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Estudio Métrico Del Endecasílabo en Los Sonetos de Diego Hurtado de Mendoza
Estudio Métrico Del Endecasílabo en Los Sonetos de Diego Hurtado de Mendoza
Estudio Métrico Del Endecasílabo en Los Sonetos de Diego Hurtado de Mendoza
INTRODUCCIÓN
1
A. Gallego Morell, «Escuela de Garcilaso» en Renacimiento español, Universidad de Granada,
Comares S. L., 2003. p. 243; y A. Zamora Vicente, Sobre petrarquismo, Santiago de Compostela,
Universidad de Santiago 1948.
2
He utilizado como libro de referencia sobre la biografía de Diego Hurtado de Mendoza: la
edición D. Hurtado de Mendoza, Poesías, ed. de Luis Díaz Larios y Olga Gete Carpio, Madrid,
Cátedra, 1990. No obstante, también he tenido en cuenta la edición: D. Hurtado de Mendoza,
Poesía completa, ed. de José Ignacio Díez Fernández, Barcelona, Planeta, 1989.
3
Todos estos aspectos biográficos de la generación petrarquista han sido recopilados a partir de
la edición, ya mencionada de: D. Hurtado de Mendoza, op. cit., 1990. No obstante, también hemos
utilizado como fuente de información: Garcilaso de la Vega, Poesías completas castellanas, ed. Elías
Rivers, Madrid, Clásicos Castalia, 1996, pp. 12-18.
4
A. Blecua, «La epístola al lector a la edición de las obras de Hurtado de Mendoza (Madrid, 1610)
¿Un viejo nuevo texto cervantino?», en Ínsula, (abril-mayo 2005), pp. 2-6.
5
D. Hurtado de mendoza, op. cit., 1990.
6
D. Hurtado de mendoza, op. cit., 1989.
7
Para todos estos aspectos debe acudirse a: F. Lázaro Carreter, Estudios de poética, Madrid, Taurus,
1976, pp. 75-111.
Es de suponer, pues, que durante los primeros años del siglo XVI la
vieja poesía, representada por el verso octosílabo, conviviese con el nuevo
metro endecasílabo. Aunque hubo un momento, con el triunfo de las formas
italianas (aproximadamente desde 1530) en el que el octosílabo quedó relegado
a la poesía popular y tradicional.
8
J. M. BLecua, «Corrientes poéticas en el siglo XVI», Sobre poesía de la Edad de Oro, p. 11-24. Véase
también la reciente edición de J. González Cuenca, Cancionero general; recopilación de Hernando del
Castillo, Madrid, Castalia, 2004.
9
Ibidem, J. M. Blecua, p. 21.
10
Garcilaso compone ocho coplas castellanas. Véase. Garcilaso De La Vega, op. cit., pp. 18-19.
11
Véase. J. Boscán, Obra Completa, ed, Carlos Clavería, Madrid, Cátedra, 1999, p. 115.
12
Véase “Carta a la Duquesa de Soma” en J. Boscán, op. cit., pp. 115-120.
13
A. Gallego Morell, op. cit., p. 243. Aunque la primera vez que aparece este término es en J. G.
Fucilla, «Two generations of petrarchism and patrarchists in Spain» en Modern philology, Chicago,
(1930), pp. 277-295.
excepción de Garcilaso. Sin embargo, esa terminación aguda del verso era,
según todos los investigadores, un signo claro de inadaptación al arte nuevo.
Ahora bien, como ha estudiado Rafael Lapesa, «la relativa frecuencia
con la que aparece el verso agudo en decenios inmediatos se debe a que los
poetas españoles aplicaron al endecasílabo las libertades a las que estaban
acostumbrados en el arte real y arte mayor tradicional, donde usaban
indiferentemente las rimas llanas y agudas».14
Como decíamos, el verso agudo domina en la primera mitad del siglo
XVI (excepto en Garcilaso) y, muy probablemente, su eliminación fue efecto,
señala Lapesa, de una moda literaria que buscaba separarse de la tradición
poética anterior, muy alejada estéticamente de la mesura del endecasílabo y
unida a la lírica tradicional por esa herencia del verso octosílabo.
