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Amparo Individual

Corrientemente se ha definido al Amparo, como una acción judicial breve y sumaria, destinada a
garantizar los derechos y libertades constitucionales, que por haber sido presuntamente
conculcados debían ser restablecidos con urgencia; encontrándose exceptuada la libertad física,
específicamente protegida por el Hábeas Corpus.

En Argentina, el amparo tuvo raigambre eminentemente pretoriana en los leading cases “Siri”
(año 1957) y “Kot” (año 1958) – a los que nos referiremos solo tangencialmente dada la
abundante bibliografía que los explicita en detalle - marcando un antes y un después a partir de
que la Corte Suprema de Justicia de la Nación admitió, pese a la ausencia de regulación procesal
específica, la existencia de una acción destinada a la protección de los derechos no alcanzados por
el hábeas corpus, ya que se estimó que los preceptos constitucionales y la experiencia institucional
reclamaban de consuno el deber de asegurar el goce y ejercicio plenos de las garantías
individuales para la efectiva vigencia del Estado de Derecho, cuando ya desde 1956 la institución
se encontraba consolidada en el derecho comparado.

En el primer caso, se protegía la libertad de prensa frente a una violación del poder público,
cuando Ángel Siri, propietario del periódico “Mercedes” fue detenido clausurándose el diario a la
vez que se mantuvo una consigna policial al frente del establecimiento aún después de su
liberación.

Rechazado en Primera y Segunda Instancia su reclamo de que se proveyera lo necesario para


hacer cesar la restricción de sus derechos (libertad de imprenta y trabajo), los Magistrados
interpretaron que se trataba de un recurso de hábeas corpus que solo protegía la libertad física o
corporal siendo que en verdad el actor se encontraba en libertad.

Es entonces la Corte Suprema de Justicia la que advierte – previo informe sobre la subsistencia de
la clausura – que el recurrente nunca había invocado que articulaba un hábeas corpus, sino que
accionaba por la garantía de la libertad de imprenta y trabajo (Arts. 14, 17 y 18 CN) con lo cual
bastaba la comprobación inmediata de que la garantía constitucional invocada se hallaba
manifiestamente restringida sin orden de autoridad competente y sin expresión de causa que la
justificara, para que la misma fuera restablecida por los Jueces en su integridad

En ausencia de reglamentación procesal, este fallo reivindicó la intervención de los jueces, no ya


como “facultad” sino como “deber” al decir que las garantías individuales existen y protegen a los
individuos por el solo hecho de estar consagradas en la constitución y con independencia de las
leyes que reglamentan su ejercicio, contando con el voto disidente del Dr. Carlos Herrera, que
sostuvo que la jurisdicción proviene de la ley y los agentes del Poder Publico deben ajustarse a
ella.

En este caso, el valor de la sentencia dictada, radica en la consagración de la operatividad de los


derechos y garantías fundamentales con prescindencia de su reglamentación legal, lo que se
sumaba al deber de la Judicatura de arbitrar los medios necesarios para efectivizarla, consagrando
una doctrina de gran apertura .

En el segundo caso, Juan Kot, titular de la empresa “Manuel Kot S.A” requirió la restitución del
inmueble en que funcionaba una fábrica textil ocupada por los trabajadores en disconformidad
con la decisión de la patronal de reincorporar sólo a algunos de ellos y luego de que la autoridad
administrativa hubiere declarado la ilegalidad de la medida de fuerza, lo que condujo a la
paralización del establecimiento por varios meses, restringiéndose por tanto la libertad de trabajo.

En las dos Primeras Instancias fracasó, porque se caratuló como denuncia de usurpación, a pesar
de haberse acreditado que la ocupación había tenido como causa un conflicto laboral y no el
despojo de la posesión del inmueble con ánimo de someterlo al ejercicio de un derecho de
propiedad.

Cuando la Cámara rechazaba la apelación, y ante el mismo Tribunal, el apoderado de la empresa


promovió “Recurso de Amparo” invocando el caso “Siri”. La Alzada, incurriendo en idéntico error
que en el caso antecedente, lo rechaza considerando que el hábeas corpus tenía por objeto
esencial la protección de la libertad corporal, no resultando extensiva a la protección de otros
derechos.

La Corte, al resolver el recurso extraordinario federal, entendió que se había deducido una
garantía distinta a la que protege la libertad corporal; pero admitió que en ambos casos la
protección era expeditiva y rápida.

