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LOS CHAMANES DE MEXICO

VOLUMEN I
Psicología Autóctona Mexicana
JACODO GKINBERG-ZYLBERBAUM
PRESENTACION Y AGRADECIMENTOS
El libro que ahora presento es apenas un primer bosquejo sobre la psicología autóctona
mexicana, la que, para ser revelada, necesitaría no uno sino cientos de volúmenes mucho más
sabios y mejor elaborados que éste.
La complejidad conceptual y la sabiduría del espíritu mexicano, junto con la que sobre el tema
existe, se ven reflejadas en el creciente número de sus representantes, los chamanes y psicólogos
autóctonos, los "hombres de conocimiento", los cuales suman miles, dispersos por todos y cada
uno de los pueblos y ciudades nuestro país.
Este libro, modesto además de anecdótico, representa sólo un intento por abrir los ojos a una
realidad escondida, pero viva, resguardada, pero pujante en el interior de la esencia y en el
corazón de nuestro país.
Ideada originalmente como una serie de artículos, esta obra pretende ser el inicio de un proceso
de rescate de la sabiduría original de México, sabiduría tan devaluada y aplastada por la
Conquista y el modernismo, pero sabiduría al fin, y como tal, sobreviviente milenaria.
Ojalá que este primer intento nos haga ver, a todos los que habitamos México, que detrás de la
crisis del materialismo que vivimos, el espíritu pide renacer, y que es nuestra obligación darlo a
luz.
Quisiera agradecer a todas las personas que hicieron posible este estudio, en particular al Lic.
Miguel González Avelar, Secretario de Educación Pública, quien ha apoyado y estimulado mi
interés en el conocimiento del México Indígena.

A Teresa Vale, por su apoyo incondicional.


A Jenny Lewis por su magnífica labor de edición.
A Mónica Virchez e Ixtaccihuatl Carrasca, quienes realizaron la ardua labor de transcribir los
estudios y las entrevistas a partir de las grabaciones magnetofónicas.
A Emilia Flores Melo, quien se encargó de computa- rizar, ordenar y analizar los datos.
A Guadalupe Ruiz Ávila por su colaboración.

A Francisco San Román y Henri Bergonzi por su entusiasmo y responsabilidad al aceptar publicar
los resultados de la investigación en los volúmenes de esta serie.

Por último, a los Psicólogos Autóctonos Mexicanos y a los Chamanes de México.


J.G.Z. Febrero de 1987
INTRODUCCION
Una de las más tristes e inquietantes actitudes del mexicano actual es su tendencia hacia la
autodevaluación, posiblemente como resultado de una conquista brutal, caracterizada por una
total falta de respeto hacia sus valores autóctonos, que lo condicionaron a pensar en lo propio
como algo sin valor y en lo externo como algo omnipotente.
Basta observar las gigantescas colas que se forman ante los recientemente inaugurados
"McDonald’s", o a la predominante preferencia que existe en México por el ahorro en dólares en
bancos norteamericanos, para percatarse de que el mexicano no confía en su propia nación y de
que continúa dejándose conquistar por lo extranjero.
Y lo más extraordinario de todo es que tal actitud de sometimiento existe en un país como éste,
en donde viven algunas de las personas más desarrolladas del planeta, me refiero a los hombres
de conocimiento de México, los chamanes y los psicólogos autóctonos. Desde tiempos
inmemoriales, cada tribu de los antiguos habitantes de México era comandada, en lo -espiritual,
por -uno o varios hombres que se destacaban por su inteligencia, intuición y capacidad de
videncia. Por lo menos a partir de los toltecas, estos hombres de conocimiento comenzaron a
fundar linajes, mediante los que, a través de una cadena de sucesores, transmitían, de generación
en generación, su particular forma de crear la realidad. El número de linajes que existe
actualmente en México es indeterminado, aunque se sabe que es abundante. Muchos de ellos
sobrevivieron la Conquista; otros fueron creados después de ella. Se les encuentra en casi todo
pueblo, comarca o ciudad, y forman una subcultura de complejidad y riqueza insospechadas. Se
dedican a curar enfermedades, a pronosticar el futuro, a dar consejos y aliviar angustias. Son
consultados por pueblos enteros ya que en ellos encuentran guía y consuelo. Su capacidad
intuitiva es generosa y su votación iniciática lo es aún más. Son los portavoces de tradiciones
milenarias y representan la más verdadera y misteriosa raíz de lo mexicano. Algunos realizan
hazañas casi milagrosas de intuición y conocimiento y casi todos gozan de un poder de voluntad
y de un optimismo envidiable. Luchan en contra de la hechicería y se consideran defensores del
desvalido y del débil.
Y es precisamente con el ánimo de rescatar el conocimiento de estos hombres que hemos
iniciado una investigación a nivel nacional, con la convicción de que el pueblo que posea una
riqueza humana tan extraordinaria como México no tiene motivo alguno para sentirse devaluado
por lo que sucede, quizás, es que desconocemos e ignoramos lo que somos. Esperamos que esta
investigación nos ayude a revaluarnos y a confiar más en nosotros mismos. Con esta intención
nos comprometemos, pues, a difundir los hallazgos de esta investigación.
En cuanto a la metodología utilizada en este proyecto, se consideró que la más apropiada era la
investigación participativa; los investigadores convivieron con los chamanes, se sometieron a sus
enseñanzas y en algunos casos se convirtieron en sus discípulos. De esta forma se logró obtener
información precisa y de primera mano acerca de sus prácticas y enseñanzas.
Esta metodología permitió también poner a prueba algunos de los procedimientos terapéuticos
utilizados por los chamanes.
En algunos casos se realizaron entrevistas con los pacientes y discípulos de los chamanes y se
hicieron seguimientos exhaustivos de los efectos de sus enseñanzas y terapias, para lo cual se
hizo uso de un equipo audiovisual.
Este trabajo requirió la realización de viajes constantes, de estadías largas en las comunidades
en las que viven los chamanes.
Por último, quisiera mencionar que los resultados obtenidos hasta hoy apoyan las postulaciones
de la Teoría Sintérgica.
Esta sostiene que la realidad perceptual es el producto de la interacción entre un campo
energético activado por el cerebro (el campo neuronal) v la estructura del espacio-tiempo (el
campo cuántico). La interacción de ambos campos crea un patrón de interferencia que baña todo
el espacio. La experiencia consciente surge cuando el Observador -enfoca un mecanismo
hipotético llamado factor de direccionalidad en alguna porción del patrón de interferencia.
Los chamanes parecen poseer una gran maestría en el enfoque de su factor de direccionalidad,
siendo capaces de activar diferentes experiencias en distintas localizaciones del espacio y niveles
de la realidad.
CAPÍTULO I
DON LUCIO DE MORELOS
PRIMERA PARTE

EL PRIMER ENCUENTRO

Don Lucio Campos de Morelos

INTRODUCCIÓN
Los chamanes de México están agrupados en diferentes linajes, según sus técnicas,
procedimientos y su particular concepción acerca de la realidad.
Entre esos linajes está el de los Graniceros del Estado de Morelos, que se dedica al manejo de las
condiciones atmosféricas, con el fin de evitar que tormentas, granizadas o heladas destruyan los
sembradíos de las comunidades que protegen.
Don Lucio Campos es uno de los directores del linaje de Graniceros de Morelos. Para Don Lucio,
la Realidad se divide en dos grandes secciones: la del mundo visible y la del mundo invisible. El
mundo visible es la realidad de los objetos, de los cuerpos y de las condiciones físicas y materiales.
El mundo invisible, en cambio, es la realidad de los seres que viven en el espacio, los
"trabajadores del tiempo".
Según Don Lucio, un chamán de su linaje puede entrar en contacto con los trabajadores del
tiempo si- es escogido para ello.
La manifestación de la elección es un evento de proporciones terribles, que consiste en la caída
de un rayo en el cuerpo del candidato y la supervivencia del mismo. El propio Don Lucio fue
herido por un rayo hace más de treinta años, tras lo cual se convirtió en chamán.
Como tal, Don Lucio se dedica a curar a los miembros de la comunidad que así lo solicitan.
Además de su labor como curandero, Don Lucio es maestro y guía de un grupo de discípulos que
lo visitan.
Una vez al año, el 5 de mayo, este chamán, junto con los miembros de su linaje y sus discípulos,
realizan una ceremonia en El Caleca, una cueva localizada entre los volcanes Popocatépetl e
Iztaccíhuatl. En esta cueva Don Lucio pide poder para enfrentar las tormentas y las granizadas
con éxito.
La vida cotidiana de Don Lucio transcurre como campesino morelense, dedicado al cuidado de su
milpa, de sus animales y de su hogar. Casado y con varios hijos, Don Lucio afirma que su labor
como chamán debe mantener un equilibrio sano y una integración sin roces con su vida como
marido, padre, abuelo y campesino.

Don Lucio dedica un lugar especial de su casa a su altar, en donde practica sus artes de curandero
y su magisterio chamánico.

Fue a través de un amigo que me entra de la existencia de Don Lucio. Mi interés por el estudio
de las concepciones relativistas acerca del tiempo me hicieron ir en su busca. El siguiente es un
relato de mi primer encuentro con él.

Una tarde me dirigí a Tlayacapan. No conocía la dirección de Don Lucio, así que decidí dejarme
guiar por la intuición. A la altura de un granero reconocí una choza extraña y, pensando que ahí
vivía Don Lucio, la exploré. Después de ese y otro intento fallido, opté por preguntarle a mi amigo
la dirección de Don Lucio. Mi amigo, antropólogo, experto en chamanismo y cineasta
experimental, me informó en dónde podría encontrarlo.
Salí de Tlayacapan y en el camino me envolvió una tormenta terrible. Unos niños me hicieron
dudar de proseguir la marcha y eso hizo que me encontrara a Don Lucio en su camioneta en la
carretera.
De todas formas, conocí a su familia. Su esposa, una india bellísima y ya entrada en años, me
impresionó por la pureza de sus rasgos, con arrugas que le surgen de los ojos en dirección lateral.
Las mismas arrugas que Don Lucio tiene.
Dos días más tarde volví a encontrarme con Don Lucio.
Salí en la mañana de la Ciudad de México y a la hora de la cita me hallaba apenas en el mirador
de Cuernavaca. Me sentía cansado y de mal humor.
Después de dormitar unos instantes sentí de pronto la necesidad de irme. Puse en marcha el
automóvil y en menos de seis minutos estaba ya en Tepoztlán. Algo pasó, pues a la velocidad con
la que viajaba, ese trayecto dura 12 o 13 minutos. Parecía que una fuerza me hubiera tragado y
después depositado en Tepoztlán.
Más tarde, Don Lucio me recibió amablemente. ofreciéndome una pequeña silla en su cuarto de
los altares y ofrendas, repleto de imágenes de santos y cruces, colocados en el centro de una
mesa. Después de saludarnos y preguntar por mi origen y lugar de residencia, sonrió
abiertamente y me cuestionó: ¿Qué se le ofrece?

Me sentí obligado a explicar mis intenciones. Le platiqué de mi trabajo y mi convicción acerca del
tiempo como puerta de acceso a la sabiduría. Después de la explicación, guardé silencio. Don
Lucio recargó su barbilla en la palma de su mano y entrecerrando los ojos meditó unos instantes.
Al final volteó a verme y dijo "El tiempo es muy importante, pero aprender de él es muy difícil y
caro."
Yo sentí una incongruencia. No podía mezclar lo económico con lo espiritual y menos tratándose
de un indio. Fui criado por una india, la cual al morir mi madre ocupó su lugar en la casa. Conocí
la belleza, la pureza y honestidad que esconde el alma y corazón de un indio. La referencia que
Don Lucio hacía acerca de lo caro que iba a salir mi aprendizaje, me dejó confuso y alarmado.
Sin embargo, había algo en su cara que no coincidía con el factor monetario. Don Lucio
seguramente estaba probándome. Cuando llegué a esa conclusión me tranquilicé y le dije:
-Pues usted dirá, y ya veremos si me alcanza.
Don Lucio lanzó un "mmmh" y después de meditar otro momento, cambió abruptamente de
tono.
-Se necesita mucho entusiasmo -dijo suavemente-, y además el riesgo es alto. La gente del tiempo
es muy dura y allí no existen caminos.
Pensé que había escuchado mal. Don Lucio hablaba de gente del tiempo y mencionaba un lugar
específico en el cual habitaban. Pensé que quizás se refería a otro plano de existencia.

- ¿En qué lugar viven esas gentes, Don Lucio?


Sonrió de nuevo con una expresión de seriedad mezclada con misterio e ironía.
-Yo sé de qué hablo, Jacobo. Yo viví tres años con ellos y no es fácil.
- ¿Tres años? -pregunté asombrado.
-Sí señor -me respondió Don Lucio con convicción-. Estuve tres años con ellos y me enseñaron lo
que es el tiempo.
Mi entusiasmo aumenta a cada instante. Creo que si hubiera conocido a Don Lucio unos meses
antes no le hubiera creído, pero ya aceptaba la realidad de otros planos de existencia.
-Yo quiero saber más, Don Lucio, no me importa lo que tenga que hacer. Además, acepto el
riesgo.
Don Lucio me miró de nuevo y una expresión que interpreté como de confianza asomó a su
rostro. De nuevo pareció meditar un instante antes de hablar.
-Veo que existe entusiasmo y fuerza y eso es lo que se necesita. Lo que quiero saber son las
intenciones que tiene.
Mi intención era saber y volar, así, literalmente. Sin embargo, no sabía cómo explicarlo. Por otro
lado, había dedicado mi vida a escribir y con cada nuevo libro sentía que aportaba algo positivo
al hombre.
Eso es lo que le hice saber, añadiendo una comparación:
-Usted se dedica a curar, Don Lucio, porque sabe que es bueno y con ello coopera al bienestar
humano. Yo escribo por las mismas razones. Mi intención es saber más y compartir mis
conocimientos.
-Muy bien, muy bien -dijo Don Lucio con dulzura--. Veo que no hay nada malo. Creo que puedo
hacer algo. Convocaré a los espíritus (ya no les llamó gentes), y les diré que quiere hablar con
ellos para así obtener sabiduría.
Eso me pareció excelente. Necesitaba hablar de mis ideas y nadie mejor para entenderme e
instruirme que entidades espirituales. Se lo agradecí y además le hice entender que lo que quería
era ir por aquel camino solo, sin depender de alguien.
Lo único que será necesario hacer -dijo abruptamente don Lucio- es una ceremonia en la que
daré luz".
Al final le pregunté si el manejo del tiempo permitía viajar de un lugar a otro.
-En espíritu, sí -me contestó-, pero no en cuerpo. El tiempo puede detenerse, acelerarse o
retardarse, pero nadie puede viajar con su cuerpo en él.

El martes fui a comprar todas las cosas necesarias para la ceremonia y se las llevé a Don Lucio.
Revisó las

veladoras, el mole, las flores, las frutas y dulces. Después nos sentamos a platicar.
-Estuve hablando con ellos -dijo con seriedad Don Lucio- y me preguntaron qué es lo que iba a
hacer con el conocimiento que le den.
-Voy a escribir, Don Lucio -le dije.
-Pues ellos dicen que habrá cosas que no pueda escribir y además quieren saber qué hará con los
beneficios de sus libros.
Debo confesar que aquello me decepcionaba. Nadie, excepto mi propia conciencia, tenía derecho
a decidir sobre lo que escribiría. Por otro lado, los beneficios serían absurdos, pues por más libros
que se vendan en México (si es que los editores aceptan publicarlos), la ganancia para el autor
siempre es ridícula.
Se lo hice saber a Don Lucio, añadiendo que no aceptaba imposiciones con respecto a lo que
escribía, pero que me daba cuenta del cuidado y respeto que debería tener al hacerlo. Le
mencioné que comprendía que algunas cosas no se deberían decir y que no se preocupara. Don
Lucio pareció convencido y me preguntó lo que me había sucedido desde que nos vimos la última
vez. Le conté las dificultades por las que atravesaba y le dije que tenía la sensación de estar siendo
probado.
-Sobre todo -agregué- hay alguien que me estoy encontrando en lugares inesperados. Un señor
de edad avanzada y cara muy extraña se había cruzado en mi camino tantas veces que no podía
ser coincidencia.
Don Lucio pareció preocuparse y me hizo varias preguntas acerca de las características del señor.
Al final me dijo que él lo vería en su recorrido nocturno.
-Si es de ellos -dijo sonriente- me lo traerán, y si no es de ellos, ya se verá que quiere.

Al despedirme me explicó la razón de las veladoras que me había pedido para la ceremonia. Dijo
que, al

prenderlas, él se daría cuenta (por el tamaño de la luz) de la respuesta de los espíritus.


Al principio me había solicitado seis veladoras, pero en esta ocasión duplicó la cantidad.
-Es porque la cosa es más seria de lo que creía. Se necesitan doce, por los apóstoles -dijo
seriamente.
También me pidió alcohol y puros. La razón que me dio es que en la ceremonia estaría "gente"
de todas las edades. Se necesitaba alcohol por que cuando esa gente vivía en el mundo, no
existían bebidas como las de ahora. Para los niños me pidió chocolates y dulces.
El jueves llegue 30 minutos más tarde de lo convenido. El nietecillo de Don Lucio me saludó por
mi nombre y su abuelo me explicó que antes de iniciar la ceremonia iba a hacer un trabajo en el
monte con uno de sus discípulos.
Decidí acompañarlo y tras caminar un buen trecho, nos encontramos en una pequeña explanada
rodeada por campos de labranza. A dos o tres metros del lugar en el que el discípulo de Don Lucio
había sentido el inicio de su enfermedad había un árbol dañado y quemado por un rayo.
A Don Lucio aquello le pareció lógico. Prendió copal e inició la ceremonia de "limpia", la cual
incluyó varias etapas. Primero el copal, cuyo humo Don Lucio esparció por todo el lugar. Después
cubrió al doliente con flores y le lanzó alcohol. Por último, esparció una limonada en todas
direcciones y con dos palmas en las manos ahuyentó y desenredó (así dijo después) los espíritus
que se habían posesionado de su alumno.

En el camino de regreso le pregunté si él podía ver los espíritus y me contestó con un ''¡Claro que
sí! Si no, ¿cómo le haría para curar?"
Por fin llegamos a su casa. Mientras habíamos asistido a la "limpia", la esposa de Don Lucio había
puesto las flores, frutas y veladoras sobre la mesa. Don Lucio explicó que los males de sus
discípulos también lo eran de él y, por lo tanto, debía curarlos y cuidarlos como a sus hijos. La
ceremonia se inició, con el encendido de las veladoras. Don Lucio veía las flamas y de acuerdo
con su altura y coloración lanzaba expresiones de contento o preocupación. Después hizo la
introducción frente a la asamblea de espíritus, diciendo que él me recomendaba y hacía hincapié
en mi entusiasmo, buena fe e intenciones.
Don Lucio seguía viendo las flamas y anunciando que todo iba bien, que no tenía problemas y
que había sido aceptado.
Mas tarde, nos sentamos a comer y le empecé a hacer preguntas:
- ¿Existe la reencarnación? ¿las gentes del tiempo reencarnan? ¿La conciencia se adquiere o se
deposita en un cuerpo?
Don Lucio reía ante las preguntas y contestaba una por una.

-La reencarnación sí existe -dijo solemnemente-, los trabajadores del tiempo nunca regresan y la
conciencia se da.
Discutimos luego acerca de una profecía tibetana que mencionaba a México como lugar de inicio
de un gran cambio de conciencia.
- El cambio ya fue iniciado dijo Don Lucio- y será muy grande.
No me quiso decir cómo ni cuándo se había iniciado, pero me contó la historia del abuelo del
discípulo que recién había "limpiado".
- Era un hombre muy bueno, pero los rayos se la traían con él. El rayo le cayó tres veces y la última
de ellas lo mató. Se convirtió en trabajador, pues estos siempre van con los rayos. Ahora su nieto
tiene un trabajo, pero se ha "dejado" y por eso le vino su enfermedad.
Continuamos hablando por varias horas y, al final, quedamos de vernos el lunes para platicar
acerca de nuestras experiencias. Nos despedimos y Don Lucio me deseó toda clase de bienes.
Beso de Don Lucio Campos.

A continuación, se escribe un relato de las impresiones causadas por Don Lucio en Gretchen
Andersen, quien en 1985 se incorporó a la investigación sobre Los Chamanes de México.
Gretchen Andersen es una investigadora, especializada en Estados Unidos en culturas indígenas.

Ya se ha escrito acerca del chamán Don Lucio y, de hecho, desde la primera visita que le hice
confirmé mucho de lo que había leído y oído anteriormente sobre él. Encontré que era un
hombre que saludaba afectuosamente a sus visitantes y quien tenía un conocimiento profundo
en su visión de la vida y de la realidad. La vida aparentemente transcurre en forma normal para
este campesino trabajador, que diariamente labora en los campos de su pueblo, y enfatiza a los
que lo visitan la importancia de proporcionar el pan para la mesa, especialmente en estos
tiempos cada vez más difíciles. Pero - no todo de lo que él habla es tan común o práctico, ya que
también subraya nuestras obligaciones espirituales y nuestras conexiones con un "mundo
invisible" en el cual interactuamos con seres de otras dimensiones u otros niveles de existencia.
Es un hombre equilibrado y muestra como las consideraciones prácticas de la vida cotidiana se
armonizan con un mundo de misterio que muy pocos de nosotros hemos experimentado o
comprendido.
Mi primer encuentro con Don Lucio fue en grupo. Me impresionó el interrogatorio riguroso al
cual sometió a cada visitante, ahondando en alguna parte clave de su vida mientras que
aparentemente hacía comentarios sencillos. Dio la impresión de que no existía ninguna parte en
nuestras vidas que le pudiésemos ocultar. Después de esta fase introductoria, habló de nuestros
tiempos actuales delo que traería el futuro, describiendo un panorama pesimista.
Habló de nuestra actual incapacidad de curar enfermedades comunes que, hasta hace poco, se
habían podido curar de una forma sencilla y efectiva. "Un resfriado ahorita simplemente no es lo
mismo que antes. No se puede curar con una aspirina y limón". observó, advirtiéndonos de los
problemas económicos y de salud que están por delante, pero a la vez parecía hacer alusión a
nuestras enfermedades sociales actuales que no tienen ninguna curación conocida.
Ofreció una solución posible a esta crisis al mencionar a un hombre que vendría, un hombre con
gran poder y sabiduría cuyo destino sería el de ayudarnos a pasar por los tiempos difíciles. Me
hizo pensar en las visiones apocalípticas de la llegada de un Salvador y, otra persona allí presente,
lo comparó con un Emiliano Zapata de la actualidad. Parece que Don Lucio, a los 71 años, todavía
no ha encontrado un discípulo o heredero que pueda proseguir en su lugar; ni ha encontrado a
una persona con quien compartir sus visiones; ni siquiera los curas que le han visitado han podido
hablar de los "rebaños" o de "los pastores que cuidan a los rebaños". Muchos han venido a
visitarlo y a aprender, pero hasta ahora no han superado los límites de la comprensión intelectual
donde no se toman apuntes con pluma y papel, sino que se les escribe para siempre dentro de la
cabeza. Así, Don Lucio repite frecuentemente "Póngalo aquí", mientras escribe palabras invisibles
en su frente. "Aquí nunca se pueden perder o ser olvidadas".
Me contó de uno de tales visitantes, Dora de Nueva York, que vino a hablar con Don Lucio y
compartir lo que había de los métodos de curación y del control del tiempo. Después de varias
reuniones, parece que las preguntas de Dora seguían aumentando y, en una ocasión, Dora
finalmente preguntó a Don Lucio si existía un libro escrito que contuviera toda esta información
y que ella pudiese leer. Respondió que sí, que claro que sí había, y se lo dio para que lo leyera.
Riendo, nos contó que cuando intentó leerlo, regresó corriendo, protestando de que era escrito
en griego. Aquí, Don Lucio pausó misteriosamente para mirarnos, a ver si habíamos entendido la
broma y luego siguió riendo. Según Don Lucio, Dora todavía tenía mucho que aprender acerca
del control de condiciones atmosféricas, puesto que había tenido que enseñarle algo tan
elemental como la producción de nubes y de rayos. Ilustró este punto al decir "Mandas el rayo
así", y con esto hizo un ademán de tipo magnético con las manos. "Y entonces le gritas a Emanuel
del Popocatépetl a que mande una nubecita en esta dirección". Continuó con los comentarios de
Dora y cómo felizmente se despidió de ella, convencido de que ella sabía muy poco de estos
asuntos.
Al escuchar esta historia, estuve consciente de que gran parte de lo que nos contó Don Lucio no
quedó explicado por sus palabras solamente, sino por cada movimiento y cada gesto, y de que
su intención al contar las historias no era la de entretener sino de dar- nos algún mensaje
también, cuya comprensión dependía de nuestra capacidad de percepción para entenderlo.
¿Somos todos lo mismo, Don Lucio? ¿La persona que observa es la que ve lo mismo en todos
nosotros?, preguntó uno del grupo, y en la conversación habló sobre quiénes somos nosotros y
sobre otros mundos. Don Lucio contestó la pregunta diciendo primero que todos éramos
diferentes, cada uno con su forma especial de ser y de hacer, -pero que el que ve, ve todo igual.
Todos somos lo mismo en cuerpo, en mente, en esencia; sin embargo, a la vez somos diferentes.
La idea se hizo más clara cuando dijo que todos venimos del mismo origen, de la misma
"respiración divina", según él. Las diferencias entre nosotros existen debido a los "regalos que se
han dado a cada quien". Estos "regalos" son los que nos hacen ser tal como somos, los que
diseñan el tipo de vida que llevamos; son dados, controlados y guiados por seres tales como los
pastores y los trabajadores del tiempo.
Don Lucio explicó que los trabajadores del tiempo existen en un mundo físicamente parecido al
nuestro. Hay mujeres, niños, bebes, gente grande; sin embargo, existe una diferencia importante
y es que su mundo existe en perfecta armonía y paz. Me explicó que existían los trabajadores de
antes y los de después. Parece que todos hemos sido trabajadores del tiempo antes de esta vida
y que podemos volver a ser trabajadores del tiempo después. Al preguntarle a Don Lucio cuál
sería su próxima tarea después de terminar esta vida, contestó que haría lo que le pidiera el
Señor, y no hizo ninguna referencia a lo que podría ser. Platicamos brevemente de estas cosas y
aunque todavía quedaban muchas más por explorar y cantidad de preguntas por hacer,
decidimos esperar hasta la próxima visita, ya que Don Lucio estaba cansado.
Antes de irnos, Don Lucio nos dio una limpia a cada uno de nosotros o, como prefiero decirlo yo,
nos dio uno de sus "regalos". El olor a hierbas y alcohol invadió el cuarto, mientras Don Lucio
repetía su bendición a cada uno, palmeándonos en la cabeza, espalda y pecho con su líquido
especial y bendiciendo nuestras manos por los trabajos que realizarían más adelante.
Últimamente Don Lucio había estado enfermo, así que cortamos la visita para permitir que
descansara, dándole las gracias por el tiempo y la energía que había compartido con nosotros.

