Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 168

Tabla de contenido

Reseña
Dedicatoria
Prefacio
1. Capítulo 1
2. Capítulo 2
3. Capítulo 3
4. Capítulo 4
5. Capítulo 5
6. Capítulo 6
7. Capítulo 7
8. Capítulo 8
9. Capítulo 9
10. Capítulo 10
11. Capítulo 11
12. Capítulo 12
13. Capítulo 13
14. Capítulo 14
15. Capítulo 15
16. Capítulo 16
17. Capítulo 17
18. Capítulo 18
19. Capítulo 19
20. Capítulo 20
21. Capítulo 21
22. Capítulo 22
Epílogo
Nota del autor
Agradecimientos
¿Qué viene después?
Un adelanto de Una mentira maníaca
Una mentira encantadora
Addison Beck
CRÉDITOS

Indie Author Creative


Editora: Angela O'Connell
Diseño de portada y formato: Kari Monty
Copyright © 2023 por Addison Beck

Reservados todos los derechos.

TRADUCCIÓN Y CORRECCIÓN: NEWFOLDER

Traducción al español NO OFICIAL por fans y para fans sin fines de lucro. Por favor, apoyen al
autor comprando su historia en las plataformas oficiales y no difundan por redes sociales como
Instagram, TikTok, Twitter, etc.
Contenido
Reseña
Dedicatoria
Prefacio
1. Capítulo 1
2. Capítulo 2
3. Capítulo 3
4. Capítulo 4
5. Capítulo 5
6. Capítulo 6
7. Capítulo 7
8. Capítulo 8
9. Capítulo 9
10. Capítulo 10
11. Capítulo 11
12. Capítulo 12
13. Capítulo 13
14. Capítulo 14
15. Capítulo 15
16. Capítulo 16
17. Capítulo 17
18. Capítulo 18
19. Capítulo 19
20. Capítulo 20
21. Capítulo 21
22. Capítulo 22
Epílogo
Nota del autor
Agradecimientos
¿Qué viene después?
Un adelanto de Una mentira maníaca
Reseña
Alguien necesita decirme que no está bien estar enamorado de mi mejor amigo.
Daniel:
Toda mi vida, Magnus ha sido mi mundo entero. No es fácil estar enamorado de tu
ardiente e increíblemente perfecto mejor amigo. Ciertamente no es fácil verlo saltar de
chico en chica en chico a la primera de cambio1, pero estoy sobreviviendo.
Principalmente sobreviviendo.
Entonces, cuando me propone enseñarme sobre sexo, ¿cómo puedo decirle que no?
A pesar de todas las razones por las que es una idea terrible, tengo que aprovechar la
oportunidad. Si esta es la única manera de tenerlo, entonces tomaré lo que pueda
conseguir.
Sólo espero que esto no termine con una amistad dañada, dejándome aún más
desconsolado de lo que ya estoy.
Un chico tiene que ser optimista, ¿verdad?
One Lovely Lie (‘’Una mentira encantadora’’) es un romance MM de amigos a amantes, de
ritmo rápido y picante, con amigos extravagantes, momentos dignos de subir el azúcar y un
felices por siempre (HEA)2 que derretirá tu corazón. Advertencia: uso de drogas, personaje
secundario que muestra signos de enfermedad mental.

1
At the drop of a hat, significa de manera literal ‘’A la caída de un sombrero’’ que es como decir algo que se
hace rápido, sin vacilación, o sea, ‘’a la primera de cambio’’ o ‘’en un abrir y cerrar de ojos’’.
2
HEA: Happily Ever After, que significa final feliz
Para todos los que me dijeron que moviera el culo, creyera en mí misma y escribiera un libro.
Esto es para ustedes.
Prefacio
Escribí mi primer libro cuando tenía diez años. Por supuesto que era un terrible montón de
basura sin una trama discernible y sólo dos personajes, pero un libro es un libro. Estaba tan
increíblemente orgullosa de mí misma que se lo mostré a todos los que quisieran leerlo. No
hace falta decir que también pensaron que era un gran montón de basura.
Durante el resto de mi vida (o supongo que desde entonces), he soñado con escribir un
verdadero libro. Quería escribir algo que transportara a la gente a otro mundo, que les
hiciera olvidar sus problemas, que les hiciera enamorarse, que les rompiera el corazón y,
sobre todo, que los desapareciera.
Bueno, aquí está. Mi primer libro. Sólo espero que puedas sentir el amor que tengo por la
historia y por los personajes a través de mi escritura. Espero que puedas empatizar con
Magnus y simpatizar con Daniel. Espero que todos tengan dentro un poco de Avery con el
espíritu de Carter y Ozymandias.
En general, espero que lo disfruten porque esto es para ustedes.
¡Haz clic en mi enlace de Spotify para escuchar las canciones que inspiraron esta historia!
https://spoti.fi/3YZqdjK (¡para lectores de libros de bolsillo!)
Capítulo 1
Primer año
Daniel

—¡Magnus! ¡Más despacio!


Magnus debe haber podido sentir mis dedos temblorosos en el pulso de su muñeca
porque mira hacia abajo y me da una sonrisa tranquilizadora. Ríe para sus adentros y
finalmente se detiene, pasando su brazo alrededor de mis hombros mientras nos conduce a
través del vagón lleno de gente.
—Vamos, Daniel. ¿No estás emocionado? —me pregunta Magnus mientras le entrega
nuestro equipaje al asistente y nos guía por el pasillo.
—Por supuesto que sí —digo, pero después de años de amistad, seguramente se da
cuenta de que miento.
Ahora que tenemos catorce años, mi siempre mejor amigo y yo nos vamos a un
internado. No es porque seamos niños malos o porque jodimos nuestras vidas de alguna
manera, sino que, como futuros directores ejecutivos de dos prósperas empresas
multimillonarias, se espera que recibamos la mejor educación posible. Esa educación está
ubicada en Suiza, a más de cinco mil kilómetros de nuestra casa en Nueva York.
Pero a Magnus, el suave y encantador Magnus, ni siquiera parece importarle que nos
estén enviando lejos. La perspectiva de conocer gente nueva y vivir por nuestra cuenta
después de haber sido educados en casa toda nuestra vida no lo asusta.
Nada le asusta.
Magnus y yo fuimos criados con un entendimiento estricto de cuáles serían nuestros
deberes como hijos de la élite de la sociedad. Nos enseñaron todo sobre la inferioridad de la
clase trabajadora, junto con las ventajas y beneficios que obtenemos de ser
asquerosamente ricos. Si vamos a heredar las empresas de nuestros padres, entonces
debemos aprender a actuar en consecuencia.
—Mag, no puedo creer que realmente hayas decidido ponerte... —hago un gesto salvaje
hacia su atuendo— …eso. ¿Viste la forma en que reaccionó mi mamá cuando te vio? Estaba
espantada.
—Bueno, Danny —dice, enfatizando su apodo para mí—. Sabes que aprovecho cualquier
oportunidad para fastidiar a nuestros padres.
Pongo los ojos en blanco y me burlo mientras observaba su chaqueta de cuero y sus jeans
rotos, la forma en que su cabello oscuro es un desastre perfecto y esos ojos marrones
enmarcados con delineador negro. No fue hasta el verano antes del internado que Magnus
comenzó a rebelarse: escuchando música inadecuada, vistiéndose a la última moda y
haciendo alarde de su bisexualidad cada vez que podía. Sus padres odian eso (Magnus está
convencido de que lo odian a él), pero tienen la capacidad de hacer oídos sordos 3 a lo que
no se ajusta a su plan ideal.
Yo, por otro lado, acepto las expectativas que mis padres tienen de mí. Algunas de sus
tradiciones brutales y, sinceramente, obsoletas no se me han quedado realmente, pero a
diferencia de Magnus, nunca voy en contra de ellas. No es que crea todo lo que dicen, pero
es difícil deshacerse de años de condicionamiento de una sola vez. Escucho los sermones de
mi mejor amigo sobre la igualdad y sus peroratas sobre lo malvados que son nuestros
padres, pero nunca me rebelo. No altero mi forma de vida y siempre me presento como el
hijo modelo que debo ser.
—Mira, creo que veo un compartimento abierto. Vamos.
Asiento y rápidamente lo sigo, suspirando para mis adentros cuando la presión de su
brazo alrededor de mis hombros desaparece.
Oh, ¿mencioné que estoy total, peligrosa y tóxicamente enamorado de mi mejor amigo?
A pesar de nuestras diferencias externas, todavía somos uña y carne 4. Es lo que pasa
cuando prácticamente se crían juntos. Soy bueno para controlar el comportamiento
imprudente de Magnus y él, a su vez, puede sacar a relucir mi lado salvaje y despreocupado.
Como dos caras de una misma moneda.
De la cuna a la tumba.
Como si no pudiera imaginar mi vida sin él.
Entramos en un compartimento ocupado, pensando que no es probable que
encontremos nada mejor para nuestra primera parada en Canadá, y los tres adolescentes
que ya están sentados dirigen su atención hacia nosotros de inmediato.
—¿Les importa? —pregunta Magnus, usando su acento característico que le valió una
sonrisa del adolescente obscenamente grande que tal parece que podría ser un luchador
premiado.

3
En inglés wearing blinders, que es literalmente llevar antifaces, pero se refiere a que hacen caso omiso o
ignoran lo que no quieren ver
4
En inglés joined at the hip, que significa literalmente unidos por la cadera, es decir, que son inseparables
—En absoluto —responde, señalando los dos asientos vacíos a su lado. Después de que
Magnus se sienta, le extiende la mano al chico nuevo, quien la estrecha y se presenta—. Soy
Avery Smith. Ese es Ozymandias Clark… —Señala al niño con los labios severamente
fruncidos— ...y ese es Carter Everett.
Mis ojos se abren. Al crecer en nuestro círculo, escuché mucho sobre la infame familia
Clark, una familia que tiene más dinero que el propio Dios. Es muy importante para
nuestras familias. Su nombre significa literalmente rey de reyes y eso es mucho decir.
Virgen Santísima, incluso parece un rey con su cabello negro peinado hacia atrás y sus ojos
de un azul regio. Él también se comporta como tal, con una superioridad moral 5 que
probablemente debería intentar emular.
También he escuchado sobre la larga disputa de una década entre los Clark y los Everett.
Son dos familias adineradas6 con demasiada hostilidad entre ellas. Joder, se nota. Carter
está mirando a Ozymandias como si fuera una cucaracha con la que todos estuviéramos
atrapados en este compartimento. Sus labios regordetes forman una línea apretada y sus
ojos castaños se entrecierran con desagrado.
Avery Smith es otro nombre que reconozco, pero no por las mismas razones. Los Smith
son nuevos ricos7, algo que mis padres siempre señalaban que era tan malo como no tener
dinero en absoluto. Han sido descritos como sanguijuelas que llegaron a la industria de
alimentos y bebidas y lograron abrirse camino hasta el círculo de élite.
Ni siquiera quiero fruncir el ceño. Realmente no quiero, pero mi cara no obedece. Por
instinto, me siento al lado de Magnus y le clavo las uñas en el brazo. Algo sarcástico y
pomposo está en la punta de mi lengua, las palabras de mis padres superando a las mías,
pero una mirada severa de mi mejor amigo me hace callar.
—Encantado de conocerte —dice Magnus, estrechando todas sus manos con una sonrisa
—. Soy Magnus Black y él es Daniel Levingson.
—¿Levingson y Black? —dice Avery, arrugando dramáticamente su nariz mientras se
rasca un costado de su cabeza pelirroja—. No creo que haya oído hablar de esos nombres.
Por supuesto que no. Su familia apenas tiene dinero digno de mención. Es una estupidez
que no le hayan enseñado sobre las otras familias que pertenecen a su círculo de riqueza.
No estoy tratando de ser un idiota, pero mierda, quiero decir... esto va a surgir en
5
En inglés holier-than-thou, significa más santo que tú, se refiere a que actúa santurrón o como si tuviera
más moral que todos los demás
6
Old-money families, se entiende que son familias que tienen dinero heredado de generación a generación
7
New money, una familia donde no eran ricos en las pasadas generaciones a diferencia de las otras dos
familias
organizaciones benéficas y galas a las que él debería asistir. Cuando nadie habla, decido
hacerlo.
—Nuestras familias poseen dos de las empresas farmacéuticas más grandes del mundo.
Hemos aparecido en la revista Time y en la lista de los 100 más ricos de Forbes 8... incluso
cenamos con el presidente una vez.
Magnus me lanza una mirada. Sé que estoy fanfarroneando, pero no puedo evitarlo. Las
palabras simplemente salen como vómito —vómito elitista y cruel— pero nunca he
pretendido ser un santo.
—Oh, eso es genial —responde Avery, completamente indiferente con su sonrisa tonta y
sus ojos verdes ligeramente salvajes. —Soy nuevo en todo esto.
—No me digas —murmura Ozymandias en voz baja, pasando la página de su libro
lentamente mientras deja escapar un profundo suspiro.
—No le hagas caso —dice Carter, mirando a Ozymandias con una mirada asesina—. Oz
es un soberano idiota simplemente porque es el más rico aquí. La próxima vez, solo dile
que se vaya a la mierda.
Magnus se ríe a mi lado, obviamente divertido por toda esta situación incómoda. Él
disfruta en el caos de las batallas de clases sociales, pero yo no.
No me avergüenza decir que no me gusta la confrontación.
—Veo que este compartimento está lleno de más imbéciles de los que pensábamos, —
resopla Magnus, sacudiendo la cabeza hacia Ozymandias—. Dime, Oz. ¿Cómo se siente esa
cuchara de plata metida en el culo?9
Oh Dios, ¿por qué Magnus hace esta mierda? ¿Por qué no puede simplemente dejar las
cosas como están? No tengo dudas de que Ozymandias y sus conexiones podrían causar
muchos problemas a los Black si realmente quisiera. Nuestras familias no temen mucho,
pero con un Clark no te metes.
Lo que no espero es que Ozymandias esboce una lenta sonrisa, deje su libro y se incline
hacia adelante. —Magnus Black. Creo que este es el comienzo de una larga e increíble
amistad.
—Corre mientras puedas —murmura Carter, burlándose de ellos dos mientras se dan la
mano—. Oz terminará arruinando tu vida, haciendo que su papá compre tu empresa.

8
Forbes hace rankings o listas de 100 celebridades más pagadas, 100 personas más ricas, etc.
9
En inglés silver spoon shovep up your ass, es decir que nació en cuna de oro y tiene una actitud de
superioridad hacia el resto
—Admítelo, Carter, simplemente estás enojado porque Everett Incorporated tuvo un
trimestre de mierda. No es mi culpa que mi familia esté tan cerca de comprarlos.
Ozymandias se vuelve hacia Magnus—. ¿Qué opinas de eso, Black?
—Por favor, espero que tu familia compre la nuestra, —resopla Magnus—. Ahórrame la
miseria de dedicarme al negocio familiar.
—Ves —dice Ozymandias, golpeando la espalda de Carter con demasiada brusquedad—.
El comienzo de una amistad. La próxima vez que quieras compartir algún consejo brillante,
Everett, simplemente salta del tren.
Esta broma desencadena una miríada de maldiciones entre el chico de oro, Clark, y el
furioso Everett. Magnus, por supuesto, simplemente se recuesta y disfruta del espectáculo.
Por alguna jodida razón, probablemente derivada de la codependencia, me siento
inseguro sin su atención únicamente centrada en mí. Él siempre ha estado concentrado en
mí, y con estos nuevos amigos, mi piel se vuelve fría al darme cuenta de que ya no seremos
solo nosotros.
—Entonces, ¿estás emocionado? —Una vez más, Avery está intentando entablar
conversación, pero yo no soy una criatura social por naturaleza. Estar en el punto de mira
hace que se pongan las manos húmedas.
—Sí —digo tímidamente—. ¿Y tú qué?
—¡Oh, absolutamente! —Avery prácticamente grita, su mata de pelo rojo se balancea con
cada movimiento de cabeza—. Mis padres estaban un poco asustados por toda la situación.
Les preocupa si el internado es la opción correcta después de ir a la escuela pública, pero
logré convencerlos de que estoy dispuesto a vivir una aventura.
¿Escuela pública? Mátame ahora.
—¿Sabes cómo funcionan los salones? —pregunta Avery.
Asiento con la cabeza. —Sí, hay cuatro alas separadas en el internado. Es como un
cohorte10. Te colocan aleatoriamente en un salón 11 y tienes todas tus clases con el mismo
grupo. Está destinado a promover el vínculo...
—Está destinado a promover la competencia —interrumpe Magnus poniendo los ojos en
blanco—. Vamos, Daniel. Tú lo sabes. Cuando intentas criar tiburones, arrojas carnada al
agua.
Trago saliva. No hay garantía de que Magnus y yo estemos en el mismo salón. Esto es lo
único que el dinero no puede comprar en Armory Prep. La idea de no estar cerca de él las
10
Un cohorte es un grupo de estudiantes que estudian y trabajan juntos.
11
Cuando hablan de salón o pasillo, se refieren al ala donde estudian y viven, el ‘’Hall’’ que les corresponde.
veinticuatro horas del día, los siete días de la semana me marea. La idea de tener que hacer
todo esto yo solo me produce dolor de cabeza.
Magnus, como siempre, puede sentir el cambio en mí. Se acerca más a mí y me agarra
suavemente la nuca de una manera muy familiar.
—Todo va a estar bien —susurra con una sonrisa tranquilizadora— Recuerden, pase lo
que pase, siempre estaremos juntos, de la cuna a la tumba.
Me gusta como suena eso. De la cuna a la tumba. Y no importa cuántas veces lo haya
escuchado antes, todavía hace que mi corazón palpite. Hemos estado juntos desde el
principio y estaremos juntos hasta el final.
Entonces, agarro su nuca para imitar su gesto (un hábito al que estamos acostumbrados
cuando se pronuncian esas seis12 pequeñas palabras) y presiono mi frente contra la suya.
—De la cuna a la tumba.

Poco después de llegar a Armory Prep, a todos nos asignaron nuestros salones. La
esperanza de que Magnus y yo estuviéramos en el mismo salón se hizo añicos rápidamente
cuando él fue relegado al Chancellor Hall y a mí me enviaron al Monroe Hall.
Puede que sea un poco melodramático, pero inmediatamente sentí como si me hubieran
quitado algo. Estaba angustiado, por no decir más.
Nuestro primer semestre en nuestra nueva escuela pasó como una bala y,
lamentablemente, rara vez pude ver a Magnus. Me quedé con Avery como la única persona
que conocía en mi salón.
Desafortunadamente, él también era con quien compartía cuarto.
Mientras pasaba esos primeros meses estudiando diligentemente, prestando atención en
todas mis clases y asegurándome de que mis calificaciones fueran altas, Magnus tomó un
camino muy diferente. Ya lo arrestaron dos veces por fumar marihuana en el campus,
beber y ser atrapado afuera fuera de horario. Ha tomado su nueva libertad con la intención
salvaje que sabía que haría.

12
En inglés son tres palabras, cradle to grave, pero en español serían seis, de la cuna a la tumba, que
significa que nacieron y morirán juntos
De hecho, durante estas vacaciones de invierno, sus padres recibieron una carta de
advertencia diciéndoles que, si su mal comportamiento continuaba, lo echarían.
—Entonces dime, ¿cómo reaccionaron? —pregunto por la línea telefónica.
—Exactamente como esperaba que lo hicieran. Mamá estaba histérica; lloraba tanto que
no me sorprendería que mi bisabuelo se revolcara en su tumba. Mi papá…— su voz se
apaga y no puedo evitar notar que suena claramente cansado y a kilómetros de distancia, a
pesar de que nuestras casas están una al lado de la otra.
—Bueno, continúa —insto, tirando nerviosamente de un hilo suelto de mi pijama de
satén—. ¿Cómo reaccionó?
Lo oigo suspirar. —Dijo una palabra. Decepción. No me ha dicho nada desde entonces.
Apenas ha estado en casa, está probablemente follándose un nuevo bombón 13 esta semana
mientras mamá finge que no está sucediendo.
Aunque Magnus dice que le importa una mierda lo que piensen sus padres, yo sé que no
es así. Sé que se está rebelando, pero secretamente quiere su reconocimiento. Sus padres
son fríos, crueles y calculadores, y nunca le han brindado ni una pizca de atención positiva.
Y aunque odia todo lo que ellos representan, siguen siendo sus padres.
—Ey…
—No, está bien. De todos modos, no es que me guste escuchar su vieja y cansada voz.
Dime, ¿cómo está tu mamá?
Su hábil cambio de tema no me sienta bien, tampoco pasa desapercibido, pero suspiro
mientras respondo—: Furiosa, para empezar. Deberías haber visto su cara cuando supo
que recibiste esa carta. Ella dice que tenemos demasiados planes para pasar por tu casa,
pero creo que no quiere que te vea.
—Bueno, gracias a Dios por los teléfonos. —Prácticamente puedo escuchar su sonrisa.
No sé qué más decir. ¿Cómo le digo que está actuando como un idiota y que su
imprudencia básicamente le ha puesto una persona non grata en la cabeza? ¿Cómo expreso
lo jodidamente furioso que estoy porque sus decisiones me han llevado a no poder verlo
durante las vacaciones?
Entonces, no digo nada más y en lugar de eso, me lanzo sobre mi cama, acurrucándome
alrededor de la única conexión que tengo con mi mejor amigo como un jodido rinoceronte
territorial.
—Daniel, ¿todavía estás ahí?

13
En inglés, arm candy, una acompañante sexualmente atractiva de la que presumir
—Sí.
—¿Pasa algo malo?
—No pasa nada malo.
—Mentiroso. Puedo escucharlo en tu voz. Dime.
Me giro boca abajo, tímido a pesar de que Magnus no está aquí para verme.
—Es sólo que... —Hago una pausa y me muerdo el labio inferior. El debate sobre si debo
admitir mis sentimientos arde intensamente dentro de mí, pero al final gana mi corazón.
Puedo decirle cualquier cosa a Magnus Black.
Cierro los ojos y sostengo el teléfono cerca de mis labios. —Me siento…
—¿Sí?
—Simplemente no quiero que te olvides de mí.
Ya está. Lo dije. Lo dije y siento que se me quita el peso de las palabras.
Se produce un largo silencio y luego surge una carcajada del teléfono, tan fuerte que
temo que incluso mis padres dormidos deben oírla.
—¿Estás bromeando, verdad? —él pide. Su voz suena incrédula y me pregunto si no
debería haber dicho nada.
—¡No te burles de mí, idiota!
Otro momento de silencio y luego su voz se escucha como un tímido susurro.
—Esto realmente te está poniendo triste, ¿no? ¿No estar en el mismo salón? ¿No poder
vernos?
Sollozo y limpio las lágrimas invisibles que no dejé caer. Es tan estúpido llorar por esta
mierda. Pero estoy tan jodidamente enamorado de él que siento como si faltara una parte
de mí. —Sí, imbécil.
Los momentos pasan en silencio y empiezo a preguntarme si he ahuyentado a Magnus
con mi abrumador apego.
¿Y qué?
Entonces, ¿y qué si Magnus y yo crecimos juntos? ¿Qué importa que ya no seamos uña y
carne14? Hacer nuevos amigos es parte de crecer.
¿Cierto?
—Daniel, ¿todavía estás ahí?
—Sí.
—Ve a tu ventana. Tengo una sorpresa para ti.
14
En inglés attached at the hip, que significa literalmente unidos por la cadera, es decir, que son
inseparables
Sonrío descaradamente ante la traviesa diversión en su voz mientras cumplo con su
pedido y salto de la cama.
—Será mejor que esto no sea una especie de broma. A ver, ¿qué?
Miro por la ventana del segundo piso y, aferrándose al alféizar —su cuerpo ágil y
escuálido aferrándose al marco por su vida, su desordenado cabello negro cubierto de
nieve—no es otro sino Magnus Black.
—¿Estás loco? —grito en voz baja mientras abro la ventana—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Magnus se encoge de hombros y me envía una sonrisa torcida. —Tal vez esté un poco
loco, con tantas generaciones de lavado de cerebro, pero quería ir a verte. Parecías triste.
Me sonrojo y no puedo ocultar mi emoción al ver a Magnus por primera vez desde que
salimos de la escuela por las vacaciones.
La verdad es que no recuerdo si hubo algún momento en nuestras vidas en el que no nos
hayamos visto todos los días.
—Bueno, —dice, temblando cuando sus dedos amenazan con resbalarse del marco—.
¿Me vas a dejar entrar?
Me quedo boquiabierto. Magnus no conoce restricciones. Cruzo los brazos sobre el pecho
en un intento de disuadirlo. —Te repito, ¿estás loco? ¿Qué pasa si mis padres te atrapan?
—Te prometo que no lo harán. Saldré temprano antes de que se levanten, —insiste—.
¿Alguna vez te he decepcionado?
No. No, nunca lo ha hecho. No puedo decirle que no. Extiendo mi mano y lo ayudo a pasar
a través de la abertura hacia mi habitación.
—Vamos, sentémonos. No subí dos pisos para no animarte, —dice, sacudiendo la cabeza
a propósito, provocando que gotas de agua caigan sobre mi cara.
Limpio la humedad con la manga y nos dejamos caer en el borde de mi cama, uno al lado
del otro. Inmediatamente me miro las manos, tratando de ignorar lo ansioso que me siento
bajo la mirada de mi mejor amigo.
—Habla. —No plantea esto como una pregunta. Sé que incluso si lo hiciera, sólo puedo
darle una respuesta.
Me muerdo el labio inferior y me niego a mirar hacia arriba. —Te vas a olvidar de mí.
Tienes a Ozymandias y Carter, y estoy seguro que a un montón de otros nuevos amigos que
no conozco.
—Oye —susurra, enganchando su dedo debajo de mi barbilla e inclinando mi cabeza
hacia arriba para mirarlo—. ¿Por unas semanas sin vernos? Ahora eres tú el que parece
loco.
—Las cosas cambiarán —insisto, sin objetar cuando él toma mi mano y entrelaza
nuestros dedos. Su toque es calmante y reconfortante, y es todo lo que siempre quiero
sentir.
—No lo harán.
—Ya casi no nos vemos y te van a echar.
—No me echarán.
—¿En serio? Tal y como vas, no durarás el resto del año.
—Lo haré.
—En serio, deja de decir eso.
—Todo estará bien porque pararé.
Mis ojos se fijan en los suyos. —¿Qué?
—Simplemente pararé —repite—. No más beber, no más fumar, no más escabullirse. Si
lo hago, solo tendré más cuidado. No te dejaré, Daniel... nunca.
Aunque Magnus está haciendo todo lo posible por convencerme, ambos sabemos que mis
preocupaciones son válidas. Tal vez pueda simplemente detenerse, pero ¿y si no puede? Las
cosas ya han cambiado y no hay vuelta atrás.
—Tenía una imagen perfecta y bonita de cómo se suponía que debían ser nuestras vidas.
Estábamos los dos en el mismo salón, pasábamos las vacaciones juntos, nos íbamos a
trabajar para las empresas de nuestros padres… —suspiro.
Y en mis sueños nos enamoraríamos y me elegirías.
—Lo has arruinado —susurro acaloradamente—. Lo has arruinado actuando de la forma
en que has estado actuando, y estoy tan jodidamente enojado contigo.
El delgado rostro de Magnus se enrojece y su mano se humedece de sudor. No es
frecuente que peleemos y esto se siente como una pelea. Una seria.
—Tenemos catorce años —argumenta a medias—. ¿Por qué es tan terrible hacer
simplemente lo que quiero?
Puedo simpatizar, pero no puedo empatizar.
Al crecer, siempre tuvo la habilidad de desafiar cada orden que le daban. Odia y resiente
a su familia, y ellos no son más que crueles con él, pero es exactamente por eso que no
puedo identificarme.
Mis padres no son como los suyos. Mis padres creen en las mismas cosas que los Black,
pero por muy crueles que sean con los demás, son maravillosos conmigo. Son buenos
padres.
Por esa razón —y sólo por esa razón— confío en ellos y estoy perfectamente conforme
con seguir el mapa que han trazado para mi vida.
—Mag —digo, apretando su mano y finalmente mirando sus ojos más oscuros que la
noche—. El hecho de que no te guste esa imagen no significa que tengas que arruinarla
para los dos.
Se acerca más. —Daniel, sólo porque no me guste esa imagen en particular, no significa
que no vayas a estar en la mía, la que creo para mí.
Sollozo una vez más y me limpio los mocos de la nariz con la manga. —¿Lo dices en
serio?
—Por supuesto —ladra, un poco demasiado fuerte para mi gusto, y le tapo la boca con la
mano.
—Cállate —siseo juguetonamente. Me atraganto y retiro mi mano después de que su
saliva caliente la cubre—. ¡Jodidamente asqueroso!
Nos miramos fijamente. El azul brillante choca contra el negro ónix como un asteroide
cayendo. Nos reímos juntos, le limpio la mano en la mejilla y él amenaza con meterme su
dedo ensalivado en la oreja15 como si todavía tuviéramos cinco años.
Una vez que la risa se calma, me tomo un segundo para admirarlo. Él lo es todo. Incluso si
soy el único que puede verlo y soy el único que puede sentirlo.
¿Quién no lo querría en su imagen bonita y perfecta, en su futuro?
—Entonces, ¿está todo arreglado? —pregunta, y yo asiento—. Dime, ¿todavía mi pijama
está en la habitación de invitados?
Arrugo la nariz en señal de concentración. —¿Supongo que sí? Mamá no ha tenido la
oportunidad de quemar las cosas que dejaste el verano pasado. ¿Por qué...? ¡Espera!
¡Magnus!
Magnus no escucha mis súplicas, o lo más probable es que elija ignorarlas, mientras sale
de la habitación, lanzándome una última mirada perversa antes de desaparecer en el
pasillo oscuro.
Espero con gran expectación, ansioso por que reaparezca, y suspiro de alivio cuando
regresa momentos después vestido con su pijama del Manchester United. Tiene pequeñas
15
En inglés wet willy, el acto de meter el dedo lleno de saliva en la oreja de alguien desprevenido como
broma
pelotas de fútbol y porterías en los pantalones y un gran logo impreso en la camiseta de
gran tamaño. La vista casi me hace reír.
—¿Vas a regresar a casa así?
Sacude la cabeza mientras se sumerge en mi cama y comienza a meterse bajo las
sábanas. —No. Vamos a tener una fiesta de pijamas, como hicimos antes de toda esta
mierda.
Quiero decirle que no es una mierda. Quiero reforzar la importancia de su
comportamiento. Quiero recordarle que él es la razón por la que estamos en esta situación,
pero no puedo.
No puedo decirle todo esto cuando sus ojos oscuros brillan increíblemente y cuando sus
labios forman una sonrisa tan amplia que podría quebrarle la cara.
Arrastro los pies y miro la ventana aún abierta, observando la forma en que pequeñas
motas de nieve caen y se derriten en mi suelo.
—Sabes, si no quieres que me quede, no lo haré.
Esto sí que sé. A pesar de lo insistente e imprudente que es Magnus, es difícil para él ir en
contra de mis deseos; en realidad, es imposible.
No hay nada que no haríamos el uno por el otro.
Pero hay algo en su tono que acalla las voces molestas en mi cabeza, diciéndome todas
las razones por las que debería irse.
Su voz puede adoptar muchos tonos diferentes, dependiendo de la situación, pero sólo
unos pocos le resultan naturales.
Sarcasmo, ingenio seco, acento grave y perversa indignación.
Pero sólo hay uno que siempre ha estado reservado para mí.
Dulzura descarada, empapada de miel, recubierta de tanto caramelo que provoca
caries16.
Sacudo la cabeza con un suspiro de incredulidad mientras cierro la ventana y luego me
meto en la cama junto a él. Estamos uno frente al otro, a varios centímetros de distancia,
rozándonos solo con los dedos, pero es lo más cómodo que me he sentido desde el primer
día de clases.
Trago ruidosamente y lo miro mientras me sonríe. Necesito más tranquilidad. Necesito
saber que mi mejor amigo no va a faltar a su palabra. Quiero oírlo decirlo una vez más.
—¿Me lo prometes? —susurro.
16
En inglés, tooth-decaying sweetness, literalmente es dulzura que corroe o destruye los
dientes
—Lo prometo.
—¿De la cuna a la tumba?
—De la cuna a la tumba.
Besa mi frente mientras pasa una pierna sobre la mía, acercándonos tanto que tengo que
morderme el labio para evitar que se note lo mucho que me gusta esto. Acaricia su nariz
contra mi cuello, una mano deambula debajo de mi suéter para frotar mi estómago.
Nos abrazamos todo el tiempo. No significa nada. Nos conocemos de toda la vida, así que
esto es perfectamente normal. No siente el torrente en su sangre cuando acaricia mi cuello,
ni la electricidad en su piel cuando se acerca más a mí.
Estoy tan patéticamente enamorado de él que estos momentos significan todo para mí.
Nos mantenemos conectados mientras nos dormimos. Esta inocencia es nuestro pequeño
escape de todo lo que sucede en el mundo exterior. Es la luz que lucha contra la oscuridad.
Contrarresta la crueldad de sus padres, anula las creencias de mis padres y calma mis
dudas y preocupaciones.
Porque si así puedo tenerlo, así lo tendré. Si esto es todo lo que puede darme, lo
mantendré cerca y nunca lo dejaré ir.
Porque somos para siempre.
Capítulo 2
Último año
Daniel

Mientras veo a Magnus hacer buen uso de nuestra hora de almuerzo con su nuevo ligue
de la semana, besándose en un rincón del patio sin ninguna preocupación en el mundo, no
puedo evitar pensar en la promesa que hicimos hace tres años en la oscuridad del
dormitorio de mi infancia.
Seguimos siendo mejores amigos, eso no ha cambiado, pero parece que todo lo demás sí.
Ahora ambos tenemos dieciocho años y estamos en nuestro último año de secundaria.
Tomamos clases separadas, pero aun así logramos vernos todas las noches y hemos creado
nuestro propio grupo de amigos con Avery, Ozymandias y Carter. Resulta que todos esos
tipos están bastante bien.
No, lo que ha cambiado definitivamente es Magnus quien, por alguna razón, no puede
guardar su polla para sí mismo. Tuve que ver pasar nuestros años de escuela secundaria
con su interminable revoltijo de chicos juguete 17, y ninguno de ellos dura más de unos
pocos meses seguidos. Me senté y sufrí en silencio mientras él vivía su vida romántica al
máximo con casi todos menos conmigo.
Es inútil, lo sé, pero eso no me impide soñar con sus labios sobre los míos. Mientras
Magnus ha estado ocupado follándose a cualquier cosa que camine y respire, yo todavía me
aferro a mi virginidad debido a este ridículo enamoramiento. Es patético, lo sé: mantener la
esperanza de que algún día él simplemente se despierte y se dé cuenta de que somos
perfectos el uno para el otro. Que soy yo a quien él realmente quiere.
Anhelo que me abrace de la forma en que está sosteniendo a Thaxton en este momento,
pasando sus manos por los planos de su cuerpo, una mano anclada en su cabello mientras
inclina su cabeza en el ángulo correcto para hundir su lengua en su garganta.
Cuando Magnus rueda sus caderas contra Thaxton, joder, no puedo mirar más.
—Uf, ¿por qué no puede simplemente hacer esto en otro lugar? —murmuro en voz baja,
apuñalando mi pollo con demasiada fuerza—. Tiene una habitación en perfecto estado.
Debería usarla.
—Si te molesta tanto, deberías hacer algo al respecto.

