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Índice

Introducción

1. Un nuevo Felipe de Borbón


2. De periodista a princesa y reina
3. El equipo
4. Nacida para ser reina
5. Años horribles: el trono en peligro
6. El futuro de la monarquía

Bibliografía
Notas
Créditos
Introducción

Cuando, hace ahora diez años, Felipe y Letizia contrajeron matrimonio,


poco imaginaban lo que les deparaba el futuro. Aquel día feliz para ellos
inició un periodo en el que han ocurrido muchas cosas, entre las que destaca
la dicha del nacimiento de dos niñas, Leonor y Sofía, que constituyen el más
importante motivo de alegría para la pareja. Y de esperanza. Pero también
han sobrevenido no pocos sinsabores. Quizá más de los que calcularon.
Uno de los aspectos negativos se resume en la dureza con que algunos
han escrutado el comportamiento y trayectoria de Letizia desde el primer
minuto. En ese sentido, no están siendo años demasiado reconfortantes para
ella. Tras aquel espontáneo comentario suyo: «¡Déjame hablar!», lanzado en
la petición de mano, apenas se le ha perdonado nada, por pequeño que fuera.
Como resulta inevitable, ha cometido errores, pero ninguno de entidad. Al
contrario, el balance de estos diez años de vida como princesa merecería una
nota, como mínimo, de aprobado alto.
Tampoco pudieron imaginar Felipe y Letizia que podía estallar un
escándalo tan impensable y demoledor como la imputación de Iñaki
Urdangarin, acusado de numerosos delitos, y que ha arrastrado a su vez la
imputación de la propia infanta Cristina y su declaración como tal en los
juzgados. Algo que está provocando enormes daños a la institución
monárquica, zarandeada también en las encuestas y criticada en las calles.
Unas protestas que Felipe y Letizia están sufriendo y escuchando en directo.
Ni atisbaron la insólita acumulación de episodios de salud que han
aquejado a don Juan Carlos, hasta el punto de dejarlo prácticamente fuera de
juego durante largas temporadas, en las que Felipe, junto a Letizia, ha tenido
que dar la cara y mantener el tipo.
El lado positivo de esas situaciones es, sin embargo, que el heredero ha
confirmado, con su comportamiento y madurez, la evidencia de que reúne las
condiciones para poder ocupar un día el trono de España sin que eso
produzca incertidumbres ni riesgos. Es ya una convicción que se ha instalado
en el país, manifestada en las encuestas, que le colocan como la persona más
valorada de la familia real, con una aprobación en torno al 70 por ciento.
Este libro es un intento de resumir qué ha ocurrido en la vida de Felipe y
Letizia desde aquel 22 de mayo de 2004, hace diez años, cuando contrajeron
matrimonio en la catedral de La Almudena. Pretende ser, en cierta manera,
una crónica de los años que han vivido, de los cambios que ellos mismos han
sufrido, y de cómo han llegado hasta aquí. Cuál ha sido y es su trabajo para
poder merecer un día el trono y ocuparlo entonces con dignidad y en servicio
de los españoles.
Por eso, pretende igualmente atisbar cuál es el futuro que les espera, que
es tanto como decir que le aguarda a este país. Porque Felipe de Borbón y
Letizia Ortiz se encuentran cada día más cerca de convertirse en los reyes de
España del siglo XXI.
Cuando visité a Felipe de Borbón, en La Zarzuela, con motivo de la
primera biografía que escribí sobre él, un jovencísimo príncipe de veinticinco
años me comentó: «Vas a saber sobre mí más que yo mismo». La verdad es
que de algunas cosas que él no sabía, o no recordaba, sí que se enteró por ese
libro. Ahora, pasados más de veinte años, espero también que no pocos de los
aspectos que aquí se recogen le sirvan. Para el hoy, pero sobre todo para el
mañana.
1

UN NUEVO FELIPE DE BORBÓN

Un nuevo príncipe

Aquel día apareció un «nuevo» Felipe. El Felipe de Borbón que hoy


conocemos. Era el 3 de noviembre de 2003. Pasadas las seis y media de la
tarde, en el jardín de su residencia, levantada a unos centenares de metros del
Palacio de La Zarzuela, compareció de la mano de su prometida, la periodista
Letizia Ortiz Rocasolano, en una informal rueda de prensa durante la cual se
visualizó un príncipe distinto al que hasta ese momento había dejado ver.
Vestido con un traje azul no muy intenso y corbata azul clara con
algunas rayas cruzadas blancas, los informadores apreciaron en la expresión
del príncipe un gesto de alegría como nunca antes había traslucido.
Transmitía una honda impresión de felicidad. Pero sobre todo se dieron
cuenta del especial aplomo, tranquilidad y seguridad que reflejaba.
«Estamos muy enamorados —declaró ante las cámaras—. Nos
presentamos enamorados, comprometidos, convencidos e ilusionados. Es una
decisión madura, fruto del amor profundo que nos tenemos. Letizia reúne
todas las cualidades para asumir las funciones de princesa de Asturias y
futura reina de España. Os digo con convicción que Letizia es la mujer con la
que quiero compartir mi vida».
Aquella primera impresión, la aparición de un Felipe de Borbón distinto,
mucho más hecho, completo como ser humano, maduro, seguro de sí, se fue
confirmando en los días posteriores, y sobre todo se ha consolidado
definitivamente a lo largo de estos años.
Cuatro Felipes de Borbón

«Los príncipes maduran tarde», recordaba años atrás Antonio Fontán,


expresidente del Senado y conocido monárquico.1 Es un lugar común, pero en
el caso de Felipe posiblemente se ha cumplido. Al menos en cuanto a la
aparición visible de su carácter definitivo. Aunque los acontecimientos de su
existencia han tenido también mucho que ver en ello.
A lo largo de la vida del príncipe aparecen externamente «cuatro»
Felipes de Borbón. Siendo niño, mostró una gran vitalidad y desparpajo, con
una actividad incansable, espontaneidad, risa fácil y capacidad de hacer reír a
otros. Se notaba en casa y en el colegio Rosales: una despreocupación
radical, seguramente fruto de la inconsciencia natural y propia de los niños.
En aquellos años se le definía como un trasto. Se sentía seguro y arropado.2
A partir de los doce años, y sobre todo cuando llegó la adolescencia, se
produjo un cambio notable en su carácter y comportamiento. Ocurrió cuando
fue consciente de quién era, de su condición. A partir de que en La Zarzuela
decidieran que las infantas Elena y Cristina, y también el príncipe, tendrían
que ser tratados de Alteza, incluso por sus amigos y compañeros de colegio.3
Empezó a enfrentarse a situaciones nuevas, a ser el centro a pesar de su corta
edad, tuvo que conversar con gente mayor y reaccionar correctamente,
frenarse, guardar las formas, intervenir en público... Poco a poco pasó a ser
un chico algo retraído, tímido, poco hablador, incluso un tanto huidizo
públicamente.
En 1983, cuando tenía quince, años realizó su primer viaje oficial fuera
de España. Marchó a la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, junto con
el entonces presidente Felipe González. En uno de los actos, un grupo de
quinceañeros empezó a gritar: «¡Felipe, Felipe!». El príncipe, un tanto
confuso, preguntó al presidente: «¿Saluda usted o saludo yo?». A lo que
González le respondió: «Alteza, por la edad de las personas que chillan, la
cosa parece que no va dirigida a mí, así que salude sin miedo».4
Se mantuvo así en la etapa de Canadá, el año que estudió en Lakefield
(el curso 1984-1985), y lo mismo durante el paso por las tres academias
militares. En 1987, siendo guardiamarina en el Juan Sebastián de Elcano,
trataba de escabullirse de las recepciones oficiales que le ofrecían en los
puertos donde atracaban. «Él quería quedarse con sus compañeros, en el
barco —rememora Alcina—. “Soy un cadete más”, nos decía, para intentar
evitar actos protocolarios y homenajes».5

Adiós a la timidez

Sin embargo, la terminación de los estudios militares, los cinco años de


Derecho en la Universidad Autónoma y el máster en Georgetown alumbraron
un Felipe ya hecho, maduro y con personalidad, con capacidad de manejarse
y de saber estar, aunque le seguía quedando ese resto de timidez. Es el «tercer
Felipe», que se mantuvo como tal hasta aquel 3 de noviembre de 2003 del
anuncio del compromiso con Letizia.
«Aprendí a mirar, a escuchar y a callarme», comentaría don Juan Carlos
sobre los años finales del franquismo antes de su nominación como heredero,
y Felipe había hecho propio un sabio consejo de su padre: hablar lo justo y
nunca mal de nadie en público. Observar, no confiarse, huir del
protagonismo, esperar sin impaciencia, obedecer, aguantar. Algo que le está
sirviendo también para toda su vida.
José Antonio Alcina, entonces su secretario, describió así al «tercer
Felipe»: «Yo lo veo un hombre maduro, inteligente, reflexivo, cauto. Y muy
tranquilo: se toma las cosas con calma... A mí me pone a veces nervioso por
eso. En ocasiones me manda parar: «Tranquilo —me dice—. Tú siéntate ahí,
no te precipites». Yo soy muy nervioso, y él, tan tranquilo».6 A ese momento
parece corresponder la definición que trazó Pilar Urbano: «Un hombre
reservado, tímido, puede parecer altivo, al que sus hermanas llamaban
Napoleón».7
Por esas fechas también, una revista pidió a Alcina que definiera
humanamente al príncipe. «Es una persona entrañable —respondió—, tiene
muy buen corazón. Por ejemplo, cuando alguien comete un fallo y se excusa,
enseguida quita hierro: “Bah, no pasa nada”, te dice. Quizá es un poco
testarudo, en el sentido de que tiene ideas propias que defiende con firmeza.
Su carácter se inclina un poquito más al de la reina, pero tiene bromas típicas
de su padre, aunque es menos amante del riesgo que el rey. Diría también que
es muy reflexivo, piensa mucho las cosas, jamás se precipita. ¡Ah!, y es muy
perfeccionista. A veces se enfada porque una cosa no le ha salido tan bien
como él hubiera querido. Detesta los privilegios y las distinciones».8
En 2003, Felipe pidió ir al Rally de Asturias que lleva su nombre, e
indagó desde dónde podía seguirlo mejor. Se dirigió a una montaña para
mezclarse entre el público. Al terminar la prueba, quiso tomar unos culines de
sidra en un bar. Una señora de mediana edad se le acercó y, sin cortarse un
pelo, le soltó: «A ver si se casa, que ya peina canas». A lo que Felipe replicó
sobre la marcha: «De algo me tienen que servir».9 Las timideces juveniles
habían desaparecido.
Aquel 3 de noviembre de 2003, cuando compareció al lado de Letizia,
«inauguró» un nuevo Felipe de Borbón, el cuarto y definitivo, que es el que
desde entonces se ha mostrado. Una persona por supuesto tranquila y
reflexiva como siempre, concienzuda y trabajadora, responsable, pero con ese
nuevo componente de la plena confianza en sí mismo, de la capacidad de
moverse con naturalidad y seguridad, y, sobre todo, con una nueva sonrisa.
Sin temores a expresarse con libertad, a improvisar, a hacer una broma.
Dispuesto también a equivocarse, sin que ello suponga una tragedia.
Esa tarde-noche se le vio feliz. Y lo mismo ha ocurrido en las fechas
posteriores: en la boda, en el nacimiento de sus hijas… La ausencia de
envaramientos artificiales, la flexibilidad, el moverse suelto y la capacidad de
reír se han mantenido y consolidado desde entonces. Un cambio que no le
vendrá nada mal de cara al futuro.

Unas declaraciones en Washington

Ese proceso hacia la confianza en sí mismo y el soltarse atravesó uno de los


más fuertes momentos de crisis en 1995, por unas declaraciones suyas en
Washington, prácticamente las primeras que hacía, que merecieron no pocas
críticas por parte de medios de comunicación y analistas. Fue también la
primera vez que Felipe se vio criticado personal y directamente.
Antes, durante un viaje a Oviedo desde Washington para presidir los
Premios Príncipe de Asturias, comentó a los periodistas que había visto el
país «excesivamente crispado», lo que provocó rechazo entre determinados
medios y columnistas porque la crispación tenía que ver con la corrupción en
los gobiernos socialistas.
Después, ese mayo de 1995, cuando estaba a punto de finalizar el máster
en Georgetown, La Zarzuela organizó en Washington un encuentro informal
de Felipe con periodistas, que viajaron expresamente desde España. A lo
largo de la charla, vertió una serie de apreciaciones personales sobre
concretos asuntos de actualidad y políticos. Afirmó que el cargo de rey no
está asegurado para siempre, y que su objetivo inmediato era dar sentido a la
figura del príncipe heredero, que, dijo, no tiene por qué dedicarse
simplemente a esperar su llegada al trono, sino que debe y puede ser un
puesto más, con atribuciones y responsabilidades propias.
Aludió a continuación a los casos de corrupción en España, que habían
estallado entonces con mayor intensidad, diciendo que le preocupaban como
a cualquier español. Pero lo que más escoció fue la frase de que los medios
de comunicación españoles estaban «magnificando» la corrupción, y también
el comentario de que algunos de los problemas que sufría España estaban
causados por «la excesiva permanencia» de un mismo partido (el PSOE) en
el poder.10 No faltó quien escribió entonces que el príncipe tenía una
asignatura pendiente: estar callado.11 Se enfadaron sobre todo articulistas y
tertulianos que habían combatido la corrupción, y que no se privaron de
criticar a Felipe. Es más: apuntaron la sugerencia de que estaba tratando de
«tapar» la responsabilidad política del gobierno, de mayoría socialista,
implicado en esos escándalos de corrupción.
«El problema es que lleva demasiado tiempo fuera de España», comentó
Manuel Martín Ferrand en la COPE.12 Y Consuelo Álvarez de Toledo le
puntualizó que, si tanto admiraba el Watergate, «aquí, España, pequeño país
donde quizá reine un día, será de verdad democrático gracias a los “excesos”
de algunos periodistas sin miedo».13
A pesar del revuelo, en La Zarzuela la reacción fue de cierta
tranquilidad: «Don Felipe tiene que equivocarse, y aprender también de sus
errores». Pero Felipe tomó buena nota de cara al futuro.
Las entrevistas «oficiales» que le han ido haciendo a lo largo de los años
tampoco han merecido una especial buena acogida por parte de los medios,
molestos a la vez porque para esas declaraciones se eligieran medios
públicos. Ocurrió por ejemplo con la que difundió la agencia Efe con ocasión
de su treinta y cinco cumpleaños. El Mundo habló de entrevista «acartonada».
Calificó de «discutible» el que la Casa Real utilizara siempre medios de
comunicación públicos, y criticó que se hubiera difundido a última hora de la
tarde, cuando los periódicos estaban cerrando y por tanto sin posibilidad de
añadir una valoración.
El periódico descalificó también que no se le hubiera formulado ni una
sola pregunta sobre la actualidad nacional e internacional, y que el único
asunto concreto hubiera sido el de su matrimonio. Pero sobre todo denunció
el tono de las contestaciones, inverosímil, sin un ápice de espontaneidad.
«Nadie, ni siquiera el príncipe, puede hablar de la forma en que están
transcritas sus respuestas».14

Así es

Estatura 1,97 metros, casi 90 kilos de peso, calza un 45. Coeficiente


intelectual 127. Documento Nacional de Identidad 015. Datos médicos:
sangre del grupo A+, 64 pulsaciones, tensión: 105 sobre 55, no se le conocen
alergias, vacunado contra el tétanos y la polio, entre otras precauciones. Son
los parámetros básicos de Felipe.
Físicamente, mostraba una inicial tendencia al desgarbo, a caminar con
los hombros caídos, provocada por su altura, pero poco a poco la ha
corregido, también gracias a las muchas horas de instrucción pasadas en las
academias militares, donde más de una vez desfiló como gastador o
portaestandarte. Hoy camina con más soltura, los brazos extendidos a lo largo
del cuerpo, a veces con las manos dobladas estirando los puños de la camisa.
Pelo rizado, más bien corto, domado a base de oficio, oscuro pero ya
con evidentes canas en las sienes, y ahora con entradas que anuncian una
evolución facial al estilo de su padre y de su abuelo. Dicen que los Borbones
envejecen mal, y los últimos eslabones de la cadena parecen confirmarlo. De
niños y jóvenes presentan un muy buen aspecto, pero cuando se hacen
mayores lo pierden, como ocurrió con don Juan de Borbón y está sucediendo
con don Juan Carlos.
Pequeñas pupilas azules, cejas gruesas y pobladas, barba cerrada,
también cada día más blanca. Manos grandes, fuertes, nudosas, velludas, con
dedos finos. Durante una visita a San Sebastián, a la salida del Museo San
Telmo estrechó la mano a muchas de las personas que esperaban fuera. Una
de las últimas fue una joven ciega, quien, tras saludarle, comentó: «No creí
que fuera él, porque tiene una mano muy cálida, pero que no parece la mano
de un príncipe, sino más bien la de un currela».15
En cuanto a la salud, siempre ha sido buena, aunque en los primeros
años un par de episodios médicos tuvieron que ver con la zozobra que existía
en La Zarzuela ante la posibilidad de que sufriera hemofilia, dados los
antecedentes en la familia real, algo que quedó descartado. Felipe muestra en
su rostro dos pequeñas cicatrices visibles: una horizontal en el mentón, por
una caída del monopatín cuando tenía trece años, y otra en el labio superior, a
la derecha, debida a un accidente de esquí a los veintiséis, cuando se cayó en
un descenso y se golpeó la cara con uno de los esquíes.16
Le gusta conducir, y de hecho no es extraño verle al volante del
automóvil en las salidas privadas por Madrid y durante las vacaciones en
Palma de Mallorca. Es hábil en el manejo de todo tipo de vehículos,
incluyendo los aviones: fue uno de los mejores pilotos como alumno de la
Academia del Ejército del Aire. Le encantan los perros. Tiene evidente
facilidad para tratar con los niños. Es, por así decirlo, muy niñero, sabe cómo
tratarlos, se divierte con ellos. Estando soltero y antes del compromiso con
Letizia, le felicitaron por los muchos sobrinos que iba acumulando, hijos de
sus hermanas, y comentó: «Voy a tener que hacerme animador, con tantos
sobrinos».17 Por eso mismo hoy es muy padrazo con sus hijas, y se le nota.
Cuando está serio, ofrece una expresión dura, adusta, distante, que
impone: la mandíbula tensa, los ojos entornados, los labios perfilados en una
línea que los hace casi invisibles. Pero esa imagen hierática se evapora
cuando sonríe: el rostro se vuelve casi infantil y hasta dulce. Aparecen unos
dientes imperfectamente alineados. Sonríe a menudo y eso le salva. Cuando
ríe, lo hace con rotundidad, con fuerza, sin disimulos, incluso arqueando la
espalda y echando la cabeza hacia atrás.
Mira a los ojos y escucha a quien le habla como si no tuviera otra cosa
que hacer. Se humedece mecánicamente los labios con la lengua cuando
interviene en público. Sufre un pequeño problema a la hora de esas
intervenciones: de forma casi inapreciable, se le escapan pequeños gallos, que
no ha logrado corregir con el paso de los años.

Profundamente español

Es católico y practicante, aunque, lógicamente, respeta todas las creencias.


Bautizado en La Zarzuela, a los seis meses de nacer fue presentado a la
Virgen de Atocha, con lo que se renovó una antigua tradición —la
presentación de los herederos— instaurada por Felipe II en 1566, con su hija,
Isabel Clara Eugenia, e interrumpida tras la Segunda República.
A ese respecto, en la familia real se recuerda que, desde los godos, los
reyes españoles han sido siempre católicos. Felipe recibió la confirmación,
hizo la primera comunión, y a lo largo de su vida ha recibido una formación
religiosa intensa y completa. En el colegio y en su casa. Y eso no por simple
uso social, sino por decisión de sus padres. Antes de elegir colegio para sus
hijos, doña Sofía visitó numerosos centros escolares en Madrid, y uno de los
aspectos sobre los que preguntó fue si existía educación católica. Cuando
optó por el colegio Santa María de Rosales se cercioró de ello. «En parte, este
fue uno de los motivos por los que la reina escogió nuestro colegio»,
manifestó el entonces director, Manuel Terán.18
Felipe se siente profundamente español. Ama a su país con fuerza.
«Creo que por España ningún sacrificio es demasiado grande», ha declarado
en alguna ocasión. Y piensa que ha de mantenerse la unidad: «Defender la
unidad de España es un deber permanente de todo español y yo cumpliré
siempre con él».19 Conoce la historia de nuestro país como pocos y se siente
orgulloso de ella. El terrorismo ha sido uno de los asuntos que más le han
preocupado: fue el primer príncipe en manifestarse en la calle contra él. En
fútbol, se inclina por el Atlético de Madrid.
Una descripción de antes, de cuando apenas tenía treinta años y aún no
había conocido a Letizia ni se había casado con ella: tímido, prudente,
preparado, agradable y serio. Otros adjetivos: responsable, cariñoso, sutil,
curioso, reflexivo y reservado. Además de testarudo, entrañable, sentimental,
romántico, tranquilo hasta la pachorra, memoria fotográfica, sentido común,
sólido en sus convicciones, buen contador de chistes, gourmet, adicto a la
amistad, celoso de su intimidad. No habla si no tiene algo que decir.20 Casi
todo lo apuntado vale hoy, salvo que la timidez ha desaparecido y que se
siente muy seguro de sí, de sus capacidades y cualidades.
En aquel momento se le preguntó qué imagen quería dar, y respondió:
«Me gustaría que se transmitiera una imagen sencilla, honesta y directa de
quién soy, de cómo soy, de mi trabajo, de lo que hago en el cumplimiento de
mis funciones... También me gustaría que se transmitiera la imagen de que
me gusta aproximarme a la gente, estar en contacto con las personas, con sus
problemas e ilusiones; que me gusta mucho mi trabajo, y sobre todo los retos
que me plantea el futuro, y la variedad de experiencias que me ofrece».21
Es sensible: lo pasa mal cuando ve imágenes de catástrofes y, cuando ha
visitado uno de esos lugares, ha tenido que hacer de tripas corazón. Escucha,
observa, estudia, pide papeles. Duerme poco. Internet y CNN le acompañan
de madrugada. Toma notas continuamente; luego, las desarrolla. Toca y
retoca los discursos que le escriben: tacha, añade, sube y baja. En sus
intervenciones abunda la palabra solidaridad. Nunca se precipita, elabora
mucho los argumentos. Ante una cuestión complicada, para, templa y manda.
Ante una duda, la Constitución es su salvavidas. Le interesan la ciencia y el
medio ambiente, y por eso en tantas ocasiones se ha reunido con jóvenes
investigadores. Le preocupan los problemas de su generación, de la juventud.
«Una persona que vale la pena», resume Letizia Ortiz.22

Dormilón y malo en los deportes

Ya ahora, superados los cuarenta y seis años, esta es otra descripción sobre su
carácter y modo de ser, en boca de un periodista que ha charlado despacio
con él:
No le gusta la improvisación ni salirse de su carril; es concienzudo y cabezota; preguntón; se fía
más del cerebro que del olfato; apuesta por los valores éticos; cree en la solidaridad (un viejo
colaborador lo describe como «algo así como un socialdemócrata avanzado»); da mil vueltas a las
cosas; es un adicto a tomar notas, «apunto ideas que me pueden servir más tarde, así mantienes la
cabeza en marcha y refrescas los conocimientos cuando las revisas; lo difícil es clasificarlas»; le
gusta discutir y madurar con calma cualquier decisión que le ataña con su escueto equipo; no abre
la boca en vano; no es dado a las sorpresas; tiene la obsesión de hacerlo bien, de ser útil; de unir,
integrar y trabajar por España; de prestigiar a su país; de ser aceptado por todos más allá de las
coyunturas políticas. Cree en la institución monárquica, en su papel en este siglo, en sus
posibilidades de ser un vehículo de concordia y convivencia en la España plural, pero también
sabe que necesita un lifting. Que hay que ponerla al día, hacerla más trasparente, ética y abierta.23

Aunque, como para desmitificar el personaje, apunta también: «Es


dormilón, malo en los deportes, tiene dolores de espalda desde los diecisiete
años, padece del estómago en los precipitados viajes intercontinentales y no
es un prodigio del orden».24
Esa condición de dormilón le ha perseguido desde la infancia. Ya se ha
contado que en Lakefield utilizaron bolsas de hielo para despertarle, y que en
la Academia de Zaragoza se ponía cuatro despertadores para llegar a diana.25
Es algo que Felipe reconoce sin problemas. Lo hizo, por ejemplo, ante un
reducido grupo de periodistas en una recepción a la prensa en el Palacio Real.
«Por la mañana no soy persona —afirmó—. Pido que me organicen las cosas
mejor por la tarde y por la noche. Trabajo mejor por la noche: me quedo
hasta las dos de la madrugada, no hay llamadas telefónicas…».26
Después de una reunión de tres horas con él, off the record por supuesto,
no falta quien destaca «un sentido del humor británico y una rapidez de
reflejos para captar cualquier ironía, cualquier doble lenguaje, cualquier
juego de palabras reflejo quizás de esa admiración que siente por Woody
Allen».27
En lo culinario, prefiere las comidas sencillas, las de cuchara, con
especial predilección por las fabes asturianas, y en sus cumpleaños en La
Zarzuela no faltan buenos bocadillos. No frecuenta los grandes restaurantes,
prefiere establecimientos más normales, como El Rey de los Tallarines, el
económico japonés Musashi, el chino El Buda Feliz, el turco Ebla y la
hamburguesería Alfredo’s Barbacoa, donde ha celebrado varios cumpleaños
y a la que acude con Letizia.
Amigo del gin-tonic como bebida más habitual, últimamente ha entrado
en la moda de cambiar, en el acompañamiento, el limón por el pepino. Se
mantiene en buena forma, hace deporte todos los días. Sus aficiones de
siempre han sido la vela, que ahora atiende menos, y el esquí, que practica
con más frecuencia, también en Baqueira Beret y Sierra Nevada, no pocas
veces con Letizia y las dos infantas, y otras solo con sus amigos, como hizo a
mediados de enero de 2014 en el Pirineo aragonés.
Al igual que su madre, la reina, es un consumado bailarín. En el año
2003, durante una visita a Rusia, quiso saludar a Rafael Amargo, que actuaba
en un teatro. Después de los primeros momentos de obligado protocolo, el
granadino y su troupe se arrancaron con palmas y algún taconeo que otro.
Felipe los acompañó, y lo hizo con bastante soltura.28
Lo escenificó también en la fiesta por la boda del heredero de Jordania,
en el Palacio Real de Aqaba, donde como número final actuaba un grupo de
salsa medio cubano y medio libanés. Según los presentes, Felipe demostró un
conocimiento «espectacular» de esos bailes latinoamericanos. «Baila
espectacular la salsa y la samba también la bailó muy bien», comentó Nohra,
la esposa del presidente colombiano Andrés Pastrana. «Es un marchoso»,
apuntaban otros. Y no faltaron quienes se confesaron «alucinados con el
ritmo que imprimió a sus caderas».29
Sobre su presunta militancia atlética, es decir que en lo futbolístico es
hincha del Atlético de Madrid, ha explicado: «Eso es algo que dijeron de mí
cuando era pequeño y ahora no voy a decir lo contrario». Lo cierto es que el
fútbol no le gusta demasiado.30 En cambio, en muchos momentos ha seguido
con interés la NBA. Se ha interesado por el ciclismo cuando había españoles
en el podio, y también por el tenis: es amigo de Rafa Nadal.
Gran aficionado al cine, los viernes mira la cartelera de Madrid para
decidir a qué películas piensa asistir junto con Letizia. Siempre que es
posible, en versión original. Suelen llegar a la sala en el último minuto,
incluso con las luces apagadas, para no provocar expectación, y
frecuentemente entran armados con un enorme bote de palomitas y con
bebida.
El príncipe prudente

A punto de cumplirse treinta años de la restauración de la monarquía, y a


pocas semanas del nacimiento del siguiente heredero de la corona (entonces
no se conocía que iba a ser una mujer), en septiembre de 2005 El País analizó
los aspectos claves de la personalidad de Felipe a partir de la opinión de un
grupo de destacados españoles. Y lo presentó con este título: «El príncipe
prudente».
El resumen era que el futuro rey es «un hombre ordenado, detallista,
meticuloso, reflexivo y prudente… Quienes mantienen contactos frecuentes
con el príncipe sostienen que antes de cautivar con gestos prefiere convencer
con argumentos».31 Estas fueron algunas opiniones de personas que le han
conocido:
Manuel Marín, entonces presidente del Congreso y que, como
vicepresidente de la Comisión Europea, le acompañó durante la estancia de
formación en Bruselas:

Don Felipe demuestra que ha trabajado mucho intelectualmente y que ha recibido una educación
de gran disciplina personal. Por Bruselas han pasado otros miembros de casas reales… y puedo
decir que don Felipe está al mejor nivel… Está perfectamente preparado para ser jefe de Estado
[…]. Su vocación de adaptarse a la sociedad quedó demostrada con la elección de quien ahora es
su mujer.

Rodrigo Rato, en ese momento director general del FMI:

Muestra un gran interés por los temas que se le presentan, aunque sean complicados asuntos
comerciales. Enseguida se nota que se ha leído los papeles que le han pasado. Al verlo trabajar
con empresarios o con miembros de gobiernos extranjeros, he ido viendo cómo ha ido
madurando. Ha adquirido mucha experiencia, se le nota que ha ido ganando seguridad en sí
mismo.

Enrique Iglesias, secretario general de las cumbres iberoamericanas:

Es una persona que sabe oír, sabe preguntar y tiene una gran discreción sobre sus propias
opiniones; una persona muy equilibrada, con mucho sentido común, muy cerebral al expresar sus
opiniones y con mucho respeto a la opinión de los demás.
Miguel Roca, padre de la Constitución:

Tengo confianza en el príncipe por varias razones: ha recibido la formación correcta, ha sabido
mantener un área de privacidad con dignidad y, desde mi punto de vista, además con su boda
demostró un gran coraje personal.

En enero de 2008, otro reportaje en el mismo periódico recogió


igualmente los pareceres sobre Felipe en boca de destacados dirigentes. Allí
podían leerse testimonios como los siguientes:
José María Fidalgo, secretario general de Comisiones Obreras:

Yo ya tengo muchas tablas para darme cuenta de si alguien que se dirige a mí lo hace habiéndose
preparado una chuleta. Habré tenido una media docena de contactos con don Felipe, algunos de
ellos de carácter privado, y estoy convencido de que su discurso no es precocinado. Lo que sí
puedo decir es que es un hombre de su tiempo muy concienciado sobre los problemas de los
jóvenes de su generación, que es distinta de la mía. Es un hombre comprometido con lo que hace,
que está imbuido de su papel, que se lo cree porque ha sido educado para ello. En otros aspectos
es un hombre que me parece cálido, que no establece fronteras para comunicarse con él,
agradable y positivo. Me cae muy bien.

Cándido Méndez, secretario general de UGT:

Tenía de él una imagen superficial que he rellenado. Es un hombre ávido por conocer, muy
puesto al día, sobre todo en temas de globalización. No es un marciano. Es sencillo y directo,
mejora al natural. En algunas ocasiones ha sido muy amable conmigo y me ha hecho sentir
cómodo. Tengo que reconocer que los sindicatos hemos tenido un reconocimiento, tanto por parte
del príncipe como de su padre, que echamos en falta en otras instituciones.

Fernando Savater:

Le gusta que le hablen claro. Yo he hablado con él del País Vasco, que es uno de los temas que
más me preocupan, y he visto que tenía una idea muy formada y que tenía ganas de saber de
primera mano lo que allí pasa. No se hace el sabio. Yo, que no soy monárquico, reconozco que no
tendría inconveniente en votarle. Cumple bien su papel. Se nota que es una persona muy
preparada, atenta, que tiene la cabeza donde debe tenerla, curioso e interesado.

Elvira Lindo:
Como muchos españoles, me había hecho una imagen de él que ha cambiado completamente.
Desde la primera vez que le conocí descubrí rasgos en su forma de ser muy cautivadores, muy a
la vista. Es una persona sosegada, ecuánime, que conoce muy bien el país donde vive y que tiene
una dulzura en el trato que recuerda mucho a su madre. Está muy educado en la idea de prestar un
servicio y que no lo tiene todo regalado. Me parece una persona con templanza para vivir en un
país como España, para encajar lo que se diga de él.

Graciano García, presidente de la Fundación Príncipe de Asturias:

Es un hombre bondadoso, y, utilizando palabras de Unamuno, puedo decir que me parece un


hombre de buena memoria y mejor olvido.

Alberto Ruiz Gallardón, en ese momento alcalde de Madrid:

No sé de nadie que no se haya impresionado por su cordialidad, curiosidad, solidez y carácter


afectuoso. Tiene un buen fondo humano y profesional, pero con personalidad propia. Sus
intereses personales coinciden con muchos ciudadanos de su generación. La sostenibilidad
ambiental, el voluntariado, la cooperación en todas sus variantes le preocupan.32

A golpe de anécdota

Algunos relatos menores y hasta anecdóticos aportan, no obstante, más


elementos para conocer la personalidad de Felipe.
El jugador de fútbol Fernando Hierro contó que un día paseaba con su
mujer por el Madrid antiguo, enfrente del Palacio Real, cuando se le
acercaron dos personas, «parecían policías de paisano [eran dos escoltas] y
me pararon. ¡Parecía que hubiera hecho algo malo! Entonces me dijeron:
“Perdone don Fernando, su alteza el príncipe está dentro de esa cafetería y le
gustaría saludarle”».33
Antonio Basagoiti, hasta hace poco presidente del PP del País Vasco, ha
narrado que, en la final de la Copa del Rey de 2012, disputada en el Vicente
Calderón, entre el Athletic de Bilbao y el Barcelona, él acudió al partido con
su hija mediana, Begoña, «que tiene nueve años, y en cada gol que nos metía
el Barcelona la pobre se echaba a llorar a moco tendido. Él, aunque no
estábamos en el palco pero sí cerca, vio cómo lloraba mi hija». A los dos
días, el príncipe viajó a Bilbao a un acto oficial «y me pidió que fuese a
buscar a mi hija y la llevara hasta allí porque quería consolarla y darle un
beso». Fue con ella su madre. «El príncipe simplemente le dio un beso y le
dijo que solo se trataba de un deporte: “No te preocupes, no te lleves esos
disgustos”. La pobre niña no lloró pero le entró mucha vergüenza y se cogió a
sus piernas».34
Su carácter bromista se puso de manifiesto, una vez más, cuando en
2000 viajó a París para asistir a la final de la Champions League entre el Real
Madrid y el Valencia. Una vez en la capital francesa, poco antes de la hora
del partido se dirigió con cara y voz seria a uno de sus colaboradores,
madridista acérrimo, y le sugirió que durante el encuentro fuera a comprar
una caja de unos puros especiales para regalar al presidente Jacques Chirac,
con el que iba a sentarse en el palco. Desencajado por la fatalidad, el
ayudante asintió. La broma se alargó casi todo el trayecto hacia el estadio,
hasta que Felipe no pudo más y soltó una carcajada.35
Alguna vez ha optado por hacerse presente en acontecimientos a los que
no es costumbre que acuda nadie de la Casa Real. A mediados de los años
noventa, Cándido presentaba su libro de memorias, y llamó a La Zarzuela
diciendo que le haría ilusión que asistiera el príncipe. Felipe asumió el
principio general, vigente entonces, de que nadie de la familia ni de la Casa
Real asistía a presentaciones de libros, con el argumento de que, si abrían esa
puerta no darían abasto en solicitudes. Sin embargo, buscó una solución: estar
en la copa tras la conferencia. Iba a una cena en la embajada de Estados
Unidos, y antes pasó por el lugar de la presentación, tomó una copa con
Cándido y asistentes durante veinte minutos, y luego se marchó.
Miguel Ángel Cortés, que fue secretario de Estado de Cooperación
Iberoamericana con el PP, relata que viajó mucho con Felipe y, en concreto,
recordaba los momentos de tensión vividos en 2002, en la toma de posesión
de Álvaro Uribe como presidente de Colombia, durante la cual hubo 22
muertos. «Teníamos que atravesar la plaza para ir al palacio. La seguridad
nos recomendaba marcharnos. Pero el príncipe preguntó: “¿Los actos se han
suspendido?”. Cuando supo que no, dijo: “Entonces, nos quedamos”. La
seguridad insistió en su recomendación. Yo tercié: “Es que los príncipes no
tienen miedo”. Él sonrió».36
«Lo más importante del príncipe es que es persona que tiene principios».
Es el comentario final de un alto cargo de La Zarzuela, que le conoce y le
trata a diario. Se le nota en sus reacciones, en su comportamiento, en sus
decisiones: es una persona recta y con criterio firme. «Y además, tiene fuerza,
mantiene el tipo. Tiene aguante. Pasa algo, le cuentan un problema, una
contrariedad, y al poco tiempo está firme, dando la cara».
La conclusión final de esa persona se resume así: «De esa familia, el
mejor de todos es el príncipe».

De estilismo y elegancia

En numerosas ocasiones Felipe se ha visto nominado entre los personajes


elegantes, a nivel nacional y también internacional.
Muy pronto, People le incluyó entre las cincuentas personas, hombres y
mujeres, más guapas. Fue con veinticinco años, en 1993, y apareció junto con
personajes como Tom Cruise, Mel Gibson, John John Kennedy, Liam Neeson
y Jean-Claude Van Damme. Entre las féminas, Cindy Crawford, Demi
Moore, Michelle Pfeiffer y Uma Thurman. Ese mismo año, fue elegido el
español más elegante en la tradicional encuesta de ¡Hola!, elaborada a partir
de la opinión de un centenar de expertos de la moda,37 un título que ha ido
repitiendo los siguientes años, uno tras otro.
En abril de 2005, la revista Squire, referente en Estados Unidos del
estilo masculino, le colocó entre los veinte personajes con mejor porte del
mundo, incluso asemejándolo a James Bond. Un hombre, decía, moderno y
con físico de galán de Hollywood, discreto pero con personalidad.38 Y en
2010, el Club de Sastre le designó el hombre más elegante de España.
Su gusto por la sastrería tradicional y la discreción en el vestir han hecho
que se le defina como «un clásico atemporal».39 Dicen los expertos que, dada
su complexión, podría permitirse ser más moderno. Sus camisas, cien por
cien algodón, las confecciona desde hace años la Camisería Burgos, pero
también Mirto. Se decanta por camisas de vestir lisas, blancas o en tonos
claros, y cuando opta por las rayas son en colores discretos. Puños siempre
dobles, con gemelos. Prefiere el cuello italiano y en las corbatas el nudo
Windsor, que su padre le enseñó a hacer siendo muy joven. En las ocasiones
informales elige colores más vivos, cuadros y rayas, y cuellos abotonados. El
azul es su color favorito en camisas y corbatas.
Asume que la camisa de manga corta no es una opción y la sustituye por
polos en contextos deportivos. Según Roberto Verino «va vestido como lo
haría un joven diplomático de su generación». Jaime Gallo le confecciona los
trajes, generalmente en la gama de los grises y los azules, o tejidos con rayas
muy discretas. Chaquetas de hilera sencilla de dos o tres botones. Pantalón
sin pinzas y con vuelta en el bajo. Los uniformes militares los confecciona el
considerado mejor sastre militar de España, Cecilio Serna, que se los ha
hecho desde que Felipe ingresó en la Academia General.
Corbatas poco llamativas, de seda, tipo Hermés. Cuenta con una amplia
colección de relojes de alta gama, así como con una nutrida y heterogénea
muestra de gafas de sol. En los zapatos, acude a zapateros a medida, como los
ingleses John Lobb y Edward Green. En momentos menos formales recurre a
los mocasines, y durante su último verano en Mallorca utilizó profusamente
las menorquinas. De él ha dicho la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada: «El
príncipe Felipe me parece el tío más sexy del mundo».40

El Manual del príncipe

Sobre su profesión de príncipe, Felipe ha reconocido: «Es un oficio difícil de


definir, de explicar; un oficio que solo tiene un objetivo: servir a los
españoles. Un oficio de familia».41 Un cometido, sin embargo, para el que se
ha ido preparando durante años.
Al regresar a Madrid tras terminar el máster en Georgetown y por tanto
concluir la etapa de formación intelectual, el equipo de La Zarzuela, entonces
encabezado por Fernando Almansa como jefe de la Casa Real, y con Rafael
Spottorno como secretario general, se planteó el reto de dar contenido al
trabajo del Felipe, una vez que habían concluido definitivamente las clases,
seminarios, jornadas de estudios y exámenes. Se trataba de llenar su jornada
con el objetivo de irle preparando para su misión, de forma que no diera la
impresión de ser un príncipe a la espera y sin cometido concreto alguno.
Existía en la Casa temor al síndrome príncipe de Gales, en alusión a Carlos
de Inglaterra: se trataba de evitar que fue un heredero sin nada que hacer.
Los altos cargos citados, junto con el secretario del príncipe, Jaime
Alfonsín, y la entonces directora de comunicación de la Casa, Asunción
Valdés, empezaron a trabajar en lo que de entrada llamaron Manual del
príncipe, todo ello con la guía del rey y la colaboración del propio Felipe. 42
Dada su condición de abogado del Estado, Alfonsín, que había llegado a La
Zarzuela en diciembre de 1995, tenía mucho que aportar a la hora de definir
el trabajo del futuro rey de España.
Sobre el contenido del Manual, Asunción Valdés cuenta que insistía en
que, en el ámbito nacional, Felipe debía profundizar su conocimiento de
España. Por eso se programaron viajes a las comunidades autónomas, donde,
además de actos y recepciones, podía mantener encuentros con todos los
sectores de la sociedad. Igualmente, comenzaron visitas a las instituciones del
Estado (Congreso, Senado, tribunales) y del Gobierno. Durante dos meses
permaneció también en las instituciones europeas (Comisión, Parlamento,
Tribunal de Justicia, Defensa Atlántica y Europea…).
Además, se esbozaron unas áreas de especial sensibilidad para Felipe,
que por tanto debían merecer una mayor atención: relaciones internacionales
y promoción de los intereses económicos de España, medio ambiente,
juventud, voluntariado, compatible con la continuidad de su carrera militar en
los tres ejércitos, y participación activa en la Fundación Príncipe de Asturias
como presidente de honor.43
Ese ha sido el guión que se ha ido aplicando desde entonces, dirigido a
dotar de contenido el día a día de Felipe y a otorgarle un perfil cuasi
profesional como heredero. Y la empresa está conseguida.

Un iberoamericano más

Siguiendo el Manual diseñado por La Zarzuela, Felipe empezó a representar


a España en las tomas de posesión de presidentes iberoamericanos, encabezó
misiones empresariales a distintos países, y se implicó en asuntos de
cooperación, hasta el punto de ser designado en el año 2000 Eminent Person
para el Voluntariado, por el entonces secretario general de Naciones Unidas,
Kofi Annan.
Antonio Fontán destacó la «estatura internacional» que se había querido
dar a Felipe y también la experiencia adquirida gracias a ello: «Ha sido un
propósito de su padre, el rey. El príncipe ha hecho, siendo príncipe, funciones
que su padre tuvo que hacer ya de rey. Ha hablado con políticos, ha estado
por el mundo entero. Como lo ven joven, algunos, como los presidentes
norteamericanos, incluso quieren darle lecciones. Y él puede escuchar
mucho. Además, como no es el rey, se le puede hablar de otra manera».44
Fue en enero de 1996 cuando Felipe realizó el primer viaje a
Iberoamérica como representante de España en la toma de posesión de un
presidente, algo que después ha repetido medio centenar de veces. Gracias a
ello, tiene su particular forma de concebir ese continente, convertido para él
en una segunda casa. Según un colaborador suyo, «don Felipe dice que el
Atlántico no es un mar, sino un río, y pese al largo viaje, para él supone
simplemente cambiar de orilla. Siente Iberoamérica como algo muy
cercano».45 Es tanta la familiaridad, que en Argentina le apodan cancherito,
expresión que se aplica en ese país a las personas de trato fácil y
campechano. «Allí me encuentro como en casa», ha confesado Felipe en más
de una ocasión.46

Mediador internacional

En Georgetown, donde consiguió summa cum laude en su máster sobre


Servicio Exterior, se especializó en tres ámbitos diplomáticos muy
relacionados con los intereses de España: Latinoamérica, norte de África y
Oriente Próximo, tres zonas que hoy conoce muy bien. Además, posee
información privilegiada por su relación con las monarquías de esas regiones,
y sobre todo por los contactos que ha mantenido con los mandatarios
latinoamericanos debido a la asistencia a las tomas de posesión de todos
ellos. De manera que hoy dispone de una agenda de contactos y teléfonos
como pocas personas pueden contar en el mundo. Y siempre que puede se
apunta a los almuerzos de los reyes con personalidades mundiales que visitan
España.
Precisamente gracias a sus viajes y a esa agenda, Felipe ha
protagonizado alguna actuación internacional que sin embargo apenas es
conocida. En tales terrenos, la discreción sigue siendo decisiva. Ha realizado,
en más de una y más de dos ocasiones, «tareas de mediación entre líderes y
países que piden que sea el príncipe quien intervenga para propiciar una
relación o desbloquear un conflicto».47 En enero de 2000, cuando estuvo a
punto de estallar una guerra entre Honduras y Nicaragua por un problema de
aguas territoriales, los mandatarios de ambos países aceptaron un primer
encuentro con la condición de que estuviera presente Felipe, como así
ocurrió.48
Hemos dicho, citando a Roberto Verino, que viste como un joven
diplomático. Pero no solamente viste como esos profesionales, sino que por
preparación y currículo puede equiparársele con un diplomático de alto nivel.
Y además con un gran cartel en el mundo internacional. «Los extranjeros
están encantados con él, no solo los iberoamericanos», apunta una persona de
La Zarzuela.
Felipe ha comentado, sobre su trabajo y el de la familia real: «Somos
una especie de servicio público, donde tienes que estar a cualquier hora de
cualquier día del año al servicio de tu país. Y ahí caben muchas cosas. Toda
mi vida ha estado dirigida a esto».49

Algunos problemas

En el año 2005, La Zarzuela apuntaba que las peores amenazas entonces para
la imagen de Felipe eran la frivolidad y la frialdad. Sobre esto último,
destacaban que la timidez que entonces mostraba podía confundirse con
frialdad. «El príncipe no es frío en su relación con los demás, al contrario,
tiene atractivo personal, una sonrisa agradable y un buen lenguaje corporal».
Y anotaban, como así ha ocurrido, que la boda con Letizia resolvería ambos
problemas, frivolidad y frialdad. Sobre lo segundo, porque «todos somos más
simpáticos cuando somos felices».50
En cuanto a la frivolidad, relacionada con el pasado de Felipe, y más en
concreto con sus muchas reales o pretendidas novias, se opinó entonces que
la presencia de Letizia iba a ser una solución. También porque «Letizia lo
sacó del pijerío».51
Un problema distinto e imprevisto, de otro tipo, surgió unos años antes,
cuando, siendo todavía soltero, una empresa suiza utilizó la figura de Felipe y
su atractivo físico para vender artículos eróticos, concretamente un vibrador.
El folleto llevaba esta leyenda: «Este es un hombre que hace palpitar a las
mujeres, que sueñan con apoyarse en su hombro».52 Sin embargo, La
Zarzuela decidió no tomar medidas y el asunto pasó.
Y, en esa línea de las primeras críticas, cuando todavía se encontraba en
las academias militares, el entonces diputado del PNV Iñaki Anasagasti
comentó: «Es increíble que en un Estado moderno el príncipe heredero, en
vez de estudiar las lenguas cooficiales, se dedique a aprender a pilotar
aviones de caza».53

Cómo trabaja

A pesar de residir en el pabellón construido dentro del recinto de La Zarzuela,


donde además tiene un despacho, Felipe sigue trabajando diariamente en el
suyo de siempre en el palacio, en la planta baja, justo debajo del que ocupa su
padre en el primer piso. Al lado, el de Jaime Alfonsín y el reducido equipo de
su secretaría.
Muy luminoso, el despacho tiene unos 100 metros cuadrados.
Comprende una zona de trabajo, con una amplia mesa, otra para visitas, con
un tresillo, y una tercera, de reuniones. Tapizado en verde manzana y con dos
gruesas alfombras orientales, muestra en las paredes cuadros del XVIII que
representan el palacio de Aranjuez, el puerto de Barcelona y la bahía de
Palma, con cielos azules claros. Hay una bandera española, un retrato de don
Juan y un óleo del rey obra de Antonio Angulo.
En la estantería que lo preside, libros de aviación, de astronomía, obras
de consulta, barcos de plata y una fotografía de los reyes. También recuerdos
de las comunidades autónomas visitadas, desde un Sant Jordi a la asturiana
Cruz de la Victoria. En la mesita auxiliar, el ordenador, una impresora láser,
el fax y un teléfono con varias líneas. Por paredes y mesas auxiliares, una
fotografía con sus compañeros de la Autónoma, otra en la Casa Blanca
dedicada por Bush, de Hiro-Hito, de Isaac Rabin con Hussein… además de
un heliógrafo, una ranita de porcelana regalada por una buena amiga y, entre
otros muchos recuerdos, una pala obsequio de un indígena de la isla de
Pascua.
Antes de bajar al despacho, Felipe suele ir con la lección aprendida: ha
leído los periódicos nacionales y extranjeros, ha escuchado las noticias de la
radio y ha navegado en Internet, donde es un usuario avezado. Según
confiesa él mismo, por la mañana escucha las tertulias de radio, sigue luego
los informativos, y por la noche prefiere la música; le gusta zapear.54 Dedica
mucho tiempo a los periódicos. Recibe regularmente prensa internacional y
también revistas sectoriales, sobre todo de política exterior, que es su
especialidad. Está suscrito a publicaciones como The Economist y National
Geographic. Le llegan cada mañana dos resúmenes de prensa: el que elabora
la Oficina del Portavoz del Gobierno y el que prepara el departamento de
comunicación de La Zarzuela.
A lo largo de la semana, celebra reuniones con su equipo directo, que le
mantiene al día de las cuestiones más candentes, y también con el equipo de
la Casa del Rey al completo, además de los cada vez más frecuentes
despachos a solas con su padre para hablar de asuntos de Estado. Poco a
poco, la opinión de Felipe ha ido contando más. Su padre le escucha, le
pregunta sobre los grandes temas, está en las decisiones trascendentes. Como
detalle, el príncipe se encontraba presente, detrás de los focos y las cámaras,
cuando don Juan Carlos grabó los últimos mensajes de Navidad.
Y, por supuesto, viaja. Jaime Alfonsín relata que preparar esos
desplazamientos lleva varios meses, con un tráfico continuo de dosieres e
informes entre los ministerios (o las autonomías) implicados y La Zarzuela.
Los viajes largos los afronta armado con un montón de libros, que le sirven
para ocupar el tiempo en las horas de avión o de espera.55 Los que realiza a
una ciudad de España, a una comunidad autónoma, son todo lo contrario de
una vista de cortesía y compromiso, porque se propone empaparse de la
realidad de esos sitios, de sus problemas y desafíos. Y demanda encontrarse
con la gente de cada lugar, sin miedos.
Francisco Granados, que fue vicepresidente de la Comunidad de Madrid,
relata:

Preparamos juntos cuatro visitas a la comunidad. Quiso que no todas las ciudades elegidas fueran
ayuntamiento del PP, así que nos decidimos por las cuatro grandes poblaciones de la región:
Alcalá, Alcorcón, Fuenlabrada y Leganés, dos del PP y dos del PSOE. Desde el principio dejó
claro que quería tener contacto con la gente. Que no quería un viaje de esos de reunión en el pleno
y audiencias, sino que quería ver el tejido social de cada sitio y que invitáramos a todos los
representantes políticos y sociales. Siempre pedía que, tras los almuerzos, se sirviera café para
poder mezclarse con todo el mundo, y que tras las recepciones hubiera tiempo para charlar con la
gente. En esas visitas hubo grupos que acudieron a los actos con banderas republicanas. Él, en
lugar de esconderse o evitarlos, hizo todo lo contrario. Los saludó.56

Pregunta mucho, desea enterarse de verdad de las cosas, y no solo dar la


apariencia de que se interesa. Cuando le entregan un discurso, cuando preside
una audiencia, pregunta a qué vienen, qué desean, «¿y esto por qué?», y «¿yo
desde cuándo soy presidente de honor de esto?». Quiere informarse de todo,
aunque sea una cosa pequeña. En las salidas al extranjero, trata de conocer la
situación política del país, cuáles son nuestras relaciones económicas y
consulares... No es el viaje «bonito» que puede luego verse en la televisión,
sino que se lo trabaja para saber dónde está, qué debe hacer.
Con ocasión de su cuarenta cumpleaños, la Casa del Rey distribuyó un
resumen estadístico del trabajo oficial de Felipe cada año: anualmente
participa en 377 actos oficiales (más de uno al día, como media), realiza 14
viajes al extranjero representando a España y recibe a 1.117 personas (tres
diarias) en audiencias.

Los discursos

Desde muy pronto, Felipe tomó el hábito de meter pluma a los discursos que
tenía que pronunciar, a partir de los folios que previamente le habían
preparado. Para ello, empezó a viajar llevando consigo el ordenador personal,
del que se sirve para introducir esas modificaciones. Más adelante, ya no
dudó en improvisar sobre la marcha, fuera del texto previo, aportando
comentarios añadidos e incluso hablando cuando no estaba previsto que lo
hiciera. Por así decirlo, no está atado irremediablemente a la lectura de un
papel.
Hasta el último minuto realiza anotaciones sobre las cuartillas antes de
cualquier intervención pública. Salvo excepciones, sus discursos acostumbran
a ser breves, «quizá porque las palabras de un heredero de la corona no deban
llamar la atención de los titulares de prensa ni puedan estar por encima de la
palabra del rey».57
Reconoce que los discursos que pronuncia en las fundaciones que
preside (Príncipe de Asturias, Príncipe de Gerona, Príncipe de Viana) «son
los más míos, en ellos siempre meto algún mensaje personal a los españoles,
sobre todo a los jóvenes».58
En los últimos años, desde que es un hombre casado, Felipe se toma la
libertad de asumir prestados los versos de algún poeta para introducirlos en
sus piezas. El 26 de octubre de 2008, en la entrega de los Premios Príncipe de
Asturias, utilizó estos versos de José Hierro: «Mas de qué sirven nuestras
vidas / si no enriquecen otras vidas». Graciano García, presidente de la
Fundación Príncipe de Asturias, confirma que Felipe «es un gran lector, y lee
mucho y bien poesía. Es uno de los líderes del mundo que más cita a los
poetas en sus discursos. Son citas que elige y siente». Otros versos prestados,
en una ocasión posterior, fueron: «Con la constancia terca del mar contra la
orilla».59
Por diversos motivos, sus intervenciones más recientes han impactado
especialmente, como ocurrió en septiembre de 2013 con el discurso de
Buenos Aires ante el COI, después en el brindis en el Palacio Real con
ocasión de la fiesta nacional,60 y más tarde en la entrega de los Premios
Príncipe de Asturias de ese año.
Se suele decir que los discursos del rey los hace el Gobierno, y que los
del príncipe los hace el rey, pero no es del todo cierto. Durante la
intervención del 12 de octubre, en la recepción que presidió en el Palacio
Real en lugar de su padre,61 utilizó la expresión «lo que nos une» en lugar de
«unidad de España», y no habló de la cuestión catalana, frente a
declaraciones de don Juan Carlos mucho más rotundas en esta materia. Es
que, como se ha escrito, el rey «ejerce una autoridad consolidada con los
años, pero el príncipe tiene que ganársela. El primero puede regañar, el
segundo debe seducir».62

«De no ser lo que soy, sería periodista»

«De no ser lo que soy, sería periodista». Esta inesperada confesión de Felipe
se produjo, sin que nadie le preguntara sobre ello, durante una visita a El País
en 2002, que duró más de cuatro horas.63 Asistió a una reunión de redacción
con los responsables de las secciones, en la que se analizaron los temas del
día, y se fotografió con toda la plantilla. En la redacción preguntó sin
ambages todo tipo de asuntos que desconocía sobre el funcionamiento del
periódico, desde detalles concretos, ¿a qué hora cerráis?, ¿por qué unos
periodistas lleváis corbata y otros no?; hasta cuestiones de fondo, ¿de qué
forma está afectando Internet a la prensa escrita?, ¿qué momento atraviesa la
profesión en España? Al final, almorzó con el equipo de dirección, donde
contestó a todo lo que se le preguntaba.
Durante esa visita, Felipe contó que llegó a plantearse muy seriamente la
posibilidad de escribir análisis políticos en la prensa. Fue durante su etapa
universitaria, y a instancias de uno de sus profesores, el catedrático Antonio
Remiro Brotons. Le seducía tanto la idea de escribir sobre el mundo árabe o
Iberoamérica, que planeó hacerlo bajo un seudónimo, aunque al final lo
descartó.
Lo cierto es que en muchas ocasiones ha mostrado públicamente aprecio
por los medios de comunicación y por el papel que les corresponde en los
nuevos sistemas democráticos. Más de una vez ha afirmado que «son
indispensables en nuestro tiempo, por la trascendencia social de los valores
que defienden y las funciones que realizan»,64 y ha destacado su papel en la
articulación de la sociedad.
Cuando inauguró la sede de Telemadrid, en la Ciudad de la Imagen,
afirmó: «Los medios de comunicación, en sus espacios culturales, de
divulgación y entretenimiento, nos proponen las pautas de una cultura que se
superpone a la que proporcionan las instituciones educativas y el entorno
familiar, de ahí su enorme trascendencia». Instó a la prensa a «encaminar
hacia metas atractivas» a la sociedad, de la que aseguró son «testigos,
intérpretes y formadores».65
Ha elogiado el trabajo de los periodistas en diversas ocasiones. «El
periodismo es una profesión hermosa y abnegada. De su exigencia, como de
la gratitud que le debemos tenemos pruebas suficientes a través de los
acontecimientos. La historia de España, como la historia del mundo, no
podría escribirse con la misma fidelidad sin la presencia directa de los
observadores periodísticos y la difusión constante de “lo que pasa” en los
medios de comunicación», afirmó en 1996, cuando presidió la entrega de los
premios de la Asociación de la Prensa de Madrid, que ese año celebraba su
centenario. Correspondieron a Tico Medina (premio Rodríguez Santamaría),
al equipo de TVE que realizó el programa La transición (el Víctor de la
Serna) y a Cándido (el premio Javier Bueno).66
Ese mismo año, inauguró la sede de Onda Cero en la calle Pintor
Rosales. Felipe, oyente de radio desde muy joven, calificó de hecho evidente
el auge de la radio en España, hasta el punto de que se ha convertido «en un
fenómeno no solo relevante sino apasionante de nuestra realidad de cada día
[…]. La radio nos ayuda a percibir los elementos de juicio, las experiencias y
los contrastes con los que podemos articular nuestra comprensión del
presente y preparar una respuesta constructiva a sus requerimientos,
suscitando el debate y en último término el acuerdo, en torno a objetivos y
propósitos que hacen más auténtica nuestra vida personal y nuestra
conciencia social».67
Una de las constantes en las actividades y discursos de Felipe es, en
efecto, la atención a los medios informativos, que valora como elementos
clave en la realidad del país. El 21 de noviembre de 2012 presidió junto con
Letizia la entrega del XXIX Premio Francisco Cerecedo de Periodismo al
intelectual y expolítico canadiense Michael Ignatieff. Sobre las
«incertidumbres» ante el futuro de los medios de comunicación, subrayó que
los periodistas serán «aún más imprescindibles» en el futuro, siempre que
realicen su trabajo con «limpieza y honradez» y cultiven «los mayores
niveles de calidad, rigor y autoexigencia». «Los periodistas serán aún más
imprescindibles si cumplen su tarea convirtiéndola en una garantía del debate
público», afirmó, y recordó las «fórmulas para salir de la crisis» que había
escuchado la semana anterior en un encuentro con jóvenes emprendedores
españoles: «Recuperar la cultura del esfuerzo y el sacrificio, asumir riesgos,
perder el miedo a aprender, y levantarse después de caer».68

Teniente coronel Borbón

El príncipe no ha descuidado, todo lo contrario, su vinculación con las


fuerzas armadas, iniciada siendo muy joven, cuando, con nueve años, ingresó
como soldado honorario en el Regimiento Inmemorial del Rey número 1,69 y
confirmada con el paso por las academias militares. Figura en el escalafón de
los tres ejércitos, en los que ha ido ascendiendo poco a poco, grado a grado,
al mismo tiempo que lo van haciendo sus compañeros de las promociones de
Tierra, Armada y Aire. Ahora tiene el grado de teniente coronel.
En la decisión de ascender paso a paso ha tenido mucho que ver la
opinión del propio Felipe: desde el principio consideró extraño y poco
natural, además de innecesario, un ascenso al generalato saltándose para ello
a todos sus compañeros.
Aunque no siempre se manejó esa opción. Al contrario. A finales de los
años noventa, cuando el Gobierno abordó la elaboración de la ley 17/1999 de
Régimen de Personal de las Fuerzas Armadas, se recogió en una disposición
adicional que el Gobierno regularía mediante real decreto la carrera militar
del príncipe, quedando facultado para adaptar la ley «a las singularidades que
estime oportuno» teniendo en cuenta su condición de heredero. En aquel
momento se llegó a anunciar que sería ascendido directamente a general.70
El posterior real decreto 1461/1999, que regula la carrera militar del
príncipe, otorga al Consejo de Ministros la facultad de ascender al heredero
«a cualquier empleo superior» teniendo en cuenta «las exigencias que su alta
representación demanda y las circunstancias que concurren en su persona
como heredero a la corona de España».
Volvió a hablarse de un ascenso al generalato nada más anunciarse el
compromiso con Letizia Ortiz. Se afirmó entonces, citando fuentes oficiales,
que el Gobierno iba a consultar con la Casa del Rey el ascenso antes de la
boda, de modo que pudiera ir vestido con uniforme de general.71 El objetivo
era evitar que contrajera matrimonio con una uniformidad y rango muy
inferior al de muchos de los invitados.
Tal propuesta iba a ser realizada por el ministro de Defensa, Federico
Trillo-Figueroa, para su aprobación por el Consejo de Ministros, pero fue el
propio Felipe quien descartó un ascenso que además podría provocar
polémica dentro y fuera del ejército. «Ese nombramiento no tendrá lugar, no
es planteable ni deseable», aseguraron entonces fuentes de la Casa del Rey.72
Así que tampoco esta vez hubo ascenso y el príncipe no lució uniforme de
general en la boda.
Por cierto que la promoción de Felipe en el Ejército del Aire, la 41, se
vio envuelta en un escándalo cuando varios de sus integrantes plantearon una
denuncia penal contra la cúpula de ese ejército por prevaricación. La
iniciativa, dirigida contra quince generales, sostenía que habían ordenado con
nepotismo el escalafón y por tanto condicionado los ascensos. El suceso no
afectaba a Felipe, por cuanto él ocupa el número uno de la promoción.73

La barba

Con veinticinco años, en 1993, a poco de llegar a Estados Unidos para el


máster en Georgetown, Felipe se dejó la barba, pero fue una cuestión de días
y sin que trascendiera más allá del grupo de amigos y compañeros en la
universidad.
Dos años después, en agosto de 1995, aprovechando las vacaciones de
verano, se dejó de nuevo una vistosa y poblada barba, que sorprendió a
quienes lo veían así por vez primera. Entre los asombrados se encontraba
Borja Cardelús, director de la serie La España salvaje, que se estaba entonces
rodando para Televisión Española con la participación del príncipe como
presentador e introductor de cada capítulo. Sorpresa y susto, porque ya estaba
grabado algún capítulo… sin barba, y no parecía adecuado que apareciera en
unos con y en otros sin. El equipo le planteó que se la afeitara, y así lo hizo.
No sin gastarles una broma, porque, cuando estaba afeitándose se dejó una
momentánea perilla, diciendo: «He pensado que estoy mejor así». Se echó a
reír al ver el desconcierto que causaba, y rectificó: «Es broma, es broma».74
El uso de la barba ha tenido altibajos. En diciembre de 1998 acudió
barbado al concierto que se celebró en Madrid, en el Palacio de los Deportes,
a beneficio de los damnificados por el huracán Mitch en Nicaragua. Al
terminar, saludó informalmente a Alejandro Sanz, uno de sus cantantes
favoritos de siempre y también buen amigo. Felipe le agradeció su
colaboración, lo mismo que a Ella Baila Sola, Malú, Ketama y Jarabe de
Palo, que fueron los demás artistas que actuaron. La barba hacía a Felipe
mucho más maduro, frente a un aspecto muy juvenil sin ella: le ponía unos
cuantos años encima.
En otras ocasiones después se le volvió a ver barbado. Por ejemplo en
septiembre de 2012, a la vuelta del verano. Pero ya entonces se apreciaban,
con toda claridad, las zonas canas, lo mismo que se notaba en las patillas. La
barba, en efecto, hace a Felipe aparecer bastante mayor de lo que es. Por eso,
algunos analistas consideran que recurre a esa barba semicana también para
ofrecer una imagen más «seria», más «confiable», frente a quienes pudieran
pensar que sigue siendo demasiado joven para ocupar el trono.
Quizá por eso se le ha visto mucho con ella los dos últimos años, los de
las bajas médicas de su padre, cuando ha tenido que dar la cara y afrontar
responsabilidades, algunas de ellas novedosas, como ocurrió en la fiesta
nacional de 2013.75 Aunque en enero de 2014 volvió a quitársela, al parecer
con cierto disgusto de Letizia, «que prefiere un pirata barbudo a un príncipe
barbilampiño».76

El preparao

¿Es Felipe el príncipe mejor preparado, tal como ha afirmado en numerosas


ocasiones su padre? Olvidándose de reyes como Fernando de Aragón, Carlos
I de España, Felipe II, etc., y ateniéndonos a los criterios actuales, por
supuesto que sí lo es, si se equipara con los últimos príncipes que ha tenido
nuestro país.
Pero no está tan claro si lo comparamos con el resto de sus colegas
europeos. Aunque no se trata de plantear una competición, lo cierto es que
esos príncipes han realizado también estudios universitarios, han cursado
másteres, han viajado por todo el mundo, tienen formación militar...
Para lo que Felipe está suficientemente preparado es para ser rey. En eso
coinciden todos los que le han conocido más de cerca: intelectuales, hombres
de empresa, sindicalistas, políticos, militares, periodistas… Porque, a la
intensa y exigente educación recibida, a su especialización en asuntos
internacionales, Felipe añade un perfil más, de enorme valor: el conocimiento
exacto de lo que ha costado instalar la monarquía en España, de lo que se ha
sufrido en su familia hasta alcanzar el trono y para mantenerlo.
Acumula además otros puntos que le resultarán altamente útiles en el
futuro. Uno, por supuesto, la experiencia práctica que ha ido ya adquiriendo
en estos años, singularmente en la última etapa, en la que ha debido asumir
un imprevisto protagonismo debido a los achaques médicos de don Juan
Carlos.
Y, sobre todo, ha visto a su padre trabajar de rey, afrontando coyunturas
tan complicadas como llevar a buen término la transición política en España o
reconducir un intento de golpe de Estado.
De todas formas, la insistencia en repetir que está preparado ha
provocado que desde los sectores críticos y los ámbitos republicanos, y
singularmente en las redes sociales, se le llame, con evidentes intenciones
sarcásticas, el preparao.

Qué piensa

A lo largo de los años, Felipe ha ido expresando lo que piensa sobre


numerosas cuestiones. Ha dejado ver que tiene un criterio propio y constante.
He aquí algunas opiniones del heredero:
España: «Creo que por España ningún sacrificio es demasiado
grande».77
Unidad: «Defender la unidad de España es un deber permanente de todo
español y yo cumpliré siempre con él».
Autonomías: «Creo que el Estado de las Autonomías que establece la
Constitución puede contribuir activamente a hacer efectiva la solidaridad
interregional y a reforzar la unidad nacional».
Misión: «Cada uno tiene en esta vida una misión, un cometido. A mí
Dios me ha marcado este camino y a él debo entregarme con ilusión y
perseverancia».
Deber: «Lo más importante para ser rey es tener sentido del deber y de
la responsabilidad».
Lealtad al rey: «Como hijo y como heredero de la corona, mi lealtad al
rey significa obediencia y sacrificio».
Heredero: «Mi lealtad en estos momentos consiste en asumir con
seriedad el papel que me corresponde como heredero de la corona,
preparándome lo mejor posible para el futuro, aunque ello suponga en
ocasiones grandes sacrificios».
Libertad: «Es un derecho al que todo el mundo tiene que aspirar».
Democracia: «Democracia es el gobierno del pueblo, con el pueblo y
para el pueblo; pero yo, la idea de democracia la asocio con la de libertad:
que cada uno pueda sentirse libre en todo momento y que pueda expresar sus
opiniones sin que se lo impida nadie».
Paro: «Me preocupa, como a toda persona consciente de la actualidad
económica, política y social. El paro, además, no es un mal que se agote en sí
mismo; engendra a su vez otros problemas, como la delincuencia, el hambre,
el malvivir, la desilusión. Y otros quizás más graves. Estoy pensando en el
paro de la juventud. Es necesario buscar y encontrar fórmulas imaginativas y
audaces para resolverlo cuanto antes. No podemos acostumbrarnos. Sé que es
difícil. Pero no imposible».
Juventud: «La juventud española es estupenda. Seria, trabajadora y
responsable, en su inmensa mayoría. Y más sincera y menos hipócrita que en
generaciones anteriores».
Solidaridad: «Solidaridad significa reconocer que una sociedad más
justa es tarea de todos».
Terrorismo: «Es una auténtica lacra internacional de estos tiempos que
hay que desterrar a toda costa. Es antinatural, es antihumano y es cobarde. Es
una mala espina que hay que extirpar».
Fatalismo o libertad: «Creo en la libertad, creo que el hombre es libre y,
por tanto, responsable del uso que haga de su libertad. Ahí entran también los
límites: el sentido común, la moderación, el respeto... Un hombre tiene que
poder expresar sus ideas y hacer su vida libremente, pero sin molestar, ni
perjudicar, ni herir a los demás. Pienso que es el hombre, y no las estrellas, el
que traza su propia trayectoria y la recorre con la ayuda de otros hombres y,
por supuesto, con la ayuda de Dios».
Muerte: «No temo a la muerte, sino a la forma de morir».

La entrevista más larga

El 30 de enero de 1998, con ocasión de su treinta cumpleaños, Televisión


Española emitió una entrevista a Felipe, la más larga concedida, realizada por
Pedro Erquicia. En la línea de desgranar en parte el pensamiento del príncipe,
en ese programa dijo, entre otras cosas: Ser persona: «Me considero como
cualquier otro, con mis defectos, mis cualidades, mis preocupaciones, mis
frustraciones, mis alegrías, todo. Para ser rey, antes hay que ser persona. Un
rey debe ser persona, porque tiene que estar cercano a la gente, tiene que
saber percibir los sentimientos, saber percibir las preocupaciones, es decir, no
perder la condición de persona».
Qué busca en las personas: «Yo en las personas busco la generosidad,
busco la sencillez, la lealtad y una altura de miras; la dignidad, la tolerancia...
Puedo hacer una lista enorme de cualidades y virtudes que uno desearía
encontrar a su alrededor; quizá podríamos resumirlas en tres: en el amor, en
todas sus manifestaciones; en la capacidad de trabajo y la responsabilidad, la
inteligencia; y quizá añadiría también el valor».
Los demás: «Yo, por principio, intentaría evitar todo aquello que, por lo
que diga o por lo que haga, pueda representar un daño para otras personas,
más allá de la mera molestia circunstancial; todo lo que pueda causar un daño
grave personal, profesional... procuro evitarlo».
Sacar los pies del tiesto: «Desde el punto de vista de mi posición y de
mi trabajo creo que lo que siempre intentaría hacer es evitar, como se dice
vulgarmente, sacar los pies del tiesto; y también perder la condición de
persona, es decir, alejarme de las personas, de la gente, perder el contacto
humano, en definitiva aislarme un poco».
Serio: «Hay personas que dicen que soy serio. Yo pienso que tengo
sentido del humor y que normalmente intento dar una nota de cordialidad y
de humor a las situaciones; tanto de trabajo, como entre amigos, como en
familia. Intento subsanar los errores con algún chiste o alguna salida que
elimine tensión».
Errores: «Yo los cometo. Yo creo que todo el mundo los comete, y hay
que intentar salir airoso con cierta agilidad, con cierta diplomacia, pero
siempre desde la honestidad y desde la humildad: no hay que utilizar trucos
raros ni disimular que nos hemos equivocado, no; hay que asumirlo y
aprender de los errores; y, si se ha cometido algún error grave, pedir perdón y
subsanar la falta».
Familia: «La familia ha supuesto para mí una fuente de apoyo
incondicional, de cariño. Hay que tener en cuenta que es el primer cauce de
socialización, de formación del individuo y de su personalidad. En mi familia
siempre hemos gozado de muy buena relación entre hermanos, entre padres,
abuelos... y todo eso ha formado un ambiente que quizá yo desearía para
cualquiera».
Padres: «Con frecuencia se ha dicho en la familia que soy un poco,
incluso físicamente, síntesis de los dos. Yo no sé si esto es cierto, y no sé si
sería incluso capaz de sacar lo bueno de los dos; quizá sería lo ideal».
El rey: «En el rey yo tengo un padre, tengo un jefe, un amigo y también
un consejero, porque esa relación diversa, de amistad, de trabajo es muy
enriquecedora. Y también él ha fomentado que yo sea un poco un asesor
suyo, aparte de hijo, y por ello digo que él es un ejemplo para mí en vida».
Admiración. «Como hijo, puedo decir que siento un especial orgullo,
¿por qué no decirlo? Y como español también le admiro mucho, por la labor
que ha hecho en servicio a España y sigue haciendo. Creo que es un ejemplo,
y yo lo tomo como tal. Un ejemplo a seguir en el ejercicio de las funciones
constitucionales que nuestra Carta Magna prevé para la Jefatura del Estado».
Trabajo juntos: «Hablo con él frecuentemente. Y en esas conversaciones
naturalmente que hay un contenido de evaluación u opinión sobre
acontecimientos presentes o incluso sobre el pasado. Yo creo que es una
experiencia muy interesante, muy enriquecedora, para mí por lo menos; el rey
siempre la ha fomentado. Es una forma de enriquecerme con su experiencia,
con su opinión, con su forma de ver las cosas, que quizá en alguna ocasión
difiere de la mía. Yo también le puedo aportar una visión distinta, un punto
de vista más joven, quizá un contraste con algunas otras opiniones o
informaciones que él pueda tener por los cauces oficiales».
Cualidades del rey: «Podría destacar muchas virtudes que admiro en él,
pero por ser breve destacaría su don de gentes, su sentido del humor, su
flexibilidad ante las cosas, pero sobre todo ese sentido del deber que siempre
ha demostrado y nos ha inculcado. Y también ese olfato político que tanto se
ha reconocido últimamente. En definitiva, es una vocación de servicio a
España y de servir a los españoles lo que más le puede definir».
La reina: «He tenido siempre en ella un referente humano, intelectual y
espiritual muy importante. De la reina valoraría algo que es digno de
repetirse: su capacidad de hacer que cualquiera, en cualquier momento, se
sienta como alguien especial; esa capacidad de proyectarse hacia los demás,
tener siempre la mano, la mirada e incluso la mente dispuesta para alguien
que lo necesite. Es algo que siempre he admirado y de lo que procuro
aprender. Es incluso conmovedora su sensibilidad ante el sufrimiento y su
capacidad de mantenerla sin olvidarse nunca de quién es y de lo que
representa, en un ejercicio de coherencia que define muy bien la trayectoria
de su vida».
Paso por las academias: «Aprendí a entender y valorar a la institución
militar como algo de lo que iba a formar parte. Esa experiencia fue muy
buena, fue un momento en que estuve abierto a cualquier fuente de
conocimiento, y supuso para mí algo que guardo muy adentro: la experiencia
humana de convivencia con militares que luego son compañeros y que veo a
menudo. Me traen muchas satisfacciones y me mantienen muy cercano a una
institución que cumple una función fundamental en la vida de un país».
Vida privada: La estancia en Georgetown «fue otra experiencia nueva
de vivir de forma independiente, como cualquier otro alumno, en un
apartamento. Y pasar muy desapercibido con los demás estudiantes y entre la
gente de Washington. Eso fue algo que guardo como ejemplo de lo que debe
ser la vida de cualquier persona, y que yo no tengo posibilidad de hacer con
frecuencia. Me mantiene un recuerdo de contacto con la realidad, de
referente, que intento recuperar a menudo; incluso en la vida aquí en España
yo creo que es importante poder, de alguna manera, mantener una vida
privada y poder tener la posibilidad de salir a la calle y pasar, si se puede,
desapercibido, aunque es prácticamente imposible».
Su generación: «Me siento plenamente identificado con mi generación.
Creo que hemos gozado de mayores medios para formarnos, que hay más
gente que tiene una capacitación optima, que es la generación mejor formada
a nivel horizontal, y quizá eso podrá producir una masa crítica de la cual
salgan personas más capaces. Es una generación que tiene unos conceptos
más tolerantes, que es más sensible al sufrimiento ajeno y por ello quizá
desarrolla mayor espíritu de solidaridad».
Egoísmo, intolerancia: «Constantemente vemos jóvenes movilizándose
a nivel interior, pero también fuera de España, para acometer acciones
solidarias en el Tercer Mundo, para movilizaciones por la paz por cualquier
motivo. Pero también, y quizá esto sea lo malo, o lo que rechace de la
generación con la que convivo, sean elementos de intolerancia y de egoísmo
en determinados ambientes, tanto con móviles políticos como en ambientes
deportivos, como incluso de simple diversión, que hay que rechazar de
plano».
Acercamiento: «Uno de mis objetivos es acercarme a gente de mi
generación, gente que es representativa de la generación en distintos
ambientes, para tener una clara imagen de cómo somos los jóvenes en
España, de qué es lo que pensamos, cómo respiramos, una radiografía de cuál
es la situación. Ese conocimiento de gente de mi generación me va a
proporcionar mucha información, pero también creo que serán muchos
jóvenes los que podrán conocerme mejor. Y ese mutuo conocimiento va a ser
muy importante en el futuro».
España: «Yo siento España con mucha emoción, intensamente. Hay que
tener en cuenta que este sentimiento, unido a la idea de servicio a España, lo
he vivido en el ambiente familiar desde muy niño y ha formado parte de mi
vida. Tan solo recordar las palabras que pronunció el abuelo en el 77, delante
de su hijo, el rey: “Majestad, todo por España”, eso resumiría el ambiente que
he vivido en mi familia. Por eso puedo decir que la siento con mucha
emoción. Con el paso del tiempo, ese sentimiento se traduce en una visión
sobre España un poco más reflexiva, más madura, pero también quizá,
aunque sea una paradoja, se hace más apasionada. Yo creo firmemente que
los españoles debemos sentirnos muy orgullosos de España, de lo que hemos
sido en el pasado, de lo que somos en el presente. Porque, aunque, como
cualquier nación, en nuestro pasado tenemos nuestras luces y nuestras
sombras, debemos valorar y fomentar lo positivo de nuestra historia, lo que
hemos sido como pueblo, lo que hemos sido capaces de conseguir, que es
inmenso».
Catástrofes: «Cuando se acude a un funeral por desastres naturales, por
un gran accidente laboral con muchas víctimas o un atentado terrorista,
primero no es fácil la presencia, y no es algo que se haga con comodidad.
Pero no hay que olvidar que uno va con una condición especial: yo voy como
heredero de la corona, y no puedo olvidarme de esa condición, no puedo
dejarme llevar, tengo que mantener una entereza digna de lo que represento.
Y en el fondo a lo que se va es a ofrecer apoyo y solidaridad, y […] hay que
dar todo el apoyo que se pueda. ¿Qué se puede decir a una familia de
fallecidos, desaparecidos, damnificados o asesinados...? Es difícil decirles
cosas que les vayan a aplacar su sentimiento, tanto de ira como de
resignación. Lo único que se puede hacer, creo yo, es ir con toda la buena
voluntad, ofrecer el apoyo necesario, las condolencias... y todo con el alma y
el corazón abiertos, y con el afecto y cariño que merecen en esos momentos,
y con el afecto y cariño que todo el mundo quisiera recibir en esos
momentos».
Tiempo libre: «Hay que saber desconectar del trabajo y hay que saber
emplear el tiempo libre. No perder el tiempo, ese bien tan preciado y que tan
rápido se nos escapa. Hay que tener conciencia de lo importante que es
«cargar las pilas», y para hacerlo puede uno desde echarse una siesta, ver una
película o leer un libro, hasta pasear, salir con los amigos... En general lo que
me gusta es estar con los amigos, ver gente, salir al campo, hacer deporte. En
cuanto a lectura y cine, me gusta la variedad, sobre todo la variedad».
Deporte: «Es necesario hacer deporte para sentirse bien en el trabajo,
aunque hay personas que consiguen mantenerse bien sin practicar deporte:
cada cual es muy libre. Para mí es fundamental hacer ejercicio y encontrarme
bien físicamente. Por otro lado, me encanta el aspecto de la competición: no
concibo el deporte sin tener un mínimo de competición. Yo soy bastante
regular en el deporte, en el sentido de que intento mantenerme con cierto
nivel, con gimnasia, con tenis, o como ejercicio día a día, de rutina».
Informática: «No me considero excesivamente hábil. Tengo que ser
sincero en este aspecto, pero sí me gusta; me gusta porque es algo
importante: hay que saber dominar y no descolgarse, porque el avance
tecnológico es tan rápido, la innovación es tan rápida, que corremos el riesgo
de perder el tren y considerarnos de alguna forma analfabetos. En cierto
modo es lo que está ocurriendo en la sociedad; se está produciendo un cisma
entre los que dominan las nuevas tecnologías y los que no tienen acceso, y
por tanto no las dominan […]. Me da cierto vértigo navegar por Internet
porque hay tal oferta de información… y hay que saber lo que se busca. No
se puede uno dedicar horas y horas, porque hay ese riesgo de dedicar
excesivo tiempo a navegar y no ver cierta utilidad».
Matrimonio: «Soy muy consciente de que en una monarquía el
matrimonio y la descendencia son consustanciales a la propia institución.
Pero considero que sería un error, por un lado, considerar que hay un orden
preestablecido entre el matrimonio y la sucesión; y, por otro lado, que el
matrimonio se considere un mero paso formal o constitucional, dejando en un
segundo orden la importancia que tiene como sacramento, en la Iglesia
católica y como paso crucial para la formación de una familia».78

Monarquía del siglo XXI

Ya hemos anotado que Felipe considera América también como tierra suya.
En la entrevista para TVE, hablando de Iberoamérica, comentó: «La relación
de la que gozamos con Iberoamérica, por razones históricas y culturales, es
muy buena, y el trato realmente es exquisito. En todos los países a los que he
tenido oportunidad de viajar nos tratan muy bien, incluso a veces más de lo
que uno puede esperar en virtud de las relaciones bilaterales entre dos países
o entre jefes de Estado».
El 28 de noviembre de 2000 recibió en Nueva York la medalla de oro
del Spanish Institute, entidad dedicada a la difusión de la cultura hispánica en
Estados Unidos. La gala se celebró en el hotel Plaza y actuó como maestro de
ceremonias su primo, Pablo de Grecia, acompañado de su esposa, Marie
Chantal. Asistieron doscientas cincuenta personas y la recaudación de la gala,
de 100 millones de pesetas, se destinó a financiar las actividades del Institute.
Felipe pronunció allí un discurso hablando de la globalización,
explicando que propicia el idioma, y destacando que el español es la segunda
lengua más hablada en el mundo y en Estados Unidos. Se refirió a la
vocación americana de España. «Durante los veinte últimos años, España,
como miembro de la Unión Europea, no se ha separado de su espíritu
americano. España no puede ser explicada sin las Américas, y las Américas
no pueden ser explicadas sin su componente español».79
Y en la entrevista de TVE le preguntaron sobre la monarquía del siglo
XXI, y respondió:

Destacaría dos aspectos: por una parte, creo en una monarquía comprometida con la libertad, con
los valores, principios y criterios de convivencia que consagra nuestra Constitución; y por otra
parte, creo en una monarquía integradora, una monarquía que, siendo el símbolo político de la
unidad y permanencia de España, sea integradora de su diversidad; y al mismo tiempo
moderadora del funcionamiento de nuestra vida política; una monarquía que contribuya, en el
marco de nuestra Constitución, a unir esfuerzos, a aunar voluntades, encauzar diferencias y
promocionar o fomentar el interés general.

El 14 de diciembre de 2011 se celebró en Madrid un acto de


presentación de la Fundación Príncipe de Girona80 en el que Felipe habló de
la monarquía y la necesidad de adecuarla a los nuevos tiempos:

Hacer realidad mi deseo firme y permanente de adaptar y de adecuar la institución a los tiempos
que vivimos en cada momento, impulsando un proyecto que une nuestra historia con el futuro,
que engarza nuestra tradición a un espíritu de vanguardia y progreso.
Servir con dedicación al Estado, al conjunto de los españoles; trabajar por los intereses
generales y promover acciones o iniciativas que sirvan al interés común constituyen para mí un
compromiso personal inalterable y sin matices. Una tarea, en definitiva, a la que dedico mi vida y
que forma parte de mis deberes y convicciones, especialmente tras mi juramento de la
Constitución. Y ahora también junto a la princesa.
Sobre su trabajo en concreto, Felipe explicaba:

Ayudo y colaboro con el rey en el ejercicio de las actividades de la corona que me encomiende;
no se trata de ejercer por delegación, puesto que las funciones constitucionales del rey son
indelegables, sino que, como miembro de la familia real, desarrollo aquellas actividades que me
son encomendadas, asumiendo la representación de la corona; por otro lado, desarrollo aquellas
actividades de carácter institucional, básicamente en representación de España, que me son
encargadas por el Gobierno de la nación, con la conformidad del rey, y en ese sentido, desde
siempre pero sobre todo desde estos últimos años, vengo desarrollando una serie de funciones que
se han centrado en el ámbito de la política exterior de España y en la promoción de los intereses
económicos españoles en el extranjero. Llevo a cabo también visitas oficiales a otros estados, que
podemos decir se configuran como instrumentos de la política exterior; y atiendo visitas a España
de otros dignatarios, como por ejemplo otros príncipes herederos. Desde luego, mi disposición es
plena a asumir cuantas funciones de ese carácter institucional y representativo se considere
oportuno encomendarme en el futuro.81

Comprometido con la democracia

Cuando Felipe abandonó la Universidad Autónoma, tras cursar allí la carrera


de Derecho, «tenía un sólido compromiso con la democracia y la libertad»,
según uno de los catedráticos que le dieron clase.82
Durante esos estudios, recibió clases de personalidades como Francisco
Tomás y Valiente, una figura que le fascinó (cuando fue asesinado por ETA,
en 1996, Felipe lloró), como Manuel Aragón… Pero también mantuvo
encuentros con personajes de la talla de Santiago Carrillo, Felipe González,
Jordi Pujol, José Antonio Ardanza...83
Según Carmen Iglesias, que le dio clases sobre historia de la monarquía
y de España, Felipe «es consciente de que posee una legitimidad dinástica,
pero sobre todo una legitimidad constitucional. Hay continuidad y al mismo
tiempo un cambio que no tiene nada que ver con lo anterior. Es muy
consciente de su papel histórico y lo acepta como un bien para el país. No
tiene nostalgia del pasado».84

No tiene por qué parecerse a su padre


Ya ha quedado dicho que Felipe siente una auténtica admiración por su
padre, al que le gusta llamar el patrón, como se conoce informalmente a don
Juan Carlos en la familia. Sabe y valora el papel desarrollado a lo largo de los
cuarenta años como monarca, su contribución a la construcción de la España
democrática, moderna y avanzada. Y, por supuesto, siente por él un respeto
máximo.85
El 9 de enero de 2008 se celebró en el Palacio de El Pardo, en el Patio
de los Austrias, una gran cena con motivo del setenta cumpleaños de don
Juan Carlos, a la que asistieron medio millar de personalidades.86 Uno de los
instantes más emotivos fue el discurso de Felipe, en el que se dirigió a su
padre llamándole precisamente (por vez primera en público) patrón, con estas
palabras:

Este es tu estilo, tu particular manera de vestir llana y dignamente, sin pretensiones, con la mano
tendida y los brazos abiertos y… también —todo sea dicho— con el andar un poco ralentizado
por el peso de la experiencia, pero sin perder esa chispa, siempre dispuesta para el humor, la
intuición y el coraje que siempre has demostrado, hasta en los momentos más difíciles […].
Gracias, querido patrón, por tu permanente ejemplo de vida intensa entregada al servicio de la
nación. Ese es el legado que vas conformando día a día y que se convierte sin duda alguna en
carta de navegación fiable para los que te seguimos en la vida y damos continuidad a tu
vocación, para los que te admiramos y te queremos.

Todavía en tiempos de bonanza para la monarquía, Felipe comentó: «Me


gustaría ser como mi padre. Ser respetado y querido como lo es él. El rey me
lo ha puesto muy difícil. Cada vez está más alto el listón». Por eso una de las
tentaciones ha sido precisamente intentar imitar a don Juan Carlos. Una
tentación que se ha afanado en rechazar. «No tiene por qué parecerse al rey»,
dicen en La Zarzuela.87
Como reconoce el propio Felipe, es una indicación que le ha transmitido
expresamente su padre: «Sigo un consejo que él siempre me ha dado, y es
que no intente imitar lo que él ha hecho o lo que hace; sino que desarrolle mi
propia personalidad y un estilo y maneras propios».88
Además de los perfiles de su formación, que incluye una carrera
universitaria y un máster en Estados Unidos, Felipe reúne condiciones
personales, de carácter y talante, distintas de las de su padre. En Zarzuela
suele escucharse que «es más Grecia que Borbón», para explicar que se
parece más a la madre que al padre.

Segundo de a bordo

Hay que remontarse a Carlos IV (que reinó entre 1788 y 1808) para encontrar
en España un príncipe de Asturias que ejerciese como tal en situación de
normalidad antes de acceder al trono. Felipe lo está cumpliendo desde que,
con dieciocho años, fue proclamado heredero constitucional.
Su protagonismo público fue casi nulo durante la etapa de formación,
que finalizó al concluir el máster en Georgetown, tras el cual se incorporó
definitivamente a la vida del país. Fue entonces, como se ha contado, cuando
se habló de cuál tendría que ser su actividad, su perfil y se habló del oficio de
príncipe y de la necesidad de inventarlo casi todo, de crear escuela, dada la
ausencia de precedentes conocidos.
Entonces se dijo que actuaría como «segundo de a bordo», expresión
que no se ha repetido mucho después, pero que resume en gran medida el
papel desempeñado hasta aquí por Felipe, sobre todo estos últimos años.
Porque, además de sus propias actividades, está teniendo que cubrir las
ausencias y bajas de su padre como consecuencia de los numerosos achaques
de salud que el rey viene sufriendo.89
Felipe plantea su trabajo actual en tres grandes ejes. Primero, la
representación exterior: promoción del comercio internacional, prestigio de
España fuera, promoción de lo español. Segundo, solidaridad, innovación,
valores éticos, junto con darse a conocer a través de sus fundaciones, un
trabajo del que se muestra especialmente orgulloso. Tercero, a través de
activos inmateriales, es decir, apoyando la estabilidad, la convivencia, la
armonía entre las ideologías y el equilibrio territorial: simbolizar, representar,
arbitrar y moderar, a su escala, como heredero.90
Lo ha resumido de forma clara en alguna ocasión: «Ser heredero no
significa estar a la espera. Ser heredero es prepararse para ser rey». A eso se
ha dedicado desde hace años y en ello está.
La corte de Felipe

Don Juan Carlos y doña Sofía pusieron en práctica desde el principio una
monarquía sin corte ni cortesanos. Sin embargo, no es seguro que vaya a
ocurrir lo mismo con Felipe, salvo que se lo proponga de manera más
decidida. Porque, al contrario que sus padres, él sí cuenta con una larga lista
de compañeros y de amigos, con los que ha tratado durante muchos años y a
los que sigue frecuentando. Son su pandilla, sus íntimos, y por eso habrá que
ver qué puesto ocuparán en el futuro. Habrá que ver si constituyen o no una
corte, más o menos visible.
De ella forman parte, de modo más o menos intenso, los hermanos
Fuster, Álvaro y Ricky (quien fue novio de Isabel Sartorius antes de que lo
fuera Felipe), Javier López Madrid (compañero en Rosales, casado con Silvia
Villar Mir), Miguel Goizueta, los hermanos Kardam y Kubrat de Bulgaria,
las hermanas Belén y Blanca Domecq, Sol Bohórquez, Balme Toledo (hijo de
Romualdo de Toledo), Beltrán Gómez Acebo, Lorenzo Mendoza, Pepe
Barroso, Jaime Martínez-Bordiú Franco, Pelayo Primo de Rivera y Joaquín
Fernández de Córdova.91
También las hermanas Espinosa de los Monteros, Piedad, Leticia y
Tatiana; los hijos de los marqueses de Laula, primos suyos, Alicia y Rodrigo
Moreno y de Borbón; Victoria, Ana y Jaime Carvajal, hijos de los marqueses
de Isasi; y los primos de estos, Francisco y Juan Carvajal; Francisco Primo de
Rivera, Borja Prado Eulate (hijo de Manuel Prado y Colón de Carvajal),
Rodrigo Quintero, José Manuel Lladó (hijo del exministro)...
Otros, algo menos cercanos, son: Marcos Moliner y Alfonso Ruiz
(compañero de la Autónoma). Militares: los hermanos gemelos Carlos y
Jorge Ortiz, de la Armada, que formaron parte de la tripulación del Aifos; el
marino Jaime Rodríguez Toubes; Fernando León y Alfredo Vázquez,
compañeros en los Juegos Olímpicos, donde compitieron en la clase soling;
de la Academia del Aire, Gonzalo García de la Rasilla, Michel Henkart
Fernández de Bobadilla, Fernando Vives Martín y Javier Vidal, número uno
de la promoción del príncipe.
Álvaro Fuster, cuarto hijo del ingeniero aeronáutico Ricardo Fuster,
representante en España de la compañía McDonnell Douglas, ha sido
calificado en más de una ocasión como «amigo y confidente» de Felipe, con
cuarenta años de inquebrantable amistad. Han compartido la afición por el
esquí y también las discotecas, y él fue quien inventó el apodo del príncipe,
Tomás, para poder hablar de él en el grupo sin que nadie identificara que se
trataba del heredero. Juntos desde que iban a Rosales, fue, entre otras cosas,
testigo mudo y hasta cómplice en las historias de amor de Felipe. Su casa de
Aravaca y la finca del pantano de El Burguillo (Ávila), acogieron la relación
con Isabel Sartorius, y por el pantano pasó también Eva Sannum.
Álvaro volvió a ser su confidente durante los meses del noviazgo secreto
con Letizia, y, por supuesto, firmó como testigo en la boda. Felipe
correspondió años más tarde haciendo lo propio cuando este, ya con cuarenta
y cinco años, contrajo matrimonio, el 14 de mayo de 2013.
Durante el noviazgo con Eva Sannum, y ante la posibilidad de que
Felipe se casara con ella, un enfadado Alfonso Ussía reaccionó con dureza:

Una corte de jóvenes atónitos y embelesados por el éxtasis que les produce la cercanía del
príncipe, dispuestos a todo para no perder su lugar en el halago. Jóvenes, casi todos ellos,
pertenecientes a la aristocracia del dinero reciente, que interpreta la lealtad ejerciendo de ciuttis y
celestinas, ofreciendo sus estancias para los escarceos secretos y la bóveda de rumores… una
corte trepadora y advenediza, que ha salido del baúl del pasado y aconseja mal —como siempre
hicieron los cortesanos— a su príncipe.92

Volvió sobre ello Ussía en vísperas de la boda, insistiendo en la


necesidad de Felipe de elegir amigos leales, que no es lo mismo que íntimos.

El amigo leal de un príncipe es el que le dice la verdad, el que le hace partícipe de lo que la calle
opina, el que le recomienda discreciones y cautelas, el que se opone a que el príncipe protagonice
episodios que hieren su imagen, y lo que es más grave, la imagen de la corona.
Formar parte del círculo de amistades del príncipe de Asturias es más una carga que un
provecho, y mucho me temo que sus amigos todavía no se han enterado de esa circunstancia.

Y aludiendo al viaje que entonces habían realizado Felipe, Letizia y sus


amigos, añadía:

Los que le han acompañado, los que no le han desaconsejado el viaje, los que han disfrutado de lo
que no tenían que disfrutar, no son amigos. Son mamporreros, cortesanos de nuevo cuño,
arribistas obsesivos, enemigos profundos de la lealtad, eso que tanto duele y eso que tanto cuesta
mantener.
Sea el príncipe prudente y sepa rodearse. Los afectos son riqueza anímica de cada persona,
pero en el caso del príncipe de Asturias, los amigos pasan a ser un problema de Estado. Basta ya
de pandilla de pijos. El príncipe sabe que los privilegios están sometidos a los cumplimientos. No
es uno más. Cada aparición pública de una persona real es un examen. No por aprobar una
asignatura con sobresaliente tiene aseguradas las siguientes oposiciones.93

Jaime Alfonsín

La Casa del Rey, el órgano técnico de apoyo a don Juan Carlos, ha ido
sufriendo evidentes transformaciones con los años en cuanto a la
personalidad de sus altos cargos. Al principio la integraban sobre todo
militares, con Sabino Fernández Campo como figura más conocida. El
tormentoso relevo de este por Fernando Almansa94 cerró la etapa de los
miembros del ejército para dar paso a un nuevo tipo de personas, los
diplomáticos, que ya habían estado antes presentes en La Zarzuela, pero que a
partir de entonces se han convertido en el perfil tipo de los nuevos servidores.
Y, sobre todo, se ubicaron al frente del equipo de La Zarzuela personas más
jóvenes que don Juan Carlos, con lo que acabó el tutelaje del rey que había
existido hasta entonces.
Lentamente han ido entrando también en la Casa algunos profesionales,
como en su día ocurrió con personas como Jacobo Cano, Camilo Mira y José
María Blanc, pero no en el máximo nivel.95 En 1996, cuando Felipe terminó
su formación académica, fue creada la Secretaría del Príncipe, órgano de
apoyo directo al heredero, dependiente de la jefatura de la Casa, encabezado
entonces por José Antonio Alcina.96
Un paso más fue la incorporación como secretario del príncipe de un
hombre procedente del mundo de la empresa y los despachos de influencia:
Jaime Alfonsín. Tras la salida, de nuevo conflictiva, del hasta ese momento
secretario del príncipe, José Antonio Alcina, en diciembre de 1995, Alfonsín
llegó a La Zarzuela para convertirse en lo que ahora es: la persona clave en el
entorno de Felipe de Borbón.
Nacido en 1956, es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma
de Madrid, con premio extraordinario. Abogado del Estado, en 1982, con
veintiséis años y aún en tiempos de UCD fue nombrado director general de
Cooperación con los Regímenes Autonómicos por el entonces ministro de
Administración Territorial, Luis Cosculluela, convirtiéndose en el más joven
de la historia de España.97 «Me hablaron de él los abogados del Estado del
equipo ministerial. Su colaboración como director general fue muy valiosa»,
afirmó después Cosculluela. 98
Alfonsín no había tenido contacto ni había hablado antes con los reyes
ni con su hijo, pero sugirió y avaló el nombramiento Aurelio Menéndez,
coordinador de los estudios universitarios del príncipe, uno de los titulares
del bufete Uría y Menéndez,99 donde trabajaba Alfonsín en el momento de ser
nombrado, aunque compatibilizaba esa labor con la de abogado del Estado,
en la Sala de lo Contencioso del Tribunal Supremo.
En el momento de su designación, letrados del bufete Uría y Menéndez
declararon:
«Con Jaime Alfonsín, el príncipe, además de llevarse a un diplomático
de primera, se lleva a un buen asesor jurídico».
«Es una persona hecha de un material súper sólido. En él no hay
grietas».
«Alfonsín es la sensatez, la discreción y la elegancia en la manera de ser.
Tiene precisión en la idea y en la palabra».
El entonces presidente del Tribunal Constitucional, Álvaro Rodríguez
Bereijo, que le dio clases en la Facultad de Derecho, recordaba que la
promoción de 1978, de la que Alfonsín salió premio extraordinario, «fue
excepcional». Le dio matrícula de honor, y aún conserva el examen final que
hizo: «Fue magnífico. Me impresionó su capacidad intelectual y la claridad al
expresar su pensamiento». Incluso le tentó para que se quedara con él en la
cátedra. «Habría llegado a ser un buen catedrático», opina. Prefirió la
oposición de abogado del Estado, que sacó en poco más de un año y antes de
hacer el servicio militar.
Pasado un tiempo, colaboró como profesor asociado de Derecho Fiscal
en la Universidad Autónoma, y, tras una estancia en Bruselas, dio clases de
Derecho Comunitario en ICADE. Un profesor de este centro definió a
Alfonsín como «muy gallego, una mente privilegiada, pero que no alardea de
nada; es muy cauto». Tras pasar por la docencia, entró en el Barclays Bank,
donde fue secretario general y director de la asesoría jurídica. Recibió una
oferta de Uría y Menéndez, que aceptó, previa autorización de la Abogacía
del Estado para compatibilizar esa actividad con su trabajo en el Supremo. En
el bufete redactó informes para ayuntamientos y comunidades, hizo estudios
sobre adquisición de empresas y además daba conferencias.
El perfil de la persona que buscaba La Zarzuela, y que por tanto reúne
Alfonsín, se resumió entonces así:

El secretario del príncipe descargará en buena medida al jefe de la Casa y al secretario general del
despacho diario con don Felipe, le acompañará en sus viajes y se ocupará de todo lo relativo a la
coordinación de las actividades del heredero. Aunque no se trata de encontrar a un gran mentor
que actúe de personaje clave en la sombra, tendrá que ser alguien capaz de llevar a cabo tareas
mucho más importantes que la simple labor de arreglarle los papeles.

Cuando se produjo el nombramiento, se comunicó que su labor en La


Zarzuela sería coordinar contactos y audiencias, preparar discursos y
seleccionar, junto con el jefe de la Casa y con el secretario general, los actos
a los que hubiera de acudir Felipe.
Una fuente de La Zarzuela reconoció entonces: «En los últimos tiempos
el príncipe estaba un poco desasistido. Hacía falta alguien con conocimientos
jurídicos. Alfonsín tiene la edad perfecta y los conocimientos necesarios para
el cargo».100
Desde entonces, es decir hace ya dieciocho años, Jaime Alfonsín se ha
convertido en la persona de máxima confianza de Felipe. El secretario vela
por todos los asuntos que se refieren al príncipe, públicos, oficiales,
institucionales y también privados. Despacha diariamente con él, le
acompaña en todos sus viajes y actos, se ocupa de los discursos, maneja la
agenda de reuniones y entrevistas… Su fidelidad es absoluta, lo mismo que
su discreción: es una persona con muy escaso protagonismo, casi un
desconocido para la generalidad de los españoles. Nunca ha hecho ninguna
declaración.
En noviembre de 2013, Felipe y Letizia realizaron una visita a Miami
que tuvo mucho impacto en los medios.101 Durante la cena en la Freedom
Tower, uno de los periodistas españoles enviados especiales se dirigió a
Jaime Alfonsín y a José Manuel Zulueta, este último mano derecha de
Letizia, y les preguntó cómo habían transcurrido los diez últimos años al lado
de los príncipes (desde que se casaron). Zulueta, sonriendo, respondió:
«Mira, él (señalando a Alfonsín) es Mudito Número 1 y yo Mudito Número
2. Encantados».102
El equipo de la Secretaría del Príncipe está integrado por siete
funcionarios de apoyo, además de tres ayudantes militares, uno por cada
ejército. La secretaría ocupa cuatro despachos, inmediatos al del príncipe.
Además, tiene asignados un grupo de escoltas, que se procura sean siempre
los mismos, al mando de un comandante de la Guardia Civil. Y para cuidar la
imagen de Felipe, dos ayudas de cámara.
Con la llegada de Letizia, desde 2007 la secretaría se reforzó con las
incorporaciones del coronel Emilio Tomé de la Vega, como primer ayudante
de campo y jefe adjunto del departamento, y del teniente coronel José Zuleta
Alejandro, anterior número dos de protocolo de La Zarzuela, marqués de
Duero y duque de Abrantes, hermano del instructor hípico de la infanta
Elena.

La nunca creada Casa del Príncipe

En febrero de 1979 se publicó la nueva estructura de la Casa del Rey, que


modificaba y simplificaba el organigrama de La Zarzuela. Bajo la
dependencia directa del monarca, tiene como misión «servirle de apoyo
administrativo en las actividades derivadas de sus funciones como jefe del
Estado». La encabeza el jefe de la Casa, y a ella están adscritos la Secretaría
General, el Cuarto Militar, la Guardia Real y el Servicio de Seguridad. Todos
los miembros civiles y militares de la Casa del Rey son nombrados y
relevados por el monarca.
La proximidad de la boda de Felipe con Letizia volvió a plantear una
vieja cuestión: la conveniencia o no de crear como tal un Casa del Príncipe,
paralela a la Casa del Rey. ¿Debería un príncipe casado contar con una
estructura administrativa y de apoyo propia, independiente de la Casa de Su
Majestad el Rey, o bien seguir con una secretaría dependiente de la Casa?
Aurelio Menéndez se mostró partidario de crear esa Casa del Príncipe.
«Conviene que tenga ya un espacio social y político autónomo, porque
contribuiría a fortalecer su personalidad que, aunque la tiene notoria, no
estaría de más acentuar. Yo pediría autonomía, no independencia; no se trata
de crear dos casas que funcionen de forma distinta».103
Sin embargo, Sabino Fernández Campo se opuso desde el primer
momento. También se pronunciaron en contra especialistas como Antonio
Torres del Moral, catedrático de Derecho Constitucional y autor de un libro
sobre el estatuto del príncipe de Asturias,104 y Pedro González-Trevijano, hoy
magistrado del Tribunal Constitucional pero entonces rector de la
Universidad Rey Juan Carlos, autor de un libro sobre el refrendo de los actos
del rey,105 por el riesgo de que pareciera que existían dos monarcas.
Al final, volvió a imponerse la tesis que siempre había manejado la Casa
del Rey: no se puso en marcha cambio alguno. Una Casa del Príncipe, como
estructura paralela, podría dar lugar a interferencias, y hasta divergencias, en
las actividades del rey y de su hijo, y provocar la sensación de que había «dos
casas».

