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RESUMEN
Dada la alta prevalencia de los trastornos de salud mental en atención primaria y el alto
por ciento de pacientes que escapan de este diagnóstico, se han desarrollado
instrumentos como el Cuestionario de Salud General de Goldberg cuya utilidad
diagnóstica en nuestro medio requiere de evaluación práctica. En la presente
investigación se utilizó dicho cuestionario para determinar la posible prevalencia de
alteraciones de la salud mental en nuestra área, además se conformó un estudio de casos
y controles evaluándose posibles variables de riesgo para ambos grupos con el fin de
conocer si existía en los casos mayor riesgo de alteración de la salud mental. La
prevalencia detectada es comparable con otros estudios y las variables mostraron todas
una relación interesante con la alteración de la salud mental. La hipótesis de nuestro
trabajo quedó demostrada. El Cuestionario de Salud General de Goldberg constituye un
instrumento útil para el médico en atención primaria.
Los trastornos de salud mental muchas veces se inician en edades que interfieren en la
educación y el empleo, dañando por completo un futuro, por lo demás, feliz y
productivo.2 En el peor de los casos, se asocian a problemáticas actuales como el
suicidio, cuyas cifras ascendieron en el año 2000 a un millón alrededor del mundo,
según datos de la OMS.3 Se señala, sin embargo que con frecuencia hasta 50 % de estos
trastornos pasan inadvertidos para el diagnóstico en la atención primaria (APS), y esto
trae consigo un peor pronóstico para el paciente.4
RESULTADOS
Tabla 1. Cantidad de pacientes con y sin alteración de la salud mental según edad
La positividad de los APFP y APPP fue mayor en los diagnosticados por el Goldberg.
Predominó como antecedente familiar el intento suicida OR 8,3 (0,8-84,3), y como
antecedente personal el ingreso en psiquiatría (tabla 2). De igual forma se comportaron
los APPNP, y la mayor asociación de riesgo fue con los pacientes que sufrían
cardiopatía isquémica OR 4,7 (1,24-18,3).
Existieron más trastornos de la salud mental según la relación con un consumo elevado
de alcohol OR 2,3 (0,5-9,7). También significaron variables de riesgo el convivir con
pocos y el vivir solo (tabla 3), la percepción del ambiente familiar como no adecuado
(tabla 4), el tener bajo su cargo un familiar enfermo o discapacitado OR 3,9 (1,3-1,2), y
la pobre participación social (tabla 5).
Tabla 3. Número de pacientes con y sin alteración de la salud mental según con quién
convive
DISCUSIÓN
La salud cada día se hace más integral, y tiene dentro de sus conceptos importantes el de
bienestar biopsicosocial. hoy se hace énfasis en los factores psicológicos y sociales del
proceso salud-enfermedad, dado el papel tan relevante que juega el hombre en
interacción con su medio.6
Las edades más afectadas se enmar-caron en el final de la adultez madura para dar paso
a la etapa de adulto mayor. socioculturalmente persiste aún la idea de que en la tercera
edad el individuo pasa de ser transformador de la realidad a ser transformado por ella,8
lo que pudiera explicar estos resultados. Respecto al sexo, el hecho de que la mujer esté
más afectada pudiera deberse a la connotación del género en el efecto sobre los datos de
morbimortalidad de la conducta de enfermar de las féminas, entendiéndose por esta, la
percepción y preocupación por los síntomas, y la disposición de hablar de ellos al
médico.9
La diferencia encontrada al combinar sexo-edad deja ver que la mujer, en la mayor parte
de su etapa fértil hasta los 45 años goza de buena salud mental, y a partir de la
menopausia donde se sobrecarga además con roles como el de cuidadora, experimenta
mayor deterioro. En cambio, el hombre padece de mayor número de enfermedades en el
período de mayor reproductividad de la mujer, durante el cual, generalmente, tiene que
ser el sostén económico principal de la familia. se afecta más, para recuperarse luego de
la tercera edad, partiendo de la premisa de que “los hombres mueren y las mujeres
enferman”.9 por selección natural deben alcanzar esta edad los varones más sanos
físicamente, lo cual podría reportar bienestar a este grupo.
Los pacientes sin pareja estable, en especial los divorciados, están privados del
importante apoyo socioemocional que brinda una relación de pareja, además se describe
que las personas divorciadas son dadas a establecer relaciones interpersonales más
superficiales,10 e incluso se incluye el divorcio dentro de los factores de riesgo para el
intento suicida.11 esto hace que este grupo sea más vulnerable.
