Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 68

CUADERNILLO PRÁCTICAS DEL

LENGUAJE

Tercer y cuarto bimestres

7º “A”, “B”, “C” y “D”


Docentes:
- Leticia Novello
- Banesa Estigarribia

Alumna/o: ______________________
Unidad 3:

Oraciones bimembres y unimembres.

1
Constituyentes de la oración.

Tipos de sujetos y predicados:

- Sujeto expreso (simple y compuesto) y sujeto tácito.

- Predicado verbal y no verbal.

Pronombres demostrativos y posesivos.

Concordancia entre el núcleo del sujeto y el verbo del predicado verbal.

Complementos del verbo:

Objeto directo.

Objeto indirecto.

Circunstanciales.

Literatura: género fantástico.

Marco en la narración.

MOMENTO DE LECTURA

La alucinación de Staley Fleming

Ambrose Bierce

2
De los dos hombres que estaban hablando, uno era médico.

-Le pedí que viniera, doctor, aunque no creo que pueda hacer nada. Quizás pueda recomendarme
un especialista en psicopatía, porque creo que estoy un poco loco.

-Pues parece usted perfectamente -contestó el médico.

-Juzgue usted mismo: tengo alucinaciones. Todas las noches me despierto y veo en la habitación,
mirándome fijamente, un enorme perro negro de Terranova con una pata delantera de color blanco.

-Dice usted que despierta; ¿pero está seguro de eso? A veces, las alucinaciones tan sólo son
sueños.

-Oh, despierto, de eso estoy seguro. A veces me quedo acostado mucho tiempo mirando al perro
tan fijamente como él a mí... siempre dejo la luz encendida. Cuando no puedo soportarlo más, me
siento en la cama: ¡y no hay nada en la habitación!

-Mmmm... ¿qué expresión tiene el animal?

-A mí me parece siniestra. Evidentemente sé que, salvo en el arte, el rostro de un animal en reposo


tiene siempre la misma expresión. Pero este animal no es real. Los perros de Terranova tienen un
aspecto muy amable, como usted sabrá; ¿qué le pasará a éste?

-Realmente mi diagnosis no tendría valor alguno: no voy a tratar al perro.

El médico se rió de su propia broma, pero sin dejar de observar al paciente con el rabillo del ojo.
Después, dijo:

-Fleming, la descripción que me ha dado del animal concuerda con la del perro del fallecido Atwell
Barton.

Fleming se incorporó a medias en su asiento, pero volvió a sentarse e hizo un visible intento de
mostrarse indiferente.

-Me acuerdo de Barton -dijo-. Creo que era... se informó que... ¿no hubo algo sospechoso en su
muerte?

Mirando ahora directamente a los ojos de su paciente, el médico respondió:

-Hace tres años, el cuerpo de su viejo enemigo, Atwell Barton, se encontró en el bosque, cerca de
su casa y también de la de usted. Había muerto acuchillado. No hubo detenciones porque no se
encontró ninguna pista. Algunos teníamos nuestra «teoría». Yo tenía la mía. ¿Pensó usted algo?

-¿Yo? Por su alma bendita, ¿qué podía saber yo al respecto? Recordará que marché a Europa casi
inmediatamente después, y volví mucho más tarde. No puede pensar que en las escasas semanas
que han transcurrido desde mi regreso pudiera construir una «teoría». En realidad, ni siquiera había
pensado en el asunto. ¿Pero qué pasa con su perro?

3
-Fue el primero en encontrar el cuerpo. Murió de hambre sobre su tumba.

Desconocemos la ley inexorable que subyace bajo las coincidencias. Staley Fleming no, o quizás
no se habría puesto en pie de un salto cuando el viento de la noche trajo por la ventana abierta el
aullido prolongado y lastimero de un perro distante. Recorrió varias veces la habitación bajo la
mirada fija del médico, hasta que, parándose abruptamente delante de él, casi le gritó:

-¿Qué tiene que ver todo esto con mi problema, doctor Halderman? Se ha olvidado del motivo de
que le hiciera venir.

El médico se levantó, puso una mano sobre el brazo del paciente y le dijo con amabilidad:

-Perdóneme. Así, de improviso, no puedo diagnosticar su trastorno... quizás mañana. Hágame el


favor de acostarse dejando la puerta sin cerrar; yo pasaré la noche aquí, con sus libros. ¿Podrá
llamarme sin levantarse de la cama?

-Sí, hay un timbre eléctrico.

-Perfectamente. Si algo le inquieta, pulse el botón, pero sin erguirse. Buenas noches.

Instalado cómodamente en un sillón, el médico se quedó mirando fijamente los carbones ardientes
de la chimenea y meditando en profundidad, aunque aparentemente sin propósito, pues
frecuentemente se levantaba y abría la puerta que daba a la escalera, escuchaba atentamente y
después volvía a sentarse. Sin embargo, acabó por quedarse dormido y al despertar había pasado
ya la medianoche. Removió el fuego, cogió un libro de la mesa que tenía a su lado y miró el título.
Eran las Meditaciones de Denneker. Lo abrió al azar y empezó a leer.

«Lo mismo que ha sido ordenado por Dios que toda carne tenga espíritu y adopte por tanto las
facultades espirituales, también el espíritu tiene los poderes de la carne, aunque se salga de ésta y
viva como algo aparte, como atestiguan muchas violencias realizadas por fantasmas y espíritus de
los muertos. Y hay quien dice que el hombre no es el único en esto, pues también los animales
tienen la misma inducción maligna, y...»

Interrumpió su lectura una conmoción en la casa, como si hubiera caído un objeto pesado. El lector
soltó el libro, salió corriendo de la habitación y subió velozmente las escaleras que conducían al
dormitorio de Fleming. Intentó abrir la puerta pero, contrariando sus instrucciones, estaba cerrada.
Empujó con el hombro con tal fuerza que ésta cedió. En el suelo, junto a la cama en desorden,
vestido con su camisón, yacía Fleming moribundo.

El médico levantó la cabeza de éste del suelo y observó una herida en la garganta.

Cuando el hombre murió, el examen detallado reveló las señales inequívocas de unos colmillos de
animal profundamente hundidos en la vena yugular.

Pero allí no había habido animal alguno.

4
ACTIVIDADES

1) Vinculá el título del cuento con lo que le sucede a Fleming noche a noche.

2) ¿Qué relación existe entre el fragmento del libro que lee el doctor mientras su paciente
descansa y el desenlace de la obra?

3) Explicá por qué el perro de Terranova querría atacar a Fleming.

4) ¿Por qué Fleming “se incorpora con violencia” cuando, mientras conversa con el doctor,
oye el aullido del perro?

5
MOMENTO DE LECTURA

Viscoso en la oscuridad

Juan Seguer prometió que nos contaría todo tal cual como se lo había referido en su
momento al comisario, cuando fue a exponer la denuncia. Los había contratado la viuda de Ortiz, a
él y a Mario Guitián, para que sacaran algo que se le había metido en el galpón. Por los datos que
les dio, pensaron que era un animal. Una comadreja, quizá.

Ellos no solían efectuar trabajos de esa clase, pero la viuda pagaba bien. Según les
explicó, el animal se había instalado allí hacía muchos años, poco después de morir el marido. Don
Ortiz era un pan de bondadoso, pero jamás tuvo habilidad para manejar el ingenio. Y desde que él
falleció, a la viuda empezaron a irle bien las cosas. Ahora era una de las personas más ricas de la
zona.

La mujer relató que al principio el bicho se escondía cada vez que alguien subía, pero
con el tiempo fue tomando confianza y permanecía quieto en medio del galpón mirando con
curiosidad a las personas. Más tarde la mirada se hizo desafiante. La última vez que la hija menor

6
fue allá con sus amiguitas para jugar, el animal les gruñó. Las niñas bajaron asustadas y le
contaron a la madre. La señora entonces decidió hacerlo sacar.

Seguer y Guitián subieron de noche, por no contradecir a la viuda, porque ella decía
que sería más fácil si lo sorprendían dormido.

Llevaron linternas, sogas para enlazarlo, una jaulita de medio metro de largo, y dos
cuchillos y un revólver por si se retobaba. Aunque como la mujer les rogaba que le tuvieran
paciencia y trataran de no lastimarlo, estaban dispuestos a no usar las armas. Ella se conformaba
con que lo soltaran lejos, en el monte, porque estaba fastidiada de tenerlo frente a la casa.