SEGUNDA PARTE
UNA INICIACIÓN CHAMÁNICA.
Como ya vimos, Don Lucio Campos vive en un pequeño pueblo del Estado de Morelos. Hace más
de treinta años que fue iniciado en el arte de curar, de controlar tormentas y granizos, con el
objeto de cuidar que las cosechas de su región no sufrieran daños.
Un día, mientras cuidaba sus vacas en el campo, Don Lucio vio una esfera multicolor que se le
aproximaba. Al tratar de atraparla perdió el sentido. Al recuperarse, se percató que había sido
herido por un rayo. Regresó a su casa y su esposa se sorprendió por su olor a quemado.
A los ocho días, estando de nuevo en el campo, empezó a ver pequeños seres que lo llamaban.
Al día siguiente dejó de comer y empezó a perder interés en la vida cotidiana. Asustada, su esposa
trató de curarlo, pero sin éxito. Poco a poco empezó a entrar en estado de coma y así se mantuvo
durante tres años.
Don Lucio cuenta que mientras su cuerpo se mantenía inconsciente y alimentado artificialmente,
su espíritu estaba despierto y recibiendo enseñanza, la cual le era otorgada por los "trabajadores
del tiempo", seres espirituales encargados de mantener el equilibrio atmosférico del Planeta.
Durante el primer año de su enseñanza e iniciación como chamán, Don Lucio viajó con los
trabajadores del tiempo a todo lo largo y ancho de la Tierra, mientras le enseñaban cómo
controlar las tormentas, desviar los granizos y "disparar el rayo". Durante el segundo año, Don
Lucio fue entrenado a reconocer hierbas medicinales y recibió instrucciones acerca del arte y las
técnicas de curación.
Los trabajadores del tiempo, estos "seres etéreos" según Don Lucio, forman parte de rebaños
que se distinguen por sus colores. Existen rebaños blancos, amarillos, verdes, negros y de otros
colores. Cada uno de ellos representa una nación y un estado de conciencia. Don Lucio considera
que México es el rebaño de color blanco por su capacidad de estar en el Ser o centro de la
conciencia. Cada rebaño, a su vez, está comandado por un pastor que lo guía y es el encargado
de su desarrollo. Los pastores están comandados por el "pastor de pastores", al que Don Lucio
atribuye funciones divinas.
Después de recorrer todos los rebaños y de conocer a sus pastores, Don Lucio llegó a un valle
magnífico en el centro del cual se encontraba el pastor de pastores. Este último lo recibió y felicitó
por haber llegado tan lejos en su desarrollo. El chamán le pidió poder seguir aprendiendo y el
"sumo pastor" le indicó una vereda. Don Lucio se enfiló por ella y llegó a tres montañas, más allá
de las cuales ya no existía camino. En ese paraje, este chamán recibió su última iniciación, la cual
consistió en aprender a distinguir el bien del mal y el conocimiento de la conducta humana. Más
tarde, el pastor de pastores le ordenó regresar a su cuerpo físico y utilizar lo que había aprendido
en beneficio de la humanidad doliente sobre la Tierra.

Don Lucio hizo lo que se le solicito y se dedica, hasta la fecha, a curar y a proteger los plantíos de
su pueblo de tormentas y otros percances. Alrededor de Don Lucio se ha fortalecido un grupo de
discípulos que aprende a utilizar hierbas medicinales y otras técnicas terapéuticas.

Don Lucio utiliza la limpia para reorganizar la energía corporal y las "vistas" para diagnosticar. Las
limpias las ejecuta auxiliándose de huevos de granja, los que, al ser frotados contra el cuerpo de
sus pacientes, absorben malas energías. Las vistas se obtienen al depositar estos huevos en el
interior de vasos transparentes llenos de agua. Dependiendo de las formas proteicas, burbujas,
disposición de la yema, etc. Don Lucio hace una interpretación diagnóstica en la que no faltan
referencias a espíritus y trabajos hechos por envidias y odios.
Algunos de sus discípulos son "coronados" por este chamán. La coronación es una ceremonia
iniciática que coloca al aspirante como servidor del tiempo. Esta es una categoría humana, un
nivel por debajo de la etérica de trabajador del tiempo. El servidor del tiempo es capaz de curar
y de manejar las condiciones atmosféricas, guiado por uno o varios protectores de entre los
trabajadores del tiempo. Un ejemplo de un proceso iniciático me fue relatado por el mismo Don
Lucio.

Gobi, una muchacha norteamericana residente en Tasco, fue divisada por un rebaño de
trabajadores del tiempo. Uno de estos espíritus fue atraído por la muchacha. Este trabajador
solicitó permiso para convertirse en protector y guía de Gobi. El permiso fue concedido por el
"Señor", el que previamente se aseguró que las intenciones del trabajador estaban dirigidas hacia
el perfeccionamiento de la muchacha.
El trabajador, en forma de nube, fue a buscar a Gobi¡, encontrándose con la desagradable noticia
de que ya no vivía en Taxco. La aspirante fue localizada en los Estados Unidos, a donde había ido
de visita.
El trabajador esperó a que tomara el avión de regreso a México y cinco minutos después del
despegue, lanzó un rayo al aparato. Este rayo tocó el aparato cerca de donde se encontraba la
muchacha. El avión logró aterrizar y Gobi subió a otro para continuar con su viaje. Nuevamente,
cinco minutos después del despegue, el trabajador del tiempo lanzó otro rayo al avión, golpeando
la ventanilla en la cual se encontraba Gobi. La nave se tambaleó, pero continuó su viaje con una
Gobi mareada y casi inconsciente. Al llegar a México, la joven se seguía sintiendo mal y llamó a
un amigo, que la llevó con Don Lucio. Este, comprendiendo lo que había sucedido, coronó a Gobi
y le informó que su protector le había regalado dos “jardines": el Don de curación y el poder de
manejar los elementos atmosféricos.
Esta increíble iniciación no es común, aunque el haber recibido una descarga eléctrica (el rayo)
se considera -entre los servidores veteranos- como señal segura de elección por parte de los
trabajadores del tiempo.
Don Lucio dice ser capaz de desprenderse de su cuerpo y en espíritu trabajar en el tiempo
recorriendo el Planeta y haciendo buenas obras. Los espíritus le indican cuándo vendrá un
paciente y le recomiendan medicinas y procedimientos curativos y terapéuticos.
Una vez al año, el 5 de mayo, Don Lucio, junto con sus discípulos y los miembros de otros linajes
de servidores del Estado de Morelos, se reúnen en una cueva situada entre los volcanes
Popocatépetl e Ixtaccihuatl: El Caleca, en donde reciben fuerza para poder enfrentarse a las
fuerzas del mal y así ayudar a sus comunidades.
Resulta interesante descubrir que existen similitudes entre los chamanes mexicanos y los de
otras latitudes, como los de Siberia. Según Mircea Eliade, los chamanes siberianos también son
iniciados por el rayo y los hay que se dedican, como Don Lucio, a curar y a defender sus
comunidades contra las condiciones atmosféricas adversas.

Nos encontramos, pues, frente a un desarrollo peculiar de la conciencia, no menos real y


significativa que la conciencia occidental, tan preocupada por las condiciones materiales y tan
alejada de la espiritualidad.

En contraste, los linajes de servidores del tiempo del Estado de Morelos mantienen una estrecha
vinculación con órdenes de la realidad puramente espirituales. El mismo Don Lucio distingue dos
mundos: el de los objetos visibles y el de los seres invisibles. Este último, según él, es un mundo
de trabajo, sin odios, discriminaciones ni prejuicios.
Todos, en él, trabajan en obras de bondad. Por ello, cuando a Don Lucio le fue ordenado regresar
a su cuerpo en la Tierra; lo primero que sintió es que lo mandaban al infierno. Estuvo, de hecho,
a punto de negarse, pero recordó quién se lo solicitaba, el pastor de pastores, y accedió.
Altar Mexicano

LA INICIACIÓN DE DON LUCIO.

Lo que continúa es la reproducción casi literal del relato de la iniciación de Don Lucio al
chamanismo, narrada por él mismo al autor, durante una conversación realizada en el recinto de
los altares de su casa.

Un relato de este tipo requiere, para ser obtenido, de la confianza del chamán y ésta sólo se logra
después de pasar por pruebas de intención. En este caso Don Lucio permitió inclusive la
reproducción de su relato.
Encontré a Don Lucio jugando con su recién nacido nieto, en el extremo de una pequeña mesa
de madera en donde comía el resto de su familia. Las risas se mezclaban con los vapores húmedos
que humeaba el temazcal seguramente preparado para la recién parturienta madre. Me
recibieron como si fuera otro miembro más de la familia y me hicieron acompañarlos. Yo venía
de Tepoztlán y de pronto sentí que el pueblo de Don Lucio era mucho más mi verdadero hogar.
El nieto de Don Lucio me miraba, plácido y relajado, mientras su abuelo, casi sordo, me decía que
Dios lo había bendecido de nuevo. Yo sentía un fuego interno casi insoportable y había decidido
venir a visitar a Don Lucio para pedirle consejo. El pareció entender mi urgencia y me invitó al
cuarto contiguo en el cual una mesa llena de estatuillas y velas servía de altar junto a dos
pequeñas sillas de madera.
Nos sentamos uno frente al otro y Don Lucio se percató de que su veladora roja había
desprendido toda su parafina a través de una grieta en el vaso de vidrio que la contenía, “Se tronó
por demasiado calor", me dijo con una sonrisa. Yo lo entendí como reflejo del fuego que me
consumía.
Don Lucio me miró a los ojos y yo sentí que me traspasaba. "Hay que conservarse", me dijo con
seriedad, "en estos tiempos el mal anda suelto y trata de meterse, pero uno debe rechazarlo para
mantenerse en alto. Nada debe hacer caer y con la ayuda de Dios todo se arregla".
Me gustaron sus palabras. Eran un reflejo exacto de lo que sentía y se las agradecí. Después de
un instante de silencio concentrado, prosiguió:
"Es como el otro día. Ya ve que hasta en el tiempo se refleja el otro y trata de dejarnos sin
cosechas. Vi en el ciclo una nube negra como remolino y me di cuenta de que de las cuatro
direcciones venían igualitas nubes, todas arremolinando y dando vueltas. Me dije que aquello
era muy grave y que una gran batalla se estaba dando allí en el cielo. Tomé mi luz y la puse del
lado derecho y del izquierdo prendí mi carbón y me preparé para sahumar. Yo me senté en medio
de ambas en la puerta de mi casa y preparado para rechazar aquellos seres. Empezó a granizar y,
mire Jacobo, en un instante la tierra se banqueó. Me puse fuerte y las mandé para arriba y allí se
fueron, rápido como habían venido, se divisaban dirigiéndose hacia Tepoztlán y Zempoala las
condenadas." Yo no pude ocultar mi alegría, reía y de puro gusto palmeaba a Don Lucio quien
hacía lo mismo que yo.
Es lo mismo con la gente, dije yo de improviso, asombrándome de mis propias palabras; se tratan
de introducir en uno como las nubes y es necesario mantenerse apartado."
"Así es", me contestó mostrándome su mano izquierda. "¿Ve estos dedos?, pues con ellos
aprendí a dirigir el rayo."
EI súbito cambio en el tema de la conversación me tomó desprevenido. Yo estaba planteándome
una pregunta que no tuvo tiempo de subir a la superficie de mi conciencia pero que después de
la observación de Don Lucio apareció con claridad. ¿Quiénes eran los seres tras las nubes?
Se la planteé a Don Lucio y él me miro, sorprendido. ¡Pues que no le he contado!
"A lo mejor. pero ya no me acuerdo", le contesté con timidez.
"Ah, caray, Jacobo. Pues ay le va. Mire, el otro día en el campo un árbol, fuerte y de tronco muy
ancho amaneció sacado de la tierra con todo y raíces y volcado sobre el trigal de un compadre. A
mí me llamaron para que lo fuera a ver y diera testimonio. El árbol había sido extraído del suelo
por una mano muy fuerte y dejado a una distancia de su origen, sanito, sin una muestra de daño,
completo con todo y sus ramas. Yo supe que eso lo habían hecho los del tiempo, que son muy
fuertes y que trabajan juntos. Yo también hacía esos trabajos cuando andaba con ellos."
"¿Y cómo llegó con ellos?", le pregunté con ganas de volver a oír la historia.
"Bueno, pues ¿qué, no le he platicado, hombre?"
"Miré'', prosiguió con decisión, "un día me llevé mi ganado a pastar al monte. Allí estaba como a
las tres de la tarde, cuando de pronto volteé al ciclo y vi como una pelota, hecha de gajos de
todos colores, que se me acercaba muy rápido.
La pelota esa brillaba y estaba tan bonita que estiré mis brazos para tratar de atraparla. Así
estaba, cuando de pronto todo se volvió negro. Como a las cinco y media me desperté en el suelo,
sin saber qué es lo que había pasado. Corrí a ver a mis vacas y al tocarme la cabeza la sentí
húmeda y sin sombrero. Me sorprendió eso y volví a buscar mi sombrero.
Vi que el pasto en donde había estado estaba aplanado y de pronto me acordé lo que había
pasado. Me dio un miedo de muerte porque entendí que me había caído el rayo encima. Corrí
hacia mi ganado y me encontré con un amigo. Le dije que quería guarecerme en mi casa por
temor de que el rayo me volviera a encontrar. Mi amigo se rió de mí y me dijo que aun en la casa
podía suceder.
Entendí que tenía razón y me conformé. ¡Al fin y al cabo en todos lados era lo mismo! Me senté
sobre una piedra a contemplar el campo. Hacía un sol muy bonito y yo me sentía bien, pero con
un hambre del carajo. Nunca había sentido tanta hambre. Me levanté y llegué a mi casa. Mi mujer
estaba embarazada de mi primer hijo y no le quise decir nada para no asustarla. Le pedí que me
ayudara a quitarme mi gabán y ella se acercó y olió a quemado. Pues ora ¿de dónde es ese olor?,
me preguntó. Yo no le dije nada. Comí como desesperado, pero esa fue la última vez que lo hice.
A partir de ese día ya no quería comer y a los quince días estaba yo en los puros huesos. Me
enfermé de muerte, Jacobo, y me tenían que llevar cargando de un lugar a otro porque yo no
podía ni caminar. Les pedía que me dejaran morir en mi cama y ya no me pasearan porque nada
más me daba vergüenza. Me llevaron a médicos, a centros de curación y nadie sabía qué me
pasaba. Así me pase tres años de mi vida. Mi cuerpo estaba de muerte. pero mi espíritu se había
desprendido y estaba con los del tiempo ... Conocí muchas cosas, Jacobo, y recorrí los rebaños
de todos colores y sus pastores."
"Oiga, Don Lucio", interrumpí, "¿de dónde son los seres de los rebaños?"

La expresión de Don Lucio cambió. Me miró fijamente a los ojos como preguntándome si hablaba
yo en serio y después me palmeó la espalda riéndose.

"¿Cómo que de dónde son los seres de los rebaños”, dijo riéndose? ''¡Qué pasó, Jacobo, que
pasó! ¿En dónde anda su cabeza?; pues somos nosotros. ¡Sí, hombre, nosotros somos los
rebaños! ¿Que a poco no sabe? ¡Caramba! "

Me sentí apenado, aunque la interrogante seguía en mi interior. Mire inquisitivamente a Don


Lucio y él pareció adivinar mi duda. Se clareó la garganta y prosiguió diciendo:

"Los colores son varios, blanco, amarillo, después oro, negro. A ver, Jacobo, ¿de dónde salen los
colores?"
"Pues, yo no sé, Don Lucio."
''¡Ay, carajo! pues dónde anda esa cabeza, hombre. Mira los blancos somos nosotros, los
mexicanos; los güeros pues son los americanos; los de oro son pues los alemanes. "Yo creía que
los negros eran los americanos, Don Lucio."
"No, hombre, qué pasó, qué pasó, todos somos iguales y más allá más, entre los del tiempo. Allá
sí se trabaja en igualdad, aunque siguen existiendo los colores."
"¿En qué se trabaja?", pregunté con curiosidad, sintiéndome como un niño chiquito frente a un
enorme y sabio viejo.
"Eso sí que es bonito", dijo Don Lucio con una sonrisa. "Existen muchos trabajos, pues qué, ¿no
le he contado?
"El primer año estuve trabajando con el tiempo. Caminaba con los rebaños de un lado hacia el
otro. Allí, en un minuto uno camina de México a Estados Unidos. Vigilábamos las nubes y los
relámpagos y dábamos vueltas alrededor del mundo cuidando y cambiando el rumbo de las
tormentas. Mire, ve esta mano, de los dedos salían luces para mover los rayos.
"El segundo año estuve trabajando la tierra. Aprendí a reconocer las semillas y a plantar y
cosechar. Se cómo cuidar el maíz, el trigo, el frijol, las habas, todo lo que se puede plantar.
"EI tercer año conocí todos los rebaños y sus pastores. Como ya le dije, los rebaños son de todos
colores y el primero de ellos es el blanco y ese somos los mexicanos."
Yo había estado en una reunión en Tepoztlán en la cual un arqueólogo, Alexander Von Wuthenau,
había defendido la tesis de que México había sido visitado por hombres de todas las civilizaciones
mucho antes que Colón. Yo le había preguntado si eso significaba que el mexicano actual era el
producto de la mezcla de todas esas razas y él había dicho que sí. La luz blanca es la mezcla de
todas las luces y eso coincidía con lo que decía Don Lucio. Se lo hice saber y el me contesto
diciendo que en México estaba el centro.

"Así es, Jacobo, México es el centro y por eso nos visitaban tanto, nosotros tenemos esa luz."
Yo acababa de regresar de india y Nepal y la observación de Don Lucio reflejaba mi propia
opinión. El mexicano parecía poseer el contacto con el centro mismo de la conciencia, sobre todo
el mexicano del campo.
Por eso mismo antes no soportábamos a los extranjeros. Los sentíamos lejos y extraños de ese
centro y eso nos resultaba muy difícil", me dijo Don Lucio con convicción.
"Es que ese centro", añadí yo, "es el más grande tesoro, es de allí que se puede sentir el infinito.
Es nuevo cada instante y al mismo tiempo igual. Desde allí se puede curar y todo adquiere
significado."
"Así es", dijo Don Lucio palmoteándome la espalda, "veo que usted me entiende, y por eso,
véngase un día de madrugada y en ayunas para que pueda tener el testimonio de los colores de
los rebaños. Eso es muy importante saberlo, mucho muy importante."
Obviamente la invitación me sedujo y le dije que vendría un sábado a dar testimonio. Le recordé
a Don Lucio que me estaba contando su encuentro con todos los rebaños. Se aclaro la garganta
y continuó su relato.
"Caminaba entre ellos y así un día llegué a un valle muy grande, en donde estaban reunidos todos
los rebaños y sus pastores. Las montañas estaban llenas de ellos y todo se veía muy precioso. A
la mitad del valle estaba el pastor de todos los pastores sentado en una roca con una barba blanca
muy larga y un bastón sobre sus rodillas.
Yo estaba en la orilla del valle y cuando los rebaños me sintieron abrieron camino. Caminé entre
ellos y poco a poco me fui acercando al pastor mayor.
Cuando llegué a él me miró y recogió su bastón. Me dio la bienvenida y me dijo que yo estaba allí
gracias a la voluntad de Dios. Me preguntó si discaba seguir hasta el final del camino y al decirle
que sí me señaló una vereda y me indicó que después de recorrerlo regresara a donde él estaba.
Así es que seguí caminando, hasta que llegué a una montaña que obstruía el camino. Otras dos
montañas a los lados resguardaban un pequeño valle. A la izquierda una cruz con el Cristo en ella
me miraba. Jesús estaba allí, sin clavos, por su propia voluntad. A la derecha habían tres arcontes
y un vigía. Me acerqué al primero y el que lo cuidaba me preguntó si deseaba ver su interior. Le
dije que sí, y lo abrió. Un agua cristalina estaba allí revoloteando tranquila. Unas gotas me
salpicaron y una me cayó en la frente. Comprendí que era el líquido del bien.
"La segunda caja contenía un líquido cenizo y turbio y también daba vueltas y revoloteaba en
remolinos."
"¿También fue salpicado por esa agua?",
"Sí, también, y entonces se me dijo que la tercera caja era terrible y que si quería no me la
enseñarían. Me negué y la tapa fue abierta. Un remolino terrible la lanzó al aire y pude ver el
interior. Animales horribles vivían adentro. Víboras espantosas se cruzaban con ranas y sus bocas
venenosas salían de la superficie en un líquido muy oscuro tratando de morderme.
"Después de ver todo eso regresé con el pastor mayor. Me dio la bienvenida de nuevo y me dijo
que todo me había sido mostrado porque ésa había sido su voluntad. "Ahora, me siguió diciendo,
es mi voluntad que regreses a tu lugar de origen y allí recibas a todos estos rebaños y los orientes
hacia la luz y los despejes. Yo me sentí morir. Después de tres años de estar en la gloria me hacían
regresar al infierno de la Tierra. A pesar de mi disgusto acepté mi misión, pero le pedí al pastor
que su presencia me acompañara en mi trabajo. No sólo eso, me contestó, también tendrás la
ayuda del mundo espiritual.
"Regresé, pues, a este mundo y una tarde le dije a mi mujer que me ensillara una burrita. Así lo
hizo y monté en ella y me fui al campo. Encontré un prado junto a un árbol y allí me acosté. Me
levanté después de unas horas y regresé a mi casa. Mi mujer me recibió y poco a poco me fui
curando yo solo con ayuda del campo". El pastor mayor también me permitió cobrar mis
curaciones y darme tiempo para cultivar el campo y así mantener a los míos.
"Un día vino un señor al que lo había yo ayudado. Me ofreció darme un puesto en el Seguro
Social, en la Ciudad de México, para hacer mi trabajo. Yo le dije que no, nada más lo miré a los
ojos y le dije que pues ¿qué pasó?, que yo no quería volverme como uno de ellos, sino más bien
mantenerme responsable de mi trabajo. Él me insistió, me dijo que tenía muchas influencias y
que nada más era cuestión de que yo firmara unos papeles y eso bastaba para asegurarme de
por vida. ¿Pues qué pasó?, Él volvía decir y me volví a negar.

Él se enojó y me dijo que yo no aceptaba ni lo regalado. Luego, pues yo me doy cuenta de que
allí es mi lugar y aquí recibo a las gentes de los rebaños. A veces vienen sacerdotes y yo les
pregunto acerca de sus rebaños y ellos no entienden de qué les hablo. Hágame favor ¿si ellos no
entienden, entonces quién?
Un sacerdote siempre me viene a pedir mi bendición. ¡Pues esa sí que es grande! ¡Yo dándole la
bendición a un sacerdote! Y cuando le pregunto ¿que por qué?, él me dice que es porque siempre
le va bien cuando yo lo bendigo.
"Ahora cuido los campos y alejo a los seres malos que quieren acabar con las cosechas y les digo
a los campesinos que vayan a bendecir sus cohetes y que los hagan tronar en el aire cada vez que
venga una nube mala y así lo hacen y todo va muy bien.
"Usted, Jacobo, venga a dar testimonio cuando usted quiera. Aquí lo espero."

Don Lucio Campos

CORRELATIVOS PSICOFISIOLÓGICOS.
No me siento capacitado para juzgar a qué realidad pertenecen las experiencias que vivió Don
Lucio durante los tres años de su iniciación como chamán. De lo que sí soy capaz es de establecer
un paralelismo entre ellas y la organización del cerebro. Este paralelismo existe y la labor de
analizarlo es fascinante. Esto quiere decir que la realidad que vivió Don Lucio se refleja y que es
un reflejo de la organización y del funcionamiento del cerebro humano. Obviamente, este
paralelismo no es exclusivo del cerebro simplemente porque su organización es un reflejo de
otros órdenes y niveles de la naturaleza. De hecho, la forma en la que está organizada la
información en el espacio es la misma que se refleja en la organización cerebral.
Lo anterior implica que el patrón de experiencias de Don Lucio es isomórfico con respecto al
cerebro, al espacio y a otros órdenes de la naturaleza. Con el objeto de realizar este análisis,
recapitularé algunas de las experiencias clave de Don Lucio y describiré sus correlativos
psicofisiológicos.
En primer lugar, el concepto de rebaño y pastor. Don Lucio describe la existencia de rebaños de
todos los colores comandados por pastores guías.
Con relación a la contraparte cerebral de los rebaños y sus pastores, se sabe que la corteza
cerebral es la más evolucionada de todas las estructuras del cerebro y que está formada por
unidades funcionales que se repiten a todo lo largo y ancho de su tridimensionalidad.
Estas unidades son circuitos complejos que interconectan capas corticales a través de fibras e
interneuronas (Thatcher, 1984).
La codificación de la información que viaja por las unidades corticales sufre procesos complejos
de integración. En ellos, patrones de actividad son reducidos a algoritmos neuronales 1 a través
de la activación de circuitos de inclusión por convergencia (Grinberg-Zylberbaum, 1976). Un
ejemplo de este procesamiento inclusivo es la activación de una célula compleja cortical como
resultado de la convergencia de información proveniente de células simples de la misma corteza.

