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Don McCaskill*
Jeff Rutherford**
1 Aunque Yunnan técnicamente no forma parte del sudeste asiático, tiene numerosos gru-
pos indígenas en común con los otros países.
2 El término pueblos indígenas, tal como se usa en el contexto del sudeste asiático, difiere
del uso más común del término en Norteamérica, Australia o Nueva Zelanda, naciones
donde los pueblos indígenas fueron denominados pueblos tribales, indios, pueblos nativos,
pueblos aborígenes y más recientemente, Primeras Naciones. En ese contexto, el término
hace referencia a los habitantes originales que viven en un territorio desde tiempos inme-
moriales, fueron sometidos por los regímenes coloniales y a raíz de que ocupan un terri-
torio, poseen ciertos derechos de usufructo (derechos de ocupación y utilización) respecto
de las tierras. Dichos derechos con frecuencia están codificados en acuerdos legales tales
como tratados y en otro tipo de legislación. Los intentos de asimilación posteriores efec-
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tuados por medio de instituciones draconianas tales como escuelas para pupilos dieron
origen a graves problemas sociales y una importante pérdida cultural.
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Figura 1
Territorio continental del sudeste asiático
Tomado de Eversole, R.; McNeish, J. A. and Cimadamore, A. (eds.) 2005 Indigenous peoples and poverty. An international perspective
(London/New York: Zed Books).
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norte de Tailandia, por ejemplo, reveló que la mayoría (el 53%) de los
alimentos consumidos se recolectan día a día en el bosque (40%) o son
cultivados por los mismos individuos en sus arrozales o campos de rota-
ción de cultivos (13%) (Carrier, 2002). Quinto, los cercamientos amena-
zan la perpetuación de los conocimientos y la cultura locales. Dado que
su escuela está cercada, los jóvenes no pueden aprender de sus mayores,
y los preciados conocimientos sobre la biodiversidad y los usos medici-
nales de las plantas del bosque se pierden para siempre. Por último, las
prácticas de utilización tradicional de la tierra pasan a ser un delito.
El término “cultivo migratorio”, conocido en forma despectiva
como “de tala y quema”, encapsula una diversidad de prácticas de uti-
lización tradicional de la tierra que abarca desde métodos destructivos
a otros ecológicamente sustentables. Las leyes forestales por lo general
no discriminan entre los distintos tipos de prácticas: dado que todas
implican la tala de árboles, todas son ilegales. Cortar árboles y quemar
sus restos, aun cuando se haga en parcelas que fueron taladas y regene-
radas innumerables veces por generaciones de granjeros, es penalizado
por ley. Así, la tierra disponible para los granjeros queda limitada, y
en consecuencia estos deben escoger entre violar la ley y ponerse en
peligro a fin de obtener sus alimentos de forma tradicional o adoptar
la agricultura química. Las posibilidades de lograr una tenencia per-
manente en las montañas son escasas y las alternativas se limitan a la
inanición y a un futuro despojo ambiental.
La importancia de los bosques para la sociedad en su conjunto –y
los peligros que puede ocasionar el cultivo migratorio, entre los que se
encuentra el incendio forestal– deben equilibrarse con las necesidades
culturales y de medios de vida de los pueblos indígenas. La intransi-
gencia de los departamentos forestales y otros organismos estatales,
no obstante, impide llegar a soluciones innovadoras para abordar los
problemas (tales como el crecimiento poblacional y la degradación am-
biental) y analizar cuáles son las oportunidades de los pueblos mon-
tañeses. Los componentes potenciales de la adaptación sustentable se
retiran de la mesa de negociaciones, aun cuando ofrecen perspectivas
concretas de futuro sostenible (por ejemplo la agricultura orgánica, el
turismo basado en las comunidades, la mejora del sistema de barbecho
forestal con especies de plantas comercializables tales como ratán y té,
y el reemplazo del fuego por la utilización de abonos vegetales).
