Excepciones - Sartori

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Fallo: Sartori, Daniel A. v. Citibank N.A.

Tribunal: TSJ – Sala Civil y Comercial

Título: EXCEPCIONES PROCESALES. EXCEPCIÓN DE DEFECTO


LEGAL. Indicación del monto. Omisión. Efectos. Interpretación normativa.

Descripción del caso: Los demandados interpusieron recurso de casación contra


la decisión de una Cámara de Apelaciones de la ciudad de Córdoba, fundando su
pretensión en los motivos de los incs. 1, 3 y 4 del art. 383 del CPC. El TSJ hizo lugar a
la casación.

Doctrina:

1. No cabe duda que debe requerírsele al actor el cumplimiento de aquella


prescripción legal (art. 175, inc. 3, CPC), dentro de los límites de lo razonable. Por ello,
en los casos en los cuales exista real imposibilidad para el actor de cuantificar su
pretensión, la cuestión será resuelta por los jueces con sujeción al espíritu del Código
ritual y a los principios que lo informan. Pero ni aún estas dificultades, cuando no
deriven en imposibilidad, relevarán de la carga de estimar el monto.

2. La regla consagrada en el art. 175, inc. 3 del CPC., “...puede tener


excepciones puntuales, v.gr. en aquellos supuestos en los que su cuantificación exigiera
actividades extraordinarias del deudor, en función de las circunstancias del caso...”, el
supuesto -o, antes bien, su efectiva configuración, en el caso concreto- “...deberá ser
expresamente esgrimido por el interesado y resultar congruente con la situación de
hecho planteada en la litis”.

3. Si, en contravención a la exigencia establecida en el art. 155, inc. 3 del CPC -


ley 1419 y sus modif. (hoy art. 175, inc. 3, del CPCC) el actor omite precisar el monto
de su reclamo, esa sola circunstancia determina, sin más, la procedencia de la excepción
de libelo oscuro opuesta por la contraria. No obstante, se reconoce que se ha destacado
que esa regla no es absoluta, pues la defensa puede ser conjurada por el actor, alegando
y probando que, en el caso, media alguno de los supuestos de excepción que justifican
apartarse de aquel postulado general, a saber: a) imposibilidad de formular siquiera una
estimación provisional de su pretensión, o b) inocuidad de la omisión, para colocar al
demandado en el estado de indefensión que la norma comentada tendía a evitar.

4. Mediando indeterminación cuantitativa de la pretensión en el acto mismo de


postulación, el solo hecho de que el demandado disponga de elementos propios que le
permitan augurar, por sus propios medios y ante la actitud omisiva de la accionante, una
“estimación aproximada” del crédito que se le demanda, no configura el supuesto
excepcional que habilite a desestimar la excepción de libelo oscuro.

5. El demandado necesita conocer el monto que se le reclama, aunque sea


aproximado, a los fines de adoptar la estrategia defensiva más adecuada a sus intereses.
Los eventuales cálculos que pudiera efectuar el demandado, conforme la documentación
que posea, pueden no ser coincidentes con los del actor, y al no expresarlos éste, su
derecho de defensa se encuentra lesionado. En tales condiciones, no puede decidir si
allanarse a la pretensión o proseguir el juicio.

6. Un supuesto de excepción a la regla consagrada en el art. 175, inc. 3 del CPC.,


sería la “real imposibilidad” del actor de cuantificar su reclamo, pero aclarando que esta
hipótesis sólo resulta viable si es debidamente invocada y probada por el demandante
interesado. Pero la sola circunstancia de que el actor alegue no haber recibido todos los
resúmenes, no resulta -per se- dato suficiente para justificar la imposibilidad de
estimación del importe pretendido al demandar, y -mucho menos- para acreditarla.

7. Una simple manifestación unilateral nada prueba; máxime si se ha


controvertido tal afirmación asegurando la contraria que los resúmenes sí fueron
remitidos. Pero, además, tal argumento no explica por qué el actor no los pudo solicitar
-previo a impetrar la demanda- ni justifica por qué los mismos no pudieron ser
obtenidos por el demandante.

8. La condición “imperativa” de la carga establecida en el art. 175, inc. 3 del


CPCC, determina el carácter estrictamente excepcional de su dispensa y, por lógica
derivación, el criterio restrictivo con que cabe juzgar, en cada caso particular, la
concreta verificación de alguno de los supuestos que la ameritan y el valor convictivo de
las pruebas tendientes a acreditarlos.
9. Incumbe al actor, por regla general, la ineludible carga de cumplir las
exigencias impuestas por el art. 175, inc. 3, del CPCC, salvo que invoque y acredite en
debida forma, la existencia de un obstáculo insalvable, que haya vedado a su parte el
cumplimiento de tal diligencia, circunstancia ésta que debe ser juzgada con criterio
restrictivo, atento al carácter excepcional de la dispensa.