Como consecuencia; verificada la lesión a los derechos de trabajo, propiedad y libre actividad,
ordenó restituir la fábrica a sus propietarios invocando la Jurisprudencia del caso “Siri”, con la
diferencia de que aquí se admitía la acción respecto de una restricción al derecho que emanaba
del acto de un particular, lo que condujo a una solución más cuidadosa respecto de la que los
jueces no podían distinguir donde la Constitución no lo hacía, destacándose además que si bien se
había intentado antes otra vía procesal ante el fuero criminal, se justificó la especialidad del
amparo como único medio procesal apto para restablecer de inmediato el derecho restringido.

El Alto Tribunal – con una integración distinta a la anterior - determinó en esta verdadera doctrina,
las características de la acción, al considerarla como excepcional y reservada a las delicadas y
extremas situaciones en las que, ante la ausencia de otras vías legales, se pone en peligro la
salvaguarda de derechos fundamentales del hombre para lo cual se requirió la evidencia de la
violación constitucional, la falta de debate amplio y la configuración de un daño grave a un
derecho constitucional.

Es así que llegamos al año 1966 cuando aparece la regulación legal del Amparo con la Ley 16.986 ,
la que se sanciona dentro del gobierno de facto del General Juan Carlos Onganía y que si bien
ordena el tema, lo hace con restricciones pronunciadas al consagrar por ejemplo, la exigencia de
que no haya otra vía judicial o administrativa alternativa para su procedencia o que quede vedada
la posibilidad de declarar la inconstitucionalidad de la norma que origina el proceder reprochable.
La pretensión de esta ley fue dar vigencia a la institución y poner fin a la falta de certeza por la
aplicación dispar de los distintos Tribunales del país, instaurando un trámite especial para el
amparo que lo apartaba del Habeas Corpus, como una acción más conectada al derecho procesal
constitucional que a cualquier otra disciplina.

Para algunos, restringía la acción como institución básica para el convivir argentino; y en lugar de
facilitar el acceso a la Justicia convertía en obstaculizante su progreso por la limitación que
imponía para su admisibilidad, a lo que se sumaba la redacción del Art. 321 del CPCCN, que
receptaba el amparo cuando iba dirigido contra actos de particulares.

Muchos años después, en 1994, la reforma constitucional incorporó el Amparo en su Primera


Parte, Capítulo Segundo rotulado “Nuevos Derechos y Garantías” y de su propia redacción
podemos inferir los caracteres más salientes que presenta como una verdadera acción irrestricta,
que garantiza con su promoción el ejercicio de derechos constitucionales y que es expedita,
incondicional, rápida y específica para proteger a los ciudadanos de los actos arbitrarios o ilegales
provenientes de autoridades públicas o de particulares. ART. 43

Reconocerla como garantía constitucional, atiende a los derechos que se pretenden garantizar a
través de su ejercicio.- Tildarla de expedita e incondicional le atribuye estar libre de estorbos como
camino conducente a un pronto obrar sin vicios manifiestos que la condicionen.- Calificarla de
rápida y específica proclama que la respuesta del Estado y la tramitación misma están imbuidas de
rapidez, lo que bajo ningún punto de vista implica ligereza, atribuyéndola en favor exclusivo del
afectado.- Mientras que la arbitrariedad en la conducta reprochable objeto del amparo, se
exterioriza mediante un proceder irracional, injusto o ilegal producto de un mero capricho.-

En la República Argentina la reforma constitucional conservó la redacción de dicha ley para


caracterizar el acto lesivo objeto del amparo y estableció las dos formas de legitimación reguladas
en nuestra legislación (contra actos del Estado y contra actos de particulares) integrando el vacío
de la Ley 16.986 en concordancia con el Art. 321 inc. 2 CPCCN) y exigiendo para su admisibilidad
formal la inexistencia de otro medio judicial hábil para hacer cesar la violación, restricción ilegítima
o peligro que impidiera el goce y ejercicio de un derecho (Art. 43 CN).- En este punto es menester
aclarar que de haberlas; basta con demostrar que las otras vías no resultan aptas para lograr la
protección que se persigue mediante el cese del acto que origina la lesión.-

TIPOS DE AMPARO

- CONTRA ACTOS DE AUTORIDAD PÚBLICA


- CONTRA ACTOS DE PARTICULARES

- INDIVIDUAL
- COLECTIVO
- AMPARO POR MORA- ART 28 DE LEY DE PROCEDIMIENTOS ADMINISTRATIVOS, MORA POR
OMISIÓN DE RESOLUCIÓN DE ´PETICIÓN ANTE AUTORIDADES ADMINISTRATIVAS Y
OBTENER RESPUESTA A ELLO