Otros ejemplos son la activación de células polisensoriales de la corteza parieto-temporal como


resultado de la llegada de impulsos neuronales provenientes de muchas fuentes. Lo que estoy
implicando a través de esta descripción es la consideración de que un patrón algorítmico de alta
inclusión por convergencia podría considerarse como un modelo neuronal de un pastor mientras
que el conjunto de unidades funcionales que lo alimentan (al algoritmo neuronal) sería su rebaño.
El concepto de pastor de pastores también tiene una contraparte cerebral, pero ella requiere
(para ser comprendida) de algunas consideraciones preliminares.
Si el pastor de pastores es el integrador de todos los rebaños, su función debe ser la de unificación
y coordinación de los más o menos diferenciados rebaños.
En el caso del cerebro, una medida de la mayor o menor diferenciación funcional entre diferentes
regiones corticales es la coherencia. 2 Cuando se registra una alta coherencia entre dos zonas de
la corteza, esto implica una alta redundancia en el manejo informacional de las unidades
involucradas y un elevado flujo informacional entre éstas. Por el contrario, una coherencia baja
implica un elevado nivel de diferenciación en la información manejada por las neuronas.

1
Un algoritmo es un patrón. modelo o fórmula matemática que contiene información concentrada capaz de ser
decodificada para reconstruir el original del cual se obtuvo el algoritmo.
2 La coherencia es una medida de similitud.
Los particulares flujos energéticos entre unidades localizadas en diferentes regiones corticales,
determinan no solamente diferentes patrones algorítmicos unificadores de su actividad, sino
diferentes cualidades sensoriales asociadas. Los colores diferenciados de los rebaños podrían
estar asociados con estas características globales.
Por otro lado, estudios de coherencia (Thatcher, 1984), han demostrado que la corteza occipital
es la que posee menor coherencia y la corteza frontal la mayor. La alta coherencia del lóbulo
frontal y sus conexiones con el resto de la corteza a través de fibras axiónicas de gran longitud
puede conceptualizarse como si este polo de la más reciente evolución cerebral actuase como
un coordinador general del estado de diferenciación o de coherencia del resto del cerebro.
Una situación similar debe estar asociada con la función de estructuras de alta convergencia
informacional, como la corteza parieto- temporal o algunas estructuras subcorticales, como el
núcleo caudado (Grinberg-Zylberbaum, 1975). La alta convergencia y poder de unificación de la
corteza parieto-temporal explica su funcionamiento como una zona de asignación de significado
a estímulos neutros (Grinberg-Zylberbaum y John, 1981), y podría concebírsele como un modelo
neuronal del pastor de pastores de la iniciación chamánica de Don Lucio.
Es posible suponer que cuando la coherencia de todo el cerebro se incrementa, unificando así su
actividad, la experiencia subjetiva debe hacer lo propio. En un estudio recientemente concluido,
se encontró que una alta coherencia intra e interhemisférica se hacía correlativa de un estado
interno de unificación, equilibrio y contacto con el Yo. En cambio, cuando la coherencia
disminuyó, la sensación asociada era de falta de unificación y de ausencia de contacto con el Yo
(Grinberg-Zylberbaum, 1984).

El arribo al Yo ocurre normalmente después de que un sujeto, en el proceso de su desarrollo


normal, ha recorrido una serie de experiencias y las ha integrado hallando lo que de común tienen
todas ellas, es decir, el ser experiencias incluidas dentro del mismo sujeto o conciencia. En
términos psicofisiológicos, el Yo surge cuando el proceso de neuroalgoritmización3 y de
asignación de significados ha llegado a un nivel en el cual la incorporación de nuevos datos ya no
altera la estructura del algoritmo "final". Anatómicamente, ésto debe implicar un desarrollo y
activación de los circuitos de codificación por convergencia y una "decantación" de patrones
neuronales complejos hasta lograr un manejo algorítmico total de la actividad cerebral.
Este proceso ya lo he descrito antes con mayor detalle (Grinberg-Zylberbaum, 1981), por lo que
solamente añadiré aquí que debe implicar un aprendizaje de control de la coherencia global del
cerebro. Idealmente hablando, un sujeto alcanza un óptimo desarrollo cuando logra mantener
una diferenciación de experiencias sobre un fondo constante de integración yoica. En otras
palabras, cuando es él mismo en cualquier situación y ante diferentes experiencias.

3
Neuroalgoritmización se refiere al proceso mediante el cual el cerebro activa patrones de alta concentración
informacional.
En su iniciación, Don Lucio pareciera haber reproducido este proceso desde su encuentro con
cada uno de los rebaños y sus pastores hasta su conocimiento del pastor de pastores o integrador
central de todos los rebaños.
Su visión de un valle repleto de todos los rebaños y el pastor mayor sentado en el centro se antoja
como una visión global de todas las unidades funcionales de la corteza y el polo frontal
orquestando la actividad de todo el conjunto.
Esta visión sugiere que el viaje de Don Lucio fue un trayecto a través de sus propias estructuras y
un encuentro consigo mismo. En este contexto, la transformación realizada por la conciencia de
Don Lucio, percibiendo las unidades corticales como rebaños, de sus patrones algorítmicos como
pastores y de la activación de una estructura cerebral polisensorial y de máxima convergencia
como el pastor de pastores es producto de la educación campesina de Don Lucio y de su concepto
de realidad asociado a su entorno.
Parecería que el rayo que alcanzó a Don Lucio modificó todo su funcionamiento interno haciendo
que su conciencia lograra penetrar áreas de sí mismo que generalmente permanecen bloqueadas
y sin acceso. Sin embargo, la insistencia de Don Lucio acerca del carácter externo de su viaje debe
ser tomada en consideración, lo mismo que su capacidad para ejercer control sobre las
tormentas.
En este sentido, existe una teoría (la Teoría Sintérgica) que postula que el cerebro es capaz de
crear un campo energético (el campo neuronal) que se irradia a partir de la estructura del
cerebro, la abandona y se interna en el espacio extracraneano.
Aquí interactúa con la matriz energética del espacio-tiempo, dando lugar a un patrón de
interferencia4 hipercomplejo que constituye la estructura energética de la experiencia.
Según la Teoría Sintérgica (Grinberg-Zylberbaum, 1981), el patrón de interferencia es
decodificado y transformado en experiencia consciente por el Observador o Ser a través de la
mediación de un factor de direccionalidad.
Este último interactúa con porciones limitadas del patrón de interferencia y las transforma en
experiencias específicas. Puesto que- no existe límite teórico para la expansión del campo
neuronal en el espacio y por lo tanto el patrón de interferencia permea tanto el interior como el
exterior de la estructura orgánica del cerebro, el factor de direccionalidad podría ser capaz de
transformar en experiencia consciente cualquier porción del patrón de interferencia tanto en el
interior como el exterior del cerebro.

Desde este punto de vista, Don Lucio probablemente fue capaz de decodificar zonas extra
craneanas de su patrón de interferencia, experimentando así niveles de realidad desconocidos
para el resto de nosotros.

4
Un patrón de interferencia aparece cuando dos ondas de cualquier morfología se entrecruzan o interactúan.
La descripción tic la atemporalidad durante sus viajes y de su capacidad para trasladarse de una
localización geográfica a otra sin intervalos apreciables está de acuerdo con lo anterior, porque
precisamente una de las características del factor de direccionalidad es la de ser posible
focalizarlo en diferentes regiones del espacio- tiempo sin que medien intervalos temporales
apreciables entre cada una de sus localizaciones. En este sentido, la experiencia consciente tiene
un comportamiento cuántico (Grinberg-Zylberbaum, 1983).

De acuerdo con la Teoría Sintérgica (Grinberg-Zylberbaum, 1981), cuando el factor de


direccionalidad es capaz de enfocarse sobre el Observador, la experiencia resultante es la del Yo
o Ser. Correlativamente con esta experiencia es posible demostrar la existencia de un incremento
notable en la coherencia interhemisférica (Grinberg-Zylberbaum, 1984). Probablemente esto
último aconteció cuando Don Lucio pudo ver a todos los rebaños juntos con el pastor de pastores
en su centro.
Por último, el control que los Graniceros pueden ejercer sobre las nubes, los rayos y las
tormentas, podría estar relacionado con un control maestro sobre el factor de direccionalidad y
la interacción de campos energéticos en la estructura del espacio.

Don Lucio Campos


CAPÍTULO 2
DOÑA PACHITA DE LA CIUDAD DE MÉXICO.

Doña Pachita de la Ciudad de México y Parral

Cuando movemos un brazo o emitimos una palabra, no necesitamos ser conscientes de los
patrones neuronales que necesitamos activar para realizar el movimiento o la verbalización.
Simplemente deseamos la acción y ésta aparece. Entre el deseo y su satisfacción existen niveles
automatizados de codificación. En otras palabras, una serie de circuitos preordenados se ponen
a funcionar y de su actividad automática depende la correcta y precisa emisión.
Generalmente, nuestro cuerpo físico es el único instrumento que nuestra psique es capaz de
controlar en una interacción mente-materia relativamente directa, con un mínimo de latencia.
Algunos de nuestros chamanes, sin embargo, han aprendido a expander la interacción antes
mencionada hacia objetivos externos a su cuerpo físico. Aunque la evidencia acerca de lo anterior
no deja lugar a dudas sobre su veracidad, el mecanismo implicado es, todavía un misterio.
Personalmente tuve la oportunidad de observar directamente el trabajo de una de las más
grandes chamanas de nuestro país, Doña Pachita de la Ciudad de México, y de comprobar no
solamente su capacidad para afectar la materia con su mente, sino la de utilizar esta capacidad
para realizar milagrosas operaciones quirúrgicas.
Bárbara Guerrero era el nombre de nacimiento de Pachita. La conocí cuando estaba a punto de
cumplir 80 años, pero todavía mostraba una fuerza y poder envidiables. La encontré en una
reunión a la que había sido invitado en la Residencia Lázaro Cárdenas de Los Pinos. Una semana
antes, Margarita López Portillo me había sido presentada y después de una conversación acerca
del estado de la conciencia de México, me invitó a esa reunión.

El salón en el que nos encontrábamos era amplio, asolado y lleno de jaulas enormes, con pájaros
traídos de todas las regiones del país, que permanecían plácidos y en relativo silencio.
De pronto y al unísono, todos los pájaros empezaron a trinar y el volumen de sus sonidos,
sumados entre sí, nos ensordeció, haciéndonos voltear en todas direcciones, tratando de
encontrar la razón de tan estrepitoso acontecimiento.
Junto a la puerta de entrada al salón, una figura rechoncha, bajita y de un andar simpático y
risueño, estaba penetrando.
No cabía duda alguna que los cantos de los pájaros estaban relacionados con esa mujer, la que,
vestida humildemente y cubierta por un suéter viejo, se nos acercaba sonriente.
Era Pachita, y los pájaros de México le habían dado la bienvenida.
Yo estaba pasmado por el acontecimiento y no podía apartar la vista de esa mujer, la que cada
vez me parecía más bella y profunda.
Pachita se sentó en una silla frente a Margarita y, sin, preámbulo alguno, la interpeló.

- ¿Porque hay tantos impuestos, Margarita? ¿No ves que el pueblo se está muriendo de hambre?
Yo note que la mirada de Margarita cambiaba y que miraba, como yo, la manga raída del suéter
de Pachita.
Después supe que Pachita se había vestido, a propósito, con su ropa más vieja. La López Portillo
le contestó, en un susurro:
-Te juro que yo no tengo nada que ver con los impuestos, pero te prometo que se lo voy a decir
a mi hermano.
Después, nos sirvieron café. Un mayordomo de levita sosteniendo una charola, se acercó a
Pachita y se lo ofreció en una taza de porcelana.
Ella la vio, burlona, y dijo en voz alta, como asegurándose de que todos pudiéramos oírla:
- ¡A mí tráigame café de olla!
El mensaje era claro y yo empecé a admirar a Pachita y a desear conocerla mejor.

Como si ella hubiera oído mis pensamientos, se me acercó y me invitó a ir a verla a su casa la
siguiente semana.

Ya he descrito en dos libros5 lo que ví en la casa de Pachita el primer día que fui a verla, y lo que
seguí observando durante los meses en los que tuve el privilegio de trabajar a su lado.
Aquí solamente haré un breve resumen de mis experiencias.

5
Pachita, 1980; Cuauhtemoctzin, 1982. EDAMEX, México.
GENEALOGÍA.
El origen del linaje de Pachita es totalmente desconocido. Existe alguna indicación en el sentido
de que el trabajo realizado por esta chamana-nahuala era también ejecutado por algunos de los
príncipes aztecas, entre los que se encuentra Cuauhtémoc, el último emperador Azteca (las
razones para suponer esto se verán más adelante). Existen evidencias acerca de trabajos
similares a los que realizaba Pachita, grabadas en las piedras de Ica, descubiertas por el Dr.
Cabrera, en Perú6; estas evidencias inscritas en las piedras de Ica son altamente especulativas,
pero sugerentes de que el origen de las habilidades que manifestaba Pachita se remonta a un
pasado muy lejano de la humanidad.
Pachita decía que su linaje pasaba de generación en generación mediante parentesco directo. De
esta forma, Pachita afirmaba que después de su muerte su trabajo sería realizado por uno de sus
hijos del sexo masculino, el que a su vez lo heredaría a una hija, y así sucesivamente, hasta
cumplir diez generaciones. Si es correcta la suposición de que el origen de las habilidades de este
linaje es remoto, habría que cuestionar la concepción según la cual nos encontramos en la
actualidad en un estado de superación tecnológica con respecto al pasado. En otras palabras, el
trabajo de Pachita, como veremos en seguida, era tan extraordinario (tecnológicamente
hablando), y si su origen es remoto, habría que suponer que nuestros antepasados tenían
conocimientos que nosotros desconocemos a pesar del aparente adelanto tecnológico en el que
vivimos.

HISTORIA PERSONAL.
Pachita nació en la ciudad de Parral, Estado de Chihuahua, al norte de la República Mexicana, un
día de diciembre del año de 1900. Fue abandonada por sus padres, por ser hija ilegítima, y
adoptada por un personaje extraño, el cual se llamaba Charles, de origen africano y de tez
negroide. Según una descripción hecha por la misma Pachita al autor del presente estudio,
Charles se dedicó a enseñarle una serie de procedimientos de curación, manejo energético,
visiones acerca de las estrellas y obtención de información oracular.
Charles regresó a su país cuando Pachita tenía 15 años y a partir de ese momento Bárbara
Guerrero vivió sola y con sus propios medios.
Cuenta Pachita que ella desconocía sus propias capacidades curativas y que, en una ocasión, al
asistir a un circo que se presentaba cerca de donde vivía, en el norte del país, se encontró con un
elefante bebe que estaba muy enfermo; Pachita se acercó a este animal y lo curó; a partir de ese
momento comenzó su carrera de curandera. Sin embargo, la Época (1915) era impropia para la
manifestación abierta de estas capacidades curativas y temiendo que la gente la considerara
bruja, y por lo tanto la persiguiera, Pachita ocultó sus habilidades.

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El mensaje de las piedras grabadas de Ica, Javier Cabrera Darguer. Edit. Intisol, Perú,1976.
Luchó junto a Villa durante la Revolución; fue soldadera. Después se dedicó a diferentes
actividades: fue bailarina, trabajó vendiendo billetes de lotería, cantando en los camiones de la
Ciudad de México, a la que llegó en una fecha Desconocida para el autor.
Ya en edad adulta, se dedicó abiertamente a la curación. Se estableció en la Ciudad de México y
empezó a recibir enfermos.

MODALIDADES DE TRABAJO DE PACHITA.


Las modalidades de trabajo de esta chamana-nahuala pueden ser divididas en cuatro grandes
categorías. En primer lugar, lo que podría denominarse trabajo de diagnóstico; en segundo lugar,
el trabajo quirúrgico; en tercer lugar, está el manejo del espacio, la materia, la energía; y, por
último, el trabajo iniciático o místico. Intentaré describir cada una de estas modalidades en las
siguientes secciones.
Pachita usaba diferentes procedimientos, cada uno de ellos con una maestría inigualable.
Una de las formas de diagnóstico era la visualización de las palmas de las manos de los pacientes.
A través de la decodificación de las formas de las líneas de las palmas, de su coloración, y de
aspectos que no fueron posibles de dilucidar, Pachita diagnosticaba enfermedades específicas.
Localizaba abscesos, tumores, úlceras o infecciones en órganos particulares.
Otra de las modalidades era la de tocar con sus manos zonas del cuerpo de los enfermos y, a
través de algún mecanismo sensorial desconocido, detectar en esas zonas y en las profundidades
del cuerpo enfermedades, infecciones, tumores, etc. Algunas veces la ví utilizar huevos que
frotaba contra la piel de los enfermos para obtener información acerca de los padecimientos que
sufrían.
Pachita tenía también la capacidad sutil de poder diagnosticar algunas enfermedades con sólo
ver al paciente. Estas habilidades la llevaban inclusive a poder detectar enfermos a distancia y
diagnosticar con exactitud sus alteraciones y procesos patológicos.

MODALIDAD QUIRÚRGICA.
La principal actividad de Pachita era la de intervenir quirúrgicamente a sus pacientes. Las
operaciones eran realizadas en un pequeño cuarto iluminado tenuemente con varias veladoras
y adornado con un altar de 7 peldaños en los cuales se podían ver cuadros y estatuas de
Cuauhtémoc, de la Virgen de Guadalupe y de otros Santos.
Las operaciones se llevaban a cabo en una de las esquinas del cuarto, en una pequeña cama de
madera, sobre la cual se colocaba un hule espuma cubierto con un plástico transparente.
Los enfermos eran acostados en esa improvisada cama y una vez descubierta la parte del cuerpo
afectada por la enfermedad, un ayudante de Pachita mojaba un algodón con alcohol y frotaba el
líquido sobre la piel. Después Pachita pedía su instrumento, que era un cuchillo de monte, de
aproximadamente 15 cm. de longitud; tomándolo con su diestra, localizaba la zona de incisión y,
sin preámbulo, lo introducía y abría. La incisión generalmente era grande, con una consecuente
hemorragia natural. Generalmente los enfermos se quejaban y manifestaban dolor, aunque no
comparable con el que podría esperarse sin (como era el caso) la aplicación de anestésicos. En
otras palabras, los enfermos no eran anestesiados, tampoco se les aplicaba sustancias de
aletargamiento que permitieran explicar la ausencia de dolor interno cuando Pachita hacía las
incisiones con su cuchillo. Algún mecanismo misterioso, sin embargo, amortiguaba el dolor.
Después de la incisión, el cuchillo era introducido al interior del cuerpo. Tras una maniobra
rápida, era extraído un tumor, cortando un pedazo de órgano o simplemente colocando en su
lugar algún tejido.

Tuve la oportunidad de hacer un seguimiento de varios pacientes operados por Pachita de


tumores. Recuerdo, por ejemplo, el caso de dos mujeres norteamericanas a quienes en Nueva
York les habían diagnosticado tumores cerca de la matriz. Después de la operación, en la que
estuve presente, ambas enfermas se fueron a recuperar a mi casa. Esto me permitió constatar
los resultados. En la zona de incisión se observaba una pequeña cicatriz, parecida a lo que podía
ser un diminuto rasguño. Dos años después, en un viaje que hice a Nueva York, pude hablar con
estas dos pacientes de Pachita y me confirmaron que sus tumores habían desaparecido después
de la intervención y que no habían tenido ninguna molestia ni secuela posterior.
Pachita realizaba trasplantes de órganos. En los casos en los que llegaba un enfermo con alguna
alteración grave en uno de sus órganos, por ejemplo, un cáncer pulmonar, Pachita, con su cuchillo
de monte, abría la piel, cortaba las costillas utilizando una sierra de plomero tipo vernácula,
extraía el pulmón afectado y luego efectuaba el trasplante. El órgano trasplantado era absorbido
extrañamente desde adentro del cuerpo y, después de hacer un ruido característico, como si se
inflara un globo, la incisión se cerraba y el paciente era colocado en recuperación. Después de
las operaciones, los pacientes eran vendados en la zona tratada, y durante media hora reposaban
en el mismo cuarto (o quirófano) en el que se había realizado la intervención. De acuerdo con
Pachita este lapso de descanso servía para equilibrar los campos de energía del cuerpo a fin de
que el paciente se recuperase; luego éste era ayudado a reintegrarse a su hogar, donde debía
permanecer 72 horas en reposo absoluto.

Pachita Operando
PACHITA OPERANDO.
Los trasplantes eran múltiples. Yo vi decenas de casos de pulmón, por lo menos cuatro de riñón.
y otras intervenciones que describo ampliamente en mi libro acerca de Pachita (Grinberg-
Zylberbaum, 1980)
En ocasiones los órganos para los trasplantes eran aportados por los mismos pacientes, quienes
los conseguían en una morgue. Otras veces era Pachita quien, mediante una materialización,
hacía aparecer el órgano a ser trasplantado.
Estas operaciones de materialización pertenecen a la tercera modalidad del trabajo de Pachita,
es decir, el manejo del espacio-tiempo, cuyo procedimiento describiré en seguida.

Pachita Operando

MANEJO DEL ESPACIO-MATERIA.


En los casos de operaciones quirúrgicas que implicaban trasplantes en los que los pacientes no
podían conseguir el órgano a reponer, Pachita realizaba unos movimientos extraños con sus
brazos y manos en el aire, después de los cuales generalmente aparecía un tejido que era
utilizado para el trasplante.

Pachita realizaba materializaciones en forma cotidiana y sin prestarles mucha atención.


Era capaz de alterar diferentes niveles de organización del espacio de tal forma que lograba que
este espacio transparente sufriera un cambio en su estructura fundamental, dando lugar a un
objeto. Yo tuve oportunidad de ver esto docenas de veces. Un día, inclusive, Pachita me entrego
algo que había recién materializado: era un pequeño marco metálico cobrizo en forma ovalada y
con vidrio, que contenía un óleo diminuto de un artista desconocido llamado Flo.
Un manejo también extraordinario del espacio-materia era realizado durante las operaciones.
Por ejemplo, la utilización del cuchillo de monte era casi simbólica, el cuchillo realmente no era
utilizado como bisturí, sino que parecía bastar el contacto de su punta con la piel para que esta
se abriese.
De igual manera, cuando las heridas se saturaban, no se utilizaba hilo ni aguja, sino un manejo
similar del espacio-materia que, de alguna manera, hacía que la apertura sufriera un proceso de
inversión y lo que antes se había abierto ahora se cerrara por sí solo.
Todas las situaciones de manejo quirúrgico, diagnóstico, o de alteración de la estructura del
espacio estaban acompañadas de una mística particular, en la que Pachita continuamente hacía
referencia a Dios, al padre y a una serie de entidades que le eran familiares. Esto nos lleva a la
cuarta modalidad de su trabajo.

MODALIDAD INICIÁTICA O MÍSTICA.


Pachita afirmaba desconocer el mecanismo mediante el cual realizaba su trabajo. Inclusive
afirmaba no tener conciencia de lo que hacía su cuerpo durante las intervenciones quirúrgicas o
durante el manejo del espacio-materia. Decía que todas estas maniobras las realizaba su
protector, el que se introducía en su cuerpo para manejar su materia y realizar las milagrosas
intervenciones sin la conciencia normal de Pachita.
Sobre esta conciencia, Pachita decía que la sentía como localizada en una especie de jardín,
reposando, mientras su cuerpo era manejado por su protector, quien realizaba las operaciones.
El protector de Pachita era Cuauhtémoc, último emperador azteca. Aparecía en el momento en
que se iniciaba el trabajo quirúrgico, cuando Pachita se sentaba en una silla antes de iniciar las
operaciones. Ella cerraba los ojos, respiraba profundo y después de ejecutar una serie de
movimientos extraños, de pronto aparecía una personalidad alterna que se presentaba con el
nombre de Cuauhtémoc. Varias veces presencié este trance en el que Pachita transformaba su
personalidad.
Cuando Cuauhtémoc aparecía, la voz de Pachita cambiaba, su cuerpo se mostraba más fuerte, su
actitud pasaba de ser de una cualidad femenina a otra masculina, su presencia se volvía regia, en
el sentido más estricto de la palabra, y generalmente saludaba a quienes presenciábamos la
metamorfosis diciéndonos: "En el nombre del Padre yo os saludo".

Cuauhtémoc contaba que, en su época, durante su reinado, los emperadores aztecas como él,
además de aprender a dirigir el imperio desde el punto de vista político, aprendían a manejar la
energía en procesos quirúrgicos, similares a los que he descrito. Cuauhtémoc consideraba que su
misión en la Tierra había sido interrumpida por la conquista española y que Pachita, por medio
de su cuerpo, le ofrecía la oportunidad de concluir su obra. A este cuerpo de Pachita Cuauhtémoc
lo denominaba "la envoltura de materia", y hablaba de este como si fuera un traje o herramienta
que utilizaba en forma directa para realizar las maniobras quirúrgicas y las otras modalidades de
trabajo que han sido descritas.
La aparición de esta personalidad alterna era siempre acompañada de un mensaje iniciático o
místico, en el que se mencionaba la existencia de poderes sobrenaturales que guiaban el
desarrollo de los acontecimientos del mundo. Cuauhtémoc contaba que él y un grupo de
colaboradores de su nivel realizaban trabajos de remodelación planetaria, de equilibrio
energético planetario, de desviación de influencias negativas y de prevención de crisis en alguna
o varias zonas del mundo.

Esta última consideración nos lleva hacia el cuestionamiento del concepto de realidad de Pachita
y de su linaje.

CONCEPTO DE REALIDAD DE PACHITA.


Como vimos antes, Pachita consideraba que, además del mundo cotidiano del que ella era
partícipe, existían realidades alternativas en las que convivían seres que tenían mayor poder y
capacidad de modificación de eventos que los seres humanos.
A estos seres Pachita los llamaba protectores y manifestaba tener uno propio, afirmando que la
mayor parte de los seres que compartían su trabajo también adquirían, por tal hecho, un
protector o guía espiritual.
Esta concepción de la realidad no puede ser reducida a un solo nivel, sino considerada más bien
en varios niveles, ocupados y vividos por diferentes seres.
Así, Cuauhtémoc, como habitante del mundo espiritual, y según esta concepción, vivía en
compañía de otros seres de la misma categoría energética, con los que laboraba y realizaba
diferentes operaciones, entre las cuales estaban las quirúrgicas, utilizando como medio el cuerpo
de Pachita.
En otro nivel de realidad, estos seres espirituales eran, a su vez, comandados por seres de otra
categoría más cercana a lo que Cuauhtémoc denominaba: El Padre Supremo o Dios.
En muchas ocasiones, durante las operaciones quirúrgicas, cuando el cuerpo de Pachita era
ocupado por Cuauhtémoc, él se despedía de sus colaboradores para ir a consultar al Padre sobre
las decisiones a tomar, o sobre qué maniobras hacer con sus enfermos. Cuauhtémoc decía,
literalmente, que iba a preguntarle al Padre y que regresaría después de recibir instrucciones.

En el concepto de realidad de Pachita existían por lo menos tres niveles:


1. El nivel de los seres humanos cotidianos.
2. El nivel de los protectores, como el mismo Cuauhtémoc.
3. El nivel del Padre Supremo, que comandaba a los otros dos niveles.
Dentro de este concepto de realidad Pachita también incorporaba la existencia de otro ser que
llamaba "muerte". Este aparecía y se manifestaba cuando alguno de los enfermos era
diagnosticado como incurable. La aparición de la muerte como ser específico muchas veces
estaba acompañada de ruidos o palabras que salían de la misma boca de Pachita.
En ocasiones oí a Pachita mencionar el nombre del profeta Elías como guía de su linaje, en otras
oí hablar acerca de otros seres míticos que parecían tener un contacto muy cercano con el linaje
de Pachita.
Paralelo al concepto de realidad descrito, Pachita defendía un proceso de desarrollo de la
conciencia, que a continuación describo.

DESARROLLO DE LA CONCIENCIA.
Pachita consideraba que en el mundo existían por lo menos dos fuerzas o poderes fundamentales
que en ocasiones se enfrentaban en batallas mortales y terribles: la luz y la oscuridad. La luz era
para Pachita sinónimo de amor, de oración, de curación, de buenas intenciones y de trabajo sano.
La oscuridad, en cambio, era muerte, degeneración, engaño, trabajos sucios, trabajos diabólicos
y brujerías.
Pachita hablaba de la existencia de enfermedades provocadas por daños. Los daños eran
brujerías causadas por hechiceros que eran pagados para realizar trabajos de maldad en otros
seres humanos. Los daños eran reconocidos por Pachita, por un olor característico o una actitud
también característica. Cuando un daño era detectado, Pachita anunciaba que el siguiente
paciente era un paciente de daño y que por lo tanto debían tomarse precauciones adecuadas
para trabajar e intervenir quirúrgicamente en este tipo de pacientes.
Generalmente, cuando se anunciaba un daño, se hacían cadenas de protección en las que los
colaboradores se tomaban de las manos y formaban un círculo alrededor del campo operatorio.
En otras ocasiones algunos colaboradores lanzaban al aire un líquido balsámico que, según ellos,
mantenía alejados a los pacientes de las presencias negativas que querían afectarlos.
EI desarrollo de la conciencia. para Pachita y su linaje, implicaba vencer la oscuridad y fortalecer
la luz. Según ella, todos los seres tenían como motivo primordial la búsqueda de la luz y esta
motivación hacía que todos los seres tuvieran conductas dirigidas al logro de estados positivos
de amor y de sana relación con sus prójimos.
De esta forma, el concepto de desarrollo de la conciencia que defendía Pachita implicaba la
existencia de un centro esencial luminoso en cada ser humano, y la necesidad de activar este
centro, oponiéndose a cualquier barrera que dificultara la manifestación del mismo. Pachita
consideraba que el arma más poderosa era el amor y la luz y que no importaba la aparente actitud
destructiva de algún ser, éste siempre "viajaba" en busca de la luz.
La doctrina de Pachita era, pues, la de acrecentar los estados luminosos y la de trabajar en pos
de una mayor existencia de luz y amor en el mundo.
En este sentido, yo asistí a por lo menos cinco operaciones quirúrgicas, en las que del cuerpo de
los pacientes eran extraídos objetos y animales que representaban la materialización de los
daños. A estos objectos o animales se les trataba en una forma muy especial.
Pachita decía que después de ejecutar una operación de extracción de daños, por la noche se
establecía una lucha mortal entre ella misma y el causante del daño, que aparecía para tratar de
recuperar el poder perdido sobre su paciente. Recuerdo el caso de un niño de aproximadamente
7 años de edad, que fue operado en la clínica de Pachita, en Parral, de un daño localizado cerca
del corazón. Este niño apareció acompañado de su madre, la cual se quejaba de la mala conducta,
actitudes destructivas y lenguaje obsceno de su hijo. Al estar en presencia de Pachita, y después
de ser diagnosticado como de enfermedad por daño, Pachita decidió operarlo al día siguiente.
EI niño llegó a la clínica con su madre, se sentaron a hacer antesala. En determinado momento
una de las camionetas que estaba estacionada cerca de la clínica perdió inesperadamente el
freno de mano y empezó a rodar en dirección hacia donde estaba el niño.
Un instante antes de que el vehículo lo alcanzara, alguien salvó al pequeño, quien
inmediatamente fue introducido al quirófano para ser intervenido. Recuerdo que este niño fue
llevado a rastras a la mesa de operaciones y acostado en ella en contra de su voluntad. Después
de que Pachita pidió paz para el pequeño, la entidad que ocupaba el cuerpo del niño contestó
que jamás lo dejaría.
Pachita esgrimió el cuchillo de monte contra el pequeño, quien con voz ronca contestó, que no
le afectaban las amenazas. Cuando el cuchillo estaba a punto de ser introducido, el niño empezó
a gritar pidiendo auxilio.
Pachita abrió el pecho, extrajo un objeto rectangular de color negro carbón, y enseguida cerró la
herida. En ese momento el paciente comenzó a llorar, Pachita lo tomó en sus brazos y le dijo que
por fin había recuperado su ser íntegro y que ya nadie lo molestaría más.
El niño fue entregado a la madre, la que varios días después se presentó diciendo que su hijo
estaba totalmente transformado, se había convertido en un niño normal, sin alteraciones
conductuales, sin actitudes agresivas y que utilizaba el lenguaje que correspondía a su edad.
Este caso, como muchos otros que pude atestiguar, indican que Pachita tenía control sobre
mecanismos que se manifiestan en formas objetivas y materiales, como por ejemplo los objetos
localizados en el interior del cuerpo de sus pacientes.
Los evidente que estos mecanismos afectan en grado sumo la conducta del hombre, y sin
embargo resultan todavía desconocidos para la ciencia.
PERSPECTIVAS.
Pachita es considerada, y con razón, como una de las mujeres más extraordinarias de todos los
tiempos. Su capacidad curativa, su manejo de la realidad y su control sobre los niveles de realidad
alternos difícilmente serán superados.
Un intento de explicación de lo que Pachita hacía es necesario, aunque de antemano sabemos
que tal intento está destinado al fracaso, porque los fenómenos que se manifestaban a través de
ella son demasiado complejos y desconocidos como para poder ser integrados a una concepción
científica adecuada. La inexistencia de esta concepción, sin embargo, no es argumento suficiente
para invalidar las observaciones realizadas en Pachita, las cuales han sido verificadas no
solamente por este autor, sino por otras personas que han estado en contacto con esta mujer.
(Ver Apéndice.)

Pachita era capaz de modificar la realidad en un grado total. Era capaz de afectar campos
energéticos, organizaciones corporales, tejidos, y mecanismos fisiológicos, sobre los que ejercía
un poder de transformación.
¿Cómo y a través de qué medios se realizaban estas maniobras? Es imposible saberlo.
Probablemente Pachita tenía la capacidad de visualizar un determinado acontecimiento
quirúrgico y bastaba esta creación mental para que el acontecimiento ocurriera en la realidad. Si
esto es así, Pachita de alguna manera conocía las leyes de organización del espacio y la materia
y las relaciones que existían entre estas leyes y sus propios procesos psíquicos. Esta posibilidad
es una de tantas tentaciones de racionalización del proceso que ocurría siempre que Pachita
trabajaba con sus pacientes.
En este sentido, recuerdo que en una ocasión apareció en el quirófano un muchacho delgado,
triste, débil, con la piel violácea, lo que fue reconocido inmediatamente como manifestación de
problemas circulatorios intensos. Pachita invitó al joven a acostarse en la mesa de operaciones
y, sin mayor preámbulo, abrió el pecho con su cuchillo de monte; cortó después las costillas e
introdujo el cuchillo extrayendo el corazón, todavía conectado con la aorta y con las otras
derivaciones venosas. Palpitante, lo colocó a un lado de la terrible incisión, sobre el pecho del
paciente. Durante esta operación yo trabajaba junto a Pachita, y al observar el corazón latiendo
fuera del cuerpo que allí yacía, me impresioné a tal grado que repetí varias veces en voz alta:
¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Dios mío!" Ante esta manifestación de asombro, Pachita ladeó la cabeza y
llamando a uno de sus colaboradores le dijo al oído, pero con suficiente intensidad como para
que yo pudiera oírla: "Jacobo todavía no es uno de los nuestros".
En efecto, Jacobo todavía no aceptaba lo que estaba sucediendo ante sus ojos como una realidad
cotidiana y posible, sino que aún tenía la concepción de que aquello era extraordinario e
imposible desde el punto de vista de la ciencia y la tecnología contemporáneas.
Esta experiencia me hizo comprender y me permitió asomarme un instante al mundo de Pachita,
en el cual la realidad milagrosa resultaba cotidiana y la idea más extraordinaria era convertida
inmediatamente en realidad fática, a través de un mecanismo totalmente desconocido para mí.
La misma sensación de imposibilidad y asombro ante lo que veía me ocurrió durante las
operaciones que Pachita realizó en una niña de 13 años, que había sido descerebrada durante
una intervención practicada en un hospital de la Ciudad de México. La niña era, prácticamente,
un vegetal; no controlaba esfínteres, no hablaba, no caminaba y vivía en una silla de ruedas
totalmente inválida. Pachita realizó en ella alrededor de 10 operaciones, tratando de reconstruir
la masa encefálica que había sido destruida por sobredosis de anestesia. Asistí a cuatro de esas
operaciones, en las que Pachita abría el cráneo dejando al descubierto la corteza cerebral para
luego, con su cuchillo, cortar un pedazo del cerebro. Después materializaba tejido cerebral para
introducirlo en el lugar del dañado, que previamente había extraído. Las heridas ocasionadas en
cada una de las operaciones las cerraba utilizando un procedimiento energético, que consistía en
colocar las manos sobre la herida y concentrarse en las palmas, como si éstas irradiaran una
energía especial.

Cada quince días la niña, acompañada de sus padres, volvía para control y ya no presentaba
señales de infección o las alteraciones que generalmente suelen aparecer después de una
intervención tan traumática, en lugar de ello demostraba una mejoría notable.

Años más tarde tuve oportunidad de visitar a la paciente, que se había convertido en una joven
de 19 años. Pude observar que los procesos activados por las operaciones de Pachita, aunque
parcialmente, tuvieron éxito, ya queda muchacha, si bien era capaz de controlar sus
movimientos, tenía un vocabulario restringido, entendía prácticamente todo lo que se le decía,
comía por sí sola, manifestaba un estado de alegría constante y con ayuda podía caminar. Tales
resultados muestran que lo que hacía Pachita tenía un efecto duradero y positivo en quienes iban
a verla en busca de ayuda y alivio para sus desgracias.

CONCLUSIONES.
Pachita poseía un control casi absoluto sobre la materia y la energía. Una posible explicación de
ese poder es que su conciencia estaba localizada en la fuente a partir de la cual se construye la
Realidad. De alguna forma sabía cómo modificar esa fuente y, por lo tanto, las manifestaciones
que de ella surgen.
Según Pachita existe un nivel de uno mismo a partir del cual todo es posible y además lo es natural
y directamente. Pachita me regañaba cuando en mi asombro yo parecía disociar su realidad de
la realidad cotidiana.
Parecía decirme que hasta que no aceptara como natural lo que ella hacía, no podría
comprenderlo.
Su comprensión era el hecho mismo. No había que buscar mecanismos sofisticados ni funciones
complejas, sino aceptar que, cuando se llega a la fuente, todo es posible, mediante un acto
"simple" de voluntad. Para Pachita todo tenía conexión con la conciencia, todo era conciencia.
Bastaba el deseo de la mente, localizada en la fuente de la Realidad, para "materializar" el deseo.
A Pachita le gustaba la Teoría Sintérgica. Cada vez que yo le transmitía las cogniciones de la
misma, se regocijaba. Me alentaba a seguir pensando que existía una interacción entre campos
de energía y que de ella provenía el mundo de nuestras imágenes visuales. Yo sentía que ella
"veía" los campos y sus interacciones y que podía manejar su focalización no solamente con
maestría sino con la certeza que proviene de la videncia directa.
La mente de Pachita estaba en unión con la mente de sus pacientes y colaboradores. No existe
otra forma de entender el poder de conocimiento del otro, ni sus extraordinarias hazañas de
diagnóstico.
Según la Teoría Sintérgica, Pachita poseía un poder total de manejo de la focalización de su factor
de direccionalidad7. Esto le permitía hacer aparecer su experiencia en cualquier localización sin
tener que trasladarse a ella. Por otro lado, su manejo del campo cuántico o de la red del espacio-
tiempo, le permitía materializar y desmaterializar objetos o trasladarlos como si para ella no
existieran distancias o espacios de separación.
En conclusión, Pachita fue uno de los más portentosos seres humanos que hayan existido; su
poder le permitía realizar hazañas increíbles. Era una vidente que podía percibir la realidad desde
una perspectiva o nivel tales que veía con claridad lo que para el resto permanecía invisible. Esa
capacidad de ver hacía que pudiese diagnosticar, con una exactitud asombrosa, diferentes
dolencias y enfermedades. A partir de su conducta, podemos deducir que existe un nivel de la
realidad desde el cual es posible “ver".

Pachita Operando

7
Mecanismo hipotético que focaliza la conciencia en una zona de la interacción entre el campo neuronal y el
cuántico, haciendo aparecer allí la experiencia consciente.
APENDICE ACERCA DE PACHITA
Entre los muchos testimonios sobre las habilidades de Pachita está el del señor Ramón Mansilla
Tinoco, quien, desesperado por la enfermedad de su hija, fue en busca de la chamana.
Impresionado por Pachita, el señor Mansilla se convirtió en su discípulo y seguidor. Durante
meses la ayudó en sus operaciones y tratamientos. Profundo conocedor de la personalidad y la
obra de Pachita, se le invitó, a colaborar en este volumen. Con tal motivo, seguidamente
presentamos el texto que nos entregara sobre sus experiencias con la chamana.
MIS EXPERIENCIAS CON PACHITA.
POR RAMON MANSILLA TINOCO.
Lo que a continuación relato es, primero que nada, una síntesis de mis experiencias y vivencias
con Pachita, tratando de ser lo más fiel y objetivo que el caso permite, y posteriormente doy
interpretación a los hechos relatados, las deducciones obtenidas de mis experiencias realizadas
a la luz de la calma que me han proporcionado los años que han transcurrido desde aquellos
hechos.

ANTECEDENTES.
Contraje matrimonio en el año de 1975 con Alejandra, y en agosto de 1977 tuvimos nuestra
primera hija, una niña a quien pusimos el mismo nombre de la madre y a quien con cariño
llamábamos Alejandrita.
Alejandrita era una niña hermosa y risueña. Tenía ojos azules, tez blanca y cabello castaño, sin
olvidar su atributo de una inteligencia muy aguda. Sin embargo, algo estaba mal en ella, su
sistema muscular era débil, de modo que no lograba sentarse por sí misma, ni mantener en alto
la cabeza.
EI diagnóstico de los médicos fue fulminante: padecía una enfermedad congénita llamada
"Werdnig-Hoffman Desease", una especie de atrofia muscular progresiva, para la cual no existe
cura alguna, debido a que los científicos prefieren dedicar los recursos a la investigación de
enfermedades de tipo masivo, como el cáncer, en vez de dedicarlos a enfermedades
estadísticamente raras.

Mi esposa y yo agotamos todos los recursos con tal de salvar a nuestra hija; consultamos varios
médicos neurólogos en México, también homeópatas y quiroprácticos. Finalmente viajamos a la
Clínica mayo.

En Rochester, Estados Unidos, donde, en marzo de 1978, el Sr. Manuel Gómez confirmó el
diagnóstico que en México nos fue proporcionado por el Dr. Guillermo Turrent y que ya
mencioné.
En resumen, el Dr. Gómez estimó para nuestra hija tres meses más de vida. Así estaban las cosas
cuando, en abril del mismo año, mi suegro nos presentó a un amigo suyo, el Sr. Méndez, quien,
enterado del problema, nos sugirió que consultáramos a una de sus amistades, el Dr. José Rojas,
médico cirujano ya jubilado que tenía años de dedicarse al estudio de fenómenos
extraordinarios, quien además dictaba pláticas al respecto. El Dr. Rojas fue el conducto que nos
llevó a Pachita.

La primera vez que la fuimos a consultar nos acompañó el Dr. Rojas. Íbamos mi esposa, la niña,
el doctor y yo. Llegamos hasta su casa de la colonia Arenal, a un costado del Hospital de la Raza,
como a las 3 de la tarde, con objeto de obtener "ficha", pues la consulta empezaba las 4 y el
doctor nos había advertido que habría mucha gente formando larga cola en la calle para verla,
cosa que efectivamente constatamos.
Pachita vivía en una casa sola; más o menos bien construida, exactamente enfrente del mercado
de la colonia; la entrada de la casa era una cochera con puertas de hierro pintadas de color blanco
y forradas por dentro con láminas plásticas de color amarillo, con objeto de impedir la vistió
desde afuera.
El verdadero nombre de Pachita era Bárbara Guerrero y era una mujer de tez morena, bajita y
medianamente gorda; tendría aproximadamente 63 o 64 años; tenía, además, el cabello
quebrado y teñido de color castaño, usaba bastón al caminar y vestía, casi invariablemente, un
delantal, un suéter y medias gruesas color carne: del tipo que usan las personas de esa edad.
La primera vez que estuvimos frente a ella, luego que Daniel (uno de sus ayudantes) nos franqueó
el paso, me sentí emocionado y esperanzado. Las consultas eran muy rápidas, de cinco minutos
cuando más cada una, porque había mucha gente esperando.
En pocas palabras le indiqué el problema de la niña, aunque ella ya había intuido que la paciente
era Alejandrita, e inmediatamente empezó a dictar una receta a Memo, su hijo y ayudante.
Nos entregaron la receta: Jerez Tres Coronas, en el que se debía remojar cierta hierba, un aceite
con alumbre para fricciones en todo el cuerpo, y coral rojo, que debíamos obtener para que
Pachita le preparara una pomada. Nos citó para la semana siguiente.
Durante los días subsiguientes seguimos al pie de la letra las instrucciones de Pachita, incluso
conseguimos el coral rojo y lo llevé a su casa fuera de horas de consulta.
Llegada la fecha de la nueva cita, Pachita volvió a revisar a la niña, la que seguía exactamente
igual de su enfermedad. Resolvió operarla esa misma tarde. Aquí es donde entra la parte
extraordinaria, la más conocida y menos comprendida de Pachita: las operaciones. No quiero
usar el término "operaciones psíquicas" porque siento que no describe adecuadamente el
fenómeno y se corre el riesgo de sacar deducciones equivocadas: por lo demás, estoy lejos de ser
experto en la materia, me limito solamente a mi experiencia.
Las operaciones eran físicas, los pacientes eran abiertos de la parte del cuerpo que estuviera
afectada sin más ayuda de un cuchillo de monte y cuatro asistentes, dispuestos dos de cada lado
de una mesa de madera con objeto de sujetar al paciente, pues las operaciones eran dolorosas y
a los pacientes no se les administraban ningún tipo anestesia. Las medidas higiénicas que se
tenían en la mesa de operaciones eran nulas, simplemente no eran necesarias. Las herramientas
empleadas, aparte del cuchillo de monte, eran: una palangana de peltre donde se ponía un litro
de alcohol y un paquete de algodón que se remojaba en el mismo para formar un símil de
torundas; unas tijeras convencionales de costura y una botella cualquiera llena de un líquido que
llamaban "bálsamo", que tenía un olor agradable.
Las operaciones se efectuaban siempre a la luz de dos o tres velas; nunca se iluminaba la
habitación con luz eléctrica. A pregunta expresa mía, los asistentes me indicaron que la razón era
que la energía eléctrica interfería con la energía (cualquiera que esta fuere) que utilizaba Pachita
para operar. ¡Quien me iba a decir en esos momentos que me convertiría en el último ayudante
que tuvo Pachita y que le serviría durante sus últimos meses de vida!

EL HERMANITO.
Estrictamente de acuerdo con la versión que Pachita daba de las operaciones, ella no era quien
operaba a los pacientes, sino que lo hacía "el hermanito". Se refería a Cuauhtémoc, el Rey Azteca,
o más bien al espíritu de él, que se posesionaba del cuerpo de ella para operar a un paciente.
Unos momentos antes de cualquier operación, Pachita se ponía encima de la ropa una prenda
color naranja, una especie de toga a la usanza azteca, que le cubría un solo hombro. Después, en
la habitación donde se hacían las operaciones, se sentaba unos instantes en una silla de madera,
cerraba los ojos como en actitud de meditación, y cuando volvía a levantarse saludaba a los
presentes con un “como están mis niños, yo os saludo"; su actitud y comportamiento eran
distintos, aunque su voz era la misma. Hablaba con tono grave, gentil y autoritario al mismo
tiempo.
Se pasaba al paciente, en este caso mi hija; se le colocaba encima de la mesa de madera, la que
por única cubierta tenía "un mantel" de plástico transparente, y daba comienzo la operación.
Pachita abrió el tórax de la niña con el cuchillo de monte y metió su mano en él, testereando y
revolviendo órganos, la niña de inmediato comenzó a llorar. Fuimos testigos de la escena mi
esposa y yo, más las cuatro personas que estaban como ayudantes: Armando, el Lic. Múzquiz, el
Lic. Villafuerte y Candelaria. De los cuatro, los que no fallaban nunca a una operación eran
Armando y Candelaria. Si las consultas duraban cinco minutos las operaciones, cuando mucho,
duraban 10. Pachita soltó el cuchillo, pasó su mano derecha sobre el tórax, y éste quedó cerrado
nuevamente. Pidió a Candelaria torundas con alcohol y las puso sobre el pecho de la niña; las
torundas siempre quedaban manchadas de sangre. Quiero recordar en este punto que se
operaba a la luz de dos o tres velas, situadas no en la mesa sino a un costado, atrás de Pachita y
dos de los ayudantes.
Al llegar a casa y revisar el pecho de Alejandrita, observamos que no presentaba ninguna cicatriz,
pero tenía cuatro pequeños puntos colocados geométricamente en el tórax, dos exactamente en
los pezones y dos donde terminan las costillas, más o menos a la altura del ombligo. Eran como
mini- incisiones o como poros muy abiertos; veinticuatro horas después de la operación ya no
estaban, cerraron solos. La niña siguió exactamente igual de su enfermedad; no hubo mejoría.
Comprendí que debía acercarme más a Pachita, conocerla mejor a ella y a su medicina. Comencé
a frecuentar su casa solo y fuera de horas de consulta. La tercera visita rindió frutos; al tocar la
puerta de la casa noté que una camioneta blanca se estacionaba a mis espaldas, en ella venía
Pachita y sus dos hijos varones, Memo y Enrique. Le supliqué que me permitiera hablar con ella;
eran las 2 de la tarde; me vio tan desesperado que me invitó a pasar a su casa, a la cocina, donde
comimos juntos.
Pachita era una mujer fuera de serie por el gran amor que sentía hacia los demás; percibía el
dolor ajeno y se condolía serenamente. En respuesta, entregaba alegría, esperanza y paz. Era
centrada, ágil de mente y con un extraordinario sentido del humor.
Le dije que Alejandrita no había mejorado con la operación que le practicó. Le platiqué el
problema con lujo de detalles subrayando que la niña estalla desahuciada. Replicó que su
tratamiento llevaría varios meses y que se requeriría de una o dos operaciones más. Me sentí
feliz. Volví varias veces más, hasta que me gané la confianza y la simpatía de los ayudantes, de
sus hijos y de la propia Pachita. En una de esas ocasiones le pedí que me permitiera ayudarla en
las operaciones, me respondió que todavía no estaba listo, pero que tenía su permiso para entrar
a verlas. Calculo que sumando las de presencié como observador, más lo que fungí como
ayudante, fueron no menos de 150 operaciones en las que estuve presente. Al principio pensé
que todo era fraude, que Candelaria, la persona que preparaba las torundas de algodón, metía
en él vejigas con sangre de animal que, al ser presionadas contra el cuerpo del paciente,
reventaban, mojando al paciente y salpicando a los ayudantes de sangre. Pronto llegó el día en
que fui ayudante y yo mismo preparé el algodón y le puse alcohol en la palangana. Vejigas con
sangre no eran, lo hice docenas de veces, buscando el truco.
En una ocasión, ya estando de ayudante, poco antes de iniciar la sesión de operaciones, Pachita
se estaba poniendo su toga azteca y alrededor de la mesa estaban divirtiéndose los otros tres
ayudantes del día: Memo, Múzquiz y Armando. Lo que hacían era frotar rápidamente con la
palma de la mano la cubierta de plástico transparente que cubría la mesa. Para mi sorpresa, vi
cómo la zona que frotaban irradiaba una luz verde fosforescente mientras pasaban la mano. Lo
podían hacer a voluntad. Me pidieron que lo intentara, lo empecé a hacer tímidamente y no
conseguí irradiar nada. Lo pude hacer hasta mi tercera sesión como ayudante. Me indicaron que
sólo era posible hacerlo estando Pachita en la habitación, que la luz verde fosforescente que se
veía al frotar era la misma energía que Pachita utilizaba para operar. A quien piense que
solamente era electricidad estática le pido que lo intente hacer en casa.
Un día, comiendo en la cocina con Pachita, le pregunté qué religión tenía; me dijo que era
espiritualista- trinitaria-Mariana, religión perfectamente conocida por mí.
Volviendo al tema de las operaciones, siempre se guardaba la misma secuencia: primero se
efectuaban las "de ojos", luego "las de cabeza", después "las de órganos internos" y al último "las
de columna vertebral". Las de brazos y piernas iban intermedias entre cabeza y órganos internos,
pero eran raras.
Pachita hacia trasplantes de órganos. Me tocó presenciar diez o quince trasplantes de vertebras,
cosa imposible para la medicina actual. Las sacaba con la punta del cuchillo, colocaba con la mano
la nueva vértebra y después golpeaba con la cacha de madera del cuchillo, a modo de martillo,
para acomodarla bien.