TSJ Cba., Sala Civ. y Com., A.I. 69 del 23/03/2009, “Sartori, Daniel A. v.
Citibank N.A.”.

FALLO COMPLETO:

Y CONSIDERANDO:

I. Conforme a los límites de la habilitación dispuesta en sede de Grado, las


críticas que accedieran al conocimiento de esta Sala admiten el siguiente compendio:

Por la vía de los incs. 3° y 4° del art. 383, C. de P.C., el casacionista alega que la
decisión adoptada por el Tribunal a quo se asienta en una interpretación del art. 175 inc.
3° del CPCC contraria a la efectuada por este Alto Cuerpo in re: “Malbak S.R.L. c/
Sagemüler S.A. - Ordinario - Recurso de casación” (“M” 64/01) (Auto Interlocutorio Nº
113 de fecha 06 de mayo de 2003, publicado en Foro de córdoba Nº 92, año 2004, pág.
211 y ss.), la cual reproduciría -a su vez- la doctrina propiciada por esta Sala en las
causas: “Villalba, Juana F. c/ Consorcio de Propietarios Edificio ‘Gaucho’ - Ordinario -
Recurso de Revisión” (Auto Interlocutorio Nº 329 de fecha 06 de setiembre de 1995) y
“Briggiler, Eldo Ezio y otros c/ Municipalidad de Córdoba - Demanda - Recurso de
revisión” (Sentencia N° 4 del 10 de marzo de 1987).

Para justificar la disparidad hermenéutica denunciada explicita que, mientras


para el fallo en crisis corresponde rechazar la excepción de defecto legal en la
inteligencia de que: “no basta la existencia de algún vicio o defecto en el libelo
introductorio; es necesario que las irregularidades tengan trascendencia para impedir
que el accionado pueda ejercer adecuadamente el derecho de defensa (...) la omisión de
cuantificar el reclamo pecuniario no coloca en estado de indefensión a la excepcionante,
ya que para ella es factible realizar el cálculo”, para este Tribunal Superior de Justicia,
en cambio, “ el mero incumplimiento del imperativo legal determinaba, en principio y
como regla general, la procedencia de la excepción de libelo oscuro opuesta en su
mérito, sin que, a tal efecto, fuese menester que el demandado acreditara la concreta
‘afectación’ a su derecho de defensa”, por lo que “la constricción de precisar el monto
pretendido en la demanda o, cuanto menos, a efectuar su estimación provisional, rige en
la generalidad de los casos, y aún cuando el valor del crédito reclamado pudiese resultar
aprensible al deudor por otros medios”.

Acto seguido, transcribe los fundamentos vertidos en los precedentes arrimados


como antípodas, alegando que esa es la solución que pretende sea aplicable a la especie.

Finalmente, y aunque entiende que no sería el fundamento causal del fallo en


crisis, postula que el argumento complementario dado por el a quo en orden a que en el
caso “se ha puesto en tela de juicio que la demandada hubiera remitido todos los
resúmenes que fueren necesarios”, lo que “constituye un obstáculo para el accionante a
fin que precise con exactitud a cuánto asciende la obligación de dar, cuyo cumplimiento
peticiona”, también se opondría a lo sostenido en el resolutorio traído en confrontación,
en el cual se indica con precisión que el actor sólo queda liberado de la obligación de
cuantificar su pretensión “en supuestos de real imposibilidad, debidamente invocada y
probada por su parte”.

II. Previo a abordar el tratamiento sustancial del segmento impugnativo supra


compendiado, corresponde a este Alto Cuerpo verificar si, a su respecto, se hallan
cumplidos los recaudos formales que condicionan la apertura de la instancia
extraordinaria.

En ejercicio de tal prerrogativa, estimamos pertinente recordar que la casación


por el motivo legal subexamen se erige en instrumento eficaz para la determinación de
reglas uniformes, en presencia de interpretaciones antagónicas de la ley, por lo que su
viabilidad se supedita al cumplimiento de las exigencias instituidas como inherentes,
entre ellas, que las soluciones jurídicas disímiles hayan sido brindadas en oportunidad
de resolver hipótesis fácticas idénticas.

En autos, el requisito de paridad entre las cuestiones sometidas a juzgamiento, se


aprecia suficientemente satisfecho, puesto que en todos los casos se trata de dilucidar la
recta inteligencia atribuible a la previsión contenida en el art. 175 inc. 3º del CPCC
(antes del art. 155, inc. 3°, ley 1419 de igual tenor), con el objeto de decidir, en su
mérito, la suerte asignable a la excepción de defecto legal que el demandado opusiera al
progreso de la acción, con basamento en la omisión de consignar el “monto” de la
pretensión objeto de la demanda.