Para comprender los resultados según la ocupación bastaría citar a Fernando Sánchez
Martínez, que describe al trabajo como “la característica fundamental del ser humano,
crea al hombre y a la sociedad, y al mismo tiempo, el hombre en la sociedad lo
desarrolla. No hay hombres sin sociedad como no hay sociedad sin trabajo”.12 Si
rompemos este equilibrio cambiando trabajo por desocupación, el afectado final sería el
propio hombre. En cuanto a la mujer ama de casa, al parecer los estilos de vida y
actitudes inherentes al rol tradicional de la mujer, hablan en estos tiempos a favor de
características nocivas para preservar la salud mental: temor a la valoración negativa,
alto nivel de evitación, ansiedad social, alta dependencia y falta de autorreafirmación.13
Los APFP positivos fueron valorados en este trabajo en padres, hermanos y abuelos,
todos familiares cercanos, con los cuales el paciente debe haber compartido en algún
momento un ambiente nocivo que favoreciera la aparición del trastorno; además, hay
autores que han logrado establcer concordancia de hasta un 30 % en hermanos gemelos
para trastornos por ansiedad, y de un 70 % para trastornos por depresión, asumiéndose
un posible rol genético.14 Al interpretar los APPP positivos presumimos en estos
pacientes una personalidad pre-mórbida, pues la personalidad está conformada por el
temperamento, que es heredado y representa el 40 % de esta, y por el carácter, que
representa el 60 % de la personalidad, y es de naturaleza psicosocial.10 Cuando estos
componentes no se imbrican de forma que favorezcan el crecimiento personal, suceden
estos resultados. La positividad de los APPNP también coincidió con la literatura
revisada, donde hay autores que señalan que la tenencia de mala salud física constituye
un factor de riesgo para dañar la salud mental; otros, viceversa, ejemplifican esta teoría
apuntando que los factores de riesgo tradicionales solo pueden explicar la mitad de la
varianza en la predicción de la incidencia de los trastornos coronarios.15
Al analizar la variable que más riesgo aportó en el estudio, podemos enunciar que los
problemas de salud familiar ejercen su influencia sobre la salud individual,
determinándola a través de las prácticas saludables, o patógenas seguidas por el grupo
familiar. Un modo de vida familiar saludable promueve la salud de los miembros,
mientras que un modo de vida familiar no saludable puede llegar a enfermar a los
integrantes de la familia. Un ambiente familiar con problemas constituye una fuente de
tensión emocional para sus integrantes.11,18
Las personas llamadas cuidadores habituales, aquellas que tienen bajo su cargo un
familiar enfermo o discapacitado, reúnen características que las predisponen a la
psicopatología, lo cual aparece avalado por nuestros resultados. Dentro de estas
características podemos citar la preocupación constante acerca de lo que va a ocurrir; el
desarrollo de un exceso de esfuerzo físico; necesidades de gastos extras para atender al
paciente, empleo de gran cantidad de tiempo por día para atender a esa persona;
restricciones en la vida social; descuido de su estado de salud; poco tiempo libre para
aficiones e intimidad; sensación de soledad sobre todo respecto al paciente que cuidan,
que en ocasiones son ancianos dementes; así como también el enfrentamiento a
problemas complejos y difíciles, y en ocasiones éticos, inherentes a la función de
cuidador (¿me voy o me quedo?, ¿ le ingreso en un asilo o no?).19
Para entender el por qué de los resultados en aquellos pacientes con pobre participación
social, citaremos a Héctor Sierra, quien ha explicado los perjuicios de no pertenecer a
un grupo social, señalando que“el no pertenecer a un grupo implica una pérdida de
identidad. En la medida en que perdemos las identificaciones colectivas, empezamos a
perder identidad, cada vez nos resulta más difícil decir lo que somos. La disolución de
lo colectivo también significa una mayor presión para el individuo, el sujeto empieza a
recibir una serie de presiones de todo tipo y no tiene un grupo en el cual apoyarse. Por
último, permanecer aislado obliga a que cada uno tenga que empezar a darle un sentido
por sí mismo a la vida, lo cual no es nada sencillo. Evidentemente, el hecho de estar
solo implica para la mayoría de los sujetos una mayor fragilidad psíquica, una mayor
indefensión, una mayor vulnerabilidad”.20
Given the high prevalence rate of mental health disorders in primary health care and the
high percentage of patients who are not covered by this diagnosis, instruments such as
Goldberg´s general health questionnaire has been developed, the diagnostic usefulness
of which requires practical evaluation in our context. The present research used the
above-mentioned questionnaire to determine the possible prevalence of mental health
disorders in our area; additionally, a case-control study was performed to evaluate
possible risk variables for both groups to find out if there was higher risk of mental
health disorder in the case group. Detected prevalence was comparable to other studies
and all the variables showed an interesting relation with mental health disorder so, the
hypothesis of our research work was proven. Goldberg´s General Health Questionnaire
constitutes a useful tool in the hands of the primary health care physician.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS