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SALUD MENTAL

GALENUS / SALUD MENTAL / FENOMENOLOGÍA DEL SUICIDIO


Fenomenología del suicidio
y sus aspectos epidemiológicos en Puerto Rico

Miguel González Manrique, MD


Profesor, Departamento de Psiquiatría, Recinto de
Ciencias Médicas, Universidad de Puerto Rico

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“No hay más que un problema filosófico tabú o prohibido. Con su prohibición, por un lado,
verdaderamente serio, se protege de que no se imite y de que no se propa-
y ese es el suicidio”. gue “contagiosamente”, como ocurre en los niños y
adolescentes y, por otro lado, se condena a sus trans-

S
Albert Camus
gresores y a su estirpe con la vergüenza y el estigma
abemos que el suicidio es una conducta inten- social. En algunos países, se castiga con la pena de
cional exclusiva del ser humano por su capaci- cárcel a quienes lo intenten, mientras que otros le-
dad intelectual para conceptualizar la naturaleza y las gislan la modalidad asistida para los que lo soliciten.
consecuencias de su acto e, incluso, para justificar y Para el cristianismo, es un pecado sin redención. De
racionalizar el mismo.1 Es decir, quien se suicida sabe lo que es tabú no se habla, debe mantenerse en secre-
lo que hace aun cuando no entienda bien por qué o to; se le teme y punto. El suicida nos confronta con
esté inmerso en una turbulencia emotiva –homicidio/ dos profundos conflictos existenciales. En el prime-
suicidio– o simplemente se le “vaya la mano” durante ro, con la muerte, en la que no queremos ni pensar,
un intento. También sabemos que, entre las condicio- menos en la muerte propia y la horrorosa imagen de
nes mentales, la depresión suele ser el precipitante más autoinfligirse. El segundo nos enfrenta a los senti-
frecuente del suicidio, al incidir sobre otras variables mientos que provoca en nosotros, y hacia el suicida y
premórbidas y por agravar un sostenido estado senti- con la sociedad. Con el tabú se logra suprimir ambos
mental en el que se combinan la desesperanza, el des- conflictos para nuestra tranquilidad.
amparo y la desesperación, que dan el empujón final.
Sí, el suicidio tiene una prohibición moral, ética y reli-
Es considerado un acto maladaptativo y antisocial en giosa. Y también contractual: el contrato social impli-
el sentido colectivo de la continuidad evolutiva y la ca un compromiso colaborativo colectivo y no es bien
supervivencia de la especie. Aun en las circunstancias visto el desertor, el que nos abandona y escapa “egoís-
más altruistas, representa el lado oscuro, prohibido y tamente”, rompiendo el apreciado y necesario vínculo
vergonzoso de nuestra naturaleza –excepto en Japón– y social. Lo que no se piensa es cuán desvinculado se
amenaza el bien común. En la década de 1960, cuando sentía el suicida antes de partir. Esta es la situación
los monjes budistas se inmolaban públicamente para de anomia descrita por E. Durkheim, cuando se di-
llamar la atención contra la guerra en Vietnam, la re- suelve la red de apoyo social favoreciendo la conducta
acción pública no fue contra la guerra, fue contra el suicida.2 Si el suicida nunca habló de su intención, ni
suicidio. No es aceptable que alguien atente contra el tampoco fue sospechada, se convierte en un sorpresivo
valor supremo y razón para existir: la vida misma. y trágico evento familiar. Sus miembros están forza-
dos a un vergonzoso luto y los obliga a una revisión de
Por otra parte, es un acto que provoca reacciones toda la relación familiar, quedando interrogantes para
emotivas mixtas y simultáneas de asombro, indig- el resto de sus vidas y un nostálgico y a veces culposo
nación, tristeza, pena, culpa y coraje, muy difíciles recuerdo. Eventualmente no hablarán más del asunto,
de sobrellevar. Por esto, la cultura lo establece como ubicándolo dentro de los tabúes familiares.
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Otro elemento fenomenológico del suicidio son las cluso cuando ese dolor es el resultado de un delirio o
circunstancias y el estado anímico antes de morir. El creencia falsos, como suele ocurrir en el delirio de cul-
20% deja una nota escrita.3 Su contenido es la descrip- pabilidad –cuando se está convencido de ser el causan-
ción más cercana a su estado emocional antes del acto te del sufrimiento de otros queridos– o en el delirio de
suicida. Aunque no siempre explica su motivación, sí pobreza, para lo cual no visualiza que exista remedio.
comunica una situación personal a los sobrevivientes Los delirios son parte de un estado psicótico, condi-
significativos. Esta fluctúa entre sentimientos extre- ción mental de altísimo riesgo. Cada vez se siente más
mos: los positivos, como amor, gratitud, agradecimien- solo y abrumado, repitiendo una y otra vez los mismos
to y preocupación, y los negativos, que son los mayores, sentimientos y conflictos, impotente para modificarlos
como vergüenza, coraje, venganza, hostilidad, culpa y o resolverlos. Huir, escapar y, así, detener y terminar
ambivalencia entremezclados. con el sufrimiento pues no ve otra salida. Reconocer
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todo esto es importante para dirigir la intervención de