Por lo demás, la divergencia interpretativa emergente de los resolutorios


confrontados aparece ostensible, ni bien se advierta que, mientras en los precedentes de
esta Sala se sostuvo que el incumplimiento de la carga impuesta al actor de precisar en
la demanda el valor económico de su reclamo, justificaba el acogimiento de la
excepción de libelo oscuro fundada en tal extremo (salvo que el accionante acreditara
fehacientemente verse imposibilitado de proceder a la cuantificación), en el sub lite, el
Mérito entendió que aquella defensa sólo resultaba procedente si el silencio guardado
por el actor en el tópico, revestía gravedad suficiente para colocar al demandado en
estado de indefensión.

Más allá de que ambos Tribunales hayan hecho mérito explícito de


circunstancias particulares que -prima facie- imprimirían a cada caso un matiz
diferencial en relación a los demás, lo cierto es que ello no excluye la procedencia
formal del recurso impetrado en la especie, puesto que la diversidad de soluciones
arribadas en su torno exhiben como antecedente racional directo y necesario el
mantenimiento de posturas hermenéuticas disímiles en torno al sentido y alcance
asignables al mismo precepto jurídico (el art. 175, inc. 3°, C. de P.C., antes art. 155 inc.
3º de la ley 1419 y sus modif.), y que la afirmación “que el demandado conoce con
precisión el objeto de la pretensión introducida por el actor” (considerando V) es
ostensiblemente dogmática, sin haber fundado tampoco la razón de porqué para la
demandada “es factible realizar el cálculo”. Siendo ello así, y atento que la diversa
interpretación legal propiciada en uno y otros pronunciamientos es lo que ha
determinado, con carácter dirimente, la tendencia del desenlace decidido en cada caso,
esa disparidad justifica la intervención unificadora de esta Sala, por el carril
impugnativo propuesto (inc. 4°, art. 383, C. de P.C.).

III. Ingresando al examen sobre la procedencia sustancial del remedio intentado,


ha menester memorar que, en orden a dilucidar el verdadero sentido que inspira la
norma del art. 175 inc. 3º del CPCC, la Cámara a quo señaló la defensa de defecto legal
“se concede al demandado por que tiene un derecho constitucional de saber precisa y
claramente quién, qué y por qué se le demanda, ya que de otra manera no podría negar o
reconocer categóricamente cada uno de los hechos expuestos en la demanda. No basta la
existencia de algún vicio o defecto en el libelo introductorio; es necesario que la
irregularidad tenga trascendencia para impedir que el accionado pueda ejercer
adecuadamente el derecho de defensa” (fs. 84 vta.).

Acto seguido, y luego de compendiar la pretensión demandada, apuntó que la


“omisión de cuantificar el reclamo pecuniario no coloca en estado de indefensión a la
excepcionante, ya que para ella es factible realizar el cálculo, máxime cuando se ha
puesto en tela de juicio que la demandada hubiere remitido todos los resúmenes que
fueren necesarios. Esto último, constituye un obstáculo para el accionante a fin que
precise con exactitud a cuánto asciende la obligación de dar, cuyo cumplimiento
peticiona” (fs. 85).

De ello, se colige con nitidez cuál ha sido el temperamento hermenéutico asumid


por el órgano jurisdiccional de alzada: la omisión de consignar el monto de la suma
pretendida carece de trascendencia para la viabilidad de la excepción desde que el
demandado puede realizar el cálculo y el actor alegó un obstáculo para efectuar la
cuantificación.

Por su parte, en el más antiguo de los precedentes citados como antípoda


(Sentencia N° 4 de fecha 10 de marzo de 1987, in re “Briggiler, Eldo Ezio y otros c/
Municipalidad de Córdoba - Demanda - Recurso de revisión”), esta Sala sostuvo: “Si la
‘cosa demandada’ es una suma de dinero, parece incuestionable que su designación ‘con
exactitud’ como la ley exige... no puede hacerse de otro modo que mediante la
indicación de su valor, al menos como estimación provisional y sin perjuicio de la
facultad que en las acciones por daños se reconoce al demandante de remitirse al
resultado de la prueba como reclamación definitiva. Pero aún con esta reserva, la
indicación de la cantidad de dinero pretendida es indispensable, no sólo para satisfacer
la exigencia legal, sino fundamentalmente para no entorpecer la defensa del
demandado...”, tras lo cual se agregó: “Desde luego, esta regla no es absoluta pues hay
casos en que su cumplimiento irrestricto puede significar para el accionante un
obstáculo insalvable para proponer la demanda. En supuestos como ese lo razonable es
evitar el mal mayor, para lo cual debe admitirse la demanda..., autorizando al actor a
omitir la indicación de la suma reclamada cuando, por las circunstancias del caso, no
pudiera ser estimada en ese momento, o bien cuando su determinación dependiera de
elementos aún no fijados definitivamente” (ap. III, del voto del Dr. Rogelio Ferrer
Martínez, al que adhirieran los restantes miembros de la Sala).