Los hombres treparon por la escalera con cuidado de no hacer ruido. Juan Seguer iba
adelante. Apoyó las cosas en la primera superficie plana que encontró y, haciendo fuerza con sus
brazos, subió de un salto. Luego ayudó a Mario Guitián. Arriba había un olor caliente y
nauseabundo, como a carne podrida, y apenas se podía respirar.

Prendieron las linternas y comenzaron la búsqueda. Guitián fue hacia el fondo y Seguer hacia el
frente. Habían quedado de acuerdo en que si lo veían, se avisarían sin hablar, sólo iluminando el
techo.

Seguer caminó despacio sobre los tablones del piso. No siempre podía evitar que
crujieran. Pocos metros atrás de él, escuchaba también las pisadas de Mario. Llegó hasta las
aberturas que daban al exterior. Lo sorprendió hallarlas clausuradas con unas tremendas vigas
clavadas a los marcos. Afuera graznó un zorro del agua. Se sentó en un fardo de pasto y recorrió
con la linterna todos los rincones. Vio algunas herramientas en desorden y una rata enorme, pero
ningún indicio del animal. Decididamente no estaba en el sector que le había tocado revisar.

De pronto, el techo se iluminó. Mario Guitián lo había localizado. Fue hasta allá lo más
rápido que pudo y en el trayecto tropezó con algo y cayó haciendo bastante ruido. Señaló con la
linterna para ver. Primero no comprendió bien qué era lo que estaba en el piso: parecían pedazos
de género desflecado, endurecidos por el polvo. Luego aquel olor asqueroso golpeó más fuerte su
nariz y acomodó mejor las imágenes: se trataba de huesos, grandes huesos con pedazos de carne
adheridos. Investigó un poco más allá y vio una cabeza. Era un cráneo humano.

Tuvo un presentimiento: iluminó alrededor y descubrió más huesos y cabezas.


Aquello era un cementerio.

A los tumbos, alcanzó una de las paredes. Alguien tocó su hombro y se sobresaltó.
Iba a gritar, pero una mano le tapó la boca.

—Soy yo —susurró Mario Guitián.

Seguer asintió y el otro lo soltó.

—Lo encontré —dijo Guitián.

7
Tartamudeando, Seguer intentó contarle lo que había visto.

—Calmate —murmuró Mario sin prestarle atención, y enfocó con su linterna una pila de leña—.
Mirá.

El redondel de luz bajó y mostró una parte del animal, la cola o algo; el resto estaba
oculto tras la leña. Era como una serpiente del grosor de un árbol adulto, anillado y cubierto de
pelos. De vez en cuando se retorcía muy lentamente.

—Mejor vamos —le dijo Seguer.

Pero Guitián quería ganar aquel dinero como fuera. Sacó el revólver, le quitó el
seguro y avanzó hacia la leña. Juan Seguer confiesa que no sabe qué sucedió entonces. Ya a esa
altura no tenía ideas. Se había convertido en una porquería que temblaba muerta de miedo. Él cree
que la montaña de troncos cayó sobre ellos, mejor dicho, que aquella cosa la empujó para que los
aplastara.

Juan Seguer y Guitián rodaron y terminaron en sitios distintos. Las linternas volaron
por el aire y se apagaron al golpear contra el piso.

—Mario —llamó Seguer.

—Aquí estoy —respondió él unos metros atrás.

Seguer iba a levantarse para caminar hasta su compañero, pero algo se movió a su
izquierda, muy cerca. Sintió una respiración pesada y sostenida. El terror lo congeló, no dijo más
nada; si hubiera podido, habría detenido el corazón para hacer menos ruido. El ser permaneció a
su lado unos segundos y luego por algún motivo se alejó. Seguer lo escuchó deslizarse, viscoso,
en la oscuridad.

Por un rato todo pareció calmo y se incorporó.

Entonces sonaron dos disparos y escuchó que Mario decía en voz alta unas palabras.
Insultos, primero. Después gritó y pidió ayuda. Aquello lo había atrapado y lo arrastraba. Juan
Seguer podía oír cómo lo llevaba haciendo rebotar su cuerpo entre los tablones. Mario
chillaba desesperadamente y él tanteaba por todas partes buscando la linterna.

De pronto se hizo silencio. Seguer se quedó rígido otra vez. Hubo un último grito de Mario
Guitián y empezaron los chasquidos. Era como si una boca muy grande estuviera
masticando.

Juan Seguer se puso de pie y corrió hacia la escalera. Quiso bajar; las piernas no le
respondieron y se precipitó desde cinco metros de altura. Se rompió un brazo y varias
costillas. Pero aun así logró huir.

A la mañana siguiente, la policía fue a investigar al galpón y no encontró nada. El comisario

8
pensó que Seguer se había emborrachado en algún almacén y se había imaginado la historia.

Sin embargo, el hombre insistía en que la señora Ortiz había limpiado todo y ocultado al
bicho en otra parte. Suplicaba que revisaran los sótanos del ingenio.

La viuda aseguraba que, al rato de que él escapara corriendo, Mario Guitián bajó con una
comadreja en la jaula, cobró el dinero y se fue tranquilamente.

Sollozando por la angustia, Juan intentaba hacerles entender qué Guitián estaba muerto,
qué lo había devorado el Familiar, y que el plan consistía en que los comiera a los dos. Qué
no estaba previsto que él sobreviviera.

Jorge Accame, Diario de un explorador

Vocabulario

Viscoso: pegajoso

Ingenio: propiedad rural donde se procesa la caña de azúcar.

Zorro de agua: ave zancuda que habita en márgenes de ríos, arroyos, lagunas y pantanos.

ACTIVIDADES

1) Relacioná las características del Familiar que se ofrecen al principio del cuento con lo que
ocurre en el galpón de la viuda.

2) ¿Cuál era según Juan Seguer el plan que había elaborado la viuda de Ortiz?

9
3) Subrayá en el cuento las palabras y expresiones que se emplean para referirse al ser
extraño que se esconde en el galpón.

4) Con otro color marcá en el cuento las palabras y las expresiones relacionadas con el terror.

5) ¿Dónde transcurre la historia?

6) ¿En qué momento?

EL MARCO: EL TIEMPO Y ESPACIO DE LA HISTORIA

En una narración, el tiempo en que se desarrolla la historia y el lugar donde suceden los
hechos constituyen el marco. Estos elementos se pueden caracterizar de dos maneras:

- Forma directa: cuando se precisan el lugar y el tiempo en el que transcurren los hechos.

- Forma indirecta: cuando no se aportan datos precisos en el texto, pero se puede suponer el
momento y espacio en el que sucede la historia. Para hacer esta suposición, el lector puede
prestar atención al modo como hablan los personajes y a la descripción de ciertos objetos y
costumbres.

1) ¿Cómo se caracteriza el marco en el cuento “La alucinación de Staley Fleming”?

10
2) Copiá un fragmento del cuento que permita identificar la estación del año en que
transcurre la historia y otro que ayude a reconocer el lugar.

CARACTERÍSTICAS DEL CUENTO FANTÁSTICO

Algunas narraciones presentan un mundo conocido por lector, el de la vida cotidiana, en


el que se produce un hecho extraño, que resulta muy difícil de explicar. Este choque entre la
familiaridad del ambiente y la situación insólita provoca incertidumbre y duda tanto en el lector
como en el personaje que sufre el hecho inexplicable. La duda se mantiene hasta el final del relato
y el lector tiene la sensación de no haber entendido qué sucedió, porque en ningún momento se
brinda una explicación. Estos textos pertenecen a la literatura fantástica.

Algunos de los temas característicos del género fantástico son las transformaciones, los
objetos que cobran vida, los juegos con el tiempo y el espacio, las desapariciones y muertes
inexplicables, entre otros. Además, son frecuentes los espejos, las sombras y los cuadros, ya que
permiten transformar lo conocido en desconocido y jugar, así, con nuevas miradas.

En cuanto a los personajes, encontramos personas comunes y corrientes, así como


fantasmas, vampiros, espíritus y otros seres sobrenaturales.

Temas recurrentes en la Literatura Fantástica:

❖ El sueño y la realidad: un sueño pasa a formar parte de la realidad del personaje o


anuncia lo que sucede después.
❖ La metamorfosis: el personaje se transforma en un animal o en un objeto.
❖ Las apariciones: la presencia de fantasmas o seres extraños.
❖ El doble: un personaje se duplica en otro o se transforma en alguien radicalmente puesto.