Un día Memo me mostró un ojo humano que guardaban en un plato, dentro del refrigerador. Le
pregunté primero a él después a Pachita cómo conseguían los órganos para los trasplantes; la
respuesta fue la misma: era un amigo, médico cirujano del I.M.S.S., adscrito al Centro Médico
Nacional, quien obtenía los órganos de cadáveres no reclamados. No recuerdo el nombre del
doctor, pero lo conocí meses después, en casa de Pachita, estando él de visita.
En otra ocasión, estaba ayudando a Pachita durante las consultas y observé que algunos
pacientes entraban con un huevo en la mano y se lo entregaban. Pachita lo tomaba y comenzaba
a pasarlo con la mano por todo el cuerpo del paciente para, finalmente, arrojarlo en una cubeta.
Al terminar las consultas no resistí la tentación y le pregunté para qué hacía eso con los huevos;
me contestó: "Ay, mi hijito, pues no sirve para nada, pero la gente me lo pide, qué quieres que
haga". Ese mismo día nos comentó a mi esposa y a mí que mucha gente le llevaba fotografías,
listones y cartas con objeto de pedirle ayuda para lograr la atracción del ser amado. Pachita
respetaba las creencias de la gente y colocaba todos los objetos en el altar que tenía en la
habitación donde se realizaban las operaciones. Era un altar extenso, puesto sobre una gran mesa
de madera en cuyo centro había imágenes de Jesús y de Cuauhtémoc.
Entre las personas que conocí y traté en diferentes ocasiones en casa de Pachita y que pueden
atestiguar lo que aquí he escrito, se encuentran: la familia del Sr. Jesús Razo, con quien hasta la
fecha tenemos amistad; el cantante argentino Leo Dan, quien antes que yo fungió como ayudante
de Pachita; la cantante de ranchero Laura Fierro, quien fue operada por Pachita; la Sra. Margarita
López Portillo, quien estuvo presente conmigo en una sesión de operaciones; la actriz Lucía
Guilmain; el Sr. Tierry Courdec, por aquel entonces ejecutivo de Larousse. Respecto de "qué" y
"cómo" le hacía Pachita para operar, no tengo ninguna duda de que realmente tenía la facultad
de penetrar el cuerpo humano con las manos, como si se tratara de otra dimensión. También
creo que la misma Pachita nunca supo cómo lo hacía o por qué tenía esa facultad. A pregunta
expresa mía de como lo hacía, Pachita me respondió: "Yo no sé, pre- pregúntaselo al hermanito,
él es quien lo hace".
Yo creo firmemente en Dios, en el espíritu y en lo espiritual; para mí, Pachita utilizaba energía
espiritual para operar; sin embargo, en lo personal no creo ni nunca creí en la explicación del
hermanito Cuauhtémoc.
Siento que fue la mejor explicación que Pachita encontró para dar a tantas personas durante
tantos años, ubicándose ella misma como Médium del espíritu del Rey Azteca.
Pachita falleció en 1979, aproximadamente seis meses antes que mi hija Alejandrita, quien se fue
el 3 de Noviembre de ese año. Lo anterior no significa que Pachita no tuviera facultades,
simplemente significa que por encima de toda voluntad está Dios.
Enero, 1986.

Pachita en su patio

Pachita y su mono
CAPÍTULO 3
DOÑA MARIA SABINA DE HUAUTLA

Doña María Sabina de Huautla

El escrito que se presenta a continuación no pretende ser un estudio exhaustivo acerca de María
Sabina, ni siquiera un análisis más o menos completo de su personalidad, actividades y poderes.
El autor no conoció lo suficiente a la Sabina como para intentar un estudio serio de su obra; más
bien es un intento de compartir con el lector una experiencia concreta.
María Sabina vivió en Huautla, en la Sierra de Oaxaca. Durante su niñez se acostumbró a ingerir
los hongos alucinógenos que crecen en forma abundante en la Sierra durante la estación
húmeda. Un biólogo llamado Wasson la descubrió y la dio a conocer al mundo. A partir de ese
momento María Sabina adquirió fama mundial, pero al mismo tiempo perdió parte del poder que
los hongos le transmitían.
Al igual que con el autor este capítulo, María Sabina fue la guía de innumerables buscadores que
acudían a ella con la esperanza de encontrar respuesta a sus problemas. Esta chamana poseía el
talento de guiar, con ayuda de los hongos, a sus compañeros temporales del viaje alucinógeno
en realidades extrañas y fantásticas. Poseía, además, el don de "ver" el estado interno de los que
tuvimos el privilegio de conocerla.
Como se dará cuenta el lector al leer este capítulo, María Sabina mostraba la capacidad de
establecer una comunicación directa; es decir, una comunicación que no requiere del uso de los
canales sensoriales. En el laboratorio de investigaciones psicofisiológicas hemos encontrado que
la comunicación directa entre seres humanos ocurre cuando existe una concordancia entre las
variaciones de coherencia interhemisférica de los cerebros de los sujetos.
Mientras más parecidas entre sí sean las oscilaciones individuales de coherencia
interhemisférica, mayor es la comunicación directa. Según la Teoría Sintérgica, lo anterior,
significa que los campos neuronales irradiados a partir del cerebro de los que se comunican
embonan en una interacción congruente basada en una similar coherencia individual.
En realidad, y de acuerdo con la misma teoría, la interacción entre todos los campos neuronales
y la estructura del espacio-tiempo forma un complejo hipercampo dentro del cual todos estamos
imbuidos.
María Sabina podía decodificar el hipercampo y diferenciar de él las zonas correspondientes a la
mente de cada uno de sus visitantes.
Hace un tiempo murió María Sabina, y todos los que tuvimos oportunidad de conocerla sabemos
que con ella se fue una de las más grandes chamanas de México. Saber el nivel de conciencia
desde el cual esta mujer percibía la realidad es imposible. Solamente ella lo sabía al vivirlo. Lo
que cada uno de sus discípulos podemos hacer es atestiguar y compartir las experiencias que
tuvimos con ella. Precisamente con este motivo y como un homenaje póstumo, intentaré
describir lo que a un grupo de colegas y a mí nos sucedió cuando fuimos a visitarla a Huautla.
Hace quince años, llegar a Huautla, en el Estado de Oaxaca, por tierra era todavía algo parecido
a una hazaña. El camino estaba en plena construcción y las máquinas gigantescas removiendo
grandes rocas abundaban por doquier, bloqueando curvas y tramos montañosos. Huautla nos
recibió envuelta en una bruma casi impenetrable. Todo estaba húmedo, incluyendo nuestra ropa
y pertenencias. Viajábamos en un jeep-safari y a la mitad de una calle se nos acercó corriendo
una niña. Se subió a uno de los costados del vehículo y con voz entrecortada nos dijo que su
abuelita quería vernos. Le preguntamos por el nombre de ella y nos dijo que se llamaba María
Sabina.

¡Todos nos miramos sorprendidos, María Sabina! Aquello era como un milagro. Habíamos oído
de ella a través de los trabajos de Wasson, pero no esperábamos que nos saliera al paso a través
de su nieta menos que nos quisiera ver.

Por supuesto que accedimos a la invitación y en menos de treinta minutos nos encontrábamos
en la casa de la chamana. Nos invitaron a pasar a un salón repleto de costales llenos de café y
maíz, entre los que nos sentamos a esperar. Al poco rato entró la anciana acompañada de un
intérprete. Este, que era su hijo, nos dijo que María quería que hiciéramos un viaje de hongos
con ella. Nos invitó a ir a conseguir los hongos y habló largamente acerca de lo que nos costaría
la experiencia. Recuerdo que insistió tanto en el precio y en los arreglos monetarios, que tanto
yo como mis dos amigos y colegas nos miramos dubitativamente.
Después de varias horas de búsqueda conseguimos una buena porción de hongos. Uno de
nuestros compañeros, Roberto, era un experto y nos dijo que algunas variedades servían para
incrementar la capacidad introspectiva, mientras que otras producían efectos sensoriales
extraordinarios.
La variedad que habíamos conseguido pertenecía al primer género y por ello era recomendable
vivir la experiencia en la noche. Regresamos a la casa de Sabina después de recorrer un camino
que ahora, a diferencia de la primera vez, nos pareció larguísimo. Nos sentamos a esperar,
mientras observábamos a la familia de la chamana. Uno de sus nietos, un muchacho de 12 o 13
años, nos acompañó; tomaba licor de una botella y pronto se emborrachó. Aquello, aunado al
manejo comercial, nos llenó de disgusto. Estábamos allí para vivir una experiencia mística y
aquello nos decepcionaba.
Al anochecer llegó María Sabina. Traía consigo un ahumador con copal cuyo delicioso aroma
alivió un poco nuestra incomodidad y aprehensión. Después, la chamana se acercó a cada uno
de nosotros y nos frotó los antebrazos con un polvo oscuro. Mas adelante, nos invitó a comer los
hongos después de que ella hizo lo propio.
Yo llevaba conmigo un cuaderno y me prepare a escribir mis experiencias mientras que mis
compañeros, acostados dentro de sus bolsas de dormir, se burlaban de mi espíritu académico.
Después de treinta minutos, mi intención de escribir se empezó a desvanecer en el interior de
unas distorsiones perceptuales y unas emociones mezcladas de gozo y temor.
Decidí que escribir no era importante y me introduje a mis cobijas, las que me parecieron más un
capullo que una cama improvisada. Al cerrar los ojos aparecieron imágenes. Más tarde, estas se
transformaron en sensaciones corporales de incomodidad. Hacía mucho frio, y la humedad me
trastornaba. Mi cuerpo empezó a distorsionarse y todo yo era una mezcla de frío, lluvia y
desaliento.

Aparecieron imágenes de calles onduladas, bordeadas de edificios. Yo viajaba; a través de las


ondulaciones. Mi incomodidad empezó a ser intolerable pronto apareció, en mi conciencia, la
imagen de mi sillón favorito. Estaba en mi casa leyendo, sintiéndome protegido y tibio. El frío
había desaparecido y me sentía muy bien. En ese instante, la chamana empezó a cantar una
oración: ¡San Pedro! ¡San Pablo! repetía el nombre de los apóstoles junto con frases en mazateco.
Inmediatamente mi comodidad, tan arduamente lograda, la tibieza de mi hogar y todo mi yo,
retornamos al frío, la humedad y la desesperación de un cuerpo distorsionado acostado en esa
choza de la sierra. Tardé una eternidad en recuperarme, volvía ver las calles onduladas y cuando
retorné a mi sillón, María volvió a cantar: ¡San Pedro! ¡San Pablo! haciéndome retornar a la
desesperación corporal.
Aquello se repitió siete veces. Cada que lograba retornar a la comodidad y al placer, la chamana
cantaba, sacándome de mi estado e introduciéndome en la desesperación del presente. Era obvio
que la Sabina reconocía mi mente y sabía sus cambios.
Pero tan sincronístico su canto con mis estados psíquicos que, pronto, pensé que su intención
era malévola y desesperado me incorporé y salí a la intemperie. Me recibió una lluvia pertinaz,
pero la preferí al infierno Sabiniano del interior de la choza. Empezó a amanecer y di gracias a
Dios por el retorno de la luz y por el milagro del nuevo día.
Tardé varios años en entender y apreciar mi experiencia. María Sabina me había mostrado uno
de mis refugios emocionales, mi incapacidad para vivir en el presente y mi tendencia a huir de la
realidad para guarecerme en una estructura de comodidad. Le agradezco la terrible enseñanza.
¡Gracias María Sabina, y sigue creando allí en donde te encuentres!

Doña María Sabina de Huautla

Doña María Sabina de Huautla


CAPÍTULO 4
DON IVAN RAMON DE LA CIUDAD DE MEXICO

Don Iván Ramón

Nacido en un pequeño pueblo de la Sierra de Oaxaca, pariente de Doña María Sabina y


descendiente de una familia de chamanes, Iván Ramón es un talentoso psicólogo autóctono
mexicano.
A los cinco años, Iván empezó a manifestar señales de una sensibilidad extraordinaria y extraña.
De pronto, su personalidad cambiaba junto con su voz su y su conducta se transformaba.
Creyéndolo loco, su madre no se imaginaba que aquello eran los primeros signos de ser médium
portentoso, y en lugar de estimularlo, lo castigaba. Reprimido, este psicólogo autóctono no se
atrevió a "abrirse" de nuevo sino hasta los quince años, cuando espontáneamente entraba en
trance y comunicaba sus videncias. Actualmente, Iván Ramón trabaja en la Ciudad de México y
da consultas a decenas de pacientes que lo van a visitar buscando curación para sus males y
enfermedades.

Cuando un paciente acude a su consultorio autóctono Iván siente en las puntas de sus dedos la
característica "vibración" de la persona. Una vez detectada, coloca sus dedos sobre un listón y
espera, atento, por alguna señal. Este psicólogo autóctono afirma que es capaz de identificar la
energía específica e individual de cada paciente y que, al colocar sus dedos sobre el listón, envía
un código energético inconfundible, a inteligencias superiores que lo reciben y decodifican.
Dependiendo de esta última operación, responden con un diagnóstico. Si no responden, quiere
decir que el paciente morirá y que no puede ser curado. Iván Ramón afirma que el porcentaje
acertado de predicciones, efectuado con este método, es muy elevado.
Después de recibir la contestación al código energético, Iván decide el tratamiento a utilizar con
cada paciente. Con algunos utiliza hierbas y despojos. Estos últimos consisten en una maniobra
complicada en la cual, después de frotar la nuca y la frente del paciente con un líquido especial,
Iván golpea y da masajes a diferentes partes del cuerpo del paciente. Según él, este tratamiento
tiene como efecto el logro de un equilibrio energético.
Otros tratamientos incluyen baños de vapor, alternados con friegas con agua helada, y la
introducción del paciente a un pequeño cajón dentro del cual se evaporan hierbas. Iván Ramón
afirma ser capaz de curar enfermedades como el cáncer, las úlceras, la epilepsia, infecciones
virales, etcétera.
Uno de los trabajos más interesantes que efectúa Iván es el exorcismo. De acuerdo con su visión
de la realidad, en ésta se encuentran seres que han muerto y que no encuentran el camino de un
desarrollo saludable. Estos seres son los que se apropian de mentes inocentes y las martirizan
creyéndolas su propiedad.

Cuando un paciente llega con este psicólogo autóctono quejándose de oír voces extrañas que le
mandan hacer cosas absurdas y dañinas, Iván prepara una ceremonia especial mediante la cual
protege a su paciente y le da poder para rechazar a las entidades intrusas. En esta ceremonia,
Iván entra en trance y un ser de luz y fuerza hace el trabajo de exorcismo, a través de su cuerpo.
Estos seres sobrenaturales son los que le han enseñado a este psicólogo autóctono todo lo que
sabe.
Me ha tocado asistir a varias sesiones en las que he podido presenciar la forma en que Iván
Ramón entra en su trance. Esto incluye una serie de movimientos y respiraciones intensas,
parecidas a suspiros profundos, tras las cuales ocurre un cambio total de su personalidad. Es
observado por lo menos cuatro personalidades alternas en Iván: un anciano, un chino, un
guerrero y un filósofo. Durante su manifestación el recinto en el que trabaja parece impregnarse
de una atmósfera electrizante y poderosamente sugerente de la existencia real de seres
colosales. Estos pronuncian discursos magníficos y ejecutan los trabajos de limpia o despojos.
Los procesos de curación y todos los fenómenos que existen están, de acuerdo con Iván Ramón,
regulados por la interacción de dos poderes. Por un lado, un poder femenino: la Naturaleza y la
Tierra. Por el otro, un poder masculino: el Padre o Dios. El Padre guía y la Madre manifiesta; Dios
decide y la Tierra ejecuta.
Tanto la Naturaleza como Dios se sirven de intermediarios para realizar los fenómenos. Dios
utiliza a seres realizados, los que se comunican con hombres preparados, como los chamanes y
los Santos. La Naturaleza se sirve de elementales en número de cuatro: el fuego, la tierra, el aire
y el agua. Iván Ramón obtiene su poder del uso de los elementales y del cumplimiento del
mandato de los seres de luz. De esta manera actúa como instrumento de curación. En esta
concepción de la realidad, el equilibrio entre todas las fuerzas es factor fundamental de
desarrollo y salud. Cuando existe equilibrio hay salud. La enferme- dad es producto de un
desequilibrio. Para este psicólogo autóctono, uno de los factores más desequilibrantes de la
actualidad son los químicos que el hombre usa en su alimentación y en su medicina alopática.
Frente a ésta, Iván Ramón utiliza medicamentos naturales en los cuales existen las fuerzas
elementales de la Naturaleza. Las limpias de fuego y de agua abundan en sus tratamientos. La
enfermedad mental es, según este chamán, producto de la interferencia que seres de bajo
desarrollo tienen con el cerebro y la mente humana.
Estas interferencias son provocadas por trabajos de brujería en los que se ordena a un "bajo
astral" interactuar con un cerebro normal para afectar sus circuitos neuronales y desencadenar
explosiones energéticas desequilibrantes. Los bajos astrales son seres que pueden o no tener
cuerpos propios, los que antes de su condición eran hombres que no pudieron desarrollarse o
que causaron grandes daños. Estos seres son esclavos de los hechiceros, quienes los utilizan para
sus daños.

Dentro de los conceptos de realidad de Iván Ramón, la reencarnación, la ley de causa efecto, la
existencia de diferentes niveles de realidad y de conciencia, son lugares comunes. Iván afirma
conocer sus propias vidas pasadas y saber, además, las de sus pacientes.
Él dice haber vivido en tiempo de los Aztecas, como servidor de uno de los templos: el del dios
Huixilopoxtli. De este dios, Iván Ramón afirma que era un devorador de corazones astrales, no
para hacer el mal sino para estimular su desarrollo. Como parte de su contacto con el origen de
lo Mexicano, Iván Ramón afirma estar recibiendo mensajes de los habitantes etéreos del panteón
Azteca, quienes le informan acerca de la posibilidad de que uno o varios de nuestros volcanes (él
les llama "luminarias") entren en erupción. Dice este psicólogo autóctono que en Guanajuato
existe una laguna llamada Yuridia, que contiene señales de acontecimientos futuros.
Dependiendo de la coloración del agua y de su nivel, se puede saber lo que acontecerá.

El concepto de seres supra humanos vivos e independientes con los cuales un chamán puede
entrar en contacto, es una de las más comunes creencias entre los hombres de conocimiento.
Doña Pachita, Don Florencio, Don Lucio y el propio Iván Ramón lo sostienen como un hecho
indubitable. Obviamente la comprobación de tal hecho está, todavía, fuera del alcance de
nuestra ciencia, la que no puede validar, aunque tampoco negar, tal posibilidad basta recordar
que todavía no sabemos cuál es el origen de nuestra capacidad de conciencia y experiencia para
comprender lo anterior.
En general, la psiquiatría contemporánea se está interesando por algunas de las actividades de
los chamanes; por ejemplo, su uso de hierbas medicinales.
Existen, sin embargo, dos corrientes dentro de la psiquiatría: una que mantiene que el
curanderismo en general, y el chamanismo en particular, están totalmente desligados y no
pueden considerarse dentro de la práctica científica. La otra corriente considera que existe una
sabiduría milenaria en el chaman que debe ser aprovechada y conocida.
Un estudio serio acerca de los pacientes curados por los chamanes, en comparación con los
curados por los psiquiatras, ilustraría el estado de la realidad en ambas prácticas. Creo que una
investigación de este tipo podría hacer que nos llevásemos muchas sorpresas.

Chamana curando
CAPÍTULO 5
DOÑA ASUNCION DE HIDALGO.
En 1975 se le murió su hijo mayor. Estando en el velorio y sin poder contener las lágrimas, de
pronto se le cerró la boca y perdió la conciencia. Los que estaban con ella sólo vieron que su
cuerpo adquiría otra postura y que SU VOZ cambiaba. Ya no era una mujer sino un hombre lleno
de culpas. Los llevó a un cuarto contiguo y allí les pidió perdón.
A través de esa madre afligida habló alguien que no era ella ni su hijo muerto, sino su asesino.
Pidió perdón y misericordia, prometió ayudar y sacrificarse para pagar su culpa. A partir de ese
día, Doña Asunción supo que algo extraño había nacido en ella. Se sentaba en una silla, sentía
cómo se le cerraba la boca y su cuerpo se iba y después no recordaba nada. Su familia y aquéllos
que la podían ver, le contaban que su hijo muerto hablaba por su boca y que curaba a aquellos
que veía con dolencias.
Yo la conocí en una sesión sabatina, en el cuarto de meditación de Iván Ramón. La sesión fue
memorable porque después de tres personalidades alternas, Iván se convirtió en un doctor chino.
Hablaba y se comportaba como un oriental auténtico. Junto a él estaba sentada Asunción, con
los ojos cerrados. De pronto esta mujer empezó a manifestar las alteraciones de ritmo
respiratorio características de la entrada en trance mediumnístico. Después, se levantó de su
asiento y se dirigió al cuerpo de Iván Ramón. Le habló con un léxico y en una entonación muy
parecidas a las del "chino", y éste le contestó.
Aquello era un espectáculo inconcebible. ¡Un oaxaqueño y una hidalguense hablando en chino y
entendiéndose a la perfección!
Era claro que se entendían, es más, discutían acerca de algo de importancia a juzgar por sus
gestos. Ambos, manteniendo su diálogo, se aprestaron a trabajar con las personas que, atónitas,
observábamos el espectáculo. Nos llamaron uno a uno y en ese lenguaje extraño nos interpelaron
y después nos dieron un masaje. Pero aquello no era un masaje normal. El procedimiento que
usaban era casi idéntico en ambos y consistía en colocar sus manos sobre la nuca y frente de cada
uno de nosotros. Después, hacían vibrar sus manos rápidamente. Más adelante recorrían
nuestras espaldas haciéndolas vibrar. Por último, nos soplaban del lado derecho e izquierdo de
la cabeza y nos lanzaron agua después de hacer lo propio con ellos mismos.
Llevé a Doña Asunción a una estación del metro capitalino. Observé sus rasgos: indios, fuertes,
con dos trenzas blancas enmarcando su cara redonda, llena de arrugas, de madures y
comprensión. Le pregunté. ¿Por qué todo empezó al morir su hijo?'' Me contestó que aquello era
normal. Cuando alguien en una familia tenía ese "don", al morir lo heredaba a otro miembro de
la misma familia. Recordé a Pachita y asentí. Ella, al morir, había dejado a Enrique, su hijo menor,
como heredero de sus facultades quirúrgicas autóctonas. Era verdaderamente interesante aquel
asunto de la heredad. ¿Qué es lo que se heredaba y qué significaba esa facultad de poseer
personalidades alternas?
Los acompañantes de Doña Asunción me aseguraron que ella podía curar heridas y hacer sanar
a los diabéticos durante sus trances. Sin embargo, Doña Asunción afirmó no poder recordar nada
de lo que acontecía durante sus trances. Es, como Pachita era, una médium inconsciente. Me
volví a preguntar qué significa aquello. ¿Por qué estas personas pierden la conciencia cotidiana y
en ese estado realizan sus curaciones? ¿Cómo penetrar en esos misterios y averiguar lo que
realmente significan?