No obstante, según matiza Lapesa, Garcilaso utilizó ocasionalmente el
verso agudo en su etapa inicial, aunque después, tan pronto como entró en
pleno contacto con la poesía italiana «su fino sentido artístico»15 le hizo rechazar
el final oxítono del verso. Del mismo modo, esa progresiva disminución de los
finales agudos en los endecasílabos se observa en Boscán.16
No obstante, Hurtado de Mendoza parece, y así lo demuestra en la
mayoría de sus endecasílabos, que se mantiene fiel a una moda, la del uso de
versos oxítonos, que ya no continúa en ninguno de los poetas de su generación.
Es más, él nunca prescinde del uso de los finales oxítonos, a pesar de que
hacia 1550-1552, se experimenta un cambio y desaparece la rima aguda de los
endecasílabos. Reproduzco parte de la exposición de Francisco Rico sobre el
destierro del verso agudo:
[...] Entre 1550-1552, pues, los gustos se habían depurado a ojos vistas.
Las vanguardias poéticas, no satisfechas con postergar el octosílabo,
imponían leyes más rigurosas al endecasílabo. Y eran los suyos unos
imperativos tan apremiantes como para que Hozes se aviniera a acatar
un precepto que se le antojaba excesivo y no bien autorizado: el destierro
del verso agudo.17
14
R. Lapesa, Garcilaso, Estudios completos, Madrid, ISTMO, 1985, p. 185.
15
Ibidem, R. Lapesa, pp. 183-186.
16
Ibidem, R.,LApesa, pp. 183–186.
17
F. Rico, «El destierro del verso agudo», Estudios de literatura y otras cosas, Barcelona, Destino,
2002, p. 229.
18
Mendoza, op. cit., 1990, pp. 82-92; y J. Bóscán, op. cit., 1999.
D. Hurtado de Mendoza
19
F. Rico, op. cit., p. 216.
20
Ibidem, F. Rico, p. 217; y también en J. Cueva, Exemplar poético II, ed. Crítica de José María Reyes
Cano, Sevilla, Alfar, 1986, p. 186.
21
Seguimos, en todos los sonetos, la numeración que ofrecen Luis F. Díaz Larios y Olga Gete
Carpio en D. Hurtado de Mendoza, op. cit., 1990: Soneto XXXVII: 1-8, Soneto XL: 5-8 y Soneto
XLII: 9-14.
22
Ibidem. Soneto XXXVII: 1-8 y Soneto XL: 1-4.
23
Ibidem. Soneto XXXI: 9-14 y Soneto XXXVI: 1-8.
24
Ibidem. Soneto XXXV: 9-14 y Soneto XXXVI: 9-14.
25
Ibidem. Soneto XXXIV: 9-14 y Soneto XLIII: 9-14.
26
Ibidem. Soneto XLIII: 1-8.
27
Mendoza, op. cit., 1990: Soneto XLV, 1-8.
D. Hurtado de Mendoza
28
F. Rico, op. cit., p. 238.
29
F. Rico, op. cit., p. 245.
30
Ibidem, F. Rico, pp. 245-247; y K. Whinnom, «Hacia la interpretación y apreciación de las
canciones del Cancionero General de 1511», Filología XIII, (1968-1969), pp. 361-381.
31
Ibidem. K. Whinnom, pp. 361-381.
32
F. Rico, op. cit., p. 246.
33
Soneto XXXVII: 1-8, Soneto XL: 6-7, Soneto XLII: 9-14.
34
Soneto XXXVII: 2-7; Soneto XL, 2-3; Soneto XLIII, 13 y Soneto XXXVII, 9.
35
F. Rico, op. cit., pp. 245-247.
36
En la edición que seguimos, y que editan Luis F. Díaz Larios y Olga Gete Carpio, sólo se registran
las variantes que coinciden en más manuscritos, al margen de cualquier consideración estética.
En cambio, en la edición José Ignacio Díez Fernández, al no ser crítica, no tiene en cuenta esos
mismos criterios para fijar las variantes de los versos. Por esa razón, esos dos versos hipermétricos,
de los que hablamos, se convierten en esta última edición en endecasílabos correctos.