Un examen general a los cuarenta y cinco años

Cuando, el 30 de enero de 2013, Felipe cumplió cuarenta y cinco años,


aprovechando esa cifra redonda numerosos medios de comunicación
dedicaron espacios singulares a su figura, en lo que bien podía calificarse de
un examen general por parte de la prensa. En efecto, los grandes medios se
ocuparon profusamente del heredero.
«Toda una vida (Esperando a ser rey)» fue el título del especial que
preparó el Magazine de El Mundo, publicado el 27 de enero, domingo. El
País Semanal abrió así su portada: «El tiempo del príncipe. Felipe de Borbón
cumple cuarenta y cinco años en el momento más turbulento de la
monarquía». «24 horas con el príncipe con motivo de sus cuarenta y cinco
años», titulaba ABC, que añadía: «El príncipe cumple cuarenta y cinco años
en circunstancias difíciles, pero convertido en la esperanza de futuro para
millones de españoles».
Felipe superó ese concreto examen con relativa buena nota. Medios que
hablaban de «su cumpleaños más difícil», destacaban que se había convertido
en el miembro mejor valorado de la corona. «La institución no vive
momentos para grandes celebraciones, lastrada por el caso Urdangarin, que
se ha recrudecido estos últimos días. A pesar de todo, las encuestas
publicadas ahora salvan a Felipe de esta situación. Valoran positivamente su
trabajo y dedicación y muchos españoles consideran que será un buen rey».
Aunque hay quien dice que no tiene el carisma de su padre, «todos destacan
la positiva influencia que ha ejercido Letizia para mejorar su capacidad de
comunicación».106

Cómo se ve y se siente

A estas alturas de la vida, con cuarenta y seis años cumplidos, Felipe se


siente satisfecho con su tarea y feliz en lo que se refiere a su existencia. Ha
logrado madurez, equilibrio, profundidad y aplomo, ha encontrado sentido
hondo a su tarea. Es feliz en su vida personal y familiar: un padrazo volcado
en sus hijas, que hace planes con matrimonios amigos en torno a ellas los
fines de semana, y que no se apresura en la educación de su primogénita
como heredera del trono, aunque sabe por experiencia que ese momento
llegará y será duro.
Sigue mostrándose como un romántico, convencido de que Letizia es la
perfecta compañera de viaje. No es un ciudadano normal, pero intenta serlo, y
se siente cómodo con un trabajo para el que nadie le ha dado un guión y en el
que no tiene ningún referente. Su obsesión es conectar con la gente y
emprender acciones positivas por España y su imagen y prestigio. Cree que la
institución que representa solo tiene sentido si es útil y ética. De ahí su
ruptura con Iñaki Urdangarin.107

Ser rey es lo primero


«Este rey ha merecido que su hijo un día reine en España». Son palabras que
Philippe Nourry, autor de uno de los más conocidos libros sobre don Juan
Carlos,108 escuchó de boca de un diputado socialista.109 La pregunta es si
ahora, con los acontecimientos vividos estos últimos cuatro años, Nourry
diría lo mismo.
Hasta el día en que formalizó su compromiso con Letizia, Felipe tuvo
más de una novia. De entre ellas destacan sobre todo dos, la «primera» y la
«última». La primera, Isabel Sartorius, su primer amor de juventud, la última
Eva Sannum, con la que pensó seriamente casarse y que sin embargo descartó
finalmente, tras comprobar las enormes resistencias que provocaba la modelo
noruega en amplios ámbitos del país.
En ese delicado momento, el de la renuncia a Eva Sannum, Felipe
estuvo dispuesto a quedarse soltero de por vida, si no encontraba una persona
adecuada para ser con él la futura reina. Y es que, para Felipe, lo primero es
cumplir su principal obligación, o sea, ser rey después de su padre.
Por eso mismo, se mostró dispuesto a renunciar a Letizia si don Juan
Carlos se hubiera opuesto a la boda. Lo que cabe afirmar es que, en contra de
algunas informaciones, no hubo por parte de Felipe un «ultimátum» a sus
padres en la línea de «o me caso con Letizia o renuncio al trono». Todo lo
contrario.
Aquel mes de mayo de 2004, solo dos noches antes de la boda con
Letizia, Felipe llamó por teléfono a Pilar Urbano para adelantarle a ella la
noticia. La conversación duró unos veinte minutos, y no fue precisamente
cómoda. Allí, el príncipe explicó a la periodista que se habían producido dos
elecciones: «Yo la elegí a ella y ella me eligió a mí». Y añadió a
continuación:

Pero si mi padre me hubiera dicho que no, habría renunciado a Letizia, aunque se hubiese abierto
la tierra bajo mis pies siendo el hombre más desgraciado del mundo. Puede sonar presuntuoso,
pero quizá sea el único español que haya nacido con un destino, el de reinar, y no hacerlo por un
deseo de mi corazón es una traición.110
2

DE PERIODISTA A PRINCESA Y REINA

«Reúne todas las cualidades»

«Letizia reúne todas las cualidades para asumir las funciones de princesa de
Asturias y futura reina de España». Así lo afirmó Felipe, con cierta
solemnidad, aquel 3 de noviembre de 2003, el día en que la presentó como su
prometida.
Cuando, con anterioridad, anunció a los reyes su intención de contraer
matrimonio con ella, ante las dudas que podrían suscitar sus circunstancias
personales, es decir, que era una periodista y además divorciada, Felipe pidió
a sus padres, y de rebote a todo el país, un «voto de confianza» para con él y
su elección. Vino a decir: si todos afirmáis que soy una persona preparada,
con criterio, formado y solvente, responsable, entonces debéis confiar en que
la decisión que tomo de casarme con Letizia es acertada; confiad en mí.
Han pasado diez años y medio desde aquel 3 de noviembre y de la
afirmación de Felipe de que Letizia cumple las condiciones para ser reina de
España. En ese tiempo transcurrido, ¿se ha confirmado aquel vaticinio? ¿Ha
acreditado Letizia Ortiz Rocasolano que, en efecto, reúne las cualidades para
ser princesa de Asturias y para convertirse un día en reina?
Si hubiera que trazar un balance rápido de su trayectoria, cabría concluir
que su desempeño como princesa puede considerarse casi impecable. Los
más enconados enemigos, que los tiene como veremos, apenas pueden
echarle en cara nada verdaderamente relevante, y menos aún descalificante.
Lo que sí constituyó, de entrada, un éxito fue la propia presentación de
la prometida. Se escenificó un acto bien pensado, diseñado al milímetro, en el
que sobre todo los dos protagonistas salieron airosos. Y singularmente salió
bien parada quien constituía la gran novedad, Letizia. Tanto, que al día
siguiente, en La Zarzuela se brindó con cava: la familia real y el equipo de
asesores directos se felicitaron así por el éxito de la operación mediática que
habían organizado, y por el favorable eco que mereció en todos los medios
informativos.111

Voluntad de no defraudar

De Letizia quedó claro desde el principio su determinada voluntad de no


defraudar, de desempeñar el papel al máximo nivel posible. Para lo cual,
inmediatamente se aprestó a cualificarse en aquello que podía faltarle. Por
eso, nada más producirse el anuncio del enlace, empezó a recibir clases
complementarias de inglés, a cargo del filólogo Michael Hewitt, «un profesor
del mundo de la diplomacia, un maestro duro y exigente con los horarios, la
dedicación y la pronunciación británica».112
Bajo el asesoramiento de La Zarzuela, inició un plan para ponerse al día
en materias como historia universal y española, y también sobre monarquías,
de nuevo con ayuda de Carmen Iglesias.113 Lo mismo sobre Constitución y
estatutos de autonomía. Se armó de un bloc de notas para ir apuntando todo
lo que iba escuchando. Empezó a conocer en persona a la familia del rey.
Preguntada sobre cuál tenía que ser su comportamiento, respondió: «Quiero
hacerlo como los españoles quieren que lo haga. Quiero hacer lo que esperan
de mí, y supongo que lo que esperan es lo que han visto en el resto de la
familia».114 Y hasta le dieron clases de enología y llegó a hablar públicamente
de las diez mil botellas de vino que «tenemos en La Zarzuela».115
Tras haber practicado algo en Suiza, antes de la boda, en febrero de
2004 Letizia fue fotografiada esquiando junto a Felipe en la estación leridana
de Baqueira Beret. Pudo hacerlo con cierta soltura gracias a las clases que
durante dos días, a razón de cinco horas diarias, le había dado Eduardo
Roldán, presidente de la Federación Española de Deportes de Invierno, amigo
de la familia real y que ya había enseñado a esquiar a varios de sus
miembros. Fueron solo diez horas de preparación, lo que llevó a algún medio
a llamarla Letizia «la rápida».116 Se publicó también que había recibido clases
de tiro al plato a cargo de Gonzalo Gómez Escudero,117 director de la escuela
de tiro y caza que lleva su nombre.
En un primer momento, Letizia se mostró favorable a publicar una
biografía suya honesta, pero Felipe expuso otra visión: la del que ha visto
aparecer relatos que logran una vigencia temporal corta, que hacen mucho
ruido cuando salen, pero que —desde su punto de vista— apenas dejan poso
en la opinión pública, porque la fuerza de la institución monárquica se
impone. «Se ha escrito mucho sobre la familia, pero son cosas que se pierden
en el tiempo», comentó Felipe entonces.118

Consejos para aguantar

En vísperas de la boda, una revista recogió los consejos que los psicólogos
daban a Letizia para aguantar el choque emocional que sin duda representaría
entrar en la familia real y su nueva vida, recordando lo que les ocurrió a la
princesa Masako, en Japón, y a Diana Spencer, en Inglaterra: dada la dureza
de lo que se les exigió, finalmente acabaron cayendo en depresión. Estos
fueron los consejos. Y no estaban mal diseñados:
Para adaptarse al cambio, «buscar el apoyo de su familia, seguir en
contacto con sus amistades y no abandonar sus aficiones anteriores».
«Dejarse guiar por quienes conocen las claves de ese mundillo y seguir
las directrices que le marquen».
Ser «flexible para asimilar los cambios paulatinamente y no tratar de
controlar todo lo que pasa a su alrededor».
«Evitar pensar que está siendo juzgada continuamente», debe respetar a
los demás pero también a sí misma.
Es importante que «conozca sus límites para no exigirse más y no temer
cometer errores, sino aprender de ellos».
El informe admitía que jugaba a su favor «que está motivada, pues va a
casarse con la persona que ama», y aconsejaba que aceptara «la falta de
naturalidad de su nueva vida: protocolo, fotógrafos…».119
¿Ha hecho Letizia caso al consejo de los psicólogos? En parte sí y en
parte no. Ha mantenido, en efecto, la relación con su familia y con sus
amistades anteriores, y se ha dejado guiar en gran medida por quienes
conocen su nuevo mundo, pero en el resto le queda tarea por hacer. Ha
asimilado muchos cambios, sí, pero aún le cuestan otros, y se resiste a no
poder controlar todo lo que ocurre a su alrededor. Además, no acaba de
zafarse de la sensación de que está siendo juzgada permanentemente (en
realidad lo está siendo), y en ocasiones ella se ha exigido demasiado.
Inteligente, independiente, con iniciativa propia y fuerte voluntad. Es
una de las descripciones que se han hecho sobre la personalidad de Letizia.
En otro orden de cosas, era un desastre en deportes, nunca había montado a
caballo y no tenía un gran concepto de la nobleza. Como tampoco de la
monarquía: por ejemplo, en su casa y en su familia no se escuchaba el
mensaje navideño del rey.
Uno de los datos que se ha destacado poco es la enorme discreción con
que manejó el noviazgo con Felipe. Una discreción absoluta, «lo que para un
servidor es casi lo más importante a la hora de valorar sus aptitudes para
desempeñar el papel de futura reina; en frontal contraste con las anteriores
candidatas».120 No es muy conocido que al principio Letizia se resistió a salir
con Felipe, y que fue él quien insistió y la llamó repetidamente por teléfono.
Y tampoco que ella puso como condición para seguir viéndose el que no se
supiera nada, entre otras cosas porque pensaba que eso podría perjudicarle
con vistas a su futuro como periodista. Y por ello se montó en esos meses una
auténtica operación de camuflaje. Y, además con éxito.121

Lo que pensaba y sentía

Una idea del perfil personal de Letizia, trazado por ella misma cuando
todavía hablaba con la libertad que le daba no ser princesa, y por tanto no
sentirse atada por condicionamientos ajenos porque ni siquiera se había
conocido su relación con Felipe, la ofrece la entrevista que concedió a la
agencia Colpisa el 6 de septiembre de 2003, un mes antes de anunciarse el
compromiso. El motivo era que ya se había convertido en una presentadora
de televisión muy conocida.
La introducción explicaba que ella se había mostrado reticente y parca a
la hora de emitir sus opiniones, quizá como una forma de resistencia a la
fama. Entre otras cosas, en esa entrevista Letizia descubrió lo siguiente:

Sobre si le asustaba la popularidad como presentadora

—Reconozco que es una labor que tiene más repercusión que otro
oficio. Lo asumo e intento desempeñar mi función lo mejor posible…
—Pero la popularidad es secundaria. ¿Nerviosa?
—No, llevo mucho tiempo presentando.
Currículo impresionante
—¿Se considera una triunfadora?
—Aprovecho las oportunidades que se me dan… Esta profesión es muy
dura, con mucha competencia; creo que he tenido suerte, pero que todo
depende de decisiones que no toma el profesional. Cada cual tiene su
concepción del éxito y lo importante es estar bien con uno mismo y ser
honesto con lo que haces.
Vocación profesional
—Nunca he pensado ser otra cosa en la vida. Me encanta mi trabajo,
disfruto mucho y tengo la suerte de dedicarme a algo que me encanta.
Trabajar con la información tiene una enorme responsabilidad, hay que ser
prudente, muy serio, hay que tener muy claros los principios de lo que se
cuenta.
La imagen
—Es importante en todos los ámbitos de la vida. La imagen es algo que
debemos cuidar porque es lo primero que se ve de nosotros.
—¿Una imagen agradable ayuda?
—No tienes que ser obligatoriamente guapa. Lo agradable lo da una
mirada, un tono de voz y un aplomo a la hora de contar las cosas.
Mujeres en el periodismo
—Todavía hay pocas mujeres en puestos de responsabilidad, pero las
cosas irán cambiando con el tiempo.
Enviada especial en Irak
—Una de las tareas más interesantes del periodismo es estar en los
lugares donde ocurren las noticias.
—¿Un periodista debe opinar sobre la guerra?
—No mientras esté haciendo su trabajo, porque se tiene que limitar a
procesar la noticia, pero lo que diga en otros lugares es legítimo.
Personalmente, no me gusta opinar, intento mantenerme al margen hasta las
últimas consecuencias.
—La noticia que más le gustaría dar.
—La pacificación de Oriente Próximo.
—¿Qué le parece el periodismo que se hace en España?
—Es mejorable, como todo. Pero mi referencia solo son los
informativos y en TVE somos muy serios.
—¿Cómo le gustaría evolucionar profesionalmente?
—Yo soy una periodista y me gusta la información. Me centro siempre
en lo que hago y no pienso en el futuro, no elucubro. Me gusta la información
diaria, ese estrés es como una droga.
—¿Que aprendió de su padre y de su abuela?
—Más que aprendizaje, lo que me enganchó fue su pasión y su respeto
por la información. También me enseñaron el sacrifico que eso supone para
tu vida.122

Papel institucional de la princesa de Asturias

Antes incluso de que se celebrara la boda, expertos constitucionalistas


empezaron a debatir sobre cuál debe ser el lugar que corresponde a la
princesa consorte, una figura que en el ámbito institucional español apenas se
contempla.
La consorte del príncipe de Asturias, en efecto, no tiene papel alguno ni
en la Constitución ni el resto del ordenamiento legal. La esposa del heredero
ni siquiera aparece citada como tal en la Carta Magna. Es más, según José
Luis Sampedro, el código penal parece no considerar que forme parte de la
corona porque, en el apartado de delitos contra la Constitución, cuando habla
de delitos contra la corona, «solo incluye al rey o la reina y su consorte, el
heredero, y los ascendientes y descendientes del monarca en cualquier grado,
además del regente y miembros de la regencia, pero no se define ningún
delito estricto contra la princesa consorte de Asturias».123
En vísperas de la boda, desde La Zarzuela se explicaba que aún no había
nada decidido sobre cuál sería el papel de Letizia. Apuntaban que, como
consorte del príncipe, estaría presente en muchos actos a título de
acompañante. Seguramente viajaría con él por España, para darse a conocer,
recorriendo las comunidades autónomas que aún no había visitado
oficialmente Felipe, e incluso iría con él al extranjero. Pero no estaba
definido si iba a presidir una fundación o qué tipo de labores sociales y
culturales podría realizar.
Los expertos, por su parte, sí dieron su opinión sobre cuál tenía que ser
el perfil de la princesa de Asturias, dada la situación de la monarquía en
España y la personalidad de la propia Letizia Ortiz.
Para Antonio Torres del Moral, era conveniente sacar el máximo partido
a las cualidades de Letizia, «de forma que suponga un soplo de modernidad
para la institución». Muchos pretenden que sea una nueva reina Sofía, «pero
eso es irrepetible: son tiempos y personas diferentes. Letizia es una
profesional moderna, y debe desarrollar actividades que proporcionen a la
monarquía de Felipe de Borbón aires menos encorsetados. No debe cambiar
su personalidad, porque es la mujer de la que el príncipe se ha enamorado, y
dará más juego si sigue siendo como era».
Torres del Moral entraba en consejos muy concretos: hay que evitar que
«vista como una monja de clausura», o que se enclaustre en La Zarzuela.
Puesto que el príncipe representa a España en tomas de posesión de
mandatarios americanos, ella «podría poner en marcha una fundación que se
dedique a actividades benéficas, educativas o culturales en esa zona, en
coordinación con esposas de mandatarios iberoamericanos». Igual que Felipe
grabó una serie de televisión sobre ecología, ella, profesional del medio,
«podía hacer algún programa sobre historia o temas sociales. Incluso, como
amante de la literatura, podía escribir una biografía supervisada por Zarzuela
de algún paisano ilustre, como Alas Clarín o Jovellanos y donar las ganancias
a una ONG».
Por el contrario, Aurelio Menéndez prefería que Letizia se atuviera al
precedente marcado por la reina Sofía. «No creo que se deba innovar el papel
de la futura princesa de Asturias». La experiencia irá diciendo cuál debe ser
su cometido. «Que sea ella quien decida poco a poco de qué quiere
ocuparse», y luego la prudencia de la familia real determinará los límites.
Veía en Letizia «una mujer inteligente y activa, con gran experiencia de la
vida», que podía aportar quizá una monarquía «más conectada a las clases
populares […]. Creo que el príncipe ha hecho un gesto progresista muy
válido al elegirla». Letizia «tiene personalidad suficiente como para no ser un
clon de doña Sofía, y presentar una imagen más moderna, pero debe
mantenerse en la línea de la actual».
Pedro González-Trevijano se inclinó por labores relacionadas con la
solidaridad, defensa del medio ambiente y difusión de nuestro patrimonio
histórico y artístico. Su actividad pública podría centrarse en una fundación
que se ocupara de temas de solidaridad y que tuviera resultados patentes para
todos. Y debería implicarse en la labor que realiza el príncipe en los países
iberoamericanos.124
Evidentemente, existe un vacío legal sobre la figura de la princesa de
Asturias. Si en el futuro se abordara un desarrollo del estatuto del Príncipe,
ahí tendrían que incluirse las atribuciones y papel de su consorte.

Sin agenda propia

Desde el anuncio del compromiso matrimonial hasta la boda, Letizia


participó en veinticinco actividades oficiales y privadas junto al príncipe y a
los reyes, incluyendo encuentros con miembros de las principales
instituciones, como el Gobierno, el Congreso y el Senado, la Comunidad de
Madrid y el ayuntamiento de la capital. Asistió a reuniones con los
organismos implicados en la ceremonia de la boda. Visitó en los hospitales a
los heridos en los atentados del 11-M y asistió con el resto de la familia real
al funeral por los fallecidos, un acto en el que su comportamiento fue
analizado con máxima atención, sin que se apreciara fallo alguno. Todo lo
contrario.
Poco después de la boda, la Casa del Rey anunció que la princesa no
tendría «de momento» agenda propia, aunque, eso sí, acompañaría a Felipe
en sus compromisos. Se añadía, sin embargo, que poco a poco iría asumiendo
tareas de representación específicas. Era, en fin, el modelo que se siguió,
muchos años atrás, con la reina doña Sofía, primero sin el menor
protagonismo pero que progresivamente se fue incorporando a la vida oficial.
A la vuelta del viaje de novios, Letizia adoptó ese papel inicial de
«acompañante» de Felipe en actos diversos. Por ejemplo, el 30 de junio, en la
reunión en el Palacio de El Pardo del patronato de la Fundación Príncipe de
Asturias. El 1 de julio viajó con él al monasterio de Leyre, en Navarra, para la
entrega del premio Príncipe de Viana de la cultura al arquitecto Fernando
Redón Huici. Felipe pronunció estas palabras: «Estoy aquí con la alegría que
me produce tener a mi lado a mi esposa, la princesa Letizia, hoy también
princesa de Viana».125 Había comenzado el trabajo de Letizia como esposa
de Felipe de Borbón y princesa de Asturias.

La cuestión religiosa

Tras el anuncio de compromiso, y de que el enlace matrimonial se celebraría


por la Iglesia, Letizia hubo de cubrir un trámite especial: el que deben
cumplir las personas que, estando bautizadas y habiendo contraído
matrimonio civil, han roto ese vínculo y deciden después casarse por la
Iglesia.
Se trata de la firma de la «Declaración jurada de motivaciones que
indujeron al matrimonio civil, previo al matrimonio canónico», en la que,
bajo juramento, manifestaba que: «pese a su condición de bautizada y fiel
hija de la Iglesia, sabiendo que el matrimonio civil no es verdadero
matrimonio», no obstante lo contrajo «por las siguientes razones» (se
exponen); que nunca rechazó y despreció la doctrina de la Iglesia sobre el
matrimonio; que conocía las propiedades esenciales de unidad e
indisolubilidad del matrimonio canónico y su ordenación a la generación y
educación de los hijos; y que las aceptaba libremente.
Federico R. Aznar, decano de la Facultad de Derecho Canónico de la
Universidad de Salamanca, comentó entonces que del trámite solía ocuparse
normalmente el sacerdote encargado del expediente matrimonial, en este caso
«la oficina cercana al cardenal-arzobispo de Madrid, monseñor Rouco
Varela». Y explicó que el objetivo de la Iglesia con esta precaución era
garantizar que se trataba de «una opción seria» y no de una especie de intento
de fraude de ley, «como sería, por ejemplo, el hecho de que una persona se
casara primero por lo civil, para, si sale bien, al poco tiempo convalidarlo por
la Iglesia, y si sale mal, como ante la Iglesia Católica la persona bautizada
sigue soltera, pues… no hay ningún problema».126
Felipe y Letizia realizaron también un particular cursillo
prematrimonial, que, en atención a su caso y condición, les fue impartido
privadamente por monseñor José Manuel Estepa, arzobispo castrense
dimisionario y capellán de la Casa Real, que era amigo personal de don Juan
Carlos tras permanecer veinte años en el cargo, a la vez que prestigioso
catequista. En tales cursillos lo que básicamente se traslada a los novios es
que han de llevar una vida acorde con la doctrina de la Iglesia en lo que se
refiere, no solo a la fe, sino también a la conducta y la práctica de los
sacramentos. Y, por tanto, como para el resto de católicos, una de esas
obligaciones era, obviamente, la asistencia dominical a la santa misa.
El cursillo consistió en breves charlas informales, incluso dialogadas y
con preguntas, en las que Estepa les fue proponiendo una serie de reflexiones
sobre el compromiso solemne que adquirían ante sus conciencias, y la
responsabilidad que iban a contraer ante Dios y ante los hombres. Las
conversaciones se centraron en los rudimentos de la fe en general, en los
fundamentos de los sacramentos y, especialmente, del matrimonio católico
con todas sus exigencias, entre ellas especialmente la de «tener todos los
hijos que Dios les dé» y la de «educarlos en la fe de la Iglesia». Y, por
supuesto, en que el matrimonio es un sacramento para toda la vida.127 Antes
de la boda, Letizia recibió el sacramento de la confirmación, impartido por
monseñor Estepa y con Felipe como padrino.128
Se publicó entonces, citando supuestamente a fuentes del arzobispado de
Madrid, que Letizia era «más bien fría» en lo religioso. Que respondía «al
arquetipo de la gente de hoy que, tras una profunda educación religiosa en su
infancia, rompe con la práctica religiosa y se pasa a la indiferencia más que al
agnosticismo». Esas fuentes añadían: «Pero doña Letizia tiene muy buena
voluntad y pronto recuperará el tiempo religiosamente perdido».129
Personas conocedoras de lo ocurrido en esos meses afirman que el
proceso de acercamiento de Letizia a la práctica religiosa fue algo más que un
requisito formal que se cumple porque no hay más remedio. A ese propósito,
hay que recordar que también doña Sofía, siendo princesa, recibió antes de la
boda con don Juan Carlos una preparación especial para su ingreso en la
Iglesia Católica, impartida en Atenas por monseñor Printesis.130
Como es conocido, durante la misa nupcial en la Catedral de La
Almudena, Felipe y Letizia recibieron la comunión, aunque esa imagen no se
vio en la retransmisión de Televisión Española, omitida deliberadamente, con
el argumento de guardar la «intimidad» de los contrayentes. En su caso,
Letizia escogió recibirla de rodillas, y así se mantuvo después durante unos
minutos, sin sentarse inmediatamente.

Un brusco aterrizaje

Si la incorporación de Letizia a la vida normal de La Zarzuela no pudo


calificarse del todo como aterrizaje de emergencia, sí cabe hablar al menos de
un brusco aterrizaje. Porque, lógicamente, dada su procedencia, educación y
carácter, al principio pareció casi un cuerpo extraño.
Se explican así algunas leyendas que han corrido sobre esa toma de
tierra, y que recoge, entre otros, Andrew Morton. Por ejemplo la frase que se
atribuye a don Juan Carlos, dirigida a Letizia: «No me gustas, pero voy a
hacer de ti una buena reina». O el comentario del monarca cuando, durante
las primeras comparecencias públicas, vio que su nuera traducía el
nerviosismo que sentía aplicándose a mover constantemente los brazos:
«Dadle un bolso a esa mujer», se cuenta que ordenó. Por ese o por otro
motivo, lo cierto es que a partir de entonces salió de casa armada con un
bolso, más bien grande que pequeño.
Igualmente, relata que, durante una reunión familiar en La Zarzuela, a la
que asistía también Constantino de Grecia, se abordó la difícil situación en
Irak, y que Letizia tomó la palabra y estuvo hablando de ese conflicto durante
veinte minutos. Entonces, don Juan Carlos le comentó: «Ya sabemos que eres
la más inteligente de la familia, pero, por favor, deja hablar a los demás».131

La máquina de picar

«Pronto se pondrá en marcha la máquina de picar», vaticinó Pepe Oneto a


Felipe y Letizia una noche, en el Teatro Real, cuando empezaban a
deshacerse los primeros entusiasmos de la boda.132
En efecto, desde el minuto uno, es decir desde la presentación como
prometida de Felipe, Letizia se vio sometida a un minucioso examen,
prácticamente diario, en el que se analizaba pormenorizadamente cada gesto,
cada palabra, cada movimiento. Y así ha continuado desde entonces.
Comenzó con las críticas a su actuación en el primer acto oficial, la
pedida de mano, celebrado el 6 de noviembre. Sobre todo la exclamación,
dirigida a Felipe, de que le dejara hablar. Algo que pretendidamente
escandalizó a determinados sectores.
La Escuela Internacional de Protocolo salió al paso de esas críticas,
calificando de muy positiva la «naturalidad» y la «cercanía» de Letizia, un
comportamiento —afirmaba— que no está reñido con el protocolo exigible a
los miembros de la familia real. El proceder de ambos es «un signo de
modernidad y de normalidad», muestra de que «un miembro de la familia real
del siglo XXI no es inalcanzable ni intocable». Letizia —concluía— no tendrá
problemas como princesa porque tiene valores destacables, como «ser
desenvuelta, culta y preparada».133 Pero esta defensa de Letizia no ha sido lo
habitual.
El segundo examen parcial lo afrontó el 6 de diciembre, en la sesión en
el Congreso con ocasión del veinticinco aniversario de la Constitución, a la
que asistió acompañando a la familia real. Los ojos de todos estaban
pendientes de ella, que, consciente de la situación, «cambió su espontaneidad
natural por una actitud mucho más prudente y acorde con el protocolo».134
Durante el vino de honor, los periodistas le preguntaron cómo se sentía en su
primer acto institucional, y ella aseguró que no estaba nerviosa, aunque
añadió que era consciente de la importancia de la celebración y que le parecía
muy emocionante.
Aprobó aquel segundo examen pero no liberó materia, según comentario
de Carlos Herrera, quien escribió que todos estuvieron pendientes de ver el
resultado de las supuestas enseñanzas que estaba recibiendo. Una muestra de
la minuciosidad del análisis a que empezó a verse sometida es precisamente
ese artículo. Recordando los primeros días, Herrera comentaba:

Letizia ya no se mesa la cabellera cada tres segundos —lo hace cada diez—, ni bracea como un
regular en pleno desfile, ni manda callar a su prometido. [A algunos] les siguen pareciendo
exagerados sus continuos latigazos de pelo, y lo mucho que habla, y la manera de hacerlo, tan
evidente en la vocalización que un mediocre lector de labios puede enterarse de su conversación.
Ella sabe que todos los ojos, favorables o críticos, van a estar puestos en sus gestos durante
mucho tiempo […].
Acabará pillando el truco, pero le costará trabajo: la gente se fija hasta en cómo coge el
bolso, que le da más vueltas que a una llave, y en la largura de las faldas, que es pieza a la que se
le ve que no está acostumbrada. En fin, que sus preceptores de la famosa ala de invitados de
Zarzuela tendrán que seguir con las clases.135

El tercer examen se desarrolló ante un público muy especial: la


audiencia que los reyes ofrecieron a la junta directiva de la Diputación de la
Grandeza, que presidía Enrique Falcó, conde de Elda. No estaba anunciada la
presencia de Letizia, pero allí compareció junto con Felipe, que les fue
presentando a su futura esposa. Los caballeros inclinaron la cabeza, las damas
doblaron la rodilla ante ella, siguiendo el protocolo que se cumple con los
miembros de la familia real. Aquella presentación ante los grandes de España
fue especial, porque días antes se había escrito que la nobleza había acatado
«en silencio pero con reservas mal disimuladas», el compromiso del príncipe
con una persona sin título, de clase media y divorciada.136
Y así ha continuado desde entonces: de examen en examen. «No
entiendo por qué se le presta tanta atención a ella si quien va a reinar, si es
que reina, será él», plantea Pilar Urbano.137

Primeros actos en solitario y primeros discursos


Seis meses después de la boda, el 4 de noviembre de 2004, Letizia
protagonizó su primer acto oficial en solitario como princesa de Asturias. Fue
en la inauguración del IX Congreso de Academias Iberoamericanas de la
Historia, celebrado en Madrid. Iban a presidirlo los dos, pero de forma
imprevista Felipe tuvo que viajar a Abu Dabi, para asistir a las honras
fúnebres por el jeque Zayed bin Sultan al-Nahyan. En su ausencia, Letizia
pronunció las primeras palabras en público. Ese año se incorporó también a la
tradición de que las mujeres de la familia real presidan mesas el Día de la
Banderita, en favor de la Cruz Roja.
Pero su primer discurso oficial como tal lo pronunció el 16 de junio de
2005. Ocurrió en Logroño, y lo hizo como madrina de la entrega de la
bandera a la Unidad de Acción Rural de la Guardia Civil, una agrupación
centrada sobre todo en la lucha contra el terrorismo de ETA y que celebraba
el veinticinco aniversario de su creación. Ataviada con peineta y amplia
mantilla española, con vestido negro largo, en un podio leyó las palabras de
elogio a la unidad y de agradecimiento a su labor. En la tribuna de
autoridades, el príncipe, con uniforme del ejército de Tierra. Rememorando
sus tiempos de locutora de televisión, Letizia pronunció las palabras con
exactitud y dicción perfecta, aunque también se le notó algo nerviosa. Era su
bautismo de fuego.
Esa tarde Letizia no acompañó a Felipe a Salamanca, a la investidura
como doctor honoris causa del presidente de Chile Ricardo Lagos, pero sí al
día siguiente al monasterio de San Salvador de Leyre, en Navarra, a la
entrega del premio Príncipe de Viana de Cultura 2005 al ingeniero Javier
Manterola.
Embarazada ya de cuatro meses de su primera hija, y a pesar de que
exigía un largo desplazamiento en avión, de casi catorce horas, a principios
de junio de 2005 Letizia acompañó a Felipe en un viaje oficial a Japón, en el
que se la vio por vez primera lucir dos vestidos premamá de Felipe Varela.
Las actividades protagonizadas por Letizia desde entonces han sido muy
numerosas. Un momento singular, aunque anecdótico, se produjo en abril de
2009, con ocasión de la visita a Madrid del entonces presidente francés,
Nicolas Sarkozy, acompañado de su esposa, Carla Bruni. Para algunos
medios, aquello se convirtió en una competición de mujeres chic, de la que
Letizia no salió precisamente mal parada. Y el 10 de abril de 2010 presidió el
acto de jura de bandera de la Guardia Real.

Su familia

Desde que se instaló en La Zarzuela, nada más anunciarse el compromiso con


Felipe, Letizia se propuso no perder contacto con los amigos y con su familia.
El teléfono móvil fue y sigue siendo su aliado. «Siempre tiene tiempo para
una llamada, aunque sea rápida, o para un SMS», según una de sus amigas,
que añade: «Está al tanto de lo que nos pasa. Y nos pide opinión sobre
algunas cosas. Le preocupa, por ejemplo, cómo la ve la gente. Si se la conoce
o si se tiene una imagen distorsionada de ella».138
Entre sus llamadas diarias estaban las que hacía a sus familiares directos,
singularmente a sus padres y a sus hermanas, con quienes seguía en contacto
habitual.
El 18 de marzo de 2004, Jesús Ortiz, divorciado en 1998, se casó por lo
civil con Ana Togores, su pareja desde cuatro años antes, en su casa en
Somosaguas. Los casó el alcalde de Pozuelo. La boda había estado prevista
para principios de año, pero el anuncio del compromiso de Letizia cambió sus
planes. Letizia asistió a la boda, pero no Felipe, en señal de duelo por el
atentado del 11-M en Madrid. Acudió también Érika, con su marido Antonio
Vigo, y su hija Carla, de tres años. En julio de 2004, Telma Ortiz se
encontraba trabajando como cooperante con Cruz Roja, terminó sus
exámenes de Antropología y estaba preparando asignaturas para septiembre.
Desde el primer momento, Felipe se esforzó por encajar con la máxima
«normalidad» la relación con la familia de Letizia. Y lo mismo el resto de la
familia real. A finales de julio de 2004, recién llegados de un viaje oficial a
México, los príncipes celebraron en su residencia el cumpleaños de
Francisco, el abuelo materno, con la familia Ortiz Rocasolano en pleno. El 20
de diciembre Felipe acudió por vez primera a Asturias, a Sardeu, en
Ribadesella, para estar con la rama paterna de Letizia, los abuelos José Luis
Ortiz y Menchu Álvarez del Valle.
El 30 de marzo de 2005 murió José Luis Ortiz, a los ochenta y dos años,
de un cáncer de pulmón detectado tres años antes. Una pérdida que afectó
mucho a Letizia porque desde niña pasaba con él y Menchu del Valle los
veranos en Asturias. El día 31, visiblemente afectada, asistió al entierro,
acompañada por Felipe, que se volcó en sus muestras de cariño. Letizia se
encontraba ya embarazada de Leonor. Una de las coronas de flores, enviada
desde La Zarzuela, decía: «Con cariño de tus nietos Letizia y Felipe».
No han faltado dolores de cabeza añadidos, como consecuencia de
algunas de las peripecias de la familia de Letizia. El 2 de julio de 2013 el
Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Cangas de Onís
decretó el sobreseimiento provisional de las diligencias por un presunto delito
de insolvencia punible por alzamiento de bienes (el origen era una deuda
impagada de más de 20.000 euros contraída por Henar Ortiz) en el que los
imputados eran la tía, Henar, el padre, Jesús Ortiz, y la abuela, Menchu del
Valle. Se decidió el archivo, por «no aparecer debidamente justificada la
perpetración del delito».

Érika, la pequeña

Desde niñas, Letizia y sus hermanas Telma y Érika, menores que ella,
constituían una unidad indisoluble. Compañeras de colegio comentan que
tenían mucho carácter, sobre todo Letizia y Érika. «Cuando ibas con ellas
tenías la sensación de ir siempre muy protegida, si se tenían que pelear con
alguien, lo hacían sin dudarlo».139 Formaban una piña, que se deshizo en parte
a la hora de elegir los estudios superiores: Telma apostó por Ciencias
Económicas, Érika por Bellas Artes, Letizia por Periodismo.
Érika, casada con Antonio Vigo y madre de una niña, que había
terminado Bellas Artes, concedió en febrero de 2004, tres meses después del
anuncio del compromiso de su hermana, una entrevista con fotografías. En
ese momento trabajaba como directora de comunicación en el grupo editorial
italiano Art’e, en Madrid. Antes había estado vinculada al mundo de la
creación, tanto en agencias como en talleres de arte, además de afrontar sus
propios proyectos escultóricos, fotográficos y cinematográficos. En cine se
dedicó al área de la dirección artística, e incluso trabajó con su hermana
Letizia en cortometrajes con el mismo director.
Afirmó en la entrevista que el anuncio de la boda la había «afectado de
manera positiva» y que todos en la familia lo habían asumido «con mucha
felicidad». Sobre su relación con Letizia, relató:

La veo con la misma frecuencia que antes. La única diferencia es que no podemos ir a lugares
públicos sin que los fotógrafos, las cámaras de televisión o los redactores nos ocasionen algún
trastorno; por otra parte, algo lógico. Profeso un profundo respeto por los profesionales, pues
estoy muy vinculada a ellos, no solo por las generaciones de comunicadores que hay en la familia,
sino también porque tengo amigos periodistas y cámaras de televisión.140

En junio, Érika volvió a aparecer en las revistas, como organizadora de


la presentación del número 1 de la revista de arte FMR (Franco Maria Ricci),
en su nueva etapa tras ser adquirida por el grupo Art’e, acto celebrado en el
Casino de Madrid, al que también asistió Jesús Ortiz, con Ana Togores. Érika
declaró: «No se puede hacer todo: madre, trabajo y encima ir al taller a
ponerte a tallar. No tengo tiempo para dedicar a la escultura».141
Posteriormente, pasó a Globomedia, la productora de televisión de
Emilio Aragón. En noviembre de 2005 debutó como escenógrafa: firmó los
decorados del ballet Blancanieves junto a Fernando González. La música,
dirección y producción ejecutiva corrían a cargo de Emilio Aragón. Érika
recibió el apoyo de su cuñado, el príncipe Felipe, y de su madre, Paloma
Rocasolano, que asistieron al estreno en Madrid; Letizia se encontraba
todavía convaleciente por el nacimiento de Leonor.
El contacto con Telma resultaba más difícil, por sus viajes y estancias
fuera de España, dadas sus tareas de cooperante, por lo que Letizia convirtió
a Érika en su mejor amiga. Ella fue una de las primeras en conocer la relación
con Felipe.142 Letizia confiaba plenamente en su hermana menor. Durante el
primer embarazo le consultaba cada síntoma, y comparaba su gestación con
la de Érika con su hija Carla. El embarazo fue difícil y Letizia afrontaba las
molestias como algo de familia porque también su hermana había padecido
una gestación complicada.
Una muerte imprevista

El 7 de febrero de 2007, miércoles, Letizia recibió la peor noticia de su vida:


su hermana pequeña, Érika, de treinta y un años, había aparecido muerta en
su casa de Valdebernardo, en la calle Ladera de los Almendros, el mismo
piso en el que ella residió hasta el anuncio del compromiso con Felipe. Y
todo parecía indicar que se había quitado la vida.
Su hija, Clara, de seis años, se encontraba en casa de su padre y
expareja, Antonio Vigo, de quien se había separado en mayo de 2006. En ese
momento salía con el cámara de televisión Roberto García, que fue quien
encontró el cadáver: llevaba sin vida unas doce horas. Érika había solicitado
en Globomedia un permiso de dos días y tenía que haberse reincorporado ese
miércoles. Tras el levantamiento por la juez de guardia, el cadáver fue
trasladado al Instituto Anatómico Forense para proceder a la autopsia.
Los primeros en enterarse fueron sus padres, quienes a continuación
dieron la noticia a los príncipes, que se encontraban en su casa. Letizia, en la
recta final del embarazo, se sintió destrozada, llorando sin parar, mientras
Felipe trataba de consolarla. A continuación, y sin que nadie lo advirtiera,
ella se desplazó hasta el piso de Valdebernardo, donde ya se encontraban sus
padres, para velar a solas a Érika en esos últimos instantes.
Lo comunicaron telefónicamente a don Juan Carlos, que había viajado a
Maching (Alemania), para visitar la empresa EADS. Doña Sofía se
encontraba en Indonesia, visitando las zonas afectadas por el tsunami.
Cuando le llegó la noticia, se llevó las manos al rostro y exclamó: «¡Qué
lástima, qué lástima!». Y después empezó a llorar. Igual que el rey, suspendió
la visita y emprendió regreso a España.143 Telma, que se hallaba en Filipinas,
tomó un avión hacia Madrid.
Al difundirse la noticia, la familia Ortiz pidió «respeto y prudencia», si
bien la prensa no dejó de reseñar que la hermana menor de Letizia tenía «una
vida sentimental complicada e inestable», y que a finales de año había estado
de baja a causa del estrés.144
La capilla ardiente se instaló el jueves en el tanatorio de Tres Cantos, a
donde llegaron los abuelos maternos, Francisco y Enriqueta, junto con la
madre, Paloma, acompañados de los príncipes, en un día muy lluvioso.
Letizia, de riguroso negro, estaba pendiente de su madre, y Felipe a su vez de
las dos. Después llegaron el resto de la familia Ortiz, las infantas Elena y
Cristina, Henar Ortiz, Antonio Vigo, Roberto García… Faltaban doña Sofía y
Telma, todavía de viaje de regreso a Madrid. Medio centenar de reporteros se
habían concentrado en la zona. Al llegar don Juan Carlos, Letizia realizó el
saludo protocolario doblando la rodilla, mientras el rey intentaba frenarla y le
daba un abrazo y un beso. Una escena impactante, que fue captada por todas
las cámaras, lo mismo que los abrazos de las infantas y sus maridos mientras
Letizia lloraba.
En el interior de la capilla se rezó un responso. El capellán de La
Zarzuela, don Serafín Sedano, dirigió unas palabras a la familia, que,
emocionada, no dejaba de llorar. Se procedió después a la cremación. A la
salida, Letizia, cogida del brazo de Felipe, se dirigió inesperadamente hasta el
cordón que formaban cámaras y periodistas. No se esperaba ninguna
declaración, pero ella dijo, con apenas un hilo de voz: «Gracias a las personas
que se han sentido apenadas por la muerte de mi hermana pequeña». En ese
momento se le quebró la voz y de nuevo empezó a llorar. Felipe retomó sus
palabras: «Muchas gracias por la comprensión de todos y sentimos… que
estáis sufriendo». Después marcharon a su residencia, a la que acudió el resto
de la familia Ortiz Rocasolano. Allí llegaría también, ya de noche, Telma,
recién aterrizada del vuelo procedente de Filipinas.
Dos días después, el sábado, 10 de febrero, se ofició una misa de funeral
en la parroquia de Nuestra Señora de la Anunciación de Prado de
Somosaguas (Pozuelo), la zona donde residía el padre, Jesús Ortiz. Fue un
acto íntimo, familiar nada más, al que no asistió don Juan Carlos pero sí la
infanta Elena, algunos parientes de la familia real (la princesa Irene, los
duques de Soria, los Gómez-Acebo, algunos Bulgaria…), las familias Ortiz y
Rocasolano, y amigos como Álvaro Fuster, Emilio Aragón y otros.
A la puerta, la reina, que ya había llegado a Madrid, fue saludada por
Letizia, quien otra vez esbozó el saludo protocolario y recibió un gran abrazo.
Doña Sofía entró en el templo llevando del brazo a Paloma Rocasolano,
mientras Letizia, que de nuevo no lograba contener las lágrimas, lo hacía con
su abuelo materno; Felipe caminaba a su lado. Ofició el obispo castrense
emérito, José Manuel Estepa. Acabado el funeral, y ya dentro del coche,
Letizia se derrumbó en los brazos de su hermana Telma.

De quién la culpa

La tragedia conmocionó también a buena parte de la sociedad que, además de


solidarizarse con su pena, admiró la entereza con que Letizia había afrontado
la desgracia. Se escribió que había superado cum laude «el examen luctuoso
de la triste despedida… Esos momentos en los que enfrentó con una enorme
dignidad la tragedia familiar y no impuso límites a la hora de mostrar su
dolor mientras empezaba a encajar el que será uno de los golpes más duros de
su existencia».145
Y se comentó también que la imagen de Letizia destrozada por la muerte
de su hermana y sus palabras entrecortadas ante la prensa «nos pusieron el
corazón en un puño. Letizia, con su naturalidad, hizo que todos
compartiéramos su tristeza (…). La princesa no se ocultó en la impostura
para ocultar su luto (…). El país entendió que el dolor ante la pérdida de un
ser querido es el más común de los sentimientos humanos y, sin duda, el más
real (con minúscula y con mayúscula) de todos».146 Si tras la boda había dado
la imagen de un personaje rígido, obsesionada por no cometer un error, a las
puertas del tanatorio Letizia «rompió con esa imagen de frialdad. Hasta los
más críticos aseguran que en este difícil momento supo conjugar el papel de
princesa y hermana. Sus lágrimas conmovieron y abrieron las puertas a los
sentimientos. Ahora las princesas también lloran».147
Se suscitó una polémica a propósito de la cobertura informativa del
suceso, que algunos analistas consideraron excesiva, con calificativos de
apabullante y desmesurada, incluso planteando si se le había dado un enfoque
propio de la prensa del corazón. Se reabrió el debate sobre los límites éticos
de la información. Y se apuntó incluso que, antes del fatal desenlace, Érika
sufrió «una persecución mediática que no comprendía», una invasión de su
intimidad. No faltó quien afirmó que ya no podía hablarse «de periodismo,
sino de espectáculo morboso».148
A pesar de aquellas primeras declaraciones de Érika, hablando de
profundo respeto por el trabajo de los periodistas aunque las cámaras de
televisión y los redactores le ocasionaran algún «trastorno», y de su
afirmación de «profundo respeto por los profesionales», al parecer la
hermana pequeña de Letizia no logró encajar su nueva circunstancia. A raíz
de su muerte se sugirió que le resultaba difícil convivir a diario con su
condición de hermana de la princesa y le costaba adaptarse a ser foco
constante de atención, aunque, también por cariño a su hermana, procuraba
que no se le escapara ningún mal gesto.
Se escribió que el matrimonio de Letizia afectó a «la más sensible y
vulnerable de las Ortiz», que fue la que vio más transformada su vida. No era
feliz. Desde finales de 2006 «sufría estrés y ansiedad, por lo que se
encontraba en tratamiento médico con ansiolíticos». En Navidades pidió una
baja en Globomedia, y se reincorporó en febrero sin encontrarse aún bien.
Muerta «por la ingestión de fármacos, hay voces que aseguran que su aspecto
en los últimos meses se había deteriorado, que estaba muy delgada, no pesaba
ni 50 kilos, y que se la veía triste, muy triste». Dejó cinco cartas a sus
familiares. Letizia, «como toda la familia, se pregunta estos días qué más
pudo hacer para ayudar a su hermana a superar la tristeza».149

Boda sorpresa de Telma

Telma Ortiz tampoco asumió con normalidad su condición de hermana de


Letizia y las consecuencias de notoriedad pública que llevaba consigo. Junto
con su entonces compañero, Enrique Martín Llop, a principios de 2008
planteó en un juzgado de Toledo demanda contra cuarenta medios
informativos, a los que acusaban de someterles a un «acoso insoportable y
permanente las veinticuatro horas del día». Con el argumento de que no eran
personajes públicos, solicitaron al juez medidas cautelares, consistentes en
que se prohibiera a esos medios «captar, publicar, distribuir, difundir, emitir o
reproducir» imágenes o fotografías suyas, con la excepción de las «tomadas
en ceremonias oficiales o actos de carácter protocolario». Era la primera vez
que alguien reclamaba medidas preventivas de este tipo.
El 15 de mayo de 2008, la juez dictó sentencia desestimando la
demanda, argumentando que era «jurídicamente inviable», ya que «los
demandantes sí son personas con proyección pública». Condenó a la pareja a
pagar las costas del proceso, que en aquel momento se calcularon en más de
40.000 euros. Telma y Enrique se separaron posteriormente, y ella se instaló
en Barcelona, contratada por el ayuntamiento como subdirectora de proyectos
del Departamento de Relaciones Internacionales, con un sueldo de 80.000
euros al año.
La siguiente noticia la dio Telma el 11 de mayo de 2012, cuando
contrajo matrimonio por sorpresa con el abogado Jaime del Burgo, hijo del
que fuera presidente de Navarra Jaime Ignacio del Burgo. Viejo amigo de
Letizia desde hacía años y desde antes de comprometerse con Felipe, Jaime
había firmado como testigo en su boda. Ella se lo presentó a su hermana
Telma, aunque la relación tardó casi ocho años en consolidarse hasta llegar al
matrimonio.
La ceremonia se celebró en el monasterio de Leyre (Navarra), en la más
estricta intimidad, hasta el punto de que no asistieron Felipe y Letizia ni los
padres de Telma, y solamente estuvieron presentes los padres del novio y un
matrimonio amigo de ella, llegados desde Barcelona con dos hijas. Allí
estaba también su hija Amanda, de cuatro años.
La novia llegó al monasterio con pantalón y suéter, pero una vez dentro
se vistió un traje chaqueta de color blanco con torera de manga corta y
pantalón estilo palazzo. Como joyas, unos pendientes de brillantes y el anillo
que le regaló Jaime en Semana Santa en Aspen, donde estuvieron esquiando,
y donde Telma se lesionó en la rodilla: por ese motivo, caminó hacia el altar
con unas muletas. El novio eligió un traje oscuro.
La boda fue a las dos de la tarde. Almorzaron en la hospedería del
monasterio y a las cinco de la tarde salieron al exterior, momento en que
fueron fotografiados.150 Por la noche, en el castillo de Gorraiz, cerca de
Pamplona, cena con los hermanos del novio, que se habían enterado de la
boda esa misma tarde. No hubo luna de miel: Telma regresó a Barcelona para
que su hija terminara el curso escolar, y Jaime retornó a Londres, donde, por
motivos de trabajo, tenía su residencia desde hacía ocho años.
El 7 de julio, el matrimonio organizó unas celebraciones en Roma, en La
Posta Vecchia, un palacio del siglo XVII en Ladispoli, encuentro al que
asistieron las familias, y Felipe y Letizia con sus hijas.
Telma dejó su trabajo en Barcelona, e inicialmente el matrimonio planeó
instalarse en Londres. Después pensaron en Nueva York por razones
profesionales de Jaime, que vivía a caballo entre esas dos ciudades, y en
verano estuvieron buscando casa y colegio en esta última ciudad. Sin
embargo, en septiembre Telma volvió a Barcelona, después de que un juez
denegara la autorización para que la pequeña Amanda viviese en Estados
Unidos, alegando que el padre de la niña, Enrique Martín Llop, vería
mermado su derecho a verla con regularidad.
Matriculó entonces a su hija en el mismo colegio, el St. Paul’s School, a
cuya puerta fue fotografiada conversando en el piloto Marc Gené y con otras
madres. Esas fotografías y las distancias de la pareja provocaron los primeros
rumores de crisis. No obstante, Jaime, Telma y su hija Amanda,
acompañados de un grupo de amigos, celebraron en Barcelona el primer
aniversario de boda. Y pocos días después tuvieron que negar un supuesto
divorcio, publicado por la revista Diez Minutos en portada. Su abogado,
Antonio Alberca, anunció una demanda contra el semanario.

El apoyo de su madre

En estos años, Letizia se ha acogido con firmeza al apoyo que le presta su


madre, Paloma Rocasolano, una de las pocas personas de las que se fía
absolutamente y sin reservas, y aquien además se lo ha demostrado.
Paloma nació en Madrid, estudió enfermería, se casó con el periodista
Jesús Ortiz y la familia se instaló en Oviedo, donde nacieron las tres hijas.
Allí trabajó en el ambulatorio ovetense de La Lila. En 1987 la familia se
trasladó a Madrid. En 1991 entró en la central sindical SATSE (sindicato de
enfermería), donde, como liberada, inspeccionaba los centros sanitarios de la
zona sur de Madrid, es decir, Vallecas y Moratalaz. Se divorció de su marido
al día siguiente de la primera boda de Letizia.
Paloma conoció antes que nadie la relación de su hija con Felipe. La
describen como una persona culta, amante del arte, sencilla y con mucha
personalidad. Antes de la boda de Letizia, el 13 de febrero de 2004, una
profesora de la UNED la sorprendió copiando con una chuleta en un examen
de Historia de Grecia. Su petición fue: «Suspéndame, pero por favor, no se lo
diga a nadie», cumplida en su primera parte pero no en la segunda: el hecho
circuló por todos los medios.151 Desde la boda de su hija ha hecho gala de una
enorme discreción: apenas ha tenido protagonismo.
Por eso mismo, no es muy conocido que Paloma se ha convertido en
ayuda imprescindible y constante para Letizia. «Ella se apoya mucho en su
madre», se escucha en los entornos de La Zarzuela. Frecuentemente se queda
en casa con las infantas Leonor y Sofía cuando los príncipes se encuentran
fuera, sobre todo en sus viajes al extranjero, que tienen más duración. Pero no
solamente entonces, sino también de forma habitual. «Vas al pabellón y te la
encuentras muchas veces allí». Además de la ayuda en la atención a las niñas,
es también amiga y confidente de Letizia, que le cuenta todo.

Marcando estilo

No pocas veces se ha recordado esta frase de Letizia: «La imagen es algo que
debemos cuidar porque es lo primero que se ve de nosotros». Lo afirmó,
como hemos contado, en su etapa como presentadora de televisión, pero todo
indica que también lo está aplicando, por supuesto, en esta nueva época.
Letizia se ha quejado más de una vez, no en público por supuesto, de la
excesiva atención que los medios prestan a su indumentaria, sin concederla
por el contrario a sus actividades, a sus viajes… «No se fijan más que en el
vestido que llevo o en cuál es la razón que me ha hecho elegirlo para esa
ocasión», ha llegado a comentar.152
Sin embargo, a su pesar o no, lo cierto es que se ha ido convirtiendo en
un referente de elegancia, tenido en cuenta una y otra vez. Prácticamente
desde el principio153 pero incluso más acentuadamente en estos últimos años.
Una de las primeras sorpresas que, en esa línea, dio Letizia fue en la
boda del heredero de Dinamarca, en mayo de 2004. Una semana antes de su
propia boda, Felipe y Letizia asistieron en Copenhague al enlace del príncipe
Federico con la abogada australiana Mary Donaldson. Era la primera
aparición de Letizia entre la realeza y salió airosa; tanto que hasta
«conquistó» Europa. Eligió un traje rojo de seda de Caprile, un vestido que se
ceñía como un guante y que le daba un aire español. Cuando se prometió con
Felipe, la Casa del Rey encargó a Caprile una serie de trajes de gala para
Letizia, que fue estrenando en los primeros años de su matrimonio.154 Por
cierto que todo estuvo a punto de irse al traste cuando, al salir de la
habitación, tropezó y se cayó. Sin embargo, a pesar de los nervios, en público
dio imagen de seguridad y de dominio de la situación.
Según Caprile, a Letizia le van los colores rotundos. «Creo que el rojo
favorece mucho a la princesa de Asturias y, en general, los colores puros y
rotundos: negro, blanco, pastel para el día. Por supuesto que para trajes de
gala, que se complementan con broches y bandas, hay que decantarse por
tonos clásicos».155
El sobrio traje pantalón de color blanco, de Armani, que lució en el acto
de pedida, el 6 de noviembre de 2003, comprado en la tienda de Prét à Porter
gracias a la ayuda de una amiga a la que había llamado tres días antes
«porque no tengo nada que ponerme», ha pasado a la historia. Hoy ha
reducido el pantalón (antes no le gustaba enseñar sus rodillas) y ha colgado
los trajes de chaqueta de la etapa inicial, para pasar a un estilo más
sofisticado (vestidos entallados, colores vivos), junto con los famosos peep
toes de altísimo tacón con plataforma, que la han convertido casi en un icono
de moda.156 Para los zapatos ha recurrido muchas veces a Pura López. Esos
zapatos de enorme tacón se conocen en todo el mundo como los letizios.
Habitualmente vestida ahora por Felipe Varela, el estilismo demasiado
clásico de los comienzos ha ido dejando paso a looks más modernos y
sofisticados. Fue la infanta Elena quien le habló de Varela, al que conocía
porque su tienda estaba situada debajo del domicilio de los duques de Lugo.
Considerado un maestro de los trajes de dos piezas, en los que juega con
pinzas para decorar sus chaquetas y realzar la figura de Letizia, una de sus
señas de identidad es elegir dos tonos distintos del mismo color. Busca los
detalles en las faldas. Otra de sus características es la mezcla de tejidos.
Chaquetas con pinzas y tablas, usa mucho las dobles solapas y apuesta por
los cinturones para realzar la figura.157
Aunque los preferidos de Letizia son Lorenzo Caprile, para las grandes
recepciones, y Felipe Varela más para el día a día, Adolfo Domínguez y
Miguel Palacio (pamelas incluidas) también figuran en su repertorio. De día,
ella recurre a trajes de chaqueta, con falda o pantalón. La falda, con algo de
evasé y con largo justo a final de la rodilla. Tiende a combinar todo, desde los
zapatos a los bolsos (varía entre Loewe, YSL, Chanel y el propio Varela),
pero a veces da impresión de demasiado perfecta, con cierta falta de
improvisación. Ofrece la imagen de una profesional de alto standing. Por la
noche, todo cambia: busca una apariencia más majestuosa, más real.
Entonces suele sorprender y deslumbrar. Aparecen sedas, pedrerías, encajes y
bordados, y luce condecoraciones y alguna joya de la corona, que combina
con el color de los vestidos.158 Solo cuando pasea con Felipe y con las niñas,
en las escapadas no oficiales, se relaja. Deja los altos tacones y vuelve a las
bailarinas, los vaqueros y los jerséis cómodos.
El atrevido tocado que lució con ocasión de la boda del heredero de
Luxemburgo, el 20 de octubre de 2012, fue poco después imitado por la gran
duquesa de Luxemburgo, algo que no paso inadvertido para la prensa
española. Y unos días después, el 26 de octubre, en el acto de entrega de los
Premios Príncipe de Asturias, en Oviedo, llegó al teatro Campoamor vestida
y arreglada de forma tan sofisticada que, según los expertos, podía haber sido
comparada con una estrella de Hollywood. Por cierto que, de entre las
princesas, solo Letizia y Kate son fieles a los diseñadores de su país.
No obstante, Elvira Lindo matiza:

Aquellos que valoran su presencia comparándola con una esclava de la moda como es Rania de
Jordania, no demuestran mucha perspicacia calibrando qué tipo de mujer es la princesa Letizia.
Su manera de vestir es la de alguien para quien la ropa está al servicio de los acontecimientos. Sin
más. Aunque no deja de ser evidente que durante estos años sí se ha preocupado por suavizar los
rasgos angulosos de su rostro, acentuados por una extremada delgadez propia de las personas de
carácter nervioso.159

Joyas reales de pasar


Letizia utilizó el día de su boda la diadema helénica propiedad de doña Sofía,
una pieza que ha pasado ya al uso frecuente de la princesa, de la que se dice
que se guarda en el pabellón de los príncipes. La joya fue un regalo del káiser
Guillermo II a su única hija, María Luisa de Prusia, para su boda con el
príncipe de Hannover, quien la pasó a su hija Federica para el matrimonio
con Pablo de Grecia, y ella a su vez la transmitió a doña Sofía. Desde que se
casó, la reina Sofía no ha vuelto a utilizar esa diadema.160
Ocurre que en España, a diferencia por ejemplo de Inglaterra, no existen
joyas de la corona, salvo una sencilla corona de poco valor y un cetro de
plata sobredorada que se guardan en el Palacio Real y que han presidido
algunos actos solemnes de la monarquía, como la proclamación de don Juan
Carlos en 1975. Por eso, Victoria Eugenia creó un conjunto de joyas para uso
de las reinas de España con el objeto de que no se dispersaran en las
sucesivas herencias.
Son pocas pero relevantes, como la diadema de las flores de lis, un
regalo de boda de Alfonso XIII a Victoria Eugenia de Battenberg, en mayo
de 1906, y que ella lució el día del enlace. Obra de la joyería Ansorena, de
Madrid, se amplió en 1910, añadiéndole nuevos elementos y unas charnelas
que permiten agrandar su base. Es propiedad privada de la familia real, que se
la llevó al exilio en 1931. Hay que citar también los collares de chatones y el
collar de perlas de la reina Mercedes, etc.161 Fue la condesa de Barcelona
quien acuñó la expresión joyas de pasar, cuando la reina Victoria Eugenia le
entregó las piezas históricas al morir Alfonso XIII.
Letizia ha ido luciendo progresivamente estas joyas, como también un
collar de perlas que le regaló doña Sofía el día del compromiso matrimonial,
y los broches gemelos decó en el escote del vestido rojo que lució en la boda
de Guillermo de Holanda, que pertenecieron a la condesa de Barcelona. El
anillo de compromiso fue realizado por Ansorena, y también la firma Carrera
y Carrera ha trabajado alguna joya para Letizia.
La diadema que eligió para la proclamación de Guillermo de Holanda, el
30 de abril de 2013, provocó no poco revuelo en España porque algunos
descubrieron que se trataba de una joya «regalada por Franco». La realidad
es que se trata de una pieza frecuentemente utilizada por las mujeres de la
familia real sin que hasta ese momento se hubiera suscitado polémica alguna.
Sobre todo, es la que lució la infanta Cristina en su boda con Iñaki
Urdangarin, en octubre de 1997. Fue, en efecto, un regalo del Gobierno
español a doña Sofía con motivo de su compromiso con don Juan Carlos. La
pieza, de platino y diamantes (talla brillante y talla perilla), es un diseño de la
firma francesa Mellerio (fundada en el siglo XVI, en París) y puede ser usada
como broche y como gargantilla. Está compuesta por cinco flores —dos
exactamente del mismo tamaño, en los lados, y una central, mucho mayor, a
modo de corona— con su tallo y sus hojas a distinto tamaño.

Trucos de maquillaje

Gloria Romero, maquilladora de Letizia en su etapa de presentadora de


televisión, detalla así su rostro: «Posee rasgos perfectos, que requieren
esfuerzos mínimos. Su cara angulosa, con grandes facciones, es el soporte
ideal con el que todo maquillador se quiere encontrar. En solo media hora
estaba lista».162 Y ofrece una descripción sobre los trucos de maquillaje más
utilizados por ella:

Base de maquillaje. Trasparente, nada pesada porque no tiene imperfecciones en el rostro.


Además, al tener un buen cutis, puede llevar un fondo natural cuya finalidad era dar tonalidad y
que aguantara las luces del estudio.
Sombras. Siempre muy claras: beige, lila o rosa por todo el párpado, a veces con partículas
de nácar.
Corrector. Muy suave en zonas como el párpado inferior, nariz y comisuras de los labios.
Cejas. Solamente peinarlas y dejarlas sin restos de maquillaje.
Máscara de pestañas. Previamente, se les aplica el rizador y después se peinan con el cepillo
del rímel oscuro. Al tenerlas grandes y espesas en ambos párpados, es una operación rápida que
no precisa de varias pasadas para hacer que destaquen.
Delineador. Ancho, con lápiz negro o marrón muy oscuro por el párpado móvil superior; y
de manera delicada sobre el inferior.
Labios. Delineador en el mismo color que su labial que siempre es un brillo natural en tonos
trasparentes.
Cabello. Su color se basa en un rubio oscuro natural, al que se le han aplicado luminosidades
en color rubio claro o dorado. El brillo que despide su cabello se debe a que, de vez en cuando, se
le aplica un tinte vegetal para reactivar el color y aportar más brillo y protección al sellar, de
forma natural, las capas de la cabellera. El corte en largas capas que se desfilan en las puntas,
unido a las mechas claras, le ayudan a darle más volumen en los lados.
De operaciones estéticas

Desde la primera aparición pública como novia y prometida del príncipe, en


noviembre de 2003, hasta la actualidad, en Letizia se ha producido una
notable transformación externa, sobre todo en el rostro, pero no solo. Un
cambio físico que se aprecia con evidencia cuando se comparan aquellas
imágenes y la que ofrece ahora.
Ha surgido, por supuesto, una mujer más segura de sí misma, bien
adaptada a su condición y papel social, más madura, pero también un nuevo
rostro. La joven presentadora de nariz aguileña y mentón pronunciado, que le
daban un aspecto más duro, ha dejado paso a una persona con rasgos
armoniosos, esculpidos para facilitar la fotogenia. Es sobre todo fruto de la
única operación que se reconoce oficialmente: una intervención de nariz
realizada en agosto de 2008 por Antonio de la Fuente, jefe de la Unidad de
Cirugía Plástica Reparadora y Estética de la clínica Ruber Internacional.
La intervención, que no se había anunciado previamente, habría pasado
inadvertida de no ser por el grave accidente de avión que, el 20 de agosto de
2008, sufrió en Barajas un aparato de Spanair, en el que murieron 154
personas. Felipe y Letizia acudieron al hospital Ramón y Cajal y a La Paz
para visitar a los heridos, y fue entonces cuando se apreció que Letizia tenía
inflamado el rostro, y sobre todo la nariz. La Casa del Rey tuvo que difundir
entonces una nota explicando que se había sometido a «una septorrinoplastia
recomendada por los servicios de La Zarzuela para paliar sus problemas
respiratorios». La desviación del tabique nasal le provocaba cefaleas y
dificultad para respirar, pero la princesa aprovechó la ocasión para «limar el
caballete nasal y hacerse un microlifting que le suavizó la mandíbula».163
Al comienzo de su matrimonio frecuentaba el centro de estética de
Carmen Navarro, pero tras la operación de nariz dejó de ir. Ahora, su rostro
aparece sin ninguna imperfección o mancha. Se ha escrito que Letizia es
incondicional de los tratamientos faciales no invasivos: rellenos con ácido
hialurónico que borran pequeñas arrugas, tratamientos de hidratación
intensiva y exfoliaciones suaves que activan el colágeno para rejuvenecer la
piel son algunos de los tratamientos de belleza que practica habitualmente.
Los expertos aseguran también que se ha puesto bótox y engrosado
sutilmente los labios. La sonrisa perfecta se debe a una ortodoncia
trasparente, Invisalign, unas férulas casi imperceptibles que se cambian cada
quince días hasta corregir pequeñas imperfecciones. Las pestañas postizas
son otro de los trucos para mejorar su imagen. 164

Un entrenador personal

Por lo que se refiere a su día a día, Letizia no sufre problemas para


levantarse. Más bien madruga. Se da una ducha rápida y se viste. Desayuna y
lee los periódicos. Antes de casarse no hacía gimnasia, aunque le encanta
nadar. Ahora realiza diariamente ejercicios de musculación.
Hace deporte casi diariamente. Siempre que puede, y suele ser
frecuentemente, acude al gimnasio de palacio, que utilizan los demás
miembros de la familia real y también los escoltas. Se machaca, como suele
decirse. Varias veces a la semana, en función de los actos que marcan su
agenda, trabaja con un entrenador personal, con el que suele practicar pesas y
pilates, disciplina que la ayuda a mantenerse en forma y a mejorar la postura.
En La Zarzuela existe una pequeña piscina de dos calles, pero no la suele
utilizar. En cambio, a veces sí se apunta a un paseo en bici por los jardines
con sus hijas. Se publicó que practicaba un ritmo-gimnasia llamado zumba
fitness, y que un monitor acudía dos o tres veces a la semana para entrenarle
en esa modalidad.165
Si no le espera actividad oficial, sin apenas maquillaje se incorpora a las
actividades del día. No ha hecho régimen jamás, come de todo (no es
vegetariana), raras veces dice no a un buen postre, y tiene la suerte de quemar
todo lo que ingiere. De vez en cuando le gusta darse un buen masaje, y a
diario, después de la ducha, se aplica una crema hidratante. Le gusta tomar el
sol. En el pasado, su prenda preferida para hacerlo era el bikini, que ahora ha
quedado totalmente descartado.166 Desde que se casó, ha puesto buen cuidado
en que no la fotografiaran con esa prenda de baño.
Anorexia o simple delgadez

Letizia es delgada por constitución, lo mismo que su madre y sus dos


hermanas. Sus brazos son muy delgados, y siempre que puede los lleva
cubiertos. En los primeros años de matrimonio con el príncipe, y quizá por el
estrés de su nueva vida, pareció intensificarse más esa impresión, hasta el
punto de que llegó a decirse, y a publicarse en algún medio internacional, que
padecía anorexia.
Se ha contado también que, con ocasión del divorcio de Alonso
Guerrero, perdió muchos kilos por la tensión de esa temporada. Algo
parecido ocurrió tras el anuncio del compromiso con Felipe: bajó 9 kilos en
cuatro meses, lo que aconsejó iniciar un tratamiento para recuperar peso a
corto plazo, sobre todo de cara al día de la boda.167
La sospecha de que padece anorexia la ha perseguido desde muy
temprano, como se ha dicho. Ya en marzo de 2005, la Casa del Rey envió a
El Mundo un desmentido negando que Letizia sufriera esa enfermedad, nota
que fue publicada en la sección de Cartas al Director. Precisaba que era
«absolutamente falso» que padeciera dicho mal, añadiendo que la
especulación se había tomado de reportajes en la prensa extranjera sin
haberlo contrastado después con La Zarzuela.168
El artículo de El Mundo, en efecto, se hacía eco de algunas portadas en
la prensa italiana y francesa en las que, a partir de unas fotografías
relativamente aparatosas, planteaba si Letizia era víctima del mal de las
princesas, recordando a Diana de Gales, Masako de Japón y Victoria de
Suecia, tres casos confirmados de anorexia y depresión. No obstante añadía
que, aunque Letizia estaba «delgadísima», su constitución genética, igual que
la de sus hermanas, era así. «A la princesa le duele la boca de repetir que
come de todo y en cantidades generosas. Aunque reconoce que la carne de
cordero no figura entre sus favoritas, no le hace ascos a las fabes con almejas
preparadas a fuego lento por su padre, una tarta de chocolate o una ensalada
de frutas».169
«Ella y los suyos afirman que come como una lima pero que todo lo
quema debido a su carácter hiperactivo, al que se suma ese afán de perfección
que la lleva a ser un puro nervio quemagrasas». Todo ello hace que se
encuentre dos puntos por debajo de la talla media nacional, con un talle de 63
centímetros y unas caderas de 88, dos centímetros menos que las medidas
estándar de las modelos de pasarela. En su armario no se encuentra ningún
modelo de la talla más vendida entre las españolas, la 40. Abundan los trajes
talla 36/38.170 El martes siguiente, Carmen Rigalt comentó ese artículo en su
columna al decir: «Me abstendré de afirmar que la princesa es anoréxica,
pero tiene hechuras anoréxicas».171
El desmentido a El Mundo, firmado por el entonces jefe de prensa de La
Zarzuela, Juan González-Cebrián, tuvo que ver, más que con la circunstancia
personal de la princesa, con los perfiles sociales de esa enfermedad y sus
negativos efectos entre la población joven, según fuentes de la Casa.172
Ha vuelto a saltar el rumor en otras muchas ocasiones. Una de las más
llamativas en noviembre de 2011, a propósito de unas fotografías de Letizia
durante un viaje oficial a Chile, en las que volvían a destacar unos hombros
huesudos y sus delgadísimos brazos, y de nuevo la Casa del Rey salió al
paso, argumentando sobre su delgadez: «Siempre lo ha estado, así es su
constitución física». Se repetía la afirmación, en boca del príncipe, de que
«come como una lima, pero lo quema todo», y la explicación de que «evita el
aceite, la grasa y los guisos aceitosos; tampoco le gusta el cordero, prefiere
alimentos cocidos o al vapor». Uno de sus platos preferidos es la
hamburguesa; suele pedirla en los restaurantes pero la mayoría de las veces la
deja a la mitad.173

Mucho carácter

Meticulosa, perfeccionista, arriesgada, curiosa, inquietante, seductora,


testaruda, nerviosa, parlanchina, calculadora, vanidosa y elegante. Todos esos
adjetivos fueron utilizados por sus compañeros de trabajo para intentar
definir, o al menos describir, a Letizia. Y otro más: sanamente ambiciosa.174
Y faltan algunos: periodista vocacional, obsesiva con el trabajo, despierta,
con una franqueza que en ocasiones puede resultar cortante, y «esa entendible
vulnerabilidad de las mujeres guapas que se pasan la vida esforzándose en
demostrar su inteligencia».175 Amante de los animales desde pequeña, siendo
niña se fotografió en el salón de su casa de Oviedo con el pastor alemán de la
familia, y a los quince años con otro de sus perros. Durante la estancia en
México posó con un cachorro de tigre en sus brazos.
En lo profesional, Letizia ha tenido que someterse a un exigente proceso
de aprendizajes y mejoras, que la han marcado, y que han acentuado su
tendencia al perfeccionismo. Algo que le provoca no poca tensión, porque
ella no se permite fallos. Siendo ya princesa, en una ocasión asistió a un acto
con una ONG y al final se quedó un rato departiendo con los asistentes. Uno
de ellos elogió después la cercanía, buen trato… Cuando personas de La
Zarzuela se lo contaron, Letizia les respondió agradeciéndolo, pero diciendo
que le refirieran también cosas negativas. «Con el halago no se construye
nada», concluyó.
Es controladora, enérgica, de carácter firme y hasta duro, sobre todo
consigo misma, lo que le ha proporcionado una imagen de persona fría y
distante que la está perjudicando. Le cuesta disimular y aparentar, se le nota
cuando no está a gusto. Pocas veces consigue aparecer como persona cercana,
cálida y espontánea. Es muy detallista. En el veinticinco aniversario de los
Premios Príncipe de Asturias se dio cuenta de que Stephen Hawking, desde
su sitio, no podía ver el vídeo que estaban proyectando. Nadie se había
percatado y ella fue la que indicó que le torcieran un poco la silla.176
Mira fijamente al interlocutor, da la mano con fuerza, tanta que ha
prescindido de los anillos y ha tenido que quitarse la alianza matrimonial para
no dañarse, porque los apretones de manos acababan lastimándola.177
Desde el principio se achacó a Letizia un carácter fuerte, difícil de
doblegar, plasmado el día de la pedida de mano cuando, como se ha contado,
cortó a Felipe mientras hablaba. Ese gesto no ha vuelto a repetirse. No
obstante, el tomarse demasiado en serio las cosas le convierte en ocasiones en
persona rígida, empeñada en corregirlo todo. Se ha escrito incluso que, en
una reunión de amigos, uno de los íntimos reprochó a Letizia que estaba
volviéndose regañona, a lo que el príncipe asintió. Según lo publicado en una
web, uno de los asistentes «le dijo a doña Letizia: ¿Por qué te has vuelto tan
seca y regañas a todo el mundo? Ante este comentario, el príncipe se echó a
reír mientras asentía dándole la razón al acusador».178 No obstante, una de las
personas citada expresamente en esa información niega que existiera tal
comida y por tanto el hecho relatado.

Con las enfermedades raras

Cuando se trata de niños, Letizia logra enseguida una notable complicidad.


Se le dan bien. No le importa agacharse para hablar con ellos, e incluso tomar
en brazos a los bebés, como ha hecho más de una vez en público.
En cambio, le cuesta mostrarse exteriormente cariñosa. No le sale
fácilmente. También con el propio príncipe. El 10 de octubre de 2012, con
ocasión de la Fiesta de la Banderita, Letizia presidió una de las mesas en
favor de la Cruz Roja. Caminando por las calle, Felipe se acercó a los puestos
donde se sentaban la reina, la infanta Elena y Letizia, para entregar su
donativo en cada uno. Doña Sofía le regaló unas piruletas para que se las
diera a las infantas Leonor y Sofía. Ante el Ministerio de Asuntos Exteriores
se alzaba la mesa encabezada por Letizia: le recibió con un par de besos, y sin
embargo se notó que le costaba que les vieran así.
Pero se vuelca con las personas que tienen limitaciones físicas o
psíquicas. En abril de 2002, dentro de unas jornadas organizadas por la
agencia Servimedia y el Comité Español de Representantes de Minusválidos
(CERMI), Letizia intervino en unos cursos dirigidos a formar a una veintena
de portavoces de distintas organizaciones en el difícil cometido de las
relaciones con los medios de comunicación. Tomando pie de su propia
experiencia como presentadora, en uno de los talleres prácticos, el de
televisión, explicó cómo desenvolverse frente a las cámaras.179
Las enfermedades raras se han convertido en uno de los campos de
actividad de Letizia. Ya en 2009 recibió en La Zarzuela, de forma privada, a
varios familiares y niños afectados por alguno de esos males. El 1 de marzo
de 2012, acudió al foro convocado con motivo del día mundial de dichas
enfermedades y no pudo evitar que se le vieran unas lágrimas cuando se
encontró con Lucas, un niño que sufría el síndrome de osteogénesis
imperfecta, más conocido como la enfermedad «de los huesos de cristal»,
quien levantó unas cartulinas amarillas en las que podía leerse: «Princesa,
tenemos esperanza». En su intervención, Letizia afirmó: «Yo seré vuestra
voz. Debemos luchar para que ninguna persona con una enfermedad poco
frecuente se sienta sola». Y terminó dirigiéndose a Lucas: «Gracias, Lucas,
por darnos esperanzas».180
Dos semanas después, el 15 de marzo, presidió la entrega de premios de
la Confederación Nacional de Sordos Españoles, y sorprendió prescindiendo
del micrófono y haciendo uso del lenguaje de signos para agradecer su labor
a las personas que trabajan «por mejorar la calidad de vida de las personas
sordas».
Precisamente la atención que presta a las enfermedades raras motivó su
primer viaje oficial al extranjero en solitario. El 1 de marzo de 2010,
coincidiendo con el desplazamiento de Felipe a Uruguay para la toma de
posesión de José Mújica como presidente, Letizia asistió en Berlín a la
entrega del III Premio Eva Luise Köhler de Investigación sobre
Enfermedades Raras, invitada especialmente por Eva Köhler, esposa del
presidente alemán. El presidente y su esposa habían tenido ocasión de
encontrarse en Madrid con los príncipes un año antes y de hablar sobre la
labor de su fundación, en una cena ofrecida por los reyes en La Zarzuela con
motivo del V Foro Hispano-Alemán.
En Berlín, Letizia mantuvo un encuentro con el alcalde Klaus Wowereit,
que en 2009 recogió, junto a los otros dos alcaldes del Berlín unificado, el
Premio príncipe de Asturias de la Concordia otorgado a la ciudad de berlín en
el vigésimo aniversario de la caída del muro. Después, en el palacio
presidencial de Bellevue, asistió a un almuerzo ofrecido por la Fundación Eva
Luise y Horst Köhler, donde conversó con el presidente Köhler, los
premiados y otros invitados. En el acto de entrega, pronunció un discurso en
castellano, si bien en el resto de los encuentros habló en inglés. Letizia viajó
acompañada por la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez.

Las críticas

El día que recibieron en Asturias la noticia del compromiso de Letizia con


Felipe, el mismo 1 de noviembre de 2003, por la tarde, la abuela Menchu del
Valle exclamó: «¡Ay, pobre, pobre! Van a hacerla picadillo».181 Estaba
comenzando a funcionar, como hemos dicho, la máquina de picar.
Si el mismo día de la petición de mano ya recibió reproches, lo cierto es
que Letizia ha tenido que hacer frente desde el principio a las críticas de
medios informativos, personas y aun partidos políticos. «Sus orígenes, su
preparación intelectual, su abuelo, su carácter, su masa muscular, sus
tensiones emocionales, el complicado encaje en la familia. Los periodistas no
han dado tregua a la princesa».182
Dada su condición y posiciones republicanas, Izquierda Unida se estrenó
muy pronto en la oposición y denuncia a Letizia. El grupo municipal en el
Ayuntamiento de Oviedo afirmó que la pedida de mano había sido «un acto
de machismo» en sus formas, manifestó «no comprender el eco informativo
exagerado de la boda, que forma parte de una nueva campaña de propaganda
monárquica», y anunció que votaría en contra del nombramiento de Letizia
como hija predilecta de la ciudad, en el pleno que iba a celebrarse ese día.183
Y otro de los enemigos de Letizia desde el inicio ha sido Jaime Peñafiel.
Apenas anunciado el compromiso con el príncipe, en enero de 2004 declaró a
Rosa Villacastín en Diez Minutos: «Letizia Ortiz no es la adecuada para
suceder a la reina».184 El 14 de marzo, en su artículo semanal en El Mundo,
afirmó que, en la boda de su prima Abigail, Letizia dijo: «¡Que le traigan
langostinos al príncipe!». A dos semanas de la boda, le dedicó su columna en
el suplemento Crónica, de El Mundo, diciendo que llevaba zapatos de tacón
con más de 8 centímetros para compensar la diferencia de altura con el
príncipe, y haciéndole esta recomendación: «Guarda siempre para ti algún
momento del día para ser una mujer que ama, que se entristece y que, a
veces, llora».185
A estos asuntos aludió la propia Letizia, dos días después, cuando se
encontró con Peñafiel en el cóctel tras la entrega al príncipe de la Medalla de
Honor de Madrid. Según se publicó, el diálogo entre los dos fue el siguiente:

—Mírame a los ojos, ¿tú crees que estoy triste?


—Yo no he dicho nunca que estés triste. Pero, si me permites, te voy a recordar un poema
que dice: «Ojos claros, dulces y serenos, ya que me miráis no me miréis airados».
—Yo no estoy airada.
—Pero estás enfadada.
—No estoy enfadada.
—Pero me estás regañando.

Sobre los tacones de ocho centímetros:

—Eso no es cierto. No son para tanto [levantando la pierna para mostrarlos].


—Letizia, yo solo me he hecho eco de una información que ha publicado una compañera del
suplemento de El Mundo. Tú que has sido periodista sabes que tenemos que creer lo que se
publica en los periódicos; si dudáramos… ¿qué pasaría?
—Yo tampoco he dicho lo de los langostinos. Deberías llamar a la Casa Real para confirmar
la información cada vez que quieras publicar algo.
—Si yo llamo todos los días…
—Pero no para estas cosas.
—¿Cómo voy a llamar para algo como lo de los tacones? Letizia, ¿me permites que te diga
una cosa? En las distancias cortas estás mucho mejor.
[Estrechando con las dos manos la mano derecha de Peñafiel].
—Sería bueno que nos viéramos más.
—Te deseo mucha suerte.186

Peñafiel se hizo eco de la conversación calificándola de «desencuentro»,


y con esta conclusión: «Pienso que Letizia se sintió todavía la periodista que
ha discutido con otros periodistas, ya que a Paloma Barrientos también le
reprochó que calificara a su hermana Érika de “hermanísima”. De no ser así,
la actitud de Letizia podría calificarse de ¿insolencia?, ¿impertinencia?
Prefiero quedarme con la compañera, que lo será hasta el próximo día 22 de
mayo».187
A partir de entonces, la crítica de Jaime Peñafiel hacia la princesa se
convirtió casi en una rutina, incluyendo detalles demasiado anecdóticos,
como su relato de que Letizia pisó a doña Sofía en Palma, una noche en que
la familia real llegaba al restaurante de Miguel Arias en Puerto Portals.188 En
La Zarzuela sentó especialmente mal, indignó, su libro sobre el matrimonio
formado por don Juan Carlos y doña Sofía, y singularmente el trato que daba
a la reina.189 No obstante, en los últimos tiempos, sobre todo a raíz de la
llegada de Javier Ayuso a los servicios de prensa de la Casa,190 las relaciones
se han restablecido en gran medida.
¿Nunca se verá libre?

Las actuaciones de Letizia son analizadas frecuentemente y casi al


microscopio. Un caso más. El 16 de mayo de 2013 presidió en San Millán de
la Cogolla la inauguración del VIII Seminario Internacional de Lengua y
Periodismo, dedicado ese año al uso intencionado del lenguaje. Pronunció un
breve discurso sobre el empleo adecuado de las palabras, y entre otras cosas,
afirmó: «Estoy segura de que la crisis tiene su propio lenguaje y su
utilización puede ser intencionada. Y no es lo mismo decir ayudas que
rescate, recesión por crecimiento negativo, o reestructuración en vez de
recortes». También destacó la contradicción que existe en la expresión
«crecimiento negativo».191
Sus afirmaciones fueron motivo de crítica en algunos medios, incluso
con la insinuación de que había formulado una descalificación al Gobierno
por usar las palabras y expresiones citadas. Fuentes de La Zarzuela
explicaron que la intervención en San Millán fue un texto que preparó ella
misma (aunque después lo enseñó al equipo de la Casa) y recordaron que la
fórmula «crecimiento negativo» fue un invento de Rodríguez Zapatero. «La
intervención en San Millán era el pensamiento de la princesa, que es
periodista», concluían.
Con ocasión de la entronización del papa Francisco, Letizia acompañó al
príncipe al acto en el Vaticano. Estuvo presente en la recepción que se
celebró en la embajada de España, y se le echó en cara haber protagonizado
gestos de impaciencia y nerviosismo.192
Si hace, porque hace, y, si no, porque no hace, lo cierto es que
cualquiera que sea su comportamiento lo habitual es que alguien aparezca
criticándole. Por ejemplo, con ocasión de su asistencia a la misa homenaje al
conde de Barcelona, celebrada el 21 de junio de 2013 en la capilla del Palacio
Real. «Según fuentes presentes, no se apreció gran fervor religioso por parte
de la princesa Letizia, que ni comulgó —un acto ciertamente personal y
voluntario— ni tampoco hizo la reverencia al Santísimo».193
Hay quien asegura que la princesa nunca se verá libre de sus
enemigos.194 Y desde La Zarzuela se quejan: «No le perdonan nada».
Obsesionada con los medios

Un problema particular en el caso de Letizia es que, como profesional del


periodismo que ha sido, tiene muy en cuenta lo que transmiten los medios de
comunicación. Lo lee todo, especialmente las noticias que se refieren a ella, y
lo sigue todo. Lo cual, por tanto, no le ahorra ningún posible disgusto. No ha
faltado quien hable de obsesión por su parte, desoyendo a quienes le
aconsejan moderarse y atemperar su tendencia perfeccionista. No obstante,
personas de La Zarzuela matizan: «La princesa lo lee todo, pero no se cree
todo».
Como el resto de los miembros de la familia real, Letizia recibe
diariamente un exhaustivo resumen de noticias que elabora el departamento
de prensa de La Zarzuela, en el que, por supuesto, se recogen todas las
informaciones relativas a la familia real aparecidas en medios escritos, radio,
televisión y agencias. «Por desagradables, desafortunadas o incorrectas que
sean esas noticias —que normalmente lo son—, el dosier las incluye todas»,
según un portavoz de la Casa del Rey.195 Aunque, dada su afición a navegar
por Internet, probablemente gran parte de ese contenido ya lo conoce con
anterioridad. Y otros más: por ejemplo lo que circula por las redes sociales,
en las que Letizia ocupa un lugar destacado.
Se le achacan iniciativas directas para colocar informaciones en
determinados medios y a través de algunos periodistas de su confianza. Y de
esa forma trataría de puntualizar aquello con lo que no está conforme.
Además de alguna llamada personal a informadores y columnistas para
intentar corregir o rectificar. Se le atribuye tener amigos en cargos
importantes de la prensa.
Según Beatriz Cortázar, Letizia «es una mujer que cuando quiere
rectificar sabe hacerlo. Lógicamente, no coge el teléfono y habla con el
periodista de turno. Tiene sus sistemas y las personas adecuadas». Y cita, por
ejemplo, la noticia de Efe sobre que el embarazo se había producido por
medios naturales.196 Alfredo Urdaci confirma que es mujer que no se resigna:
siempre ha tenido el reflejo de la réplica. En una ocasión en que se quejaba de
las cosas que leía, con las que no estaba de acuerdo, Felipe le comentó:
«Siempre he dicho que hay que caminar por las aceras, y no cerca de las
alcantarillas».197
El 26 de abril de 2012, Felipe y Letizia recibieron a la junta de la
Asociación de Directivos de Comunicación con motivo de su vigésimo
aniversario. Según alguna información, Letizia aprovechó para criticar
abiertamente a los confidenciales, echando en cara a los dircom presentes que
contribuyeran a financiarlos con la publicidad de las empresas a las que
representaban.198 La noticia mereció, lógicamente, críticas desde ese sector de
los medios.199
Sin embargo, Letizia comentó posteriormente, en privado, que ella no
había formulado tales críticas, y que el relato lo había publicado «un medio
que está en el sector que miente». Argumentó que llevaba ya ocho años como
princesa y que nunca se le ocurriría realizar comentarios de ese tipo. Personas
presentes en aquella conversación confirmaron también que en realidad los
dircom charlaron sobre «prensa seria» y «prensa no seria» (no se utilizó el
término «confidenciales»), y que fue uno de ellos, no Letizia, quien comentó
que tendrían que hacer examen por «ceder al chantaje y haber alimentado a
determinados medios».

Intimidad y escapadas

A pesar de su condición de personaje público, y de la proyección que


merecen sus comparecencias y actuaciones, Letizia ha pugnado por conservar
un cierto espacio propio, de intimidad y hasta de soledad. Por ello, y sin
previo aviso a nadie, ha asistido a conciertos, salido de compras y quedado a
cenar con amigas sin el príncipe. Es la lucha por ese espacio propio en el que
recuperar incluso energías y hasta descansar de la tensión de las obligaciones
oficiales. Y en principio Felipe está de acuerdo en que lo tenga, según se
afirma en La Zarzuela.
El 30 de junio de 2012, fecha en que se celebró en Madrid el Día del
Orgullo Gay, Letizia, con un grupo de amigos periodistas, paseó por el
madrileño barrio de Chueca, vinculado a ese ambiente gay. Vestida con un
tejano y una sencilla camiseta, nadie la reconoció.200
Durante el año 2012, La Zarzuela confirmó al menos dos viajes de
Letizia y sus amigas. Uno el 12 de abril, a Jávea, estancia que coincidió con
las fechas del accidente del rey en Botsuana, junto con Sonsoles Ónega,
Cristina Palacios, Mar Peiteado, Ana Prieto, Inma Aguilar y Almudena
Bermejo; el otro, en noviembre, a Nueva York con escala en Miami. Con
ocasión de este desplazamiento se escribió que había estado en Miami, junto
con su madre, para someterse a un tratamiento estético, pero miembros de la
Casa afirmaron que había acudido a «Nueva York en el viaje que cada año
organiza con sus amigas».201 Coincidió con la operación de cadera del rey202 y
Letizia en persona se encargó de desmentir lo de los retoques estéticos,
aprovechando una entrega de premios. Del 28 al 31 de diciembre marchó,
también sola, a Londres, entre otras cosas para asistir a un acontecimiento
cultural.
Pero una cosa son salidas de forma privada y otra muy distinta ir por
libre. «La princesa va por libre desde hace por lo menos dos años», afirmó a
principios de 2013 una persona que, decía la información, «conoce bien el
funcionamiento de Zarzuela». Según esa fuente, Letizia va por libre desde
entonces y «ni siquiera en la Casa Real saben muy bien lo que hace ni dónde
está cuando no está cumpliendo con sus obligaciones. Muchas veces, al
personal de la secretaría del príncipe Felipe le resulta imposible controlar su
actividad privada». Se pensó contratar un especialista para ayudarla a corregir
«algunas de sus originalidades respecto al protocolo» en actos oficiales,
«pero no hubo manera de hacerle aceptar esta sugerencia. Le gusta ir siempre
a su aire y decidir por sí misma».203
Esa actitud se intensificó tras el estallido del caso Urdangarin. «Es como
si se hubiera dado cuenta de que nadie, después de lo que ha pasado con el
duque de Palma, tuviera derecho a exigirle y de ahí que últimamente haya
dado más primacía si cabe a su vida privada y a sus niñas, que es lo que
siempre le ha importado por encima de cualquier cosa».204 Ella siempre se ha
empeñado en reivindicar su derecho a tener vacaciones, vida, intereses…
privados.
Esta vertiente de su vida, lo que vino en llamarse entonces las
«escapadas en solitario de la princesa», se convirtió en motivo de debate
público. Se contó que Australia y los Alpes habían sido destinos a los que
había viajado sin Felipe, y se insistió en sus frecuentes desplazamientos al
Algarve portugués, invitada por el empresario luso Vasco Manuel de
Quevedo Pereira, de cuya esposa Letizia es muy amiga.205 La filtración de
esos episodios, de las salidas privadas con su grupo de amigas, se atribuyó
incluso a «alguien que la conoce y que sabe de sus movimientos».206
Además, en ocasiones se la ha visto visitando tiendas de moda, también
a la búsqueda de ofertas en establecimientos low cost, en tardes de rebajas, o
comprando en una frutería del barrio de Salamanca. A finales de febrero de
2013, fue fotografiada en solitario en una céntrica calle de Madrid, a donde
había acudido para reunirse con unas amigas y tomar el aperitivo. Llegó
conduciendo su propio coche y con una indumentaria con la que pretendía
pasar lo más inadvertida posible: gafas de sol, pelo recogido en moño y con
vestido informal, es decir, vaqueros anchos, botas de estilo militar y anorak
tipo plumas.207
En junio volvió a ser vista, y fotografiada, realizando en solitario
compras por la calle Princesa, acompañada de una discreta escolta. Letizia,
que en todo momento estuvo pendiente del teléfono móvil, vestía pantalón
vaquero, un sencillo suéter blanco y calzaba unas bailarinas print de
serpiente.208 El 21 de junio acudió en solitario a visitar la Feria del Libro,
donde recorrió varias casetas y compró algunos libros. Con ropa casual,
pantalón pitillo verde menta y camiseta con dibujo pintado a mano, sandalias
romanas planas y con gafas de aviador, se mezcló con el resto de la gente y
pasó prácticamente inadvertida.
Ya en la primavera de 2013 se habló de una situación delicada de
Letizia, de «algunos momentos de bajón anímico» por las circunstancias
familiares.209 En el entorno de La Zarzuela se reconoce que esos meses, de
mayo a agosto, «fueron muy duros». Con la pelea para defender el espacio
propio de privacidad ajeno a su condición de princesa, parecía como si
luchara por mantenerse como ella es, por conservar su personalidad, sin
dejarse absorber y aplastar por el potente aparato de la institución, de la Casa
del Rey. «No quiere que le pase lo que a la reina Sofía», explica una persona
con entrada en La Zarzuela.
Sin embargo, los problemas parecieron superados, al menos
externamente, en junio, cuando presidió junto a Felipe la cena de gala en el
Palacio Real ofrecida en honor del príncipe Naruhito de Japón, que acababa
de celebrar el vigésimo aniversario de boda y que había viajado a España sin
su esposa precisamente por problemas de salud de la princesa Masako: una
depresión inducida por el estrés. Esa noche, en la cena, Letizia brilló
especialmente, luciendo el vestido rosa de gala cubierto de pequeñas flores
que estrenó tres años antes para la boda de Victoria de Suecia.

A conciertos y festivales

La asistencia a conciertos y festivales por libre ha sido una constante estos


últimos años, aunque pareció intensificarse en la primera mitad de 2013. De
los que se han conocido, en noviembre de 2010, después de recibir al Papa
Benedicto XVI en Santiago de Compostela, por la noche, ataviada con ropa
de roquera, Letizia acudió con varias de sus amigas al concierto de Bon Jovi
en el Circo Price de Madrid, donde la fotografiaron muy animada.
En 2012 celebró su cuarenta cumpleaños viendo a la banda de Las
Vegas en Madrid y mezclándose entre el público. En abril del año siguiente,
acudió sin el príncipe al concierto del grupo norteamericano Eels, en la sala
La Riviera, y en verano fue vista en el DCode Festival.
El 21 de julio de 2013, Letizia se desplazó hasta Benicasim para asistir a
la gran cita roquera en que se ha convertido el FIB (Festival Internacional de
Benicasim). Era la clausura de la vigésimo novena edición, con la actuación
de The Killers, un gran show musical que presenciaron unos 35.000 fibers.
Pronto se corrió el rumor de que se encontraba allí, los medios empezaron a
buscarla en la zona VIP, con esta sola pista: pantalones cortos azules y
acompañamiento de dos amigas. Nadie la vio, pero al día siguiente
Marawold, la empresa organizadora del festival, confirmó que había asistido,
mezclada entre los miles de asistentes.210

Las amigas, su otra corte


Letizia mantiene el trato con su círculo de amigas de soltera, con quienes
almorzaba una vez al mes y que ahora frecuenta más asiduamente: suelen
reunirse viernes o sábados, en sus casas, donde cenan, charlan, hacen bromas
e incluso a veces bailan o cantan con un karaoke.211 En ese grupo de
escuderas han sido incluidas, entre otras, Sonsoles Ónega, Cristina Palacios
Rubio, Mar Peiteado Mariscal, Ana Prieto, Inmaculada Aguilar Nácher y
Almudena Bermejo.212
Las llaman la otra corte de la princesa. Ese grupo de mujeres, con las
que intimó cuando era una simple periodista, son en su mayoría colegas de
profesión. Ellas recibieron la primera confidencia de su amistad con el
príncipe, guardaron entonces el secreto de forma férrea, y ahora siguen
mostrándose reservadas al máximo. No cuentan nada. A ellas les comunica
sus confidencias y también los problemas. Y las amigas la tienen al día de lo
que se publica o se habla sobre ella.
Casi todas periodistas, y bastante independientes, a pesar de sus deseos
de discreción al final se han ido publicando datos sobre cada una de ellas.
Estos:
Almudena Bermejo es la mayor del grupo. Periodista, trabajó en
Telemadrid, donde coincidió con Marta Robles y con la que, en 1992,
escribió la primera biografía de Carmen Romero, entonces esposa de Felipe
González.213 Es directora del Espacio Fundación de Telefónica, que
inauguraron Felipe y Letizia en mayo de 2012.
Inmaculada Aguilar Nácher es asesora de comunicación de la Entesa, el
grupo parlamentario formado por Esquerra, Izquierda Unida, Verdes y PSC.
Casada, madre de dos hijos, la consideran una de las más bohemias y
creativas del grupo. Conoció a Letizia en CNN Plus, trabajó en Telemadrid y
Canal 9. Fue profesora de comunicación audiovisual en la Universidad de
Valencia.
Sonsoles Onega, hija del también periodista Fernando Ónega, es
corresponsal parlamentaria de Informativos Telecinco. Conoció a Letizia en
CNN Plus, fue testigo de su boda. En 2008, los príncipes asistieron a su
enlace con Carlos Pardo, con el que tiene dos hijos.
Cristina Palacios Rubio pertenece a la familia Palacios, bodegueros en
La Rioja. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra, trabajó
también en CNN Plus, en Antena 3 y en el Canal Fox en Estados Unidos.
Actualmente imparte cursos y seminarios de Comunicación y Empresa.
Testigo igualmente en la boda de los príncipes, cuando dio a luz en
Tarragona Letizia se desplazó hasta allí para visitarla en el hospital.
María del Mar Peiteado Mariscal, igualmente periodista, está
especializada en belleza y moda por haber trabajado en Vogue, Yo Dona y La
revista de Ana Rosa. También fue testigo en la boda.
Ana Prieto Urbano estudió periodismo en la Complutense y coincidió
con Letizia en CNN Plus, donde era productora de Informativos. Es
responsable de comunicación corporativa en la Editorial SM.
En otro nivel no tan próximo aparecen María Oña, a la que conoció en
Televisión Española; Sagrario Ruiz de Apodaca, esposa de Lorenzo Milá y
que fue corresponsal de TVE en la Casa Real; Esther Jaén, periodista y
tertuliana en radios y televisiones, coautora de un libro sobre Felipe
González, y que trabaja en el digital Cuarto Poder.214
Acompañada de ellas, Letizia ha realizado viajes al extranjero, en su
mayor parte desconocidos. París y Londres son algunos de los destinos, y una
buena exposición o un acontecimiento cultural relevante pueden constituir la
ocasión para montarlos. Con sus amigas ha compartido almuerzos y cenas en
Luzi Bombón, Ten Con Ten (habitual de los políticos y la jet set), Arzábal,
Yatiri (un vegetariano con menú a 10 euros), Central Mexicana o La Negra
Tomasa. También frecuentan el restaurante El Escondite, y por las noches
podían acabar en El Confidencial (donde era posible bailar) y en la Sala La
Riviera (donde cabe practicar el rock alternativo).
Otra mujer periodista, Pilar Urbano, considera normales las escapadas
de Letizia. «¡Estamos en 2013! Lo encuentro normal. Y también tiene otra
familia, que es la suya propia, a la que cuida mucho. No entiendo por qué se
le presta tanta atención a ella, si quien va a reinar, si es que reina, será él».215

«No sin mis hijas»

La prioridad de Letizia son hoy sus hijas, Leonor y Sofía. «Ha descubierto la
maternidad y quiere dedicarse a ellas», se escucha en el entorno más cercano.
Que es su prioridad lo ratifican en La Zarzuela, donde, a propósito de su
agenda de trabajo, se afirma: «La agenda oficial solo se vio interrumpida por
el nacimiento de las infantas Leonor y Sofía, cuya educación pasó a ser la
primera prioridad de la princesa. Ella se ocupa diariamente de sus hijas y trata
de hacer compatibles sus tareas como madre con el apoyo al príncipe Felipe
en los actos oficiales en los que así se requiere».216
Letizia se ha propuesto crear para sus hijas un espacio de intimidad, de
discreción. Dentro de esas actividades discretas hay que ubicar alguna salida
a la calle con las niñas, en búsqueda de un poco de normalidad y de que las
pequeñas puedan también disfrutar de momentos relajados e informales.
En febrero de 2013, aprovechando que Felipe había viajado a Barcelona
para presenciar la final del Mundial de Balonmano, Letizia llevó a las niñas a
merendar a una cafetería. Llegó sobre las seis de la tarde, conduciendo el
coche, y se reunió con una amiga, a su vez acompañada de sus hijos. Ella
misma se acercó a la barra para demandar chocolates y dulces para los
pequeños, y té para las mamás. Al final, se dirigió a la caja y pagó las
consumiciones, mientras el grupo de niños acababan el juego Piedra, papel o
tijera. Subió después al coche y regresó a La Zarzuela.217
Esa tarde libre encajó con cierta dificultad en su agenda, puesto que el
30 de enero, día del cuarenta y cinco cumpleaños de Felipe, inauguraron
juntos la feria Fitur; dos días después viajó a Mahón para asistir al II
Encuentro de Enfermedades Raras y Discapacidad, y el 4 de febrero presidió
en Madrid el Foro contra el Cáncer.
La especial dedicación a las infantas, y las veces que se esfuerza por
protegerlas y mantener su privacidad, lo mismo que las ausencias de la madre
y las niñas en el verano de Palma han provocado que algunos quieran apodar
a Letizia «no sin mis hijas».218

Retrato diez años después

Si la entrevista que concedió a la agencia Colpisa en 2003, antes de su boda,


de la que nos hemos hecho eco, ofreció un retrato de cómo era y pensaba
entonces Letizia, diez años después, y por excepción, volvió a dejar ver en
gran medida sus pensamientos, actitudes y hasta preocupaciones ya en su
nuevo papel de princesa de Asturias.
Esa ocasión excepcional se produjo en un encuentro con el periodista
Alberto Castillón, participante entonces en el programa Espejo público de
Antena 3, junto con Susana Griso, quien poco después lo contó con detalle en
una revista. Este es el resumen de esas confidencias de Letizia, según las
escribió el periodista:

Letizia no soporta las joyas. Le gusta repetir vestido y complementos. Ha repetido vestido en una
boda.
No le gusta seguir el protocolo ni que la llamen doña Letizia.
Necesita de vez en cuando escaparse y ser una mujer anónima, aunque sea la princesa de
Asturias.
Sabe cuánto vale una barra de pan y un litro de leche, y es la única princesa europea que
lleva a diario a sus hijos al colegio.
Lo que más le duele es constatar que ha perdido el reconocimiento y el prestigio por parte de
la mayoría de sus compañeros periodistas, después de haber abandonado una profesión que
amaba y que añora profundamente.
Cuando empezó a salir con el príncipe, sufría pensando que muchos creerían que llegó a
presentar el Telediario por ello y no por su profesionalidad.
Su alma de periodista curiosa y analista la llevaría a desmentir constantemente las falsas
informaciones que se publican sobre ella.
Más que molesta, estaba enfadada con esos compañeros que mentían sobre su persona, a los
que no podía estar desmintiendo constantemente.
Sigue siendo más feliz hablando con un colega que con una princesa europea. Por eso la
traición de los suyos le duele más.
Tras recogerse el pelo con ambas manos, retó a su interlocutor a que encontrara las cicatrices
de los numerosos liftings que según algunos medios se había realizado.
Se muestra indignada por algunas informaciones publicadas acerca de sus viajes a Miami,
para someterse a múltiples operaciones, microliftings, supuestamente practicados por el doctor
Antonio de la Fuente. Y por la obsesión enfermiza por la estética y la delgadez que algunos
medios mostraban con ella.
Solo reconoció una intervención, la de nariz, la septorrinoplastia. Ciertamente, desde niña
sufría problemas de rinitis, cefaleas y catarros frecuentes, derivados de la desviación del tabique
nasal.
Reconoce que aprovechó esa intervención para eliminar el caballete de su perfil. El resto de
supuestas intervenciones son «invento de algunos compañeros malintencionados». No sabe cómo
frenar tantas mentiras. Ni bótox, ni rellenos, ni vitaminas milagrosas.
Sostiene que su buen tono de piel es producto de una magnífica herencia dérmica de sus
padres, especialmente de su padre y de su abuela paterna, Menchu Álvarez del Valle. No olvida
que la reina Federica de Grecia, madre de doña Sofía, falleció tras una operación de cirugía de
párpados.
A pesar de lo que se piensa públicamente, no le importa lo más mínimo que critiquen su
delgadez o especulen sobre su falsa anorexia. Ella siempre ha sido delgada y siempre escuchó ese
tipo de comentarios sin que le preocuparan lo más mínimo.
Come de todo, no solo verduras, pescados al vapor y carne a la plancha, como se ha
publicado. Pero es cierto que en pequeñas cantidades, muy poco.
Cuando tiene problemas personales, sigue acudiendo a sus amigos de siempre y confiesa
echarlos de menos.
A menudo organiza cenas con sus amigas íntimas fuera de Madrid, aunque ella no es la de
antes. Sufre cierta obsesión por evitar fotografías indiscretas y no revelar cuestiones privadas, ni
siquiera a sus más íntimos. Son ya muchos los supuestos amigos y familiares que la han
traicionado, y es conocedora de los numerosos detractores que la quieren ver fuera de la familia
real.
Le han pedido favores numerosos amigos que, además de no conseguirlos, han enfriado su
amistad.
No quiere que sus hijas se rodeen únicamente de niñas de su nivel social. Por eso, algunos
fines de semana va a casa de una de sus mejores amigas, Luz, su peluquera de siempre en
Televisión Española, para que jueguen con niños normales y corrientes y se desprendan de los
privilegios de palacio.
Se indignó al descubrir que Corinna había sido la organizadora de su luna de miel.219

Golpeada por el caso Urdangarin

El reportaje de Alberto Castillón contiene otras afirmaciones, que parecen


más bien puntos de vista, comentarios y conclusiones del periodista, como las
siguientes:

—Es la única princesa europea que luce modelos de 69 euros de Mango,


Zara, Massimo Dutti o Felipe Varela. El famoso vestido de lana gris de este
último lo ha repetido hasta en nueve actos oficiales en dos años, la última vez
en febrero de 2013, en la inauguración de fitur. Apoya la moda del país. A los
pocos minutos de charla, Letizia le presentó a dos jóvenes diseñadores
presentes en la sala.
—La polémica por la imputación de Urdangarin le preocupa
sobremanera, hasta el punto de que se ha quitado el anillo de compromiso
que le regaló Felipe en la pedida de mano. Lo hizo meses antes de que se
publicara un libro en el que se revelaba que había sido pagado con dinero de
Nóos.220 A la pregunta de si ese era el motivo de haber dejado de usarlo, lo
negó. Mostrando manos, muñecas y orejas, aseguró que ya no le gustan las
joyas, que en realidad nunca le agradó lucirlas y por eso ha decidido no llevar
nada ostentoso. Atrás quedan las pulseras de Cartier, los pendientes de Yanes
y los anillos de Bvlgari que lució durante un tiempo. Ahora, el accesorio que
más usa son unos sencillos aros de plata, aunque a veces ha lucido pendientes
de brillantitos y otras unos aros de oro.
—Existe un correo electrónico que todavía no ha visto la luz, enviado
por Urdangarin al secretario de las infantas, Carlos García Revenga, en el que
se mofa expresamente de Letizia. Es una broma machista acerca de supuestos
orgasmos que sufren las presentadoras de televisión sin que el telespectador
se dé cuenta: la periodista aparece con los ojos y la boca semiabierta para
simular una «orgía de placer catódico». El duque de Palma envió a Revenga
cuatro fotografías de Letizia en esa tesitura en TVE.