- AMPARO POR DEMORA DE AFIP- LEY 11683

- AMPARO ELECTORAL – CÓDIGO ELECTORAL

- AMPAEO POR RETENCIÓN CÍVICA DEL SUFRAGIO

- AMPARO SINDICAL – LEY 23551

Caso Yapura

Los jueces Enrique Santiago Petracchi, Elena I. Highton de Nolasco, Carlos S. Fayt, Juan Carlos
Maqueda y Ricardo Luis Lorenzetti, integrantes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en los
autos caratulados “Yapura, Gloria Catalina c/Nuevo Hospital El Milagro y Provincia de Salta
s/Amparo”, entendieron que resulta un exceso de rigor formal el rechazo de la acción impetrada
por el simple hecho que existan otros remedios judiciales de menor rapidez procesal, ya que la
actora por su situación, requiere una rápida respuesta judicial, considerando además que la
sentencia recurrida es asimilable a definitiva, por lo que la queja es admisible.

Por su parte, Carmen M. Argibay, votó en disidencia, afirmando que el recurso no se adecua a lo
establecido en el artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.

La actora, madre de tres hijos y uno en camino al momento de interponer la acción expedita de
amparo, quien vive una situación de extrema pobreza donde el único medio de vida con el que
cuenta su familia es el de un plan trabajar, solicitó a la justicia que se le liguen las trompas a fin de
no poder procrear nuevamente.

El Juzgado de primera instancia de Salta consideró que la vía elegida no era la correcta, ya que
podía solicitar el mismo objeto procesal mediante otro remedio judicial.

Esta decisión fue recurrida por la actora ante el máximo tribunal de la Provincia de Salta. Este
tribunal confirmó lo decidido por el a quo y rechazó además el recuso extraordinario federal
contra esta segunda decisión jurisdiccional.

El recurso de queja fue sostenido ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación por la Defensora
ante este máximo tribunal nacional.

El Procurador General, Marta A. Beiró de Goncalvez, afirmó que correspondía analizar el recurso y
declararlo admisible, ya que la sentencia recurrida puede asimilarse a tal por generar perjuicios de
imposible reparación ulterior.
Sin expedirse sobre el fondo del asunto de manera expresa, entendió que aun cuando exista otra
vía más lenta en la solicitud del objeto procesal pretendido, el sólo rechazo por esa circunstancia
es de un rigor formal extremo, incompatible con las garantías constitucionales.

Teniendo en cuenta la situación de la actora, dictaminó a favor que proceda la tramitación de la


autorización por la vía del amparo.

La mayoría de los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, adhirieron a los


expuesto por el agente fiscal, haciendo lugar al recurso de queja, debiendo volver a la instancia
primigenia a fin que se lleve a cabo el procedimiento jurisdiccional por la vía del amparo.

En cambio Carmen M. Argibay, entendió que el recurso de queja no se adecuó a las exigencias del
artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, por lo que votó por la declaración
de inadmisibilidad.

Por ello, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, quien no se expidió sobre el fondo de la
cuestión –si corresponde o no la ligadura de trompas en un hospital público, es decir la disposición
de la propia capacidad de fecundar y la problemática de la automutilación-, declaró admisible el
recurso de queja, y ordenó que se le de curso procesal por la vía del amparo.

Esta cuestión renueva la discusión sobre el tema de la ligadura de trompas y la vasectomía que
desde la semana pasada tiene tratamiento en la Cámara de Diputados de la Nación a partir de un
proyecto de ley que regula el consentimiento informado del solicitante de la intervención sin
necesidad de una autorización judicial.

En dicho proyecto se intenta establecer también la gratuidad de dicha intervención, ya sea en los
nosocomios públicos, como en la cobertura básica de las Obras Sociales.

Caso Villareal

En el día de la fecha, la Corte Suprema -con la firma de los doctores Lorenzetti, Fayt y Maqueda-
ordenó a la Anses que devuelva al actor -jubilado en el año 2007- los aportes voluntarios que
había efectuado a la Administradora de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) a la cual se
encontraba afiliado (causa “Villarreal, Mario J. c/ PEN, PLN y Máxima APJP s/ amparo”).

Para así decidir, la Corte Suprema afirmó que la ley 26425 y la resolución 290/09 de Anses daban
al aportante la posibilidad de elegir entre transferir esos fondos a la Anses para mejorar su
jubilación, o enviarlos a una Administradora de Fondos y Aportes Voluntarios y Depósitos
Convenidos (AFAVyDC) para que se encargue de administrarlos.