Así los versos pasan a ser endecasílabos:
Y si algún bien me trae, con él me va. 10+1
Por brava playa en recio temporal 10+1
En cambio, en la edición de José Ignacio Díez Fernández aparece otro verso hipermétrico,
que no lo es en la edición de Luis F. Díaz Larios y Olga Gete Carpio:
Pena ni gloria, descanso ni tormento 12
1.2.1. Sinéresis
Para comprender las razones por las que Hurtado de Mendoza utiliza
la sinéresis, tendremos en cuenta, en primer lugar, la incidencia que tiene esta
licencia métrica en sus versos; si esa aparición responde a un desconocimiento
del hiato, o por el contrario, sólo se muestra como un recurso para alcanzar las
once sílabas; si su utilización responde a razones estéticas o a un mal manejo
del endecasílabo.
Este recurso —la sinéresis— se manifiesta en 15 de los 462 versos que
tienen los sonetos de Diego Hurtado de Mendoza, uniendo en diptongo a
las vocales -ae, -ía y -ea. No es extraño, pues, encontrar ejemplos donde esta
licencia métrica alcance cierta extensión en un mismo verbo:
Traeme ciego de verdad en verdad (Soneto XL, 5)
y si algún placer me trae, con él me va Soneto XLI
(Soneto XLI, 11)
que nos traes embaucados tierra y cielo Soneto XCV
(Soneto XCV, 2)
1.2.2. Diéresis
37
J. Domínguez Caparrós, Diccionario de métrica española, Madrid, Paraninfo, 1992, pp. 69-70.
38
R. Baehr, Manual de versificación española, Madrid, Gredos, 1975, pp. 42-47.
Frente a este uso de la diéresis, surge otro que ocupa un lugar más
destacado y numeroso en sus versos, pues en ocasiones nos encontramos con
que esta licencia métrica se utiliza como un recurso para establecer la rima
perfecta del final de sus versos; además de proporcionar la medida exacta de
los mismos. Este uso se observa muy claramente en los siguientes versos:
mas puso lo peor, pues el penar
me hace por razón desvari-ar
Soneto XXXVI
(Soneto XXXVI, 6-7)
Aunque el uso más singular de la diéresis es, sin duda, el que se produce
en «confianza» siempre que rima con «mudanza»:
combaten el recelo y confi-anza
asegurale fe toda mud-anza
Soneto XXXIII
(Soneto XXXIII, 6, 7)
Las razones por las que Hurtado de Mendoza emplea la diéresis pueden
ser muchas y muy variadas, aunque sobre todas ellas, sobresale la que la confirma
como un recurso del que se vale para adaptarse a la medida del endecasílabo.
Sin embargo, son muchos los ejemplos que demuestran que también es un
recurso al que acude para establecer la rima perfecta en el final de sus versos:
Veo venir el mal, no sé hu- ir
Que puedo yo esperar del porven-ir
Soneto XXXVI
(Soneto XXXVI, 9, 12)
Algo parecido se observa con las conjunciones «e» y «o» que hacen
sinalefa en algunos versos, dando lugar a lo que Navarro Tomás designa
como «sinalefa violenta»:40
me parece pesado e inhumano Soneto XXXIX
(Soneto XXXIX, 8)
fuera de humana forma o accidente Soneto LI
(Soneto LI, 13)
lo que una vez la fuerza o la destreza Soneto LII
(Soneto LII, 9)
cualquiera beneficio mengua o crece Soneto LII
(Soneto LII, 5)
39
R. Balbín Lucas, Sistema de rítmica castellana, Madrid, Gredos, 1975, pp. 81-84.
40
J. Domínguez Caparrós, op. cit., pp. 88-90.
41
P. Jauralde Pou, E. Varela Merino y P. Moíño Sánchez, Manual de Métrica española, Madrid,
Castalia Universidad, 2005.
42
Durante el reinado de Juan II, Castilla vive unos años de esplendor demográfico y económico,
facilitado por el incremento de las exportaciones de lana, hierro y vino a los mercados europeos.
Esta buena situación permite el desarrollo de instituciones que prefiguran el Estado moderno.
Por otra parte, el interés del monarca por la cultura permite el surgimiento de poetas y literatos
cortesanos, protegidos personalmente por el Rey.
