PM 6035
PM 6035
Eugenia
Introducción a la Biología
Humana
Legarralde, T., Vilches, A., Luna, M. (2021). Introducción a la Biología Humana. EN: A.
Vilches y T. Legarralde (Coords.). Aspectos biológicos de la complejidad humana. La Plata :
Universidad Nacional de La Plata ; EDULP. pp. 6-26. En Memoria Académica. Disponible en:
https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.6035/pm.6035.pdf
Aspectos biológicos
de la complejidad humana
FACULTAD DE
PSICOLOGÍA
ASPECTOS BIOLÓGICOS
DE LA COMPLEJIDAD HUMANA
Alfredo Vilches
Teresa Legarralde
(coordinadores)
Facultad de Psicología
CAPÍTULO 1
Introducción a la Biología Humana
Teresa Legarralde, Alfredo Vilches y María Eugenia Luna
Introducción
La biología (del griego bíos, vida, y logía, estudio), es una ciencia natural que tiene como
objeto de estudio a la vida en todas sus manifestaciones, desde su estructura molecular y celu-
lar hasta los organismos, sus estructuras y funcionamiento; se ocupa de estudiar a los seres
vivos, su origen, evolución y propiedades, así como de la descripción de las características y
¿Qué propiedades tienen los seres vivos incluido el ser humano? ¿Cuáles son estas
propiedades dela vida?
Las diferentes formas de vida poseen propiedades o características que los identifican como
seres vivos; el ser humano, como ser vivo, también las posee, pero a ellas se suman otras que
emergen como consecuencia de su organización y naturaleza compleja. En este sentido, las
características que comparten y definen a los seres vivos, a pesar de la diversidad que presen-
tan, serán desarrolladas brevemente, como un modo de introducción al estudio de la vida.
Los seres vivos están compuestos de células y tienen una estructura compleja y organizada
Una de las propiedades de la vida que comparten todos los organismos vivos es que están
compuestos por células, entendiendo a la célula como la unidad anatómica, fisiológica y de origen
de los seres vivos. Todas las células actuales son descendientes de células ancestrales y el mate-
rial hereditario que contiene las características genéticas de cada célula, pasa de las células ma-
dres a las células hijas de generación en generación. Así, los seres vivos están formados por una o
más células, y cada célula es una unidad viva, que cumple con las funciones vitales.
Desde el punto de vista de su organización, los organismos pueden ser unicelulares por es-
tar formados por una única célula, o multicelulares, también llamados pluricelulares debido a
que están constituidos por muchas células, y en los cuales las funciones se basan en estructu-
ras formadas por tejidos, órganos y sistemas de órganos.
Existen distintos tipos de células que se diferencian según su organización, su forma y su tama-
ño, pero todas cumplen con funciones básicas mediante las cuales intercambian materia y energía
con el medio que las rodea. Entonces, todos los organismos vivos, entre ellos el ser humano, están
compuestos por células (una o muchas de ellas). La célula es la unidad más pequeña de materia
viva, capaz de llevar a cabo todas las actividades necesarias para el mantenimiento de la vida; tiene
todos los componentes necesarios para su propio mantenimiento, crecimiento y división, y para
cumplir con todas sus funciones, requiere del intercambio de materia y energía con el entorno. En
este sentido es considerada un sistema abierto a la materia y a la energía.
define el patrón de crecimiento, el cual tiene cambios adaptativos durante el desarrollo ontogé-
nico individual, así como lo ha tenido a lo largo de la evolución filogenética (Hernández Rodrí-
guez, 2007, Luna, 2012). Un ambiente nutricional deficiente puede tener consecuencias diver-
sas; en este sentido podría conducir a alteraciones en el crecimiento, como por ejemplo, la
disminución en la talla final adulta en el organismo humano; también es posible que un orga-
nismo con déficit nutricional se vuelva más susceptible a sufrir infecciones, o a que, cuando
estas ocurren, se manifiesten de forma más agresiva.
Los seres vivos evolucionan, siendo la selección natural la fuerza más importante
de la evolución
Inicialmente, la noción o idea de evolución se asocia con cambios y modificaciones que se
observan a través del tiempo. El concepto de evolución biológica hace referencia al conjunto de
cambios en características fenotípicas y genéticas que se observan en las poblaciones a través
de distintas generaciones.