17
En inglés, boy toys, que son chicos jóvenes usados como objetos sexuales
Entrecierro los ojos hacia Avery. Él sabe que no haré nada al respecto. Nunca lo he hecho
y nunca lo haré.
Avery, por alguna extraña razón, ahora es un amigo cercano mío y nos llevamos bien
como compañeros de cuarto desde el primer año. Él es... interesante por decir lo menos. Se
queda despierto toda la noche, siempre haciendo algo nuevo y nunca sentándose. Supongo
que diría que es excéntrico, pero a pesar de eso, ha sido un gran amigo.
Es el único amigo al que le he contado mi secreto y profundo anhelo por Magnus.
—Por curiosidad, ¿qué harías? Si fueras yo, quiero decir, —pregunto, asegurándome de
mirar deliberadamente a todos lados menos a Magnus. No. No. No voy a verlo. No hay razón
para que mi corazón se rompa aún más.
—Iría allí, mandaría a la mierda a Thaxton y me lo follaría —explica Avery como si fuera
la cosa más simple del mundo—. Bueno, me follaría a Magnus. No a Thaxton. No querrás
cometer ese error —resopla.
—Avery —digo lentamente, sacudiendo la cabeza hacia él—. Sabes que nunca podría
hacer eso, ¿verdad?
Se encoge de hombros, rascándose el pecho mientras se llena la boca de ensalada. —Yo
lo haría.
Esa es una de las cosas que me gustan de Avery. No tiene filtro. Hace lo que quiere sin
pensarlo dos veces. Esa valentía es atractiva, pero en realidad soy un jodido cobarde.
No puedo creer que hubo un momento en el que pensé que Avery estaba por debajo de
mí. Si he aprendido algo en los cuatro años en Armory Prep, es que era un completo snob
cuando entré, pensando que Avery era una sanguijuela venenosa que intentaba abrirse
camino en nuestro círculo social.
Gracias a Dios me di cuenta de lo equivocado que estaba. Ha estado ahí para mí en más
de un sentido. Me escucha despotricar sobre Magnus, infinitamente paciente en esas
noches que no puedo más y lloro en su hombro.
—¿Daniel se está desmayando por Mag otra vez? —pregunta Ozymandias mientras se
une a nosotros en nuestra mesa, perfectamente arreglado como siempre, con una sonrisa
cruel en sus labios.
—Oh, vete a la mierda —siseo, pero sin mucha energía. Oz realmente no es el tipo más
terrible del mundo. Hay más debajo de ese exterior frío, como su eterna devoción por sus
amigos. Aunque nunca le he contado abiertamente sobre mi enamoramiento por Magnus, él
es lo suficientemente inteligente como para sumar dos y dos.
—¿Avery ya ha hecho alguna sugerencia loca? —pregunta, acercándose para robarle una
patata a nuestro musculoso amigo—. ¿Estás listo para confesar tu amor eterno?
—Cállate —digo, con los ojos muy abiertos por el miedo de que otros lo escuchen.
—Por favor —dice Ozymandias arrastrando las palabras—. Está demasiado ocupado
inhalando a ese tipo de allí. Él no te va a escuchar.
—No me molesta —Una mentira—. Él puede hacer lo que quiera. —Otra mentira que
nadie cree.
—Claro, no te molesta en absoluto.
—¡Ozymandias Rupert Clark!
Todos nos reímos disimuladamente mientras Carter se abre paso (más bien, viene
marchando) hacia nuestra mesa.
—¿Reemplazaste mi jabón corporal con lubricante? —Carter ladra enojado, empujando
sus gruesas gafas de montura negra hasta su nariz.
—Claro —se ríe Ozymandias—. Pensé que necesitabas ayuda para echar un polvo.
Y… ahí va. Me desconecto del resto de su pelea porque siempre les pasa lo mismo. No
estoy muy seguro de por qué él y Oz siguen saliendo con nosotros cuando está claro que se
odian absolutamente. No tengo ninguna duda de que van a estar peleando todo el tiempo,
como siempre. Ni siquiera son bromas divertidas. Magnus y yo creemos que deberían
simplemente follarse18 y terminar con esto de una vez.
Es ahora que Magnus decide unirse a nosotros, limpiándose una mancha de saliva de la
comisura del labio mientras sonríe —Bien, Carter. ¿Por qué es esa cara? ¿Qué hizo ahora?
Carter se vuelve contra él. —No pienses ni por un segundo que no sé cómo entró en
nuestra habitación, Mag. ¡Lo juro, odio cuando eliges un bando!
—¡No elijo bandos! —Magnus se ríe y levanta las manos en señal de rendición—. Estoy
dispuesto a hacerlo si quieres hacer algo igualmente divertido.
—Así que, ¿Thaxton? —Ozymandias comienza, mirándome sutilmente—. Eso es nuevo.
—Sí, es agradable —dice Magnus, mordiéndose pecaminosamente el labio inferior—. Él
tiene el más apretado…
—Realmente no necesitamos los detalles —espeto, apartando mi plato porque de
repente perdí el apetito. En lugar de eso, saco mi libro de texto y espero que Cálculo sea una
buena distracción—. Estoy tratando de hacer mi tarea.

18
Literalmente es hate-fuck, o sea sexo entre personas que se odian
—Tómate un descanso. —Él sonríe, envolviendo su brazo alrededor de mí y
apretándome fuerte—. Siempre estás estudiando. Diviértete por una vez.
—No quiero el tipo de diversión que tienes tú —murmuro en voz baja, liberándome de
su agarre y agarrando mis cosas. Ni siquiera me molesto en mirar atrás mientras despego,
tratando de crear cierta distancia entre el Magnus amante de Thaxton 19, y yo.
Pero, por supuesto, el universo no quiere ser demasiado amable conmigo porque Magnus
ya está de pie, siguiéndome.
—Oye, vuelve aquí. ¿Qué te pasa hoy?
—No es nada. Déjame en paz, Mag.
—Nunca, tú lo sabes. —De repente, una mano me detiene en el codo y me arrastra hacia
él. Parece confundido, con el ceño arrugado, hasta que algo aparentemente se le viene a la
cabeza. Su ceño se transforma en su característica sonrisa arrogante, y temo lo que sea que
salga de su boca a continuación. —¿Estás celoso?
—Celoso —me enfurezco, mofándome de la audacia que tiene—. No estoy celoso. ¿Por
qué lo estaría?
¿Celoso? No estoy celoso. ¿Cómo puedo tener celos? Soy su mejor amigo y él está
viviendo lo mejor de su vida y debería estar feliz por él.
Bueno, sí, joder. Estoy celoso.
—No estoy diciendo que estés celoso de Thaxton. Creo que es otra cosa.
—¿Cómo qué?
—Estás bueno. ¿Lo sabes, cierto? —pregunta, pellizcando mis mejillas que se han
enrojecido ante su cumplido—. Si simplemente te esfuerzas, estarías nadando entre
muchachos.
¿De verdad cree que tengo celos de él? ¿Del hecho de que él consiga a muchos y yo a
ninguno20? Sería un poco ridículo si no me sintiera tan aliviado de que no se haya dado
cuenta de la verdad.
—Claro, dejémoslo así —digo mientras trato de retroceder.
Me detiene de nuevo, sus manos agarran mi cuello mientras inclina su cabeza hacia un
lado. —Está bien, basta de esto. Dime que está mal.

19
Aquí dice Thaxton-loving Magnus, que es literalmente el Magnus que ama a Thaxton o el Magnus amante
de Thaxton.
20
La frase es He gets some and I get none, donde gets some se refiere a que Magnus folla y en cambio él no (I
get none)
Aprieto los dientes porque no lo haré. Confesar mis sentimientos no hará más que daño.
Le diré que estoy enamorado de él, él me dirá que no siente lo mismo y todo entre nosotros
se arruinará. Ni siquiera tendré los restos de él que tengo ahora. No tendré nada.
Eso es algo que nunca dejaré que suceda.
—No —susurro—. Lo diré una vez más. No es nada.
No parece convencido, en absoluto. Pero se mete el labio inferior en la boca y sus ojos
oscuros parpadean con algo parecido a la vacilación. Mira a su alrededor por un segundo,
antes de arrastrarme detrás de un árbol en el patio. Mi respiración se entrecorta cuando
me empuja detrás de él, atrapándome entre sus brazos.
No puedo respirar. Está tan cerca y huele tan jodidamente bien. Todo lo que deseo es que
presione los duros planos de su cuerpo contra el mío, que se incline y roce sus labios contra
los míos, que me diga que soy el único para él.
Y lo hace, a su manera.
—Dejaré pasar esto porque no quiero presionarte, pero debes recordar que todavía soy
todo tuyo. Estamos juntos de la cuna a la tumba. Por los siglos de los siglos.
Trago saliva. —Sí.
Me sonríe con esa brillante sonrisa y presiona su frente contra la mía. Se rozan nuestras
narices, algo inocente para él, pero todo para mí. —Mientras todos estos hombres
encantadores van y vienen como las estaciones, asombrados por mis magníficas
habilidades, sobrecogidos por mi descomunal...
—¿Tienes algún punto? —pregunto y no puedo evitar reírme nerviosamente. Lo último
en lo que quiero pensar ahora es en su descomunal... bueno, ya sabes.
—Tú eres mi árbol.
—¿Un maldito árbol?
—Lo he dicho antes y lo diré hasta el día de mi muerte. Olvídate de todos ellos porque
siempre serás mi protagonista.
Presiona un beso en mi frente y todo lo que puedo hacer es derretirme. Recuerdo
nuevamente por qué guardo mi secreto. Porque, al final del día, somos solo nosotros.
Mejores amigos para siempre, la persona más importante en la vida del otro, la única
persona sin la que no podemos vivir.
Soy toda suyo. Él es todo mío. Siempre seremos él y yo.
Porque cuando lo dice así, ¿por qué necesitaría yo algo más?
Capítulo 3
Magnus

La vida es jodidamente buena y la estoy viviendo al máximo. ¿Cómo no puedo? Tengo un


grupo de amigos que amo, soy el capitán del equipo de lacrosse 21 y actualmente estoy
metido hasta el fondo en el estrecho agujero de Thaxton Marshall y tan cerca de correrme
que es ridículo.
Agarro las caderas de Thaxton con una especie de hambre febril, cierro los ojos mientras
él aprieta su trasero y veo putas estrellas.
—Oh, Magnus... —Thaxton gime, agarrando las sábanas debajo de él hasta que sus
nudillos se vuelven blancos. Siempre me encanta cuando me ruegan así, haciéndome sentir
como un rey cuyo único trabajo es darles placer, ni un gramo de estrés en el mundo.
—¿Estás cerca? —gruño, tratando de contener mi orgasmo mientras espero a que
Thaxton alcance su punto máximo. No soy más que un amante generoso, y que me
condenen si él se marcha insatisfecho. Lo rodeo y lo toco bruscamente como sé que le gusta
hasta que mi mano queda cubierta de su semen.
Finalmente me dejé llevar. Unos pocos bombeos más, mi cuerpo se contrae, mis tendones
se estiran y termino.
Me dejo caer a su lado en la cama, sudoroso y sin aliento mientras me quito el condón y
lo tiro al contenedor de basura en la esquina de la habitación. Miro el reloj en la mesita de
noche, preguntándome cuánto tiempo me dará Carter antes de regresar de la biblioteca.
Reviso mi teléfono y no veo ninguna notificación, así me daré otros veinte minutos antes de
vestirme.
—Wow —suspira Thaxton, riéndose entre dientes mientras se gira hacia mí—. Eso fue
genial.
—Sí, siempre lo es —digo dulcemente, dándole un ligero apretón en el brazo mientras
alcanzo algunas toallitas para él—. Aquí tienes.
—Gracias —dice, limpiándose.
Espero que se levante y se vaya, es nuestra rutina habitual, pero se queda. Odio ser un
idiota y decir que estoy decepcionado, pero lo estoy. Normalmente, él sacará su buen
21
Lacrosse: juego rápido entre dos equipos de diez jugadores cada uno, que usan un palo con una red en la
parte superior para pasar y recibir una pelota de goma con el objetivo de meter goles embocando la pelota en
la red del equipo contrario. Es un deporte popular en Canadá, Nueva Zelanda, Australia, Japón, Inglaterra y
Escocia y en algunos estados de la costa este de Estados Unidos.
trasero de aquí tan pronto como terminemos y eso está perfectamente bien para mí. Él
conoce el resultado.
Pero ahora me mira expectante, frotando el lugar en la cama que acabo de dejar libre, y
me siento obligado porque no soy un idiota.
—¿Has oído que Yungblud22 estará en Munich la próxima semana? —pregunta,
acurrucándose en mi pecho, sorprendiéndome por un segundo porque esto es nuevo—.
¿Podemos subirnos al tren e ir?
Es cierto que Armory Prep permite a los estudiantes del último año salir del campus los
fines de semana, siempre que regresemos el lunes, listos para clase. Pero esa no es la razón
por la que tengo dudas. Contengo un largo suspiro porque pensé que tendría un par de
semanas más con Thaxton antes de que pasara esto.
El sexo es genial, me mantiene satisfecho y no es un imbécil, pero en el momento en que
Thaxton sugiere llevar esto a más, sé que es hora de salir corriendo.
—Claro, ya veremos —digo sin comprometerme, preguntándome cómo puedo sacarlo de
mi habitación con la menor cantidad de daño posible. Thaxton continúa poniéndose
cómodo en mi cama, aferrándose a mí, y esta es siempre la parte más incómoda.
Bostezo dramáticamente, estirando los brazos sobre mi cabeza. —Entonces, estoy
molido.
Thaxton frunce el ceño, confundido por un segundo, pero se da cuenta un momento
después cuando no lo invito a pasar la noche. Sus mejillas se sonrojan y no por el hecho de
que acabo de hacer que se corra. —Oh, sí, probablemente debería irme.
—Probablemente —respondo demasiado rápido, y casi hago una mueca por la forma en
que salió—. Quiero decir, tenemos clases por la mañana y todo eso.
—Seguro, definitivamente —dice, saliendo de la cama a trompicones mientras busca su
ropa entre la pila del suelo—. ¿Me dirás sobre lo de Yungblud? ¿Puedo comprar los boletos?
—Claro —asiento, poniéndome un par de bóxers mientras lo acompaño hacia la puerta
—. Ya veremos.
Voy a besarle la mejilla y cuando me alejo, puedo ver que finalmente se da cuenta de lo
que está pasando. La diversión informal que estábamos teniendo terminó.
Se endereza y le doy crédito por mantener intacta su dignidad (no puedo decir lo mismo
de otros en el pasado) y se aclara la garganta.
—Magnus, eres un gran tipo...

22
Yungblud: Cantante, compositor y músico británico de rock y punk.
Sonrío, apoyando mi mano en la puerta. —Gracias.
—Pero eres un poco horrible.
Parpadeo hacia él, me quedo boquiabierto, mi mano se desliza de la puerta y torpemente
me levanto a tientas. —¿Um, qué?
Thaxton pone los ojos en blanco y se pasa la mano por su desordenado cabello castaño,
sus ojos verdes llenos de algo parecido a la lástima que sirve para enojarme. —Sabes que
somos personas, ¿verdad? ¿Sabes que no puedes seguir pasando de uno a otro para
siempre? ¿Hemos estado juntos durante tres meses y ahora lo vas a terminar porque
quiero ir a un concierto contigo?
—Sabías lo que era esto —discuto, cruzando los brazos sobre el pecho—. Nunca te hice
creer que esto podría ser algo más.
—Lo sé, pero... —Se interrumpe sacudiendo la cabeza cuando no obtiene la reacción que
quiere de mí—. Esto es inútil. Espero que algún día te sientas como yo me siento ahora.
Espero que algún día te enamores de alguien sólo para que te destrocen. Espero que eso te
enseñe una lección que yo no pude enseñarte.
Y con ese dato esclarecedor, me deja boquiabierto y un poco avergonzado. Esa vergüenza
rápidamente se convierte en ira porque ¿qué carajo sabe él? Yo no soy el villano aquí.
Nunca le dije que podríamos ser algo más.
¿Espera que me enamore sólo para que me destrocen? Vaya broma. Esa es exactamente
la razón por la que no me enamoro. Ésa es la única razón por la que no busco relaciones.
¿De qué sirven el amor, el compromiso y la monogamia cuando al final todo es una mierda?
Aprieto los puños a mis costados y trato de decidir qué hacer a continuación.
Rápidamente me pongo un par de sudaderas y una vieja sudadera con capucha del
Manchester United y salgo de mi habitación. Sólo me lleva cinco minutos llegar al Monroe
Hall. Antes de que pueda detenerme, llamo a la última puerta del pasillo a las dos de la
madrugada. Es estúpido porque si me atrapan, me correspondería otra semana de
detención.
Dos golpes más tarde y la puerta se abre, revelando a Avery en toda su gloria hulkiana 23,
vestido únicamente con calzoncillos ajustados y cubierto de pintura.
—Avery, qué... —Le hago un gesto porque me quedo sin palabras. Nuestro amigo es raro,
pero este es un nuevo nivel de inusual—. ¿Qué estás haciendo?

23
Aquí dice hulkish glory, que se refiere a que Avery es grande y está semidesnudo, como Hulk.
—Estoy haciendo un retrato de Daniel haciendo los deberes —responde como si fuera la
cosa más normal del mundo, levantando la mano y frotándose más pintura de guerra negra
en la mejilla.
—¿Um, qué?
—Está tratando de pintarme —grita Daniel desde el interior de la habitación—. No sabe
pintar.
Cuando Avery da un paso atrás y entro, puedo ver su lienzo a medio camino en el rincón
oscuro de la habitación, las latas de pintura esparcidas por el suelo, luciendo como un
desastre. —¿Sabes pintar, Avery?
—No, pero ¿qué importa eso?
No sirve de nada discutir con él, y ni siquiera me da una oportunidad antes de que ya
esté merodeando de regreso a su rincón, con la boca apretada en concentración mientras
mira a Daniel acostado en la cama.
Daniel no parece molesto, todavía concentrado en su libro de texto, su mechón de cabello
rubio brillante sujeto por la cinta de la que siempre me burlo. Bueno, me burlo de él porque
se ve adorable así, y no es de extrañar que Avery tuviera la inspiración para pintarlo.
—Hazte a un lado —le digo, extendiendo la mano y cerrando su libro de texto mientras
me arrojo sobre su cama.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta, sonando molesto mientras tiro su libro al suelo—.
¿En serio? Estaba estudiando.
—Necesito mimitos —digo sin ninguna vergüenza, metiéndonos a ambos bajo las
sábanas—. Hazme cucharita24.
Él resopla pero obedece de todos modos, dándome la vuelta para que mi espalda quede
hacia su frente y su pierna quede sobre mi muslo. A pesar de nuestra diferencia de tamaño
(mi metro ochenta versus el cuerpo más pequeño de Daniel), funciona perfectamente—
¿No puede Thaxton abrazarte?
—Conociéndolo, a él le gustaría ser la cucharita. Yo soy la cucharita 25.
Todavía no menciono el hecho de que rompí con Thaxton. No, quiero disfrutar de esta
pequeña burbuja de arrumacos un poco más antes de sacarla a relucir. Daniel debe sentir
eso porque no dice nada, simplemente aprieta sus brazos alrededor de mi pecho, su mano
sobre mi corazón mientras me derrito en él.

24
Magnus le pide cuddles y snuggles, o sea que lo abrace haciéndole cucharita, que es abrazar por la
espalda.
25
Cucharita es la persona a la que abrazan por la espalda.
—¿Por qué estás aquí, Mag? —me susurra al oído y se me pone la piel de gallina en el
cuello. Miro a Avery y puedo sentir que Daniel niega con la cabeza—. No te preocupes por
él. Está muy metido en su retrato y sus auriculares Beats están insonorizados.
—¿No puedo simplemente querer ver a mi mejor amigo?
—Han pasado años desde que te metiste en mi cama, así que no.
Gimo, apretando su mano, sabiendo que todo ha terminado. —Bien. Thaxton quería ir a
un concierto.
—¿Cuál?
—¿En serio? —Arrugo la nariz—. ¿Cuál? Ese no es el problema.
—¿Es Yungblud? He oído que estará en Munich…
Sacudo la cabeza con irritación. —Que se joda Yungblud por un minuto.
—Pero amo a Yungblud…
—Jesucristo, Daniel. ¡Te llevaré al puto concierto! —chasqueo—. Ese no es el problema.
Yo también amo a Yungblud. Es el hecho de que Thaxton me invitó a ir con él.
—Ah —dice Daniel como si ya le hubieran explicado todo—. Ya veo. Bien. Magnus Black:
el rompecorazones en serie. ¿Habría sido realmente tan malo ir al puto concierto con él?
—¡Por supuesto! —me burlo, queriendo reírme de la ingenuidad de Daniel—. Porque ir
al concierto es como una cita. Las citas conducen a relaciones. Las relaciones conducen al
compromiso. Yo no hago eso.
—No puedes decirme que nunca querrás sentar cabeza, Mag. Eso es ridículo. Tendrás
que elegir uno de ellos en algún momento.
Me giro hacia el otro lado hasta que estamos cara a cara. Paso mis brazos alrededor de
sus hombros y entierro mi nariz en su cuello. —¿Por qué debería hacerlo cuando te tengo a
ti?
—No me tienes. No de esa forma.
Se tensa debajo de mí, lo cual es inusual. Él nunca hace eso. Le encantan nuestros
abrazos. Esto es raro. ¿Por qué actúa tan raro? Primero, el enfrentamiento de ayer, ¿y ahora
esto?
Sacudo el pensamiento de mi cabeza. No, entierra esa mierda. Daniel está aquí
abrazándome y eso es todo lo que importa. Nos ocuparemos de lo que sea que esto sea más
tarde.
—Tú eres mi mejor amigo. Eso es todo lo que importa. Mientras te tenga a ti, no necesito
a nadie más.
Y no. Si algo me enseñó la jodida relación de mis padres es que el amor romántico no
existe. Lo arruina todo. Conduce a complicaciones y expectativas que nunca podría cumplir.
Termina contigo bebiendo hasta el letargo porque tu marido está demasiado ocupado
follándose a su secretaria cuando se supone que está en un viaje de negocios.
El único amor que he tenido es el que me sostiene ahora mismo. No hay nada mejor que
tener un mejor amigo.
Él nunca me dejará. Él siempre me amará. Siempre puedo contar con él.
Si tengo a Daniel, no necesito a nadie más. Nunca.
Capítulo 4
Daniel

Ya no puedo hacer esto.


Se suponía que esta fiesta en el bosque sería divertida, una manera de soltarse después
de la primera semana del semestre, pero estoy atrapada mirando a Magnus mientras se
besa con una chica del internado cercano. Magnus siempre dice que es un amante que
ofrece igualdad de oportunidades, sea hombre o mujer, no le importa.
Pero a mí me importa. ¿Por qué tiene que ser tan jodidamente sexy y tan jodidamente
perfecto y tan jodidamente todo?
—Aquí tienes una bebida —dice Avery, entregándome un vaso de algo rosado y
burbujeante que probablemente me joderá.
Oh bien. Hasta el fondo.
Me lo tomo todo de una sola vez, rezando para emborracharme más temprano que tarde
para que esta fiesta pase rápidamente. Incluso intenté lucir muy bien esta noche,
cambiando mi chaqueta de la escuela por una linda camisa con botones y unos jeans
oscuros que sé que hacen que mi trasero luzca genial. No es que pueda tampoco
compararme con Magnus.
Él luce como el cielo y el infierno, todo en uno. Sus jeans oscuros que enmarcan su
trasero perfectamente, su camiseta negra ajustada que abraza sus músculos y su chaqueta
de cuero le dan ese aire de que nada le importa un carajo.
Maldita sea, él es tan...
—Aquí está otro.
—Jesucristo, ¿todavía estás aquí? —pregunto, saltando mientras Avery me entrega otra
bebida que apareció mágicamente en el aire.
Avery se ve bien esta noche, bueno, bien para ser Avery. Su sentido de la moda es un poco
inusual, pero es encantador a su manera. Lleva una camiseta de franela, un mono de
mezclilla y un sombrero de vaquero. No estoy seguro si le dijeron que iba a ser una fiesta de
disfraces o si ya tenía planeado este atuendo.
De cualquier manera, él es el proveedor de bebidas y sentido común (muy jodidamente
raro), así que simplemente le doy una sonrisa—. Estas guapo.
—¿Lo suficientemente guapo como para besarte conmigo?
—¿Qué carajo? ¿Qué? —pregunto, ahogándome con mi bebida mientras lo miro—. ¿Tú
quieres besarte conmigo?
—No, —dice lentamente, poniendo los ojos en blanco como si fuera un idiota—. Quiero
besarme con alguien. Ha pasado tanto tiempo que creo que se me van a caer las bolas.
—Gracias por esa imagen —me estremezco, sacudiendo la cabeza. Avery tiene un deseo
sexual inusualmente alto, que raya en lo poco saludable. Yo lo sabría. Vivo con él. No trae a
muchos chicos, prefiere su propia mano, pero definitivamente tuve que pedir prestados sus
auriculares insonorizados en más de una ocasión cuando su masturbación alcanzó un nivel
demasiado entusiasta.
Nunca habría tomado a ese hombre por un gritón.
—¡Vaya, él está aquí!
Aparto mis ojos de Magnus hacia el claro frente a mí. Alguien que no reconozco llega a la
fiesta. Tiene una camiseta sin mangas de color rosa brillante que le corta el abdomen,
mostrando su piel suave. Sus jeans de color azul brillante son ajustados, ceñidos, lo que
probablemente muestra cada curva de su trasero. Es lindo... (si me gustara alguien como él)
delgado y diminuto, incluso más pequeño que yo.
Pero no, me gustan más altos y un poco más masculinos, con muslos grandes, ojos
oscuros y cabello liso que quiero tirar mientras me chupa el...
Basta, maldita sea. No. Más. Magnus.
—Ese es el chico nuevo —dice Ozymandias, apareciendo junto a nosotros con una
pequeña niña rubia debajo de su hombro—. Um... ¿Sebastian, creo?
Esa es una de las ventajas de ser el niño más rico en una escuela de niños ricos.
Ozymandias siempre conoce toda la información primero. Miro a Avery y veo que se queda
boquiabierto, juro que veo un poco de baba salir de sus labios mientras su mirada sigue a
Sebastian a través de la fiesta.
—Avery, detente —le digo, dándole un codazo.
No quita los ojos de Sebastian, pero se agacha para reajustar su entrepierna
descaradamente. —¿Detener qué?
—Quiere que dejes de ponerle ojos de asesino en serie al chico nuevo —dice
Ozymandias, ganándose una risita de su compañera de la noche.
—No le estoy poniendo ojos de asesino en serie —se burla Avery, ajustando su
entrepierna nuevamente.
—Ew, en serio. ¡Para! —digo, apartando la mano de Avery de sus pantalones.
Avery estaba que se desmayaba. —Él es realmente bonito. Quiero pintarlo.
—Hombre, ¿cuántas veces tengo que decirte que no sabes pintar? —Pongo los ojos en
blanco. En serio, su retrato mío salió como si lo hubiera dibujado un niño borracho de diez
años.
—No, pero puedo escribirle un poema —dice, con los ojos verdes brillando con su última
idea.
Ozymandias se burla—: Bro26, tampoco sabes escribir poesía.
Avery lo ignora mientras me entrega su vaso. Le doy una mirada inquisitiva mientras se
dirige en dirección a Sebastian. —¿Qué estás haciendo?
—Sólo voy a saludar —me dice.
—Avery... Oh, que se joda —murmuro, sin molestarme en traerlo de regreso mientras
acecha a Sebastian como un lobo persiguiendo a un conejito.
—Oh, esta mierda va a ser divertidísima —Ozymandias se ríe como lo haría Magnus
mientras disfruta del fruto del caos que lo rodea.
—No seas idiota —me río, entregándole una de los vasos llenos—. Va a asustar al pobre.
Es demasiado intenso.
—Eh, tal vez funcione —dice encogiéndose de hombros. Él mira a la chica que lo rodea y
le da una palmada en el trasero—. Vamos, nena. Dame un minuto.
La pequeña rubia simplemente le sonríe, inclinándose para besarle la mejilla antes de
alejarse para reunirse con sus amigas.
—Sabes, podrías ser tú —dice, señalando a las chicas que actualmente se están riendo de
él. Ozymandias está realmente bueno. Casi hace honor al significado de su nombre de rey de
reyes . No es de extrañar que atraiga a todas las chicas que le parpadean.
—No sé si lo recuerdas, pero soy jodidamente gay —digo, señalando mi entrepierna—.
En el momento en que se levante por una chica, haré mi movimiento.
—Sabes que eso no es lo que quise decir, mocoso de mierda —se ríe Ozymandias,
revolviendo mi mata de cabello rubio—. Te ves bien esta noche. ¿Te arreglaste para
conseguir algún culo? Totalmente podrías, ¿sabes? Estás buenísimo.
De alguna manera, que Ozymandias diga eso no genera la misma reacción que cuando
Magnus me dijo lo mismo. Sé cómo me veo. No soy increíblemente hermoso, pero soy
bastante guapo. Tengo esa cosa inocente de colegial a mi favor con mis rizos rubios
brillantes, mis labios carnosos y mis grandes ojos azules. Soy consciente de que

26
Bruh o bro, de brother, hermano, amigo
probablemente podría tener una buena cantidad de encuentros sexuales, pero no quiero a
cualquiera.
Sólo hay una persona que quiero.
Él de rodillas ante mí. Yo de rodillas por él. Su polla gigante en mi…
Oh, Dios. El alcohol me pone demasiado cachondo. Necesito parar después de este último
trago.
—¿Estás pensando en Magnus?
—No hay manera de que puedas saber eso —espeto, tomando otro sorbo de mi bebida.
—Sí, en realidad sí. Tienes las mejillas sonrojadas y te lames los labios. —Él sonríe
mientras señala mis pantalones, que parecen demasiado ajustados en este momento—. No
creas que no me di cuenta de eso.
—¿Por qué somos amigos? —ladro, sacudiendo la cabeza con diversión mientras
Ozymandias se acerca.
—Porque mantengo las cosas interesantes —dice. Se vuelve hacia mí, con el rostro
demasiado serio, y trago saliva—. Mira, sabes que los quiero, ¿verdad? Sé que puedo ser un
idiota...
—No.
—Pero todo lo que quiero…
—Cállate.
—Todo lo que quiero es lo mejor para ustedes dos. Eres tan jodidamente miserable,
Daniel —afirma. No hay lástima en sus ojos, sólo tristeza por mí con la que puedo
identificarme—. Alguien tiene que presionarte para que hagas algo al respecto.
—Nunca haré algo al respecto —digo con firmeza. En realidad, nunca le he contado sobre
mi enamoramiento por Magnus, pero supongo que todos pueden verlo, menos el hombre
mismo—. No sabes de lo que estás hablando.
Él levanta las cejas y una lenta e intrigante sonrisa se extiende por su rostro. —¿Ah, de
verdad? Entonces, ¿no eres un virgen de dieciocho años que suspira por su mejor amigo y
probablemente nunca tendrá sexo en su vida, no mientras albergue este amor eterno,
implacable e insatisfecho?
Mi cara palidece. —Eres malo.
—No, soy honesto y hay una jodida diferencia. —Deja escapar un suspiro entrecortado
hasta que se da cuenta de algo. De repente se endereza y me mira con una mirada que no
puede significar nada bueno.
—Ozymandias, lo que sea que estés pensando… —Doy un paso alejándome de él.
—No, esto será bueno, créeme —dice con una amplia sonrisa.
—¿Qué vas a hacer? —pregunto vacilante.
—Lo que mejor hago —dice, saltando sobre la mesa justo detrás de nosotros—. Voy a
liarla parda.
Me toma un segundo darme cuenta de lo que va a pasar y soy demasiado lento para
hacer algo al respecto. Ozymandias se lleva los dedos a la boca y con un fuerte silbido, toda
la atención está puesta en él.
Rey de Reyes. Nadie ignora a Ozymandias.
—¿Quién quiere jugar Siete Minutos en el Cielo27?
Una ovación resonante resuena en la fiesta mientras los participantes dispuestos
comienzan a separarse del grupo. No son todos, pero casi casi. Además, no importa porque,
por supuesto, Magnus ya está ocupando su lugar en el círculo con su nueva amiga. Sin
previo aviso, me arrastran al círculo mientras Ozymandias toma una botella vacía de vodka
de la mesa.
—Ozymandias, sea lo que sea que estés pensando, por favor no lo hagas —le ruego en
voz baja, agarrando su camisa y tratando de detenerlo, pero es demasiado fuerte.
—Estoy haciendo esto por tu propio bien —susurra, girándome y sentándome al lado de
Magnus antes de lanzarle una sonrisa descarada. Luego dice las palabras que realmente me
cabrean—. Un virgen como tú al menos debería tener algo de acción esta noche.
Mi cara palidece y mi garganta se seca porque no hay manera de que Magnus no haya
escuchado eso. Quiero vomitar de la vergüenza y la humillación. No, quiero matar a
Ozymandias. Matarlo primero, vomitar después, pero el bastardo astuto ya está levantado y
colocando la botella en el centro del círculo.
—¿Virgen? —Pregunta Magnus, frunciendo el ceño e ignorando por completo a la chica a
su lado—. ¿Eres virgen?
No estoy seguro de qué decir ante su sorpresa. ¿Debería ofenderme que le disguste tanto
la idea de que yo sea virgen? ¿O debería ofenderme que él nunca haya considerado mi vida
sexual en general? Yo…
—Bueno, Daniel. ¿Por qué no vas tú primero?
Dios, si estás escuchando, castiga a Ozymandias Rupert Clark, por favor.