43
I. López de Mendoza, Poesías completas, ed. Maxim P.A.M Kerkhof y Ángel Gómez Moreno,
Madrid, Clásicos Castalia, 2003, pp. 32-34.
44
Ibidem. I. López de Mendoza, p. 640.
45
I. López de Mendoza, op. cit., p. 674.
46
R. Lapesa, La obra literaria del Marqués de Santillana, Madrid, ínsula, 1957, p. 197.
47
I. López de Mendoza, op. cit., p. 150.
48
R. Lapesa (1957), op. cit., p. 197.
propia del verso de arte mayor castellano, al igual que muchos sonetos de
final del Duecento, vale decir, predantescos; del mismo modo la disposición más
frecuente de las rimas corresponde al patrón del soneto italiano primitivo».49
Sin embargo, durante el Renacimiento la «primera generación
petrarquista», con Garcilaso a la cabeza, desterró el ritmo dactílico de los
endecasílabos por ser un ritmo demasiado machacón, y lo reemplazaron por
un ritmo mucho más flexible.
Es a partir de 1526, y sobre todo, desde que Garcilaso se decide a
componer en metros italianos cuando el «ritmo del endecasílabo se sostiene
sobre tres o cuatro apoyos rítmicos esenciales que son, además del obligado
en décima, los de cuarta, sexta y octava, siendo el primer apoyo variable».50
No obstante, no todos los poetas de principios del XVI se adaptaron
con la misma facilidad que Garcilaso al ritmo acentual que exigía el nuevo
metro. En el caso de Hurtado de Mendoza, ya hemos comprobado en el
epígrafe anterior la estrecha relación que guardan sus endecasílabos con
la lírica tradicional anterior. Por este motivo, a continuación expondremos
y explicaremos cómo Mendoza reproduce esquemas y ritmos acentuales
utilizados previamente por el Marqués de Santillana, sin duda, un rastro claro
de la herencia del arte cancioneril que se observa sus endecasílabos.
49
P. Jauralde Pou, y otros, op. cit., pp. 371-372.
50
R. Lapesa, op. cit., Rafael (1957), p. 197.
51
F. Lázaro Carreter, Estudios de poética, Madrid, Taurus, 1976, pp. 75-120. Reproduzco parte
de la explicación de Lázaro Carreter sobre la acentuación del dodecasílabo: «Pensamos que la
verdadera vía para interpretar el enigmático metro es la abierta por Foulché-Delbosc, tal como ha
profundizado Pierre Le Gentil. Rechaza, por supuesto, la existencia de hemistiquios de un sólo
acento: todos cuentan con dos, si bien el primero, separado siempre por dos sílabas átonas del
segundo, “ne sonne pas toujours avec une grande intensité”».
Sin embargo, debemos insistir que este ritmo dactílico es más fácil de
localizar en los endecasílabos de Diego Hurtado de Mendoza que en cualquier
otro poeta de principios del XVI, ya que como veremos más adelante, en sus
sonetos se observan otras características rítmicas (como la acentuación en 5.ª)
que suponen un punto de inflexión con los poetas de su generación.
52
J. Montero Reguera, «En torno a un soneto garcilasiano de Lope de Vega», Actas del XIII congreso
de la Asociación Internacional de Hispanistas, Madrid, Castalia, 2000, pp. 616-622.
53
P. Jauralde Pou y otros, op. cit., p. 43.
Agrupamos bajo este epígrafe una serie de ejemplos variados con ritmos
poco frecuentes en el endecasílabo. La mayoría son los que carecen de acento
esencial entre 2.ª y 7.ª, entre 3.ª y 8.ª, o los que llevan el acento rítmico en 5.ª
sílaba.
Llegado a este punto conviene hacer algunas matizaciones. Dado que
los manuales de métrica más conocidos no siempre explican los casos más
extraños de acentuación, a pesar de que casi todos coinciden en una posible
influencia del ritmo del dodecasílabo y/ o del octosílabo en estos versos «no
tradicionales». Por lo tanto, los estudiaremos, simplemente, como ritmos que
no se han naturalizado en la versificación española.