TIPOS DE RELATOS:

11
Existen muchos relatos con elementos sobrenaturales, pero no todos pertenecen al género
fantástico. Según cómo se presenten estos elementos en las historias, podemos distinguir tres
tipos:

❖ Maravillosos: los elementos sobrenaturales forman parte de un mundo que tiene sus propias
reglas, donde lo imposible no es cuestionado (lo sobrenatural es normal). Esto ocurre, por ejemplo,
en los cuentos tradicionales como “La bella durmiente” y “El gato con botas”.

❖ Fantásticos: los elementos sobrenaturales ingresan en un mundo que cuestiona lo sobrenatural


y pone en duda lo ocurrido (lo sobrenatural no es normal). La duda se mantiene hasta el final del
relato y el lector tiene la sensación de no haber entendido qué sucedió, porque en ningún momento
se brinda una explicación.

❖ Extraños: los elementos sobrenaturales chocan con el mundo del relato y son cuestionados,
pero la duda se esclarece por medio de una explicación lógica (como lo sobrenatural no es normal,
se lo explica racionalmente). Esa explicación puede basarse en una coincidencia, una casualidad,
un sueño, etc.

MOMENTO DE LECTURA

Las preocupaciones de un padre de familia

Franz Kafka

12
Algunos dicen que la palabra «odradek» procede del esloveno, y sobre esta base tratan de
establecer su etimología. Otros, en cambio, creen que es de origen alemán, con alguna influencia
del esloveno. Pero la incertidumbre de ambos supuestos despierta la sospecha de que ninguno de
los dos sea correcto, sobre todo porque no ayudan a determinar el sentido de esa palabra.

Como es lógico, nadie se preocuparía por semejante investigación si no fuera porque existe
realmente un ser llamado Odradek. A primera vista tiene el aspecto de un carrete de hilo en forma
de estrella plana. Parece cubierto de hilo, pero más bien se trata de pedazos de hilo, de los tipos y
colores más diversos, anudados o apelmazados entre sí. Pero no es únicamente un carrete de hilo,
pues de su centro emerge un pequeño palito, al que está fijado otro, en ángulo recto. Con ayuda de
este último, por un lado, y con una especie de prolongación que tiene uno de los radios, por el otro,
el conjunto puede sostenerse como sobre dos patas.

Uno siente la tentación de creer que esta criatura tuvo, tiempo atrás, una figura más
razonable y que ahora está rota. Pero éste no parece ser el caso; al menos, no encuentro ningún
indicio de ello; en ninguna parte se ven huellas de añadidos o de puntas de rotura que pudieran
darnos una pista en ese sentido; aunque el conjunto es absurdo, parece completo en sí. Y no es
posible dar más detalles, porque Odradek es muy movedizo y no se deja atrapar.

Habita alternativamente bajo la techumbre, en escalera, en los pasillos y en el zaguán. A


veces no se deja ver durante varios meses, como si se hubiese ido a otras casas, pero siempre
vuelve a la nuestra. A veces, cuando uno sale por la puerta y lo descubre arrimado a la baranda, al
pie de la escalera, entran ganas de hablar con él. No se le hacen preguntas difíciles, desde luego,
porque, como es tan pequeño, uno lo trata como si fuera un niño.

-¿Cómo te llamas? -le pregunto.

-Odradek -me contesta.

-¿Y dónde vives?

-Domicilio indeterminado -dice y se ríe.

Es una risa como la que se podría producir si no se tuvieran pulmones. Suena como el
crujido de hojas secas, y con ella suele concluir la conversación. A veces ni siquiera contesta y
permanece tan callado como la madera de la que parece hecho.

En vano me pregunto qué será de él. ¿Acaso puede morir? Todo lo que muere debe haber
tenido alguna razón de ser, alguna clase de actividad que lo ha desgastado. Y éste no es el caso
de Odradek. ¿Acaso rodará algún día por la escalera, arrastrando unos hilos ante los pies de mis
hijos y de los hijos de mis hijos? No parece que haga mal a nadie; pero casi me resulta dolorosa la
idea de que me pueda sobrevivir.

13
TRABAJO EN PAREJAS

1) Subrayen los fragmentos del cuento que describen el aspecto físico de Odradek.

2) Imaginen y dibujen a la criatura tal como se la describe.

3) Determinen si el ambiente que se describe es extraño o cotidiano. Justificá

4) Caractericen el tipo de marco del cuento.

14
EL SUJETO Y EL PREDICADO

• Leemos el siguiente texto y luego comentamos oralmente:

La alucinación de Staley Fleming es un cuento fantástico. En un mundo cotidiano, el


protagonista y el lector dudan sobre la visiones que tiene Fleming. El final no aclara
las circunstancias de la muerte del protagonista y genera vacilación. El cuento es una
joya del género fantástico y el desenlace, pura incertidumbre.

• ¿En la primera oración, pueden identificar un sujeto y un predicado?


• ¿Cuál es el núcleo verbal en la segunda oración? ¿Con qué núcleo sustantivos concuerdan?
• ¿Qué sujeto reconocen en la tercera oración y con cuántos núcleos verbales concuerda?
• Observen la última oración, ¿será bimembre o unimembre? ¿Por qué?

TIPOS DE SUJETO

Existen distintas clases de sujeto:

❖ SUJETO EXPRESO SIMPLE (SES): el sujeto está explicitado en la oración y tiene un solo
núcleo. Por ejemplo:

El perro aparecía todas las noches en la ventana.

❖ SUJETO EXPRESO COMPUESTO (SEC): el sujeto aparece de manera explícita en la


oración y presenta dos o más núcleos, unidos mediante una conjunción que funciona como
nexo coordinante. Por ejemplo:

Fleming y Barton vivían en la misma zona.

❖ SUJETO TÁCITO: el sujeto no está explicitado en la oración, pero se lo puede inferir a


partir de la desinencia del verbo y por contexto. Por ejemplo:

Tomó un libro de la biblioteca de su paciente y se sentó cerca del fuego.

¡Atención! No hay que confundir sujeto tácito con la


15
inexistencia de sujeto. Este tipo de sujeto es un
recurso de cohesión, ya que evita las repeticiones en
un texto.

Pasos para identificar el sujeto

Paso 1: Encerrar la oración entre corchete y determinar si es O.U. u


O.B.

Paso 2: Identificar el núcleo verbal.

Paso 3: Identificar el sujeto (debe concordar en persona y número con


el núcleo verbal)

Paso 4: Marcar el predicado.

TIPOS DE PREDICADO

Al igual que sucede con el sujeto, en las oraciones bimembres podemos encontrar distintas clases
de predicado.

➢ PREDICADO VERBAL SIMPLE (PVS): tiene como núcleo verbal un único verbo
conjugado, que concuerda en persona y número con el núcleo del sujeto. Por ejemplo:

El género fantástico genera incertidumbre en el lector.

➢ PREDICADO VERBAL COMPUESTO (PVC): presenta dos o más núcleos verbales,


coordinados mediante un nexo. Cada núcleo concuerda en persona y número con el núcleo del
sujeto. Por ejemplo:

16
EL médico sospecha e interroga a Fleming.

➢ PREDICADO NO VERBAL (PnoV): presenta como núcleo un sustantivo, un adjetivo o un


adverbio o construcción adverbial. En estos casos, el verbo conjugado está eludido, pero
podemos interpretar el sentido y reponerlo mentalmente. Esa omisión se suele marcar a través
de una coma. Por ejemplo:

Fleming, el asesino de Barton. (Sustantivo)

El médico, abajo. (Adverbio)

El relato de Bierce, fantástico. (Adjetivo)

Analizamos sintácticamente las oraciones entre todos y en el caso de las que tienen predicado no
verbal pensamos cuál es el verbo elidido.

ACTIVIDADES

1) Indicá si las siguientes oraciones presentan un sujeto expreso simple, un sujeto expreso
compuesto o un sujeto tácito.
a. Julio Cortázar y Jorge Luis Borges fueron dos escritores argentinos.

b. Alcanzaron el éxito internacional.

c. Cortázar vivió muchos años en París.

d. Escribió principalmente cuentos fantásticos.

e. Borges publicó cuentos, poemas y ensayos.

17
2) Marcá el sujeto y el predicado de las siguientes oraciones e indicá de qué tipo es cada uno.

a. Vamos a casa.

b. El subte, repleto.

c. Juan y Pedro, los más responsables de la clase, juntaron la plata y compraron útiles.

d. Organícense ustedes.

e. El baño, al fondo a la derecha.

