Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 2

MARÍA DE LOS SANTOS CORRALES

LA “SILVIA” DE MARIANO MELGAR


Por: María Luz Crevoisier, Periodista

Las campanas de la catedral de Arequipa anuncian la celebración de un matrimonio de “gente


bien”, como murmuran las comadres que chismorrean por los alrededores del pasaje del
Sagrario, lugar donde una hermosa joven de 22 años le dio el “sí” al coronel y doctor Manuel
Amat y León aquél 24 de noviembre de 1819, siendo testigos de este magno acontecimiento los
volcanes tutelares de la antañona “Arequepay”, el “Misti” y “Chachani”.
Pero el motivo mayor de los comentarios que suscita este enlace no es solamente por el lujoso
vestido que luce la novia, además de los aderezos de piedras preciosas o el garbo del novio, sino
porque ella de nombre María, es una leyenda inventada por un poeta que la rebautizó como
“Silvia”, convirtiéndose él mismo en un verdadero mito al ofrendar su vida por una patria en
ciernes en aquellas desoladas tierras de Umachiri, aquel histórico 12 de marzo de 1815. Ahora,
su amada musa luce como esposa de un gallardo patriota, que se ha visto también envuelto en
una leyenda, como si el hado de Melgar cayera sobre todos los que estuvieron relacionados con él.
¿QUIEN FUE SILVIA?
María Santos Corrales Salazar, nació el 1 de noviembre de 1797 en Arequipa y muere a los 84 años en 1881 en esa
misma ciudad. Le pusieron el nombre de María Santos porque nació el día de Todos los Santos. Fueron sus padres José
Corrales Sanabria y Manuela Salazar, que la bautizaron a los dos días de nacida en la Catedral de Arequipa. Su madrina
era doña Petronila Salazar, hermana de la madre.
El padre era de clase media y dio a sus hijos la mejor instrucción, aspirando para sus niñas, especialmente para esta
pequeña vivaz y de gran belleza, un futuro promisorio al lado de un esposo rico. La casa solariega signada con el número
125 de la calle Beaterio era amplia, tenía dos patios y un hermoso jardín en donde la niña jugaba mucho y también
oraba, por allí pasaban los muleros provenientes de la costa y los pocos viajeros llegados a la Blanca Ciudad.
Mariano Lorenzo Melgar y Valdivieso, era primo lejano y la conoció cuando ella tenía 14 y él frisaba los 20. Fue
precisamente durante una reunión familiar -celebrando la boda de Rumualdo Corrales y María Josefa Melgar y Valdivieso,
en la que Mariano fue uno de los testigos-, cuando conoció a la adolescente y quedó prendado por su encanto. En
posteriores reuniones se volverían a encontrar, aceptando María de buen grado los galanteos del poeta igual que la
madre de ella, que veía con muy buenos ojos el romance, no así su padre y una hermana mayor, de quién se dice estaba
prendada de Mariano.
Las visitas a la casa del Beaterio y las serenatas donde Melgar volcaba con dulces yaravíes el amor que sentía por la
jovencita se tornaron frecuentes. Pero al morir la madre de María, el poeta quedó solo en su lucha por conquistar a la
esquiva Silvia. La escasa fortuna del poeta y quizá el hecho de haber estudiado en el seminario, pues Mariano Melgar
aspiraba al sacerdocio, sumado a reveses de fortuna sufridos en la casa paterna, habrían motivado que el padre de María
Santos lo alejara de su casa y de ella.
EL POETA DE LOS YARAVÍES
Mariano Melgar, además de poeta, fue músico, pintor, astrónomo, místico y patriota. Nació un 10 de agosto de 1790 en
Arequipa, siendo sus padres Juan de Dios Melgar, viudo con ocho hijos y doña Andrea Valdivieso de origen andino. A su
vez tuvieron nueve vástagos. Demostró desde niño dotes excepcionales para el aprendizaje, además de una innata
inclinación religiosa, por lo que fue internado en el Seminario “San Jerónimo”, donde realizó estudios teológicos y vistió el
hábito de clérigo.
Pero el amor lo arrastraba con fuerza y debió dejar los estudios del seminario al conocer a “ Melisa” su primera musa.
Esta niña, cuyo nombre real fue Manuela Paredes, era una muchacha sencilla, hija de un tesorero real. El idilio duró poco,
porque Manuelita no quiso saber nada con el ex seminarista. Este hecho le produjo hondo pesar y la herida abierta trató
de cerrar con el nuevo y deslumbrante amor que volvió a sentir por aquella prima lejana. Al verse rechazado también por
María Santos, decide viajar a Lima en 1811, donde estudia Jurisprudencia para mejorar su nivel social y económico.
La vieja capital virreinal está convulsa desde que en 1780 un descendiente de incas, hiciera retumbar los Andes con una