Los pasajes supra transcriptos ilustran, con meridiana claridad, acerca del
sentido claramente disímil en que los distintos órganos interpretaran la prevención
contenida en el inc. 3° del art. 155, ley 1419 y sus modif. (hoy art. 173 inc. 3º del CPCC
actualmente vigente), pues, de acuerdo al temperamento sustentado por esta Sala, la
indicación precisa del “monto” objeto de la pretensión, como especial manifestación de
la diligencia genéricamente establecida en dicha norma, constituía, por regla general,
una exigencia legal impuesta al actor, cuyo cumplimiento resultaba -al menos, en
principio- una carga de inexcusable observancia al tiempo de promover la demanda.

Es verdad que, a continuación, el Alto Cuerpo concedió que esa “regla” no


ostentaba carácter absoluto, por manera que cabía atemperar, en determinadas
condiciones y a título de “excepción”, los rigores derivados de su vigencia irrestricta.

Pero no es menos cierto que ello sólo se admitió para aquellos supuestos en que
el insoslayable cumplimiento de aquella “exigencia legal” se erigiera en obstáculo
insalvable a la formal proposición de la demanda, es decir, cuando, de acuerdo a las
particulares circunstancias de la causa, el accionante se viera “impedido” de estimar la
entidad económica de su pretensión, ni tan siquiera en forma provisional, extremos éstos
cuya acreditación -claro está- pesaban sobre quien alegare encontrarse inmerso en la
situación descripta.

Idéntico criterio mantuvo esta Sala, en oportunidad de dictar el otro decisorio


arrimado en contradicción (Auto Interlocutorio N° 329 del 06 de setiembre de 1995,
in re: “Villalba, Juana F. c/ Consorcio Propietarios Edificio ‘Gaucho’ - Ordinario -
Recurso de Revisión”), pero profundizando aún más la brecha interpretativa detectada
en relación al primer antecedente jurisprudencial.

En efecto, adviértase que, en relación al tema que nos convoca, se formularon


las siguientes precisiones: “No cabe duda que debe requerírsele al actor el cumplimiento
de aquella prescripción legal, dentro de los límites de lo razonable. De allí que..., en los
casos en los cuales exista real imposibilidad para el actor de cuantificar su pretensión, la
cuestión será resuelta por los jueces con sujeción al espíritu del Código ritual y a los
principios que lo informan”, a lo cual, luego de referir a algunas hipótesis en que la
estimación del monto pudiese revestir mayor grado de complejidad, se añadió: “...Pero
ni aún estas dificultades, cuando no deriven en imposibilidad, relevarán de la carga de
estimar el monto...” (del voto del Dr. Venancio Luis Petitto).

Por su parte, los restantes miembros de la Sala se expidieron en sentido


coincidente, exaltando el carácter imperativo de la exigencia que la norma adjetiva
impone a cargo del actor, y previniendo que, si bien tal premisa general “...puede tener
excepciones puntuales, v.gr. en aquellos supuestos en los que su cuantificación exigiera
actividades extraordinarias del deudor, en función de las circunstancias del caso...”, el
supuesto -o, antes bien, su efectiva configuración, en el caso concreto- “...deberá ser
expresamente esgrimido por el interesado y resultar congruente con la situación de
hecho planteada en la litis” (del voto del Dr. Luis Moisset de Espanés).

Finalmente, en el último de los precedentes acompañados en confrontación, este


Tribunal Superior de Justicia (“Malbak S.R.L. c/ Sagemüler S.A. - Ordinario - Recurso
de casación” (“M” 64/01) , Ai Nº 113 de fecha 06 de mayo de 2003) esta Sala -con
distinta integración- volvió a reiterar el temperamento hermenéutico aludido, señalando
que el art. 155 inc. 3º del C. de P.C. -ley 1419 y sus modif. (hoy art. 175 inc. 3º del
CPCC vigente) coloca “en cabeza del accionante, la ineludible “carga” de especificar el
monto exacto de su reclamo resarcitorio o, cuanto menos, de efectuar una estimación
provisional, sujeta a lo que, en definitiva, surgiera de la prueba a rendirse en el estadio
procesal pertinente . Así entendido el postulado, el mero incumplimiento del imperativo
legal determinaba, en principio y como regla general , la procedencia de la excepción de
libelo oscuro opuesta en su mérito, sin que, a tal efecto, fuese menester que el
demandado acreditara la concreta ‘afectación’ a su derecho de defensa, que se presumía
consecuencia natural derivada de aquel silencio”.