Frecuentemente señalan la importancia de una rela- ayuda y ofrecerle a esta persona, con mucho conven-
ción en que existió rechazo, maltrato, abandono, ne- cimiento, soluciones concretas y sacarla de ese círculo
cesidades insatisfechas y dependencia que no pueden vicioso.
tolerar ni resolver. Su lenguaje y su lógica identifican
un estado cognitivo circunscrito, limitado y concreto, Menos frecuentemente la nota suicida se convierte en
que mezcla lo relevante con lo irrelevante. Desde luego, “pliego acusatorio” contra los que, a su entender, fueron
no hay futuro y no mencionan alternativas, excepto el los causantes de su sufrimiento. Esa nota podría tener
acto suicida. repercusiones devastadoras para los sobrevivientes en
su equilibrio social, familiar y laboral. En ella, proyecta
Las notas suelen ser breves y concisas, en formato de la magnitud del coraje que padecía y que finalmente
carta, escritas en el primer papel a mano, lo que apun- dirige contra sí mismo, mecanismo descrito por Freud.4
ta a la premura de quien llegó a una decisión y tiene
que ejecutarla pronto so pena de arrepentimiento (mo- El suicida también da órdenes como si ineludiblemen-
mentaneidad del acto). te se fuesen a cumplir. “Páguenle un gallo a Esculapio”,
fueron las últimas palabras de Sócrates luego de to-
Por sus mensajes, podemos asumir que muchos suici- mar la cicuta, sorprendiendo a sus estudiantes, quienes
das pasan por un periodo de ambivalencia, indecisión, esperaban palabras de profundidad filosófica. Pero ese
duda y miedo al entrar en un proceso decisional de saldo o ajuste de cuentas es más común de lo pensado.
tal magnitud. Cuando sobrepasa y pierde la perspecti- En las notas, las despedidas suelen ser brevísimas y es-
va de una solución pro vida, en particular el hecho de cuetas: un “Atentamente” seguido por la firma, cuando
aferrarse a otro ser humano, su riesgo aumenta consi- uno esperaría emotividad hacia sus seres queridos; pero
derablemente. Si a esto se une el alivio momentáneo esta los acercará demasiado a los vivos de quienes se
obtenido al librarse de la angustiosa tensión decisional, despide y entonces se le haría más difícil soltarse, lo
entonces la decisión se torna irreversible. Frecuente- que de por sí no debe ser muy fácil.
mente pide perdón, reconociendo que su muerte cau-
sará dolor a otros. Independientemente de la motivación o causalidad
para suicidarse, que pueden ser varias y simultáneas, el
Al suicida también le duele, pero ese dolor no alcanza proceso suele ser el de una lenta muerte social que pre-
el sufrimiento que vive. Sufrimiento aumentado por la cede a la física, donde la acumulación de pérdidas se ha
psicopatología que padece frecuentemente (depresión, sumado hasta sentirlas irrecuperables. Podemos identi-
psicosis). Para entenderlo, podemos compararlo con ficar sus manifestaciones y los cambios en su compor-
un dolor crónico intratable que va en aumento hasta tamiento, al igual que su estado anímico de tristeza, si
hacerse desesperante e intolerable. Es frecuente leer: prestamos la debida atención a los detalles de su vida
“Ya no aguanto o no puedo más”. El dolor psíquico o cotidiana y a sus mensajes subliminales de despedida o
emocional también tiene un límite de tolerancia, in- desprendimiento –es cuando tomamos conciencia del
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riesgo suicida– y entonces lo “agarramos de la mano y Consistentemente a lo largo de los años estudiados, el
no lo soltamos”. Hasta un “Espérame, que salgo para riesgo de suicidio aumenta proporcionalmente con el
allá” telefónico hace la diferencia. No opondrá resisten- incremento en edad, siendo la población envejecien-
cia y lo agradecerá. te la de mayor crecimiento, la más vulnerable y la de
mayor riesgo. Los jóvenes menores de 24 años presen-
Esa iniciativa de ayuda preventiva nos corresponde a tan la mayor variación en sus tasas a través del tiem-
todos como individuos. ¡No esperemos un intento – po –aunque no por aumento–, por lo que, junto a los
alerta y alarma del suicida– ni otras señales pidiendo envejecientes, son los de mayor riesgo relativo. Aunque
ayuda para que actuemos! ¡Hay que actuar! la mujer tiene más intentos, el hombre lo logra 9 veces
más y comienza a diferenciarse de la mujer a partir de
La tendencia epidemiológica del suicidio en Puerto los 16 años. Actualmente, ambos sexos utilizan el ahor-