Sin embargo, Anses nunca habilitó esta opción porque nunca publicó el listado de las
administradoras autorizadas y tampoco mejoró el monto de la jubilación del actor al considerar
sus aportes voluntarios. Ante este incumplimiento por parte de Anses, el actor se vio impedido de
acceder a los fondos que había voluntariamente aportado.
La Corte Suprema explicó que de esta imposibilidad de acceder –de una u otra forma de las
previstas en la ley- a los fondos que había aportado en exceso de los aportes obligatorios y por
decisión propia, se derivan dos consecuencias reñidas con el sistema de derechos que establece
nuestra Constitución Federal.

La primera es que el jubilado ha sido privado de las sumas que aportó en concepto de aportes
voluntarios sin que exista ningún tipo de justificación estatal para hacerlo, privación que afecta el
carácter integral e irrenunciable de la jubilación reconocido en el artículo 14 bis.

La segunda es que el Estado Nacional se ha enriquecido con esos fondos a costas del jubilado sin
causa legal que lo justifique y, en consecuencia, ha violado el mandato constitucional del artículo
19 según el cual ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley.

Asimismo, destacó que era imposible concluir que las sumas aportadas voluntariamente quedasen
en forma definitiva en poder del Estado, pues el legislador no había previsto que dichos aportes
pasaran a integrar los fondos que administraba Anses, sino que le había asignado al Poder
Ejecutivo la tarea específica de reglamentar la forma en que iban a mejorar el haber previsional, lo
que no había ocurrido.

La Corte Suprema subrayó que este incumplimiento lleva más de 6 años, desde la promulgación de
la ley en el 2008, lo cual constituye un tiempo a todas luces irrazonable. Ante la violación
continuada del derecho de propiedad del jubilado, el Tribunal resolvió que correspondía la
devolución de los fondos oportunamente depositados como única manera de enmendar la
situación de omisión normativa por parte de Anses.

La doctora Highton de Nolasco firmó en disidencia por remisión en forma parcial al dictamen de la
Señora Procuradora General de la Nación, que sostiene que el régimen de la ley 26.425 no vulneró
el derecho de propiedad del jubilado. Entiende que los aportes voluntarios no eran depósitos
sobre los que recayera un derecho de esa naturaleza. Por el contrario, solo generaban una
expectativa a una mejora en su haber previsional.

Guía de estudio Acciones colectivas

A partir de la reforma constitucional del año 1994 se reconocieron nuevos derechos, tales como el
derecho al ambiente sano, los derechos de usuarios y consumidores, el derecho a la no
discriminación.

Ahora bien, estos nuevos derechos requieren nuevas formas de tutela judicial, dado que tienen
una naturaleza diferente a los derechos tradicionalmente consagrados en la Constitución, los
llamados derechos individuales. En consonancia con esta naturaleza diversa, el constituyente
previó una nueva garantía judicial, que es el amparo colectivo y que se encuentra regulado en el
art. 43, 2do párrafo de la Constitución Nacional.

Una de las diferencias más importantes del amparo colectivo en relación con el amparo individual
es el reconocimiento de una legitimación "anómala" o extraordinaria para perseguir la protección
de derechos de incidencia colectiva. Esto significa que se reconoce legitimación a personas
distintas a la titular de la relación jurídica sustancial debatida en el pleito (legitimación tradicional).

Una primera aclaración: el reconocimiento de esta legitimación amplia o anómala no implica que
no se deba demostrar la existencia de CASO, CAUSA o CONTROVERSIA, la que se configurara de un
modo diverso según el tipo de derecho de que se trate. Para ello, repasen el fallo Halabi.

Otra aclaración: si bien el art. 43 se refiere a amparo colectivo, hoy podemos hablar de acciones
colectivas.

Es decir, siempre que estemos en presencia de derechos de incidencia colectiva será factible
procurar su tutela a través de una acción de tipo colectiva, quedando a criterio del litigante qué
tipo de acción se entablará. A título de ejemplo, el caso PADEC c. Swiss Medical no es un amparo
sino un proceso ordinario. Todo lo relacionado con la categorización de derechos de incidencia
colectiva así como las reglas procesales aplicables a ese tipo de procesos en particular resulta
extensible a todas las acciones colectivas.