En síntesis en todos los casos este Alto Cuerpo ha sostenido que si, en
contravención a la exigencia establecida en el art. 155, inc. 3°, C. de P.C. -ley 1419 y
sus modif. (hoy art. 175 inc. 3º del CPCC), el actor omite precisar el monto de su
reclamo, esa sola circunstancia determina, sin más, la procedencia de la excepción de
libelo oscuro opuesta por la contraria.

No obstante, se reconoce que se ha destacado que esa regla no es absoluta, pues


la defensa puede ser conjurada por el actor, alegando y probando que, en el caso, media
alguno de los supuestos de excepción que justifican apartarse de aquel postulado
general, a saber: a) imposibilidad de formular siquiera una estimación provisional de su
pretensión; o b) inocuidad de la omisión, para colocar al demandado en el estado de
indefensión que la norma comentada tendía a evitar.

Así compendiado el temperamento propiciado por esta Sala en relación al punto


materia de debate, se impone conceder que el expuesto por el Mérito en basamento del
decisorio bajo anatema, entraña una visión distorsionada del espíritu que -conforme la
tendencia fijada en los supra reseñados- inspirara el art. 155, inc. 3°, C. de P.C. -ley
1419 y sus modif. (hoy art. 175 inc. 3º del CPCC).

Ello así, desde que, contrariando el razonamiento plasmado en los precedentes, y


desdibujando la elemental distinción que allí se trazara entre “regla” y “excepción”, el
órgano de Alzada consideró que la defensa de libelo oscuro fundada en la omisión
incurrida por el actor de consignar la cuantía del reclamo al promover la demanda, sólo
resultaba admisible si mediaba “afectación al legítimo ejercicio del derecho de defensa”
del accionado, imponiéndose, por ello su rechazo porque éste podía conocer el importe
por serle factible “realizar el cálculo” y toda vez que se había “puesto en tela de juicio
que la demandada hubiera remitido todos los resúmenes que fueren necesarios” (fs. 85).

El antagonismo se revela evidente, ni bien se repare en que, de estarse por la


tesis que propicia el Tribunal de Grado, planteada la excepción de defecto legal fundada
en la indeterminación cuantitativa de la demanda, la sola existencia de tal déficit de
postulación devendría palmariamente insuficiente para determinar, en su exclusivo
mérito, el éxito de la defensa formal, pues su procedencia se hallaría supeditada,
además, al cumplimiento, por parte del articulante, de una carga adicional: acreditar, en
el caso concreto, que la omisión provoca un menoscabo efectivo al ejercicio de su
derecho de defensa, exigencia ésta de suyo incompatible con el criterio que fuera
sentado en las antípodas, conforme a lo explicitado más arriba.
De otro costado, cabe agregar que la interpretación sustentada por el órgano de
Alzada, a la par de implicar un injustificado agravamiento de la situación procesal del
demandado, entrañaría un indebido relajamiento del imperativo establecido en el art.
175, inc. 3°, C.P.C. desde que la constricción de precisar el monto pretendido en la
demanda o, cuanto menos, a efectuar su estimación provisional, rige en la generalidad
de los casos, y aún cuando el valor del crédito reclamado pudiese resultar aprehensible
al deudor por otros medios, sin que quepa relevar al actor del cumplimiento de aquella
diligencia, más que en supuestos de real imposibilidad, debidamente invocada y
probada por su parte.

IV. Por lo demás, adquiere particular relevancia puntualizar que, en el marco del
razonamiento seguido por la Cámara a quo, la divergencia interpretativa aquí detectada,
lejos de circunscribir su incidencia al mero compromiso de fórmulas teóricas
inconducentes -en cuyo caso, la unificación requerida devendría improcedente, por
carecer de todo interés práctico-, se ha erigido en factor determinante de la solución
asignada a la presente litis incidental, al punto que el apartamiento del criterio
hermenéutico fijado por el Máximo Tribunal local justifica, en su sola virtud, la
anulación del pronunciamiento dictado en tales condiciones.

Para justificar la conclusión anticipada, baste con señalar que, uno de los dos
argumentos sentenciales enunciados en sustento de la decisión, el Mérito ha asignado
carácter dirimente al relativo a la posibilidad que asistía a la firma accionada, de
“realizar el cálculo” y así estimar la cuantía de la pretensión pecuniaria.

Tal solución cobra trascendencia práctica, en cuanto induce a reconocer aptitud,


como obstáculo a la procedencia de la excepción opuesta, a la simple “factibilidad” de
que el accionado cuente con elementos suficientes para determinar un valor meramente
“aproximado” de la pretensión articulada en su contra.