Reubicación de la población. Los planes estatales para reubicar
segmentos de la población nacional varían a lo largo de la región: desde
incentivos en la RDP Lao tales como escuelas y clínicas estatales, hasta
el castigo de la limpieza étnica en Birmania. Se han llevado a cabo pla-
nes de reubicación en nombre de la seguridad nacional, el desarrollo
económico y la protección ambiental, según la época y los imperativos
del estado. En Tailandia y la RDP Lao, las poblaciones indígenas de las
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3 Los principales objetivos del Proyecto Thammacarik son los siguientes: difundir el budis-
mo entre los habitantes de las tierras altas; prestarles los servicios básicos de salud y edu-
cación, y resolver problemas de emergencia; convencer a los habitantes de las tierras altas
de volverse tailandeses; y enseñarles sus deberes morales y cívicos (Leepreecha, 2001).
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4 McCaskill, entrevista con el cacique del pueblo, provincia de Chiang Rai, 2003.
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ros visitaron dicho país, lo cual generó USD 4,9 millones. La cantidad
de visitantes se incrementó a casi 2 millones en 1980, generándose USD
442,5 millones), a 5,3 millones en 1990 (generándose USD 2.750 mi-
llones), y a 7,8 millones en 1998, que dejaron en el país USD 6.100 mi-
llones (Alpha Research Co., 2000). La industria afecta a las montañas
y a sus habitantes principalmente de cuatro formas. Primero, muchos
turistas que visitan el norte, con frecuencia pasan la noche en las aldeas
de las tierras altas después de haber caminado por el bosque o monta-
do en elefante para llegar hasta allí. Esto podría hacerse de forma más
conveniente, aunque menos espectacular, por la ruta. Segundo, vender
artesanías a los turistas representa una importante fuente de ingresos
para las familias más pobres. Esta actividad se lleva a cabo en la aldea,
en los mercados esparcidos junto a las principales rutas de montaña,
o en las áreas turísticas de ciudades como Chiang Mai y Chiang Rai.
Tercero, en la década del noventa los urbanizadores se peleaban por
la tierra para construir centros turísticos de alto nivel en las montañas
a fin de satisfacer el auge del turismo extranjero y la demanda de los
tailandeses urbanos, que buscaban un escape de las ciudades cada vez
más congestionadas. Una cuarta área de importancia es la presión que
el gobierno tailandés ejerce sobre el departamento de parques naciona-
les para que este se convierta en una entidad que genere ingresos.
Con excepción del papel del estado en la prestación de servicios
a los turistas en los parques nacionales y la inversión de la Autoridad
de Turismo de Tailandia en publicidad y promociones, las instituciones
estatales cumplen una función mínima en esa actividad dentro de la
zona norte. El sector privado, en especial las pequeñas y medianas em-
presas, lleva la delantera. Forsyth marca una diferencia entre turismo
regulado y no regulado, el primero de los cuales está restringido en lo
geográfico a lugares tales como los parques nacionales. En este sentido,
en el norte de Tailandia y en los países vecinos la mayor parte de esa
actividad corresponde al tipo no regulado y crece “sin las restricciones
espaciales ni administrativas que existen en el ‘ambiente’ de un parque”
(Forsyth, 1995). Las pruebas para determinar si este tipo de turismo
sirve o perjudica al medio ambiente son confusas. Tal actividad puede
reducir la degradación ambiental al brindar a los granjeros una fuente
de ingresos alternativa a la agricultura. Así, se podría aliviar la presión
sobre la tierra, en tanto se retira mano de obra de la agricultura al mis-
mo tiempo que ingresa dinero para comprar innovaciones que mejo-
ren el rendimiento y ayuden a la tierra, como los fertilizantes. Por otra
parte, a medida que una sociedad como Tailandia se desarrolla econó-
micamente, y cada vez más la tierra es considerada una inversión y no
un recurso, surge una industria de centros turísticos que requiere talas
en los bosques y una mayor demanda sobre los limitados recursos del
agua. Tales urbanizaciones, que incluyen centros de lujo y campos de
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7 McCaskill, entrevistas con los habitantes del pueblo hmong, provincia de Chiang Rai,
2003.
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8 McCaskill, entrevistas con los habitantes del pueblo hmong, provincia de Chiang Mai,
2004.
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9 McCaskill, entrevistas con los habitantes del pueblo karen, provincia de Chiang Mai,
2003.
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