Sin embargo, para la procedencia del amparo colectivo, deberán estar reunidos los requisitos
establecidos en el art. 43. Es decir, el amparo colectivo es un subtipo o una subespecie de la acción
de amparo, es decir que los requisitos de procedencia de dicha acción resultan aplicables al
amparo colectivo. Claro está que por la naturaliza propia de los derechos debatidos en el caso del
amparo colectivo, algunas cuestiones deberán analizarse con ciertos matices.

Por otra parte desde ya se aclara que la Ley 16986 regula el amparo individual, no existiendo en la
actualidad una regulación legislativa del amparo colectivo, lo que como veremos conlleva algunos
problemas.

¿QUE ES UN DERECHO DE INCIDENCIA COLECTIVA? (DIC)

Toda vez que las acciones colectivas, y dentro de ellas el amparo colectivo, tienen por objeto la
tutela de derechos de incidencia colectiva, interesa entonces saber cuándo estamos en presencia
de este tipo de derechos.

En este sentido, ha habido una evolución jurisprudencial y doctrinaria, que ha ido ampliando la
conceptualización de lo que entendemos por DIC, partiendo de una interpretación más restrictiva
a una más amplia que es la que hoy es aceptada, que es la sintetizada por la Corte en el fallo
Halabi y que podríamos resumir en el siguiente cuadro:
Patrimoniales

INdividuales BIEN COLECTIVO (Ej.


Extrapatrimoniales
ambiente sano, salud
púbica)
que recaen sobre
bienes colectivos
Pretensión focalizada
Derechos
en la incidencia
colectiva del derecho

De Inc.
colectiva
Causa fáctica común

Que recaen sobre


intereses individuales Pretensión focalizada
homogéneos en los aspectos
colectivos de los
efectos del hecho

Afectación del acceso


a la justicia o
existencia de un fuerte
interés estatal

Es importante asimismo distinguir, como anteriormente dijimos, cómo se configura la noción de


CASO, CAUSA y CONTROVERSIA según estemos en presencia de un tipo de derecho o de otro, para
lo cual deben repasar el fallo HALABI. Asimismo, el tipo de derecho de que se trate determinará
quién esta legitimado para iniciar una acción en procura de su tutela:

Derechos individuales: el titular de la relación jurídica sustancial debatida en el pleito, es decir el


afectado.

Derechos de incidencia colectiva (cualquiera de los dos subtipos): el afectado, el defensor del
Pueblo, las Asociaciones que tengan entre sus fines la protección de ese derecho.

Como dijimos anteriormente, no existe en la actualidad una regulación legal del proceso de
amparo colectivo. Si existen algunas disposiciones en normativas específicas, por ejemplo en la Ley
de Defensa del Consumidor (art. 52 y ss.) y en la Ley General de Ambiente (arts. 30 y 33) y las
Acordadas dictadas por la Corte en la materia (32/14).

Debido a esta falta de regulación normativa, la propia Corte ha señalado a partir de Halabi algunos
aspectos que los magistrados deben tener en cuenta, que en su mayoría se encuentran
relacionados con la necesidad de garantizar el derecho de defensa en juicio de quienes pueden
verse afectados por la decisión a dictarse en un proceso en el que no han sido parte. Algunas de
esas cuestiones fueron luego recogidas en la Acordada 12/16, que establece un Reglamento de
Actuaciones en Procesos Colectivos. Entre estos aspectos se encuentran:

 La precisa identificación del colectivo afectado por la causa fáctica común


 La idoneidad de quien asume la representación de ese colectivo ("clase")
 Un planteo que involucre cuestiones de hecho y derecho comunes al colectivo
 La notificación a todos los posibles afectados y asegurar la posibilidad de optar por quedar
fuera o dentro del proceso
 Mecanismo de publicidad de las acciones para evitar la multiplicación o superposición de
procesos colectivos con idéntico objeto y el consecuente dictado de sentencias
contradictorias (Acordada 32/14)

Finalmente, otra cuestión de relevancia en relación con el amparo y los procesos colectivos, es el
análisis de qué efectos tiene la sentencia dictada en este tipo de procesos. Hay algunas
regulaciones específicas al respecto en la Ley de Defensa del Consumidor y en la Ley General de
Ambiente.

La idea es que lean cada uno de los fallos indicados tratando de identificar qué tipo de derecho se
encuentra en juego (individual, DIC sobre un bien colectivo o sobre intereses individuales
homogéneos) o cómo se configura en cada uno de ellos la existencia de CASO, CAUSA o
CONTROVERSIA.

