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«No pretendemos que aprenda a razonar ni a construir argumentos

plausibles, sino que deseamos darle las herramientas para resultar
convincente siempre que pueda y que, incluso cuando no llegue
a conseguirlo, al menos logre imponer su criterio.»
22

Daniel Tubau
Este libro ofrece las mejores estrategias para Daniel Tubau es escritor,
triunfar en cualquier contienda intelectual guionista, director de
y convencer a los demás de que usted siempre
sabe de lo que habla y de que sus rivales
televisión y profesor de
literatura, creatividad Cómo triunfar en

Cómo triunfar en cualquier discusión

y guion cinematográfico.
cualquier discusión
210 mm

son unos indocumentados. Se trata de los

Ha escrito cuentos
recursos que todo polemista selecto debe Diccionario para polemistas selectos
de terror, antologías de
conocer para moverse en el peligroso mundo ciencia ficción y ensayos
cultural y no solo salir vivo, sino triunfante. acerca de temas tan
diversos como el arte
Daniel Tubau
Ordenado en forma de diccionario para chino de la estrategia,
facilitar la consulta en casos de apuro, esta los mitos griegos, la
obra se une a otros manuales clásicos de la infidelidad y la historia
argumentación capciosa y la manipulación de las sociedades
intelectual, como los Tópicos de Aristóteles, secretas, entre otros.
En Ariel ha publicado
El príncipe de Maquiavelo o El arte de tener
El arte del engaño
siempre razón de Schopenhauer.
y No tan elemental.

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 Cómo triunfar
en cualquier discusión
Diccionario para polemistas selectos

Daniel Tubau

Co mo triunfar en cualquier discusio n 5as.indd 5 18/3/20 17:45

 Primera edición: mayo de 2020

© 2020, Daniel Tubau García

© 2020, J. Mauricio Restrepo, por las ilustraciones,
el diseño de interior y los mapas conceptuales

Derechos exclusivos de edición en español:

© Editorial Planeta, S. A.
Avda. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona
Editorial Ariel es un sello editorial de Planeta, S. A.
www.ariel.es

ISBN: 978-84-344-3265-9
Depósito legal: B. 7.605-2020

Impreso en España

El papel utilizado para la impresión de este libro está calificado como

papel ecológico y procede de bosques gestionados de manera sostenible.

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 Índice
Al lector15

acuerdo19
ad hominem20
alusiones23
amaneramiento24
anticipación25
antídotos contra el error27
asociación de ideas28

barrer33
botón de muestra34

callar35
ciencia37
citas41
claridad42
comillas44
complejo y sencillo50
conclusión51

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 contexto (fuera de contexto)52
contradicciones52
cuento (sin venir a cuento)53
cuerda (dar cuerda)57

demagogia58
deontología59
día (estar al día)60
dudar62

efectos (y causas)64
ejemplo65
elegidos66
elogio67
enemigos68
equilibrio70
etimología72
exageración74
excepción75
extravagancia76

fondo y forma79

generalizar80
gustos81

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 I

impagable82
implacable83
indocumentado84
inmune85
insobornable86
insulto86
intelectuales91
ironía94

lenguaje de expertos94
ley de (no) reciprocidad102
listo102
literatura103

machismo (y sexismo)104
mass media106
mayúsculas107
mejor108
memorias109
modestia111
monstruo (crear un monstruo)111

neutralizar113
niños113

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 novela (muerte de la novela)114

objetividad115
obsesión115
opinar115

pensar117
peor117
periodismo118
pero118
plural119
profesiones120
prólogo121

quién lo dice122

rasero (y doble rasero)122

reduccionismo123
relativo124

sabido (es sabido)126

seguridad (y convicción)126
sordo127

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 sospechas127
subtítulos128

tesis133
tono134
tonto137
tratamiento139

usted (tratamiento de usted)140

veredicto141

Anexo 1. Breve diccionario de pensamiento político simple145

cultura146
enemigo147
igualdad148
la letra K149
liberal151
libertad152
okupación153
sistema154

Anexo 2. Kit de supervivencia para casos extremos155

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 L o cucione s a d v e r s at i va s

Ocultar sus verdaderas

intenciones.

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 A
ACUERDO Diga que está de acuerdo con lo que dice
su oponente, y a continuación diga exactamente lo
contrario de lo que él haya dicho. De este modo hará
creer a todos que es él quien está de acuerdo con lo que
acaba de decir usted. Su oponente, como es obvio, no
quedará convencido, pero le resultará difícil argumen-
tar sin que parezca que lo hace contra sí mismo.
Imaginemos que su rival ha defendido que los tri-
bunales deben vigilar y fiscalizar la acción política.
Usted puede hacer esto de la siguiente manera:

Sí, estoy completamente de acuerdo con Fulano en que

el poder legislativo tiene que ejercer su control sobre el po-
lítico. Y yo añadiría que debe hacerlo de tal manera que
sus decisiones tengan la máxima legitimidad imaginable,
lo que se conseguirá si el poder político comparte esa tarea
y se implica en ella, nombrando, a través del parlamento, a
los magistrados de los tribunales, para garantizar que sus
decisiones representen el sentir mayoritario de la ciuda-
danía.

Si lee atentamente el párrafo anterior, podrá ob-

servar que a partir de «Y yo añadiría...» lo que se de-
fiende es lo contrario de lo que se ha dicho antes: que
sean los políticos los que controlen al poder judicial, y
no al contrario (como opinaba su oponente).
En definitiva, cuando emplee este método, apli-
que una sencilla norma: conceda la razón a su rival

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 A

y a continuación quítesela con naturalidad, evitando

emplear palabras como «pero», «aunque», «sin em-
bargo», que alertarían a los oyentes de sus verdaderas
intenciones.