27
Siete minutos en el cielo (o siete minutos en el armario) es un juego de besos que se practica sobre todo
en fiestas de adolescentes.
Tomo la botella con cautela, mientras mato con la mirada a Ozymandias 28, quien solo me
da una sonrisa traviesa. Desearía que el mundo me tragara entero ahora mismo. Mientras
la botella gira, me estremezco al saber sobre a quién podría apuntar. ¿Será Ozymandias, a
quien podría morderle la lengua si intenta besarme? ¿Será Chris, el estudiante de segundo
año larguirucho y lleno de granos cuya nariz siempre está enterrada en el anime?
O tal vez sea una chica… doble disgusto.
Podría besar a Avery; sería platónico. Sebastian incluso sería lo suficientemente bueno,
un chico nuevo del que no sé nada.
Pero el universo no me hace ningún favor. No. La botella apunta al puto Magnus Black.
Mientras me invade un horror profundamente arraigado, Magnus parece casi engreído.
Hay ese brillo travieso en sus ojos que normalmente me encanta pero que actualmente me
pone demasiado nervioso.
—Bueno, la botella ha hablado, vámonos —dice, tirando de mí hacia arriba, y solo puedo
lanzarle a Ozymandias una mirada mortal más antes de que me arrastren hacia lo más
profundo del bosque.
La fiesta continúa de fondo, pero la música se apaga a medida que nos alejamos de ella.
Quizás esto sea fácil, en realidad no tenemos que besarnos. Incluso si es algo que he estado
imaginando desde que tenía doce años, sé que besarlo es la peor idea que jamás haya
tenido.
Si estoy así de obsesionado con él ahora, ¿qué pasará después de que nos besemos? Nada
bueno puede salir de esto, aunque mi polla traidora se anima con la idea.
Mala polla.
Una vez que llegamos a un lugar respetuosamente alejado, me empujan contra un árbol
grueso. Esa travesura en los ojos de Magnus debe haber sido una especie de tapadera
porque parece enojado.
—¿Por qué no me dijiste que eres virgen?
—¿Disculpa? —respondo bruscamente, alejándolo un poco de mí porque ¿qué carajo?—
¿Cómo es eso de tu incumbencia?
—Porque todo lo que haces es asunto mío —afirma con total naturalidad, sin escuchar lo
horriblemente codependiente que suena—. No guardamos secretos el uno del otro. Nunca
lo hemos hecho.

28
En inglés, shutting daggers at Ozymandias, literalmente lanzando dagas, pero significa que lo mata con la
mirada
—Bueno, nunca preguntaste. Nunca mentí. No te dije que no era virgen —tartamudeo,
con las mejillas ardiendo. No quiero hablar de mi vida sexual con el objeto de todas mis
jodidas fantasías nocturnas—. Ahora lo sabes. ¿Estás feliz?
—En lo más mínimo. ¿Qué sigue? Ahora me dirás que nunca has besado a nadie. —
Cuando no respondo y mis ojos bajan al suelo, jadea—. Nooo. Espera, Daniel. ¿Nunca has
besado a alguien?
—¡No te rías de mí! —grito, golpeando su hombro mientras él se ríe entre dientes—.
¡Qué carajo, Mag!
—¿Cómo no sabía esto?
—¿Tal vez porque estabas demasiado ocupado metiendo tu polla en cualquier cosa que
se moviera como para darte cuenta?
Ante esto, se pone de pie y me mira entrecerrando los ojos. —¿Me estás humillando 29
ahora mismo? ¿Qué hay de malo en divertirse?
—No, Jesús —gemí, frotándome la cara con las manos—. No estoy… ¿Estamos peleando?
¿Es eso lo que es esto?
No hemos peleado desde que teníamos catorce años y es horrible. Lo odio, pero eso es lo
que se siente. Parece que estos últimos días estamos discutiendo cada vez más, por
pequeñas cosas. Hemos estado discutiendo una y otra vez sobre qué película ver por la
noche, en qué habitación vamos a pasar el rato y tonterías que realmente no importan.
Estoy empezando a pensar que realmente necesito olvidarlo. Esto no es bueno para
ninguno de los dos porque es culpa mía. Todos mis sentimientos reprimidos son los que
están causando esto, lo sé. Si pudiera hacer que desaparecieran, todo estaría bien. Podría
verlo con otra persona y no querer explotar. No guardaría ningún resentimiento o
irritación porque no sea a mí a quien esté besando y follando.
Mierda, soy el peor mejor amigo. Es inocente en todo esto. Él no tiene idea, nunca la ha
tenido, y no hay ninguna razón por la que deba enojarme con él por acostarse con
cualquiera.
Lo miro y él me mira fijamente con el ceño ligeramente fruncido. Hay un momento de
silencio que pasa entre nosotros y no estoy seguro a qué hemos llegado. ¿Sigue enojado?
¿Me va a gritar? ¿Se irá sin decir nada?
En cambio, dice algo que hace que mi respiración se detenga.
—Te voy a besar.
29
En inglés dice slut shaming (vergüenza de puta) que se refiere a juzgar, criticar o discriminar a las
personas por cuestiones relacionadas con la sexualidad, como la promiscuidad.
Dejé escapar una risa ahogada mientras mi corazón se acelera. —¿Un beso de lástima?
¿De verdad?
Él niega con la cabeza. —No es un beso de lástima, Daniel. Quiero besarte.
Ay, cuántas veces he soñado con escuchar esas palabras salir de su boca, pero se sienten
mal. Se siente forzado. No es romántico como alguna vez lo imaginé. Es él besando a su
mejor amigo porque siente pena por él.
—No —digo sacudiendo la cabeza, resistiendo la tentación de simplemente juntar
nuestros labios—No, encontraré a alguien más a quien besar. Estoy bueno, ¿verdad? Eso
fue lo que dijiste. Puedo encontrar a alguien.
—Vamos. Será especial —dice dulcemente, levantando la mano con confianza para
agarrar mi barbilla y deslizar su dedo por mis labios—. Sabes que lo haré especial para ti.
Magnus está presionando y no me sorprende. Siempre ha sido insistente. Cuando se le
mete en la cabeza que quiere algo, va y lo consigue. Por alguna razón, ha decidido que
quiere besarme (a mí) y no estoy muy seguro de lo que me provoca ese pensamiento.
Bueno, sé lo que le hace a mi polla descaradamente dura, pero eso es todo.
—¿Confías en mí? —susurra, inclinándose para que nuestros labios estén a un pelo de
distancia. La luz de la luna enfatiza sus ojos negros como una galaxia e ilumina los
hermosos contornos de su rostro.
Me inclino hacia él porque no puedo evitarlo. Es como si la gravedad me atrajera. Es
como si él fuera un imán en el que quiero chocar. La suave brisa roza mis sorprendidos
labios y puedo sentir mis dedos temblar al posarse en su pecho. —¿Cómo puedes preguntar
eso?
Confío en él para todo.
Son esas últimas palabras las que cimentan el momento, las que le hacen dar el último
paso que lleva a sus labios sobre los míos.
Y es todo lo que siempre pensé que sería.
Magnus baja la cabeza y nuestros labios se conectan como una tormenta que nos inunda
a ambos. No me sorprende sentir pequeños rayos eléctricos recorriendo mi cuerpo. Es solo
un simple roce de nuestros labios, pero mis dedos se hunden en su camiseta porque no
quiero que esto termine. Incluso este pequeño y breve contacto es todo lo que siempre he
deseado de él.
Nuestros cuerpos mantienen una distancia respetable pero irritante hasta que doy un
salto y paso suavemente mi lengua por su labio inferior. Esto le hace algo porque
inmediatamente me deja entrar con un gruñido, sus dedos se clavan en mi cabello y me
acercan.
Es demasiado caliente. Estoy demasiado caliente. Ni siquiera la brisa del otoño puede
refrescarme. Él coloca una mano en mi espalda baja mientras la otra se envuelve alrededor
de mi nuca. Aprovecho esta oportunidad y paso mis dedos por su cabello. Oh, mierda. Es
tan jodidamente suave. No quiero nada más que poder tocarlo cuando quiera.
Nos respiramos mutuamente y debería poner fin a esto. Me dio mi primer beso, eso es
todo lo que quería hacer, pero no puedo parar ahora.
Fuerzo mis manos a su pecho porque se mueren por sumergirse debajo de su camisa y
sentir todos esos músculos con los que sueño. Quiero lamerle el cuello, inhalarlo y
quedarme en este momento para siempre.
Pero para siempre no es algo real. Los sueños son fugaces. La realidad siempre está en un
segundo plano lista para derribarte.
Se aleja y su cara y cuello están sonrojados. Bellamente sonrojado. Sus labios carnosos y
rojos están todos hinchados y húmedos. Sus mejillas son de un rosa brillante bajo su piel
bronceada. Tiene el pelo revuelto, aunque apenas lo toqué.
—Entonces... —comienza, lamiéndose los labios, viéndose demasiado ansioso para mi
gusto—. ¿Especial?
—Especial —respiro, dejando caer mi frente contra la suya.
—Entonces, ¿estoy perdonado por entrometerme en tu vida sexual?
—Perdonado.
—Entonces, ¿puedo obtener respuestas de más de una palabra?
—Te amo.
Porque lo hago. Lo amo tanto que duele. Sé que él no tomará mis palabras de la forma en
que las digo. Sé que tenemos el tipo de amistad en la que nos decimos que nos amamos
constantemente. Eso es lo que pasa cuando conoces a alguien desde que nació.
Declaraciones como esta no son impactantes, no sorprenden y no cambian tu perspectiva
sobre las cosas.
—Yo también te amo.
Al igual que sé que él no lo dice en serio como yo. No de la manera que quiero que lo
haga. Besa mi mejilla, luego mi frente, pero no se siente como todas las otras veces. No, este
beso me ha cambiado.
Me hizo darme cuenta de que realmente ya no puedo hacer esto. Simplemente no puedo.
Lo tuve, lo probé, lo sentí y no puedo volver de eso. No puedo y mi corazón no puede.
Esto es el fin para mí. Tengo que separarme de él. Tengo que recordarme a mí mismo que
lo único que seremos siempre es amigos.
Después de esto, he terminado. Adiós al enamoramiento, porque esta fue la gota que
colmó el vaso30.

30
En inglés the final straw, que es como el colmo final, lo último en una serie de hechos que enfadan o
perturban a alguien´.
Capítulo 5

Magnus

Han pasado tres días. Tres días desde que besé a mi mejor amigo y no puedo dejar de
pensar en ello. Es en lo único en lo que mi cerebro quiere concentrarse. No estoy muy
seguro de por qué.
Cuando Daniel me dijo que nunca había besado a nadie, me volví loco. Es imposible que
nadie haya querido besarlo antes. Él es hermoso. Tiene un cuerpo bonito y ágil, no
diminuto, pero sí mucho más bajo que yo. Sus rizos rubios y lacios son adorablemente
brillantes, siempre en su rostro a menos que use esa vieja y andrajosa cinta para el cabello
para mantenerlos a raya. Sus ojos, joder, sus ojos. Son cautivadores. Un azul tan intenso que
puedes perderte en ellos.
Mi mejor amigo podía ser un puto rompecorazones, así que, por supuesto, fue un shock
que fuera virgen en más de un sentido.
Seguro que no besaba como un virgen. Sus labios habían sido tan suaves, tan flexibles. Él
fue tan dulce con los suaves golpes de su lengua y los pequeños gemidos que dejaba en mi
boca. Me puse tan jodidamente duro que era difícil recordarme a mí mismo que no estaba
besando a cualquier chico, sino a mi mejor amigo.
No quiero pensar en por qué me empeñé tanto en besarlo. Realmente quería hacerlo
especial para él porque la idea de que él tuviera ese beso con alguien más... no. No lo
pensaré. No lo pensaré en absoluto.
He tratado de dejar de pensar en el beso. Odio admitir que ayer incluso metí a esa chica
Becca en una de las aulas vacías para un polvo rápido y no pensé (no lo hice) en ese beso
mientras estaba dentro de ella.
Daniel y yo no hemos hablado de eso, no es que sea necesario, pero parece que me ha
estado evitando últimamente. Normalmente salimos todas las noches, pero él ha sido
impreciso con su agenda. No estoy muy seguro de por qué ha estado tan ausente, pero esto
tiene que terminar.
Me decidí y decidí que ya es suficiente. Aunque normalmente odio hablar de cosas como
esta, sentimientos y demás, este es Daniel. Hablaremos, figurativamente nos besaremos y
reconciliaremos31 y todo volverá a la normalidad.
Antes de que pueda salir de mi habitación para enfrentarlo, suena mi teléfono. Gimo ante
el nombre que aparece en la pantalla y reúno todo mi coraje para responder.
—Padre.
—Magnus, te he llamado tres veces hoy. ¿Por qué no respondes?
Por supuesto, Michael Black no puede soportarlo cuando su hijo no está a su entera
disposición. Hago todo lo que puedo para ignorar a mi padre, casi todo lo que puedo para
cabrearlo, pero llega un punto en el que realmente tengo que hablar con él.
—Estaba ocupado, padre —respondo, sin molestarme en ocultar mi tono aburrido—.
Algunos de nosotros realmente tenemos vidas fuera del trabajo.
—Cuidado, pequeña mierda ingrata —ladra a través de la línea. Prácticamente puedo oír
la forma en que aprieta los puños—. ¿Ya has estado trabajando en tu solicitud para la
universidad?
—El portal de Harvard no se abre hasta el primero de marzo32.
—¿Es ese el tipo de actitud que tendrás cuando dirijas esta empresa? ¿Esperar hasta el
último minuto para hacer las cosas? Así no es como te crié.
En realidad, papá, tú no me criaste en absoluto. Esa fue Victoria y un equipo de niñeras.
—Me encargaré de ello —digo exasperado y eso que solo han pasado treinta segundos—.
Mira, estaba de camino a pasar el rato con Daniel...
—Daniel. ¿Por qué no puedes ser más como él? Sabes que en realidad respeta a sus padres,
¿verdad?
—Oh, padre. ¿Qué te daría la impresión de que no te respeto? —respondo
sarcásticamente.
— Se acabó el tiempo de diversión y juegos, Magnus. Este es tu último año en Armory Prep.
Tienes que madurar ya. ¿Has terminado de perder el tiempo?
La verdad es que las tonterías a las que se refiere cesaron después de las vacaciones de
invierno en el primer año. Ya no me meto en tantos problemas como antes. Todavía me

31
En inglés kiss and make up, ‘’besarse y reconciliarse’’, es una frase idiomática que se refiere simplemente
a cuando dos amigos o personas que se quieren hacen las paces después de alguna pelea o enfrentamiento
32
Una vez se entrega la solicitud de aplicación a Harvard, envían un correo con un PIN para acceder al
Portal del Solicitante, que es donde se verá la decisión de admisión.
atrapan de vez en cuando, pero nada grave ya que le prometí a Daniel que dejaría de lado
cualquier cosa que pudiera hacer que me expulsaran.
—Seguro. Digamos eso.
Mi padre suspira como si tuviera el peso del mundo sobre sus hombros, como si no pudiera
soportar ni un segundo más de hablar conmigo, y el sentimiento es mutuo. —Mira hijo.
Harvard es una escuela excelente. Sé que originalmente planeamos que tú y Daniel asistieran
juntos, pero quiero que también postules a la Universidad de Mannheim.
—¿Mannheim? —pregunto confundido—. ¿No es eso en Alemania?
—Astuta observación como nunca la ha habido33. Por supuesto que es en Alemania.
—¿Por qué estoy solicitando ingreso a una escuela en Alemania si voy a Harvard?
— Porque no vas a ir a Harvard.
—¿Disculpa? —ladro, agarrando el teléfono con enojo—. ¿Qué carajo quieres decir con
que no voy a ir a Harvard?
—¡Cuida esa maldita boca conmigo! —él grita de vuelta—. El año que viene abriremos otra
sucursal de Farmacéuticas Black34 en Alemania y te necesito allí para que supervises la
operación.
Trago nerviosamente, odiando que me estoy permitiendo sentir al menos una pizca de
ansiedad mientras hablo con este hombre. —No quiero ir a Alemania.
—¿Parece que me importa una mierda lo que quieres? ¿Quieres tu fondo fiduciario? Irás a
Alemania tan pronto como te gradúes.
Esto no está sucediendo.
No, literalmente no va a suceder.
Encontraré alguna manera de salir de esto. Papá, aunque es un imbécil, no es
completamente despiadado. No me molesto en pelear con él porque sé que puedo hacerle
cambiar de opinión. No tiene sentido preocuparse por esto ahora.
Entonces, intercambiamos algunos cumplidos más y nos despedimos, pero todavía estoy
furioso por la llamada. Estoy tan jodidamente frustrado que mi papá esté haciendo todos
estos putos planes para mí que yo no quiero. No quiero vivir en Alemania. Quiero ir a
Harvard con Daniel como siempre lo hemos planeado.

33
If there ever was one, es literalmente ‘’si alguna vez hubo una’’, es una frase usada para dar énfasis de que
algo es cierto
34
Black Pharmaceuticals, es el nombre de la empresa que se traduce literalmente como Farmacéuticas
Black
Michael no puede cambiar el plan sólo porque le apetece. Quiero mi fondo fiduciario, así
que seguiré el juego por ahora, pero esta no es la última conversación que tendremos sobre
este tema.
Eso es algo de lo que preocuparse otro día.
Todo lo que sé es que necesito ver a Daniel más que nunca. Voy prácticamente
marchando hacia Monroe Hall, todavía jodidamente furioso cuando llego allí, pero cuando
se abre la puerta y veo a Daniel, todo desaparece.
Joder, se ve tan hermoso ahora mismo. Todo arrugado por el sueño, con algo de legañas
en la esquina del ojo y un poco de baba seca en el labio.
—Ey, ¿qué tal? —pregunta Daniel frotándose los ojos y me doy cuenta de que es la una
de la madrugada. Joder, lo desperté.
—Mierda, lo siento —me disculpo, dándome cuenta de que debería haber comprobado la
hora antes de venir aquí—. Puedo irme.
—¿Te irás? —se ríe, bostezando mientras se hace a un lado—. ¿Desde cuándo me dejas
en paz?
—Pensé que tal vez me habías estado evitando después de todo el asunto del beso —
admito, pero basándome en la forma en que está actuando, supongo que todo estaba en mi
cabeza.
Sus ojos se abren, perdiendo repentinamente el sueño y sonríe tímidamente. —Bueno
no. Estaba ocupado, ¿sabes? ¿Pasa algo, Mag?
No, no pasa nada cuando estoy contigo.
Bueno, mierda. Sí, algo anda mal, pero de repente ya no quiero hablar más de Alemania.
No quiero hablar de mi padre y llevar su veneno a cualquier cosa que involucre a Daniel y a
mí.
Miro alrededor de la habitación y frunzo el ceño. —¿Dónde está Avery?
—Él está haciendo jardinería.
—¿Qué hace qué?
—Jardinería —repite Daniel, poniendo los ojos en blanco mientras se deja caer en su
cama—. Honestamente, estoy un poco preocupado por él. ¿Quién carajos decide trabajar en
el jardín a la una de la madrugada?
—Estoy seguro de que está bien —digo, sin estar muy convencido de mí mismo—. Pero
le echaremos un vistazo más tarde, ¿sí?
—Sí, claro —acepta.
En el silencio que sigue, me siento cómodo. Nunca me he sentido más que cómodo con
Daniel. Alemania es una noción lejana y mi padre está atrapado detrás de una capa de
pesadillas.
—Entonces, hablemos de ese beso.
Un bonito rubor cubre las mejillas de Daniel mientras niega con la cabeza. —No lo
hablemos.
—Oh vamos. No pudo haber sido tan malo —bromeo porque Dios sabe que fue
jodidamente increíble para mí—. Realmente siento que las cosas han sido incómodas entre
nosotros y no quiero eso. Deberíamos hablarlo.
—Nunca quieres hablar de estas mierdas —comenta entrecerrando los ojos con
sospecha.
—Es cierto, pero esto es importante para mí. —De repente me invade una sensación
nauseabunda de que hay una razón diferente por la que él no quiere hablar de ello—.
Espera, ¿no te gustó?
—¿Qué? Por supuesto que sí —dice, tropezando con sus palabras—. Realmente me
gustó.
—Bien. Entonces, ¿quieres hacerlo de nuevo?
No sé de dónde viene esta genial idea, pero ya la he expuesto. Me sorprende incluso a mí,
pero no puedo retractarme. No quiero. De repente me doy cuenta de que todos los
pensamientos sobre Daniel podrían deberse simplemente a que quiero besarlo de nuevo y
tal vez hacer más con él.
—¿Qué yo qué? —Su voz es un poco chillona y si antes sus mejillas estaban rosadas,
ahora su cara está en llamas.
—Piénsalo. Eres virgen. Yo no. Puedo ayudarte y guiarte en todos tus primeros pasos —
le explico como si fuera la cosa más razonable del mundo... porque lo es.
Eso es todo. Sólo quiero otra probada. No tiene por qué significar nada. Solo somos dos
amigos platónicos a los que les gusta besarse de vez en cuando. Puedo sacarlo de mi
sistema y Daniel puede aprender algo de ello.
Creo que mi sugerencia es inteligente, pero Daniel parece enojado.
—¿Qué diablos, Magnus? —grita, levantando las manos en el aire—. ¿De qué carajo estás
hablando, de entrenarme? ¡No soy un patético caso de caridad!
—Oye, nunca dije que lo fueras —digo, tratando de apaciguarlo con mis manos sobre sus
hombros—. Solo piénsalo por un segundo. Estoy cachondo, probablemente tú estés
cachondo, podemos hacer esto juntos como amigos.
Porque necesito tenerte de nuevo. Porque no puedo dejar de pensar en ti y no sé por qué.
—Magnus, ¿te das cuenta siquiera de lo terrible que suena esa idea? —pregunta enojado
—. ¿Quieres acostarte con tu mejor amigo, sin compromiso, sólo para enseñarme sobre
sexo?
—¿Me estás diciendo que no tendrías sexo conmigo? —respondo, de repente un poco
irritado—. ¿Soy tan horrible?
—No, no eres horrible, yo sólo... —se detiene, mordiéndose el puño mientras sacude la
cabeza—. ¿Qué pasa con nuestra amistad?
—¿Qué pasa con eso? —cuestiono—. Tú y yo somos para siempre, Daniel. Esto no tiene
por qué cambiar nada. Después de darte tu primer beso, me di cuenta de que quiero que
todas esas experiencias sean especiales para ti. No quiero que vayamos a la universidad y
que alguien se aproveche de ti.
Especialmente si voy a Alemania...
Para. Eso no existe aquí.
Aunque Daniel todavía parece enojado, puedo ver la reveladora determinación de su
voluntad desvanecerse cuando se muerde el labio inferior. Él me está mirando ahora con
un tipo diferente de calor en sus ojos y yo suspiro de alivio.
Esta mierda habría sido realmente incómoda si hubiera dicho que no.
Se recuesta con la respiración entrecortada y se frota los muslos con las manos. —Está
bien, digamos que tal vez decidí que quería hacer esto...
—¿Entonces es un sí? —pregunto, inmediatamente arrodillándome frente a él,
extendiendo la mano y envolviendo mis manos alrededor de su muñeca, rozando con mi
pulgar el rápido latido de su pulso.
—Más despacio, Mag —se ríe, todavía con un brillo nervioso en sus ojos mientras tira del
cordel de los pantalones del pijama—. ¿Prometes que esto no afectará nuestra amistad?
—Lo prometo —digo con toda la intención de mi corazón. Nunca dejaré que nada se
interponga entre nosotros, ni siquiera esta idea ridículamente loca que se me ocurrió—.
¿Alguna vez he roto una promesa que te hice?
—No… —susurra, colocándose un rizo suelto detrás de la oreja mientras lo piensa.
Puedo ver los engranajes de su cabeza girando, pero también puedo ver que está tan
desesperado por decir que sí. Todo está en esos ojos brillantes. Respira hondo y
tranquilizador y asiente—. Está bien.
—¿Está bien? —lo imito, sentándome derecho—. Está bien. Haremos esto.
—Sí, supongo que lo haremos —dice tímidamente, mordiéndose la comisura del labio de
una manera que estoy segura no se da cuenta que es tentadora—. ¿Qué hacemos ahora?
Aquí es donde se renueva toda mi confianza. Aquí es donde realmente puedo brillar. Voy
a mostrarle a Daniel que tomó la decisión correcta al elegirme para todas sus primicias.
Obtendrá una muestra de cómo se siente una conexión íntima y real y nunca se conformará
con menos.
—Ahora, Daniel —tarareo, pasando mis manos arriba y abajo por sus muslos antes de
que mis dedos alcancen la cintura de sus pantalones cortos—. Ahora te muestro lo que
puedo hacer con mi lengua.
Él jadea y tengo que contener una risita. Eso no sería amable de mi parte. A decir verdad,
su entusiasmo nervioso es excitante. Nunca he buscado intencionalmente chicos o chicas
que carecieran de experiencia, pero ahora me está gustando.
—¿Estás seguro acerca de esto? —le pregunto en voz baja, sabiendo que no importa
cuánto quiera que esto suceda, él tiene que estar de acuerdo.
Su respiración se entrecorta un poco mientras me mira y puedo ver sus dedos temblar a
los costados, pero asiente, de todos modos. Lo tomo como una confirmación de que puedo
continuar con lo que comencé, pero antes de quitarle los pantalones cortos, decido que
quiero burlarme un poco de él.
Aparentemente, solo pensar en mi boca sobre él lo ha puesto duro como una roca, así
que froto mi nariz contra el contorno de su polla, respirando su aroma mientras coloco
pequeños besos con la boca abierta en la tela de sus pantalones cortos.
—Um, Mag, ¿v-vas a hacer algo? —tartamudea, gimiendo cuando chupo la cabeza de su
polla a través de la fina tela que lo cubre—. No es que no me guste, pero no quiero que esto
termine demasiado rápido.
Le sonrío mientras le bajo los pantalones cortos y ahora soy yo el que se queda sin
aliento.
Es jodidamente enorme.
Claro, he visto a Daniel desnudo antes, pero nunca le he prestado atención. Después de
todo, no soy un fisgón. Nos hemos bañado juntos cuando éramos pequeños, y de vez en
cuando le he interrumpido en la ducha cuando necesitaba algo, pero ahora que puedo echar
un vistazo real, sólo tengo un pensamiento…
Eso se sentirá jodidamente genial dentro de mí.
Pero me estoy adelantando. Estoy llenando mi cabeza con fantasías de que él me folle
cuando ni siquiera le he hecho una mamada todavía. Lo miro, preguntándome si puede ver
el asombro en mi cara, pero parece nervioso. Me doy cuenta de que probablemente sea
porque he estado mirando su polla demasiado tiempo.
—Oye —susurro, pasando una mano por la suya mientras le doy un ligero apretón—.
Eres tan hermoso, bebé.
No sé de dónde vino lo de bebé, pero por la forma en que los labios de Daniel se curvan
en una sonrisa ante el cariñoso apelativo, sé que voy a usarlo cuando estemos juntos así.
Abre la boca para decir algo, pero las palabras que tenía en la lengua se olvidan cuando la
mía sale y golpea la punta de su polla. Sus ojos se abren y su respiración se entrecorta
mientras coloco besos húmedos a lo largo de todo su cuerpo.
Tengo una sensación vertiginosa de excitación cuando lo llevo a mi boca, succionándolo
suavemente al principio y luego acelerando una vez que pruebo el dulce sabor de su líquido
preseminal.
—Santo cielo, Mag... —gime, echando la cabeza hacia atrás, sus dedos parecen estar
ansiosos por agarrarse a algo—. Mierda, mierda, mierda... eres tan bueno en eso... joder...
Disfruto de sus elogios y aumento mi velocidad, metiendo la mano en mis propios
pantalones porque, joder, esto es excitante. Me encanta su peso en mi boca, el sabor que
deja en mi lengua, incluso la forma en que huele. Todo en él me excita y no puedo hacer
nada más que masturbarme al ritmo de sus gemidos y quejidos.
En realidad, nunca me he venido por hacerle una mamada a un chico, pero no me
sorprende que Daniel sea la excepción a esa regla.
—Puedes tocarme. Está bien —jadeo, mi mano volando sobre su longitud mientras lo
insto a seguir—. Tócame todo lo que quieras.
Mi permiso verbal parece desatar algo dentro de Daniel. Sus manos inmediatamente
vuelan hacia arriba y una se clava en mi cabello mientras la otra agarra mi mandíbula. Su
toque envía una chispa de conciencia a través de mí sobre con quién estoy haciendo esto,
pero solo aumenta mi resolución.
Voy a hacer que se corra hasta que vea estrellas.
—Mag…Mag… —dice presa del pánico, su cuerpo tiembla mientras intenta sacarme de su
polla—. Voy a venirme... voy a...
Pero no hay manera de que pueda hacerme parar ahora. Me he dejado el culo trabajando
en esta mamada y quiero mi jodida recompensa. No puedo creer la forma en que gimo
como una puta cuando su liberación salada golpea el fondo de mi garganta. Sabe tan
jodidamente dulce y hace que me venga abajo mientras derramo mi liberación en el suelo.
—Jesucristo, Mag —suspira, riendo levemente mientras se pasa la mano por la
mandíbula—. Eso fue…
Me levanto y capturo sus labios desprevenidos con los míos. Nuestras bocas se moldean
juntas con un hambre descarada que él ha desatado en mí. Le muerdo suavemente el labio
inferior, pasando mi lengua por la suya cuando se abre para mí. Me retiro después de
probarlo porque mi período refractario es cero y no quiero presionarlo más esta noche.
—Fue increíble —murmuro contra su cuello, dejando un pequeño mordisco allí solo
porque sí—. Estuviste increíble, bebé.
Se sonroja y no puedo evitar besarle la mejilla. Estoy esperando que llegue algún tipo de
incomodidad, pero no es así. Esto se siente bien. Siento que siempre debí ayudar a Daniel a
superar esto, presentarle todo el placer del mundo y hacerlo mío en más de un sentido.
Ahora que lo he probado, esto va a ser muy divertido.
Capítulo 6
Daniel

Santo cielo. No puedo creer que eso acaba de pasar.


Magnus Black acaba de darme una mamada.
Magnus Black quiere enseñarme sobre sexo.
Mi polla estaba en la boca de mi mejor amigo y ahora, en lugar de sentirme muy feliz y
abrumado por la emoción, lo único que siento es miedo.
No puedo creer que estuve de acuerdo con esto.
Fue sólo hace unos días que me dije a mí mismo que evitaría todo lo que tuviera que ver
con mi enamoramiento no correspondido por Magnus. Es lo que haría un adulto sano y
equilibrado porque sé que, al final del día, esto me va a destruir. Sé que, sin lugar a dudas,
Magnus nunca sentirá lo mismo.
Entonces, ¿por qué acepté esto?
Claro, porque lo amo, y estoy cachondo, y un montón de otras razones que parecen tan
insignificantes ahora que estoy acostado aquí en la cama con él.
Nuestras pollas todavía están afuera mientras él se acurruca más cerca de mí. Está
respirando mi aroma como si fuera lo único que quisiera oler y eso me está jodiendo la
cabeza.
—¿Qué piensas de tu primera experiencia sexual? —pregunta, sus dedos sumergidos
debajo de mi camisa para acariciar mi estómago—. ¿Estuvo a la altura de sus expectativas?
¿Estar a la altura? Lo superó. Siempre imaginé que él me elegiría. Siempre fantaseé con
cómo se sentiría tener su boca alrededor de mí, cautivar toda su atención, y fue algo que
nunca olvidaré.
—Fue genial, Mag —le susurro, besando la parte superior de su cabeza—. Gracias por
hacer eso.
—No tienes que agradecerme —se ríe—. Tu polla es increíble y yo también me vine. Ese
es el objetivo de este acuerdo.
La palabra acuerdo me suena mal. Bien. Enfócate. Puedo hacer esto. Puedo separar mis
sentimientos de este acuerdo.
—¿Tú…? —miro hacia su impresionante polla que es una puta obra maestra. La gente es
recíproca, ¿verdad? Eso es lo que debería hacer ahora mismo. Dios sabe que quiero, pero
me pone nervioso que no le guste.
Sacude la cabeza y me sonríe. —No, bebé. Está bien. En otro momento.
Bebé. Cuando me llamó así antes, hizo todo tipo de cosas en mi corazón, esas mariposas
traidoras revolotearon en mi pecho ante ese cariño. Dios, quiero ser su bebé. Quiero ser su
único. Quiero que me ame como yo...
Para. Joder, basta.
Puedo decir que Magnus está a punto de quedarse dormido. No ha pasado la noche en mi
dormitorio desde hace mucho tiempo, pero no me quejo. Lo dejo dormir, y es sólo cuando
su respiración se vuelve profunda y uniforme que me levanto de la cama. Su cuerpo parece
quejarse de mi ausencia, su brazo se extiende hacia el lugar vacío que acabo de dejar libre.
Necesito un poco de aire. Odio admitir que ahora estoy entrando en pánico. Esta es una
mala idea.
Salgo rápidamente de mi dormitorio, asegurándome de cerrar suavemente la puerta
porque no puedo justificar dejarlo solo sin responder una serie de preguntas que deberían
permanecer sin respuesta.
Camino por Monroe Hall sin ningún destino particular en mente hasta que me topo con
Carter.
—¿Carter? ¿Qué haces despierto? —le pregunto a mi amigo cuando pasa a mi lado en el
pasillo. Se detiene rápidamente, atrapado como un ciervo ante los faros mientras abre
ligeramente la boca.
—Hola. Yo… um… necesitaba un poco de aire —explica en un aluvión de palabras
apresuradas, mientras empuja las gafas de montura negra en su nariz con el dedo índice.
Sí, lo mismo aquí, colega.
—Entonces, ¿solo saliste a dar un paseo nocturno? —cuestiono, un poco desconfiado
porque no tiene ninguna razón para estar en el pasillo de mi salón todo sospechoso y tal.
—¿No es eso lo mismo que estás haciendo? —pregunta a la defensiva—. ¿Qué haces tú?
Me congelo. —Um…
—Sí —dice poniendo los ojos en blanco—. Eso pensé.
—Está bien, entonces estamos... ambos fuera... —me detengo porque esto es jodidamente
incómodo.
—Pareces sonrojado, Daniel. ¿Qué has estado haciendo? —él pregunta. Me mira de arriba
abajo hasta que sus labios forman una sonrisa y se ríe—. Oh, mierda. Follaste, ¿no?
—¿Qué? Por supuesto que no —espeto, sabiendo que mis mejillas rojas contra mi piel
pálida son un claro indicio.
No estoy listo para contarle esto a nadie antes de tener la oportunidad de procesarlo yo
mismo. Ciertamente no se lo voy a decir a Carter porque entonces Carter, de una manera u
otra, se lo dirá a Ozymandias y entonces todos lo sabrán.
No, voy a mantener esto en secreto tanto tiempo como pueda. No necesito que nadie me
diga lo idiota que estoy siendo.
—¿Quién folló? —dice otra voz.
—Avery, ¿qué carajo te pasó?
Mi gracia salvadora llega justo a tiempo. Avery ha regresado de su expedición nocturna
de jardinería y tiene un aspecto horrible. No lo vi bien cuando se fue, pero ahora que lo veo,
no tengo idea de cómo nadie lo ha detenido todavía.
Está cubierto de tierra de pies a cabeza, todavía en bóxers y sosteniendo un ramo de
flores que parecen arrancadas del suelo, con las raíces aún adheridas.
—¿Qué? —Avery pregunta encogiéndose de hombros—. Solo estaba haciendo jardinería.
—¿Esas son las peonías del director Harding de su jardín personal? —pregunta Carter.
—Oh, mierda, supongo que lo son —se ríe Avery, rascándose el pecho desnudo mientras
mira sus preciadas flores—. Quiero dárselas a Sebastian.
—¿A las dos de la mañana?
—¿Por qué? ¿Es demasiado temprano para dar flores?
Carter respira profundamente. —¿Estás saliendo con él?
—No, tenemos una cita de amigos —dice Avery con una sonrisa descarada, sonrojándose
y pasando su mano sucia por su cabello sucio.
Maldita sea, parece que todos mis amigos están actuando sospechosos esta noche.
—¿Qué tipo de cita de amigos? —Carter pregunta con cautela.
Avery le contesta bruscamente, inusualmente agresivo para ser un Hulk tan adorable 35.
—Eso es privado.
—Creo que Carter estaba tratando de decir... —Le doy a Carter una mirada que le dice
que se aleje de Avery cuando está así—. Es que es demasiado temprano para entregarlas.