Caso Halabi

La Corte Suprema de Justicia de la Nación creó este martes la acción de clase para proteger
derechos homogéneos, en el marco de una causa en la que se analizó la inconstitucionalidad de
las normas que autorizan la intervención de comunicaciones telefónicas y por Internet. En el cons.
12º del fallo, después de hablar de los derechos individuales y de los colectivos, la Corte ve en el
segundo párrafo del art. 43 C.N. "una tercera categoría conformada por derechos de incidencia
colectiva referentes a intereses individuales homogéneos"

La decisión del Máximo Tribunal permite que una sentencia tenga efectos para todos los
ciudadanos que padecen un mismo problema, sin necesidad de tener que iniciar un juicio.

La causa se inició por la demanda de un particular, en la que pidió se declare la


inconstitucionalidad de la ley 25.873 y de su decreto reglamentario (1563/04), porque consideró
que, al disponer la intervención de las comunicaciones sin determinar en qué casos y con qué
justificativos, violan el derecho a la privacidad, en su condición de consumidor, y el derecho a la
confidencialidad, en su condición de abogado.

En el marco del caso ("Halabi, Ernesto c/ PEN ley 25.873 y decreto 1563/04 s/ amparo"), la
Corte había convocado a una audiencia pública, que se celebró el 2 de julio último, a la que
concurrieron, además de las partes, el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal y la
Federación Argentina de Colegios de Abogados, quienes argumentaron en contra de la
constitucionalidad de la ley (los videos de la audiencia pública puede verlos en la
sección Multimedia).

La sentencia tiene dos aspectos relevantes: por un lado crea la acción de clase, esto es una
garantía de los derechos de dimensión colectiva, y por otro protege la privacidad en el uso de
Internet y telefonía personal frente a posibles intromisiones de organismos del Estado.

a) Creación de la acción colectiva:

- La sentencia destaca que hubo una mora del legislador al no dictar una ley para facilitar el acceso
a la justicia, y siendo estos derechos constitucionales de carácter operativos, es obligación de los
jueces darles eficacia.

- Hay casos en que por una sola causa se afectan los derechos de numerosas personas y en los que
resulta muy difícil para cada uno de los afectados promover una acción judicial. En estos supuestos
resulta afectado el acceso a la justicia.

- Hay una clara afectación del acceso a la justicia, porque no se justifica que cada uno de los
posibles afectados de la clase de sujetos involucrados deba promover una nueva demanda
peticionando la inconstitucionalidad de la norma.

- Dado que es la primera oportunidad en la que se delinean los caracteres de la acción colectiva y
que no existe una reglamentación al respecto, cabe ser menos riguroso a la hora de evaluar el
resto de los recaudos que habrá que exigir en lo sucesivo en procesos de esta naturaleza.

- Para el futuro es indispensable formular algunas precisiones dirigidas a los jueces que traten este
tipo de acciones:

Se debe resguardar el derecho de la defensa en juicio, de modo de evitar que alguien pueda verse
afectado por una sentencia dictada en un proceso en el que no ha tenido la posibilidad efectiva de
participar.

Se debe verificar la precisa identificación del grupo o colectivo afectado, la idoneidad de quien
pretenda asumir su representación y la existencia de un planteo que involucre, por sobre los
aspectos individuales, cuestiones de hecho y de derecho que sean comunes y homogéneas a todo
el colectivo.

Se debe arbitrar un procedimiento apto para garantizar la adecuada notificación de todos aquellas
personas que pudieran tener un interés en el resultado del litigio, de manera de asegurarles tanto
la alternativa de optar por quedar fuera del pleito como la de comparecer en él como parte o
contraparte.

Se deben implementar adecuadas medidas de publicidad orientadas a evitar la multiplicación o


superposición de procesos colectivos con un mismo objeto a fin de aventar el peligro de que se
dicten sentencias disímiles o contradictorias sobre idénticos puntos.
b) Protección de la privacidad:

La Corte señala que las restricciones autorizadas por la ley en cuestión están desprovistas del
imprescindible grado de determinación que excluya la posibilidad de que su ejecución concreta
por agentes de la administración quede en manos de la más libre discreción de estos últimos,
afirmación que adquiere primordial relevancia si se advierte que desde 1992 es la Dirección de
Observaciones Judiciales de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), que actúa bajo la órbita
del Poder Ejecutivo, la que debe cumplir con los requerimientos que formule el Poder Judicial en
orden a la interceptación de comunicaciones telefónicas u otros medios de transmisión que se
efectúen por esos circuitos.

