras tres expediciones a la costa de Bacalar, Buscaglia ha localizado el
lugar exacto donde naufragó su embarcación y, según informa en su edición
bilingüe de los Infortunios/ Misfortunes, también los restos de la misma.
Las intensas lluvias de 1691 anegaron los campos y amenazaron con inundar la
ciudad, y una plaga, consecuencia de toda esa humedad, consumió los maizales.
Sigüenza mencionó en sus escritos esta plaga conocida como Chiahuiztli, voz
náhuatl para designar la roya del maíz. Como consecuencia de este desastre,
hubo al año siguiente una severa escasez de alimentos que provocó un motín
popular. Las multitudes saquearon los comercios de los españoles europeos,
provocando numerosos incendios en los edificios del gobierno. Sigüenza logró
rescatar del incendio las actas del Ayuntamiento de la ciudad, salvándola de una
gran pérdida. El motín se controló, como es usual, con violencia. Los cálculos de
Sigüenza establecieron en unos diez mil el número de los participantes en el
motín.
Como cosmógrafo real de la Nueva España trazó mapas hidrológicos del Valle de
México. En 1693 fue enviado por el virrey Gaspar de la Cerda y Mendoza, conde
de Galve, como acompañante del almirante Andrés de Pez en un viaje de
exploración al norte del golfo de México y en especial a la península de Florida,
donde trazó mapas de la bahía de Pensacola y de la desembocadura del río
Misisipi.
En sus últimos años dedicó mucho tiempo a coleccionar material para una historia
del México antiguo. Lamentablemente, su muerte interrumpió ese trabajo que no
fue retomado hasta 80 años después, cuando la conciencia criolla, representada
por Francisco Javier Clavijero se había desarrollado lo suficiente para interesarse
en la identidad de su nación.
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Al morir donó su valiosa biblioteca y sus instrumentos científicos al Colegio
Máximo de San Pedro y San Pablo de la Compañía de Jesús (en cuya capilla fue
enterrado, dado que fue admitido en la orden poco antes de morir). Asimismo,
ordenó que su cuerpo fuera entregado a la medicina, para que se estudiara lo que
le provocó la muerte.
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Literatura del renacimiento en España.
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Como ya hemos comentados, los autores renacentistas adoptaron como modelos
a los autores de la antigüedad clásica y a los italianos medievales Dante, Petrarca
y Boccaccio.
La Edad Media fue una época teocentrista donde se veneraba a Dios. Sin
embargo, el Renacimiento supuso un cambio del centro del mundo, ya que pasó a
ser el ser humano y los poetas y autores literarios pasaron a tratar temas como el
amor humano, la naturaleza, las guerras, la política o la filosofía.
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• Secularización de la cultura y de las ciencias.
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Miguel de Cervantes Saavedra.
Era el cuarto hijo de los seis que tuvo el matrimonio Rodrigo de Cervantes y
Leonor de Cortinas. El padre era cirujano-barbero, profesión de escasos ingresos
y baja consideración social. Las estrecheces económicas, en las que sin duda se
crió nuestro autor, forzaron a su padre a emprender un vagabundeo por Valladolid,
Córdoba y Sevilla en busca de mejor suerte, nunca conseguida, sin que sepamos
a ciencia cierta si sus hijos lo acompañaron en sus viajes o no. Si lo hicieron,
Cervantes podría haber aprendido sus primeras letras en un colegio de la
Compañía de Jesús de esas localidades. Desde 1566 el cirujano-barbero se
estableció definitivamente con su familia en Madrid, iniciando por esos años el
joven autor su carrera literaria.
Imprenta de Madrid El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, y muy pronto
se observaron los primeros indicios de su éxito: en marzo del año siguiente, se
publicaron en Lisboa dos ediciones piratas y entró en el telar la segunda edición
madrileña. Aunque la fama fue inmediata, los efectos económicos apenas se
hicieron notar. El editor que publicó su obra lo engañó y le robó todo lo que podría
haber ganado con la venta de los libros.
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En 1606, la familia se mudó nuevamente a Madrid. Miguel de Cervantes, ya
prestigioso novelista y escritor, fue redactando entonces gran parte de su
producción literaria, aprovechando títulos y proyectos viejos. Tras ocho años de
silencio editorial desde la publicación de la novela que lo inmortalizaría, publicó
numerosas obras, una verdadera avalancha literaria: Novelas ejemplares (1613),
Viaje del Parnaso (1614), Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca
representados (1615) y Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la
Mancha (1615 también). La lista se cerraría, póstumamente, con la aparición,
gestionada por su mujer Catalina, de Los trabajos de Persiles y Segismundo,
historia setentrional (1617).
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William Shakespeare.
Jorge Luis Borges escribió sobre él: «Shakespeare es el menos inglés de los
poetas de Inglaterra. Comparado con Robert Frost (de New England), con William
Wordsworth, con Samuel Johnson, con Chaucer y con los desconocidos que
escribieron, o cantaron, las elegías, es casi un extranjero. Inglaterra es la patria
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del understatement, de la reticencia bien educada; la hipérbole, el exceso y el
esplendor son típicos de Shakespeare».
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Conclusión.
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Bibliografía.
https://www.culturagenial.com
https://www.significados.com
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https://www.biografiasyvidas.com
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