35
En inglés dice such a loveable hulk, de nuevo se refiere a Avery como Hulk ya que es grandote y anda
semidesnudo.
—Ya veo... —Avery se balancea hacia adelante y hacia atrás sobre sus talones—.
¿Entonces debería esperar hasta el desayuno?
—Eso podría ser lo mejor. ¿O tal vez no se las das? —sugiere Carter, tomando las flores
de Avery y sosteniéndolas a distancia.
Avery me mira buscando tranquilidad. —¿Crees que eso es lo mejor?
—Sí, colega —le digo con una suave sonrisa, dándole palmaditas en la espalda y
encogiéndome cuando retiro mi mano y la veo cubierta de tierra—. No querrás parecer
demasiado agresivo.
—Es tan bonito, ¿sabes? —Avery arrulla con una mirada soñadora y lejana en sus ojos—.
Me encanta su forma de vestir. ¿Sabes que usa esmalte de uñas?
Esto es preocupante. Avery siempre ha tenido una tendencia a… obsesionarse con las
cosas. Por lo general, no se trata de personas reales.
La última vez que lo vi tan obsesionado con algo fue cuando uno de los chicos de nuestra
clase, Gerald, tuvo un conejo como mascota. Avery no podía dejar de hablar de Bunny y
pasaba todo su tiempo haciéndose amigo de Gerald sólo para acercarse a Bunny.
Probablemente habría estado bien... si Avery no hubiera terminado secuestrando a
Bunny.
—¿Eso es un chupetón? —pregunta Avery, señalando el cuello de Carter, que
definitivamente tiene un moretón de color púrpura oscuro.
—¿Qué? No —dice Carter rápidamente, subiéndose el cuello de su camisa con un gruñido
—. Vete a la mierda.
Y el propio Carter se va a la mierda. Avery y yo nos quedamos allí en el pasillo, viendo a
Carter huir, y ambos nos miramos fijamente durante un minuto.
—Extraño —dice Avery.
Levanto la mano y le quito un poco de tierra de la nariz. —Parece ser la temática de la
noche.
Avery se encoge de hombros rápidamente y cambia de tema. —Bueno, voy a ir a nuestra
habitación.
Entro en pánico. Me lanzo frente a Avery con las manos en alto hasta su pecho. —Eh,
espera.
No es raro que Magnus venga, y no es raro que Avery lo vea en mi cama, pero nunca ha
estado medio desnudo desmayado en mi cama.
Avery inclina la cabeza hacia un lado, estudiándome antes de juntar las cejas. —¿Qué
hiciste?
Sé que dije que quería guardar esto para mí, pero no hay manera de que Avery no se
entere. Vivimos juntos. Él sabe lo que siento por Magnus. Para alguien tan extraño y
aparentemente egocéntrico, en realidad es bastante astuto. Es sólo cuestión de tiempo
antes de que yo tenga un descuido o él se dé cuenta.
Además, sería bueno poder hablar con alguien sobre esto.
Camino frente a él con las manos en el pelo mientras todas mis dudas resurgen. —Me
siento tan estúpido.
—Oye, está bien —tararea Avery, envolviéndome en un sucio abrazo mientras me
acaricia la parte superior de la cabeza—. Me puede contar.
Me aparto. —¿Juras que lo mantendrás en secreto? —Cuando él asiente, respiro
profundamente y lo hago—. Magnus y yo nos enrollamos.
—¡Eso es increíble, hombre! —Avery casi grita, sacudiendo mis hombros con demasiado
entusiasmo, sus ojos se iluminaron como si Bunny volviera a él—. Sabía que sólo haría falta
una vez para que despertara de una puta vez.
—No, no es eso —digo tímidamente, reuniendo el coraje para hablar—. Él sólo me está
ayudando con cosas sexuales.
Avery da un paso atrás y arruga la nariz. —¿Ayudándote con cosas sexuales?
—Sí, como un tutor sexual —le explico sin convicción.
—Te das cuenta de lo loco que suena... —Sacudiendo la cabeza hacia mí—. Incluso para
mi.
Entrecierro los ojos hacia él. —No estás loco, Avery.
—Seguro que lo estoy. Es lo mío. Volvamos a ti y a Magnus. ¿Qué quieres decir
exactamente con tutor sexual?
—Quiero decir, simplemente seremos amigos que ocasionalmente se lían.
—Oh, Daniel... —Me abraza de nuevo, y trato de no sentir repulsión por la lástima en su
toque. Y, además, por toda la suciedad—. Realmente espero que sepas lo que estás
haciendo.
No. Para nada. Ni siquiera un poquito. Pero tampoco encuentro la voluntad de poner fin a
esto antes de que me rompa el corazón.
Capítulo 7
Magnus

—Por favor, no dejes de hacer eso...


Sonrío alrededor de la polla de Daniel.
Una vez más, esta es la distracción perfecta de todo lo que sucede en mi vida. Después de
otra llamada telefónica insoportable y vergonzosa de mi padre, esto es justo lo que
necesitaba. Puedo escapar a un lugar donde mi único trabajo sea complacer a mi mejor
amigo. Él aún no ha correspondido, pero no me importa. Lo último que quiero hacer es
apresurarlo. Puedo decir que todavía está asustado e inseguro de lo que estamos haciendo,
a pesar de que estoy absolutamente metido en ello.
Toda mi vida, ha sido Daniel. Daniel como mi refugio seguro. Daniel como la única
persona que mejor me conoce. Daniel es a quien puedo contarle cualquier cosa.
Con su polla en mi boca, sus pelotas en mi mano y su líquido preseminal deslizándose
por mi garganta, esta es solo otra forma en que puedo tenerlo. Otro paso, muy sexy, en
nuestra amistad.
—¿Vas a venirte para mí, bebé? —bromeo, lamiendo una línea en su polla.
—Joder, eres tan arrogante —respira. Sus manos acunan mi cara, ayudándome a subir y
bajar por su polla, su pulgar roza la comisura de mi labio—. Voy a venirme.
Con unos cuantos empujones más descoordinados de sus caderas, se corre en mi boca y
me lo trago todo. Lamo los restos de mis labios y luego me arrastro sobre su cuerpo
exhausto y flácido, deteniéndome en sus labios para que pueda saborearse en mi lengua.
—Mmm —tararea, su lengua acaricia la mía mientras pasa su mano por mi cabello—.
Tan bueno.
—Aceptaré todos los cumplidos que pueda recibir —me río, besando su mejilla y
dejándome caer en la cama a su lado. Lo miro y veo que tiene otra mirada nerviosa en sus
ojos, algo lejano que no me sienta bien.
No había planeado hacer nada más después de esto, tal vez abrazarnos un poco antes de
regresar a mi habitación para hacer algunos deberes, pero ahora creo que esto requiere un
cambio de planes.
—Oye —digo, dándole una palmada en el muslo desnudo mientras me levanto—. Vístete.
Sacude la cabeza y se cubre la cara con los brazos mientras intenta controlar su
respiración. —Mis piernas están como gelatina. Vas a tener que darme un minuto.
Sonrío ante eso. Me encanta verlo tan arrugado y desaliñado por mi culpa. Lo dejaría
disfrutar de su resplandor post-orgasmo, pero tengo una idea.
—No puedo, bestie36 —le insto, tirando de sus brazos para que se siente—. Vamos a
algún sitio.
Él gime en voz alta y me mira entrecerrando los ojos cuando le tiro una camiseta a la
cara. —¿A dónde vamos?
—Es una sorpresa.
—Está bien, vaya manera de mantenerme en suspenso.
Lo agarro por las caderas y lo arrastro hacia mí, salpicándolo de besos que borran la
confusión de su rostro. —Vamos, será divertido.
Él ya no protesta cuando salimos del dormitorio, y me aseguro de agarrar una manta al
salir para lo que he planeado. Ya conozco bastante bien los pasillos de Armory Prep, así que
conozco todas las formas de entrar y salir sin que me atrapen. Eso no impide que Daniel se
pegue a la pared y mire ansiosamente por encima del hombro a cada paso.
Es tan jodidamente lindo.
Lo llevo al salón más alto de la escuela, uno que descubrí en tercer año por puro
accidente. Estoy seguro de que nunca antes había estado aquí, no tenía motivos para
estarlo. Lo conduzco a una habitación grande y circular con grandes ventanales que cortan
las paredes y un tragaluz que te permite mirar las estrellas. En realidad, no es una torre de
astronomía, pero tiene un telescopio, y sé que mi adorable mejor amigo se volverá loco por
él.
—Vaya, esto es genial —murmura con asombro, girando y sonriendo cada vez que me
mira—. No puedo creer que nunca supe que esto estaba aquí.
Me encojo de hombros, tratando de hacer ver lo mucho que significa para mí que él ame
el lugar. —Sí, siempre encuentro los mejores lugares para ligar. Encontré esto el primer
año. Jacob Wright.
Mi comentario parece matar el ánimo. Miro para ver a Daniel inmediatamente tensarse,
sus dedos tiemblan a sus costados, y luego sus pequeños hombros se hunden debajo de su
camisa. Pienso un momento en qué he dicho mal y de repente me siento como un imbécil.

36
Bestie, diminutivo para best friend, mejor amigo, pero le dice bestie de cariño.
Tal vez no debería mencionar aventuras pasadas mientras hago cosas con Daniel. Eso es
simplemente grosero. De mal gusto. Grosero y de mal gusto.
—Claro… —dice Daniel, asintiendo lentamente con la cabeza mientras se dirige a una de
las ventanas, jugueteando con el pestillo—. ¿Puedo preguntarte algo?
—Lo que sea —digo, acercándome detrás de él y colocando mi barbilla en su hombro,
mis manos en sus caderas—. Siempre.
Se gira hacia mí lentamente y se muerde el labio inferior con nerviosismo, sus ojos
parpadean a todas partes menos a mí. —¿Vas a seguir tonteando con otras personas
mientras hacemos esto?
Arrugo la nariz porque realmente no había pensado en ello. Claro, algunos pueden
considerarme un poco promiscuo37 porque me gusta tener muchos encuentros casuales 38,
pero eso no tiene nada de malo. Soy un hombre de dieciocho años, demándame por estar
siempre cachondo y con ganas de diversión.
Pero como ahora me estoy enrollando con Daniel, realmente no me sienta bien estar con
otras personas al mismo tiempo. No hay razón para que busque a nadie más cuando mi
mejor amigo satisface todas mis necesidades.
Algo oscuro me golpea de repente. ¿Qué pasa si él quiere buscar a alguien más? ¿Es por
eso que pregunta? Quizás su inexperiencia sea la única razón por la que nunca entró en el
mundo de las citas. Es la única razón lógica que se me ocurre porque Daniel es increíble.
Como capitán del equipo de lacrosse, he escuchado suficientes conversaciones en el
vestuario sobre él para justificar mis preocupaciones.
No todo el mundo en esta escuela es gay (algunos se llaman a sí mismos gays de
oportunidad o lo que sea que eso signifique), pero muchos de ellos han notado a Daniel. No
los culpo. Es precioso de una manera que te hace querer tenerlo cerca. Tiene ese nido
rebelde de rizos rubios que siempre le caen sobre la cara. Sus ojos son grandes y hermosos,
y siempre hace esa cosa con el labio que hace que los chicos quieran morderlo.
Todo eso y tiene un culo increíble.
Pero ese culo es mío. O lo será mientras hagamos esto. No para siempre, obviamente.
Quizás sólo por unos meses. Tres, máximo.
—No si no quieres que lo haga —le digo sinceramente, frotando círculos en su espalda
mientras beso su cuello—. ¿Vas a ver a otras personas?

37
Manslut, que sería como hombre puto, mujeriego, pero en este caso él se folla hombres también.
38
Se refiere a sleep around, literalmente es ‘’dormir por ahí’’, que significa tener muchas parejas sexuales
casuales.
Sus ojos se abren y niega con la cabeza. —Por supuesto que no. Yo… —Mira a lo lejos y
sacude la cabeza nuevamente, pero con más determinación—. Solo podemos hacer esto
entre nosotros. Eso es todo.
—Eso me suena perfecto. De cualquier manera, es lo mejor. —Empiezo a chupar su
cuello, mis manos van hacia el frente y se sumergen debajo de su camisa. Joder, me encanta
sentir su suave piel bajo mis dedos—. Podemos hacernos la prueba en la clínica local y así,
cuando follemos, no tendremos que usar condones.
Se ahoga con su propia saliva y tengo que darle palmaditas en la espalda para que
recupere la respiración. Él levanta las cejas y deja caer la mandíbula. —¿Cuando follemos?
—Bueno, ¿no es ese el punto? —Me río, apartándole los rizos de la cara. De repente,
recobro la sobriedad—. Quiero decir, no tenemos que hacerlo si tú no quieres. Todo es a tu
ritmo, Daniel. Nunca te presionaré para que lo hagas.
—Yo-yo quiero hacerlo. Simplemente no estoy listo todavía —admite, mirando
tímidamente al suelo, como si le avergonzara su confesión.
—Y eso está bien, bebé. Lo que sea que necesites. —Tiro de su mano y lo llevo al centro
de la habitación, dejando caer la manta al suelo—. Aquí, abracémonos un rato.
Se muerde el labio mientras asiente y colapsa en mis brazos cuando aterrizamos en el
suelo. Esta vez no dejo que me acaricie. Me acuesto boca arriba y lo maniobro sobre mi
pecho para que su cabeza descanse junto a mi cuello y su pierna quede sobre mi cadera.
Él encaja muy bien en mis brazos. Siempre me da asco cuando alguno de mis otros ligues
quiere abrazarme. Nunca quiero ser un idiota, pero abrazar a un casi desconocido no es lo
mío. Es diferente con Daniel, todo sigue igual. Se siente tan natural como respirar. Él
siempre ha sido perfecto para mí.
Nos quedamos ahí tumbados un rato, no tengo idea de cuánto tiempo pasa realmente.
Simplemente disfruto de nuestro tiempo juntos, dejando que todo lo demás pase a un
segundo plano.
Casi no me doy cuenta cuando la mano de Daniel comienza a vagar. Comienza en mi
mejilla, sintiendo mi barba incipiente39 antes de bajar a mi pecho, donde frota en círculos
sobre la tela de mi camisa. Mi respiración se entrecorta cuando su mano aterriza en la
cintura de mis pantalones, provocándome deslizando su dedo meñique debajo para rozar
mi piel desnuda.

39
Scruff, es la barba desaliñada que le crece a un hombre cuando no se afeitado en un tiempo
—Creo...— comienza, besando tímidamente mi clavícula mientras más dedos se abren
paso debajo de mis pantalones—. Creo que estoy listo para más.
Intento frenar mi emoción. Joder, realmente quiero que me toque. He estado más que
feliz de tomar la iniciativa en todo esto, pero estoy jodidamente listo para esto. —¿En serio?
¿Qué tenías en mente?
Ahora que todos sus dedos están en mis pantalones, comienza a acariciarme
vacilantemente a través de mis bóxers como si no estuviera muy seguro de qué hacer.
—Yo… —Los nervios están escritos en todo su rostro.
—Solo haz lo que te gusta hacerte —le aseguro, acariciando su cabeza mientras me
agarra con más fuerza—. Así, bebé. ¿Por qué no me lo sacas?
Él asiente lentamente, mordiéndose el interior de la mejilla mientras se sienta y me baja
los pantalones y los bóxers de un solo golpe. Me siento un poco engreído cuando él mira mi
polla, con la mandíbula caída como una invitación.
—Oh, wow... —susurra, hipnotizado mientras recorre con su mano mi longitud,
poniéndome la piel de gallina al contacto. —Magnus...
Me toma por sorpresa porque ya puedo sentir los signos reveladores de un orgasmo muy
poderoso y consumidor que me recorre. ¿Qué demonios?
Si bien me encanta la sensación de su mano, quiero más.
—Toma, sácate la polla también —le digo, sin aliento por la anticipación mientras él
asiente con entusiasmo. Una vez que está expuesto a mí, le extiendo mi mano y se cierne
justo debajo de su boca—. Vamos a probar algo nuevo. Escupe.
Se inclina y escupe saliva en mi mano, y Dios, ¿por qué hace tanto calor? Ahora que mi
mano está agradable y húmeda, lo convenzo para que baje sobre mi cuerpo, guiándolo
hasta que nuestras pollas estén presionadas, y luego las agarro a ambas firmemente en mi
mano.
—Oh, por el amor de Dios —jadea Daniel, y no sé si se da cuenta de que me está jodiendo
frenéticamente la mano en este momento—. Magnus, ¿qué carajo? ¿Por qué es eso tan
bueno?
—Se pone mejor —me río entre dientes, masturbándonos bruscamente. Beso la punta de
su barbilla y sonrío—. Sigue así, bebé. Te haré sentir tan bien.
Me muerdo el labio para mantener a raya mis gemidos. No quiero que nos atrapen aquí,
con los pantalones alrededor de los tobillos y la polla afuera. Honestamente, me pasó una
vez y probablemente volverá a suceder, pero nunca quiero a Daniel en esa situación.
Siento que merezco una medalla en este momento porque es muy difícil evitar correrme
demasiado pronto cuando lo miro. Tiene una ligera capa de sudor en la frente, sus labios
están entreabiertos mientras deja escapar esos gemidos que me vuelven loco. La forma en
que se mueve su cuerpo hace que mis ojos quieran ponerse en blanco porque casi puedo
imaginarlo follándome.
Él desnudo. Piel sobre piel. Su polla en mi culo. Sus dedos en mis caderas mientras él…
Esa imagen me lleva al límite.
—Daniel, bebé, necesito que te vengas.
—Estoy t-tan cerca…
—Córrete. Córrete todo sobre mí.
Con un gruñido ahogado, termina sobre mi camisa. Es una de mis camisetas favoritas,
pero me importa un carajo. Empiezo a perseguir mi liberación, pero de repente él se aparta,
alejándose de mí. Frunzo el ceño y abro la boca para decir algo, pero la cierro cuando él se
arrastra por mi cuerpo y toma mi polla palpitante en su mano.
—Joder, Mag. Necesito…
Me acaricia suavemente. Demasiado suavemente para mí. Es muy frustrante.
—¿Qué necesitas? Te lo daré.
Él se sonroja. —Te necesito en mi boca.
No puedo evitar mi amplia sonrisa mientras asiento con la cabeza. —¿Seguro?
—Sí —se ríe nerviosamente, inclinándose para presionar un beso en la cabeza de mi
polla—. Gracias por preguntar, pero quiero esto.
Lenta pero cuidadosamente, comienza a guiar mi polla hacia su boca. Creo que se
detendrá, se tomará un descanso y se acostumbrará a sentirme en su boca, pero Daniel es
un jodido campeón. Mis ojos se abren y mi polla se contrae mientras él me lleva hasta el
fondo de su garganta, tragando hasta que veo malditas estrellas.
—Daniel, Jesús —gimo, resistiendo el impulso de empujar esa boca apretada, húmeda y
caliente—. Daniel, eso es tan bueno, bebé.
Daniel toma bien mi cumplido, gime alrededor de mi polla mientras mueve su cabeza
hacia arriba y hacia abajo, y no puedo hacer nada más que mantener sus rizos lejos de su
cara. Puede que le falte experiencia, y esta podría ser la mamada más descuidada y húmeda
que he recibido jamás, pero todo eso queda eclipsado por su abrumador entusiasmo.
Me siento listo para estallar porque esta visión es demasiado. Es mi mejor amigo
adorando mi polla, disfrutando cada segundo de esto, y sus labios a mi alrededor me llevan
de vuelta al límite a la velocidad del rayo.
En este momento, él es mío. Nunca he afirmado que él y yo no fuéramos ligeramente
codependientes. Siempre he sido protector con él, pero hay este instinto primario dentro
de mí que quiere marcarlo como mío. Mi Daniel. Mi mejor amigo. Nadie más lo ha tenido así
excepto yo.
Me asalta un pensamiento.
—¿Puedo hacer algo diferente? —pregunto, sin aliento y conteniéndome.
Lo logra, un hilo de saliva todavía lo conecta a mi polla. —¿Qué?
—Quiero terminar en tu cara.
Por un segundo creo que está disgustado porque no dice nada. Le toma un momento,
pero luego tanto calor llena sus ojos que uno pensaría que fue idea suya. Besa mi polla por
todas partes mientras murmura: —Sí. Sí, por favor.
Cuando me ruega así, como mi dulce y amorosa puta instándome a marcarlo, no necesito
más que unos cuantos tirones en mi polla para llegar allí.
—Abre la boca.
Con un fuerte gruñido, descargo sobre su cara, asegurándome de no acercar nada de mi
semen a sus ojos. Nuestra huella brillante, húmeda y pegajosa en su piel me vuelve loco.
Sin aliento, paso el pulgar por mi liberación y luego lo presiono entre sus labios
expectantes. Gimo mientras me chupa los dedos. —Perfecto.
Sonríe tímidamente, lamiéndose los labios mientras sus ojos brillantes se centran en
nada más que en mí. —¿Sí?
—Sí —digo con demasiado entusiasmo, inclinándome y lamiendo el semen restante de la
comisura de sus labios —Siempre será perfecto contigo.
Y hablo en serio. Esa fue su primera experiencia haciendo una mamada y fue la mejor
mamada que he tenido. No fue el hecho de que me corriera en su cara, ni siquiera fue el
hecho de que me hiciera una garganta profunda como un profesional, fue el hecho de ser él.
Lo sostengo en mis brazos por un rato después, contento de disfrutar la presión de él
encima de mí, y hablamos de todo tipo de estupideces hasta que llega el momento de que
ambos vayamos a la cama.
Lo acompaño a su dormitorio, de la mano, y le doy un beso de buenas noches en la
mejilla. Mientras regreso a mi habitación, no puedo evitar sonreír.
No tiene que preocuparse por nadie más. Nunca habrá nadie más mientras lo tenga a él.
Capítulo 8
Daniel

La vida es algo increíble en este momento. Magnus y yo hemos sido inseparables, lo cual
no es inusual, pero en lugar de simplemente mirar películas o hablar, ahora pasamos
nuestro tiempo libre teniendo sexo increíblemente caliente. He sido intransigente en
perfeccionar mis habilidades para hacer mamadas, así que cada dos minutos su polla está
en mi boca o la mía en la suya. Ha sido perfecto.
Bueno, tal vez no sea perfecto. He llegado a temer los momentos justo después de la
dulce liberación, cuando Magnus se va. No pretende ser un imbécil (esto es un acuerdo y
nada más), pero siempre duele un poco cuando se marcha.
Sigo diciéndome a mí mismo que esto no terminará bien. Sigo recordándome a mí mismo
que debería poner fin a esto. Sigo intentando ser un adulto razonable y responsable, pero
simplemente no puedo. Estoy demasiado metido.
Cada vez que pienso que debería decir algo, él va y hace algo estúpidamente lindo como
besarme, tocarme, abrazarme… o simplemente respirar sobre mí. Soy patético. Lo quiero
todo para mí mientras él esté dispuesto a dármelo.
Soy adicto. Magnus es como una adicción de la que no puedo escapar, y lo que más duele
es que no quiero.
Estamos sentados almorzando y no puedo evitar mirarlo fijamente. La forma en que su
chaqueta azul abraza sus músculos es aún más tentadora ahora que sé exactamente cómo
se sienten debajo de mí. Su melena desordenada perfecta que es demasiado suave para ser
real. La forma en que sus labios rosados envuelven la pajita de su bebida adquiere un
nuevo significado ahora que sé cómo se sienten envueltos en mi polla.
Jesús, me estoy poniendo duro en el almuerzo, y esa sonrisa malvada es prueba de que
ese bastardo lo sabe.
—Daniel, ¿estás prestando atención?
Mi atención se centra en Carter. —¿Um, qué?
Magnus se ríe y le doy una patada en la espinilla debajo de la mesa, con las mejillas
encendidas porque me sorprendió comiéndomelo con los ojos.
—Te pregunté qué resultado te dio el ejercicio nueve en nuestra tarea de Cálculo —
repite Carter, mirándome con los ojos entrecerrados con sospecha—. ¿Estás seguro de que
estás bien?
—Sí, lo siento. Yo... um, no hice la tarea de Matemáticas anoche.
Carter levanta un poco la cabeza hacia atrás y me parpadea. —¿No hiciste la tarea? ¿Tú?
Una vez más, mis mejillas arden. Magnus está sentado frente a mí, muy engreído porque
él es la razón por la que no hice mi trabajo. Estuvimos despiertos toda la noche
introduciéndome en el arte del sesenta y nueve y supongo que perdimos la noción del
tiempo.
Un gemido que es una mezcla de molestia y exasperación surge a mi lado. Me giro y
frunzo el ceño hacia Avery, que está apoyando la frente en la mesa de picnic, con la cabeza
cubierta por su sudadera con capucha negra y los brazos a los costados.
¿Qué carajo?
Carter se acerca y retira la capucha de Avery, revelando una cabeza de cabello rojo sucio.
—¿Todo bien, hombre?
Avery gime de nuevo.
Carter, Magnus, Ozymandias y yo lo miramos, todos con caras llenas de preocupación.
A veces Avery se pone así. Creemos que cuando la energía hiperactiva de golden
retriever40 que desprende cada día se agota, simplemente colapsa. De hecho, sucede mucho.
Pasa por períodos en los que prueba cosas nuevas y está de fiesta todo el tiempo, y luego,
de repente, entra en depresión durante algunas semanas.
Los cuatro, incluido Ozymandias, nos preocupamos por eso, pero cada vez que
mencionamos el tema, Avery se pone inusualmente a la defensiva. Para ser un tipo
usualmente relajado, se enoja.
Entonces, todos lo vigilamos bien cuando está así, pero hemos aprendido a no hablar del
elefante grande y triste en la habitación.41

40
Golden retriever: Es una raza de perro de temperamento apacible, inteligente y cariñoso. Cuando hablan
de una energía de golden retriever es tener una personalidad energética y cariñosa. [Adjunta foto del golden]

41
Elephant in the room (el elefante en la habitación) se refiere a un tema del que no se habla, pero todos
saben que existe y eligen no sacar a la luz. Algo grande y notable que no se puede esconder, pero se finge
ignorar su existencia. En este caso el elefante es grande y triste porque se refieren a Avery directamente.
—¿Qué pasa? —pregunto, frotando la espalda de Avery y frunciendo el ceño cuando
siento lo tensos que están sus hombros—. ¿Quieres hablar de eso?
Su voz queda amortiguada por la mesa cuando habla. —Sebastián me dejó.
—Espera, ¿cuándo empezaron a salir? —pregunta Magnus, mirándonos como si le
hubiéramos estado ocultando este secreto—. ¿Soy el único que no sabía sobre esto?
Avery niega con la cabeza. —No estábamos saliendo.
—¿Cómo puede dejarte si no estabas saliendo? —le pregunto, intentando sin éxito que se
incorpore en su asiento.
—Él me rechazó.
—Sabes, hay una diferencia... ¡Ay! ¡Vete a la mierda! —Ozymandias le ladra a Carter,
frotándose la zona del brazo donde acaba de ser golpeado.
—¿Puedes no ser un idiota por dos segundos? —Carter sisea, dándole otra palmada en el
brazo.
—Bien —espeta Ozymandias, respirando profundamente antes de volverse hacia Avery
—. Avery, colega, cuéntanoslo.
Finalmente, Avery se sienta y no se ve bien. Tiene bolsas oscuras debajo de los ojos y sus
mejillas están pálidas. La miseria en sus ojos verdes es demasiado dolorosa para ignorarla
y hace que se me estruje el corazón por él. —Le pedí que fuera mi amigo y me dijo que no.
Bien, eso podría explicarlo. Se sabe que Avery... puede ser un poco demasiado intenso.
Pero tengo que admitir que estoy un poco enojado con Sebastian. Me pregunto de qué
manera rechazó a Avery. ¿Fue amable? ¿Gentil? ¿O lo humilló y dijo algo que lo hizo enojar?
—¿Quieres que hablemos con él?
El tono letal que utiliza Ozymandias no deja nada a la imaginación. Aunque es un imbécil,
se preocupa profundamente por sus amigos. Es obvio que una mirada al rostro de Avery le
hizo darse cuenta de que esto significa mucho más para su amigo de lo que pensaba
originalmente.
Si hay alguien que puede asustar a un chico para que se haga amigo de alguien, es
Ozymandias.
—No, sólo quiero arrastrarme por un agujero y morir —gime Avery, poniéndose la
capucha hacia atrás y apretándola hasta que no podamos verle la cara.
—Bueno, estaremos aquí cuando vuelvas a salir —dice Magnus dulcemente, apretando el
hombro de Avery por un breve segundo.
—¿Sabes qué te hará sentir mejor? ¡Vamos a una fiesta rave 42! Grita Ozymandias,
aplaudiendo con una sonrisa de satisfacción—. Eso te distraerá. Este fin de semana habrá
una en Zúrich. Podemos subirnos a un tren el viernes después de clases y estar allí cuando
empiece.
—Ooo, ¿habrá golosinas? —pregunta Magnus, moviendo las cejas mientras aplaude—.
Molly siempre me pone cachondo.43
Carter se burla. —El viento te pone cachondo.
—Sí, conseguiré de la buena —confirma Ozymandias, chocando los cinco con Magnus—.
Joder, sí. Oye, Avery, tal vez eso te haga sentir mejor.
Hay silencio por un momento mientras todos miramos a Avery y luego damos un suspiro
de alivio cuando emerge de su sudadera con capucha. —Podemos intentar, pero todo es un
asco ahora mismo. El universo me la tiene jurada.44 Las estrellas no están alineadas. El…
—Está bien, lo entendimos.
—¡Ozymandias, eres tan idiota!
—¿Qué?
Mientras Carter y Ozymandias discuten y Avery se encierra en sí mismo, Magnus coloca
su mano en mi muslo debajo de la mesa.
—Oye —susurra, frotando mi pierna de arriba a abajo, peligrosamente cerca de mi
entrepierna.
—Mag —siseo, apartando su mano de un golpe, el calor llena mi cuello—. No podemos
hacer eso aquí.
—Oh, por favor. Nadie está prestando atención. ¿Quieres salir de aquí? Me susurra al
oído y es vergonzoso lo rápido que asiento, me levanto y lo sigo a los dormitorios.
En el momento en que estamos detrás de una puerta cerrada, él está sobre mí. Me
empuja contra una pared, sus manos enterradas en mi cabello, sus caderas rodando contra
las mías. No me canso de su sabor: pasta de dientes de menta y chicle de fresa. Paso mis
manos arriba y abajo por su pecho, yendo desesperadamente a sus botones para tocar
cualquier piel que pueda. Gimo en su boca mientras deslizo mi mano por su feliz sendero.