Son tres los procesos naturales que sustentan la evolución. Por un lado, la variabilidad genéti-
ca entre los organismos de una población debida a diferencias en su ADN. Por otro, la herencia
de esas variaciones a los descendientes de los organismos que las poseen. También la selección
natural, que tiende a conservar los genes que ayudan al organismo a sobrevivir y reproducirse;
puede definirse como el proceso por el cual los organismos con ciertos rasgos, que les permiten
enfrentar los rigores de su entorno, se reproducen con mayor éxito que otros que no los tienen.
Si bien en la actualidad, se han sumado conocimientos procedentes de distintas fuentes, las
principales ideas de la teoría de la evolución formulada por Darwin y Wallace se basan en cua-
tro postulados principales:
• En primer lugar, los individuos que forman una población varían entre sí, es decir que
cada uno de ellos difiere de los demás en algunos o muchos aspectos.
• En segundo lugar, los caracteres se heredan de padres o progenitores a hijos o descen-
dientes. Algunas de las características que distinguen a los miembros de una población
pueden transmitirse desde los progenitores o padres hacia la descendencia o los hijos.
• Un tercer punto es que algunos individuos que integran una población no logran sobre-
vivir y reproducirse; en cambio otros sobreviven y se reproducen exitosamente.
• El cuarto aspecto se basa en que la supervivencia y la reproducción de los individuos
no están determinadas por el azar o la suerte, sino que depende de sus características.
Los individuos con caracteres que les confieren ventajas sobreviven más tiempo y de-
jan mayor número de descendientes, un proceso conocido como selección natural y
que fue definida anteriormente.
Además, los seres vivos, incluso los que están formados por una única célula, tienen una
organización compleja que resulta necesaria para asegurar el correcto funcionamiento del or-
ganismo y, en consecuencia, su supervivencia. Esta organización implica la existencia de dis-
tintas partes, cada una de las cuales se desempeña como un sistema, con una función especí-
fica, que actúa de manera integrada y coordinada con el resto.
De este modo, en las células se agrupan diferentes tipos de sustancias, que se ordenan en
compartimientos separados, cada uno de los cuales cumple una función particular y se interrela-
ciona con los demás. Del mismo modo, en un organismo pluricelular las células se organizan en
tejidos, los tejidos se organizan en órganos, y estos, en sistemas de órganos que, aunque se
reparten las diferentes tareas del organismo, dependen unos de otros para su funcionamiento.
Por lo señalado, cada ser vivo se observa como un sistema complejo constituido por partes
o subsistemas que actúan en función de un objetivo común: la conservación y continuidad de la
vida. En este orden de ideas, el ser humano debe realizar diversas funciones vitales, como las
que involucran a los procesos de nutrición, defensa, reproducción, relación, coordinación y
control; dichas funciones son llevadas a cabo por los diferentes sistemas del cuerpo, coordina-
dos, y de manera especializada e integral.
En el caso particular de las funciones de nutrición, estas se llevan a cabo por la acción
coordinada de los sistemas digestivo, respiratorio, circulatorio y excretor (Figura 4). Permiten
incorporar al organismo los nutrientes que le proporcionan la materia y la energía para la reali-
zación de las diferentes funciones del cuerpo. La nutrición incluye los procesos de digestión,
respiración, circulación y excreción. La digestión consiste en la transformación de los alimentos
en moléculas más simples y pequeñas (los nutrientes) para que, una vez absorbidas a nivel del
intestino delgado hacia la sangre, puedan ser aprovechados a nivel celular por el organismo.
La respiración o intercambio gaseoso, también denominada respiración externa, consiste de
modo general en la captación a nivel de los alvéolos pulmonares, del oxígeno del aire y la eli-
minación del dióxido de carbono, proveniente de la respiración celular, hacia el exterior. La
circulación transporta a todas las células del cuerpo los nutrientes resultantes de la digestión y
el oxígeno que se obtiene en la respiración.
A nivel de las células ocurre el uso de los nutrientes que portan los recursos materiales y
energéticos que impulsan su dinámica; en los distintos compartimentos celulares se producen
diferentes reacciones anabólicas y catabólicas que permiten aprovechar dichos nutrientes,
obteniendo la materia y energía necesaria para su funcionamiento; por ejemplo en la organela
celular denominada mitocondria, ocurren gran parte de las reacciones químicas que oxidan
moléculas orgánicas, como la glucosa, en presencia de oxígeno (de modo general suele de-
nominarse a esta serie de reacciones como respiración celular o respiración interna). Estos
diversos procesos metabólicos, generan además de materia y energía útil y necesaria para la
propia actividad de los tejidos, productos que no son útiles para las células, algunos de los
cuales, de acumularse en ellas, pueden resultar nocivos y alterar funciones. Entre estas sus-
tancias de desecho se destacan el dióxido de carbono, los desechos nitrogenados que provie-
nen del metabolismo proteico, como el ácido úrico y la urea; también el exceso de agua y de
sales o iones minerales.