Existen, ciertamente, nuevos y diferentes niveles de conciencia, cada uno con una fenomenología
propia, aunque con leyes comunes. Durante la meditación profunda se pueda sentir la presencia
de un centro interno lleno de sabiduría. ¿Acaso estos psicólogos autóctonos son capaces de
colocarse en esa región central del Ser, pero por un sentido de humildad lo consideran como
totalmente ajeno a su propia individualidad y por eso le llaman espíritu protector?
La explicación más profunda que conozco acerca de los diferentes estados y niveles de conciencia
es la que un chamán-nahual mexicano, Don Juan Matus, ha ofrecido (las teorías de Don Juan son
ampliamente descritas en los libros de Carlos Castañeda). Según él, cada ser humano posee un
mecanismo que "alinea" dos bandas de emanaciones conscientes. Por un lado, unas
emanaciones asociadas al cuerpo, las internas; y por el otro, emanaciones externas provenientes
del origen mismo de la conciencia. Según Don Juan, existen multitud de bandas posibles de
alineación, y un mecanismo que coloca a la conciencia personal en contacto con una de ellas: el
punto de encaje. El punto de encaje actúa como un imán luminoso que atrae ciertas bandas
internas y las conecta con las externas. Cada vez que esto sucede, el ser humano penetra en un
estado particular de conciencia. Generalmente, tenemos el punto de encaje en una posición fija.
Cuando se nos mueve penetramos en estados alterados de conciencia. El hombre común y
corriente no es capaz de manejar su punto de encaje a voluntad y colocarlo en la posición que
más le convenga o interese. Solamente el hombre de conocimiento tiene control sobre las
posiciones de su punto de encaje y puede modificarlas a voluntad.

Quizás nuestros psicólogos autóctonos, con la facultad de mediumnidad inconsciente, se


encuentran en un punto interludio entre el hombre de conocimiento totalmente iluminado y el
hombre cotidiano. Las personalidades alternas que se manifiestan en ellos podrían ser las
manifestaciones de un enfoque peculiar de su punto de encaje y una alineación no cotidiana de
las bandas de emanaciones.
Obviamente, explicaciones como la anterior plantean nuevas preguntas y dejan sin contestar
otras. Sin embargo, dentro de todas las posibilidades de explicación, ésta me parece magnífica
por su poder.
La experiencia de ver a Don Iván Ramón y a Doña Asunción penetrar en una similar personalidad
alterna podría significar que en ambos el punto de encaje se colocó en una posición parecida o
idéntica, al que por lo tanto ambos se volvieron dos manifestaciones de la misma personalidad.
En otras palabras, que ambos penetraron a un mismo nivel de conciencia y que en este las leyes
de operación y los contenidos se encuentran dados y están disponibles para quien sea capaz de
alinear las específicas bandas de emanaciones asociadas con él.
Si lo anterior es correcto, entonces lo que aconteció entre Iván y, Asunción es que uno de los dos
(probablemente Iván) movió, el punto de encaje del otro hacia su misma posición y a eso se debía
la similitud de sus conductas.
En el laboratorio estamos realizando una investigación de los cambios de actividad cerebral de
parejas durante la comunicación preverbal. Hemos hallado que la actividad de los cerebros
involucrados se vuelve muy similar cuando ambos logran establecer una comunicación empática.
En otras palabras, cuando dos seres humanos se sienten muy cerca uno del otro y logran una
sensación de intimidad de presencia, la actividad de sus cerebros se contagia y sus patrones
electroencefalográficos se vuelven prácticamente idénticos. Algo en Iván Ramón impulsó el
punto de encaje de Asunción a una posición similar a la de él y entonces ambos cerebros
adquirieron similares patrones y parecidas manifestaciones conductuales.

Rituales de Hidalgo
CAPITULO 6
DON INOCENCIO FLORES DE LA CRUZ DE SAN MIGUEL TZINACAPAN, PUEBLA.
Compilado por Eduardo Almeida Acosta.8

PRESENTACIÓN.
Don Inocencio Flores de la Cruz nació en San Miguel Tzinacapan, municipio de Cuetzalan, Puebla.
Pasó los primeros doce años en su pueblo natal. Luego vivió diez como acasillado en San Juan
Tenexiapa, y diez como forastero; anduvo trabajando en distintos lugares. Por fin regresó a su
pueblo en donde vivió los últimos 24 años de su vida. Murió el 18 de agosto de 1983.
Los relatores del testo que sigue son su hijo, Don Lucio Flores Flores, y su nuera, Doña Consuelo
Contreras Tirado.

EL PODER DE DON INOCENCIO.


El poder de Don Inocencio lo tomó de una abuelita, Chepa de la Cruz, cuando era pequeño. Se le
apegaba mucho a esa señora, su abuelita. Y como su abuelita era mezquina no quería enseñarle.
Pero como la abuelita pedía fuerte en sus oraciones se le grabó lo que oía y así fue aprendiendo.
Tenía como diez años cuando la andaba siguiendo a escondidas. Detrás de ella la andaba
escuchando. Cosas buenas y cosas malas. Pero él se grabó sólo las buenas, no las malas.
Él era bueno, aunque aquí le corrían carretilla que era esto y era lo otro. Que no era curandero y
él se los demostró que sí.
Mi papá aprendió de su tía9 pero no tenía un grupo. Él solito aprendió dc una persona. Y quizás
un don que Dios le dio para que aprendiera. Y al ver que sí le salía, él se dio valor solito con Dios.
La tía Chepa aprendió de sus abuelos y bisabuelos. La tía curaba. El andaba detrás de ella. No
quería que la anduvieran siguiendo. Cuando la tía hacía una cosa buena, dejaba que se le
arrepechara para que oyera. Cuando iba a hacer cosas malas, ahí no le dejaba. Trabajaba también
en hechicería. Mi papá no trabajaba eso. Quizá sabía.
Él decía: -Yo hago trabajos derechos.

8
Eduardo Almeida Acosta, compilador de este capítulo es Profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM.
Actualmente realiza estudios sobre comunidades indígenas de la zona de Puebla. Las transcripciones que en
seguida se presentan son parte de dichos estudios.
9
Tía: en este caso la abuelita tía.
Si alguien le pedía: "Yo quiero que a ese le pase algo" él decía:
-Eso yo no, búscate otro.
-Que te doy tanto…

-Aunque me des el Reino.


Don Ernesto, el hermano de mi papá, era consentido de tía Chepa. Aprendió más. No se da a
conocer. Le vienen a ver de Xocoyolo, Ataxpa, Cuetzaltecos. Le vienen a ver para curaciones, para
consejos.
Mi papá trabajó en San José Acateno y en San Juan Tenexiapa. Ahí trabajaba. Les ayudaba en el
tabacal, sembrando chile y ajonjolí. Le pagaban su jornal: 25 centavos diarios. Como huérfano lo
había llevado su tío. En su casa nomás lo cuarteaban. Su papá le había pegado un tiro. No le dio.
Él se escapó. Era malcriado.

En el tabacal lo castigaban. Los engañaba que era huérfano. Lo llevó su tío. Cuando vio que no le
pagaban, una señora le dijo:

-No tienes ropa. Aquí no se gana. Si quieres ganarte siquiera los calzones adonde te pagan. No
sólo donde te dan tortilla porque vas a quedar encuerado. Ve a limpiar plantas de frijol.

- Cuánto me vas a pagar?


-25 centavos. Veremos si puedes trabajar.
Y así le fueron aumentando. Le pagaron la ropa. Se la descontaron de su paga.
Luego pasó un señor:
- Cuánto te pagan? Vas a cuidar las vacas nada más. Yo te pagaré a 75 centavos. Y yo te compro
la ropa. Te voy a mantener.

El pensaba que ya ganaba mucho dinero. Ahí fue a estar unos años. Confió en las personas que
lo trataban bien. Estuvo como diez años de forastero, con un solo patrón.

Después anduvo de forastero, de lugar en lugar. Podía manejarse solo.


El aprendió solo, así que si sale o no sale. Cuando era pequeño, se salió de 12 años. Con un tío
Miguel de la Cruz. Ahí trabajaba. Hizo años. Como unos veinte años. El empezó a practicar
durante una epidemia cuando uno de sus compadres se lo pidió en San Juan Tenexiapa. Allí hizo
la primera curación.

Entonces el compadre le dice a su esposa: "Voy a llevar al hijo". Porque al médico los llevaban a
morir.

El curó a unos. Decía: "Voy a dilatar. Para mañana ya está".


Apareció un curandero. Sc le apilaba la gente. Y el doctor se molestó. Le dio billetes el doctor a
un señor al que le pidió favor que le hiciera daño. Pero este señor agarró los billetes y se los
repartió con el curandero.
-Tú eres bueno -le dijo-, el que merece daño es el doctor.
Cuando hubo esa epidemia, él curaba. No les daba nada de medicina. Agarraba el aguardientito.
Por envidia (nexikolis) se lo querían maromear. El que cura sin medicinas sí que sabe curar.
Cuando vivió joven se dedicaba a su trabajo en el campo, en los jornales. Cuando con poca vista
empezó a meterse de lleno en estos asuntos. Cuando uno es fuerte, el campo. Cuando no, ya
busca uno un oficio.
Curaba. Pero no se publicaba que yo hago esto. Él decía: "Que no se publique que yo curo".
Alguna vez lo invitaban a reuniones de curanderos: -Me invitan a algo importante -decía.
Pero él no quería ir. No le gustaba. Como Jesús, que decía: "Que no se sepa".
Decía él: "Luego vienen los cocotazos después".

COMO ANDABA.
Él, le venía como una videncia. Ahí está el golpe. Decía que le hablaban algunas almas le traían la
noticia. Le venían a decir, si iba a curar un enfermo. No le dan respuesta. Él les decía a los que
curaba: "Vengan hasta el sábado". Y luego ya les daba la respuesta. Le llegaba la noticia de por
que sufrían de esa enfermedad.
Decía él que el Señor por medio de su espíritu le hablaba personalmente. Que eran difuntos,
almas que le traían la noticia. Nosotros aquí somos mundanos. Pero hay almas buenas que vienen
a ayudar. Que dicen lo que hay que hacer.
Todo le venía en noticias en los sueños. Que esto vas a cobrar. Que esto no vas a cobrar. Las
personas caritativas le regalaban algún centavo porque veían el trabajo que hacía, que era cierto
lo que él decía. Decían:

-Ya vi a varios médicos. ¿No me han hecho nada? Y usted, ¿qué me ve?
Él decía:
- Tráeme una veladora. Si es lunes decía:
- Véngase el miércoles y platicamos. No te enfermaste sólo porque te enfermaste. Dios te mandó
la enfermedad.
Así se empiezan a platicar.
-Pero nosotros no lo creemos que estamos haciendo mal a un vecino. O daño en el rancho. Y
aunque uno no quiere que se sepa, se sabe. Pues nadie me lo cuenta.
Por eso les decía que vengan para que les diga qué es lo que tienen.
Él nos decía lo que soñaba. Él les decía videncias. Él se daba cuenta soñando. No tenía hora para
curar. Pero sí días. Cualquiera, menos viernes o martes. Don Inocencio ayunaba para que fuese
atendido lo que pedía. Ayuno de todo un día.
Una de las cosas que a mí también me admira es que sabía al momento de tocar la cabeza. Se
daba contactos. Que donde el paciente sentía el mal le atacaba también el dolor a mi papá. Me
da admiración. Y tal que les decía:
-Te duele esto, te duele acá.
Y si se trataba de curarlo, ya lo agarraba por su cuenta.

Otras veces para curar Don Inocencio agarraba un vaso de agua, sauco y un huevo. El sauco lo
usa para todas las cosas malas. Barre a la persona con el sauco y el huevo. Luego revienta el
huevo en el vaso con agua
y pone el sauco en cruz encima del vaso para que no escape lo que arrejunta del mal. Y luego va
viendo las babitas que quedan en el vaso como si fueran velas. Y entonces ya le dice al paciente
al que le está haciendo la curación lo que ve. Que le están haciendo mal. Ahí se ve.
Usaba hoja de té para sacar el mal que hay en el estómago. Cuando uno está desganado. Con
diarrea. Con falta de apetito. Así se acaba uno.
El curaba en su cuarto. El sólo allí trabajaba. Tenía su Cristo. Y una medalla en una cajita. Y
siempre la llevaba. Que era su arma más fuerte que podía tener aquí en el mundo.

Tenía el altar con sus veladoras. La persona que iba a verlo siempre llevaba una veladora. Una
veladora nada más. La prendía y la ponía en el altar.

El altar tenía una imagen del Santo Niño. Y un San Antonio familiar, y otras imágenes. Pero a su
altar nunca le faltaban las flores. Él tenía que adornarlo. A quien venía a consulta le decía:

-Me traes una veladora. Veladora y copal. Incienso para alejar tentaciones. Como el sacerdote.
Él siempre tenía prendida su veladora. Estaba pidiendo para él. Si no, imagínate, él se quedaba
sin comer.
Cuando una veladora se prende y solita se apaga es que no tiene vida el enfermo, ya se pasa de
grado de camino la enfermedad.
"SI DIOS LO HACE! ¡YO NO!''.
El consideraba su oficio como caritativo. No sé cómo explicar esto. Cuando lo necesitaban venían
las personas a solicitar favor. Aunque él no quisiera. El atendía.
-No me puedo negar. Es cierto. No me dedico a ese trabajo. Pero lo puedo hacer. Si creen, va a
ser el trabajo. Si no, no hay alivio. Yo voy a hacer el trabajo, pero no la curación. Yo pongo las
manos encima de la persona.
Y a veces de veras yo lo veía que curaba.
Una vez vino la señora de H.G. con su niño de ocho días de nacido. Ya había ido al médico. No
podía orinar. Nomás estaba llorando. Estaba tapado.
-Y ya fueron a ver al médico… -decía él y se reía.

Agarró el aguardiente, se mojó la palma de la mano y le puso la mano en la coronita del niño. Y
le dijo:
- Ahorita no estás bautizado. Ahorita yo te bautizo con el aguardiente, pero no vayas a ser
borracho.
Empezó a moverle la vejiga.
- No se ha orinado? -decía.
Lo iba sacudiendo, tantito, tantito.
- Ahorita se va a destapar.

En ese momento le echó el agua, no lo va Ud. a creer.


-Y ya se hizo de los dos -el papá se paró.
- ¡Ay compadrito, ¡cuánto te felicito! Ya salvaste a mi hijo.
Entonces él le dijo:
-Aquí está la medicina. Por eso les dije si tienen fe en Dios. Sin fe cómo voy yo a hacer la curación.
¡Si Dios lo hace! Yo no.
Al tercer día que se destapó lo trajeron otra vez y ya quedó bien.

"POR METER LA MANO SIN PERMISO DE DIOS".


Una vez vino una señora con un chamaco. Ya grande el chamaco, como de 15 años. Dijo la señora
que se lo curara. De momento vinieron y le pedían la curación que les hiciera. Él decía:
-Todavía no le he pedido a Dios.
Pero le dio compasión, le puso la mano en la cabeza. Se sentó quizás orando con Dios. Lo curó
solo así de sopetón. Como a las 12 del mediodía le fui a dejar las tortillas a mi esposo, nomás
estaba cabeceando.
-Que me duele la cabeza.
Y se estaba quejando.
- ¿Entonces, por qué hiciste ese trabajo?

-Le tuve lástima al muchacho. Pero han hecho un mal. Me llegan las noticias. Unas cosas malas.
El muchacho está mal porque se agarró unos centavos y unos totoles de una señora. Los fueron
a vender. Ese dinero se lo guardaron. La señora buscó la manera de saber. Buscó, hechiceros y al
muchacho se le encogió la mano. La mamá llegó con dolor de cabeza y el muchacho con la mano
encogida.
Fui por mi esposo y le dije:
-Su papá se encuentra muy mal. Lo dejo cabeceando. Se está quejando.

Como a las 3 llegó mi esposo. Su papá se estaba quejando, que le ayude, que lo echan al hoyo.
-Mejor llévenme a mi casa. Me están matando. Él decía:
-Yo me voy a morir. Por meter la mano sin permiso de Dios.
Lo que estaba sintiendo el muchacho a él se le quedó. Ya se iba a morir.
Mi esposo agarró una taza y le echó dos Alka-Seltzer. Tomó un rollo de sauco y un huevo
entibiado.
-Con eso sóbame -dice.

Y lo que él pedía mi esposo lo estaba haciendo. Lo sobaba. Le hacía oraciones. El estaba dictando
como lo había de hacer.
-Un poco de sal molida. Un traste. Ahí echa el aguardiente. Prepara con aguardiente y con eso
sóbame todo el cuerpo. Sóbame, pero no tengas miedo.
Mi esposo pensaba:
-Como a él le pasó, me pasará el mal. Pero decía:
-No te tengo miedo, si eres mi padre.
Entonces ya como a las tres horas se le quitó, que ya quería comer. Pero no podía comer. Sc le
entiesó la quijada. Como a las diez de la noche ya nos llamó ahí donde dormía.
- Cómo te sentías que nomás estabas haciendo visiones? Nos contabas que no estabas en tu
cama, que veías criaturas.
Como no había pedido permiso, su mal es lo que estaba sintiendo ese muchacho.
-Me salvé gracias a mi hilo.
Él no se había encomendado a Dios y por eso le pasó el mal del muchacho a él.

CONOCEDOR DEL PASADO Y EL FUTURO.


En videncias le traíban o veía lo que podía pasar. Se daba cuenta. Les decía:
- Primero debes arrepentirte con Dios y luego vienes. Regresaba:
-Ya le pedí perdón a Dios.

Sin eso uno no tiene boleto como dicen. Y ya les decía qué es lo que habían hecho:
-No, no es cierto.
Decían. Pero quién sabe cómo él sabía.
-Que tú esto andas pensando, que tú esto andas platicando. Nomás te sacan la palabra y andan
maldiciendo. Tú andas rogando. Pero ellos no te quieren.
Yo le decía:
-Esto me dicen mis hermanos.

Y él me respondía:
-A fuerza te andas metiendo con tus hermanos y ya ves que no te quieren.
Él decía luego:
-Ahora va a venir uno de lejos.
Y la persona esa tenía que llegar. Venían hasta de México y uno de Puebla también vino, que toda
la vida tenía dolor de cabeza. Decía él:

-Increíble, yo soy un cualquiera. ¿Tienes dinero, por qué no vas a ver un médico?
El paciente decía:
-Yo tengo fe en Dios y en usted. -Pasa si tienes fe en Dios.
Agarraba el aguardiente. Les asentaba la mano y ya les decía qué es lo que tienen, que si el
estómago.
- ¿Cómo sabe? -preguntaban.
Aunque no le estén platicando, ya les dijo qué han hecho.
Se sentaban y le preguntaban:
- ¿Cómo le haces?
-Tú no te das cuenta, pero yo estoy platicando con el espíritu.

La persona decía:
-Sí lo creo.
Él decía:
-Hiciste esto y no me lo puedes negar. No lo podían engañar.
-Tú mismo me lo estás diciendo como si me estuvieses platicando.

EL TESORO DE PROTECCIÓN.
Tenía un objeto como un tesoro digamos. Entonces el tesoro ése lo llevaba a un lugar de una
casa. Si alguien dice:
-Yo quiero que haiga vida en mi casa.
Lo llevaba y lo aplicaba en su casa. Y él se comprometía y nada debía pasar en esa casa en ese
año. Ni enfermedades ni nada. El tesoro era como por ejemplo como reliquia. Conseguía cera de
las colmenas, tabaco, copal, conseguía la palma bendita de Ramos y la cera. Y llevaba unas
monedas de dinero. Todo eso lo juntaba como bola. Escarbaba y lo metía en un hoyito y allí
estaba todo el año.
Pedía una novena y el día que se terminaba la novena iba a adornar la casa de los que le piden
ese favor.
Cada año cambiaba el tesoro. A las cosas se les sale el aroma y la fuerza.
Yo le preguntaba. Él no quería decir. Ese tesoro que llevan a las casas. Ahí nunca falta nada. Hay
de todas las semillas. Ahí le decían tápalo (ofrenda).
-Nej niktaliti se tajpalol.
-Yo ofrezco una ofrenda en el nombre de fulano o zutano para que no pase nada…

Y nombraba a las personas que se están.


Aquí la gente se quedaba contenta. Con la fe de esas gentes. Y la fe de mi papá. Le hacían su
comidita. Lo atendían bonito. Yo a veces lo acompañé.
HUESERO.
Don Inocencio era huesero también. Lo aprendió de su papá. Su papá se había desbarrancado de
una bestia. No se podía levantar.
-Ya me voy a morir.
Le agarró de la mano izquierda y lo paró.

-Se me va a romper el corazón, porque me duele mucho la mano.


Don Inocencio empezó a arreglar la mano de su papá.
Ya en la tarde le preguntó:
- ¿Ya no te duele?
-Ya no, sólo poquito.

Calentó agua de sal. Y le empezó a sobar, a chapotearle, y le amarró la mano. Su papá le dijo:
- Y cómo pensaste arreglarme la mano?
-Dios y la suerte.
¿Cómo pensaste? Ya se me había descompuesto. Y así fue cómo él empezó. Todavía estaba
chiquito.

ERA BUEN HUESERO.


Había venido un señor que le quería ver la oreja.
-Mi mano está como recalcada nomás -decía.
Vino y le dijo él:
-Ven, trae tu mano.

Estaba quebrado el hueso.


-Tu hueso está quebrado.
Los hueseros le dijeron:
- Está sólo recalcado.
Y estaba quebrado. Que va el señor a Teziutlán y allí le sacan rayos X. Estaba quebrado. Vino
admirado:
-Ahí me dijeron está quebrado. Por eso no se me compone.
- ¡Ah, no me creías!
- ¡Sí, no te creía! Los hueseros dijeron recalcado. Y tú, quebrado.
- Entonces me creías como criatura, que no era cierto.

- Pero ahora sí, cuánto te lo agradezco. Me dan punzadas. Hasta ahora creo en ti.
- No creas en mí, cree en Dios. Él es el que lo hace.
Y se vino el señor a regalarle quinientos pesos de los de entonces.
-Me sacaste de la duda. Estaba bien machucado el hueso.
Él le dijo:

-Oye cómo hace, rechinan los huesos de la muñeca.


-Cuánto te lo agradezco. Ahorita me van a operar la mano.

LAS QUE RECIBIERON EL PODER DE EL PODER DE DON INOCENCIO.


Cuando Don Inocencio ya se estaba agotando yo le pedía que hiciera un papelito. Él decía:

-También están bendecidos por Dios.10 Fueron a la doctrina.


A algunas personas sí les estaba enseñando. A una chica que él tenía de su parte, R.A.G., de
Ayotzinapan, y a la tía de ésta, R.G. de Tzinacapan, casada con P.M.
Las conoció así: Una señora de Ayotzinapan llevaba ocho días de estar en el hospital, no se le
quitaba el flujo de sangre. Su suegra le contó que vinieran a ver a Don Inocencio. Vino el yerno
de la señora. Un día de mañana como a las 6.
-A ver si me saca de esta duda, ya mi esposa se está muriendo.
- Qué tiene?
- Tiene flujo de sangre.
- Si tienen fe en mí les voy a preparar la medicina. Compra dos chocolates, una rajita de canela y
un manojito de ruda. Agarra tres ramitas para ponerlas con lo demás en el agua que hierva.
Y entonces le prepararon y le dieron de tomar. Al siguiente día le vino a ver el señor y le vino a
decir que la señora ya estaba mejor, que ya no le volvió el flujo. Entonces Don Inocencio le dijo
que ya en la tarde nomás tome media taza y que no levante cosas pesadas.

10
Que escribiera.
Ya al tercer día vino la señora. Le vinieron a agradecer el favor que les había hecho y le vinieron
a preguntar qué cuánto era. Que no era nada, que nomás que se aliviara. Y eso es todo. Ya
después Don Inocencio le decía a la señora que si quería saber la hija para aprender, que él le
había de enseñar; ya después que les contó a los papás que le iba a enseñar vino la cuñada del
señor. Trajo a su mamá, enferma también.

- Es cierto que le vas a enseñar a mi sobrina? Don Inocencio dijo:


- Pues yo le estaba platicando, que si quiere aprender la hija de tu hermana, que la puedo
enseñar.
- Yo también quisiera aprender -dijo la tía-. Que, si a ella la vas a enseñar, ¿por qué no me enseñas
a mí también?
Mi suegro dijo:
-Yo quisiera que alguien quede para curar, pero que no sea de mis hijos.
Cuando un hijo le pedía aprender, Don Inocencio decía:

-Ya es un compromiso, hacer esos trabajos que le piden a uno.


El hijo le pedía y él no quería.
-Después, cuando no pueda yo.
Cuando empezó a enseñar a la tía y a la sobrina entonces ya él pensó separarse de nosotros. Se
fue a Chilcoujta. Esa casa era de él. Él solito. Y después ya se fueron las muchachas, la tía y la
sobrina, para aprender. Ahí se iban a quedar. Yo llegué a ver el cuaderno de la muchacha. Estaban
escribiendo. Me dio tentación de tomarlo. Pero Dios me dijo:
- ¡Ya déjalo!
Al irse a Chilcoujta se llevó su altar y todo. Una vez fui a Chilcoujta y vi que la tía y la sobrina
habían escrito unas oraciones en un cuaderno. Se las enseñaba Don Inocencio. Una oración del
diario. Una oración para defenderse. Oración para pedir por los asustados. Oración si la tierra
santa los abraza. Oración si la lumbre los abrasa. Oración si se cae en agua. Don Inocencio me
dijo:
-No estés tocando esas cosas porque se va a enojar la muchacha.
El poder es la oración. Y la fuerza es con Dios.
Don Inocencio no quería que yo aprendiera las oraciones. Yo a veces le preguntaba cómo se
hacen, cómo se dice para que no falte nada.
-Yo aquí estoy - él me decía.

-Yo tengo la ofrenda para que no falte de comer.