42
Rave es un tipo de fiesta de música electrónica, se caracterizan por ser fiestas ilegales que suelen
organizarse en lugares abandonados o zonas rurales.
43
Cuando dice golosinas (treats) se refiere a drogas, y Molly le dicen al éxtasis, o MDMA, que es una droga
ilegal estimulante que puede causar euforia y alucinaciones, popular en fiestas de jóvenes y clubs nocturnos.
44
The universe is out to get me, literalmente ‘’El universo está afuera para atraparme’’, es una frase de
paranoia que significa que el universo conspira en su contra, traducido como ‘’El universo me la tiene jurada’’.
Dios, es tan estúpidamente sexy, tan ridículamente perfecto. Tal vez debería haber
admitido que soy virgen antes para poder haber estado haciendo esto todo el tiempo.
Caigo de rodillas con entusiasmo, se me hace la boca agua por probarlo otra vez porque
nunca será suficiente, pero él mantiene mis manos todavía contra la hebilla de su cinturón.
—¿Qué pasa? —pregunto, un poco avergonzado de que tal vez esté siendo demasiado
ansioso.
Me sonríe suavemente como si supiera lo que estoy pensando y me ayuda a retroceder.
—No es lo que estás pensando. Me encantaría follarte la garganta ahora mismo, pero
tengo algo más en mente.
Algo más podría ser interesante. —¿Qué?
—¿Alguna vez has oído hablar del beso negro?45
Mi corazón se salta un latido. Soy un chico de dieciocho años sano y gay, por supuesto
que he oído hablar del beso negro. Nunca imaginé que eso sería algo que él querría hacer
conmigo. Además, pensaba que era algo que solo las estrellas porno o los artistas de
Onlyfans hacían por las vistas.
—Um, ¿no va a ser sucio? —pregunto vacilante, con las palmas sudorosas y el cuello
tenso.
—Ese es el punto —se ríe, acercándome a él por las caderas—. ¿No te gusta sucio?
—No, me refiero a... —lo miro fijamente a él y a su cara abiertamente divertida—. Vamos.
Por favor, no me obligues a decirlo.
—Relájate. Sólo te estoy tomando el pelo —se ríe de nuevo, alisando las arrugas de mi
frente mientras hago pucheros—. Ve a lavarte rapidito y comenzamos. Créeme, te va a
encantar. Es lo máximo.
Acepto su petición mientras silenciosa y sutilmente pienso en el hecho de que él sabe lo
bueno que es el beso negro por experiencia. Una vez más, son momentos como este los que
rompen la pequeña burbuja delirante de la que me he rodeado. No soy especial. Esto es sólo
un acuerdo.
No estoy muy seguro de cómo se lava uno para el beso negro, pero hago todo lo posible
para que todos mis rincones y recovecos estén lo más limpios posible. Todavía estoy un
poco nervioso cuando salgo del baño. Esos nervios se calman un poco cuando veo a Magnus
acostado en mi cama, con la camisa ya quitada y los pantalones doblados en un ordenado
montón junto a la cama.
45
Beso negro o anilingus, en inglés rimming, es la práctica sexual que consiste en la estimulación del ano
con la boca.
Mi mejor amigo está buenísimo y ahora, de repente, no puedo esperar a que meta su
lengua caliente en mi culo.
—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —pregunto torpemente, retorciéndome las manos
mientras me acerco a él.
—En primer lugar, estás usando demasiada ropa —dice con una sonrisa lobuna,
haciéndome un gesto para que me acerque—. Déjame ayudarte con eso.
Respiro profundamente cuando comienza a ayudarme con mi camisa. Se toma su tiempo,
explorando mi pecho y mi estómago mientras avanza terriblemente lento, botón por botón.
Deja pequeños besos a lo largo de mi piel mientras sus manos viajan hasta mi cinturón, y
me río cuando muerde mi cadera mientras me baja los pantalones. Me envía una sonrisa
que algunos pueden interpretar como de enamoramiento, pero yo lo sé mejor. A Magnus
simplemente le gusta hacerme retorcerme de la mejor manera. Siempre ha dicho que deja
sus conquistas con el máximo placer.
Deja de pensar en sus otras conquistas, maldita sea.
Afortunadamente, no se da cuenta de que asiento con la resolución de no pensar en todas
las otras personas con las que ha estado porque me mata la erección.
Magnus finalmente se quita todas las prendas y no puedo evitar retorcerme. En la
semana que llevamos haciendo esto todavía no nos hemos visto completamente desnudos.
Estoy cómodo con él mirando mi pecho desnudo y mi polla, pero de repente me siento muy
vulnerable al dejar que me vea por completo.
Puedo entender lo que estaba pasando por su cabeza cuando sugirió todo este acuerdo.
No lo del beso negro, aunque también puedo adivinar lo que estaba pensando en esa
propuesta. Pero ya ha estado con tanta gente que no hay daño ni riesgo en agregar una más,
¿verdad? Este es sólo otro martes normal para él.
Pero en cuanto a mí, le seguí la corriente, no porque creyera que necesitaba la práctica,
sino porque era él. Y si estoy nervioso por exponerme así por primera vez ante mi mejor
amigo, no puedo ni imaginar cómo hubiera sido con cualquier otra persona. Por otro lado,
tal vez le estoy dando tanto peso a este momento porque tengo mucho en juego
emocionalmente.
Me hace retroceder un paso y me muerdo el labio con tanta fuerza que saboreo la sangre.
Una vez más, hay esa mirada de asombro en sus ojos oscuros que prácticamente los hace
brillar. Se está tomando demasiado tiempo mirándome. Me pregunto qué es lo que ve
cuando me mira. Mi corazón traidor quiere creer que este es el momento en que finalmente
lo entiende y me ve.
—Ves, sabía que serías jodidamente sexy desnudo.
Sí, mi corazón traidor está decepcionado con eso.
—Gracias —murmuro, desviando la mirada, esperando que él piense que son los nervios
los que me están afectando—. ¿Qué debería hacer ahora?
—Primero, vas a darte la vuelta para que pueda echarle un vistazo a ese trasero —dice,
ayudándome a girar, y me siento un poco mejor cuando escucho su respiración
entrecortada detrás de mí—. Demonios, Daniel. ¿Dónde has estado escondiendo este
trasero?
Me sonrojo. —Yo... ¡Ay! —Salto cuando me da una buena bofetada en el trasero. Me giro y
le frunzo el ceño a pesar del pequeño destello de placer que produjo el contacto—. ¿Por qué
hiciste eso?
—Joder, tu trasero se verá tan bien montando mi polla —es todo lo que responde,
lamiéndose los labios como un hombre sediento.
Dios, sí, fóllame.
No, más despacio. No estoy preparado para eso.
—Sube a la cama, bebé.
Cuando lo dice así, obedezco ridículamente rápido. Me puse a cuatro patas, sin estar muy
seguro de si estoy en el camino correcto, pero su murmullo de agradecimiento me hace
saber que elegí correctamente.
—Ojalá pudieras verte a ti mismo ahora mismo.
—Um, ¿cómo me veo? —pregunto nerviosamente, acomodándome torpemente sobre
mis codos.
—Como lo mejor que he tenido en mi vida, joder. —Él se ríe y puedo escuchar la sonrisa
en su voz.
—Gracias —susurro, usando todas mis fuerzas para sostenerme cuando él se acerca y
separa mis nalgas, obteniendo un buen vistazo largo a mi agujero.
Es un poco embarazoso.
—Estás temblando —afirma con precisión, frotando su mano de arriba a abajo por mi
espalda para tranquilizarme—. Oye mírame.
Miro por encima del hombro y trago saliva. Sé lo que ve ahora mismo. Sé que parezco
estar a dos segundos de salir corriendo, pero esa no es la verdad. —Quiero esto —le digo
honestamente.
—Yo sé que sí. Está bien estar nervioso —explica, ahuecando mi mejilla y levantándome
para poder besarme la comisura de la boca—. Voy a cuidar de ti, ¿vale? Todo lo que tienes
que hacer es quedarte así y simplemente disfrutarlo.
Asiento y dejo caer la cabeza entre mis brazos, respirando profunda y constantemente.
Puedo mantener la compostura. Puedo hacer esto. Sólo tengo que confiar en Magnus.
Él siempre cuidará de mí.
Es el primer golpe de su lengua lo que me supera. La línea caliente y húmeda con la que
lame mi raja me hace soltar un gemido entrecortado. Esperaba que tomara su ritmo, que
comenzara suavemente, pero parece casi voraz por mí.
Gira su lengua sobre mi agujero, aplicando la cantidad justa de presión para hacer que
los dedos de mis pies se doblen.
Debo haber perdido el conocimiento porque él es lo único que puedo sentir. Ni la manta
áspera debajo de nosotros, ni el latido de mi propio corazón, ni los golpes en mis oídos, solo
él.
Por un momento pienso que quiero que haga esto cada hora de cada día por el resto de
mi puta vida.
—Joder, sabes bien —murmura, clavándome los dientes en una nalga y lamiendo el lugar
maltratado cuando grito—. Voy a hacer algo nuevo, pero tienes que decírmelo si no te
gusta.
No puede haber nada mejor que lo que está haciendo ahora mismo, pero confío en él
implícitamente. Me rodea y coloca su dedo delante de mi boca. Por instinto, o por pura
suposición, lo tomo entre mis labios y lo chupo.
Cuando ve que su dedo está bien mojado, retira la mano y, en un suave instante, siento
que lo empuja contra mi agujero.
—Dime cómo se siente eso.
—Um, ¿raro? —digo, retorciéndome mientras él introduce el dedo más adentro,
haciendo una mueca ante la presión inusual—. Se siente como si tuviera un dedo en mi
trasero.
—Está bien… —murmura—. ¿Qué tal… ahora?
Estoy a punto de decirle que se siente igual, jodidamente inusual, hasta que golpea el
lugar correcto dentro de mí y siento que salto físicamente en el aire.
—¡Mierda! —grito, medio riendo y medio gimiendo—. Casi llego.
—No, no. Aún no te puedes venir. No estoy ni cerca de terminar contigo —promete,
continuando presionando su dedo en ese punto mágico mientras aprieta la punta de mi
polla—. Aguanta.
Asiento impotente mientras él entra y sale de mí, ganando una ligera capa de sudor en mi
piel. Puedo sentir cada nervio de mi cuerpo iluminarse de puro placer.
—Esto se sentirá tan bien cuando esté dentro de ti. ¿Puedes imaginarlo, bebé? ¿Te
imaginas mi polla reemplazando mis dedos, follándote tan bien?
Gimo y lo empujo. —Cuando hablas así...
—Te encanta cuando te hablo sucio, admítelo —dice con voz áspera, acelerando sus
embestidas mientras besa mis nalgas—. Mi mejor amigo se convierte en una pequeña zorra
una vez que lo tienes a cuatro patas.
—Magnus, Magnus, Magnus…
—Eso es. Monta mi cara. Sigue empujando hacia mí.
Ni siquiera me había dado cuenta de que lo estaba haciendo, pero aquí estoy. Estoy
actuando como la puta que me llamó, pero llevaré ese título con orgullo. Empujo hacia atrás
y froto mi trasero contra su cara, tomando sus dedos y su lengua, y gimo ante la sensación
de su piel contra mi piel.
Intento aguantar porque quiero que esta sensación dure el mayor tiempo posible, pero
estoy indefenso ante el orgasmo que me atormenta. Es como una erupción que se lleva toda
mi energía, todos mis pensamientos y todas mis emociones. Es tan fuerte que puedo sentir
las lágrimas picar en las comisuras de mis ojos.
Si hay un Dios, realmente me está dedicando una jodida sonrisa.
Me desplomo en un charco de mi propia liberación, sin molestarme en sentir asco por la
pegajosidad que cubre mi piel.
—Entonces, ¿qué te pareció? —pregunta Magnus, subiendo sigilosamente a la cama para
descansar a mi lado, acercando mi cabeza a su pecho mientras acaricia mi cabello—. ¿Te
gustó?
—¿Gustar? —resoplo, sacudiendo la cabeza—. Joder, me encantó.
Parece extremadamente aliviado y complacido por mi disfrute y eso hace que mi corazón
se acelere. —Parece que lo haremos más a menudo. Otra experiencia tachada de nuestra
lista.
Reprimo mi mueca de dolor ante sus palabras. Bien. Para él, esto es sólo una lista de
tareas. Esta es solo una manera de adquirir experiencia. Soy tan jodidamente estúpido
como para seguir olvidándome de eso. Pero, estando así, aquí con él, es muy fácil imaginar
que esto podría ser real.
Aparto el pensamiento de mi cabeza. Necesito disfrutar esto mientras dure. No puedo
seguir dándole vueltas de esta forma. Me comprometo a no pensar demasiado en el futuro y
beso su pecho.
—¿Es mi turno ahora?
Justo cuando la comisura de sus labios se eleva, mi teléfono decide cortarme el rollo.
Planeo ignorarlo y tirarlo debajo de la cama para poder descubrir a qué sabe Magnus, pero
una mirada a la pantalla y mi corazón se detiene.
—Oh, mierda —digo, un poco asustado cuando sigue sonando. Prácticamente me lanzo
lejos de Magnus y respondo lo más rápido que puedo—. Ey... um... hola, Madre.
Los ojos de Magnus se abren con diversión, pero yo estoy mortificado. No existe un
universo en el que quiera estar borracho de placer y hablar con mi madre.
Pero cuando Sylvia Levingson llama, tú contestas, joder.
—Daniel. ¡Me alegra mucho que hayas respondido! —dice, y su voz alegre se escucha con
claridad cristalina a través de la línea—. Es tan bueno saber de ti, corazón.
—De ti también, Madre —digo genuinamente, estremeciéndome cuando Magnus golpea
mi pezón expuesto con su pulgar. Le siseo mientras le esquivo—. Basta ya.
—¿Qué dijiste?
—Nada —corrijo rápidamente—. ¿Cuál es el motivo de la llamada?
—¿Necesito una razón para llamar a mi hijo?
Me río y sacudo la cabeza. —No, pero normalmente tienes uno.
Déjame ser claro: amo a mis padres. Por muy pretenciosos que sean, por muy elitistas
que puedan ser, por mucho que a veces me den ganas de jalarme los pelos, los amo. Pueden
ser terribles, como la mayoría de los padres, pero mientras crecía no me faltaba de nada.
—¿Está todo bien en la escuela? ¿Cómo te está yendo, corazón?
Mis mejillas se enrojecen mientras miro la sonrisa engreída en el rostro de Magnus
mientras sus ojos hacen cosas sucias en mi cuerpo. —Um, todo es genial. ¿Todo bien por tu
parte?
—Maravilloso. Tu padre y yo no vemos la hora de que estés en casa para las vacaciones de
invierno.
—Yo tampoco.
Y lo digo en serio. Las fiestas son siempre especiales en mi casa, ya que mis padres se
vuelcan en la decoración. Hacen una fiesta fastuosa que está más o menos bien pero
siempre tiene una comida increíble. Mi única duda es que será molesto no poder ver a
Magnus.
Las cosas entre Magnus y mis padres todavía no están bien. Nuestros padres son
realmente grandes amigos, por lo que mi mamá ha estado en primera fila con todo lo
relacionado con Magnus estos últimos cuatro años: lo no tan bueno y lo muy malo.
—Creo que te encantará lo que hemos planeado para ti.
Gimo porque sé lo que eso significa. Esperaba que, si no podía ver a Magnus, al menos
podría tomarme un descanso de todo y relajarme. Resulta que mi madre tiene otras ideas.
—¿Cuáles son los planes? ¿Nos vamos de viaje?
—Aún mejor. Te conseguimos una pasantía en la empresa.
¿Cómo es eso mejor? —Oh, genial…
Una vez más, no es realmente cómo quiero pasar mi descanso. No es que me importe
trabajar en la empresa, no lo hago. Siempre supe que iba a ser mi futuro, así que no me
molesta como le molesta a Magnus cuando su padre menciona el tema.
Creo que se necesitaría una escopeta en su espalda para obligarlo a realizar una pasantía
voluntaria en la empresa de su padre.
—¿Qué opinas? ¿Estás dispuesto a hacerlo? Sabemos que es un trabajo de baja categoría,
pero todavía estás en la escuela secundaria y creemos que será una gran oportunidad para
ver cómo funciona todo. ¿Estás interesado?
Dejé escapar un profundo suspiro porque realmente no hay otra opción. —Por supuesto,
madre. Lo haré.
—Está bien, eso es todo lo que quería decirte —dice y suena positivamente orgullosa de sí
misma—. Te amo hijo.
—Yo también te amo, Madre —le digo con una sonrisa, feliz de haber escuchado su voz
después de algunas semanas sin hablar—. Envía mis saludos a Padre.
Tan pronto como termino con la llamada, Magnus está sobre mí nuevamente, apoyando
su cabeza en mi regazo. —¿Qué es eso que harás?
—Una pasantía durante las vacaciones de invierno —digo, disfrutando de la sensación de
su suave cabello bajo mis dedos.
—¿Y eso te interesa? —Él resopla y pone los ojos en blanco antes de cerrarlos una vez
más—. Más poder para ti.
Ladeo la cabeza. —¿Crees que tu papá te lo ofrecerá?
—Creo que está tratando de mantenerme lo más lejos posible de la empresa hasta que
me gradúe de la universidad. —Él se ríe para sí mismo—. No creo que mi viejo tenga mucha
fe en mí.
—Oye, vamos ya —bromeo, empujando su cabeza y tocando su mejilla hasta que aparta
mi mano.—. Estás bajando el ánimo.
Él fija su mirada en mí mientras se muerde el interior de su mejilla. Luego se gira para
quedar acostado boca abajo, con las manos en mi regazo mientras habla. —¿Cómo lo haces?
Frunzo el ceño. —¿Hacer qué?
—¿Estás tan de acuerdo con lo que han planeado para ti? ¿Simplemente seguir sus
deseos?
—No lo hago a ciegas —digo, un poco irritado por lo que está insinuando—. Quiero
hacerlo.
—Patrañas—resopla, sacudiendo la cabeza como si supiera más que yo—. No quieres
pasar tu descanso archivando y etiquetando todo tipo de mierda inútil mientras nuestros
padres chupan dinero de los bolsillos de quienes más necesitan nuestros servicios.
—Dios, sí que soltaste todo.46
—Nuestros padres son sanguijuelas. ¿Por qué querrías lo que ellos quieren?
Bien, ahora estoy enojado. Lo que empezó como una pregunta curiosa se ha convertido
ahora en algo parecido a un interrogatorio. Lo saco suavemente de mi regazo y me levanto,
apretando mis manos contra mis costados. —Tampoco te veo haciendo nada para detener
esto. Quieres tu fondo fiduciario, ¿no? Así es como sucede.
—Es simplemente ridículo que no puedas enfrentarlos y decirles lo que realmente
quieres —argumenta, frunciéndome el ceño—. Piensa por ti mismo, Daniel.
Oh, se acabó. De repente recuerdo el hecho de que todavía estoy desnudo y estoy
mortificado. Rápidamente me apresuro a ponerme la ropa mientras nos miramos fijamente.
46
La frase es Christ, tell me how you really feel (Cristo, dime cómo realmente te sientes) que es como una
intención de queja a Magnus porque liberó todo su pensamiento al respecto de manera cruda y sin filtros.
—No proyectes tus tonterías en mí. Sólo porque mis padres realmente me traten de hecho
como a una persona y se preocupen por mí, no significa que tengas que ser un idiota al
respecto.
Oh, no. No debería haber dicho eso. Realmente no debería haber dicho eso.
Esta es un área donde Magnus es más inseguro. Ha crecido viéndome con mi familia tal
como yo lo he visto con la suya. Conozco las marcadas diferencias entre cómo los Black y
los Levingson tratan a sus hijos. Mientras yo crecí con calidez, elogios y afecto, Magnus
creció con crueldad, evasión y negligencia.
El rostro de Magnus se contorsiona de esa hermosa obra de arte a una tormenta. Sus ojos
se abren momentáneamente en estado de shock antes de juntar las cejas y prácticamente
gruñirme. Salta de la cama, murmurando en voz baja mientras pasa de golpe hacia la
puerta.
Mi corazón se detiene. —Magnus…
—Que te jodan —dice mientras comienza a vestirse.
—Espera, Magnus. No quise decir eso.
—No, vete a la mierda.
—Simplemente los estoy defendiendo. No quise insinuar nada —digo, agarrando su
muñeca para detenerlo. Mi corazón late un millón de veces por segundo. Mis palmas están
húmedas. No puedo dejar que se vaya de aquí así. Tiene que perdonarme. Tiene que
hacerlo—. Por favor.
Sacude la cabeza y arranca su brazo de mi alcance. —Necesito un poco de aire.
—Bebé —le suplico. Nunca lo he llamado así antes y espero que eso haga algo para evitar
que se vaya, pero no sirve para nada—. Yo-yo… cometí un error. Lo lamento.
—Voy a volver a mi dormitorio —dice, con voz plana, monótona, sin vida—. No me sigas.
—¡No, espera! —grito, colocándome entre él y la puerta. Agarro su rostro entre mis
manos y acerco su frente a la mía—. Ey. Por los siglos de los siglos, ¿verdad? ¿De la cuna a
la tumba?
Pero él no responde. Me hace a un lado suavemente, sale de la habitación y no mira hacia
atrás.
No puedo creer que ya haya jodido esto.
Capítulo 9
Magnus

Un día entero pasó y ahora es de noche.


Amo la noche. Siempre lo he hecho. Es el único momento en el que todo parece estar
quieto. No hay ruido, no hay estrés y no hay preocupación. Es el momento en el que puedo
dormir para escapar de mis problemas, soñar con una vida que construyera por mi cuenta
y alejarme para siempre.
Pero ahora mismo odio la noche.
Hoy pasé por las clases como un zombi, de una materia a otra, sin estar presente en
absoluto como suelo hacerlo. Le pedí un porro a Avery más temprano y ni siquiera
drogarme me está ayudando a despejarme.
No puedo creer que Daniel y yo peleáramos así. Sé que dejé que mi temperamento se
apoderara de mí y Daniel tenía razón. Sé que no estaba siendo razonable. Sé que estaba
proyectando toda mi mierda sobre él, y sé que estaba equivocado. Soy la razón por la que
estamos peleados y soy la razón por la que todavía no nos hemos reconciliado.
Es sólo que mi padre me ha estado llamando más a menudo, presionando en el tema de
Alemania, sin darse por vencido y siendo completamente insistente sobre este nuevo
camino que debo seguir. Pero Daniel tenía razón. Quiero mi fondo fiduciario, así que lo
toleraré. Me he ganado ese dinero con el trato que soporté mientras crecía. Sé que, si
presiono un poco más, puedo convencerlo para librarme de Alemania, pero siento como si
una soga invisible me rodeara el cuello y no pudiera liberarme.
En general, estoy jodidamente estresado. Se suponía que lo que estaba ocurriendo con
Daniel nos acercaría más, pero no es así. No hemos peleado así desde hace mucho tiempo.
Nunca le he dicho que se vaya a la mierda.
Estoy arruinando todo, pero no puedo parar. Me temo que esto nos arruinará a largo
plazo, pero lo quiero demasiado. Lo quiero como...
Nop. Entierra esa mierda. Entierra toda la mierda que intenta salir de mi cabeza. Da otra
calada y olvídalo.
Pero no puedo. Tal vez sea porque estoy drogado o tal vez porque no puedo soportar
esto más, pero me encuentro llamando a la única persona que menos quiero en este
mundo.
Él responde después de un tono.
—Padre.
—¿Qué hiciste?
Me río sin humor mientras sacudo la cabeza, dando otra calada al porro mientras sonrío.
—¿Qué te hace pensar que hice algo?
—Bueno, tú eres tú, ¿no? ¿Qué has jodido esta vez?
Auch. Eso dolería si no estuviera lo suficientemente colocado como para ignorarlo. Eso
dolería si no fuera lo menos dañino que me haya dicho. Eso me dolería si no estuviera tan
jodidamente entumecido en este momento.
—Mira, no iré a Alemania después de graduarme. No quiero.
Suena exasperado al otro lado de la línea, como si fuera una tarea ardua lidiar con su
único hijo. —¿De verdad crees que puedas opinar sobre eso?
—¿Qué hay de Harvard con Daniel? —discuto—. ¿Qué se supone que debo hacer sin eso?
— ¿Daniel? Estará mejor sin ti allí para corromper su experiencia universitaria. ¿Sabes que
está realmente emocionado de realizar una pasantía en Levingson durante estas vacaciones?
Aprieto los dientes y casi aplasto el porro que tengo en la mano. —Lo he oído.
—¿Por qué no puedes ser así? ¿Por qué no puedes ser más como Daniel? Él está realmente
orgulloso de su familia.
—No lo sé, papá —me quejo porque siempre es la misma conversación. —¿Tal vez es por
ser tan jodido?
—Puedes dejar la autocompasión para otro momento —suspira y casi puedo imaginar
que se pellizca el puente de la nariz, pone los ojos en blanco y mira su reloj preguntándose
cuánto más durará esta conversación.
Doy una calada profunda y tranquila a mi porro. Puedo hacer esto. Puedo ser como
Daniel. No puede ser tan difícil. Puedo tener una conversación agradable con mi padre. —
Entonces, ¿qué haremos nosotros durante el descanso?
—¿Nosotros? Tu madre y yo vamos a pasar unas relajantes vacaciones en Fiji.
Mis ojos se abren. —¿Y qué se supone que debo hacer yo?
—Quedarte en los dormitorios, por supuesto. No confiamos en ti solo en la casa después de
esa fiesta que organizaste en segundo año.
No puedo creer esto. ¿Tanto quiere evitarme? ¿Preferiría llevarse a mi madre alcohólica
a alguna isla desierta que ver a su hijo?
Esta conversación terminó. No debería haberlo llamado en primer lugar. No sé por qué
soy tan jodidamente estúpido.
—Está bien —murmuro, y luego, solo por las risas y ver qué pasa, digo—: Te amo, Papá.
Él cuelga.
Finjo que mi corazón no se parte un poco ante el rechazo. Doy otra calada y espero poder
esconder esto debajo de la alfombra y actuar como si no me afectara.
No puedo.
Necesito a Daniel.
Aplasto el porro con el talón y salgo. Corro hacia Monroe Hall tan rápido como mis pies
me permiten, sin importarme una mierda si uno de los profesores nocturnos me atrapa.
Sólo necesito verlo porque sabrá qué decir. Él sabrá qué hacer. Él verá mi cara y nuestra
pelea terminará, así sin más, todo estará perdonado.
Toco su puerta con fuerza porque no me importa si despierto a todo el maldito salón.
Ninguna respuesta. Lo intento de nuevo. Nada.
Me duele casi más que la falta de amor de mi padre hacia mí.
Regreso a mi dormitorio deprimido, completamente fuera de mí por la preocupación. ¿Y
si esto es el final para nosotros? ¿Y si fui demasiado estúpido, demasiado imprudente y
demasiado insistente y no le dejé ninguna opción?
Abro la puerta de mi dormitorio, tan seguro de que voy a terminar en el fondo de una
botella esta noche, pero entonces me quedo boquiabierto.
Porque ahí está Daniel. Su cabello rizado está sujeto por esa ridícula cinta, sus labios
rojos como si los hubiera estado mordisqueando todo el día. Todavía lleva el uniforme,
pero está arrugado y desaliñado.
Es perfecto.
Voy a abrir la boca, pero veo a Carter en su cama mirándonos a los dos. Esta no es
realmente una conversación que quiera tener frente a él. —¿Podemos tener algo de
privacidad?
Carter frunce el ceño y niega con la cabeza. —Al diablo con eso. ¿Adónde se supone que
debo ir?
—¿Por qué no le haces compañía a Avery? —sugiere Daniel en voz baja, todavía
jugueteando con los dedos—. Puedes tomar mi llave.
Carter entrecierra los ojos hacia nosotros dos, la sospecha nubla su gran cerebro, pero
asiente. —Bien. —Le quita la llave a Daniel y luego nos deja, asegurándose de cerrar la
puerta al salir.
Ahora que estamos solo nosotros dos, puedo dar un suspiro de alivio.
—Lo lamento…
—Fui un idiota…
Ambos nos reímos torpemente después de hablar uno por encima del otro.
—Si pudiera retirarlo…
—No quise dar a entender...
Una vez más, nos reímos y esta vez es un poco más ligero.
—Está bien —digo, apoyándome contra la puerta mientras le hago un gesto para que
hable—. Tú primero.
—Lamento lo que dije. Sé que tus padres te aman. Me molestó que me estuvieras
fastidiando tanto con la pasantía —dice todo esto rápidamente, tropezando con sus
palabras como si tuviera miedo de que saliera corriendo como antes—. Puede que no me
guste el negocio familiar, pero me gusta tener un legado. ¿Quién sabe? Quizás pueda hacer
algunos cambios reales que podrían ayudar a la gente.
—Si alguien puede, eres tú —susurro. Gruño, pasando mis dedos por mi cabello mientras
tiro de las raíces—. Es sólo que… mi papá ha estado atosigando por un asunto y me afectó.
Se ha estado portando terrible y me desquité contigo. Lo lamento.
Y justo así, sucede lo que predije. Nos miramos fijamente por un momento y luego ambos
sonreímos. Me acerco. Nos abrazamos.
—Te amo.
Y todo está perdonado.
—Yo también te amo.
Realmente lo hago. Él es mi todo. Aunque mis padres no me aman, Daniel sí. Aunque
nunca pueda enamorarme por lo desastre que estoy, siempre amaré a Daniel.
Pero entonces algo cambia en sus ojos. El azul se vuelve turbio y se llena de inseguridad.
Se lame los labios y fija su mirada en mis pies. —¿Deberíamos seguir haciendo esto?
—¿Haciendo qué? ¿Pelear? Absolutamente no —me río entre dientes, enterrando mi cara
en su cuello mientras lo aprieto con más fuerza—. Establezcamos la regla de que nunca
volveremos a pelear.
Se retuerce en mis brazos. —No, me refiero a nuestro... acuerdo.
—¿Qué? ¿Por qué? —pregunto, soltándolo apresuradamente mientras una expresión de
lo que estoy seguro que es horror cae sobre mi cara—. Creo que va muy bien. Estás
aprendiendo mucho.
—Vaya, gracias —dice poniendo los ojos en blanco—. Lo sé, pero no quiero que nos
arruine. ¿Qué nos impedirá meternos en más peleas? No creo que pueda soportar eso.
—Oye, no. Eso no sucederá. —Toco sus mejillas mientras sacudo la cabeza. No quiero
que piense así—. Nada se interpondrá jamás en nuestro camino.
Su mandíbula se aprieta. —Magnus.
—Daniel —imito.
—¿Por qué estamos haciendo esto realmente? —pregunta—. Dijiste que querías ser mi
tutor sexual, pero incluso tú tienes que admitir que eso es ridículo. ¿Entonces por qué?
Me encojo de hombros. —Para poder enseñarte todo lo relacionado con el sexo. De esa
manera, cuando vayamos a la universidad, nadie se aprovechará de ti.
—Pero vamos a ir juntos a la universidad —dice, ladeando la cabeza, confundido—. ¿Esto
terminará cuando lleguemos allí?
No me atrevo a decirle que tal vez no acabemos en la misma universidad. De ninguna
manera voy a mencionar eso ahora.
Entonces, hago lo que mejor hago.
Ignorar.
—Bueno, claro. No podemos hacer esto para siempre —bromeo, revolviendo su cabello
—. Iremos recorriendo la lista y luego podremos hacer que te gradúes con otros.
Cruza los brazos sobre el pecho. —¿Y realmente estás de acuerdo con eso?
—¿Tú no? —pregunto, y ahora soy yo el que está confundido. ¿Por qué no estaría de
acuerdo con eso? ¿No es ese el objetivo de esto? Puedo enrollarme con mi mejor amigo, él
aprende, nos desvinculamos sexualmente y vivimos nuestros mejores momentos.
—Lo estoy —dice, pero le falta convicción—. Lo siento.
—No te disculpes —le digo, acariciando un lado de su cuello mientras levanto su barbilla
para mirarme—. Si realmente quieres detener esto, lo haremos. Lo prometo. Sólo tienes
que decirlo.
Por un breve momento, parece que lo está considerando y se me seca la garganta. Luego
esa consideración se desvanece y él sonríe, acercándome a él por los lazos de mi sudadera
con capucha. —¿Me besas?
—Cuando quieras —le digo y me sumerjo para capturar esos labios con los que me he
familiarizado tanto.
Mis labios moviéndose contra los suyos se sienten justo como la noche. Todo lo que odio
simplemente pasa a un segundo plano, incluso Alemania y la fecha límite que no estoy muy
ansioso por alcanzar.
Capítulo 10
Daniel

Las luces azules y rojas parpadean en cada rincón de la habitación. La música suena tan
fuerte que puedo escuchar cada latido del bajo a través de mis tapones para los oídos. Hay
una espesa columna de humo en el aire mientras Jengi 47 suena de fondo. Cientos de cuerpos
sudorosos se apretujan, bailando al ritmo de la música, perdiéndose en las sensaciones.
Dios. La vida es genial.
Bueno, las dos pastillas de Molly que tomé probablemente me estén ayudando con eso.
Todos están aquí juntos, finalmente. Ozymandias y Carter están bailando, una bonita
chica morena metida entre ellos mientras todos se frotan entre sí. Avery invitó a Sebastian,
quien nos sorprendió a todos al aceptar venir. No estoy muy seguro de lo que pasó allí
entre los dos, pero Sebastian parece estar simplemente mirando a Avery bailar. Raro.
Pero estoy dopado48, así que de todos modos no puedo concentrarme en nada de esa
mierda.
En lo único que puedo concentrarme es en un Magnus sin camisa frente a mí. Llegamos
completamente vestidos, pero logramos deshacernos de nuestras camisetas a los dos
segundos de entrar al club. Los tonos verde neón que salen del escenario iluminan toda su
gloria cincelada, y quiero lamer el sudor que gotea por su vello abdominal 49.
Si pudiera arrodillarme y chuparle la polla ahora mismo, lo haría. No me pongas a
prueba.
—¡Conozco esa expresión en tu cara! —bromea, gritándome al oído mientras nos acerca
más a la multitud y nos aleja de nuestros amigos—. ¿Te diviertes?
—¡Al máximo! —le grito de vuelta, pasando mis manos arriba y abajo por su pecho, mis
caderas presionadas provocativamente contra las suyas mientras nos frotamos juntos—.
Joder, desearía que hubiera un lugar privado al que pudiéramos ir, solo nosotros dos.
Me lanza una mirada que me dice que no vaya por ese camino. A juzgar por su furiosa
erección, supongo que también está decepcionado de que no podamos hacer eso.
¿Mamadas en el baño? No, gracias. —Eso tendrá que esperar para más tarde. Podemos usar
otra Molly cuando esta muera y seguir así toda la noche.
47
Jengi: DJ holandés
48
En inglés, I’m rolling se refiere en este contexto a que está drogado con éxtasis, que es el Molly.
49
En inglés, happy trail, es la línea vertical de pelos que se extiende a lo largo de la parte media del
abdomen (de un hombre usualmente)
Ese es un pensamiento con el que puedo llevarme bien.
Cuando suena ‘’Bad Bitches’’50, levanto los brazos en el aire y sacudo las caderas de una
manera que normalmente no lo haría. Dejé que la música y las manos de Magnus me
llevaran por el club. Cierro los ojos y dejo que su olor invada mis sentidos, dejo que mi
cuerpo tome el control, lo dejo todo suelto y libre.
Siento sus labios sobre los míos y los abro con impaciencia. Su lengua se desliza y
acaricia la mía con un hambre casi salvaje. Mis manos están en todas partes: tirando de su
cinturón, arañando su espalda, sumergiéndose en su cabello, en cualquier lugar que pueda
alcanzar. Se siente liberador hacer esto frente a otras personas, casi como si fuéramos una
pareja.
Gimo en su boca cuando clava la tienda de campaña de sus pantalones en mi entrepierna
y obliga a mi cuello hacia atrás para poder lamer una descuidada línea hasta mi oreja.
—¡Voy a traernos agua! —grita, mordisqueando mi cuello una vez más antes de soltarme
—. ¡Quédate aquí, bebé! ¡Ya vuelvo!
Asiento como un idiota enamorado y sigo bailando. Siento las manos de alguien en mis
caderas y mi cuerpo inmediatamente reconoce que no son las de Magnus. Me doy la vuelta
para regañar a la persona cuando veo que es solo Ozymandias.
Su pelo normalmente perfectamente peinado está por todas partes y tiene manchas de
lápiz labial en las clavículas. —¿Estaban ustedes dos besándose?
—¡Son las drogas! —grito sin pensar, sin dejar de bailar al ritmo.
Pone los ojos en blanco y se limpia un poco de sudor del labio. —Claro, porque estoy
drogado y quiero besarme contigo también.
—¿Puedes ocuparte de tus propios asuntos? —le digo bruscamente porque en serio está
matando mi vibra. Todos estamos drogados. Este no es el momento apropiado para pensar.
Él sonríe y me da palmaditas en la espalda. —¿Por qué debería hacerlo cuando es tan
divertido involucrarse en los tuyos?
Veo a Carter por encima del hombro, besándose con la chica con la que estaban bailando
los dos, y me río como una especie de villano de película. Asiento con la barbilla en su
dirección. —¿Tu trío no funcionó? ¿O es la polla de Carter la que querías montar?