3) A continuación, escribí un pequeño relato fantástico que presente los siguientes tipos de
oraciones:

• Una oración con PVC.


• Dos oraciones con ST.
• Una oración con PVS Y SEC.
• Dos oraciones con PnoV.

18
4) Señalá con una “i” las afirmaciones incorrectas y con una C las afirmaciones correctas.

a. El predicado no verbal forma una oración unimembre.

b. Para que haya predicado verbal compuesto, el sujeto tiene que ser expreso compuesto.

c. El verbo conjugado nos da una pista sobre cuál es el sujeto tácito.

d. El núcleo del predicado no verbal puede ser un sustantivo, un adjetivo o un adverbio.

❖ Escribí un ejemplo en el caso de las afirmaciones incorrectas que demuestre el error.

MÁS ACTIVIDADES

1) Reescribí el siguiente diálogo omitiendo los verbos en aquellos casos en los que sea
posible.

Lu:- Hola, Marcos ¿qué andas haciendo?

Marcos: - Ando estudiando Matemática como si fuera Einstein.

Lu: - ¡Pero Einstein era físico!

Marcos: - No, era matemático.

Lu: - Y vos sos un testarudo.

2) Determiná cuáles de las siguientes oraciones son unimembres y cuáles son bimembres con
predicado no verbal. Analícenlas sintácticamente.

¡El siguiente!

¡El siguiente, adelante!

Lucas, mis zapatos.

19
Mi amigo Salvi, el más gracioso.

LA CONCORDANCIA ENTRE EL NÚCLEO DEL SUJETO Y EL VERBO

o Entre todos reflexionamos sobre la siguiente oración:

A mí me encanta el helado de chocolate.

o Reconocemos el núcleo verbal y marcamos el sujeto y el predicado. ¿Cómo nos damos


cuenta cuál es el sujeto?

ACTIVIDADES

1) Analizá sintácticamente las siguientes oraciones:

a. Me cayó bien tu amiga brasileña.

b. A Luis le aprietan los zapatos.

c. A los viajeros los picaron los mosquitos.

2) Combiná los constituyentes que siguen y construí oraciones bimembres.


las obras de teatro. – Les gusta – Ayer – los abdominales – detestamos – las películas de
terror.

20
- mucho – me dolieron – el teatro. – A mi prima de Santa Fe – Nadia y yo – le encantan –
todo el día

LA CONSTRUCCIÓN VERBAL

• Leé atentamente el siguiente fragmento del cuento “El


corazón delator” de Edgar Allan Poe

“...Sin duda ahora me puse muy pálido, pero hablé con


mayor fluidez aun, y levantando mucho la voz. Sin
embargo el sonido aumentaba... ¿y qué podía hacer
yo? Era un sonido bajo, opaco, rápido..., un sonido
como el de un reloj envuelto en algodón. Jadeé en
busca de aire... y sin embargo los agentes no lo oían.
Hablé con mayor rapidez... con más vehemencia; pero
el sonido aumentaba sin cesar.” (Allan Poe. 1843)

• ¿Cuáles son los sujetos de los núcleos verbales


destacados?
• ¿Qué otras construcciones acompañan a esos núcleos
verbales? ¿Qué función cumplen?

• El pronombre lo, ¿a qué les parece que está


reemplazando? ¿Qué función cumple en la oración?

La construcción verbal es un conjunto de palabras que


tiene como núcleo un verbo. Los modificadores del núcleo
verbal son:

➢ El objeto directo ➢ El objeto indirecto ➢ Los circunstanciales ➢ El


predicativo subjetivo ➢ El complemento agente

21
El predicado de las oraciones bimembres es un ejemplo de
construcción verbal, y como tal está compuesto por un núcleo y
sus modificadores.

EL OBJETO DIRECTO

El objeto directo (od) es un sustantivo, una


construcción sustantiva o un pronombre que acompaña a
determinados verbos y completa su significado. Por
ejemplo, encontrar requiere algo que se encuentra; ese
algo cumple la función de objeto directo en una oración.
Este tipo de verbos se denominan transitivos.

Los investigadores encontraron pistas.

❖ Para reconocer el objeto directo de una oración, podemos


reemplazarlo por los pronombres lo, los, la, las según el
género y el número del sustantivo. El pronombre se coloca
delante del verbo. Por ejemplo:

Los investigadores las descubrieron.

❖ Si el objeto directo se refiere a personas o seres animados, se introduce la preposición


a, que funciona como nexo subordinante y está seguida por un término. Por ejemplo:

Interrogaron al sospechoso.

ACTIVIDADES

1) Marcá con una x los verbos que necesitan un objeto directo para expresar una idea
completa.
a) Él necesita.
b) Él lee.
c) Ella vio.
d) Nosotros sabemos.
e) Ella encontró.
f) Mi padre volvió.
g) El perro se durmió.

22
h) Ellas tienen.
i) Todos trabajan.

• Agregá un objeto directo en los casos que corresponda.

2) Analizá sintácticamente las siguientes oraciones.

Vemos todas las noches un programa sobre perros.

Tu sonrisa me regaló paz y confianza.

Consulté al doctor por teléfono el día de ayer.

El héroe supera muchos obstáculos.

23
EL OBJETO INDIRECTO

El objeto indirecto puede estar representado por una


construcción encabezada por la preposición a o por un pronombre
y especifica al destinatario del evento verbal. Por ejemplo:

Contó lo sucedido a sus amigos.

✓ Con frecuencia acompaña al objeto directo y para reconocerlo se lo puede


reemplazar por le o les.

Les contó lo sucedido.

✓ A veces aparece duplicado con los pronombres le o les.


Por ejemplo: Les contó lo sucedido a sus amigos.

¡Atención!
Si se reemplazan los dos tipos de objetos a la vez
(directo e indirecto) en una misma oración, los pronombres de
objeto indirecto le y les se sustituyen por el pronombre se,
válido tanto en singular como en plural. Así se evita la
repetición del sonido /l/. Por ejemplo:

24
Le dimos las instrucciones al alumno.

Se las dimos.

Les pedimos ayuda a los profesores.

Se la pedimos.

LOS PRONOMBRES DE LOS OBJETOS

Los pronombres que reemplazan al objeto directo


(lo, los, la, las) y los que sustituyen al objeto indirecto (le, les)
corresponden a la tercer persona. Sin embargo, estos objetos
también pueden hacer referencia a otras personas y se
reemplazan por los pronombres correspondientes.

Cuando un objeto, ya sea directo o indirecto, se


refiere a la primera persona singular se reemplaza por me;
cuando alude a la segunda persona singular se reemplaza por
te, y cuando se refiere a la primera persona plural, se reemplaza
por nos. Por ejemplo:

Yo me miré. (od de primera persona singular)

Yo te miré. (od de segunda persona singular)

Nos miraron. (od de primera persona plural)

Yo me armé la carpa. (oi de primera persona singular)

Yo te armé la carpa. (oi de segunda persona singular)

Nos armaron la carpa (oi de primera persona plural)

o Para reconocer si estos pronombres constituyen a un


objeto directo o a uno indirecto podemos confrontarlos
con pronombres de tercera persona (Yo me miré/ Yo lo
miré; Nos armaron la carpa/ Les armaron la carpa)

25
LOS CIRCUNSTANCIALES

Los circunstanciales (circ) son modificadores del


núcleo verbal que precisan las circunstancias en las que
ocurre el evento verbal: el tiempo en el que sucede, el lugar,
el modo, entre otros. Pueden estar formados por adverbios,
construcciones sustantivas o construcciones encabezadas
por preposición. Por ejemplo:

Los chicos llegaron hoy. (Adverbio)

Viajaron a Córdoba. (Construcción encabezada por preposición)

Todos los días, realizamos actividades. (Construcción sustantiva)

Según la información que aporten, los circunstanciales


se clasifican en distintos tipos. La mayoría se puede reconocer
mediante una pregunta.

¡Atención!
Los circunstanciales de negación, de afirmación
y de duda no se pueden reconocer mediante una pregunta
pero son fáciles de identificar.

ACTIVIDADES

1) Analizá sintácticamente las siguientes oraciones:

El director llegó al teatro con su esposa caminando.

El público llegó tarde.

26
El tiempo pasó muy rápido.

Las puertas del auditorio se destraban fácilmente.