Esa serie de ritmos «no tradicionales» se recogerán en varios apartados
en los que estudiaremos los endecasílabos acentuados 5.ª, en 7.ª, y en 8.ª.
54
Según Jauralde son la mayoría de ritmos que dejan sin acento esencial entre 1.ª y 7.ª; y entre
3.ª y 8.ª, o que llevan un acento en 5.ª. Jauralde los denomina “Serie de endecasílabos no
tradicionales”, mientras que Henríquez Ureña se refiere a muchos de ellos como ejemplos de
“mayores libertades”. P. Jauralde Pou, op. cit., pp. 196–200; y P., Henríquez Ureña, La versificación
irregular en la poesía española, Madrid, 1920.
55
P. Jauralde Pou y otros, op. cit. pp. 196-199.
Otro ejemplo con acento en séptima es [1.ª 3.ª 7.ª 10.ª] y que, siguiendo el
manual de Jauralde, puede ser explicado como una variante del endecasílabo
raro [3.ª 7.ª 10.ª]:
56
El ritmo [2.7.10] recuerda a la mucho acentuación del octosílabo heroico difuso [2.7], ya que el
acento esencial en séptima sílaba era propio del octosílabo español.
57
Ejemplo estudiado y analizado en P. Jauralde Pou y otros, op. cit., p. 197.
Otro de los ritmos poco usuales con acentuación en octava es [3.ª 8.ª 10.ª].
Navarro Tomás también recoge un ejemplo con este ritmo en Garcilaso:59
Hasta aquí hemos podido comprobar que, sin olvidar las antiguas
resonancias del ritmo del arte cancioneril, Mendoza profundiza, con mayor
o peor acierto, en el ritmo del endecasílabo. No obstante, en los sonetos de
Hurtado de Mendoza se advierte también la asimilación del nuevo ritmo
del endecasílabo. A continuación, mostramos cuáles han sido los versos en
los que el poeta demuestra esa adaptación hacia el ritmo acentual marcado,
durante en Renacimiento, para el endecasílabo.
58
Ejemplo recogido de P. Jauralde Pou y otros, op. cit., p. 197.
59
Ibidem. P. Jauralde Pou y otros, pp. 181-205.
60
R. Baehr, op. cit., p. 140-144.
61
Compárese con R. Baehr, p. 140-144.
62
Vid. La cita de lo que dice Fernando de Herrera al respecto de los versos “desmayados de
Garcilaso” en J. Montero Reguera, op. cit., p. 617. Reproduzco parte de la cita: «Y oso afirmar,
que ninguna mayor falta se puede hallar en el soneto que terminar los versos de este modo [con
heroicos], porque aunque sean compuestos de letras sonantes, y de sílabas llenas casi todas, parecen
de muy humilde estilo y simplicidad, no por flaqueza y desmayo de letras, sino por sola esta igual
manera de paso, no apartando ningún verso; que yendo todo entero a acabarse en su fin, no puede
tener cumplida, ni alteza, ni hermosura de estilo, si bien concurriesen todas las partes».
de manera que ambos representan, con igual derecho, los tipos fundamentales
del endecasílabo español. Aunque no será hasta la segunda mitad del XVI
cuando el ritmo heroico alcance las proporciones de uso del endecasílabo
sáfico, siendo los demás tipos (enfático y melódico) menos utilizados.
63
Baehr explica al respecto del verso sáfico: «el sáfico clásico “interger vitae scelerisque purus”
se reprodujo en la baja latinidad como “integer vitae escelesrísque púrus” (óoo óo/ oo óo óo)
conforme a la prosodia natural». Vid, R. Baehr, op. cit., p. 140-144.
64
T. Navarro Tomás, op. cit., p. 175.
65
M. Fubini, «El soneto», Métrica y poesía, Barcelona, Planeta, 1970, p. 185.
(dactílico y sáfico difuso) que el Marqués de Santillana; y que define ese estilo
tan característico de Mendoza anclado en la lírica cancioneril. Por otra, nos
encontramos con que las diferencias con los poetas del XVI son evidentes,
sobre todo, en ese uso todavía perceptible de la acentuación en 5.ª, 7.ª y 8.ª
(prácticamente inexistente en los sonetos de principios del XVI). Del mismo
modo, hay que decir que se aprecian signos que confirman ese intento de
Diego Hurtado de Mendoza por asimilar el ritmo del endecasílabo, pues se
observa un uso destacado, y de extensión muy similar al utilizado por los
poetas de su generación, del endecasílabo heroico y melódico.