50
Puede que se refieran a Bad Bitches, canción de Marshmello (ft. Megan Thee Stallion)
https://open.spotify.com/track/2OYfxjLnQuPo7Co1WH0Z1S?si=9838cf52219a4486
—Pequeño… —parece que quiere pegarme, pero ambos sabemos que no lo hará. En
cambio, me aparte de un manotazo y me empuja suavemente—. Touché, pequeño bastardo.
Touché51.
Me río de él mientras se esconde entre la multitud de gente. Una vez que se ha ido, me
pongo de puntillas y miro a la multitud. Cuando veo a Magnus, una sonrisa
automáticamente se apodera de mi rostro, pero rápidamente es reemplazada por un ceño
fruncido cuando veo con quién está hablando.
El chico es jodidamente hermoso. Alto, moreno y hermoso con una chaqueta de cuero y
todo para completar ese aspecto malhumorado y misterioso. Hombre Misterio le sonríe
ampliamente a Magnus y extiende la mano para secarle el cabello sudoroso de la cabeza.
Magnus echa la cabeza hacia atrás con una risa y el Hombre Misterio pone su mano en su
codo, inclinándose hacia él y acercándose demasiado a su cara.
Magnus no lo rechaza. No da un paso atrás. Tiene la misma sonrisa con dientes en su cara
que me da a mí.
No puedo respirar. Las personas que me rodean ya no son una reconfortante multitud de
calidez y aceptación, sino un maremoto que me arrastra bajo el agua y me asfixia.
Verlo con ese tipo me hace hervir la sangre. Magnus y yo no somos pareja, no somos
oficiales y él no rompe ninguna promesa al coquetear con otra persona, pero aun así duele.
Porque después de mí habrá alguien más. Habrá múltiples alguien. Solo soy una forma de
pasar el tiempo desde ahora hasta fin de año.
La música está muy alta. No puedo escuchar mis propios pensamientos. No puedo
pensar. No puedo respirar. Huele fatal. Me tapo los oídos con las manos, sumergiéndome en
el peor viaje que he tenido jamás mientras me tambaleo entre los cuerpos, tratando de
encontrar una salida.
—¡Ey! ¡Daniel! ¡Espera!
No paro hasta que estoy afuera y el aire frío me golpea como un camión. La música del
interior no es más que un borrón amortiguado y respiro profundo y fresco.
—Oye, ¿qué carajo fue eso? ¿Estás bien?
Ni siquiera puedo mirarlo ahora. Coloco ambas manos contra la pared del club y cuelgo
la cabeza entre ellas. Intento contar mentalmente hasta cien porque las drogas me están
jodiendo y no quiero decir nada que no deba.
Pero sale de todos modos.
51
Si una persona presenta un argumento y la otra entrega una respuesta inteligente o apropiada, la primera
persona puede responder touché como un modo de reconocer una buena respuesta
—¿Por qué no vuelves con el chico del bar?
—¿Qué? —pregunta, con la confusión marcada en su rostro sonrojado—. ¿De qué estás
hablando?
—Con el que estabas coqueteando —espeto, levantándome de la pared y caminando
hacia él—. Déjame aquí y regresa. Parecía pasar un buen rato. Tal vez te deje follarlo en el
baño, ¿eh? ¿No sería bonito?
—Daniel, no me lo iba a follar —dice exasperado, levantando las manos en el aire—.
Estuve coqueteando un poco, pero ¿eso es un delito? ¿No tengo permitido hacer eso?
Sacudo la cabeza porque tiene razón. Sólo estaba coqueteando. No es nada.
Pero mi boca me vuelve a traicionar.
—¡No deberías coquetear con nadie más que conmigo!
La preocupación que había en sus ojos rápidamente se transforma en indignación. Abre y
cierra la boca como si no supiera qué decir, y sé que las drogas también deben estar
afectándolo. —Me parece que de alguna manera se te metió en la cabeza que eres mi
guardián cuando eso está tan lejos de la verdad. Dije que no me follaría a nadie mientras
estuviéramos enrollándonos, pero solo estaba coqueteando.
—¡Sólo pensé que serías lo suficientemente decente como para no hacer ese tipo de
mierda delante de mí!
—¿Qué clase de mierda? ¿Hablar?
—¡Joder! —Maldigo, golpeando mi mano contra la pared mientras entierro mi cara entre
mis manos—. ¡Joder! No importa.
—¡No, di lo que ibas a decir! —insta enojado, quitando mis manos de mi cara y
acercándose pecho a pecho conmigo—. ¡Tienes que dejar de actuar así!
—¿Cómo qué? ¿Cómo estoy actuando?
—¡Como un maldito novio celoso!
—¿Y eso sería lo peor del mundo?
—¡No soy tu maldito novio!
Dolor. Me golpea. No soy su novio. No soy más que su mejor amigo de la infancia. No soy
nada más para él. Me llama su todo, dice que no puede vivir sin mí, pero no me quiere.
Finalmente se filtra. Es extraño cómo las revelaciones llegan en los momentos más
misteriosos porque me golpean y permanecen alojadas en mi garganta, en mi corazón y en
mi mente.
Él nunca me querrá como yo lo quiero a él.
Tal vez me había aferrado a la esperanza de que lo hiciera. No. Me aferré a esa
esperanza... pero ya no.
—No llores. ¿Por qué estás llorando? —Ni siquiera me doy cuenta hasta que él lo señala y
llevo mis dedos a mis mejillas y vuelven mojados—. ¿Es el Molly? Este es simplemente un
mal viaje, ¿verdad? Ten, necesitas agua...
—Déjame en paz —lloro, alejándolo cuando intenta acercarse, el agua salpicando el suelo
sucio debajo de nosotros—. Ya-ya no puedo hacer esto.
—¿Hacer qué?
—Estar contigo. No puedo soportarlo. No más, Magnus. ¡No más! —grito, frotándome los
ojos furiosamente, pero las lágrimas traidoras siguen cayendo—. ¡Lo que sea que hemos
estado haciendo, jodidamente acabó!
—¿Qué quieres decir? —pregunta, luciendo desesperado mientras sigue tratando de
tocarme, pero sigo alejándome—. Daniel, estás teniendo un mal viaje. Sólo intenta calmarte.
Todo irá bien.
—¡Esto duele, Mag! ¡Duele! ¿No lo entiendes? Sollozo, girando sobre mis talones para
mirarlo. —¡Me duele mucho, joder! ¡No lo soporto más!
Él entra en pánico. No importa cuánto intente alejarlo, él me sostiene contra la pared del
club, con sus ojos oscuros muy abiertos y llenos de tanta emoción cruda. —¿Cómo puedo
arreglarlo? Dime qué hacer y lo haré.
Sacudo la cabeza y vuelvo la cara hacia él para que sus labios rebeldes aterricen en mi
mejilla. —Necesito algo de espacio.
—No, espacio no. Eso no va a funcionar. Nos necesitamos uno al otro —suplica,
sacudiéndome suavemente—. ¿Por qué estamos peleando? Arreglemos esto.
—Tal vez lo que nuestros culos codependientes necesitan es un descanso el uno del otro.
—Respiro profundamente y lo enfrento, lo miro fijamente a los ojos y frunzo el ceño—. Ni
siquiera puedo soportar mirarte ahora mismo.
Me suelta y retrocede tambaleándose, con la mandíbula abierta y parpadeando
repetidamente hacia mí. —No sé cómo sucedió esto.
—Sé que no lo haces y es mi culpa —susurro—. Es mi culpa por creer que esto podría ser
diferente de lo que es.
Ni siquiera le doy tiempo a responder. Corro. Corro como un maldito cobarde de regreso
al club, me pierdo en el mar de cuerpos y busco algo que me ancle de regreso a la orilla.
Pero no encuentro ninguno. Lo único que encuentro es a Avery y Sebastian que acceden a
tomar el tren conmigo de regreso a Armory Prep. Lejos del delirio. Lejos del ruido. Lejos del
dolor.
Lejos de Magnus.
Capítulo 11
Magnus

Ha pasado una semana entera desde que Daniel y yo tuvimos nuestra pelea. Una semana
entera sin hablarnos. Toda una semana evitándonos unos a otros. Ni siquiera me mira.
Realmente no pensé que un coqueteo inofensivo causaría todo esto. Todo lo que el chico de
la fiesta quería hacer era comprarme agua, pero debería haber dicho que no. Si hubiera
sabido que terminaría así, no lo habría hecho.
Esto duele más de lo que pensé. Sabía que nuestro tiempo juntos llegaría a su fin
eventualmente, pero nunca pensé que dolería tanto, y ni siquiera es el sexo. Puedo vivir sin
tocarlo, pero no creo que pueda vivir así sin él.
Levanto la vista de mi libro de texto y apenas presto atención a mi profesor que está en la
pizarra tratando de enseñarnos sobre infinitos. ¿Por qué carajo deberían preocuparme las
matemáticas cuando Daniel me odia?
Mis ojos vagan hacia las ventanas que bordean el pasillo del corredor de matemáticas.
Casi vuelvo a mi libro de texto para sentir más autocompasión, pero mi corazón se detiene
cuando lo veo.
Daniel.
Sólo está en sus propios asuntos, probablemente yendo al baño, pero está allí. Es la
primera vez que lo veo en días y mi estómago se llena de estas jodidas mariposas irritantes.
Aparto mis ojos de él y vuelvo a mirar mi libro de texto.
Joder.
—Señor Black…
Pero ya estoy afuera, ignorando a mi profesor y marchando detrás de Daniel. Lo veo
entrar al baño delante de mí y ni siquiera lo dudo. Cuando cruzo la puerta, él está orinando,
pero no tengo sentido de los límites en este momento.
—Está bien, basta de esto —espeto—. Tenemos que hablar.
Daniel salta un poco, maldiciendo cuando su chorro no llega al urinario. Aprieta los
dientes, no me mira y continúa con lo suyo. —No tenemos nada de qué hablar.
Paso mis manos por mi cabello y agarro mis raíces dolorosamente. —Mira, no puedo
seguir así. No soporto la idea de que estés enojado conmigo. Te extraño, bebé.
—Ya no necesitas llamarme bebé —resopla con frialdad, terminando y subiéndose la
cremallera de los pantalones—. Ya no vamos a tener relaciones sexuales, ¿recuerdas?
—Lo sé. Simplemente… —Se me escapó. Se sintió bien. Muestra cuánto te necesito—.
¿Qué puedo hacer para que estemos bien?
Sacude la cabeza y va a lavarse las manos, frotándose la piel y debajo de las uñas con
enojo. —No quiero seguir jugando. No puedo manejarlo.
—Eso dijiste —presiono, acercándome cada vez más a él—. ¿Puedes decirme por qué?
—Esto arruinará todo.
—Ya parece que todo está arruinado. ¿Cuán peor puede ser?
No peor que esto. Nada puede ser peor que sentirse así sin él. Puedo manejar cualquier
cosa que Daniel me lance. Si mañana de repente matara a alguien, sacaría la pala y le
preguntaría dónde cavar. Si saltó de un acantilado y me pidió que fuera con él, saltaría de
esa maldita cosa sin pensarlo dos veces.
Apoya ambas manos en el fregadero y suspira profundamente. Sus hombros están altos y
tensos y su cuerpo tiembla levemente. —Mag. Si… si te digo esto y reaccionas mal… no
habrá vuelta atrás para nosotros.
—Puedes decirme cualquier cosa —susurro, me rindo y me acerco detrás de él,
envolviendo mis brazos alrededor de su cintura. Lo respiro porque, joder, extrañé esto—.
Te prometo que nada me alejará de ti.
Me agarra la muñeca y su voz se ahoga mientras habla. —No puedes decir cosas así.
—¿Por qué no? —discuto—. Es cierto.
—Para.
—Haría cualquier cosa por ti, Daniel. Sólo dime lo que necesitas y lo haré.
—Por favor, no digas más.
—¿Por qué estás actuando así? Por qué eres…
—¡Porque te amo!
—¡Yo también te amo!
Se separa de mí y se apoya en el lavabo, su pecho sube y baja con respiraciones
apresuradas y frenéticas. —No de la forma en que te amo, maldito idiota. Estoy enamorado
de ti.
¿Qué?
No, no debí haberlo oído bien.
—Tú estás… ¿estás qué?
—Estoy enamorado de ti —confirma, sus dedos tiemblan mientras los envuelve
alrededor de los míos—. Lo he estado durante tanto tiempo. Pensé…
Estoy pendiente de cada una de sus palabras. Necesito escuchar más. Necesito saber.
Necesito entender cómo me perdí esto, cómo nunca lo vi y cómo pude haber sido tan tonto
todo este tiempo.
—Fui tan estúpido. Pensé que tal vez algún día te darías cuenta y esperé… y luego
propusiste este loco arreglo y simplemente no pude decir que no —murmura y veo
visiblemente cuánto le está costando confesar esto. Sólo quiero envolverlo en un abrazo y
no dejarlo ir nunca, pero me contengo—. Tenía que tenerte, incluso si eso me rompiera en
el proceso.
—Daniel —susurro, atrapándolo entre el lavabo y yo mientras presiono mi frente contra
la suya. —Te…
Su mano se eleva y cubre mi boca. Sacude la cabeza con furia y puedo ver que las
lágrimas se acumulan en sus hermosos ojos azules. —No lo digas si no lo dices en serio. No
lo digas si no lo dices en serio como yo.
—No creo que sienta lo mismo —digo y me rompe el corazón. Por supuesto que lo amo,
pero no estoy muy seguro de estar enamorado de él.
Nunca me he permitido verlo de esa manera. Obviamente no pienso en él como un
hermano, pero cuando imaginé pasar el resto de mi vida con él, era como amigos.
No puedo estar sin él y eso significa algo, ¿verdad? Significa algo que mi estómago se
contrae y revolotea cuando él está cerca. Significa algo que él es mi ser humano favorito.
Significa algo que valoro su opinión incluso más que la mía.
No puedo perderlo.
Le doy un beso en la mejilla, limpiando las lágrimas con mis labios, dolido de ser la causa
de ellas. —Pero puedo intentarlo.
—¿Qué? —pregunta, retrocediendo y parpadeándome repetidamente—. ¿Qué quieres
decir con que puedes intentarlo?
—Quiero decir que puedo intentar sentirme así —digo como si fuera la cosa más simple
del planeta y para mí lo es.
Se burla de mí y puedo decir que en realidad se está ofendiendo. —Estás empeorando
esto.
—No, en serio. Escucha, sé que me divierto y bromeo, pero nunca bromearía sobre esto.
Eres, con diferencia, lo mejor de mi vida. Nunca te he mirado de esa manera, pero ¿y si lo
intentáramos? ¿Qué tal si… —Me detengo porque la palabra en la punta de mi lengua se
siente demasiado inusual— …saliéramos?
—Oh, Dios mío —se ríe sin humor—. Ni siquiera puedes decirlo sin que parezca que
quieres vomitar.
—Eso es lo que hacen las personas que se gustan, ¿verdad? —pregunto, convenciéndome
cada vez más con cada palabra de que esto es lo que quiero—. La gente tiene citas. Me
gustas, yo te gusto y podemos salir juntos.
—No fuerces esto —susurra, sonando tan abatido como antes—. No es lo mismo si lo
estás forzando.
No lo estoy forzando, o al menos no creo que lo esté. Daniel es todo lo que siempre he
querido y sé que puedo quererlo de esta manera. Se me inculcan los años de condicionarme
a creer que soy un desastre, el miedo a la monogamia y el miedo a no ser lo suficientemente
bueno, pero puedo hacer esto por él.
Beso sus labios suavemente, no quiero asustarlo, pero lo suficiente como para que pueda
saborear la convicción en mis labios. —Por favor.
Puedo ver el momento en que su resolución se rompe. Sus ojos azules estaban
cautelosos, pero ahora se están suavizando, convirtiendo mi pequeño huracán furioso en
un cielo azul claro. —Está bien.
Mierda, voy a tener una relación monógama. Nunca pensé que vería el día.
Daniel tímidamente pasa su dedo alrededor de mi cinturón, acercándome a él y
mirándome tímidamente a través de esas espesas pestañas. —Entonces, ¿ahora somos
novios o...?
Asiento porque la palabra nunca ha sonado tan bien y menos amenazante. Novios. Puedo
hacer esto. Sé que puedo hacerlo. Puedo ser esto y más para él porque lo amo y amarlo está
a solo un paso de estar enamorado de él.
—Novios —estoy de acuerdo, presionando sus labios contra los míos una vez más—. Lo
has logrado, bebé. Has domado al lobo.
Arruga la nariz mientras resopla. —Por favor, no te refieras a ti mismo como el lobo.
Nos besamos un poco más, simplemente disfrutando de nuestro tiempo juntos, fingiendo
que no estamos escondidos en el baño mientras nuestros profesores continúan con sus
lecciones. Después de un momento, con los ojos todavía cerrados, acaricia su nariz contra la
mía y habla.
—No tienes idea de lo feliz que me has hecho.
—Créame, creo que conozco el sentimiento.
Él retrocede mientras se sonroja. —¿Podemos ir a algún lugar esta noche? ¿Solo tú y yo?
—Claro —sonrío, colocando un rizo suelto y rebelde detrás de su oreja—. ¿Cuál es el
plan?
—Yo… quiero que me folles.
Capítulo 12
Daniel

No creo haber estado tan nervioso en toda mi vida. Incluso cuando tuve que interpretar
un terrible popurrí de ‘’My Heart Will Go On’’ 52 delante de todos los amigos de mis padres
no sentí esta ansiedad.
Magnus y yo caminamos por el bosque justo detrás del campus, con una manta bajo su
brazo y algunas velas en el mío. Ambos decidimos que no podíamos seguir echando a Avery
y Carter de sus habitaciones cada vez que queramos enrollarnos, pero también decidimos
que no queríamos que mi primera vez fuera un lugar como un almacén.
Es una noche agradable con la brisa refrescando mi piel sobrecalentada y la presión de la
mano de Magnus firme en la mía. No tengo motivos para estar nervioso. Este es sólo
Magnus. Magnus, el amor de mi vida, que quiere amarme también.
—Sabes que estás temblando, ¿verdad? —pregunta Magnus, apretando mi mano
mientras me mira por encima del hombro.
—No puedo evitarlo —le digo, aclarándome la garganta mientras mi cuello se sonroja—.
Estoy un poco asustado.
Inmediatamente, se detiene y se gira, tomándome en sus brazos en un fuerte abrazo.
—¿De qué tienes miedo?
—De que duela —admito. No admito que también tengo miedo de no poder compararme
con los demás que me precedieron, con los hombres y mujeres más experimentados y
coquetos de los que se ha rodeado.
Alisa las arrugas de mi frente con el pulgar y suspira. —No puedo mentirte. Te va a doler,
pero te sentirás muy bien una vez que pase. Confías en mí, ¿no?
—Mhm —asiento.
—Bien. Así que recuerda que voy a hacer que esto sea bueno para ti. Voy a cuidar de ti —
dice con esa sonrisa que me hace querer creer en todo tipo de promesas y deseos.
A medida que nos adentramos en el bosque, todavía no puedo creer que esto sea real. Le
conté mis sentimientos y no se ha escapado. No, en lugar de correr, se arrojó de cabeza
contra mí.
Quizás, sólo quizás, esto funcione.
52
‘’My heart will go on’’, canción de Céline Dion (la del Titanic)
https://open.spotify.com/track/33LC84JgLvK2KuW43MfaNq?si=f51b172fcbe74704
—Sabes, me siento como un idiota —dice, ayudándome a pasar una rama de árbol
particularmente desagradable que bloquea nuestro camino.
Frunzo el ceño. —¿Y eso por qué?
—Porque debería haber sabido que te sentías así. Tú eres mi mejor amigo. Estaba tan
atrapado en…
Me detengo cuando él se detiene. —¿Qué?
—Mierda, Daniel —suspira nerviosamente, pasándose una mano por la boca—. Los
chicos y las chicas... y los revolcones.
Me estremezco. —Está bien.
—No, no lo está —insiste enojado—. Si lo hubiera sabido, nunca habría…
—Está en el pasado, ¿no? —digo, deteniéndolo en seco besándolo rápidamente—. ¿Bien?
—Sí. De ahora en adelante seremos solo nosotros. —Él sonríe contra mis labios y se
derrite. Hace un gesto hacia el claro en el que estamos y se encoge de hombros—. ¿Qué
opinas?
—Creo que es genial —digo, limpiándome las manos sudorosas en los muslos—. Um,
¿quieres dejar la manta?
Odio lo jodidamente incómodo que estoy siendo. Extiende la manta con cuidado, saca un
encendedor de su bolsillo trasero y toma las velas de mis manos. Él fue quien sugirió
traerlos, algo sobre querer que esto fuera romántico, pero me hace sentir como si hubiera
un peso añadido a todo esto.
Esto no será sólo un polvo rápido para él. Nada sucio, rápido y crudo. Va a ser algo real.
Esto me da la confianza para bajarme sobre la manta, acostándome de costado frente a él
mientras él imita mi posición.
—Voy a tomarme mi tiempo contigo —susurra, pasando su dedo arriba y abajo por mi
brazo, provocando que se me ponga la piel de gallina a pesar del suéter que llevo puesto—.
Recibí los resultados de mi prueba y soy negativo, pero aún podemos usar un condón si
quieres.
Sacudo la cabeza. —No, sólo tú. Quiero poder sentirlo todo.
Hay algo que chispea y brilla en sus ojos oscuros, algo parecido al tipo de adoración que
nunca creí posible por parte de él. Besa mi frente dulcemente y asiente. —Está bien, déjame
coger…
—¿Qué carajo? —Me río, mirando la botella gigante de lubricante que de alguna manera
mágica apareció de la nada—. ¿Dónde escondiste esa cosa?
—Solo quería asegurarme de que estuvieras lo más cómodo posible —se ríe a mi lado,
colocando con cautela el lubricante entre nuestros cuerpos.
Resoplé, mirando la botella casi ofensiva. —Creo que eso será misión cumplida.
—Muy gracioso —gruñe mientras pone los ojos en blanco—. ¿Cómo quieres hacer esto?
Los nervios han vuelto y siento que mis dientes empiezan a castañetear. —Um, hace
demasiado frío para quitarnos toda la ropa, ¿no?
—Podría mantenerte caliente.
—No quiero que se me caiga la polla.
—¿Entonces nos quedamos con la ropa puesta?
—¿Supongo?
Dios, ¿quién planea sexo así? No es como en las películas o en los libros. No siempre hay
una declaración romántica o el calor del momento que los envuelve hasta que todo lo que
pueden hacer es arrancarse la ropa el uno al otro y montarse hasta la saciedad.
Me pregunto si él y Thaxton alguna vez hablaron sobre la mecánica de sus encuentros
sexuales.
Siento la cálida presión de sus manos en mis mejillas. —Lo que sea que estés pensando,
sácalo de tu cabeza. Esto es perfecto. Voy a besarte ahora y tocarte un poco y luego
empezaremos. ¿Bueno?
—E-Está bien —tartamudeo, asintiendo con entusiasmo porque empezar suena como
una buena idea.
Comienza presionando simples besos en cualquier zona de piel abierta que encuentre
(mi clavícula, mis labios, mi nariz, mis manos) mientras me vuelve loco con los lentos
arrastres de su lengua que deja a su paso.
Sus manos migran debajo de mi camisa, recorriendo los músculos apenas visibles que
tengo y subiendo hasta mis pezones rígidos. Él está burlándose de mí, preparándome de
una manera diferente, calentándome y molestándome hasta que me retuerzo con
impaciencia.
Se da vuelta para quedar encima de mí. Sus caderas se presionan fuertemente contra las
mías, arrastrando mi polla vestida hasta que siento la humedad en mi ropa interior. —Te
sientes tan bien debajo de mí. Como si pertenecieras aquí.
Esto me hace sonreír porque tal vez sí. Quizás aquí es donde el destino siempre quiso
llevarnos. Quizás todo el anhelo, el dolor y la vergüenza nos estaban preparando para este
día y este momento.
Ahora tiene su mano en mi ropa interior y de repente siento demasiado calor. Quitando
sus manos del camino, busco mi cinturón, prácticamente abriéndolo mientras me bajo los
pantalones y los boxers de una sola vez.
—Pensé que habías dicho que no querías que se te cayera la polla —bromea, tocando mi
estómago y riéndose cuando me quejo.
Dos pueden jugar a ese juego. —Bueno, si quieres tu polla en mi trasero, consideraría
que también te quites los pantalones.
Él es muy rápido en obedecer, luchando por desvestirse tanto como yo. Cuando me
prepara, es con un montón de lubricante y un montón de paciencia.
—¿Esto se siente bien? —regunta, doblando los dedos de la manera correcta para
presionar ese pequeño botón mágico que solo Dios podría haber hecho.
—No seas arrogante —digo con una risa forzada, interrumpiéndome con un grito
ahogado cuando él presiona con más fuerza—. Sabes que eso se siente bien.
Él se encoge de hombros. —Me gusta saberlo. Nadie nos va a escuchar aquí, bebé. Puedes
ser tan ruidoso como quieras. Quiero saber todo lo que estás pensando.
—Estoy pensando... —Respiro profundamente y abro los ojos para encontrar su mirada
perversamente complacida—. Estoy pensando que quiero que me folles ahora.
Sus dedos se detienen y levanta las cejas, con un poco de pánico en sus ojos mientras se
queda boquiabierto. —¿Crees que estás listo?
—Incluso si no lo estoy, lo quiero —lo insto, moviendo sin sentido mis caderas con sus
dedos, con los ojos en blanco mientras me excito—. Magnus, quiero estar dolorido mañana
por tu culpa.
—Dios, cuando lo pones así —jadea, quitando sus dedos de mí y sentándose en cuclillas
—. ¿Cómo quieres hacer esto?
—¿Qué es más fácil?
—Manos y rodillas o encima, tú eliges.
Mmmm, ambas me parecen buenas opciones. Hay algo dulce y sucio en ponerse a cuatro
patas para él, que me golpee por detrás, sus manos tirando de mi cabello mientras me
golpea el trasero.
Pero encima también suena bien. Puedo tener el control y puedo tomar la iniciativa.
Puedo mostrarle cuánto he deseado esto y cuánto siempre lo querré. Puedo mirarlo a los
ojos y besarlo.
—Creo que quiero estar en la cima —decido— ¿Está bien?
—¿Estás bromeando? —cuestiona como si la pregunta fuera ridícula. Se da vuelta sobre
su espalda y rápidamente alcanza el lubricante—. ¿Puedo verte montando mi polla, todo
sonrojado y sin aliento? Eso está más que bien.
Su atracción por la idea me estimula. Observo hipnotizado cómo cubre su hermosa polla
con lubricante, así que ahora está resbaladiza y enojada, con la punta roja y chorreante por
mí.
Respiro profundamente y me tranquilizo mientras me coloco encima de él. Lamo mis
labios nerviosamente mientras agarro su polla, pero mis dedos tiemblan demasiado.
—¿Puedes… puedes ayudarme, Mag? —pregunto tímidamente, sintiendo ya que estoy
arruinando esto.
Espero que haga una broma o alivie un poco la tensión en el aire, pero simplemente
sonríe con tanta ternura que me derrite el corazón. Alcanza su polla, se inclina
perfectamente y roza mi agujero. Respiro profundamente mientras me agacho y me bajo
sobre él.
Jesús, maldito Dios.
Las novelas están mal. Están tan equivocadas. No hay un deslizamiento suave, no se traga
con gracia ninguna polla y no hay una sensación de completa satisfacción.
No. Esto duele.
—Ay, ay —murmuro. La incomodidad no mejora cuanto más me acerco a él, pero me
niego a parar hasta haber tomado cada centímetro.
—Daniel, podemos reducir la velocidad —dice Magnus, con preocupación arrugando su
frente, pero apenas puede contener el gemido que se escapa al final de su oración.
Quiero eso. Quiero ser yo quien le haga sentir así. Ninguna cantidad de malestar que
siento me quita la satisfacción de hacer que sus ojos se pongan en blanco o que sus manos
se aprieten con avidez en mis caderas.
—Duele —jadeo, y me desplomo sobre él cuando logro tomar toda su polla—. Puta
mierda.
Presiona suaves besos en mi cuello y pasa sus manos arriba y abajo por mi espalda. —Lo
sé, bebé. Todo mejorará. Sólo dale un minuto.
Así que hago. Le doy muchos minutos. Simplemente descanso allí en su cariñoso abrazo,
respirando y exhalando constantemente hasta que me siento un poco mareado tratando de
adaptarme a la monstruosa polla de Magnus. Mientras tanto, me susurra al oído las cosas
más dulces que tengo que creer que hacen que sea más fácil de aceptar.
—Te sientes... nunca he sentido nada como tú antes, Daniel —gime, pasando sus manos
hacia abajo para acunar mi trasero, flexionando las nalgas mientras las hala y las empuja
juntas—. Te dije que eres mi protagonista.
—¿Soy tu árbol? —pregunto, riendo temblorosamente, moviendo experimentalmente
mis caderas para ver que ya no me siento tan mal.
—Sí, bebé, eres mi árbol. Ahora, cuando estés listo, quiero que montes mi polla.
Ahora que no siento que mi cuerpo se esté partiendo en dos, puedo entender por qué la
gente disfruta tanto de esto. El estiramiento ha pasado de ser doloroso a placentero y
puedo sentirlo hasta los dedos de los pies.
Con movimientos lentos y constantes, empiezo a balancearme adelante y atrás,
descubriendo lo que me gusta y encontrando los ángulos que llegan a los puntos correctos.
Puedo sentir a Magnus en todas partes. En mi trasero, en mi mente y en mi corazón. Cada
embestida es un soplo de algo en mí, me hace más y me convierte en alguien nuevo.
La mejor parte tiene que ser la expresión del rostro de Magnus. Es nada menos que
adoración, asombro y admiración. Él me está mirando de la manera que deseé que siempre
lo hiciera, como si fuera algo digno de ser atesorado. Como si fuera más que un simple
amigo... como si fuera su todo.
Choco mi boca contra la suya porque, aunque me encanta ver la forma en que sus ojos se
abren y sus labios se separan, quiero estar conectado con él en más de un sentido. Quiero
saborear cada gemido, tragarme cada gemido e inhalar cada aliento.
Respiro profundamente y jadeo contra su boca cuando él toma mis caderas con un
agarre de hierro y comienza a empujar hacia mí. Intento alcanzar mi polla descuidada,
persiguiendo ese orgasmo que está fuera de mi alcance, pero él aparta mi mano de un
golpe. Puedo ver que quiere estar a cargo de mi placer, quiere ser la razón por la que me
deshago.
Y lo dejé. Todo lo que puedo hacer es quejarme, gemir y gritar mientras él me masturba.
Puedo sentirlo casi expandiéndose dentro de mí, y encuentro mi liberación, el segundo
calor llena mi trasero y él deja escapar un último gruñido que se parece mucho a mi
nombre.
Me abraza cerca mientras ambos bajamos de nuestras alturas, con las extremidades
enredadas y el sudor resbaladizo entre nosotros.
Me besa y me dice lo increíble que soy. Me elogia por lo bien que lo tomé. Él se retira
suavemente y me gira para poder mirar mi agujero que brilla con la prueba de lo que ha
hecho. Este momento no podría ser más perfecto.
Con suerte, algún día él sentirá lo que yo también siento. La bonita y perfecta imagen de
nosotros se vuelve cada vez más clara a cada segundo.
Capítulo 13
Daniel _

Creo que nunca he sido más feliz de lo que soy ahora.


La vida como novio de Magnus es todo lo que esperaba que fuera. Seguimos siendo
mejores amigos (no estamos de acuerdo de vez en cuando, pasamos todo el tiempo juntos,
nos hacemos reír), pero esto es infinitamente mejor.
Para un chico que dijo que no podía tener relaciones, es sorprendentemente fantástico
siendo un novio.
Él me adora. En realidad, le encanta. Ha adquirido el hábito de acompañarme de ida y
vuelta a clases, abrirme las puertas y regalarme cosas ridículas y al azar durante todo el día.
Es abiertamente afectuoso, lleno de elogios y hace cualquier cosa para hacerme feliz.
Sí, la vida es jodidamente genial.
Lo único que apesta es que se nos han acercado las vacaciones de invierno. Durante casi
un mes entero, no podremos vernos. Entonces, ¿cómo vamos a pasar el tiempo hasta
entonces?
Follando tanto como sea posible.
Echo la cabeza hacia atrás mientras el agua cae en cascada por mi cara, parte de ella
gotea en mi boca y me ahoga, pero no podría importarme menos. Magnus se está tomando
su dulce tiempo follándome en la ducha, sus embestidas lentas y calculadas me llevan a
alturas que nunca imaginé que podría alcanzar.
—Mira cómo gimes por mí —bromea, su aliento caliente en la parte posterior de mi
cuello, su pecho húmedo y resbaladizo presionado contra mi espalda—. ¿Necesitas venirte,
bebé?
—Sí, por favor —le ruego, sabiendo cuánto le encanta cuando estoy así: dócil hacia él,
ansioso y completamente a su merced.
Sus embestidas se aceleran ante mis palabras y en poco tiempo, estoy contra la pared de
azulejos de la ducha con Magnus siguiéndome hasta el orgasmo.
Nunca me cansaré de esto.
Cuando terminamos de lavarnos por segunda vez, me rodea la cintura con los brazos y
apoya la barbilla en mi hombro. —Te voy a extrañar, novio.
—Yo también te voy a extrañar, novio —me río, inclinando la cabeza para poder darle un
rápido beso en los labios—. Lamento no poder traerte a casa conmigo.
Definitivamente me habría ofrecido a llevarlo conmigo, pero mis padres no son grandes
admiradores de mi novio. No es que necesariamente los culpe. Magnus se volvió loco
cuando empezamos Armory Prep, y los rumores de toda la mierda que hizo lograron llegar
a Estados Unidos. Para una pareja fina y refinada como los Levingson, el comportamiento
de Magnus era aborrecible. Definitivamente ha mancillado su imagen ante sus ojos.
Bueno, no sólo eso, sino que hemos decidido mantener esto en secreto para nuestros
padres por el momento. Una vez que termine la graduación y nos vayamos a Harvard, será
diferente. Viviremos juntos y no habrá mucho que puedan hacer al respecto. Sumado a eso,
a mis padres no les importa que sea gay, pero los padres de Magnus son verdaderos idiotas
con respecto a su bisexualidad. Esperamos que con el tiempo les resulte más fácil aceptar
quién es él cuando se den cuenta de que soy yo con quien ha elegido estar.
Con quien ha elegido estar. Joder, esas palabras suenan bien.
—No puedo creer que tus padres no te lleven a Fiji —murmuro mientras salimos de la
ducha, tomamos nuestras toallas y comenzamos a secarnos.
—Yo sí puedo —resopla, pasando la toalla por su cabello empapado—. No hay mejores
vacaciones que unas vacaciones lejos de mí.
Joder, realmente odio a sus putos padres. Los odio por no ver lo maravilloso que es. Los
odio por no atesorar el tiempo que pasan con él. Los odio por hacer que Magnus se sienta
menos que perfecto.
Pero guardo esas palabras en el interior. No sirve de nada echar sal en una herida abierta
cuando ya sé lo molesto que está por ello, incluso si no lo admite.
—Te llamaré todos los días —le prometo, pasando el dorso de mis dedos por su mejilla
—. Te cansarás de mí.
Sacude la cabeza dulcemente mientras besa las puntas de mis dedos. —Dudoso. De
cualquier manera, Avery y Carter también se quedarán, así que no será todo tan miserable.
—Bien —digo mientras ambos nos vestimos. Esta es la parte difícil ahora. Estoy todo
empacado y listo para partir. Lo que me hace sentir un poco mejor es que Magnus parece
tan molesto como yo ahora. Sin palabras, nos abrazamos, sosteniéndonos con fuerza.
Retrocedemos lo suficiente como para que nuestros labios se rocen entre sí y nuestras
bocas se fusionen en algo agridulce.
—No será tanto tiempo —le susurro contra sus labios, mordisqueando su trasero y
dándole un pequeño tirón.
—Estaré contando los días.