Piénsese que el ordenamiento ritual impone al actor la carga de fijar con


“exactitud” la cuantía de su reclamo, y tal carga -cuando ello no es posible o la
cuantificación precisa presenta algún grado de dificultad- se considera suficientemente
cumplida a través de una simple estimación “aproximada” del monto demandado.
Pero, esa flexibilización sólo ostenta razonabilidad en relación a las
manifestaciones exigibles al postulante de la pretensión, no así respecto del citado a
juicio en carácter de accionado, a quien aquella falta de precisión le impide ejercitar en
plenitud su derecho de defensa, desde que bien puede “...tener interés en evitarse el
litigio sometiéndose a la demanda, y, para esto, le es indispensable conocer exactamente
el monto reclamado” (del voto del Dr. Petitto, en “Villalba”; énfasis agregado).

Dicho de otro modo, mediando indeterminación cuantitativa de la pretensión en


el acto mismo de postulación, el solo hecho de que el demandado disponga de
elementos propios que le permitan augurar, por sus propios medios y ante la actitud
omisiva de la accionante, una “estimación aproximada” del crédito que se le demanda,
no configura el supuesto excepcional que habilite a desestimar la excepción de libelo
oscuro, tal como parece haberlo trasuntado el Tribunal a quo. -

Lejos de ello, el ejercicio del derecho de defensa que asiste al demandado sólo
puede considerarse eficazmente tutelado cuando se le otorga el máximo grado de
certeza respecto de la entidad económica de la reclamación deducida en su contra, y
éste, a su vez, sólo se alcanza cuando el actor cumple con la exigencia legal de designar
la suma que demanda -sea con exactitud o por aproximación, sujeta a lo que en más o en
menos resulte de la prueba a rendirse-.

El demandado necesita conocer el monto que se le reclama, aunque sea


aproximado, a los fines de adoptar la estrategia defensiva más adecuada a sus intereses.

Los eventuales cálculos que pudiera efectuar el demandado, conforme la


documentación que posea, pueden no ser coincidentes con los del actor, y al no
expresarlos éste, su derecho de defensa se encuentra lesionado. En tales condiciones, no
puede decidir si allanarse a la pretensión o proseguir el juicio.

Por lo demás, el otro argumento sentencial relativo a que en la litis se habría


“puesto en tela de juicio que la demandada hubiere remitido todos los resúmenes que
fueren necesarios” (fs. 85) tampoco resiste el menor análisis frente a la interpretación
asumida de la carga impuesta en el art. 175 inc. 3º del CPCC.
Tal como se ha dicho antes al compendiar los precedentes de esta Sala, un
supuesto de excepción sería la “real imposibilidad” del actor de cuantificar su reclamo,
pero aclarando que esta hipótesis sólo resulta viable si es debidamente invocada y
probada por el demandante interesado.

Ahora bien, por razones de pura lógica, está claro que la sola circunstancia de
que el actor alegue no haber recibido todos los resúmenes, no resulta -per se- dato
suficiente para justificar la imposibilidad de estimación del importe pretendido al
demandar, y -mucho menos- para acreditarla.

Ello así por cuanto una simple manifestación unilateral nada prueba; máxime si,
como en el caso, se ha controvertido tal afirmación asegurando la contraria que los
resúmenes sí fueron remitidos (fs. 78). Pero, además, tal argumento no explica por qué
el actor no los pudo solicitar -previo a impetrar la demanda- ni justifica por qué los
mismos no pudieron ser obtenidos por el demandante. -

V. En definitiva, conforme al temperamento que ilustran los precedentes


confrontados, la condición “imperativa” de la carga establecida en el art. 175, inc. 3° del
CPCC, determina el carácter estrictamente excepcional de su dispensa, y, por lógica
derivación, el criterio restrictivo con que cabe juzgar, en cada caso particular, la
concreta verificación de alguno de los supuestos que la ameritan y el valor convictivo de
las pruebas tendientes a acreditarlos.

Atento que la decisión adoptada en el sublite no se ajusta a la interpretación


legal sentada por esta Sala, corresponde hacer lugar al recurso de casación fundado en la
causal del inc. 4° del art. 383, C de P.C., y, en su mérito, anular el pronunciamiento
impugnado, lo que así dejamos decidido.