3.1 Rimas
66
P. Jauralde Pou, y otros, op. cit., p. 99.
67
P. Jauralde Pou, y otros, op. cit., p. 100.
68
Definición que tomamos de Baehr. R., Baehr, op. cit., pp. 61-77.
69
Ibidem. P. Jauralde Pou, p. 99.
70
R. Baehr, op. cit., p. 27.
Además de éstas existe otra rima asonante perfecta, pero que por ser
un monosílabo la hemos analizado por separado. Según Baehr las rimas
asonantes agudas pueden considerarse como asonantes, sin embargo se las
considera como ambivalentes71 porque pueden ser empleadas como rimas
asonantes o consonantes.
Y si algún placer me trae, con él me va
tan ciego está de amor, que se lo da
(Soneto XL, 11, 14)
71
Vid. R. Lapesa, 1985, op. cit., p. 27.
72
Vid. Ortografía de la lengua española, Madrid, Real Academia Española, 1999, p. 18.
• Rima consonante
De igual modo que las rimas anteriores, clasificaremos las rimas
consonantes. Principalmente por su grado de igualación, analizándolas como
rimas consonánticas perfectas o imperfectas.
La consonancia perfecta, al igual que la asonancia perfecta, exige la
exacta coincidencia fonética, aunque no necesariamente gráfica, de todos los
sonidos de la rima.
Así nos podemos encontrar con rimas consonánticas sin igualdad en
la grafía pero que reproducen el mismo sonido, dado que la g se presenta
como un «fonema velar sordo ante las vocales e, i»,73 como en el caso que aquí
señalamos:
hállole ser de mí tan extranjero
que él, que parecía mas ligero
Soneto XXXIX
(Soneto XXXIX, 4-5)
73
Estas rimas ya han sido explicadas y analizadas en el Epígrafe 1 de este artículo. Compárese con
lo dicho en las páginas 5 y 6 de este trabajo.
74
R. Lapesa, 1985, op.cit
p.cit , p. 19.
75
M. Fubini, op. cit., p. 200.
76
Recogido de Fubini, ibidem, p. 200.
77
R. Lapesa, 1985, op. cit., p. 213-215.
78
Mario Fubini considera como ciertas dos teorías sobre el origen del soneto. La primera es la
que acerca el soneto a un origen popular, basado en la forma métrica del estrambote siciliano; la
segunda afirma que el esquema del soneto corresponde al de la canción. Ambas teorías pueden
ser compatibles, sin embargo hay razones muy válidas que apoyan la hipótesis de la derivación
del soneto del estrambote. Vid., M. Fubini, op. cit., pp. 176-178.
79
Ibidem, M. Fubini, p. 177-178.
80
Ibidem, M. Fubini, p. 179.
81
Para este soneto consúltese B. Croce, «Un sonetto di Jacopo da Lentini», Poesia antica e moderna,
Bari, Laterza, 1941, pp. 48-50. También en : M. Fubini, op. cit., p. 180.
82
Traducción del soneto: “Me he propuesto servir a Dios, para así poder ir al paraíso, al lugar
santo donde he oído decir hay siempre alegría y risas. Pero sin mi amada no quisiera ir, la de
cual se observa esa primera etapa del soneto en la que la rima era cruzada y
no existía diferenciación entre los cuartetos:
Io m´ag(g)io posto in care a Dio servire, A
com´io potesse gire im paradiso, B
al santo loco c´ag(g)io audito dire, A
u´si mantien sollazzo, gioco e riso. B
Sanza mia donna non vi voria gire, A
quella c´ha la blonda testa e claro viso, B
ché sanza lei non poteria gaudere, A
estando da la mia donna diviso. B
Ma non lo dico a tale intendimento, C
Perch´io peccato ci vollesse fare; D
Se non veder lo suo bel portamento C
E lo bel viso e´ l morbido sguardare: D
mi teria in gran consolamento C
Veg(g)endo la mia donna in ghiora stare83 D
rubios cabellos y rostro bello, porque sin ella no podría gozar, estando lejos de ella. Pero no digo
esto con intención de cometer pecado; sólo quiero ver su porte elegante, su bello rostro y sus
suave mirada: pues esto sería para mí gran consuelo, viendo que mi amada está en la gloria”.