Cuando se enfermaban los hijos, él se obligaba a curarlos.
-Cuando yo les haga falta -decía-, se van a acordar de mí.

San Miguel Tzinacapan, municipio de Cuetzalan, Puebla

San Miguel Tzinacapan, municipio de Cuetzalan, Puebla


CAPÍTULO 7
DOÑA LICHA DE PUEBLA.
Fuimos una colega (Gretchen) y yo a Puebla a buscar a Doña Licha, una psicóloga autóctona que
vive en ese Estado. No conocíamos la dirección de Doña Licha y, para hallarla, decidimos
preguntar a personas que parecían nativas del lugar y probables conocidas de ella.
Nos equivocamos varias veces, hasta que se nos ocurrió interrogar a un taxista, quien
inmediatamente nos dio instrucción de cómo llegar a su casa. Su vivienda era parte de un
conjunto de cuartos comunicados entre sí y que rodeaban un patio con jardines. Desde la entrada
se sentía un ambiente de limpieza, pulcritud y fuerza. Una joven muy bella me preguntó la razón
de nuestra visita y al hacerlo sentí cómo su mirada me penetraba en su intento por auscultar mis
intenciones. Le dije que veníamos a ver a Doña Licha y después de ir a preguntarle a ella, nos dejó
pasar.

DOÑA LICHA.
Apareció Doña Licha. Me pareció jovial, amable y madura; le dije que éramos aprendices y que
realizábamos un estudio acerca de los hombres y mujeres de conocimiento de México y que a
ella la habíamos escogido por referencias de uno de los discípulos de Don Iván Ramón de la
Ciudad de México.
Me sorprendió el ambiente que se respiraba en su casa. Estábamos en una recámara pintada de
verde y blanco, con un altar y una veladora encendida. Todo estaba en su lugar, limpio, ordenado,
con una radiograbadora que reproducía música mientras Doña Licha nos hablaba acerca de su
vida y su trabajo.
Nos contó que a la edad de 10 años la picó un alacrán y que como resultado de su veneno perdió
el conocimiento y se le empezó a hinchar el vientre. Trajeron un doctor, pero este, al no encontrar
ni oír el pulso, la diagnosticó muerta y no le inyectó ningún antídoto. Pasaron varias horas
durante las cuales la familia empezó a preparar el velorio. Su madre, inconsolable, la abrazaba
llorando y cuando esto se repitió varias veces, la niña abrió los ojos, abrazó a su madre y le dijo
que no se preocupara, que ella estaba bien.
Unos días después, Licha fue al campo con su abuela. Esta última montaba un burro mientras la
niña la seguía caminando. De pronto, Licha oyó un sonido como de aletazo de un guajolote
seguido por una respiración intensa. Le preguntó a su abuela y notó que el burro movía sus orejas
como proviniendo algún peligro.
La abuela no había oído nada, pero se afirmó en su silla y Licha, valientemente, jaló al burro hasta
su casa. Después, Licha empezó a sentirse muy mal. Sus manos se torcían y sus emociones se
alteraban con gran facilidad. La llevaron con una curandera, quien le dijo que había estado en un
"trance de muerte" había adquirido el poder de curación que debía utilizarlo.
Doña Licha siguió su consejo y a partir de ese momento sus problemas corporales y emocionales
se solucionaron del todo.
Doña Licha se dio cuenta que podía quitar dolencias, curar enfermedades y resolver los
problemas de los pacientes que cada en mayor número venían a consultarla. Dependiendo de lo
que tenían, Doña Licha les hacía un tratamiento individualizado. Algunos recibían limpias con
huevos y hierbas. A otros los trataba colocándoles las manos en diferentes partes de su cuerpo.
A otros más, Licha les tomaba una "vista” que le permitía diagnosticar y planear su tratamiento.
Estas técnicas serán descritas en seguida.

TÉCNICAS DE CURACIÓN DE DOÑA LICHA.


Las vistas son un procedimiento de diagnóstico común entre los chamanes y curanderos de
México. Consisten en frotar huevos frescos por todo el cuerpo de los pacientes, empezando por
la cabeza y terminando por los pies. Después se vierte el huevo en vasos que contengan agua
limpia. Dependiendo de las formas que adquieren tanto la clara como la yema, el chaman
interpreta el mal del paciente y ofrece un diagnóstico. En general, la clara significa la parte
espiritual del paciente y sus formas le indican al chaman las energías que rodean al cuerpo, cómo
lo influyen y controlan.
La yema, en cambio representa al cuerpo físico. En ella, excrecencias, significan zonas enfermas
del cuerpo, flujo significan infecciones en proceso y zonas oscuras modelan aspectos de mucha
negatividad.
Las burbujas en la clara se interpretan como seres asociados con el campo energético del
paciente. Dependiendo de su posición el diagnostico varia, sobre todo si con ellas, se asocian
velos proteicos.
Cuando la yema está cubierta por uno de estos velos y además existen burbujas en la superficie,
el diagnóstico es negativo.
Si la yema está despejada o se encuentra una burbuja aislada flotando dentro de la clara, se
interpreta como positivo, significando la presencia de un guía o protector del paciente.
Cuando se observan dos burbujas grandes rodeadas de un velo flotando sobre la yema, el
diagnóstico es de un ser que vigila al paciente y ha sido colocado allí por un enemigo como
resultado de envidias o celos.
Cuando la burbuja se encuentra incrustada en la yema se considera que hay un "espíritu
ahogado".
En realidad, la descripción que acabo de hacer apenas si da una ligera idea de la complejidad del
diagnóstico asociada con la forma de vistas.
Dependiendo del diagnóstico de la vista, Doña Licha decide su tratamiento. Este puede consistir
en una limpia utilizando como instrumento el propio cuerpo de la psicóloga autóctona y sus
manos como medios para alejar zonas de desequilibrio, o el uso de huevos que son frotados en
la cabeza, espalda, manos, brazos del paciente, o bien lociones que se untan en las sienes, con el
objeto de despejar energías negativas.

Doña Licha utiliza un procedimiento peculiar que consiste en colocar sus manos, previamente
bañadas en bálsamo, sobre las orejas del paciente, realizando un movimiento hacia afuera como
de succión. Más adelante frota la nuca y la frente del paciente y, por último, sopla fuertemente
dirigiendo el aire hacia la nuca. Yo fui sometido a un procedimiento como el que acabo de relatar
con resultados muy positivos. Mi sensación fue de relajación y liberación de bloqueos mentales.
Doña Licha dice que todos los procedimientos que utiliza le "llegan" por un acto de intuición.

Mediante este mismo acto, Doña Licha dice ser capaz de distinguir si las personas que vienen a
visitarla están enfermas o poseen un poder psíquico que no han desarrollado.

De acuerdo con ella, "si una persona tiene el don de curar, pero no lo utiliza, la energía que no
da se acumula en su cuerpo y le produce trastornos".

Como mencioné antes, Doña Licha recuerda que el haberse dado cuenta de lo anterior en su
propio proceso le ha permitido entender el de sus pacientes.
"Mientras más curo y doy", me dijo con voz alegre, "mejor me siento. Cada vez que curo a un
paciente, me curo a mí misma".
Doña Licha utiliza su propio cuerpo como herramienta en sus curaciones. Distingue la
enfermedad mediante sus manos, colocándolas en diferentes zonas del cuerpo de sus pacientes,
con lo cual detecta excesos o faltas de energía, desequilibrios o balances.
Esta psicóloga autóctona dice ser capaz de diferenciar entre la enfermedad de un paciente y el
don de poder o curación, que puede manifestar síntomas similares.
Cuando descubre un poder en alguien, hace lo posible para impulsar su desarrollo. En ambos
casos, de enfermedad o poder, Doña Licha intenta no crear dependencias.
Una de las más impresionantes lecciones que Doña Licha ofrece es la confianza en su cuerpo
como instrumento de curación.
Las hierbas, huevos de limpia y las medicinas las considera como eventuales y secundarias en
comparación con su presencia natural y su intuición.
Al preguntarle acerca del origen de su capacidad curativa, ella insiste que ésta depende de su
grado de entrega e impecabilidad.
Doña Licha no es una médium ni parece interesada en penetrar en trances inconscientes. Lo que
sí expresa es un deseo ferviente por encontrar un maestro que la guíe en su camino.
Al mencionarle la existencia de Don Lucio, que como ella tuvo un "trance de muerte", pero a
diferencia del de ella no de unas horas sino de tres años completos, Doña Licha expresó
curiosidad y esperanza en que alguien así pudiera guiarla.
Contrariamente a Don Lucio, Doña Licha no recuerda lo que sucedió en su "trance de muerte".
Solamente reconoce que fue después de ello que adquirió dones de curación.
Don Lucio afirma que durante su "trance" de tres años fue instruido por los trabajadores del
tiempo, quienes lo guiaron y le enseñaron a curar.
Resulta muy interesante el que estos dos personajes hayan desarrollado su capacidad curativa
después de un evento tan similar, aunque de diferente duración.

Chamanes de México
CAPÍTULO 8
LOS "HASIDIM" DE MORELOS.
Hace cinco años tuve el gran privilegio de conocer a un grupo de campesinos mexicanos
interesados en el desarrollo de la conciencia. Viven en el Estado de Morelos, en un pequeño y
pintoresco pueblo a 50 kilómetros de la Ciudad de México.
Cuando los conocí, me invitaron a conocer su trabajo de desarrollo y yo me asombré por su
motivación, humildad, inocencia y sensibilidad. Dos veces a la semana se reunían para aprender
técnicas de curación, manejo de energía y, sobre todo, lo que ellos llaman "desprendimientos".
Este último término denota la capacidad de efectuar una separación entre el cuerpo y la psique
o entre el espíritu y la materia. Guías especializados, entre ellos, se dedican a enseñar a
candidatos, del mismo pueblo, la forma en la que sus espíritus pueden "desconectarse" de sus
cuerpos. Dicen ellos que estos desprendimientos dejan al cuerpo libre como para ser ocupado
por otras conciencias, capacitadas para desarrollar sistemáticamente sus cerebros y sus cuerpos.
Los más adelantados de entre los candidatos pasan a formar parte de un cuerpo de especialistas
que ellos llaman "facultades". Las facultades curan, dan consejos y se comunican con seres supra
humanos. Esta comunicación es, según este grupo de campesinos, esencial para recibir
enseñanzas acerca del Ser y conciencia. Ellos no lo llaman así, pero su trabajo es el de un
verdadero instituto de investigaciones psíquicas, acerca de la conciencia.
Yo les llamo los "Hasidim" de Morelos porque me recuerdan un movimiento de místicos judíos
que hacia mediados del siglo XVI surgió en Polonia, comandados por Israel Baal Shem Tov. El
hasidismo judío también estaba constituido por gente humilde que, al igual que los campesinos
de Morelos, se interesaba de desarrollar su capacidad de estar en contacto con ellos a través de
su corazón lleno de motivaciones espirituales.

Los Hasidim de Morelos ofrecen un espectáculo de verdadera devoción y amor para cualquiera
que tenga la suerte de conocerlos. Todos los domingos en la mañana se reúnen en un recinto de
oraciones y escuchan al más adelantado de entre su cuerpo de facultades. Este, al que llaman
guardián, entra en un trance mediumnístico y "dicta" una cátedra para la congregación. En estas
cátedras, el guardián habla de la esencia divina como heredad de todos los hombres y explica
que en cada uno de nosotros se encuentra la luz de Dios.
Además de su labor de aprendizaje y de las cátedras dominicales, los Hasidim de Morelos dedican
dos fines a la semana para curar a cualquier enfermo que se lo solicite. El trabajo de desarrollo y
las enseñanzas adquiridas adquieren, en el trabajo de curación de la comunidad, una verdadera
función social.
De acuerdo con la concepción de la realidad de estos psicólogos autóctonos el ser humano está
comunicado con seres etéreos que pertenecen a otra realidad existencial.
Estos seres espirituales tienen diversos grados de desarrollo. Los más avanzados son capaces de
enseñar al ser humano si éste logra establecer una comunicación con ellos.
Los menos avanzados están en busca de luz que una facultad desarrollada puede ofrecerle. De
esta manera, continuamente existe un intercambio entre los seres espirituales y los hombres.
Cada ser espiritual, según los Hasidim de Morelos, tiene su propia individualidad, al que los seres
humanos sin embargo todos compartimos la misma esencia.
Los más adelantados logran establecer un contacto más cercano y fluido con su esencia. Los
menos avanzados están lejos de ese contacto. El verdadero camino del desarrollo consiste en
abrirse para lograr un contacto íntimo con la esencia. Precisamente, eso es lo que logra la facultad
más adelantada durante las cátedras dominicales.
El linaje de los Hasidim de Morelos proviene de un grupo de mexicanos que se formó en
Xochimilco durante el siglo pasado. El grupo de Xochimilco anunció que la humanidad había
entrado a una nueva etapa de su desarrollo, al que llamaron "Tercer Tiempo". México se
consideró la sede de este cambio de la conciencia y pronto, grupos parecidos al de Xochimilco se
empezaron a formar en todo el país.

Actualmente, localidades como Yautepec, Puebla, Cuernavaca, la Ciudad de México, y muchas


otras, tienen grupos parecidos a los de los Hasidim de Morelos formando una verdadera red de
desarrollo que para la mayoría de los mexicanos pasa desapercibida. Esta red subterránea
constituye, en mi opinión, uno de los más interesantes linajes de psicólogos autóctonos de
México.

Tradiciones de Morelos
CAPÍTULO 9
DON FLORENCIO DE MORELOS.
Don Florencio es uno de los miembros del grupo de campesinos que viven en Morelos, y qué se
han dedicado durante los últimos años, al desarrollo de una serie de prácticas dirigidas a la
expansión de la conciencia.
En la actualidad don Florencio es el guardián del grupo y tiene como función la de vigilar que sus
prácticas no pierdan vigor o se desvíen.
En este capítulo intentaré describir el trabajo que realiza don Florencio y el grupo al que
pertenece.

ANTECEDENTES.
A finales del siglo pasado se inició en Xochimilco un nuevo linaje de psicólogos autóctonos. este
linaje se dedicó a desarrollar entre sus miembros más sensibles una capacidad para penetrar en
niveles alterados de conciencia y vivir un nivel de realidad alterna la cual recibían mensajes y
lograban cogniciones lúcidas acerca de acontecimientos históricos personales. Cada domingo
durante más de medio siglo este linaje se preparó para recibir lo que ellos denominaban cátedras
impartidas por algún miembro veterano el que entraba en trance y en ese estado recibía una
serie de mensajes que a su vez transmitía a sus oyentes.
Este grupo de campesinos pertenece a una serie de congregaciones que trabajan en la Ciudad de
México, Yautepec, Totolapan y otros pueblos del estado de Morelos que parecen ser
descendientes del primer grupo antes mencionado. El grupo de don Florencio está organizado
en una forma muy similar a la de los otros grupos.
Estas organizaciones están comandadas por un triunvirato, constituido por un guardián, un guía
y un personaje llamado Pedro.
La función del guardián como ya lo mencionamos es la de vigilar las prácticas del grupo, el guía
dirige el desarrollo y Pedro se encarga de facilitar su cohesión.
Además de este triunvirato dirigente existen las llamadas facultades las cuales actúan como
receptoras y transmisoras de los mensajes. Estas facultades realizan un entrenamiento que las
prepara para su labor mediumnística. Los mensajes son transmitidos mediante discursos
denominados cátedras, que son ofrecidas por estas facultades, en el estado de trance los
domingos.
Los grupos también están formados por las llamadas columnas encargadas de vigilar que los
mensajes de las facultades lleguen a los oídos atentos.
En una transcripción directa de una conversación mantenida con Don Florencio, éste hace un
relato de la fenomenología de la entrada de una facultad al estado de trance, en el cual ofrece
una cátedra. Esta transcripción se encuentra al final del presente capítulo.

EL CONCEPTO DE VIDA DE DON FLORENCIO.


Según Don Florencio, no existe muerte del ser. Únicamente aquellos que se han comportado
negativamente durante su vida, los que han causado daño y dolor, mueren definitivamente. En
cambio, los seres humanos bondadosos y que han hecho el bien, viven para siempre. Según Don
Florencio la reencarnación existe y el sentido de la existencia es el logro de un cada vez mayor
contacto con la esencia.
La esencia, de acuerdo al linaje de Don Florencio, se presenta a una facultad desarrollada para
dar cátedra. La esencia es verdadera cuando en sucesivas cátedras se muestran cambios.
Y es falsa o materializada cuando en las cátedras se repite el mismo discurso. Esto último es señal
de que la facultad es pobre en su desarrollo. La esencia es interna y no externa, es decir, lo que
una facultad aprende durante su desarrollo es a establecer un contacto consigo misma.
El desarrollo de una facultad se llama desprendimiento. El candidato para convertirse en facultad
aprende a separarse o desprenderse de su cuerpo para poder conectarse con la esencia o con
algún ser espiritual de categoría intermedia entre los seres humanos convencionales y la esencia.

LAS TRIBUS DE SERES ESPIRITUALES.


Según Don Florencio, cada ser espiritual tiene un nivel diferente de contacto con la esencia. Una
facultad que tiene contacto con un ser espiritual recibe el nivel de contacto con la esencia.
El cerebro de una facultad se llama el "aparato" y sirve, según este linaje de psicólogos
autóctonos, para establecer un contacto específico y selectivo con un determinado ser espiritual
o con la esencia.
Don Florencio menciona nombres como: Benjamín de la Selva, Pluma Azul, Piel Roja, etc.., para
identificar la tribu de seres espirituales con los que las facultades de su templo han establecido
contacto.

APRENDIZAJE DE DON FLORENCIO.

Este psicólogo autóctono me confesó, que su desarrollo ha tomado diez años y que sus maestros
han sido facultades de diferentes templos de la Ciudad de México, Yautepec y Totolapan.
En su aprendizaje Don Florencio ha pasado por diferentes etapas o niveles. En un principio él
creía que tanto los seres espirituales como la esencia eran externos e independientes de sí
mismo.
En la actualidad cree que la esencia es interna y que se encuentra en todos los niveles de
organización del ser humano, desde sus células, tejidos y órganos hasta su persona como una
totalidad.

LAS CÁTEDRAS.
Todos los domingos Don Florencio ofrece una cátedra a los miembros de su comunidad. En un
recinto cerrado se reúnen el guía y el Pedro de la comunidad, junto con las facultades y los
habitantes del pue0lo (la mayoría mujeres). Sc encienden tres grandes cirios frente al altar de
siete peldaños, y el guía de la comunidad comienza a bailar. Sus palabras son enmarcadas por las
flores del altar y un cuadro de un ojo del cual salen siete rayos. El discurso del guía invita al
recogimiento, la oración y la meditación. Habla acerca de la llegada de la esencia y prepara al
guardián para que entre en trance y pueda, en ese estado, hablar a la comunidad.

Después de varios minutos el guardián (Don Florencio) cae en una especie de estupor
acompañado por ligeros movimientos corporales. Cierra los ojos y ocupa la silla más grande del
estrado. Cuando el guía termina su discurso, Don Florencio empieza el suyo.

En seguida presento la transcripción literal de una cátedra de Don Florencio, pronunciada el


domingo 8 de diciembre de 1985.

CÁTEDRA DE DON FLORENCIO.


Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Gloria a Dios en las alturas. En la escala de
perfección nacido y allí está entre nosotros, ¡oh pueblo amado!, oh corazones benditos que te
habéis reunido en este misterio de paz! Y vengo en pos de ti, en representación de los siete sellos.
Las siete iglesias plantadas por el enviado del tercer día.
He aquí pueblo bendito, a quien en verdad vi. En ciertos te habéis reunido en este misterio
preparado por mi manto. Dios, en representación de las 12 tribus encarnadas y desdentadas en
este planeta tierra.
Yo te doy la bienvenida, aposenta tu planta en este pan a donde voy a entregarte la lección de
paz que aún te corresponde en este instante. A los que habéis venido para estar cerca de mí,
bienvenido seas pueblo, desde el instante que te habéis preparado tu planta al pórtico de este
dintel preparado. Yo te doy la bienvenida pueblo.
Corazones muy llamados al que preparado puedes encontrarte en esta alba bendita, 8 de
diciembre de 1985, en que una vez más con mi palabra sublime, con mi voz sacrosanta, que vengo
a entregarte en alba de gracia, una lección más en aquel momento en que habéis escuchado de
mi palabra sublime, diferente lección. Y ahora vengo a entregarlo ante ti, corazones benditos que
te habéis reunido desde aquel instante al despertar. El eco de aquella campana sonora, para
llegar hacia mis corazones muy amados, han pasado muchos antes y tú siempre te habéis
recreado en esta mi casa, bendita adoración, a donde habéis conocido de mi doctrina espiritual.
A donde te habéis recriado desde hace algunas albas y en sí en verdad sigues siendo el mismo
parbulito, al que te encuentras a cada instante y a cada momento, para venir a escuchar mi
palabra sublime. De mi palabra sagrada, de mis virtudes y mis prodigios que vengo a derramar a
cada uno tic vosotros, en ese aparato electrónico que funde tu propia sabiduría.
Qué incierto si en verdad te digo pueblo: vosotros habéis escuchado de mi palabra, pero no os
habéis a valorado lo que vengo a enseñarte en el alma. Tras aun porque en ciertos han pasado
muchos años y son pocos aquellos corazones que en verdad han luchado y preparado sin planta.
Han preparado su cuerpo corpóreo para que una vez más aceptando de mi enseñanza, de mi
esencia, que vengo a entregarte esa luz divina que viene de ti mismo, esa iglesia, ese templo que
eres tú mismo, corazones benditos, al que debes valorar alba tras alba, y al que debes aquilatar
como una joya que se encuentra en este plano terrestre y que tú mismo eres corazón amado.
Eres el mismo que evolucionamos por medio de un aparato que te hace conocer y que te hace
sentir corazones amados, pero nunca lo has podido hacer. He aquí mi lección preparada continúa
en sí misma para ti.
En aquel momento se encontraba con varón llamado Abrahán, que pudo haber sido un amigo
sincero y fiel de la esencia perfecta, ¿cómo se encuentra esa esencia? Podría ser en el espacio,
en el plano terrestre a donde tú habitas pueblo. En el viento, en el ruido de dos o más rincones
de la tierra esa esencia que en verdad te hace sentir y te hace palpar sobre ti mismo y es para
que te haga llegar a lugares muy hermosos, Al que te hace conocer tu propio entendimiento por
doquier de los demás de la tierra y esencia que vengo a derramar en ti mismo y que tú eres el
mismo. El que debe sentir en la propia célula de tu mente. Aquel varón en aquel momento,
cansado de años, un siglo de años y pensando en su mente, que no se encontraba solo en el
planeta tierra. Pasaron los días después de un siglo y aquel varón en un sueño, pudo ver
escuchando y palpando por medio de su sueño que tendría que tener un hijo. El que tendría que
propagarse en las tierras del Caná.
Pero pasó el tiempo y la esposa de aquel varón teniendo 90 años no era posible que concibiera
un hijo, pero quién como la mente del hombre. Sabía que, en cualquier momento, siendo la
misma esencia y la sabiduría sublime de una mente poderosa llegó el momento en que una vez
más, pudo verse concebido un hijo en las entrañas de aquella anciana ya que el varón anciano de
más de un siglo de años.
Pensando en la esencia, perfecta, sublime, y en la doctrina que él mismo la comprendía, él mismo
la introducía en su propia mente, estuvo muy seguro de que lo que sus sueños le habían
adelantado, estaba probado por medio de una esencia, por medio de una sabiduría. Entonces,
aquel varón llegó el momento y sabía que ahora sí contaba con un hijo, al que tenía que ver
florecer en las tierras de Caná.

¿Cuál tendría que ser el florecimiento de aquellas tierras extranjeras? El propio hijo que él tenía
y que podría propagarse a través de muchos años en aquellas tierras solas, en aquellas tierras
que no había quién las trabajará para florecer el plano terrestre.

Pasaron los años de aquel varón que empezó a hacerse humilde, entonces aquel amigo de la
esencia perfecta, cual puedes decir tu Dios el Señor.

Que Dios Jehová, que no lo conoces pueblo bendito. La esencia perfecta que a nadie de nosotros
puedes contemplar a donde puede encontrarse esta esencia, más no sabiendo cuál es la práctica
y la sabiduría que sobre ti mismo existe la propia esencia, y la luz perfecta que se cerrarán en la
célula de cada uno de vosotros. Fue en la mente sabia que conduce a cada cuerpo corpóreo de
nosotros en este plano.
Sí aquel varón tuvo otro sueño a donde su propia sabiduría se estaba dando cuenta por medio
de sus sueños, de que tenía que entregar un tributo holocausto a la esencia perfecta y para
probar que su sabiduría era perfecta y estaba en sí, y que esa esencia existía, aunque él sentía a
cada rato el momento. Estaba probando en sí mismo, si él confiaba en la misma sabia de su propia
mente, ese pequeño que hacía presente como varoncillo, para sacrificarlo y hacerlo entregar
como sacrificio a su Dios y señor. Cuál es la misma esencia que se funde en su propia sabiduría
en sí, probado fue y que pudo haber sido ese varoncillo.
Los mismos cuerpos que se reúnen en cada recinto, en cada casa, bendita adoración, a donde las
reuniones y las congregaciones de las almas corpóreas, vienen y se acercan para meditar 5
minutos en las cosas benditas de oración, a donde quieren conectar su mente la gran sabiduría
que deseen para que el hombre del plano terrestre puede alcanzar nuevos horizontes, a donde
el hombre tendrá que encontrar cosas grandes en el futuro, porque el plano terrestre está
cubierto de grandes masas materiales. En la naturaleza de la Tierra existen muchas cosas
benditas y sagradas por sí mismas. En las entrañas de la Tierra, grandes cosas y minerales puedes
contemplar, corazones benditos. En cada lugar en la Tierra, son diferentes los lugares de la
entrañes de la Tierra. ¿Por qué son diferentes? Porque no en todos los lugares existen los mismos
minerales, al que una vez más van encontrando los grandes científicos de la Tierra, qué es el
hombre más adelantado, qué va hacia el más allá. y tú por qué, corazones benditos, no puedes
adelantar más de mi causa divina, que es la tuya también y que en ti mismo se funde esa causa,
esa esencia que puede estar cerca de ti, por medio de tu sabiduría. para que puedas captar cosas
sagradas, cosas importantes para que sepa el hombre de la Tierra. Y tú por qué no lo puedes
hacer corazones benditos, sí eres también hombre, quien puede calificar cosas extrañas a su
propio hermano y semejante.
Van pasando, que en verdad aquel varón ha calificado, que si es cierto el mismo hombre de la
tierra es poderoso, es la misma esencia y la luz perfecta que se derrama por medio de un Dios
invisible, por medio de un Dios que existe en el interno de tu propio corazón.
Pueblo bendito, no pienses corazones amados que la imagen es el Dios, que la estatua es el Dios
que forma por doquier los lugares del universo entero, no pueblo amado. Esa es una estatua,
imágenes que funden como tú mismo que se puede encontrar tu imagen, por medio de un
aparato que pueda fundirse, para que el mañana cuéntese de la humanidad que tu luchaste y
trabajaste a través de un tiempo, que tú pudiste conocer.