El artículo ofrece también las impresiones de Castillón sobre la


personalidad de Letizia. Convence en la distancia corta, dice. No es una
mujer tímida, es divertida y habladora, aunque tiene un marcado carácter y
mucha ambición en lo personal y lo profesional. En privado es sincera,
cercana y extremadamente amable, pero no se relaja ni un minuto. No es una
mujer débil y delicada, sino sana y fuerte psicológica y físicamente.
Da la sensación de que nunca descansa y de que, cuando está en un acto
público, sus cinco sentidos están puestos en él. Pero cuando disfruta de su
tiempo libre y privado no permite que nada ni nadie lo invada. Si no aparecen
en los medios más imágenes suyas en tareas cotidianas es porque lo prohíbe
expresamente. No le gustan las entrevistas ni que se publiquen libros sobre
ella. No quiere que se divulgue nada fuera de la agenda oficial porque
considera que le resta libertad.
Castillón le planteó que, en un momento de dificultades para la
monarquía, cuando incluso la figura del rey era cuestionada, ella y Felipe se
erigieran como garantes de las manos limpias, que crearan una tribuna desde
la que promover y premiar las cosas bien hechas, la política de interés general
y la honradez en el servicio público. Letizia respondió que ya lo estaban
haciendo con sus actos y su forma de comportarse, con su trasparencia
cotidiana. Carmen Lomana, que se encontraba a la derecha de Castillón, le
dijo: «Y sería mejor que no se dejase fotografiar junto a Iñaki Urdangarin.
Eso la contamina». Según Castillón, «la princesa, silenciosa pero displicente,
respondió asintiendo con el gesto».221

Lo que hace y lo que tiene que hacer

Con ocasión del cuarenta cumpleaños de Letizia, la Casa del Rey se planteó
la tarea de definir con más detalle cuál es y ha de ser su papel y su trabajo,
igual que en el pasado hizo con el príncipe.222 Para ello, redactó un escrito
sobre la figura y actividad de la princesa de Asturias. Empieza diciendo que,
desde el día la boda, en mayo de 2004, «las prioridades de la princesa de
Asturias son su familia y el apoyo a don Felipe como príncipe heredero. Se
ocupa, junto al príncipe, de la atención y formación de sus hijas, las infantas
Leonor y Sofía, haciendo compatible su tarea de madre con sus actividades y
las que desarrolla junto al príncipe en los actos oficiales en los que así se
requiere».223
El documento elaborado por La Zarzuela dice también:

Desde 2007 tiene una agenda propia que se enmarca dentro de las actividades oficiales de la Casa
de Su Majestad el Rey. Las principales áreas en las que dedica su interés son la infancia y la
juventud, la educación y la sanidad.
En educación, principalmente la formación entre los seis y los dieciséis años —educación
primaria y secundaria—, la promoción y apoyo a la formación profesional y el fomento de la
lectura.
En sanidad, su atención se centra en patologías poco frecuentes —las denominadas
enfermedades raras— y especialmente en la lucha contra el cáncer en todas sus vertientes:
investigación, prevención, información y voluntariado. En septiembre de 2010 asumió la
Presidencia de Honor de la Asociación Española contra el Cáncer.
Junto al príncipe don Felipe, en los últimos ocho años ha participado en más de mil actos en
el Palacio de la Zarzuela y en los desplazamientos por todas las comunidades autónomas
españolas.
En las más de doscientas audiencias recibidas ha mantenido encuentros con más de siete mil
personas de toda España.
En el exterior, la princesa ha viajado junto al príncipe en más de sesenta ocasiones, durante
las que han llevado a cabo trescientas cincuenta actividades oficiales. Su Alteza ha viajado
además a Alemania para participar en un acto sobre enfermedades poco frecuentes.
A continuación, el escrito se dedica a ampliar esos apartados. La agenda
propia iniciada en 2007

comenzó tomando como base el apoyo a materias relacionadas con los niños y los jóvenes,
especialmente en los campos de la sanidad y la educación. Estas actividades se realizan en forma
de actos oficiales y audiencias públicas y privadas. Hasta finales de mayo de 2012, la princesa ha
realizado doscientas diez de estas actividades, divididas en ciento dieciocho actos públicos,
setenta y dos audiencias públicas y veinte audiencias privadas.

Conocer todos los niveles educativos

Explica el documento que Letizia ha efectuado un recorrido por todos los


niveles educativos, iniciado el 10 de octubre de 2006 con la visita al colegio
de educación infantil y primaria Príncipe Felipe, en Pozuelo de Alarcón
(Madrid). Se sucedieron después visitas a institutos, centros de educación
especial, con programas de enseñanza bilingüe, y de formación profesional.
«A estas visitas las preceden habitualmente unos encuentros privados en La
Zarzuela con los responsables educativos, que plantean a la princesa las
líneas principales de trabajo, los objetivos y la problemática de cada
comunidad autónoma».
Aunque sus prioridades son la formación entre los seis y los dieciséis
años (educación primaria y secundaria), después de ese recorrido por los
diferentes niveles «su actividad se centra de manera muy especial en la
promoción y el apoyo de la Formación Profesional»:

Para ello, la princesa está recorriendo las comunidades autónomas para visitar centros de FP
donde se mantiene el esquema citado anteriormente de incluir una reunión de trabajo previa, a la
que se convoca también a representantes del mundo laboral y de la empresa. Durante la visita, los
alumnos y profesores explican a la princesa las actividades incluidas en las familias de FP de
mayor desarrollo en la comunidad. Ha visitado centros de Madrid y Navarra y está previsto que
en el segundo semestre realice otras dos visitas.
Asimismo, presidió el acto inaugural de la competición Spainskills de formación profesional
que, en su fase nacional, en la que participan alumnos de toda España, se celebró en abril de
2011.

Ocupan también gran parte de su esfuerzo «las actividades encaminadas


a fomentar la lectura entre los más jóvenes. Y, lo que es más importante,
aquellas actividades encaminadas a mejorar la comprensión lectora como eje
fundamental del desarrollo intelectual del alumno. Este área de trabajo es
esencial para luchar contra el abandono y el fracaso escolar».
Otra de las facetas de la educación en las que Letizia se está implicando
es la adquisición de hábitos saludables desde la primera infancia,

ya que está convencida de que una buena salud física y mental asienta sus bases en estos hábitos.
Unos hábitos que tendrán su máxima eficacia si se potencian durante los primeros años de vida de
los niños. Se incluyen entre ellos la alimentación, el deporte y la actividad física, el desarrollo de
habilidades sociales como arma para impedir las adicciones tempranas en edades críticas, etc.
En este ámbito, apoya el deporte escolar, a cuyos campeonatos nacionales concede cada año
la Presidencia de Honor y una de cuyas competiciones visitó en Huelva en abril de 2009.
También ha recibido en audiencia a representaciones de diversos clubes deportivos y selecciones
que han destacado por sus éxitos nacionales e internacionales, como la selección nacional
femenina de hockey sobre patines, en enero de 2011.

Letizia está también convencida

de la importancia de promover el espíritu emprendedor en los más jóvenes, por lo que ha


realizado diversas actividades como audiencias a grupos de jóvenes emprendedores y la asistencia
al Día del Emprendedor en Asturias el 27 de mayo 2010. El 6 de julio de 2011 asistió a la
inauguración de la competición internacional JA YE Europe Enterprise Challenge, en Madrid.
Durante esa jornada, los participantes, de varios países europeos, pudieron exponer a Su Alteza
las miniempresas que habían ideado y que presentaban a esa competición.
Ese interés por la emprendeduría lo ha trasladado doña Letizia también a la mujer. En
Barcelona, en marzo de 2008, asistió a la cena de entrega de los premios FIDEM, de apoyo a la
mujer emprendedora, donde por primera vez utilizó el catalán en su discurso. Y en marzo de 2010
presidió el acto de apertura de la tercera edición del programa Lidera de la Comunidad de Madrid.

Contra el cáncer

Letizia —continúa el documento de La Zarzuela— se ha interesado por


conocer los diferentes ámbitos de la sanidad, «mediante audiencias con
colectivos de pacientes y familiares y con asistencia a actividades
relacionadas fundamentalmente con la investigación científica que, como ha
repetido en varias ocasiones, considera imprescindible para el futuro de la
sociedad».
Ha recorrido instalaciones hospitalarias en las que ha podido conocer la
situación del personal, de enfermos y familiares. Destacan la visita al hospital
Son Dureta, en Palma de Mallorca, en febrero de 2009, y la inauguración del
centro socio sanitario El Pino, en Las Palmas de Gran Canaria, en septiembre
de 2010. También la inauguración del hospital Santa Lucía de Cartagena, en
febrero de 2011. Relacionadas con este ámbito, ha recibido veinticinco
audiencias en el Palacio de La Zarzuela.
A partir de septiembre de 2008 concentró una parte de sus actividades
en la lucha contra el cáncer, desde su asistencia al acto de la Asociación
Española Contra el Cáncer, que se celebró en La Coruña.

Esta preocupación por la lucha contra la enfermedad y por las personas que la padecen la llevó a
asumir, en septiembre de 2010, la presidencia de honor de la AECC. Era la primera ocasión en la
que aceptaba una presidencia de estas características con carácter permanente, y lo hizo por el
impacto de la enfermedad en la sociedad y por la relevancia de la asociación en la lucha contra el
cáncer a través de la investigación, la información, las campañas de prevención y el voluntariado.
Participa en las actividades de la AECC, en la reunión donde se exponen los resultados del
trabajo del año anterior y se plantean los proyectos y objetivos para el siguiente. Ha estado
presente en el Día Internacional de Niños con Cáncer el 15 de febrero de 2011, en Sevilla, y en el
Foro Contra el Cáncer Por un Enfoque Integral, que se celebró en Madrid en febrero de 2012.

Asistió a la primera Conferencia sobre Medio Ambiente y Cáncer,


promovida por la Organización Mundial de la Salud en Gijón, en marzo de
2011, y presidió la jornada sobre prevención del cáncer de piel que tuvo lugar
en Tarragona en junio de ese año. «Hay que destacar que la princesa tiene
uno de sus principales empeños en el impulso a la investigación científica, en
la ayuda a todas las iniciativas que faciliten incluirla como uno de los pilares
básicos en el contexto de la educación, la salud y la innovación». Ha
presidido en dos ocasiones la entrega de la beca FERO de investigación
oncológica, en Barcelona, en 2009 y 2011.
Patologías raras

En el ámbito de la sanidad, Letizia se ha volcado, dice el escrito de La


Zarzuela,

en dar aliento y visibilidad a quienes sufren las denominadas patologías poco frecuentes —
conocidas como enfermedades raras—, y a sus familias. Este interés se demuestra con su
implicación en la celebración del Día Mundial de las Enfermedades Raras, que ha presidido en
tres ocasiones, desde su primera edición en el Senado el 10 de marzo de 2009, y con las
numerosas audiencias que recibe de asociaciones de familiares de afectados por este tipo de
patologías […].
[Apoya la investigación científica] como prioridad de una sociedad que apueste por el
progreso de todos y, lógicamente, también en este campo de las enfermedades poco frecuentes.
Por eso, la Fundación Hesperia, que preside junto al príncipe de Asturias, subvenciona un
proyecto sobre adrenoleucodistrofia que dirige la doctora Aurora Pujol en el hospital Bellvitge de
Barcelona.

También se interesa por el mundo de la discapacidad, dando apoyo a


diversos colectivos, desde personas con discapacidad visual hasta afectados
por sordera o por trastornos del espectro autista. Sus actividades en este
campo superan la treintena, entre las que destacan quince audiencias: desde
colectivos como la Fundación Curarte, en diciembre de 2007, hasta la Red
Estatal de Mujeres con Discapacidad, en mayo de 2012. Ha acudido a
eventos de la ONCE, cuyo acto institucional presidió el 11 de noviembre de
2011, y ha asistido al setenta y cinco aniversario de la Confederación
Nacional de Sordos de España, donde utilizó la lengua de signos durante su
intervención.

Otros colectivos que han recibido su apoyo son la Asociación Nacional Discapacidad y Medios
de Comunicación (ADIMECO) y la Asociación de Minusválidos Bílbilis, de Calatayud, cuyo
centro visitó en mayo de 2008. Ha presidido el Congreso Internacional sobre Dependencia y
Calidad de Vida en Pamplona (13 de mayo de 2009). En tres ocasiones, la cena del proyecto Stela
que organiza la Fundación Síndrome de Down de Madrid y, en enero de 2008, visitó el Centro
Especial del ISFAS (CEISFAS), en Madrid, institución que atiende en régimen de internado a
personas con discapacidad intelectual.

Otro campo de actuación es la defensa del español. En cuatro ocasiones


ha acudido al seminario que la Fundación del Español Urgente, Fundéu,
organiza en el monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla (La Rioja).
El de 2008 estaba dedicado al lenguaje de los jóvenes, y el de 2011 al
lenguaje políticamente correcto. El documento de La Zarzuela termina
reseñando que Letizia acompaña a Felipe en los viajes oficiales al exterior,
más de sesenta en estos años de matrimonio, durante los que se han realizado
más de trescientas cincuenta actividades oficiales.

Alonso Guerrero el discreto

Alonso Guerrero, exmarido de Letizia, optó, desde el mismo momento en que


se conoció la noticia del compromiso con el príncipe, por la máxima
discreción y trató de llevar una vida lo más normal posible, sin que se viera
excesivamente alterada por los acontecimientos de entonces y del futuro.
Como un gesto de confianza hacia ella, antes de que se casara con Felipe le
regaló el álbum de fotos de su boda.224
No obstante, a las pocas semanas del anuncio del compromiso, Alonso
concedió una entrevista a Pedro Piqueras, en Antena 3, para el programa Siete
días, siete noches, en el que, además de promocionarse como escritor,
comentó: «El príncipe Felipe es una figura que me inspira cordialidad. A él y
a Letizia les deseo mucha felicidad, lo mejor». Aseguró que nadie le había
pedido que guardara silencio sobre su pasado con Letizia, que nunca iba a
hablar de ello, y que quizá escribiría un libro sobre princesas «porque
siempre me han gustado los cuentos de hadas […]. La monarquía es para las
revistas del corazón».
Había publicado en 1998 una novela sobre un escritor que tenía que
enfrentarse a su divorcio, y tras el compromiso empezó a prepararse la
reedición.225 Guerrero declaró:

Es una obra única y exclusivamente de ficción, y está escrita antes de mi separación e incluso
antes de la boda [con Letizia]. En algún programa de televisión se ha dicho que si no permitiera
que se reeditara sería un caballero, y, por el contrario, un truhán si lo autorizara. Yo estoy
encantado de que se reedite, porque es una obra de ficción. ¡Un escritor no puede censurarse! La
novela no tiene nada que ver con este asunto que tanto preocupa y fascina a la gente.226
A la pregunta de si se había planteado desaparecer unos días, ante el
revuelo provocado, y sobre todo porque los reporteros seguirían
fotografiándole, replicó: «Soy un hombre cabal, medianamente serio, y este
asunto no me quita el sueño, en absoluto. Algún amigo me ha ofrecido un
lugar a donde huir, pero no lo he pensado. No tengo por qué huir». Sobre si
había sufrido una profunda depresión por la ruptura matrimonial con Letizia,
dijo: «Esa es una cosa incontrastable, que solo sé yo y que guardo para mí».
En cuanto a qué le parecía que sus libros empezaran a venderse admitió:
«Podría ser que esto relanzara mi carrera, pero me parece triste».227
La realidad es que muchas cosas cambiaron también para él. Poco
después, fue fotografiado junto con su esposa, María del Carmen Astero,
igualmente profesora en un instituto de las afueras de Madrid, y el hijo de
ambos, Diego, de cuatro años, durante una visita a Faunia, donde
presenciaron el espectáculo de las focas. Ella hizo llegar al defensor del
Menor de la Comunidad de Madrid una queja por la publicación de
fotografías de su hijo, y mostrando su temor a que pudiera sufrir el acoso de
algunos medios, y el defensor emitió una nota pidiendo que se respetara el
derecho a la intimidad del pequeño.228
A mediados de febrero de 2004, la Consejería de Cultura de la Junta de
Extremadura otorgó a Alonso una beca de cinco meses de duración y 15.000
euros, junto a otro escritor, Juan Margallo, para realizar tareas docentes y
académicas en la Universidad de Extremadura. La beca trataba de premiar a
escritores extremeños con buena trayectoria literaria. En esos meses publicó
otra novela, El edén de los autómatas, y a propósito de ello fue entrevistado
de nuevo. «La literatura me ha absorbido bastante, y reconozco que algunas
mujeres han tenido que apoyarme demasiado», afirmó. Y también: «Mis
relaciones sentimentales nunca han aparecido en mis libros; como mucho, de
manera sesgada».229

Unas fotografías a la venta y la tía Henar

A principios de 2013 se publicó que un familiar de Alonso Guerrero había


puesto a la venta, en distintos medios de comunicación, las fotos de la
primera boda de Letizia, celebrada civilmente en Almendralejo (Badajoz) el 7
de agosto de 1998, de la que hasta ese momento ninguna de las personas
presentes, ni familiares ni amigos, habían explicado detalle alguno ni
facilitado imágenes.
Se atribuyó entonces el intento de venta a una mujer que asistió a la
boda, familiar de Alonso, y se contó que el precio puesto a las imágenes era
de 600.000 euros. Se trataba de unas cuantas fotografías de la ceremonia civil
y del banquete, al que asistieron unas setenta personas, en un restaurante, en
el que hubo incluso estatuas de hielo decorando el local. Finalmente no
vieron la luz. Posiblemente una revista las adquirió para no publicarlas, una
práctica que no es infrecuente en algún semanario de gran tirada.
Posteriormente se acusó a Henar Ortiz, hermana de Jesús Ortiz y tía de
Letizia, de ser la persona que intentó vender las fotografías. Según ella, la
señalaron «porque el intermediario de la supuesta venta de esas imágenes es
amigo mío y me vieron en una foto con él. Es un intento de lapidación decir
que soy la que quiere venderlas. ¡Y las tengo! Pero no recuerdo ni dónde
están». Añadió que, si le ofreciesen esa cantidad, «probablemente las
vendería».230
Fue la tía Henar quien reveló que en la familia de Letizia hubo desde el
inicio una especie de pacto interno de discreción y silencio.

Al principio, cada vez que surgía un tema de cotilleo en torno a la familia lo hablábamos; ahora
ya no. Fue un pacto de no contaminarnos. Lo que entiendo es que Letizia confía en nosotros.
Cuando alguna vez se disgustaba por lo que se había comentado de mi madre, de mí, de su
hermana, nos llamaba diciendo: «Mirad lo que están comentando de vosotros», como queriendo
decir: «¡Soy la responsable de que os estén dando la lata!».231

La discreción, al menos por su parte, saltó por los aires cuando, tras
declararse «laica, roja y republicana», abrió una cuenta en Twitter en la que
defendió el laicismo, atacó la caza de elefantes en plena polémica por la
cacería del rey en Botsuana, criticó la escasa reducción en el presupuesto de
la Casa Real… Y puso en marcha su propia firma de moda, intento que acabó
en los tribunales, envuelta en un juicio por impago a una proveedora.
Ocho años después de la boda de Felipe y Letizia, en noviembre de
2012, Alonso Guerrero ocupó la portada de una revista portuguesa, aunque
manifestaba que no quería hablar de su anterior matrimonio: «Es un capítulo
de mi vida que he superado». Sobre su oficio de escritor, afirmó: «Ni me ha
beneficiado ni me ha perjudicado. Sigo siendo un escritor minoritario. En un
momento me benefició, porque me contactaron algunas editoriales
importantes. Me sorprende que me sigan preguntando por algo que ha pasado
hace tantos años». Sobre cómo había logrado gestionar su anonimato,
comentó: «Creo que al final lo he conseguido. En buena medida porque
rechacé una por una todas las ofertas que me hicieron desde Telecinco».232
Por esas mismas fechas, otro hombre vinculado a la historia de Letizia y
a su pasado, el periodista David Tejera, saltó a primer plano también por
motivos literarios, puesto que ganó el XLIV premio de novela Ateneo de
Sevilla.233 Preguntado si le molestaba que le identificaran por su pasado con
Letizia Ortiz, respondió:

Quizá el primer año, pero después uno se inmuniza. Yo he tenido mucha suerte en la vida
sentimental; a partir de ahí lo tomo hoy como una anécdota. Cuando ocurrió tuve tres
posibilidades: adularla mintiendo; decir la verdad y, por tanto, hablar mal y quedar como un
rencoroso resentido, y dejar que cada cual saque sus conclusiones. Fue esta la que escogí. Ni la he
adulado, ni la he criticado con rencor; creo que es lo más honesto que podía hacer.234

Y a la cuestión de si se había planteado literaturizar su historia con


Letizia, contestó que tenía cosas más importantes que hacer:

Mientras la imaginación me dé para escribir, prefiero ese camino. Claro que me han tentado para
escribir sobre Letizia, pero de momento que corra el aire. Y en este país no es tan fácil publicar
historias de ese cariz; aunque vamos abriendo los ojos, aún queda un círculo poderoso dispuesto a
cerrar filas.235

Estrategia para recuperar la popularidad

Avanzado el año 2013, las encuestas castigaban al conjunto de la familia real,


si bien Felipe salía bien parado y lo mismo doña Sofía. En cambio, la
popularidad de Letizia había ido cayendo a la última posición.
Por eso, el equipo de La Zarzuela preparó un plan dirigido a que
remontara en valoración popular.236 Una nueva hoja de ruta, en la línea de que
fuera más cercana y natural, y que incluía, entre otros, estos consejos:

Transmitir que es sincera su entrega a la corona y al servicio de los españoles, a lo que se


comprometió cuando contrajo matrimonio.
Es la futura reina, y no es bueno, ni para ella ni para la institución, que se diga que sólo
quiere trabajar «de ocho a tres», como una empleada que no acepta compromisos el fin de
semana.
En esos días aparentemente libres, debería promocionar con su familia lugares emblemáticos
de España, dejándose fotografiar en ellos y ofrecer así una imagen positiva del país.
Acercarse a la gente sin transmitir la imagen fría y distante de los últimos tiempos.
Sonreír con naturalidad, abandonando la imagen hierática que ofrece cuando acude a actos
como la Fiesta Nacional y la Pascua Militar.
No perder la sonrisa cuando es sorprendida por los fotógrafos y no enviar escoltas a requisar
las imágenes.
No obsesionarse con los retoques estéticos. Aunque la han convertido en una mujer de gran
belleza, le han quitado la frescura que ofrecía en los primeros años de matrimonio.
Relajar el férreo control que ejerce sobre las apariciones públicas de Leonor y Sofía. Unas
imágenes familiares más cercanas y naturales serían más acertadas.
Mostrar las emociones. Su presencia en obras sociales es tan institucional que casi pasa
inadvertida. Implicarse más con los desfavorecidos, involucrarse en tareas sociales.
Dar entrada al resto de diseñadores, además de Felipe Varela, con lo que contribuiría a
promocionar internacionalmente la moda española.
Aprovechar en vacaciones las residencias oficiales (Baqueira, Marivent). Leonor y Sofía
deben aprender a esquiar en estaciones españolas.

Princesa rompedora

Los meses finales de 2013 fueron escenario de una especie de «resurrección»


mediática de Letizia, al menos en las grandes revistas femeninas. ¡Hola!
publicó un extenso reportaje, de más de veinte páginas y lleno de fotografías,
en el que hablaba de su «estilo rompedor» en las últimas apariciones.237
Y afirmaba. «La princesa de Asturias derrocha belleza, plenitud y
simpatía y cierra el año con sorprendentes y estelares apariciones». «En las
revistas de moda europeas comparte halagos con las princesas más elegantes,
y es un referente de estilo al que seguir más allá de las pasarelas.
Simplemente, perfecta, juvenil, sexy, el glamour de la corona». Tras haber
superado muchas pruebas de fuego, Letizia «ya no se pelea con su armario
intentando encontrar en el tradicional clásico un nuevo estilo. Simplemente,
empuja el suyo. Sin miedo».
Detallaba ¡Hola! los secretos de belleza Letizia. «Concede todo el
protagonismo a sus ojos con un cuidado maquillaje que da toda la fuerza a su
mirada. Usa sombras muy neutras —ciruela, melocotón, lilas y rosas—, a
veces con un poco de nácar, para dar más luz a su mirada». Explicaba que, en
materia de vestidos, el estilo cóctel ganaba la partida: faldas minitubo o con
mucho vuelo, combinadas con blusas románticas, jerséis de punto o festivos
tops, y vestidos cortos ajustados. «Se preocupa mucho de su pelo y no le
importa cambiar un plan personal o madrugar más de lo normal para poder
lucir una melena perfecta o un peinado retro con ondas ultrafemeninas».
La revista reproducía en imágenes, traje a traje, gran parte del «armario»
del año. Tiene en el color rojo —añadía— uno de sus grandes aliados. Le
encanta la manga francesa, en los tejidos apuesta por la mezcla de materiales.
«No hay tendencia a la que se resista. Del animal print al pantalón pitillo de
vinilo —con zapatos rojos de Chanel—, y de un revolucionario vestido
esmoquin mini a un traje retro de estilo lady». Calza peep toes en raso, piel y
charol; sandalias con plataforma y zapatos de salón con taconazo.
Explicaba que, en la primera planta de su residencia, Letizia dispone de
un vestidor dividido en dos partes. El principal, para la ropa de agenda, es
decir conjuntos que utiliza para actividades oficiales. El secundario, para
prendas de sport. Para los trajes de noche existe un espacio extra en el sótano,
donde se guardan los vestidos de gala, incluidos los accesorios: bolsos,
zapatos, cinturones… Los armarios están perfectamente ordenados por rango,
colores y preferencias. A diferencia de la mayoría de las princesas, «es parca
en joyas y no usa tocados, salvo cuando es de obligado protocolo». Nunca ha
mostrado interés por las llamadas coronas de diario. A lo largo de 2013 no ha
usado anillos y, mes tras mes, lució unos pequeños pendientes en forma de
estrella. Tampoco usa guantes.
Terminaba afirmando que Letizia se había resistido durante casi diez
años a pintarse las uñas. Las de las manos las lleva naturales, y las de los pies
aparecieron por vez primera ese verano in rouge, a la puntera de sus peep
toes y sandalias. En verano escoge sombreros de paja o gorras de tela para
protegerse del sol. El bolso-sobre es su mejor aliado, pero no falta en su
guardarropa el clutch, el bolso por excelencia de las princesas europeas.

Y a pesar de todo periodista

Asociada número 3819 de la Asociación de la Prensa, Letizia Ortiz no ha


dejado de ser periodista. Ni siquiera desde el minuto uno de su compromiso.
Ese mismo día mantuvo con Carmen Rigalt la siguiente conversación
telefónica:

—Felicidades, Letizia.
—Gracias, estoy agobiada pero muy feliz… Y espero que comprendas mi situación.
—Tú eres periodista y también comprenderás la mía…
—Sí, claro. Una nace periodista y muere periodista. El periodismo imprime carácter, aunque
en mi caso la vida va a cambiar mucho…
—Nos la habéis jugado bien. Menuda habilidad para guardar el secreto…
—Soy periodista y sé cómo despistar a los míos.238

Desde el principio, Letizia trató de seguir en contacto con periodistas de


forma reservada. En diciembre de 2003, Elvira Lindo escribió un perfil de la
futura princesa, y Letizia le mandó un mensaje de agradecimiento a través de
una colega de televisión. Gratitud que se concretó poco después en una cena
con los novios en el piso de Carmen Iglesias, al que Elvira Lindo acudió
acompañada de su marido, el también escritor Antonio Muñoz Molina. De
aquella velada, a Elvira Lindo le quedó el recuerdo de un envaramiento
inicial que se fue diluyendo poco a poco, y del comentario que se hicieron
cuando volvían a casa: habían tenido delante «a dos personas que se quieren
pero que van a ser para siempre prisioneros de un destino que escriben
otros».239
Año y medio después de la boda, el 8 de septiembre de 2005 Felipe y
Letizia recibieron en La Zarzuela a la junta directiva de la Asociación de la
Prensa de La Coruña, con motivo de su centenario. Letizia se mostró
especialmente interesada en lo que contaban, y en el regalo que entregaron,
una escultura de Julia Ares que representaba una alegoría del trabajo diario
del periodista. Algo parecido había ocurrido unos días antes, cuando visitaron
la redacción de El Mundo: mientras Felipe se limitaba a escuchar las
explicaciones, Letizia iba más allá y hacía todo tipo de preguntas. Ese año,
durante los actos en torno a los Premios Príncipe de Asturias, asistió a las
conferencias de algunos de los premiados y hasta tomó nota de sus
palabras.240
Por esas fechas, y casi a punto de dar a luz a Leonor, su primera hija, en
diversas ocasiones contactó con periodistas especializadas en la vida social,
de la radio, la televisión y la prensa escrita, con las que charló y a las que
escuchó, hablando de tú a tú, y alguna vez también con la participación de
Felipe.241
El 6 de marzo de 2012, la Academia de la TV y la Universidad Europea
de Madrid organizaron un homenaje a las figuras míticas de la televisión,
como Alfredo Amestoy, Laura Valenzuela, José María Íñigo, Joaquín
Arozamena, Lina Morgan, Chicho Ibáñez Serrador, etc., además de Pedro
Erquicia, que actuó de involuntario celestino entre Felipe y Letizia.
Asistieron los príncipes, se hicieron fotografías con todos ellos, y Felipe, con
una sonrisa, se refirió a su esposa como «vuestra excompañera».242
Como se ha contado, Letizia ha inaugurado en más de una ocasión el
Seminario Internacional de Lengua y Periodismo, en el monasterio de San
Millán de la Cogolla. En 2012 el tema fue «el español en el periodismo
deportivo». Letizia recordó que el periodista deportivo «quiere encandilar, no
solo informar».

Reina Letizia… y quizá regente

En abril de 2012 se realizó un sondeo entre expertos de casas reales europeas,


a los que se preguntó por las princesas aspirantes a reinas. Letizia salió la
cuarta más valorada, detrás de Mary de Dinamarca, Kate de Gran Bretaña y
Máxima de Holanda, y por delante de Mette-Marit de Noruega, Victoria de
Suecia, Charlene de Mónaco y Matilde de Bélgica. Quedó tercera en
elegancia, tercera en profesionalidad y quinta en aceptación.243
Si ciñe la corona, no será la primera asturiana que llega a reina, porque
antes existió la reina Adosinda, nieta de don Pelayo, hija del rey Alfonso I,
que casó con el rey Silo y a la muerte de su marido ingresó en un convento en
Pravia, segunda capital del reino. Pero sí es la primera princesa de Asturias
nacida en el Principado. Sobre el asturianísimo nombre de Pelayo, comentó
que le gustaría ponérselo a un hijo: «Es un nombre que nos encanta a los dos,
y lo barajamos, pero aún es pronto. Todo se andará».
Tampoco será la primera esposa de un rey de España que lleva ese
nombre, porque la segunda mujer de Amadeo de Saboya, que reinó entre
1870 y 1873, se llamaba también Leticia, en este caso con c, si bien María
Leticia Bonaparte se casó con él cuando ya no ocupaba el trono, y por tanto
no fue reina de España.
A finales de mayo de 2013 se supo que La Zarzuela, en previsión de
acontecimientos y situaciones futuras, había registrado la marca «Reina
Letizia», en la línea de proteger el copyright y evitar posibles usos ilegítimos
que perjudiquen el nombre.
Es solamente una opción hipotética, aunque real y posible: Letizia Ortiz
podría convertirse un día en regente. De acuerdo con lo establecido en el
artículo 59 de la Constitución, si el futuro Felipe VI estuviera reinante pero
falleciera antes de que la infanta Leonor alcanzara la mayoría de edad, la
reina consorte se convertiría en regente de España: asumiría las funciones del
monarca, es decir, sería jefe del Estado.
Otra cosa son las capacidades políticas e institucionales que tendría la
regente, una figura sobre la que, una vez más, no existe ninguna previsión
legislativa. Antonio Torres del Moral opina que, en ese supuesto:

Un regente, dada la interinidad de su cargo y que no es titular efectivo de la corona, no debe hacer
ciertas cosas, como emprender una reforma de la Constitución, declarar una guerra o tocar el tema
de la sucesión. Al tratarse de una Jefatura del Estado no plena, deberían existir limitaciones a sus
funciones que por ejemplo se establecieran por consenso parlamentario.244

«La mujer que se case con el príncipe tiene que saber que se le han
acabado los divorcios, se le han acabado las posibilidades de alguna alegría
por ahí y tiene que ser fiel y estable en todo». Es el retrato de una futura reina
que en su día trazó Gregorio Peces Barba a preguntas del propio Felipe,
cuando estaba ennoviado con Eva Sannum.245 Quien finalmente se ha casado
con Felipe es Letizia. Pero aquel perfil sigue siendo válido.
3

EL EQUIPO

El equipo Felipe-Letizia

A propósito del enlace con Letizia, Felipe comentó un año después de la


boda: «El matrimonio me permite incorporar un valor, un activo, a mi
trabajo».246 El activo incorporado es la presencia, la colaboración y el aporte
de Letizia. Ha nacido un equipo formado por los dos, con objetivos vitales
comunes: primero, configurar una familia; después, en el futuro, el trono.
Felipe lo tenía claro desde el principio. Todavía con treinta años, y
cuando ni la posibilidad de casarse ni, por supuesto, Letizia, aparecían en el
horizonte, declaró sobre su matrimonio:

Yo creo que cuando ocurra será con total naturalidad, y espero que sea un acontecimiento también
feliz, personalmente y familiarmente, porque sabré que he escogido a una persona en la que
confluirán varios elementos. En primer lugar, que será una relación basada en el amor, en el
respeto, en el cariño, en el concepto de amor un poco amplio; en que veré en ella una pareja con
la que poder compartir vida y trabajo; y que será la madre de mis hijos, es decir, que formaremos
una familia. Todo esto bajo los principios de libertad y de sometimiento a la Constitución, como
heredero de la corona que soy.
Lo que puedo decir con más contundencia es que me casaré, el día que sea, con una persona
a la que consideraré mi esposa en virtud de la relación que tenemos, por la apreciación que tenga
de su carácter o de sus cualidades; veré en ella a la futura madre de mis hijos; y, por supuesto veré
en ella la futura reina de España. Esto, ¿qué consecuencias tiene? Pues necesariamente que
impone un grado mayor de responsabilidad a la hora de tomar esa decisión.247
El 22 de mayo de 2012, en el octavo aniversario de su matrimonio,
Felipe y Letizia se encontraban en Málaga, visitando un proyecto de
formación de Cáritas para jóvenes vulnerables financiado por la Fundación
Hesperia. Recordando el día de la boda, Felipe pronunció estas palabras:

Asumimos juntos aquel 22 de mayo de 2004 un compromiso personal e institucional. Y a partir


de ese momento, la princesa se unió al deber, ahora compartido, de trabajar con ilusión y entrega
al servicio de los españoles; de fomentar los valores constitucionales, las libertades y nuestra
convivencia democrática; y de desarrollar iniciativas y proyectos en beneficio de la colectividad y
promover los intereses generales de nuestra nación, tanto dentro como fuera de España. Son esos
intereses a los que nos debemos y que constituyen nuestra principal responsabilidad institucional.

El equipo Felipe-Letizia constituye un dúo unido y compenetrado, que


trabaja en serio para lograr el reto de alcanzar una gran meta: convertirse un
día en los reyes de España y, más aún, unos reyes que lo hagan bien, que
sirvan a su país con eficacia y acierto, y que por tanto, al paso de los años,
entreguen a su hija la corona sin ningún problema. Se trata de un proyecto
personal, político, institucional, en el que ambos están empeñados y que
afrontan codo con codo. El propio Felipe lo ha dicho en más de una ocasión:
«Letizia y yo somos un equipo».
Tal vez como símbolo de esa compenetración, han incorporado la
costumbre de los reyes españoles de utilizar un anagrama indicativo de la
pareja con las iniciales de sus nombres: la F y la L, enlazadas, en color oscuro
y con una corona superpuesta.248 Así puede verse, por ejemplo, en las
felicitaciones de Navidad que envían cada año.

Luna de miel popular

Tras la boda, el equipo echó a andar con una luna de miel popular, que
comenzó en Cuenca, donde pasaron la segunda noche de casados, en el
Parador, el Convento de San Pablo, tras cenar en un restaurante de las Casas
Colgadas: nadie supo de antemano que la mesa reservada correspondía a
Felipe y Letizia. Después, Albarracín, Zaragoza, Sos del Rey Católico, Olite
(Navarra), San Sebastián, donde se hicieron fotografías ante la playa de La
Concha… todo ello sin anuncio previo, con el argumento desde La Zarzuela
de que se trataba de un viaje privado.
Su inesperada presencia en las calles de esas poblaciones provocó el
desbordamiento del cariño de quienes los vieron. En Zaragoza, donde
visitaron a la Virgen del Pilar, Letizia exclamó «¡la que nos espera!» al ver a
los cientos de personas congregadas junto al restaurante donde iban a
almorzar.249 Esos días, los dos se mostraron cercanos y cordiales, saludando,
hablando con la gente, haciéndose fotografías… No faltaron aclamaciones y
gritos de «¡guapa, guapa!» a Letizia. Fue un baño de pueblo y un buen
estreno como pareja.
Después emprendieron un viaje por el extranjero, en el que no faltó el
paso por Estados Unidos. Allí se produjo un incidente menor cuando, en el
aeropuerto internacional de Miami, los equipajes de Felipe y Letizia y los de
sus acompañantes fueron registrados por los servicios de seguridad, dentro de
las medidas adoptadas por los atentados del 11-S, lo cual les provocó algunos
retrasos. Portavoces de La Zarzuela trataron de quitar importancia al
suceso.250 La realidad es que los príncipes viajaban como ciudadanos
privados.
Asistieron a la boda del heredero del trono de Jordania, príncipe
Hamzah, y allí visitaron, como dos turistas más, las famosas edificaciones de
Petra (el resto de los invitados eligieron ir al Mar Muerto). Una vez más, se
hicieron fotos. La luna de miel se prolongó por Omán, Tailandia, China,
India y las Islas Fiyi.
En el mes de julio, Felipe y Letizia giraron una visita a México, para
inaugurar un congreso internacional de hispanistas, en lo que era el primer
viaje oficial de casados. El presidente, Vicente Fox, y su esposa se volcaron
con ellos: los alojaron en su residencia, Los Pinos, les acompañaron a la
basílica de Guadalupe y les prestaron el avión presidencial para desplazarse a
Monterrey, donde se celebraba el congreso.251
Ese mismo mes, Felipe participó en Valencia en la regata de la Copa de
la Reina, en la que quedó segundo. Letizia, allí presente, le felicitó con un
beso.
La princesa de Mallorca

Las primeras vacaciones de la pareja en Mallorca comenzaron el 23 de julio,


cuando Felipe llego a la isla, solo dos días después del viaje a México, para
participar en el trofeo Breitling de vela, patroneando el velero CAM. Hubo
una primera sorpresa, porque viajó en solitario, pero Letizia arribó esa misma
noche.
Se instalaron en Son Vent, la residencia aneja al Palacio de Marivent
habilitada para el príncipe, que acababa de ser reformada y mejorada. Se trata
de una antigua masía cedida en 1992 por el Ejército del Aire, de estilo
mallorquín, no lujosa pero sí muy cómoda, una villa de dos pisos, con 500
metros cuadrados y 8 habitaciones, con jardín y piscina. Antes del verano se
realizaron obras de acondicionamiento en el interior y en los jardines, por
algo más de medio millón de euros, sufragados por el gobierno balear.252 En
la planta baja se encuentran el salón principal (muy amplio, rodeado de una
gran terraza con vistas al mar), el comedor, la biblioteca, el dormitorio
principal, la cocina y varios servicios. En la primera planta, cuatro
dormitorios, algunos baños y dos salones. Desde allí se accede a una terracita,
con tejados mallorquines a cuatro aguas.253
Letizia siguió la regata desde la lancha Somni, junto a la reina, Jaime de
Marichalar, Iñaki Urdangarin y los cinco nietos de los reyes. Se protegía del
sol con una gran visera, e iba totalmente tapada con un blusón. El hecho de
que al principio no se prodigara demasiado en comparecencias públicas
provocó una anécdota con don Juan Carlos y los periodistas. En un fugaz
encuentro en el Club Náutico le preguntaron dónde estaba Letizia, y el rey,
bromeando, se metió las manos en los bolsillos rebuscando, al mismo tiempo
que decía que no encontraba nada. En la noche del 25 de julio, la pareja
acudió a la cena de entrega de trofeos de la regata, en el Castillo de San
Carlos, en Porto Pi.
La segunda sorpresa fue que se volvieron a Madrid muy pronto.
Entonces se adujeron motivos de trabajo, ya que a corto plazo les esperaban
dos viajes internacionales en agosto, pero lo que quedó claro fue que el tipo
de vacaciones de los príncipes no iba a ser el de antes: no se iba a reducir a
una estancia en Mallorca. Regresaron el 2 de agosto, cuando se iniciaba la 23
Copa del Rey de Vela, en la que participaron don Juan Carlos, Felipe y la
infanta Cristina. El día 6, Letizia se personó en los pantalanes del Club
Náutico, el lugar donde los reyes y sus hijos departen con los periodistas
acreditados y con otros tripulantes y socios.
Ese verano, Letizia se convirtió en la princesa de Mallorca254 a pesar de
que no se dejó ver demasiado: prefería quedarse en la residencia de Son Vent,
salvo alguna salida en el Fortuna, el yate real, con el resto de la familia, en
las que se la veía muy pendiente de sus sobrinos, los hijos de los duques de
Palma. Ni ella ni Felipe acudieron a cenar a ninguno de los restaurantes de
siempre, Flanigan, Koldo Royo, etc. Se interpretó entonces como que Letizia
se resistía a convertirse en personaje de la prensa rosa, pero menos aún del
verano en Palma de Mallorca. Y era así.
Los fotógrafos persiguieron intensamente una imagen que no se produjo:
la de Letizia embarazada (a pesar de que solamente llevaban dos meses y
medio de casados). Y también la fotografía de la princesa en bikini, que
tampoco existió. Ni siquiera se la captó en bañador: cuando navegaba, se
colocaba en el centro de la embarcación (la zona donde el movimiento es
menor) y siempre muy cubierta.

Funeral en Guadalajara

El 16 de agosto, Felipe y Letizia viajaron a la República Dominicana, a la


toma de posesión del presidente Leonel Fernández; era el primer
desplazamiento de ese estilo en el que Letizia acompañaba al príncipe.
Marcharon después a Atenas para asistir a los Juegos Olímpicos, que se
celebraron del 13 al 29 de agosto, en los que animaron a los equipos
españoles; y el 1 de septiembre fueron a Panamá, para la posesión de Omar
Torrijos. Ese mismo mes, su segundo viaje oficial: Hungría. En octubre
marcharon a Washington. Felipe quería que su esposa conociera la
Universidad de Georgetown, donde estudió el máster de relaciones
internacionales durante dos años. En febrero de 2005, viaje a Brasil. Y así
otros más a continuación, hasta hoy.
El 16 de julio de 2005 se declaró en el norte de la provincia de
Guadalajara un terrible incendio forestal, que arrasó 8.000 hectáreas. Una
barbacoa mal apagada estuvo en el origen. Quinientos vecinos de cuatro
municipios hubieron de ser desalojados, y en los trabajos de extinción
murieron once personas, miembros de un retén contra incendios con base en
Cogolludo. La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández
de la Vega, que se trasladó a la zona afectada, fue abucheada e insultada por
los vecinos.
El día 21, Felipe y Letizia presidieron el funeral en Guadalajara. Al
terminar, saludaron y consolaron a las familias de los fallecidos, que
agradecieron el gesto. No ocurrió lo mismo con la representación del
Gobierno, encabezada por Fernández de la Vega, con los ministros José Bono
(Defensa) y Cristina Narbona (Medio Ambiente), y del gobierno regional,
que de nuevo fueron abucheados por grupos de asistentes.

El éxito de los viajes al exterior

«El equipo funciona de maravilla en los viajes al exterior», comentan en La


Zarzuela, donde hablan del «éxito» de estos viajes. En efecto, las
experiencias han sido muy positivas, mejores conforme han ido pasando los
años.
Del 11 al 14 de abril de 2011, Felipe y Letizia realizaron su primer viaje
oficial a Israel, con motivo de los veinticinco años del establecimiento de
relaciones entre los dos países. El desplazamiento se preparó con tiempo y
cuidado, y constituyó un gran éxito para ambos. Además, hubo cierta suerte
porque, a pesar de los difíciles momentos que se vivían en la zona, esos días
no se produjo ningún acto de violencia, no hubo muertes, ni siquiera
incidentes reseñables.
El presidente, Simon Peres, les ofreció una cena en la que actuó la
cantante israelí Noa, que interpretó dos canciones en español, una de ellas La
vida sigue igual, de Julio Iglesias. Felipe aprovechó para felicitar a Ariel
Sharon, primer sefardí que llegó a presidente de Israel, que cumplía noventa
años. Se le cantó el «Cumpleaños feliz», y Ariel Sharon, muy emocionado,
comentó que correspondería recitando la oración que su madre rezaba al
bendecir la mesa, una larga mezcla de castellano y ladino en la que se alude a
los alimentos (garbanzos y arroz) para que no falten, y se pide la bendición de
Dios. Acabó con un «¡Viva España!», y Felipe le dio un gran abrazo.
Acudieron también a Ramala, zona que por primera vez visitaba un
miembro de la familia real española. Se vivieron momentos emocionantes.
No solo por la presencia de Felipe y Letizia, sino también porque era la
primera ocasión en que los habitantes veían a los enviados españoles (en el
grupo figuraban seis televisiones nacionales). La gente se volcó con los
periodistas, dándoles de comer…
Del 30 de mayo al 1 de junio de 2012 Letizia acompañó a Felipe en la
primera visita oficial a Portugal como príncipes de Asturias. La prensa local
siguió con mucho interés el viaje, analizando de forma casi exhaustiva la
actuación de la princesa, que fue quien centró portadas de diarios y revistas.
Algún medio le echó en cara una actitud excesivamente fría; más en concreto,
que no se prodigara en gestos de cercanía y cariño hacia su marido, a pesar de
que las fotografías que se publicaron la mostraban sonriente.
Los medios portugueses han sentido cierta fascinación hacia los
príncipes, que además visitan con alguna frecuencia el país, sobre todo el
Algarve, por la buena relación con los Coutinho y los Spirito Santo. Y por
tanto suelen seguir su actividad. En el caso de Letizia, se ocupan con
frecuencia de su estilismo, su físico… Algunas revistas lusas llegaron a
afirmar que «Letizia es el sueño de la clase media del país».255
El 19 de junio de 2012, iniciaron una visita oficial a Estados Unidos, de
cuatro días de duración, en la que por vez primera se organizó a Letizia un
plan de actividades propio, en concreto la visita a la escuela primaria Emily
Dickinson, en Nueva York. «Si no le parece mal, nos vamos a ir con la
princesa», plantearon a Felipe las dos personas de prensa desplazadas al
viaje. Aceptó, y así se hizo. El día 22 visitaron la Universidad de Harvard,
donde el príncipe dictó una conferencia de alto nivel. Mantuvo también una
reunión con la secretaria de Estado Hillary Clinton, antes de la cual preparó
con gran detenimiento los temas que debía abordar y qué decir sobre cada
uno de ellos.
Una de las constantes en los viajes de Felipe y Letizia fuera de España
es el interés que muestran por la labor del Instituto Cervantes, cuyas sedes en
los distintos países visitan siempre que pueden, como gesto de aprecio hacia
su importante labor de difundir el castellano por todo el mundo.
En esa línea, en septiembre de 2012, Felipe y Letizia inauguraron en
Salamanca el Congreso Iberoamericano de las Lenguas en la Educación y la
Cultura y el IV Congreso de Leer.es, a los que asistieron una veintena de
ministros de Educación iberoamericanos y más de mil profesores. En su
discurso, Felipe aplaudió la «labor encomiable» que realizan «en beneficio de
los alumnos», y que repercute «en el bien de la sociedad y en nuestro futuro
común». Apuntó que «los idiomas que se hablan» tanto en España y Portugal
como en América Latina ofrecen una «gran riqueza colectiva» que refleja la
historia, las relaciones y la cultura de sus países. Además, disfrutaron de la
actuación de la cantante Estrella Morente.

El Pabellón

Al principio se le quiso llamar La Zarzuela bis, pero en realidad ha acabado


por ser conocido como el Pabellón del Príncipe, o simplemente el Pabellón.
De esta última forma se denomina oficialmente la residencia de Felipe y
Letizia, ubicada en el recinto de La Zarzuela, a escasos 1.000 metros y a dos
minutos en coche del propio palacio. Felipe se instaló allí en la primavera de
2002, siendo todavía soltero y sin compromiso a la vista. Poco después
adquirió en la Galería Altelene un par de cuadros, de la pintora santanderina
Carmen Pombo, para la decoración.256
Se trata de un caserón de dos plantas, con 1.771 metros cuadrados,
diseñado por el arquitecto Manuel del Río y levantado por Patrimonio
Nacional, que también lo amuebló, todo ello con un coste de 4,2 millones de
euros. Semeja un amplio chalet castellano, donde predominan el ladrillo de
barro, el granito, la madera y la teja. El mantenimiento se calculó en 360.000
euros al año.257
La planta baja está abierta a la celebración de actos y reuniones
oficiales, y en ella se encuentra un despacho de trabajo para Felipe, además
del que tiene en la propia Zarzuela y que es el que habitualmente utiliza.
También existe un despacho para el ayudante. La planta cuenta con una sala
de espera para visitas, una sala de audiencias, un salón de consejos con una
mesa a la que pueden sentarse dieciocho personas, la biblioteca, un comedor
oficial y una zona más privada en la que hay una sala de estar-comedor, una
habitación con aseo y una cocina con office. En el comedor oficial se
colocaron los muebles que Felipe heredó de su abuelo, el conde de
Barcelona.
En el semisótano se ubica la cocina principal, dispuesta para preparar
banquetes oficiales y recepciones, además de cuatro dormitorios con cuarto
de baño, un comedor y una sala de estar para el personal que trabaja en la
casa.
A la primera planta se sube por una escalera de madera y hierro. Es la
zona privada, con las habitaciones de los miembros de la familia. Tiene 750
metros cuadrados, distribuidos en cuatro dormitorios, uno de ellos doble, con
sus correspondientes vestidores y baños, con bañeras de aguas termales, un
aseo, un office, un cuarto de servicio, dos despachos y además una amplia
terraza de 90 metros con vistas al jardín y al monte de El Pardo.
En su conjunto, el edificio cuenta con tres offices, una gran cocina con
despensa y muelle de carga de mercancías, tres ascensores y tres escaleras de
comunicación, una bodega para vinos y otra para cavas, una buhardilla, dos
salas de máquinas, garaje para veinte plazas, una piscina y cuatro vestuarios,
y en el exterior un jardín con pérgola.
El tipo de construcción e incluso la decoración fueron en su día objeto
de crítica por algunos arquitectos y diseñadores, entre ellos Javier Mariscal,
que lamentaron que no se hubiera aprovechado para construir un edificio más
moderno, y hasta hablaron de «mal gusto».258 Antonio Burgos, también
crítico, lo llamó el casoplón.259

Cena en casa de Sabina

Un grupo de periodistas, profesores y abogados forman el núcleo de las


amistades de Felipe y Letizia como pareja, con los que quedan a cenar en sus
casas o en la propia Zarzuela. Además, desde el principio Felipe y Letizia han
querido encontrarse en privado con personas más o menos conocidas en la
vida del país, incluyendo políticos, empresarios, intelectuales, creadores,
periodistas… sobre todo con edades cercanas a las suyas propias. Han
buscado así darse a conocer, pero también palpar las opiniones y puntos de
vista de muchos de los que, en su día, serán, por así decirlo, sus compañeros
de reinado.
Dos meses después de la boda, en julio de 2004, cenaron en casa de
Simoneta Gómez Acebo, sobrina mayor de don Juan Carlos, y su entonces
marido, José Miguel Fernández-Sastrón, junto con Joaquín Sabina e Isabel
Oliart y dos parejas más. Hubo otra después en casa de Aitana Sánchez
Gijón, y una más, en febrero de 2005, con Julio Iglesias, aunque esta no
trascendió.
Dos días después de estar con Julio Iglesias, Felipe y Letizia acudieron a
cenar a casa de Joaquín Sabina. Letizia «no podía contar que aquella cena se
celebró a petición, persistente, del propio Joaquín Sabina, que reclamó una
oportunidad de conocer a la princesa. El cantante cumplió su deseo, gracias al
marido de Simoneta Gómez Acebo, que hizo de intermediario. Y luego se las
arregló para que nadie pudiera decir que se había rendido a los encantos del
elemento monárquico. Venden más las historias que tienen conflicto que las
verdades que son sencillas».260
En efecto, la cena acabó con polémica. Según el relato del cantante,
republicano declarado, Letizia «venía de un mundo más o menos progresista,
oía mis discos y quería que el príncipe conociera otro tipo de mundos».261
Cuando, en casa de Simoneta, se arregló la cita, Sabina les preguntó a quién
querían conocer, y respondieron que a Víctor Manuel, Serrat, Ana Belén,
Penélope Cruz… que por ello fueron invitados. Asistieron las respectivas
parejas (Isabel Oliart y Candela Tifón), junto con Simoneta y José Miguel
Fernández Sastrón. Felipe y Letizia se marcharon a las cuatro de la
madrugada.
El problema se planteó porque, según Sabina, Letizia contó el siguiente
chiste: ¿en qué se parecen la monarquía española y la de Mónaco? En que la
princesa Estefanía se casó con un funambulista, y el príncipe de España se ha
casado «con una fulana lista». Según el relato del cantante, «yo les enseñé
mis banderas republicanas; contamos todos los chistes del mundo, incluidos
los imposibles de contar… Yo quedé mal con Palacio contando tiempo
después un chiste que había surgido durante la cena. Y no, prefiero no
acordarme de qué chiste fue».262 Posteriormente reconoció: «Metí la pata»,
añadiendo: «Letizia se lo ha tomado muy mal». Y más tarde hizo el siguiente
comentario en público: «Leti es una chica lista e inquieta que con un poquito
de suerte traerá la Tercera República».263
El último libro del cantante se refería también a la cena, incluyendo el
chiste, lo que, entre otras cosas, provocó que de entrada vendiera 60.000
ejemplares y se lanzara una nueva edición. Sin embargo, Letizia Ortiz ha
comentado en su entorno más cercano que ella no contó el famoso chiste en
casa de Sabina. Y daba esta explicación: «¿Cómo iba yo a contar una cosa
así? No se me ocurriría hacerlo».264
Algunos de esos encuentros exacerbaron los comentarios sobre una
supuesta simpatía republicana por parte de Letizia. Por eso, ahora, cuando se
encuentra entre periodistas próximos y le preguntan por el asunto, suele
contestar que nació en el 72 y que creció en la monarquía constitucional.265

Los amigos

Letizia no suele frecuentar el grupo de amigos de soltero de Felipe,266 con los


que no acaba de sintonizar. Se ha comentado que no se encuentra cómoda en
un ambiente «tan pijo». De hecho, en una primera etapa después de la boda,
Felipe dejó de salir con sus compañeros de siempre para dedicar el tiempo a
su esposa, y posteriormente a las niñas. Más recientemente, sin embargo, las
salidas en solitario de Letizia, a las que nos hemos referido267 han merecido
un cierto paralelismo con otras de Felipe con sus íntimos de siempre.
El 28 de julio de 2011, tras regresar de Perú, donde había asistido a la
toma de posesión de Humala, Felipe acudió esa misma noche sin Letizia a la
boda del hijo de su buen amigo el doctor Alfonso del Corral. Allí se
reencontró con antiguos compañeros, como Pepe Barroso, y bailó
animadamente hasta altas horas de la madrugada. Letizia se encontraba en
Barcelona, a donde viajó con su hermana Telma para asistir al concierto de
Bon Jovi.
Si el 14 de octubre Letizia acudió al cine con una amiga, y días después
era fotografiada saliendo del restaurante Ten Con Ten, adonde había ido a
comer con unas amigas, la semana siguiente Felipe se presentaba sin Letizia
en ese mismo establecimiento para cenar con tres parejas de amigos: él era el
único single.268
A finales de mayo de 2013, el día 31, Felipe estuvo presente en la gran
fiesta por el cuarenta cumpleaños de su primo Beltrán Gómez Acebo, a la que
no acudió Letizia porque una de sus hijas tenía fiebre. Se celebró en la casa
de su madre, la infanta Pilar, a donde se había trasladado tras separarse en
2010 de Laura Ponte, madre de sus dos hijos y que también asistió.269 Hubo
más de doscientos invitados en el chalet de Puerta de Hierro, entre ellos
Rafael Medina y su mujer Laura Vecino, duques de Feria; Miguel Báez Litri
y su mujer Carolina Herrera; el torero Enrique Ponce; José María Aznar
Botella y Mónica Abascal, su esposa; el príncipe Konstantin de Bulgaria y su
mujer María García de la Rasilla; y Álvaro Fuster junto con Beatriz Mira.

Una familia «normal»

«No somos extraterrestres aislados entre ciervos y encinas», ha comentado en


alguna ocasión Letizia, hablando del grupo familiar que forman el
matrimonio y sus dos hijas, y del tipo de vida en La Zarzuela. «No estamos
rodeados de camareros con librea que nos sirven en bandeja de plata; somos
humanos, somos mortales, somos como cualquier matrimonio de nuestra
edad», añadía.270
En enero de 2008, con motivo del cuarenta cumpleaños de Felipe, La
Zarzuela se planteó qué hacer para, por un lado, celebrarlo, pero, por otro, no
oscurecer un cumpleaños más significativo: los setenta de su padre.
Así que se optó por que no hubiera ningún acto concreto, pero, al mismo
tiempo, se difundieron unas hasta entonces desconocidas imágenes, de
televisión y en fotografías, preparadas durante tres meses por la Agencia Efe,
con un enfoque novedoso: una presentación de los príncipes y sus hijas en su
casa casi como una familia normal. Difundidas por todas las cadenas, se
vieron escenas de los cuatro en la intimidad del hogar, algo que muy pocas
veces había ocurrido.

Cómplices y colegas

Durante la entrega de los Premios Príncipe de Asturias de 2003, cuando


todavía no se había anunciado el compromiso, la coincidencia de Felipe y de
Letizia en Oviedo resultó un tanto complicada. «Nos cruzábamos por los
pasillos sin saludarnos», ha relatado el príncipe.271 Al año siguiente, las cosas
fueron muy distintas. Porque Felipe tenía a su lado a una persona, su esposa,
que era ya cómplice y hasta colega en el trabajo común que tenían que
afrontar de cara al futuro:

Tras tantos años yendo solo, tenía alguien a mi lado que compartía mi labor. Una persona con
criterio. Con ideas que puedes tener en cuenta; fue un discurso muy especial cuando dije aquello
de «la ceremonia de este año adquiere para mí un nuevo y emocionante significado, pues me
acompaña por primera vez mi esposa, la princesa de Asturias. A ella me uní hace hoy cinco
meses; un paso ilusionado de ambos por construir un hogar, formar una familia y compartir el
hermoso afán de servir a España con plena entrega, leales a nuestra historia y comprometidos con
el futuro de nuestra sociedad». Mientras leía el discurso, veía que ella estaba aguantando para no
echarse a llorar y no supe si parar. Al final terminé. Luego hubo muchas lágrimas en privado.272

Lo que Felipe no contó fue lo que había detrás de su discurso,


pronunciado con ritmo pausado y con el énfasis adecuado a los momentos
importantes. Lo nuevo ese año era que, por primera vez, Felipe interpretó lo
que tenía que decir. Y en eso tuvo ya mucho que ver Letizia. Aquella tarde,
después de la recepción a los invitados, unas horas antes del acto en el teatro
Campoamor, los dos se encerraron en la habitación 105 del hotel Reconquista
para ensayar el discurso. Se quedaron sin comer, con el fin de cuidar hasta el
último detalle de la intervención.273
En mayo de 2005, Felipe fue orador principal en la ceremonia de
graduación en Georgetown, del máster que él mismo había cursado diez años
atrás. Durante el discurso, disculpó la ausencia de Letizia debido a que
acababa de confirmarse que estaba embarazada de su primer hijo y por ello
viajar no resultaba muy conveniente. Y terminó recomendando a los nuevos
graduados formar una familia, con estas palabras: «La aventura de formar una
familia, en la que estoy inmerso, es una experiencia emocionante y
exigente».274

Dos complementarios

Dados los respectivos caracteres, y las evidentes diferencias entre uno y otro,
de Felipe y Letizia se afirma que en realidad son dos personas
complementarias. Algo semejante a lo que ocurre con don Juan Carlos y doña
Sofía, tan diversos por talante, formación y gustos.
Si Felipe es tranquilo, Letizia es sobre todo nerviosa. Ella es sistemática,
a él le gusta improvisar alguna vez que otra (aunque no demasiado). Felipe es
más bien lento, Letizia rápida e intuitiva. A él le ha costado hablar con
soltura, ella lo ha hecho fenomenalmente desde muy pronto, como demostró
cuando era presentadora de televisión. Felipe tendía a la timidez (aunque
ahora ya no, como hemos visto), Letizia siempre ha sido lanzada. Aunque los
dos son perfeccionistas y muy responsables.
Uno de los puntos en que más se distancian tiene que ver con el sueño y
los madrugones. Letizia se levanta con el alba y empieza enseguida a trajinar.
A Felipe siempre la ha costado la levantada: tuvo algún arresto en la
Academia de Zaragoza, a pesar de que llegó a ponerse cuatro
despertadores.275
Siendo todavía soltero, Felipe reconocía en una conversación reservada:
«Por la mañana no soy persona. Pido que, a ser posible, me organicen las
cosas mejor por la tarde que por la mañana. Trabajo mejor por la noche. Me
quedo hasta las dos de la madrugada, no hay llamadas telefónicas».276
Es comúnmente aceptado que estos últimos años Felipe muestra una
mayor capacidad de conectar con la gente a la hora de su comportamiento y
de sus discursos, y eso se atribuye a la ayuda de Letizia. No solo en las
formas, mucho más cercanas, sino también en los contenidos de fondo. En los
Premios Príncipe de Asturias de 2011 pronunció uno de sus discursos más
elogiados, que puso en pie al público del teatro Campoamor, cuando habló de
las víctimas de ETA, del desempleo de los jóvenes, de la hambruna en los
países africanos, de las cooperantes españolas que entonces se encontraban
secuestradas en África.
Se ha escrito en no pocas ocasiones que, dentro de la pareja, la que
manda es ella, Letizia. Personas que tienen contacto habitual con los
príncipes no coinciden con esa apreciación. «No sé qué pasará dentro de su
casa, pero fuera de allí el que manda es él, con toda claridad y sin que quepa
duda». Citan como un ejemplo más la reunión que celebró todo el equipo de
La Zarzuela para preparar el viaje a Nueva York que realizaron en junio de
2012. Letizia preguntó, sobre un aspecto concreto: «¿Por qué tenemos que
hacer eso?». Felipe tomó la palabra: «Tenemos que hacerlo por esto, y por
esto…». Y se acabó la discusión.
Las diferencias de carácter entre uno y otro han aflorado externamente
en alguna ocasión. Y han trascendido los enfados de Felipe a raíz de las
críticas a las famosas escapadas277 y la resistencia de Letizia a volcarse en los
actos oficiales. Algunas de esas escenas se han relatado en círculos sociales e
incluso se han publicado.
Una de ellas se produjo durante el ya mencionado viaje de Felipe y
Letizia a Roma para asistir a la inauguración del pontificado del Papa
Francisco, en marzo de 2013. Se ofreció una recepción en la embajada de
España ante la Santa Sede. Según relato de testigos presenciales, Letizia se
mantenía sola, sin hablar con nadie, mirando el teléfono móvil y
aparentemente leyendo y mandando mensajes, hasta que se encontró con una
periodista a la que conocía de antes y con la que se quedó charlando largo
rato. Se acercó un ayudante de los príncipes para comentarle que la esperaban
en otros grupos de invitados, y recibió una respuesta desabrida: «Estoy
hablando con...». Al cabo del rato llegó Felipe. Escuchó que, en ese
momento, Letizia se estaba quejando de sus zapatos, de que no podía
aguantarlos más… Y exclamó, con tono de pocos amigos: «¡Pues, si quieres,
te dejo los míos!».

¿Como doña Sofía?


Al principio se repitió que el modelo en quien Letizia tendría que fijarse, a la
hora de desempeñar su papel, ahora y en el futuro, es el de la reina doña
Sofía. A pesar de que ambas son muy distintas.
Un día, Felipe comentó ante los periodistas: «Letizia tiene que sonreír
para que se aprecie que está de buen humor. Sus rasgos son más marcados y
graves que los de la reina, que tiene siempre un gesto amable».278
Aquel «¡déjame hablar!» de Letizia el día de la pedida de mano fue la
última vez que reclamó públicamente la palabra delante de Felipe. Ha tenido
que aprender a ser la consorte silenciosa, con el coste que eso supone para
quien disfruta dando su opinión. Cuando soltó aquella frase, lo que buscaba
era poder expresar ante los periodistas su admiración por doña Sofía, la figura
que había decidido tomar como ejemplo. Y hay algo que ha debido aprender
de ella: «A callar sin que parezca que está callada, a callar de tal manera que
dé la impresión de que está interviniendo, a callar manteniendo la sonrisa y el
gesto de interés, a callar y reservarse su opinión para espacios más
íntimos».279
Desde el principio, desde que se anunció públicamente el compromiso,
pero más aún cuando ella empezó a vivir en la zona de invitados de La
Zarzuela, doña Sofía se aprestó a tutelar en lo posible a Letizia. Lo hizo
entonces, lo ha hecho después. A lo largo de estos años han aparecido juntas
en público en muchas ocasiones.
En diciembre de 2013 acudieron al rastrillo Nuevo Futuro, en la Casa de
Campo, en Madrid. La vez anterior que Letizia lo había hecho fue cuatro
años atrás. Hora y media permanecieron visitando los puestos y también
realizando las primeras compras navideñas. Se interesaron por antigüedades,
libros, ropa de todo tipo, bisutería, lámparas, cuadros… Letizia compró dos
faldas de tul para sus hijas y varios libros, uno de ellos Hijos de la crisis, una
novela que narra la lucha de dos ejecutivos en paro para reorganizar sus vidas
de manera modesta.280 La reina compró la biografía de Margarita de Parma, el
último libro de María Teresa Álvarez, viuda de Sabino Fernández Campo.281
Saludaron a centenares de visitantes y se dejaron fotografiar por ellos con los
teléfonos móviles. Aunque una fotografía en la que ambas hablaban en un
aparte con cierta seriedad, permitió a alguna revista sugerir que doña Sofía
regañaba a su nuera.282
La definición que don Juan Carlos formuló sobre doña Sofía, diciendo
que es «una profesional», esconde un claro reconocimiento del rey hacia la
reina, pero igualmente denota cierta distancia de rango y también en lo
personal. Ese planteamiento concreto no está presente en la pareja que
forman Felipe y Letizia, que, más de acuerdo con las nuevas generaciones,
trabajan más juntos y con una mayor sintonía práctica. Hacen equipo.

Cuidado para no «tapar» a Felipe

Apenas anunciado el compromiso con Felipe, muy pronto Letizia se convirtió


en objetivo privilegiado de las revistas del corazón y de los paparazzi, de
forma que en poco tiempo ella superó al príncipe en tirón. Como ya se ha
contado, la instantánea de la princesa en bikini se convirtió, durante varios
veranos en Palma, en la fotografía más deseada, una imagen que sin embargo
nunca llegó a conseguirse.283 El tirón se evaluaba atendiendo al precio que
pagaban las revistas por las fotografías de Letizia, más cotizadas que las de
Felipe. Algunos paparazzi llegaron a calcular que la foto de la princesa en
bikini podría valer un millón y medio de euros.284
Forman un equipo, pero sin olvidar que en esa pareja, al menos
institucional y públicamente, el importante es él, como heredero de la corona.
Y por tanto, Letizia, expresiva y lanzada, ha de tener cuidado con no
«taparle», cosa que ya procura.
En 2009, La Zarzuela puso en marcha lo que los medios llamaron
Operación Letizia: una campaña de imagen para potenciar la figura de la
futura reina. Sin embargo, en aquel momento su popularidad era tal que en la
Casa se llegó a temer que opacara al propio heredero. Según una encuesta
periodística, el apoyo que recibía era del 87,1 por ciento.285
Personas que han trabajado en La Zarzuela relatan que en la Casa hay
instrucciones para que las comparecencias de Letizia, pero más aún sus
intervenciones públicas, no reúnan excesivo calado. Algo que ella misma
tiene asumido. Incluso se la ha escuchado comentar dentro de palacio: «El
príncipe es él. Él es el heredero y no yo: yo no debo tener demasiado
protagonismo».
A mediados de 2005, cuando llevaban un año casados, Felipe y Letizia
realizaron un viaje a Nueva York, donde asistieron a una gala en el Waldorf
Astoria, acudieron al Instituto Cervantes y visitaron la sede la ONU. Cenaron
con Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina, entonces director del Cervantes,
en Fiorello’s, el mismo restaurante en el que lo hizo Vargas Llosa con su
familia al salir de la ópera el día en que le concedieron el Nobel. Letizia se
mostraba preocupada por las críticas que recibía. Felipe, más sereno ante las
reacciones de la opinión pública, y más proclive a aceptar lo que el curso de
la vida depare, dijo: «Alguna vez nos criticarán y tendrán razón».286
Un punto de conflicto es que en muchas ocasiones las fotografías y las
imágenes de Letizia mandan en las televisiones y en las revistas gráficas,
olvidando en gran medida asuntos más enjundiosos. Se cita como ejemplo el
caso del viaje de los príncipes a Abu Dabi, en enero de 2010, en el que lo que
se vio sobre todo fueron imágenes de Letizia con un pañuelo tapando la
cabeza, de acuerdo con la tradición musulmana, pero del que apenas se contó
que Felipe había mediado para que las empresas españolas dedicadas a las
energías renovables consiguieran contratos en aquel país. Ese desvío de la
atención ha preocupado más de una vez en La Zarzuela, aunque no ven fácil
cómo remediarlo.

Isabel Sartorius sigue presente

En agosto de 1991, tras más de dos años de relación, terminó el vínculo de


Felipe con quien siempre quedará como su primera novia, Isabel Sartorius.
Según Beatriz Cortázar, «fue su gran amor», y él la solía llamar «mi Gandhi»
porque le dio mucha estabilidad.287 Aunque desde entonces dejaron de
coincidir y de tratarse asiduamente, ambos han mantenido la amistad a lo
largo de los años. «Ahora mismo es más amiga que exnovia. Lo adora».288
El 22 de julio de 2002 falleció Vicente Sartorius, marqués de Mariño,
padre de Isabel, cuando se encontraba de vacaciones en Ibiza con su mujer,
Nora de Liechtenstein, y Felipe acudió al entierro en Madrid y asistió al
funeral. Por supuesto, estuvo también presente Javier Soto, padre de Mencía,
la hija de Isabel.
A finales de ese mismo año, Isabel Sartorius concedió la primera
entrevista de su vida, en la que, entre otras cosas, confesó: «La relación que
mantuve con el príncipe me marcó, pero eso no quiere decir que no pueda
rehacer mi vida. Tengo un recuerdo maravilloso de lo que viví con él, pero
nada más. No hay que leer entre líneas […]. Fui su primer amor y, desde hace
mucho tiempo, la vida continúa». Negó que la reina Sofía hubiera tenido que
ver con la ruptura: «Fue una decisión de ambos. Teníamos muchísimo por
vivir, por aprender, por hacer. Éramos demasiado jóvenes. Llegó un
momento en que tomamos caminos diferentes. No podíamos continuar».289
Isabel afirmaba que «ni se me pasó seriamente por la cabeza» la
posibilidad de convertirse en reina de España, para añadir: «Valor sí hubiera
tenido, soy valiente, pero me falta la disciplina. Me gusta demasiado la
libertad». Tras reconocer que había coincidido en un par de ocasiones con
Eva Sannum, opinaba que la percepción que habían tenido de ella los
españoles «no fue la correcta». Concluía que no se le había dado «la
oportunidad de demostrar quién era, hasta dónde podía llegar, o qué podía
hacer por nosotros… Eva Sannum habría sido una buena princesa de
Asturias. Tenía grandes cualidades personales. No hemos conocido a la
verdadera Eva Sannum». Reconocía que ella y Felipe se veían «muy de
cuando en cuando», y que tenían «una profundísima amistad», también como
para «aconsejarse y criticarse».290

Una amiga especial de Letizia

Efectivamente, Isabel Sartorius apenas ha tenido protagonismo estos últimos


años. Tras la boda de Felipe con Letizia, se le escuchó algún comentario de
apoyo a la pareja. «El príncipe Felipe está loco de amor», llegó a decir.291
En 2006, Isabel empezó a trabajar como relaciones públicas de la firma
Coronel Tapioca. Al año siguiente decidió emprender la aventura empresarial
de crear su propia firma de bolsos y complementos, con la marca I.S. Además
de confirmar que seguía sola, comentó entonces que la prensa siempre la
había tratado con respeto y que solo le hicieron daño en una ocasión:
«Cuando, después del nacimiento de Mencía, se puso en duda la paternidad
de mi hija. Fue un golpe rastrero para Javier Soto y para mí». Añadía que
Mencía adoraba a su padre: «Es exactamente igual a su padre en carácter:
tímida, observadora, prudente, pero luego tiene esa parte alegre Sartorius, y
esa es mía».292
En la entrevista habló por vez primera de su amistad con Letizia, hasta
ese momento desconocida. «Desde que la conozco, no he dejado de verla
como una mujer honesta, familiar, fuerte, entregada y comprometida. La
princesa de Asturias es un ejemplo de entereza y responsabilidad, y para mí
ha sido así desde el principio […]. Hace tiempo que dije que doña Letizia
tiene un corazón enorme, y hoy lo vuelvo a decir: la quiero mucho. Es una
gran princesa por dentro y por fuera».293
Lo cierto es que la primera llamada de Felipe antes de anunciar su
compromiso con Letizia fue a Isabel Sartorius. Y las presentó una semana
más tarde. Se cuenta que las dos congeniaron y por eso continuaron en
contacto. Letizia procuró apoyar a Isabel en su aventura como diseñadora de
moda luciendo en público alguno de sus bolsos. «Es una buena amiga y me
ha apoyado más de una vez. Nos entendemos bien», comentó Isabel.294
La publicación, a mediados de 2010, de unas fotografías de Letizia e
Isabel Sartorius juntas, tomando café en una terraza madrileña, fue recibida
con sorpresa en los medios, porque, a pesar de aquella declaración, su
amistad no había trascendido demasiado. La propia Isabel lo volvió a
confirmar en una entrevista, en la que dijo, entre otras cosas:

El príncipe es un viejo amigo, al que quiero mucho, pero hoy por hoy tengo una mayor relación
con doña Letizia y quedo más con ella.
La princesa de Asturias es una amiga y una muy buena persona, un modelo de mujer que me
encanta.

Aseguró que era habitual que quedaran para charlar o tomar algo, y que
la reunión de la fotografía ni era la primera ni sería la última.

Se ha dado la circunstancia de que [don Felipe] se ha casado con una mujer con la que me llevo
fenomenal. Y ya está. Se terminó la historia.
La idea de salir a tomar algo fue casual. Estábamos en el Palacio de La Zarzuela y decidimos
dar una vuelta porque las niñas estaban jugando y hacía una tarde maravillosa.295
«A Felipe le quería con locura»

A principios de 2012, Isabel publicó un libro biográfico, centrado sobre todo


en su madre, Isabel Zorraquín, y en la dedicación que tuvo a ella por su
adicción a las drogas, pero en el que ofrecía detalles de su relación, pasada y
presente con Felipe. «Le quería con locura», reconoce sobre el noviazgo que
vivieron.296
La situación de drogodependencia de su madre (que revela en el libro), y
las dificultades económicas que sufrieron, le parecieron a Isabel
incompatibles con el ambiente de La Zarzuela; la relación que entonces
mantenía con Felipe entró en crisis, y a comienzos de 1992 ella decidió irse a
Londres. Comenzaron con contactos telefónicos prácticamente diarios, pero
la relación fue cambiando poco a poco: «La distancia fue transformando el
amor en amistad», concluye Isabel.297 No obstante, frente a la discreción de
que había hecho gala anteriormente, tras publicar el libro Isabel Sartorius
acudió a los platós de las televisiones para promocionarlo.
En esas fechas, Letizia e Isabel coincidieron en la boda de uno de los
mejores amigos de Felipe, Álvaro Fuster, con Beatriz Mira, celebrada en la
Hacienda Nadales, una finca malagueña. Los príncipes fueron testigos del
enlace. Entre los asistentes, las parejas formadas por Fiona Ferrer y Jaime
Polanco, Beltrán Gómez Acebo y Andrea López Pascual, Konstantin de
Bulgaria y María García de la Rasilla, María León y su prometido, Amaia
Salamanca (que interpretó el papel de Letizia en una serie de televisión sobre
los príncipes) y Rosauro Varo, Victoria de Borbón dos Sicilias y su marido
Marcos Nomikos… En el cóctel, Felipe e Isabel se saludaron con un
afectuoso abrazo, y durante la noche ella charló en repetidas ocasiones con
Letizia, quien además accedió a todas las fotografías que le solicitaron los
invitados.298
Poco después, Isabel dio otra sorpresa: permitir que fotografiaran a su
hija Mencía, a punto de cumplir los quince años, a quien había mantenido
hasta entonces apartada de los focos y en la máxima discreción. Ambas,
madre e hija, fueron portada en una revista de gran tirada, con imágenes
tomadas durante un viaje a Argentina.
Isabel Sartorius afirmaba sobre su hija: «Mencía tiene un carácter
envidiable y me da mucha paz. Es observadora, muy inteligente. No he
sabido lo que es un berrinche ni un capricho». Y de su madre, Mencía
comentaba que lo que más le gustaba era «su pasión, la alegría, el sentido del
humor. No hay un solo día que recuerde que no me haya hecho reír. Sin
embargo, luego es exigente y estricta con los estudios. Sabe de todo: arte,
historia, literatura… Y no me pasa ni una. Yo soy muy parecida a mi padre,
muy tranquila y reservada, pero mi madre me estimula, despierta mi
curiosidad y me abre puertas. Dice que quiere que tenga mundo». Y añade
que confía al cien por cien en su madre. «Desde que tengo uso de razón,
siempre la he visto encerrada con sus libros y recibiendo cursos sobre
superación personal».299
La publicación del reportaje contó con la autorización firmada del padre
de Mencía, Javier Soto. Una de las razones para permitir la presencia de su
hija en una revista tenía que ver con asuntos económicos: Isabel necesitaba
costear la universidad privada a la que deseaba ir su hija. El pago por el
reportaje rondó los 50.000 euros.300
Un año después, el negocio de los bolsos había acabado mal, e Isabel
debía 200.000 euros, que no podía pagar. Explicó entonces que se había
titulado en life coach, y que era posible que protagonizara un programa de
televisión para echar una mano a gente con adicciones. Le preguntaron si,
como coach, sería momento para ayudar a su amiga Letizia Ortiz (en ese
momento objeto de críticas desde algunos medios), y respondió: «Yo ayudo a
todo el mundo que lo necesita, pero de Letizia no me gusta hablar.
Realmente, no me apetece entrar en estos asuntos».301

Urdangarin, «culpable con nombre y apellidos»

Felipe piensa, como ya se ha dicho, que la monarquía solo tiene sentido si es


útil y si es ética.302 Por eso, en cuanto estalló el caso Urdangarin en
noviembre de 2011303 optó por romper radical y absolutamente con su
cuñado, a pesar de que durante bastante tiempo les había unido una buena
amistad, y de que por edad y aficiones habían sintonizado especialmente.
Felipe no comprende su conducta. Piensa que ha puesto en riesgo el prestigio
y el futuro de la monarquía. «Lo considera una traición».304
En pleno escándalo, un periodista mantuvo un encuentro a solas con
Felipe y hablaron de ello. El comentario del príncipe fue: «Hay un culpable
con nombre y apellidos: Iñaki Urdangarin. Y por tanto que lo pague». No
obstante, cuando el interlocutor aludió a que ese escándalo le iba a dejar a él
una herencia tocada, respondió: «Peor la recibió mi padre».
Felipe ha negado, ante personas de su entorno, que él respondiera de
forma airada a Iñaki Urdangarin cuando pretendidamente le pidió ayuda para
poder pagar la casa de Pedralbes. Según esas informaciones, cuando su
cuñado le planteó que le financiara en parte el palacete, le contestó que cada
uno se pagaba lo suyo.305 Según Felipe, esa escena nunca llegó a producirse.
Se le atribuye ser el principal impulsor de las tajantes medidas adoptadas
desde La Zarzuela para establecer un cortafuegos que minimizase las
consecuencias del escándalo. Entre ellas, el comentario del jefe de la Casa,
Rafael Spottorno, el 12 de diciembre de 2011, calificando de «poco
ejemplar» el comportamiento de Iñaki Urdangarin. Con esa declaración la
Casa del Rey, mucho antes de que hablaran los tribunales, condenó la
actuación del marido de la infanta Cristina, si no judicialmente, sí al menos
moralmente.
Dos días después, el 14 de diciembre, durante la presentación en Madrid
de la Fundación Príncipe de Gerona, Felipe definió la entidad como «honesta
y trasparente», una cita que fue leída inmediatamente como un claro
desmarque respecto a la actuación de su cuñado con el Instituto Nóos, y sobre
todo con la Fundación Deporte, Cultura e Integración Social, una entidad de
ayuda a niños discapacitados que, según las investigaciones, fue utilizada por
Urdangarin y su socio Diego Torres para evadir dinero a Belice.

Lejos de los duques de Palma

En cuanto estalló el caso Urdangarin, Felipe y Letizia adoptaron una táctica


muy firme: distanciarse absolutamente de Iñaki, de su persona y de sus
actividades. Desde ese instante nunca se les ha visto con los duques de
Palma, y menos aún se les ha fotografiado.
En un primer momento, incluso redujeron un tanto los actos públicos,
para tratar de no verse contaminados por el mal ambiente que estaba
provocando el escándalo. En los cinco meses siguientes, Letizia protagonizó
treinta y tres actos oficiales, casi la mitad de los cincuenta y seis
contabilizados en el mismo periodo del año anterior. Y Felipe pasó de sesenta
a cincuenta y cinco.
Redujeron también su agenda privada. «Se ven menos con sus amigos y
solo salen de Zarzuela cuando su vida oficial lo requiere», explicaban fuentes
cercanas a la Casa del Rey. «Apenas están haciendo vida social más allá de la
oficial, porque no quieren que aparezcan imágenes frívolas mientras el otro
(el duque de Palma) siga protagonizando portadas».306 El 25 de febrero de
2012, el día en que Urdangarin declaró por vez primera ante el juez, Felipe y
Letizia fueron juntos al cine: se les vio de la mano y muy unidos. Y se
comentó: «El príncipe ha encontrado en su mujer a su mejor aliada en la
encrucijada provocada por el caso Urdangarin». Con una conclusión: «Don
Felipe nunca olvidará lo que ha hecho Iñaki. Es su futuro lo que está en
juego».307 Algo en lo que coincidían todos los analistas.
Se atribuye igualmente a Felipe la decisión de apartar a los duques de
Palma de la actividad de la Casa. Ha puesto su concepto de una monarquía
sin tacha «por encima del cariño a su hermana». Y no ha cedido en esa
ruptura, incluso —se dice— en contra del criterio de la reina. Ha sido
educado en el convencimiento de que la monarquía, si no es ejemplar, no
sirve; eso es lo que exigen los ciudadanos, y en ese diseño no cabe la
corrupción.308
El 10 de mayo de 2012, jueves, fallecía en Vitoria, a los setenta y nueve
años, Juan María Urdangarin, padre de Iñaki, quien desde dos días antes se
encontraba allí. De Washington llegaron Cristina y sus hijos para asistir al
funeral. El viernes a mediodía visitaron la residencia familiar la reina y la
infanta Elena para expresar su pésame. Ni el rey ni el príncipe, ni Letizia por
supuesto, lo hicieron.
La ausencia de don Juan Carlos estaba justificada, porque se encontraba
convaleciente de dos operaciones de cadera; la de Felipe se atribuyó
oficialmente a «cuestiones de agenda», según La Zarzuela, pues ese viernes
por la mañana presidió un acto en Alcalá de Henares, donde entregó un
premio a Plácido Domingo. Pero Letizia no tenía nada previsto. No obstante,
los príncipes llamaron por teléfono.309 Seguían sin tomarse ni publicarse
fotografías de ellos con los duques de Palma.
El 25 de mayo, Felipe y Letizia viajaron a Barcelona para inaugurar el
salón Alimentaria. Ese día, Cristina se encontraba en la Ciudad Condal, por
primera vez desde que, en febrero, su marido declarara ante el juez Castro,
para atender sus compromisos profesionales en la Fundación La Caixa, pero
los príncipes no tuvieron ni un segundo para ir a verla. «No hubo ocasión
para el encuentro, pero tampoco voluntad».310
El 24 de noviembre, sábado, don Juan Carlos se sometió a una operación
de la cadera izquierda en el hospital San José. En esta ocasión, doña Sofía y
Felipe se presentaron en la clínica esa misma tarde. La estancia del rey
propició una situación extraordinaria e imprevista: la presencia de los duques
de Palma en el centro médico junto con el resto de la familia real.
En efecto, el día siguiente, domingo, para sorpresa de los fotógrafos que
se encontraban en la calle, a las tres y veinte de la tarde llegaron al hospital la
reina, la infanta Elena, y la infanta Cristina con su marido y su hijo mayor.
Felipe y Letizia, sin embargo, arribaron en solitario, acompañados de sus
hijas, veinte minutos más tarde. Posaron con las infantas antes de entrar.
Leonor lucía pantalón corto bombacho, botas camperas y cárdigan de punto
naranja, Sofía, botas altas, camisa floreada, pantalón de montar y chaqueta de
lana.
Era la primera vez que la familia real al completo se reunía desde que
Urdangarin quedó imputado, y tras un año de alejamiento de la propia
Cristina de su familia. Dentro del centro médico, Felipe y Letizia se
encontraron con sus cuñados, pero esa imagen nunca se ha visto, ni en
televisiones ni en fotografías. Coincidieron todos en la habitación de don
Juan Carlos, donde permanecieron más de tres cuartos de hora. «Hemos
estado todos con él y eso le ha animado mucho», manifestó Felipe al
marcharse.311
La salida se produjo igualmente por separado. Se puso especial cuidado
en que no se tomaran escenas de los príncipes junto con los Urdangarin. No
había que correr riesgos de contaminación.
Esa Navidad, la familia real al completo sí se reunió en La Zarzuela para
la tradicional cena de Nochebuena. En vísperas, doña Sofía organizó una
salida con los ocho nietos y sus madres para ver el musical Sonrisas y
lágrimas. La escena de todos los pequeños juntos no se producía desde el
verano de 2011. Detrás de esa iniciativa estaba el interés de la familia real por
proporcionar a los niños, al menos a ellos, un clima de unión y cariño
familiar.312 No pasó inadvertido que, en las fotografías, Letizia aparecía
ligeramente apartada del resto del grupo, pero sobre todo de Cristina. En las
instantáneas a las puertas del teatro, a ella, ataviada con cazadora de cuero,
bolso en bandolera y botines, se la veía ostensiblemente separada del grupo, y
desde luego lejos de su cuñada.313
Poco después, en febrero de 2013, la Selección Española de balonmano
disputó a la de Dinamarca la final del Campeonato del Mundo, en Barcelona,
en el Palau Sant Jordi. Zarzuela anunció la presencia del príncipe. Iba a asistir
junto a la reina Mary de Dinamarca.
Inmediatamente se empezó a especular con la posibilidad de que
Urdangarin, exjugador de balonmano y residente en Barcelona, acudiera
también a la final, y con la embarazosa situación de encontrarse con Felipe.
Desde Zarzuela había dudas de que finalmente se atreviera a asistir, pero, en
efecto, Iñaki se presentó en el Palau junto con sus hijos Juan, Pablo e Irene.
En la Casa se interpretó como un gesto de desafío por su parte.314 Los dos
cuñados no llegaron a encontrarse, no cambiaron ni siquiera miradas, y, por
supuesto, no se les fotografió juntos. A lo más, algunos medios reprodujeron
la imagen de Felipe saludando a los campeones en la pista, mientras a unos
pocos metros, pero lejos, se veía a Urdangarin y a sus hijos, que tampoco se
acercaron a su tío.
Precisamente el día anterior La Zarzuela decidió borrar en la web de la
Casa Real el perfil biográfico de Iñaki. Se volvían a marcar distancias.

«Rey en funciones»
Las sucesivas bajas de don Juan Carlos por sus problemas de salud315 han ido
ubicando, una y otra vez, a su hijo y heredero en primer plano estos tres
últimos años. Y de rebote también a Letizia. El equipo ha afrontado trabajo
extra. Colocados de pronto en primera línea, se han visto sometidos a una
especie de examen general, precisamente en momentos en que la monarquía
se encuentra en baja, con tantos frentes abiertos. Esos periodos sucesivos, no
programados intencionadamente y fruto de las peripecias sanitarias de su
padre, se han convertido en una especie de prueba para Felipe en concreto:
un ensayo para intuir cómo se comportará en el futuro. Y la prueba no ha
salido mal.
Y una ayuda particular en esos desafíos ha sido Letizia. En marzo de
2013, con don Juan Carlos de baja por la operación de hernia discal, una
revista le dedicó la portada con este titular: «Letizia, pieza clave en el ascenso
de Felipe». Afirmaba que el príncipe, sobrecargado de responsabilidad,
«tiene en su esposa el mejor apoyo para garantizar el futuro y la trasparencia
de la monarquía». Añadía que Felipe «ensayaba» su relevo durante la baja de
dos a seis meses del rey «con Letizia como su mejor baza para asegurar su
futuro». Y, con el epígrafe «Consejera perfecta», afirmaba de ella: «Está muy
pegada a la realidad y tiene mucha cercanía con la gente, dos bazas que le
sirven como consejera perfecta de don Felipe».316
Ya en 2012, tras el accidente en Botsuana,317 él y Letizia tuvieron que
asumir funciones de representación del rey. El 23 de abril presidieron la
entrega del Premio Cervantes, otorgado al escritor chileno Nicanor Parra. Un
año después, la intervención de hernia discal a que se sometió don Juan
Carlos llevó a colocarles en primera línea del protagonismo institucional.
Además de presidir en Alcalá de Henares el acto del Premio Cervantes,
Felipe y Letizia ofrecieron un almuerzo en el Palacio Real en honor del
premiado, Caballero Bonald. Ante los cien invitados, representantes del
mundo de las letras, Felipe apeló en su discurso al ideal de don Quijote, que
alumbra siempre ideas nuevas. No era un trastornado víctima del desvarío de
sus lecturas, sino «un iluminado que recorre el mundo sublimando el sentido
de su lucha por un ideal: hacer justicia, proteger al desvalido… Por una
utopía, sí, pero también por una esperanza que debe ser vivida como bandera
y como norma de conducta».
La visita a España, en junio, del príncipe heredero Naruhito, para
inaugurar el Año Dual de Japón y España, y la mantenida baja de don Juan
Carlos motivaron que Felipe presidiera junto a Letizia la cena de gala en el
Palacio Real. La primera vez que lo hicieron fue en marzo de 2011, con
motivo de la visita a España de Carlos, príncipe de Gales, y su esposa, la
duquesa de Cornualles.
El 22 de julio se inició en Cáceres el encuentro anual de directores de
centros del Instituto Cervantes, con cerca de ochenta participantes. Al día
siguiente, Felipe y Letizia se reunieron con ellos. Ella lució un llamativo
vestido mini, en gasa color coral, plisado y con lazada, que había estrenado
en 2011 cuando visitó la Fundación Handisport. Esa semana presidieron
también la entrega del IX Premio Luis Carandell de periodismo parlamentario
a María Rey, redactora de Antena 3 Televisión.

Tragedia en Santiago

En la tarde del 24 de julio de 2013, víspera de la festividad de Santiago,


patrono de España y de Galicia, un tren Alvia que realizaba el trayecto
Madrid-Vigo se estrelló a la entrada de la estación de Santiago de
Compostela. Primer balance: 79 viajeros muertos y 120 con heridas de
consideración. Los vecinos del barrio de Angrois protagonizaron actuaciones
heroicas en el auxilio a las víctimas.
Horas después, los reyes se trasladaron a Santiago para mostrar su apoyo
a los afectados visitando los hospitales. Pero fueron Felipe y Letizia, ambos
vestidos de negro riguroso, quienes más tarde, el 29 de julio, presidieron el
funeral oficial en la catedral compostelana. También viajó la infanta Elena,
como duquesa de Lugo. Acabada la misa, los príncipes fueron pasando banco
por banco a dar el pésame, saludar y abrazar, uno a uno, a los familiares de
los fallecidos, un gesto que duró más de veinte minutos. Felipe se llevó en
varias ocasiones la mano al corazón en señal de duelo. A los dos se les vio
conmovidos, volcados en consolar a todos. Algunos de los presentes se
derrumbaron por el dolor. A la salida del templo, el público, que había
seguido en el exterior el acto mediante unas grandes pantallas, despidió con
aplausos a Felipe y Letizia.
Tras el viaje a Galicia, fueron fotografiados cuando salían a comer a un
restaurante próximo a La Zarzuela, en lo que algunas revistas calificaron de
un almuerzo «como cualquier otra pareja de enamorados que son».318 Lo
cierto es que se les vio sonrientes y cómplices. Los días 26 y 27 de junio
estuvieron en Gerona, para la entrega de los premios Príncipe de Gerona a
iniciativas de jóvenes en el ámbito social.

Otro verano tormentoso

El cambio que en 2004 se apreció en Felipe y Letizia respecto al modo de


disfrutar del verano, consistente en pasar en Mallorca solo una parte de ese
tiempo de vacaciones, y más bien corto, se consolidó definitivamente en años
sucesivos, a pesar de algunas quejas desde ámbitos turísticos y empresariales
mallorquines, y también de los periodistas y reporteros que trabajan en la isla
esos meses.
En 2011, tras estar presentes durante la primera semana de agosto,
cuando se celebró la Copa del Rey de Vela, en la que competía el príncipe,
Felipe y Letizia abandonaron Palma el día 7 en dirección a las islas griegas, y
el 18 regresaron a Madrid con motivo de la visita del papa Benedicto XVI. La
revista sensacionalista portuguesa Flash publicó una imagen de Letizia en
portada con el título «Traición en las islas griegas», pero nadie dio
credibilidad a esa información.319
Y una novedad que se ha ido instalando estos años en los
comportamientos públicos, en relación con los actos, visitas y viajes de
Felipe y Letizia, consiste en irse topando, cada vez con más frecuencia, con
manifestaciones de protesta, unas veces contra la situación de crisis, otras por
motivos laborales, pero no pocas veces también con gritos y abucheos a la
familia real, a los príncipes y a la monarquía. En general no son grupos
numerosos, pero sí muy ruidosos.
El 5 de julio de 2013, Felipe y Letizia asistieron a la entrega de
despachos en la Academia General de Zaragoza. Allí no hubo problemas,
pero sí el día 8, cuando Letizia acudió sin el príncipe a la entrega de los
Premios Buero de teatro joven, en el teatro Valle Inclán, de Madrid, donde
recibió algunos abucheos. Desde la Casa del Rey se afirma que no existe
verdadera preocupación por esos incidentes y que respetan el derecho a
discrepar. «No nos preocupan, pero sí molestan», comentaron, aunque
añadían que eran «expresiones minoritarias», y además una muestra de «mala
educación».320
El verano de 2013 volvió a ser conflictivo porque algunos medios de
comunicación, sobre todo los que tenían enviados especiales en la isla, se
mostraron de nuevo críticos con las ausencias de Felipe y Letizia en
Mallorca. A pesar de que desde La Zarzuela se insistió, una vez más, en que
«el modelo de los veranos de Palma, tal como se conocían hasta ahora, ha
terminado».
Ese mes de julio, los nietos de los reyes asistieron a un curso en
Calanova, en el club de vela de Palma, menos Leonor y Sofía, ausencia a la
que se quiso ver alguna intención, con el argumento de que se rompía así una
tradición de la familia. La reina entregó los diplomas. Durante esas jornadas,
doña Sofía hizo como nunca de abuela: cada mañana llevaba en coche a los
pequeños y los recogía por la tarde. Y lució un bolso muy especial, con las
fotografías impresas de sus ocho nietos: por un lado los chicos, en el otro, las
niñas. La pequeña Irene Urdangarin sufrió un golpe en la piscina de
Marivent, y doña Sofía la llevó a la clínica Rotger, donde le pusieron un
collarín. También Cristina estuvo en la isla, acompañando a sus hijos, pero
sin Iñaki.
Permanentemente al lado de doña Sofía se vio a su hermana Irene, a la
que sus sobrinos llaman tía Pecu. Según ella, los pequeños la consideraban
una persona rara: «Para ellos supongo que soy la tía loca, siempre sentada en
el suelo, rodeada de cojines».321
A finales de mes, Felipe llegó a Palma, donde, a partir del 1 de agosto,
participó en la 32 edición de la Copa del Rey, a la caña del Aifos, el velero de
la Armada. El hecho de que Letizia arribara más tarde, el 2 de agosto, con sus
dos hijas, provocó todo tipo de comentarios, entre otras cosas porque la
infanta Cristina había regresado ya a Barcelona. Ese día, por la tarde, se
produjo la primera imagen familiar: la reina con sus ocho nietos (hacía dos
años que no coincidían todos en Palma) y Letizia posaron para los fotógrafos
en Calanova. La reina y Letizia llegaron en el mismo coche, doña Sofía
conduciendo y la princesa de copiloto. Letizia llevaba pantalón amarillo y
camiseta blanca, Leonor y Sofía vestían pantalones cortos y camiseta (la de
Leonor, a rayas marineras, la de Sofía un estampado tropical), y como
calzado las típicas abarcas menorquinas.
El día 3, Felipe no compitió en la regata. A bordo de la lancha Somni,
puso rumbo a la isla de Cabrera para despedirse de los hijos de Cristina e
Iñaki, que abandonaban Mallorca. El 4 presidió la entrega de los trofeos de la
Copa del Rey de Vela. No asistió Letizia: «Alguien se ha de quedar con las
niñas en Marivent», explicó cuando le preguntaron por la ausencia. En ese
corrillo informal con periodistas, cuando una de ellas le pidió un beso de
bienvenida, respondió: «¡Cómo no! Pero cuidado, que pincho con la
barba».322 Por la noche, Felipe y Letizia cenaron fuera de palacio.
En el entorno de La Zarzuela se reconoce que, estos últimos años, los
veranos en Mallorca se han convertido en un suplicio, dada la complicada
situación de la familia. No resulta grato convivir allí, en Marivent. La
relación entre el rey y la reina «es muy difícil», y eso pesa. Se entiende,
concluyen, que Letizia no tenga ninguna gana de permanecer mucho tiempo
en Palma.

De la granja al Mediterráneo

El posado familiar para los fotógrafos por parte de los príncipes y sus hijas se
desarrolló en una granja situada en pleno corazón de Mallorca, en la baja
sierra de Tramontana, muy cerca de la zona de los montes de Andratx donde
pocos días antes se había registrado un pavoroso incendio. Situada en
Esporles, se trata de una finca privada de explotación turística que recrea el
ambiente señorial y la actividad artesanal y agrícola de la zona.
Ese día, 5 de agosto, Letizia vestía un pantalón pitillo verde y blusa sin
mangas, que dejaba al aire los delgados brazos, las niñas iban conjuntadas
con pantalón corto y blusones en tonos azules y Felipe lucía vaqueros y
camisa blanca. Letizia abonó las cuatro entradas: 13,80 euros los mayores, 7
las pequeñas, total 41,60, pagados en taquilla con un billete de 50. El precio
incluía el recorrido y una degustación de buñuelos, mermeladas caseras,
sobrasada y bebidas.
El paseo tuvo también un componente didáctico: el aprendizaje de las
tradiciones locales por parte de Leonor y Sofía, para que conocieran algo de
la historia de la isla donde han veraneado sus abuelos, su padre y sus tías
desde hace décadas. Las pequeñas recibieron unos folletos, y la mayor pidió a
su madre que los guardara: «Leonor, hija, me tienes el bolso lleno de todo lo
que encuentras», se quejó Letizia.323 En su bolso, también las cámaras
fotográficas de las pequeñas.
Las niñas saludaron al responsable del recinto, a quien Leonor explicó
que ella ya había visitado una granja escuela con su colegio: «Me manché
unas zapatillas blancas al pisar una caca», añadió.324 Los animales gustaron
mucho a las niñas. Las fotografías tomadas durante la visita resultaron muy
llamativas, tanto que una revista dedicó la portada a las dos infantas, con este
titular: «Leonor y Sofía alegran el verano».325 Letizia terminó la tarde
comprando helados a sus hijas.
Don Juan Carlos, convaleciente, llegó a Palma el 5 de agosto. El día 6,
Letizia acompañó a Felipe y a los reyes en la tradicional cena ofrecida a las
autoridades en el Palacio de La Almudaina. A los cinco días de haber llegado,
y evidenciando así que Palma no es su elección vacacional, el 7 de agosto se
supo que Letizia había abandonado la isla en solitario y regresado a Madrid
en un vuelo comercial. La versión oficial fue que tenía «un compromiso». La
ausencia extrañó hasta el punto de hablarse de «princesa a la fuga».326
También se volvieron a apuntar desavenencias en el matrimonio, que
explicarían la marcha sin Felipe. Ante esas sugerencias, se puso en boca de
«un miembro de la discreta corte plebeya en torno a la princesa» esta
explicación: «Doña Letizia no tiene ningún problema con su marido.
Simplemente le apetecía estar sola un par de días en Madrid. No hay más».327
Felipe se quedó en Palma con las niñas, que ese mismo día, por expreso
deseo del rey, acudieron a saludar a Mariano Rajoy a los postres tras el
almuerzo ofrecido en Marivent al presidente del Gobierno, en el que no
estuvo Letizia. Las pequeñas regresaron a Madrid el día 9, junto con su
abuelo.
El 10 de agosto, Letizia y las niñas desaparecieron. Viajaron, vía
Zúrich, a un destino que se mantuvo en secreto desde La Zarzuela, de nuevo
con la excusa de que se trataba de unas «vacaciones privadas». Lógicamente,
no faltaron preguntas en los medios sobre el paradero de la familia.328 El día
14, Felipe viajó a Paraguay, para la investidura del nuevo presidente, Horacio
Cortés, y al regreso se reunió con su familia en aquel destino desconocido.
Luego se publicó que habían realizado un crucero mediterráneo por la costa
amalfitana, en Italia, acompañados de Carla Vigo, hija de la fallecida Érika
Ortiz, con la que las infantas tienen mucha relación.
Las vacaciones anónimas constituyen un periodo que Letizia organiza
personalmente. Lo califica de tiempo descanso, al contrario de sus
actividades y presencia en Marivent, que considera que son actividad de
trabajo.