El sistema circulatorio, por su parte, además de conducir nutrientes, también se ocupa del
traslado del dióxido de carbono y de otras sustancias de desecho producidas por las células,
desde estas hacia los lugares donde serán eliminadas, como son los pulmones y los riñones,
respectivamente.
Las funciones excretoras consisten en la eliminación de varios de los desechos menciona-
dos que son el resultado de las distintas reacciones químicas o metabólicas y otras funciones
realizadas por las células; así, a nivel de los riñones se produce un complejo filtrado de la san-
gre, de las sustancias de las que el cuerpo necesita deshacerse o descartar. El producto que
resulta de este proceso es la orina, una solución de color amarillo, constituida principalmente
por agua, urea, sales minerales y otras sustancias que deben ser eliminadas del organismo.
Figura 4. Modelo integral que relaciona los sistemas de órganos que participan en la nutrición humana.
Metabolismo y nutrición
Como sistemas abiertos, los seres vivos dependen, para su subsistencia, del entorno del
cual obtienen la materia y la energía necesarias para construir su cuerpo y para realizar sus
actividades (Figura 4). En la naturaleza, el intercambio de materia y energía involucra comple-
jos procesos de transferencia y transformación en los que participan diferentes seres vivos, que
se relacionan entre sí y con el ambiente.
Los organismos que realizan el proceso de fotosíntesis, como las plantas, algas y algunas
bacterias, son capaces de captar la energía lumínica y de utilizarla para formar sustancias
complejas. En este proceso la energía lumínica se transforma en energía química, la cual que-
da almacenada en el compuesto orgánico elaborado, la glucosa. Durante la fotosíntesis, ade-
más, se produce y libera oxígeno gaseoso al medio, formando parte del aire; este se utiliza
para el proceso de la respiración de los propios organismos fotosintetizadores y del resto de los
seres vivos, entre los que se incluye al ser humano.
Los organismos que producen su propio alimento mediante el proceso fotosintético se de-
nominan autótrofos. A diferencia de ellos, los organismos heterótrofos, como el ser humano y
otros animales, los hongos y muchos protistas y bacterias, deben incorporar los alimentos pro-
ducidos por otros, los cuales aportan material de construcción para el organismo y poseen,
almacenada, energía química en su interior, a nivel de los enlaces químicos de las moléculas.
Como se expresó, en el proceso de respiración celular, interviene el oxígeno captado del
ambiente para oxidar las moléculas orgánicas que constituyen el alimento; así los organis-
mos autótrofos y heterótrofos transforman las sustancias complejas en unidades más simples
y, al hacerlo, liberan la energía química contenida en su interior. En este proceso, se produ-
cen, además, dióxido de carbono y agua. Parte de la energía química liberada se utiliza para
construir nuevas sustancias y nuevas células; otra parte puede ser transformada en energía
mecánica, que permite el movimiento; y otra se convierte en energía calórica, que permite
mantener la temperatura corporal disipándose el resto hacia el medio. Es importante cons ide-
rar que en cada transformación, parte de la energía se libera al exterior como calor (energía
calórica). La materia, sin embargo, es reciclada; las sustancias sencillas que resultan del
proceso de respiración (dióxido de carbono y agua) vuelven al ambiente, donde son utiliza-
das nuevamente por los organismos autótrofos para construir sustancias complejas, con lo
que se reinicia el ciclo de la materia.
El organismo humano no escapa a estos procesos que involucran cambios y transformacio-
nes de la materia y la energía; las reacciones de síntesis y degradación, comprenden el meta-
bolismo y, dan como resultado un proceso continuo de intercambio de materia y de energía.