Sana y perfecta, limpia como los santos y ésta es una de mis palabras que vengo a enseñarte en
alba pasada. En aquel momento el día 1 de diciembre, que pudiste ver contemplado a donde
pude haberte entregado corazones benditos, grandes maravillas, al que podrás descubrir tú
misterio en el futuro a donde pude verte preguntado, cómo el hombre de la tierra va
evolucionando a través de los tiempos. Por diferentes etapas, como en verdad en aquel momento
pude verte preguntado de los grandes reinados.
Como se va acabando todo y como en verdad la vida de Jesús el Cristo de aquel tiempo, que tú
has visto hablar, por medio de los científicos bíblicos, por medio de la doctrina romana y te vas
dando cuenta, un nacimiento de Jesús tal llamado el nazareno.
Acaso Jesús vino a nacer para ser un hombre que viniera al ataque de la humanidad de este
mundo. No corazones benditos, porque en cierto vino para afirmar que ese tiempo era el rey,
porque te hacía preguntas, resúmenes y no los sabías contestar.
Al fin murió derramó su sangre y de allí, se ha acabado ser un rey del plano terrestre. Estás en lo
cierto pueblo o no estás en lo cierto, porque puedo decirte corazones benditos, ahora la esencia
de un rey está sobre ti mismo. Corazones benditos, porque tú eres el propio rey que funde con
tu propio albedrío. Tú puedes brincar el cerco de un presidio, donde puedas encontrarte y
recrearte por ti mismo, por doquier de todos los lugares de la tierra.

Entonces quién es el rey pueblo, corazones benditos. Acaso al Dios que tú habías hablado de
aquel tiempo es el rey entre ti mismo viene a ordenarte como una gran autoridad de este mundo.
No corazones benditos, no pueblo; no te dejes engañar de aquellos hombres que en verdad han
inculcado a la humanidad por un corto tiempo. Pero todo está pasando, y todo va a poner paz a
sus corazones.
Ahora en tu propia sabiduría, en tu propio conocimiento, en tu propio entendimiento, existe para
tu conocimiento, un Espíritu Santo, que funde en tu propia mente y eres tú mismo el rey que
puede ser en este mundo, porque todo depende de ti, corazón amado. Porque puedo decirte
que, en ti, está todo lo que puedas hacer en el mundo para que te retires en un camino de gran
pedrería. Para que tu corazón pueda dañarse por medio de un espiro y una broca y para que tu
corazón limpie y sane. También estás libertado para que ti mismo y en tu Dios y Señor que está
en ti, en tu propio interno corazón.
Esta fue una de mis enseñanzas del día de hoy. Y ahora he entregado un renglón más adelante
de la que tú debiste haber escuchado pueblo en aquel día de diciembre, ahora vengo a entregarte
una lección más. Cuál es la que te he entregado en esta alba bendita de gracia, día 8 de diciembre
de 1985 a la que una vez más en proporción he entregado en poca porción he recibido corazones
a los que en verdad habéis delinquido ante tu hermano y semejante, al que en verdad habéis
cometido errores altos en tu propio entendimiento. Yo te los perdono. ¿Por qué te los perdono?
Porque vengo a enseñarte cosas benditas y sagradas y en ti mismo existe el perdón, en ti mismo
existe por medio de tu entendimiento sois perdonado tú mismo. Porque tú mismo eres el que
lucharás y trabajarás para que ese cargamento que llevas a pie de la cuesta no sea tan pesado
para llegar a ese nuevo horizonte al romper un astro viene iluminado para que te conduzca a un
lugar más sagrado para estar a la diestra de la gran inteligencia y sabiduría que conduces en tu
propia sabiduría, para que así mismo pueda existir una nueva evolución, una nueva resurrección
de tu propio espíritu. El será el futuro y tú serás aquél, que en verdad has sido el hombre de la
tierra como un péndulo.
Esta es una de mis palabras que vengo a entregarte como sabiduría y esencia grande y perfecta
desde los altos cosmos de un planeta en que puedes encontrarte a ti mismo en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
¿Qué habéis preparado guía de multitudes?

HABLA EL GUIA: Nos sentimos llenos de amor, llenos de confianza al recibir tu enseñanza padre.
Que es una escuela a dónde venimos a aprender los primeros pasos, gracias te damos señor, por
impartir tu presencia a los presentes señor, infinitas gracias.

CONTESTA EL GUARDIAN: Las gracias que das al Dios, al que en verdad viene a entregarte
sabiduría y enseñanza y al que se funde en ti mismo por medio de la confianza y la fe que existe
en el interno de tu corazón, el templo de tu interno corazón.
Que eres el mismo que le das las gracias al Dios y Señor al que infunde en tu propio conocimiento
y tu sabiduría, en verdad lo decía, gracias.

Yo hombre amo, desde este instante al cuerpo de medialuna, para que una vez más en ellos
pueda sentirse y derramarse.

Que es la esencia que viene a entregar a vosotros y que por instantes crees que vas a la lucha de
tu propia evolución y en este momento he entregado pueblo, he entregado corazones que me
estáis escuchando en este instante y al que tú mismo puedes producir un gran sacrificio hacia el
futuro, dándote el propio interés para ser el alcance de una sabiduría de este planeta tierra.
Para saber de tu propia naturaleza como se ha fundido en tu entendimiento, en la esencia que
está derramándose sobre ti mismo y que eres tú el mismo al que puedes estar, cerca del
entendimiento de una esencia perfecta.
Te digo pueblo en este instante, bienaventurado seas la poca porción de corazones que te habéis
reunido, en esta mi casa, bendita oración. A dónde puedo reunirte para estar cerca de ti y en este
instante yo preparo, altos montes y bajos caminos, lugares todos de la tierra a donde la propia
naturaleza se ha recriado y se ha fundido en grandes postules.
Yo preparo y les bendigo, cárcel y presidios lugares todos de la tierra como recintos del saber
para aquella creación pequeña, al que ilustrándote en el camino. Voy alimentando tu gran
sabiduría en mi esencia perfecta. Cavernas de oscuridad, lugares propios de la tierra a donde el
propio mal espíritu se ha fundido en la mujer y en el hombre de todo el plano terrestre.

Preparo el hombre mandatario de todo el universo entero, para que una vez más mis elementos
que he estado preparando a través de los años.

Mis elementos son y consisten en la misma esencia de la propia naturaleza, los elementos que
en verdad se están preparando más y más, para que el hombre que se ha recreado sin meditar 5
minutos escuchará y contemplará los movimientos de los remotos elementos que están
preparándose plagas preparadas como en aquél tiempo, que preparándose están para que pueda
contemplar el hombre de la tierra en este plano terrestre, como en verdad llegará el momento
en que una langosta podrá comerse al hombre de la tierra, los elementos que en verdad tendrán
que aparecerse a través del tiempo.
Porque en verdad el egoísmo y la envidia y esa imperialidad que existe en el plano terrestre,
tendrá que cumplirse al pie de la letra. Porque en cierto escrito está, con una gran sabiduría de
la esencia que funde en la mente de un ser humano pero que he aquí tu propia mente podrá
doblegar y fundar sólo por meditar cinco minutos y contemplar que cualquiera de los elementos
podrás dominarlo con tu propia mente.
Yo preparo todo por igual, del más grande hasta el más pequeño, yo preparo con mi mano
poderosa, el Hijo y el Espíritu Santo. Hecho está corazones porque te habéis preparado para llegar
a este dintel a donde tu propia planta se está preparando y conduciéndose hasta los más rincones
de este plano terrestre; que tú mismo eres el que también podrás alcanzar hasta el más allá. Esta
es una de mis enseñanzas que vengo a entregarte.
(Fin de la transcripción.)
EL CONCEPTO DE LA REALIDAD DE DON FLORENCIO.
Como ya mencioné, Don Florencio sostiene la idea de que existen seres conscientes (espirituales)
en otra dimensión, con los cuales es posible comunicarse después de sufrir un entrenamiento
adecuado. Este entrenamiento se llama desarrollo y estimula la capacidad de desprendimiento o
separación del cuerpo y el "espíritu".
Por detrás de los seres espirituales y sosteniendo los espíritus, se encuentra lo que el linaje de
Don Florencio llama "La Esencia". Esta es común a todos los seres, los cuales se diferencian entre
sí dependiendo .de su cercanía o alejamiento con respecto a esa esencia.
En la concepción de este psicólogo autóctono, la muerte corporal no conlleva necesariamente a
la muerte del espíritu. Este sobrevive y vuelve a encarnar en otro cuerpo y otro cerebro al que
Don Florencio llama "aparato". La sobrevivencia del espíritu depende de sus obras. Algunos
comentarios del propio Don Florencio fueron transcritos de una grabación que él mismo hizo en
compañía del autor y que en seguida reproduzco:

- ¿Don Florencio, están trabajando en el templo?


-Sí.
- ¿Y cuándo están en el templo?
-Mañana me toca trabajar, mañana domingo.
- ¿Y usted da cátedra?

- Sí, yo.
- ¿A qué hora?
- A las 10 de la mañana, a más tardar a las 10:30. Y el martes trabajos de curación.
- ¿El martes curan? ¿Usted también hace trabajos de curación?
-El miércoles es un consejo que se da el primer miércoles de cada mes. Se da un consejo, o sea
que la ciencia espiritual llega al consejo, a la humanidad que está escuchando. Pero este consejo
es para ilustración de la gente.
- ¿Pero, qué diferencia hay entre la cátedra y el consejo?

- iAh sí! Es muy diferente. El consejo la entrega, es un ser espiritual, por ejemplo, Castor, Piel
Roja, Pluma Azul.

- ¿Sigue Pluma Azul?


- ¡Sí, claro, ¡cómo no! Está Benjamín de la Selva, otras tribus. Ahora hemos descubierto los
gigantes.
- ¿Gigantes?
- ¡Sí! No se ha dado cuenta de eso. Sí, porque en aquel tiempo los gigantes predominaban en el
tiempo de Noé, hemos estado encontrando que los gigantes hicieron muy mal a la humanidad.
Eran hombres muy grandes, más de dos metros, y muy fuertes, y a la gente baja la amenazaban
mucho. Y la historia, el Viejo Testamento, nos habla, que Noé ya les empezaba a hablar del diluvio
y vino el diluvio y se perdieron todos. Pero antes dominaron a un tal David.
- No! Goliat.
-Sí, Goliat. David fue el que lo mató y nosotros no habíamos descubierto y hubo un ser espiritual,
Castor, el que lo descubrió.
- ¿Pero todavía siguen esos gigantes?
-No, ya no, pero estamos investigando que esos gigantes predominaron en aquel tiempo. Hemos
investigado por medio de seres espirituales y por medio del papiro.
- ¿El papiro?

- Sí, el papiro, o sea el periódico.


- Ah, coincide lo que dicen los seres espirituales.
- Exacto.
- Oiga, dígame una cosa. ¿Qué siente cuando le llega un ser espiritual, cuando da cátedra?
-Sí, sí, vamos a hablar de eso, me gustaría que se dé cuenta. Yo a la hora que voy a trabajar no
como nada, solamente un café y un pan por la mañana, a la hora del desayuno y ya me voy a
trabajar y a la hora que yo llego, no debo hacer nada de atenciones materiales. Llego, me siento
un rato; ya que es hora, me voy al lugar. Al llegar allí, yo empiezo a meditar y cuando estoy
meditando, empieza a despejarse mi mente y ya no me acuerdo de nada, se va todo, ya no pienso
nada. Ya hay algo material y ya me viene una mentalidad, no sé de dónde. Entonces, cuando
empieza a hacer aparición el que va a hacer la aparición y la oración, entonces es algo como llegar
una palabra que ya me está dando a la mente qué es lo que voy a decir. Pero pasa eso, después
siento que algo viene y se centra en mi mente y siento sueño. Ese sueño empieza a dominarme,
entonces lo que tengo que hacer es prepararme muy bien y ya empiezo. Repentinamente mi
mente se va, y usted siente quién es y como que lo levanta algo. Y queda como a metro y medio
y entonces ya algo viene, vienen luces para acá y para allá.
- ¿Luces de colores?
- No, blancas. Entonces me siento como que me penetran. Todavía llega algo de lo que habla la
gente. Haga de cuenta que se está hablando a unos cien metros, se oye un ruidito, pero ya usted
se fue, se queda uno como una estatua. Y es como si un radio estuviera diciendo, di esto, di esto
otro. Esto es lo que vas a estar hablando. Cuando el otro ya está donde su oración, usted ya está
concentrado. Haga de cuenta que usted ya está concentrado.

- ¿Pero se siente usted mismo?


- No, ya no, usted siente que es un aparato que está transmitiendo.
- ¿Pero usted recuerda lo que dice?
-No, nada.
- ¿No recuerda nada cuando ya sale de eso? ¿No recuerda nada?

-No, nada, usted no sabe nada, queda como borracho, atarantado. No sabe nada, qué fue la
cátedra, usted no sabe nada. Usted nomas recuerda que estuvo trabajando unas dos o tres horas,
usted estuvo dormido. Y entonces la humanidad le platica qué fue la cátedra, de qué se trató la
cátedra, qué enseñanza fue.
- Y usted cuando está dormido ¿a dónde se va?

-No, no se siente nada, no se siente uno. Usted haga de cuenta que se queda dormido, uno no
sabe de qué se trató la cátedra. Entonces es algo raro porque a uno le preguntan, usted dijo esto,
pero no sé. Y hay gente que no cree, que piensa que usted si sabe lo que dijo. Entonces todo
mundo le pregunta y usted no sabe. Después pasa usted. puede tardar media hora, eso es lo que
he visto con el reloj.
- ¿Quién es el que se conecta con usted? ¿es siempre el mismo?

-No, son distintos.


- ¿Cada vez que da una cátedra cambia?
- Si. Yo lo voy a sacar de dudas. ¿Sabe por qué? Porque he visto aparatos que nosotros les
llamamos sacerdotes.
- ¿Qué son aparatos? ¿La mente?
-La mente es el aparato de nosotros, por ejemplo, yo no soy el que va a trabajar, es otro el que
va a trabajar, entonces he visto aparatos que siempre entregan unas cátedras, las mismas.
- ¿Y es igualita la cátedra?
- Es igualita, por ejemplo, el primer domingo entrega una cátedra con un mensaje y el siguiente
vuelve a entregar el mismo y el tercer domingo vuelve entregar el mismo, entonces ese aparato,
para mí; sobre mi capacidad de alcance. Creo yo que ha aprendido con materialidad. ¿Sabe usted
lo qué es materialidad?
- Sí.
- O sea, como que ha aprendido un discurso. Entonces ya se lo sabe y siempre lo está repitiendo.
Quiere decir que este aparato no cambia. Ahora le voy a decir una cosa, esto es una aguja verde.
Entonces, quiero que lo sepan. Para que ustedes estén más enterados, cuando yo me fui a recibir
a México en el centro matriz de toda la doctrina, cómo la llamamos.
- ¿Dónde es?
- Neptuno núm. 22, en la colonia Guerrero. Bueno, me fui a recibir allí. Yo estuve desarrollando
diez años.
- ¿En México?
- A veces allá, en México, a veces aquí. Cuando yo me recibí, ni quería ir, me daba miedo. Me
hacían pruebas y yo pensaba: ¡van a decir que yo no sirvo!
- ¿Sabe qué? Yo siento que hay aquí un ser.

- Si, si lo hay.
- Pero bien fuerte
- Si, sí, claro que sí. Entonces yo así pensaba, pero entonces yo, la primera vez, yo no quería ir.
Porque allá hay muchas facultades bien preparadas. Es el centro matriz, es un colegio verdadero,
o sea que es una universidad, hay mucho trabajador y yo no quería ir. Pasaron tres meses y me
insistieron y no quise ir. Yo sentía que no iba a dar la punta. Pero antes de eso, yo había ido a
trabajar un día. Y llegó un hermano y me dice: "Mira te vengo a ver". El médico siendo director,
tenía a su cargo 23 médicos, era un tal Dr. Gustavo Delgado, en Baja California. Y llegó un día un
estudiante, que estaba enfermo. Y se reunieron los médicos y no daban, entonces yo di la
puntada.
- ¿Qué es dar la puntada?
-Acertar, dimos con lo que tenía un estudiante. Tenía estrellada una parte de la columna, nomás
la tenía estrellada. Localizamos el daño que tenía ese muchacho. Entonces el doctor
inmediatamente ordenó que se hiciera la intención. A los veinte días que regresé, el muchacho
ya estaba ingresado nuevamente a la universidad, estaba sano. Allí se me quitó el miedo y dije,
entonces ahora sí como que me siento capaz.
Después de 10 o 12 días me dijeron: "queremos que ya te vayas a consagrar", y yo les dije pues
sí, parece que ahora sí ya, y les dije a los muchachos, si no doy puntada, si no puedo resolver las
pruebas le saco ya. Y sí pude, me pasaron a videncias superiores y las pasé.
- ¿Cómo videncias superiores?
-Fue cuando está una cátedra y se está sentado allá viendo toda la evolución. Como si se está
viendo una Televisión. Y yo di la clave de todo lo que entregó la esencia.
- ¿O sea que se conectó con la esencia?
-Sí, di la clave y todo. Entonces ya me llamó el maestro y me dijo: "estás muy bien ya, es el
momento de tu consagración". Y entonces me entregó mi diploma. "De aquí tienes que estar
preparado para entregar la esencia de las esencias". Entonces así fui yo, hasta los diez años.
- ¿En alguno de esos diez años dejó usted su preparación?

- No, yo desde esa vez, seguí, seguí, como si yo hubiera ido a la escuela. Cuando no venían las
facultades a mí, yo iba a Yautepec.

- ¿Y cómo ve usted aquí al señor Campos?


-Pues está muy atrasadísimo, para hacer uno estas prácticas no debe tomar, y él toma mucho.
Hay gente, hay dos señoras que medio saben, pero cuando ya no pueden curar a las personas me
las mandan. Entonces yo he pasado una crisis muy fuerte porque vienen sin fuerza.
- ¿Pero usted pertenece al templo?
- Esa es mi cuna.
- ¿Y las personas que estaban desarrollando, por ejemplo, la hija de Don Ramiro?
- No ella ya no. Siguen todavía, pero estas gentes van sin el valor del don. Como no confían, no
pueden alcanzar. Hay como cinco mujeres que desprendieron y no van consecutivamente, no lo
alcanzan.
- ¿Desprendieron? ¿Es que ya el ser les penetró?
-Sí, un ser desarrollado, entonces si deja de ir un mes.

- ¿Y qué día es eso?


- Lunes y miércoles.
- ¿Y usted las desarrolla?
-Yo ya empecé, se les da unos masajes para que estén blanditos para cuando venga la corriente.
Que con desarrollo muy preciado y se guía por medio de un aparatito es cuando usted ya está
conectado.
- ¿Sabe qué me acaba de pasar? Yo estaba sintiendo un ser muy fuerte. ¡Se me metió!
- Sí, yo lo vi.
- ¿Lo vio? Usted sabe quién fue, es su protector.

-Puede ser. Pero si no, es un protector que siempre lo protege a usted.


- ¿Y usted sabe quién es?
- Bueno, más o menos. Para mí, el ser que lo protege a usted es Macazehuatl.
- ¿Macazehuatl?
- Es Macazehuatl, es un ser muy inteligente y muy bueno.

- ¿Y de dónde es él?
-Bueno seguimos adelante.
- ¿Qué es lo que usted llama esencia?
- Esencia para nosotros, decimos que es un ser, un Dios que no lo conocemos.
- ¿Pero es un ser, o es pura conciencia?

- Bueno, para nosotros decimos que es un ser, pero no lo conocemos, pero nosotros sentimos
que llega a nosotros y es lo que nos protege.

- ¿Pero es siempre la misma esencia?


- Bueno, la misma esencia, pero son distintas las versiones, es la que en denantes hablamos.
Cuando siempre está entregando el mismo aparato no es inteligente.
- ¿Qué, hay una imposición?
-Exacto, dio usted en la clave, pero cuando el aparato está entregando, cada cátedra es diferente.
- ¿Oiga, esos templos que están en Yautepec, Tecolapan en la Ciudad de México, tienen la misma
organización? ¿Hay Pedro, hay una guía, un guardián? ¿Cómo es eso?
- Bueno, el guía vamos a poner que somos tres.

- ¿Hay tres guías?


-No, uno es guía, otro Pedro y uno es guardián. Entonces vamos a levantar un lugar donde vamos
a hacer una meditación que es esa oración, se hace una elevación. Entonces ya vienen las demás,
las facultades que empiezan a desarrollar. Esas son las facultades.
- Las que reciben la esencia.
- Ándale.
- ¿Pero el guía quién es? ¿Es el que desarrolla?
-El guía es el que los va a desarrollar, es el que los manda, el que organiza, el que hace todo a lo
futuro.
- ¿Y el guardián que hace?
-Bueno el guardián es una de las bases principales. Es el que cuida que todo vaya bien dentro del
recinto.

- ¿Usted es el guardián? ¿Usted cuida que todo vaya bien?


- Yo tengo que ver si alguien va y quiere desarrollar y está desarrollando mal, pues yo digo cómo
debe desarrollar, por algo soy el guardián. Porque la capacidad se me ha concedido
desarrollando, alcanzando por medio de mi trabajo. Por algo soy guardián.

- ¿Y luego vienen las facultades?


- Luego vienen las facultades y las columnas.
- ¿Cuáles son las columnas?
- Las columnas son las que van y vienen en medio. A que la gente no se duerma. Cuando se
duerme la gente, es que el diablo está festejando a la persona, el diablo no quiere que
escuchemos las palabras de Dios. EI diablo es precisamente el que se convirtió en los gigantes.
Según nosotros así es el conocimiento. Se cree porque cuando hay cosas buenas, viene alguien y
descompone las cosas. Este es el propio diablo. Por ejemplo, al compañero a ratos se le introduce
algo al espíritu, busca como loco, tiene malos pensamientos, tiene malos humores, y a la persona
que anda bien controlada, que está meditando, esa es la persona buena, no necesitamos que
Dios baje del cielo, no sabemos si exista o no exista el hombre bueno.

-Yo creo que uno es responsable.


- Usted puede ser su propio Dios, ésa es la clave. Usted es responsable.
- ¿Y la esencia? ¿Usted cree que la esencia está en usted o es otro ser?
-No, no está en usted. Si usted es bueno, tiene buenos presentimientos, buenas cosas, sabe
reunir a las personas, tiene comprensión, es la misma esencia.
- ¿Pero en su desarrollo, usted cree que lo lleva hacia usted mismo o lo lleva hacia otros seres?
- Al principio pensé que mis desarrollos no venían de mí mismo. Así pensé, pero cuando yo me
fui capacitando, pensé que está muy cerca de nuestro corazón, de nuestras células, de nuestra
mente que está funcionando en nuestro pensamiento, es el mismo.
- Nosotros, si servimos como medios, es para nosotros mismos.

- Exactamente.
- No para ningún otro ser. A pesar de que se meta un ser. ¿pero qué es que se meta un ser?
- Nuestra mente es el buen pensamiento, la meditación divina que existe en nosotros, que entra
en nosotros. Y es la que entrega buenas cuentas.
- ¿Y qué es eso de pluma blanca, Gacela?
- Bueno, son las tribus que se repartieron en cuanto los faraones, dos grandes sabios.

- Pero, por ejemplo, ¿Benjamín de la Selva es un ser distinto?


- Sí, claro.
- ¿Pero la esencia es de usted?
- Sí, es el mismo, nada más que se distingue por las tribus.
- Pero la esencia está en todo, por ejemplo, Benjamín de la Selva y un ser que haya llegado a la
esencia.

- Si ha llegado a la esencia tiene más sabiduría.


- En otros lugares espirituales, casas de oración, dicen que esos seres espirituales, esa niñez
espiritual, tiene deseos de evolucionar.
-Bueno, si uno quiere, si tiene deseos de evolucionar.

Rezos

FIN
Transcripción y Traducción al idioma Inglés realizado por Arístides de Jesús Priego Martínez el 2/2/2023;
bajo instrucción espiritual en favor del plan Divino para despertar a las conciencias, sin ningún fin de
lucro y en balance de las energías otorgadas favor de mandar sus apreciadas donaciones a:

[email protected]
In Lak’ech Ala K’in / Tú eres otro yo, Yo soy otro tú!

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