A pesar de extrañar a Magnus, se siente bien estar en casa. Me encanta nuestra casa;
siempre se siente extremadamente cálido a pesar del mobiliario ecléctico y moderno. Huele
a galletas recién horneadas (no es que las haya hecho mi madre) y un sentimiento de
nostalgia me invade.
Dejo mi maleta junto a la puerta principal y me quito el abrigo, mirando hacia el pasillo
en busca de mis padres. Tan pronto como me acomodo, mi madre entra corriendo desde la
habitación contigua, con los brazos abiertos a modo de saludo. Como de costumbre, su
cabello rubio liso está hábilmente recogido en un moño bajo. Ella nunca se degradaría
usando nada más que ropa de vestir en la casa, sus tacones hacen ruido cuando se acerca a
mí. Su maquillaje está impecable, a pesar de que sé que no iremos a ninguna parte esta
noche.
—Daniel, corazón —me anima mientras me aprieta con fuerza contra ella—. Estoy tan
feliz de que estés en casa.
—Yo también, Madre —digo con una sonrisa, frotando su espalda mientras nos
separamos—. La casa se ve genial. ¿Nuevo decorador?
Ella pone los ojos en blanco y gime. —Uf, sí, pero ese idiota arruinó la combinación de
colores. Tu padre y yo tuvimos que pagar el doble del importe original sólo para volver a
pintar la entrada. La gente puede ser muy incompetente.
Sí, esa es Sylvia Levingson, una santa con su hijo, pero una perra furiosa con todos los
demás.
—Te ves tan arrugado. ¿No te cambiaste después de bajar del avión? —pregunta,
jugueteando con el cuello de mi camisa y tratando de alisar mis rizos.
Me río a medias mientras le aparto suavemente las manos. —Déjalo, Madre.
Ella aprieta los labios formando una línea apretada y luego se encoge de hombros. —
Bien. ¿Por qué no vas a la sala de estar y yo preparo unas bebidas mientras nos ponemos al
día?
—Suena bien —digo, besando su mejilla mientras sigo sus instrucciones. Me dirijo a la
sala de estar, esperando que ella lo haga rápido para poder dormir después de una ducha,
pero me detengo cuando entro a la habitación. —Eh, Madre. ¿Quién es?
Miro al visitante inesperado que está sentado en el sofá, refinado y elegante. Es una
mujer joven, parece tener mi edad, pero no la reconozco. Objetivamente hablando, es
preciosa. Tiene este largo y delicioso cabello negro que le llega hasta la cintura, y su
maquillaje resalta perfectamente sus pómulos y sus brillantes ojos azules. Ella sonríe
cuando me ve, alisándose su vestido impecablemente planchado.
—Oh, ¿ella? —comenta mi madre regresando con dos tragos en las manos; un whisky
para mí y vino blanco para ella—. Es Florence. ¿No os conocéis?
Hay algo en su tono que me hace enderezarme. Es la voz que usa cuando estamos cerca
de personas particulares que son particularmente importantes. Inmediatamente, mi
educación refinada pasa a primer plano y le ofrezco mi mano a Florence. —No he tenido el
placer. Es maravilloso conocerte.
—A ti también —dice y su voz es melódica, parecida a una canción y definitivamente
francesa—. Eres mucho más guapo de lo que me dijeron tus padres.
Levanto las cejas ante eso y miro a mi madre, que parece un poco culpable. —¿Mis
padres te hablaron de mí?
—Cariño, Florence está aquí de visita desde Francia por unos días mientras está en su
receso de la escuela —explica mi madre, entregándome mi bebida—. Esperábamos que
pudieras mostrarle los alrededores de la ciudad cuando no estés trabajando.
Eso me da que pensar. Algo está pasando. Mi madre nunca antes me había pedido que le
mostrara a alguien los alrededores, especialmente a una mujer joven y bonita. Teniendo en
cuenta el decoro de Florence, tengo dudas sobre de qué se trata esto.
—Florence, no creo que haya entendido tu apellido.
—Duboit.
Ahí está. Florence Duboit, también conocida como hija de Frances Duboit, también
conocida como propietaria y directora ejecutiva de la empresa farmacéutica más grande de
Francia.
Esto, como siempre, se trata de negocios.
—Madre, ¿dónde está Padre?
Arruga la nariz y lo piensa. —En su estudio, creo.
Asiento brevemente y me giro rápidamente hacia Florence. —Si pudieras darnos sólo un
minuto. Madre, ¿puedo hablar contigo?
Obviamente, mi madre no está contenta con mi sutil rechazo de Florence, pero me sigue
de todos modos. Nos dirigimos al estudio de mi padre, donde él está trabajando
diligentemente sobre su escritorio, con una pila de papeles que necesitan ser revisados
apilados sobre la superficie de madera. Está tan absorto en su tarea que apenas se da
cuenta cuando entramos. No es hasta que me aclaro la garganta que me reconoce.
—¡Daniel! —grita, con una sonrisa dominando su rostro mientras rápidamente descarta
su trabajo—. No me di cuenta de que estabas en casa.
—Acabo de llegar —digo, caminando hacia el centro de la habitación para recibir su
apretón de manos—. Me preguntaba si podríamos hablar sobre el elefante francés en la
habitación.53
La frente de mi padre se arruga. —¿Florence?
—Sabes, es muy grosero dejarla sola —comenta mi madre, lanzándome una mirada de
decepción.
Cuento hasta tres mentalmente antes de hablar. —¿Qué hacen ustedes dos?
—¿Qué quieres decir?
—Sólo queremos que le muestres los alrededores a la buena chica. Pasa algún tiempo
con ella.
Esta vez cuento hasta cinco.
—Recuerdas que soy gay, ¿verdad? —pregunto, levantando las cejas hacia ambos—. Eso
es algo que es real.
Mi padre resopla y cruza los brazos sobre el pecho. —No veo qué tiene eso que ver con
nada.
—Sabes que soy gay desde que tenía doce años y siempre me apoyaste mucho —digo,
esperando que eso siga siendo cierto—. ¿Por qué me estás emparejando con una chica
francesa?
—No te estamos emparejando y ella no es una chica francesa cualquiera —responde mi
padre, luciendo tan molesto como yo. Después de un momento, su rostro se relaja y suspira

53
the French elephant in the room: de nuevo la metáfora del Elefante en la habitación, que es el asunto que
todos conocen pero nadie menciona, en este caso, elefante francés porque la chica es francesa.
—. Escucha, entendemos que tienes cierta inclinación hacia los hombres, pero también he
estado leyendo sobre bisexualidad...
Jadeo y muero un poco. —Mátame ahora. No puede ser.
—Quizás seas bisexual —concluye mi madre—. Nunca lo sabrías.
De repente vuelvo a hace apenas unas horas cuando Magnus estaba metiendo su enorme
polla en mi culo y yo gemía como una puta por ello.
—Confía en mí —murmuro, con las mejillas rosadas—. Lo sabría.
—Lo único que te pedimos es que nos sigas la corriente. Después de todo lo que hemos
hecho por ti, ¿puedes hacer esto por nosotros?
Ahí está. El buen viaje de culpa a la antigua usanza. Odio decirlo, pero siempre funciona.
No importa lo que pregunten, no importa lo que hagan, siempre cedo. Debo decir que es
exclusivamente gracias a mi educación (mi educación cálida, tranquila y feliz) lo que me
hace tan dócil.
Sinceramente, mi padre parece jodidamente cansado. Su habitual cabello rubio tiene
tantas canas que parece blanco. Las pequeñas arrugas en las esquinas de sus ojos ya no
parecen líneas de risa sino líneas de estrés.
Entonces, me abstengo de mi orgullo, vuelvo a la sala de estar, pongo mi sonrisa más
encantadora y digo:
—Florence, ¿puedo invitarte a una bebida?
Capítulo 14
Magnus

Diez, once, doce, trec... ¡Joder!


Maldigo en voz alta, viendo como el balón de fútbol con el que estoy haciendo
dominadas54 aterriza en la parte superior de la red55 frente a mí.
—Maldita sea —murmuro. Va a ser una mierda ir a buscar eso.
Estoy increíblemente aburrido. Ya ha pasado una semana desde que empezaron las
vacaciones y todo ha sido una mierda. Hoy he recurrido a salir al campo de fútbol para
intentar hacer más dominadas (mi récord es cien), pero parece que hoy no puedo
encontrar mi equilibrio, literalmente.56
Los primeros días de descanso estuvieron bien. Salí con Carter, solo fumando marihuana
y relajándonos en el patio. Avery ha sido Avery, completamente disperso 57, decidiendo que
quiere aprender a danza interpretativa y desapareciendo todo el tiempo. Las distracciones
han sido agradables, pero ahora extraño tanto a Daniel.
No es que nunca hubiéramos pasado tiempo separados mientras crecíamos. Recuerdo
que cuando teníamos seis años, sus padres se fueron de vacaciones a París y estuvieron
fuera por casi dos meses. Claro, lo extrañé. En ese momento sentí como si fuera el fin del
mundo, pero simplemente estaba exagerando.
Esto. Esto es diferente.
Este es un anhelo intenso enterrado profundamente dentro de mí, arañando y rascando
su camino hacia la superficie con cada minuto que estamos separados. La comida sabe
diferente, los colores no son tan brillantes, joder, la vida simplemente no me sirve.
Ni siquiera es el sexo ardiente, sucio y asombroso lo que extraño. No, sólo lo extraño. Sus
ojos azules que son más oscuros alrededor del iris. La forma en que huele a limones. Los
pequeños callos en los dedos por escribir demasiado. Incluso sus ronquidos. Extraño la
forma en que ronca.

54
En inglés juggling, es mantener el balón en el aire utilizando cualquier parte del cuerpo excepto las
manos y brazos.
55
Con red, se refiere a la portería.
56
Juego de palabras, que asocia la frase de encontrar el equilibrio haciendo las dominadas y la metáfora can
´t find my footing que significa que no puede establecer una posición segura en una situación poco familiar.
57
All over the place, que significa que está desorganizado, confuso, cambiante.
Estoy tan absorto en mis sueños sobre Daniel (su linda naricita, la peca debajo de su ceja
izquierda, la cicatriz en su palma) que ni siquiera me doy cuenta de que alguien se ha
acercado sigilosamente detrás de mí.
—¡Oye, Magnus!
—¡Mierda! —grito, saltando del suelo mientras me giro para enfrentar a la última
persona que pensé que volvería a acercarse a mí—. Oh, ey, Thaxton. Me asustaste.
Thaxton se ríe de mi sorpresa con un gesto de la mano. —Lo lamento. Acabo de verte
aquí y pensé en pasar a saludarte.
Asiento torpemente, recordando nuestro último encuentro y preguntándome por qué se
acercaría a mí después de la forma en que dejamos las cosas.
—Entonces... ¿cómo has estado? —pregunto, dándole la espalda mientras comienzo a
escalar el arco.
—Honestamente, he estado genial —responde, con una sonrisa brillante y feliz en su
delicado rostro—. Hago lo mejor que puedo para no acostarme con tipos que me tiran
como basura de ayer.
Ante su honestidad, me estremezco y casi me resbalo de la portería. —Mira, sé que fue
un movimiento idiota y lo siento, pero no habría funcionado entre nosotros.
—¿Cómo así? —pregunta, apoyándose en el poste mientras me pregunto cuáles son las
posibilidades de que sacuda la red—. Estuvimos juntos durante tres meses. Pensé que
siempre la pasábamos bien.
Sí, pero tú no eres Daniel.
—Realmente no sé cómo explicarlo —digo, bajándome al suelo una vez que tengo mi
pelota.
Thaxton reflexiona sobre mis palabras y finalmente se encoge de hombros. —Bueno.
Pero pasamos buenos momentos, ¿no?
Ante esto, sonrío. —Seguro que sí.
Thaxton está en el pasado, pero eso no significa que no pueda recordar el hecho de que
realmente era un tipo genial con quien pasar el rato. Sólo porque no tenga interés en
acostarme con él no significa que no pueda admitir que nos divertimos juntos.
Incluso cuando me digo eso, lo siento como una porción de traición.
—A la mierda —dice Thaxton, acercándose con determinación—. Por los viejos tiempos,
¿por qué no lo intentamos una última vez? Sé que siempre quisiste hacerlo en los
vestuarios.
Respiro profundamente ante su atrevimiento y retrocedo hasta que golpeo el poste.
Levanto mis manos en el aire para tratar de alejarlo, pero dejo escapar un grito en el
momento en que agarra mi polla a través de mis pantalones cortos.
Oh, joder.
Espero que la naturaleza, la biología y la calentura de los dieciocho años sigan su curso y
que brote una erección sin sentido, pero...
No tengo nada. Ni una sacudida. Ni una agitación. Ni siquiera una contracción.
—Um, no, gracias —espeto, apartando su mano de un golpe.
Su rostro se contrae en una mezcla de rechazo e indignación. —¿No gracias? ¿Te ofrezco
hacer realidad tu fantasía deportiva y dices que no? ¿Tú?
—Estoy saliendo con alguien —digo con orgullo, sonriendo porque se siente bien
reclamar públicamente a Daniel, incluso si Thaxton no sabe que es él—. ¿Por qué es eso
divertido?
Thaxton continúa riendo, secándose una lágrima del rabillo del ojo. —Es lo más divertido
que he oído jamás. Si querías rechazarme, no tenías que mentir.
—No estoy mintiendo —insisto—. Lo amo.
Es curioso cómo funciona la vida porque es en este momento exacto cuando me doy
cuenta de una verdad fundamental, inquebrantable e indiscutible.
No, no sólo amo a Daniel. Estoy enamorado de él.
Me golpea como un tren de carga y físicamente me deja sin aliento. Es como si todos los
recuerdos de nosotros juntos desde el nacimiento convergieran como piezas de un
rompecabezas. Antes siempre habían estado ahí, hermosos y vibrantes, pero estaban
desarticulados. El amor estaba entre las imágenes dispersas, pero ahora puedo ver la
bonita imagen perfecta en su totalidad.
Estoy enamorado de mi mejor amigo y nunca he sido tan feliz.
Thaxton no siente esta revelación y me mira fijamente a los ojos. —¿Amor? Magnus, no
sabrías nada del amor aun si viniera y te metiera la polla en el culo 58. No lo creo.
Intenta acercarse a mí y salto hacia atrás. —Estoy pillado, Thaxton. Lo digo en serio.
—No, o sea legítimamente no lo creo —responde bruscamente—. Dale uno o dos meses y
los indicadores que revelan tu ansiedad inducida por la fobia al compromiso te harán
correr en la dirección opuesta.

58
You wouldn’t know the first thing about love if it shoved its dick up your ass, que básicamente significa que
no sabría lo que es el amor aun si se le presentara de manera evidente.
Trago fuerte porque, hasta cierto punto, sí tengo eso. Siempre he tenido una repulsión
natural hacia todo lo serio y comprometido. La ansiedad de la que habla es algo real. Es
como que cuando alguien intenta acercarse demasiado, el mundo se cierra sobre mí hasta
que no puedo respirar, no puedo ver y no puedo pensar.
Pero Daniel siempre ha sido la excepción.
—Nunca le haría eso —digo rotundamente, irritándome cuanto más se divierte Thaxton
—. Para.
—No es tu culpa que no seas un tipo de persona comprometida, Mag —dice
condescendientemente, y el uso de mi apodo me deja un sabor amargo en la boca.
—No me conoces —escupo, apretando los dientes mientras aprieto el balón de fútbol
para no estrangularlo.
—Has estado dentro de mí, Magnus. Presto atención. —Una vez que entiende que no voy
a ceder y que estoy tan lejos de querer follarlo que es ridículo, me hace un gesto con un
gruñido—. Bien. Lo que sea. Si vas a intentarlo a la antigua usanza universitaria, buena
suerte.
Y se va así sin más. Me tocó la polla, me jodió la cabeza y ahora se ha ido. Me comí la
cabeza59 todo el camino de regreso a mi dormitorio. No tiene ni puta idea de lo que está
hablando. Claro, en el pasado he sido conocido por abandonar, pero esto es diferente.
Ninguno de esos chicos o chicas realmente significaba nada para mí. Fueron amables, nos lo
pasamos muy bien, pero eso es todo lo que quería que fuera. No quería hacer ningún
esfuerzo para que algo durara.
Pero ahora quiero poner todo el esfuerzo con Daniel. Quiero que dure para siempre.
Thaxton puede irse a la mierda. Soy el mejor novio de todos los tiempos.
A pesar de convencerme yo mismo para salir de la depresión en la que me metió, todavía
siento la necesidad de desahogarme con alguien. Llamaría a Daniel y le contaría todo, pero
no parece la idea más inteligente. No es que vaya a mantener esto en secreto de él, pero no
quiero que se preocupe por Thaxton.
Abro la puerta de mi dormitorio y Carter se tira de la cama. Le toma un segundo
reconocer que soy yo y, cuando lo hace, maldice.
—Vaya, ¿qué te pasa?
Veo los libros de texto apilados sobre su cama y los cuadernos abiertos al lado de ellos.

59
En inglés, stew, que significa estar en un estado de excitación agitada, preocupación y confusión,
traducido como ‘’comerse la cabeza’’.
—¿Estás estudiando en serio? Estamos de descanso, Carter. Diviértete un poco por una
vez.
Da un paso atrás y sus cejas llegan hasta la línea del cabello. —¿Disculpa? Intentémoslo
de nuevo. Oye, Magnus, ¿qué te pasa?
Suspiro profundamente y me dejo caer en mi cama con un gemido. —Estoy…
Daniel y yo prometimos que no se lo diríamos a nadie. Queríamos que seamos solo
nosotros por un poco más de tiempo, pero no lo sé. Quizás contarle a Carter lo que pasó con
Thaxton me haga sentir mejor. Quizás hablarlo con alguien que no sea yo tenga algún tipo
de sentido.
—¿Estás…?
Rápidamente me levanto y levanto el puño hacia Carter. —¿Puedes guardar un secreto?
—Por supuesto, hombre —dice, devolviéndome el sagrado golpe con el puño. Parece
preocupado mientras retira la mano y cierra sus libros de texto. —¿Qué te tiene así?
Respiración profunda. —Estamos juntos. —Uno más—. Daniel y yo.
—Um, sí —resopla como si fuera obvio—. Todos los vimos besuqueándose en el rave.
—No, o sea estamos juntos en serio. Saliendo. De manera monógama. Una pareja feliz y
toda esa mierda.
La mandíbula de Carter cuelga floja. Pienso por un segundo que tal vez no me haya
escuchado o que está bromeando conmigo. Le toma un segundo reunir todas sus facultades
y cuando lo hace, luce incrédulo. —¿De verdad?
Entrecierro los ojos hacia él. —¿Qué es esa mirada?
—¿Son como novios?
—Sí. Vaya, hombre. Vete a la mierda —murmuro cuando él comienza a reírse.
Traidor.
—No, vete tú a la mierda, hombre —responde con un gruñido—. ¿Por qué estás haciendo
esto?—
—¿Diciéndotelo? —me burlo—. Honestamente, no tengo ni puta idea.
Carter se endereza y luce intensamente serio. Incluso parece un poco enojado. —¿Sabes
que está enamorado de ti?
—Sí —digo, una sonrisa aparece en mis labios ante el recuerdo—. Me dijo.
—¿Y sabes cuánto tiempo lleva enamorado de ti?
—Sí, eso también.
—¿Sabes lo miserable que estuvo todo ese tiempo?
Hago puchero y se me cae el estómago. —Espera, ¿qué?
Carter pone los ojos en blanco como si yo fuera un idiota. Balancea las piernas sobre el
costado de la cama, inclinándose hacia adelante con los codos sobre las rodillas. —Magnus.
Daniel ha estado enamorado de ti prácticamente toda su vida. ¿Te imaginas cuánto debe
haberle dolido verte follar literalmente con cualquiera? ¿Te acurrucabas con él, le besabas
la mejilla, presionabas tu puta nariz contra la suya, pero él no podía tenerte? Fue una
tortura.
—No lo sabía... —susurro, sintiéndome de repente como un completo idiota.
—Y él no quería que lo hicieras. Tengo una pregunta real para ti, pero debes prometerme
que no te enojarás.
—Dispara.
—¿Por qué estás jugando con él?
Salgo corriendo de la cama, con los puños cerrados a los costados. —¡No estoy
malditamente jugando con él!
—Está bien, cálmate. —Levanta las manos en señal de rendición—. Es una pregunta
honesta. Cuando empezaste con esto, ¿eras serio con él?
—No —lo admito—. Fue sólo un acuerdo. Sin ataduras.
—¿Y de repente quieres ataduras?
—Lo amo, Carter —digo, colocando mi mano sobre mi corazón porque duele muchísimo
amarlo así—. Estoy enamorado de él.
Carter parece escéptico. —¿Tanto como él te ama?
Realmente lo espero porque este sentimiento no puede ser unilateral. Daniel tiene que
sentir esas mariposas cuando estamos juntos. Debe tener este sentido total de que es lo
correcto cuando hacemos el amor. No hay manera de que no se sienta así.
—Sí —le digo.
—Está bien. Lo creeré cuando lo vea —dice encogiéndose de hombros con desdén, pero
no le dejo volver a su libro de texto. Se lo arrebato justo cuando él está tratando de
alcanzarlo y lo tiro al suelo.
—¿Primero Thaxton y ahora tú? ¿Soy realmente tan terrible?
—Patrones de comportamiento, Magnus —dice, todo científico y mierda—. Si grazna
como un pato y parece un pato, es un puto pato. No digo que no puedas estar enamorado de
él, pero debes tener cuidado. ¿Qué pasó con lo de nunca querer el amor? ¿Qué pasó con el
odio al compromiso? ¿Vas a pararte ahí y decirme que desapareció? ¿Así como así?
A veces odio lo inteligente que es Carter porque tiene razón. He estado enterrando esta
mierda porque debajo de todas esas emociones suaves y pegajosas hay puro miedo. Estoy
aterrado. Aterrado de que vaya a arruinarlo. Aterrado de no ser lo suficientemente bueno.
Aterrado de que le haga daño.
Pero quiero intentarlo. Lo necesito. Lo necesito para respirar. Lo necesito para
sobrevivir. Siempre lo necesitaré, por los siglos de los siglos. Creo que siempre debí haber
estado enamorado de él, pero nunca lo supe.
Carter toma mi silencio al pie de la letra y asiente. —Solo... no jodas esto, ¿de acuerdo?
Sé que no lo haré. No queda nada más que decir, pero cuando me giro para volver a la
cama y tal vez tomar una siesta, Carter se rasca un costado del cuello y ahí es cuando lo veo.
—Ya que estamos en el tema de joder cosas, ¿quién te dio ese chupetón?
Sus ojos se abren cómicamente. Carter no es alguien a quien normalmente puedas tomar
desprevenido. No es tímido como Daniel. No es salvaje como Avery. No es un idiota como
Ozymandias. Es reservado, tranquilo, ecuánime y sensato.
Pero ahora parece un idiota sin palabras.
—No es asunto tuyo —espeta.
Estoy a punto de regañarlo por involucrarse en mis asuntos, cuando de repente nuestra
puerta se abre. Ozymandias entra, con una sonrisa firmemente plantada en sus labios, pero
se detiene en seco cuando me ve.
—Magnus —tose, pasando una mano por su halo de cabello rubio—. No me di cuenta de
que estarías aquí.
—Oh, mierda.
Carter y Ozymandias se odian, se detestan. No hay otra razón por la que Oz vendría a
visitarlo además de...
Oh, puta mierda.
De ninguna manera.
—Cállate —sisea Carter, luego mira hacia Ozymandias—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—No puedo creer esto —continúo—. ¿Ustedes dos? Ya sabes, dicen que hay una delgada
línea entre el amor y el odio...
—¡Maldita sea, Magnus! ¡Vete a la mierda! —Carter grita, arrojándome un libro. Me las
arreglo para bloquearlo mientras salto de la cama, riendo todo el tiempo.
—¡Bien, bien! ¡Entonces iré a pasar el rato con Avery!
No dejo de reír, incluso cuando llego al Monroe Hall porque… ¿esos dos?
Sí, definitivamente sexo con odio60.

60
Es literal la frase, hate-fucking, que se refieren a cuando personas que se odian follan
Capítulo 15
Magnus

No puedo creer que tuviera razón. La idea de Carter y Oz (enemigos mortales,


constantemente peleándose, siempre gastándose bromas mutuamente) follando es
sencillamente hilarante.
Me pregunto si Avery lo sabe.
Me río disimuladamente ante la perspectiva de estar allí cuando se entere. Tomo la llave
de repuesto que me dio Daniel y abro la puerta, todavía riendo mientras entro.
—¡Oye, Avery! Tengo que contarte sobre esta locura. Oz y Carter... Woah...
Todo el humor se desvanece. Me quedo boquiabierto cuando veo la habitación de Daniel
y Avery. Está oscuro, iluminado por una sola luz negra en el centro de la habitación. Las
paredes y ventanas están cubiertas con papel de varios tamaños, enlucidos y pegados con
cinta adhesiva en cada centímetro. Avery está parado en el centro vestido solo con
calzoncillos, con el cabello revuelto y un cuaderno en las manos mientras garabatea algo
furiosamente en él.
—Redecoraste —digo, cerrando la puerta suavemente detrás de mí—. Um, ¿qué estás
haciendo, hombre?
—Es mi poesía —dice rápidamente, sin levantar la vista de su cuaderno—. Ahora escribo
poesía.
Suspiro. —¿Cuántas veces tenemos que decírtelo? No sabes escribir poesía.
—He escrito todo esto —dice, señalando por la habitación, luciendo increíblemente
orgulloso de sí mismo—. ¿Ves?
Sí, ya veo. Miro todos los trozos de papel y los leo atentamente mientras trato de no
tropezar con una montaña de latas vacías de Red Bull, y todas son ilegibles. Encuentro que
puedo distinguir algunas palabras cada dos páginas, pero son sólo palabras aleatorias
entrelazadas. Nada tiene sentido. Sé que bromeamos diciendo que no sabe escribir poesía,
pero ya no tiene gracia.
—Oye —empiezo con cuidado, mirando a Avery mientras está parado en una silla en el
centro de la habitación y pega un poema en el techo—. ¿Cuánto tiempo llevas despierto?
Se tambalea peligrosamente en la silla, apenas manteniendo el equilibrio mientras agarra
otro poema. —¿Qué quieres decir?
—Quiero decir exactamente lo que dije. ¿Cuándo fue la última vez que dormiste?
Me mira y se rasca la barbilla. —Um… no lo sé. Creo que desayunamos panqueques esa
mañana.
Mi cara palidece.
Jesucristo, es peor de lo que pensaba.
—Eso fue hace dos días, colega —le digo, colocando mi mano en su muslo mientras lo
insto a levantarse de la silla—. Tal vez podrías calmarte con las bebidas energéticas. ¿Toma
un poco de NyQuil61 o algo así?
Sacude la cabeza rápidamente, salta de la silla y corre para agarrar su cuaderno. —No
puedo. Simplemente tengo demasiada energía. Necesito terminar este proyecto. Sólo unos
cuantos poemas más y luego podré descansar.
—Está bien, claro —digo, tratando de aplacarlo porque ahora está paseando por la
pequeña habitación, sus dedos temblando con cansancio, su rostro arrugado en una
agitación que crece lentamente—. ¿Crees que podamos limpiar un poco? Piensa en Daniel.
¿Crees que querría volver a esto?
Doy un paso y comienzo a quitar un poema de la pared, pero un cuerpo fuerte y
voluminoso me derriba sobre la cama. Me quedo sin aire cuando Avery se cierne sobre mí,
arrancando frenéticamente el papel de mi mano. —¡No! ¡No lo arruines! ¡Sebastian necesita
leerlos primero!
—¿Sebastian? Mira, tu obsesión...
—¡No es una obsesión! ¡Él es mi novio! —grita, rodando sobre su espalda mientras se
agarra el pelo—. ¡Él es mi novio! ¡Mi lindo novio que inspiró mi poesía!
Está levantado otra vez. Esta vez está jugueteando con su poesía, pasando las manos por
cada página e inclinando la cabeza mientras las mira desde diferentes ángulos.
Quizás debería traer a Oz y Carter. Sabrían qué hacer. No estoy muy seguro de cómo
manejar esto. Avery es excéntrico, pero nunca lo había visto así.
¿Quizás podría llamar a Daniel? ¿Sabría qué hacer? ¿Alguien lo sabría?
—Avery, vamos —digo definitivamente, agarrándolo suavemente por el codo—. Sólo
siéntate por un segundo.
—¡No! ¡Suéltame!

61
Nyquil es un inductor del sueño de venta libre que contiene difenhidramina. También hay un jarabe para
el resfriado Nyquil, y que ayuda a dormir.
Se agita en mis brazos y Avery es un tipo grande, esto no es fácil. Tengo un poco de
miedo de sufrir una contusión porque él está poniendo esto realmente difícil. Envuelvo mis
brazos alrededor de su torso y hundo mis pies en el suelo, pero es inútil.
—¡Ey! ¡Qué carajo está pasando aquí!
Por un segundo, creo que Oz o Carter vienen al rescate, pero cuando me giro, veo que es
Sebastian. Sus ojos color avellana están muy abiertos y sorprendidos y su boca abierta
mientras contempla la habitación. Cuando me ve, con mis brazos alrededor de Avery, esa
mirada de perplejidad se transforma en rabia.
—¡Aléjate de él!
Su sorprendente y feroz demanda me hace soltar a Avery.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Me tambaleo hacia atrás y golpeo la pared detrás de mí
mientras Sebastian pasa a mi lado.
Me ignora por completo, va directo hacia Avery y se deja caer en el suelo junto a él.
—Avery, cariño, ¿estás bien?
¿Cariño?
Avery ahora está acurrucado sobre sí mismo, con las rodillas dobladas debajo de él, los
brazos cruzados sobre el pecho, la cabeza gacha y la voz apagada. —¿Viste mis poemas?
—Sí, lo hice —dice.
—A Magnus no le gustaban.
—Bueno, Magnus es un idiota.
Pues, vete mucho a la mierda.
—¿Te gustan? —Avery pregunta y su voz es tan pequeña, agotada y frágil.
—Sí, son geniales —dice Sebastian y suena tan jodidamente genuino mientras frota la
espalda desnuda de Avery—. ¿Son todos para mí?
Avery se asoma desde su pequeño capullo y se muerde el labio inferior. —¿Eso está bien?
—Cariño, me encantan —susurra Sebastián—. ¿Qué tal si los bajamos para poder
conservarlos y llevarlos todos a mi habitación?
De repente, Avery se pone de pie de un salto y arrastra a Sebastian con él. Le da un
abrazo de oso y lo hace girar por la habitación con una sonrisa vertiginosa en su rostro. —
¡Sabía que te encantarían! ¡Sabía que sí!
Me quedo estupefacto mirando la escena frente a mí. Avery, semidesnudo, corriendo
arrancando poesías de la pared. Sebastian, es la imagen de la calma, recogiendo
meticulosamente la basura del suelo.
Me acerco para decir algo, tal vez incluso agradecer a Sebastian por calmar a Avery, pero
él me golpea con la cabeza antes de que pueda decir algo. —Vete a la mierda de aquí.
Hay mucho veneno en su voz y su comportamiento no deja nada a la imaginación. Miro a
Avery, que ha tenido un completo giro de 180 grados, así que no me molesto en luchar
contra Sebastian.
Salgo de la habitación preguntándome qué carajo está pasando esta noche. ¿Desde
cuándo me convertí en el villano de todo esto? Oz y Carter están follando en mi habitación,
Avery está sufriendo un colapso mental y aparentemente Sebastian me detesta.
Además, ¿dónde carajo voy a dormir esta noche?
Capítulo 16
Daniel

—¿Qué? De ninguna manera.


— Sí, tu dormitorio estaba cubierto de mierda. Avery los llamó poesía, pero no tenían
ningún sentido.
Suspiro y me desplomo en mi cama. Pobre, Avery. Si bien he disfrutado de las llamadas
diarias de Magnus, las noticias sobre Avery son profundamente preocupantes. No estoy
demasiado preocupado por el estado de nuestro dormitorio, las cosas siempre se pueden
limpiar y ordenar, pero no puedo creer la forma en que estaba actuando.
—¿Deberíamos preocuparnos? —le pregunto, mordiéndome el interior de mi mejilla.
—Parecía que Sebastian tenía bien manejada la situación.
Me sobresalto ante eso. —¿Sebastian es en realidad su amigo?
—¿A que sí?62 Oh, mierda. ¿Ya te hablé de Carter y Oz?
—No —digo, riéndome de sus chismes—. ¿Qué está pasando con ellos?
—¡Están follando! ¡Lo dije!
—Virgen Santa —jadeo, sentándome derecho mientras dejo caer la mandíbula—. No, no
ellos.
—Tengo pruebas.
—Bien. Claro —digo, poniendo los ojos en blanco—. ¿De verdad?
Hay una pausa al otro lado de la línea. —Bueno, no, pero tengo mis sospechas.
—Dios, ¿te imaginas cómo sería el sexo entre ellos?
—Intento dejar de pensar en la vida sexual de otras personas.
—¿Ah, de verdad? —Resoplo y sacudo la cabeza. —No lo creo.
—Créeme, bebé. El único sexo del que quiero oír es el nuestro.
Su voz ha bajado al menos una octava, convirtiéndose en un carraspeo ronco. Mi risa
muere y mi boca se seca mientras jugueteo con mi teléfono. —¿Qué pasa con el nuestro?
Puedo escuchar mi propia voz entrecortada y soy una jodida puta para él porque juro
que es capaz de escuchar los pequeños gemidos que comencé a soltar. Sólo pensar en
nosotros y en el sexo me vuelve loco.