Como se adelantó, el conjunto de reacciones químicas en las que se sintetizan a partir de sus-
tancias sencillas sustancias más complejas se denomina anabolismo; este proceso consume o
utiliza energía (reacción endergónica) en forma de ATP (adenosín trifosfato), como, por ejem-
plo, aquella que se requiere para que ocurra la unión química (enlace covalente) entre aminoá-
cidos para formar proteínas. El proceso que comprende reacciones químicas en las que se
degradan sustancias de mayor tamaño y se obtienen otras más pequeñas o simples, se produ-
ce con liberación de energía (reacción exergónica) y se designa como catabolismo. La energía
liberada en este tipo de reacciones es aprovechada por la maquinaria metabólica de la célula
para formar ATP. Un ejemplo es la degradación de glucógeno hasta obtener sus elementos
constitutivos, los monosacáridos, unidades simples que los forman. Por lo tanto, el anabolismo
y el catabolismo son dos fases del proceso metabólico que, además, están acopladas; esto
significa que la energía de una reacción química exergónica (como una reacción catabólica) es
utilizada para impulsar una reacción endergónica (anabólica). Es decir que las reacciones que
liberan de energía suelen estar acopladas con reacciones que requieren energía. Aquí merece
una referencia a la molécula de ATP o de adenosín trifosfato, también llamada trifosfato de
adenosina. Esta es una molécula orgánica, un tipo de nucleótido que participa en los procesos
de transferencia energética en la célula, ya que tiene la capacidad de almacenar la energía que
se libera de los procesos catabólicos y de liberarla posteriormente cuando un proceso anabóli-
co requiere energía. Se la conoce con la sigla ATP haciendo referencia a su composición quí-
mica que consiste en una base nitrogenada llamada adenina (A) unida a una molécula de azú-
car de cinco carbonos o pentosa, llamada ribosa; esta, se encuentra unida a tres iones fosfatos
(el símbolo químico del fósforo es P, de allí que TP hace referencia a trifosfato).
En esta línea, es importante atender a los requerimientos materiales y energéticos en los
sistemas complejos; así, la energía que utiliza el cuerpo humano es la que está contenida y
se obtiene de los nutrientes que se incorporan desde el ambiente. Las uniones químicas de
las moléculas que los componen, contienen energía que puede ser utilizada para impulsar las
reacciones metabólicas en las que, como se dijo, interviene el ATP y suelen estar acopladas
energéticamente.
El metabolismo y sus vinculaciones con la nutrición resultan entonces, de importancia para
los sistemas abiertos. En el caso particular de los nutrientes, existen dos tipos, los macronu-
trientes, que son los componentes mayoritarios de los alimentos, como hidratos de carbono,
proteínas y lípidos, y los micronutrientes, que son sustancias que necesitamos en muy peque-
ñas cantidades. Estos últimos son componentes minoritarios de los alimentos, como las vitami-
nas y los minerales.
Los hidratos de carbono son uno de los tipos de biomoléculas de importancia para el or-
ganismo humano; estas moléculas orgánicas son denominadas también carbohidratos o glúci-
dos y están compuestos fundamentalmente por átomos de Carbono (C), Hidrógeno (H) y Oxí-
geno (O). De acuerdo a la complejidad que presentan se clasifican en monosacáridos, disacá-
ridos, oligoscáridos y polisacáridos; si están compuestos por un único azúcar simple se deno-
minan monosacáridos, si se componen de dos monosacáridos unidos, se los llama disacáridos;
si, en cambio, están formados por un número que varía entre 3 y 10 monosacáridos unidos
entre si se los define como oligosacáridos. Y se los nomina como polisacárido, cuando están
compuestos por una cadena de más de diez monosacáridos, generalmente glucosa; estas mo-
léculas pueden ser lineales o ramificadas. Las funciones de los carbohidratos son de dos tipos,
energética y estructural. La función energética radica en que son compuestos ricos en energía,
la que almacenan en sus enlaces químicos y puede ser liberada en forma rápida cuando la
requiere la célula, como es el caso de la glucosa (el monosacárido al que recurre nuestro orga-
nismo para obtener energía para el trabajo celular). Estas moléculas de glucosa pueden tam-
bién almacenarse en forma de un polisacárido complejo, llamado glucógeno, para su uso pos-
terior. Esta es la forma de reservar glucosa como fuente de energía típica de las células anima-
les, incluidas las humanas; en cambio los vegetales almacenan glucosa formando otro polisa-
cárido denominado almidón. La función estructural de los carbohidratos reside en que los mis-
mos forman parte de estructuras de los organismos (membrana plasmática y otras membranas
celulares, paredes celulares en vegetales, etc.).
En el caso de los lípidos, estos contienen también una gran proporción de Carbono (C), Hi-
drógeno (H) y Oxígeno y, en algunos casos, poseen Fósforo (P), Nitrógeno (N) o Azufre (S).; en
general son insolubles en agua, propiedad que les confiere importancia funcional de tipo es-
tructural en la formación de las membranas celulares (fosfolípidos y colesterol adquieren valor
aquí). Otorgan además, consistencia y protección (ceras, grasas). También cumplen funciones
energéticas en las células y pueden almacenarse como reserva en forma de grasas y aceites;
los aceites son líquidos a temperatura ambiente y son de origen vegetal. En cambio las grasas
son sólidas a temperatura ambiente y de origen animal. Otras funciones de los lípidos es que
constituyen hormonas y ácidos biliares. Se caracterizan además por sus propiedades físicas
como ser untuosos al tacto, solubles en disolventes orgánicos (cloroformo, alcohol, etc.) e inso-
lubles en agua como ya se dijo.