Ibidem, M. Fubini, p. 180.
83
R. Baehr, op. cit., pp. 385-391.
84
R. Baehr, op. cit., pp. 385-391.
1. ABBA: ABBA a) CDC: DCD: XXXVIII, XLVII, LIII, LIV, LV, LVI.
c) CDE: CDE: XXIII, LVIII, XCVII, XCVIII.
d) CDE: DCE: XXXIX.
85
D. Hurtado de Mendoza, 1990, op. cit., p. 37.
86
I. López de Mendoza, op. cit., p. 156-157.
Soneto XL
¡Si fuese muerto ya mi pensamiento A
y pasase mi vida así durmiendo B
sueño de eterno olvido, no sintiendo B
pena, (ni) gloria, descanso ni tormento! A
Triste vida es tener el sentimiento A
Tal, que huye sentir lo que desea; C
Su pensamiento a otros lisonjea, C
Yo enemigo de mí siempre lo siento. A
87
I. López de Mendoza, op. cit., p. 156-157.
Soneto XXXVII
Tiempo vi yo que Amor puso un deseo A
honesto en un honesto corazón; B
88
I. López de Mendoza, op. cit., p. 173.
Final.
cierta afinidad entre ambos que nos hace pensar en que en ciertos momentos
la poesía de Mendoza se viese influenciada por la del Marqués de Santillana.
El estudio advierte, también, cierta proximidad entre los recursos
empleados por Diego Hurtado de Mendoza y los utilizados por los primeros
sonetistas del duecento italiano, concretamente en la tendencia a romper el
orden de las rimas, prefiriendo las rimas cruzadas ABAB ABAB como era
frecuente, según ya hemos visto, en esos primeros sonetistas italianos y,
también, en el Marqués de Santillana. Por consiguiente, podemos concluir
que, junto a estas transformaciones de la poesía italianizante de Hurtado de
Mendoza mantuvo importantes elementos de continuidad con el panorama
poético anterior.
También hemos podido comprobar que, sin olvidar las antiguas
resonancias del ritmo del arte cancioneril, Mendoza profundiza, con mayor
o peor acierto, en el ritmo del endecasílabo. Sin embargo, debemos destacar
que el ritmo dactílico, de sus endecasílabos, junto con otras peculiaridades
rítmicas como es la acentuación en 5.ª, 7.ª y 8.ª suponen un punto de inflexión
con los poetas de su generación, dado que estos poetas de principios del XVI
(coetáneos de Mendoza) rechazaban los endecasílabos con ritmo dactílico por
ser ritmos del verso de arte mayor que sonaban a viejo. Sin duda, un rastro
claro de la herencia del arte cancioneril observable en sus endecasílabos.
En líneas generales, todos los poetas de principios del XVI mantuvieron
cierto equilibrio entre tradición medieval y las nuevas corrientes métricas
llegadas de Italia, aunque siempre orientando su poesía hacia la estética y
mesura del verso, donde ritmo estaba asociado emotividad que pretendían
transmitir. Sin embargo, Mendoza se queda al margen de ese proceso iniciado
por sus compañeros.
Estas son en resumen, las principales características del endecasílabo
empleado por Hurtado de Mendoza en sus sonetos: por una parte, hace un
uso muy destacado del verso agudo, uso que le lleva a establecer grandes
diferencias formales con los restantes poetas de su generación, más partidarios,
estos últimos, de desligarse por completo de ese resto del verso octosílabo;
por otra parte, su utilización de licencias métricas, algunas de ellas de uso
muy cuestionable, y que en último caso evidencian una poesía descuidada y
lastrada por antiguas resonancias de la lírica del XV.
No obstante, hay que destacar el papel innovador de las rimas de
Hurtado de Mendoza, ya que en ellas es mucho más dado a la innovación,
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