rebelión que cruzó fronteras y destruyera la creencia de que los amos extranjeros eran inmortales. José Baquíjano y
Carrillo inflamaba de patriotismo con su oratoria desde el “Mercurio Peruano” y Melgar no fue indiferente al llamado,
aquello y los versos del poeta Juan Bautista Arriaza, decidieron su destino: formar parte de los rebeldes.
Al retornar a Arequipa y encontrarse con una Silvia indiferente decidió alejarse de ella. Sale de su casa de Santa
Teresa, más conocida como la “calle india”, al decir de las gentes, pues por allí cruzaban los venidos de la sierra, de a pie
y se va a Majes, llevando sus acémilas con carga. Comienza a trabajar como campesino, vistiendo con ojotas y poncho,
como los hombres del campo. Hasta allí le llegan los rumores de la revolución del cacique de Chincheros, Mateo
Pumacahua y de los hermanos Angulo y decide plegarse a sus huestes.
El cacique llega a Arequipa el 9 de noviembre de 1814 y vence a los godos en la batalla de la Apacheta. Mientras tanto
José Pinelo y el cura Muñecas parten hacia La Paz, yéndose a Lima José Gabriel Béjar y Manuel Hurtado de Mendoza.
Pumacahua decide marchar hacia Puno donde enfrenta a Ramírez en una batalla en la que son vencidos los patriotas, es
el 12 de marzo de 1815 y ese mismo día, al caer la tarde, fue fusilado el poeta, aún no había cumplido los 25 años. Al
saber la noticia, María Santos, cayó desmayada y estuvo postrada por largo tiempo.
Antes de formar parte de las huestes patriotas, Melgar escribió su famosa “ Carta a Silvia”, extensísima misiva de 522
versos de los cuales en 126 le proclama su amor y propone matrimonio. Su destinataria no la llegó a conocer en ese
momento. Recién en 1819, cuatro años después del fallecimiento del poeta y estando ella ya casada, el hermano de
Mariano, Juan de Dios Melgar encuentra entre los objetos personales del héroe y en la ciudad de Ayacucho, los famosos
versos que inmortalizarían a Silvia. Se dice que alguna correspondencia que ella poseía debió destruir por consejo de su
confesor, seguramente al enterarse del entrañable y sincero amor que sintió por ella Melgar como lo confesaba en esta
bellísima “Carta a Silvia”, que la hizo derramar lágrimas de arrepentimiento y dolor.
Sobre el origen de Manuel Amat y León existen discrepancias entre los historiadores, pero según afirman sus
descendientes, como el Sr. Juan Barreto Boggio, fue hijo del virrey Amat y de la condesa Josefa de León, dama muy culta
y amante de la literatura, habiendo nacido en Lima el año de 1778, además era un gran patriota y amigo de Mariano
Melgar. Del matrimonio con María Santos, nacieron nueve hijos: María Isabela, Rosa Monegunda, Luis, Mariano (¿en
homenaje al poeta?), María Encarnación, María Manuela, María Siriaca y Manuel que participó con valentía en la Batalla
del Dos de Mayo, al lado de José Gálvez, en 1866. Fue amigo personal de Cáceres y más tarde Magistrado de Lima,
siguiendo la carrera de su progenitor.
Volviendo a Manuel, el esposo de María, debemos acotar que su actividad pro independentista fue intensa. Estuvo con
Pinelo cuando marchó al Alto Perú para luchar al lado del cura Muñecas, en Lampa; presentó un cuerpo total a
Pumacahua; fue sargento mayor en la plaza de Umachiri, batallando codo a codo al lado de Mariano. Después del fracaso
patriota, escapó hacia las montañas de Apolobamba y pudo, en un apoteósico viaje a pie, llegar hasta la frontera con el
Brasil y de allí mediante un indulto retornar al Perú. Recibió a Sucre en Arequipa y fue ascendido a coronel.
María Santos llegó a ver esa Patria que su adorador le profetizó iba a nacer un día, después de que San
Martín proclamara la Independencia en 1821 y en las pampas de Junín y Ayacucho se sellara la
Libertad americana tres años después.
Falleció, tal como lo certifica el sacerdote Dn. José María Cornejo, Cura Rector de la Parroquia de Santa
Marta el 8 de marzo de 1881, a los 87 años de edad y su cuerpo descansa en el cementerio de la
Apacheta, donde están también los de Melgar. Su retrato pintado por Paz de la Vega se encuentra en el
Museo Histórico Municipal de Arequipa y muestra a una dama de aproximadamente unos 64 años, de
rasgos finos, aunque subida de peso. Ella, sin quererlo, se convirtió así en la leyenda viva de una
trágica historia de amor y encendido patriotismo.
Fuente: Revista Anubis No. 5, 2 octubre, 2014 por Litavel.
Recuperado de https://revistaanubis.wordpress.com/2014/10/02/maria-santos-corrales/

También podría gustarte