Las proteínas son otro grupo de biomoléculas, compuestas por Carbono (C), Hidrógeno (H)
y Nitrógeno (N) pero algunos tienen además Azufre (S), Fósforo (P), Hierro (Fe), etc. Los ami-
noácidos son sus unidades sillares o moléculas constitutivas más simples; se caracterizan por
tener un grupo amino y un grupo ácido (carboxilo), además de un grupo radical (R). En los se-
res vivos hay alrededor de 20 aminoácidos, que se diferencian unos de otros por el radical o R.
Los aminoácidos se unen entre sí a través de un enlace químico covalente que se forma entre
el grupo amino de un aminoácido con el grupo ácido de otro; dicho enlace se denomina peptí-
dico. Las proteínas, por tanto, se definen como polímeros de aminoácidos, unidos mediante
enlaces peptídicos. Constan además de una o más cadenas de aminoácidos y son importantes
para que nuestras células puedan construir su propia materia cumpliendo una función estructu-
ral, o formar parte de otros componentes biológicos como las enzimas y las hormonas; así,
reviste interés la función enzimática, porque regulan las reacciones químicas en el organismo, y
la hormonal porque constituyen hormonas, como por ejemplo, la insulina, la hormona del cre-
cimiento, etc. También cumplen funciones estructurales, formando parte de las membranas de
las células (proteínas transmembrana e integrales, receptores y canales proteicos), del citoes-
queleto (tubulina, actina), del pelo y de las uñas (queratina), etc.; otras desempeñan una fun-
ción transportadora, como la hemoglobina y las proteínas de transporte de la membrana celu-
lar. También inmunitaria, como las funciones de los anticuerpos, y contráctil como la actina y la
miosina, proteínas responsables de la contracción de los músculos.
Por su parte las vitaminas son esenciales para el funcionamiento normal del metabolismo
(crecimiento y desarrollo) y para la regulación de la función celular; la mayoría deben ser obte-
nidas a través de la ingestión de los alimentos. Pueden clasificarse en hidrosolubles (aquellas
que se disuelven en agua) y liposolubles (son las que se disuelven en grasas y aceites). Por
ejemplo, la vitamina B12 (hidrosoluble), participa en la síntesis de ácidos nucleicos y la madu-
ración de los glóbulos rojos, y la vitamina D (liposoluble), aumenta la absorción intestinal de
calcio y fosforo a nivel renal, y la reabsorción ósea. Finalmente, resulta de interés destinar un
apartado al papel que desempeñan los minerales en el organismo; estos intervienen en nume-
La materia puede ordenarse en diferentes niveles de organización, desde niveles más sim-
ples hasta más complejos. Cada nivel de organización incluye los niveles anteriores y, a su vez,
conforma la base de los niveles superiores. Cada nuevo nivel de organización no constituye
simplemente la agrupación de los componentes del nivel anterior, sino que surgirán además
nuevas características que lo definen. Las relaciones que se mantienen entre los componentes
del nuevo nivel generan propiedades exclusivas que no existen en el nivel anterior. Estas nue-
vas propiedades que surgen en cada nivel de organización se denominan propiedades emer-
gentes. Por ejemplo, la molécula de agua tiene características propias que no son sólo la suma
del conjunto de las propiedades de los átomos que la forman, hidrógeno y oxígeno, por lo tanto,
las características de un sistema que no aparecen en ninguno de los componentes del sistema
serían las propiedades emergentes.
Al analizar los niveles de organización se identifican tres dimensiones de análisis; una es la
dimensión físico-químico, otra la biológica y finalmente la ecológica.
La dimensión físico-química comprende a los niveles partícula subatómica, átomo y mo-
lécula (Figura 5). El nivel subatómico está formado por partículas llamadas: protones, neutro-
nes y electrones que componen los átomos. La carga eléctrica de una partícula (identificadas
las positivas con el signo + y las negativas con –) es una medida de su capacidad de atraer o
repeler otras partículas cargadas. Las partículas que tienen el mismo tipo de carga (+ con +, o
– con –) se repelen mutuamente, pero las partículas con cargas distintas (+ con –) se atraen.