VI. Las costas generadas en la instancia extraordinaria deben ser impuestas a la


parte actora, por haber resultado vencida (arg. art. 130, C. de P.C.), a cuyo fin
corresponde fijar, en forma provisoria, los honorarios del Dr. Adán Luis Ferrer en 4 Jus,
difiriendo su regulación definitiva para cuando exista base cierta para practicarla (arg.
arts. 25, 26, 29, 30, 34, 36, 37, 38, 80 inc. 2° -primer supuesto- y conc., ley 8226
VII. A fin de evitar el dispendio de una nueva etapa procesal y atento que la
inteligencia impuesta en los apartados que preceden contienen ínsita la solución jurídica
asignable al recurso de apelación deducido sobre el particular, se estima prudente, en
ejercicio de la prerrogativa conferida por el art. 390 in fine, C. de P.C., prescindir del
reenvío y decidir el punto con arreglo a la doctrina sentada en el presente
pronunciamiento.

En cumplimiento del objetivo propuesto, ha menester recordar que el Juez


Inferior, mediante la resolución apelada, resolvió acoger la excepción de libelo oscuro
opuesta por la demandada, decisión ésta de la cual se agravia la parte actora, en los
términos que da cuenta el libelo de fs. 63/69, cuyo contenido admite ser sintetizado de
la siguiente manera:-

Primer agravio: Sostiene el actor recurrente que -contrariamente a lo decidido


por el inferior- la demanda y su posterior aclaración indica con precisión cuáles son los
débitos ilegítimos que ha efectuado la demandada, esto es los realizados sobre la cuenta
corriente Nº 0-974568-012. Transcribe algunos párrafos de tales actuaciones en pos de
justificar la crítica y de donde surgirían los importes que dice corresponderían a su
gestión con el sistema de tarjeta de crédito VISA. A ello añade el débito efectuado con
fecha 18.04.00 sobre la caja de ahorro 5-974568-014. De todo ello colige que con una
simple sumatoria de dichos débitos se llega al monto reclamado, a lo que deberán
sumarse los adicionales devengados por dichos débitos. Concluye que se han dado las
pautas suficientes a la demandada para que pueda ejercer su derecho de defensa en
forma plena. A ello añade que la circunstancia de que la demandada no le hubiera
remitido al actor los resúmenes de cuentas respectivos, constituyen un obstáculo
insalvable a la formal proposición de la demanda y que le impiden estimar la entidad
económica de su pretensión.

Segundo agravio: Asegura el apelante que la decisión del inferior se encuentra


viciada por vicios de fundamentación toda vez que por un lado reconoce que es claro
que su parte persigue la anulación de débitos incorrectamente realizados, pero luego
sostiene que su parte no ha individualizado las operaciones a las que refiere el reclamo.
Tercer agravio: Se agravia que el primer juez haya omitido ponderar la denuncia
de que el banco demandado no había cumplido con la obligación de remitir los
resúmenes de cuentas por lo que se le hacía imposible indicar los débitos que en dichas
cuentas se habían realizado. A su juicio, tal imposibilidad era suficiente eximente para
exigirle -con excesivo rigor formal- el cumplimiento de los requisitos previstos en los
incs. 3º y 5º del art. 175 del CPCC.

Cuarto agravio: Finalmente, expresa que contrariamente a lo resuelto en el fallo


impugnado el caso que nos ocupa no sería subsumible en ninguno de los supuestos
previstos en los arts. 485 a 487 del CPCC, estándonle vedado diligenciar medidas
previas por lo dispuesto en el art. 488 del rito.

VIII. Abordando el tratamiento del recurso, adelantamos que la doctrina fijada


más arriba, en relación a la recta hermenéutica asignable al art. 175, inc. 3° del CPCC,
vacía de contenido atendible a los agravios ensayados en sede de Grado, por cuanto su
viabilidad reconocía, como presupuesto necesario, el mantenimiento de la tesis
interpretativa opuesta a la sentada en los apartados precedentes.

En efecto, adviértase que, de acuerdo al temperamento expuesto en el presente


pronunciamiento, incumbe al actor, por regla general, la ineludible carga de cumplir las
exigencias impuestas por el art. 175, inc. 3° del CPCC-, salvo que invoque y acredite en
debida forma , la existencia de un obstáculo insalvable , que haya vedado a su parte el
cumplimiento de tal diligencia, circunstancia ésta que -como se dijo- debe ser juzgada
con criterio restrictivo , atento el carácter excepcional de la dispensa.