Destrabó las puertas con las manos y sin dificultad.

ACTIVIDADES:

1) Buscá en el siguiente texto pronombres personales, posesivos y demostrativos y completá


el siguiente cuadro:
Espiral (fragmento)

Regresé a casa en la madrugada, cayéndome de sueño.


Al entrar, todo oscuro. Para no despertar a nadie, avancé
de puntillas y llegué a la escalera de caracol que conducía
a mi cuarto. Apenas puse el pie en el primer escalón dudé
de si esa era mi casa o una casa idéntica a la mía. Y
mientras subía, temí que otro muchacho, igual a mí,
estuviera durmiendo en mi cuarto y acaso soñándome en
el acto mismo de subir la escalera de caracol. Di la última
vuelta, abrí la puerta y allí estaba él, o yo, todo iluminado
de luna, sentado en la cama, con los ojos bien abiertos...
En ese momento, oímos ruidos de pasos en la escalera
de caracol.

Espiral, Enrique Anderson Imbert, Cuentos II, Buenos Aires, 2010, fragmento.

27
ANTOLOGÍA
DE CUENTO
FANTÁSTICO

28
EL RETRATO OVAL

Edgar Allan Poe

El castillo en el cual a mi criado se le había ocurrido penetrar a


la fuerza en vez de permitirme, malhadadamente herido como
estaba, pasar una noche al ras, era uno de esos edificios
mezcla de grandeza y de melancolía que durante tanto tiempo
levantaron sus altivas frentes en medio de los Apeninos, tanto
en la realidad como en la imaginación de Mistress Radcliffe.
Según toda apariencia, el castillo había sido recientemente
abandonado, aunque temporariamente. Nos instalamos en una
de las habitaciones más pequeñas y menos suntuosamente
amuebladas. Estaba situada en una torre aislada del resto del

29
edificio. Su decorado era rico, pero antiguo y sumamente
deteriorado. Los muros estaban cubiertos de tapicerías y
adornados con numerosos trofeos heráldicos de toda clase, y
de ellos pendían un número verdaderamente prodigioso de
pinturas modernas, ricas de estilo, encerradas en sendos
marcos dorados, de gusto arabesco. Me produjeron profundo
interés, y quizá mi incipiente delirio fue la causa, aquellos
cuadros colgados no solamente en las paredes principales,
sino también en una porción de rincones que la arquitectura
caprichosa del castillo hacía inevitable; hice a Pedro cerrar los
pesados postigos del salón, pues ya era hora avanzada,
encender un gran candelabro de muchos brazos colocado al
lado de mi cabecera, y abrir completamente las cortinas de
negro terciopelo, guarnecidas de festones, que rodeaban el
lecho. Quíselo así para poder, al menos, si no reconciliaba el
sueño, distraerme alternativamente entre la contemplación de
estas pinturas y la lectura de un pequeño volumen que había
encontrado sobre la almohada, en que se criticaban y
analizaban.

Leí largo tiempo; contemplé las pinturas religiosas


devotamente; las horas huyeron, rápidas y silenciosas, y llegó
la media noche. La posición del candelabro me molestaba, y
extendiendo la mano con dificultad para no turbar el sueño de
mi criado, lo coloqué de modo que arrojase la luz de lleno sobre
el libro.

Pero este movimiento produjo un efecto completamente


inesperado. La luz de sus numerosas bujías dio de pleno en un
nicho del salón que una de las columnas del lecho había hasta
entonces cubierto con una sombra profunda. Vi envuelto en
viva luz un cuadro que hasta entonces no advirtiera. Era el
retrato de una joven ya formada, casi mujer. Lo contemplé
rápidamente y cerré los ojos. ¿Por qué? No me lo expliqué al
principio; pero, en tanto que mis ojos permanecieron cerrados,
analicé rápidamente el motivo que me los hacía cerrar. Era un
movimiento involuntario para ganar tiempo y recapacitar, para
asegurarme de que mi vista no me había engañado, para
calmar y preparar mi espíritu a una contemplación más fría y
más serena. Al cabo de algunos momentos, miré de nuevo el
lienzo fijamente.

No era posible dudar, aun cuando lo hubiese querido; porque el


primer rayo de luz al caer sobre el lienzo, había desvanecido el
estupor delirante de que mis sentidos se hallaban poseídos,
haciéndome volver repentinamente a la realidad de la vida.

30
El cuadro representaba, como ya he dicho, a una joven. Se
trataba sencillamente de un retrato de medio cuerpo, todo en
este estilo que se llama, en lenguaje técnico, estilo de viñeta;
había en él mucho de la manera de pintar de Sally en sus
cabezas favoritas. Los brazos, el seno y las puntas de sus
radiantes cabellos, pendíanse en la sombra vaga, pero
profunda, que servía de fondo a la

imagen. El marco era oval, magníficamente dorado, y de un


bello estilo morisco. Tal vez no fuese ni la ejecución de la obra,
ni la excepcional belleza de su fisonomía lo que me impresionó
tan repentina y profundamente. No podía creer que mi
imaginación, al salir de su delirio, hubiese tomado la cabeza
por la de una persona viva. Empero, los detalles del dibujo, el
estilo de viñeta y el aspecto del marco, no me permitieron
dudar ni un solo instante. Abismado en estas reflexiones,
permanecí una hora entera con los ojos fijos en el retrato.
Aquella inexplicable expresión de realidad y vida que al
principio me hiciera estremecer, acabó por subyugarme. Lleno
de terror y respeto, volví el candelabro a su primera posición, y
habiendo así apartado de mi vista la causa de mi profunda
agitación, me apoderé ansiosamente del volumen que contenía
la historia y descripción de los cuadros. Busqué
inmediatamente el número correspondiente al que marcaba el
retrato oval, y leí la extraña y singular historia siguiente:

“Era una joven de peregrina belleza, tan graciosa como


amable, que en mal hora amó al pintor y se desposó con él. Él
tenía un carácter apasionado, estudioso y austero, y había
puesto en el arte sus amores; ella, joven, de rarísima belleza,
toda luz y sonrisas, con la alegría de un cervatillo, amándolo
todo, no odiando más que el arte, que era su rival, no temiendo
más que la paleta, los pinceles y demás instrumentos
importunos que le arrebataban el amor de su adorado. Terrible
impresión causó a la dama oír al pintor hablar del deseo de
retratarla. Mas era humilde y sumisa, y sentóse pacientemente,
durante largas semanas, en la sombría y alta habitación de la
torre, donde la luz se filtraba sobre el pálido lienzo solamente
por el cielo raso. El artista cifraba su gloria en su obra, que
avanzaba de hora en hora, de día en día. Y era un hombre
vehemente, extraño, pensativo y que se perdía en mil
ensueños; tanto que no veía que la luz que penetraba tan
lúgubremente en esta torre aislada secaba la salud y los

31
encantos de su mujer, que se consumía para todos excepto
para él. Ella, no obstante, sonreía más y más, porque veía que
el pintor, que disfrutaba de gran fama, experimentaba un vivo y
ardiente placer en su tarea, y trabajaba noche y día para
trasladar al lienzo la imagen de la que tanto amaba, la cual de
día en día tornábase más débil y desanimada. Y, en verdad, los
que contemplaban el retrato, comentaban en voz baja su
semejanza maravillosa, prueba palpable del genio del pintor, y
del profundo amor que su modelo le inspiraba. Pero, al fin,
cuando el trabajo tocaba a su término, no se permitió a nadie
entrar en la torre; porque el pintor había llegado a enloquecer
por el ardor con que tomaba su trabajo, y levantaba los ojos
rara vez del lienzo, ni aun para mirar el rostro de su esposa. Y
no podía ver que los colores que extendía sobre el lienzo
borrábanse de las mejillas de la que tenía sentada a su lado. Y
cuando muchas semanas hubieron transcurrido, y no restaba
por hacer más que una cosa muy pequeña, sólo dar un toque
sobre la boca y otro sobre los ojos, el alma de la dama palpitó
aún, como la llama de una lámpara que está próxima a
extinguirse. Y entonces el pintor dio los toques, y durante un
instante quedó en éxtasis ante el trabajo que había ejecutado.
Pero un minuto después, estremeciéndose, palideció
intensamente herido por el terror, y gritó con voz terrible: “¡En
verdad, esta es la vida misma!” Se volvió bruscamente para
mirar a su bien amada: ¡Estaba muerta!“

32
“CASA TOMADA”

Julio Cortázar

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa


y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más
ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los
recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros
padres y toda la infancia.

Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en


ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho
personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana,
levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a
Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina.
Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba
nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba
grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y
cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces
llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos.
Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me
murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos.
Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que
el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era
necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros
bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día,
vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la
echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los
ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos
justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.

Irene era una chica nacida para no molestar a


nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día
tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto,
yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa
labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así,

33
tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno,
medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía
un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo
no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de
lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas
horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene
tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve
que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar
una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había
novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada
valioso a la Argentina.

Pero es de la casa que me interesa hablar, de la


casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto
qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro,
pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo
sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda
de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lilas. Estaban
con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor
para preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas. No
necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata
de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente
la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a
mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos
plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en
el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era
hermoso.

Cómo no acordarme de la distribución de la casa.


El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres
dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que
mira hacia

Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza


puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había
un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al
cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la
casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al
living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la
cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de
nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la
parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la
puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o
bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta

34
y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el
baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa
era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento
de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo
vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos
más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza,
pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos
Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes
y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla
una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y
entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo
sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un
momento después se deposita de nuevo en los muebles y los
pianos.

Lo recordaré siempre con claridad porque fue


simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su
dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me
ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo
hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al
codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el
comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo,
como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado
susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un
segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde
aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la pared antes
de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el
cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y
además corrí el gran cerrojo para más seguridad.

Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve


de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:

-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del
fondo.

Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos


cansados. -¿Estás seguro?

Asentí.

-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en


este lado.

35
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella
tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejía un
chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.

Los primeros días nos pareció penoso porque


ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que
queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo,
estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de
Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto
solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón
de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.

-No está aquí.

Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al


otro lado de la casa.

Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se


simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y
media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de
brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina
y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se
decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene
cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos
porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los
dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos
bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de
comida fiambre.

Irene estaba contenta porque le quedaba más


tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los
libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la
colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el
tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi
siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más
cómodo. A veces Irene decía:

-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un


dibujo de trébol?

Un rato después era yo el que le ponía ante los


ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún
sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco
empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.

36
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me
desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de
estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la
garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes
sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros
dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se
escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar,
toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del
velador, los mutuos y frecuentes insomnios.

Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De


día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas
de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La
puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y
el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos
a hablar en voz más alta o Irene cantaba canciones de cuna.
En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para
que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces
permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los
dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a
media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo
creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a
soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)

Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias.


De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que
iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la
puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en
la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo
apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca
manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos
quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que
eran

de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en


el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.

No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene


y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos
hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos,
a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos
quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.

-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le

37
colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se
perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del
otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.

-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté


inútilmente.

-No, nada.

Estábamos con lo puesto. Me acordé de los


quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde
ahora.

Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las


once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo
creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de
alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la
llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le
ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la
casa tomada.

38
“EL ALMOHADÓN DE PLUMAS”

(Cuentos de amor, de locura y de muerte, (1917))

Horacio Quiroga

Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia,


angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus
soñadas niñerías de novia. Lo quería mucho, sin embargo, a
veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de
noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta
estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su
parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.

Durante tres meses —se habían casado en abril—


vivieron una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado

39
menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e
incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la
contenía siempre.

La casa en que vivían influía un poco en sus


estremecimientos. La blancura del patio silencioso —frisos,
columnas y estatuas de mármol— producía una otoñal
impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del
estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba
aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a
otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo
abandono hubiera sensibilizado su resonancia.

En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el


otoño. No obstante, había concluido por echar un velo sobre
sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin
querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.

No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque


de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia
no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín
apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado.
De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la
cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los
brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado,
redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los
sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida
en su cuello, sin moverse ni decir una palabra.

Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada.


Al día siguiente amaneció desvanecida. El médico de Jordán la
examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso
absolutos.

—No sé —le dijo a Jordán en la puerta de calle,


con la voz todavía baja—. Tiene una gran debilidad que no me
explico, y sin vómitos, nada... . Si mañana se despierta como
hoy, llámeme enseguida.

Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta.


Contándose una anemia de marcha agudísima, completamente
inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba
visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con
las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin
oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala,
también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un

40
extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra
ahogaba sus pesos. A ratos entraba en el dormitorio y
proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su
mujer cada vez que caminaba en su dirección.

Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones,


confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a
ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente
abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del
respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente mirando
fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y
labios se perlaron de sudor.

— ¡Jordán! ¡Jordán! —clamó, rígida de espanto, sin dejar


de mirar la alfombra.

Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio


un alarido de horror.

— ¡Soy yo, Alicia, soy yo!

Alicia lo miró con extravío, miró la alfombra, volvió


a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación,
se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido,
acariciándola temblando.

Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un


antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía
fijos en ella los ojos.

Los médicos volvieron inútilmente. Había allí


delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día
a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última
consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban,
pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo
rato en silencio y siguieron al comedor.

—Pst... —se encogió de hombros desalentado su


médico—. Es un caso serio... poco hay que hacer...

— ¡Sólo eso me faltaba! —resopló Jordán. Y tamborileó


bruscamente sobre la mesa.

Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia,


agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras

41
horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada
mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que
únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de
sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar
desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde
el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas
podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún
que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares
avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la
cama y trepaban dificultosamente por la colcha.

Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales


deliró sin cesar a media voz. Las luces continuaban
fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el
silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio
monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado de los
eternos pasos de Jordán.

Murió, por fin. La sirvienta, que entró después a


deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el
almohadón.

— ¡Señor! —Llamó a Jordán en voz baja—. En el


almohadón hay manchas que parecen de sangre.

Jordán se acercó rápidamente y se dobló a su vez.


Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados del hueco que
había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.

—Parecen picaduras —murmuró la sirvienta después de


un rato de inmóvil observación.

—Levántelo a la luz —le dijo Jordán.

La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer,


y se quedó mirando a aquel, lívida y temblando. Sin saber por
qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.

— ¿Qué hay? —murmuró con la voz ronca.

—Pesa mucho —articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.

Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente.


Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó
42
funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y
la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta,
llevándose las manos crispadas a los bandos: — sobre el
fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas
velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y
viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la
boca.

Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había


aplicado sigilosamente su boca

—su trompa, mejor dicho— a las sienes de aquella,


chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La
remoción diaria del almohadón había impedido sin dada su
desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la
succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había
vaciado a Alicia.

Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio


habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones
enormes. La sangre humana parece serles particularmente
favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.

Un creyente

G.L Frost

Al caer de la tarde, dos desconocidos se encontraron en los oscuros


corredores de una galería de cuadros, Con un ligero escalofrío, uno
de ellos dijo:

- Este lugar es siniestro. ¿Usted cree en fantasmas? - yo no -


respondió el otro- . ¿Y usted? - Yo sí-dijo el primero. Y
desapareció.

Sueño de la mariposa

Del libro de Chuang Tzu

Chiang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era
Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y
estaba soñando que era Tzu.

43
Final para un cuento fantástico

I.A. Ireland

- ¡Qué extraño! – dijo la muchacha avanzando cautelosamente-.


¡Qué puerta más pesada!

La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.

- ¡Dios mío! – dijo el hombre-. Me parece que no tiene picaporte del


lado de adentro. ¡Cómo! ¡Nos ha encerrado los dos!

- A los dos no. A uno solo – dijo la muchacha.

Pasó a través de la puerta y desapareció.

Quirón

Enrique Anderson Imbert, El gato de Cheshire

Desde muy niño Quirón admiró la belleza de los caballos. Los veía
galopar por la llanura, y el alma se le iba por los ojos como si
también ella galopase lejos de las casas. Si tocaba el anca o el
cuello de algún caballo manso, le decía ternezas con la mano, si
ofrecía azúcar, se le estremecía de placer cuando el belfo blando del
caballo se la tocaba. Hubiera querido hablar con el caballo, y trataba
de comprender su lenguaje: el piafar, el relinchar, el temblor de la
piel, el revolcarse por el polvo, el movimiento de las orejas y la cola,
el modo de beber y de comer. Pero comunicarse con él no podía: en
cuanto hundía su vista en los grandes ojos oscuros del caballo ya se
sabía rechazado. Una mañana los padres lo encontraron dormido
sobre la paja del establo, al lado de un zaino ciego: había pasado
toda la noche acompañándolo. Otro día los padres lo ayudaron a que
montase en pelo sobre una jaca, y aprendió a no caerse. Así creció,
hasta que, ya hecho un hombre, quiso domar un potro. En medio de
un horizonte redondo -verde, azul- aquello fue una fiesta de curvas
en que el aire corcoveaba. El jinete se fue absorbiendo al potro. Un
hombre y un caballo, un hombre-caballo, un hombre con un caballo
dentro. Y de pronto, sin haber desmontado, se encontró caminando
por el campo, sólo que ahora caminaba en cuatro patas. El centauro
Quirón quiso decir algo y relinchó.