Las partículas neutras no son atraídas ni repelidas por las partículas con carga. Los protones
tienen carga positiva, mientras que los electrones negativa. Los neutrones no tienen carga, es
decir, son neutros.
El nivel atómico está compuesto por átomos que son las unidades más sencillas que man-
tienen las propiedades de un elemento químico. Los átomos son las unidades estructurales
fundamentales de los elementos y están compuestos por un núcleo, donde se encuentran los
protones y neutrones, alrededor del cual orbitan los electrones. Los electrones ocupan órbitas o
regiones alrededor del núcleo, estas regiones también reciben el nombre de capas de electro-
nes o niveles de energía. Los electrones que se encuentran más cerca del núcleo son los que
están atraídos a su carga positiva, mientras que los que se encuentran más alejados son los
que están menos sujetos; los electrones más distantes interactúan con otros átomos y partici-
pan en la formación de las uniones o enlaces químicos que se producen entre ellos; los enla-
ces químicos entonces unen a los átomos y constituyen moléculas conformando el nivel mole-
cular. Las moléculas, se forman cuando dos o más átomos se combinan químicamente. Si se
unen dos o más átomos del mismo elemento, se produce una molécula de ese elemento. Por
ejemplo, cuando se crea un enlace entre dos átomos de Hidrógeno, se forma una molécula de
gas Hidrogeno (H2). Cuando dos o más átomos diferentes se combinan para formar una molé-
cula, nos referimos a ésta como molécula de un compuesto. Por ejemplo, cuatro átomos de
Hidrógeno y un átomo de Carbono pueden interactuar químicamente para formar Metano
(CH4). Es decir que una molécula consta de dos o más átomos del mismo elemento o de ele-
mentos diferentes, que se mantienen unidos por las interacciones de su capa electrónica exter-
na. Un átomo no reacciona con otros si su capa electrónica externa está completa, se dice que
este átomo es inerte; mientras que si lo hace, si su capa electrónica externa está incompleta;
por lo tanto, se dice que ese átomo es reactivo. Estas nociones básicas resultan de interés para
comprender las reacciones químicas anabólicas y catabólicas que se producen al interior de las
células y que tienen lugar cuando los átomos se combinan o se disocian de otros átomos. Co-
mo se adelantó, los electrones que son importantes si se considera el comportamiento de los
enlaces, son los que ocupan la capa más externa del átomo. Existen tres tipos básicos de enla-
ces: iónicos, covalentes y de hidrógeno. Los enlaces iónicos se forman cuando los electrones
se transfieren totalmente de un átomo a otro. Los átomos son eléctricamente neutros, pero
cuando ganan o pierden electrones durante la formación de enlaces, sus cargas positivas y
negativas dejan de estar en equilibrio y estos átomos se constituyen en partículas cargadas
positiva o negativamente, a las que se da el nombre de iones. Cuando un átomo gana un elec-
trón, adquiere una carga negativa porque entonces tiene más electrones que protones. Los
iones cargados negativamente se llaman aniones. Cuando un átomo pierde un electrón, se
vuelve un ion cargado positivamente, es decir un catión, porque ahora posee más protones que
electrones. La formación de Cloruro de Sodio (ClNa), que corresponde a la sal común, es un
ejemplo de enlace iónico, ya que, el Sodio tiene sólo un electrón en su capa externa y el Cloro
tiene siete en su última capa, con lo que le falta un electrón para completarla ya que acepta
ocho electrones. Los átomos también pueden ser compartidos de tal manera que cada átomo
sea capaz de completar su capa más externa con otros átomos y formar entonces, un enlace
covalente. Los átomos de la mayor parte de las biomoléculas se unen mediante enlaces cova-
lentes. Los enlaces de Hidrógeno son enlaces extremadamente débiles formados cuando un
átomo de hidrógeno unido a un átomo de Nitrógeno o de Oxígeno necesitado de electrones es
atraído por otro átomo que necesita electrones y el átomo de Hidrógeno forma una unión entre
ellos, un ejemplo de este tipo de enlace se da entre las moléculas de agua (H 2O).
La dimensión biológica de los niveles de organización comprende, los niveles celular, tisular
o tejidos, órganos, sistema de órganos, y organismo (Figura 4). El nivel celular, es el primer
nivel de organización en el que aparecen las propiedades inherentes a la vida. Las moléculas
se asocian de un modo particular y forman, por autoensamblado, estructuras como las mem-
branas y componentes subcelulares como las organelas; la organización de las mismas da
lugar a sistemas abiertos a la materia y a la energía llamados células, que pueden sobrevivir y
reproducirse, dado que contienen la información contenida en su ADN (ácido desoxirribonuclei-
co) y al aprovechamiento que realizan de la energía y de la materia.