Ello es así por cuanto, en el marco de la transferencia de la prestación del servicio de


telecomunicaciones de la ex Empresa Nacional de Telecomunicaciones a licenciatarias privadas, el
decreto 1801/1992 dispuso que la Dirección de Observaciones Judiciales de aquélla empresa
estatal pasara a depender de la SIDE, a los fines de cumplir con dichos requerimientos de los
jueces.

El juicio

El actor, Ernesto Halabi promovió acción de amparo reclamando que se declare la


inconstitucionalidad de la ley 25.873 y de su decreto reglamentario, n° 1563/04, en cuanto
autorizan la intervención de las comunicaciones telefónicas y por Internet sin que una ley
determine “en qué casos y con qué justificativos” puede llevarse a cabo. Solicitó la declaración de
inconstitucionalidad de normas mencionadas porque consideró que violaban el derecho a la
privacidad en su condición de consumidor y además, el derecho a la confidencialidad en su
condición de abogado.

Sentencias anteriores

En primera instancia se hizo lugar a la demanda, argumentando que la ley y su decreto eran
demasiado amplios y no dejaban en claro en qué casos y con qué justificativos pueden ser
utilizados los datos personales obtenidos del modo cuestionado en esta causa. La Sala II de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal confirmó dicho
pronunciamiento. El Estado Nacional interpuso recurso extraordinario.

El caso en la Corte

La impugnación del Estado Nacional se dirigió exclusivamente a descalificar el efecto erga omnes
que la cámara atribuyó a su pronunciamiento.

Fallo PADEC C. SWISS MEDICAL

En la causa “PADEC c/ Swiss Medical S.A.” la Corte Suprema reconoció que una asociación de
usuarios y consumidores (PADEC) puede iniciar una acción colectiva para obtener la nulidad de
una clausula contractual que autoriza a una prestadora de medicina prepaga a modificar
unilateralmente el valor de las cuotas mensuales que cobra a sus afiliados.

La decisión de la mayoría del Tribunal –integrada por los Dres. Lorenzetti, Higthon de Nolasco,
Fayt, Maqueda y Zaffaroni- ratificó el criterio sentado en el precedente “HALABI” (fallado el 24 de
febrero de 2009) y reconoció que una asociación de usuarios y consumidores puede accionar
judicialmente para cuestionar un hecho o acto que ocasionaría una lesión a una pluralidad de
individuos.

Para ello, el tribunal destacó que en el caso se impugnaba el contrato tipo que suscriben quienes
se afilian a la empresa de medicina prepaga y el planteo se orientaba a cuestionar un “efecto
común” que este produce a todo el colectivo de afiliados de la demandada. Asimismo, se señaló
que dada la escasa significación económica individual de las sumas involucradas, no aparecía
justificado que cada uno de los posibles afectados promoviera su propia demanda, de manera que
la acción colectiva iniciada por la asociación actora permitía tutelar el interés de los afiliados.

También se destacó que las previsiones contenidas en la Ley de Defensa del Consumidor permitían
afirmar que por vía de una acción colectiva pueden introducirse planteos como el examinado.

Finalmente, se instruyó al magistrado de primera instancia para que encuadrara el trámite del
proceso como una acción colectiva (en los términos del articulo 43 de la Constitución Nacional y
del artículo 54 de la ley 24.240) y, entre otros recaudos, arbitrara un procedimiento apto para
garantizar la adecuada notificación de todas aquellas personas que pudieran tener un interés en el
resultado del litigio, de manera de asegurarles tanto la alternativa de optar por quedar fuera del
pleito como la de comparecer en el como parte o contraparte.

El juez Petracchi, en su voto, destacó que el art. 42 de la Constitución Nacional, según la reforma
de 1994, confiere a los consumidores y usuarios de bienes y servicios el derecho a la protección de
sus intereses económicos, mientras que el art. 43 amplía el espectro de sujetos legitimados para
demandar incluyendo a las asociaciones que propendan a esos fines. Sostuvo que PADEC se
hallaba legitimada en la causa de acuerdo al objeto previsto en su estatuto, y que si bien había
promovido la demanda en los términos de la Ley de Defensa del Consumidor, tal demanda era
igualmente apta a los fines pretendidos dada su analogía con la acción de amparo contemplada en
el citado art. 43 de la Constitución.