44
Unidad 4:

Predicativo subjetivo. Obligatorio y no obligatorio.

Voz pasiva, voz activa.

Complemento agente.

Literatura: género lírico.

PREDICATIVO SUBJETIVO

Lean el siguiente diálogo y presten atención a los términos destacados:

- ¿Viste la peli que recomendaron en clase? El nombre es El


libro de la selva. - Todavía no pero según Ana esa película
está buenísima. ¿La vemos juntos? - ¡Dale! Esa idea me

45
parece copada.

Dentro del predicado el modificador del verbo que aporta


una característica del núcleo del sujeto se denomina
PREDICATIVO SUBJETIVO. El mismo concuerda en género y
número con el sujeto. Puede estar formado por:

- Un sustantivo: Juan es abogado.

- Un adjetivo: Los alumnos son estudiosos.

- Construcción sustantiva: Juan es abogado honesto.

- Construcción adjetiva: Los alumnos son muy estudiosos.

- Una construcción encabezada por una proposición: Juan es de


buen carácter.

¡Atención!
No confundir el predicativo subjetivo con el circunstancial
de modo. Esto puede suceder porque los dos responden
a la pregunta ¿cómo? pero se diferencian porque están
formados por distintas clases de palabras y el predicativo
concuerda en género y número con el sujeto.
Ejemplos:

María llegó rápido a su casa.

C. de modo

María estaba cansada.

Predicativo subjetivo

46
ACTIVIDADES:

1) Escribí un predicativo subjetivo adecuado para cada una de las oraciones:

a) La tarea resulta _______________.

b) Los perros ladran ______________.

c) Las series de Netflix son __________.

d) Este año fue ___________________.

EL PREDICATIVO SUBJETIVO OBLIGATORIO Y NO OBLIGATORIO


1) Marcá con una cruz las construcciones que necesitan un constituyente para completar su
significado:

47
El caballo es.

La heroína huye.

Los corceles parecen.

El hechicero medita.

Los verbos copulativos (ser, estar, parecer, semejar,


resultar) exigen obligatoriamente un constituyente que complete su
significado. Este constituyente funciona como predicativo subjetivo
obligatorio (p.s.o.)

Cuando no hay verbo copulativo se denomina al predicativo


subjetivo no obligatorio (p.s.o).

Ejemplos:

Juan es un abogado honesto.

Juan llegó a su casa cansado.

ACTIVIDADES

2) Inventen un predicativo subjetivo obligatorio para completar cada oración. Alternen entre
construcciones sustantivas, adjetivas y con preposición.

48
a. Esa película es

b. Me pareció

c. La casa estaba

d. Por un buen rato, todos permanecieron

3) Elaborá una oración con cada uno de los siguientes adjetivos en


la función de predicativo subjetivo obligatorio.

maravillosas - melancólicos - detectivesco - divertida - interminable

4) Indicá cuál es el modificador del verbo que presentan las


siguientes oraciones utilizando estas referencias:

P: predicativo subjetivo obligatorio

O: objeto directo

M: circunstancial de modo

L: circunstancial de lugar

a. Lo encontraron esa misma tarde.

b. Ese bolso parece de jean.

49
c. El operativo había sido un trámite.

d. El formulario para el trámite está sobre el banco.

e. Todos habían actuado velozmente.

f. Comieron demasiado rápido.

g. Los chicos de 7° se quedaron pasmados.

h. Los chicos de 7° se quedaron en el salón de actos.

5) Reconocé los predicativos en las siguientes oraciones e indicá si son obligatorio o no


obligatorios.

a. Los chicos estudiaron la lección muy concentrados.


b. Los chicos están muy concentrados.

c. Bajaron al recreo entusiasmados.

d. El alumno parece entusiasmado.

e. Llegó dormido al colegio.

6) Determiná si el constituyente subrayado en cada oración es un


predicativo subjetivo o un circunstancial de modo.

50
El agua se agita lentamente.

El agua se ve cristalina.

7) Completá las oraciones con el modificador que se indica.

CIRCUNSTANCIAL DE MODO:

Irina danza _______________.

Irina y Eva entrenan ____________.

PREDICATIVO SUBJETIVO

Irina danza ___________.

Julio y Carla entrenan ____________.

8) Analizá sintácticamente las siguientes oraciones.

a. Ese tipo parece de confianza.

51
b. Toda mi vida es el ayer.

c. Encontraron el libro en la mochila de su hermano.

d. La función estuvo increíble.

e. Los vecinos resultaron muy amables y vinieron felices a nuestra reunión.

Lengua en uso

Depende, todo depende. Una misma construcción puede cumplir


funciones distintas según el contexto en el que aparezca. Lo mismo
ocurre con las clasificaciones de los verbos: un verbo copulativo deja
de serlo cuando está seguido por un circunstancial de lugar (Juan
está en su cuarto); un verbo transitivo puede dejar de serlo en
determinados contextos (Pedro está comiendo; María canta
bárbaro), y a veces un verbo intransitivo puede transitivizarse
(Martina corrió una maratón)

1) Determiná qué función sintáctica cumple la construcción “un lugar agradable” en cada
oración.

a. El hotel era un lugar agradable

b. Los chicos están en un lugar agradable.

52
c. La casona parecía un lugar agradable.

d. Encontraron un lugar agradable para dormir.

e. “Un lugar agradable” no es la construcción más específica para definir nuestro hotel.

2) Anotá si los núcleos verbales de las siguientes


oraciones son verbos copulativos (C), no copulativos (N),
transitivos (T) o intransitivos (I).

a. Juan pintó un hermoso paisaje.

b. Juan pinta genial

c. Pedro quedó fascinado.

d. Pedro se quedó donde estaba.

e. Mariana sigue a Pedro en Twitter.

f. Mariana sigue molesta por lo que pasó.

g. La gata está sentada.

53
h. La gata está en el asiento de la cocina.

i. Zoe escribe poemas humorísticos.

LA VOZ ACTIVA Y LA VOZ PASIVA

● Lean el siguiente texto y comenten de a dos:


Lucas cumplió años. La fiesta fue organizada
por Cecilia. Todos colaboraron con alguna tarea. Después de
muchas vueltas, la música fue seleccionada por Octavio. El
agasajado quedó encantado.

a. Identifiquen los sujetos de las dos primeras oraciones.

b. ¿Quién lleva a cabo el evento de cumplir años? ¿Y el


de organizar una fiesta?

c. ¿La entidad que realiza el evento verbal cumple


siempre la función de sujeto?

La voz activa y la voz pasiva son dos formas

54
de construir oraciones. En la voz activa el sujeto es la
entidad que realiza el evento verbal; en la voz pasiva el
sujeto es la entidad que recibe ese evento o se ve
afectada por él. Por ejemplo:

Cecilia organizó la fiesta. Voz activa

La fiesta fue organizada por Cecilia. Voz pasiva

En el pasaje de la voz activa a la voz pasiva se producen los siguientes cambios:

Voz activa sujeto (Cecilia) / verbo (organizó) / objeto directo (la fiesta)

Voz pasiva sujeto (La fiesta) / frase verbal (fue organizada) / complemento agente (por Cecilia)

★ La frase verbal pasiva está formada por el verbo ser


conjugado y el participio del verbo principal. El verbo
ser mantiene el tiempo de la voz activa y el participio
concuerda en género y número con el núcleo del sujeto.

★ El complemento agente (comp ag) es un modificador del


predicado, señala la entidad que realiza el evento verbal.
Comienza con la preposición por, seguida de su
correspondiente término. ¡Atención! Este complemento
puede aparecer solo en oraciones pasivas, pero no todas
las oraciones pasivas lo incluyen: el emisor del enunciado
puede optar entre explicitar el agente del evento verbal u
omitirlo.