Por otro lado, un organismo puede estar conformado por una célula (organismos unicelu-
lares), o por un conjunto de ellas (organismos multicelulares o pluricelulares). Las células se
agrupan formando tejidos, los cuales son conjuntos de células semejantes que cumplen una
función específica, por ejemplo, el tejido muscular, el tejido nervioso, etc. A su vez, un ór-
gano es un conjunto de tejidos que llevan a cabo de manera colectiva una tarea o conjunto
de tareas en particular, y forman una unidad funcional, tales como el corazón, los pulmones o
el estómago, entre otros que pueden servir como ejemplo. Una organización más compleja
se da cuando un conjunto de órganos se asocia y ejecutan juntos una función determinada
en el organismo; esta asociación se denomina sistema de órganos; los sistemas circulato-
rio, digestivo, respiratorio, nervioso y excretor son algunos ejemplos de sistemas de ó rganos
que pueden identificarse en el organismo humano. Los sistemas de órganos entonces, cons-
tituyen un complejo organismo multicelular, funcionando de manera organizada y coordinada.
En este sentido un organismo es mucho más que las estructuras que lo componen, ya que de
las interrelaciones y asociaciones de los diferentes sistemas surgirán propiedades nuevas de
este nivel de organización.
Respecto a la dimensión ecológica, la misma comprende los niveles individuo u organis-
mo, población, comunidad, ecosistema, bioma y biosfera. Al respecto resulta conveniente
aproximarse a la noción de especie que se define como un grupo o conjunto de organismos o
de individuos que comparten características morfológicas, fisiológicas y genéticas y, que pue-
den reproducirse entre sí dejando descendencia fértil. Considerando los niveles ecológicos de
organización el concepto de organismo o individuo refiere a un único miembro de su especie,
con características propias y distintivas de otros miembros. A su vez una población, es un
grupo que consta de miembros de la misma especie que viven juntos en un mismo período de
tiempo en un área determinada; por ejemplo el conjunto de seres humanos que habitan en la
República Argentina en el año 2020; o la población de plantas de Jacarandá (Jacaranda mimo-
sifolia) de la provincia de Buenos Aires entre los años 2010 y 2020. A su vez, las poblaciones
forman parte de una comunidad, que consta de una asociación de poblaciones de especies
diferentes que viven e interactúan en un espacio o área y en un mismo período de tiempo. La
definición de comunidad es amplia porque se refiere a categorías ecológicas que varían bas-
tante en tamaño, no tienen límites precisos y generalmente no se mantienen aisladas por com-
pleto. Un bosque es una comunidad, pero también lo es un tronco en descomposición en ese
bosque. La comunidad de un lugar que representa su parte viva (o componente biótico), y el
espacio no vivo y agentes físicos y químicos, radiación solar, viento, lluvia, temperatura (com-
ponente abiótico) conforman ecosistemas, que son las unidades básicas de la ecología. Es
decir que un ecosistema es la suma de la comunidad, también llamada biocenosis, y el medio
abiótico denominado como biotopo; incluye así a la totalidad de los organismos de un área y su
medio físico y abarca todas las interacciones entre los organismos que viven juntos en un sitio
particular, y entre dichos organismos y sus ambientes abióticos. Es probable que el agua y la
temperatura sean los dos factores abióticos que más afectan a los organismos en los ecosis-
temas. Los lagos y arroyos y los bosques tropicales son ejemplos de distintos ecosistemas. Por
su parte un bioma es una gran región terrestre relativamente distinta que tiene un tipo particu-
lar de clima, suelo, plantas y animales; generalmente se asocia el concepto al conjunto o grupo
de ecosistemas que son propios o característicos de una determinada zona biogeográfica y
que se define sobre la base de la vegetación y las especies predominantes de animales; en
ellos, el clima y el suelo característico del lugar son los responsables de las condiciones ecoló-
gicas del bioma a las cuales responden las comunidades de animales y plantas que lo habitan.