Príncipe olímpico

Felipe se implicó muy directamente en el difícil empeño de conseguir para


Madrid los Juegos Olímpicos de 2020, hasta el punto de prácticamente
asumir el liderazgo del proyecto, que trabajó intensamente con los
organizadores. A principios de septiembre de 2013 se desplazó a Buenos
Aires para estar presente en la votación definitiva y defender ante el COI la
candidatura. A la capital argentina llegó también Letizia, que, como el resto
de representantes españolas, lució un vestido rojo, diseñado por María
Lafuente para El Corte Inglés.
El 7 de septiembre, Felipe habló ante el Comité Olímpico Internacional,
con un discurso casi espectacular, tanto por la intensidad y matices que
utilizó, como por su manejo del inglés, que impactó a cuantos le escucharon.
«Hoy no me dirijo a ustedes como príncipe de España. Soy participante
olímpico y orgulloso padre de dos niñas que, al igual que millones de niños,
esperan un futuro más brillante», dijo.
Sorprendieron los párrafos en inglés, por el buen acento exhibido, lo
mismo que su soltura con el francés. Miles de españoles siguieron el acto a
través de las televisiones, y en la calle desde una gran pantalla instalada en la
madrileña Puerta de Alcalá. Felipe estrenó en esa ocasión un teleprompter
sobre soporte trasparente que le fue de gran ayuda. Por cierto, durante la
intervención de su esposo, Letizia se llevó visiblemente el dedo a los labios,
pidiendo al director del Gabinete del Presidente del Gobierno, Jorge
Moragas, al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y a la alcaldesa de
Valencia, Rita Barberá, que guardaran silencio porque estaban hablando
demasiado.
El intento olímpico no salió adelante. Cuando se conoció que sería
Tokio la ciudad que organizaría los juegos, Felipe invitó a los españoles a
seguir adelante y con el ánimo alto. «Un pequeño revés como este hay que
digerirlo, pero tenemos que levantarnos de nuevo. Todos hemos puesto el
corazón. Como en el deporte sabemos muy bien, esto solo nos puede dar
ánimo para seguir caminando, seguir compitiendo, seguir promoviendo el
deporte y seguir estando orgullosos de nuestros deportistas».329

Presidiendo la fiesta nacional

El 24 de septiembre de 2013, nuevo ingreso de don Juan Carlos en un


hospital, en este caso la clínica Quirón, para ser operado por una imprevista
infección que se había descubierto en la prótesis de cadera recién colocada.330
Y de nuevo Felipe tuvo que asumir la representación pública de su padre.
El 12 de octubre, acompañado por Letizia, presidió el desfile de la fiesta
nacional, al que la reina no asistió. Tal como se había explicado en la rueda
de prensa en La Zarzuela en la que se anunció la nueva intervención del
rey,331 se trataba de una tarea de representación, no de sustitución del jefe del
Estado, algo que no puede hacer. Hubo discusión previa sobre si, al
celebrarse una parada militar, Felipe podía presidirla siendo nada más
teniente coronel. La respuesta técnica, desde ámbitos del Ministerio de
Defensa pero también desde La Zarzuela, fue que en realidad se trataba de un
acto civil y, por tanto, como príncipe sí podía presidirlo. Y aquel
acontecimiento se convirtió, sin duda, en un momento histórico.
Felipe acudió a la plaza de Neptuno, lugar de la celebración, con
uniforme del Ejército de Tierra, en un coche Mercedes en lugar del Rolls-
Royce que utilizan los reyes. A su izquierda en el podio, Letizia. Al no estar
presente el rey, hubo algunos cambios en el protocolo: sonó la versión corta
del himno nacional (veintisiete segundos, en lugar de los cincuenta y dos de
la versión completa), Felipe saludó a la bandera pero la bandera no se inclinó
ante él (no era el jefe del Estado), y al paso de la tropas ante la tribuna
principal no se gritó el acostumbrado «¡viva España!». El heredero mantuvo
alto el pabellón. Don Juan Carlos lo siguió por la televisión desde La
Zarzuela. «Es la primera vez, en cuarenta y cuatro años, que no vivo esta
fiesta en la calle», comentó doña Sofía.332 Felipe y Letizia fueron aplaudidos
a la llegaba a la plaza de Neptuno y cuando la abandonaban, una vez
concluido el acto.
A última hora de la mañana, acompañados de la reina y la infanta Elena,
presidieron la recepción en el Palacio Real, que también ofreció varias
novedades, además de la ausencia del monarca. Solo las primeras autoridades
participaron en el besamanos, que se desarrolló en la saleta Gasparini, no en
el Salón del Trono. Los invitados esperaron todos juntos en una única
estancia, el comedor de gala, al que al final llegaron los príncipes, la reina, la
infanta Elena y las autoridades de la nación.
Otra novedad fue el brindis, protagonizado, no por doña Sofía, sino por
Felipe. Plantado ante unos micrófonos de pie que se habían preparado, en los
primeros instantes tuvo que imponerse al rumor de las conversaciones
pidiendo silencio hasta en cinco ocasiones. Leyendo un texto escrito a mano,
pronunció unas cortas palabras, casi programáticas, en las que destacó la
necesidad de unidad para afrontar los problemas de España: «Hoy es un día
para recordar lo que nos une, para recordar nuestra historia milenaria y
valorar lo mucho que hemos conseguido juntos. Pero sobre todo, hoy es un
día para reafirmar nuestro compromiso con el futuro, compartido, de
concordia y de progreso para todos los españoles, para todos los ciudadanos.
España, con la corona a su servicio, continuará trabajando siempre para
garantizar ese progreso, ese porvenir, superando cualquier dificultad».
A pesar de que habló en nombre del rey, y de que desde el equipo de La
Zarzuela se insistió en que «el mensaje es del rey», la intervención ofreció
perfiles particulares, como ya se ha contado. En efecto, desde la Casa se
admitió que el lenguaje se había «adaptado al de Felipe». A modo de ejemplo
de ese lenguaje distinto, habló de «lo que nos une», no de la «unidad de
España», y no se centró en el problema de Cataluña.333 Al mismo tiempo,
también por la singularidad de lo escenificado en el Palacio Real, en algunos
momentos dio la impresión de que se estaba inaugurando, más o menos
sutilmente, un cambio de ciclo.334
En posterior charla informal con los periodistas presentes, Felipe
comentó: «Ha sido un día un poco raro, un poco especial. Pero dentro de la
normalidad. Hay que estar donde hay que estar». Tal como se publicó
entonces, los príncipes habían sustituido a los reyes «pero solo a medias».335
A propósito del brindis escenificado en el Palacio Real, se produjo una
circunstancia que dio bastante que hablar: Letizia no bebió de la copa de
cava, como hicieron todos. Más aún, ni siquiera la acercó levemente a los
labios. No faltaron las especulaciones, incluso en la línea de que podía
encontrarse embarazada y por eso no probaba el alcohol. También hubo
críticas. Un analista escribió: «Se levantaron rumores; de haber bebido se
hubieran levantado más. Ser princesa también es eso, vivir en una continua
expectativa de algo».336 Personas de La Zarzuela explican, sin embargo, que
aquel comportamiento no era la primera vez que se producía, y lo justificaban
diciendo que, con la omisión del gesto de llevarse una copa a los labios,
Letizia pretende evitar ser captada por una cámara mientras bebe. Hasta ahora
lo ha conseguido.
No asistió Felipe a la XXIII Cumbre Iberoamericana de Panamá, tal
como anunció Spottorno en la rueda de prensa de La Zarzuela, pero sí viajó a
aquel país para estar presente en los actos no oficiales de la reunión, y para
presidir el VI Congreso Internacional de Lengua Española. No le acompañó
Letizia, porque en esta ocasión la representación de España en la cumbre la
ostentaba el presidente del Gobierno, que viajó con su esposa, Elvira
Fernández.
Durante la ausencia, Letizia desarrolló una agenda propia. El 18 de
octubre asistió en Totana (Murcia) a la inauguración del VI Congreso
Nacional de Enfermedades Raras y al primer Encuentro Iberoamericano, en
el que pronunció un discurso pidiendo mayores esfuerzos en la investigación
de estas patologías.337 Con un top blanco y una chaqueta calada del mismo
color, de Mango, que ya había lucido en varias audiencias en La Zarzuela, se
dio un baño de multitudes en la calle, saludando a todo el mundo. El 21 de
octubre recibió en La Zarzuela a una representación del colegio de Educación
Infantil y Primaria Bilingüe Príncipe de Asturias, de Móstoles (Madrid), con
motivo de su veinticinco aniversario; y a una representación de la Federación
Española de Párkinson.

Oviedo diez años después

La entrega de los Premios Príncipe de Asturias de 2013 tuvo un acento


especial, porque se cumplían diez años del encuentro en Oviedo con ese
mismo motivo, cuando eran novios en secreto y se saludaron ante las cámaras
de televisión en calidad solo de príncipe y periodista.
A Letizia, que eligió un traje de inspiración años cuarenta, en georgette
de seda en verde veronés, bordado en cristal de jade, esmeralda y black
diamond, se la vio especialmente alegre en la que para los príncipes
constituye la más importante cita del año, la más suya. Felipe volvió a
pronunciar un gran discurso, en la forma y sobre todo en el fondo. Llamó a
los españoles a reaccionar frente a la adversidad. «España es una gran nación,
por la que vale la pena luchar», enfatizó.338 Realizó un alegato contra la
corrupción que ha asolado España y lanzó un homenaje a la sociedad
española, que la ha soportado con entereza junto a cinco años de crisis
económica.

La sociedad exige una reflexión rigurosa para nunca más volver a caer en errores y excesos
inadmisibles, con la firme aspiración de construir un futuro basado en el rigor, la seriedad, el
esfuerzo, la honradez. Un futuro solidario y con principios éticos firmes, en el que la integridad
inspire nuestra vida colectiva y la gestión de nuestros recursos.

Afirmó «con humildad», que entiende «el pesimismo, la frustración o la


desconfianza» de muchos españoles en estos momentos, pero pidió que se
reaccione:

Hoy es un día en el que me gustaría animar a que todos ayudemos a superar —y sé que no es fácil
— ese estado de ánimo. Necesitamos los esfuerzos y la colaboración de todos…; pero lo que de
verdad necesitamos es recuperar la ilusión y la confianza que fundamente cualquier éxito,
individual o colectivo, como tantos que hemos logrado en las últimas décadas de nuestra historia.
Son muchos, son millones, los españoles que cada día batallan para salir adelante con
honestidad, con esfuerzo, con valentía y con humildad; ellos son los que realmente hacen de
España una gran nación que vale la pena vivir, y querer, y por la que vale la pena luchar.
La solidaridad está muy presente. Muchísimos españoles están dedicando una parte de su
tiempo a ayudar a los demás; y son también muchos los jóvenes voluntarios que han hecho del
compromiso social su bandera […]. Y dentro de las familias los más mayores están dando un gran
ejemplo de generosidad.

El de los premios es «su» discurso, que prepara a conciencia, suyo cien


por cien porque nadie lo toca y supervisa. Este lo había ensayado con
intensidad, hasta las dos de la madrugada en el propio teatro Campoamor. Al
pronunciarlo, utilizó de nuevo el teleprompter, pero en esta ocasión el
sistema le jugó una mala pasada porque falló: tuvo que pedir a su ayudante
los papeles y leer el resto de la intervención. «No me puse nervioso, había
que seguir», comentó después. La ovación fue especialmente larga. A Felipe
y Letizia se les vio «relajados, felices, naturales y encantados».339 Y
cómplices, constantemente cogidos de la mano en uno y otro sitio, en la
recepción a los galardonados en el hotel Reconquista, y en Teverga, el pueblo
ejemplar del año.
A finales de noviembre, Felipe tuvo que afrontar una situación
desconcertante por insólita. El día 25 llegó a Barajas para iniciar un viaje
relámpago de trabajo a São Paulo (Brasil), encabezando una delegación de
empresarios. La partida estaba fijada para la una y diez de la madrugada, pero
el Airbus A-310, el avión oficial para desplazamientos de Estado, no pudo
despegar debido a una avería en los flaps. Tras siete horas de espera en el
aeropuerto sin que el problema pudiera quedar resuelto, anuló el viaje. «He
dormido media hora», comentó a los periodistas al marcharse.340 Optó por
suplir su ausencia enviando un mensaje grabado en vídeo.
Lo sorprendente es que, dos meses después, en enero de 2014, volvió a
ocurrir algo parecido. El día 26 viajó a Honduras, para asistir a la investidura
del presidente Juan Orlando Hernández. Tras hacer escala en Santo Domingo,
el avión tuvo que volver a la isla porque el Airbus A-310 sufrió un problema
con el indicador de una válvula de aceite. Una vez reparado, pudo tomar
tierra en Tegucigalpa con seis horas de retraso, lo que obligó a modificar la
agenda de la visita.
Los príncipes se quejaron al gobierno de estos fallos, ante lo cual el
presidente Rajoy ordenó que se enviara a Honduras el segundo aparato de
Estado para el viaje de vuelta de Felipe a España.341

Quinto centenario de Florida

Del 13 al 19 de noviembre, Felipe y Letizia protagonizaron una gira a


California y Florida que se convirtió en un auténtico éxito para ellos. El
principal motivo se centraba en asistir a los actos del quinto centenario del
descubrimiento de Florida por Ponce de León, un viaje que tenía que haber
realizado el rey pero que le resultó imposible por sus problemas de salud.
En California visitaron la tumba de fray Junípero Serra (el único español
que está presente en el Capitolio de Washington) en el tercer centenario de su
nacimiento, visitaron Silicon Valley para apoyar ante inversores
internacionales la actividad emprendedora de compañías españolas, y
acudieron a la Universidad de Stanford, en la que estudiaron Steve Jobs, Bill
Gates y Larry Page, donde mantuvieron un encuentro con estudiantes de
grado y postdoctorado españoles. Pudieron probar también las Google glass,
las gafas inteligentes que permiten, a través de la voz, acceder a datos, hacer
fotografías y enviar correos.
Con una agenda de veinte actos oficiales, el viaje se resumió, de modo
particular, en un triunfo personal de Letizia. «Una princesa en Beverly Hills»,
fue el titular común en numerosos diarios españoles con ocasión de la cena en
Los Ángeles ofrecida por el embajador de Estados Unidos en España, James
Costos, junto a su pareja, el interiorista Michael Smith.342 En el estilo Belle
Époque que eligió, llamaron la atención su recogido falso boby y los labios
pintados en un sensual rojo brillante típico de las estrellas de Hollywood. De
«estrella en Hollywood» hablaron otros cuando reprodujeron todos los trajes
lucidos en esa visita.343
El día 15 acudieron a la sede de Los Angeles Times, y recorrieron la
planta de producción del grupo farmacéutico español Griffols, referente
mundial en la producción de hemoderivados. Como anécdota, una de las
empleadas llevaba el mismo look que la princesa: vestido de Hugo Boss y
chaqueta negra. Esa noche, cena inaugural del Foro España-Estados Unidos,
para la que Letizia eligió un vestido en guipur negro y seda nude con los
hombros descubiertos, el mismo con el que acudió a Portugal el año anterior
y con el que posó para las fotografías oficiales con motivo de su cuarenta
cumpleaños. Lució los pendientes de diamantes que le regalaron los reyes
para su boda.
Nada más aterrizar en Miami, el día 18 presidieron en el teatro Olympia
la inauguración de la Feria Internacional del Libro, dedicada a España, acto al
que asistían 1.500 personas. Durante la intervención de Felipe, se lanzaron
gritos de «¡viva el rey, viva España y viva Asturias!», y los príncipes se
mostraron sorprendidos y hasta emocionados.344 Hubo también voces de
«¡guapo!» dirigidas a Felipe. «Vamos a tener que venir más a Miami»,
comentó Letizia.345
Al día siguiente presidieron una cena en la Fundación España-Florida,
en la emblemática Torre de la Libertad, en la que Felipe pronunció un
discurso. «Hoy no se puede entender Florida sin la presencia española, ni se
puede imaginar Estados Unidos sin el legado español», afirmó. A esa cena,
Letizia acudió luciendo un llamativo vestido de Varela, discreto y sobrio por
delante pero con la espalda en tul transparente, bordado de azabache.346
Alguna revista habló de sexy lady, recordando otros vestidos con
trasparencias utilizados por la princesa.347

El libro del primo

En abril de 2013 salió a la calle uno de los libros más comprometidos para
Letizia, por quien lo escribía, su primo hermano David Rocasolano, y sobre
todo por lo que en él se contaba.348 Y complicado para el propio Felipe. La
parte más delicada relataba el aborto a que se sometió Letizia en la clínica
Dator, un hecho que provoca rechazo social, así como la destrucción por
parte del primo, que en ese momento actuaba como abogado de Letizia, de
los documentos existentes por indicación de Letizia y de Felipe. A David
algunos empezaron a llamarle «el primo traidor».
Desde La Zarzuela se explicó que la Casa no tenían intención de
emprender ninguna acción legal contra el libro, a pesar de que —desde su
punto de vista— constituía un caso claro de revelación de secreto profesional,
que podía conllevar la expulsión del Colegio de Abogados de Madrid, y de
que publicaba documentos privados, como el acta de matrimonio civil de
Letizia, de divorcio, notas de la clínica abortista… Añadían que desde la Casa
se había explicado, a quienes se habían interesado, que se trataba de «un
libelo». No obstante, días después reconocían que en general el eco dado a
ese libro por los medios estaba siendo «bastante moderado».
Sin duda algo tuvo que ver con ello el hecho de que, apenas salir a la
calle el libro, un alto cargo de La Zarzuela se entrevistara con los principales
responsables de las grandes cadenas de televisión, entre ellos los de
Telecinco y Antena 3, para hablar sobre el tratamiento que iban a darle.349
Fuentes de la Casa reconocen que esos altos cargos «se portaron bien». En
concreto, frenaron la cobertura del caso, sobre todo en las tertulias de los
programas de mayor audiencia, incluidos los dedicados a asuntos del
corazón. Las fuentes de la Casa reconocen que el libro tuvo una difusión
relativamente escasa. También porque en algunas de las tiendas más
conocidas ni siquiera pusieron ejemplares a la venta.
Del contenido del libro, lo que más preocupó en La Zarzuela fue la
afirmación que hacía de que Felipe y Letizia habían ocultado a don Juan
Carlos la noticia de la existencia del aborto para que los reyes no conocieran
el suceso y así no pudieran poner pegas a la boda, algo que podría
interpretarse como una conspiración suya, e incluso como una «traición» del
hijo hacia su padre. De hecho, algunos medios llegaron a afirmar que, si el
rey hubiera conocido anticipadamente los hechos y el aborto, Letizia no
habría llegado a ser reina.
La Feria del Libro es un acontecimiento que cada año inaugura alguno o
algunos miembros de la familia real. La de 2013 estuvo protagonizada por la
reina, que además pudo firmar ejemplares de una de sus obras de juventud,
sobre asuntos arqueológicos griegos, escrito junto con su hermana Irene. No
faltó quien interpretó que, con la presencia de doña Sofía, se había querido
evitar la asistencia de Letizia, porque en esa feria firmó también ejemplares
David Rocasolano. No hubo foto con él, por supuesto.

Las niñas

Felipe y Letizia han repetido más de una vez que se han propuesto ser «los
mejores padres» para sus dos hijas.350 De hecho, desde que nacieron las
infantas ambos han variado muchas de sus costumbres para así estar tiempo
con las niñas. Se ocupan diariamente de ellas. Felipe las lleva a Rosales por
las mañanas siempre que puede, y por la tarde procuraba estar en casa a la
hora del baño, y ahora en la de la cena. Se mantiene al tanto de su trayectoria
escolar y acude a las actividades que organiza el colegio en las que se pide la
asistencia de los padres de los alumnos.
No son muy amigos de exponer excesivamente a sus hijas a los
objetivos fotográficos, lo que les ha granjeado críticas en más de una ocasión.
Debido a eso, Felipe y Letizia han organizado o permitido algunas
excepciones. Por ejemplo, en el verano de 2012 los cuatro salieron de paseo
por Mallorca y subieron al tren de Sóller, que cumplía cien años, para ver el
atardecer desde esa localidad. Se tomaron muy buenas fotografías.
Como ya se ha dicho, buscan para sus hijas una infancia normal, y en
concreto que estén con sus primos, cosa que ocurrió en las Navidades de
2012 con la salida de todos los nietos de los reyes, encabezados por la reina,
para ver el musical Sonrisas y lagrimas.
Otra visita sorpresa se produjo en la Semana Santa de 2013, a la
localidad de Almagro, en Ciudad Real, declarada conjunto histórico-artístico,
por la que, a pesar de la lluvia, pasearon como cuatro turistas. Sofía sufrió un
traspié, cayó al suelo, rompió a llorar, y su padre la cogió a hombros
consiguiendo que recuperara la sonrisa. Visitaron los lugares más conocidos
de la ciudad, curiosearon por las tiendas, asistieron mezclados con el público
a una función en el corral de comedias, almorzaron en el parador nacional y
en todo momento recibieron el cariño de la gente.
De forma sorprendente, Leonor no asistió a la misa en memoria de don
Juan de Borbón celebrada en la capilla del Palacio Real el 20 de junio de
2013, un acto institucional que además enlazaba con la legitimidad del conde
de Barcelona y su padre Alfonso XIII. Sí estaban las infantas Elena y
Cristina,351 junto con el hijo mayor de Elena, además de dos centenares de
personalidades. La ausencia se trató de justificar diciendo que la niña tenía
colegio, aunque en realidad estaba prácticamente terminando el curso y esa
circunstancia no fue problema para la presencia de su primo. Otros lo
atribuyeron a una decisión de Letizia, que se negó a pesar de que le
insistieron en la importancia de la presencia Leonor.352 Su argumento fue la
necesidad de mantener la «normalidad» en la vida de la pequeña.353
Y en julio, el día 18, domingo, de nuevo se volvió a ver a Leonor y
Sofía, junto con sus padres y dos amigas de su edad, a la entrada y salida de
un céntrico cine de Madrid, donde presenciaron la exitosa película infantil
Gru, mi villano favorito. Letizia, al igual que su hija pequeña, llevaba una
camiseta con mensaje, unas T-shirt de Mango que eran la sensación de ese
verano. La de la madre, en inglés, con la frase «La pasada noche un blogger
me salvó la vida», completado con un pantalón rosa Capri con el bajo
doblado, gafas de pasta y bailarinas con hoja de vid.
En esa deliberada dosificación de las apariciones públicas de las
infantas, el inicio del curso 2013-2014 en Rosales provocó una anomalía. Los
medios calcularon que, como en años anteriores, el primer día de clase
podrían captar a las pequeñas llegando al colegio. Así que, a pesar de que
desde La Zarzuela no había existido convocatoria, decenas de informadores,
fotógrafos y cámaras se congregaron a las puertas del centro. Sin embargo,
los príncipes no comparecieron con sus hijas, lo cual provocó cierto malestar.
Una de las razones por las que no hubo fotos fue, según la versión oficial, el
deseo de Felipe y Letizia de no molestar a los otros niños en un día tan
importante.
Sí las hubo, y abundantes, en el puente de Todos los Santos, cuando,
coincidiendo con el cumpleaños de Leonor, los cuatro visitaron Granada y
Almería. Se cumplían diez años del anuncio de compromiso, que en años
anteriores Felipe y Letizia habían celebrado con escapadas fuera del país.
Esta vez lo hicieron en España.
Llegaron a Granada el 1 de noviembre, en avión, y a continuación se
movieron por aquellas tierras en coche, conducido por Felipe. Sin avisar a
nadie, visitaron la Alhambra como unos turistas más: habían reservado las
entradas, pero no con su nombre. Leonor y Sofía se fotografiaron en el Patio
de los Leones y en el de los Arrayanes, y como recuerdo se llevaron unos
peluches de león, una guía y una pañoleta.
Al día siguiente, Almería, Níjar y Mojácar, donde, vestidos de manera
informal (Felipe con pantalón vaquero, anorak verde y gorra marrón, Letizia
con chaqueta sahariana y fular estampado), cenaron en La Taberna, un
restaurante de tapas. En Almería se alojaron en Aguamarga, en un chalet que
esa Semana Santa habían ocupado Victoria de Suecia y Máxima de Holanda.
En el pueblo de Tabernas visitaron el rodaje de The Books of Exodus,
superproducción sobre Moisés dirigida por Ridley Scott y protagonizada por
Christian Bale, con quien Letizia mantuvo un cordial encuentro.
Esta vez el estilo de la visita resultó distinto: los príncipes y sus hijas
mostraron su imagen muy cercana. Mezclados con la gente, que les
enfocaban con sus teléfonos móviles, caminando por las calles y esperando a
que el semáforo de peatones se colocara en verde, no pusieron reparos a
fotografiarse con quienes lo pidieron, y Letizia no evitó que sus hijas
aparecieran en redes sociales, de modo que el viaje fue transmitido casi en
directo a través de ellas, mediante decenas de mensajes espontáneos, como
uno que decía «¿Qué hacen los príncipes cenando en Mojácar?», y por las
imágenes que la gente iba colgando. En Níjar fueron recibidos con vítores a
la corona. Y, ya de vuelta, este mensaje en la red: «Príncipes en turista y sin
escolta aparente. Volando a Madrid».354
Lo ocurrido no fue una actuación improvisada. Antes de iniciar ese viaje
de fin de semana, los asesores de La Zarzuela convencieron a Felipe y Letizia
de que, por un lado, para esa visita no había que llamar a la prensa, pero, por
otro, que, si les encontraban, tenían que dejarse fotografiar sin reparos.
Ambos aceptaron el planteamiento.
A este respecto, personas de La Zarzuela contradicen la versión,
comúnmente aceptada, de que es Letizia quien se empeña en «proteger»,
incluso en exceso, a sus hijas. Según esas personas, en realidad quien más
interés pone en salvaguardar en todo lo posible la privacidad y normalidad de
las niñas es Felipe; entre otras cosas, porque él sabe, por experiencia propia, a
qué están expuestas. En más de una ocasión, cuando el equipo de la Casa ha
propuesto una iniciativa, una actividad con ellas o para ellas, quien ha
respondido que no ha sido él.

Lo que aporta Letizia

¿Qué aporta Letizia a ese equipo que forman los príncipes de Asturias? De
entrada, con ella a su lado Felipe ha sacado a la luz esa personalidad alegre,
distendida y feliz que escondía, tal como hemos contado en el capítulo
primero hablando del nuevo Felipe. Ya en su día Iñaki Gabilondo,
entrevistado por Rosa Villacastín, afirmó: «El príncipe Felipe ha mejorado
con Letizia». Y Jaume Matas, hoy procesado, apuntó: «La princesa le ha
dado seguridad personal y conexión con la gente».355
Francisco Granados opina: «La princesa le ha acercado aún más a
ciertos asuntos de la realidad. Entre otras cosas, porque ella era una persona
que estaba pagando una hipoteca […]. Hay quien sostiene que su inclinación
por los problemas de su generación se ha acentuado desde su matrimonio con
Letizia».356
En opinión de Pilar Urbano, Letizia «aporta mucho, por más que la
gente se empeñe en lo contrario. Es intelectual, muy activa, dinámica,
mientras que él es más pasivo, podría quedarse adormilado en un sillón
después de comer y ella, en cambio, siempre tiene cosas que hacer. Su
pensamiento progresista a él lo remueve un poco».357
La realidad es que, en los últimos años, la figura de Letizia ha ido
cobrando importancia. Se ha empezado a destacar lo que ella aporta al
príncipe y a la institución, y hasta ha sido descrita como uno de los pilares de
una monarquía española en fase de crisis. No pocas portadas de revistas se
han centrado en destacar ese papel, también reseñando que su persona merece
el respeto y aun admiración de prestigiosas revistas internacionales.
Ocurre que lo que algunos le discuten en España, es por el contrario
valorado fuera del país por una parte de la prensa internacional.358 En 2009,
Paris Match resaltó lo ocurrido en la localidad asturiana de Sobrescobio,
durante la entrega del premio Pueblo Ejemplar, cuando Letizia se dejó
abrazar por una lugareña, algo que nunca habría ocurrido con la reina. Y
tampoco creía posible que otro miembro de la familia real hubiera mostrado
tan abiertamente su dolor como lo hizo con la muerte de su hermana Érika. Y
en 2010 tituló: «Letizia y Felipe de España: un nuevo estilo para la Europa de
los reyes». Destacaba que la princesa había conservado, de su anterior
profesión de presentadora de televisión, «el gusto por el contacto directo con
la opinión pública». Aquella mujer plebeya y divorciada, como la llamaron
algunos medios, no ha dejado de dar ejemplo de rectitud.
No solamente eso. En noviembre de 2010, el diario italiano La
Repubblica destacó que, con su figura y estilo, había renovado
completamente la imagen de la monarquía española. En su suplemento de fin
de semana Il Venerdi, la comparó con Lady Di: la monarquía se ha
plebeyizado a través de Letizia, por puro pragmatismo, para acercarse al
pueblo.
Según algunos analistas, «en el annus horribilis de la Casa del Rey, la
princesa de Asturias se erige como una mujer dinámica, austera, cercana y
preocupada por los problemas de la sociedad sobre la que está llamada a
reinar». Point de Vue había escrito: «Desde hace algunos meses, la familia
real española no para de recibir golpes. Entre el escándalo financiero y la
publicación de un libro explosivo, solo un miembro de los Borbones sigue
haciendo soñar: Letizia. Con humildad y discreción, encarna, ahora más que
nunca, el porvenir de la monarquía».
Point de Vue, el semanario francés especializado en Casas Reales y alta
sociedad europeas, elogió también la modestia de la pareja formada por los
príncipes, que «hacen su trabajo» de manera austera y muy bien valorada por
la opinión pública. «En torno a 136 viajes, conmemoraciones, inauguraciones
y otras manifestaciones oficiales», sin excesivos dispendios, sino dando
ejemplo de sencillez en tiempos de crisis. Reseñaba la cercanía de Letizia a
las cuestiones domésticas: «Ella se ocupa personalmente de la educación de
las infantas Leonor y Sofía».
Con el título «El precio justo», la revista analizó los gastos de las
princesas europeas en estilismo, viajes, joyas, y Letizia salió ganadora como
la que menos gastaba. Hablando del «extraordinario tren de vida de las
princesas», Victoria de Suecia salía como la más derrochadora, mientras que
de Letizia destacaba que no reformó el pabellón del príncipe cuando se
trasladó a vivir allí, y que ambos utilizan solo el personal imprescindible:
niñeras, asistentes y guardias de seguridad. Además, resaltaba que prefería
acudir a diseñadores españoles antes que a grandes firmas italianas o
francesas, e incluso a firmas de precio más asequible, como Zara y Mango.
No asiste a grandes salones de belleza, sino a la misma peluquera y
maquilladora que la atendió en TVE. Tampoco gusta de lucir joyas aparatosas
ni en las grandes ocasiones, y a diario suele llevar los anillos que le ha
regalado el príncipe: el de compromiso y otro de un aniversario.359
Igualmente Paris Match apostó por Letizia cuando, con ocasión de la
entrega de los Premios Príncipe de Asturias de 2011, celebrados el 21 de
octubre, tituló: «Simplemente perfecta». Habló de su «porte de reina» y de su
belleza «a medio camino» entre Grace Kelly y Rania de Jordania, por el
elegante look que lució, vistiendo un modelo, una vez más, de Felipe Varela,
que completaba con un recogido en el pelo aire vintage.
Letizia se ha convertido en el personaje de la familia real que más
interés despierta fuera de nuestras fronteras. El blog Huffington Post Style le
dedicó más atención que a Carla Bruni, y la web Radar on line la incluía
entre las más atractivas princesas de Europa. Es el miembro de la familia real
más mediático, una especie de motor de la institución. La revista americana
People en español la escogió en 2011 la tercera mujer más poderosa del
mundo, por su apoyo a la Asociación Española contra el Cáncer y por ayudar
a iniciativas relacionadas con la imagen de la mujer. Una encuesta entre los
lectores de la revista alemana Frau im Spiegel la situó como la princesa
europea preferida por los jóvenes de catorce a veintinueve años.360
Por lo que se refiere a Internet, la búsqueda de «princesa Letizia» arrojó
en abril de 2009 (cinco años después de la boda) hasta 700.000 entradas, y
solo tres años después, en 2012, casi se habían duplicado: 1.370.000.
Además, ella figura en Les grandes amoreuses du Gotha,361 libro que recoge
las historias de amor de doce princesas de distintas épocas, en el que
comparte portada con Gracia de Mónaco y la emperatriz Sissi.
Evidentemente, su actividad pública ha ido ganando en intensidad. Una
idea la proporcionan los datos ofrecidos por La Zarzuela para los diez
primeros meses de 2011: 115 actos públicos, de ellos 90 acompañando a
Felipe y a otros miembros de la familia, y 25 en solitario.362
¿La esperanza de la monarquía?

Con motivo de los cuarenta años de Letizia, el 15 de septiembre de 2012,


muchas de las miradas que entonces se dirigieron hacia ella coincidieron en
reseñar la aportación que su figura estaba suponiendo para la monarquía.
Mariángel Alcázar, una de las periodistas que mejor conocen la historia y
actividad de la familia real, y que mantiene incluso cierto nivel de amistad
con Letizia, llegó a escribir que ella es «la esperanza de la familia real». 363
A modo de balance de su tiempo como princesa, Alcázar afirmaba que
es «querida y admirada», pero también «cuestionada y criticada»; que
desarrolla su papel «con solvencia», pero a la vez ha generado «detractores
entre quienes le atribuyen un exceso de protagonismo»; y concluye que «no
es una princesa convencional; esa es su mejor virtud y también el mayor
problema con el que se enfrenta […]. Su encaje en La Zarzuela y en la
familia real no ha sido fácil, porque, aunque formalmente adoptó los modos y
costumbres, también se ha empleado a fondo en cambiarlos. Con don Felipe
ha diseñado una nueva forma de ejercer de herederos».
Añade que sus dos hijas y el ejercicio entusiasta de sus funciones
ayudan a Letizia «a superar la contradicción de que su trabajo, siempre
solvente, se vea oscurecido, en ocasiones, por rumores y leyendas […]. A los
cuarenta años, leal compañera y madre responsable, la princesa forma con
don Felipe un equipo que resiste todos los embates. En tiempos de
turbulencia para la monarquía, doña Letizia, siempre junto a don Felipe, se ha
crecido ante las dificultades y es su valor más seguro». Y, a modo de balance,
lo resume en estos titulares: «Tras ocho años casada con don Felipe, se ha
ganado el corazón de los españoles». «Trabajadora, perfeccionista y segura
de sí misma, doña Letizia es una gran seductora». «A sus cuarenta años, doña
Letizia se ha reconstruido por dentro y por fuera guiada por su afán de ser
una buena reina». «Como madre, doña Letizia combina la disciplina y el
cariño. Leonor y Sofía, de seis y cinco años, son su vida».364

Crisis
Felipe contrajo con Letizia un matrimonio para siempre. Es el concepto que
tenía y tiene, y que con anterioridad confirmó expresamente a algunas
personas. En la conversación con Pilar Urbano en vísperas de la boda365 le
explicó que siempre había pensado casarse por amor, y que, de no ser
posible, se habría quedado soltero. «Se puede reinar soltero», afirmó,
«añadiendo que es católico y que concibe el matrimonio como único e
indisoluble. Él sabe que en los reyes de la España actual no puede haber
divorcios».366
Por lo que se refiere a Letizia, Alfredo Urdaci, su jefe en su etapa en
Televisión Española, recuerda que le impresionó «la seguridad con la que
afirmaba que la fidelidad era para ella uno de los grandes valores del
matrimonio».367
Felipe y Letizia no se han librado de rumores de crisis en la pareja. A
finales de 2011, y sobre todo en 2012, se habló de problemas en el
matrimonio con las famosas salidas en solitario, y después de que
aparecieran fotos de uno y otro acudiendo por separado al cine, a comer o a
cenar con sus respectivos grupos de amigos. Antes, en agosto, la revista
sensacionalista portuguesa Flash aludió a un encuentro secreto de Felipe con
su exnovia Eva Sannum, pero sin aportar ningún dato o prueba.368
En febrero de 2013, la imagen de los dos caminando abrazados por las
calles de Madrid ocupó la portada y varias páginas de una revista, que
titulaba «amor en tiempos revueltos». Las fotografías se tomaron a altas
horas de una gélida noche de invierno, tras haber cenado a solas en el
restaurante La esquina del Real, en el Madrid de los Austrias, especializado
en cocina francesa tradicional, en vísperas del cumpleaños de Felipe. El
semanario hablaba de escapada a solas y de pareja «más unidos que nunca»
precisamente en tiempos difíciles.369 Por cierto que Felipe celebró el día de su
cumpleaños acudiendo junto con Letizia a visitar Fitur, la feria de turismo,
donde le cantaron «Las mañanitas» y «Cumpleaños feliz». Al terminar,
almorzaron juntos en la pizzería Emma y Julia, en la Cava Baja madrileña,
especializada en cocina italiana y horno de leña.
En abril, el semanario alemán Bunte lanzó en su portada la especie de
que la pareja atravesaba un momento de frialdad y distanciamiento. A los
pocos días, sin embargo, los príncipes eran vistos, junto con un grupo de
amigos, en el Costello Club, en las inmediaciones de la Gran Vía madrileña,
divirtiéndose entre copas hasta las cuatro de la madrugada.370
El 6 de julio asistieron por sorpresa al concierto de Hombres G en la
Ciudad de la Raqueta, en Madrid. Evitando la zona VIP, pagaron su entrada y
se mezclaron con el público, aunque la elevada estatura de Felipe no les
permitió pasar del todo inadvertidos, y en Twitter empezaron a circular
mensajes como: «¡Hala, el príncipe en el concierto de Hombres G en
Madrid!», y «El príncipe viendo Hombres G en Madrid. ¡Tomando un
respiro! Viene Letizia». Para la ocasión, ella eligió un look ochentero, con un
top de lentejuelas doradas, pendientes de aro y melena suelta.371

Entra en escena el diario ABC

Los rumores sobre dificultades en la pareja circularon con intensidad en el


verano de 2013, a propósito una vez más de las salidas de Letizia. Las
informaciones sobre sus escapadas, en solitario o con sus amigas, muy
criticadas en los meses anteriores, insistiendo en que iba a lo suyo y por libre,
provocaron que algunos medios hablaran de enfado del príncipe, e incluso de
crisis en el matrimonio.
La tensión se disparó más aún cuando el diario ABC, monárquico por
tradición y por línea editorial, habló también de «rumores de crisis». Una
afirmación que, viniendo de donde venía, se convirtió para muchos casi en
una confirmación de la existencia de esos problemas en la pareja. Con la
firma de Almudena Martínez-Fornés, su especialista en la Casa Real, el
periódico publicó el 18 de agosto una información con este concreto titular
«Los príncipes de Asturias: vacaciones privadas entre rumores de crisis».
Afirmaba que, recién regresado de Paraguay, Felipe había «reanudado
este fin de semana sus vacaciones tras un paréntesis de cuatro días y en
medio de fuertes rumores de crisis matrimonial». Explicaba que los rumores
empezaron antes del verano, «alimentados por unas cuantas salidas privadas
de doña Letizia en solitario con sus amigos y alguna que otra del príncipe,
como cuando acudió solo al cumpleaños de su primo, Beltrán Gómez-
Acebo». Aunque añadía: «Pero, acto seguido, las especulaciones se diluyeron
con los gestos cariñosos del matrimonio en público». Y continuaba:

Los rumores de dispararon de nuevo cuando la princesa abandonó Mallorca tres días antes que su
marido y sus hijas, sin ningún motivo que lo justificara. Como también había llegado a Palma tres
días después, don Felipe solo estuvo acompañado por su mujer cinco de los diez días que pasó en
la isla. Acostumbrado a la presión desde niño, el heredero no ha mostrado en público el menor
cambio, pero en su círculo más estrecho perciben que «el príncipe lo está pasando mal». La razón
no sería el desafecto, pues aseguran que «sigue enamorado», sino el difícil encaje de su esposa en
la institución. Nueve años después de la boda, doña Letizia sigue marcando un espacio propio
fuera de la familia, continuación de su vida anterior, que en ocasiones choca con su actual
condición. Además, se muestra impermeable a consejos y sugerencias.372

Y remachaba en la extendida creencia de que es «una princesa de ocho a


tres». La información provocó una auténtica cascada de comentarios y
reacciones, además de una llamada desde la Casa del Rey a la dirección del
periódico. En esas precisas horas, lo que se escuchaba en los ámbitos de La
Zarzuela era que no ponían objeciones graves al texto en sí, pero que el
problema se centraba en el titular, porque daba carta de naturaleza a la
existencia de una crisis matrimonial. Otros medios informativos entraron
también en el asunto, hablando de dificultades de la pareja y hasta de
disensiones.373
Ante el jaleo provocado, ABC publicó dos días después otra pieza,
también de Martínez-Fornés, para intentar desmontar las especulaciones y los
efectos de su propia información. Se ponía en boca de «una persona muy
próxima al príncipe de Asturias que prefiere permanecer en el anonimato»
esta afirmación: «No hay crisis matrimonial, sino una crisis en la percepción
pública del matrimonio, provocada por la interpretación errónea de
determinados hechos». Descartaba que existiera un distanciamiento e insistía
en que Felipe «está enamorado».
«En el círculo más próximo al príncipe —añadía— se muestran
sorprendidos con los rumores de crisis matrimonial que se han extendido este
verano», y, por el contrario, «aseguran que los príncipes siguen compartiendo
un proyecto de vida en común y en familia». Sobre la vuelta de Letizia a
Madrid en solitario desde Palma, explicaban que la princesa «tenía cosas que
hacer», y que este detalle «se ha interpretado como una señal de crisis,
cuando debería haberse interpretado como un signo de seguridad en la
relación».
Apuntaba finalmente que para Letizia «es fundamental mantener un
espacio privado, continuación de su vida anterior, en el que busca refugio
para amortiguar la tensión a la que se siente sometida». A medida que ha
aumentado esa presión, por los momentos que vive la monarquía desde que
estalló el caso Urdangarin, «han aumentado también los deseos de privacidad
de la princesa. Doña Letizia está convencida de que mantener un espacio
privado fuera de la familia es compatible con su condición de consorte».
Concluía el texto diciendo que «sus salidas privadas» y el regreso de
Mallorca «han contribuido a alimentar unos rumores que, aunque no sean
ciertos, han afectado a la imagen pública de los príncipes».374
A la vista de lo ocurrido, no hay que descartar que la primera pieza
publicada por ABC tuviera el visto bueno, incluso el impulso, de la propia
Zarzuela, que con ello buscaría lanzar un mensaje a Letizia sobre la
inconveniencia de los comportamientos descritos, es decir, las salidas y el
empeño en tener un horario como princesa. El problema se planteó, de forma
indeseada para la Casa, cuando el periódico tituló hablando de «rumores de
crisis»; un titular que se adjudicó a la dirección del diario y no tanto a la
periodista que firmaba la información.

Salidas en pareja

Ante el revuelo que se había producido, no faltaron voluntarios que


intentaron desmontar por su cuenta las especulaciones sobre un
distanciamiento entre Felipe y Letizia. Así, el blog El armario de Letizia
publicó el calendario de las salidas en pareja de los príncipes durante el
verano, como una prueba de que no existía crisis en el matrimonio. Esta fue
la lista que ofreció:
5 de julio. Los príncipes pasean por Madrid con sus hijas, en una zona
de salas de cine.
7 de julio. Felipe y Letizia cenan en un VIPS de la Plaza de España.
14 de julio. Según distintas webs, van al cine a ver la película The East.
21 de julio. Van al cine a ver Expediente Warren.
22 de julio. Letizia acude con sus amigas al concierto de The Killers en
el FIB, el festival de música de Benicasim.
Durante la última semana de julio, almuerzan por Madrid. Hay
fotografías.
2 de agosto. Letizia y las infantas están ya en Palma.
3 de agosto. Los príncipes salen a navegar en la motora Somni. Por la
noche, Felipe entrega los trofeos de la 32 Copa del Rey de Vela. Más tarde,
se reúne con Letizia y cenan con unos amigos en El Celler Pagés.
5 de agosto. La familia posa en la Granja Esporles.
6 de agosto. Cena ofrecida a las autoridades baleares.375

Y la princesa rectifica

En la segunda información que publicó ABC, para intentar frenar el impacto


de la primera sobre la crisis de los príncipes, presumiblemente inspirada
desde La Zarzuela, se aprecia un cierto intento de justificar el
comportamiento de Letizia, con esa defensa del derecho a la privacidad y la
no condena expresa de las salidas. Sin embargo, tales circunstancias
constituían en realidad un problema de calado, que preocupaba en la Casa del
Rey y que por ello se aprestaron a solventar. Y se habló con Letizia.
A la vuelta del verano de 2013 se apreció que las cosas con Letizia
habían empezado a ser distintas. Personas de La Zarzuela dieron a entender
entonces que se había producido un cambio de actitud por su parte, después
de que le hubieran explicado los inconvenientes de sus actuaciones, y
argumentado que, por su posición, no podía asistir a determinados conciertos,
aparte de que incluso ya no tenía edad para eso. Ella lo había entendido y se
había mostrado dispuesta a rectificar, añadían. Podemos confirmar que tales
conversaciones se produjeron.
En los meses siguientes los hechos discurrieron de otra manera. Por un
lado, en diferentes ocasiones Felipe y Letizia protagonizaron discretas salidas
en pareja (aunque casi todas fotografiadas con mayor o menor intensidad), en
las que se reflejaba una normalidad en sus relaciones. Por otro, se dejaron de
producir les escapadas de la princesa a la calle y para estar con sus amigas, o
al menos no se volvieron a fotografiar.
La primera muestra de que existía una nueva atmósfera se comprobó en
el ya citado viaje de Felipe a Buenos Aires para defender la candidatura
olímpica de Madrid 2020. Se sumó Letizia, y a los dos se les vio juntos y
sonrientes, paseando del brazo por la calle. Eran las primeras imágenes de la
pareja en público tras las complicadas vacaciones de verano y los rumores de
crisis, y los gestos cómplices de ambos, junto a la evidencia de una princesa
sonriente y dispuesta a agradar, fueron recibidos como un desmentido a las
hipotéticas dificultades en la pareja.376
El 22 de septiembre, domingo, Letizia celebró su cuarenta y un
cumpleaños junto a su familia, en la más estricta intimidad. Pero días antes el
matrimonio protagonizó con ese motivo una salida al teatro Príncipe Gran
Vía, donde disfrutaron de la comedia Toc toc, que llevaba cinco temporadas
triunfando en la cartelera. El último fin de semana de septiembre
escenificaron una noche de cine en pareja. Luciendo un look informal, con
vaqueros, zapato plano y sin maquillaje ella, con camisa de sport él, vieron la
película Rush, en versión original como siempre, y después marcharon a la
coctelería José Alfredo, un establecimiento de estilo americano, con buena
música y mesas apartadas para poder charlar en la intimidad.377
Desde el cambio, se apreció en Letizia un evidente deseo de agradar en
sus actos públicos. Se comprobó durante su presencia en una mesa petitoria
de la Cruz Roja, junto al Ministerio de Asuntos Exteriores, donde se mostró
sonriente y con ganas de complacer, saludando a quienes se acercaban,
incluido un grupo de moteros, charlando con la gente, y hasta animándose a
ver las evoluciones de unos danzantes callejeros, además de dejarse
fotografiar con todo el que se lo demandaba. Y, un año más, Felipe fue
pasando por las mesas que presidían la reina, la infanta Elena y finalmente
Letizia.
El ya relatado puente disfrutado en Granada a principios de noviembre
fue otra demostración más de ese cambio, detectado también por alguna
revista, que escribió en un pie de foto: «Desde hace unas semanas, Letizia
muestra su imagen más sonriente y cercana». Y añadía: «Parece que Felipe y
Letizia han atendido los consejos para variar su comportamiento, que, sobre
todo, iban dirigidos a la princesa».378
En esa línea de una imagen más cercana, Letizia fue fotografiada
comiendo pipas con sus escoltas y una amiga, tras una tarde de compras por
el centro de Madrid. Una escena desenfadada y «normal» que, sin embargo,
no dejó de provocar en algún ambiente comentarios de crítica.
Al mismo tiempo, las grandes revistas femeninas dedicaron a Letizia a
partir de entonces buen número de portadas y reportajes, destacando la
elegancia, pero también los nuevos detalles de cercanía. «La princesa que
habla con la mirada», decía una de ellas, aludiendo a su «naturalidad» en el
tiempo libre, y explicando que había sido elegida una de las princesas más
atractivas de Europa.379 Al mes siguiente, esa revista dedicó más de veinte
páginas a un reportaje en el que afirmaba: «La princesa de Asturias derrocha
belleza, plenitud y simpatía y cierra el año con sorprendentes y estelares
apariciones».380
Y abundaron las fotografías de la pareja cogidos de la mano y con gestos
de complicidad, por ejemplo asistiendo en la Casa de Campo a la entrega de
los Premios Liber de fomento de la lectura en los medios de comunicación.
Ese fin de semana, Felipe y Letizia protagonizaron un encuentro de amigos
por el Madrid más castizo; en un local típico de Tirso de Molina picaron
jamón, queso y patatas bravas.

¿Divorcio o «solo altibajos»?

A pesar de todo, algunos medios mantuvieron la línea crítica hacia Letizia,


insistiendo en que ella se encontraba «fuera de control», y llegando a afirmar
que la Casa Real estaba preparando ya el divorcio, con lo que el fantasma de
Lady Di planeaba sobre España. Apuntaban que en el entorno mediático se
consideraba el divorcio como la mejor opción.381 Aunque poco después ese
medio anunciaba que la idea del divorcio había quedado «aplazada».382
A ese respecto, la información que posee La Zarzuela es que los rumores
sobre un inminente divorcio de Felipe y Letizia surgieron en abril de 2013, y
tienen que ver con personas relacionadas de alguna manera con Jaime del
Burgo, marido de Telma Ortiz y por tanto cuñado de Letizia.383 Esas personas
contaron a destacados periodistas madrileños supuestas infidelidades de
Letizia. Uno de los destinatarios de ese relato fue el director de un diario
nacional, que sin embargo no dio credibilidad a lo que escuchó y por tanto no
ha publicado nada.
La existencia de tales revelaciones llegó a altos cargos de la Casa del
Rey, que se reunieron expresamente con los príncipes para informarles de lo
que estaba ocurriendo. Felipe y Letizia recibieron los datos con enorme
indignación y consideraron lo que estaba ocurriendo como una canallada. Lo
cierto es que desde entonces rompieron cualquier contacto con la pareja
formada por Jaime del Burgo y Telma Ortiz, con los que se habían llevado
muy bien hasta ese momento y existía cierta complicidad. Eso ha terminado
drásticamente.
El 30 de enero de 2014, el día que Felipe cumplió cuarenta y seis años,
el titular en la portada de un diario volvió a agitar las aguas de la tranquilidad
de la pareja. Adjudicaba a Zarzuela la afirmación de que en el matrimonio de
los príncipes «solo hay altibajos».384 Desde la Casa del Rey no hubo
desmentido a la autenticidad de ese comentario.
Según la información, Felipe tiene una gran popularidad, el 70 por
ciento de los ciudadanos lo ve con buenos ojos, pero «su punto más
inquietante, desde hace un año, son los permanentes rumores sobre el estado
de su matrimonio con doña Letizia. Para Zarzuela, en la relación de la pareja
“solo hay altibajos”, los normales al llegar a los diez años de casados».
Añadía que, en 2012, en el cóctel de los Premios Príncipe de Asturias, doña
Sofía preguntó en Oviedo a un alto cargo político: «¿Cree usted que mi hijo
llegará a reinar?».
Relataba el periódico que, tal como ya se ha contado, tras las vacaciones
de verano la actitud de Letizia había mejorado, «y así fue hasta Navidades.
La pasada semana, en la inauguración de Fitur, la feria turística en Madrid,
volvió a aparecer contrariada y distante […]. En Zarzuela se intenta que doña
Letizia entre en razón, a veces con formas que a ella le disgustan».385 A pesar
de ese apunte, pocos días antes, tras asistir a la reunión anual con la
Federación Española de Enfermedades Raras, Letizia se mostró cercana y
sonriente cuando un grupo de mujeres la vieron y la aplaudieron, y se dejó
tomar fotos con todas ellas.386
La atribución a La Zarzuela de la existencia de «altibajos» desató de
nuevo, en tertulias y columnas de prensa, los rumores sobre la estabilidad del
matrimonio Felipe-Letizia, abonados por los relatos que circulaban sobre
discusiones en público, como la ocurrida en el embajada en Roma.
Raúl del Pozo, por su parte, escribió: «Desde hace unos meses, los
secretos de alcoba, romances y escapadas son de dominio público». Y,
tomando pie del fallo sufrido por el Airbus que debía llevarle a Brasil, habló
de «avería matrimonial de los príncipes de Asturias. He hablado con, por lo
menos, tres altas autoridades del Estado que en los últimos tiempos han sido
testigos de broncas entre don Felipe y doña Letizia. Una alta dirigente
política de Madrid me contó cómo doña Letizia se burló en público y de
forma ruidosa el otro día de la falta de ingenio de su marido cuando este dijo:
“Nosotros somos unos mandados” porque el protocolo les hizo esperar».387
Del Pozo insistía en que «las habladurías indican que la pareja está en
una seria crisis», para terminar aconsejando a Letizia: «Debería saber que su
vida privada es una crónica en los teléfonos móviles y que su matrimonio
puede tronar por los aires».388
El 30 de enero, su cuarenta y seis cumpleaños, Felipe visitó la Brigada
Paracaidista, y por la noche salió a cenar con Letizia a DiverXO, el
restaurante madrileño que acababa de conseguir la tercera estrella Michelin.
Al día siguiente, viernes, aprovechando que no había colegio, almorzaron con
sus hijas en Emma y Julia, una de las pizzerías de moda. Y el sábado, Felipe
y Letizia vieron en el teatro Alfil el monólogo de Miguel Noguera Ultrashow,
para después reunirse con sus amigos en la coctelería La Prudencia. La pareja
caminó por el barrio de Malasaña cogidos del hombro y así se les vio después
en las fotografías.
Para algunos medios, estos últimos gestos, precisamente después los
«altibajos», contradecían los rumores. Y hablaron de «cero crisis en el
matrimonio». Añadían que, según las personas que mejor les conocen, «se
quieren, se comprenden, se complementan y los cuatro forman una familia
feliz. Para doña Letizia, el príncipe y sus hijas son su vida, y en su cabeza no
cabe la palabra divorcio —todavía recuerda el de sus padres como uno de los
momentos más dolorosos de su vida—, y para don Felipe, siempre lo ha
dicho, es “hasta la muerte con la persona que se case”».389
Se volvieron a escenificar nuevas salidas en pareja. El 3 de febrero,
acudieron por la noche al Teatro Real para ver la ópera Brokeback Mountain,
y al salir, muy abrigados, dieron un paseo hasta el coche, momento en el que
fueron fotografiados.390 Antes, el 16 de enero, habían asistido a otra ópera:
Tristán e Isolda. El 6 de febrero visitaron Granada, para conocer la
exposición «Arte y culturas de Al Ándalus», y se les tomaron imágenes muy
sonrientes, incluso enlazados por la cintura. Una actitud que algunas revistas
interpretaron como un modo de salir al paso de los rumores sobre crisis en su
matrimonio.391
En plena ofensiva de rumores de divorcio, personas que frecuentan a
Felipe y Letizia, que han estado en su casa y que han comido con ellos en
más de una ocasión, observando su comportamiento en la intimidad, el tipo
de relación que muestran, la complicidad existente entre los dos, excluían
completamente la hipótesis de un divorcio próximo. «Tendrían que ser los
dos unos actores consumados para fingir que no hay ningún problema entre
ellos; si lo hubiera, tendría que notarse, y no es así», afirman.
Antes de la boda, y siguiendo una tradición secular, Felipe y Letizia
firmaron unas capitulaciones matrimoniales, unos acuerdos ante notario que
se inscriben en el Registro Civil de la familia real, que regulan el régimen
económico y otras disposiciones de futuro. Contemplan la separación de
bienes, y en esos pactos suelen registrarse también las donaciones propter
nupcias, es decir, regalos de familia (joyas, cuadros pertenecientes a la
dinastía) y cantidades económicas recibidas. Estas capitulaciones suelen
establecer el estatus en que quedaría la consorte (Letizia) si hubiera una
separación, de forma que la custodia y educación de los hijos corresponde al
padre (el príncipe), por tratarse de personas llamadas a reinar. Se incluye una
cláusula de confidencialidad o silencio, para evitar que, en caso de ruptura,
puedan producirse escándalos que lesionen la imagen de la institución.392
En ese orden de cosas, se atribuye a Letizia, durante una reunión con un
amigo y su esposa, haberle formulado esta pregunta: «¿Tú aguantarías una
infidelidad?».
4

NACIDA PARA SER REINA

El problema de los herederos

Los jefes de las casas reales europeas reinantes celebran cada año una
reunión, si no secreta sí al menos muy discreta, para cambiar impresiones
sobre cómo les van las cosas, qué problemas nuevos han aparecido, qué
dificultades viejas siguen presentes, y también qué iniciativas están
aplicando. Esas reuniones se convocan cada vez en un país distinto, y es
anfitrión el jefe de la casa al que corresponde organizarla.
Al término de una de esas cumbres discretas, pude charlar con un jefe de
Casa Real y preguntarle cuál había sido ese año el asunto más importante
abordado. Respondió que habían concluido que el problema más grave que
tienen las actuales dinastías reinantes son… los príncipes. Como suena.
Esos altos personajes, privilegiados conocedores del trasfondo y la
realidad de lo que ocurre en las monarquías europeas, coincidieron en que el
peligro consiste en que los reyes han decidido que sus hijos y herederos
reciban una educación normal: que asistan a colegios normales, que se
relacionen con compatriotas de su edad normales, que vivan como personas
normales. Pero en realidad ellos, los príncipes, no son «normales», dada su
condición y lo que les aguarda en el futuro.
Esa formación «común» puede provocar que los herederos crean que, si
son como los demás, les está permitido comportarse, pensar y actuar como el
resto de los jóvenes. Pero eso no es verdad. Ellos no pueden consentirse
actividades, gestos, comportamientos, modos de vida que sí resultan
tolerables al resto. Y protagonizarlos provoca problemas inmediatos, a ellos
mismos, pero sobre todo a la propia institución. Los ejemplos concretos de
comportamientos «normales», que sin embargo no resultan propios de
príncipes, son múltiples. Baste citar la famosa fiesta sexual del príncipe
Henry de Inglaterra en Estados Unidos.
Pero es que, además, podría ocurrir —concluían los asesores reales—
que, a base de insistir en ese enfoque común de su educación y su modo de
vivir, alguno de los herederos se dirigiera un día a su padre para anunciarle:
«Papa. Yo no quiero ser rey. Quiero ser médico o abogado…».

Lo que ha costado el trono de España

Ese peligro, cierto y evidente en las casas reales europeas, no se ha dado


hasta ahora en España, en la misma medida en que Felipe, Elena y Cristina
han recibido, sí, una educación normal, pero no del todo. No del todo, porque
en su caso han conocido bien, porque lo han visto y se lo han explicado sus
padres, cuánto cuesta llegar al trono y más aún mantenerse en él. Eso que
tienen a su favor.
Si las demás dinastías reinantes europeas llevan uno, dos, tres siglos de
continuidad en el trono, no ocurre así en España, donde la instauración se
produjo hace menos de cuarenta años, y donde aquel hecho y la
consolidación han costado mucho sufrimiento. Los hijos de don Juan Carlos
y doña Sofía lo saben bien.
Por lo que se refiere a Felipe, en su caso no existe opción de que pueda
plantearse ser otra cosa que heredero ahora, y rey después. No se le ocurre
pensar en convertirse en abogado, alto ejecutivo de una multinacional o,
como fue su afición de niño, en astrónomo. Tampoco en diplomático o en
periodista.393 Él está dispuesto, decidido a ser rey. Con todos los esfuerzos
que ello exija, a él y a su familia.

La fotografía de la continuidad
El 10 de septiembre de 2012, la Casa del Rey estrenó un nuevo diseño para la
página web en el que lo más destacado fue el protagonismo institucional que
se daba a la hija mayor de los príncipes, la infanta Leonor. Aparecía
fotografiada ya como heredera del heredero, es decir, ella con el rey y con su
padre. Realizado en el mes de julio, en los jardines de La Zarzuela, el
reportaje fotográfico se rotuló en la web con un título significativo: «Tres
generaciones, un compromiso común».
La fotografía más destacada, que después centró las portadas en los
principales periódicos y revistas, presentaba al rey y al príncipe sentados, y a
la infanta Leonor apoyada en las rodillas de su padre. En otra, con los tres de
pie, don Juan Carlos descansa las manos sobre los hombros de su nieta. Uno
de los más importantes semanarios del país destacó: «La infanta Leonor
asume un nuevo protagonismo oficial junto al rey (setenta y cuatro años) y el
príncipe (cuarenta y cuatro), con unas fotografías inéditas con las que la Casa
Real da una imagen de continuidad de la monarquía». La revista añadía: «La
primera imagen oficial de Leonor, a sus casi siete años, como futura reina,
trae a la memoria la presentación del príncipe Felipe, también a los siete
años, el día de la proclamación de su padre como rey de España (noviembre
de 1975)».394
A esa sesión de fotos tan especial asistió también Sofía, la hija menor de
los príncipes, pero en segundo plano, sin protagonismo. Como se mostró algo
celosa, al final, para contentarla, el rey decidió que se realizara otra foto más
en la que apareciera también la pequeña, pero solo para la intimidad de la
familia. La imagen institucional únicamente incluye a Leonor.
Hasta ese momento, Leonor, la heredera del heredero, no había
protagonizado ningún acto oficial. Como miembro de la familia había
asistido, junto con su hermana Sofía, a una ceremonia religiosa y a dos
recepciones: el acto religioso fue la misa en memoria de la condesa de
Barcelona con ocasión del centenario de su nacimiento, en diciembre de
2010, al que acudió toda la familia; y las recepciones, una en el Palacio Real
con motivo de la victoria de la Selección Española en el Mundial de Fútbol
de 2010, la otra en el verano de 2012, en La Zarzuela, cuando volvieron a
recibir a la Selección tras conquistar la Eurocopa.
Anuncio de embarazo en domingo

Siempre se ha repetido que el primer deber de un heredero es traer al mundo


otro heredero para así garantizar la sucesión. Por ello, tras la boda con
Letizia, la importancia de que Felipe y ella tuvieran descendencia disparó
desde muy pronto las expectativas, y también los rumores de unos embarazos
que en realidad no se iban confirmando.
Ya a los dos meses del enlace, en julio, el equipo de prensa de La
Zarzuela salió al paso de los primeros rumores, calificándolos de «serpiente
de verano». Ese verano, durante una visita a Santiago de Compostela,
preguntada por algunos periodistas, Letizia afirmó, mirando a Felipe:
«Cuando sea cierto, seréis los primeros en enteraros». En Navidad, en una
cena con íntimos, Letizia aseguró: «En enero nos pondremos a ello».
Algunos medios empezaron a mostrar prisa conforme pasaban los meses
sin noticia, hasta el punto de que no faltó quien manejó la hipótesis de que, si
los príncipes no conseguían descendencia propia, optarían por adoptar un
niño para que se convirtiera en el heredero.395 Una hipótesis más bien
descabellada.
Por fin, a pocos días de cumplirse el primer aniversario de boda, el 8 de
mayo de 2005, domingo, pasadas las diez de la mañana, la Casa del Rey
envió a los medios la noticia de que Letizia estaba embarazada:

Sus Altezas Reales los príncipes de Asturias tienen la gran alegría de anunciar que esperan el
nacimiento de su primer hijo para el próximo mes de noviembre. Sus Majestades los Reyes
desean con este motivo sumarse a la gran alegría de este feliz anuncio.

Suele ser costumbre no anunciar embarazos hasta pasados los tres


primeros meses, que se consideran cruciales para la confirmación de la
viabilidad de proceso. En efecto, la referencia a noviembre en la nota de
mayo llevó los cálculos a que Letizia se encontraba embarazada de tres
meses. Y algunos hasta ubicaron el momento de la concepción: el viaje que
los príncipes realizaron a Brasil y Uruguay en la última semana de febrero.
Antes de difundir la nota oficial, Felipe telefoneó a primera hora de la
mañana al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para
comunicarlo personalmente, y lo mismo hizo con el líder de la oposición,
Mariano Rajoy, y el presidente del Congreso, Manuel Marín.
La nota de La Zarzuela coincidió con la presencia de don Juan Carlos en
el circuito de Montmeló, donde asistía al Gran Premio de España de Fórmula
1. Allí afirmó: «Estamos todos muy contentos. Los niños, diciendo que
esperan un primo o prima nueva». Preguntado sobre si sería un nieto especial,
contestó: «No, hay que tratarlo como uno más». Doña Sofía, por su parte,
comentó: «Nos da igual que sea niño o niña. Lo importante es que esté sano y
venga bien».396
El comunicado no aludía al sexo de la criatura, entre otras cosas porque
los padres habían decidido no saberlo con antelación. Sí se apuntó que, si era
varón, llevaría el nombre del caudillo asturiano que inició la reconquista:
Pelayo.
¿Por qué se dio a conocer la noticia precisamente ese día, un domingo
por la mañana? Algunos medios apuntaron que la Casa lo había elegido para
sortear los programas del corazón que durante el fin de semana cubrían gran
parte de la parrilla de las televisiones. Según La Vanguardia, «la Zarzuela
evitó que la noticia del embarazo de doña Letizia fuera pasto de los
programas del corazón».397 Y acertaron, porque evitaron que esa prensa
anunciara la noticia, aunque no eludieron que el domingo todas las cadenas
interrumpieran la programación (incluso quitando protagonismo a Fernando
Alonso y la Fórmula 1) y que el corazón fuera entrando a lo largo del día a
través de la emisión de programas especiales.
Tras el anuncio, no faltó quien afirmara que desde hacía varias semanas
a Letizia se la veía distinta. «Estaba radiante, con la cara más llena y sin ese
rictus de aburrimiento o desgana habitual en ella durante los últimos
meses».398
Desde principios de abril sabía Letizia que se encontraba embarazada,
cuando, acompañada de Felipe, acudió al hospital Ruber Internacional, a la
consulta de Luis Ignacio Recasens. Miembro de una ilustre saga de
ginecólogos, lo eligieron por su reconocido prestigio, y también por la fama
de hombre discreto. Su bisabuelo Sebastián asistió a la reina Victoria Eugenia
en los embarazos y partos de los infantes Alfonso, Jaime, Beatriz, Cristina,
Juan y Gonzalo. Amigo de Alfonso XIII, juntos planearon la Ciudad
Universitaria de Madrid, la Complutense. Además, Ignacio estaba casado con
Catalina Castillejo Oriol, hija del conde de Floridablanca y amiga de Felipe.
Habían ido a la consulta privada más de seis veces con anterioridad,
siempre los dos juntos y en horas poco habituales. La discreción se había
mantenido. El desplazamiento de abril al Ruber Internacional tenía un
objetivo bien preciso: hacerse la primera ecografía. Fue entonces cuando
escucharon por vez primera los latidos del corazón de su futuro hijo.
Aunque hubo alguna sugerencia de que Letizia acudiera a un hospital
público, se confirmó que el alumbramiento se produciría en el Ruber
Internacional, la clínica privada en la que nacieron los dos hijos de Elena,
Felipe Juan Froilán y Victoria Federica. Victoria Beckham tuvo un hijo en el
Ruber. Hay que recordar que fue la reina Sofía la primera que rompió la
tradición familiar de dar a luz en el Palacio Real: sus tres hijos nacieron en la
clínica madrileña Virgen de Loreto.399

«Queremos ser los mejores padres»

La víspera, sábado, Felipe y Letizia comunicaron la noticia a una parte de sus


familias. Y el domingo, tras un desayuno tranquilo, media hora antes de que
se difundiera el anuncio oficial del embarazo, recurrieron a los SMS para
adelantarla al resto de familiares y a los amigos íntimos: «Nos da una
gigantesca alegría anunciaros que vamos a ser padres… Estamos desbordados
por la ilusión y queríamos que lo supierais antes de que la noticia se haga
oficial».400 Cada uno enviaba el mensaje por su lado, aunque con la firma de
los dos.
Comunicaron también que no les importaba que fuera niño o niña,
añadiendo que en los meses siguientes irían resolviendo sobre la marcha
todos los detalles. Hemos estado «un mes y medio raritos y ahora estamos
fenomenal», comentaban, para concluir que, a la vista de la noticia, en las
próximas horas «será muy difícil comunicarse con nosotros por teléfono».
Felipe lo anunció a sus amigos lleno de emoción: «Vamos a ser padres y
estamos desbordados por la ilusión. Queremos ser los mejores padres». Ese
domingo, ante unos cuantos íntimos, Letizia comentó sobre su nuevo hijo:
«Escuchar los latidos de su corazón fue sobrecogedor. Nos emocionamos
mucho. Es lo más maravilloso que me ha podido ocurrir. Soy una mujer
tremendamente feliz».401
Una revista publicó que había enviado a Letizia un mensaje de
felicitación y que ella había respondido así: «Estoy muy contenta, igual que
mi marido. Y, como cualquier embarazada, de vez en cuando tengo las típicas
náuseas».402 Sin embargo, el portavoz de La Zarzuela, Juan González-
Cebrián, precisó que la princesa no había realizado ninguna manifestación,
aunque la revista insistió en que sí contestó al e-mail de felicitación. Desde
luego, chocaba la expresión «mi marido», puesta en boca de Letizia.
Cuando se produjo el anuncio estaban también embarazadas varias
futuras reinas, como Mary Donaldson (casada con el príncipe Federico de
Dinamarca), Mette-Marit (esposa de Haakon de Noruega), Matilde de
Bélgica (esposa del príncipe Felipe) y Máxima Zorreguieta (casada con
Guillermo de Holanda).

Letizia mantiene la actividad

Letizia tuvo que superar dos primeros meses de embarazo con los habituales
síntomas de mareos, vómitos, deseos de dormir a todas horas, aunque desde
su entorno cercano se afirmaba que tenía «un buen embarazo».403 Se contó
también que había aumentado dos tallas de pecho pero que mantenía la
cintura.404
En esos meses de silencio, antes de que se anunciara el embarazo,
Letizia no suspendió ni un solo acto de la agenda oficial. El 7 de febrero
presidió en Castellón el funeral por dieciocho jóvenes que murieron
asfixiados cuando celebraban una fiesta; el día 20 acudió al colegio electoral,
junto con Felipe, para votar en el referéndum sobre la Constitución Europea,
y a continuación iniciaron un viaje oficial a Brasil. El 17 de marzo, en
Valencia, participó en las primeras Fallas como princesa, y el 23 se
encontraba en Mallorca.
El 11 de abril acompañó a la familia real en el funeral por el papa Juan
Pablo II que se ofició en la catedral de La Almudena. Ese día, un par de
gestos de doña Sofía hacia Letizia avivaron los rumores de un posible
embarazo. Era una tarde fría, de viento, y la reina se despojó de su capa negra
para ofrecerla a una Letizia que castañeteaba de frío. Un gesto protector que
no pasó inadvertido: sorprendió ver a la reina, tan atenta, pendiente y volcada
con ella. Al despedirse, Letizia devolvió la prenda pero doña Sofía, solícita,
frotó la espalda de su nuera para darle de nuevo calor.

Aunque con náuseas

Tras conocerse la noticia del embarazo, se confirmó que la princesa


mantendría su agenda de trabajo en los meses siguientes, y que no habría
ningún dispositivo médico especial en caso de desplazamientos. Es más, al
día siguiente del anuncio, los príncipes iniciaron una visita de cinco días a
Baleares en la que recorrieron todas las islas del archipiélago. A Letizia se le
vio especialmente cercana a los niños, a quienes prodigó gestos de cariño. En
el discurso pronunciado en el Ayuntamiento de Palma, Felipe habló de su
alegría por la próxima paternidad.
Letizia comentó allí que se encontraba bien, pero que, en cuanto a su
actividad, «todo depende del criterio médico, y lo que diga el médico va a
misa».405 En la segunda jornada no asistió a dos actos debido a las náuseas.
Se quedó en la residencia de Son Vent. Por la mañana no acompañó a Felipe
al Parlamento regional, y por la tarde tampoco fue a la universidad, aunque se
incorporó a la visita a Inca, donde se entretuvo en saludar a las numerosas
personas que esperaban. Tampoco pudo cumplir todo el programa en Ibiza.
Y trascendió que estaba cuidándose con las comidas. En un conocido
restaurante del puerto de Mahón, el plato principal del convite era una
caldereta de langosta, típico de Menorca. A los responsables del
establecimiento se les pidió que a Letizia le sirvieran rape, un plato menos
fuerte, y que no le condimentaran nada con ajo.406
No faltaron, por cierto, algunos incidentes en esa visita. En la Facultad
de Derecho de Palma, un grupo de republicanos recibieron al príncipe con
pancartas contra la corona y gritos contra la monarquía. Felipe afrontó la
protesta con tranquilidad: se dirigió hacia ellos y los saludó. Al día siguiente,
en Ciudadela, en la calle Mayor se acercó a un grupo de jóvenes que portaban
camisetas con la señal de prohibido y una corona pintada, mientras gritaban
«España, mañana, será republicana». Felipe se fue directo a estrecharles la
mano.
Durante ese viaje, Felipe y Letizia empezaron a recibir los primeros
regalos para su futuro hijo, algo que a partir de entonces se repetiría en
muchas de las visitas. El 11 de mayo, en Menorca, el coro de la catedral de
Ciudadela cantó a su llegada una nana, y en vez de patucos para el bebé
recibieron dos pares de albarcas. Los gritos de «Leti, Leti» abundaron entre la
gente. Ya en Madrid, las juventudes del Partido Popular, que acudieron a una
audiencia, entregaron a los príncipes un coche de pedales para su futuro hijo.
El 27 de mayo, Felipe y Letizia inauguraron la Feria del Libro, en
Madrid. Casi todos los libros que recibieron como regalo eran infantiles o
estaban relacionados con los bebés, sus cuidados y educación: Diario de mi
primer año, Cuentos de los hermanos Grimm, Es fácil ser padres, Del
embarazo al primer año, Mi papá, el Larousse del bebé… Letizia se
entretuvo con los niños en la caseta de la Escuela Infantil Los Pitufos, donde
le regalaron unos patucos azules. El 29, Día de las Fuerzas Armadas,
acompañó a los reyes y al príncipe en los actos celebrados en La Coruña, si
bien tuvo que retirarse unos minutos a descansar.

¿Se cuida la princesa?

A principios de junio, Felipe y Letizia giraron una visita oficial a Japón, un


desplazamiento con dos agotadores vuelos de dieciséis horas en cinco días.
No viajó el ginecólogo, doctor Recasens, sino un médico del equipo habitual
de La Zarzuela, y Letizia no siguió dietas especiales y tomó comida japonesa,
que le gusta mucho. Al día siguiente de regresar, 7 de junio, asistieron al
almuerzo que los reyes ofrecieron a Bill Clinton en La Zarzuela; sin
sobremesa, marcharon a Barcelona para conocer a la hija de la infanta
Cristina. Al día siguiente, viaje a Mula (Murcia).
El 16 de junio, como ya se ha contado,407 Letizia pronunció su primer
discurso oficial. Precisamente el mantenimiento de la actividad pública llevó
a plantear si la princesa se estaba cuidando en su embarazo. Consultados
algunos ginecólogos, explicaron que su consejo a las embarazadas era que, en
lo posible, llevaran una vida normal, aunque cuidándose y descansando. Y no
veían contraindicación en el uso del avión o del helicóptero. El único riesgo
específico que apuntaban era el estrés a que suele estar sometida toda
primeriza, al que se sumaba en su caso «el efecto de la popularidad y la
responsabilidad de traer al mundo un heredero de la corona. Si preserva esos
efectos adversos, unido a la estabilidad emocional que demuestra la pareja, le
ayudarán a superar la fatiga psíquica».408
A mediados de julio, Letizia estuvo presente en el bautizo, en La
Zarzuela, de la pequeña Irene, hija de Cristina y de Iñaki Urdangarin, y a
finales de mes los príncipes llegaron a Palma para iniciar las vacaciones de
verano, segundas desde que contrajeron matrimonio. La expectación se
centró de nuevo en Letizia, ya en su quinto mes de embarazo y que procuró
salir a navegar lo menos posible. Asistió a una cena de gala en el Castillo de
San Carles ataviada con un elegante blusón oscuro premamá, y otro día paseó
por Puerto Portals con pantalón pirata y muy amplio blusón de flores, además
de calzado plano sin tacones.

Los príncipes hablan de niño/niña

El 15 de septiembre Letizia cumplió treinta y tres años, que celebró


presidiendo con Felipe la presentación del Diccionario del Estudiante, de la
Real Academia de la Lengua. Ya en el séptimo mes de embarazo, vestía un
amplio blusón con topos negros, un traje de chaqueta y falda de marcada
línea premamá, y no dijo una sola palabra. Eso sí, el mismo rostro sonriente
de todos esos meses, igual que Felipe.
A esas alturas, le seguían preguntando cómo lo llevaba, y solía
responder, sin darle demasiada importancia: «Nada, los típicos síntomas».
Había tomado la determinación de llevarlo con la máxima discreción, de
forma que no se comentara si lo estaba pasando mal o no. En privado, sin
embargo, alguna vez se quejaba de su mal estado general, «aunque ya estoy
mucho mejor». Decía en esas últimas semanas que, desde que se quedó
embarazada, no había sabido lo que era tener un día bueno. Y también que no
había podido permitirse ni un antojo.
En conversaciones informales, Felipe y Letizia se referían al futuro hijo
utilizando una expresión genérica: hablaban del niño/niña, poniendo especial
énfasis en remarcar las dos vocales finales para no dar origen a
malinterpretaciones. Seguía sin conocerse el sexo de la criatura. Entre
amigos, él tocaba con gesto de complicidad la abultada tripa de Letizia,
demostrando que estaba participando en el embarazo con toda intensidad.
Seguían acudiendo los dos a la consulta de Recasens para las revisiones
rutinarias, siempre a horas en las que no iban a coincidir con otras pacientes.

Felipe anuncia que asistirá al parto

El 12 de octubre de 2005, Día de la Fiesta Nacional, Letizia acudió al desfile


en el Paseo de la Castellana. En la tribuna colocaron a su lado una silla, para
que se sentara cuando se notara cansada. Y, por sugerencia de Felipe, no
estuvo presente en la posterior recepción en el Palacio Real, puesto que no le
convenía permanecer mucho tiempo de pie (al acto asistieron cerca de mil
personas y el besamanos duró casi dos horas).
Durante esa recepción, Felipe comentó que el nacimiento se esperaba
para la segunda quincena de noviembre, aunque no había que descartar
«imprevistos». Y notificó que tenía decidido asistir al nacimiento de su hijo,
porque no quería perderse un momento tan importante. Dijo que hablaba
desde la emoción que le producía ser padre y dar continuidad a la línea
dinástica. Preguntado si conocía el sexo del bebé, respondió que no disponía
de «información privilegiada».
Los periodistas le invitaron a participar en una porra que habían abierto,
a 3 euros por cabeza, para acertar la fecha del nacimiento, el sexo y el
nombre de la criatura, pero Felipe declinó la propuesta. Añadió que él y su
esposa habían hecho dos listas de nombres, a las que aún estaban «dando
vueltas». Se publicó que la mayoría de los periodistas apostaban por que sería
varón y que se llamaría Juan Carlos.409
Una falsa alarma

Fue una falsa alarma. El 18 de octubre, martes, poco después de la


medianoche, Felipe y Letizia se presentaron en el Ruber Internacional por
consejo del ginecólogo: Letizia estaba notando contracciones. Durante tres
horas se le sometió a una monitorización, para comprobar la frecuencia
cardíaca y si existía sufrimiento fetal. Las contracciones desaparecieron, ante
lo cual el médico dictaminó que la princesa se encontraba «perfectamente» y
por tanto podía regresar a casa. Tres horas después del ingreso, abandonaron
el hospital.
A la puerta del centro se habían congregado cámaras y reporteros, a la
espera de novedades. Los dos salieron del hospital caminando, hasta el
automóvil que conducía Felipe. Letizia, que se mostraba sonriente, ocupó el
asiento del acompañante. Felipe pidió excusas a los informadores por «la
hora». «Ya dijimos que podía haber imprevistos», comento con buen humor.
Añadió que, como podían ver, se avisaría en el momento en que hubiera
alguna novedad, y que todo estaba «perfecto».

Prevalencia del varón en la sucesión

La noticia del embarazo de Letizia fue planteada en algunos medios como


«un complejo asunto de Estado», por la existencia en la Constitución de la
prevalencia del hombre sobre la mujer en la sucesión al trono.410 Esa
preferencia es el criterio que se estableció en las Partidas de Alfonso X,
mantenido invariablemente desde entonces por la monarquía española. Por si
acaso, Felipe fue proclamado príncipe de Asturias en Covadonga un año
antes de que se aprobara la nueva Constitución, el 1 de noviembre de 1977.
Durante la elaboración de la Carta Magna, don Juan Carlos pidió a los
redactores que se respetara la tradición de dar prioridad al varón en el orden
sucesorio. Fue el único ruego que hizo, según uno de los padres
constituyentes. Por aquellos días, la diputada Teresa Revilla, de UCD,
defendía ardorosamente la no discriminación. Sin embargo, «desde el partido
se le hizo llegar el mensaje de que se abstuviera de plantear esta cuestión. Y
todos estuvimos de acuerdo en mantener la institución en su forma
tradicional».411
El artículo 57.1 de nuestra Carta Magna dice:

La corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de Borbón,


legítimo heredero de la dinastía histórica. La sucesión en el trono seguirá el orden regular de
primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la
misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el
mismo sexo, la persona de más edad a la de menos.

Una primera redacción decía «en el mismo grado, el varón a la hembra»,


y, como en castellano hembra es animal de sexo femenino, lo lógico habría
sido hablar también de «macho». Cayó en la cuenta Camilo José Cela,
senador por designación real, que el 31 de agosto de 1978 presentó una
enmienda de última hora para que se cambiara «hembra» por «mujer», como
así se hizo.412
En la votación en el Congreso, ese apartado concreto fue aprobado con
132 votos a favor (UCD y Alianza Popular), 123 abstenciones (PSOE, PCE y
minorías nacionalistas) y 15 noes. Los votos negativos correspondieron en su
mayoría a diputadas, algunas de las cuales rompieron la disciplina de voto:
Soledad Becerril, Esther Tellado y María Teresa Revilla, de UCD; Carlota
Bustelo y Asunción Cruáñez, del PSOE; Dolores Ibárruri y Pilar Brabo, del
PCE; y Dolores Calvet, del PSUC. En el Senado, se pronunció en contra
Manuel Villar Arregui, senador independiente, quien argumentó: si el
príncipe Felipe tiene una hija primogénita, a pesar de ese artículo no habrá
nadie capaz de negarle su derecho a la sucesión.

La guerra de las mujeres

La anomalía de esa discriminación de la mujer tuvo pronto que salvar el


primer escollo. En 1979 se celebró en Nueva York una histórica convención
mundial para eliminar toda forma de discriminación contra la mujer, cuyas
conclusiones constituyen una especie de declaración de derechos del
feminismo a escala mundial. España se adhirió a la convención en 1983, con
un gobierno de Felipe González, pero exigió una salvedad: la sucesión a la
corona de España.
Posteriormente, estalló en el seno de la nobleza la llamada guerra de las
mujeres, por la cual primogénitas de casas nobiliarias empezaron a disputar
los títulos a sus parientes varones, acogiéndose al artículo 14 de la
Constitución, que establece la igualdad de derechos para los dos sexos. En
1995 se dictó una primera sentencia del Tribunal Constitucional, dando la
razón a Sonsoles Díaz de Melgar en la sucesión del marquesado de Agrópoli,
frente a Nicolás Cottoner y Cottoner, marqués de Mondéjar y jefe de la Casa
del Rey durante muchos años.
Don Juan Carlos no pareció tomarse muy en serio esa rebelión ni la
sentencia del Constitucional, hasta que algunos colaboradores suyos, entre los
que se encontraba el duque de San Carlos, entonces presidente de la
Diputación de la Grandeza, le hicieron ver que tal deriva constituía una
amenaza para la propia sucesión a la corona: si se alteraba el orden
tradicional en la transmisión de los títulos nobiliarios, la sucesión en el trono
quedaría como el único bastión machista del país. Según un personaje
próximo al rey, el monarca empezó a inquietarse.413
Desde La Zarzuela se solicitaron informes a juristas prestigiosos, como
el administrativista Eduardo García de Enterría, y al presidente del Tribunal
Constitucional, Francisco Tomás y Valiente, quien dictaminó que se trataba
de una cuestión «aconstitucional», es decir, que estaba fuera de las
competencias del alto tribunal intérprete de la Constitución.
Ese mismo 1995 se celebró la Cumbre de Pekín, donde, entre otras
conclusiones, se reclamó a los países con régimen monárquico, como España,
que levantaran la salvedad en la equiparación de sexos para la sucesión. La
ministra de Asuntos Sociales, Cristina Alberdi, defendió que se tramitara a
través de una recomendación de la Unión Europea.
En 1997, el Tribunal Constitucional dictó un sorprendente fallo,
diciendo que los títulos nobiliarios no podían ser modificados en su orden de
sucesión por leyes diferentes a las de su carta de creación, y por tanto
permanecían al margen de la Constitución. La cuestión de la sucesión a la
corona quedaba, pues, momentáneamente aparcada.
En 1999 el diario La Razón, entonces liderado por Luis María Anson,
entró en el asunto con una portada, un editorial y varias páginas, en los que
proclamaba que había que terminar con la discriminación por razón de
sexo.414 Argumentaba que las monarquías europeas habían modificado ya la
legislación, o estaban en curso de hacerlo, para eliminar la discriminación de
la mujer, y que solo Dinamarca y España mantenían la preferencia masculina.
En el editorial concretaba que correspondía al presidente del Gobierno, José
María Aznar, tomar la iniciativa legislativa, «siempre en este caso de acuerdo
con el rey».415
Volvió a plantearlo de nuevo ese periódico dos años después, al
anunciar que el Gobierno, entonces del PP, iba a regular el asunto
aprovechando la reforma del reglamento de las Cortes.416 Afirmaba que el PP
tenía «la firme intención de abordar en cuanto se pueda» la regulación de la
sucesión del rey, para lo cual el nuevo reglamento de las Cortes incluiría un
capítulo desarrollando las competencias de Congreso y Senado en relación
con la corona.417 Publicó una encuesta con políticos e intelectuales, de la que
se derivaba un amplio apoyo a la supresión de la discriminación por razón de
sexo.
Y La Razón de Luis María Anson lo hizo otra vez dos años más tarde, a
los dos días del anunció de compromiso del príncipe, repitiendo en portada
los titulares de 1999. En los sumarios argumentaba que, si Letizia «tuviera
primero una hija y después un hijo, este se convertiría automáticamente en el
heredero, con grave discriminación por razón de sexo para su hermana, lo
que atenta contra los derechos humanos y provocaría el rechazo de la nueva
sociedad española».418 En el editorial sugería proceder a la reforma
constitucional «en el más breve lapso de tiempo posible».419

La familia real, por la igualdad

Aunque el dato no trascendió entonces, lo cierto es que dentro de la propia


familia real la discriminación del artículo 57.1 dejó de tener apoyo muy
pocos años después de la aprobación de la Constitución. Incluso pasó a ser
partidaria de su eliminación.
Ya en 1981, siendo ministro de Justicia de UCD Francisco Fernández
Ordoñez, se preparó un borrador de Estatuto de la Familia Real. Uno de sus
redactores, el abogado Luis Vallterra, ha contado que se envió el texto a La
Zarzuela. El artículo 3 decía: «El varón hijo mayor del rey… tendrá esa
dignidad de príncipe de Asturias». La Casa del Rey devolvió el texto con una
redacción que omitía la referencia al varón: «El heredero de la corona
tendrá… el llamamiento de la dignidad de príncipe o princesa de Asturias».420
Si la familia real es decididamente partidaria de que desaparezca esa
discriminación, en el caso del príncipe se trata incluso de una apuesta
personal, manifestada expresamente mucho antes de contraer matrimonio: en
1997. Ante una delegación de grandes de España, que seguían preocupados
por el cuestionamiento de la ley sálica por las consecuencias que ello podía
tener para la sucesión de los títulos nobiliarios, en la que seguían teniendo
derecho prioritario los varones, Felipe respondió sin tapujos: «Pero, señores,
yo estoy a favor de la igualdad».421
Los Premios Príncipe de Asturias del año 2000 distinguieron a un grupo
de mujeres mundialmente conocidas. El director de la fundación, Graciano
García preparó a Felipe un borrador para el discurso en el que se extendía
sobre la mujer, sus derechos, la marginación que sufre en algunos países y,
sobre todo, en la igualdad con el varón. En La Zarzuela leyeron el texto,
cayeron en la cuenta de la posible inoportunidad puesto que afectaba al
privilegio en la sucesión, y recomendaron omitir esos párrafos. Felipe no
admitió la sugerencia. «Yo voy a decir eso», replicó.422 Y lo leyó tal cual.
Don Juan Carlos opinaba que ese cambio constitucional tendría que
producirse antes de la boda de Felipe con Letizia, para que el primer vástago
de la pareja tuviera la prioridad a la hora de la sucesión, fuera niño o niña.
Cuando quedaban pocos meses para agotar la legislatura de 2004, el rey
recibió una propuesta del Partido Socialista que planteaba aprovechar la
disolución de las Cortes para impulsar la reforma constitucional. Sin
embargo, el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, consideró
que no era el momento apropiado para abordar un cambio de esa índole.423
En 2004 el nuevo presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez
Zapatero, incluyó en su discurso de investidura la propuesta de un cambio
constitucional que comprendería cuatro aspectos: reforma del Senado,
inclusión del nombre de las comunidades autónomas, mención a la
Constitución Europea, e igualdad de hombre y mujer en la sucesión a la
corona. Una iniciativa que, sin embargo, quedó aparcada.

¿Urgencia?

La inminencia del nacimiento del primer hijo de los príncipes volvió a


plantear, ya con tono de cierta urgencia, el debate sobre la necesidad de
reformar la Constitución para erradicar la discriminación por razón de sexo,
ante la posibilidad de que viniera al mundo una mujer y de que si,
posteriormente, llegaba un hijo varón, este, en aplicación de la Carta Magna,
pasara por delante de su hermana para convertirse en sucesor.
Empezaron a manejarse hipótesis. Si nacía un niño, ya no habría prisa
alguna en eliminar la cláusula de discriminación. Y si venía al mundo una
niña, pero después no llegaba ningún varón, tampoco se planteaba dificultad
alguna. El problema estaba en que naciera primero una niña y después
apareciera un niño. La vicepresidenta del Gobierno, Fernández de la Vega,
declaró, casi como en un jeroglífico: «Esperemos que tengan una niña y otra
niña, o tengan un niño y una niña o tengan solo una niña para evitar
problemas».
Carmen Iglesias, historiadora y académica, pero sobre todo profesora de
las infantas y del príncipe, a los que dio clases en La Zarzuela, se confesó
claramente partidaria de reformar la Constitución en lo relativo a la sucesión.
En una entrevista, se mostró convencida de que no tenía sentido mantener el
orden sucesorio vigente, aunque sí lo tuvo en 1978, cuando se aprobó la Carta
Magna. «Con la preparación que tienen las mujeres» y su incorporación a
puestos de responsabilidad, «hay que reformar la Constitución en ese aspecto
concreto. Otra cosa es que corra prisa». Aunque no estaba muy segura de que
hubiera que abordarlo en esa legislatura.424
La exigencia de una disolución de las Cortes, y por tanto acortar la
legislatura, y el hecho de que el Gobierno de Zapatero tuviera previsto
convocar las siguientes generales en 2008, hizo que se repitiera que la
reforma no era urgente. El entonces ministro de Justicia, Juan Fernando
López Aguilar, insistió en que el Gobierno tenía el compromiso de «remover
el último residuo de desigualdad en la sucesión», pero añadiendo que la
reforma «se hará sin prisa y apremio. La buena noticia no añade ninguna
urgencia: la corona ya tiene un heredero, y ese es don Felipe».425
Se descartaba, pues, una modificación constitucional al «estilo
noruego», es decir, arrebatando derechos ya adquiridos, porque, aunque el
cambio constitucional se produjera después del nacimiento del primogénito
de los príncipes, en realidad ninguno de sus hijos vería mermados sus
derechos puesto que no serían herederos hasta que su padre accediera al
trono.
La Zarzuela coincidía en que no existía urgencia, porque la sucesión
estaba garantizada por el príncipe Felipe. El 9 de mayo, Felipe afirmó: «No
hay urgencia porque hay una generación [la suya] por medio». Don Juan
Carlos, que también comentó que «ya era hora» de que Letizia quedara
embarazada, recalcó que «da lo mismo que sea niño o niña, ya que el
heredero es el padre».426

Una reforma retroactiva

No faltaban quienes insistían en la necesidad de proceder cuanto antes a la


reforma. Uno de ellos, José Bono, con este argumento, que recordaba las
guerras carlistas: «No vaya a ser que el segundo sea niño y tengamos una
complicación como en el siglo XIX», y que se suscite un enfrentamiento entre
«progresistas que defiendan la primogenitura» y «conservadores que
defiendan al varón». Mantenía que, si el primer hijo era una niña, la Carta
Magna debería reformarse antes de que Letizia se quedara embarazada por
segunda vez.427
La ministra de Cultura, Carmen Calvo, doctora en Derecho
Constitucional, se mostró a favor de un cambio rápido, que tenía que haberse
hecho «desde un principio. No incluir a la mujer en la sucesión monárquica
es lo que los constitucionalistas llamamos un inconstitucionalidad de la
Constitución».428
Francisco Rubio Llorente, presidente del Consejo de Estado, opinó que
el cambio no planteaba problemas jurídicos, aunque sí habría que buscar
soluciones de «carpintería jurídica». Para prevenir cualquier eventualidad y
para tranquilidad de todos, apostaba por una reforma que tuviera carácter
retroactivo, y que además incluyera una disposición adicional que concretara
la aplicación del orden sucesorio a partir de los descendientes del príncipe
Felipe. Jorge de Esteban, catedrático de Derecho Constitucional, no veía
dificultad en el carácter retroactivo, aunque reconocía que ello perjudicaba a
la infanta Elena, ante lo cual apuntaba la posibilidad de que ella hiciera «una
renuncia pública a sus derechos sucesorios mientras haya descendencia de
don Felipe».429

Miedo a un referéndum sobre la monarquía

Portavoces de La Zarzuela consultados insisten en que tampoco hoy existe


urgencia de una reforma constitucional, porque en realidad el problema de la
prelación del varón sobre la mujer no se planteará hasta que el príncipe Felipe
se convierta en monarca efectivo.
Sus razonamientos van en la línea de sostener que, mientras eso no
ocurra, los hijos de los príncipes «aún no son nada». Por tanto, no están
afectados por la legalidad de la Constitución y no existe urgencia alguna en
abordar una reforma de la Carta Magna. Esa era también la opinión de
Gregorio Peces Barba, uno de los padres de la Constitución.430
No sostenían lo mismo otros especialistas, que apuntaban que, si venía
primero una mujer y luego un varón, y se procedía después a una reforma
constitucional para que ella fuera la heredera del trono, esa modificación se
realizaría «perjudicando los legítimos derechos del varón, nacido con una
cláusula constitucional que le convertía, desde su nacimiento, en el heredero
de la corona… Toda modificación del orden sucesorio de manera retroactiva
es peligrosa y puede conducir al absurdo».431 Es lo que se aplicó en Suecia,
cuando se modificó la ley de sucesión para convertir en heredera a la princesa
Victoria frente a su hermano menor, Carlos Felipe.
Los servicios de La Zarzuela disponen en la actualidad de un dictamen
jurídico, de algunos catedráticos y expertos, que llega a afirmar que no sería
preciso un cambio en la Constitución para eliminar la prevalencia del varón,
con el argumento de que los derechos de igualdad y el principio de no
discriminación (por razón de sexo, religión, etc.) que se establecen en la
Carta Magna, junto con la aplicación que se ha ido haciendo de ella desde
1978, más los sucesivos desarrollos y la legislación aprobada, constituyen
una reforma constitucional de facto, por interpretación, de modo que el
artículo 57.1 ya no sería de aplicación en su redacción literal.
Lo que latía entonces, y aún late, detrás de esta polémica es el temor
existente en la Casa del Rey a la celebración de un referéndum de reforma
constitucional sobre ese punto solamente, por el riesgo de que la consulta
pueda convertirse en un plebiscito sobre la propia institución, es decir, en una
consulta sobre monarquía sí, monarquía no. Algo de lo que no quieren ni oír
hablar en La Zarzuela, donde, por tanto, descartan absolutamente la
convocatoria de un referéndum solo sobre la modificación del artículo 57.1
de la Carta Magna.
Tratándose del Título II de la Constitución, una reforma requiere que se
tramite por el procedimiento agravado, es decir: que la aprueben el Congreso
y el Senado por mayoría de dos tercios, se proceda a la disolución de las
Cortes, se celebren elecciones generales, que obtenga también el visto bueno
del nuevo Parlamento, y finalmente se someta a referéndum. Un
procedimiento altamente complicado, y que por supuesto exige el acuerdo de
los dos grandes partidos.
La mejor opción para la Casa es que un día se celebre un referéndum en
el que se incluyan varios puntos de reforma constitucional, y entre ellos,
como uno más, la eliminación de la prevalencia del varón sobre la mujer. Así
se evitaría el riesgo de que pudiera enfocarse como una consulta sobre la
forma de Estado. Según algunos expertos, además de modificar el artículo
57.1, sería conveniente incluir una disposición transitoria que aclarara que la
reforma no tendría carácter retroactivo, y por tanto no afectaría a los derechos
dinásticos del príncipe Felipe, ya proclamado sucesor.
Miguel Roca, uno de los padres de la Constitución, opina por su parte
que la sucesión a la corona puede cambiarse por ley orgánica, a consulta de la
propia Casa Real. Argumenta que el artículo 57 de la Carta Magna dice en su
parágrafo quinto: «Las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o
de derecho que ocurra en el orden de sucesión a la corona se resolverán por
una ley orgánica». Roca explica: «Hay una duda, que es la siguiente: si hay
un artículo de la Constitución que prohíbe la discriminación por razón de
sexo y otro que discrimina a la mujer en la sucesión a la corona, hay una
contradicción en la propia Constitución. Pues, si se consulta, la ley lo
resuelve».432

«Nacida para ser reina»

Desde el 18 de octubre, día de la falsa alarma, Letizia llevó una vida de


reposo, «aunque trabajando desde casa», según La Zarzuela. En la tarde del
día 30, domingo, tres semanas antes de lo previsto, comenzó a sentirse mal.
Aguantó toda la tarde con contracciones, hasta que, por prescripción médica,
acudió al Ruber acompañada por Felipe, que conducía un monovolumen con
cristales tintados. Eran las ocho menos diez de la tarde. Pasadas los ocho, La
Zarzuela avisó del ingreso a los periodistas acreditados, mediante un SMS:
«La princesa de Asturias se encuentra internada en la clínica Ruber
Internacional por recomendación médica».
Ocuparon dos habitaciones y la sala de juntas frente al área de
Obstetricia. Ingresada en la habitación número 10, Letizia fue monitorizada
nada más llegar. Comenzaron los preparativos del parto, con asistencia del
doctor Recasens y del pediatra neonatólogo Fernando del Mar.
El Ruber Internacional, considerado uno de los mejores centros privados
del país, se había visto sometido a reformas a lo largo del año. Además de
construir un nuevo edificio donde se habilitaron sesenta habitaciones, algunas
plantas fueron reformadas y se dotó a Maternidad de un quirófano y un
paritorio más. Ginecología tenía veinte habitaciones. En el hospital había
entonces ocho quirófanos y tres paritorios, equipados con el más moderno
instrumental, uno de los cuales se convertía en quirófano en caso de cesárea.
El sillón de partos, anatómico, se transformaba en mesa de operaciones.
Las habitaciones son amplias estancias, pintadas en tono crema y con
cama anatómica con motor. Mobiliario funcional, con una mesa-libro,
sillones de cuero marrón claro y, separado por una mampara, un sillón que se
convierte en cama para el acompañante, con una mesilla y una lámpara. Tiene
televisión y teléfono con número personalizado, además de una cuna
transportable con ruedas. En todas hay toma de oxígeno, aunque a la menor
complicación se traslada al bebé a la Unidad de Neonatos, en la misma
planta, donde siempre hay dos enfermeras y un neonatólogo.
Además de incubadoras, cuenta con un equipo completo de reanimación
fetal, aspiradores e instrumentos para una intubación urgente. Tras el parto, si
el bebé está bien, pasa al nido hasta que la madre se halle en condiciones de
tenerlo, aunque lo suelen devolver al nido para dejarla descansar.
Días antes del ingreso de Letizia, se aplicó un plan especial de seguridad
preventiva. Agentes de policía recorrieron el perímetro con perros y
supervisaron las alcantarillas de la zona.
Como ginecólogo, Recasens rompe la norma entre sus colegas porque
solo suma una media del 22 por 100 de partos con cesárea: siempre que
puede, se decanta por el parto natural. Según se informó entonces, a Letizia
se le administraría anestesia epidural, aunque habría un anestesista de guardia
(el jefe, el doctor Marcos Taboada), y además de la comadrona de guardia
estaría la del equipo de Recasens. Si Felipe deseaba asistir al parto, por
asepsia tendría que vestir el pijama quirúrgico verde, con calzas, gorro y
guantes. Tras el parto, Letizia pasaría unas horas en la sala de despertar, una
especie de unidad de reanimación para controlarla mejor, hasta que pasaran
los efectos de la anestesia, y luego la llevarían a su habitación en la planta de
obstetricia.
Los informadores fueron concentrándose en las inmediaciones del
hospital, hasta llegar a medio centenar de fotógrafos y veinte cámaras de
televisión. Pasadas las diez y media de la noche, personal del hospital les
ofreció bocadillos y bebidas. A la una de la madrugada, otro mensaje SMS
precisaba que Letizia había sido ingresada «para dar a luz». Y a las dos
treinta y cinco, el SMS definitivo: «Prensa Zarzuela: la princesa de Asturias
acaba de dar a luz a una niña». El anuncio de que había venido al mundo una
niña llenó de sorpresa al país, porque casi todos apostaban por un varón.
Leonor de Borbón y Ortiz nació a la 01.46 horas del 31 de octubre de
2005, un año y medio después de la boda de sus padres, y en una noche de
lluvia tan intensa como la que les acompañó el día que se casaron. La cesárea
duró unos cinco minutos y, tras cortar el doctor Recasens el cordón umbilical,
el pediatra especialista en neonatos tomó al bebé las huellas dactilares, le hizo
un primer reconocimiento, y a continuación entregó la niña a Felipe, que
durante unos instantes la tomó en brazos por primera vez. Al mismo tiempo,
a Letizia le practicaron las suturas de la cesárea. La niña fue depositada en un
nido, en la habitación contigua a la de su madre. Felipe llamó a continuación
al rey para darle la noticia del nacimiento, así como de que era una niña.
«Nacida para ser reina». Así llamó una revista, años después, a la hija
primogénita de los príncipes.433 Séptimo nieto de los reyes, ocupa el segundo
lugar en la línea de sucesión y está llamada a ser la cuarta reina de España.
Ahora infanta de España, tiene tratamiento de alteza real. Así lo marca el
Real Decreto 1.368/1987 sobre régimen de títulos, tratamientos y honores de
la familia real y de los regentes:

Los hijos del rey que no tengan la condición de príncipe o princesa de Asturias y los hijos de este
príncipe o princesa serán infantes de España y recibirán el tratamiento de Alteza Real.

«Pero bueno, ¿qué ha sido?»

El parte médico facilitado por el hospital decía:

SAR la princesa, embarazada de 37 semanas, ingresó por trabajo de parto. A la 01.25 horas se
hace una cesárea por no progresión del parto, que no presenta complicaciones, encontrándose
tanto la princesa como su hija en perfecto estado de salud. La niña ha pesado 3,540 kilos y ha
medido 47 centímetros.