La jueza Argibay, a su vez, después de poner de relieve el reconocimiento constitucional de los


derechos de consumidores y usuarios de bienes y servicios, y la ampliación de los sujetos que en
cierta medida pueden demandar su protección (arts. 42 y 43 de la Constitución según la reforma
de 1994), subrayó que la Ley de Defensa del Consumidor prevé claramente que una asociación de
usuarios y consumidores -como PADEC- esta legitimada para iniciar “acciones de incidencia
colectiva” en defensa incluso de intereses individuales y divisibles de los miembros de cierto
grupo, aun cuando puedan existir otros miembros del grupo con intereses de signo contrapuesto
al defendido por las asociación, a punto tal que contempla la posibilidad de que estos últimos
queden al margen de la sentencia a dictarse mediante una oportuna petición de exclusión.-
Fallo Mendoza

Derecho de incidencia colectiva que recae sobre un bien colectivo por tratarse de la afectación al
derecho a un medio ambiente sano.

Fallo Kersich

En la causa K.42.XLIX “Kersich, Juan Gabriel y otros c/ Aguas Bonaerenses y otros s/ amparo”, la
Corte, con la firma de los ministros Lorenzetti, Highton, Fayt y Maqueda, se expidió acerca de la
importancia del acceso al agua potable en un juicio donde se detectaron niveles de arsénico que
ponían en riesgo la salud de la población del partido de 9 de Julio, Provincia de Buenos Aires.

En el caso se habían planteado dos cuestiones que requerían un pronunciamiento de la Corte. La


primera de ellas se refería a la naturaleza colectiva del derecho al agua y el tipo de proceso más
eficiente para hacer efectivo ese derecho. La segunda se relacionaba con la protección que en el
ordenamiento nacional e internacional se brinda al acceso al agua potable.

Siguiendo la doctrina del precedente “HALABI” (Fallos: 332:111), el Tribunal señaló, respecto de la
primera de esas materias, que los jueces de grado habían tramitado el caso como si fuera una
acumulación de procesos individuales cuando en realidad se trata de un proceso colectivo. Ello es
así porque se procura la protección de un derecho de incidencia colectiva referido a uno de los
componentes del bien colectivo ambiente: el agua potable.

Sostuvo la Corte que los jueces deben buscar soluciones procesales que utilicen las vías más
rápidas a fin de evitar la frustración de derechos fundamentales. Destacó que en el caso,
indudablemente, está en juego el derecho humano de acceso al agua potable, la salud y la vida de
una gran cantidad de personas que se ve amenazado por el obrar de la empresa Aguas
Bonaerenses S.A. que brinda a los vecinos agua con proporciones de arsénico que superan las
permitidas por el Código Alimentario Argentino.

En consecuencia, la contaminación por arsénico en el agua suministrada en toda la localidad no es


un problema de cada uno de los habitantes sino que es un problema comunitario que, para su
mejor solución, debe ser tratado en un proceso colectivo.

Acerca de la segunda cuestión planteada, la Corte, con invocación del derecho internacional,
recordó que el agua es un recurso natural limitado y un bien público fundamental para la vida y la
salud.

Agregó que el derecho humano al agua es indispensable para vivir dignamente y es condición
previa para la realización de otros derechos humanos.

Entre otras declaraciones internacionales mencionó a la “Convención sobre los Derechos del Niño”
–de jerarquía constitucional- que exige a los Estado Partes que luchen contra las enfermedades
mediante el suministro de agua potable salubre (art. 24°, 2.c.).
En este sentido, afirmó que en el mes de septiembre de 2000, los países se comprometieron en la
Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas a reducir a la mitad, para el año 2015, la proporción de
personas que carecían de acceso al agua potable o que no podían costearla. Y, en 2002, en la
Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en Johannesburgo se acordó un
objetivo similar para reducir a la mitad, también para el año 2015, las cifras de personas sin
saneamiento básico.

Precisó finalmente que las Naciones Unidas, en 2014, han exhortado a los Estados a que “velen
por que todas las personas tengan acceso sin discriminación a recursos efectivos en caso de
violación de sus obligaciones respecto del derecho humano al agua potable y el saneamiento,
incluido recursos judiciales, cuasijudiciales, y otros recursos apropiados”. Por ello, concluyó que en
el caso, el proceso colectivo resulta ser el tipo de proceso que mejor garantiza la realización de ese
derecho humano.

Hasta tanto se resuelva el problema, la Corte mantuvo la medida cautelar que ordenaba el
suministro de agua potable a los particulares y a las entidades educativas y asistenciales para
satisfacer las necesidades básicas de consumo e higiene personal.

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