Para conocer los interesantes usos de locuciones adversativas

como «pero», «aunque», «sin embargo», «no obstante» o «a pe-
sar de ello», consulte PERO.

AD HOMINEM El argumento ad hominem o «contra

el hombre» se emplea en aquellas situaciones en las
que no sabemos cómo diablos combatir una opinión
contraria y entonces atacamos no la opinión, sino a
quien la expresa.
Usted, por supuesto, debe usar el argumento ad ho-
minem, pero siempre escondido, disimulado bajo una
apariencia inocente. El ataque frontal no suele ser
recomendable y en vez de derribar a su rival, puede
que sea él quien le derribe a usted en el intercambio
de golpes, a no ser que esté usted absolutamente se-
guro de que no pueden acusarle de nada que pueda
avergonzarle públicamente (lo que, seamos sinceros,
nos permitimos poner en duda). Para ilustrar el peli-
gro de un argumento ad hominem que se vuelve contra
quien lo emplea, nos permitimos recordarle el llama-
do argumento de Wilberforce.

ARGUMENTO DE WILBERFORCE
Se trata de un argumento ad hominem en el que alguien alude
a la familia, incluso muy lejana, de su interlocutor. Usted

— 20 —

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 A

debe siempre recordarlo cuando en el calor de una discu-

sión se sienta irresistiblemente impulsado a burlarse de su
oponente con una broma fácil. Lo empleó el obispo Samuel
Wilberforce el 30 de junio de 1860 en un debate que se con-
virtió en legendario.
El debate se celebró a propósito de la nueva y polémica
teoría de la evolución propuesta por Charles Darwin. Tuvo
lugar en Oxford y enfrentó a Thomas Henry Huxley, defen-
sor de Darwin, y al obispo Wilberforce, paladín de la reli-
gión. En un momento dado, tras criticar de diversas mane-
ras la teoría de la evolución, Wilberforce se dirigió a Huxley
y le preguntó con sarcasmo «si era a través de su abuelo o de
su abuela, de quien declaraba descender de un mono».
El público rio a carcajadas y estalló en aplausos. Otro
cualquiera se habría quedado sin palabras, pero Huxley, que
no en vano era apodado «el buldog de Darwin», se levantó y
defendió la teoría de Darwin con ardor e inteligencia; final-
mente dijo que, respondiendo a la pregunta que le había he-
cho el obispo, no se sentiría avergonzado si tuviera un mono
como antepasado, pero sí se sentiría «muy avergonzado de
descender de un hombre que emplea su conocimiento y su
elocuencia para oscurecer la verdad» en una discusión cien-
tífica. La reacción del público y el veredicto final se desplazó
al instante a favor de Huxley y Darwin, pues si antes los asis-
tentes temían sentirse como primates al apoyar a Darwin,
ahora el riesgo era sentirse como primates estúpidos si apo-
yaban a Wilberforce.
La anterior es una demostración de lo peligroso que pue-
de resultar un argumento ad hominem o una burla que confía
en los bajos instintos de la audiencia: una vez despertados,
podrían volverse también contra usted.

Un argumento ad hominem mucho más directo,

que también debe ser evitado, es el del atizador de
Wittgenstein, que pasamos a explicarle.

ATIZADOR DE WITTGENSTEIN
Es un tipo de argumento que no se basa en palabras, sino en
hechos sólidos. Se cuenta que en una ocasión dos filósofos

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 A

discutían en Cambridge: Karl Popper y Ludwig Wittgens-

tein. Popper había sido invitado a los coloquios organizados
por Wittgenstein, en los que se tenía la costumbre de discutir
algún «rompecabezas filosófico», una expresión tras la que
se ocultaba la idea de Wittgenstein de que no existen verda-
deros problemas filosóficos, sino tan solo falsos problemas,
que se pueden resolver analizando el lenguaje, puesto que
lo que sucede es que, simplemente, son proposiciones mal
formuladas.
Popper decidió examinar el enunciado mismo de la in-
vitación y plantearse si existían o no problemas filosóficos.
Tras un acalorado debate, Wittgenstein, mientras blandía
amenazadoramente un atizador de chimenea, exigió a su in-
terlocutor que ofreciera un ejemplo de «problema filosófico
moral». Popper respondió: «No amenazar a los profesores
invitados con un atizador». Wittgenstein, furioso, abandonó
la estancia, por primera vez derrotado de manera pública.
Usted, por supuesto, no debe emplear nunca el atizador
de Wittgenstein, no solo porque se expone a que su rival lo
utilice contra usted, sino porque para nosotros, los intelec-
tuales selectos, es un signo de debilidad recurrir a la amena-
za o a la violencia.*

Existen muchas maneras de emplear el argumento ad homi-

nem con más garantías de éxito que en los ejemplos citados.
En BOTÓN DE MUESTRA hay maneras de refutar una opinión
irrefutable aunque haya sido expresada por el mismísimo Aris-
tóteles. También es útil para atacar a un interlocutor del que no
conoce ningún punto débil consultar la entrada ASOCIACIÓN
DE IDEAS.

* Si le interesa la fascinante discusión entre Popper y Wittgenstein en Cam-

bridge, está de suerte: existe un libro entero dedicado a reconstruir aquella
noche histórica: El atizador de Wittgenstein, una jugada incompleta, de David J.
Edmonds y John A. Eidinow.

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