Y este fue el comunicado de la Casa del Rey:

Sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias tienen la gran satisfacción de anunciar que hoy ha
nacido en Madrid su primera hija.
La recién nacida recibirá el nombre de Leonor, y le corresponde la dignidad de Infanta de
España.
Sus Majestades los Reyes desean con este motivo expresar su gran alegría ante este feliz
acontecimiento.
Palacio de La Zarzuela, 31 de octubre de 2005.

La Zarzuela procedió inmediatamente a registrar los principales


dominios en Internet relacionados con el nombre de la recién nacida:
reinaleonor, leonorreina, princesaleonor, infantaleonor y leonordeborbon en
todas sus extensiones (com, net, biz, org, info), aunque no leonor.es, por
encontrarse ya registrado por una cantante folclórica y una tienda de material
escolar.
Como muestra de agradecimiento, Felipe y Letizia enviaron tres centros
de flores a tres templos madrileños: la Catedral de la Almudena, la Basílica
de la Virgen de Atocha y la iglesia sacramental de San Isidro, anterior
catedral de Madrid.
Cuatro horas y media después del alumbramiento, hacia las seis de la
mañana, Felipe compareció ante los periodistas, en la carpa habilitada en el
exterior del hospital, acompañado del doctor Recasens y el resto del equipo
médico. Apenas lograba expresar «lo que significa para un padre ver a su hija
por primera vez y ver la cara de la madre durante el proceso. Quisiera deciros
que es lo más bonito que le puede pasar a alguien en la vida y nosotros, la
princesa y yo, estamos radiantes y felices con el nacimiento de Leonor… Ha
sido una niña grande, parece que fuerte».
Narró que Letizia, a pesar de tratarse de una cesárea, estuvo al tanto de
todo. «Tenía interés en saber con detalle todo lo que ocurría. Yo estaba a su
lado haciéndole la descripción más precisa de lo que veía, teniendo en cuenta
mi poca capacidad técnica en la materia. Ver nacer a una hija es algo
excepcional». Destacó también «lo importante que es este nacimiento desde
el punto de vista institucional y resaltar lo felices que nos sentimos la
princesa y yo y toda la familia».
Se preguntó al príncipe si había nacido una reina, y contestó haciendo
alusión a la vez a la cuestión de la prevalencia del varón: «De momento, ha
nacido una infanta, pero la lógica de los tiempos deduce que, si se produce la
reforma plasmando el sentido general de los españoles, así será». En cuanto a
qué había sentido al saber que era una niña, explicó: «Al principio, al ser
cesárea estaba pendiente de cómo estaba la princesa y, sobre todo, teniendo
en cuenta que se produjo de una manera rápida. Cuando la sacaron ni me fijé,
y cuando habían retirado el bebé les dije: “Pero bueno, ¿qué ha sido?”, y me
lo confirmaron». Sobre a quién se parecía, respondió: «A primera vista tiene
rasgos de los dos, no sabría decir».
Felipe se dirigió a la prensa con un «brindamos con toda ilusión pero sin
nada». Porque, sorprendentemente, nadie se había acordado del cava.

Leonor, un nombre con vínculos históricos

Parecía claro que, si nacía un varón, el primer hijo de los príncipes se


llamaría Pelayo. No obstante, algunas publicaciones preguntaron a sus
lectores qué nombres les gustarían para la criatura. En una de ellas, tras
responder que les daba igual que viniera niño o niña, los nombres más
votados fueron: Pelayo si era niño, Sofía, si se trataba de una niña. En este
segundo supuesto sugirieron otros nombres, como Covadonga María, María
de las Mercedes, Letizia y Cristina. En el caso de Sofía, los argumentos se
resumían así: sería un homenaje a la reina, es un nombre griego que significa
sabiduría…434
Nadie acertó, ni por aproximación, con el nombre que los príncipes
decidieron poner a su primera hija: Leonor. Preguntado sobre el porqué,
Felipe respondió: «Es un nombre con vínculos históricos y también nos
gustaba. Habíamos barajado muchos, tanto si era niño o niña, e incluso
dudamos hasta el último momento». Letizia explicará, a la salida del hospital,
que, de la lista que le había presentado el príncipe, era el que más le gustaba.
«Y a la vez es un nombre que a él le había gustado siempre. Por eso se lo
hemos puesto».
Leonor es nombre de reinas de España, Francia y Portugal. En España lo
llevaron cinco reinas de Aragón, dos de Castilla y dos del Reino de Navarra.
Procede del griego Hellinor, que significa «aquella que tiene compasión por
el prójimo». Otros apuntaron que derivaba de Eleonor que, según algunos
arabistas, significa «Dios es mi luz», y que se usó con bastante frecuencia en
Castilla en la Edad Media. La más conocida fue la archiduquesa Leonor de
Austria, hija de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, que casó primero con
Manuel de Portugal y después con Francisco I de Francia. A la muerte de
este, decidió seguir a su hermano Carlos V al retiro del monasterio de Yuste y
falleció en Talavera de la Reina en 1558.
Pero, más significativo aún, Leonor es también el nombre de un
personaje de El doncel don Enrique el Doliente, el libro de Larra que Letizia
regaló a Felipe con motivo de su compromiso. Para celebrar su onomástica
existen dos días en el calendario: el 22 de febrero (Santa Leonor de Provenza)
y el 1 de julio (Santa Leonor Mártir).
Leonor de Borbón y Ortiz figura en el Registro Civil de la Familia Real
en el asiento número 21435 y se le ha adjudicado el Documento Nacional de
Identidad número 22. Los miembros de la familia real tienen reservados los
números del DNI que van del 10 al 50, correspondiendo el primero a don
Juan Carlos, el 11 a doña Sofía, el 12 a la infanta Elena, el 13 no se ha
adjudicado, el 14 corresponde a Cristina, el 15 al príncipe Felipe, y los
siguientes a los dos hijos de Elena y a los cuatro de Cristina.

Los primeros juguetes y las primeras fotografías

Al día siguiente del nacimiento, los reyes acudieron al hospital. A la salida,


departieron unos minutos con los periodistas. Doña Sofía explicó: «Es gordita
y redonda. Tiene el pelo castaño y es llorona». En cuanto a parecidos, afirmó:
«Es una mezcla de todos». Sobre el sexo de la criatura, comentaron: «No nos
lo dijeron, como tampoco el nombre; lo tenían bien guardado, pero nos
parece precioso». Añadieron que la madre había empezado ya a amamantar a
la pequeña. Además de los miembros de la familia real, en esas primeras
horas pasaron por el Ruber el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero,
con su esposa; el líder de la oposición, Mariano Rajoy; la presidenta
madrileña Esperanza Aguirre…
Al centro médico empezaron a llegar los primeros regalos para la recién
nacida: un sonajero de plata, una muñeca de trapo, ositos de peluche, un
jamón y hasta un perrito chihuahua, además de cientos de ramos de flores. El
Real Madrid envió una canastilla con muñecas y una equipación
personalizada: camiseta y pantalón con el nombre de Leonor en el dorsal,
mientras el Sevilla Fútbol Club la había hecho ya socia de honor.
Otros obsequios: una medalla de oro de la Virgen de los Desamparados,
libros de cuentos, una cesta de frutas, una serie completa de la lotería del
número 31.105 (su fecha de nacimiento, que además obtuvo el reintegro
porque el gordo cayó en el 20.085), un moisés de mimbre… La localidad
asturiana de Ribadesella, muy vinculada a Letizia, celebró el acontecimiento
con un gran espectáculo de fuegos artificiales.
Una semana después del nacimiento, el 7 de noviembre, lunes, a las
doce y diez del mediodía, Leonor fue presentada oficialmente, en brazos de
su madre, cuando abandonaban la clínica Ruber. Protagonizó así el primer
reportaje de su vida. Miles de flashes y decenas de cámaras de televisión en
directo recibieron la salida, para recoger por vez primera su rostro. Aunque la
primera imagen la había tomado su abuela, la reina Sofía, con el teléfono
móvil, para mostrarla a las visitas que pasaron por el centro.
Los padres, a los que se veía felices y con gestos de gran complicidad,
caminaron medio centenar de pasos hasta el lugar donde se concentraban los
más de trescientos periodistas. «¿La veis bien?», preguntó Felipe, mientras
Letizia giraba un poco la cara de su hija para que pudiera ser captada mejor.
A preguntas de los informadores, contaron que la pequeña era rubia, tenía la
cara redonda y se portaba bien: «Es tranquila, muy tranquila», aseguró su
madre, que también comentó: «Es preciosa». Por su parte, Felipe añadió:
«Come muy bien y duerme todo el rato, todo el tiempo que tiene que dormir.
Los ojos, de momento, parecen azules, pero ya se sabe que pueden cambiar».
Letizia comentó que le daba igual que fuera niño o niña: «Como no
sabía lo que era, estoy encantada». Se refirió a la cesárea: «Es, lógicamente,
molesta, pero… bien, estoy bien». Confesó: «Lloré cuando vi a mi hija por
primera vez. La maternidad es algo que no se puede explicar; no se puede
describir la emoción de ser madre: hay que vivir y sentir». Y remachó:
«Estamos fenomenalmente las dos».
Sobre su actividad futura, Letizia adelantó que sus planes inmediatos
dependían de la niña. «Toda la prioridad la tiene ahora ella. Como estoy con
la lactancia materna, iremos viendo cuándo me incorporo al trabajo. Lo haré
poco a poco». Y respecto a cuánta descendencia pensaban tener, respondió
que, tal como afirmaron el día de la petición de mano, «más de dos hijos y
menos de cinco». Con zapatos de medio tacón, vestía pantalón de Felipe
Varela y un abrigo de tweed en tonos beis claro, el mismo color
prácticamente de la toquilla que envolvía a Leonor, que permaneció todo el
tiempo durmiendo. La madre, visiblemente orgullosa, mostró también a su
hija a las decenas de personas que se habían congregado para conocer a la
nueva infanta de España.
Al llegar a su residencia se tomaron las primeras fotografías oficiales,
las que quedarán en el álbum de La Zarzuela, de Leonor con los reyes, con
sus padres, con los abuelos maternos…
Felipe no se acogió a la baja por paternidad, y a los dos días del
nacimiento volvió a la actividad oficial. Comentó entonces que aún no había
cambiado ningún pañal, y que se manejaba «bien, pero con mucho tiento».
«Dormimos poquito; lo normal, supongo, cuando se tiene un hijo»,
reconoció.

Un embarazo natural

El 8 de mayo de 2005, día del anuncio del embarazo de Letizia, la agencia


Efe distribuyó un teletipo diciendo que, según portavoces de La Zarzuela, «el
embarazo de la princesa de Asturias se ha producido por medios naturales,
sin ningún método de reproducción asistida». Descartaba igualmente que los
príncipes esperaran gemelos. La referencia a un embarazo natural no figuró
en el comunicado de la Casa del Rey.
Algún medio afirmó que tal alusión había irritado en La Zarzuela.
Sostenía que «fuentes de la Casa Real» lo habían considerado algo
«delirante» y negaban que hubieran facilitado ese dato: «Jamás se nos
hubiera pasado por la cabeza». La puntualización del embarazo natural era
innecesaria, concluían.436 Ese mismo medio añadía, por su parte: «La
información salió de La Zarzuela y fue facilitada por un buen/a amigo/a —
evitaremos dar más pistas para no dejar huellas sobre su origen y naturaleza
— del presidente de la agencia, Álex Grijelmo. Y este ordenó tirarse a la
piscina». Lo que en realidad se insinuaba era que Grijelmo había recibido la
información directamente de Letizia, de la que, en efecto, era y es amigo (fue
testigo de la novia en la boda).
En cualquier caso, la noticia de Efe tenía que ver con que habían
circulado rumores y comentarios de todo tipo sobre una supuesta infertilidad
de Letizia y sobre visitas al Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI),
consultas al catedrático de Ginecología de la Universidad de Valencia
Fernando Bonilla, incluso sobre un presunto recurso al Instituto Dexeus de
Barcelona. Se habló de embriones, de fertilización artificial… Los
comentarios llegaban al oído de Letizia. La expresa y deliberada referencia a
un embarazo natural pretendía desmentir todo eso.
Otros ámbitos llegaron a sostener que, con la ocultación durante el
embarazo de cuál sería el sexo de la criatura, se pretendía tapar que hubo
manipulación genética para lograr que el primer hijo y heredero fuera un
varón.437 En la misma dirección, Leandro de Borbón apuntó incluso que la
criatura había sido concebida por inseminación y que por eso sería niño.438 El
hecho de que hubiera nacido una niña descalificó absolutamente tal
especulación, pero a posteriori.
Aquellos días, el manejo de bulos en relación con el embarazo y el
nacimiento de Leonor resultó bastante prolijo. No faltaron quienes
sostuvieron que, mientras daba a luz, Letizia sufrió un paro cardiaco y hubo
que proceder a una reanimación de urgencia.

Conservadas las células madre

Lo que sí se confirmó es que, minutos después del nacimiento, un ginecólogo


de la clínica Ruber extrajo del cordón umbilical de la recién nacida una
muestra de sangre que, tras ser etiquetada y precintada, fue enviada por
mensajería aérea urgente hasta las instalaciones del Cord Blood Registry
(CBR), en Arizona (Estados Unidos), uno de los bancos privados de células
de cordón umbilical más importantes del mundo. Conserva dieciocho mil
muestras biológicas de niños de más de sesenta países. En España no existen
centros privados de ese tipo. Hay seis públicos, que recogen muestras de
donantes voluntarios, que sin embargo no pueden utilizarse a voluntad.
Fue el equipo médico del Ruber el que propuso que se guardaran las
células madre, una práctica habitual en el centro sanitario y que Felipe y
Letizia aceptaron. En la actualidad, la muestra se mantiene congelada a 196
grados bajo cero, por un mínimo de quince años, con unos costes iniciales de
unos 1.500 euros y un pago anual de otros 100. A partir de esas células es
posible generar los componentes principales de la sangre humana, la médula
ósea y el sistema inmunológico, por lo que pueden usarse para tratar
enfermedades como la leucemia, el linfoma y ciertos tumores infantiles.
Leonor presentó en los primeros meses una señal rojiza en la aleta
izquierda de la nariz, visible en las fotografías que, según explicaron entonces
los médicos, desaparecería con el paso del tiempo, como así ha sucedido.

Su habitación

Nada más llegar a casa, la infanta Leonor fue ubicada en una habitación de la
segunda planta, la más próxima al dormitorio de sus padres, un cuarto alegre,
pintado en tonos azules, con vistas al monte de El Pardo. Felipe y Letizia
habían decidido no decorarlo con recuerdos y objetos de familia, por muy
sentimentales que pudieran resultar para ambos, sino que su hija creciera en
una habitación alegre y acorde con los tiempos.
Las dependencias de la residencia estaban ese día repletas de orquídeas,
la flor favorita de Letizia, que se habían recibido con tarjetas de felicitación.
Siguieron llegando regalos, entre ellos una canastilla realizada por las
internas del centro penitenciario de Alcalá de Guadaira (Sevilla), que además
bordaron la inicial de Leonor en diversas prendas.
Desde el principio, Letizia dio el pecho a su hija, y siguiendo las pautas
del pediatra, según las cuales no se debía interrumpir el sueño del bebé para
alimentarle cada tres o cuatro horas, sino que había que dejarle dormir y darle
la comida cuando lo reclamara.
Apenas un mes después, el 7 de diciembre, Felipe y Letizia fueron
fotografiados con su hija cuando acudieron a un centro comercial de
Alcobendas para realizar compras de Navidad. Era la primera imagen de la
pequeña desde la presentación a los medios. Se vio a Leonor en brazos de su
padre mientras Letizia empujaba el cochecito. La pequeña dormía
plácidamente, se despertó, empezó a protestar y fue entonces cuando su padre
la tomó en los brazos, mostrando además que se daba buena maña.
Tal como se publicó entonces, no era la primera vez que visitaban ese
centro comercial, pero en esta ocasión lo hacían con la hija recién nacida, «de
la que intentan separarse lo menos posible».439 Se apreciaban ya algunos
cambios en el físico de la niña: se asemejaba más a su padre que a su madre,
y el pelo, que inicialmente parecía castaño, era más rubio.
Dedicada prioritariamente a criar a su hija, Letizia suspendió toda
actividad oficial. Tan solo acudió a un acto: la recepción el 23 de noviembre,
en el Palacio Real, con motivo del treinta aniversario de la llegada de don
Juan Carlos al trono, a la que acudió la familia real en pleno. Era la primera
vez que se separaba de la pequeña, aunque no se quedó hasta el final sino
que, tras el besamanos y permanecer unos minutos en el Salón de Columnas,
regresó a La Zarzuela. En ese rato, no pocos de los doscientos invitados
aprovecharon para felicitarla por su maternidad. A Letizia se la vio muy
recuperada.

Bautizo de infanta

A los dos meses y quince días de venir al mundo, el 14 de enero de 2006,


sábado, Leonor fue bautizada en el Palacio de La Zarzuela, y los padrinos
fueron el rey y la reina. Cuando nació, se pensó que, como heredera, tal vez
se volvería a la vieja tradición de celebrar el bautizo en la capilla del Palacio
Real. No faltó incluso quien, como el presidente asturiano, Vicente Álvarez
Areces, sugiriera que se desarrollara en Covadonga.440 Sin embargo, el 6 de
diciembre la Casa del Rey anunció que, siguiendo la nueva costumbre
familiar, se celebraría en La Zarzuela: en el vestíbulo de la zona privada de
palacio, donde también fueron bautizados Felipe, las infantas Elena y Cristina
y los otros seis nietos de los reyes. Sería el décimo bautismo que se celebraba
a lo largo de cuarenta y dos años.
A las doce y media de la mañana, la familia real y la familia de la
princesa posaron para los medios en el Salón de Audiencias, momento en que
se pudo ver por vez primera a la infanta Leonor, en brazos de su madre, con
el traje de cristianar, una prenda de puntillas, encaje con guirnaldas bordado a
mano, en tela de hilo color beis, de la que se desconoce su origen aunque se
cree que sus artífices fueron unas monjas italianas. Es el mismo que en su día
estrenó don Juan Carlos cuando fue bautizado en Roma, en la capilla de los
caballeros de la Orden de Malta, por el cardenal Pacelli, futuro Pío XII; e
igualmente los tres hijos de los reyes y los nietos. En aquel 1938, la condesa
de Barcelona lo guardó en un paño de terciopelo en espera de tiempos
mejores. Unos tiempos que ya habían llegado en España.
A lo largo de la sesión de fotos, resultaron evidentes los gestos cariñosos
de la reina con su nieta, junto con la sonrisa feliz de Letizia, que lucía un
abrigo-vestido en lana cardada, en tono tostado, con cintas de seda color
crudo y zapatos de salón en raso tono champán. En la mano derecha, junto a
la alianza de matrimonio, la sortija de ópalo negro que Felipe le regaló con
motivo de su treinta y un cumpleaños. Leonor permaneció dormida durante
todo el acto, que se inició con quince minutos de retraso por su culpa, porque
le tocaba comer y eso era la prioridad para su madre. Doña Sofía declaró
derogadas aquellas palabras suyas iniciales de que era llorona: «Hoy tengo
que decir que es una niña muy tranquila, muy guapa y muy buena».
Los reyes, los príncipes y su hija fueron cumplimentados por el
presidente del Gobierno y su esposa, Sonsoles Espinosa, y por las altas
representaciones del Estado, además del ministro de Justicia, que iba a actuar
como notario mayor del reino. Asistían el decano de la Diputación
Permanente de la Grandeza, conde de Elda, y la directora general de
Registros y Notariado, Pilar Blanco-Morales. Igualmente saludaron los
integrantes del equipo médico que atendió a la princesa durante el embarazo,
con el doctor Recasens en primer lugar.

La pila de Santo Domingo

Procedente del Convento de las Madres Dominicas, en la calle Claudio


Coello 112, desde unos días antes se encontraba ya en el vestíbulo la pila para
el bautismo, utilizada treinta y ocho años antes precisamente para bautizar al
príncipe Felipe. Es una pieza reservada a príncipes e infantes.441
Se trata de una pila grande, románica, de piedra caliza blanca revestida
de plata, con adornos dorados, algunos de oro, que ostenta las armas reales y
escudos de la orden de los dominicos. Se remonta a 1170, y en ella fue
bautizado Santo Domingo de Guzmán en Caleruega (Burgos). Está
íntimamente unida a la historia de la familia real desde que, en 1605 y por
orden de Felipe III, recibiera en ella las aguas bautismales el futuro Felipe IV,
en Valladolid. Desde entonces, en ella han sido bautizados todos los reyes de
España salvo Felipe V (lo fue en Versalles), Carlos IV (en Nápoles) y Juan
Carlos I (en Roma), y prácticamente todos sus hijos. Por privilegio especial,
en 1927 fue trasladada al Palacio Real para el bautizo de Cayetana Fitz-James
Stuart, actual duquesa de Alba, que estuvo apadrinada por los reyes Alfonso
XIII y Victoria Eugenia.
En el vestíbulo se había colocado una imagen de la Virgen procedente
de la ermita de La Zarzuela, así como un gran crucifijo. Allí se hallaba
también el Coro de las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús, de
Galapagar, que habían preparado para la ocasión la Misa Sinodal, con temas
de Francisco Palazón.
Asistían invitados de las dos familias. Las hermanas de don Juan Carlos
con sus hijos, junto con la infanta Alicia de Borbón, el infante Carlos de
Borbón dos Sicilias y su esposa, los reyes de Grecia y sus hijos, además de la
princesa Irene y Tatiana Radziwill y John Fruchaud. Por parte de Letizia, sus
abuelos, padres y hermanas, y su tía paterna Henar Ortiz Álvarez.
Completaban la lista Claudia González Ortiz, Tomás Caparrós de Aguilar y
Marisol Álvarez del Valle, Carmen Ortiz Velasco, David Rocasolano
Lláser442 y Patricia Reina Martínez.
A la una menos cuarto del mediodía, el oficiante, cardenal Rouco
Varela, arzobispo de Madrid, que ha bautizado a todos los nietos de los reyes,
inició la ceremonia, acompañado del arzobispo castrense, Francisco Pérez
González, y del nuncio en España, Manuel Monteiro, el arzobispo emérito
José Manuel Estepa, y el obispo auxiliar de Madrid Fidel Herráez, con los
maestros de ceremonias Serafín Sedano y Andrés Pardo. Felipe se encargó de
la primera lectura, tomada del Libro de Ezequiel.
Antes de proceder al bautizo, se produjo este diálogo del cardenal
Rouco, primero con los padres, y al final con los padrinos, el rey y la reina:

—¿Qué nombre habéis elegido para esta niña?


—Leonor.
—¿Qué pedís a la Iglesia para vuestra hija?
—El bautismo.
—Al pedir el bautismo para vuestra hija, ¿sabéis que os obligáis a educarla en la fe para que
esta niña, guardando los Mandamientos, ame al Señor y al prójimo como Cristo enseña en los
Evangelios?
—Lo sabemos.
—Y vosotros, padrinos, ¿estáis dispuestos a ayudar a estos padres en esa tarea?
—Sí, estamos dispuestos.

A continuación, Rouco, dirigiéndose por primera vez a la niña, le dijo:


«Leonor, la comunidad cristiana te recibe con alegría. Y yo, en su nombre, te
signo con la señal de Cristo Salvador». Tras hacerle la señal de la cruz en la
frente, continuó: «Y vosotros, padres y padrinos, haced también sobre ella la
señal de la cruz». A continuación, ungió el pecho de la infanta con el óleo de
los catecúmenos, invitó a padres y padrinos a acercarse con la niña a la pila
bautismal, y formuló una última pregunta a los padres: «¿Queréis que vuestra
hija sea bautizada en la fe de la Iglesia que juntos acabamos de profesar?».
Felipe y Letizia respondieron: «Sí, queremos».
Victoria Federica, hija de la infanta Elena, y los tres hijos mayores de
los duques de Palma, se arremolinaron en torno a la pila durante la
ceremonia, con cierto alboroto, lo que provocó que la reina, poniéndose el
dedo en los labios, les indicara que guardaran silencio. La infanta Elena captó
algunas imágenes con una pequeña cámara fotográfica.
Tomando una gran concha dorada, el cardenal derramó el agua sobre la
cabeza de Leonor, mientras decía: «Yo te bautizo en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo». Era agua traída del río Jordán, como ya se hizo,
recuperando la tradición de la monarquía, con las infantas y el príncipe
Felipe. Había sido recogida por el franciscano español Ovidio Dueñas, en una
zona próxima a Jericó, donde la tradición dice que fue bautizado Jesús, y
entregada el 17 de octubre al cónsul general de España en Jerusalén y
Territorios Palestinos. Antes de utilizarla, fue hervida y filtrada para evitar
cualquier rastro de limo. La pequeña Leonor no lloró.
Tras el bautizo propiamente dicho, se oficiaron los tres ritos restantes:
unción con el crisma, la vestidura blanca y el cirio, que se entrega mientras se
dice a los padres y padrinos: «Se os confía acrecentar la fe para que vuestros
hijos, iluminados por Cristo, caminen siempre como hijos de la luz». Al final,
ante la imagen de la Virgen, se entonó el canto «María, mírame».

«Habrá más, alguno más»

Felipe y Letizia departieron unos minutos con los periodistas allí presentes.
Se produjo un leve malentendido cuando uno preguntó a Felipe: «¿Leonor
nada más?». Creyendo que le planteaban si iban a tener más hijos, el príncipe
respondió: «Habrá más, alguno más».
Cuando se aclaró que la cuestión era si la niña iba a llevar algún otro
nombre más, Felipe explicó: «No, Leonor. Bueno, Leonor… de Todos los
Santos, como es costumbre en la familia». Letizia le daba la mano, mientras
en el otro brazo sostenía a Leonor, ante lo cual Felipe exclamó en broma:
«Está haciendo levantamiento de pesas… para coger fuerzas».
Con el nombre de su primera hija, lo mismo que después ocurrirá con la
segunda, Sofía, Felipe y Letizia han roto la tradición de la dinastía de
imponer varios nombres. De esa forma, se han ajustado a la legalidad
española, puesto que el artículo 192 del Reglamento del Registro Civil
establece que «no se podrá imponer más de dos nombres simples, que se
unirán por un guión, o de uno compuesto». De hecho, con ocasión del bautizo
del primer nieto de don Juan Carlos, hijo de los duques de Lugo, se escuchó
alguna voz afirmando que los nombres impuestos entonces, Felipe, Juan,
Froilán de Todos los Santos, iban contra la legalidad.443
El bautizo de Leonor planteó la conveniencia de abrir un nuevo libro de
bautismo de la familia real, donde anotar las partidas de bautismo y la
documentación eclesiástica regia. Hasta ese momento, tales documentos se
custodiaban en la iglesia del cuartel de la Guardia Real ubicado en El Pardo,
y lo que se buscaba, aparte de crear un documento específico que contuviera
las partidas de bautismo regias, era que dicho libro se trasladara a la sede del
Arzobispado Castrense, en la calle del Nuncio, en Madrid. Según Pablo
Panadero, secretario general del Arzobispado Castrense, se trataba de que,
«además de la partida de bautismo de la infanta Leonor, una copia de los
documentos de la familia real guardados en el cuartel de la Guardia Real
pasen al nuevo libro de bautismo».444

Letizia abandona la baja

En febrero, Letizia volvió a la actividad oficial, sin agotar el periodo de baja


de cuatro meses que tienen los padres en caso de nacimiento de un hijo.
Acompañó a Felipe en un viaje a Bulgaria, primer desplazamiento al
extranjero tras el nacimiento de Leonor. Desde allí, realizó varias llamadas a
su casa para interesarse por su hija, en las que pidió que acercaran a la
pequeña al teléfono para que pudiera oír su voz.445
Fue una visita casi relámpago, una estancia de poco más de veinticuatro
horas para inaugurar el Instituto Cervantes de Sofía, en el que además Letizia
departió con el escritor mejicano Sergio Pitol, Premio Cervantes 2005, que
daba nombre a la biblioteca de la institución, y escuchó un fragmento de su
obra, que el propio autor leyó ante los príncipes. Tras el acto, ofrenda al aire
libre ante el monumento al soldado desconocido, con las calles cubiertas de
nieve y temperaturas muy bajas, que por la noche habían alcanzado los 15
grados bajo cero. Felipe y Letizia visitaron al rey Simeón y su esposa,
Margarita, en su residencia, para un desayuno privado.
Al mes siguiente, presidieron la entrega de los premios de literatura
infantil Barco de Vapor y Gran Angular. Felipe habló allí de la futura
educación de Leonor: «Nuestra reciente condición de padres ha motivado
nuestra presencia en estos premios. Es oportuno y necesario que prestemos
atención a este mundo en el que nosotros pronto nos adentraremos para
conducir, con esmero, a nuestra hija, como ya hicieran nuestros padres con
nosotros hace unos años». Calificó la literatura infantil de «tesoro universal».
El dúo Gomaespuma, que presentó la gala, lanzó, entre otras, la siguiente
broma: «Estos premios tienen que acabar antes de las once, ya que a esa hora
se va la niñera de Leonor y Jaime de Marichalar se queda con la niña».

Ante la Virgen de Atocha

La pequeña Leonor volvió a ser vista con solo dos meses, de nuevo en brazos
de su padre, durante una estancia navideña de Felipe y Letizia en La Mareta
(Lanzarote), y después en Semana Santa, en Palma de Mallorca, con motivo
de la misa del domingo de Pascua de Resurrección, en el que se volvió a
cumplir la tradición de que la familia real acudiera a la catedral para asistir a
misa y al salir se fotografiaran todos ante la fachada del templo. Leonor
aparecía por primera vez en ese grupo.
Siete meses después del nacimiento, el 7 de junio de 2006, siguiendo la
tradición real, Leonor fue presentada a la Virgen de Atocha, la misma ante la
cual Letizia depositó su ramo de recién casada el 22 de mayo de 2004. Se
trata de una magnífica talla bizantina, que desde 1643 guarda una especial
relación con los reyes de España tras ser proclamada por Felipe IV protectora
de la familia real y de la monarquía española. Desde 1852, siguiendo la
tradición iniciada por Isabel II, ante ella fueron presentados los herederos y
los hijos de los monarcas después de nacer. Una práctica que recuperaron don
Juan Carlos y doña Sofía cuando llegaron al trono, con sus hijas Elena y
Cristina y con Felipe.446
La ceremonia fue protagonizada por el cardenal-arzobispo de Madrid,
Antonio María Rouco, que dirigió las oraciones y pronunció unas palabras.
Ante la imagen de la Virgen, el príncipe alzó en brazos a su hija, vestida con
un sencillo faldón blanco adornado con lazos, y con la cabeza descubierta, sin
ningún tipo de gorrito. La pequeña, que aparecía fuerte y sana, movió los
brazos pero se mantuvo atenta a todo. «Despierta y muy espabilada», así
describieron entonces los medios a Leonor.447
El acto duró quince minutos y, al terminar, Letizia posó con su hija en la
puerta de la basílica. Se habían concentrado no pocos madrileños y se
escucharon vivas a la pequeña Leonor. En verano se la volvió a ver en
Mallorca, donde su padres pasaron unos días de descanso, a bordo de una
motora con su madre y la abuela. Entonces recibió su bautismo de mar.

Embarazada por segunda vez

El 25 de septiembre de 2006, cuando la pequeña tenía solo diez meses, la


Casa del Rey anunció el segundo embarazo de Letizia, precisando que el
nacimiento se esperaba para el mes de mayo. La noticia llegó con cierta
sorpresa porque Leonor nació tras serle practicada una cesárea a su madre, y
todo parecía indicar que la princesa esperaría un año para quedarse
embarazada de nuevo.
Tampoco se reveló el sexo de la criatura. Durante tres semanas, una
revista realizó en su página web una encuesta preguntando a los internautas
sus preferencias sobre el futuro hijo de los príncipes. De los más de 20.000
participantes, una mayoría corta, 10.646, contestaron que les gustaría que
fuera niño, frente a los 9.354 que apostaron por que fuera niña.448
Y renació con fuerza la polémica sobre la prevalencia del varón en la
sucesión al trono y la necesaria reforma constitucional. Desde La Zarzuela se
repitió que no existía prisa alguna en proceder a un cambio porque, según los
informes jurídicos que manejaba, entre otros el emitido por el Consejo de
Estado en febrero de 2006, los sucesivos nacimientos de los hijos de los
príncipes de Asturias no otorgaban a ninguno de ellos condición alguna de
heredero, puesto que legalmente no existía la figura del «heredero del
heredero».449
Volvieron a manejarse las opciones sobre cómo afrontar jurídicamente
el problema. La reforma constitucional por procedimiento agravado se
consideraba demasiado compleja de llevar a cabo. Otra propuesta era aprobar
una simple ley orgánica, defendida por los magistrados López Vilas y
Nebreda450 invocando para ello el ya citado apartado 5 del artículo 57 de la
Constitución, que señala que «las abdicaciones o renuncias y cualquier duda
de hecho y de derecho que ocurra en el orden de sucesión a la corona se
resolverá por una ley orgánica».
Una opción teórica más fue que el Gobierno promoviese una declaración
solemne de Congreso y Senado manifestando la voluntad inequívoca de las
Cortes de emprender la reforma, idea propuesta y defendida por Jorge de
Esteban.451
Las hipótesis sobre qué ocurriría si venía al mundo un niño, cuando ya
existía una niña como primera hija, se repitieron. Para Gregorio Peces Barba,
en ese supuesto, sin haberse producido reforma constitucional, Leonor no
sería reina.452 Algunos analistas manejaron de nuevo el argumento de que el
nacimiento de un varón, si no se respetaba lo prescrito en la Constitución en
ese momento, animaría a los tradicionalistas a plantear pleitos legitimistas
como ocurriera en el pasado.
El 12 de octubre, fiesta nacional, Letizia asistió al desfile en La
Castellana, pero no acudió a la recepción posterior en el Palacio Real. «Tiene
las molestias típicas de su estado», explicó Felipe en charla con los
periodistas durante el vino de honor. Sobre el embarazo, insistió en que
«humanamente, la princesa y yo preferimos no saber el sexo del bebé hasta el
día de su nacimiento», aunque añadió que, si era necesario, no tendrían
inconveniente en conocerlo y anunciarlo «para que las autoridades adoptaran
las medidas necesarias respecto a la sucesión». Repitió que cambiar la
prevalencia del varón sobre la mujer en la sucesión no era un asunto urgente.
De Leonor, que iba a cumplir un año, Felipe comentó: «Está a punto de
andar. Con ayuda, pero está a punto». Sobre si decía «papá» o «mamá»,
explicó: «Todavía no está muy claro; lo que sí pronuncia perfectamente es
agua». En cuanto a su carácter, confesó: «Es muy buena, muy tranquila.
¡Pero si no ha tenido ni un catarro!». Y relató que aún no habían decidido la
guardería a la que enviarla, «pero está acostumbrada a estar con otros niños,
porque juega con mis sobrinos y los hijos de mis amigos».453
Se hicieron fotografías de Leonor en octubre, cuando cumplió un año, y
la primera «salida» sin sus padres fue el 11 de marzo de 2007, cuando su
abuela, doña Sofía, llevó a los tres nietos que vivían en Madrid, es decir, los
dos hijos de la infanta Elena y la pequeña Leonor, a ver, en el Palacio de los
Deportes, el espectáculo infantil sobre hielo Príncipes, basado en películas y
en los personajes de Disney. Durante la velada, Felipe Juan Froilán y Victoria
Federica, lo mismo que la abuela, le iban explicando detalles mientras
aparecían Cenicienta, La Bella Durmiente, Blancanieves, Mulán… Entró y
salió agarrada de las manos de sus primos, y una vez más sin perder la
compostura ante la expectación de la gente y observando todo con detalle.
Esa Semana Santa, Felipe y Letizia no viajaron a Mallorca junto con el
resto de la familia real debido a que los médicos lo desaconsejaron por el
avanzado estado de gestación de la princesa. El 4 abril, Miércoles Santo,
llevaron a Leonor a conocer Faunia, el parque temático sobre la naturaleza,
en el barrio madrileño de Valdebernardo, zona en la que vivía Letizia hasta su
compromiso con el príncipe. A pesar de que era un día lluvioso, se les pudo
fotografiar cuando caminaban por el recinto. Leonor, que llevaba el pelo
recogido con dos coletas laterales, lucía pantalón rosa y abrigo de borreguito
en tono crudo. La pequeña no mostró ningún miedo a los animales: al
contrario, quería acercarse a ellos todo lo posible. Se soltó de la mano de sus
padres en más de una ocasión para corretear libremente por el parque. El
momento más divertido fue cuando, estando en brazos de su padre, los
fotógrafos le pidieron que les echara un beso. Leonor se llevó la mano
izquierda a la boca y lanzó el beso al aire, instante que quedó reflejado en las
fotografías que publicaron todas las revistas.454

Ganan las féminas

La polémica sobre la reforma o no de la Constitución desatada tras el anuncio


del segundo embarazo no fue a más porque dos meses después, en
noviembre, Felipe y Letizia hicieron saber que esperaban una niña. Esta vez
no quisieron mantener la incógnita hasta el final, como habían hecho con
Leonor. La información llegó poco después del primer cumpleaños de la
infanta, motivo por el que se distribuyeron una serie de fotografías que
permitieron observar la evolución de la niña.
Sin embargo, había resucitado la guerra de las mujeres. Unas cuantas de
ellas, con aspiraciones nobiliarias, habían conseguido que las Cortes
tramitaran una ley para que hombres y mujeres fueran iguales en la sucesión
de los 2.300 trescientos títulos de nobleza que existen en España. Entre las
interesadas figuraban las esposas de dos conocidos periodistas, Pedro J.
Ramírez (Ágatha Ruiz de la Prada, que litigaba por el marquesado de
Castelldosrius) y Luis María Anson (Beatriz Balmaceda, aspirante al condado
de Puñonrostro). Los dos grandes partidos se mostraban a favor, pero
diputados de Coalición Canaria repararon en que la eliminación de derechos
adquiridos contradecía el mantenimiento de los mismos en Felipe de Borbón,
lo que presuntamente fortalecería las opciones de su hermana mayor, la
infanta Elena, y enmendaron el texto para que los derechos ya adquiridos se
mantuvieran.
Seis de esas mujeres, entre ellas Isabel Hoyos, Natalia Figueroa y
Ágatha Ruiz de la Prada, almorzaron con la vicepresidenta del Gobierno,
María Teresa Fernández de la Vega, y lo mismo hicieron con Ana Botella,
concejala de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Madrid.455 Fernández de
la Vega decidió llevar al Senado una enmienda para que los derechos
sucesorios fueran iguales desde la aprobación de la Constitución.
El intento salió adelante, y a finales de octubre se publicó la ley que
igualaba al hombre y la mujer en la sucesión de los títulos nobiliarios.
Precisaba que:

1. Las transmisiones de título ya acaecidas no quedaban invalidadas por


el hecho de haberse realizado al amparo de la legislación anterior.
2. Si se pretendía la rehabilitación de un título vacante, eran válidas las
transmisiones realizadas conforme a la legislación anterior.
3. La no discriminación normativa se aplicaría a todos los expedientes
relativos a grandezas de España y títulos nobiliarios que el 27 de julio de
2005 (fecha en que se presentó en el Congreso la proposición de ley)
estuvieran pendientes de resolución administrativa o jurisdiccional, y a los
expedientes promovidos a partir de esa fecha.456

Cumpliendo la agenda

Igual que en la primera ocasión, Letizia mantuvo la agenda de actos hasta


casi el final del embarazo, a pesar de sufrir los mismos síntomas que en el
primero: una esofagitis péptica persistente. Ella esperaba que su segunda
maternidad resultara un poco más llevadera pero no ocurrió así, y las náuseas
la acompañaron hasta el final. Un calvario físico al que se unió, en el ecuador
de la gestación, el dolor por la muerte de Érika.457
A pesar de algún comentario suyo durante la Semana Santa («a dónde
voy a ir con esta tripa»), casi en la recta final, en abril, acompañó a Felipe a
un acto en el que no estaba anunciada su presencia: la entrega de los premios
de la Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad. Y, una vez
más, las imágenes de las cámaras mostraron una princesa Letizia sonriente,
ilusionada, maternal y muy cariñosa con su marido.
A esas alturas, Felipe y Letizia habían ya reservado en el Ruber
Internacional tres de las veinte suites con puerta de salida al jardín. Una de
ellas, la número 10, la misma que en la anterior ocasión, destinada a la futura
mamá. Para el príncipe quedaba un sillón cama de escay, y, como cualquier
otro cliente, tendría que pagar en recepción el mando de la tele si deseaba
seguir la actualidad. La segunda habitación era para el personal del servicio
de seguridad y la tercera para atender a visitas familiares e institucionales.
Aunque todo estaba preparado para una cesárea, el deseo de Letizia era de
nuevo intentar dar a luz de forma natural.
Y se difundió que, además del doctor Recasens, otros profesionales de
su equipo y personal de la clínica, como las doctoras Arriba y Sira Fernández,
y los doctores Fernando Mar (pediatra de la infanta Leonor y jefe del servicio
de neonatología) y Marcos Taboada (jefe de anestesistas), habían firmado un
escrito comprometiéndose a no desvelar información alguna sobre el
nacimiento, documento que había sido tramitado por una abogada amiga de
Letizia.458
Letizia vivió los tres últimos meses de su segundo embarazo con la
voluntad de superar la ausencia de Érika, que tan cerca de ella estuvo en el
primero. No fueron unas semanas fáciles porque, a pesar de que las molestias
del embarazo no disminuyeron, ella, siempre exigente, se autoimpuso no
vivir pendiente de sí misma. No obstante la muerte de su hermana, quiso
cumplir su agenda y acompañar a Felipe cuantas veces le fue posible, además
de aprovechar la convivencia con su hija Leonor como terapia contra la
tristeza. En esos meses, Letizia se sintió protegida y arropada por el resto de
la familia real.
Nace Sofía

El 29 de abril, domingo, nació la segunda hija de los príncipes, a las 16.50


horas, mediante cesárea. Pesó 3,310 kilos y midió 50 centímetros. Poco
después del nacimiento se hizo llegar a la Basílica de Atocha un ramo de
flores para la Virgen. Y entonces se conoció cómo se iba a llamar: Sofía, en
honor a su abuela la reina. Un nombre que hasta entonces los padres habían
guardado con todo celo. Algunas fuentes habían apuntado al de una reina
medieval, incluso se barajó Jimena, el de la esposa de Alfonso III El Magno,
el último rey de Asturias.
Procedente del griego, el nombre significa sabiduría. Lo han llevado
reinas y princesas sobre todo de las monarquías austrohúngara y alemana,
pero ninguna en los diferentes reinos de España hasta la llegada de doña
Sofía. No era un nombre muy común en España, aunque el uso había ido
aumentando: en 2002 se situó en el puesto 27 de los más utilizados (se le
puso a 1.404 niñas), en 2004 pasó al lugar 22 (1.695), y en 2005 fueron 2.221
las niñas que recibieron ese nombre.459
Don Juan Carlos, que ese día se encontraba fuera de España, en un viaje
de carácter privado, acudió a visitar a su nieta dos días después del
nacimiento. Como la vez anterior, además de la familia, por la clínica fueron
pasando distintas personalidades. La presidenta madrileña, Esperanza
Aguirre, contó que Felipe le había enseñado una foto de la pequeña que había
tomado con el teléfono móvil.
Leonor había sido preparada para el nacimiento de su hermana. Según
contó su padre, cuando se hablaba de ello, la pequeña reaccionaba
«acercándose a su madre y tocándole la tripa».460 El 1 de mayo, a las once y
media de la mañana, Leonor llegó a la clínica en brazos de su padre para
conocer a su hermana, llevando un patito de peluche de color rosa. Y acreditó
un sorprendente desparpajo ante los medios. Miraba y observaba
directamente a los fotógrafos y cámaras que tomaban imágenes. En algunos
momentos sonreía, en otros parecía posar sin ninguna vergüenza, e incluso
echó a correr en dirección a los informadores y tuvo que ser retenida por su
padre. La pequeña conquistó a los periodistas. Se comprobó que era muy
fotogénica. Los profesionales de la fotografía aseguran que la cámara le
adora.
Según comentó Felipe al marcharse, Leonor se había portado muy bien
durante la visita. «Estaba muy contenta y le dio muchos besos a Sofía». A la
pregunta de si se mostraba celosa, respondió: «No, en absoluto; no tiene
celos. Todo ha ido muy bien». Leonor volvió a acudir por segunda vez a la
clínica dos días después, esta vez también junto con la reina, quien le explicó
cómo tenía que saludar a los fotógrafos y cámaras, con la mano abierta hacia
delante y moviéndola después de un lado a otro, cosa que hizo sonriendo.

Leonor llama la atención

Y de nuevo estuvo Leonor presente cuando, el 4 de mayo, viernes, a las 18.10


horas, abandonaron la clínica Letizia y la recién nacida. Se pudo fotografiar a
la nueva infanta, en brazos de su madre y dormida todo el tiempo.
Leonor, que llevaba un vestido estampado en flores, en blanco y rojo,
con lazo blanco en la cintura, chaqueta roja de punto muy corta y zapatos
blancos, intentó, cuando iban a hablar sus padres ante los medios, coger uno
de los micrófonos que estaban preparados. Su padre le entregó el cortavientos
del micro, pero ella empezó a decir: «Papá, oto, oto; papá, oto, oto»,
refiriéndose a que quería el otro micrófono. Y como su padre no se decidía a
dárselo, acabó agarrándolo. Era la primera vez que se la oía hablar en
público.
Preguntada sobre la experiencia de tener otra hija, Letizia respondió:
«Muy bien; muchas gracias. Todo estupendo. La verdad que es fenomenal y
me encuentro muy bien». En cuanto a cómo la alimentaba, explicó: «Estoy
con la lactancia materna. Será igual que con Leonor: voy a dedicarme a la
niña». Y Felipe confesó: «Lo haremos todo lo mejor posible, porque
queremos ser los mejores padres para ellas. Lo vamos a intentar». Preguntado
sobre si iba a pedir el permiso de paternidad, replicó: «Cada uno tiene que
conciliar la vida familiar con la laboral como pueda. Yo hoy he trabajado».
Por la mañana había inaugurado en Alcalá de Henares, el VII Congreso de la
Asociación Hispana de Universidades, donde le entregaron para la recién
nacida una edición infantil de El Quijote y… una reserva de plaza en la
universidad.
Sobre el nombre de la niña, Letizia comentó: «Nos hacía mucha ilusión
a los dos que se llamara como la reina. Además, es un nombre precioso. Sí, a
mí me hacía mucha ilusión, y creo que a la reina le ha encantado». Al
abandonar la zona, Leonor volvió a tomar protagonismo, cuando se la
escuchó decir: «¡Adió!, ¡Adió!».
Al llegar a su residencia, en el recinto de La Moncloa, Felipe y Letizia
posaron de nuevo, sentados en la sala de estar, junto con sus dos hijas. Eran
las fotos oficiales. La infanta Sofía continuaba profundamente dormida. Su
habitación se había amueblado con una cuna-nido con dosel, una cómoda, un
mueble vestidor y algunas estanterías, todo en color blanco.

«¡A que son guapas!»

Aprovechando el buen tiempo, el bautizo de Sofía no se celebró en el


vestíbulo de La Zarzuela, como ocurriera con su hermana, sino al aire libre,
en los jardines de palacio, frente a la ermita donde se desarrollan los actos
religiosos de la familia real, como por ejemplo la misa de los domingos.
Era el 15 de julio de 2007, domingo, a las ocho de la tarde de un día
caluroso, atemperado por las sombras que ofrecía el arbolado que rodea la
capilla. Ofició de nuevo el cardenal-arzobispo de Madrid, en una ceremonia
semejante, también con la pila de Santo Domingo y utilizando agua traída del
río Jordán. Junto a la pila, la talla de la Virgen que habitualmente está dentro
de la ermita. Fueron los padrinos la abuela materna, Paloma Rocasolano, y
Konstantin de Bulgaria, amigo de Felipe. Asistían las altas autoridades del
país, y el conde de Elda en representación de la Diputación de la Grandeza,
además de las familias.
Una vez más, la infanta Leonor fue la reina de la celebración. Sofía
permaneció todo el tiempo despierta y seria. Sus padres comentaron: «Pesa
más que Leonor cuando tenía su edad y está más espabilada. Es buena, pero
no tanto como su hermana a su edad». Y, antes de despedirse de los
periodistas, Letizia presumió de hijas: «¡A que son guapas!», exclamó.
El 19 de septiembre de 2007, precisamente día de Santa Sofía,
onomástica suya y de la reina, a las once de la mañana, la segunda hija de los
príncipes fue igualmente presentada a la Virgen de Atocha en su basílica
madrileña. La pequeña llegó en brazos de sus padres, con un traje blanco y
una cruz de oro, que la reina regala a todos sus nietos. Fue una breve
ceremonia, que duró menos de veinte minutos, oficiada por el cardenal. Aún
sin cumplir los cinco meses de edad, la niña no pudo ser alzada porque
todavía no se le debía levantar la cabeza. A diferencia de su hermana, llevaba
chupete, lo que obligó a su madre a limpiarle la boca cada poco tiempo. A la
salida, un grupo de feligresas regaló una medalla para la niña y Felipe se la
colocó a su hija.
Ahora, las niñas tienen dos habitaciones «rosas» en la primera planta, la
misma que sus padres, con vistas al jardín.

El reto de educar a la futura reina

El «problema de los herederos», que no se ha dado con Felipe, podría, en


cambio, aparecer en el caso de la infanta Leonor, en función de cuál y cómo
sea la educación que reciba. Por eso, la formación de las hijas de los
príncipes constituye un asunto clave, de interés general, por supuesto. Porque
Leonor se convertirá en el futuro en heredera del trono de España, y su
hermana Sofía ocupará el segundo lugar en esa lista.
«El deber más importante, el primero, es la educación de la futura
reina», se escucha en La Zarzuela. Aurelio Menéndez, tutor de los estudios
universitarios de Felipe, coincide en que la formación de los herederos es «la
principal preocupación de la monarquía parlamentaria».461
El plan inicial es que Leonor, lo mismo que su hermana Sofía, tenga en
lo posible «una infancia normal». Según personas de La Zarzuela, Felipe es
el primer interesado en esa vida normal, porque él sabe de qué está hablando.
Pero reconoce que llegará un momento, por ejemplo en torno a los doce años,
en el que, en el caso concreto de Leonor, habrá que cambiar los
planteamientos: «Habrá que explicarle las cosas y aplicar un plan de
educación específico para ella».
Felipe y Letizia han tenido desde el principio, en efecto, la voluntad de
que las responsabilidades futuras de sus hijas no les roben la infancia. Que
disfruten de una niñez tan normal como sea posible, y que así sean tratadas
hasta que llegue la hora de prepararlas para su papel. Por eso han buscado un
equilibrio entre el tiempo institucional y el tiempo humano, el que necesitan
como familia. Ya lo dijo Felipe en el discurso de su boda, cuando habló de la
familia que deseaba: «Queremos alcanzar el necesario equilibrio entre lo
público y lo privado, entre las obligaciones —que lo son de por vida— y la
legítima y necesaria vida familiar».
Quienes en su día fueron los responsables de la preparación del príncipe,
Sabino Fernández Campo, José Antonio Alcina y Aurelio Menéndez,
consideraron desde el principio que el modelo de formación de Felipe debería
ser la pauta para diseñar el programa a aplicar en el caso de Leonor. Según
Fernández Campo, «sobre la base de los planes que sirvieron para lograr la
preparación del príncipe podrían trazarse otros, alterables según las
circunstancias, para establecer la educación de la infanta Leonor».462
¿Cuál fue la trayectoria que siguió Felipe? Los hitos formativos pueden
resumirse así:
A los cuatro años empezó estudios en el colegio Santa María de los
Rosales, un centro de clase media acomodada, mixto, laico aunque con
ideario católico. La consigna de sus padres fue que le trataran «como uno
más».
Tuvo desde el principio, junto con sus hermanas, institutrices británicas.
Desde pequeño practicaba el inglés en casa. Y recibía clases particulares de
francés y de historia, estas a cargo de Carmen Iglesias. Hacía gimnasia tres
días por semana en el gimnasio de La Zarzuela.
Al acabar el bachillerato, cursó COU interno en Lakefield School, un
exigente colegio de Canadá, donde tuvo que aprender a vivir solo y a valerse
por sí mismo siendo uno más.
De vuelta a España, pasó por las tres academias militares.
A continuación cursó la carrera de Derecho, con algunas asignaturas de
Económicas, en la Universidad Autónoma de Madrid.
Finalmente, durante dos años realizó un máster de Relaciones
Internacionales en la Universidad de Georgetown, en Washington.
«Vamos al cole»

Leonor inició su trayecto formativo fuera de casa mucho antes que su padre.
Todavía sin haber cumplido los dos años, el 5 de septiembre de 2007 empezó
a ir a la guardería de la Guardia Real, en El Pardo, un centro pequeño, con
solo cuarenta alumnos, frecuentado sobre todo por hijos del personal de La
Zarzuela, en el que su estancia se llevó con enorme discreción. Estaba
gestionado por Kidsco, empresa que ganó el concurso convocado, y que tenía
el lema «Aprendemos jugando», con una metodología que incluía técnicas de
estimulación tempranas, audiciones musicales, psicomotricidad,
grafomotricidad, bits de inteligencia, etc.
La escuela fue inaugurada por doña Sofía el 2 de febrero de 2005,
cuando Letizia se encontraba embarazada de un mes. Cuenta con
instalaciones modernas, aulas amplias y bien iluminadas, mobiliario y
servicios adaptados para los pequeños. Y presenta una enorme ventaja
añadida: se halla muy cerca de La Zarzuela. El centro se mantiene con fondos
de la Comunidad de Madrid, de la Guardia Real (Ministerio de Defensa), y
también de las mensualidades que pagan los padres.
El tercer día de clase hubo, a la hora de entrada, las ocho y media de la
mañana, una sesión fotográfica con la pequeña, que llegó al centro
acompañada de sus padres, luciendo tirabuzones en su pelo rubio y vistiendo
el uniforme de la escuela: pantalón azul de algodón, niqui blanco con su
nombre «Leonor» en el lado derecho, y en el izquierdo «Escuela infantil» y
debajo el logo del centro, las iniciales GR bordadas en hilo de oro debajo de
la corona real. Calzaba unas zapatillas náuticas y tiraba con alguna dificultad
de la mochila escolar con ruedas. Al bajar del coche, entre bostezos,
comentó: «Vamos al cole».
De nuevo no perdió la cara con los informadores gráficos. Tras subir con
alguna dificultad los escalones, se dio la vuelta para que pudieran captarla
mejor, y poco después se puso en marcha con un nuevo «vamos al cole». No
obstante, una vez dentro, volvió sobre sus pasos para decir, a través de los
cristales, adiós a los fotógrafos. Sus padres intercambiaron unas palabras con
la tutora de Leonor, dieron un abrazo a su hija y abandonaron el edificio sin
querer ocultar una cierta pena por dejarla. Comentaron a los periodistas que
estaban muy tranquilos porque Leonor iba feliz al colegio; aunque Letizia
añadió: «Yo lo paso fatal, como todas las madres». Felipe contó que la
pequeña había empezado a repetir en casa las palabras que iba aprendiendo y
que ya había hecho su primer trabajo manual.
En la guardería, Leonor tenía un casillero con su nombre, con una luna
para identificarla, así como un colgador donde dejar la mochila. Cada día, el
trabajo empezaba con los alumnos sentados en el suelo para asistir a la
«asamblea», donde se trabajaba con bits, pequeñas fichas en español y en
inglés, y posteriormente utilizaban una sillita de su tamaño para participar en
los rincones de trabajo. A media mañana, si hacía buen tiempo, salida al
jardín o al arenero. Comida en el propio centro, seguida de una siesta
obligatoria.
La pequeña, igual que su hermana Sofía posteriormente, pasaba diez
horas diarias en el centro, desde las ocho de la mañana hasta las seis de la
tarde, debido a la agenda de sus padres. A Leonor no le costaba nada
quedarse en la guardería.

De nuevo en Rosales

El curso siguiente, Leonor inició la Educación Infantil en el colegio Santa


María de los Rosales, que se encuentra entre los treinta mejores de Madrid, el
mismo de su padre y sus tías Elena y Cristina, si bien los hijos de la primera
han acudido al colegio San Patricio, de Madrid, y los hijos de la segunda al
Liceo Francés, en Barcelona. La elección del centro recayó sobre todo en
Felipe, mientras que Letizia estaba menos convencida, hasta el punto de que a
menudo preguntó a sus allegados por la enseñanza en otros colegios, más
conocidos y también más elitistas.
Los Rosales ofrece una formación bastante personalizada, con clases de
pocos alumnos y con un tutor para cada una de ellas. Es un centro donde se
cuidan los modales, la compostura, la disciplina y el orden: los alumnos
reciben a los profesores puestos en pie. Cuenta con un pequeño huerto
ecológico, donde los estudiantes aprenden y se divierten. Aparte figuran las
actividades extraescolares: hay talleres de pintura, dibujo, cine, teatro, ballet,
danza española, chino mandarín e inglés. Y en música se puede elegir entre
aprender piano, violín, violonchelo, flauta travesera y guitarra clásica.
El uniforme: falda gris, jersey azul, zapatos oscuros y abrigo azul. Las
clases comienzan a las 09.30 y acaban a las 17.30, de lunes a jueves. El
viernes, la salida se adelanta a las 15.45. Leonor almuerza con sus
compañeros en el comedor de la escuela y asiste a las fiestas de cumpleaños a
las que le invitan sus amigos. Su presencia ha provocado algún problema,
ante la orden de doña Letizia de que no se tomen fotos de las niñas en esas
convocatorias por temor a que se difundan. En el colegio también se impide a
sus compañeros que capten imágenes con el teléfono móvil.
El 15 de septiembre de 2008, primer día de clase y también cumpleaños
de su madre, hubo sesión de fotos a la puerta del centro, ante multitud de
fotógrafos y cámaras de televisión previamente convocados. Una vez más,
Leonor se comportó con perfecto desparpajo. Llevando la mochila a cuestas,
sus primeras declaraciones, el día que se estrenó en el centro fueron: «Hoy
empiezo el cole de mayores».
Según José Antonio Alcina, «una reina del siglo XXI debe vivir
intensamente lo que pasa en la calle, y nada mejor que compartir estudios con
la generación con la que le va a tocar vivir».463
Antonio Torres del Moral se mostraba partidario de que fuera
escolarizada «a temprana edad, para socializarse con compañeros y amigos,
que acuda a un centro mixto y aprenda idiomas, ya que la niñez es la edad
más indicada para asimilarlos. En principio, basta con el inglés pero, cuando
sea oportuno, debe ir aprendiendo todos los idiomas españoles: catalán,
euskera y gallego».
Recordando las clases especiales de historia que recibió Felipe en La
Zarzuela, Fernández Campos opinó: «Es fundamental que conozca con el
mayor detalle posible nuestra historia, para que le sirva de ejemplo y lección.
Asimismo, los idiomas deben ser para ella básicos, especialmente los más
hablados en el mundo actual. Incluso la música o el baile son dos cosas que
se pueden combinar perfectamente, así como los deportes para los que esté
más dotada. Y, por supuesto, los valores de la religión católica me parecen
básicos para inspirar a quien ha de desempeñar un papel destacado en la
historia de España».
Aurelio Menéndez, sin embargo, advierte del peligro de agobiarla con
clases particulares y materias no esenciales para su formación, puesto que «la
docencia ha de ser cultivada mirando más la calidad que la cantidad».
De modo análogo a la estancia de su padre en Canadá, los citados
expertos coinciden en la conveniencia de que Leonor estudie al menos una
etapa en el extranjero. Según Fernández Campo, es «importante alejarla
pronto de una protección familiar exagerada, así como de la oficial no
imprescindible, para que aprenda a defenderse en terrenos menos propicios,
donde sentimientos como la amistad, el afecto y el respeto tengan que
conquistarse. Pero hay que buscar el momento oportuno, sin precipitación ni
excesivo retraso». Aurelio Menéndez apuesta por hacerlo en «su último año
de estudios preuniversitarios», como ocurrió con su padre.

¿Formación militar? ¿De qué tipo?

Más discutida resulta la vertiente de la formación militar que recibió Felipe,


con el debate sobre si debe igualmente recibirla su hija y heredera, de qué
tipo y con qué intensidad, siempre con la vista puesta en que, si un día llega
al trono, la Constitución marca que será jefa suprema de las Fuerzas
Armadas.
«Las monarquías necesitan uniformes», afirmaba Antonio Fontán.
«Siempre que pueden —añadía—, se lo ponen. Por ejemplo, Alfonso XIII no
pasó por academias militares y tenía todo tipo de uniformes». Aunque
matizaba que «hoy el Ejército tiene otro perfil y otro papel en las sociedades
modernas, propiamente la patria no está amenazada… Es casi una ONG
armada».464
Como posible precedente, se mira al caso de Victoria de Suecia, única
heredera europea que ha tenido alguna experiencia castrense: en 2003 realizó
un curso básico de tres semanas en la Unidad de Misiones Internacionales del
Centro Internacional de las Fuerzas Armadas Suecas, conocida como la
Swedint. Durante ese tiempo, vivió como una soldado más, en una simple
tienda de campaña, con un grupo de cuarenta y tres alumnos, hombres y
mujeres. Se aplicó, como los demás, en cocinar su propia comida, salir de
maniobras con un rifle de asalto AK-45 y aprender las normas de
supervivencia. Al año siguiente, en la Escuela Superior de la Defensa (en
Estocolmo), complementó sus estudios de Ciencias Políticas orientados al
manejo de conflictos y crisis. En el caso de la princesa Ana de Inglaterra, la
hija de la reina Isabel es coronel de un regimiento.
José Antonio Alcina se muestra partidario de que Leonor siga los pasos
de su padre. «Lo que se buscó en la formación militar de don Felipe fue el
necesario y suficiente conocimiento de la profesión, además de que
comprendiera la filosofía y necesidades de la defensa nacional y sus ejércitos.
Por fortuna, hoy la mujer ha ingresado plenamente en las filas de las Fuerzas
Armadas y está dando sobrado ejemplo de eficacia y buen hacer. Flaco favor
se le haría a la futura reina si se le impidiera conocer esta institución
nacional».465
No coincidía con él Sabino Fernández Campo, quien consideraba
conveniente que Leonor «tenga conocimientos militares, pero quizá más
morales que tácticos. Su paso por las academias militares puede tener por
objeto escuchar conferencias, recibir información o compenetrarse con los
valores de compañerismo, obediencia, autoridad y sacrificio que caracterizan
a la profesión de las armas. Y también asistir a actos militares, visitar
unidades, estar presente en algunas maniobras y recibir lecciones de
personalidades destacadas de la milicia». Fernández Campo volvió a expresar
esa opinión poco después, insistiendo en que Leonor no debería recibir una
educación militar como tal: «Hacer un curso en las tres academias me parece
un poco exagerado».466
A falta de adoptar una decisión final por parte de sus padres, y de La
Zarzuela, esta última opción es la que se considera más probable.

La carrera de Derecho

Leonor, lo mismo que su hermana, cursará sin duda una carrera universitaria,
como hicieron sus padres, y también, antes, Elena y Cristina. Según Carmen
Iglesias, la llegada de Cristina a la Complutense, en el curso 1984, fue «uno
de los actos simbólicos más expresivos de la profunda imbricación de la
monarquía con la democracia».467 Era la primera vez en la historia de España
que una hija de reyes, tercera en el orden de sucesión, acudía a las aulas
universitarias como una alumna más.
¿Qué le aportará a la futura reina el paso por la universidad? Carmen
Iglesias explica:

Con ello se someterá al esfuerzo y a la disciplina que toda carrera universitaria bien realizada
exige. Esfuerzo y disciplina que están en el día a día de todo estudiante, en sus horas lectivas y en
sus agobios de exámenes y en su paso por profesores de muy distintos talantes; todo un
aprendizaje nuevo de sociabilidad plural y contactos con compañeros en pasillos, cafés entre clase
y clase, agitación diaria de la vida universitaria que solo la vivencia personal puede valorar. Un
periodo clave en el que se anudan nuevos lazos intelectuales y afectivos, se recrean reglas y
pautas propias de relación y de evaluación de la realidad para enfrentarse a lo que llamamos «el
mundo», enriqueciendo así los lazos de parentesco y la formación y educación determinante
familiar.

Lo que una institución tan antigua como la universidad puede transmitir


es «una serie de valores implícitos que sirven para identificar a los individuos
formados sinceramente en ella. Son valores que tienen que ver con el
conocimiento y la libertad y también con el valor de la excelencia».
Constituyen un aprendizaje que ayuda a vertebrar la pluralidad de un mundo
que es ancho y ajeno en muchas facetas, «pero que es también algo nuestro,
algo que construimos entre todos, todos los días, dentro de una tradición
inacabable, gracias al ejercicio modesto pero continuo de la libertad y la
voluntad».468
¿Qué carrera deberá cursar Leonor? ¿Se le permitirá elegir a ella? En el
caso de su padre, y a pesar de las posibles inclinaciones hacia la astronomía,
la historia, la filosofía e incluso una ingeniería, La Zarzuela decidió que
estudiara Derecho. Según contó Sabino Fernández Campo, estudió Derecho
«gracias a la Constitución».469 Se pensó cuál iba a ser su trabajo como futuro
rey, se dudó entre Derecho y Económicas, y al final concluyeron que lo que
más iba a hacer era firmar leyes. Así que se eligió Derecho, con algunas
asignaturas de Económicas.
Algo semejante puede ocurrir con su hija mayor, si se aplican los
mismos razonamientos. Según Aurelio Menéndez:

Debe sacrificar sus preferencias personales a la conveniencia de una mejor formación para la alta
función que está llamada a desempeñar. En mi opinión, debe estudiar una sola carrera, la de
Derecho, porque proporciona los conocimientos del sistema de organización social que tan
importantes serán para el ejercicio de su alta función. Como hizo su padre, esa carrera debería
complementarse con algunas disciplinas fundamentales de la ciencia económica.470

Los expertos coinciden también en que Leonor complete su formación


con un máster, si bien Aurelio Menéndez es partidario de que, en lugar de
Estados Unidos, lo curse «en una universidad de prestigio de la Unión
Europea». Antonio Torres del Moral aconseja que, tras licenciarse, prolongue
unos años más su formación, recibiendo conocimientos que le sean útiles
para su reinado, como sociología, relaciones internacionales, historia
contemporánea, micro y macroeconomía y comercio internacional. Y que
dedique otro par de años a conocer por dentro el funcionamiento de la
Administración central y autonómica, e instituciones españolas y de la Unión
Europea, como hizo el príncipe. Y a partir de ahí, «que haga lo que han hecho
su abuelo y su padre: conocer España e Iberoamérica».471

Disciplina, disciplina

Hasta que todos esos pasos formativos se den, Leonor y Sofía continuarán
acudiendo cada día al colegio Rosales. Las dos niñas están siguiendo un
esquema paralelo: Leonor entró en la guardería de El Pardo en septiembre de
2007, y dos años después lo hizo su hermana. En 2008, Leonor pasó al
colegio Rosales, y un año después lo hizo Sofía. Sus padres pagaron una
matrícula de 1.000 euros por cada una, además de casi 600 euros mensuales,
que incluyen comedor y seguros. Profesores que lo fueron del príncipe han
dado clase a Leonor y Sofía de preescritura, psicomotricidad, educación
física, dicción, oratoria en público y música.
Mientras, en casa, las pequeñas están recibiendo una muy intensa
formación humana y del carácter, todo ello de la mano de su madre, que es la
que hasta ahora ha cuidado sobre todo el perfil de esa educación, y quien trata
con mano firme de que se lleve a cabo. A ese respecto, no falta quien
recuerda que el rey suele decir: «En esta casa hay tres palabras que no se
pueden pronunciar: no me apetece».472
En el verano de 2011, Letizia paseaba con sus dos hijas en un mercado
artesanal de Sineu (Mallorca) y se paró ante un puesto de pulseras y prendas
ibicencas. Las infantas observaron unos monederos pequeños en cuero, los
cogieron y los mostraron a su madre, quien, tajante, les pidió que los
depositaran en su sitio. El dependiente quiso regalárselos, pero Letizia se los
quitó de las manos y los devolvió: «Muchas gracias, pero deben aprender a
no aceptar regalos».473 Leonor y Sofía no rechistaron. Siguieron su camino
sin derramar una lágrima, lo que tal vez sí harían otros niños de su edad,
como ha ocurrido con sus primos.
A las infantas apenas se las ha visto llorar en público. Ese mismo 2011,
la familia real al completo acudió a la Caja Mágica, en Madrid, para
presenciar un torneo de tenis. Leonor y su prima Irene (hija de los duques de
Palma) hicieron llorar a Sofía. Solo duró un instante, hasta que la fulminante
mirada de Letizia le dejó claro que no se debe llorar en público.
En abril de 2012, con motivo de la operación de cadera a don Juan
Carlos tras la caída sufrida en Botsuana,474 las niñas vieron a su abuelo en el
hospital. Felipe hizo tres visitas. En una de ellas, y recordando el disparo en
el pie que se había hecho su sobrino Froilán pocos días antes,475 se permitió
una broma para relajar el ambiente, diciendo que no iba a aceptar la petición
de sus hijas de ir a patinar el domingo: «No, no, de patines nada. Con la racha
que llevamos, situaciones de riesgo, ninguna».476 Ese domingo, las pequeñas
no fueron a patinar, pero sí a visitar al abuelo en la clínica.
En el entorno de La Zarzuela se destaca la atención con que están siendo
formadas hasta ahora Leonor y Sofía. Algún alto cargo de la Casa ha llegado
a comentar, no sin cierta exageración: «Son las niñas mejor educadas que he
visto».

Acelgas, que son antioxidantes


Letizia se muestra puntillosa en materia de alimentación de sus hijas. En
cuanto tiene ocasión, pregunta sobre los hábitos alimenticios de los hijos de
sus amigas íntimas. Y también plantea cuestiones distintas a otras personas.
En un foro de salud que había presidido, se acercó a charlar con una
periodista y, cuando le dijo que tenía dos hijos, la apretó a preguntas, con una
especial: «¿Se pelean mucho entre ellos?».477
Lógicamente, a Leonor y Sofía les gustan las golosinas, algo que su
madre no les permite. Se ha contado que, en la presentación de un libro,
Letizia se encontró con la psicóloga infantil Rocío Ramos-Paúl, conocida
como Supernanny por un programa de televisión, y se acercó a ella para
preguntarle cómo podría quitar esa afición a sus hijas. También se ha dicho
que desde entonces acudía de vez en cuando a casa de los príncipes para
ayudarla con las niñas, pero Ramos-Paúl lo niega.478 La alternativa permitida
a las chuches son los frutos secos, aunque alguna vez ellas se lo salten en una
fiesta infantil a la que acuden, consigan engañar a quienes las vigilan, «se las
metan en los bolsillos y se tomen los ositos, las nubes y los regalices cuando
ningún adulto las ve. Así lo hizo la primogénita en el último cumpleaños, al
que acudió junto a su hermana en Boadilla del Monte».479
Carlos Martínez, siendo presidente del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, relató tras un encuentro con Felipe: «El otro día
me contó una anécdota: al parecer, su hija Sofía no quería tomarse un puré de
verduras, y su hermana Leonor le dijo: “Tómatelo, que tiene acelgas, que son
antioxidantes”».480
Como ya se ha contado, durante los primeros años de matrimonio y
cuando nacieron las dos niñas, Letizia se apartó un tanto de sus amigos de
siempre, pero después la relación con los que tienen hijos se ha hecho mucho
más cercana. En verano, acude cada quince días con Leonor y Sofía a la
piscina comunitaria de una amiga que vive en Sanchinarro, y también invita a
sus amistades a la de La Zarzuela. Solo pone una condición: que no llamen
alteza a las niñas, sino que utilicen sus nombres de pila. En ocasiones realiza
con las dos rutas de senderismo, con un simple bocadillo que ellas mismas
preparan, y a veces acuden a un Burger o a comer una sopa thai de fideos
chinos al local más popular de Madrid. Cuando se quedan a cenar en casa de
alguna amiga de Letizia, preparan juntas la cena, sin llamar a un catering.
Dedicación de madre… y de padre

Felipe y Letizia han hecho hincapié en el aprendizaje del inglés por sus hijas.
La reina se dirige a ellas en esa lengua, que Letizia no domina tanto, aunque
por las noches lee a sus hijas cuentos en ese idioma. Desde que nació Leonor,
tienen una nanny inglesa, con la que las niñas hablan solamente en la lengua
de Shakespeare, y que les acompaña incluso en sus viajes. Hay otra nanny,
con la que pasan los momentos más relajados. El colegio ha reforzado las
clases, y algunas asignaturas se imparten en inglés. Pero, además, cuentan
con profesora particular, que acude a su casa varias horas a la semana. En
familia ven películas infantiles en versión original.
Durante una de las operaciones al rey en la clínica Quirón, después de
ver al abuelo las pequeñas pasaron a una salita donde se encontraban, entre
otros, el jefe de la Casa, Rafael Spottorno, junto con el doctor Cabanela y el
médico norteamericano que ayudó en la intervención quirúrgica.481 La
conversación se desarrollaba en inglés, porque el doctor visitante no hablaba
castellano, y Leonor y Sofía seguían perfectamente lo que se decía. Este
último se dirigió a las niñas en su idioma, y ellas respondieron con total
naturalidad. Personas que conocen a las infantas comentan: «Da gusto verlas
hablar en inglés con toda soltura». Por cierto que, durante ese rato, las dos
aprovecharon un descuido para coger un bombón y comérselo, eludiendo la
vigilancia de su madre, que, como se ha dicho, las tiene a raya con los dulces.
Siguen siendo niñas.
Se ha contado que, además, como segunda lengua, estudian en el colegio
el chino y que también han tenido una profesora particular en su casa de La
Zarzuela. Algo que ha sido desmentido: imparten clases de chino en Rosales
como actividad extraescolar, pero las infantas no asisten.482
Felipe y Letizia mantienen contacto con los padres de las compañeras de
sus hijas. Ambos acuden con normalidad al colegio, a las tutorías en privado.
Letizia pregunta y comparte experiencias con otras madres. Y cuenta también
—como se ha explicado— con la ayuda de su madre, Paloma Rocasolano,
que se queda con las niñas en algunas ausencias, como volvió a ocurrir en
septiembre de 2013, cuando ella viajó a Buenos Aires para apoyar la
candidatura de Madrid a organizar los Juegos de 2020.
La atención más directa sobre las niñas y su educación recae en Letizia,
que cada día se ocupa de sus hijas, también en lo relativo a los deberes
escolares y el estudio. Recurre a cuidadoras cuando no puede hacerlo. Es
estricta, y al mismo tiempo les prodiga mimos y detalles de cariño, también
en público. Según su tía Henar Ortiz, Letizia «es una madre al uso normal;
regaña a sus hijas como cualquier madre, pero las quiere con locura».483
A Letizia, y a Felipe cuando puede, le gusta desayunar con sus hijas,
llevarlas al colegio y recogerlas, darles la merienda y la cena, bañarlas y
acostarlas, y durante el fin de semana ir con ellas a algún parque o
espectáculo infantil. Cuando se encuentra de viaje, las llama por teléfono para
que le cuenten lo que han hecho durante el día. Procura que sus hijas
aprendan a comer de todo. Como almuerzan en el colegio, busca que las
cenas sean complementarias y su alimentación sana y equilibrada. Ahí toman
de todo, sin que falten las verduras y mucha fruta. Tras la cena, tienen
permiso para ver un rato la televisión, y a las nueve se van a la cama porque
al día siguiente madrugan.
Los cumpleaños suelen celebrarse en casa, con primos y amigos,
organizando meriendas, tarta, juegos y la emoción de abrir regalos. No suelen
tener repercusión externa, ni se facilitan fotografías de esos eventos. Las
pequeñas frecuentan también a los hijos de los empleados de La Zarzuela,
con los que juegan habitualmente porque han sido compañeros suyos en la
guardería.
Letizia está empeñada en trasladar a sus hijas la pasión por la lectura, y
quiere que tengan conocimientos de las lenguas oficiales de España, gallego,
euskera y catalán, con lo que se coloca en la línea de la mayoría de los
constitucionalistas, que coinciden en que el rey y el príncipe deben hablar las
lenguas de las comunidades históricas.484 Su hermana, Telma Ortiz, que
domina el catalán, entre otras cosas porque ha residido y trabajado en
Barcelona, les enseñó canciones en ese idioma, y en algunas de sus visitas les
habló en esa lengua.
Felipe está completamente de acuerdo con los hábitos puestos en marcha
por su mujer. Entre otras cosas, porque no quiere que sus hijas sufran el
aislamiento que él padeció en su infancia, cuando los compañeros, por
timidez, no le invitaban a sus casas para celebrar los cumpleaños, y tenía que
ser la reina la que llamara por teléfono para invitarse.485
No ha permitido que ningún fotógrafo entre en el recinto del colegio
Rosales, que además ha elevado la altura de los muros exteriores para evitar
que haya vistas desde lejos y ha aumentado el equipamiento de cámaras de
seguridad. A veces resulta muy visible la protección exterior, con coches
patrulla y hasta perros policía. Los escoltas de las infantas entran en el
colegio y se quedan en los pasillos durante las clases. Precisamente las
medidas de seguridad, tanto en el exterior como en el interior del recinto, han
sido motivo de protesta por parte de algunos padres.
Felipe desea transmitir a sus hijas el mensaje que él mismo recibió: «He
aprendido que no debo olvidarme jamás de quién soy ni de qué se espera de
mí, y que los sacrificios y privaciones se ven siempre compensados».

Hará la primera comunión

En Rosales, las infantas reciben enseñanzas sobre valores y modales. Comen


con mantel en la mesa, tienen que llevar el uniforme. Asisten a las clases de
religión que se imparten en el centro, y en su día harán la comunión, como
ocurrió con el príncipe y sus hermanas. De hecho, Leonor prepara ya la
catequesis de primera comunión en el colegio con el párroco de Aravaca. Es
de suponer que la recibirá en la propia Zarzuela, y no en el centro, como
ocurrió con su padre. Si la hace con sus compañeros, no llevará el habitual
vestido blanco porque la norma interna es recibirla con el uniforme.
A finales de 2013 se publicó que Letizia había ordenado que sus hijas,
Leonor y Sofía, no recibieran en el colegio clases de religión ni ninguna otra
actividad de formación católica. Concretaban que Leonor no estaba
recibiendo en Rosales la catequesis para la primera comunión, a pesar de que
en este curso 2013-2014 corresponde hacerlo a su clase. Y se añadía que se
había producido un pulso entre Felipe y Letizia sobre el asunto.486
Personas de La Zarzuela niegan que haya existido ninguna prohibición
en ese sentido. «La princesa sabe bien muy dónde está», comentan. Explican
que, igual que ella asumió una boda religiosa y se casó por la Iglesia, y
comulgó además en la misa, «las infantas tendrán educación religiosa».
Añaden que Leonor hará la primera comunión, «y por supuesto será
fotografiada comulgando».
Deportivamente, en Rosales se practica el hockey sobre patines, el
balonmano, el baloncesto, el fútbol y el tenis, y todos los años se celebra un
baile escocés. Dicen que Leonor es una alumna aplicada, que se maneja con
el inglés y que asiste a clases de ballet. Cuando llegan a casa, ambas reciben
clases de historia de España y de los Borbones, como ocurrió con los hijos de
los reyes, aunque sus padres tratan de estar pendientes de no sobrecargarlas
fuera del horario escolar.
Felipe y Letizia querrían ver reproducidas en las niñas algunas de sus
aficiones, como la vela en el caso del padre, o el ballet clásico en el de la
madre, pero parece que ninguna de esas dos actividades les atraen
especialmente, al menos por el momento. En cuanto al esquí, otra de las
aficiones de Felipe (que no de Letizia), en los últimos tres o cuatro inviernos
han practicado ese deporte, y Leonor se desliza por la pista con cierta soltura.

¿Cómo son?

¿Y cómo son las infantas Leonor y Sofía? Leonor ha sido descrita como
«serena, reflexiva, independiente y observadora», muy parecida a su padre,
aunque la reina suele decir que «también tiene algo de mí».487 Observadora,
tranquila y… coqueta es otra de las definiciones. Como se ha visto, no
muestra ningún reparo a la hora de posar ante las cámaras.
Vivaz y obediente, aunque también con un carácter fuerte. «Lista, muy
lista», suele decir de ella doña Sofía. Afirma que, de sus cuatro nietas, es la
que más se parece a ella. Durante la semana, la ve por lo menos dos veces,
antes de que las niñas vayan a dormir. Y una vez a la semana Felipe lleva a
sus hijas para que estén con el abuelo, con el rey.
Leonor disfruta de su infancia y vive ajena al papel que un día
desempeñará, aunque poco a poco se va dando cuenta de que es diferente a
las otras niñas. A veces sorprende a su madre con preguntas como «¿por qué
ese niño es chino y sus padres no?», o «¿por qué ellos no tienen chófer?».488
Letizia intenta hacerle entender que no todos tienen la vida tan fácil y
cómoda como ella.
Muestra muy buen carácter, es una niña alegre, despierta, sociable, con
mucho desparpajo y muy curiosa. La reina suele decir que siempre está
pendiente de Sofía y que, repitiendo las palabras de su madre, le recomienda
comer verduras y legumbres. Más observadora y curiosa que su hermana, en
el colegio se la ve también más activa. De momento no exhibe especiales
habilidades para el deporte, al igual que ocurre con su madre y en contraste
con su padre, que con el tiempo se ha convertido en un consumado regatista y
un buen esquiador.
Leonor sabe quién es, y es consciente de su lugar en la línea de sucesión,
aunque la preparación que está recibiendo resulta, a día de hoy, exactamente
igual a la de su hermana Sofía. Conoce cuál puede ser su papel algún día, si
se cumple la historia. Sus padres se lo han contado de una manera sencilla, a
partir de que un día preguntara: «¿Por qué nos hacen tantas fotos?». Le
dijeron que sus abuelos eran los reyes de España. Más difícil parece que le
resultó a Letizia responder a su hija mayor el día que quiso saber en qué
trabajaba.489
Extrovertida y ajena al miedo escénico, Leonor muestra dotes
interpretativas para participar en obras de teatro montadas en el colegio,
ayudada por una notable capacidad memorística para recordar diálogos.
Participa en representaciones a las que asisten padres y madres, entre ellos, en
primera fila, los príncipes. «Me hacía mucha gracia Leonor de pequeña —
comenta Henar Ortiz—. Llegaba a casa y se ponía a escanearlo todo. Es muy
observadora y también muy inquieta».490
Sofía se muestra por ahora más seria y reservada, incluso tímida, menos
expresiva, retraída y pegada a sus padres, al menos externamente. Se ha
comprobado en las distintas ocasiones en que ambas han sido fotografiadas
juntas: la menor incluso trata de esconderse detrás de los príncipes. Tiene una
inteligencia más intuitiva. Dos de sus grandes aficiones son la informática y
la tecnología, que le permiten un buen manejo de ordenadores y de Internet,
además de todo tipo de aparatos. Uno de los últimos cumpleaños de Felipe,
regaló a su padre un iPod con una lista de reproducción de música que incluía
el himno nacional. En casa, suele hacerse con el mando de la televisión e
impone muchas veces a su hermana la elección de canal.
Durante el tiempo libre, Sofía bucea en Internet, mientras Leonor
prefiere pasear a los perros, o acercarse a la cocina para preparar algo sencillo
junto a su madre. A las dos niñas les encanta dibujar (le hicieron unos dibujos
a su abuelo, el rey, cuando estaba en el hospital, para desearle una pronta
recuperación), dominan las nuevas tecnologías, y les gusta hacer fotos, como
ocurre con doña Sofía. Este curso 2013-2014, Leonor se encuentra en tercero
de Primaria.

La baza de las fotos

Cuando, en el colegio, sus compañeras preguntan a Leonor por qué le hacen


tantas fotos, responde que es porque vive en la casa de un príncipe.
Felipe y Letizia procuran, como hemos dicho, buscar para sus hijas el
equilibrio entre su particular condición, infantas de España, y la conveniencia
de que su vida sea lo más normal posible. Incluso piensan que los españoles
prefieren que la futura reina crezca en un ambiente de normalidad y
discreción, sin estar sometida tampoco al constante escrutinio de los medios.
El sistema que han elegido consiste en propiciar cuatro o cinco apariciones
mediáticas al año, con distintos motivos y bien escogidas, y a la vez
guardarlas de una constante exposición y, por supuesto, del acoso de los
medios.
Hemos ido relatando con cierto detalle las sucesivas ocasiones en que la
infanta Leonor ha sido fotografiada, y por tanto ha ocupado las portadas de
las revistas y aparecido en imágenes de televisión. ¿Por qué esa presencia?
Porque la imagen de las hijas de los príncipes es, y lo será mucho más en el
futuro, una destacada fuente de cercanía y simpatía hacia la familia real.
Tales escenas impactan con cierta intensidad entre los españoles, sobre todo
en capas populares, y contribuyen notablemente a implantar, de forma
indirecta, la simpatía y el aprecio hacia el futuro rey y su familia.
Ese aspecto es bien conocido dentro de La Zarzuela, donde en privado
reconocen que las apariciones de Leonor y Sofía son cuidadosamente
planificadas y dosificadas. Y admiten también que así se seguirá haciendo en
el futuro. Ponderan, por supuesto, la buena imagen que ofrecen las niñas, el
correcto comportamiento de ambas en público, la simpatía que muestran…
Así que en el futuro habrá muchas más ocasiones en las que centrarán la
atención informativa, sobre todo de fotógrafos y televisiones. Baste pensar en
la primera comunión de las infantas, en el momento en que terminen el
colegio y vayan a la universidad, además de las vacaciones, celebraciones
familiares…
Los medios de comunicación han constatado que, si hasta hace poco las
infantas eran vistas en tres o cuatro momentos del año, «cada vez son más las
ocasiones en las que se muestran públicamente». Y que Leonor va pasando a
primer plano, «hacia el rol de heredera que algún día le tocará representar».491
Las dos niñas, juntas en tantos momentos y lugares, casi siempre
ataviadas de forma semejante, recuerdan al grupo homogéneo que formaban,
siendo pequeños, las infantas Elena y Cristina y el príncipe Felipe, muchas
veces fotografiados juntos y que fueron una de las bazas para conseguir la
buena imagen para sus padres, todavía príncipes.
En esa estrategia hay que situar, en el verano de 2012, el ya mencionado
«posado» en Sóller (Mallorca), y lo mismo la visita, en la Semana Santa de
2013, a la localidad de Almagro, en Ciudad Real.
Los príncipes tienen y van a tener en sus hijas uno de las grandes
recursos para hacerse con el cariño, o al menos la simpatía, de los españoles
de a pie. En La Zarzuela lo saben, y también lo conocen Felipe y Letizia. Y
en la Casa existe la voluntad de ir manejando ese argumento cada vez más,
aunque dentro de los parámetros de discreción y cuidado que exigen sus
padres. Vendrán en el futuro acontecimientos familiares, sociales, y hasta
políticos, en los que Leonor y Sofía serán protagonistas. Hechos que tendrán
mucho recorrido mediático, y que trabajarán por tanto en esa dirección de
conseguir la mejor imagen posible, al menos como familia. Serán momentos
relacionados con sus etapas de formación, determinadas actividades externas
y públicas, vacaciones… además de su misma obligada presencia en actos
familiares y oficiales. Todo eso se manejará con atención y cuidado.
Rumores de tercer embarazo

El día que Felipe y Letizia abandonaron el Ruber Internacional con la recién


nacida infanta Sofía en brazos, se produjo este corto diálogo con los
periodistas:

—¿Se van a animar a tener un niño?


—Ya veremos.

«Ya veremos», fue, en efecto, la respuesta. Y lo cierto es que los


príncipes no cerraron la puerta a esa tercera opción, que sin embargo no se ha
cumplido. Aunque no han faltado, en numerosas ocasiones, los rumores sobre
un nuevo embarazo de Letizia. Uno de los últimos, en junio de 2012, a raíz
de un gesto de don Juan Carlos el Día de las Fuerzas Armadas, cuando se
giró hacia la princesa y le dijo «muchas felicidades».492
Sin embargo, en La Zarzuela no parece existir ninguna expectativa de un
posible tercer embarazo de Letizia.
La felicitación de Navidad de los príncipes incluye estos últimos años a
sus dos hijas. Suele ser una fotografía singular en la que aparecen los cuatro.
La de 2013 estaba tomada durante una visita al Museo del Prado, con el
fondo de un cuadro de la infanta Margarita pintado por Velázquez. Otros
años, junto a las firmas de Felipe y Letizia se anotaban sin más los nombres
de Leonor y Sofía, pero en esta última felicitación las dos pequeñas lo han
escrito de su propia mano.
Lo mismo se ha hecho en el nuevo canal estrenado en diciembre de 2013
en la web de La Zarzuela, un canal para los pequeños, destinado a explicarles
la monarquía con un lenguaje cercano. El área infantil se propone cubrir la
laguna existente entre los niños españoles sobre quiénes son los reyes, los
príncipes y la institución. Las biografías de la familia real se presentan como
álbumes familiares. En esa web, las infantas han escrito este mensaje:
«¡Hola! Esperamos vuestros dibujos. ¡Muchas gracias!». Y junto a la foto de
las dos, sus firmas: Leonor, Sofía.
La iniciativa es consecuencia de trabajos de investigación realizados
durante tres años, con dos grupos de niños, de ocho y nueve años uno, de diez
y once el otro. Cuando se les empezó a preguntar sobre los reyes, los
pequeños demostraron su desconocimiento con frases como «los políticos
gobiernan el país y los reyes… no hacen nada». Confundían a los miembros
de la familia real con los políticos. Desde luego, se trata de una apuesta de
futuro. «Si no empezamos a dar a conocer la corona a los jóvenes, dentro de
un tiempo nadie sabrá lo que significa», explicaron fuentes de La Zarzuela.493
La página, que ofrece distintas actividades manuales y educativas para
los niños, está también dirigida a los profesores, que pueden encontrar
material para sus clases. Los contenidos van en español, inglés y las cuatro
lenguas cooficiales del Estado.

Hacia una Europa de reinas

Primero tendrá que reinar su padre, por supuesto, pero, si Leonor de Borbón
y Ortiz llega al trono, será la cuarta reina de España, después de Isabel I,
Juana I e Isabel II. Antes, cuando su padre sea rey, ella se convertirá en la
trigésimo sexta princesa de Asturias.
A una realeza con mayoría de hombres, como es la que está ahora en
curso, sucederá posteriormente una Europa de reinas. Además de Guillermo
de Holanda y Felipe de Bélgica, los próximos soberanos serán Felipe de
Borbón en España, Haakon Magnus en Noruega, Carlos de Gales en
Inglaterra… Victoria de Suecia es la única mujer.
Sin embargo, a esa generación sucederá una larga lista de mujeres, en lo
que se convertirá en una Europa de reinas: Elisabeth de los belgas (nacida el
25 de octubre de 2001), Amalia de Holanda (7 de diciembre de 2003), Ingrid
de Noruega (enero de 2004, que será la primera reina del país en seiscientos
años) y Estelle de Suecia (23 de febrero de 2012), frente a Christian de
Dinamarca (15 de octubre de 2005), el único varón, de momento, de los
futuros herederos, sin olvidar al hijo de Guillermo y Kate en Inglaterra.
5

AÑOS HORRIBLES:
EL TRONO EN PELIGRO

El rey titubeante

El 6 de enero de 2014, festividad de la Epifanía, don Juan Carlos se llevó uno


de los sofocos más fuertes de los últimos años. No solo porque quedó mal
ante un auditorio tan especial como es la cúpula de los ejércitos, su gente por
así decirlo, y ante todo el país, sino más aún porque gran parte de la culpa fue
suya. Se celebraba en el Palacio Real el acto de la Pascua Militar y a él, el
rey, se le vio manifiestamente debilitado y disminuido. Era lo que faltaba, en
el tremendo escenario de los tres últimos años, años horribles para él y para la
propia monarquía.
Don Juan Carlos se encontraba aún convaleciente de la última operación
de cadera, en la que le colocaron la prótesis definitiva, y la recepción
constituía su primera aparición en público, y además ante la cúpula militar.
Existía mucha expectación y el propio monarca quería que aquello resultara
muy bien. Y todo acabó en catástrofe.
La crisis se empezó a fraguar antes, durante la Navidad, porque esos
días don Juan Carlos se descuidó con el régimen de comidas y, rompiendo la
línea favorable que llevaba, ganó unos kilos de más. Se añadía que la víspera,
el 5 de enero, había dormido menos: era su cumpleaños y se acostó tarde
contestando a mensajes de felicitación. Así que esa mañana del día 6 el
personal de La Zarzuela ya le vio un poco cansado. No obstante, cuando llegó
al Palacio Real y le plantearon que realizara el trayecto hasta el Salón del
Trono en silla de ruedas, que ya estaba preparada, se negó, a pesar de que
nadie le podría ver así porque todas las precauciones estaban tomadas para
que esa imagen no apareciera. Decidió ir caminando, ayudándose en las dos
muletas.
Cuando llegó al salón estaba fatigado del paseo. Sus colaboradores, sin
embargo, no se preocuparon excesivamente, porque, según el protocolo, antes
tenía que pronunciar su discurso el ministro de Defensa, Pedro Morenés,
durante unos diez minutos, que le servirían para recuperarse. Llegó el turno a
don Juan Carlos. Se puso de pie ante el atril, y cometió el primer error: se
quedó un poco lejos, cuando ese atril, que se preparó para él hace años, está
diseñado para hablar tocándolo con el cuerpo.
Al mantener una ligera distancia, don Juan Carlos no veía bien los folios
de su discurso. A ello se añadía que, como siempre se ha negado a utilizar en
público las gafas, que en realidad necesita para leer,494 el texto había sido
preparado con letras muy grandes, y el inconveniente de hacerlo así es que se
ven palabras pero no el conjunto de la frase, de forma que resulta complicado
entender el sentido completo de la oración. Era una pieza corta, de unos cinco
minutos. Empezó bien, pero de pronto se equivocó. Entonces cometió otro
error: levantar un poco los folios, cuando la iluminación está pensada para
que permanezcan depositados en el atril, con lo que veía aún peor. Se puso
más nervioso, porque se daba cuenta de la situación. Eso hizo que dudara y se
equivocara aún más… Personas de La Zarzuela reconocen que en ese
momento llegaron a temer que no terminaría el discurso. De hecho, acabó sus
palabras con un resoplido.
Las imágenes de un rey confundiéndose, desconcertado, dudando,
hablando mal, repetidas por las televisiones, tuvieron bastante impacto. Pero
más aún en el propio don Juan Carlos, que se dio cuenta de que había
quedado en evidencia ante un auditorio tan especial, y precisamente cuando
el objetivo era lanzar el mensaje de que se estaba recuperando. Lo ocurrido
quedó gráficamente plasmado en el titular de una portada de periódico al día
siguiente: «España titubeante».495
Continuaba, pues, para él como monarca, y para la propia institución, la
pesadilla vivida estos últimos años, posiblemente los más duros y difíciles de
su historia. Años horribles en los que se ha puesto en juego la permanencia de
la corona.

El peor momento de la monarquía

Cuando, el 30 de enero de 2013, Felipe cumplió cuarenta y cinco años, y el


hecho fue destacado en casi todos los medios de comunicación, no faltó quien
presentara esa celebración apuntando precisamente la difícil coyuntura a la
que se enfrentaba el heredero: «Felipe de Borbón cumple cuarenta y cinco
años en el momento más turbulento de la monarquía».496
¿Es este, de verdad, el peor momento que ha atravesado la monarquía de
don Juan Carlos desde su llegada al trono en 1975? Todo indica que sí, por la
inusual acumulación de desgracias y de errores graves cometidos. Desde
luego, no es la primera coyuntura dificultosa que tiene que afrontar, pero la
diferencia es que ahora se están removiendo incluso los cimientos de la
institución. El trono corre peligro.
Don Juan Carlos tiene a su favor la magna obra de la transición. Según
Adolfo Suárez, «sin el rey la transición política, que culmina con la
aprobación y sanción de la Constitución, no hubiera sido posible». La corona
se constituyó en impulso y punto de apoyo imprescindible para el cambio
político y el tránsito a un régimen de libertades. En ese intento, «el rey
asumió todos los riesgos» que implicaba el nombramiento de Adolfo Suárez
como presidente, y en la Constitución del consenso «se convirtió en
referencia común para todos los españoles».497
Sin embargo, esa baza se está convirtiendo en casi inútil, porque hoy la
mayoría de la población, y sobre todo los jóvenes, han olvidado aquella gesta.
Prácticamente no existe ya en la frágil memoria colectiva del país.
Cierto es, igualmente, que don Juan Carlos se ganó el trono cuando
resistió la intentona golpista del 23-F. Pero esos hechos ocurrieron hace más
de treinta años, y por tanto su recuerdo apenas suma en la balanza de méritos
de la monarquía.
Hasta hace poco, la democracia recién estrenada precisaba de elementos
de seguridad y de estabilidad que la protegieran y garantizaran. Uno de ellos
era, por supuesto, la monarquía. Sin embargo, el paso de los años ha
provocado que esa democracia se sienta ya suficientemente fuerte, y por tanto
ha concluido que, para subsistir y funcionar, no necesita tantos apoyos como
en el pasado: que ya no precisa tanto de ese salvavidas que fue el rey.
Las nuevas generaciones que empiezan a protagonizar la vida activa de
España desconocen en gran medida todos esos recuerdos del pasado. Y, por
si faltara algo, se ha consolidado una especial sensibilidad sobre las
cuestiones económicas, ha aumentado la exigencia de trasparencia, se toleran
menos los escándalos y la corrupción, unos terrenos en los que estos últimos
años han aparecido miembros de la familia real.
A todos estos factores, problemáticos para la monarquía, hay que añadir,
por lo que se refiere a los medios de comunicación, que ha perdido, y quizá
para siempre, aquella inviolabilidad, casi impunidad, de que disfrutaban
desde el inicio de la transición la institución y su titular. Ya no son
intocables. Se ha convertido en un asunto más, y encima muy jugoso
informativamente para los medios, que han abolido cualquier barrera que
pudo existir en el pasado a la hora de reflejar sus interioridades, aun las más
delicadas.
Por si fuera poco, han proliferado e incrementado su actividad partidos
políticos que se declaran partidarios de la república, que están atreviéndose
cada vez a más. Entre ellos hay que citar a Esquerra Republicana de
Cataluña, pero también a Izquierda Unida, sin olvidar algunos sectores
republicanos del propio socialismo, todavía minoritarios, pero muy
beligerantes. Y, finalmente, se añade la enemistad de las formaciones
nacionalistas hacia la corona, porque consideran que su existencia puede
constituir un obstáculo cierto para sus aspiraciones separatistas.
Todo esto sumado explica la difícil coyuntura que atraviesa la
monarquía en España. ¿Su peor momento? Muy posiblemente sí, como
vamos a ver.

Secuestrado El Jueves
El buen trato de la prensa hacia la monarquía y los miembros de la familia
real fue la regla en los años ochenta y noventa, pero ese cuidado fue
rebajándose posteriormente. La primera vez que la Casa Real se planteó una
acción judicial contra un medio de comunicación ocurrió en mayo de 1995,
tras la publicación, por una revista italiana, de unas fotos de don Juan Carlos
en un yate tomando el sol desnudo.498 En la idea de defender la imagen del
monarca, se llegó a encargar a la Abogacía del Estado que estudiara la
posibilidad de una demanda, pero al final se desistió porque no estaba claro
que el rey pudiera pleitear en Italia; y quizá también para evitar que pudieran
saltar a la luz fotografías aún más comprometedoras.
En febrero de 2002, La Zarzuela se quejó de las parodias sobre el rey
que se venían emitiendo en el programa Set de nit, en la televisión
autonómica catalana TV-3. La dirección de la cadena dio instrucciones para
que se suavizara la caricatura. De igual manera, por esas fechas el monarca
era objeto de comentarios en clave de humor en La noche… con Fuentes y
cía, el programa de Manel Fuentes en Telecinco.
Ocurría que, poco a poco, distintos medios y programas se iban
atreviendo a más. Los miembros de la familia real, tras el anuncio de
compromiso del príncipe, entraron a formar parte de programas del corazón
con cierta normalidad, sobre todo Letizia. Algo que, por el nivel de quienes
los protagonizaban y por el bajo tono utilizado, mereció incluso la crítica de
republicanos declarados como Javier Reverte.499 Altos cargos de la Casa del
Rey reconocían entonces que uno de los más graves problemas que afrontaba
la monarquía era haberse convertido en materia de los programas ligeros,
llamados del corazón, porque llegan a las más amplias capas de la sociedad, a
las clases populares.
Pero todos los límites conocidos hasta entonces saltaron en julio de
2007, cuando el semanario satírico El Jueves publicó una portada en la que
dibujaba a los príncipes manteniendo una relación sexual, mientras Felipe
comentaba que así podría obtener los 2.500 euros de subvención adjudicados
por el Gobierno por cada nacimiento, y añadiendo que, si Letizia se quedaba
embarazada, aquello sería «lo más parecido a trabajar que he hecho en mi
vida».500
El fiscal interpuso denuncia contra los autores, por estimar que la viñeta
constituía un delito de injurias contra el príncipe heredero, de acuerdo con el
artículo 491 del Código Penal, y el titular del Juzgado Central de Instrucción
número 6 de la Audiencia Nacional, Juan del Olmo, ordenó secuestrar la
revista y su retirada de los quioscos, y posteriormente abrió procedimiento
contra los autores.
La realidad es que la decisión del fiscal se produjo por iniciativa propia,
sin que hubiera existido sugerencia o petición alguna desde La Zarzuela, que
posteriormente mostró su contrariedad por esa actuación, e incluso Felipe
preguntó si era posible volverse atrás.501 Porque la denuncia y el secuestro
contribuyeron a que la portada consiguiera, gracias a Internet, una difusión
mundial: dio la vuelta al mundo, además de contribuir a la notoriedad de la
revista y consiguiente aumento de su difusión. Lo publicado causó evidente
malestar a los dos afectados, Felipe y Letizia, que vieron cómo su imagen era
motivo de escarnio, sobre todo en las redes sociales.
Ese incidente se convirtió en la plasmación definitiva de que las cosas
habían cambiado radicalmente para la familia real española. Y de que se abría
una época de dificultades.

Primer golpe: los duques de Lugo rompen

A principios del 2000 se acentuaron los rumores de desavenencias entre la


infanta Elena y su marido, Jaime de Marichalar, que se habían casado cinco
años antes, el 18 de marzo de 1995, en Sevilla. La mediación del rey, que
deseaba evitar una ruptura que no ayudaría nada a la imagen de la familia,
consiguió mantener la convivencia durante un tiempo, y el accidente
cardiovascular sufrido por el duque de Lugo el 22 de diciembre de 2001 abrió
también un paréntesis.
En esa circunstancia, Elena se volcó con su marido durante la
convalecencia y primeras recuperaciones. Sin embargo, según se contó
entonces, aparte de las secuelas físicas (cojera prolongada y dificultades en
las manos), el carácter de Marichalar había cambiado notablemente,
haciéndole agresivo e intolerante. La convivencia se tornó muy difícil y
empezó a hablarse de una separación.502 Sabino Fernández Campo comentó
entonces públicamente que «no sería nada aconsejable una separación en la
familia real», recordando que la infanta Elena figuraba en la línea de sucesión
en segundo lugar, detrás del príncipe.503
El 13 noviembre de 2007 se anunció el «cese temporal» de la
convivencia entre Elena de Borbón y Jaime de Marichalar, a los doce años de
su matrimonio. El desenlace se manejó con pocos reflejos por parte de La
Zarzuela, que se vio obligada a confirmarlo tras descubrirse que Elena estaba
decorando un chalet en el barrio de la Fuente del Berro, en Madrid.504 La
Casa emitió un comentario escueto: «Los duques de Lugo han convenido el
cese de su convivencia matrimonial».
Las condiciones del acuerdo estaban pactadas desde hacía tres años y se
guardaban bajo llave en el despacho de un abogado, amigo íntimo del rey, a
la espera del consentimiento de don Juan Carlos. ¿Por qué se había retrasado
el anuncio? Porque convenía esperar a que se casara el príncipe y a que
tuviera descendencia.505 En 2007 eso había ocurrido ya, así que, una vez
cumplidos los requisitos, Elena tomó la iniciativa de trasladarse con sus hijos
a otro inmueble, abandonando la residencia familiar.
Dos años después, el 25 de noviembre de 2009, los abogados notificaron
que ambas partes habían iniciado los trámites para el divorcio «de mutuo
acuerdo». El 15 de diciembre firmaron la ratificación del convenio de
divorcio en el Juzgado de Familia número 22 de Madrid. Personas del
entorno de La Zarzuela apuntan hoy que la idea final es plantear ante los
tribunales eclesiásticos una cuestión de nulidad para conseguir la anulación
del matrimonio de Elena y Jaime.