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Rico (ver gráfica) presenta un perfil afortunado y opti- camiento como método preferido o el más disponible
mista para todas las edades estudiadas.5-7 y lo hacen en el hogar o cerca de él. El segundo método
son las armas de fuego, de preferencia por su disponibi-
lidad. En el periodo 1980-1985, todos los policías que
se suicidaron lo hicieron con arma de fuego. El envene-
namiento, que en la década de 1930 fue el método más
utilizado, hoy pasa al tercer lugar.

Al observar la evolución histórica en las muertes por


suicidio en Puerto Rico, y por los datos presentados,
apreciamos que estamos en un momento alentador.
Esto debemos aprovecharlo para aumentar la pre-
vención y no repetir el pasado, tal vez ampliando el
concepto de conductas suicidas al de conductas auto-
destructivas, como aquellas que en alguna forma con-
duzcan a debilitar todo vínculo humano de aprecio, de
cuidado y de respeto a la vida; y reforzando las que
Tasas de mortalidad por suicidio en Puerto Rico: 1931-2020. promuevan una estructura social de armonía y bien-
estar, con el mayor énfasis y recursos en la educación.
Con esta visión, hacemos del fenómeno uno social, de
Luego de presentar su tasa más alta (32 x 100,000 ha- responsabilidad colectiva, y eliminamos el estigma que
bitantes) a principios de la década de 1930, descendió lo invisibiliza y que estorba el trabajo preventivo.
en los siguientes 30 años hasta lograr mantenerse esta-
ble con una tasa promedio de 9.2 durante los próximos
40 años, para nuevamente descender en los últimos 20 Referencias
1. Ramsden E. The Suicidal Animal: Science and the Nature of Self
años hasta llegar a la tasa más baja en 2019, de 5.5, Destruction. The Past and Present Society, Oxford, 1987.
con una tasa promedio de todos los años de 8.1. Al 2. Durkheim E. Suicide: A Study in Sociology, 1897.
3. Revisión por el autor, todas las notas suicidas entre 1980-85 en
momento de este escrito, no se reportan las tasas para el Instituto de Ciencias Forenses de Puerto Rico.
el 2020, pero las muertes totales de ese año se registran 4. Freud S. La Aflicción y la Melancolía, Obras Completas. Vol.1,
en 167, más bajas que en 2019. Esto ocurre luego de los Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1967.
5. González Manrique M, Rodriguez Llauger A, Epidemiological
huracanes Irma y María, de los terremotos, de la quie- trends of suicide in Puerto Rico: 1931-1985. PRHSJ; 1988 (12);
bra y de la pandemia, condiciones semejantes a las de Vol 7, No.3.
6. Cruz Feliciano M. Tendencias Epidemiológicas de Muertes por
los años 1930 –excepto por la tuberculosis endémica de Suicidio: 1986-97. Tesis de Maestría, Escuela de Salud Pública,
entonces– y que torna difícil su explicación, la cual dejo RCM, Universidad de Puerto Rico, Sept. 2000.
para la reflexión del lector, siendo un campo abierto a 7. Estadísticas Vitales de Puerto Rico, Departamento de Salud,
Puerto Rico.
la investigación comparativa.

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