Los biomas son también considerados como zonas del planeta que son semejantes debido a
ciertas características básicas del clima, a la latitud, la temperatura, las precipitaciones y la
altitud, que permiten el desarrollo e interacciones de una flora y fauna característica. Debido a
que abarca una zona geográfica muy amplia, un bioma incluye muchos paisajes que interac-
túan. Los biomas corresponden en gran medida a zonas climáticas primordiales, donde la tem-
peratura y la precipitación son los factores más importantes. Algunos ejemplos de diferentes
biomas son la tundra, el bosque boreal, bosque lluvioso templado, los pastizales templados, el
desierto, la sabana y bosque lluvioso tropical. Por último, la superficie terrestre completa, los
componentes abióticos y los seres vivos conforman la biosfera, incluye a la atmosfera, la hi-
drosfera y la litosfera. La atmosfera es una capa de gases invisibles que cubre a la Tierra y
lleva a cabo varias funciones ecológicas esenciales, como la protección de la superficie de la
mayor parte de la radiación ultravioleta y los rayos X del Sol. La interacción entre la atmosfera y
la energía solar es responsable de las condiciones del tiempo y el clima. La litosfera es la capa
superior de la superficie terrestre, es decir, los continentes. La hidrosfera conforma la parte
referida a todo aquello que sean océanos, mares, ríos, lagos, entre otros. La biosfera integra
todos los niveles anteriores y, es en la cual, se desarrollan todos los ecosistemas del planeta.
Considerando lo expuesto acerca del significado de la Biología como ciencia, sus ramas y
las ciencias intermedias que resultan de su interacción con otras ciencias cabe preguntarse
¿Cuál es el objeto de estudio de la Biología Humana? Este objeto refiere a los aspectos bio-
lógicos del ser humano como paradigma de complejidad, ya que el mismo se presenta un
sistema con un alto nivel de complejidad. Las miradas de autores como Morín (2009) y Ble-
ger (2007) pueden colaborar en la comprensión del ser humano desde dicha compl ejidad, lo
que requiere alejarse de una visión limitada del mismo y atender a sus múltiples facetas. En
este sentido, Morin (2009) critica el pensamiento simplificante o tradicional que separa, jerar-
quiza, selecciona, y reduce con el objeto de conocer; según este autor el pensamiento simpli-
ficador lleva a desunir o disgregar el estudio del ser humano, a hacerlo menos complejo, ya
que se estudia su aspecto biológico, psicológico, social o cultural separadamente cuando en
realidad el ser humano es una totalidad contenedora de estas dimensiones. Para él, al sepa-
rar para analizar se pierde información de la totalidad, de los procesos, de las diferencias que
hacen al todo. No concebir la conjunción de lo uno y lo múltiple anula la diversidad (Morin
llama a esto “inteligencia ciega”).
Bleger (2007) por su parte, considera que las investigaciones que aíslan al ser humano
perderían vigencia en tanto se superaran los dualismos, como mente/cuerpo, inna-
to/adquirido o individuo/sociedad; plantea la necesidad de abordar en forma integrada al ser
humano para conceptualizarlo así, y reconoce como una aberración del pensamiento científi-
co tomar la parte por el todo o analizarlo en una categoría única. En estas reflexiones lo asis-
te la idea de que todas las ciencias no son sino fragmentos de una sola realidad, única y total
y que todos los fenómenos se relacionan entre sí y se condicionan recíprocamente; lo intere-
sante de este posicionamiento es considerarlo o tenerlo en cuenta cuando, por razones me-
todológicas, se aísla, se divide o parcializa, y se estudia por separado algún grupo de fenó-
menos, como puede ser, por ejemplo, la dimensión biológica del ser humano. Ello está en
línea con lo formulado por Morín, sosteniendo que el pensamiento complejo contextualiza,
globaliza y relaciona lo que está separado, trasciende las contradicciones y también las in-
certidumbres; así, se observa la complejidad del sistema no solo determinada por la hetero-
geneidad de los subsistemas que lo componen, sino también por la mutua dependencia de
las funciones que dichos elementos cumplen dentro del sistema (resulta imposible estudiar
un sistema complejo a través de la adición de estudios parciales o sectoriales). Para Morín el
ser humano es un ser biológico y cultural metabiológico (considerando el lenguaje, las ideas
y la conciencia). En este escenario, la investigación interdisciplinaria es la modalidad de es-
tudio que requiere un sistema complejo como el ser humano.
En este capítulo se han desarrollado las propiedades inherentes a la vida, es decir, las ca-
racterísticas comunes a todos los seres vivos o las semejanzas entre ellos, entre las que se
incluye el organismo humano. Esta ha sido una forma de introducirnos en el estudio de la vida,
de la Biología Humana y del amplio panorama de análisis que se abre para abordarla
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