Cena en el restaurante El Landó

Los rumores de distancias, y aun desavenencias, entre don Juan Carlos y


doña Sofía venían de atrás, pero se fueron acentuando en los últimos años.
No era desconocido que don Juan Carlos pasaba gran parte de los fines de
semana en Barcelona, donde reside su compañero de regatas y amigo íntimo
José Cusí, o cazando en cotos españoles y también fuera de España, sobre
todo en África. Y que doña Sofía viajaba cada vez más a Londres, para curar
la soledad junto a la familia de su hermano Constantino. Además, la reina se
volcaba en proyectos de cooperación internacional y en la promoción de los
microcréditos, compromisos que la llevaban de viaje cada dos por tres.
A ello se sumaron algunos visibles desplantes de don Juan Carlos con la
reina en público, que no pasaron inadvertidos. En una ocasión rechazó,
visiblemente enfadado, que tratara de ayudarle a subir unas escaleras en la
catedral de Santiago. Y dejó también en evidencia que ella no se había
colocado en el lugar protocolario a la llegada del papa Benedicto XVI a
Barajas.
El 24 de enero de 2012, jueves, don Juan Carlos convocó una cena a
solas con sus tres hijos, sin presencia de doña Sofía, que se encontraba de
viaje fuera de España, ni de Letizia, que se quedó en La Zarzuela. El rey
aprovechó que Cristina había llegado a Madrid, procedente de Washington,
donde residía con su marido y sus hijos. Se celebró en el restaurante El
Landó, uno de los preferidos del monarca, famoso por las ensaladas de
tomate y las chuletitas de cordero. Los cuatro fueron fotografiados a la salida
del local, unas imágenes que ocuparon la portada en la revista ¡Hola!506
Lo inusitado de la cena, y singularmente de las ausencias, provocó
entonces no pocos comentarios. Hasta que, un par de semana después, una
web minoritaria, citando a «amigos muy cercanos a Juan Carlos de Borbón»,
afirmó que el rey había querido dar a conocer a sus hijos, sin la reina y sin la
princesa, un asunto de la máxima intimidad familiar: «Su especial amistad
con la princesa alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein y la importancia de
esta atractiva mujer en su vida».507 Tal versión no fue negada, ni oficial ni
oficiosamente. Algunos medios fueron más allá, añadiendo que don Juan
Carlos «quiso explicarles a sus hijos la relación que tiene con ella y no con su
madre», que Corinna residía «en un chalet en El Pardo con su hija de veinte
años», y que «en las cacerías ella recibe y dispone».508 Incluso se comentó
que el rey había comunicado a sus hijos su intención de separarse de la reina.
Nada de eso fue desmentido.
«Acabo de saber de muy buena fuente que a principios de 2012, en el
comienzo de la legislatura, el rey planteó al presidente del Gobierno su
intención de divorciarse».509 Este párrafo de Raúl del Pozo en su columna de
El Mundo, publicado en abril de 2013, provocó un enorme revuelo en los
ambientes políticos y fue recogido por multitud de medios, sobre todo
digitales. No obstante, el autor no ha vuelto a ofrecer datos más amplios y
precisos sobre esa afirmación.
Días después, el expresidente Felipe González, preguntado durante una
entrevista de Susana Griso, en Antena 3, sobre un posible divorcio del rey,
afirmó taxativamente: «Ni lo creo, ni lo veo, ni lo aconsejo. El divorcio no
está entre los privilegio del rey. Yo no le aconsejaría el divorcio».510
La Constitución dice que, «siendo el rey menor de edad, será regente el
cónyuge sobreviviente». Esta previsión, según los expertos, «presupone que
en la familia real no puede haber un divorcio, y si lo hay, el consorte no
puede rehacer su vida».511

Terremoto Urdangarin

De todos los males y amenazas que aquejan a la monarquía en España, el más


grave, el más demoledor, es el ya conocido como caso Urdangarin: la
imputación del marido de la infanta Cristina por numerosos delitos
económicos, que además ha provocado la insólita situación de ver a una
infanta de España, séptima en el orden de sucesión a la corona, declarando
ante un juez por fraude fiscal y blanqueo de capitales. Un auténtico terremoto
político y mediático que ha dejado temblando la estructura de la monarquía.
La boda de Cristina de Borbón con Iñaki Urdangarin, celebrada en
Barcelona el 4 de octubre de 1997, mereció una notable atención de la prensa
internacional, tanto en Europa como en América. Y la mayoría de los
enfoques coincidieron entonces en señalar a la familia real española como
modelo de modernidad, porque había llegado a unos matrimonios de Elena y
Cristina no forzados por su condición de hijas de rey.512 Fue un buen
comienzo, que para nada apuntaba el amargo final que se destapó a partir de
2011.
Cuando, tres años después de la boda, el 30 de mayo de 2000,
Urdangarin, entonces el jugador de balonmano con mejor palmarés deportivo,
anunció su retirada, afirmó: «En el terreno personal, entro en una edad en la
que tengo que pensar en mi futuro profesional y necesito una dedicación y un
tiempo para terminar de formarme en ESADE, porque tengo que prepararme
para mi próxima profesión y creo que ahora es el mejor momento». Presente
en el acto, celebrado en la sala de prensa del estadio del Fútbol Club
Barcelona, su esposa, Cristina.
Fue en ESADE (Escuela Superior de Administración de Empresas),
ubicada en Barcelona, donde se topó con Diego Torres, profesor de
patrocinios y mecenazgos, que había intentado en ocasiones anteriores poner
en práctica sus ideas sin demasiado éxito. El profesor encontró en el duque de
Palma el socio perfecto precisamente para practicar eso: el mecenazgo y el
patrocinio. Crearon unas empresas y se pusieron a hacer negocios.
En el año 2005 se empezaron a investigar judicialmente esas
actividades, dentro del llamado caso Palma-Arena. En 2006, don Juan Carlos
envió a Barcelona a su asesor legal, y buen amigo, José Manuel Romero
Moreno, conde de Fontao, para trasladar a Iñaki Urdangarin este mensaje: no
puedes seguir haciendo negocios privados. Le pidió que dejara la presidencia
de Nóos. El yerno del rey respondió que así lo haría, pero no dijo verdad. Y,
cuando ya se hablaba con intensidad de que estaban investigándose supuestos
negocios irregulares, en 2009 Urdangarin fue contratado por Telefónica para
ser su representante en Estados Unidos. La gestión la hizo el rey con el
presidente de la compañía, César Alierta. En consecuencia, la familia
Urdangarin-Borbón marchó a vivir a Washington. Pero el problema era ya
imparable.
El 22 de julio de 2010, José Castro, juez instructor del caso Palma
Arena, decidió abrir una pieza separada y pidió información sobre los
convenios firmados en 2005 y 2006 por la Fundación Illesport, el Instituto
Balear de Turismo (Ibatur), dependientes del Govern balear, con el Instituto
Nóos, presidido por el duque de Palma. Así comenzó el caso Urdangarin, el
más terrible terremoto que ha afectado a la Casa Real y cuyas consecuencias
aún no se han cerrado.
El 12 de octubre de 2011, con ocasión de los actos de la fiesta nacional,
desarrollados en la Plaza de Neptuno y paseo de La Castellana, Urdangarin
ocupó su lugar en la tribuna presidencial junto al resto de la familia. Esa foto
ha quedado para la historia, porque es la última vez que han aparecido juntos
los reyes, los príncipes de Asturias, la infanta Elena y los duques de Palma.
Los hechos se precipitaron dramáticamente dos meses después, el 12 de
diciembre de 2011, lunes, cuando el jefe de la Casa del Rey, Rafael
Spottorno, en una reunión con los periodistas que cubren la información
diaria de La Zarzuela, habló de Iñaki Urdangarin y sus negocios, y calificó su
actuación de «poco ejemplar». Así, antes de que hablaran los jueces, la Casa
condenó públicamente al duque de Palma, si no desde el punto de vista penal,
sí moralmente. La consecuencia inmediata fue que el marido de la infanta
Cristina quedó apartado de la familia real. Se contó entonces que don Juan
Carlos se sentía engañado por su yerno y por la promesa incumplida de
abandonar los negocios privados.
Pocos días más tarde, Felipe acudió a un acto de la Fundación Príncipe
de Gerona, y pronunció un discurso en el que resaltó la limpieza y
trasparencia de la entidad, lo que fue percibido como un público
distanciamiento respecto a lo que se practicó en las fundaciones y sociedades
de su yerno.
El 24 de diciembre, don Juan Carlos, en el discurso de Nochebuena,
pronunció una frase que a nadie pasó inadvertida: «La justicia es igual para
todos. Las personas con responsabilidad pública debemos observar un
comportamiento adecuado, ejemplar». Fue entendida como una advertencia
del monarca a su yerno, y una promesa de que las prácticas de Urdangarin no
quedarían sin consecuencias legales. Esa Navidad, los duques de Palma
permanecieron en Washington: celebraron las fiestas solos, con sus hijos,
rompiendo así, por vez primera, la tradición de que la familia al completo se
reuniera en la cena de Nochebuena. Desde La Zarzuela se les recomendó que
no viajaran a Madrid.
El 29 de diciembre, el juez imputó a Urdangarin por evasión de
impuestos, fraude fiscal, prevaricación, falsedad documental y malversación
de caudales públicos. Y el 25 de febrero de 2012 acudió por vez primera a
declarar ante el juez, iniciando así un auténtico calvario judicial que todavía
continúa y cuyo final sigue siendo impredecible.
Si la monarquía vive el peor momento desde su restauración en 1975,
uno de los motivos principales es el caso Urdangarin. «La imputación de
Iñaki Urdangarin, a finales de 2011, por malversación de caudales públicos,
fraude, prevaricación, falsedad documental y delito fiscal dentro de una
actividad profesional calificada por la Casa del Rey como “poco ejemplar”,
ha salpicado el manto de armiño de la institución».513 Un alto cargo de La
Zarzuela reconoce hoy: «Es el problema más grave que tiene la monarquía en
España».

Ni divorcio ni renuncia a los derechos

En cuanto estalló el escándalo, no pocas voces plantearon la conveniencia de


establecer un cortafuegos con la corona, para evitar el daño que podía causar
un asunto tan peligroso. Y sugirieron que el procedimiento definitivo
consistiría en que la infanta Cristina cortara absolutamente con su marido, por
la vía de la separación y el divorcio. Algo que no se produjo. No solamente
porque ella estaba convencida de la inocencia de su marido, sino también
porque seguía enamorada de él. Y, además, había detrás una familia integrada
por cuatro hijos pequeños.
No faltaron quienes reclamaron que, al menos, renunciara a sus derechos
al trono. Tampoco recorrió ese camino Cristina. Dado que no es posible
privar a nadie de la condición de miembro de la familia real, por tratarse de
un derecho que se adquiere por nacimiento, y por eso tampoco el mismo rey
puede hacerlo, se llegó a especular con la opción de que el monarca tomara la
iniciativa y pidiera a su hija la renuncia. Pero don Juan Carlos no lo hizo.
Esas especulaciones llegaron a publicarse en algunos medios, de tal
forma que, en diciembre de 2012, un portavoz de La Zarzuela aseguró a
Europa Press que la Casa del Rey «nunca» se lo había demandado a la infanta
Cristina: «Nunca nadie de esta Casa ha pedido, y mucho menos presionado, a
doña Cristina para que se divorcie o renuncie a ser infanta de España».514
Arrecieron los comentarios cuando empezó a atisbarse que ella misma
podía verse imputada, después de que el juez Castro lo hiciera con su
secretario, Carlos García Revenga. Entonces se apuntó que la infanta no se
plantaba renunciar a sus derechos para proteger los de sus hijos,515 si bien en
realidad esa renuncia no afectaría para nada a los derechos de sus hijos
porque igualmente los tienen adquiridos desde que nacieron.

Bombas atómicas para acabar con la monarquía

A lo largo del año 2012, Diego Torres dosificó con habilidad la distribución
de e-mails de Urdangarin, en distintas direcciones, algunas de ellas tratando
de dinamitar la estabilidad conyugal de los duques de Palma. El exsocio llegó
a presumir de que, con la colección de mensajes que conservaba, tenía una
serie de bombas atómicas que iría soltando poco a poco, añadiendo que
disponía de material «para acabar con la monarquía».
El año se estaba convirtiendo para Urdangarin en el más amargo de su
vida. Como ya se ha contado, el 10 de mayo, jueves, falleció su padre.516 En
cuanto le informaron, Cristina viajó desde Washington con los cuatro hijos,
que hacía diez meses que no pisaban España porque sus padres deseaban
alejarlos del fragor mediático. El sábado se celebró el funeral, en la basílica
de Armentia, cerca de Vitoria. El domingo, Cristina y sus hijos volaron
rumbo a Madrid y se alojaron en La Zarzuela hasta el martes, en que
regresaron a Washington. Así que pudieron pasar con don Juan Carlos y doña
Sofía el 14 de mayo, día de las bodas de oro de los reyes.
A partir de entonces, Cristina puso en práctica con determinación el
lema «no sin Iñaki». Ese verano de 2012 decidió no acudir a Palma con sus
hijos, porque desde La Zarzuela se le había permitido la visita pero con la
condición de que no estuviera su marido, ante lo cual optó por no viajar.517
En agosto se anunció que el contrato de Urdangarin con Telefónica, que
justificaba su residencia en los Estados Unidos, quedaba suspendido. La
familia regresó a Barcelona y se instaló en la mansión de Pedralbes. A finales
de septiembre los duques de Palma y sus hijos realizaron un viaje relámpago
a Madrid. Se atribuyó a su intención de asistir en La Zarzuela a la celebración
del cuarenta cumpleaños de Letizia, con lo que sería la primera vez que la
familia al completo se reunía desde la imputación de Urdangarin.518
El 24 de noviembre de 2012 se produjo la ya relatada intervención
quirúrgica a don Juan Carlos en el hospital San José y la inesperada visita de
los duques de Palma con el hijo mayor.519 Fue Cristina quien llamó a su
padre, desde Barcelona, para decirle que quería visitarle junto con Iñaki y su
hijo Juan Valentín. Y don Juan Carlos accedió. Cristina, con la ayuda de la
reina, trataba de reconciliar al rey y su marido.520
Un alto cargo de La Zarzuela reconoció entonces que la presencia de los
duques de Palma en el hospital suponía «un grave revés» en la política de
comunicación desplegada desde la Casa, que se había esforzado por aislar el
caso Urdangarin del núcleo duro de la familia real para evitar cualquier
contaminación. «La visita ha sido un asunto de familia, pero hemos
retrocedido varios meses en la batalla de la imagen», comentó. Volvió a
explicar lo que en tantas ocasiones manifiestan las personas que trabajan en la
Casa: «Esto es, por un lado, una institución, pero por otro es una familia. Y
esos dos parámetros operan a la vez, con resultados imprevisibles». En esta
ocasión, don Juan Carlos se dejó llevar por su condición de padre.
Esa Navidad, los Urdangarin estuvieron en las celebraciones de La
Zarzuela, aunque no hubo imágenes. Sí se publicaron de la asistencia de la
reina, Letizia, Elena y Cristina, con los ocho pequeños de la familia, al
musical Sonrisas y lágrimas.521 Esa circunstancia, junto con la ya relatada
visita a don Juan Carlos en el hospital, se interpretó como una cierta
reconciliación familiar. Sin embargo, la aparición en febrero de unos correos
electrónicos de Iñaki dirigidos a Carlos García Revenga, secretario de las
infantas, en los que, entre otras sorpresas, firmaba como «duque em…
Palma… do», provocaron el cambio definitivo: La Zarzuela decidió cortar
absolutamente con Urdangarin y abandonarlo a su destino. Como muestra y
primer paso, eliminó de la web de la Casa Real la biografía del yerno del rey.
El 23 de febrero de 2013, Urdangarin volvió a declarar ante el juez
Castro, en Palma de Mallorca, durante cinco horas. En esa segunda
comparecencia, entregó al juez un escrito desvinculando al rey y a la infanta
Cristina de sus actividades en Nóos: «La Casa Real no opinó, asesoró,
autorizó o avaló las actividades del Instituto Nóos». Ese mismo día testificó
también Carlos García Revenga, que dijo que no tuvo firma ni poder de
decisión en el instituto, y que el rey no sabía que su hija y él formaban parte
de la directiva. Afirmó que su presencia en la sociedad era «testimonial» y
que se debió a su amistad con Iñaki Urdangarin.
De España a Ginebra

En abril de 2013 se anunció que Urdangarin había sido contratado para


trabajar en la organización del Mundial de Balonmano de Qatar, a celebrar en
2015, y que toda la familia marcharía a ese país, pero la noticia no se
confirmó. Dada la personalidad del implicado, intervino el emir de Qatar, a la
espera de que don Juan Carlos autorizara el fichaje, algo que no se
produjo.522
El 20 de junio se ofició en la capilla del Palacio Real la ya relatada misa
en memoria de don Juan de Borbón, para conmemorar el centenario de su
nacimiento. Asistieron los reyes, los príncipes, la infanta Elena… y la infanta
Cristina. Era el primer acto oficial al que acudía en año y medio, y se
visualizaba la reincorporación al seno de la familia real. Pero no la de su
marido.
En julio se publicó que Cristina había vendido trece inmuebles y fincas
en distintos lugares de España, cuya propiedad era desconocida hasta ese
momento, por 1,4 millones de euros, que destinó a la compra de la casa de
Pedralbes. Esta vez la Casa del Rey sí reaccionó con rapidez, en defensa de la
infanta, mostrando su «estupor» por esas informaciones. Finalmente, la
Administración admitió que se había producido un error informático y que
tales propiedades nunca habían sido de Cristina. De paso, se descubrió que
por toda España existían anotaciones en registros de propiedad adjudicadas al
DNI de Cristina porque ese número, el 014, lo mismo que otros más,
habitualmente no es inspeccionado por los servicios de Hacienda.
El 30 de julio de 2013, el Juzgado de Primera Instancia número 46 de
Barcelona levantó la prohibición de publicar correos electrónicos privados de
Iñaki Urdangarin, unos documentos que reflejaban hipotéticas infidelidades
del duque de Palma, de cuyo contenido, según algunos medios, él mismo
había informado antes a su mujer.
Al día siguiente, 31 de julio, se conoció que Cristina marchaba a vivir a
Ginebra (Suiza) por razones de su trabajo en la Fundación La Caixa, y que la
acompañarían sus hijos pero no Iñaki. La explicación para la permanencia de
Urdangarin en Barcelona fue que tenía que atender el proceso judicial en el
que se hallaba incurso. La Fundación La Caixa había encargado a Cristina
coordinar en Ginebra sus programas con agencias de la ONU, y además
colaboraría con la fundación del Aga Khan. La gestión para conseguir este
último trabajo la cerró el propio don Juan Carlos, según reconocen personas
de La Zarzuela, con ayuda de La Caixa y del Aga Khan, amigo personal del
rey. Cobraría 300.000 euros al año (hasta aquí percibía 200.000) y gastaría
unos 90.000 anuales en el alquiler de la casa y el colegio de los hijos.523 Una
vez más quedaba clara la implicación del rey en ayudar a su hija.
A mediados de agosto, los camiones de mudanza cargaban muebles y
enseres para su traslado a Ginebra, y el llamado palacio de Pedralbes dejaba
de ser utilizado por la familia Urdangarin-Borbón. Iñaki había habilitado otra
residencia, mucho más discreta, en Barcelona. La mansión fue puesta a la
venta por 9,8 millones, a través de la web de la inmobiliaria Barcelona Rent,
especializada en el mercado ruso, pero abría también la opción del alquiler,
por 25.000 euros al mes.
Una vez instalados en Ginebra, los cuatro hijos del matrimonio
empezaron curso en la Escuela Internacional, una de las más antiguas y
prestigiosas de Suiza, en la que se imparten clases en francés y en inglés. Se
cumplía así uno de los deseos de sus padres: alejarlos de las turbulencias que
sufrían en España por las consecuencias del caso Nóos, que les habían hecho
sufrir no poco en los colegios de la Ciudad Condal.
La boda en Barcelona de Pablo Lara, hijo del presidente de Planeta, con
Anna Brufau, hija del director de Indra en la Ciudad Condal y sobrina del
presidente de Repsol, celebrada el 26 de octubre de 2013, trajo una sorpresa
inesperada: la asistencia de los duques de Palma, que retomaban la vida
social. No estuvieron en la iglesia, donde ofició la ceremonia el cardenal
Cañizares, pero sí en el banquete en Montjuic, a donde llegaron de la mano y
externamente sonrientes. Compartieron mesa al máximo nivel, es decir, con
Artur Mas, Soraya Sáenz de Santamaría y Ana Pastor. La pareja, que
confirmó su asistencia nada más recibir la invitación, viajó desde Ginebra,
donde dejaron a sus hijos al cuidado de la abuela paterna, Claire Liebaert, que
pasa largas temporadas en Suiza. Cristina, amiga de la familia Lara desde que
llegó a Barcelona, lució un vestido de lentejuelas en rojo y negro, que ya
había utilizado en 2008, en el setenta cumpleaños de la reina Sofía, y en 2010
en una exposición de joyas en Washington.
Esa Nochebuena, los reyes cenaron en La Zarzuela con Elena, Cristina e
Iñaki Urdangarin y sus hijos. Ni Felipe, ni Letizia, ni sus hijas asistieron. El 4
de enero, el jefe de la Casa, Rafael Spottorno, entrevistado en Televisión
Española, pidió que terminase cuanto antes la instrucción del caso
Urdangarin, que se había convertido, dijo, en «un martirio» para La Zarzuela.

Una infanta en el banquillo

El 8 de febrero de 2014, una infanta de España se sentó en el banquillo. No


era propiamente el banquillo de los acusados, pero sí era el de los imputados.
Cristina de Borbón y Grecia se convertía así en el primer miembro de la
familia real que tenía que declarar ante un juez.
Casi un año antes, el 3 de abril de 2013, el juez José Castro decidió
imputarla por tráfico de influencias. En ese momento se puso de manifiesto
con rotundidad la estrategia de la Casa Real: olvidar a Iñaki Urdangarin,
desentenderse de su situación y futuro, pero respaldar decididamente a la
infanta, que seguía siendo un miembro de la familia real. Sobre la imputación
de Cristina, un alto cargo de La Zarzuela comentó entonces en privado: «No
vamos a estar ni quietos ni parados. Vamos a defender a las personas de esta
Casa». El propio don Juan Carlos telefoneó a Miquel Roca, uno de los padres
de la Constitución, para que se hiciera cargo de la defensa de su hija, por
supuesto al margen de los abogados de Iñaki.
El fiscal anticorrupción de Palma, Pedro Horrach, apeló contra el auto
de imputación, y en mayo la audiencia de Palma lo desestimó, si bien sugirió
al juez que estudiara la posible existencia de un delito fiscal. El 7 de enero de
2014, el instructor volvió a imputar a la infanta, ahora acusada de delito fiscal
y blanqueo de capitales, y esta vez no hubo recurso ante la audiencia:
aconsejada por sus abogados, Cristina decidió acudir a declarar
voluntariamente, una opción que fue previamente deliberada en el Palacio de
La Zarzuela y a continuación se trasladó a la infanta.
Aquel 8 de febrero histórico, la imagen de la hija del rey entrando y
saliendo del juzgado dio la vuelta al mundo, apareciendo en todas las
televisiones (muchas de ellas en directo), en los medios digitales y finalmente
en la prensa escrita. El buen nombre de la monarquía española salió
malparado por esas escenas. Frente a las más de cuatrocientas preguntas que
le formuló el juez Castro, la infanta resumió su defensa en sostener que no
conocía las actividades de Aizoón, la sociedad que compartía con Iñaki
Urdangarin al 50 por ciento, y en decir que «tenía plena confianza en mi
marido». «No lo sé» y «no lo recuerdo» fueron sus respuesta más repetidas.
Los reyes y Felipe y Letizia siguieron puntualmente el desarrollo de la
vista. Al terminar, Cristina voló a Madrid, marchó a La Zarzuela, donde
relató a su familia las impresiones de la jornada, cenaron todos juntos y esa
noche ella durmió en palacio. Al día siguiente viajó a Ginebra.

Al menos un día en la cárcel

En plena vorágine del caso Urdangarin, La Zarzuela se vio afectada


directamente, con la imputación de Carlos García Revenga, secretario de las
infantas, pero también cuando el juez Castro decidió solicitar el libro de
visitas, para comprobar si el duque de Palma se había reunido allí, en 2004,
con el entonces presidente valenciano, Francisco Camps, y la alcaldesa de la
capital, Rita Barberá, para hablar del foro deportivo Valencia Summit. Desde
la Casa se respondió que no podían conocer las citas privadas que se
producían en el interior de La Zarzuela, y también que desde el año 1975 solo
se guardaban registros de las personas que habían ido a visitar oficialmente al
monarca.
En plena fase de instrucción, se apuntó la posibilidad de que se llegara a
un pacto con la Fiscalía, un acuerdo de conformidad por el que Iñaki
Urdangarin reconocería los delitos cometidos y devolvería el dinero (unos 4
millones de euros), a cambio de una pena de prisión inferior a dos años, con
lo cual no tendría que ingresar en la cárcel. Cuando se publicaron por vez
primera esas especulaciones, el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-
Dulce, salió inmediatamente a los medios para descartar cualquier posibilidad
de un acuerdo extrajudicial.
Si, al final de todo el proceso, el duque de Palma saliera absuelto, o con
una pena claramente menor, resultará difícil frenar en el país la sensación de
que lo ocurrido no tendría que ver con su condición de yerno del rey, e
incluso con alguna mediación directa de don Juan Carlos. Ciertamente, la
impresión de que se habría dictado una condena trucada constituye un
elemento altamente peligroso para la monarquía, porque los españoles
podrían concluir que, en contra de lo que su titular afirmó en el discurso
navideño de 2011, la justicia «es igual para todos»… salvo para la familia
real. En La Zarzuela existe un evidente temor a que se instale en la opinión
pública la idea de que el rey ha interferido en el trabajo de la Justicia.
Durante el accidentado recorrido del sumario, algunos ministros del
Gobierno no se han recatado en afirmar que convenía que Iñaki Urdangarin
ingresara en la cárcel, como desenlace final del proceso. «Aunque solo sea
por un día», afirmaban. El autor lo escuchó directamente a un destacado
miembro del gabinete. El argumento se resumió en que así se visualizaría
palpablemente que también los poderosos pagan por sus fechorías. Y con ello
la corona zanjaría sus deudas.
Frente a ese punto de vista, un alto cargo de La Zarzuela comentó en ese
momento que lo mejor que podría ocurrir sería que Urdangarin reconociera
que había cometido delito, que le condenaran a una pena inferior a los dos
años y por tanto no la cumpliera ni ingresara en prisión, que devolviera el
dinero y se acabó. Y cuando se le planteó la pega de que tal desenlace podría
provocar un gran escándalo, respondió: «Eso se pasa. La gente se olvida».

Elena, desplazada

«La familia real es una familia de derecho privado, a la que la Constitución


encomienda ciertas funciones públicas (principalmente sucesorias) que
justifican las normas de Derecho Público que específicamente la regulan».524
Entre las normas de Derecho Público que regulan esa peculiar
institución aparece, como ya se ha contado, la existencia del Registro Civil de
la familia real, que tiene como objeto establecer garantías respecto a la
situación y existencia de las personas con derecho a la sucesión en el trono.
La Constitución de 1812 mandó archivar en las Cortes las partidas de
nacimiento, de matrimonio y de muerte de las personas de la familia real. Y
se creó el Registro Civil de la familia real de España, por Real Decreto de 22
de enero de 1873. Instaurada la monarquía por voluntad de Franco, el mismo
día de su muerte, el 20 de noviembre, se dictó el decreto-ley 17/1975
segregando del Registro Civil común el Registro Civil de la familia real.
Posteriormente, en 1981, se reguló con detalle mediante real decreto.525
Uno de los daños colaterales de caso Urdangarin, con la exclusión de los
duques de Palma de toda actividad oficial de la Casa del Rey, ha sido también
el apartamiento de la infanta Elena, que, por así decirlo, ha dejado de
pertenecer a la familia real para quedar solamente como miembro de la
familia del rey.
Ya a finales de 2011, en pleno escándalo, se informó de que la Casa del
Rey venía estudiando «desde hace tiempo» limitar los miembros de la familia
real a los reyes, los príncipes y sus hijas Leonor y Sofía, «por ser los únicos
que viven solo del presupuesto que el Estado destina a la corona y ocupan los
primeros puestos en el orden de sucesión al trono». Lo cual significaba
excluir a las infantas Elena y Cristina.526 Eso implicaba, entre otras cosas, que
las infantas ya no representarían a la familia real en actos institucionales.
Para defender esa iniciativa, se explicó que, con la familia del heredero
consolidada, puesto que tenía dos hijas, sus hermanas habían perdido
relevancia en el orden de sucesión al trono. Las actividades oficiales de Elena
y Cristina «ya iban camino de limitarse», pero se hizo más evidente a lo largo
del año 2012. Se aplicó, así, el principio que distingue familia real,
entendiendo por tal al rey, el heredero y sus hijos, de familia del rey, es decir,
el resto de hijos del monarca, algo que ya ocurrió en su día con las hermanas
de don Juan Carlos, las infantas Margarita y Pilar, que dejaron de desempeñar
cualquier función de representación de la corona.
Aquel plan cristalizó visible y públicamente el 12 de octubre de 2012,
cuando la infanta Elena quedó fuera de la tribuna real durante el desfile del
Día de la Fiesta Nacional, ocupada solamente por los reyes y los príncipes.
La hija mayor de don Juan Carlos fue ubicada en un lugar extraño: en la
tribuna de los representantes de los partidos políticos, y más concretamente al
lado del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. Se estaba
estrenando un nuevo protocolo, que sin embargo no ha solucionado del todo,
para ese acto y para los siguientes, la cuestión de cuál es el lugar exacto que
debe ocupar la infanta. Posteriormente, en el besamanos en el Palacio Real,
Elena tampoco figuró en la línea de saludo. «Este momento tenía que llegar»,
comentó posteriormente ella misma y con cierta normalidad. Asumía que
había dejado de formar parte del núcleo duro de la familia real.
Con todo, Elena no ha dejado de tener algún protagonismo público. En
agosto de 2013 acudió en Santiago al funeral por las víctimas del accidente
del tren Alvia, y ese verano, en Palma, estuvo presente en la cena ofrecida
por el rey a las autoridades mallorquinas. El 12 de octubre siguiente no
apareció en la tribuna principal, y tampoco en la de autoridades, pero sí
durante el vino de honor ofrecido en el Palacio Real. La explicación que se
dio a esto último fue que se trataba de «actos familiares», no institucionales,
y que ella sigue siendo miembro de la familia.

Zarzuela estrena nuevo equipo

A principios de agosto de 2011 se anunció que Alberto Aza cesaría el 30 de


septiembre como jefe de la Casa del Rey, sustituido por Rafael Spottorno, un
viejo conocido de La Zarzuela porque había sido secretario general durante
nueve años, desde enero de 1993 a septiembre de 2002, con Fernando
Almansa al frente. Las graves dificultades que a mediados de 2010 afrontaba
la monarquía, con el caso Urdangarin en pleno apogeo, aconsejaban el relevo
de Alberto Aza, que llevaba nueve años en el cargo y había cumplido setenta
y cinco años, para apostar por un jefe de la Casa mucho más activo y con
iniciativa.
Rafael Spottorno Díaz Caro nació en Madrid, en 1945. Licenciado en
Derecho, ingresó en la carrera diplomática en 1969. Desempeñó destinos en
las embajadas de La Habana y Río de Janeiro. Agregado y consejero cultural
en Bruselas, director de Asuntos Políticos de Europa Oriental, en 1982 pasó a
la representación permanente ante la OTAN (entre 1984 y 1986 coincidió en
Bruselas con Fernando Almansa), y después fue representante adjunto en
Naciones Unidas. En 1989 fue nombrado asesor parlamentario del ministro
de Exteriores, Fernández Ordóñez, y al año siguiente jefe del gabinete,
confirmado en 1992 por Javier Solana. En este cargo, Spottorno mantuvo
contacto frecuente con La Zarzuela para coordinar los viajes de los reyes, y
en concreto les acompañó en el que realizaron a Estados Unidos en el otoño
de 1991.
De familia adinerada, su padre fue presidente de Unión Eléctrica
Madrileña (una de las empresas que después dio lugar a Unión Fenosa), y él
mismo trabajo en Hispanoil con Claudio Boada. Culto, amante del arte
moderno, de la música, con buena pluma, encuadernador aficionado, muestra
habilidad para relacionarse con los medios de comunicación. Siempre ha sido
un defensor del Madrid de los Austrias, donde vive con su mujer, María Pía
Rubio D’Hiver, y sus dos hijas, con las que ha procurado que conserven sus
raíces a pesar de los destinos en el extranjero. Su otra gran afición, el golf, la
desarrolla en los campos gaditanos, mirando al Atlántico. Es sobrino nieto de
José Ortega y Gasset, emparentado por tanto con el presidente fundador de El
País. De él se dijo que había sido el propio Fernando Almansa quien le
propuso ir a La Zarzuela y que el rey lo aceptó inmediatamente. «Vale más
que Almansa», se escribió entonces.
Asunción Valdés, que fue jefe de prensa de La Zarzuela en la etapa de
Fernando Almansa y con Spottorno como secretario general, lo definió
entonces así:

Independiente y orteguiano […], un diplomático con fama de hombre sin ataduras y poseedor de
gran sentido del servicio público y capacidad de organización. Es orteguiano no solo por familia
sino también por asumir los principios del gran pensador que a principios del siglo XX supo ver
que la solución a los problemas de España estaba en Europa. De familia liberal, otra de sus
características es su independencia respecto a cualquier ideología y su sentido de servidor
público. Su metro noventa de estatura le ayuda a tener amplitud de miras, pensar en lo realmente
importante —think big, como dicen los anglosajones— y sobrevolar las dificultades, pensando en
positivo.527

Con dos altos diplomáticos al frente de la Casa del Rey, en esos casi
diez años de Spottorno como secretario general don Juan Carlos realizó viajes
de Estado que hasta entonces no habían sido posibles: a Israel, a finales de
1993, y a Grecia que, por las dificultades del rey Constantino, hermano de
doña Sofía, con las autoridades de Atenas, los reyes no habían visitado
oficialmente. En la otra asignatura pendiente, Cuba, aunque no se realizó
visita de Estado, el rey asistió en 1999, en La Habana, a la Cumbre
Iberoamericana, y recorrió con la reina la parte histórica de la capital. Dentro
de España, organizó el viaje de los reyes a Las Hurdes (desde Alfonso XIII,
ningún jefe de Estado había recorrido la zona), y también visitas a los barrios
gitanos y marginados del sur de Madrid.
En su etapa como secretario general, Spottorno modernizó los sistemas
informáticos del Palacio de La Zarzuela, racionalizó la coordinación entre los
departamentos de la Casa y del Cuarto Militar, impulsó las comunicaciones a
través de móviles e Internet, y la creación del sitio en la red www.casareal.es.
A las órdenes de Almansa, creó la Secretaría de la Reina y la Secretaría
de las Infantas Elena y Cristina, estructuras de apoyo que permitieron
desarrollar con más intensidad, entre otras actividades, las labores altruistas
de la reina —el Centro Alzheimer en el madrileño barrio de Vallecas— y sus
visitas a los proyectos de la cooperación española en América Latina, Asia y
África. A las infantas las ayudó a ampliar sus actuaciones de
complementariedad de la corona. Dentro de la Casa del Rey, se creó la
Secretaría del Príncipe de Asturias, y contribuyó a diseñar la etapa posterior a
su formación «para llenar de contenido la función del heredero y descartar la
idea de un príncipe a la espera».528
Tras abandonar La Zarzuela, Spottorno se convirtió en director de la
Fundación Caja Madrid, donde cesó en marzo de 2011, con la llegada de
Rodrigo Rato a la presidencia de la caja. Durante sus casi nueve años al
frente de la fundación concluyó y puso en práctica el acuerdo con el Museo
Thyssen-Bornemisza para la organización conjunta de exposiciones que han
otorgado gran visibilidad a dicha fundación, sin colecciones propias pero con
recursos suficientes para promocionar los importantes fondos y la capacidad
dinamizadora del museo del Palacio de Villahermosa. Un acertado
«matrimonio de conveniencia», según sus palabras. Presentó la dimisión por
la proyección pública, injustificada y engañosa, que se dio a la decisión del
consejo de administración de no llevar a cabo el complemento del plan de
pensiones para directivos, en contra de lo que había decidido en 2007.
Según Asunción Valdés, los retos que le esperan como jefe de la Casa
son «asesorar y ayudar al jefe del Estado en una época de crisis profunda para
fortalecer la capacidad de cohesión de la corona. Con el fin de que siga
cumpliendo el papel integrador y de defensa de valores de las instituciones en
las sociedades avanzadas».529 Entre otras cosas, con el Palacio de La Moncloa
prepara la relación de asuntos a tratar en el despacho semanal del rey con el
presidente del Gobierno, y consensúa los principales discursos del monarca.
Spottorno afrontaba otro reto más: delinear el papel y funciones de
Letizia. Es decir, inventar el lugar que debe ocupar y sus actividades,530 como
en su día se hizo con la propia reina y su implicación en la lucha contra la
droga, el apoyo a la música, la lucha contra el Alzheimer o los microcréditos.
Si a Fernando Almansa, que aprobó la construcción de la nueva
residencia para el príncipe de Asturias, le toco gestionar el noviazgo de
Felipe con Eva Sannum, Alberto Aza afrontó el compromiso y la boda del
príncipe con Letizia Ortiz. Para Rafael Spottorno, su máximo desafío a la
hora de volver a La Zarzuela era afrontar las consecuencias de la imputación
de un miembro de la familia real, Iñaki Urdangarin, algo que ocurría por vez
primera en España.531
Persona de perfil proactivo, muy bien relacionado, instaló desde el
primer día como principios al frente de la Casa la ejemplaridad y la
trasparencia. Lo que no imaginaba el nuevo jefe de la Casa era que, además
del terremoto Urdangarin, tendría que gestionar otro cataclismo: la cacería
del rey en Botsuana y la aparición pública de Corinna zu Sayn-Wittgenstein.

Cacería en Botsuana

El 13 de abril de 2013, viernes, don Juan Carlos llegó por sorpresa a Madrid,
en un vuelo privado de ocho horas de duración, procedente de Botsuana,
donde acababa de sufrir una fractura de cadera tras caerse en el campamento
de caza donde se encontraba participando en un safari. El sábado, 14 de abril,
aniversario de la Segunda República, la Casa del Rey difundía una nota
dando cuenta de que el monarca acababa de ser intervenido quirúrgicamente
en la clínica San José, en Madrid, por el traumatólogo Ángel Villamor. La
operación, la quinta desde 1985, supondría permanecer diez días ingresado y
después una inmovilización total de al menos cuarenta y cinco días. Se
anunció que Felipe y Letizia asumirían los actos de la agenda del monarca,
que habían quedado cancelados durante un mes y medio.
El inesperado suceso provocó una gran sorpresa en el país. Primero,
porque se desconocía que el rey se encontrara fuera de España. Segundo,
porque participara en una carísima cacería de elefantes. Y tercero, y sobre
todo, según se fue sabiendo después, por la compañía en que se encontraba y
el concreto nombre de Corinna zu Sayn-Wittgenstein. Aunque hasta ese
momento no había trascendido, en enero de 2012 ella formó parte de la
delegación empresarial, encabezada por el rey, que viajó a Arabia Saudí y
consiguió para un consorcio español la construcción del tren de alta velocidad
La Meca-Medina, con una inversión de 6.000 millones de euros. Acababa de
estallar una nueva tormenta en la Casa Real, de gran calado, y cuyas
consecuencias aún no se han calmado del todo.
Sobre el viaje a Botsuana, y aunque posteriormente se dijera que el
Gobierno estaba informado de los planes de don Juan Carlos, lo cierto es que
públicamente se desconocía que, desde el 9 de abril, el monarca se encontrara
fuera del país. Tras la operación de pulmón que sufrió el 8 de mayo de 2010,
en el Clínic de Barcelona, en la que le extirparon un tumor benigno, se le
había aconsejado que, además de dejar de fumar, no participara en más
cacerías. Eso, unido a los problemas de movilidad que sufría tras haberse
sometido el verano anterior a una operación de rodilla, desaconsejaba un
viaje tan largo y la estancia en un campamento de caza, que fue donde
finalmente sufrió la caída, con el resultado de una lesión tan grave como la
rotura de la cadera en tres fragmentos.
El suceso de Botsuana ocurrió en la peor semana para la prima de
riesgo, y mientras el Gobierno anunciaba duros recortes en educación y
sanidad. Además, don Juan Carlos acababa de declarar que el paro juvenil le
quitaba el sueño, y el día 20 de marzo había reunido en La Zarzuela a los
principales empresarios para pedirles que arrimaran el hombro. Y él se
marchaba a cazar elefantes, en un safari de lujo.
Esta vez, además, entró en funcionamiento una nueva realidad: las redes
sociales, que ardían tras conocerse la noticia de la cacería y de la lesión. Se
convirtió en un asunto de comentario general. En los estadios de fútbol de
España se cantó al rey «un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña».
La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, se permitió hacer
burla, en una comparecencia pública, comparando la curva de la producción
de petróleo en Argentina con la trompa de un elefante.

Y la reina se queda en Atenas

Doña Sofía se encontraba en Atenas, celebrando con su familia la Pascua


ortodoxa, que se conmemora una semana después que la católica. Le
informaron de los hechos el mismo viernes, pero optó por no regresar junto a
su marido. El sábado fue operado, pero la reina siguió en Grecia. Hasta el
lunes no se acercó a la clínica San José, donde apenas estuvo media hora y no
llegó a ver al rey. A la salida declaro que «le habían dicho» que estaba bien.
Tan evidente retraso en llegar y la escasa duración de la visita no pasaron
inadvertidos. Se interpretaron como una protesta silenciosa de la reina por el
comportamiento de su marido.
Posiblemente porque la avisaron de los ecos tan negativos que había
merecido su actuación primera, al día siguiente, martes, doña Sofía acudió al
hospital y permaneció dentro varias horas. Incluso se afirmó que los reyes
habían comido juntos. Pero el gesto del lunes había quedado muy claro.
Poco después se supo que a la cacería, organizada y financiada por el
empresario sirio Mohammed Eyad Kayali, asistió Corinna zu Sayn-
Wittgenstein, además de su primer marido, el empresario británico Philip
Atkins, y de su hijo Alexander. Y la princesa alemana empezó a ser objeto de
todo tipo de comentarios, singularmente respecto a su relación íntima con
don Juan Carlos. A partir de ahí se fueron desvelando las actividades
desconocidas que había desarrollado Corinna, empezando por organizar la
luna de miel de Felipe y Letizia en 2004, en la que una de sus principales
preocupaciones fue que no se filtrara nada.532 Se detallaron los viajes de
Corinna formando parte de las delegaciones que acompañaron al rey a
distintos países, en las que figuraba aparentemente como intermediaria
económica internacional.
No obstante, para algunos aquel viaje a Botsuana había sido en realidad
una despedida de don Juan Carlos. Se atribuye a una de las personas más
cercanas al rey esta consideración: «Corinna no ha sido el gran amor de su
vida, sino el último».533 Para Pilar Urbano:

Botsuana no es solo el problema del elefante, la ecología, un ligue de una rubia, ni una corte de
árabes detrás; es una emoción cara, lejana y exótica, cuando aquí había cinco millones de parados.
Botsuana supone un rey distraído, que es lo más parecido a un rey cansado de reinar. Su
obligación es preservar la monarquía y si ve que se está perdiendo es preferible que la transfiera
al príncipe, que ya está preparado.534

«Lo siento. No lo haré más»

La magnitud de la catástrofe que supuso para la monarquía el suceso de


Botsuana, pero sobre todo para don Juan Carlos, se resumió en una
convicción bastante generalizada, que incluso se expresó por escrito: «O pide
perdón, o está muerto políticamente».535 Y lo hizo. El rey pidió perdón.
El 18 de abril de 2012, don Juan Carlos protagonizó un gesto sin
precedentes: pidió públicamente perdón por el affaire del safari. Cuando
abandonaba la clínica San José, nada más salir de la habitación, en un pasillo,
se dirigió a una cámara de televisión que le esperaba y declaró: «Lo siento
mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir». Añadió que se encontraba
muy bien y que «estaba deseando volver a trabajar». Se entendió con toda
claridad que el monarca había pedido perdón, aunque posteriormente
personas de La Zarzuela intentaran matizar diciendo «no pidió perdón por
aquello, sino que dijo lo siento, que son cosas diferentes».536
¿Cómo se llegó a la decisión de comparecer ante una cámara de
televisión para disculparse? Según relatan las personas que estuvieron al lado
del monarca esos días, lo que desde el equipo de La Zarzuela se puso en
práctica fue dar a leer a don Juan Carlos todo, absolutamente todo, lo que se
iba publicando esos días. La magnitud de la crítica resultó tal, y sobre todo
viéndola también en soportes y en opinadores de la derecha, que el rey llegó a
asustarse. Uno de los artículos que más impresionó, y que, dada la
personalidad de su autor arrastró a otros a la línea crítica, fue el que publicó
José Antonio Zarzalejos, persona de posiciones nada radicales, exdirector de
ABC, el diario monárquico, afirmando que con el incidente de Botsuana la
monarquía había entrado en barrena.537
Aquello se parecía mucho a un terremoto. Aunque en el equipo de La
Zarzuela hubo cierto respiro al comprobar que las críticas más intensas se
centraban en plantear la abdicación del rey en su hijo… y no en demandar la
república. La institución no estaba siendo discutida… todavía.
A la vista del escándalo y de la enorme repercusión pública, además del
deterioro que estaba sufriendo su propia figura, don Juan Carlos entendió que
necesitaba protagonizar una actuación extraordinaria. Rafael Spottorno y el
jefe de prensa de La Zarzuela, Javier Ayuso, le aconsejaron que debería
dirigirse a los ciudadanos. Y así se tomó la decisión. Don Juan Carlos se lo
anticipó a su hijo en la tercera visita que hizo al hospital, y Felipe se mostró
de acuerdo. Las palabras que pronunció fueron pensadas con todo cuidado. El
mensaje era triple: me he equivocado, lo siento, no lo haré más.
Se barajó como alternativa la posibilidad de una nota de La Zarzuela, o
incluso una comparecencia formal de don Juan Carlos en la televisión para
leer un comunicado, pero la opción final, ese comentario improvisado en los
pasillos del hospital cuando abandonaba el centro, cuadraba más con la
personalidad y el estilo del rey, informal y desenfadado.
La petición de perdón tuvo como efecto, según relato de personas de La
Zarzuela, que la tendencia a la baja en la valoración del rey en las encuestas
se detuviera. Y poco a poco, muy lentamente, la imagen de don Juan Carlos
inició incluso una recuperación. Lo que se interpretó como que, gracias a
aquel gesto, de alguna manera la opinión pública le había perdonado. A los
cuatro días de la declaración, una encuesta reflejó que al 72 por ciento de los
consultados les parecía bien o muy bien que el rey hubiese pedido disculpas.
El 73 por ciento seguía considerando su reinado como bueno o muy bueno,
aunque casi el 63 por ciento desaprobaba el viaje a Botsuana. Una mayoría
concluía que la monarquía había quedado perjudicada, siendo los jóvenes los
más críticos.538
Por esas fechas, el equipo de La Zarzuela reunió al restringido grupo de
periodistas que tienen acceso directo a la Casa y les comentaron que el rey y
la monarquía estaban, en los últimos meses, recuperando valoración en las
encuestas, después del bache provocado por el viaje a Botsuana y las noticias
del caso Urdangarin, aunque no facilitaron datos concretos. Según informó
Monarquía Confidencial, la Casa del Rey no tiene encuestas propias, pero
maneja habitualmente estudios demoscópicos, que sin embargo no está
autorizada a dar a conocer porque se trata de sondeos que no ha encargado
directamente, y por tanto no son de su propiedad.539
De todas formas, el caso Urdangarin y, a continuación, el affaire de la
cacería y de Corinna habían ubicado ya de modo definitivo a la monarquía
como tema habitual de la llamada telebasura. Se atribuye a Rafael Spottorno
haber calificado de «catástrofe» el hecho que los asuntos de la familia real
figuren ahora de lleno en los programas del corazón.

Por el mundo con muletas

Don Juan Carlos intentó en lo posible volver a la normalidad de su actividad,


aunque fuera sirviéndose de muletas. El 2 de junio de 2012, utilizando una
para caminar, presidió en Valladolid el Día de las Fuerzas Armadas, junto
con la reina, Felipe y Letizia. Era su primera salida de La Zarzuela tras la
operación de cadera, y permaneció de pie los cuarenta y cinco minutos que
duró la parada militar. Entre los asistentes hubo algunos aplausos al monarca.
Al día siguiente, emprendió un largo viaje a Brasil, encabezando una
destacada delegación de empresarios. Entre los objetivos figuraba
promocionar la candidatura española a construir el nuevo tren de alta
velocidad Río de Janeiro-São Paulo. El desplazamiento formaba parte
también de una ofensiva de don Juan Carlos para recuperar su dañada
imagen, ahora por el sistema de dejarse la piel en la defensa de los intereses
españoles, sobre todo económicos. A continuación marchó a Chile, después a
Rusia (donde también estaba en juego la línea de alta velocidad Moscú-San
Petersburgo), después a Estados Unidos, a India…
En cinco meses recorrió más de 70.000 kilómetros, con el argumento de
que tenía que promocionar la marca España. Y tanta actividad le pasó factura
física. En el último desplazamiento, a Bombay y Nueva Delhi, del 25 al 27 de
octubre, mostró evidentes síntomas de cansancio, pero sobre todo notables
problemas para mantenerse en pie y para caminar, hasta el punto de tener que
ser ayudado en algunos momentos.
A finales de ese año 2012 la tendencia en las encuestas era: el rey seguía
en la zona baja y el príncipe mantenía el tipo con dificultad. Aparentemente,
las actividades privadas de don Juan Carlos y el asunto Corinna parecían
olvidados por los españoles, pero el caso Urdangarin seguía pesando muy
negativamente.

¿Cansado de ser rey?

Al distanciamiento de don Juan Carlos y doña Sofía como pareja, ya


comentado, se sumó por supuesto el episodio de la cacería en Botsuana y la
implicación de Corinna. Se acercaban las bodas de oro de los reyes, en mayo
de 2012, y a la vista del panorama, la opción fue no celebrarlas. Tenía toda la
lógica.
Algunas publicaciones quisieron, no obstante, dar la máxima brillantez
externa al aniversario, como ocurrió con la revista ¡Hola!,540 mientras otras se
centraron en las crisis habidas en la pareja durante esos cincuenta años541 y
hablaron de «las bodas de oro más tristes»,542 o de que no había nada que
celebrar.543 Las informaciones iban poco a poco calando en una opinión
pública que, mayoritariamente al menos, se había mantenido ignorante de los
problemas en la pareja real.
¿Cómo pudo cometer don Juan Carlos errores tan de bulto como los
relacionados con la cacería de elefantes, pero también con la llamativa
situación de Corinna y su presencia en España? Algunos analistas se
preguntaron si el rey, que durante tantos años y hasta ese momento había
demostrado un evidente olfato político, había perdido su mejor cualidad.
Y se apuntó que, desde el susto por la operación de pulmón de 2011, su
actitud vital había cambiado. Incluso que se había cansado de ser rey y
buscaba otro modo de vida menos sacrificado.544 A ello se sumaron algunos
gestos externos de don Juan Carlos que contribuían a rebajar un tanto la
buena imagen popular. Como la bronca que se vio que echaba a uno de sus
conductores porque no había parado el coche en el lugar adecuado. Y la
contestación malhumorada a un grupo de periodistas, en la propia Zarzuela,
echándoles en cara, cuando se interesaron por su salud y le preguntaron cómo
se encontraba: «Lo que os gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa».

Del annus magnificus

En los años noventa, la corona española estaba considerada una de las más
estables, asentadas y prestigiadas en Europa, mucho más aún por el contraste
con los terremotos que había sufrido la de Inglaterra debido a los avatares en
torno a Lady Di, los sucesivos divorcios y los escándalos económicos, todo lo
cual se había materializado en un gran distanciamiento del pueblo. En esos
momentos se colocaba a la monarquía de España a la cabeza en prestigio y
estabilidad.545
Se destacaba, por ejemplo, el arraigo y el gran apoyo social conseguido,
frente a los desastres en la dinastía de los Windsor. Paul Preston escribió
entonces que la monarquía de don Juan Carlos había «conseguido superar su
pecado original», que era haber sido proyectada por Franco, y además había
«superado la prueba de su utilidad». Concluía que la monarquía en España
podía caminar con confianza «porque su titular ha establecido sólidas
credenciales para su función. Ha justificado su derecho a ser el soberano de
un país».546
Cuando, en 1998, don Juan Carlos cumplió sesenta años, se repitió, ya
dentro de España, que el prestigio de la monarquía seguía intacto un cuarto
de siglo después de su advenimiento. Se habló de que el rey se mantenía «en
estado de gracia».547 Y esa buena imagen se conservaba en los inicios del
nuevo siglo. En 2004 llegó a hablarse de annus magníficus, coincidiendo con
el año de la boda de Felipe con Letizia, incluso en medios no especialmente
monárquicos.548
En marzo de ese año, The Independent publicó una separata dedicada a
la familia real española con este titular: «Soberanos modelo. Lo que los reyes
de España pueden enseñar a los Windsor». Insistía en que era «una dinastía
de la que aprender». Se fijaba, por ejemplo, en la actuación de don Juan
Carlos y doña Sofía en el funeral por las víctimas del 11-M: rompiendo todo
protocolo, los dos se acercaron a abrazar a las familias afectadas «como si
fuera la suya propia».
El diario londinense subrayaba que, a diferencia de la familia real
británica, los tres hijos, Elena, Felipe y Cristina, no habían protagonizado ni
«escándalos» ni «divorcios desagradables». Citaba como ejemplo de sintonía
con los nuevos tiempos la inminente boda de Felipe con la periodista Letizia
Ortiz, y concluía que el príncipe y las infantas «deberán expresar su
compromiso con el pueblo de una forma tan convincente como la de sus
padres», lo que «confirmará la popularidad de la monarquía durante, al
menos, otra generación».549

Al derrumbe

Solo tres años después, en 2007, las cosas habían cambiado drásticamente.
En agosto de ese año, The Times ofreció un duro reportaje sobre don Juan
Carlos y lo que calificaba de caída en picado de su imagen, titulado «El
popular rey que paró un golpe de Estado cae en el favor de sus súbditos». Y
con este subtítulo: «La familia real española, criticada por su estilo de vida
cuando sus asuntos financieros se airean por primera vez».550
Además de recordar la noticia sobre la penosa cacería en Rusia de un
oso borracho (Mitrofán) el octubre anterior, The Times se centraba en el
nombramiento de un interventor de la Casa del Rey, Óscar Moreno Gil, y en
la petición del diputado de Esquerra Republicana Joan Tardá de que
compareciera en el Congreso para explicar cómo se distribuían los 8 millones
de euros del presupuesto de La Zarzuela, y también que el rey y su familia
pagaran impuestos. Se refería igualmente a la portada de El Jueves, ya citada,
y a un blog (en agosto) del diputado del PNV Iñaki Anasagasti calificando a
la familia real de «pandilla de vagos». Aludía a un claro rebrote del
republicanismo en la sociedad española, y terminaba afirmando: «El mayor
problema para el rey» es que «su sucesor no goza de su nivel de apoyo
público», sobre todo tras su «lujosa» boda con Letizia Ortiz.
La revista italiana Panorama, por su parte, dedicó un amplio artículo a
la falta de control de las cuentas de la Casa Real y a las tesis de Joan Tardá
diciendo que «el funcionamiento de la monarquía es el verdadero agujero
negro de nuestra democracia».551 Se había abierto una peligrosa brecha: el
interés por los asuntos económicos de la monarquía.
Por si fuera poco, algunos tertulianos, en radio y en televisión, entraron
también en asuntos de la vida privada de la familia real que nunca se habían
escuchado en los medios, incluyendo no pocos bulos. Y en ese panorama,
Letizia se convirtió en uno de los objetivos principales. Se habló primero de
distancias con la reina, de mala relación de las infantas e incluso con el rey.
Después, de que la princesa sufría anorexia, de que se había comprado dos
escopetas de caza (La Zarzuela lo desmintió), de inseminación artificial para
tener hijos, de enfermedades de la infanta Leonor (incluso se dijo que sufría
sordera). Y se comentó también que la reina vivía más tiempo en Londres
que en Madrid, se afirmó que el rey era masón, y hasta se habló de una
conspiración de José María Aznar, que quería ser presidente de la República,
con el argumento del ataque de The Times y de que la revista pertenece a la
multinacional News Corporation, de la que era consejero el expresidente.552
A todo ello se añadió la multiplicación de incidentes callejeros contra la
monarquía. El 13 de septiembre de 2007, durante una concentración
nacionalista, unos encapuchados quemaron en Gerona fotografías de la
familia real ante la pasividad de los Mossos d’Esquadra. Además, en el
Parlamento se acumulaban un centenar de preguntas a propósito de la
situación y actividad de la Casa Real. Los partidos y grupos republicanos
multiplicaban su actividad e iniciativas. Esquerra planteó en el Senado retirar
al rey el mando de las Fuerzas Armadas, iniciativa que, por supuesto, no
prosperó. En Andalucía, once ayuntamientos de localidades gobernadas por
Izquierda Unida formaron una plataforma para instaurar en España la Tercera
República, y enviaron a las Cortes un documento en ese sentido. Y, para que
no faltara nada, desde la derecha algunos medios acusaban al rey de estar
apoyando al Gobierno del socialista Rodríguez Zapatero. Demasiados frentes
a la vez.
El 1 de octubre de ese año, en la apertura del curso universitario,
celebrada en Oviedo, don Juan Carlos destacó los tres decenios de
crecimiento y estabilidad vividos por España «en el marco de la monarquía
parlamentaria», una referencia que fue interpretada como su deseo de salir a
la palestra para defender la corona ante las arremetidas que venía
sufriendo.553 Y el 10 de noviembre pronunció el famoso «¿Por qué no te
callas?», dirigido al venezolano Hugo Chávez, un gesto sorprendente,
inadecuado en principio desde el punto de vista protocolario y hasta político,
pero que sin embargo mereció un amplio apoyo de los españoles.
En octubre, Tiempo publicó una encuesta propia, realizada por Gesop,
según la cual la mayoría de los españoles decían sí al rey. El 85,3 por ciento
consideraba positivo el papel de la corona, el 55 por ciento pensaba que había
una campaña en contra, y el 60 por ciento opinaba que el Gobierno tenía que
apoyarle más.554
No faltaron otros intentos de recuperar imagen. Ese 2007, El País
nombró a don Juan Carlos «Personaje del año», destacando que, a punto de
cumplir setenta años, «recupera relevancia pública y sale en defensa de la
monarquía».555 Aunque reconocía que «la imagen edulcorada de una familia
real de vida austera y discreta» se había diluido ya.556 También El Mundo le
dedicó su Magazine con motivo del setenta cumpleaños.

Y al suspenso

La popularidad de la monarquía iba sufriendo un lento retroceso. En 2004, el


CIS se atrevió por vez primera a incluir, en su barómetro de mayo, preguntas
sobre la corona, que hasta entonces siempre había figurado en los sondeos
como la institución democrática mejor valorada por los españoles. Una de las
respuestas, «está enraizada en la tradición y la historia española», recibió el
81,2 por ciento de los apoyos. Sin embargo, el 55 por ciento se mostró muy
de acuerdo con la afirmación «Es algo superado desde hace tiempo», frente al
24,4 se declaró en desacuerdo.557
Este último dato fue recibido por algunos medios como la evidencia de
que el CIS había planteado un sondeo contrario a la monarquía y se le acusó
de manipulación.558 La encuesta reflejaba también que el 50,3 por ciento de
los consultados siguió «con poco o ningún interés» las noticias sobre la boda
de Felipe y Letizia, mientras que el 49,3 por ciento respondió que lo había
hecho con «mucho o bastante» interés.
En diciembre de 2007, una encuesta de Metroscopia concluía que el 69
por ciento de los españoles decía preferir una monarquía parlamentaria como
la actual a una república, por la que optaban el 22 por ciento. Ocho de cada
diez consideraban que sin la actuación del rey no habría sido posible la
transición en España, y una amplia mayoría opinaba que la monarquía había
demostrado que no era forzosamente una institución obsoleta, sino que se
halla firmemente consolidada y aporta estabilidad a la vida política. Lo que
no impedía que uno de cada dos españoles (el 57 por ciento) considerara que
iría teniendo cada vez menos sentido a medida que pasara el tiempo.559
Al estallar el caso Urdangarin, la lenta tendencia a la baja que mostraba
la monarquía se trocó en caída vertiginosa. El 26 de octubre de 2011, tras el
episodio de Botsuana, saltaron todas las alarmas. Se dio a conocer una
encuesta del CIS en la que el rey, por vez primera en la serie histórica,
suspendía en la valoración de los españoles, con un 4,89 sobre 10. La
monarquía, que en 1997 fue la institución más apreciada y en 1998 obtuvo un
apoyo mayoritario, frente a solo el 11 por ciento para la república, aparecía
ahora en tercer lugar, detrás las Fuerzas Armadas y de los medios de
comunicación. Don Juan Carlos era el que resultaba peor parado, mientras
que el príncipe aguantaba el tipo y, sorprendentemente, la reina doña Sofía
salía reforzada.
En abril de 2012, las encuestas de Metroscopia resultaban demoledoras:
los jóvenes por debajo de treinta y cinco años, que no vivieron la transición ni
el 23-F, no comprendían la utilidad de la monarquía. Si en 1996 apostaban
por ella el 66 por ciento de los encuestados (frente a un 13 por ciento para la
república), y en 2011 se pasó a un 49 por ciento frente a un 37 por ciento
(aunque entre los menores de treinta y cinco años se registraba un empate de
45 por ciento), en 2012 los datos eran que para los menores de treinta y cinco
la república superaba claramente a la monarquía, por primera vez desde
1978.560
El Barómetro de Confianza Institucional de Metroscopia, publicado el
30 de diciembre de 2012, afirmaba que la distancia del rey en aprobación
ciudadana era de 75 puntos sobre el Gobierno, de 86 puntos respecto del
Parlamento y de 100 respecto de políticos y partidos. El conjunto de su
trayectoria merecía una puntuación de 7,3, aunque el asunto Botsuana había
dañado su imagen. El 74 por ciento que en marzo de 2012 aprobaba la forma
en que desempeñaba sus funciones había caído a un 52 por ciento, aunque en
diciembre estaba en el 58 por ciento, en lo que parecía una tendencia de
recuperación.561
De acuerdo con ese barómetro, el desapego hacia la monarquía era muy
fuerte entre los jóvenes de entre dieciocho y veintinueve años, los que no
vivieron ni conocen la transición: la apoyaban el 37,3 por ciento, frente al
57,8 que no la apoyaban. En ese segmento de población, la imagen de don
Juan Carlos era muy mala, mala o regular para el 56,5, mientras que el 38,3
por ciento la consideraba positiva, cuando el año anterior la buena imagen
alcanzaba el 67 por ciento.
Poco después, el 3 de enero de 2013, El Mundo publicó una macro
sondeo de Sigma Dos sobre la monarquía, en el que la principal conclusión
fue que había caído a su mínimo histórico de apoyo, con un 53,8 por ciento,
seis puntos por debajo del año anterior, mientras que el rechazo aumentaba en
8 puntos y se situaba en el 41 por ciento.562 La imagen de don Juan Carlos
seguía siendo positiva, con un 50,1 por ciento de apoyo, pero retrocedía 26
puntos, mientras que la del príncipe mantenía el tipo, con una pérdida de 7
puntos, que le colocaba en el 62,3 por ciento, por delante de su padre. Un 45
por ciento se mostraba partidario de que el rey abdicara en su hijo, mientras
que un 40 por ciento apostaba por su continuidad «mientras esté en
condiciones». Sondeos simultáneos de El País y de La Razón situaban el
apoyo a la monarquía en el entorno del 60 por ciento.
La Zarzuela no realiza ni encarga encuestas, como ya se ha apuntado. Es
lo que explican sus portavoces. Por decirlo rápidamente, no tiene dinero para
pagarlas. Y sin embargo, puede mantener un cuidadoso y atento seguimiento
de los movimientos sociológicos del país gracias a que algunas de las más
importantes firmas demoscópicas tienen con la Casa el detalle de adelantarle
los resultados de sus estudios. Y también, en no pocos casos, acceden a
introducir en sus grandes encuestas masivas preguntas específicamente
diseñadas por La Zarzuela, solamente para el consumo del rey, el príncipe y
su equipo de asesores directos. Es así como están al cabo de la calle de lo que
pasa en España. En determinadas temporadas más duras no les faltan incluso
chequeos semanales sucesivos, que desvelan las tendencias en marcha.
La sangría no cesaba. Apenas conocida, en abril de 2013, la noticia de la
imputación de la infanta Cristina por el caso Urdangarin, en mayo la
monarquía obtuvo la peor nota de su historia, un 3,68 sobre 10, siendo la
institución que más bajaba en ese Barómetro del CIS. El nuevo suspenso
colocó a la monarquía en sexto lugar, por detrás de la Guardia Civil, la
Policía y las Fuerzas Armadas (las tres únicas instituciones que aprobaban), y
de los medios de comunicación y del Defensor del Pueblo, aunque por
delante de la Iglesia (3,56), el Poder Judicial (3,52), y a mucha distancia de
las catastróficas notas del Gobierno (2,42) y de los partidos políticos (1,83),
situados a la cola del ranking.
Y por primera vez la monarquía apareció en la lista de problemas que
preocupan a los españoles, por delante de cuestiones tan destacadas como la
sanidad, las hipotecas, la reforma laboral, los nacionalismos y la violencia
machista, aunque con un porcentaje muy bajo: solo el 0,9 por ciento la
mencionó espontáneamente como uno de los problemas más inquietantes.563
Los incidentes, gritos y abucheos se han ido convirtiendo en casi
habituales en los actos públicos a los que asiste algún miembro de la familia
real, bien contra ellos, bien en protestas diversas por la suma de problemas
que padece el país. En La Zarzuela se ha comentado en más de una ocasión
que esos altercados no preocupan: hay que interpretarlos —dicen— por lo
que valen y lo que son. Se considera que la divergencia de opiniones es
normal, y que hay personas que rechazan la institución y otras que la
defienden. Sin embargo, lo que sí «molesta» es el componente de «mala
educación», que entienden injustificable. Afirman que estos comportamientos
son muy «minoritarios», aunque «desde el punto de vista informativo se
destaquen más cuatro gritos de cuatro minutos que cuarenta aplausos».

De operación en operación

«Señor, creo que el reinado de Vuestra Majestad durará más si practica esquí
de fondo». Fue el comentario amistoso, en tono de broma, de José María
Aznar a don Juan Carlos cuando, en la Navidades de 1994, coincidieron en la
estación de Baqueira Beret. Entonces, el rey seguía practicando el esquí.
Según Aznar, «no esquiamos juntos; yo hago esquí de fondo y el rey esquí
alpino».564 Hoy, don Juan Carlos ha abandonado todo deporte. Los numerosos
episodios de salud que ha venido sufriendo ya no se lo permiten.
Cuando se acercaba su setenta cumpleaños, a don Juan Carlos se le vio
bajo de tono. Le preguntaron qué le ocurría, y confesó: «Hay que
desengañarse. A partir de ahora voy a ir para abajo».565 Tenía toda la razón.
Al menos en lo que se refiere a su condición física, porque lo que ha venido
después ha sido un rey de operación en operación.
El primer susto serio ocurrió a finales de abril de 2010, cuando, durante
un chequeo rutinario, le descubrieron un tumor en el pulmón derecho, del que
convenía ser operado cuanto antes. El rey no se lo contó a nadie hasta el
mismo día de la intervención, el 8 de mayo. Fue entonces cuando se
enteraron la reina y el príncipe. Y durante ese tiempo, a don Juan Carlos le
sobrevino ese periodo de desánimo y depresivo.566 El tumor resultó benigno,
pero desde entonces la salud del rey ha ido dando tumbos.
Los días 16 y 17 de noviembre de 2012 se celebró en Cádiz la XXII
Cumbre Iberoamericana, que además conmemoraba el centenario de la
Constitución de 1812. Don Juan Carlos se implicó intensamente en lograr la
asistencia del máximo número de mandatarios americanos, y allí estuvieron,
por ejemplo, la brasileña Dilma Rousseff, el boliviano Evo Morales, el
ecuatoriano Rafael Correa, los presidentes de México y Colombia… en total
veintidós países representados, lo que se consideró un éxito. La reina y
Letizia actuaron como anfitrionas de las primeras damas en el programa
cultural y de visitas.
La actividad de esos últimos meses, como se ha dicho, había pasado
factura a don Juan Carlos, que durante la cumbre utilizó una muleta y en
algunos momentos se le notó con problemas graves de movilidad, tanto que
llegó a utilizar una silla de ruedas, si bien los servicios de La Zarzuela se
encargaron, con gran celo, de que esa imagen no fuera vista ni por
televisiones, ni por fotógrafos. La escena de don Juan Carlos en silla de
ruedas nunca se difundió.
En la cena oficial, al llegar el momento de los brindis, el propio rey
anunció que la semana siguiente se sometería a una nueva operación de
cadera. Sonriendo y con tono de broma dijo a sus invitados: «Como habréis
podido ver, tengo algunas dificultades de mecánica que han vuelto a aparecer
estos últimos días y que me van a obligar, siguiendo el consejo médico, a
interrumpir mi agenda oficial para pasar por el taller. Es decir, operarme de la
cadera izquierda, que tengo bastante maltrecha». Ese «pasar por el taller»
hizo fortuna como frase. Era una operación que los médicos habían
aconsejado y que el monarca decidió posponer para poder presidir la cumbre,
argumentando que había acudido a las veintiuna anteriores y no estaba
dispuesto a no asistir a una en la que España era anfitriona.
La intervención quirúrgica, décima para el monarca, la sexta en los dos
últimos años y la tercera en la cadera (después de ser operado tras la rotura en
Botsuana, tuvo que ser intervenido de nuevo al salírsele la prótesis por un
movimiento brusco durante una audiencia en La Zarzuela), se desarrolló el 24
de noviembre, en la clínica San José. Se comunicó que durante la
convalecencia se ocuparían de los actos oficiales la reina y los príncipes. A
los nueve días, don Juan Carlos regresó a La Zarzuela.

Doble hernia discal

A pesar de la voluntad que ponía don Juan Carlos y del intenso ejercicio de
rehabilitación que aplicaba en la Zarzuela, la recuperación no se conseguía.
Incluso el estado físico parecía preocupante, vista la dificultad con que se
movía. Sufría dolores, estaba recibiendo medicinas para combatirlos, como la
cortisona, había engordado visiblemente… Hasta que se descubrió que sufría
una hernia discal. Era precisa una nueva intervención quirúrgica, la cuarta en
diez meses. Un calvario.
El 3 de marzo de 2013, domingo, don Juan Carlos fue operado de una
doble hernia discal, por el doctor Manuel de la Torre, en la clínica La
Milagrosa. La operación duró tres horas, bajo anestesia general, y para
realizarla se utilizó un neuronavegador de última generación. Esta vez la
reina estuvo en el hospital durante toda la intervención, acompañada de Elena
y Cristina, esta última llegada desde Barcelona para poder encontrarse al lado
de su padre. Hora y media más tarde acudieron los príncipes, que el día
anterior habían participado en Holanda en una reunión de herederos. Y Felipe
tomó el mando como portavoz familiar cuando, con Letizia a su lado,
compareció ante los medios, en la calle, para informar de que la operación
había sido un éxito: «Ha ido muy bien. Está ya despierto. Hemos
intercambiado dos palabras muy rápidas, para que supiera que estábamos».
Esta vez, Iñaki Urdangarin no apareció por el hospital.
En mitad de la semana, y haciendo un alto en la actividad escolar, las
infantas Leonor y Sofía visitaron también a su abuelo, al que llevaron como
regalo dos dibujos que habían realizado ellas mismas. Lucían ambas el
uniforme de Rosales, y a la salida posaron para los fotógrafos junto a sus
padres y doña Sofía.
A los seis días, don Juan Carlos abandonó la clínica. Se anunció que la
recuperación llevaría entre dos y seis meses, y que cuando la completara ya
no tendría que usar muletas. Eso sí, tenía que practicar cuatro horas de
ejercicio al día. La ausencia pública del rey fue en realidad una baja parcial,
por cuanto mantuvo sus funciones constitucionales: no las cedió a su hijo. Tal
como se explicaba desde La Zarzuela, don Juan Carlos causó «baja en la
actividad física pero no en el ejercicio como rey». De hecho, siguió
recibiendo audiencias en palacio y celebrando los despachos con el
presidente del Gobierno.
Solo mes y medio después, el 22 de abril, don Juan Carlos, más delgado
y con buen aspecto, recibió de pie en La Zarzuela, acompañado de la reina, a
José Manuel Caballero Bonald, Premio Cervantes. «Está usted mejor que
yo», dijo al escritor, de ochenta y seis años, y este respondió: «Yo ya estoy en
las últimas». «En las últimas he estado yo, pero ya estoy recuperándome a
base de esfuerzo», replicó el rey, que añadió: «Pronto estaré dando guerra
otra vez».567
El 28 de junio presidió la clausura del XIV curso de Estado Mayor, acto
al que llegó caminando con dos muletas. En conversación informal con los
periodistas, quiso dejar claro que estaba muy recuperado: «Aunque algunos
mientan y digan que estoy enfermísimo, estoy estupendamente. Es un asunto
de tornillos».568 El 1 de junio reapareció en un acto público, el Día de las
Fuerzas Armadas, en la plaza de Neptuno. Fue una celebración breve, de
poco más de media hora, en atención a la salud del rey, que acudió con dos
muletas, aunque en algunos momentos utilizó solamente una. Felipe asistió
con uniforme de gala del Ejército del Aire, y Letizia lució un traje chaqueta
de tweed en tonos malva que había estrenado el Día de la Hispanidad de
2011. Después se ofreció un almuerzo en La Zarzuela a los ministros de
Defensa e Interior y a los altos mandos militares. En el momento de los
brindis, el rey comentó su estado: «Es imposible ir mejor. Dolor cero y ni una
aspirina».569
En esa misma línea, los portavoces de La Zarzuela insistían en que el
único problema de don Juan Carlos era motriz, de movimiento, porque por lo
demás se encontraba en plena forma. Y repetían una frase del propio rey: «La
corona se lleva en la cabeza, no en la cadera». Así pues, todo parecía ir bien.
Viajó a Marruecos, en lo que era el primer viaje internacional desde la
operación de espalda, y llegó a asistir a un partido de fútbol en el palco del
Santiago Bernabéu. Sin embargo…

Un inesperado beso de la reina

El 18 de septiembre, Guillermo y Máxima de los Países Bajos llegaron a


Madrid, en una visita de presentación como nuevos reyes de su país. En el
aeropuerto fueron recibidos a pie de escalerilla por Felipe y Letizia. En La
Zarzuela esperaban, a la puerta de palacio, los reyes y la infanta Elena, con
las cámaras de televisión en directo. Y en ese momento doña Sofía se inclinó
hacia don Juan Carlos, que aguardaba apoyado en las dos muletas, y le dio un
beso en la mejilla.
El gesto no pasó inadvertido a los conocedores de la vida de la familia
real, porque prácticamente nunca se había visto algo así. No se recordaba otro
momento en que, en público, la reina, especialmente cuidadosa en cuestiones
de protocolo, diera un beso a su marido. Pero también sorprendió ese detalle
por la difícil situación que atravesaba el matrimonio. Doña Sofía tuvo ese
gesto de cariño con su marido porque acababan de conocer una novedad
desalentadora: el rey tenía que volver de nuevo al quirófano. Era una muestra
de apoyo ante la adversidad.
¿Qué había ocurrido? Tras la intervención por la hernia discal, don Juan
Carlos desarrolló una recuperación muy positiva, en la que desaparecieron
totalmente las molestias. Sin embargo, a la vuelta del verano empezó a sufrir
dolores en la cadera izquierda, de la que se había operado hacía diez meses,
que no remitían con el tratamiento y que limitaban rotundamente su
movilidad. Esas semanas se vio al monarca muy desmejorado, caminando
doblado y con enorme dificultad, y sobre todo dolorido. Se realizaron nuevas
pruebas médicas y entonces se descubrió el problema: una infección en la
prótesis de cadera, una extraña eventualidad clínica que ocurre solamente en
una de cada diez mil operaciones. Auténtica mala suerte.
La noticia de una inminente nueva intervención empezó a circular con
intensidad, aunque rodeada de todo tipo de especulaciones, algunas de ellas
disparatadas. Durante la mañana del 20 de septiembre, viernes, los rumores
se dispararon en las redacciones, pero sobre todo en los medios digitales. Se
habló de que el rey había recaído del cáncer de pulmón, algunos llegaron a
publicar que estaba siendo trasladado en avión a Houston (Estados Unidos)
para ser operado allí, y hasta se apuntó una inminente abdicación. Pasadas las
dos de la tarde, La Zarzuela comunicó por fin que el rey iba a ser operado de
nuevo de la cadera izquierda, aunque para más detalles remitió a una
conferencia de prensa que se celebraría por la tarde en palacio. La
incertidumbre se mantenía, por la ausencia de datos más precisos. El único
mensaje que llegaba desde instancias de la Casa del Rey era que «había que
estar tranquilos».
A las seis de la tarde se desarrolló en La Zarzuela una rueda de prensa
totalmente inusual porque era la primera vez que se celebraba allí algo
semejante. Ante decenas de periodistas y cámaras de televisión, Rafael
Spottorno, jefe de la Casa, notificó que don Juan Carlos iba a someterse a
otra intervención debido al proceso infeccioso localizado en la cadera. A la
mesa se sentaba también un personaje nuevo, el doctor Miguel Cabanela,
español, que dirigía la unidad de cadera en la Clínica Mayo, en Estados
Unidos, una eminencia internacional en esa materia y que realizaría la
operación.
Abierto el turno de preguntas, la primera correspondió a la representante
de Radio Nacional de España, que sin más abordó una cuestión de fondo: si
se iba a producir una abdicación del rey. «La abdicación es un acto
personalísimo que el rey no se ha planteado en ningún momento», fue la
inmediata respuesta de Spottorno.
Para algunos analistas, la excepcionalidad y aparatosidad de aquella
rueda de prensa en la propia Zarzuela tuvo una oculta finalidad, puesto que
en realidad lo que se comunicó fue simplemente una nueva intervención
quirúrgica del rey. Previsiblemente escondía el temor de que el anuncio de
otro periodo más del rey fuera de juego, inhabilitado para ejercer su trabajo,
desatara una definitiva ola de reacciones en la dirección de pedir la
abdicación. Esa posible ofensiva quedó cortada con la primera pregunta,
precisamente de un medio público, Radio Nacional, y la primera respuesta
del jefe de la Casa. Según se supo más tarde, horas antes, esa misma mañana,
periodistas de los medios oficiales habían sido citados en La Zarzuela para
preparar la rueda de prensa.
Durante la comparecencia, Spottorno adelantó que el príncipe asumiría
parte de la agenda de su padre, pero solamente en aquellos actos en los que
cabía una «representación», porque no era posible la «sustitución». El
príncipe no es rey, ni regente y por tanto no puede asumir tareas que
competen al jefe del Estado, explicó. Anunció que, en ausencia de don Juan
Carlos, su hijo no acudiría a la XXIII Cumbre Iberoamericana, en Panamá,
porque se trataba de una reunión de jefes de Estado y de Gobierno, y Felipe
no era ni una cosa ni otra. En cambio, sí presidiría los actos del Día de la
Fiesta Nacional.570

Quince cartas credenciales

Una consecuencia incómoda, aunque no grave, de las continuadas ausencias


del rey era que se habían ido acumulando presentaciones de cartas
credenciales de embajadores, entre ellos por ejemplo el de Estados Unidos,
que, por tanto, aunque ya estaban trabajando, no habían asumido plenamente
sus funciones diplomáticas.
La eventualidad de la nueva hospitalización del rey y la previsión de un
largo periodo de convalecencia provocó otra iniciativa inusual. En la tarde del
lunes, día 23 de septiembre, víspera de la intervención quirúrgica, don Juan
Carlos presidió una novedosa presentación de cartas credenciales: colectiva,
de quince embajadores, y no en el Palacio Real sino en La Zarzuela.
Al día siguiente fue operado en la clínica Quirón. Se anunció que le
habían colocado una prótesis provisional, mediante la cual se aplicaría un
agresivo tratamiento de antibióticos y, una vez superada la infección, se
procedería a una segunda intervención, esta para ubicar la prótesis definitiva.
Doña Sofía visitó todos los días a su marido, excepto el sábado y el domingo,
28 y 29 de septiembre, por un viaje a Ginebra para asistir al catorce
cumpleaños de Juan Urdangarin. Felipe y Letizia acudieron al hospital
acompañados de sus hijas, que de nuevo llevaron al abuelo unos dibujos que
le habían hecho. Tras permanecer hora y media en el centro, a la salida
Leonor se convirtió en portavoz improvisada de la familia y, a preguntas de
los periodistas, manifestó: «Está muy bien el abuelito».571
El 1 de octubre, don Juan Carlos abandonó la clínica. A partir de
entonces inició la recuperación en La Zarzuela, una rehabilitación «no
agresiva», y tomando antibióticos por vía intravenosa durante al menos seis
semanas. El día 14 reapareció, presidiendo en La Zarzuela una reunión con el
presidente del Gobierno y el ministro de Exteriores para preparar el viaje de
Felipe a la Cumbre Iberoamericana del 18 y 19 de octubre. El príncipe
finalmente sí acudió a Panamá, pero no a las reuniones oficiales. En un
discreto segundo plano, asistió a la inauguración desde la tribuna de
invitados. «Aún no era su hora», comentaron desde la Casa del Rey.572
La segunda intervención se desarrolló el 21 de noviembre, en el mismo
hospital, también por el doctor Cabanela. La reina, que se encontraba de viaje
en Estados Unidos, llegó a Madrid ese día y marchó directamente desde
Barajas hasta la clínica, donde permaneció nueve horas. Y después vio a don
Juan Carlos todos los días. Las cosas parecían muy distintas de aquella
operación tras el accidente de Botsuana.
El rey recibió otra vez la visita de Felipe y Letizia con las niñas, aunque
esta vez Leonor y Sofía no pudieron llevar al abuelo dibujos. «No nos ha
dado tiempo», respondió espontáneamente Leonor al ser preguntada a la
salida.573 También le visitó Cristina, que viajó expresamente desde su nueva
residencia, en Ginebra. Don Juan Carlos abandonó el centro médico el 25 de
noviembre. «Estoy mal, muy mal», bromeó al salir. Le esperaban tres meses
de rehabilitación en La Zarzuela.
La conocida capacidad de don Juan Carlos para la broma se puso de
manifiesto también durante la hospitalización. Tal como contó el doctor
Cabanela, un día el rey se cubrió la frente con unas manchas de Betadine, se
vendó la muñeca y se puso un esparadrapo en la nariz para hacer creer a los
médicos que había sufrido una nueva caída. La broma duró hasta que don
Juan Carlos no pudo aguantar más y rompió a reír.

Del setenta al setenta y cinco cumpleaños

Si en 1998, cuando don Juan Carlos cumplió sesenta años, se afirmó que el
prestigio de la monarquía seguía intacto, las cosas habían cambiado
sensiblemente diez años después, cuando llegó a los setenta, como hemos
visto.
No obstante, el equipo de La Zarzuela logró convencerle de la
conveniencia de celebrar un acto.574 Y se organizó una cena de gala el 9 de
enero de 2008, en el Palacio de El Pardo, con asistencia de 500 personas.
Además de la familia real al completo, allí se reunieron las personalidades
más destacadas de su reinado. Don Juan Carlos quiso que, en lugar de un
protagonismo personal, fuera una fiesta por los años de libertad y democracia
que habían transcurrido. Al rey se le vio emocionado en esa conmemoración.
La emoción quedó más patente aún con la sorpresa de la noche: el
discurso pronunciado por Felipe. Una intervención fuera de lo habitual, a la
que ya hemos hecho referencia,575 en la que el heredero se dirigió por vez
primera hacia el rey tuteándole. Salió a la tribuna «pidiendo la venia para
romper el protocolo» e intervenir como heredero, «pero sobre todo como hijo
y en representación de la familia».576 El titular «Gracias, patrón» mandó al
día siguiente en las portadas de los diarios.
Aquella cena, a la que acudieron los presidentes del Gobierno de la
democracia, viejos políticos de la transición como Santiago Carrillo, los
titulares de las autonomías, los altos cargos de las instituciones, constituyó la
última alegría institucional para don Juan Carlos. Desde entonces no se han
vuelto a repetir actos así. El postrer consuelo, por así llamarlo, lo tuvo el 27
de diciembre de 2011, cuando, con motivo de la apertura de la X Legislatura,
las Cortes le recibieron con un caluroso aplauso que duró dos minutos.
En 2013, cinco años después de aquella cena, el setenta y cinco
cumpleaños del rey ni se celebró. Lo mismo había ocurrido con las bodas de
oro de los reyes, que correspondía recordar en mayo de 2012. Los servicios
de La Zarzuela presentaron entonces hasta tres propuestas distintas para
conmemorarlas, pero la familia decidió que no se hiciera nada. Ni siquiera
algo tan sencillo como un almuerzo íntimo del que después se diera cuenta de
que se había celebrado. Nada.

Cambia la política informativa

Al nuevo equipo que llegó a La Zarzuela en septiembre de 2011, encabezado


por Rafael Spottorno, se sumó pronto Javier Ayuso, periodista que había sido
eficaz director de comunicación del BBVA, y que prácticamente estaba
retirado de la actividad profesional, quien, sin embargo, aceptó el difícil reto
de ayudar a reconducir en lo posible la imagen de la familia real y de la
monarquía.577
La política de comunicación de La Zarzuela ha sido, tradicionalmente,
de opacidad y silencio. Incluía, entre otras cosas no salir a la palestra para
desmentir noticias o rumores, salvo en ocasiones muy excepcionales y
aisladas. Una de ellas, por ejemplo, la carta que Juan González-Cebrián,
entonces jefe de prensa, envió a Federico Jiménez Losantos, presentador del
programa La mañana, en la cadena COPE, desmintiendo que, en plena crisis
por los atentados del 11-M, el rey hubiera sido presionado por el Gobierno
del PP para que se aplazaran las elecciones del 14 de marzo. El desmentido
tuvo forma de carta, en lugar de optar por un comunicado de la Casa del
Rey.578
En materia informativa no faltaban las polémicas. Por ejemplo, tras la
publicación en agosto de 2005, en La Vanguardia, de unas fotografías de la
familia real al completo a bordo del yate Fortuna, que se consideraron un
trato de favor a la redactora del diario catalán Mariángel Alcázar. Se acusó al
equipo Aza-González Cebrián de dedicarse a dar exclusivas.579
La acostumbrada e histórica opacidad empezó a desaparecer de forma
ostensible con el trabajo de Javier Ayuso como responsable de relaciones con
los medios. Un primer test fue la operación de cadera de don Juan Carlos por
el accidente de Botsuana. Cuando ya estaba ingresado, preguntaron a Ayuso
qué hacer, y este respondió: «Dar una nota». «Pero si nadie le ha visto
entrar….», le replicaron. Y él insistió: «Alguien lo habrá visto». Y se dio la
nota informativa, comunicando que el monarca estaba siendo operado desde
las diez de la noche.
En una iniciativa desconocida hasta entonces, en junio de 2013 la Casa
del Rey comunicó que estaba dispuesta a demandar a los medios de
comunicación que publicaran fotos de los hijos de los duques de Palma, con
el argumento de que se trataba de menores de edad, cuya privacidad está
protegida por la legislación. Las demandas no han llegado a producirse, pero
la advertencia tuvo efecto. Poco después, La Zarzuela retiró a varios medios y
fotógrafos las acreditaciones para los actos de la Casa, por considerar que no
cumplían ciertas normas imprescindibles para cubrirlos.
El 2 de septiembre, El Mundo informó de que, dentro de las
investigaciones fiscales a la infanta Cristina en relación con el caso
Urdangarin, Hacienda había detectado que el rey había prestado 1,2 millones
a su hija en 2004, cuando compró el palacete de Pedralbes, ingresados en una
cuenta conjunta de la pareja. La reacción del equipo de prensa de La Zarzuela
fue rápida. A las dos de la tarde apareció la noticia en elmundo.es, a las tres
menos veinte se dio una nota confirmando la existencia de ese movimiento y
explicando que el dinero fue aportado por el monarca en dos transferencias
de 600.000 euros cada una, desde su cuenta personal a la de su hija, y que se
trataba de un préstamo, debidamente documentado ante notario y en las
declaraciones de la infanta. Poco después, La Zarzuela facilitó incluso copia
del documento notarial. La noticia no tuvo entonces mayor recorrido.
Ese mismo mes, Javier Ayuso protagonizó otra actuación también
inusual: envió una carta a los directores de las revistas del corazón y a las
principales agencias pidiéndoles que aplicaran criterios más rigurosos en la
compra de determinados reportajes. Tras destacar que desde la dirección de
comunicación estaban haciendo un esfuerzo para facilitar el trabajo de los
medios, «siguiendo criterios de máxima transparencia», lamentaba dos
sucesos concretos.
El primero, la «persecución» a la princesa de Asturias, por parte de
varios fotógrafos en moto, por las calles de Madrid, cuando ella iba en su
coche. El segundo, haber fotografiado en Ginebra a los hijos de los duques de
Palma cuando jugaban en un parque sin la compañía de sus padres.
«Desgraciadamente las actuaciones de una minoría de periodistas gráficos
está poniendo en peligro la continuidad de estas acciones. Confío en que se
impongan las buenas prácticas y el sentido común y que todos podamos
trabajar de la mejor manera posible», concluía la carta.580

Una queja a la FAPE

Esa novedosa estrategia informativa cristalizó aún más, si cabe, cuando, el 8


de octubre de 2013, la Casa del Rey anunció otra decisión sin precedentes:
una petición de amparo a la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología de
la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) ante la
«escalada de falsedades y medias verdades» que venía publicando
elconfidencial.com. Se trataba más bien de un gesto simbólico, porque la
citada comisión no goza de capacidad sancionadora alguna y sus dictámenes
suelen tener solamente una carga moral, aunque con repercusión mediática.
Rafael Spottorno envió una carta al presidente de la comisión, Manuel
Núñez Encabo, explicando que había tomado esa iniciativa «después de
muchos meses en los que la Casa del Rey está asistiendo indefensa a una
escalada de falsedades». Más en concreto, hacía referencia a «una noticia
falsa en todos sus términos» publicada el día anterior bajo el titular «El rey se
empeña en ir a Panamá contra el criterio del Gobierno y de los médicos»,
llena de falsedades y sin que el firmante, José Luis Lobo, «se tomara la
molestia de contrastar la noticia con esta Casa», decía la carta.
Relataba que La Zarzuela se puso en contacto con el director del medio,
Ignacio Cardero, para desmentir punto por punto la información y pedir que
la rectificara, pero «el resultado ha sido inútil, como en ocasiones anteriores,
ya que mantienen su información, aunque titulan en una nueva noticia que la
Casa del Rey decide que el monarca no vaya a Panamá».
«Nos encontramos ante un claro ejemplo de indefensión por parte del
Jefe del Estado ante un medio de comunicación que publica noticias falsas
amparándose en supuestas “fuentes muy cercanas” a la Institución y que hace
caso omiso a la información». Pedía el amparo de la comisión por entender
que su cometido es «defender la deontología profesional de los periodistas y,
por supuesto, la veracidad de las noticias que afectan a los ciudadanos
españoles que se ven agredidos por informaciones falsas».
Aunque el motivo inmediato de la queja era la noticia sobre el viaje del
rey a Panamá, lo cierto es que en el equipo de Spottorno existía desde tiempo
atrás un ambiente de queja contra ese medio digital. Por las informaciones,
que consideraban inexactas, sobre la familia real, con afirmaciones
entrecomilladas atribuidas en general a personas «cercanas a La Zarzuela»,
sobre las que en ocasiones no se consultaba a la propia Casa; pero también
por los contenidos de Vanitatis, una web asociada a El Confidencial, muy
leída, y que solía ofrecer contenidos que no gustaban en La Zarzuela, sobre
todo críticos con Letizia, que tenía incluso una sección dedicada a ella. Así
pues, la protesta ocultaba un trasfondo bastante más amplio.
El día siguiente de la carta a la FAPE, El Confidencial se reafirmó en la
noticia y, en un editorial, criticó la iniciativa tomada por La Zarzuela.581 El 8
de noviembre la comisión atendió favorablemente el amparo solicitado y
aprobó una resolución en la que concluía que El Confidencial «vulneró el
Código Deontológico del periodismo al no contrastar los hechos ni las
fuentes de la información publicada». Para el órgano de la FAPE, la crónica
publicada «vulnera los principios de “búsqueda diligente de la verdad”, de
“contraste de la información” y de “dar oportunidad a los afectados”», y
subrayaba que «los cambios introducidos a la primera crónica suponen
asumir, aunque parcialmente, el principio de rectificación». La resolución
sostenía que «la indeterminación de las fuentes de información y los
entrecomillados anónimos no contribuyen a la credibilidad del contenido de
la crónica». También consideraba que la sustitución del titular y del primer
párrafo de la crónica, una vez que la Casa del Rey desmintió lo afirmado en
ella, debilitaba la credibilidad de la misma.
Los problemas de Froilán el revoltoso

La caída de don Juan Carlos en Botsuana estuvo precedida por otro accidente,
este bastante menos relevante, que sufrió su nieto mayor, Felipe Juan Froilán,
de quince años, conocido popularmente como Froilán porque así lo llamó su
abuelo apenas nacer. Recibió un disparo en el pie derecho cuando realizaba
prácticas de caza con una escopeta del calibre 36 junto a su padre, Jaime de
Marichalar, en la finca familiar de Soria. Los perdigones le atravesaron el pie.
Apenas producirse el suceso, el pequeño repetía que lo que más le
preocupaba era el enfado de su abuelo, el rey. No faltó la polémica, porque
está prohibido a los menores el uso de armas de fuego. Froilán fue ingresado
en un hospital, donde permaneció varios días, y su padre tuvo que prestar
declaración ante la Guardia Civil.
El nieto mayor de don Juan Carlos ha ido adquiriendo un protagonismo
conflictivo dentro de la familia. Ya en la boda de Felipe y Letizia se dedicó,
en plena ceremonia en la catedral de La Almudena, a molestar al resto de
pequeños. Vestido de paje, le soltó una patada a su prima segunda Victoria
López-Quesada. Después, empezó a encararse con los fotógrafos. Alumno
del colegio de El Pilar, las malas notas obligaron a enviarle, en el curso 2010-
2011, a un internado inglés, en West Sussex, sin demasiado resultado.
Durante el veraneo de 2013 con todos sus primos, en Palma, se supo que
había golpeado en la cabeza y amenazado con un pincho a Pablo Urdangarin
cuando asistían a las clases de vela, y que tuvo que intervenir un monitor.582
Se contó entonces que Froilán era, entre los primos, «el líder de la manada
sin ninguna discusión». Se atreve con todo porque se siente protegido. «Por
su madre, que se reconoce en él, y por su abuelo… Al rey le hace gracia
Froilán. Le hace gracia porque fue su primer nieto, porque es el que más se le
parece físicamente y porque aprecia su espontaneidad, su genio, sus
barbaridades».583
Posteriormente, en torno a la fiesta de Halloween, Froilán fue visto en
un establecimiento musical de la zona antigua de Madrid luciendo una de las
máscaras de Anonymous, al parecer para pasar inadvertido.584 Promocionó
también en WhatsApp una fiesta con la máscara que hizo popular el cómic V
de Vendetta, que compraba y luego revendía a sus amigos. Se publicó
entonces que Froilán trabajaba como relaciones públicas para la sesión de
tarde (solo hasta las diez de la noche) de la discoteca Joy Eslava, con el fin de
atraer público joven y escogido. Su cometido era promocionar fiestas y hasta
colocar entradas, una labor por la que en realidad no cobraba pero que le
otorgaba algunos privilegios: invitaciones a sus amigos, acceso vip sin hacer
cola y barra libre en las consumiciones, excluido por supuesto el alcohol.585
En una ocasión, doña Sofía contó en Mallorca que su nieto mayor era
«travieso pero muy noble».586 Otros lo describen como un trasto, «un niño
malo en el sentido menos grave de la palabra. Pero no es ningún psicópata.
Es un poco inmaduro, hace travesuras que ya no tienen gracia en los chicos
de quince años, pero no es cruel, ni insensible a los ataques, ni indiferente
ante los demás. Se porta mal en público algunos días, pero otras muchas
veces es capaz de ser formal. Saca notas horrorosas, pero eso tampoco lo
convierte en un peligro público […]. Se ha revelado como uno de los lados
débiles por los que golpear a la familia real».587
Los hay que son más duros con él y afirman que «es un compendio de
las esencias borbónicas, un travieso de manual, un pícaro».588 No falta quien
insiste en que Froilán, nieto mayor de los reyes, sobrino de Felipe, dará
muchos dolores de cabeza a la monarquía.
Porque, a la hora de analizar los sucesos que afectan a la familia real, no
se puede olvidar que en esa compleja realidad confluyen tres entidades
propias, unidas pero distintas, y que hacen todo mucho más complicado: la
Jefatura del Estado, la institución monárquica y una familia. Esta última
parcela, la familia, es «la más complicada de gestionar», según repite una
fuente de la Casa. Y precisamente por ese flanco han venido los problemas
más graves.
Hasta que el núcleo familiar se quebró por vez primera, con la ruptura
de los duques de Lugo, una vez al mes el rey presidía en La Zarzuela una
reunión de la familia, a modo de consejo de administración, para hablar de la
agenda oficial y actividades a cumplir. Se celebraba en una sala próxima al
despacho de don Juan Carlos, con asistencia de los reyes, los príncipes de
Asturias, los duques de Lugo y los duques de Palma. La familia al completo.
En esas sesiones, el jefe de la Casa y el secretario general explicaban las
invitaciones recibidas y hacían propuestas de actos y audiencias. Y se repartía
el trabajo, aunque la última palabra correspondía al rey.589 Ahora, esos
cónclaves se limitan a los reyes y los príncipes.

Una nueva doña Sofía

En noviembre de 1997, un sondeo realizado por Análisis Sociológicos,


Económicos y Políticos (ASEP) sobre valoración de líderes políticos y
sociales, colocó a la reina en el primer lugar, con 7,5 puntos, seguida del
expresidente Adolfo Suárez, con 6,7 puntos. Aparecían también Felipe
González, con 5,3, y José María Aznar (entonces presidente del Gobierno) y
Joaquín Almunia (líder del PSOE) empatados a 5.590
En el año 2000, con motivo de los veinticinco años de la llegada de don
Juan Carlos al trono, Adolfo Suárez escribió un artículo recordando la gesta
política de la transición y destacando el papel decisivo del rey. Y concluía
así:

Esos años son también los de la reina Sofía. Ella, con su discreción, su sensibilidad ante los
problemas humanos, su amparo al mundo de la cultura, se ha convertido en una de las reinas más
egregias y populares de nuestra historia. Sirvan estas líneas como homenaje y tributo a quien
constituye la clave de la vida de nuestro rey.591

La reina dejó oír su voz en primera persona, con protagonismo directo,


en el libro que escribió en 1996 Pilar Urbano,592 una obra al estilo de la
publicada sobre el rey por José Luis de Vilallonga.593 Pero el primer síntoma
de que doña Sofía empezaba a volar por su cuenta se registró mucho más
tarde, en 2008, con la aparición de La reina muy de cerca, escrito por Pilar
Urbano tras catorce entrevistas personales mantenidas en la propia
Zarzuela.594 Aquí no solamente hablaba ya con voz propia, sino que dejó ver
una parte de su interioridad, y además emitió juicios y valoraciones
personales sobre asuntos comunes. El libro tuvo una enorme difusión. Pero
provocó también problemas de cierta entidad.
La autora puso en boca de doña Sofía opiniones y comentarios que
causaron revuelo, mucho más después de que El País lo destacara en su
portada.595 Se leía que la reina no entendía que los homosexuales se sintiesen
«orgullosos» por ser gais, así como su oposición a la eutanasia y el aborto.
Cuando estalló el revuelo, don Juan Carlos, de visita en San Salvador, ordenó
que se atajara el asunto. La Casa del Rey divulgó entre los periodistas
presentes en ese viaje un extraño comunicado, sin membrete oficial,
desmintiendo el contenido del libro y diciendo: «Se trata de afirmaciones
inexactas realizadas en el ámbito privado».596 Pilar Urbano respondió
inmediatamente confirmando el contenido del escrito, y añadiendo que había
sido enviado previamente a La Zarzuela para su revisión y que únicamente
habían respondido planteando un matiz en el título. En efecto, el libro había
llegado con anterioridad a La Zarzuela y no habían puesto pegas a su
contenido.
El incidente dejó en posición de debilidad a la persona que lo había
recibido, el jefe de la Secretaría de la Reina, general José Cabrera, quien a su
vez alegó que lo había pasado al jefe de la Casa, Alberto Aza.597 Entonces se
dio por supuesto que Cabrera sería destituido pero no ocurrió así: se mantuvo
en el puesto hasta la jubilación, que tuvo lugar en octubre de 2013, sustituido
por Arturo Luis Coello Villanueva.
«Mi vida es la vida del rey. No tengo otra». Se lo dijo doña Sofía a Pilar
Urbano en ese libro. «Yo no estoy para hacer lo que quiero, sino lo que
necesiten de mí. A mí me programan cada día, ¡y cada hora!, de mi vida en
función de los intereses del país. Yo voy donde conviene que vaya»,
añadía.598 Sin embargo, esos planteamientos parecen haber cambiado en los
últimos años: la reina ha tomado decisiones propias, y evidentemente ha
dejado de ser «la sombra del rey», como se ella se autocalificó anteriormente.
Ha aparecido una nueva reina doña Sofía.
Así, en noviembre de 2011, con el escándalo Urdangarin en pleno
apogeo, decidió viajar a Washington para estar con su hija, y sobre todo con
los nietos. Se había desplazado a Nueva York para presidir la gala del
Spanish Institute, y después voló a la capital, donde se alojó en casa del
matrimonio, con el que pasó tres días. No solamente eso. Se dejó fotografiar
con los duques de Palma saliendo de un restaurante. Las imágenes se
pudieron ver, de forma destacada, en la portada de ¡Hola!599
Se publicó entonces que ella estaba convencida de la inocencia de Iñaki
y de que le habían engañado. Se añadió que en la intimidad de su casa la
reina no paraba de llorar, preocupada por la situación de su hija. Y que pasó
la festividad de fin de año completamente sola, cuando la tradición de años
anteriores era que la viviera en Baqueira Beret con la familia Urdangarin-
Borbón. Don Juan Carlos tampoco se encontraba en La Zarzuela porque
había acudido a una cacería, y Felipe y Letizia la pasaron con Paloma
Rocasolano.600
La visita a Washington fue recibida con críticas. Fuentes de La Zarzuela
intentaron matizar diciendo que doña Sofía «no marchó a Washington por
Urdangarin, sino por su hija, aunque él se coló en la foto», pero el escándalo
estaba ya formado. Se habló de un error de la reina. Incluso se llegó a escribir
que a don Juan Carlos le había enfadado ese viaje. Sin embargo, a modo de
explicación, lo que se argumentó fue que doña Sofía había actuado esta vez
más en su condición de madre que como reina, y por tanto pensando en su
hija y, sobre todo, en sus cuatro nietos. Siendo la familia real una institución
y a la vez una familia, de salvaguardar la institución se encargaban, por así
decirlo, el rey y el príncipe; de proteger a la familia se ocupaba ella. En
cualquier caso, personas de La Zarzuela reconocían que el viaje de la reina
«ha sido un horror».
El 14 de marzo de 2012 se volvieron a visualizar públicamente las
distancias entre don Juan Carlos y la reina. Presidían en Barcelona la entrega
de las becas de La Caixa, el rey pronunciaba su discurso y, ante la impresión
de que iba a terminar y declarar clausurado el acto antes de tiempo, doña
Sofía le tocó el antebrazo para avisarle de que estaba prevista una actuación
musical. La reacción del don Juan Carlos fue decir en voz alta: «Ya lo sé.
Pero déjame terminar». Después, tratando de quitar hierro a sus palabras,
añadió, dirigiéndose al público: «Está claro que a ella le gusta la música más
que a mí». Externamente no faltaban las sonrisas, también por parte de doña
Sofía, que continuó sonriendo mientras miraba al público. Pero en realidad
fue una situación tensa, por la reacción de don Juan Carlos y su «¡déjame!».
En ese discurso, el rey destacó que se sentía preocupado por el alto nivel de
paro juvenil en España, la frase que le echaron en cara muy poco después,
cuando se descubrió la cacería en Botsuana.
Tras el accidente del rey en Botsuana, la ya relatada decisión de doña
Sofía de no regresar a Madrid hasta pasados tres días fue otra manifestación
de que volaba sola en algunos terrenos. Su vida era ya su vida, la suya propia,
no la del rey.