55
Género lírico: La poesía
Cultivo una rosa blanca

Cultivo una rosa blanca


en junio como en enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.

Y para el cruel que me arranca


el corazón con qué vivo,
cardo ni ortiga cultivo:
cultivo la rosa blanca.
José Martí

56
Temo
Rima
XXIII
Por una mirada, un mundo

Por una mirada, un mundo,


por una sonrisa, un cielo,
por un beso... ¡yo no sé
que te diera por un beso!

Gustavo Adolfo Bécquer

Eternidad

LA POESÍA
La poesía es un género literario en el que se
expresan sentimientos e ideas con un lenguaje
especial que intenta producir nuevos sentidos para
las palabras de todos los días. Predomina la
función estética del lenguaje.
Algunas particularidades de este género son:

57
● VOZ: En poesía se denomina yo lírico o
poético a la voz que expresa el poema.
No debemos confundir el yo lírico con
el autor del poema.

● ORGANIZACIÓN TEXTUAL: Los


poemas se organizan en versos y
estrofas. El verso es cada línea del
poema, la unidad mínima de toda
poesía; la estrofa es los conjuntos de
versos separados por un espacio.

➔ Leer la siguiente poesía

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

Miguel Hernández

1) Marcá con una X el tema del poema y justificá con versos del mismo
a. El amor
b. La tristeza
c. La guerra
d. Las palabras

58
2) ¿Cuál es la palabra que se repite? ¿Por qué piensan que el autor emplea este recurso?

3) Describí qué piensa el yo lírico de la guerra.

LOS RECURSOS POÉTICOS

La poesía utiliza diferentes recursos para


transmitir sentidos y vivencias.

❖ Recursos sonoros: La rima es la coincidencia


de todos o algunos sonidos a partir de la
última vocal acentuada. Existen dos tipos de
rima:
Asonante: coinciden solo las vocales
(armas/palabras).
Consonante: coinciden todos los sonidos,
vocales y consonantes. (tristeza/pereza).

Cuando los poemas no presentan coincidencia


de sonidos se denominan poemas de verso
libre.

➔ Actividades

1) Indicá si la rima es asonante o consonante en los siguientes versos.

Porque veo al final de mi rudo camino


que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
qué si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel y mieles sabrosas.

59
Amado Nervo

Y he pensado en sus ojos


y en sus pies numerosos.

César Vallejo

2) Escribí en tu carpeta dos rimas disparatadas, una consonante y otra asonante.

Más recursos poéticos


A diferencia de los sonoros, los recursos
semánticos actúan sobre el significado de las palabras
y juegan con las relaciones que se pueden establecer
entre ellas. Algunos recursos semánticos son:

❖ Imágenes sensoriales: apelan a los cinco


sentidos del lector: la vista, el tacto, el gusto, el
olfato y la audición. Por ejemplo: su reloj
amarillo (imagen visual)
la noche congela (imagen táctil).

❖ Personificación: consiste en atribuirles


características humanas a seres inanimados o
animales. Ejemplo: Hoy me mira la luna.

❖ Comparación: relaciona dos elementos por sus


características en común. Para hacerlo utiliza

60
los nexos como o cual. Por ejemplo: y como un
perro herido rodó a mis pies mi capa.

❖ Metáfora: establece una relación entre dos


elementos, pero sin utilizar nexo. Nos damos
cuenta de esa relación por los rasgos que
comparten los elementos relacionados.
Ejemplo: La primavera de tu vida (es una
metáfora de juventud).

❖ Hipéroble: es una exageración. Ejemplo: Lloré


tanto que inundé los desiertos.

❖ Antítesis: es la contradicción entre dos


palabras o frases. Ejemplo: El sol oscuro.

Actividad
1) Leé el siguiente poema:

Bajo un sol apagado de abril


deambulo por estas playas
tan muertas como el desierto,
buscándote entre los médanos.

El viento me trae tu voz,


las olas repiten tu adiós.
La noche es luz enceguecedora;
el día, una gran oscuridad.

Te fuiste en un silencio ensordecedor,


con las estrellas vigilando tus pasos.
Perseguías un porvenir de fama,
en una ciudad brillante de rascacielos.

61
Y yo no corrí detrás de tu perfume,
por temor a lo que no tiene tu nombre.
Ahora el mar, en su inmensidad,
me recuerda mi error y mi soledad.

2) Buscar y marcar en el poema: una antítesis, una hipérbole y una personificación.

Gato negro

Si vas caminando
y todo el silencio
cruza sigiloso
en un gato negro,
se empina la sombra
y el temor se espiga,
y el sudor se extiende,
caracol de intriga.

Viene de la noche
y de una pantera
qué bebió demasiado
de la selva entera.
Se duerme en las finas

62
hojas de la historia,
desarma el ovillo
gris de la memoria.

Viene de Egipto
de los faraones,
guardando secretos
en los edredones.
Fibras que se tensan,
su musculatura;
brasas que te asedian,
su mirada dura.

Y cuando en acecho
prepara un zarpazo,
la noche congela
su fondo de raso.

Si algún gato negro


corta tu camino,
disfruta sus bellos
pasos de felino.

(Que la mala suerte


gatos no precisa,
y es tuya la piedra
del llanto o la risa.)

María Cristina Ramos


En Desierto de mar y otros poemas

Crepúsculo

63
La media luna de Flores
encima de un paraíso.

Paraíso de vereda,
bien podado y bien sumiso.

Estoy erguido a su lado


como si fuera un amigo.

Todo lo observo: las calles,


el crepúsculo, el vecino.

Ahora me iré hasta la plaza,


cinco cuadras de camino.

Oscuridad de la fronda,
lápida del banco frío.

Tal vez compre algún diario


para leer solo el título.

Luego buscaré la torre


y su reloj amarillo.

Diré en voz baja: las nueve…


Igual que anoche, arbolito.

O me quedaré en la esquina,
las manos en los bolsillos.

Baldomero Fernández Moreno


En Las cien mejores poesías de Fernández Moreno

64
Poema X

Hemos perdido aun este crepúsculo.


Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.

He visto desde mi ventana


la fiesta del poniente en los cerros lejanos.

A veces como una moneda


se encendía un pedazo de sol entre mis manos.

Yo te recordaba con el alma apretada


de esa tristeza que tú me conoces.

Entonces, ¿dónde estabas?


¿Entre qué gentes?
¿Diciendo qué palabras?
¿Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?

Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,


y como un perro herido rodó a mis pies en mi capa.

Siempre, siempre te alejas en las tardes


hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.

Pablo Neruda
En 20 poemas de amor y una canción desesperada

Viaje

65
Hoy me mira la luna
blanca y desmesurada.

Es la misma de anoche,
la misma de mañana.

Pero es otra, que nunca


fue tan grande y tan pálida.

Tiemblo como las luces


tiemblan sobre las aguas.

Tiemblo como en los ojos


suelen temblar las lágrimas.

Tiemblo como en las carnes


sabe temblar el alma.

¡Oh! la luna ha movido


sus dos labios de plata.

¡Oh! la luna me ha dicho


las tres viejas palabras:

“Muerte, amor y misterio…”


¡Oh, mis carnes se acaban!

Sobre las carnes muertas


alma mía se enarca.
66
Alma -gato nocturno-
sobre la luna salta.

Va por los cielos largos


triste y acurrucada.

Va por los cielos largos


sobre la luna blanca.

Actividades
1) Subrayen fragmentos de las poesías que justifiquen la siguiente afirmación:

“Gato negro”, “Crepúsculo”, “Poema X” y “Viaje” tienen en común la noche como


tema.

2) Respondan las siguientes preguntas.


a) ¿Qué poesías están escritas en primera persona?

b) ¿Cuál es el consejo final que se plantea en “Gato negro”?


¿Qué idea sobre estos animales critica?

c) ¿Qué sensaciones se expresan en “Viaje”?

3) Marquen con una X las frases que no sintetizan lo que transmite “Poema X”.

A) Las estaciones frías del año provocan tristeza y melancolía en una persona.
B) Una persona enamorada le transmite a su amor lo que siente.
C) Una persona se siente triste y melancólica por la ausencia del ser amado.
D) La naturaleza inspira versos sobre su belleza.

67
4) Anoten las palabras que más se repiten en los
siguientes poemas y justifiquen por qué creen que se da
esa repetición.
● “Gato negro”

● “Poema x”

● “Viaje”

5) Analizar la rima en los poemas anteriores.

68

También podría gustarte