Siendo ello así, devienen absolutamente inatendibles las quejas enderezadas a


sostener que su alegación unilateral y no probada de no contar con los resúmenes de
cuenta se erigiría en una razón suficiente para eximirlo de la carga de estimar el monto
de su pretensión. Reiteramos, al actor le incumbe no sólo alegar sino también probar la
imposibilidad de efectuar el cálculo, y -en el sub lite - tal probanza no ha sido -siquiera-
insinuada. Repárese en esta línea que ni de la nota que el actor dice haber enviado a la
entidad demandada (fs. 3) ni de ninguna otra constancia agregada a la causa surge
demostrado que su parte se ocupó por solicitar al Banco la entrega de los resúmenes de
cuenta, o que éste se negó a remitirlos al cliente.
Reitero que, conforme la doctrina antes desarrollada, para eximir al demandante
de precisar el monto demandado no basta con que el interesado ignore la magnitud
económica del crédito base de su pretensión, sino que además debe resultar “imposible”
conocerla. -

Dado, entonces, que en la especie, el Sr. Sartori no ha acreditado haberse


encontrado en tal situación de imposibilidad, no cabe más que conceder que la conducta
procesal exteriorizada por él, al abstenerse de precisar en su demanda el monto
pretendido con exactitud, constituía un elemento de juicio de inexcusable ponderación,
para decidir la suerte de la excepción de defecto legal planteada por la contraria.

De otro costado, en tanto no medie la mentada situación de imposibilidad, carece


de todo asidero pretender que la demandante pueda verse eximida de precisar el valor
económico de su reclamo, con la simple manifestación de que la demandada podía
conocer el monto pretendido efectuando una simple suma matemática.

Ello así, en primer lugar, porque -como se dijo- esos elementos sólo permiten al
demandado efectuar su propia estimación de los rubros pretendidos, la cual no cabe
reputar necesariamente coincidente con lo que, en realidad, se le está reclamando.

Y, en segundo término, porque ese artilugio importaría, lisa y llanamente, una


improponible inversión de la carga impuesta en el art. 175, inc. 3° del CPCC, a todas
luces reñida con la inteligencia que inspira al citado precepto legal.

Por lo demás, la alegación de que con los datos vertidos en la demanda y su


ampliación bastaba “una simple sumatoria” para determinar el quantum de la pretensión
resulta inaudible, porque si ello fuera de tal modo, no se entiende por qué razón no lo ha
hecho el propio actor en oportunidad de contestar la excepción o de apelar. Ello
demuestra que no basta con tales datos sino que -además- faltan otros que no han sido
suficientemente identificados y consignados en la demanda.

Finalmente, la pretendida violación al principio de no contradicción que se


enrostra al fallo apelado deviene inadmisible toda vez que no se configura en la especie
el déficit formal denunciado. El inferior no afecta tal regla del pensamiento toda vez que
de una serena lectura de su fundamentación está claro que para él aún cuando clara la
pretensión la misma no ha sido estimada en su cuantía, incumpliéndose con la carga
impuesta en el inc. 3º del art. 175 del CPCC.

IX. A mérito de todas las consideraciones efectuadas hasta aquí, corresponde


rechazar el recurso de apelación interpuesto por la parte actora, y confirmar el decisorio
impugnado en todo cuanto decide; con costas a la vencida (arg. art. 130, C. de P.C.), a
cuyo fin se fijan provisoriamente los honorarios de los Dres. Carlos M. Ferrer Deheza y
Adán Luis Ferrer, en conjunto y proporción de ley, en 4 Jus, difiriendo su regulación
definitiva para cuando exista base cierta para practicarla (arg. arts. 25, 26, 29, 30, 34,
36, 37, 38, 80 inc. 2° -primer supuesto- y conc., ley 8226).

Por ello,

Se resuelve:

I) Hacer lugar al recurso de casación fundado en la causal del inc. 4° del art. 383,
C. de P.C. y, en su mérito, anular el Auto Interlocutorio Nº 251 de fecha 07 de junio de
2005, dictado por la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Primera
Nominación de esta ciudad.

II) Rechazar el recurso de apelación interpuesto por el actor, confirmando la


resolución impugnada en todo cuanto decide.

III) Imponer las costas de ambas instancias recursivas a la vencida, a cuyo fin se
fijan provisoriamente los honorarios del Dr. Adán Luis Ferrer en cuatro (4), por sus
tareas en Sede extraordinaria, y en idéntica suma, a los Dres. Carlos M. Ferrer Deheza y
Adán Luis Ferrer, en conjunto y proporción de ley, por su intervención ante la Alzada,
difiriéndose su regulación definitiva para cuando exista base cierta para practicarla.

Protocolícese e incorpórese copia.

Fdo.: ANDRUET - SESIN - GARCÍA ALLOCCO

GUÍA DE ESTUDIO

1. Realice un análisis de la cuestión debatida.


2. Describa de qué manera impacta la excepción articulada en el caso
concreto y cuáles son sus efectos.
3. Describa las normas aplicadas por el Tribunal a los fines de resolver
las cuestiones debatidas.
4. Desarrolle de qué manera resolvió el Tribunal cada una de las
cuestiones sometidas a su tratamiento.
5. Mencione si la resolución tomada por el Tribunal se corresponde con
la letra de la ley.
6. Desarrolle una opinión personal con respecto al fallo analizado.

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