La reina de la casa

Dentro de ese ir por libre, doña Sofía marchó de nuevo a la capital de


Estados Unidos en mayo de 2012, para estar presente en el décimo
cumpleaños de su nieto Miguel y pasar unos días con su hija. Hacía cinco
meses que no veía a los nietos. Y volvió a ser fotografiada con toda la familia
Urdangarin.601
A lo largo de ese año 2012, la reina continuó viajando con frecuencia a
Londres, donde residían su hermano Constantino y su esposa Ana María, con
sus hijos y nietos. En el anonimato de la capital inglesa, doña Sofía visitaba
grandes almacenes, tiendas, librerías y establecimientos de electrónica, donde
realizaba compras y adquiría regalos para la familia, sobre todo para los
nietos. Además de asistir esporádicamente, acompañada de su hermana Irene,
a conciertos y espectáculos. Si anteriormente se alojaba en el famoso hotel
Claridge, ahora elegía establecimientos más discretos, de una conocida
cadena española. La estancia resultó especialmente intensa antes de Navidad,
para encargar los regalos familiares.
Con el trasfondo de las apariciones de Corinna, doña Sofía mantenía
externamente el tipo, aunque se empezó a hablar de su soledad, de que la
única compañía y apoyo era su hermana Irene,602 con la que marchó a
Mallorca en la Semana Santa de 2013. Ya antes se destacó que su setenta y
cuatro cumpleaños no había sido un cumpleaños feliz: lo celebró en la
intimidad, solo con Irene.603
La tradición de la Casa marca que el primer viernes de marzo un
miembro de la familia real acuda a venerar la milagrosa imagen del Cristo de
Medinaceli, en Madrid. La talla data del siglo XVII, y la costumbre nació
cuando la pieza fue recuperada a los musulmanes el viernes de Cuaresma de
1682. A lo largo de los años se relevan los distintos integrantes de la familia.
En 2013, el primer viernes cayó el 1 de marzo, y quien acudió al templo fue
doña Sofía. Hacía siete años que no cumplía ella la tradición. Los gestos de
cariño por parte de los fieles fueron especialmente efusivos, a la entrada y a
la salida. Y se escucharon algunos gritos de «reina sí, Corinna no». El pueblo
estaba con ella.
El último fin semana de septiembre, doña Sofía viajó a Ginebra para
celebrar con los duques de Palma y sus hijos el decimocuarto cumpleaños de
Juan Valentín, hijo mayor de Iñaki y Cristina. Este, junto con sus hermanos
Pablo Nicolás, Miguel e Irene habían comenzado ya las clases en su nuevo
colegio. La reina, que llevó consigo al nieto mayor, Felipe Juan Froilán,
conoció el nuevo hogar de la familia Urdangarin-Borbón.
Con ocasión de su setenta y cinco cumpleaños, que pasó en Suiza,
diversos medios publicaron páginas especiales dedicadas a doña Sofía. Los
titulares en la portada del Magazine de El Mundo resultaron especialmente
significativos: «La reina de la casa». «Doña Sofía, el pilar de la familia real».
El sumario decía: «No ha sido una vida fácil, seguramente con más
sinsabores que alegrías y siempre con dos lealtades: la familia y la institución
monárquica».604 Luis María Anson firmó un artículo dedicado a la reina:
«Posee una admirable capacidad para sentir el dolor de los demás, también
las alegrías y las esperanzas, y por eso la gente la respeta y la admira. Pero,
sobre todo, la quiere».605
Su viaje a Nueva York a mediados de noviembre, para presidir en el
Waldorf Astoria la entrega de las medallas de oro del Queen Sofia Spanish
Institute,606 constituyó un gran éxito personal de doña Sofía. Los
galardonados fueron Antonio Banderas y Hillary Clinton, por su contribución
a las relaciones entre Estados Unidos y los países de habla hispana. Allí
estuvieron desde Michael Douglas a Henry Kissinger, quien tuvo palabras de
admiración para doña Sofía, a la que definió como una mujer «muy
divertida» y, sobre todo, como «una de las mayores expertas mundiales en
microfinanciación».607 Acudió además a la inauguración de una muestra del
fotógrafo peruano Mario Testino, visitó la escuela bilingüe Middle School
South Bronx, y asistió a la firma de un plan de cooperación del Ministerio de
Educación con dos centros escolares para la enseñanza del español.
En noviembre de 2013, un tifón arrasó gran parte de Filipinas. Las
noticias que llegaban a España eran terribles. El día 11, doña Sofía tenía
fijado presidir un acto de la Secretaría de Estado de Cooperación
Internacional y, antes de salir, en la propia Zarzuela, planteó: «Hay que hacer
algo con Filipinas». Sobre la marcha, ella misma se puso en contacto con
empresas para solicitarles ayudas, y a las doce del mediodía la Fundación
Reina Sofía anunciaba el envío de 300.000 euros en alimentos y otros
socorros, que al día siguiente salieron hacia aquel país en el avión ya fletado
por el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Ese arranque repetía algo parecido a lo que ocurrió un año antes,
cuando, a finales de septiembre de 2012 se registraron en el sureste de
España unas inundaciones como nunca se habían visto, con enormes daños y
hasta una decena de víctimas mortales. Una mañana estaba reunido Rafael
Spottorno con sus colaboradores y recibió por teléfono interior la llamada de
doña Sofía:

—Mañana quiero viajar a la zona de las inundaciones…


—Señora, habría que mirarlo…
—No hay nada que mirar. Preparad las cosas.

Y así, el 5 de noviembre doña Sofía recorrió las zonas afectadas en las


provincias de Málaga, Almería y Murcia, y transmitió su apoyo a los
familiares de las víctimas y a los vecinos de las poblaciones más castigadas.
Acompañada por la ministra de Sanidad, Ana Mato, la localidad malagueña
de Villanueva del Rosario fue el punto de partida. Desde allí se trasladó a la
barriada de Pueblo Laguna, en el municipio almeriense de Vera y
posteriormente a Puerto Lumbreras (Murcia). «No nos eches en el olvido»,
fue alguna de las frases que escuchó en su reunión con los vecinos, que le
trasladaron testimonios sobre la pérdida de sus viviendas y le mostraron
fotografías de personas intentando salir de sus vehículos o siendo evacuadas
de las viviendas. Fue una visita agotadora porque no pararon, de un sitio a
otro en helicóptero, dando ella muestras de una gran vitalidad física y
llevando casi a rastras al resto de la delegación.
El desparpajo de Corinna

Corinna zu Sayn-Wittgenstein no quiso desaparecer, ni mantenerse en un


discreto segundo plano, tras el episodio de la cacería y el escándalo que se
había montado en España. Al contrario. En marzo de 2013 protagonizó una
cascada de declaraciones, mediante entrevistas concedidas a El Mundo y
¡Hola! en España, y a Paris Match en Francia, además de otras
comparecencias menores.
La primera irrupción se produjo en un reportaje en The New York Times,
en el que negaba ser amante del rey, calificaba a don Juan Carlos de «un
tesoro nacional», y aseguraba que su papel en los viajes reales había sido el
de una consejera estratégica del Gobierno de España, a través de su empresa,
Apollo Associates.608
La incursión en España resultó mucho más aparatosa. Se produjo
después de que ella fuera citada en alguno de los correos electrónicos
presentados por Diego Torres contra Iñaki Urdangarin. El 24 de febrero de
2013, domingo, El Mundo publicó una larga entrevista a Corinna, en la que
calificaba su relación con el rey de «entrañable amistad». «A don Juan Carlos
y a mí —afirmaba— nos unía una profunda amistad y el común amor por la
caza y la naturaleza». Decía que tenía mucho «respeto» por el rey y por el
príncipe, y no citaba a la reina. Según ella, había desempeñado importantes
funciones para el Gobierno español. En cuanto a su relación con Urdangarin,
reconocía que cruzó bastantes correos con él, pero no relacionados con Nóos
sino con la petición de don Juan Carlos de conseguir trabajo a su yerno.
Aseguraba que estaba viviendo «una auténtica pesadilla», y presumía de
haber realizado para España trabajos «siempre delicados, confidenciales.
Asuntos clasificados, situaciones puntuales, que yo he ayudado a solucionar
para bien del país».609
La entrevista tuvo su origen precisamente en los correos electrónicos
que desveló Diego Torres. En uno de ellos apareció un teléfono extranjero, la
redactora de El Mundo Ana Romero lo marcó, y al otro lado contestó en
inglés una voz femenina: «¿Hello?». Era Corinna zu Sayn-Wittgenstein. Al
principio, ella estuvo reticente, pero días después de la última tanda de
correos la volvió a citar, y entonces aceptó. La periodista viajó a Mónaco.
Hubo varias conversaciones y la entrevista se desarrolló finalmente en
Londres.
Corinna puso varias condiciones. La principal: revisó minuciosamente la
traducción, para que se publicaran las palabras adecuadas. Se mostró
«obsesionada» por que no salieran de su boca expresiones que pudieran
perjudicar al rey. En un momento de la entrevista, planteó cambiar una frase.
Decía «he trabajado» para el Gobierno español, y quiso que quedara «la
colaboración que he prestado al Gobierno español». Pidió que se destacara
que sus colaboraciones habían sido gratis, que no había facturado ni un euro a
los contribuyentes españoles. Sobre Iñaki Urdangarin, insistió en que fue el
rey quien le pidió que le buscara un trabajo.610
Por si fuera poco la entrevista de El Mundo, días después ocupó la
portada y siete páginas de ¡Hola!, en un reportaje muy cuidado, con
fotografías de estudio, una de ellas luciendo ostensiblemente una valiosa
pulsera. Realizó allí afirmaciones contradictorias, como que no deseaba «ser
una celebridad», y dijo que hablaba para defenderse. Confirmó sin ambages
«la entrañable amistad» que la unía al rey, para añadir que, si alguien
pretendía utilizarla para atacar a la familia real, no contarán con ella. «Las
especulaciones que siguieron al viaje de Botsuana me dolieron. Fueron
innecesarias y dañinas». Según ella, esas iban a ser sus últimas declaraciones.
«Nunca he vivido en España, y me mantendré lejos, aunque no es porque esté
huyendo». Insistía en que el rey «es el mayor valor y el mejor embajador de
España en el mundo».611
Algunos medios llegaron a afirmar que las declaraciones de Corinna se
habían hecho, no solo con el visto bueno, sino a instancias de don Juan
Carlos, y otros que las había leído a posteriori y le envió un mensaje de
apoyo.612 Para más escándalo, se publicó esos días que la princesa alemana
había residido en los últimos cuatro años, junto con su hijo Alex, en La
Angorrilla, una casa de campo propiedad de Patrimonio Nacional
recientemente reformada, a disposición de La Zarzuela, situada en el Monte
de El Pardo, no muy lejos de la propia Zarzuela y con una carretera de acceso
bloqueada por seguridad privada.613
Las declaraciones de Corinna hablando de los servicios singulares
prestados al Gobierno de España, lo mismo que la residencia en La
Angorrilla, provocaron preguntas parlamentarias en el Congreso. El director
del CNI, Félix Sanz Roldán, tuvo que comparecer ante la Comisión de Gastos
Reservados, donde, en síntesis, manifestó que «no constaba» que hubiera
prestado ningún servicio a España.
Sobre el propósito de esas apariciones mediáticas, algunas fuentes
próximas a La Zarzuela las atribuyeron al «rencor»,614pero otros analistas
apuntaron que Corinna trataba de sacar provecho a su posición; incluso
hablaban de un posible intento de chantaje. Y hasta se añadió la pista de
algunas conexiones con los servicios de inteligencia alemanes, lo que se
conoce como un agente de influencia, dada la nacionalidad germana de ella,
derivada de su matrimonio.615
No quedó ahí la cosa. Corinna volvió a tomar protagonismo en
septiembre de 2013, en la edición americana de Vanity Fair. Según la versión
de la revista, preparaban un trabajo sobre el rey de España y ella pidió
participar. Sus declaraciones no dejaron precisamente en buen lugar a don
Juan Carlos, cuando dijo: «El rey es un anciano caballero que lucha por su
salud».616
Acerca de la cacería en Botsuana, afirmó: «Yo dormí en mi cabaña con
mi hijo, mi primer marido en otra, y el rey en la suya. No hubo hanky-panky»
(expresión que puede traducirse como juego sexual o rollo). Confirmaba que
ella y el rey eran «buenos amigos», y que su trabajo de mediación en España
se debió a su «aprecio al monarca y al príncipe». «Nos mantenemos en
contacto —añadía—. Él llama a mis hijos una vez por semana para ver cómo
les va. Se comporta como usted y yo nos comportamos con un amigo». Y
respecto a la reina: «Nos hemos cruzado una vez». Apuntó que había
abandonado España en diciembre y no tenía pensado volver: «No sería muy
apropiado o muy inteligente».617 El reportaje no se publicó en la edición
española de la revista, pero se colocó en su página web, traducido también al
castellano,618 y pronto se convirtió en la noticia más leída.
En octubre se conoció que Corinna había empezado a trabajar como
asesora de Alberto de Mónaco. A principios de ese mes, le acompañó en un
viaje de Estado a Rusia en el que el príncipe se entrevistó con el presidente
Vladimir Putin. Fue fotografiada con los Grimaldi en la visita al patriarca
ortodoxo de Moscú y de todas las Rusias, Kiril.619 En diciembre, acompañó a
su esposa, Charlene, cuando viajó a Sudáfrica para asistir a los funerales por
Nelson Mandela. Y en febrero de 2014 estuvo con ellos en los Juegos
Olímpicos de Invierno en Sochi (Rusia).

El rey solo

A finales de noviembre de 2013, Canal Plus Francia emitió un largo


reportaje, pretendidamente de investigación, titulado Juan Carlos, el ocaso
de un rey, muy crítico con la familia real española, diciendo que en los
últimos años «la familia ha estallado y el reino de España se ha visto
sacudido por una serie de escándalos». Resumía la situación así:

Un rey capaz de cruzar el mundo para ir a matar elefantes en safaris carísimos, una reina
humillada desde hace años por las infidelidades de su marido, un yerno que habría desviado
millones de euros y se arriesga ahora a 10 años de cárcel.620

A pesar de su condición de capitán general de los Ejércitos —decía—,


«sobre sus muletas el primero de los españoles no es más que la sombra de sí
mismo… Matar elefantes es un hobby algo extraño para el rey de un país en
bancarrota… Esa escapada terminó convirtiéndose en asunto de Estado y le
ha restado a Juan Carlos apoyos en los barrios populares». Y Añadía:

En la calle son cada vez más los que se manifiestan contra la monarquía. España ha redescubierto
la bandera tricolor republicana y son los jóvenes, la generación de la crisis, quienes promueven
este cambio. Para ellos, Juan Carlos ya no es el padre de la nación, sino el padrino de una
monarquía mafiosa. Hoy, más de la mitad de los españoles reclaman una nueva Constitución sin
rey.

De doña Sofía afirmaba que es «una aristócrata profesional que se ocupa


de obras de caridad y animales», y a los príncipes los definía como «unos
maniquíes jóvenes y guapos». De Letizia escribía: «Una exestrella de la tele
convertida en icono de la moda», con un problema de anorexia «del que está
prohibido hablar».621
Ataques y críticas externas aparte, don Juan Carlos se siente solo. Lo
cuentan personas con entrada habitual en La Zarzuela y que se reúnen con él.
«Delicado de salud, envuelto en tensiones familiares y solo», así resumía una
revista la situación del monarca. Añadía que, según fuentes del entorno real,
se encuentra en estos momentos «solo, sin amigos y triste… Creo que se
siente abandonado por una parte de los españoles. Y eso le duele».622 Hoy
resulta imposible saber quiénes son los verdaderos amigos del rey… si
existen. Se difuminan nombres de políticos (Felipe González, Javier Solana,
Josep Piqué…), de empresarios (Florentino Pérez, Juan Miguel Villar
Mir…), el grupo de amigos de la infancia en Las Jarillas, a los que sin
embargo no ve con asiduidad… Solo se repite el nombre de José Cusí, al que
telefonea a diario.623

Muchos años de espera

La tormenta que azota a la monarquía por el caso Urdangarin, el grave suceso


del viaje del rey a Botsuana, el aumento de las protestas y las críticas en la
calle, la cada día mayor actividad de partidos y grupos partidarios de la
república, las enfermedades de su padre han obligado a Felipe en estos
tiempos a aguantar el tirón. Y lo está logrando. Al menos aparentemente.
Mantiene el tipo, aunque la inquietud va por dentro. Más que nunca, ha
tenido que sacar a pasear la sonrisa, en un intento de minimizar la zozobra
que sufre. Lleva tres años pasándolo muy mal, pero procura no arrugar el
gesto.
Felipe ha tenido que entrar a primer plano muchas veces por las
ausencias de su padre, y en la Casa del Rey temen que esa sobreexposición le
queme antes de tiempo. Desearían que las cosas caminaran más despacio.
Durante la última baja de don Juan Carlos se escuchó: «No se puede correr
un maratón como si fueran los cien metros. Don Juan Carlos se reincorporará
a su tarea en cuanto se recupere, y al príncipe le pueden quedar todavía
muchos años de banquillo».624 Nadie sabe cuántos.
6

EL FUTURO DE LA MONARQUÍA

Reconquistar Cataluña

El 30 de mayo de 2013 Felipe y Letizia acudieron al Gran Teatro del Liceo,


el templo cultural y artístico de Cataluña por excelencia, para asistir a la
ópera L’elisir d’amore, de Donizetti. Al entrar en el palco recibieron un
sonoro abucheo. Algunos hasta les gritaron foteu al camp, expresión catalana
malsonante que viene a significar «marchaos de aquí».625 La protesta quedó
apagada en parte por los aplausos de un sector del público, sobre todo
procedente de las plateas y localidades más cercanas. El incidente, que duró
unos segundos, sorprendió especialmente porque ese tipo de altercados no
son normales en un escenario como el Liceo. Los príncipes soportaron el
chaparrón con aparente tranquilidad.
Días después, el 3 de junio, lunes, Felipe inauguró en Gerona un
congreso sobre seguridad jurídica y democrática en Iberoamérica. Pequeños
grupos de manifestantes independentistas intentaron concentrarse en la puerta
principal del Palau de Fires, con gritos de fora el Borbó y pancartas contra la
monarquía, aunque lo impidió el fuerte dispositivo policial. El alcalde de
Gerona, Carles Puigdemont, aprovechó su intervención en presencia del
príncipe para defender la «necesidad» de Cataluña «de poder decidir su
futuro». Insistió en la obligación de respetar «las reglas de juego» que marca
la Constitución, y puso el acento en el «respeto y la colaboración mutua».
Otro lunes posterior, el 24 de febrero de 2014, Felipe asistió en
Barcelona a la inauguración del Mobile Word Congress, y volvió a sufrir en
carne propia el conflicto catalán cuando uno de los empresarios presentes,
Alex Fenoll, se negó a darle la mano «por dignidad» y por «no dejar a los
catalanes votar». Felipe continuó unos pasos, pero se volvió atrás para
ofrecerle de nuevo el saludo, diciendo en catalán: «Amigo, por educación
deberías dar la mano». El empresario contestó: «No somos amigos e insisto
en que te daré la mano cuando nos dejen votar en la consulta».626
Uno de los desafíos que tiene que afrontar el príncipe, primero como
heredero y en el futuro también como rey, es reconquistar Cataluña. Es decir,
volver a ganarse esa zona de España tan decisiva para el futuro del conjunto
del país y para la institución. Según reconocen en la Casa del Rey, Felipe está
preocupado por Cataluña. Pero no por el combate de hoy, sino por las heridas
causadas, que a él le tocará restañar mañana.627
La necesidad de ganarse a los catalanes estuvo clara en La Zarzuela
desde el principio. Ya lo puso en práctica don Juan Carlos cuando, muy poco
después de su llegada al trono, decidió que su primer viaje oficial como rey
fuera a Barcelona: siempre pensó que en Cataluña la corona se iba a jugar su
credibilidad. Pronunció un discurso en el Salón del Tinell en el que utilizó la
lengua catalana, en contra de la opinión del presidente del Gobierno, Arias
Navarro. Lo mismo se ha aplicado con Felipe. El 22 de abril de 1990, en un
discurso en Lérida, en la plaza de la Universidad de Cervera, dijo que (los
catalanes) «no solo no debéis renunciar a vuestras peculiaridades, a esta
nacionalidad catalana que tanto estimo y estimamos todos, sino que también
entre todos la hemos de fortalecer».
Una de las acciones especiales para meter a Felipe en Cataluña, con esa
idea de ganarse a sus habitantes, se puso en práctica en 2002. Consistió en
que residiera en Barcelona durante varios días, de forma estable, para palpar
la vida real, y que se rozara con sus gentes en cualquier lugar, en la calle, en
el cine, en un establecimiento… El plan era que viviera la ciudad, y que su
presencia no fuera solamente una visita.628 La sugerencia de comenzar por la
capital catalana fue del rey, quien, además, aconsejó a Felipe que mejorara su
catalán.629
El plan se aplicó en los primeros días de noviembre. Felipe se instaló en
el palacete Albéniz, y su estancia coincidió con dos actos públicos, uno
organizado por la Cambra de Comerç, en Sabadell, y el otro por el Col-legi
d’Economistes, en Barcelona. La idea era que desarrollara la jornada de
trabajo, pero que el tiempo libre lo gastara en actividades de ocio y cultura,
como asistir a una ópera en el Liceo (se representaba Ariadna en Naxos),
acudir al estreno del nuevo montaje de Tricicle, visitar una exposición de
L’Any Gaudí (en 2002 se celebró el Año Internacional Gaudí, con motivo del
ciento cincuenta aniversario del nacimiento del arquitecto), ir al fútbol,
recorrer la nueva Barcelona… Le acompañó Jaime Alfonsín. Además, buscó
huecos para estar con su hermana Cristina y con Iñaki Urdangarin, lo mismo
que con su prima Alexia de Grecia y su esposo Carlos Morales, que incluso
hicieron, todos ellos, de cicerones.
Ese programa de descentralización real fue una de las propuestas que
había formulado Pasqual Maragall siendo alcalde de Barcelona, con la idea
de convertir en algo no excepcional las estancias de los reyes y el príncipe en
la ciudad. El plan, que había sido preparado con mucha antelación desde La
Zarzuela, impulsado por Fernando Almansa antes de abandonar
definitivamente la Casa,630 incluía que las estancias de Felipe en la ciudad se
repitieran, hasta por periodos más largos. Incluso había la intención de que
estancias semejantes se desarrollaran en otras ciudades de España. Pero la
realidad es que esa iniciativa no se volvió a realizar.
El 12 de octubre de 2012, durante la recepción de la fiesta nacional en el
Palacio Real, en conversación con los periodistas, Felipe comentó: «Cataluña
no es un problema. Confío más en la Cataluña real que en la espuma que
estamos viendo». La afirmación de que no era «un problema» mereció
algunas críticas.

El porvenir de las monarquías

Reconquistar Cataluña será sin duda una de las tareas que deberá afrontar
Felipe cuando se convierta en rey. Aunque cabe preguntarse si para entonces
habrá monarquía en España. «Dentro de algunos años no quedarán más que
cinco reyes: los de la baraja y la reina de Inglaterra». Esa predicción del rey
Faruk, expulsado de Egipto en 1952 tras un golpe militar, no se ha cumplido,
ni lleva camino de cumplirse. Ni en Europa ni en España.
La pervivencia de la monarquía como sistema político constituye una
cierta paradoja, a la vista del intenso movimiento democratizador que ha
vivido y vive el mundo actual. La realidad es que la institución logra
mantenerse sin especiales dificultades en regímenes democráticos plenos y en
naciones avanzadas. De los estados de la Unión Europea, ocho son
monarquías (Dinamarca, Suecia, Noruega, Bélgica, Holanda, Luxemburgo,
Reino Unido y España), a los que habría añadir los casos de Mónaco y
Liechtenstein, sin olvidar, ya más lejos, Japón. Y se ha hablado de
restauración monárquica en Bulgaria y Albania, e incluso en Italia y hasta en
Rusia.
La monarquía ha demostrado, en efecto, una increíble capacidad de
subsistencia. Un ejemplo más es lo ocurrido en el Reino Unido con el famoso
annus horribilis631 de 1997, relacionado con la muerte de Diana de Gales.
Entonces, la mayoría de los británicos opinaron que la monarquía
desaparecería en cincuenta años. Si, diez años atrás, en 1987, tres de cada
cuatro afirmaban que sin la monarquía la situación del país se agravaría, en
ese momento tal opinión la mantenían solo uno de cada tres. Y uno de cada
cuatro se declaraba partidario claro de la república. Los jóvenes de menos de
veinticinco deseaban la desaparición de la corona. «La monarquía nunca ha
estado tan amenazada después de Cromwell», se concluía.632
Sin embargo, a aquella pronosticada hecatombe ha sucedido un periodo
de serenidad e incluso, más recientemente, de recuperación clara. Quince
años después, en 2012, tras la celebración de los Juegos Olímpicos de
Londres, la valoración de la monarquía en Gran Bretaña alcanzó niveles del
80 por ciento de aceptación. Todo un récord, si se miran aquellos sucesos del
pasado. Cosa distinta es que la figura del príncipe Carlos como sucesor no
acabe de convencer a la mitad del país.
El instinto de supervivencia es lo que ha llevado a las monarquías
europeas a celebrar las ya citadas reuniones anuales de los jefes de las casas
reales, en las que los principales responsables de cada palacio comparten
experiencias y opiniones, analizan los problemas que padecen y pactan
estrategias comunes.633
La última se celebró en enero de 2014, en Noruega, aunque en realidad
correspondía al año 2013 (convocada para el mes de agosto, fue suspendida
por un imprevisto familiar del anfitrión).634 Durante dos días de intensas
reuniones, los asuntos tratados tuvieron que ver con el debate sobre la vida
pública y la vida privada de los miembros de las familias reales; cómo y
cuándo articular una implicación más directa de los titulares de las
monarquías en asuntos del país que competen a los gobiernos; y, por
supuesto, la demanda social, cada vez más clara, de trasparencia y claridad en
todos los campos, singularmente en lo económico. Otro de los asuntos que
siempre preocupan es qué se hace con los regalos que llegan a los reyes,
reinas, príncipes y princesas.635
La capacidad de supervivencia se ha confirmado especialmente en el
caso español. Los Borbones fueron expulsados de Francia en 1830, y de
Nápoles en 1860, en ambos lugares para no volver. Y en estos ciento
cincuenta años han caído los Habsburgo austro-húngaros, los Hohenzollern
alemanes, los Romanov en Rusia, los Saboya de Italia, y las monarquías de
Grecia, Portugal, Albania, Yugoslavia y Rumanía. Pero los Borbones de
España siguen.
Además de constituir la estirpe más antigua de Europa, los Borbones de
España han demostrado sobradamente, a lo largo de la historia, esa capacidad
de supervivencia. Es la única que en menos de ciento cincuenta años fue
destronada cuatro veces y hoy sigue reinando. A ese respecto, en pleno
franquismo Pedro Sainz Rodríguez llegó a afirmar:

Si la monarquía termina por consolidarse en España, lo que casi es un milagro en las postrimerías
del siglo XX, se deberá a dos circunstancias: en primer lugar, a la providencia, que ha hecho
horas extraordinarias por esta familia Borbón, tan puñetera; en segundo lugar, a una estrategia
global, cuidadosamente planificada.636

De todas formas, sí está planteada la incógnita sobre el papel de las


monarquías, símbolo y representación de cada país, en la realidad de una
Europa unida y supranacional. Una Europa mucho más amplia de lo que
imaginaron los fundadores, pero sobre todo más integrada políticamente, en
la que las distintas naciones han delegado gran parte de su soberanía. Si los
países como tales pierden personalidad y perfil, si dejan de ser estados
soberanos, las monarquías también verán disminuidos los motivos de su
mantenimiento. En esa Europa unida, a lo más podrían quedar simplemente
como unas figuras decorativas. Habrá que esperar.

Debilitada en España

Allá por los años ochenta, don Juan Carlos pidió a un amigo que realizara un
estudio comparado sobre cuánto trabajaban sus colegas, los otros reyes
europeos, y sobre el coste de esas otras jefaturas del Estado. Quedó muy
satisfecho del resultado, porque le demostró que él desarrollaba una actividad
oficial bastante más intensa que los restantes monarcas, y que el coste de la
Casa Real era inferior al de otras casas equiparables.637
«Se está debilitando el papel de la monarquía en España», coincidieron
en afirmar Felipe González y Juan Luis Cebrián durante unas conversaciones
que mantuvieron, y que se plasmaron en un libro638 en el que ambos, de
procedencia ideológica republicana, acabaron reconociéndose monárquicos
«de esta monarquía», la que encarna don Juan Carlos. «¿Qué vergüenza
intelectual o cultural, o moral, tenemos de decir que somos monárquicos?»,
preguntaba Cebrián. Y González respondía: «Yo no tengo ninguna vergüenza
en decirlo. Probablemente tengo un atavismo cultural, con el que no me
siento incómodo, a pesar de la aparente contradicción. Es más razonable la
república… pero al final es mentira que lo crea y me considero
accidentalista», añadió.639
Cebrián comentó que durante la transición hubo más contacto de la
corona con la sociedad, mediante actos oficiales organizados por la Casa
Real, actos que después han ido a menos:

—No hay un esfuerzo por incorporar un amplio consenso social al mundo del jefe del Estado.
—A mí lo que me da miedo del debilitamiento de la monarquía —respondió González— no
es solo la ausencia de ese contacto que dices, sino la percepción popular de la relativa y creciente
inutilidad de la institución.
—Y el no uso de los medios de comunicación para crear una imagen adecuada —añadió
Cebrián, que afirmó también—: No ha habido una teorización suficiente de la corona como
elemento aglutinador de la convivencia democrática.
—Se está perdiendo el consenso de la monarquía más rápidamente de lo que creemos —
remachó González.640
No pocos analistas critican, en efecto, que en España no se haya
desarrollado una política de explicación de lo que es y significa la monarquía,
de las virtualidades que tiene, de los provechos que se derivan para el país.
No se ha hecho pedagogía de la institución, y por eso los ciudadanos no
acumulan argumentos sobre su conveniencia y posibilidades. Lo destacó, por
ejemplo, Julio Feo, el que fue secretario general de Presidencia del Gobierno
entre 1982 y 1987: «Tengo la impresión de que no se ha hecho nada para que
la gente se identifique con la monarquía».641
Según Fermín Bouza, catedrático de Opinión Pública y en su día
profesor de Letizia Ortiz:

Si en España la izquierda le negara un ápice de legitimidad a la monarquía, esta no duraba un año.


La monarquía depende de la izquierda porque la derecha, en parte, ya se la ha negado… La
derecha flojea porque da al rey por amortizado, así que la monarquía vive momentos difíciles: sus
apoyos tradicionales flojean y los nuevos no son de fiar.642

¿Efectivamente hay una caída en picado del sentimiento monárquico?


Según Juan José Toharia, sería exagerado afirmarlo, porque en realidad dicho
sentimiento apenas ha existido en España, donde tenemos una monarquía
parlamentaria sin apenas monárquicos declarados, aunque sí con una amplia
base de juancarlistas. Apunta que la forma en que el rey ha ejercido sus
funciones es lo que ha conferido legitimidad a la monarquía, y no al revés: es
el caso de un rey que se ha ganado su corona. La prueba es que todavía hoy,
treinta y siete años después de su proclamación, el 78 por ciento de los
españoles piensa que, sin la actuación de don Juan Carlos, la transición a la
democracia no hubiese sido posible. Es esta una deuda de gratitud que el
tiempo no logra difuminar y que, significativamente, expresan incluso los
más jóvenes.643
Eso no impide que se tienda cada vez más a percibir la institución
monárquica como algo esencialmente anacrónico (aunque no por ello
forzosamente disfuncional o inútil), continúa Toharia. Su carácter hereditario
choca frontalmente con el igualitarismo, mérito personal y logro individual
que caracterizan a una sociedad democrática avanzada. La institución ha de
justificar su pervivencia con la eficacia de su ejercicio y con el carisma
personal de quien la encarne, que es lo que ha sucedido en España estos
últimos decenios. Pero, si la institución empieza a ser percibida como
problemática (y no como solventadora de problemas), su prestigio corre el
riesgo de deteriorarse. Es lo que ha ocurrido (probablemente no de forma
irreversible) en los últimos tiempos: el 95 por ciento de los españoles piensa
que el caso Urdangarin ha afectado gravemente a la imagen de la corona.644

Los enemigos

¿Quiénes son en España los enemigos directos de la monarquía? Por


supuesto, los republicanos, algunos de ellos integrados en partidos que
propugnan instaurar la república, como es el caso de Izquierda Unida. IU se
destapó definitivamente como partido republicano en 1996, con Julio Anguita
como líder,645 y esa deriva se ha visto acentuada definitivamente estos
últimos años con el liderazgo de Cayo Lara. Pero también los nacionalismos
separatistas, para quienes la monarquía como tal, y sobre todo la figura de
don Juan Carlos, constituye un obstáculo decisivo frente a sus propósitos.
En cuanto al Partido Nacionalista Vasco, en junio de 1978, durante la
transición, planteó, por boca del entonces diputado Xabier Arzallus, una
enmienda al anteproyecto de Constitución que decía: «Se renueva el Pacto
Foral con la corona, manteniendo el rey en dichos territorios los títulos y
facultades que tradicionalmente hubieran venido ostentando sus antecesores».
Pedía, entre otras cosas, que se reconociera al rey como señor de Vizcaya. La
enmienda fue rechazada.646
De proponer un pacto con la corona se ha pasado, al cabo de los años, a
una ruptura total del PNV con la monarquía. Lo materializó en diciembre de
1999, cuando quebró el consenso de todos los partidos observado hasta
entonces en democracia y votó en el Senado, por primera vez, contra el
presupuesto de la Casa Real.647 Al año siguiente, Arzallus ahondó las
distancias con esta declaración de desapego: «Aunque al rey le gusta venir
por aquí, no se le suele invitar para evitar problemas; en nuestro país no pinta
nada».648 Y el ahora senador nacionalista Iñaki Anasagasti se ha convertido
en uno de los principales críticos de la familia real, utilizando para ello su
blog en Internet.
A la pregunta de qué puede hacer la monarquía ante el problema
territorial, Carmen Iglesias responde: «Mantener el equilibrio, la moderación
y el símbolo. No es casualidad que algunos de estos partidos nacionalistas,
minoritarios y extremos, lo primero que hagan es cargar contra la monarquía
y decirse republicanos».649
Felipe González, que, como se ha visto, se ha convertido en uno de los
más claros partidarios de esta monarquía para España, ha apuntado la
conveniencia de «renovar» lo que llama el «pacto de la sociedad con la
corona». Durante un almuerzo-coloquio organizado por la Asociación para la
Defensa de la Transición, celebrado en Madrid el 9 de abril de 2013, habló de
la existencia en España de una crisis institucional «que galopa hacia la
anarquía». Hay quien iza hoy la bandera de la independencia y quien «iza la
republicana», pero nada de eso servirá. Planteó ir a «una segunda transición»,
que incluya ese «pacto con la corona», una especie de nueva relación,
tácitamente consensuada con los españoles, que comprenda una mayor
trasparencia por parte de la monarquía.650

Quién quiere la república

Miguel Ángel Gozalo ha relatado un singular testimonio sobre su primera


reunión con don Juan Carlos, entonces todavía príncipe de España: «La
primera vez que le visité fue en 1967, como director de Informaciones. Me
dijo que también él “era republicano”, pero que le había tocado jugar otro
papel… Así, como suena».651 Un republicano bastante extraño, por supuesto.
Sostenía Gregorio Peces Barba que quienes ahora se proclaman
republicanos reproducen argumentos del pasado que «hoy aparecen como
retóricos y carentes de sentido en el nuevo modelo de la monarquía». Cuando
se escucha a un político declararse republicano, «existe la sensación de que
está utilizando palabras vacías, como una turbina fuera de su estructura, que
ha perdido el norte».652 La Constitución de 1978 establece una monarquía
parlamentaria, en la que el poder soberano reside en el pueblo, o en su
representación en el parlamento. La corona no es un poder.
El elemento identificador de la república, es decir, su origen —prosigue
— en el consentimiento y el sufragio, pasa de ser su gran ventaja a ser «su
gran dificultad al compararla con la monarquía parlamentaria». Porque la
república «tiene dos ámbitos de poder protegidos por el consentimiento
popular: la Jefatura del Estado —la figura del presidente— y el parlamento,
mientras que la monarquía parlamentaria solo tiene uno, el parlamento, del
que emana el presidente del Gobierno». Si a ello se une que se denomina
repúblicas a regímenes incompatibles con la democracia en Asia, África y
América, «la superioridad de la república no se puede sostener con los viejos
argumentos del XIX». Además, la monarquía parlamentaria es habitualmente
refrendada en votación popular, como ocurrió con la Constitución de 1978.
Dicen los críticos —continuaba Peces Barba— que el rey no se legitima
periódicamente con las demás instituciones, como el Parlamento y el
Gobierno, sin entender que la corona no es un poder del Estado, «ha sido
refrendada en su origen», y una de las claves «está en su estabilidad, en su
permanencia y en la seguridad que produce que el jefe del Estado esté
neutralizado, y sea neutral, en relación con los partidos políticos».
Recordaba que, durante el proceso constituyente, socialistas y
comunistas procedían de una tradición republicana, «aunque en su origen los
socialistas eran accidentalistas» y solo a principios de siglo XX establecieron
una coalición electoral con los republicanos. El apoyo de Alfonso XIII a la
dictadura de Primo de Rivera y la derrota en la Guerra Civil los afianzó en su
republicanismo. Con el acuerdo para la Constitución de 1978, los partidos
republicanos cedieron en sus posiciones y el rey abrazó el ideario del
constitucionalismo y la democracia, «que es la esencia de esas posiciones que
hemos calificado de republicanas».
Y concluía Peces Barba: «Mientras los herederos de don Juan Carlos, a
lo largo del tiempo, respeten ese compromiso, los partidos de izquierda
respetarán el suyo».653 Una afirmación que puede aplicarse, aunque no
totalmente, al PSOE, pero desde luego no a los actuales comunistas,
agrupados tras las siglas de Izquierda Unida.
Más recientemente, se preguntó a Alfonso Guerra por qué, durante el
debate de la Constitución, el PSOE planteó la vuelta a la república, y sin
embargo ahora es defensor de la monarquía. El veterano socialista explicó
que defendieron en el Congreso, como voto particular, la opción republicana
porque consideraban que, si no se votaba, la monarquía parlamentaria no
tendría legitimidad. «Cuando se creó, el PSOE no era republicano ni
monárquico, era accidentalista, que quería decir que la forma de gobierno era
un accidente, lo importante era el respeto de la democracia y la libertad».654
Admite Guerra que la elección es mejor que la herencia. «Pero lo
importante es si el sistema garantiza la libertad y la democracia, y el
comportamiento de la monarquía en estos treinta y cinco años es el contrario
al que tuvo la monarquía de Alfonso XIII, que fue la que llevó al PSOE a
buscar la república». Preguntado sobre si es «irreversible» la posición
monárquica del PSOE, respondió: «Eso dependerá del comportamiento de la
monarquía».655
En La Zarzuela reconocen que la actitud de los socialistas con la
monarquía, y más en concreto de Alfredo Pérez Rubalcaba, es de gran lealtad
hacia la institución. Añaden que también se han portado bien Ramón
Jáuregui, Patxi López... Pero tienen dudas sobre otros líderes, como Carme
Chacón o Eduardo Madina. De todas formas, los actuales dirigentes del
PSOE son conscientes de que suscitar ahora en España un debate sobre su
continuidad puede convertirse en un desastre para el país. Se declaran
convencidos de que, si cayera la monarquía, inmediatamente Cataluña y el
País Vasco declararían la independencia, como hicieron en 1931.
Del 8 al 10 de noviembre de 2013, el PSOE celebró una conferencia
política para intentar retomar la iniciativa. Incluyó en el ideario que, a pesar
de la tradición republicana, el partido apoyaba la institución monárquica, en
su día para dar el salto a la democracia y ahora porque no ve «una alternativa
viable». La lectura de ese párrafo en el pleno fue recibida con abucheos y
silbidos, pero el texto quedó aprobado en votación.

Un dilema ficticio
¿Y cuántos apoyan la república? Una encuesta de la firma Sondaxe realizada
a mediados del año 2000 mostraba que en ese momento solo el 20,8 por
ciento de la población propugnaba la república. Eran el 41,5 por ciento de las
personas de centro izquierda y el 32 por ciento de los jóvenes de entre
dieciocho y veinticuatro años, mientras que entre los mayores de sesenta y
cinco años solamente apostaban por la república el 10,8 por ciento. El nivel
de formación parecía decisivo: el 33 por ciento de los españoles con estudios
universitarios prefería la república, mientras que tal opción no obtenía ningún
apoyo en la población sin estudios. Un 23,8 por ciento de los entrevistados no
sabía definir el estado republicano.
Un 73,3 por ciento respondió que después de don Juan Carlos debía
seguir existiendo un rey, y solo un 15,8 por ciento se mostraba contrario a
que le sucediera su hijo Felipe. La mayoría apostaba por mantener las
competencias del monarca, aunque optaban por rebajarlas el 28 por ciento de
los votantes de izquierda, el 39 por ciento de los jóvenes de entre dieciocho y
veinticuatro años, y el 28 por ciento de quienes tenían estudios universitarios.
En cuanto al futuro de la institución, cuatro de cada diez creían que las
monarquías desaparecerán, mientras que un porcentaje semejante respondía
que se mantendrán.656
Según Juan José Toharia, el enfrentamiento monarquía-república es en
realidad un dilema ficticio, porque plantea algo que no ocupa lugar alguno en
la agenda de cuestiones concretas que ahora preocupan a los españoles. Pero
si, a modo de ejercicio de simulación, y en términos puramente hipotéticos y
de principio, se les invita a escoger entre una monarquía parlamentaria como
la actualmente existente, o una república como, por ejemplo, la de Francia, la
mayoría sigue optando hoy por la primera (53 por ciento frente a 37 por
ciento, datos de Metroscopia). Hace dieciséis años, en 1996, estas cifras eran,
respectivamente, 66 por ciento y 13 por ciento, con saldo favorable a la
monarquía de 53 puntos frente a los 16 actuales. En ese cambio de tendencia,
la fecha clave es 2010, momento en que adquirió toda su amplitud el caso
Urdangarin.657

Para qué sirve


El libro Monarquías como marcas corporativas, del profesor John M.
Balmer, de la Universidad de Branford (Gran Bretaña), ha sido muy
consultado últimamente en La Zarzuela. Eso se cuenta.658
Balmer enumera las siguientes ventajas de la monarquía: proporciona
estabilidad política al Estado; refuerza la imagen exterior del país; aporta un
ambiente positivo y la ausencia de conmociones políticas, convenientes para
atraer inversiones; el selecto lobby de influencias establecido entre los
monarcas europeos, asiáticos y árabes; su capacidad de proyectarse como
poderoso símbolo visual con siglos de antigüedad, que fortalece la marca-país
y atrae el turismo; perfil avanzado de los países con monarquía; el sentido de
comunidad que establece con los países que le estuvieron vinculados en el
pasado (en el caso de España, con Iberoamérica).
Las monarquías destrozan su reputación y prestigio —continúa— por
conmociones internas: si pierden el favor del legislativo o de la calle están
abocadas a la desaparición. La primera labor de cada Casa Real es preservar
el prestigio de la institución, que los ciudadanos la consideren útil y que nada
empañe su imagen. Y han de ponerse al día. Ya lo están haciendo:
renunciando a algunos privilegios, permitiendo bodas con plebeyas, pagando
impuestos, declarando sus ingresos, reduciendo liturgias palaciegas,
mezclándose con el pueblo y, en general, adoptando un estilo más austero.
El libro había estado precedido por un trabajo de Balmer y otros
profesores en el que, como expertos en corporate branding, aplicaban sus
conocimientos a la monarquía, con especial énfasis en Suecia, donde la
institución tiene más de mil años y cuenta con un considerable respaldo
popular.659 Para la investigación contaron con la ayuda directa de la Casa
Real sueca, con entrevistas a sus más altas autoridades, reyes y príncipes
incluidos.
Según Carlos Rodríguez Braun, en varios aspectos la monarquía se
asemeja efectivamente a una empresa familiar, que perdurará si es
independiente de las personas que la lideran y no muere con ellas. Es decir, si
es una institución, aunque pueda haber monarcas con fuertes marcas
personales, como la reina Isabel II de Inglaterra, el papa Juan Pablo II o el rey
Juan Carlos. Potencia la imagen de marca el que la monarquía se parezca
sobre todo a una empresa familiar, e incluya los elementos emocionales de
ellas, los buenos pero también los malos.660
Miquel Roca, padre de la Constitución, piensa que «el mejor servicio
que se puede hacer a la monarquía es hablar poco de ella. La monarquía nació
como solución a un problema en la medida en que no generara otros
problemas; esa es la condición tácita».661 Coincide con él Fernando Savater,
que afirma: «Como sucede con la salud, las monarquías, cuanto menos se
hable de ellas, mejor».662
Sin embargo, esa última reflexión posiblemente no sirve ya para estos
tiempos. No son pocos los analistas que opinan que una de las carencias
políticas de España es que aquí no se ha hecho pedagogía de la monarquía. Es
decir, no se han explicitado las ventajas que puede suponer para el país en su
conjunto, y por tanto para los españoles. Los únicos argumentos han sido que
el rey pilotó el tránsito desde el franquismo a una democracia plena, y
después su comportamiento durante el intento de golpe de Estado del 23-F,
en el que resistió a los sublevados y con ello logró desarticularlo. Un último
argumento utilizado es que, con la monarquía, España ha vivido el periodo
más largo de paz de su historia, y ha alcanzado niveles de desarrollo y
prosperidad nunca conocidos.

Techo de cristal

Apenas un año después de su boda, en marzo de 1963, doña Sofía viajó a


Atenas, mientras don Juan Carlos se quedaba en España. Y entonces se
publicó que se iban a divorciar. Comenta doña Sofía:

Fue mi primer encontronazo, mi primera decepción con la prensa. Me extrañaba. No podía


entenderlo. Y me sublevaba: ¿cómo podían poner en tu mente y en tu voluntad algo tan grave
como es divorciarte de tu marido, que tú ni lo piensas ni lo sientes; y, porque sí, convertirlo en un
deseo, en una realidad...?
[...] Pero ese disgusto nos sirvió, a los dos, para darnos cuenta de que la gente nos miraba, y
que nuestros hechos, nuestros actos, tenían un reflejo. El príncipe Juan Carlos se reía. Pero al
volver yo de Atenas hablamos muy en serio de que debíamos tener mucho cuidado con lo que
hacíamos y decíamos delante de la gente. A partir de ahí, yo tomé conciencia de que, ya para
siempre, lo privado en mi vida iba a ser público. Entonces supe de verdad que tenía que vivir en
una casa de cristal. Pero esa preocupación no podía quitarnos, ni a él ni a mí, algo fundamental en
nuestro modo de ser: la naturalidad.663

La monarquía afronta como institución un nuevo y delicado problema


respecto al pasado: la sobreexposición a los medios de comunicación. Los
reyes y los príncipes tienen ahora el techo de cristal: todo lo que les ocurra,
todo lo que hagan y digan circulará por los canales de información de forma
inmediata y universal. Nunca había ocurrido eso hasta ahora. Las familias
reales han de tomar buena nota de que nunca se aparta de ellos el ojo de la
información. Incluso en lo que puedan considerar vida privada, que en
realidad prácticamente no existe. «Es vana la pretensión de identificar una
esfera o vida privada del monarca. El rey es rey trescientos sesenta y cinco
días al año y veinticuatro horas diarias. Nada en él ni en su familia es ajeno a
los intereses del Estado», sostiene Torres del Moral.664
Además, la curiosidad por la monarquía y sus integrantes sigue muy
viva, incluso generalizada a casi todos los países, que en eso empiezan a
consumir los mismos contenidos. Episodios recientes, como la boda de
Federico de Dinamarca y el nacimiento del hijo primogénito de Guillermo y
Kate Middleton en Inglaterra, han dado la vuelta al mundo y copado durante
muchos días espacios televisivos y portadas en revistas y periódicos de todos
los continentes.

No democratizar demasiado

Otro riesgo cierto es una excesiva democratización de las familias reales. Ya


aludimos a ello cuando hablamos de las amenazas que acechan a los
príncipes.665 Gaspar Ariño considera un error el afán de democratizar la
monarquía para acercarse al pueblo y no despertar envidias. «La monarquía
es lo que es. La gente quiere ver en sus reyes la majestad, grandeza y
sacralidad que ha acompañado siempre a esa institución».666 Sin embargo, sí
tiene que afrontar cambios. Y ha realizado ya algunos.
Sabino Fernández Campo, exjefe de la Casa del Rey, pronunció en 1997
la lección inaugural de curso en la Academia de Infantería de Toledo.
Afirmó, entre otras cosas, que las monarquías «deben mantener el equilibrio»
en su función, porque «si se popularizan demasiado pueden llegar a
situaciones peligrosas». Explicó que, al mismo tiempo, la lejanía y la frialdad
pueden también ser peligrosas. Y añadió: «Las monarquías que perviven son
aquellas que mantienen el tan criticado pero a la vez necesario protocolo».667
En otra ocasión comentó: «Aunque se repita que los reyes y sus hijos
constituyen una familia normal, se dan en ellos condiciones extraordinarias
de tradición, futuro, misiones, seguridad, protocolo y ejemplaridad que
marcan una diferencia. Todo ello dentro de una gran sencillez y naturalidad,
pero sin olvidar la trascendencia de sus actividades públicas».668
El dilema se resume en no estar, por un lado, demasiado lejanos de la
gente, como ocurrió en el caso de Isabel II y la muerte de Lady Di, pero, por
otro lado, tampoco excesivamente cercanos. Ni tan alejados que parezcan un
ente inútil, ni tan próximos que pierdan su magia. José Luis de Vilallonga,
biógrafo del rey, que se define a sí mismo como «monárquico genético»,
opina: «Si la monarquía pierde la magia y adquiere el estilo de vida de la
república, ¿para qué la queremos?».669
Ignacio Sánchez Cámara considera que democratizar la monarquía es
«un camino perfecto para llegar a su extinción». No está de acuerdo con el
intento de acomodarla al espíritu igualitario de los tiempos, porque «la
corona es, de suyo, no igualitaria». Si la nación considera que la monarquía
es la mejor forma de Estado, debe ser asumida sin desnaturalizarla. La
corona, en su funcionamiento interno, no puede ser democrática, y si se
intenta democratizarla se pone en peligro. «Porque acaso la más perfecta
democratización de la monarquía sea la república».670
Y critica «ese afán, un poco demagogo y cortesano, de que la familia
real sea una familia más, como otra cualquiera». Esa familia está obligada
«no a ser como cualquiera, sino a ser ejemplares, a tener más cargas y
obligaciones. Nobleza obliga. Si un príncipe puede llevar una vida como
cualquiera, no veo la razón para que cualquiera no pueda ser príncipe».671
«Si la monarquía se seculariza del todo, ¿para qué sirve la monarquía?»,
escribió Santos Juliá, que añadía:
Príncipes y princesas, reyes y reinas quieren ser como todo el mundo: salir con quien les plazca,
casarse con el amor de su vida, hablar guarrerías por teléfono, tener amantes. Pero si los príncipes
y los reyes consiguen ser como todo el mundo y el mundo está secularizado, ¿qué razón habría
para que siguieran siendo príncipes y reyes?672

Pilar Urbano, por su parte, echa de menos en Felipe algo que en La


Zarzuela no se deciden a poner en marcha: el cuerpo a cuerpo con el pueblo:

Letizia representa la oportunidad de socializar la monarquía, que sigue siendo de balcón, de


protocolo, de trono; solo les falta el manto de armiño, lo cual no va con los tiempos que corren.
Estaría bien encontrarse a los príncipes en las rebajas, ¿por qué no…? A la infanta Elena me la
encuentro en el supermercado de al lado de mi casa anotando los precios en un bloc.673

De divorcios y separaciones

Otro problema añadido son las peripecias familiares, y en concreto la rupturas


matrimoniales que puedan ocurrir dentro de la familia real, como ya ha
pasado con la infanta Elena, divorciada de Jaime de Marichalar.674
La suerte de la familia como tal afecta a la institución monárquica, que
es lo que es, y tiene las consecuencias y prerrogativas de que goza,
precisamente por constituir una familia. De manera que, si el concepto
familia se debilita socialmente, la propia institución sufre, porque la
particular condición de reyes y príncipes, sus derechos y prerrogativas, tienen
origen precisamente en la pertenencia a una concreta estirpe familiar.
Por eso, los divorcios y separaciones no constituyen una buena dinámica
para la monarquía, en ningún país del mundo y tampoco en España. Sin
olvidar los problemas añadidos sobre reconocimiento de uniones de hecho y
nacimiento de hijos extramatrimoniales, que en la legislación civil española
se encuentran prácticamente equiparados al matrimonio legal y a los hijos
habidos dentro del matrimonio, y por tanto causan los mismos derechos.
¿Incluidos los derechos dinásticos?

Los dineros de la monarquía


Uno de los puntos sensibles a la hora de valorar la monarquía como tal es lo
que cuesta económicamente la institución. Se trata de un aspecto al que con
frecuencia se refieren los ciudadanos, y también de un factor que manejan los
enemigos de su pervivencia.
La Casa del Rey pactó en 1978 las cantidades que todos los miembros
de la familia real, el rey y la reina incluidos, declararían a Hacienda como
ingresos por IRPF, cifras que se revisaron en 1988 y también posteriormente.
El rey llegó a un acuerdo con la Dirección General de Tributos por el que su
declaración de la renta incluye como ingresos todos los años una determinada
cantidad por el uso y disfrute de los palacios de La Zarzuela y Marivent.675
Desde esos años, don Juan Carlos y doña Sofía, lo mismo que Felipe, Elena y
Cristina, han declarado por separado sus ingresos, declaraban también por
patrimonio y tributaban por su fortuna personal. De hecho, en una ocasión
don Juan Carlos recibió una declaración complementaria de parte de
Hacienda «por pequeños detalles».676 Fue en 1976, el año en que se estrenó
como rey: cometió un error en su declaración de la renta, y dos años más
tarde se vio obligado a realizar una declaración complementaria, con los
correspondientes recargos.
La sensibilidad pública por las cuestiones económicas en relación con la
monarquía ha crecido notablemente. Eso ha motivado, entre otras cosas,
informes y reportajes periodísticos sobre la presencia de miembros de la
familia real en eventos, campeonatos y hasta inauguraciones, que esconden
detrás marcas comerciales,677 o acerca de la presencia de algunos de sus
miembros en consejos de administración, como fue el caso de Jaime de
Marichalar y de Iñaki Urdangarin.678 Y se criticó que las grandes marcas de
coches cedieran gratis al monarca sus mejores modelos recién salidos de
fábrica.679
En 2002, una revista económica londinense publicó un reportaje sobre
las fortunas de la realeza. En primera posición aparecía el príncipe Hans-
Adams II de Liechtenstein (4.590 millones de euros), venían a continuación
Beatriz de Holanda, el gran duque de Luxemburgo, Isabel II de Inglaterra… y
en sexta posición figuraba el rey de España, al que se adjudicaba un
patrimonio de 1.790 millones de euros, incluyendo cartillas, inversiones,
propiedades y obras de arte.680 El entonces embajador español en Londres,
Santiago de Mora-Figueroa, marqués de Tamarón, calificó la cifra de
«disparatada», explicando que se habían adjudicado al rey los palacios y
edificios pertenecientes al Patrimonio Nacional.681
Además de la especial sensibilidad social que existe respecto a los
asuntos económicos, el rey no parece haber acertado con algunos de sus
asesores en ese terreno. El 26 de abril de 2004 ingresó en la cárcel de Sevilla
Manuel Prado y Colón de Carvajal, exadministrador privado de los bienes de
don Juan Carlos, y su mejor amigo y confidente durante varias décadas,682
tras ser condenado por la Audiencia Nacional a dos años de prisión por haber
cobrado 2.000 millones de pesetas (12 millones de euros) al grupo kuwaití
KIO en 1992. Otros dos amigos del rey, Javier de la Rosa y Mario Conde,
han sido también condenados a largas penas de prisión por delitos de carácter
financiero.683
Un informe económico publicado en 2007 concluía que mantener la
monarquía suponía para cada español 19 céntimos de euro al año, que
correspondían a distribuir entre la población los 8,28 millones de euros que
los presupuestos del estado adjudicaron a la Casa del Rey ese año. El dato
colocaba a don Juan Carlos como el más barato de los jefes de Estado
europeos. En Italia, la presidencia de la república costaba 235 millones (a
razón de 4 euros por italiano); la reina de Inglaterra (que publica sus cuentas
en Internet e incluso paga el IVA de forma voluntaria) costaba 55 millones
(92 céntimos) y Carlos Gustavo de Suecia estaba en los 10,5 millones (1,16
euros por cabeza).684
Actualmente, el coste de la Casa Real británica es de 40 millones de
euros anuales, y en Francia la presidencia de la república representa más de
120 millones. Lógicamente, una presidencia de la república en España no
costará menos de lo que ahora supone la monarquía y, además, habría que
garantizar a los sucesivos titulares un sueldo de por vida, como ocurre con los
jefes de Gobierno.

Cuentas transparentes
Ejemplaridad y trasparencia son, como hemos dicho, los principios del nuevo
equipo llegado a La Zarzuela con Rafael Spottorno al frente. A inicios de
2013, el Gobierno se planteó la elaboración de una ley de transparencia, en la
que de entrada dejó fuera a la monarquía. Hubo polémica en los medios de
comunicación, y entonces La Zarzuela solicitó al Ejecutivo su inclusión en la
ley, como así se ha hecho.
En esta ocasión, la Casa del Rey optó por tomar la iniciativa en lugar de
ir a remolque de la realidad: apostó por adelantarse a los problemas
precisamente para evitar que estallen. En tiempos de transparencia y claridad,
en los que la sociedad demanda aire limpio y agua clara, habría resultado
inexplicable, además de muy sospechoso, que se dejara fuera a la Casa del
Rey.685 Así pues, quedó incluida en el artículo 2 de la ley, equiparada a esos
efectos con altas instituciones como el Congreso, el Senado, el Tribunal
Constitucional y el Consejo del Poder Judicial.
Al mismo tiempo, se dio a conocer públicamente, con detalle, la
distribución del presupuesto de la Casa. En 2013 se destinaron a la Casa del
Rey 7,9 millones de euros, un 4 por ciento menos que el año anterior. El
sueldo del rey estaba en 290.000 euros al año, el del príncipe en la mitad,
mientras que la reina, Letizia y la infanta Elena no percibían ningún sueldo,
pero sí distintas cantidades en concepto de gastos de representación, en
función de la actividad de cada una, procedentes del fondo de 260.000 euros
de que disponía el rey para ese fin.
El presupuesto de la Casa del Rey ha ido bajando con los años. Para
2014 se ha fijado en 7,77 millones, un 2 por ciento menos que en 2013, lo
que supone 0,17 euros por español. Sin embargo, a ese dinero hay que sumar
otros casi 6 millones que figuran en el Ministerio de Administraciones
Públicas bajo el epígrafe «Apoyo a la gestión administrativa de la Jefatura del
Estado», destinados al pago de los casi 140 empleados que no se cubren con
la primera cantidad. Y sumar el coste del mantenimiento de los palacios
reales y demás edificios del Patrimonio Nacional, organismo que tiene su
propio presupuesto, de 110 millones. Más el mantenimiento del parque móvil
al servicio de La Zarzuela, los gastos de viajes oficiales y los de seguridad y
Guardia Real.
Por la nueva la ley de transparencia será público el despiece que elabore
La Zarzuela sobre cómo distribuye los 7,77 millones presupuestados. Por
ejemplo, las partidas destinadas a gastos de mantenimiento, calefacción,
jardines, desplazamientos, incluyendo comidas y banquetes: cuántos han sido
y cuánto ha supuesto cada uno. Y también los complementos salariales que se
adjudican al personal de la Administración al servicio de la Casa del Rey.
Y se sabrá cuánto cuesta, en total, la existencia de la Casa del Rey.
Incluyendo lo que también aportan ministerios como Exteriores, Presidencia,
Defensa e Interior para el normal funcionamiento de la institución, cantidades
que no figuran como tales en el presupuesto de La Zarzuela. Se computarán
los viajes de Estado, el mantenimiento de la residencia real y de los palacios,
la Guardia Real, los vehículos oficiales (en 2013, La Zarzuela devolvió 27 de
los 72 coches de que disponía), etc. Se impondrán restricciones informativas
sobre las partidas del Ministerio del Interior, por tratarse de asuntos de
seguridad. Y no se sabrá en qué gasta el rey su sueldo, pero tampoco se
publica cómo administran el suyo el presidente del Gobierno, los ministros,
los diputados y senadores o los demás altos cargos.

Sueldo para la reina y para Letizia

El 3 de febrero de 2014, La Zarzuela anunció otra novedad más, en la línea


de ofrecer la máxima transparencia posible sobre el funcionamiento
económico. La Casa del Rey notificó que se había decidido poner un sueldo a
la reina Sofía y a la princesa Letizia.
Se explicó que, «por expreso deseo de don Juan Carlos», la reina y la
princesa tendrían a partir de este año un sueldo, sustituyendo al sistema hasta
entonces vigente por el cual el rey les adjudicaba una cantidad de dinero
anual en concepto de gastos de representación. Doña Sofía percibirá un
sueldo de 63.234 euros al año, más 68.505 en concepto de gastos de
representación (entre otras cosas, para vestuario), mientras que Letizia
recibirá un sueldo de 49.182 euros, junto con otros 53.382 en concepto de
gastos de representación. En total 131.739 y 102.564, respectivamente.
Los ingresos del rey para 2014 son de 140.519 euros por sueldo y
152.233 por representación, es decir un total de 292.752 euros; y los de
Felipe aproximadamente la mitad: 146.376, repartidos en 70.260 euros de
sueldo y 76.116 en concepto de gastos de representación.
Los portavoces de La Zarzuela afirmaron que los nuevos sueldos de la
reina y de Letizia no provocan un incremento respecto a sus retribuciones
anteriores, sino un cambio de filosofía. Se trata de «profesionalizar» su labor
al servicio de la corona. «Es más profesional, más transparente y más justo
hacerlo así», añadieron. Respecto a la infanta Elena, se ha destinado una
partida de 25.000 euros como máximo para gastos de representación,
dependiendo de los actos oficiales a los que acuda, mientras que para la
infanta Cristina no existe previsión porque ha quedado al margen de
cualquier actividad de la Casa del Rey tras ser apartada de la agenda oficial
por el procesamiento de Iñaki Urdangarin.
La familia real protagonizó en 2013 un total de 477 actividades, de ellas
133 en el extranjero en 19 viajes, sobre todo de Felipe (13 en total, de ellos la
mitad acompañado por Letizia), y en conjunto recibieron a 3.934 personas.
Se también ofrecieron otros datos económicos: la remodelación de la
página web de La Zarzuela ha costado 102.146 euros, y las intervenciones
quirúrgicas a don Juan Carlos en 2013, con tres ingresos hospitalarios,
representaron 165.189 euros (el doctor Cabanela no cobró por las dos
intervenciones, aunque sí su ayudante norteamericano). Se explicó
igualmente que en el ejercicio la Casa del Rey había abonado a Hacienda
1,02 millones de euros por retenciones del IRPF (unos 300.000 de la familia
real). A esos efectos, fuentes de Hacienda detallan que el rey paga el 40 por
ciento de sus ingresos, Felipe el 37 por ciento, doña Sofía el 35 por ciento y
Letizia el 30 por ciento. Y que los gastos de representación son desgravables
si se justifican adecuadamente.
No obstante, se precisó que no se dará a conocer el patrimonio del rey,
como habían demandado algunas fuentes políticas: «La ley de transparencia
no lo contempla», fue la explicación. Tampoco se conocerá el coste de todos
los viajes o actividades privadas de la familia real que se financien con
fondos públicos. «En algunos casos sí, en otros no», manifestó un portavoz,
quien aludió al debate sobre la existencia de cierto ámbito de privacidad para
los miembros de la familia real. «No dejan de ser personas y tienen derecho a
cierta intimidad. No se puede dar una respuesta en blanco y negro». En esa
línea, Gaspar Ariño habla de «transparencia, sí, desnudez, no».686
El portavoz de La Zarzuela concluyó: «Esto tiene que ser una casa de
cristal».

La necesaria ley de la corona

Escándalos de las dimensiones del caso Urdangarin y el affaire de Corinna


han sometido a la institución monárquica a un cada vez más intenso debate
social, reflejado en los foros políticos, en los comentarios de la calle y en los
numerosos análisis publicados por los medios.
Los errores cometidos por el rey, en realidad no sustanciales desde el
punto de vista institucional, pero sí «errores secundarios de gran impacto
mediático»,687 han hecho mella en la valoración de la monarquía. Por eso, se
ha vuelto a hablar de la necesidad de debatir y aprobar una ley de la corona.
Para algunos analistas, «es una buena idea, siempre que su objeto sea acotar
el poder de la familia real (trasparencia, funciones, incompatibilidades) y no
atribuirles privilegios como la inmunidad y el fuero especial que los pongan a
salvo de los jueces molestos».688
Se ha criticado la exigencia de aplicar un procedimiento agravado para
reformar el Título II de la Constitución, sobre la corona, achacando esa
demanda a un «exceso de celo» por parte de los constituyentes, algo que,
«lejos de proteger a la monarquía, lo que hace es debilitarla haciendo muy
difícil que se pueda modificar alguna norma sentida como injusta, como la
famosa preferencia del varón sobre la mujer en la sucesión a la corona».689
Más de una vez se ha planteado en el pasado la conveniencia de poner
remedio a las muchas lagunas legales existentes en torno a la familia real
aprovechando una reforma del Reglamento del Congreso, reforma que en
realidad nunca se ha producido. Ocurrió, por ejemplo, en el año 2000,
precisamente cuando se conmemoraba el veinticinco aniversario de la
proclamación de don Juan Carlos, con José María Aznar en La Moncloa y
Luisa Fernanda Rudi como presidenta de la Cámara. En una entrevista para
ABC, Rudi comentó:

Estamos en un buen momento para afrontar el desarrollo de la cuestión sucesoria que contempla
la Constitución en casos —que a Dios gracias no se han dado y espero que no se den en mucho
tiempo—, de fallecimiento o incapacidad del rey [...]. Esto ha de hacerse en el Reglamento de
Cortes Generales, donde va su desarrollo, y hay que hacerlo ya, por supuesto, por consenso.690

Se habló, en concreto, de regular allí el trámite de la jura del monarca


ante las Cortes Generales y el acto de su proclamación, la jura de la
Constitución por el heredero, o el visto bueno de las Cámaras a su boda,691 así
como de regular el funcionamiento conjunto de Congreso y Senado ante
supuestos previstos en la Constitución, como: nombrar sucesor a la corona en
caso de que se extinguieran «todas las líneas llamadas a derecho» (artículo
57.3); reconocer la inhabilitación del rey para el ejercicio de su autoridad
(59.2); nombrar regente «si no hubiera ninguna persona a quien corresponda
la regencia» (59.3); y la tutela del rey/reina menor (artículo 60). Una de las
pegas que surgió en ese momento fue que el reglamento de las Cortes no
tiene rango de ley orgánica, y por tanto no serviría para aclarar dudas como
las mencionadas.
Otras cuestiones pendientes se refieren a cómo interpretar que la
Constitución hable de «sucesores» en lugar de referirse a los descendientes
del monarca reinante; cuál es la relación nominal, con nombres y apellidos,
de las personas llamadas a la sucesión; cómo se articula el permiso de las
Cortes para el matrimonio del heredero/a, y qué ocurriría si se opusieran; y,
por supuesto, la preferencia del varón sobre la mujer.
Sin descartar asuntos más espinosos que ya hemos apuntado. Por
ejemplo, la Carta Magna garantiza la igualdad de todos los hijos, incluso
adoptados, pero no cita la corona como excepción. Además, el Derecho Civil
equipara los hijos naturales a los legítimos. Entonces, ¿podría plantearse la
posibilidad de que ciñera la corona alguien nacido fuera del matrimonio? Por
lo que afecta a Felipe, la cuestión ha sido abordada con motivo de las noticias
de las sucesivas novias, pero sobre todo en torno a la hija de Isabel
Sartorius.692 En caso de fecundación in vitro, ¿tendrían que someterse los
reyes o lo príncipes o una prueba de paternidad para demostrar que ambos, y
no otros, son los padres biológicos?
Y conocida es la insistente demanda del profesor Antonio Torres del
Moral de que exista una ley del heredero. Propone «un estatuto muy simple,
de apenas un par de artículos, en los que se aclare que el príncipe de Asturias
actúa en nombre del monarca y se amplíe al heredero la irresponsabilidad e
inviolabilidad que el texto constitucional otorga a don Juan Carlos, pero no al
príncipe».693
Finalmente esa anunciada reforma del Reglamento de las Cortes, con tan
ambiciosas expectativas, no llegó a aprobarse.
Volvió de nuevo a hablarse de reforma constitucional en 2004 como se
ha contado,694 cuando Rodríguez Zapatero llegó al Gobierno, sin que tampoco
entonces se abordara. En aquellos momentos, a la vista de la coyuntura
política (se encontraba en plena ebullición el llamado plan Ibarretxe), se
suscitaron algunas preguntas muy precisas: ¿debería el rey estar facultado
para mantener la unidad de España?; en el caso de la guerra de Irak, con la
mayoría de los españoles en contra, ¿debería recuperar la iniciativa de
convocar un referéndum para contrarrestar al Gobierno?695
En ese entorno surgió la discusión sobre si convenía otorgar más
poderes al rey. Los expertos concluyeron que precisamente la falta de
atribuciones concretas constituía una garantía para el mantenimiento de la
institución, y por tanto no se debía cambiar nada. Según Torres del Moral:

Esa irresponsabilidad e inviolabilidad es perfecta porque, de tener más poderes, se podría dar el
caso de que le plantearan en el parlamento una moción de censura que le obligara a abdicar y la
corona se iría al traste. Incluso la inconcreción de sus funciones es positiva, porque le permite
mayor capacidad de influir, de aconsejar… Es rey de todos los españoles, así que cuanto más
gaseoso sea su papel, mejor.696

Demasiadas lagunas

Muchos expertos han enfatizado la necesidad de que se apruebe de una vez


por todas esa ley de la corona que regule los aspectos que la Constitución de
1997 ha dejado sin fijar del todo. Sabino Fernández Campo sugirió:
Podría apuntarse —en consonancia con algunos informes oficiales que se han producido— la
conveniencia de elaborar una Ley Orgánica, conforme al apartado 5 del mismo artículo 57 de la
Constitución, a fin de resolver, mediante disposición del rango adecuado, todos los aspectos que
afectan a una materia tan importante como el matrimonio de los llamados a la sucesión de la
corona, ya previéndolos de forma genérica o regulándolos específicamente ante supuestos
concretos y singulares que pudieran presentarse.697

Para algunos, el estatus de los miembros de la familia regia es de «grave


inseguridad jurídica». Especialmente en el caso del heredero, que se
encuentra legalmente desprotegido. La futura ley de enjuiciamiento
contempla, si no inmunidad, sí alguna forma de aforamiento para el príncipe.
Felipe es actualmente imputable, y ni siquiera tiene aforamiento como los
diputados (tampoco las infantas, como se ha comprobado en el caso de
Cristina).
Como ya se ha contado,698 en 1980 el Gobierno se mostró dispuesto a
promulgar un Estatuto de la Familia Real que incorporara ciertas normas
dinásticas internas y desarrollara algunos puntos no del todo precisos del
Título II de la Constitución. El Ministerio de Justicia preparó un proyecto,
que no prosperó. En 1987 se elaboró y aprobó una norma de menor rango, el
real decreto sobre títulos, tratamientos y honores de los miembros de la
familia real.699
En lo que se refiere a lagunas, cabe destacar que la reina, que es reina
consorte según la Constitución (artículo 58), no puede ejercer funciones
constitucionales. Y sin embargo desarrolla una vida pública muy activa. El
Gobierno y otros altos cargos del Estado juran ante los reyes, cuando en
realidad habrían de hacerlo ante el rey, que está acompañado de la reina. La
presencia del rey es necesaria, la de la reina no, pero está presente, ¿en
calidad de qué?700
Otra cuestión que tal vez habrá que desarrollar legalmente es el poder
arbitral que la Constitución otorga al rey, y que sin embargo falta por debatir
y regular en concreto. Tampoco están previstos detalles como el
procedimiento para otorgar el «permiso» de las Cortes Generales al
matrimonio del heredero de la corona, algo que habrá que abordar, y otras
más delicadas, como los trámites para una posible abdicación, en su caso.
Hasta se ha planteado la conveniencia de que se regule una sustitución
del rey en determinados supuestos, por ejemplo en caso de baja por
enfermedad, algo que ahora es imposible: la Jefatura del Estado es
indelegable e insustituible; el sustituto podría ser el príncipe heredero, una
vez proclamado.701 Y no falta quien propone hoy la creación de un Consejo
de la Corona o Consejo Real, integrado por personas con experiencia y
prudencia que gocen de autoridad por su trayectoria, títulos y servicios
prestados,702 pero ese órgano ya fue descartado cuando se debatió la
Constitución.
El PSOE apuesta por la elaboración de esa ley de la corona «a corto o
medio plazo», según declaraciones de Ramón Jáuregui, portavoz en la
Comisión Constitucional, que afirma que debería elaborarse «con el máximo
consenso». La ley regularía aspectos como la sucesión, la abdicación, la
figura del heredero o la de la familia real. El texto que se llevó a la
Conferencia Política del partido celebrada en noviembre de 2013 defendía la
reforma constitucional para equiparar a la mujer y al varón en el acceso a la
corona, salvaguardando los derechos del actual heredero, el príncipe de
Asturias. Y la necesidad de desarrollar el artículo 57.5 de la Constitución,
sobre la abdicación y la renuncia, «así como cualquier duda de hecho o
derecho en relación con el orden de sucesión». Apuntaba igualmente la
conveniencia de regular el estatuto jurídico del príncipe de Asturias.703

Inviolabilidad del rey

El episodio de la portada de la revista El Jueves704 suscitó la concreta cuestión


de los privilegios penales de la familia real. Algún experto planteó que
desapareciera del Código Penal de 1995 (el llamado «Código Penal de la
democracia») el artículo 491, que contempla como delito específico las
calumnias e injurias contra los integrantes de la familia real, que, por tanto,
incluyó en su día a los condes de Barcelona y ahora lo hace a los hijos de las
infantas Elena y Cristina, delito sancionado con una pena superior a la que se
prevé para injurias comunes.705
El 12 de junio de 2013, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional
confirmó la sentencia contra el excoronel Amadeo Martínez Inglés, que fue
condenado, por «injurias graves contra la corona», al pago de 6.480 euros y
las costas. No obstante, cuatro magistrados, entre ellos el presidente de la
sala, Grande-Marlaska, emitieron un voto particular abriendo la puerta al
cuestionamiento de la figura del rey ante «ciertas dosis de exageración o
provocación» y de forma inmoderada. No quedó ahí el asunto, porque días
después, diputados de todos los partidos, salvo el PP, en una encuesta
periodística, se mostraron de acuerdo en que los miembros de la familia real
no tengan una protección especial en su derecho al honor.706
De cara a una posible reforma constitucional, está ahora en discusión, en
efecto, el mantenimiento de la inviolabilidad del rey, regulada en el artículo
56.3 de la Carta Magna, que proclama que «la persona del rey es inviolable y
no está sujeta a responsabilidad». Apelando a la dimensión simbólica de su
figura, la Constitución de 1978 hizo suyo el viejo aforismo de tradición
inglesa, según el cual «el rey no puede hacer el mal» (The King can do no
wrong); pero, como cualquier arbitrariedad en el ejercicio del poder repugna
a la lógica de la democracia constitucional, se incorporó el otro gran principio
británico: «El rey no puede obrar solo» (The king cannot act alone), y por
ello se instaló la figura del refrendo de sus actos.707
Con vistas a esa ley de la corona, e incluso a una reforma constitucional,
Gimbernat se opone a mantener la inviolabilidad, porque «ello quiere decir
que el rey puede matar, violar o robar sin que por esos hechos sea posible
abrir diligencias penales contra él, lo que vulnera, no solo el ya referido
principio de igualdad ante la ley, sino también el de la tutela judicial
efectiva».708 Una inviolabilidad —añade— que apenas tiene paralelo en el
derecho comparado actual y que contradice el Estatuto de la Corte Penal
Internacional en su artículo 27.1.
Gimbernat califica de «intolerables y antidemocráticos» los privilegios
penales de que goza la familia real, tanto cuando es sujeto pasivo como
cuando es sujeto activo de delitos. «Esos privilegios deben desaparecer de
raíz y para siempre; y cuanto antes, mejor: “Nadie es más que nadie, porque,
por mucho que valga un nombre, nunca tendrá valor más alto que el valor de
ser hombre. Así habla Castilla, un pueblo de señores, que siempre ha
despreciado al señorito” (Antonio Machado)».709
Gregorio Peces Barba, por su parte, consideraba que:

Inviolabilidad e irresponsabilidad solo pueden entenderse en el marco de la Constitución y de la


democracia. Sería impensable una irresponsabilidad del rey en actos privados o en actuaciones
contrarias a la Constitución […]. La inviolabilidad y la irresponsabilidad del rey están limitadas a
los actos constitucionales refrendados, y no se extienden a actos privados, ni por supuesto, a actos
delictivos. Otra interpretación sería contraria a la razón, al sentido común y, desde luego, al
espíritu de la monarquía parlamentaria.710

¿Abdicación?

La calificación de annus horribilis de que hemos hablado respecto al año


2013 no era la primera vez que se producía. Ya en 1992 se utilizó la
expresión, por los escándalos que entonces sacudieron a la familia real
española. Es el año del viaje de don Juan Carlos a Suiza, que se descubrió
cuando fue precisa su firma para nombrar ministro de Exteriores a Francisco
Fernández Ordóñez; de la portada de la revista Época dedicada a Marta Gayá;
del libro El Rey de José Luis de Vilallonga,711 desaconsejado por Sabino
Fernández Campo; de la polémica por el reportaje de la británica Selina Scott
ese verano; de la intensa influencia de Mario Conde en La Zarzuela...712 Y ya
entonces se habló de la conveniencia de que, para salvar la institución, el rey
abdicara en su hijo, que tenía apenas veinticinco años.
Seis años después, en febrero de 1998, Tiempo publicó unas
declaraciones de Luis María Anson en las que hablaba de una «conspiración»
para derribar a Felipe González, urdida por un amplio grupo de periodistas,
entre los que citaba a Pedro J. Ramírez, Antonio Herrero, Pablo Sebastián,
José Luis Gutiérrez, Manuel Martín Ferrand…713 En ese contexto, se apuntó
también que la trama pretendía la abdicación de don Juan Carlos en su hijo
Felipe, algo que debía haberse producido el 5 de enero, con motivo del
sesenta cumpleaños del rey.714 Era la primera vez que se aludía expresamente
a una Operación Príncipe, es decir, una pretendida maniobra para provocar el
relevo de don Juan Carlos. Una abdicación inducida.715
A ese respecto, a don Juan Carlos le han adjudicado planteamientos
paralelos a lo que se practica en Holanda, en la línea de que en el pasado
contempló la posibilidad de abdicar en su hijo.

Es conocido que el rey comentó públicamente que no compartía el punto de vista de Isabel II,
sino que se sentía más próximo a Juliana de Holanda, que abdicó en su hija Beatriz cuando lo
consideró oportuno. Es conocido también que doña Sofía comparte ese punto de vista, porque
sabe que el momento de la sucesión será especialmente delicado para el príncipe.716

Sin embargo, tal posición, si es que ha existido, no es la que mantiene


don Juan Carlos en estos años. Más bien todo lo contrario. En boca de
personas próximas se pone este comentario: «Hace nueve o diez años le oí al
rey que le gustaría retirarse a los setenta. En aquella época podía pensar en la
posibilidad de marcharse a la costa cuando lo dejara. Ahora esa idea parece
más difícil. Creo que se inclina por seguir con las botas puestas».717 Seguir
con las botas puestas.
En 2012, en plena tormenta del caso Urdangarin, empezaron a
escucharse voces que planteaban la abdicación del rey. Entre ellas estuvo la
de Iñaki Gabilondo, que en su blog La voz de Iñaki, en la cadena Ser, publicó
el post «O mi corona o la corona», cuyo argumento central era que el reinado
de don Juan Carlos se tambaleaba. Posteriormente comentó que la relación de
la infanta Cristina con el caso Nóos iría agravando cada vez más la situación
de la corona. «En la calle el reproche no para de crecer, en una sociedad que
está ya harta». El rey deberá escoger entre su reinado y la monarquía: «Su
reinado ya no tiene porvenir, pero la monarquía puede aún tenerlo. Le
interesa hacer algo que abra un nuevo capítulo». Debe preparar su relevo a la
mayor velocidad posible, porque el tiempo «ya no va a jugar a su favor». Va
a tener que hacer lo que hizo su padre: «Echarse a un lado».718
Una encuesta publicada en mayo de 2013 por El Mundo concluía que la
mayoría de los españoles eran partidarios de la abdicación: un 55 por ciento
consideraba que el rey debería abdicar en favor del príncipe, frente a un 33,7
por ciento que opinaba que debería seguir reinando mientras estuviera en
condiciones. Además, el balance del reinado de don Juan Carlos era bueno
para un 36,6 por ciento, regular para un 31,3 por ciento, y malo para un 11,8
por ciento, mientras que los dos extremos, muy bueno y muy malo, obtenían
el mismo porcentaje: un 9,7 por ciento. O sea que para solo un 46 por ciento
de los españoles la gestión del monarca había sido buena o muy buena, frente
a un 21 por ciento que la consideraba mala o muy mala. Un 78 por ciento
manifestaba una opinión buena o muy buena del heredero, frente a un 7,8 por
ciento que la calificaba de mala o muy mala.719
La respuesta que en estos momentos se escucha en el entorno de La
Zarzuela es que don Juan Carlos no está dispuesto de ceder la corona: el rey
no abdica.
Cuando abandonó el hospital pidiendo perdón por el suceso de
Botsuana,720 desde La Zarzuela se insistió en que la opinión pública no había
caído en la cuenta de unas palabras anteriores de don Juan Carlos: «Me
encuentro muy bien y estoy deseando volver a mis obligaciones». Esa frase,
explicaron, indicaba que el rey no estaba dispuesto a dejarlo. Que, de
abdicación, nada de nada. El mismo mensaje que han repetido con insistencia
desde entonces hasta hoy.
¿Por qué no quiere marcharse? Algunas razones son meramente
coyunturales. Una de ellas es que queda todavía pendiente de resolución
definitiva el caso Urdangarin, cuyo final puede convertirse en un trauma para
la monarquía, y se trataría de ahorrárselo a su hijo Felipe. Otra, que en
tiempos de crisis como los que vive todavía España, un relevo en el trono
sería añadir un nuevo factor de inestabilidad y de incógnita, negativo para la
recuperación económica. Y otra más: que don Juan Carlos se ve con fuerzas,
físicas, pero sobre todo anímicas, para llevar el peso de la corona.
Pero existe un motivo más de fondo. Don Juan Carlos piensa que
constituiría una enorme injusticia histórica que el balance de sus treinta y
nueve años de reinado, durante los cuales tanto ha hecho por la normalización
democrática y la prosperidad de este país, el recuerdo final que quedara se
redujera a lo que ahora se comenta y se dice de él, olvidando los inmensos
servicios prestados. El rey quiere recuperar imagen, antes de pensar en una
hipotética despedida.

Aquí no se abdica
Cuando, en enero de 2013, la reina Beatriz de Holanda anunció que iba a
abdicar en su hijo Guillermo, saltaron los paralelismos con la situación de la
familia real española, porque la soberana tenía setenta y cinco años, los
mismos que don Juan Carlos, y el heredero cuarenta y cinco, los mismos que
Felipe. Sin embargo, un portavoz de La Zarzuela matizó inmediatamente.
Primero, para el rey no ha habido sorpresa alguna porque Beatriz le llamó
meses antes para anunciárselo. Segundo, lo ocurrido en Holanda hay que
analizarlo en función de «las tradiciones de la monarquía holandesa», que no
tienen nada que ver con las costumbres de la Casa Real española, donde la
sucesión se produce por argumentos naturales, es decir, por fallecimiento de
su titular. «Aquí, la abdicación no se estila», concluyó.
En aquellos momentos se preguntó a Felipe González, durante una
entrevista de Susana Griso en Antena 3, sobre las presiones de algunos
políticos para que el rey abdicara, y el ex presidente se mostró totalmente
contrario. «El rey no debe abdicar porque no hay ninguna razón. Viajo
mucho por el mundo y en América, en China, en todas partes, el rey es la
figura española más valorada».721
A mediados de 2013, con todos los escándalos en marcha, políticos, y
medios informativos volvieron a suscitar la posibilidad de la abdicación. La
respuesta de La Zarzuela fue: «Ni se plantea, ni se está estudiando». Algunos
comentaron entonces que, al no existir la ley de la corona, sería muy
complicado de tramitar, pero desde la Casa afirmaron que no haría falta una
ley de la corona: bastaría una ley corta, de tres artículos, que se sometería a
las Cortes. Ante tal respuesta, la conclusión fue que, a pesar de la afirmación
de que «no se está estudiando», en la Casa lo han considerado con cierto
detalle.
Volvió a suscitarse la cuestión, por supuesto, cuando Alberto de Bélgica
hizo lo propio en julio de 2013, cediendo la corona a su hijo Felipe de
Brabante, sin que tampoco entonces La Zarzuela torciera el gesto lo más
mínimo. Más tarde vino la renuncia del emir de Qatar en su hijo, por no
hablar de la del papa Benedicto XVI. Pero don Juan Carlos no está dispuesto
a abandonar. Además del principio en la monarquía española de que la
sucesión se produce previo fallecimiento, «sentiría que está abandonando a
los españoles en uno de los peores momentos. Y jamás haría algo así».722
Sin embargo, y en contra de la teoría de La Zarzuela de que la
abdicación no es una práctica española, desde 1800 hasta hoy todos los
monarcas hispanos menos uno tuvieron que abdicar, por uno u otro motivo:
Felipe V en Luis I, Carlos IV en Fernando VII, Fernando VII en Carlos IV,
Carlos IV en Napoleón, Isabel II en Alfonso XII, Alfonso XIII en don Juan
de Borbón. El conde de Barcelona, a su vez, cedió los derechos a su hijo Juan
Carlos. Por no citar a monarcas hispanos ajenos a los Borbones, como José
Napoleón Bonaparte y Amadeo de Saboya, que renunciaron al trono.
Únicamente no abdicó Alfonso XII, muerto a los veintiocho años por una
tuberculosis galopante.723
La abdicación del rey depende de su libre voluntad. Si se produjera,
según los expertos el procedimiento a seguir sería el siguiente: Una vez
tomada la decisión, el rey debería comunicarla al presidente del Gobierno,
quien habría de transmitirlo al presidente del Congreso de los Diputados para
que convocara una sesión extraordinaria de las Cortes. Las dos cámaras, por
separado o más bien en sesión conjunta, deberían aprobarla por mayoría
absoluta, mediante una ley orgánica. La abdicación se realizaría,
forzosamente, a favor de la persona predeterminada por la Constitución, es
decir el príncipe de Asturias. La ley orgánica tendría que ser refrendada por el
presidente de las Cortes. Finalmente, el nuevo rey, después de jurar la
Constitución, sería proclamado por las Cortes en sesión extraordinaria de las
dos cámaras.724
Un conocido periodista, director de un medio informativo nacional,
cuenta que, durante un encuentro con el rey, don Juan Carlos le explicó que
no pensaba abdicar. En síntesis, le vino a decir: «No pienso ser el ciudadano
Borbón paseando por la Castellana… Claro, que si me quedo gagá, si veo que
no estoy en condiciones, entonces por supuesto que sí».
Son muchos los que opinan, en efecto, que si el rey se sintiera sin
capacidades, físicas y psicológicas, para desempeñar sus funciones, optaría
por dejar paso a su hijo, por sentido de responsabilidad pero también por
patriotismo.

La lealtad del heredero


A propósito de la sucesión, en 2010 doña Sofía pronunció una frase
definitiva: «Ni el rey está cansado ni el príncipe está impaciente».725
La intervención quirúrgica de don Juan Carlos ese año 2010, unida al
hecho de que Felipe había ido asumiendo en los últimos tiempos nuevas
funciones y cada vez de mayor relevancia, alimentó especulaciones de todo
tipo sobre una inmediata sucesión, pero entonces los portavoces de La
Zarzuela insistieron en asegurar: «No hay ninguna operación de abdicación
en marcha». Subrayaron que Felipe no tiene prisa ni impaciencia por asumir
esas funciones.
En enero de 2011, La Zarzuela convocó a los periodistas que
habitualmente cubren la información de la Casa a una reunión de trabajo. Se
trata de una práctica relativamente habitual, puesto que en 2010 hubo hasta
cinco convocatorias. Parecía una más, en principio para hablar de las
previsiones del nuevo año, pero inesperadamente se personó el propio Felipe.
Se les advirtió que no había acudido para hacer declaraciones, y que lo que se
iba a hablar era, como siempre, off the record. A pesar de ello, y de que la
práctica es no poner nada en boca de las personas de la familia real, y menos
aún entrecomillado, uno de los asistentes rompió la reserva y publicó algunos
de los comentarios del príncipe. Lo que más inquietó en La Zarzuela fue la
afirmación de que se sentía «preparado» para asumir la corona, una frase que
podía interpretarse como que el heredero presionaba para un relevo en el
trono.
Inmediatamente, desde los servicios de prensa de la Casa intentaron
apagar el incipiente incendio, insistiendo en que Felipe «no tiene prisa» y
diciendo que la transición llegará «cuando deba llegar». Descartaron que se
hubiera puesto en marcha una operación de abdicación o que se acelerara una
transición que se deseaba que fuera tranquila. Explicaban que el príncipe, que
acababa de cumplir cuarenta y tres años, es consciente de que está
plenamente preparado para un proceso de sucesión, pero eso es algo que «ni
está en marcha» ni se ve cerca.
En efecto, Felipe no tiene prisa. Y no dará un solo paso para sustituir a
su padre, entre otras cosas por la lealtad absoluta hacia él y por respeto a su
figura. No obstante, mientras tanto se prepara para el momento del cambio,
llegue cuando llegue.
En esa línea, le interesa cuidar a los no monárquicos. Algo que indigna a
los ámbitos de la derecha, que creen que los Borbones se muestran demasiado
cercanos a los socialistas, y así se lo echaron en cara a don Juan Carlos sobre
todo durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente
del Gobierno.
Sin embargo, parece un punto clave que el PSOE mantenga su apoyo a
la monarquía, una posición que está frenando que se instale definitivamente
en la sociedad el debate monarquía-república. Felipe se halla bien informado
de todos los movimientos pro-república, sabe en qué pueblos gobierna
Izquierda Unida, conoce a sus dirigentes, y siempre quiere saber hacia dónde
va el PSOE en este asunto.726

El rey presume de hijo

El 4 de enero de 2013, con motivo del setenta y cinco cumpleaños del


monarca, Televisión Española emitió una entrevista de Jesús Hermida a don
Juan Carlos, muy controvertida y criticada, tanto por el estilo del
entrevistador como por la omisión en sus preguntas de las grandes cuestiones
que estaban planteadas entonces en el país y en la propia monarquía. Durante
esa conversación, el rey presumió públicamente de su hijo, el príncipe Felipe.
La monarquía ofrece en España un elemento positivo con vistas a su
futuro: la cualificación personal y condiciones del heredero. En 2012, en
vísperas del cuarenta y cinco cumpleaños, El Mundo publicó una encuesta de
Sigma Dos centrada en la figura de Felipe, realizada entre el 21 y el 28 de
diciembre, con mil entrevistas telefónicas. A la pregunta por la opinión sobre
el heredero, las respuestas fueron: muy buena 11,8 por ciento, buena 50,5,
regular 20,7, mala 6,8, muy mala 4,6 por ciento.
¿Cree que está preparado para sustituir al rey?, era la segunda pregunta,
que obtuvo este resultado: sí 81,1 por ciento, no 10,5 por ciento. La tercera
cuestión planteaba si el rey tendría que abdicar ya en su hijo, o bien debería
seguir reinando mientras se hallara en condiciones, con estas respuestas:
abdicar y que le suceda Felipe 44,7 por ciento, seguir reinando 40 por ciento.
La cuarta, y última pregunta, sobre si es bueno para España que a don Juan
Carlos le suceda su hijo, mereció este resultado: es bueno 75,1 por ciento, no
lo es 13,5 por ciento.727
Con esa misma ocasión, y bajo el título general «Un príncipe de
sobresaliente», La Razón publicó unas páginas especiales que incluían una
encuesta de NC Report, según la cual el 80,3 por ciento de los españoles está
«convencido de que el príncipe representará dignamente a España cuando
reine». El 75,3 por ciento afirmaba tener «buena o muy buena imagen del
heredero», el 77,2 por ciento consideraba que «está preparado para reinar», y
el 67,8 por ciento aprobaba que se hubiera casado «con doña Letizia en lugar
de con una noble extranjera».728
El editorial de La Razón afirmaba que el príncipe constituye una
garantía de futuro: «La formación y la calidad humana de don Felipe son el
mayor aval a la estabilidad institucional».729 Y el director del periódico
apostillaba: «La cuestión es que tenemos un príncipe heredero con una
extraordinaria preparación, que le permitiría asumir las más altas
responsabilidades en cualquier empresa o institución».730
¿Tiene futuro la corona, y más en concreto Felipe como rey? Los
españoles enfocan la cuestión de la forma del Estado desde el pragmatismo y
el accidentalismo, y en ese sentido la corona tiene en principio futuro; pero
también dependiendo de cómo sea desempeñada por su titular. De cara al
futuro más inmediato no parece haber lugar a dudas. Según estudios de
Metroscopia, el 74 por ciento de los españoles cree que en estos momentos la
corona se halla firmemente asentada y que la sucesión por el príncipe Felipe
se producirá con toda normalidad.731
El príncipe ha sabido transitar este tiempo turbulento sin desgaste grave
para su imagen. El 66 por ciento de los españoles aprueba la forma en que
está desempeñando sus funciones y el 79 por ciento considera que está ya
preparado para desempeñar la Jefatura del Estado. «En otras palabras, cuando
llegue el momento, y a diferencia de su padre, don Felipe no tendrá, de
entrada, que preocuparse por ganarse la corona sino por contribuir, con su
forma de ejercerla, a su asentamiento y pervivencia».732
Además, su participación en la toma de decisiones que afectan a la
institución resulta cada día más intensa. Últimamente, el rey le consulta
prácticamente todo, y cuenta con él para las cuestiones de cierto calado. Su
opinión ha pesado especialmente en la estrategia y disposiciones de la Casa
del Rey sobre el caso Urdangarin. A él se le han atribuido algunas de las
medidas más duras. Y, por ejemplo, se le consultó la decisión, que se debatió
por el equipo de La Zarzuela, de que la infanta Cristina no recurriera el
segundo auto de imputación del juez Castro y acudiera a declarar el 8 de
febrero de 2014.

El felipismo

Porque no solamente hay que hablar de si la monarquía pervivirá o no, sino


también de si, en concreto, Felipe llegará un día a ser rey.
Teóricamente, la eventualidad de verle en el trono no tendría que haber
sido posible, de no ser por un cúmulo casi inverosímil de circunstancias
encadenadas que lo han propiciado. Para empezar, no debería haber nacido,
puesto que su padre tuvo antes otras novias aparentemente con más
posibilidades, como María Pía de Saboya, y porque doña Sofía podía haberse
casado finalmente con el candidato Harald, heredero del trono de Noruega.
Además, el primer encuentro entre Juan Carlos y Sofía, en el famoso
«crucero del amor», el Agamenon, no funcionó. Después, la casualidad los
puso juntos en la boda del duque de Kent.733 Y, una vez anunciado el
compromiso, todo estuvo a punto de romperse en el último minuto por las
excesivas presiones de la familia de ella.
Además, Felipe no tenía que haber sido heredero del trono español, o al
menos no de esta manera. No existía monarquía en España y fue Franco
quien la trajo. Y Franco se saltó, dinásticamente hablando, a don Juan para
colocar en el trono a su hijo Juan Carlos. Y don Juan tampoco debería haber
sido el heredero, porque era el hijo tercero del rey Alfonso XIII, quien forzó
las renuncias del mayor, Alfonso, hemofílico y que se casó con una persona
que no era de sangre real, y del segundo, Gonzalo, por ser sordomudo.
Don Juan Carlos era el segundo hijo de los condes de Barcelona, detrás
de Pilar, la mayor, pero se aplicó la preferencia del varón sobre la mujer a la
hora de la sucesión. A su vez, Felipe fue el tercer hijo del matrimonio Juan
Carlos-Sofía, por detrás de Elena y Cristina, y también en su caso se aplicó
esa prelación, algo que hoy resultaría imposible.734
Ahora hace falta que la sucesión se produzca con toda normalidad, una
posibilidad que ponen en duda no pocos sectores del país, que se plantean si
Felipe llegará a reinar. Mientras tanto, él sigue esperando. Pero no está a la
espera. En más de una ocasión ha lanzado, a quien le quiera oír, un mensaje:

No estoy a la espera. Es cierto que día a día voy creando el puesto, pero no me siento a la espera.
Mi puesto tiene un contenido que vas perfeccionando. Acudes a cosas que te piden; pero tú
también, de forma flexible, vas añadiendo cometidos. Soy, por ejemplo, como un teniente coronel
que está cómodo en su puesto, le da contenido y tiene unas funciones. Y a lo mejor un día
asciende a general, pero mientras tanto lo hace lo mejor que puede.735

¿Tiene Felipe que ganarse el trono? En opinión de Antonio Fontán


«tiene que conservarlo».736 Ese es el desafío.
Manuel Marín afirmaba en 2005 que la gente «va a ser felipista en el
futuro». Según él:

Los españoles han aprendido que hay referencias que nos interesa conservar, y una de ellas es la
monarquía y la familia real. Esta familia real es un valor de referencia social, una familia
agradable, reconocida, que ha sabido integrarse en los grandes problemas del país, una familia
que ha sido capaz de emocionarse en las desgracias y felicitarse en las alegrías, una familia que
no ha provocado escándalos. Como sucesor de esa familia, la gente se va a hacer felipista».737

Donde abundan los felipistas, al menos afectivamente, es en el Ejército.


Hoy por hoy, la gran mayoría de los mandos apuestan por la continuidad de
don Juan Carlos, pero existe un nicho que vería positiva una pronta
renovación en la Jefatura del Estado. Se trata de un colectivo integrado sobre
todo por jefes y oficiales que aún no han cumplido los cincuenta años, es
decir, los que iniciaron su carrera en las Fuerzas Armadas a finales de los
años ochenta y principios de los noventa. Y su inclinación tiene que ver con
que muchos de ellos compartieron parte de su formación castrense con
Felipe, en la Academia General Militar de Zaragoza, en la Escuela Naval de
Marín o en la Academia del Aire de San Javier. Entre los que están llamados
a ser los mandos máximos de las Fuerzas Armadas, el sentir se dirige hacia
un cierto traspaso de poderes de don Juan Carlos a Felipe, «no de forma
radical, pero paulatinamente».738

La monarquía de la normalidad

En noviembre de 1981, Cambio 16 publicó una entrevista de José Oneto al


joven príncipe, de solamente trece años, en la que afirmó que su máxima
aspiración en el duro oficio de rey era parecerse en todo a su padre: «Ser rey
para mí es hacer lo mismo que ha hecho y hace mi padre».739 La afirmación
puede ser cierta en cuanto al fondo, pero no lo es respecto a qué asuntos
tendrá que abordar y cómo deberá afrontarlos.
¿Qué país le aguarda a Felipe cuando se convierta en rey? Una nación
«donde millones de ciudadanos no han vivido el franquismo, la recuperación
de las libertades, ni el golpe de Estado del 23-F, y piensan que no le deben
nada al soberano, y menos aún a su hijo, del que ignoran casi todo».740
Según encuestas de Metroscopia, del rey se espera ante todo que
represente a España en el exterior, como (según un 76 por ciento) ha venido
haciendo. Que sea a la vez enseña y primer embajador de nuestro país, y
principal valedor de la marca España con su apoyo en el exterior a las
empresas españolas. Siete de cada diez aprecian su papel de árbitro y
moderador en las disputas interpartidistas internas. Su imagen, a ojos de la
ciudadanía, se configura como un activo nacional de importancia
estratégica.741 Todo eso se esperará de Felipe.
Don Juan Carlos seguramente pasará a la historia como uno de los
grandes reyes de España. Eso, que de entrada parecería un dato positivo para
el sucesor, por el nivel de prestigio del titular de la institución, en realidad
puede convertirse en una dificultad para el heredero. Porque será inevitable
que, el día que llegue al trono, a Felipe rey le comparen con Juan Carlos rey.
Y eso le pondrá las cosas un poco más difíciles.
Como rey, a Felipe le tocará «gestionar la normalidad, ser un técnico de
la monarquía; no va a tener una misión histórica como la de su padre, pero
saber moverse a velocidad de crucero también es difícil», según uno de los
catedráticos que le dio clase en la Autónoma.742 Para Aurelio Menéndez, su
cometido consistirá en:

Gestionar su herencia e impulsarla. Tiene que estar alerta ante lo que viene: la tecnología, la
internacionalidad, la globalidad; esa Europa de dentro de 20 años que hoy es inimaginable. Tiene
un papel lleno de contenido: acertar a impulsar la España del 2000 por nuevos caminos. No será
de tal relumbrón como traer la monarquía o la Constitución, pero tendrá su papel.743

Y encabezará una monarquía burguesa, como alguno ha pronosticado.


Para muchos, la boda de Felipe con Letizia, una plebeya como la designaron,
marcó un cambio radical porque inició la transición desde una monarquía
dinástica a una monarquía burguesa, entroncada ya con la clase media, y
también con sus valores. Una monarquía que otros calificaron de moderna y
de actual, puesto que, si la función de esa monarquía era representar a una
nación, la mejor manera de mostrar la composición diversa y regional de la
sociedad española era el enlace de un miembro de la dinastía con una
representante de la república. Según ellos, Letizia personificaba el estandarte
de la igualdad y del progreso.
En opinión de Charles Powell, el futuro político de Felipe como rey será
similar al desempeñado por su padre, «que ha consistido, según la clásica
forma de Bagehot, en ser consultado, aconsejar y estimular».744 Además,
ostentará la representación simbólica de España y la de los pueblos que la
integran, «lo cual le permitirá desempeñar una función integradora que
previsiblemente cobrará aún más importancia en el futuro». Sin olvidar la
«función exportadora» de la corona. Un autor británico, el profesor
Prochaska, vaticinó que las preocupaciones sociales se convertirían en la
principal razón de la monarquía, dando lugar a una monarquía del bienestar,
welfare monarchy, entendiendo por bienestar no solo la calidad de vida
material de los ciudadanos, sino también la integración de los sectores
marginados de la sociedad. Es probable que intensifique sus relaciones con la
sociedad civil, que se moviliza con más rapidez y entusiasmo a instancias de
la corona que por el Gobierno, algo que debería aprovechar la monarquía.745
Felipe VI deberá trabajarse las virtudes básicas de la monarquía:
símbolo de la unidad del país, el mejor embajador de España, poder
moderador… Y, como principal requisito, habrá de cumplir exquisitamente, y
aun profundizar en ellas, las competencias que da la Constitución al rey, que
en su artículo 56 expresa que:

Es el jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento de


las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones
internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones
que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes.

En esas materias de fondo, el rey no puede ser neutral, como no lo es en


la defensa del sistema constitucional. Felipe «no tendrá que parar golpes de
Estado. En cambio, no cabe la menor duda de que deberá continuar la tarea
de su progenitor en lo que respecta a ser símbolo de la unidad, pero también
de la pluralidad españolas».746
La relación del monarca (del actual y de todos los que vengan) en
concreto con la unidad de España es consustancial. Una circunstancia
resellada en el artículo 3 de la Carta Magna, cuando dice que «la Constitución
se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e
indivisible de todos los españoles». Además, le corresponde «el mando
supremo de las Fuerzas Armadas» (artículo 62), que a su vez «tienen como
misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su
integridad territorial y el ordenamiento constitucional» (artículo 8).

Un rey moderador… y ejemplar

Sabino Fernández Campo consideraba que la función moderadora será el


cometido más importante que tendrá Felipe el día que ciña la corona.
Hablando de cuál debería ser el plus del futuro rey, comentó: «El mérito tal
vez radique en la normalidad de todos los días, sin aspirar a grandes gestos ni
a acontecimientos que marquen momentos históricos, sino a ejercer la
moderación, que, al fin y al cabo, será su función más importante cuando
llegue al trono».747
El exjefe de la Casa del Rey suscitó cierto debate cuando, ante la
inestable situación política del país, con un Gobierno del PSOE (de
Rodríguez Zapatero) que se apoyaba en los nacionalismos (CiU y PNV), con
la cuestión vasca exacerbada y en medio de un atasco institucional, salió a la
palestra de forma inesperada diciendo que parecía llegado el momento de que
don Juan Carlos ejerciera el arbitraje que le reconocía el artículo 56 de la
Constitución, en lo relativo a «arbitrar y moderar el funcionamiento regular
de las instituciones». Durante el verano del año 2000, Fernández Campo
protagonizó una intervención en la Universidad Internacional Menéndez
Pelayo en la que, aludiendo al poder moderador y a su condición de jefe
supremo de las Fuerzas Armadas, manifestó que el rey «debería intervenir en
el caso de que las prerrogativas concedidas por un hipotético Gobierno en
minoría a un partido separatista amenazaran la integridad de España». Sin
embargo, posteriormente matizó diciendo que se trataba de un ejercicio de
«política ficción».748
Remarcó que el papel moderador del monarca es algo más que un poder
simbólico:

Precisamente por su generalidad e indeterminación, así como por carecer del requisito del
refrendo, encierra una extraordinaria amplitud y es, a mi juicio, una de las facultades más
importantes del rey, junto con la de velar por el normal funcionamiento de las instituciones. No
depende del criterio de los gobiernos de turno sino que la actuación del rey en ese sentido, con
toda la prudencia necesaria, pero también con toda la fuerza a la razón, puede influir en aquel
criterio.749

Don Juan Carlos ha ejercido el poder arbitral en más de una ocasión, a


propósito de enfrentamientos suicidas entre los dos grandes partidos, de
situaciones desesperadas para el país, y del choque entre instituciones, como
ocurrió con la pelea que en su día enfrentó al Tribunal Supremo y al Tribunal
Constitucional cuando este último se empeñó en enmendar la plana al
Supremo en materia jurisdiccional, hasta el punto de convertirse en una
instancia judicial que en realidad no es.
Esa mediación la ha realizado con discreción, concertando entrevistas,
mandando recados o citando a los afectados, pero sin que tuviera ninguna
trascendencia exterior, sin que se conociera. La tarea mediadora requiere por
sí misma de la máxima reserva. También para proteger al propio monarca y
evitar que se vea públicamente envuelto en polémicas y discrepancias. Ya lo
comentó en una ocasión Martín Prieto: «Tranquilos todos, que el rey se está
ganando su sueldo, pero ni puede ni debe salir a la palestra. Algunos cambios
moderados, más de un encuentro o almuerzo entre desiguales enfrentados,
mediaciones, recados prudentes y consejos a la calma, salen cada día del
Palacio de La Zarzuela».750
Algunos expertos consideran que se trata de una potestad bastante
reducida. Según explica Jorge de Esteban:

Su poder de moderación y arbitraje es muy limitado, dependiendo más bien de su auctoritas que
de una verdadera potestas. Ciertamente, puede aconsejar, recomendar y sugerir un determinado
comportamiento a los poderes públicos y puede hacerlo en privado, tanto como públicamente, lo
que le confiere mayor fuerza. Pero nada más.751

Felipe tendrá que tomar nota también de lo que afirmaba Sabino


Fernández Campo, para quien, de las muchas misiones del rey, «una de las
más importantes es la ejemplaridad. Cuando las cosas están turbias, o se
producen inmoralidades o corrupciones, es necesario que podamos mirar
hacia alguien a quien consideramos ejemplar. Esto es fundamental en la
misión del rey».752
Una consideración de enorme actualidad en estos tiempos, pero que
vale, por supuesto, para el futuro.

Humilde servidor del pueblo español

Al cumplirse los veinticinco años de la proclamación de don Juan Carlos


como rey, Felipe firmó, de modo absolutamente inusual, un artículo de
prensa, una tercera de ABC, en el que resumió de forma nítida su aspiración
para cuando ciña la corona: ser «un humilde y leal servidor del pueblo
español».
Con el título «Mi padre, el rey», Felipe recordaba que, en esos
veinticinco años, España había dado pasos de gigante «como nación y como
protagonista de su historia». Una nación que no es una abstracción ni un ente
de razón, sino que describía como «el conjunto de sus ciudadanos actuando
conscientemente en un sentido concreto […]. España funciona y es efectiva
porque hemos sido capaces de cohesionarnos y organizarnos, respetando
nuestra realidad plural, sin dejar que las diferencias nos alejen de un proyecto
común de convivencia».753
Y definía qué es, según su concepción, la monarquía:

Una realidad vinculada indisolublemente a la democracia y su progreso.


[...] Debo a mi padre, el rey, la exacta conciencia de mi lugar en la dinastía [...]. Así he
aprendido que lo que tenemos no es nuestro, sino un depósito que hemos recibido y que se
justifica al ponerse al servicio incondicional de todos los españoles, ahora y en el futuro.
[...] Mi tarea es procurar ser digno y estar a la altura de su ejemplo, para poder transmitir a
los españoles de mi generación una referencia y un estímulo que procuro sean sólidos y válidos.
Así, en el futuro deseo ser capaz, como hoy lo es el rey, de inspirar, de liderar y de ser
fundamentalmente un humilde y leal servidor del pueblo español.754

Peces Barba habló también de la importancia de la «autoridad moral» y


del servicio a los ciudadanos:
Es importante en la monarquía parlamentaria la autoridad moral, la cercanía a los ciudadanos, el
servicio al interés general, la atención por las preocupaciones, los sufrimientos y las esperanzas de
la ciudadanía, la comunicación periódica y el valor de su neutralidad, que le coloca [al rey] en una
posición equidistante de las distintas fuerzas políticas y garante del respeto al pluralismo.755

Durante aquella rueda de prensa en Washington al terminar el máster,756


Felipe repitió que el puesto de rey hay que ganárselo, y que para ello hay que
tener claros tres principios: sacrificarse mucho, estar en contacto con las
realidades sociales, y mantener un equilibrio entre lo institucional y lo
privado. «Ser útil». Dos palabras que encierran su pensamiento.757
Felipe está convencido de que una monarquía puesta al día puede prestar
aún grandes servicios a España.

Una nueva generación al frente del país

Cuando Felipe llegue al trono, los protagonistas de la vida económica,


política, cultural e institucional de España serán muy distintos de los que
coincidieron con su padre cuando él asumió la Jefatura del Estado. Entonces
se podrá comprobar también si sus amigos de siempre, lo que hemos llamado
«la corte de Felipe»,758 reciben o no un papel privilegiado. Algo que en su día
no hizo don Juan Carlos y que en principio tampoco deberá aplicar su hijo.
En primera línea, y ya con bastantes años de ejercicio, estarán los
españoles que componen la generación del príncipe, los nacidos al mismo
tiempo que él, y que por tanto han sido educados en los mismos años y vivido
desde ese particular punto de vista los acontecimientos del país. Un grupo
privilegiado al que, por supuesto, Felipe ha prestado especial atención, con el
que en más de una ocasión ha querido coincidir y charlar.
A esa generación del príncipe, uno o dos años arriba o abajo de la edad
de Felipe, pertenecen personajes tan conocidos como María Dolores de
Cospedal, Alfonso Alonso, Tomás Gómez, Jorge Moragas, Sandra Moneo,
Antonio López Istúriz, Juan José Güemes, Emiliano García Page, Antonio
Basagoiti, Joan Puigcercós; algunos han sido ya ministros, como Carme
Chacón, Beatriz Corredor y Juan Costa; están también Adolfo Suárez Illana,
Miguel Ángel Rodríguez, Fernando Pablos Romo, Trinidad Rollán,
Alejandro Agag, Juan Manuel Moreno, Antonio Anguita, Juan José Nieto,
Josep Bohigas, Lucía Etxebarría, Josep Pla, Pedro Halffter, Lorenzo Silva, el
torero Joselito, Javier Bardem, Juanma Bajo Ulloa, Icíar Bollaín, Rafi
Camino, Joaquín Cortés, Manuel Díaz El cordobés, Ariadna Gil, Fernando
León de Aranoa, Achero Mañas, Aitana Sánchez-Gijón, David Trueba,
Alejandro Sanz, Fernando Cacho, Carles Costa, Jesús García Bragado, Sergi
Arola, Jordi Mollá, Carlos Rubén, Pablo Isla, Juan Manuel de Prada, Marta
Sánchez, Carlos Iturgáiz, Fernando Hierro, Chema Olazábal, Gemma Nierga,
Theresa Zabell…759 Y también Iñaki Urdangarin, que nació el mismo año que
Felipe, en 1968.
A muchos de ellos los conoce personalmente porque se los ha
encontrado en actos oficiales, pero también porque ha querido quedar a solas,
bien en una audiencia en Zarzuela, bien en un almuerzo o cena mucho más
discretos.
Don Juan Carlos tiene setenta y seis años, Felipe, cuarenta y seis. En
2020, dentro de seis años, el rey cumplirá ochenta y dos y su hijo tendrá
cincuenta y dos. Por edad, Felipe VI, será el monarca del siglo XXI,
integrante, además, de una nueva generación en la que figuran ya Felipe de
Bélgica, Guillermo de Holanda, Alberto de Mónaco, Alöis Philipp de
Liechtenstein, Enrique de Luxemburgo y Mohamed VI de Marruecos, y
estarán —si no se les tuerce el destino— Carlos de Inglaterra, Haakon
Magnus de Noruega, Victoria de Suecia y Federico de Dinamarca,
Felipe será testigo y protagonista en este milenio tal vez de la
devolución de Gibraltar a España, y de la consolidación de la Europa única.
Una Europa que tendrá que resolver el estatus de las monarquías dentro del
nuevo marco institucional, cuestión en la que resultará decisivo el talante y el
comportamiento de esa generación de reyes de la que Felipe formará parte
destacada. En sus manos estará, muy posiblemente, la pervivencia de la
monarquía como tal.

La jura de la Constitución de Felipe VI

El rey don Juan Carlos no juró la Constitución de 1978, entre otras cosas
porque ya se encontraba en el trono cuando fue debatida y aprobada. Felipe la
ha jurado solemnemente en una ocasión, cuando cumplió los dieciocho años
y alcanzó la mayoría de edad como heredero,760 un acto que no olvidará
fácilmente. Y tendrá que volver a hacerlo el día que llegue al trono. El
artículo 61 de la Constitución dice:

El rey, al ser proclamado ante las Cortes Generales, prestará juramento de desempeñar fielmente
sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los
ciudadanos y de las Comunidades Autónomas.

¿Cómo será ese acto? Gregorio Peces Barba, que, siendo presidente de
las Cortes, presidió la jura de Felipe como príncipe de Asturias, y que diseñó
el desarrollo de esa ceremonia al imponer sus criterios, incluso frente a los
planteamientos de La Zarzuela, describió aquel acto como «una ceremonia
laica, donde desaparecieron las referencias religiosas, en concordancia con el
mandato constitucional de que ninguna confesión tendrá carácter estatal».
Felipe prestó juramento vestido de civil, «con chaqué, desapareciendo los
uniformes militares. Espero que el precedente no se rompa nunca en futuras
ceremonias similares, aunque es seguro que no podré estar presente para
comprobarlo».761 Una afirmación esta última que, en efecto, se cumplirá.
Aunque no tiene razón del todo al hablar de una ceremonia laica, puesto que,
como resulta bien conocido, el juramento tiene de por sí un contenido
religioso: es un compromiso ante Dios. Y Felipe jurará la Constitución.
Cuando Felipe llegue al trono, tendrá que afrontar una decisión que
todavía sigue pendiente, entre otras cosas porque el rey no ha querido adoptar
una opción definitiva: dónde serán enterrados don Juan Carlos y doña Sofía,
puesto que la cripta real de El Escorial se encuentra completa. Cuando
falleció el conde de Barcelona, don Juan Carlos dispuso que su padre fuera
enterrado en esa cripta, donde, de las veintiséis urnas funerarias, quedaban
libres dos huecos, los situados encima de la puerta de entrada. Uno fue para
don Juan, el otro ha sido posteriormente atribuido a su esposa, doña María.
Destinada la cripta a reyes y a madres de reyes que han reinado, con ellos se
ha hecho una excepción. Ahora, allí no quedan sitios libres.
Se ha preguntado a doña Sofía dónde quiere que la entierren, y su
respuesta ha sido: «¡Allá ellos! Ese no es mi problema. Que hagan conmigo
lo que quieran». Respecto a El Escorial replicó: «No hay sitio ya. Están todos
los cajones...».762 Don Juan Carlos reconoce que nunca ha comentado con su
esposa dónde desea que la entierren. Pero ofrece algunas pistas: «Me da que
no le gusta El Escorial. A mí me dice que es un lugar tétrico» (el rey añade,
bromeando: «¡Tampoco a los muertos se los lleva a los toros!»). Y cuando se
le insiste que dónde le gustaría a ella, don Juan Carlos señala hacia el jardín
de La Zarzuela y comenta: «¡Ahí...! Yo creo que ahí... Sí, ahí, en el jardín de
la casa. Al estilo de Tatoi. ¡Todos ahí...!».763 Sin embargo, el enterramiento
en los jardines parece hoy una opción descartada.
Don Juan Carlos ha cambiado impresiones con personas de su confianza
sobre qué solución adoptar. Una de las más estudiadas es mantener El
Escorial como lugar de enterramiento, pero habilitando una zona nueva,
totalmente diversa de la actual. Aunque la idea más común es comunicar la
actual cripta real con esa otra dependencia, también subterránea, no ha
faltado la propuesta de levantar allí un recinto singular, arquitectónicamente
original y emblemático, símbolo también de la nueva época inaugurada con
don Juan Carlos. Se ha planteado incluso buscar una solución original, y
hasta arriesgada, en la línea de lo que se ha hecho en París con la Pirámide
del Louvre, en Bilbao con el Guggenheim, etc. Felipe tendrá que tomar la
decisión, aunque, eso sí, teniendo en cuenta lo que haya dejado dicho su
padre.
Por lo que hace a reformas pendientes, en alguna ocasión se pidió que se
cambiara el escudo de la Casa Real, aprobado mediante un decreto de abril de
1971, porque mantiene el yugo y las flechas. Aunque históricamente se puede
argumentar que esos símbolos están relacionados con los reyes católicos, y en
efecto tal es su origen, sin embargo el decreto citado explica que figuran ahí
«como símbolos del Movimiento Nacional».764
No ha faltado la propuesta de que la dinastía española adopte el sistema
de sus homólogas en cuanto a denominación, con el argumento de que los
reyes de Europa no tienen apellidos, sino que llevan el de las naciones donde
se asientan: Isabel II de Inglaterra, Guillermo de Holanda… Es decir, que la
costumbre española de apellidar Borbón a los miembros de la familia real
debería dar paso al nombre «España»: pasarían así a llamarse «Juan Carlos de
España», «Felipe de España», etc. Y, en todo caso, puesto que la dinastía
reinante ha dado reyes en otros lugares, llamarles Borbón-España, para
distinguirlos de los Borbón-Sicilia y los Borbón-Parma.765
Cuando se estaba elaborando la Constitución, una de las propuestas que
se barajó, planteada por Laureano López Rodó, fue la creación de un Consejo
de la Corona para asesorar al monarca, integrado por personas destacadas que
constituyeran una especie de sanedrín, encargado de asesorarle en cuestiones
importantes. La idea fue descartada por Adolfo Suárez, porque temía que esa
instancia derivara en un lobby de intereses, que complicara e incluso
mediatizara la comunicación directa del presidente con el rey, y que hasta se
entrometiera en la labor del Gobierno. La idea volvió a surgir años después,
sin que finalmente se llevara a efecto. Y no parece que con Felipe rey se vaya
a plantear otra vez.

¿Reinará Leonor?

A estas alturas de la situación de España y de la vida de la propia institución


monárquica, la pregunta, tantas veces formulada, de si Felipe llegará a ocupar
el trono tiene una respuesta rotunda: Felipe de Borbón será rey. Salvo
cataclismo, no hay condiciones, ni por supuesto tiempo, para un hipotético
cambio de régimen.
Lo que sí puede suscitar más incógnitas es si su hija, la infanta Leonor,
llegará a reinar. Y la contestación es que será reina… si sigue habiendo
monarquía. Y que la monarquía conseguirá sobrevivir, incluso sin
demasiados problemas, si cumple estas sencillas condiciones: si mantiene la
ejemplaridad, si demuestra que es útil a los españoles… y si así lo quieren los
dos grandes partidos, es decir, Partido Popular y Partido Socialista.
Ya hemos hablado de la ejemplaridad, pero es evidente que lo ocurrido
con el caso Urdangarin, y también con el caso Corinna, no puede repetirse.
Nuevos desgastes como los ya sufridos podrían convertirse en irreversibles, si
las personas que integran la familia real no guardan un comportamiento digno
en todos los terrenos. Como escribe Gaspar Ariño, el principal activo de la
corona es «el aprecio y el respeto de la gente».766 A diferencia del presidente
de una república, que se legitima por los votos, el monarca tiene, sí, una
legitimidad derivada de la historia y del texto constitucional, «pero necesita
ser revalidada cada día con el aprecio y el respaldo de la ciudadanía. El rey
necesita también una legitimidad carismática personal».767
En segundo lugar, ha de convencer de que de su propia existencia
constituye una ventaja para el país, de que es útil para los intereses de los
ciudadanos. Y aquí sería necesaria esa labor de explicación, incluso de
marketing, que no se ha abordado, y que, por el contrario, es evidente en el
caso de la monarquía británica, con acciones nada casuales como la aparición
de películas del estilo de The Queen y El discurso del rey, sin olvidar el gesto
de Isabel II de lanzarse en paracaídas junto con James Bond en la
inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres.
Pero, sobre todo, la monarquía pervivirá en España si así lo quieren los
dos principales partidos. Partido Popular y PSOE aglutinan a la casi totalidad
de los ciudadanos del país y configuran una amplísima mayoría
parlamentaria, el 90 por ciento del Congreso de los Diputados. Por eso, el día
que uno de ellos decida que el actual modelo de estado debe cambiar, habrá
empezado el final de la monarquía en España. Pero, visto desde el punto de
vista contrario, mientras tal circunstancia no se dé, la monarquía estará
segura. Y, Dios mediante, Leonor será reina después de su padre.
«Si lo hacemos mal, nos botan»

A finales de 1997, la reina Isabel de Inglaterra afirmó que la monarquía


británica solo se justificaba por el afecto y el consentimiento de su pueblo. Es
que la famosa legitimidad histórica, incluso la legitimidad carismática,
aplicable a monarcas extraordinarios que destacaban por su arraigo especial y
su comunión con el pueblo, tienen difícil aplicación en estos tiempos.
Don Juan Carlos, que cuando llegó al trono recibió todos los poderes de
Franco, excepto la competencia para dictar leyes sin pasar por las Cortes,
utilizó esas capacidades singulares para hacer posible la Constitución de
1978, que le convirtió en un monarca parlamentario, sin prerrogativa
legislativa, ejecutiva o judicial. Según contó en su día Gregorio Peces Barba,
resistió incluso a algunos que pretendían que las conservara al menos en
parte. Y después ha administrado con moderación sus prerrogativas,
negándose en ocasiones a sugerencias de un mayor activismo mediante
interpretaciones amplias de esas competencias. «Mantiene escrupulosamente
sus compromisos, y no actúa nunca al margen del ejecutivo de turno»,
afirmó.768
En otro momento contó que, en esos años iniciales, el rey nunca se
entrometió en asuntos políticos concretos.

Solo una vez me preguntó, durante el debate de la ley del aborto, por qué él no tenía derecho a
veto, como tenían otros reyes. Le indiqué que ese no era más que un elemento que rompería su
papel moderador, porque siempre tendría delante de su casa a los adversarios de todas las leyes,
de uno u otro bando. Lo entendió perfectamente.769

Y elogió la intachable conducta constitucional de don Juan Carlos,


«elemento integrador y unificador, punto de referencia no partidista y
aceptado por todos».770 Esa es la línea que tendrá que seguir en su día Felipe.
Insistía Peces Barba en que el mantenimiento de la monarquía no va a
depender de automatismos ni de legislaciones.

Será necesaria una aceptación popular, situada en el ámbito de la eficacia. La prudencia, la


discreción, la buena labor de su casa civil y militar, el cuidado y atención a todas las
sensibilidades, el respeto al pluralismo social y a los valores constitucionales serán los elementos
decisivos para que se forme la opinión de los ciudadanos […]. La regulación constitucional
adecuada es muy importante, pero en última instancia esta aceptación popular tiene una
importancia esencial. Ese consenso es el seguro de la continuidad.771

En su momento lo dejó claro don Juan Carlos, afirmando que el oficio


de rey «debe ganarse día a día».772 Lo tiene asumido Felipe, quien muy
temprano declaró, en aquella conversación en Georgetown, que un rey «no
tiene el cargo asegurado para toda la vida: el puesto hay que ganárselo día a
día». ¿Cómo? Con mucho sacrificio —explicó—, con un permanente
contacto con las realidades sociales y los problemas del país y manteniendo
el equilibrio entre la función institucional pública y la vida privada.773

Liberados constitucionalmente de responsabilidades políticas en su comportamiento como


hombres públicos, para no perder su configuración simbólica, no están exentos, sin embargo, de
las obligaciones y responsabilidades que la dignidad y majestad reales imponen a su conducta
como hombres privados, y en cuyo cumplimiento no pueden equivocarse. Es verdad que los
símbolos no yerran. Pero cuando pierden su condición de símbolos, simplemente desaparecen.774

Según Fernando Almansa, exjefe de la Casa del Rey, tanto el rey como
Felipe «tienen clarísimo que han de ganarse su sueldo cada día».775
Lo expresó con más claridad, incluso con un deje de casticismo hispano,
la propia reina Sofía: «Si lo hacemos mal, nos botan». Con b. Y, como parte
de esa conquista del trono, Felipe lo tiene muy claro.
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Notas

1 Entrevista del autor con Antonio Fontán, 17 de noviembre de 1999.


2 Sobre esos años, véase José Apezarena, El príncipe, Plaza & Janés, Barcelona, 2003.
3 Ibid., pp. 142-144.
4 Consuelo Font, «Embajador en Iberoamérica», Tiempo, 9 de enero de 2006, pp. 44-47.
5 Testimonio de José Antonio Alcina para el libro de José Apezarena El príncipe. Alcina fue
ayudante y secretario de Felipe desde 1984 hasta 1993. Sus recuerdos se recogen en José Antonio
Alcina, Felipe VI. Así se formó el príncipe heredero, La Esfera de los Libros, Madrid, 2004.
6 Alcina relataba: «A veces se toma las cosas con pachorra. Hay que preparar las cosas... y él
contesta: “Hay tiempo”. Un discurso, a lo mejor lo ve en el último minuto».
7 Mari Pau Domínguez, «Pilar Urbano: “Don Felipe está a punto. Lleva demasiado tiempo
expuesto a los focos y se puede achicharrar en la espera”», Magazine, El Mundo, 27 de enero de 2013,
pp. 16-18.
8 José Apezarena y Carmen Castilla, Así es el príncipe. Vida del futuro rey de España, Rialp,
Madrid, 1993, p. 399.
9 Marisa Perales, «La nueva vida del príncipe», Tiempo, 6 de octubre de 2003, pp. 18-23.
10 Aurora Losada, «Felipe de Borbón quiere dar sentido a la figura del príncipe heredero», El
País, 23 de mayo de 1995, p. 10
11 José Apezarena, «Los silencios del príncipe Felipe», Antena Semanal, junio de 1995, p. 49.
12 Juancho Dumall, «Larga vida al rey», El Periódico, 25 de mayo de 1995.
13 Consuelo Álvarez de Toledo, «El príncipe se declara», El Mundo, 24 de mayo de 1995, p. 4.
14 «Acartonada entrevista al príncipe Felipe», El Mundo, editorial, 30 de enero de 2003, p. 3.
15 Emilio Oliva, «El príncipe concluye su visita a San Sebastián», Efe, 21 de noviembre de
2003.
16 José Apezarena, El príncipe, op. cit., pp. 422-425.
17 Audiencia del príncipe en La Zarzuela a los alumnos del Máster de Radio de la cadena
COPE, 18 de mayo de 2000.
18 José Apezarena, El príncipe, op. cit., p. 97.
19 Ibid., p. 626.
20 Jesús Rodríguez, «El príncipe tranquilo», El País Semanal, 9 de mayo de 1999, pp. 34-42.
21 Entrevista de Pedro Erquicia en Televisión Española con motivo del treinta cumpleaños de
Felipe, emitida el 30 de enero de 1998.
22 Jesús Rodríguez, «El tiempo del príncipe. Felipe de Borbón cumple cuarenta y cinco años en
el momento más turbulento de la monarquía», El País Semanal, 27 de enero de 2013, portada y pp.
26-33.
23 Ibid.
24 Ibid.
25 José Apezarena, El príncipe, op. cit., pp. 134 y 180.
26 Conversación con periodistas el 23 de enero de 2001.
27 José Oneto, «Carta abierta a don Felipe de Borbón y Grecia», Tiempo, 21 de mayo de 2001,
pp. 22 y 23.
28 Marisa Perales, «La nueva vida del príncipe», op. cit.
29 Javier Espinosa, «El príncipe de Asturias, “espectacular” bailando salsa», El Mundo, 31 de
mayo de 2004, p. 21.
30 Mábel Galaz, «De profesión, heredero», El País, Domingo, 5 de mayo de 1996, pp. 1-3.
31 Antonio Caño, «El príncipe prudente», El País, 5 de septiembre de 2005, pp. 1, 17 y 18.
32 Mábel Galaz y Luis Gómez, «El príncipe que yo conozco», elpais.com, 27 de enero de 2008.
33 Fernando Hierro, «El príncipe tiene el mismo carisma que el rey», La Razón, 27 de enero de
2013, p. 15.
34 Antonio Basagoiti, «Me pidió que le llevara a mi hija para consolarla», La Razón, 27 de
enero de 2013, p. 15.
35 Marisa Perales, «La nueva vida del príncipe», op. cit.
36 Mábel Galaz y Luis Gómez, «El príncipe que yo conozco», op. cit.
37 «Los españoles más elegantes de 1993», ¡Hola!, 30 de diciembre de 1993.
38 «El príncipe de Asturias», elmundo.es, 20 de abril de 2005.
39 Agustín Velasco, «Estilismo de S.A.R.», Magazine, El Mundo, 27 de enero de 2013. Los
siguientes detalles se toman de aquí principalmente.
40 Marisa Perales, «Ágatha Ruiz de la Prada: “Pensé que mi matrimonio sería una catástrofe,
pero tengo suerte”», Tiempo, 11 de diciembre de 2000, p. 130.
41 Jesús Rodríguez, «El príncipe tranquilo», op. cit.
42 Javier Ayuso, «Sin funciones constitucionales», El País, Domingo, 5 de mayo de 1996, p. 3.
43 Asunción Valdés, «El manual del príncipe», España Real, número 22, julio-septiembre de
2004, p. 42.
44 Entrevista con Antonio Fontán.
45 Consuelo Font, «Embajador en Iberoamérica», Tiempo, 9 de enero de 2006, pp. 44-47.
46 Ibid.
47 José Apezarena, «Más feliz que nunca», El Mundo, Crónica, 27 de enero de 2008, pp. 4-5.
48 Consuelo Font, «Un nuevo papel para el príncipe», Tiempo, 28 de febrero de 2005, pp. 50-
52.
49 Jesús Rodríguez, «El tiempo del príncipe», op. cit.
50 Antonio Caño, «El príncipe prudente», op. cit.
51 Ibid.
52 Juan Gasparini, «Una empresa suiza explota el atractivo del príncipe para vender un
vibrador», Tiempo, 23 de enero de 1995, pp. 76-77.
53 «El PNV critica que el príncipe “pilote aviones de caza” en lugar de aprender euskera», El
Mundo, 5 de marzo de 1999, p. 10.
54 Audiencia del príncipe en La Zarzuela a los alumnos del Máster de Radio de la cadena
COPE, 18 de mayo de 2000.
55 Una obra que le encantó en el pasado es Los duelistas, de Joseph Conrad (Akal, Madrid,
2006). Más recientemente, le han gustado Sostiene Pereira, de Tabucchi (Anagrama, Madrid, 1991) y
La España del siglo XIX vista por sus contemporáneos, de Gonzalo Menéndez Pidal (Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1988).
56 Mábel Galaz y Luis Gómez, «El príncipe que yo conozco», op. cit.
57 Ibid.
58 Jesús Rodríguez, «El tiempo del príncipe», op. cit.
59 Mábel Galaz y Luis Gómez, «El príncipe que yo conozco», op. cit.
60 Véase capítulo 3.
61 Véase capítulo 5.
62 Miguel González, «El príncipe discreto», El País, 20 de octubre de 2013, p. 22.
63 Pablo Ordaz, «De no ser lo que soy, sería periodista», El País, 20 de junio de 2002, p. 29.
64 Manu Mediavilla, «Príncipe Felipe: “Los medios de comunicación son indispensables”»,
ABC, 14 de junio de 1996.
65 F. Álvarez y M. Tourón, «El príncipe destaca el papel de los medios de comunicación en la
articulación de la sociedad», ABC, 7 de mayo de 1997.
66 «El príncipe Felipe con los periodistas. El periodismo es una profesión hermosa y
abnegada», FAPE, febrero de 1996, p. 4.
67 Clara Isabel de Bustos, «Don Felipe: La radio es un fenómeno apasionante de la realidad de
cada día», ABC, 10 de septiembre de 1996, p. 52.
68 «Don Felipe ve a la prensa “imprescindible” si trabaja con limpieza y honradez»,
lavanguardia.com, 20 de noviembre de 2012.
69 José Apezarena, El príncipe, op. cit., pp. 154 y 155.
70 Enrique Montánchez, «El Gobierno regula la “carrera militar” del príncipe para que pueda
ser nombrado general», La Razón, 24 de enero de 1999, pp. 1, 4 y Domingo.
71 Enrique Montánchez, «El Gobierno ascenderá al príncipe a general y almirante antes de su
boda», La Razón, 3 de noviembre de 2033, p. 18.
72 «El príncipe excluye su ascenso acelerado a general antes de casarse en mayo», El País, 7 de
enero de 2004, p. 8.
73 Carlos Segovia, «Denuncian a 15 generales del Ejército del Aire por prevaricación», El
Mundo, 9 de febrero de 2005, p. 15.
74 Enrique J. Sueiro, «Felipe se afeita la barba», Lecturas, 29 de septiembre de 1995, pp. 58-61.
75 Véase capítulo 3.
76 Carmen Rigalt, «La barba, algo más que un síntoma», El Mundo, 2 de febrero de 2014, p. 68.
77 «Cuando oigo la palabra España siento un orgullo que procuro llevar a mi vida, y trato de
demostrarlo cada vez que viajo al extranjero» (entrevista para la cadena de televisión japonesa NHK,
en marzo de 1998).
78 Entrevista de Pedro Erquicia en Televisión Española con motivo del treinta cumpleaños de
Felipe, emitida el 30 de enero de 1998.
79 «El príncipe Felipe recibió en Nueva York la Medalla de Oro del Spanish Institute», ¡Hola!,
14 de diciembre de 2000, pp. 24-28.
80 Véase capítulo 3.
81 Entrevista de Pedro Erquicia en Televisión Española.
82 Jesús Rodríguez, «El príncipe tranquilo», op. cit.
83 José Apezarena, El príncipe, op. cit., pp. 241-245.
84 Ibid.
85 «Respeto al estadista, admiración al personaje histórico y amor al padre que ha sido su
modelo de hombre. Un maestro duro y exigente que ha gobernado La Zarzuela a golpe de silbato»,
Jesús Rodríguez, «El tiempo del príncipe», op. cit.
86 Véase capítulo 5.
87 Antonio Caño, «El príncipe prudente», op. cit.
88 Entrevista a Felipe de Borbón, Televisión Española, 30 de enero de 1998.
89 Véase capítulo 5.
90 Jesús Rodríguez, «El tiempo del príncipe», op. cit.
91 Íñigo de Arteaga, otro de sus amigos, falleció en octubre de 2013 en accidente de avioneta.
Felipe asistió al funeral.
92 Alfonso Ussía, «Cortesanos», ABC, 4 de mayo de 2001, p. 13.
93 Alfonso Ussía, «La lealtad», ABC, 18 de abril de 2004, p. 5.
94 Véase José Apezarena, El príncipe, op. cit., pp. 481-485.
95 José Apezarena, Todos los hombres del rey, Plaza & Janés, Barcelona, 1997, capítulo 10.
96 Sobre José Antonio Alcina y su papel en la formacion de Felipe, véase José Apezarena, El
príncipe, op. cit., y por supuesto, José Antonio Alcina, Felipe VI. Así se formó el príncipe heredero,
op. cit.
97 En el mismo equipo trabajaba también Manuel Pizarro, más tarde síndico de la Bolsa de
Madrid, presidente de Ibercaja y presidente de Endesa.
98 Las citas y los testimonios que siguen se recogen de José Apezarena, El príncipe, op. cit., pp.
492-495.
99 Sobre la figura de Aurelio Menéndez y su papel en la formación universitaria de Felipe,
véase José Apezarena, El príncipe, op. cit., capítulo 4.
100 José Apezarena, El príncipe, op. cit., pp. 492-495.
101 Véase capítulo 3.
102 Alberto Pinteño, «Conmigo o contra mí», Vanity Fair, enero de 2014, pp. 58-64.
103 Consuelo Font, «Cuál será el papel de la princesa de Asturias», Tiempo, 1 de marzo de
2004, pp. 14-18.
104 Antonio Torres del Moral, El príncipe de Asturias. Su estatuto jurídico, Congreso de los
Diputados, Madrid, 1997.
105 Pedro José González-Trevijano, El refrendo, Boletín Oficial del Estado, Madrid, 1998.
Lleva prólogo de Sabino Fernández Campo.
106 «Felipe, su cumpleaños más difícil», Semana, 6 de febrero de 2013.
107 Véase capítulo 3.
108 Philippe Nourry, Juan Carlos. Un rey para los republicanos, Espejo de España, Barcelona,
1986.
109 «Bodas de plata de los reyes», ¡Hola!, 1987, p. 347.
110 Mari Pau Domínguez, «Pilar Urbano: “Don Felipe está a punto…”», op. cit.
111 Maite Alfageme, «Letizia refuerza el efecto autocensura», Época, semana del 9 al 15 de
enero de 2004, pp. 14-19.
112 Alfredo Urdaci, «De Leti a doña Letizia», El Mundo. Crónica, elmundo.com, 18 de mayo
de 2008.
113 «Letizia Ortiz, así se prepara para ser princesa», Diez Minutos, 5 de marzo de 2004, pp. 37-
39.
114 Alfredo Urdaci, «De Leti a doña Letizia», op. cit.
115 «Doña Letizia hace alarde de sus recién adquiridos conocimientos enológicos en una
cacería», elconfidencial.com, 12 de enero de 2004.
116 «Letizia, “la rápida”: solo diez horas de clase de esquí repartidas en dos días, le permiten
lanzarse por las nevadas pendientes cual una gran experta», elconfidencial.com, 20 de febrero de
2004.
117 «¿Recibe Letizia Ortiz clases de tiro al plato y de inglés aristocrático?»,
periodistadigital.com, 17 de febrero de 2004.
118 Alfredo Urdaci, «De Leti a doña Letizia», op. cit. Precisamente Alfredo Urdaci fue uno de
los candidatos a preparar esa biografía de Letizia, e incluso llegó a tener unas docenas de folios
escritos, que no han sido publicados.
119 Pilar Ponce de León, «El choque emocional de una periodista en palacio», Nova, 14-20 de
mayo de 2004, pp. 12-14.
120 Bruno Aguilera, «Un matrimonio nada desigual», La Razón, 3 de noviembre de 2003, p. 14.
121 José Apezarena, Boda real, Plaza & Janés, Barcelona, 2004, pp. 18-21.
122 «Letizia Ortiz: “Me gusta el periodismo trepidante, es como una droga”», La Razón, 3 de
noviembre de 2003, p. 15.
123 Consuelo Font, «Los expertos tratan de definir su función», Tiempo, 1 de marzo de 2004,
pp. 14-18.
124 Las opiniones citadas se recogen de Consuelo Font, «Los expertos tratan de definir su
función», op. cit.
125 «Continúa su intensa actividad», ¡Hola!, 15 de julio de 2004, pp. 6-70.
126 «Doña Letizia deberá cumplir un trámite especial ante la Iglesia por haberse casado
civilmente estando, como está, bautizada», ¡Hola!, 22 de noviembre de 2003, p. 54.
127 José Apezarena, Boda real, op. cit., pp. 73 y 74.
128 Jesús Mariñas, «Letizia se confirmó un mes antes de casarse», Tiempo, 7 de junio de 2004,
pp. 118-120.
129 José Manuel Vidal, «Tres cardenales oficiarán la boda del príncipe Felipe y Letizia Ortiz»,
El Mundo, 2 de febrero de 2004, p. 19.
130 Fernando Rayón, Sofía de Grecia. La reina, Tibidabo, Barcelona, 1993, p. 96.
131 Andrew Morton, Ladies of Spain, La Esfera de los Libros, Madrid, 2013.
132 Alfredo Urdaci, «De Leti a doña Letizia», op. cit.
133 «La Escuela Internacional de Protocolo defiende la naturalidad y la cercanía de doña
Letizia», Europa Press, 22 de diciembre de 2003.
134 Almudena Martínez-Fornés, «Doña Letizia, el otro foco de atención», ABC, 7 de diciembre
de 2003, p. 20.
135 Carlos Herrera, «Letizia aprueba, pero no libera», Diez Minutos, 19 de diciembre de 2003,
p. 6.
136 José Apezarena, Boda real, op. cit., pp. 66 y 67.
137 Mari Pau Domínguez, «Pilar Urbano: “Don Felipe está a punto…”», op. cit.
138 Mábel Galaz, «El dolor irrumpe en palacio», El País, Domingo, 11 de febrero de 2007, p.
36.
139 «De niña en Oviedo a princesa de Asturias», La Clave, 7-13 de noviembre de 2003, pp. 6-
15.
140 Ricardo Albillos, «Érika Ortiz, la hermana menor de doña Letizia, habla por primera vez
del gran acontecimiento que está viviendo su familia», ¡Hola!, 19 de febrero de 2004, pp. 96-98.
141 Toñi Peñalba, «Érika Ortiz, hermana de la princesa de Asturias, en su presentación como
directora de Comunicación para España de la editorial Art’e», ¡Hola!, 24 de junio de 2004, p. 59.
142 Mábel Galaz, «El dolor irrumpe en palacio», op. cit.
143 Olalla Cernuda, «Fallece en su casa a los treinta y un años Érika Ortiz, la hermana menor
de la princesa de Asturias», elmundo.es, 7 de febrero de 2007.
144 Mariano González, «Hallada muerta en su casa Érika, la hermana menor de la princesa de
Asturias», La Gaceta, 8 de febrero de 2007, p. 8.
145 «La reina Sofía se unió al profundo dolor de la familia Ortiz Rocasolano durante el funeral
por Érika», ¡Hola!, 14 de febrero de 2007, pp. 64-78.
146 Màrius Carol, «La emoción contenida bajo el paraguas», La Vanguardia, 9 de febrero de
2007, p. 30.
147 Mábel Galaz, «El dolor irrumpe en palacio», op. cit.
148 Marta Ricart, «El lado oscuro de la sociedad más informada», La Vanguardia, 9 de febrero
de 2007, p. 30.
149 Mábel Galaz, «El dolor irrumpe en palacio», op. cit.
150 «La boda sorpresa de Telma Ortiz y Jaime del Burgo», ¡Hola!, 23 de mayo de 2012, pp.
63-70.
151 «Paloma Rocasolano, enlace sindical», diariodenavarra.es/especiales/bodareal.
152 Elvira Lindo, «Letizia después de Urdangarin», El País, 31 de diciembre de 2011, pp. 49-
51.
153 Carlos Herrera, «Letizia, la mejor top de la moda española», Diez Minutos, 21 de mayo de
2004, p. 6.
154 Margarita Penche, «Lorenzo Caprile, veinte años entre costuras», Semana, 11 de diciembre
de 2013, pp. 60-66.
155 Eva Reuss, «Lorenzo Caprile, modisto: “A doña Letizia le van los colores rotundos”»,
Época, en periodistadigital.com, 26 de mayo de 2005.
156 Consuelo Font, «Princesa Letizia. El difícil camino para ser perfecta», La Otra Crónica, El
Mundo, 29 de octubre de 2011, pp. 2 y 3.
157 Uxía B. Urgoiti, «El otro Felipe de Letizia», Diez Minutos, 22 de julio de 2005, pp. 44 y 45.
158 Beatriz Cortázar, «El estilo de doña Letizia», ABC, 9 de mayo de 2005, p. 24.
159 Elvira Lindo, «Letizia después de Urdangarin», op. cit.
160 Julia Sáez-Angulo, «Doña Letizia depositaria de algunas joyas reales de pasar»,
elsemanaldigital.com, 19 de septiembre de 2005.
161 Fernando Rayón y José Luis Sampedro, Las joyas de las reinas de España, Planeta,
Barcelona, 2004.
162 «Letizia Ortiz, de periodista a princesa», periodistadigital.com, 3 de febrero de 2004.
163 «El gran cambio de Letizia», Semana, 22 de mayo de 2013, pp. 16-20.
164 Ibid.
165 «El zumba fitness, el deporte de moda que practica la princesa Letizia en el gimnasio de La
Zarzuela», monarquiaconfidencial.com, 5 de octubre de 2012.
166 Pilar Rubines, «El estilo de Letizia Ortiz», ¡Hola!, 6 de mayo de 2004, pp. 100-106.
167 «Letizia Ortiz está en tratamiento para engordar un poco, tras haber adelgazado 9 kilos»,
elconfidencialdigital.com, 28 de noviembre de 2003.
168 «La Casa Real desmiente que la princesa de Asturias sufra anorexia», El Mundo, 2 de
marzo de 2005, p. 4.
169 Carmen Duerto, «La prensa italiana y francesa han coincidido en hacerse la misma
pregunta: ¿sufre el mal de las princesas?», Crónica, El Mundo, 27 de febrero de 2005.
170 Ibid.
171 Carmen Rigalt, «Un poco más de lustre, princesa», El Mundo, 1 de marzo de 2005.
172 «Letizia y la anorexia: La Zarzuela salió al paso porque preocupan los perfiles de esta
enfermedad, que además no existe», elconfidencialdigital.com, 4 de marzo de 2005.
173 Consuelo Font, «Princesa Letizia. La consorte que tapa la imagen del heredero», La Otra
Crónica, El Mundo, 26 de noviembre de 2011, p. 4.
174 Lucía Méndez, «La princesa disciplinada», El Mundo, 21 de mayo de 2004, p. 2.
175 Elvira Lindo, «Letizia después de Urdangarin», op. cit.
176 Rosa Belmonte, «La cena de Sabina refleja los contrastes que vive hoy el príncipe», ABC,
14 de octubre de 2005.
177 Mariángel Alcázar, «Los príncipes, con mil jóvenes en Gerona», Lecturas, 10 de julio de
2013.
178 Paloma Barrientos, «El príncipe Felipe se va de boda sin Letizia», vanitatis.com, 1 de
agosto de 2011.
179 «Letizia dio clases a discapacitados», El Siglo, 5-11 de enero de 2004, pp. 28 y 29.
180 Mariángel Alcázar, «Las lágrimas de la princesa», Lecturas, 14 de marzo de 2012.
181 «La República Independiente de Tía Henar», Vanity Fair, abril de 2013, pp. 91-95.
182 Elvira Lindo, «Letizia después de Urdangarin», op. cit.
183 Patricia del Gallo, «IU no quiere que Letizia sea hija predilecta de Oviedo», El Mundo, 3 de
diciembre de 2003, p. 21.
184 «Han salido las revistas de los jueves», todoellas.com, 8 de enero de 2004.
185 Jaime Peñafiel, «Consejos prácticos a Letizia», elmundo.es, 9 de mayo de 2004.
186 Enric Pastor, «Letizia reprende a Peñafiel: “Mírame a los ojos, ¿tú crees que estoy triste?”»,
El Mundo, 11 de mayo de 2004, p. 20.
187 Jaime Peñafiel, «Mi primer desencuentro con Letizia», El Mundo, 11 de mayo de 2004, p.
20.
188 Jaime Peñafiel, «El desafortunado pisotón real», El Mundo/UVE, 21 de agosto de 2007, p.
7.
189 Jaime Peñafiel, Juan Carlos y Sofía. Retrato de un matrimonio, La Esfera de los Libros,
Madrid, 2008.
190 Véase capítulo 5.
191 N. J., «La princesa Letizia: “No es lo mismo decir reestructuración que recortes”»,
elpais.com, 16 de mayo de 2013.
192 «La marinervios», ideal.es, 6 de junio de 2013.
193 A. Parrado, «La princesa Letizia ni comulga ni hace reverencia», vanitatis.com, 20 de junio
de 2013.
194 Marisa Perales, «Beatriz Cortázar: “Doña Letizia no se va a librar nunca de sus
enemigos”», Tiempo, 24 de octubre de 2005, p. 112.
195 Maite Alfageme, «Letizia, obsesionada por los medios», periodistadigital.com, 1 de abril
de 2005.
196 Beatriz Cortázar, Un año de amor, Temas de hoy, Madrid, 2005. Se cuenta con más detalle
en el capítulo 3.
197 Alfredo Urdaci, «De Leti a doña Letizia», op. cit.
198 Sandra Gallardo, «Letizia contra los confidenciales», vanitatis.com, 30 de abril de 2012.
199 José Apezarena, «La princesa Letizia se equivoca», elconfidencialdigital.com, 2 de mayo
de 2012.
200 Alberto Castillón, «Palabra de princesa», Grazia, 10 de abril de 2013, pp. 14-20.
201 Emilia Landaluce, «El efecto Letizia», El Mundo, La Otra Crónica, 21 de enero de 2013,
pp. 40-42.
202 Véase capítulo 5.
203 Emilia Landaluce, «El efecto Letizia», op. cit.
204 Ibid.
205 Quevedo Pereira recibió en 2011 un marquesado otorgado por don Juan Carlos, y la
concesión se atribuyó a la mediación de Letizia.
206 «La princesa Letizia, víctima de una nueva polémica», Lecturas, 23 de enero de 2013.
207 «La princesa toma el aperitivo de incógnito», ¡Hola!, 3 de abril de 2013, p. 12.
208 «Letizia, compras solitarias», Semana, 19 de junio de 2013, p. 105.
209 Mariángel Alcázar, «Los príncipes de Asturias anfitriones de Naruhito», Lecturas, 26 de
junio de 2013.
210 Lorena Ortega, «Letizia, la princesa fibera», elpais.com, 22 de julio de 2013.
211 Consuelo Font, «Princesa Letizia. El difícil camino para ser perfecta», op. cit.
212 Emilia Landaluce, «El efecto Letizia», op. cit.
213 Marta Robles y Almudena Bermejo, Carmen Romero. La dama del PSOE, Nuer, Madrid,
1992.
214 «Letizia: descubrimos a sus amigas más íntimas», Pronto, 12 de octubre de 2013, pp. 1 y 3-
8.
215 Mari Pau Domínguez, «Pilar Urbano: “Don Felipe está a punto…”», op. cit.
216 «La princesa de Asturias cumple cuarenta años», documento interno de La Zarzuela, mayo
de 2012.
217 «Letizia intenta llevar una vida normal», Semana, 13 de febrero de 2013, p. 16.
218 Carmen Rigalt, «¿Dónde está la princesa Letizia?», El Mundo, 21 de agosto de 2013, p. 3.
219 Alberto Castillón, «Palabra de princesa», op. cit.
220 Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta, Urdangarin. Un conseguidor en la corte del rey Juan
Carlos, La Esfera de los Libros, Madrid, 2013.
221 Alberto Castillón, «Palabra de princesa», op. cit.
222 Véase capítulo 1.
223 «La princesa de Asturias cumple cuarenta años», op. cit.
224 «La princesa Letizia víctima de una nueva polémica», Lecturas, 23 de enero de 2013.
225 Alonso Guerrero, El hombre abreviado, Editorial Regional de Extremadura, Mérida, 1998.
Tenía otras dos, Tricotomía y Los ladrones de libros.
226 Ana María Ortiz, «El ex-critor de Letizia», elmundo.es, 9 de noviembre de 2003.
227 «Alonso Guerrero, exmarido de la prometida del príncipe, estuvo en Faunia con su esposa
María del Carmen Astero, y el hijo de esta», ¡Hola!, 22 de noviembre de 2003, p. 58.
228 «El defensor del menor de Madrid pide que se respete el derecho a la intimidad del hijo del
exmarido de Letizia Ortiz», Europa Press, 26 de noviembre de 2003.
229 Ricardo Albillos, «Alonso Guerrero, exmarido de doña Letizia Ortiz, entrevistado días
antes de publicar una nueva novela», ¡Hola!, 4 de marzo de 2004, p. 78.
230 «La República Independiente de Tía Henar», op. cit.
231 Ibid.
232 «Letizia, las confesiones de su exmarido», Flash, noviembre de 2012.
233 David Tejera Parra, Seis peces azules, Algaida, Sevilla, 2012.
234 Alfons García, «Mientras me quede imaginación no escribiré sobre Letizia», lne.es, 21 de
noviembre de 2012.
235 Ibid.
236 «La estrategia de Letizia para recuperar la popularidad», Semana, 2 de octubre de 2013,
portada y pp. 14 a 18.
237 «Doña Letizia protagonista de la semana con un estilo rompedor, imponente y atrevido»,
¡Hola!, 20 de noviembre de 2013, pp. 54-78.
238 Carmen Rigalt, «Letizia Ortiz, la reina del despiste», El Mundo, 2 de enero de 2004.
239 Elvira Lindo, «Letizia después de Urdangarin», op. cit.
240 «La prensa gallega le produce morriña a doña Letizia de su vocación»,
elsemanaldigital.com, 8 de septiembre de 2005.
241 «Doña Letizia y las informadoras», Tiempo, 7 de noviembre de 2005, p. 9.
242 Lola Esteva, «Letizia, emocionada en el homenaje a las figuras míticas de la TV», Pronto,
17 de marzo de 2012, pp. 24 y 25.
243 Beatriz Miranda, «Europa les ve responsables y preparados», El Mundo, La Otra Crónica,
21 de abril de 2012, pp. 5 y 6.
244 Consuelo Font, «Los expertos tratan de definir su función», op. cit.
245 Carmen Enríquez, «Sin mucho que celebrar», Diez Minutos, 23 de mayo de 2012, pp. 52.
246 Almudena Martínez-Fornés, «Una princesa peculiar», ABC, 9 de mayo de 2005, p. 25.
247 Entrevista de Pedro Erquicia en Televisión Española.
248 «Felipe de Borbón y Letizia Ortiz asumen una costumbre de reyes: utilizan el anagrama con
las iniciales enlazadas», elconfidencialdigital.com, 7 de enero de 2005.
249 Javier Ortega, «¡La que nos espera!», El Mundo, 26 de mayo de 2004, p. 18.
250 «La Casa Real minimiza el incidente de don Felipe en Miami», elsemanaldigital.com, 12 de
abril de 2004.
251 Consuelo Font, «Un nuevo papel para el príncipe», op. cit.
252 Maite Alfageme, «Letizia. La reina del verano», Época, agosto de 2004, pp. 34-38.
253 Rocío Castrillo, «Urbanización Borbón», El Mundo, Crónica, 22 de febrero de 1998, p. 5.
254 Consuelo Font, «Letizia, la princesa de Mallorca», Tiempo, 16 de agosto de 2004, pp. 10-
16.
255 «Letizia Ortiz. Una princesa profesional que sabe medir sus emociones», Love, 13 de junio
de 2012, pp. 4-12.
256 «El príncipe Felipe se compra un par de cuadros para vestir las paredes de su palacio»,
elconfidencial.com, 21 de mayo de 2002.
257 Rosa Lozano, «Mantenimiento carísimo», El Mundo, Crónica, 21 de abril de 2002, p. 18.
258 Rosario Fontova, «Varapalo a la casa de Felipe», El Periódico, Suplemento de Vacaciones,
pp. 1-3.
259 Antonio Burgos, «El casoplón», El Mundo, 29 de julio de 2002, p. 5.
260 Alfredo Urdaci, «De Leti a doña Letizia», op. cit.
261 Joaquín Sabina, «De príncipes y princesas», joaquinsabina.net, 23 de diciembre de 2009.
262 Ibid.
263 Jaime Peñafiel, «El rey dio la talla», El Mundo, 15 de octubre de 2006, p. 16.
264 «Letizia Ortiz ha comentado, en su entorno más cercano, que ella no contó a Joaquín
Sabina el famoso chiste», elconfidencialdigital.com, 9 de octubre de 2006.
265 Alfredo Urdaci, «De Leti a doña Letizia», op. cit.
266 Véase capítulo 1.
267 Véase capítulo 2.
268 Consuelo Font, «Princesa Letizia. El difícil camino para ser perfecta», op. cit.
269 Con Beltrán y su entonces mujer Laura Ponte, Felipe y Letizia esquiaron en Suiza a finales
de 2003, poco después del anuncio oficial de compromiso.
270 Jesús Rodríguez, «El tiempo del príncipe», op. cit.
271 Ibid.
272 Ibid.
273 Alfredo, «De Leti a doña Letizia», op. cit.
274 Pedro Rodríguez, «El príncipe ofrece en Georgetown una visión optimista de la vida y
España», ABC, 23 de mayo de 2005, p. 21.
275 José Apezarena, El príncipe, op. cit., pp. 180-181.
276 Comentarios en la recepción a la prensa en el Palacio Real, 23 de enero de 2001.
277 Véase capítulo 2.
278 Elvira Lindo, «Letizia después de Urdangarin», op. cit.
279 Ibid.
280 Plácido Díez, Hijos de la crisis, Ediciones Plácido Díez, Madrid, 2013.
281 María Teresa Álvarez, Margarita de Parma, La Esfera de los Libros, Madrid, 2012.
282 «La reina y Letizia, compras navideñas», Semana, 11 de diciembre de 2013, pp. 100-104.
283 Fernando Bernal, «Doña Letizia en bikini es la foto más deseada...», ¡Qué!, 16 de
noviembre de 2006, p. 22.
284 Consuelo Font, «Letizia, la princesa de Mallorca», op. cit.
285 Emilia Landaluce, «El efecto Letizia», op. cit.
286 Elvira Lindo, «Letizia después de Urdangarin», op. cit.
287 Marisa Perales, «Beatriz Cortázar: “Doña Letizia no se va a librar nunca de sus
enemigos”», op. cit.
288 Ibid.
289 Pilar Rubines, «Isabel Sartorius cuenta al fin su verdadera historia», ¡Hola!, 26 de
diciembre de 2002, pp. 1 y 121-128.
290 Ibid.
291 «Isabel Sartorius: “El príncipe Felipe está loco de amor”», ¡Hola!, 15 de julio de 2004, p.
29.
292 Pilar Rubines, «La nueva Isabel Sartorius», ¡Hola!, 4 de abril de 2007, pp. 94-102.
293 Ibid.
294 «La verdadera historia de amor de Felipe e Isabel Sartorius», Semana, 7 de marzo de 2012,
pp. 60-64.
295 «Isabel Sartorius. Mi amistad con doña Letizia», ¡Hola!, 7 de julio de 2012, portada.
296 Isabel Sartorius, Por ti lo haría mil veces, Martínez Roca, Barcelona, 2012.
297 Ibid.
298 Sandra Aladro, «Letizia y Sartorius, juntas en una boda», Lecturas, 4 de abril de 2012, pp.
22-26.
299 Pilar Rubines, «Primeras imágenes de Isabel Sartorius con su hija Mencía», ¡Hola!, 13 de
junio de 2012, pp. 1 y 56-75.
300 María Eugenia Yagüe, «Isabel Sartorius. Polémica por posar con su hija, menor», El
Mundo, La Otra Crónica, 9 de junio de 2012, p. 4.
301 Saúl Ortiz, «Isabel Sartorius: “No voy a poder pagar mis deudas”», Lecturas, 28 de agosto
de 2013.
302 Véase capítulo 1.
303 Véase capítulo 5.
304 Jesús Rodríguez, «El tiempo del príncipe», op. cit.
305 Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta, Urdangarin. Un conseguidor en la corte del rey Juan
Carlos, op. cit.
306 Emilia Landaluce, «… Mientras ellos evitan la frivolidad», La Otra Crónica, El Mundo, 10
de marzo de 2012, p. 7.
307 Ibid.
308 Jesús Rodríguez, «El tiempo del príncipe», op. cit.
309 «Los duques de Palma unidos por el dolor», Diez Minutos, 23 de mayo de 2012, pp. 11-14.
310 Mariángel Alcázar, «Felipe y Cristina evitan encontrarse», Lecturas, 4 de abril de 2012, pp.
32-34.
311 «La familia real se reunió al completo en la habitación del hospital donde el rey se
recuperaba de la operación de su cadera izquierda», ¡Hola!, 5 de diciembre de 2012, pp. 74-80.
312 Mariángel Alcázar, «Letizia perdona a Cristina», Lecturas, 2 de enero de 2013.
313 «La imagen más esperada de la Navidad», ¡Hola!, 2 de enero de 2013, pp. 54-61.
314 Mariángel Alcázar, «El desafío de Iñaki», Lecturas, 6 de febrero de 2013.
315 Véase capítulo 5.
316 «Los príncipes se enfrentan a su gran momento», Diez Minutos, 13 de marzo de 2013, pp. 1
y 12-18.
317 Véase capítulo 5.
318 «Los príncipes de Asturias, romántico almuerzo para dos en Madrid antes de iniciar sus
vacaciones», ¡Hola!, 14 de julio de 2013, p. 34.
319 Consuelo Font, «Princesa Letizia. El difícil camino para ser perfecta», op. cit.
320 «Felipe y Letizia, destino secreto», Semana, 17 de julio de 2013, p. 18.
321 Carmen Rigalt, «La tía Pecu o la virtud de la trasparencia», El Mundo, 9 de agosto de 2013,
p. 5.
322 Carmen Duarte, «El príncipe: “Cuidado, que pincho”», El Mundo, 5 de agosto de 2013, p.
7.
323 Marcos Torío, «Los príncipes reforestan la Tramontana», El Mundo, 6 de agosto de 2013,
pp. 4 y 5.
324 Mariángel Alcázar, «Leonor y Sofía. Las más esperadas en Mallorca», Lecturas, 14 de
agosto de 2013, pp. 28-32.
325 Lecturas, 14 de agosto de 2013, portada.
326 «Letizia, una princesa a la fuga», Semana, 21 de agosto de 2013, pp. 12-14.
327 Emilia Landaluce y Ángela Torres, «El peligroso juego de los príncipes», elmundo.es, 17
de agosto de 2013.
328 Carmen Rigalt, «¿Dónde está la princesa Letizia?», op. cit.
329 «El brillante y aplaudido papel del príncipe de Asturias en la lucha por un sueño olímpico,
que al final no pudo ser», ¡Hola!, 18 de septiembre de 2013, pp. 23-31.
330 Véase capítulo 5.
331 Ibid.
332 «Letizia y Elena, duelo de estilos en la fiesta nacional», Diez Minutos, 23 de octubre de
2013, p. 16 y 17.
333 Natalia Junquera y Miguel González, «El príncipe exalta la unidad de España», El País, 13
de octubre de 2013, p. 16.
334 Ángeles Escrivá, «El príncipe llama a la “unidad” en plena crisis de identidad nacional», El
Mundo, 13 de octubre de 2013, p. 10.
335 «Felipe y Letizia, parecido pero no igual», Diez Minutos, 23 de octubre de 2013, p. 3.
336 Manuel Jabois, «Brindis y urgencias», El Mundo, 13 de octubre de 2013, p. 11.
337 Véase capítulo 2.
338 La frase la repitió don Juan Carlos, citando al príncipe, en la alocución de Navidad, el 24 de
diciembre.
339 Uxía B. Urgoiti, «Doña Letizia vuelve a disfrutar en su tierra», Diez Minutos, 6 de
noviembre de 2013, pp. 26-30.
340 Natalia Junquera, «El avión deja tirado al príncipe e impide su viaje a Brasil», El País, 26
de noviembre de 2013, p. 18.
341 «Don Felipe cancela compromisos en Honduras para regresar a tiempo a Canarias»,
monarquiaconfidencial.com, 28 de enero de 2014.
342 «Una princesa en Beverly Hills», Efe, 15 de noviembre de 2013.
343 «Letizia, estrella en Hollywood», Semana, 27 de noviembre de 2013, portada y pp. 14-25.
344 «Los príncipes de Asturias españolearon en su visita oficial a Estados Unidos»,
monarquiaconfidencial.com, 19 de noviembre de 2013.
345 «Histórico viaje de los príncipes de Asturias a EE.UU.», ¡Hola!, 27 de noviembre de 2013,
pp. 14-25.
346 «Doña Letizia causó sensación con su vestido de transparencias en Miami», ¡Hola!, 4 de
noviembre de 2013, p. 14.
347 «Sexy lady», Semana, 4 de noviembre de 2013, pp. 65-68.
348 David Rocasolano, Adiós, princesa, Foca, Madrid, 2013.
349 «Zarzuela pide a Antena 3 y Telecinco que no aireen el aborto de Letizia», vozpopuli.com,
11 de abril de 2013. Entre los personajes visitados figuraron Paolo Vasile y Mauricio Casals.
350 Véase capítulo 4.
351 Era el primer acto oficial de la infanta Cristina desde octubre de 2011, cuando asistió al
desfile de la fiesta nacional con su marido.
352 Paloma Barrientos, «¿Por qué no fue la infanta Leonor a la misa de don Juan?», Vanitatis,
24 de junio de 2013.
353 Mariángel Alcázar, Lecturas, 3 de julio de 2013.
354 «Los príncipes y sus hijas, la aventura de descubrir España», ¡Hola!, 13 de noviembre de
2013, pp. 90-95.
355 Antonio Caño, «El príncipe prudente», op. cit.
356 Mábel Galaz y Luis Gómez, «El príncipe que yo conozco», op. cit.
357 Mari Pau Domínguez, «Pilar Urbano: “Don Felipe está a punto…”», op. cit.
358 El resumen que sigue se toma del reportaje de Andrés Guerra, «Doña Letizia. De criticada a
imitada y admirada en medio mundo», Love, 29 de febrero de 2012, pp. 25-30.
359 Como ya se ha dicho, a mediados de 2013 dejó de lucir el anillo de boda (véase capítulo 2).
360 Hasta aquí el resumen de Andrés Guerra, «Doña Letizia. De criticada a imitada y admirada
en medio mundo».
361 Bertrand Deckers, Les grandes amoureuses du Gotha, L’Express Roularta, París, 2011.
362 Consuelo Font, «Princesa Letizia. El difícil camino para ser perfecta», op. cit.
363 Mariángel Alcázar, «Periodista, princesa y madre. Letizia cumple cuarenta años», Lecturas,
19 de septiembre de 2012, pp. 5-18.
364 Ibid.
365 Véase capítulo 1.
366 Mari Pau Domínguez, «Pilar Urbano: “Don Felipe está a punto…”», op. cit.
367 Alfredo Urdaci, «De Leti a doña Letizia», op. cit.
368 Consuelo Font, «Princesa Letizia. La consorte que tapa la imagen del heredero», op. cit.
369 «Solos y abrazados, de madrugada, reflexiones en la intimidad. Los príncipes, amor en
tiempos revueltos», ¡Hola!, 13 de febrero de 2013, portada y pp. 59-68.
370 «Letizia Ortiz. Una princesa profesional que sabe medir sus emociones», Love, 13 de junio
de 2012, pp. 4-12.
371 «Los príncipes de Asturias, espontáneos y cómplices, asistieron por sorpresa al concierto de
Hombres G», ¡Hola!, 10 de julio de 2013, pp. 24 y 25.
372 Almudena Martínez-Fornés, «Los príncipes de Asturias: vacaciones privadas entre rumores
de crisis», ABC, 18 de agosto de 2013.
373 Carmen Rigalt, «¿Dónde está la princesa Letizia?», op. cit.
374 Almudena Martínez-Fornés, «Los príncipes están juntos de vacaciones; no hay
distanciamientos», ABC, 20 de agosto de 2013.
375 «¿Quién dijo crisis? Las salidas que han protagonizado los príncipes de Asturias este
verano», semana.es/elarmariodeletizia, 21 de agosto de 2013.
376 «Felipe y Letizia desmienten su crisis», Semana, 18 de septiembre de 2013, portada y pp.
16-24.
377 «Los príncipes de Asturias noche de cine y cócteles en pareja», ¡Hola!, 2 de octubre de
2013, p. 53.
378 «Leonor y Sofía, dos mujercitas en la Alhambra», Semana, 13 de noviembre de 2013,
portada y pp. 10-15.
379 «Letizia, una princesa de contrastes», ¡Hola!, 16 de octubre de 2013, portada y pp. 58-68.
380 «Doña Letizia protagonista de la semana con un estilo rompedor, imponente y atrevido»,
op. cit.
381 «Presionada por la progresía, la Casa Real prepara ya el divorcio de don Felipe y doña
Letizia», hispanidad.com, 18 de septiembre de 2013.
382 «El rey paraliza, por el momento, el divorcio de los príncipes de Asturias»,
hispanidad.com, 16 de diciembre de 2013.
383 Véase capítulo 2.
384 Ana Romero, «Zarzuela dice que en el matrimonio del príncipe “solo hay altibajos”», El
Mundo, 30 de enero de 2014, pp. 1 y 14.
385 Ibid.
386 «Todas querían fotografiarse con la princesa», ¡Hola!, 22 de enero de 2014.
387 Raúl del Pozo, «Avería de los príncipes», El Mundo, 27 de enero de 2014, p. 52.
388 Ibid.
389 «Así han vivido estos días los príncipes de Asturias», ¡Hola!, 12 de febrero de 2014,
portada y pp. 18 a 24.
390 «Los príncipes disfrutan de una nueva salida en pareja con una noche de ópera en el Teatro
Real», ¡Hola!, 19 de febrero de 2014, pp. 22 y 23. En la misma línea, «El príncipe celebró su 46
cumpleaños con sus chicas», Semana, 12 de febrero de 2014, pp. 93 y 94.
391 «Entre gestos de cariño. Letizia y Felipe vuelven a Granada», Lecturas, 19 de febrero de
2014, pp. 26 y 27.
392 Consuelo Font, «Los otros “papeles” de la familia real», Tiempo, 16 de enero de 2006, p.
44-47.
393 Véase capítulo 2.
394 «La infanta Leonor protagonista de la renovada imagen de la Casa Real», ¡Hola!, 15 de
septiembre de 2012, portada y pp. 62-77.
395 Jorge de Esteban, «El heredero del heredero», El Mundo, 9 de mayo de 2005, p. 4.
396 «Covadonga sería un buen lugar para el bautizo», El Mundo, 10 de mayo de 2005, p. 8.
397 Óscar Gutiérrez, «¿Por qué se comunicó el embarazo en domingo?», periodistadigital.com,
9 de mayo de 2005.
398 Carlos García-Calvo, «Cara radiante, cara delatora», El Mundo, 9 de mayo de 2005, p. 8.
399 José Apezarena y Carmen Castilla, Así es el príncipe. Vida del futuro rey de España, op.
cit., p. 25. Hoy esa clínica ya no existe.
400 Consuelo Font, «Radiografía de un embarazo», Tiempo, 16 de mayo de 2005, pp. 2-6.
401 Ibid.
402 Diez Minutos, 20 de mayo de 2005, pp. 4-26.
403 «Las imágenes clave que coinciden con los tres primeros meses de embarazo de la princesa
de Asturias», ¡Hola!, 19 de mayo de 2005, pp. 103 y 104.
404 Jesús Mariñas, «Letizia ha aumentado dos tallas de pecho pero conserva la cintura»,
Tiempo, 23 de mayo de 2005, pp. 108-110.
405 «Lo que diga el médico va a misa», Diez Minutos, 27 de mayo de 2005, p. 18.
406 Consuelo Font, «Con niños a Letizia», Tiempo, 23 de mayo de 2005, pp. 78-80.
407 Véase capítulo 2.
408 Consuelo Font, «¿Cuida la princesa su embarazo?», Tiempo, 27 de junio de 2005, pp. 48-
50.
409 J. María Izquierdo, «El príncipe verá nacer a su hijo», Diez Minutos, 20 de octubre de 2005,
pp. 44-46.
410 Fernando Garea, «El embarazo de Letizia, clave para la reforma o no de la Constitución»,
El Mundo, 9 de mayo de 2055, pp. 1 y 13.
411 Consuelo Font, «Es la hora de la igualdad de hombre y mujer en la sucesión al trono»,
Tiempo, 9 de abril de 2001, pp. 38-40.
412 Soledad Gallego-Díaz, «La princesa hembra y el príncipe macho», elpais.es, 11 de
noviembre de 2005.
413 Consuelo Font, «Es la hora de la igualdad de hombre y mujer en la sucesión al trono», op.
cit.
414 «Opinión generalizada en los grupos políticos. A partir de don Felipe, es necesario terminar
con la discriminación por razón de sexo en la sucesión a la corona», La Razón, 6 de julio de 1999, pp.
1-8.
415 «La sucesión a la corona», editorial, La Razón, 6 de julio de 1999, p. 8.
416 «El Partido Popular regulará la sucesión a la corona en el nuevo reglamento de las Cortes»,
La Razón, pp. 1 y 9-14.
417 Carmen Morodo, «El PP regulará la sucesión del rey tras reformar los reglamentos del
Congreso y del Senado», La Razón, 12 de febrero de 2001, p. 9.
418 «Opinión generalizada en los grupos políticos. A partir de don Felipe, es necesario terminar
con la discriminación por razón de sexo en la sucesión a la corona», La Razón, 3 de noviembre de
2003, p. 1, 4 y 12-14.
419 «Reforma de la sucesión», editorial, La Razón, 3 de noviembre de 2003, p. 4.
420 Luis Vallterra, «La sucesión a la corona», La Razón, 12 de febrero de 2011, p. 14.
421 Jean-Michel Demetz, «¿Isabel II o Isabel la última?», Cambio 16, 15 de septiembre de
1997, pp. 22 y 23.
422 José Apezarena, «La década decisiva de Felipe», La Clave, 15-21 de febrero de 2002, pp.
20-23.
423 Margarita Sáenz-Díez, «El rey creía oportuno cambiar la Constitución antes de la boda», El
Periódico de Cataluña, 21 de mayo de 2004, p. 4.
424 «Iglesias. Reforma de la Constitución es absolutamente inevitable», Efe, 13 de mayo de
2005.
425 Juan Fernando López Aguilar, «Juan Carlos I, Felipe, Leonor», ABC, 9 de noviembre de
2005, p. 22.
426 «El Gobierno garantiza que si la princesa Letizia tiene una niña, será la futura heredera», El
Mundo, 10 de mayo de 2005, p. 8.
427 Ibid.
428 «Covadonga sería un buen lugar para el bautizo», op. cit.
429 Alejandrina Gómez, «Si es niña, algún día será reina», Tiempo, 23 de mayo de 2005, pp.
74-77.
430 Fernando Garea, «El futuro del heredero está pendiente de la reforma constitucional», El
Mundo, 9 de mayo de 2005, p. 7.
431 Jorge de Esteban, «El heredero del heredero», op. cit.
432 José Manuel Romero y Vera Gutiérrez Calvo, «El régimen de sucesión a la corona se puede
cambiar por ley orgánica», El País, 2 de diciembre de 2013, p. 11.
433 «Leonor de Borbón, nacida para ser reina», ¡Hola!, 15 de septiembre de 2012, p. 66.
434 «Sofía o Pelayo. A los españoles les gustaría que Felipe y Letizia llamaran así a su primer
hijo», Diez Minutos, 10 de junio de 2005, p. 24.
435 El libro se custodia desde 1975 en una cámara de seguridad de la Dirección General de
Registros y Notariado.
436 «La Zarzuela, irritada con Efe por hablar de un embarazo natural», elsemanaldigital.com,
16 de mayo de 2005.
437 Maite Alfageme, «Carta a Letizia», Época, 30 septiembre-6 octubre 2005, p. 35.
438 «Don Leandro de Borbón apunta que el hijo de los príncipes podría haber sido concebido
por inseminación», Europa Press, 18 de octubre de 2005.
439 Mábel Galaz, «La infanta Leonor sale de compras», El País, 8 de diciembre de 2005, p. 22.
440 «Covadonga sería un buen lugar para el bautizo», op. cit.
441 Para los hijos de las infantas Elena y Cristina se recurrió a una pieza del siglo XIX
procedente del Palacio Real.
442 Véase capítulo 3.
443 Juan Balansó, «La inscripción vulnera la legalidad», El Mundo, 23 de julio de 1998, p. 21.
444 Consuelo Font, «Los otros “papeles” de la familia real», op. cit.
445 Esperanza Jiménez, «Letizia, en su primer viaje oficial sin Leonor», Diez Minutos, 24 de
febrero de 2006, pp. 25 y 26.
446 José Apezarena y Carmen Castilla, Así es el príncipe. Vida del futuro rey de España, op.
cit., pp. 38-40.
447 Sara Olivo, «Leonor, muy atenta en su presentación ante la Virgen de Atocha»,
20minutos.es, 7 de junio de 2006.
448 ¡Hola!, 15 de noviembre de 2006, p. 91.
449 Maite Alfageme, «Arrecia el debate político en torno a la sucesión. Embarazo
institucional», Época, 25 de septiembre-5 de octubre de 2006, pp. 13-17.
450 Ramón López Vilas y Joaquín Nebreda Pérez, La dinastía Borbón: antecedentes y
protagonismo en la historia de España. La familia real española, Velecio Editores, Madrid, 2005.
451 Maite Alfageme, «Arrecia el debate político en torno a la sucesión», op. cit.
452 Alejandrina Gómez, «Qué pasa si es niño», Tiempo, 2 de octubre de 2006, pp. 29-32.
453 Tatiana Ferrandis, «Don Felipe anunciará el sexo del bebé si lo creen necesario las
autoridades», El País, 13 de octubre de 2006, p. 17.
454 «La infanta Leonor pasa un divertido día en Faunia», ¡Hola!, 18 de abril de 2007, pp. 82-
88.
455 «De cómo seis féminas con aspiraciones nobiliarias almuerzan con De la Vega y Ana
Botella (por separado) y pueden poner en un aprieto a don Felipe», elconfidencial.com, 6 de octubre
de 2006.
456 Ley 33/2006, de 30 de octubre, sobre igualdad del hombre y la mujer en el orden de
sucesión de los títulos nobiliarios, Boletín Oficial del Estado núm. 260, de 31 de octubre de 2006, pp.
37742-37743.
457 Véase capítulo 2.
458 «Todo preparado para recibir a la nueva infanta», ¡Hola!, 24 de abril de 2007, pp. 22-24.
459 J. A. O., «Los príncipes de Asturias presentaron a su hija Sofía», ¡Hola!, 16 de mayo de
2007, pp. 88-102.
460 «La infanta Leonor, encantada con su hermana», ¡Hola!, 16 de mayo de 2007, pp. 69-74.
461 Consuelo Font, «El aprendizaje de la futura reina Leonor», Tiempo, 21 de noviembre de
2005, pp. 50-55.
462 Ibid.
463 Ibid. Las opiniones que siguen se recogen de esa fuente.
464 Entrevista con Antonio Fontán.
465 Noemí Álvarez, «Sabino Fernández Campo: No creo que la infanta Leonor deba recibir
educación militar», ¡Hola!, 8 de diciembre de 2005, p. 64.
466 Ibid.
467 Carmen Iglesias, «La infanta y la universidad», ABC, 30 de octubre de 1997, p. 3.
468 Ibid.
469 José Apezarena, El príncipe, op. cit., pp. 226-229.
470 Consuelo Font, «El aprendizaje de la futura reina Leonor», op. cit.
471 Ibid.
472 Mari Pau Domínguez, «Pilar Urbano: “Don Felipe está a punto…”», op. cit.
473 Alberto Pinteño, «¡Disciplina, disciplina!», Vanity Fair, octubre de 2011, pp. 101-105.
474 Véase capítulo 5.
475 Véase capítulo 5.
476 Anabel Díez, «En orden de espera», El País, Domingo, 22 de abril de 2012, p. 5.
477 Alberto Pinteño, «¡Disciplina, disciplina!», op. cit.
478 Ibid.
479 Paloma Barrientos, «Las infantas no comen chuches, solo frutos secos», vanitatis.com, 21
de mayo de 2013.
480 Mábel Galaz y Luis Gómez, «El príncipe que yo conozco», op. cit.
481 Véase capítulo 5.
482 Almudena Martínez-Fornés, «Infanta Leonor. ¡Feliz cumpleaños!», Hoy corazón, 28 de
octubre de 2011, pp. 37-41.
483 «La República Independiente de Tía Henar», op. cit.
484 Consuelo Font, «¿Necesita cambios el papel de la corona?», Tiempo, 4 de abril de 2005, pp.
46-50.
485 José Apezarena, El príncipe, op. cit. p. 70.
486 Eulogio López, «La princesa de Asturias ordenó que sus hijas, Leonor y Sofía, no
recibieran educación católica», hispanidad.com, 3 de octubre de 2013.
487 Almudena Martínez-Fornés, «Infanta Leonor. ¡Feliz cumpleaños!», op. cit.
488 Alberto Pinteño, «¡Disciplina, disciplina!», op. cit.
489 Mábel Galaz, «Cómo educar a una reina de España», elpais.com, 14 de septiembre de 2013.
490 «La República Independiente de Tía Henar», op. cit.
491 «Cada vez adquiere mayor protagonismo y son más frecuentes sus apariciones públicas.
Infanta Leonor, así se educa una princesa», ¡Hola!, 10 de abril de 2013, pp. 67-72.
492 «Según el periodista Jesús Mariñas, los rumores de embarazo llegan a la familia real:
Letizia Ortiz podría estar embarazada», antena3.com, 6 de junio de 2012.
493 Almudena Martínez-Fornés, «La web de La Zarzuela estrena un canal para explicar a los
niños qué es la monarquía», ABC, 13 de diciembre de 2013, p. 62.
494 No se ha publicado ninguna fotografía de don Juan Carlos con gafas.
495 «España titubeante», El Mundo, 7 de enero de 2014, p. 1.
496 Jesús Rodríguez, «El tiempo del príncipe», op. cit.
497 Adolfo Suárez, «La transición no bajó del cielo», El Mundo, 20 de noviembre de 2000, p.
19.
498 José Apezarena, El príncipe, op. cit., p. 473.
499 Javier Reverte, «Las bromas arriesgadas sobre la Casa Real son una de las manifestaciones
más crudas de la telebasura», artículo en El Periódico de Cataluña, reproducido en
periodistadigital.com, 20 de mayo de 2004.
500 «2.500 por niño», El Jueves, núm. 1.573, julio de 2007.
501 Soledad Gallego-Díaz, «El férreo control del rey», El País, Domingo, 30 de diciembre de
2007, pp. 6 y 7.
502 «La infanta doña Elena plantea separarse de Jaime de Marichalar», elsemanaldigital.com,
28 de enero de 2003.
503 Consuelo Font, «Confidencias de Sabino Fernández Campo», Tiempo, 19 de mayo de 2003,
pp. 1 y 18 a 22.
504 Luis Gómez y Mábel Galaz, «El decorado ya no basta», El País, Domingo, 30 de diciembre
de 2007, pp. 10 y 11.
505 Pepa Rebollo y Marisa Perales, «La ruptura. Las condiciones estaban pactadas desde hace
tres años», Tiempo, 16 de noviembre de 2007, pp. 14 a 20.
506 «El rey, el príncipe y las infantas, cena íntima y familiar en un restaurante típico de
Madrid», ¡Hola!, 6 de abril de 2011.
507 «Corinna, la princesa», elpulso.es, 9 de febrero de 2012.
508 «El rey explicó a sus hijos la relación que tiene con Corinna», libertaddigital.es, 13 de
febrero de 2012.
509 Raúl del Pozo, «La cumbre, un foso», elmundo.es, 11 de abril de 2013. El presidente del
Gobierno era Mariano Rajoy, que acababa de ganar las elecciones.
510 «Felipe González considera que el rey no debe abdicar ni divorciarse», laopinioncoruna.es,
26 de abril de 2013.
511 Consuelo Font, «¿Necesita cambios el papel de la corona?», Tiempo, 4 de abril de 2005, pp.
46 a 50.
512 «La prensa extranjera señala a la familia real española como ejemplo de modernidad», El
País, 6 de octubre de 1997, p. 26.
513 Jesús Rodríguez, «El tiempo del príncipe», op. cit.
514 «La Casa del Rey niega haberle pedido a la infanta Cristina que se divorcie o renuncie a ser
infanta», ¡Hola!, 19 de diciembre de 2012, p. 94.
515 «Cristina se resiste a renunciar por sus hijos», Semana, 13 de febrero de 2013, pp. 12 a 14.
516 Véase capítulo 3.
517 Mariángel Alcázar, «Cristina busca el perdón para Iñaki», Lecturas, 5 de diciembre de
2012.
518 «Cristina y los suyos viajan a Madrid», Lecturas, 26 de septiembre de 2012, p. 35.
519 Véase capítulo 3.
520 Mariángel Alcázar, «Cristina busca el perdón para Iñaki», op. cit.
521 Véase capítulo 3.
522 Mariángel Alcázar, «La infanta espera un “milagro”», Lecturas, 1 de mayo de 2013.
523 Mariángel Alcázar, «Cristina y su familia. El precio de su vida en Suiza», Lecturas, 4 de
septiembre de 2013.
524 Yolanda Gómez Sánchez, «Matrimonios regios y sucesión a la corona en la Constitución
Española de 1978», en AntonioTorres del Moral y Yolanda Sánchez Gómez, Estudios sobre la
monarquía», UNED, Madrid, 1995, p. 165.
525 Es el Real Decreto 2917/1981, de 27 de noviembre.
526 «Zarzuela estudia limitar la familia real a reyes y príncipes, excluyendo a las infantas»,
Europa Press, 7 de diciembre de 2011.
527 Asunción Valdés, «Spottorno, independiente y orteguiano», lne.es, 9 de agosto de 2011.
528 Ibid.
529 Ibid.
530 Véase capítulo 2.
531 José Apezarena, «De Sabino a Rafael Spottorno», La Razón, 22 de abril de 2012, pp. 16 y
17.
532 «Al servicio de Su Majestad», Vanity Fair, abril de 2013, pp. 74 a 81.
533 David López, «Un rey solo», Vanity Fair, agosto de 2013, pp. 54 a 62.
534 Mari Pau Domínguez, «Pilar Urbano: “Don Felipe está a punto…”», op. cit.
535 Carlos Cué, «Horas difíciles para la monarquía», El País, Domingo, 22 de abril de 2012,
pp. 2 a 4.
536 David López, «Un rey solo», op. cit.
537 José Antonio Zarzalejos, «Historia de cómo la corona ha entrado en barrena»,
elconfidencial.com, 15 de abril de 2012.
538 Victoria Prego, «El 70 por ciento de los españoles perdona al rey pero el 52 por ciento ve
dañada su imagen», elmundo.es, 22 de abril de 2012.
539 «La Zarzuela maneja encuestas que indican que mejora la valoración de la monarquía,
aunque no las puede divulgar», monarquiaconfidencial.com, 8 de enero de 2013.
540 «Bodas de oro de los reyes don Juan Carlos y doña Sofía», ¡Hola!, 16 de mayo de 2012, pp.
86 a 110.
541 «50 años después», El Mundo, Magazine, 6 de mayo de 2012, portada y pp. 28 a 34.
542 «Las bodas de oro más tristes», El Mundo, La Otra Crónica, 21 de abril de 2012, pp. 1 a 6.
543 Carmen Enríquez, «Sin mucho que celebrar», op. cit.
544 Carlos Cué, «Horas difíciles para la monarquía», op. cit.
545 M. Ruiz Puertas, «La corona española destrona a la británica como modelo de monarquía»,
Tribuna, 6 de octubre de 1997, pp. 16 a 19.
546 Paul Preston, «No por derecho divino», ABC, 26 de septiembre de 1998, p. 3.
547 Fernando Ónega, «El estado de gracia del rey», Tribuna, 19 de enero de 1998, p. 16.
548 Virginia Miranda, «El rey refuerza su papel, casa a su hijo y se libra de Aznar. Annus
magnificus», El Siglo, 5-11 de enero de 2004, portada y pp. 10 a 12.
549 «The Independent califica de “modélica” la monarquía española», noticia de Efe, en
periodistadigital.com, 31 de marzo de 2004.
550 «Demoledor reportaje en The Times sobre el derrumbe de la imagen del rey»,
elsemanaldigital.com, 31 de agosto de 2007.
551 José Oneto, «Zarzuela, tenemos un problema», Tiempo, 21 de septiembre de 2007, pp. 22 y
23.
552 Javier Otero y Nuria Varela, «Tormenta sobre La Zarzuela», Tiempo, 21 a 27 de septiembre
de 2007, portada y pp. 16 a 21.
553 Joaquín Prieto, «Don Juan Carlos se defiende», El País, Domingo, 30 de diciembre de
2007, pp. 2 a 5.
554 «Los españoles, con la corona», Tiempo, 5 de octubre de 2007, pp. 16 a 22.
555 «Personaje del año. El rey», El País, Domingo, 30 de diciembre de 2007, pp. 1 a 17.
556 Luis Gómez y Mábel Galaz, «El decorado ya no basta», op. cit.
557 «El CIS pregunta a los ciudadanos por el origen divino de la monarquía», ABC, 25 de junio
de 2004, p. 20.
558 «El CIS divulga el día de San Juan un sondeo orientado contra la monarquía», El Mundo,
25 de junio de 2004, pp. 1, 3 y 8.
559 Juan José Toharia, «¿El rey? Muy bien, gracias», El País, Domingo, 30 de diciembre de
2007, p. 17.
560 Carlos Cué, «Horas difíciles para la monarquía», op. cit.
561 Juan José, «La corona mantiene su apego popular», elpais.com, 6 de enero de 2013.
562 Ana Romero, «El apoyo a la monarquía cae a un mínimo histórico del 54 por ciento», El
Mundo, 3 de enero de 2013, portada y páginas 8 a 10.
563 «Los españoles sitúan a la monarquía por primera vez entre sus preocupaciones», Efe, 3 de
mayo de 2013.
564 Entrevista a José María Aznar para el libro Todos los hombres del rey, op. cit.
565 Carmen Enríquez, «Sin mucho que celebrar», op. cit.
566 David López, «Un rey solo», op. cit.
567 «El rey don Juan Carlos: Pronto estaré dando guerra otra vez», ¡Hola!, 1 de mayo de 2013,
pp. 64 a 67.
568 «El rey: Mienten los que dicen que estoy enfermísimo. Es un asunto de tornillos», Europa
Press, 28 de junio de 2013.
569 «El rey presidió el día de las Fuerzas Armadas junto a la reina doña Sofía y los príncipes de
Asturias», ¡Hola!, 12 de junio de 2013, pp. 84 a 88.
570 Véase capítulo 3.
571 Maite Alcolea, «El rey: todo sobre su recuperación», Pronto, octubre de 2013, pp. 10 a 12.
572 Miguel González, «El príncipe discreto», op. cit.
573 Ana Romero, «Está queriendo salir de aquí», El Mundo, 23 de noviembre de 2013, p. 22.
574 Mariángel Alcázar, «Bienvenidos, los setenta», La Vanguardia, 5 de enero de 2008, p. 13.
575 Véase capítulo 1.
576 Blanca Torquemada y Almudena Martínez-Fornés, «El rey expresa su renovada
determinación de seguir trabajando al servicio de España», ABC, 10 de enero de 2008, portada y pp.
20 y 21.
577 Javier Ayuso fue compañero de colegio de Jaime Alfonsín desde los cinco años.
578 «González-Cebrián desmiente supuesta presión sobre el rey», elsemanaldigital.com, 25 de
marzo de 2004.
579 «La política informativa de Zarzuela recurre ahora a dar exclusivas», elsemanaldigital.com,
17 de agosto de 2005.
580 «Casa real pide a varios medios tener un “criterio más riguroso”» para informar de sus
actos», 20minutos.es, 21 de octubre de 2013.
581 «Inédita, errónea y políticamente prepotente decisión de jefe de la Casa del Rey»,
elconfidencial.com, editorial, 9 de octubre de 2013.
582 «Froilán amenaza a su primo Pablo con un palo de pincho moruno»,
diarioinformacion.com, 7 de agosto de 2013.
583 Luis Alemany, «El líder de la manada», El Mundo, 7 de agosto de 2013, p. 4.
584 «La última ocurrencia de Froilán: una careta de Anonymous para que no le reconozcan»,
elconfidencialdigital.com, 22 de octubre de 2013.
585 «La educación de Froilán preocupa a sus padres», Semana, 13 de noviembre de 2013, p. 17.
586 María Eugenia Yagüe, «Felipe de Marichalar. Sus padres en contra de sus salidas», El
Mundo, La Otra Crónica, 26 de octubre de 2013, p. 5.
587 Luis Alemany, «El líder de la manada», op. cit.
588 Carmen Rigalt, «Don Juan Carlos, más deseado que nunca», El Mundo, 7 de agosto de
2013, p. 5.
589 Luis Gómez y Mábel Galaz, «El decorado ya no basta», op. cit.
590 «Informe ASEP. La reina aparece como líder social más valorado, con 7,5 puntos, seguida
de Adolfo Suárez», OTR/Press, 13 de noviembre de 1997.
591 Adolfo Suárez, «La transición no bajó del cielo», op. cit.
592 Pilar Urbano, La reina, Plaza & Janés, Barcelona, 1996.
593 José Luis de Vilallonga, El rey. Conversaciones con D. Juan Carlos I de España, Plaza &
Janés, Barcelona, 1993.
594 Pilar Urbano, La reina muy de cerca, Plaza & Janés, Barcelona, 2008.
595 «Los gais pueden casarse, pero a eso no lo llaman matrimonio», El País, 30 de octubre de
2008, p. 1 y 16.
596 Álvaro Nieto, «El día que la reina fue noticia», tiempodehoy.com, 26 de diciembre de 2008.
597 Consuelo Font, «El hombre que arropó a doña Sofía», El Mundo, La Otra Crónica, 5 de
octubre de 2013, pp. 12 y 13.
598 Pilar Urbano, La reina muy de cerca, op. cit., p. 507.
599 «La reina, días de familia con los duques de Palma en Washington», ¡Hola!, 14 de
diciembre de 2011, portada.
600 Uxía B. Urgoiti, «La reina, convencida de la inocencia de Iñaki», Diez Minutos, 18 de
enero de 2012, pp. 1 y 10 a 14.
601 «Las imágenes de cumpleaños de Miguel Urdangarin junto a su abuela la reina en
Washington», ¡Hola!, 16 de mayo de 2012, pp. 16 a 20.
602 Silvia Quiroga, «La soledad de la reina», Lecturas, 10 de abril de 2013.
603 «Doña Sofía, triste setenta y cuatro cumpleaños», Semana, 14 de noviembre de 2012.
604 «Sofía. Setenta y cinco años», El Mundo, Magazine, 6 de octubre de 2013, pp. 1 y 21 a 34.
605 Luis María Anson, «Sofía, la música callada», ¡Hola!, 13 de noviembre de 2013, pp. 96 y
97.
606 Creado en 1954 como Spanish Institute, lo preside Inmaculada de Habsburgo, y encabeza el
patronato el modisto Oscar de la Renta.
607 «Sofía reina en Nueva York», Semana, 4 de noviembre de 2013, pp. 20 a 24.
608 Doreen Carvajal y Raphael Minder, «Un rey escarmentado busca la redención, por España
y su monarquía», The New York Times, 29 de septiembre de 2012.
609 Ana Romero, «Traté de encontrar a Iñaki un empleo compatible con su posición», El
Mundo, 25 de febrero de 2013, p. 1.
610 «Las condiciones que puso Corinna para la entrevista en El Mundo»,
elconfidencialdigital.com, 26 de febrero de 2013.
611 «La princesa Corinna habla para ¡Hola!», ¡Hola!, 5 de marzo de 2013, pp. 1 y 66 a 73.
612 «Al servicio de Su Majestad», Vanity Fair, abril de 2013, pp. 74 a 81.
613 «La vivienda exclusiva donde se alojaba Corinna en Madrid se encuentra en una zona
restringida del Monte de El Pardo protegida por el CNI», monarquiaconfidencial.com, 4 de marzo de
2013.
614 «Al servicio de Su Majestad», Vanity Fair, abril de 2013, pp. 74 a 81.
615 José Apezarena, «Corinna y la conexión alemana», elconfidencialdigital.com, 1 de abril de
2013.
616 Bob Colacello, «El rey en su laberinto», Vanity Fair (edición norteamericana), octubre de
2013.
617 Ibid.
618 «Juan Carlos, Corinna y la crisis: una noticia global», revistavanityfair.es, 11 de septiembre
de 2013.
619 Eduardo Álvarez, «Corinna, asesora del príncipe Alberto», El Mundo, 5 de octubre de
2013, p. 28.
620 «Juan Carlos: le crépuscule d’un roi», canalplus.fr, 12 de noviembre de 2013.
621 Ibid.
622 David López, «Un rey solo», Vanity Fair, agosto de 2013, pp. 54 a 62.
623 Ibid.
624 Miguel González, «El príncipe discreto», op. cit.
625 Javier Pérez Senz, «Abucheos a los príncipes en el Liceo», El País, 31 de mayo de 2013, p.
20.
626 «Artur Mas, impasible ante el desprecio que un empresario catalán hizo a don Felipe»,
monarquiaconfidencial.com, 25 de febrero de 2014.
627 Miguel González, «El príncipe discreto», op. cit.
628 Mariángel Alcázar, «El príncipe se instala en BCN», El Periódico, 3 de noviembre de 2002,
p. 67.
629 Màrius Carol, «Inmersión del príncipe en Cataluña», La Vanguardia, 3 de noviembre de
2002, p. 19.
630 «El acierto de José Fernando», elsemanaldigital.com, 8 de noviembre de 2002.
631 La reina Isabel utilizó por vez primera esa expresión ya en 1992, año del incendio del
castillo de Windsor y de las rupturas conyugales de sus tres hijos: Carlos, Ana y Andrés.
632 Jean-Michel Demetz, «¿Isabel II o Isabel la última?», Cambio 16, 15 de septiembre de
1997, pp. 22-23.
633 Véase capítulo 4.
634 La de 2009 se celebró en España y el anfitrión fue Alberto Aza.
635 «Los jefes de las casas reales estudian en Noruega la situación actual de las monarquías
europeas», monarquiaconfidencial.com, 22 de enero de 2014.
636 Véase Carlos Rojas, Los Borbones destronados, Plaza & Janés, Barcelona, 1997.
637 Soledad Gallego-Díaz, «El férreo control del rey», op. cit.
638 Juan Luis Cebrián y Felipe González, El futuro no es lo que era, Aguilar, Madrid, 2001.
639 «Reyes, súbditos y ciudadanos», El País, Domingo, 7 de octubre de 2001, pp. 14 y 15.
640 Ibid.
641 José García Abad, «La soledad del rey», El Siglo, 2-8 de febrero de 2004, pp. 34 y 35.
642 Luis Gómez y Mábel Galaz, «El decorado ya no basta», op, cit.
643 Juan José Toharia, «La corona mantiene su apego popular», op. cit.
644 Ibid.
645 Raúl del Pozo, «El día que Anguita se hizo republicano», Tiempo, 30 de septiembre de
1996, p. 42.
646 José María de Juana, «Derecho a reinar», Cambio 16, 18 de septiembre de 1995, pp. 68 y
69.
647 Fernando Garea, «El PNV vota por primera vez contra el presupuesto de la Casa Real», El
Mundo, 15 de diciembre de 1999, pp. 1 y 12.
648 «Arzallus acusa a Aznar de provocar a ETA para ganar con votos de sangre», El Mundo, 2
de marzo de 2000, p. 12.
649 Carmen Gurruchaga, «Carmen Iglesias, historiadora. Defender ahora la monarquía es
defender la democracia», La Razón, 8 de agosto de 2005, pp. 8 y 9.
650 Vera Gutiérrez Calvo, «Felipe González: Hay una crisis institucional que galopa hacia la
anarquía», elpais.com, 10 de abril de 2013.
651 «70 años no son nada», El Mundo, Magazine, 23 de diciembre de 2007, p. 40.
652 Gregorio Peces Barba, «La monarquía en la constitución de 1978», El Noticiero de las
Ideas, número 4, octubre-diciembre de 2000, pp. 30-40.
653 Ibid.
654 V. G. Calvo y J. M. Romero, «Si Cataluña hace una consulta ilegal, sería obligado aplicar
el artículo 155», El País, 3 de diciembre de 2013, p. 14.
655 Ibid.
656 «Los últimos republicanos», Diario 16, 26 de junio de 2000, p. 14.
657 Juan José Toharia, «La corona mantiene su apego popular», op. cit.
658 Jesús Rodríguez, «El tiempo del príncipe», op. cit.
659 S. A. Greyser, John Balmer y M. Urde, «The Monarchy as a Corporate Brand», European
Journal of Marketing, 40, 2006, pp. 902-908.
660 Carlos Rodríguez Braun, «La monarquía como marca», carlosrodriguezbraun.com, 28 de
diciembre de 2013.
661 Antonio Caño, «El príncipe prudente», op. cit.
662 Mábel Galaz y Luis Gómez, «El príncipe que yo conozco», op. cit.
663 Pilar Urbano, La reina muy de cerca, op. cit., p. 162.
664 Antonio Torres del Moral, Principios de Derecho Constitucional español, Universidad
Complutense, Madrid, 1998, p. 519.
665 Véase capítulo 4.
666 Gaspar Ariño Ortiz, La corona. Reflexiones en voz baja, Iustel, Madrid, 2013, p. 15.
667 «Sabino F. Campo: Las monarquías deben buscar el equilibrio», Efe, 5 de septiembre de
1997.
668 Jesús Rodríguez, «El príncipe tranquilo», op. cit.
669 Emilio Silva, «¿Es Eva Sannum la mujer adecuada?», El Semanal, 27 de mayo a 2 de junio
de 2001, pp. 32- 34.
670 Ignacio Sánchez Cámara, «Monarquía», ABC, 17 de noviembre de 2005, p. 14.
671 Ibid.
672 Santos Juliá, «Emociones monárquicas», El País, 6 de octubre de 1997, p. 26.
673 Mari Pau Domínguez, «Pilar Urbano: “Don Felipe está a punto…”», op. cit.
674 Véase capítulo 5.
675 Fernando Vicente y Joana Uribe, «Los reyes pagan renta y patrimonio y la infanta Cristina
liquida el IVA», Tribuna, 11 de abril de 1994, pp. 30-32.
676 Soledad Gallego-Díaz, «Cuentas demasiado opacas», El País, Domingo, 30 de diciembre
de 2007, p. 8.
677 Vera Castelló, «La corona patrocinada», El Siglo, 30 de julio-2 de septiembre de 2001, pp.
12-16.
678 Gonzalo San Segundo, «Borbones en la empresa», El Siglo, 18-24 de febrero de 2002, pp.
32-36.
679 Vera Castelló, «Loco por los coches», El Siglo, 28 de julio-31 de agosto de 2003, pp. 10-
15.
680 «Almansa no sabe qué hacer: la revista Eurobusiness adjudica al rey una fortuna de
300.000 millones de pesetas», elconfidencial.com, 5 de julio de 2002.
681 Javier Otero, «El Estado pone a su nombre los palacios y 150.000 bienes de la corona»,
Tiempo, 10 de marzo de 2003, pp. 46-48.
682 Sobre la figura de Prado y Colón de Carvajal véase José Apezarena, Todos los hombres del
rey, Plaza & Janés, Barcelona, 1997.
683 «La justicia alcanza por fin a Manuel Prado», El Mundo, editorial, 27 de abril de 2004, p. 3.
684 «El rey, el más barato de los jefes de estado europeos», elconfidencial.com, 22 de
noviembre de 2007.
685 José Apezarena, «Trasparencias y secretos de la Casa Real», elconfidencialdigital.com, 25
de abril de 2013.
686 Gaspar Ariño Ortiz, La corona, op. cit., p. 15.
687 Agustín Ruiz Robledo, «Lo sustancial y lo secundario en la monarquía», El País, 6 de junio
de 2013, p. 35. Es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Granada.
688 Ibid.
689 Ibid. Véase capítulo 4.
690 Maite Alfageme, «Sucesión sin ley», Época, 19 de noviembre de 2000, pp. 8-14.
691 Carmen Morodo, «El PP regulará la sucesión del rey tras reformar los reglamentos del
Congreso y del Senado», La Razón, 12 de febrero de 2001, p. 9.
692 Véase capítulo 3.
693 Maite Alfageme, «Sucesión sin ley», op. cit.
694 Véase capítulo 4.
695 Consuelo Font, «¿Necesita cambios el papel de la corona?», op. cit.
696 Ibid.
697 Antonio Torres del Moral, El príncipe de Asturias. Su estatuto jurídico, op. cit., p. 23.
698 Véase capítulo 4.
699 Se trata del real decreto 1386/1987 de régimen de títulos, tratamientos y honores de la
familia real y de los regentes, de 6 de noviembre. «Claramente insuficiente», en opinión de Torres del
Moral, op. cit., p. 28.
700 Antonio Torres Del Moral, El príncipe de Asturias. Su estatuto jurídico, op. cit., p. 29.
701 Miguel Cid, «La sustitución en la Jefatura del Estado», El País, 6 de noviembre de 2013, p.
29.
702 Gaspar Ariño Ortiz, La corona, op. cit., p. 17.
703 «El PSOE apuesta por una ley de la corona a corto o medio plazo», Europa Press, 2 de
septiembre de 2013.
704 Véase capítulo 5.
705 Enrique Gimbernat, «Los privilegios penales de la familia real», El Mundo, 1 de agosto de
2007, p. 4.
706 «El PP se queda solo defendiendo una protección del honor diferenciada para el rey»,
Europa Press, 17 de junio de 2013.
707 Pedro de Vega, «Los deberes de un príncipe», ABC, 28 de noviembre de 2001, p. 3. El
autor es catedrático de Derecho Constitucional.
708 Enrique Gimbernat, «Los privilegios penales de la familia real», op. cit.
709 Ibid.
710 Gregorio Peces Barba, «La monarquía en la constitución de 1978», op. cit.
711 José Luis de Vilallonga, El Rey. Conversaciones con D. Juan Carlos I de España, op. cit.
712 José Apezarena, El príncipe, op. cit., pp. 481 a 486.
713 Santiago Belloch, «Anson: la confesión», Tiempo, 23 de febrero de 1998. Se trata del
número más vendido en la historia de la revista.
714 Luis Díez, «La trama desvelada por Anson urdió la abdicación del rey», El Periódico de
Cataluña, 16 de febrero de 1998, p. 2.
715 J. J. Fernández, «Operación abdicación», El Siglo, 15 de diciembre de 1997, pp. 12 a 17.
716 Soledad Gallego-Díaz, «El férreo control del rey», op. cit.
717 Joaquín Prieto, «Don Juan Carlos se defiende», op. cit.
718 Entrevista a Iñaki Gabilondo, periodistadigital.com, 20 de junio 2012.
719 «El 55 por ciento de los españoles cree que el rey debería abdicar», Efe, 13 de mayo de
2013.
720 Véase capítulo 5.
721 «Felipe González considera que el rey no debe abdicar ni divorciarse», laopinioncoruna.es,
26 de abril de 2013.
722 David López, «Un rey solo», op. cit.
723 Véase Juan Balansó, La corona vacilante, Plaza & Janés, Barcelona, 1996.
724 Jorge de Esteban, «¿Qué pasaría si el rey abdicase», El Mundo, Magazine, 27 de enero de
2013, p. 38.
725 Mari Pau Domínguez, «Pilar Urbano: “Don Felipe está a punto…”», op. cit.
726 Carlos Cué, «Horas difíciles para la monarquía», op. cit.
727 «El apoyo a la monarquía cae a un mínimo histórico del 54 por ciento», elmundo.es, 3 de
enero de 2013.
728 «Un príncipe de sobresaliente», La Razón, 27 de enero de 2013, pp. 1, 3 y 10-24.
729 «Garantía de futuro», La Razón, editorial, 27 de enero de 2013, p. 3.
730 Francisco Marhuenda, «El difícil oficio de un príncipe», La Razón, 27 de enero de 2013, p.
10.
731 Juan José Toharia, «La corona mantiene su apego popular», op. cit.
732 Ibid.
733 José Apezarena, El príncipe, op. cit., pp. 40-43.
734 Véase capítulo 4.
735 Jesús Rodríguez, «El príncipe tranquilo», op. cit.
736 Entrevista con Antonio Fontán.
737 Antonio Caño, «El príncipe prudente», op. cit.
738 «El rey mantiene el apoyo de generales y almirantes que respaldan su continuidad al frente
de la Jefatura del Estado. Aumentan los felipistas entre jefes y oficiales jóvenes»,
monarquiaconfidencial.com, 30 de septiembre de 2013.
739 José Oneto, «Carta abierta a don Felipe de Borbón y Grecia», op. cit.
740 Jesús Rodríguez, «El tiempo del príncipe», op. cit.
741 Juan José Toharia, «La corona mantiene su apego popular», op. cit.
742 Jesús Rodríguez, «El príncipe tranquilo», op. cit.
743 Ibid.
744 Charles Powell, «La monarquía de Felipe VI», El País Semanal, 9 de mayo de 1999, p. 44.
745 Ibid.
746 Javier Tusell, «La crítica y la monarquía», El País, 18 de mayo de 2000, p. 14.
747 Jesús Rodríguez, «El príncipe tranquilo», op. cit.
748 Faustino F. Álvarez, «El papel moderador de la corona no es simbólico», Tiempo, 11 de
septiembre de 2000, pp. 14-21.
749 Ibid.
750 José Luis Martín Prieto, «Cada rey arbitra lo que puede», El Mundo, 6 de febrero de 1995,
p. 5.
751 Jorge de Esteban, «El arbitraje», El Mundo, 8 de febrero de 1995, p. 4.
752 José Joaquín Iriarte, «Conviene que el príncipe se case, pero que no se precipite», Mundo
Cristiano, diciembre de 1999, pp. 20-23.
753 Felipe de Borbón, «Mi padre el rey», ABC, 22 de noviembre de 2000, p. 3.
754 Ibid.
755 Gregorio Peces Barba, «La monarquía en la constitución de 1978», op. cit.
756 Véase capítulo 1.
757 Jesús Rodríguez, «El príncipe tranquilo», op. cit.
758 Véase capítulo 1.
759 Véase Goya Sanz y Vera Castelló, «¿Quiénes son los jóvenes que reinarán junto a Felipe?
La generación del príncipe», El Siglo, 27 de enero-2 de febrero de 2003, pp. 32-38.
760 José Apezarena, El príncipe, op. cit., pp. 298 a 302.
761 Gregorio Peces Barba, «La monarquía en la constitución de 1978», op. cit.
762 José Apezarena, El príncipe, op. cit., p. 534.
763 Ibid.
764 Javier Otero, «¿Hay que cambiar el escudo de la Casa Real?», Tiempo, 29 de diciembre de
1997, p. 18.
765 Rafael Fantoni i Beneti, «Los apellidos de los reyes», Revista Internacional de Protocolo,
número 2, 1995, p. 89.
766 Gaspar Ariño Ortiz, La corona, op. cit., p. 23.
767 Ibid.
768 Gregorio Peces Barba, «Elogio de la corona», ABC, 2 de diciembre de 1997, p. 3.
769 «70 años no son nada», El Mundo, Magazine, op. cit., p. 37.
770 Gregorio Peces Barba, «Elogio de la corona», op. cit.
771 Ibid.
772 Javier Tusell, «La crítica y la monarquía», El País, 18 de mayo de 2000, p. 14.
773 Clara Isabel de Bustos, «El príncipe de Asturias afirma que un rey tiene que ganarse el
puesto día a día», ABC, 23 de mayo de 1995, p. 37.
774 Pedro de Vega, «Los deberes de un príncipe», op. cit.
775 Joaquín Prieto, «Don Juan Carlos se defiende», op. cit.
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