62
I know, right? es en inglés una afirmación, confirmación, corroboración
—Me gusta pensar en el sabor de tu trasero cuando lo follo con la lengua. Me gusta
recordar la forma en que tu agujero se cierra a mi alrededor, apretándome hasta que todo lo
que puedo hacer es estallar.
Bueno, seguro que se sumerge de lleno.
—¿Qué...? —trago, deslizándome hacia mi cama hasta que mi espalda está presionada
contra la cabecera. Sin darme cuenta, mi mano se dirige a la tienda de campaña en mis
pantalones—. ¿En qué más piensas?
—¿Te estás tocando, bebé?
—Eh, sí.
—Bien. Cierra los ojos para mí.
Oh Dios. Esto es sexo telefónico. Estamos a punto de tener sexo telefónico.
—Está bien —respondo rápidamente, cerrándolos inmediatamente—. Están cerrados.
—Perfecto. Saca tu polla.
Abro un ojo para asegurarme de haber recordado cerrar la puerta de mi habitación, pero
todavía estoy nervioso. Realmente no me gusta masturbarme cuando mis padres están
despiertos en la habitación de al lado. —Magnus…
—Hazlo.
Joder, cuando me exige cosas así no puedo hacer más que obedecer. Me encanta cuando
se pone mandón.
Trago audiblemente mientras levanto mis caderas y me bajo los pantalones cortos, mi
erección dura y anhelante, golpeando mi estómago. —Está bien, ya está.
—Buen chico. Ahora quiero que empieces a acariciarte. Lento. Empieza desde la base y
apriétalo en la punta.
Coloco mi mano exactamente donde se me indica, comenzando con un tirón lento desde
abajo y girándolo en la cabeza. —Mmm.
—Imagínate que esa es mi mano. Imagina que estoy allí, flotando sobre ti, chupando tu
oreja con mi boca. Estaría muy duro por ti, bebé.
—¿Estás? ¿Duro?
—Joder, sí. Te imagino de rodillas ante mí. Mi perfecto Daniel. Llevas esa estúpida cinta
para mantener tu cabello fuera de tu cara mientras me follo esa hermosa boca. Quiero una
vista sin obstáculos para ver cómo te ahogas con mi polla.
—Más —suplico, sin dejar de tocarme, con los dedos de los pies curvados. Sí. Por favor.
Quiero todo eso.
—Sigue acariciándote. Mójate esa mano y acelera el ritmo.
Rápidamente llevo mi mano debajo de mi boca y escupo, gimiendo cuando la envuelvo
alrededor de mi polla.
—Dios, bebé. Tu boca. Es tan sexy, tan apretada, tan cálida. Eres tan hermoso con esas
lágrimas en los ojos cuando no puedes respirar, pero simplemente quieres ser muy bueno para
mí.
—Sí —jadeo, moviendo mi mano rápidamente arriba y abajo, mi trasero me duele por él
—. Quiero ser bueno para ti.
—Y lo eres. Eres muy bueno —elogia—. Ahora que mi polla está bien mojada, te pongo a
cuatro patas y te follo. No voy lento. No seré gentil. Te quiero tanto que no puedo controlarme.
—¿Estás desesperado por mí? —pregunto y sale como una especie de gemido, pero estoy
demasiado excitado para sentirme avergonzado.
—Joder, sí. Te follaría tan bien que llorarías y me rogarías que te tocara la polla. —Puedo
oírlo masturbarse al otro lado de la línea y mis ojos se ponen en blanco. Es tan jodidamente
sexy.
—¿Me dejarías tocarlo?
—Joder, no. No hasta que ruegues. Quiero que me ruegues permiso para venirte.
Me estoy masturbando muy fuerte ahora mismo. Los dedos de mis pies se curvan, mi
espalda se arquea y me duele el estómago. No puedo soportar esto más. Está pintando la
escena perfecta, seduciéndome con esa jodida voz, volviéndome loco—. Magnus, por favor.
No puedo…
—Adelante, córrete, bebé. Voy justo detrás de ti —murmura, y puedo escuchar lo agitada
que es su respiración al otro lado de la línea—. Pon toda esa hermosa corrida sobre ti y la
lameré de inmediato..
Eso es lo que me sirve. La imagen de mi semen sobre mí, su lengua arrastrando mi
estómago, su beso abrasador al final de todo para mostrar cuánto le importa.
Estoy jadeando, sudando y completamente libertino.
—Joder, eso fue bueno —respira a través de la línea—. Te extraño tanto.
Me río entre dientes, sin aliento, y uso una camiseta sucia para limpiarme. —Estaré en
casa en dos semanas.
—Dos semanas demasiado largas. —Él gime—. Aquí todo es muy raro. Los chicos,
Thaxton...
El nombre me detiene en seco. —¿Disculpa?
—¿Qué?
—¿Thaxton?
Lo escucho suspirar y puedo imaginarlo pellizcando el puente de su nariz. —Bebé, no
pienses así. Solo hablamos...
—¿Hablaron de qué, Magnus? —pregunto, sentándome más erguido, sintiendo la
necesidad de ponerme los boxers—. ¿Por qué estabas hablando con él?
Hay una pausa. —Bueno... él quería continuar donde lo dejamos.
Puedo sentir los latidos de mi corazón en mis oídos. Toda la sangre se me sube a la cara,
calentándome las mejillas de rabia. Los celos son criaturas tan interesantes 63. Irracionales,
conflictivos y delirantes. Hacen que la gente diga y haga las cosas más estúpidas.
Entonces, no es de extrañar que me haga todo eso y más.
—¿Y tú?
—¿Qué? Por supuesto que no —espeta—. ¿Cómo puedes siquiera preguntar eso?
—¡Porque hace unos meses él montaba tu polla todos los días!
—¡No te pongas celoso!
—¡No estoy celoso! ¡Estoy furioso!
—¡No pasó nada! ¿No me crees?
—Yo…
Y los últimos años me vienen encima. Sé que Magnus nunca haría nada que me lastimara,
pero los recuerdos son muy vívidos y dolorosos. Pican como si se echara sal en heridas
abiertas.
Él perdiendo su virginidad con Sara y contándome todos los detalles.
La primera vez que estuvo con un chico y se dio cuenta de que le gustaban más que las
chicas.
Los cuatro meses que pasó con Jackson, dándome detalles de cada momento lascivo.
Enrollándose con Donna junto a mis regalos en mi fiesta de cumpleaños número quince.
Follando con Mark en el baño de mi fiesta de decimosexto cumpleaños.
Entrar y atraparlo follándose a alguien no una, ni dos, sino tres veces.
Todos los momentos en los que no fui suficiente. Todo el sufrimiento que soporté. Todas
las noches lloraba hasta quedarme dormido porque él estaba eligiendo a todos menos a mí.
Quizás todavía no soy suficiente. No tengo suficiente experiencia, no soy lo
suficientemente perfecto, simplemente no lo suficiente.
63
Jealousy is such an interesting creature (los celos son una criatura tan interesante) es singular porque
jealousy es singular, pero los celos es en plural por lo tanto se adaptó al plural para darle sentido en español.
Desafortunadamente, mi paseo por el camino de los recuerdos se toma como algo
distinto de lo que realmente es, un reflejo de mis patéticas inseguridades. Voy a hablar, a
decir algo que no me haga ver como el perdedor que soy, pero Magnus se me adelanta.
— Oh, vaya. ¿Sabes qué? Vete a la mierda.
Sacudo la cabeza, mis dedos juguetean con mi teléfono mientras las lágrimas brotan de
mis ojos. —Magnus, no quise decir...
Él cuelga. Tiro mi teléfono al otro lado de la cama con un fuerte grito. Cada nervio de mi
cuerpo está ardiendo y siento que me cuesta respirar. No puedo soportar que Magnus
piense que yo creo que es infiel. No puedo soportar que él esté enojado conmigo. Me siento
como un maldito idiota por permitirme interponerme en nuestro camino.
Alguien llama a mi puerta y me quejo cuando voy a abrirla. Rápidamente me limpio las
lágrimas de los ojos y respiro antes de abrir la puerta.
—Corazón, escuché un ruido —dice mi madre, mirando alrededor de mi habitación en
busca de la fuente—. ¿Está todo bien?
—Sí, solo... vi un bicho —le explico sin convicción—. Estaba hablando con Magnus.
Arruga la nariz con disgusto cuando entra y se sienta en la silla de mi escritorio. —¿Aún
eres amigo de él?
Oh, somos mucho más que amigos.
—Sí, Madre —digo poniendo los ojos en blanco y una pequeña risa—. La respuesta no
cambia por mucho que preguntes.
—No hay nada malo con él, per se64. Simplemente no es la mejor influencia —dice
encogiéndose de hombros—. Afortunadamente, la distancia entre ustedes dos les hará
bien.
Levanto la cabeza un poco hacia atrás. —¿Distancia?
—¿No lo has oído? La empresa Black abre una sucursal en Alemania. En cuanto se
gradúe, Magnus se irá a Mannheim —dice con naturalidad, aunque esta noticia me está
sacando de mis casillas.
—¿Él sabe esto? —pregunto lentamente, con cuidado de controlar el temblor en mi voz.
—Creo que sí —dice mientras lo considera—. Está escrito en piedra 65, corazón.
No estoy seguro de qué pensar. Lo único en lo que puedo concentrarme es en cuánto
duele que Magnus no haya dicho nada al respecto. Acabamos de empezar a salir, somos

64
por sí mismo, por su naturaleza.
65
Está decidido, no es negociable.
oficiales. ¿Iba simplemente a desaparecer ante mí? ¿Esperar hasta fin de año y luego
enviarme a Harvard con un saludo?
Estoy tan desgarrado. Mi mente está en guerra consigo misma. Una parte de mí está
furiosa porque me ocultó esto, pero la otra parte me grita por arruinar el poco tiempo que
nos queda juntos.
—Oh, ¿llevarás a Florence a cenar esta noche? Está bastante enamorada de ti —dice mi
madre con esa sonrisa persuasiva suya—. Esperaba que pudieras pasar más tiempo con
ella.
Realmente no quiero salir con Florence. Todo lo que quiero hacer es quedarme en casa,
enterrarme en mi cama, tal vez tomar un helado y lamentarme. Pero al igual que Magnus y
Alemania, tengo una responsabilidad con mi familia. No estoy muy seguro de lo que mi
madre piensa que resultará de pasar tiempo con Florence, pero haré lo que me pida.
Trago secamente y asiento. —Por supuesto, Madre.
Capítulo 17
Daniel

Respiro profundamente mientras me paro frente al dormitorio de Magnus. Parece como


si las últimas dos semanas hubieran pasado a paso de tortuga. Fue una mezcla de cenas
elegantes, eventos de caridad y cócteles llenos de gente que me interesaba poco, todo en
nombre de la familia.
Si bien me encanta pasar tiempo con mis padres, me siento como una persona diferente
cuando estoy con ellos. El único hijo, el niño de oro, el futuro de una empresa
multimillonaria.
Con Magnus, soy más.
No hemos hablado mucho desde nuestra discusión, solo algunos mensajes de texto
haciéndole saber que lo siento y que hablaríamos más cuando regresara, pero espero que
me haya perdonado.
Llamo vacilantemente y me balanceo sobre mis talones mientras espero una respuesta,
mis manos metidas profundamente en mis bolsillos y mis dientes apretados en mi labio
inferior. Sólo le toma un segundo responder, pero cuando lo hace, me doy cuenta una vez
más.
Nunca habrá nadie para mí excepto Magnus.
Todavía está en pijama a pesar de que son las dos de la tarde. Su cabello está todo
despeinado y no como él lo peina. Tiene bolsas oscuras debajo de los ojos y me pregunto si
será por la misma razón que yo.
Pero es tan jodidamente hermoso.
No hablo. No pregunto. Simplemente me lanzo hacia él, lo envuelvo en mis brazos y lo
respiro. Cuando él me devuelve el abrazo, sé que todo va a estar bien. Todo está perdonado
como siempre lo ha sido y siempre lo será. Se siente como si todas las grietas que hice en
nuestra relación hace dos semanas se estuvieran volviendo a unir, volviendo más fuertes.
Me lleva de regreso a su habitación, besa mi cuello dulcemente y puedo sentirlo temblar
en mis brazos. —Gracias a Dios que has vuelto.
—Nunca te dejaré otra vez —bromeo, sabiendo que realmente digo en serio cada
palabra. Me aparto y tomo sus mejillas, presionando mi nariz contra la suya—. Bésame.
Lo hace sin pensarlo dos veces y estoy vivo de nuevo. Su sabor, su aroma, la textura de
sus labios, es todo lo que siempre quiero. No es lento ni dulce. No, está hambriento, salvaje
y tan desesperado por mí como yo por él. Sé que esto podría conducir a mucho más, como
lo demuestran nuestras pollas que actualmente nos están abultando los pantalones, pero
me retiro porque tenemos que hablar.
—¿Podemos sentarnos? —pregunto sin aliento contra sus labios y él asiente
rápidamente.
No parece contento cuando me siento a su lado, así que decide arrastrarme hasta su
regazo. Sus manos no dejan de vagar como si quisiera memorizar cada detalle de mí. —
¿Qué pasa, bebé?
—Magnus, ¿irás a Alemania una vez que nos graduemos? —pregunto, mordiéndome el
interior de mi mejilla mientras una nube oscura se mueve hacia sus ojos. Él mira hacia
abajo, aprieta sus manos en mis caderas y deja escapar una risita sin aliento.
—Eso es lo que piensa mi padre —dice—. No va a suceder.
—Pero mi madre dijo que estaba escrito en piedra —argumento—. Ella dijo que tú lo
sabías. ¿Por qué no me lo dijiste?
—Porque no va a suceder —insiste, besando la punta de mi nariz—. Ya sabes cómo se
pone Michael. Es un idiota, pero ambos sabemos que no va a hacer una mierda.
Simplemente no quería que te preocuparas por eso. Ambos nos graduaremos y ambos
iremos a Harvard tal como lo planeamos.
Asiento, aceptándolo por el momento. Ahora es el momento del siguiente tema difícil.
—Acerca de Thaxton…
Él gime y deja caer sus manos de mis caderas. —Te lo dije, no pasó nada…
—No, lo sé —digo rápidamente, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello cuando
intenta levantarse—. Lamento haber insinuado algo así. Simplemente estaba inseguro.
Me mira como si fuera un idiota, con las cejas arqueadas por la confusión. —¿Por qué
estarías inseguro? Sabes que lo eres todo para mí.
—Lo sé —trago saliva—. Pero, antes de nosotros, solías ser un poco...
—¿Zorrón?
—No te llames así.
—Pero sí lo era. Tenía miedo de las relaciones. Traté a la gente como una mierda,
simplemente los dejé cuando querían más, pero creo que me doy cuenta de por qué.
—¿Por qué?
—Porque te estaba esperando —susurra, con lágrimas en las comisuras de sus ojos
mientras frota su pulgar sobre mi labio inferior—. Porque de alguna manera, en el fondo
sabía que todo lo que tenía que hacer era abrir mis malditos ojos y ahí estarías. Lamento
mucho que me haya tomado tanto tiempo ver lo que tú siempre has visto.
Beso la punta de su pulgar. —¿Y eso qué sería?
—Que estoy tan perdidamente enamorado de ti como tú lo estás de mí —dice, esbozando
una amplia sonrisa mientras deja caer su frente contra la mía—. Que siempre estuvimos
destinados a serlo. Por los siglos de los siglos.
Mi corazón se detiene y quiero pellizcarme, pero no lo hago porque si esto es un sueño,
me niego a despertar.
Tomo su rostro y dejo escapar un pequeño sollozo. —Tenía la esperanza... esperaba que
algún día te escucharía decir eso.
—Lo escucharás todos los días si tengo la suerte de tenerte —susurra contra mis labios.
Su boca flota allí, abierta y esperando, y lamo mi lengua dentro de él—. Joder, te quiero
mucho. Déjame mostrarte cuánto te extrañé, bebé.
—Ajá —murmuro, y sigo rozando mi lengua contra la suya porque soy incapaz de
pronunciar palabras.
Le estoy arrancando la ropa antes de que tenga la oportunidad de decir algo más. Lo
estoy manoseando, desesperado y codicioso, tocando cada centímetro de él. Estoy tan
frenético que termino rasgando un poco su camisa mientras se la quito de la cabeza. Él
simplemente se ríe y continúa desnudándose. Una vez que es piel desnuda contra piel
desnuda, me siento como en casa.
Lo hacemos torpemente como si fuéramos inexpertos y apresurados. Tiro de su mesa de
noche la mitad de las mierdas que tiene mientras busco ciegamente el lubricante. Una vez
que lo consigo, no pierdo el tiempo. Se siente como si se estuviera moviendo demasiado
lento, así que ya estoy cubriendo mis dedos con lubricante y extendiendo la mano detrás de
mí.
—¿Cuál es la prisa, bebé? —Se ríe entre dientes contra mis labios, recorriendo con sus
dedos el lugar donde los míos están follando mi trasero.
Estoy montando su pierna como una puta, muy necesitada, pero no me importa. —Te
deseo. Te deseo muchísimo. Fóllame, por favor.
Con otra risa, nos da la vuelta hasta que estoy boca arriba y sus dedos reemplazan los
míos.
—Oh, no te voy a follar. Ni de cerca.
Me quejo. —Por favor, por favor, por favor.
—No bebé. —Presiona un beso en el centro de mi espalda—. Vas a ser mi primero. Te
voy a hacer el amor.
Sus palabras me hacen gemir. Yo quería desordenado, caliente y descuidado, pero él
tiene otra idea con la que estoy totalmente de acuerdo. Asiento con la cabeza contra el
colchón y él mete una almohada debajo de las caderas.
—Voy a demostrarte lo importante que eres para mí —Coloca su cuerpo sobre el mío—.
Voy a demostrarte cuánto te amo. —Chupa suavemente el lóbulo de mi oreja entre sus
labios—. Voy a demostrarte que siempre estuvimos destinados a estar juntos.
Se desliza lentamente, tan lentamente que puedo sentir su polla arrastrándose por mis
paredes a un ritmo que me hace temblar. Está temblando encima de mí y sólo puedo
imaginar que esto le resulta tan emotivo como a mí.
Se está tomando su tiempo. Tan dulce. Tan tierno. Tan conmovedor que no puedo evitar
llorar. Es ridículo. La forma en que su peso se posa sobre el mío y la forma en que sus
manos extienden mis nalgas para su placer visual no deberían provocar lágrimas.
—Oh, bebé, ¿estás llorando por mí? —Se burla en mi oreja—. Tan hermoso. Te amo
mucho.
—Yo también te amo —sollozo, extendiendo la mano detrás de mí para poder acercar su
cabeza a la mía, estirando la cabeza para poder besarlo—. Por favor, ve más rápido. Te
necesito.
—No, no —dice, sacudiendo la cabeza hacia mí—. Estamos haciendo esto a mi manera y
quiero tomarme mi tiempo contigo.
Sollozo entre las sábanas. Se siente tan bien. Muy bien. Es como un orgasmo que se
desarrolla lentamente, pero cada vez que me acerco, él retrocede. Me está superando y es
jodidamente agridulce y demasiado.
Siento algo presionando contra mi trasero y no es su polla. Respiro profundamente, miro
detrás de mí y veo que está tratando de meter un dedo junto con su polla. Él está mirando
mi agujero, mirando su polla en mi agujero mientras logra colocar su dedo cómodamente
contra ella.
Santo maldito Dios Todopoderoso, mierda.
—¡Magnus! —lloro, empujando contra su polla y su dedo—. Por favor, por favor.
—¿Por qué estás rogando? —Pregunta, arrastrando lentamente su dedo por su polla—.
Tienes mi dedo, tienes mi polla, ¿qué más podrías querer?
—Quiero venirme —me quejo. Estoy tan lleno, estoy tan estirado, el ardor me hace ver
estrellas.
—De acuerdo, bebé. Puedo darte eso.
Y lo hace. Su dulce ritmo lento se evapora con su necesidad de complacerme. Él quita su
dedo, levanta mis caderas para que quede a cuatro patas y golpea contra mí. Es brutal,
áspero y jodidamente delicioso. Me está follando tan fuerte que la cama chirría debajo de
nosotros y por un momento me preocupa que la rompamos.
—Este culo perfecto es mío. Tu polla perfecta es toda mía —ronronea encima de mí,
extendiendo la mano para acariciar mi longitud a un ritmo febril—. Este hombre perfecto
es todo mío.
—Todo tuyo —confirmo, acercándome cada vez más hasta que me quedo sin palabras—
Voy a… voy a…
—Sí, aprieta ese trasero a mi alrededor —gime, golpeándome el trasero con una mano
mientras acelera sus golpes en mi polla—. Hazme venir dentro de ti.
Es como si me golpeara una explosión. Me vengo y me vengo y hay mucho más de lo que
suele haber. Me llena, sacando y empujando hacia dentro hasta que siento su semen
goteando por el interior de mis muslos.
—Muy bien, bebé —murmura contra mis labios mientras me mueve hacia donde quiere.
Termino boca arriba con él acurrucado a mi lado—. Te amo mucho.
—No tanto como te amo —bromeo sin aliento con una sonrisa en mi rostro mientras
paso mis dedos por su cabello sudoroso.
—Imposible —se ríe, extendiendo la mano para besarme la mejilla—. Ojalá pudieras ver
dentro de mi cabeza, verte a ti mismo como yo te veo.
Y desearía que pudiera ver el interior del mío. Ojalá pudiera ver lo feliz que me ha hecho.
Ojalá pudiera ver que todos mis sueños se han hecho realidad, que después de años de
anhelo y añoranza, finalmente tengo lo que más deseaba en el mundo.
A él.
A nosotros.
Por los siglos de los siglos.
Capítulo 18
Magnus

Estar enamorado es la mejor mierda que existe. Mientras el amor de mi vida ronca
pacíficamente contra mi pecho (un poco de baba saliendo de la comisura de su boca, sus
hermosos rizos todos revueltos) me pregunto por qué alguna vez tuve miedo de esto.
Ha sido el mejor puto mes de mi vida.
Daniel y yo todavía pasamos todo el tiempo juntos, pero ahora podemos ser cursis y
estar enamorados. Le digo que lo amo todo el tiempo. Le demuestro que lo amo aún más.
Nunca pensé que fuera posible encontrar a alguien del que quisieras que todo tu mundo
girara a su alrededor.
Si Daniel pensaba que yo era pegajoso antes, ahora nadie me puede superar.
Es jodidamente lindo cuando duerme. Hemos empezado a alternar dónde pasamos las
noches porque no puedo soportar estar lejos de él. Hoy nos despertamos en mi habitación
detrás de una cortina de privacidad improvisada que puse. En realidad, son sólo sábanas
viejas pegadas al techo, pero es lo suficientemente bueno.
Se mueve encima de mí cuando beso sus adorables labios carnosos. Incluso mientras
duerme, se acerca roce tras roce, y ni siquiera me importa que tenga aliento matutino.
—Mm, buenos días —murmura contra mis labios, pasando sus dedos arriba y abajo por
mi pecho mientras se despierta por completo—. ¿Dormiste bien?
—Estabas aquí, ¿no? —Lo beso una y otra vez hasta que mis labios se hinchan—. Buen
día.
—Sí, es un buen día —dice otra voz.
Ambos nos congelamos, nuestros labios aún presionados y yo gimo mientras me alejo.
Abro nuestra pequeña cortina de privacidad y miro a Carter. Está acostado en su cama,
todavía en pijama, y su nariz está enterrada en un libro de texto.
—Hola, Carter —dice Daniel, con la vergüenza tiñendo sus mejillas de rosa—. Um, lo
siento, he estado durmiendo aquí tan a menudo.
—No, está bien. Amor joven y esa mierda —dice con un gesto despectivo con la mano—.
Solo asegúrate de no follar mientras duermo. Eso es cruzar la línea.
Carter no puede ver, pero Daniel se sonroja. Supongo que no deberíamos decirle que nos
masturbamos anoche mientras él hacía precisamente eso.
De cualquier manera, él entrecierra sus ojos de manera que me hace pensar que no
somos tan sutiles.
Carter pone los ojos en blanco mientras estira los brazos sobre la cabeza. —¿Están listos
para la Tercera Guerra Mundial?
—¿Por qué? —pregunta Daniel mientras alcanza su camisa tirada en el suelo—¿Por qué
estaríamos… Oh…
—¿Qué? —le pregunto.
—¿Has olvidado? —Carter pregunta con un gruñido—. Es el fin de semana de familia.
Frunzo el ceño. —Y... —Él levanta las cejas cuando doy cuenta— …claro.
El fin de semana de familia, una fecha que se supone que será especial y memorable dado
que los padres de todos visitan el campus durante dos días. Si bien no estoy muy
emocionado por pasar dos días con mis padres, prefiero estar encerrado en una habitación
con ellos que tener que lidiar con lo que Carter y Ozymandias tendrán que soportar.
¿Los Everett y los Clark en una habitación? Eso es realmente suficiente para iniciar una
guerra.
—¿Quieres que controlemos los daños? —pregunta Daniel con dulzura, y es tan adorable
que cedo al impulso de besarle la sien.
Carter le sonríe con cariño y niega con la cabeza. —No. Oz y yo podemos ser amables por
un día y mantener a nuestros padres alejados del otro.
Empiezo por el nombre y sonrío. —Oz, ¿eh?
—Cállate —espeta, agarrando su neceser de nuestro armario compartido—. Mira, tienes
diez minutos para hacer cosas sexuales mientras estoy en la ducha. Será mejor que todos
tengan la ropa puesta cuando salga.
Me río disimuladamente cuando se va y me vuelvo hacia Daniel, haciendo pucheros
mientras trato de quitarle la camiseta que acaba de ponerse. —Cariño, tenemos diez
minutos. ¿Qué tipo de cosas sexuales quieres hacer?
—Quiero contarles a mis padres sobre nosotros.
Mis dedos detienen su trayectoria ascendente. No es exactamente hacia donde iba con
esto.
—¿En serio? —digo con una mueca de dolor.
—Sí, quiero decir, ¿tú no?
De repente parece afectado por la inseguridad, malinterpretando mi vacilación. Lo
arrastro encima de mí y beso la parte superior de su cabeza. —Bebé, yo no quiero contarles
a mis padres ni lo que almorcé. Tus padres, sin embargo, son un asunto diferente. ¿Qué
crees que dirán?
—Bueno, sabes que no son tus mayores admiradores, pero me apoyarán —dice mientras
lo piensa—. ¿Qué crees que dirían tus padres?
Resoplé. —Mi mamá tendría su mimosa 66 matutina, así que no diría mucho. Mi papá
podría estar feliz con la influencia positiva en mi vida. Siempre dice que debería ser más
como tú. —Se queda en silencio ante la mención de mi padre y puedo sentir que algo se
está gestando en esa cabeza rubia—. ¿Bebé?
Se muerde el labio inferior mientras se sienta. —¿Podemos hablar en serio por un
minuto?
A pesar de que mi corazón late al doble de velocidad ante su expresión preocupada,
asiento. —Sí.
—Si tu papá te obliga a ir a Alemania, ¿lo harás?
Físicamente dejé escapar un suspiro de alivio por el susto que me hizo pasar, pero no
tengo una buena respuesta para él. —No sé. El dinero…
Recibiré mi dinero si voy a Alemania, eso es lo que mi padre ha dejado muy claro. Es el
dinero que me guardaron desde que nací. Es el dinero que he ganado por al trato que
soporté hacia mí. Sé que el dinero no lo es todo y sé que soy más afortunado que la
mayoría, pero es doloroso renunciar a un poco más de un millón de dólares.
Y si no voy a Alemania, se acabó. No sólo perderé mi dinero, los perderé. Seré repudiado
y, aunque detesto a mis padres, esto es algo de lo que no puedo volver. La idea de estar
verdaderamente solo, de no ser un Black, es aterradora.
Daniel, como siempre, lo entiende. Entiende que no soy un niño malvado, mimado y
hambriento de dinero que vive de su fondo fiduciario. Entiende que hay más en esto que
sólo dinero. Él lo entiende todo.
—Lo sé.
Me froto la mandíbula con la mano mientras un recuerdo resurge. —Ni siquiera quiero
dedicarme al negocio familiar. Quiero…
Hago una pausa. No, es demasiado estúpido para decirlo en voz alta.
—¿Qué? —Daniel presiona, tirando de mi brazo—. ¿Qué quieres?
—Creo que quiero trabajar con niños —digo honestamente—. Sería bueno utilizar mi
fondo fiduciario e invertirlo en un centro juvenil para adolescentes en riesgo.

66
Mimosa es un coctel de champán y jugo de naranja.
Es un sueño que tuve hace mucho tiempo. Fue después de una dura reprimenda verbal
de mi padre por no comportarse durante una cena con un senador. Yo tenía diez años en
ese momento. Me imaginé huyendo. Pensé en lo bien que me iría la vida si tuviera padres
que realmente me amaran, que me apoyaran como los padres de Daniel. Me preguntaba
mucho adónde iría porque, al final del día, no tenía a dónde correr.
Esa misma noche descubrí lo que era un centro juvenil. Vi que tenían uno en casi todas
las ciudades importantes. Aprendí que eran lugares a donde los niños en malas situaciones
podían escapar. Ellos te alimentarían, te vestirían, te ayudarían a encontrar trabajo y te
cuidarían. Había considerado seriamente irme esa misma noche, pero...
Entonces Daniel llamó y todo volvió a estar bien. Sabía que no podía dejarlo.
Joder, en serio, ¿cómo no me di cuenta antes de que estaba enamorado de él?
—Eso es increíble, Mag —elogia Daniel, con una brillante sonrisa iluminando su rostro
—. Podrías hacer mucho bien.
Me encojo de hombros porque no sé qué tan viable es el sueño. —Creo que quiero
brindarles la atención y el cuidado que mis padres me negaron. Sentarme en una sala de
juntas todo el día con un grupo de viejos hombres blancos no suena satisfactorio. —Me
estremezco—. Lo siento.
—No tienes que disculparte —se ríe—. Sólo queremos cosas diferentes.
Ese pensamiento no me sienta bien, así que me propongo corregirlo.
—Pero en realidad no es así. Ambos queremos ser felices. —Entrelazo nuestras manos y
las llevo a mis labios—. Felices juntos.
— Por los siglos de los siglos. —Él asiente con esa pequeña sonrisa tonta y acaricia su
nariz contra la mía.
Lo beso lenta, profundamente y hambrientamente. —De la cuna a la tumba, árbol mío.
Capítulo 19
Magnus

Nunca me he sentido más orgulloso que ahora, caminando de la mano de Daniel mientras
nos dirigimos al salón del evento. Pasamos junto a varios de nuestros compañeros de clase,
con algunos de los cuales he tenido… um… relaciones. Todos nos miran boquiabiertos
mientras caminamos, creo que principalmente porque nunca pensaron que verían el día en
que estaría atado voluntariamente.
Pero ahora que tengo a Daniel, él no irá a ninguna parte.
Nos detenemos cuando vemos a Avery en el patio. Está parado en la entrada de la
escuela, saltando sobre sus talones, mirando frenéticamente a su alrededor con una sonrisa
en su rostro.
Me alegra que esté mejor.
—Oye, hombre —le digo, dándole una palmada en la espalda—. ¿Emocionado de ver a
tus padres?
—Joder, sí —aplaude y su entusiasmo es contagioso—. Mamá dijo que me traería esta
nueva línea de chips japoneses que lanzarán a finales de este mes. Puedo conseguirte un
poco.
Daniel niega con la cabeza. —Creo que no es necesario.
—¿Viste a Sebastián? —pregunta Avery, señalando al otro lado del camino. Todos
miramos en esa dirección y frunzo el ceño.
Sebastián está solo, sentado en un banco con las manos en el regazo. Está vestido muy
bien con sus pantalones grises y una camisa rosa con botones. Puedo ver desde aquí que se
pintó las uñas a juego con su camisa. Lamentablemente, su rostro no coincide con su
apariencia. Él mira a su alrededor y se mete el labio inferior en la boca.
Daniel hace pucheros. —¿Su familia no apareció?
—Parece que no —digo, acercándolo a mi lado y besando su sien— Hombre, lo siento
por él.
—¿Debería invitarlo a sentarse con mis padres? —Avery pregunta, su entusiasmo ahora
atenuado.
—Tal vez no… Ay. —Le doy a mi novio una mirada mordaz después de que me acaba de
dar un codazo en el estómago—. ¿Qué?
—Eso es realmente dulce, Avery —dice Daniel, apretando su brazo—. Creo que eso le
podría gustar. Tus padres son geniales.
Avery asiente y camina hacia Sebastian. Los observamos por un momento y tengo que
admitir que enviarlo allí fue en realidad una buena idea porque el rostro de Sebastian se
ilumina ante las palabras de Avery. Sin embargo, Sebastian se mantiene firme en su lugar
mientras Avery se aleja solo.
Oh, eso es un poco decepcionante.
Continuamos por el patio y llegamos a la sala de eventos al otro lado del campus. Abro la
puerta, dejando pasar a Daniel primero, y luego me río disimuladamente cuando mis ojos
recorren la habitación. —Oh Dios, tres de cinco.
Daniel arruga la nariz. —Tres de cinco, ¿qué?
—Oh, pensé que me habías preguntado sobre las posibilidades de que la cafetería
explotara con eso.
Señalo dónde están los Everett y los Clark. En lugar de pararse en extremos separados de
la cafetería, como debería exigir la ley, están hablando entre ellos. Bueno, hablar no es la
palabra correcta. El padre de Ozymandias parece enojado por lo que sea que les esté
diciendo el padre de Carter. Las madres se miran fijamente, pero hay mucho veneno en sus
ojos. Oz y Carter tampoco parecen muy felices, pero por una vez no están peleando. Están
atrapados entre sus padres y parecen querer estar en cualquier lugar menos allí.
—Bueno, al menos nuestros padres se llevan bien —dice Daniel, sin dejar de mirar la
catástrofe inminente mientras caminamos en la otra dirección.
Aprieto su mano para llamar su atención cuando veo a nuestros padres, charlando
felizmente en un rincón de la habitación como buenos amigos que son. Decidimos que les
íbamos a contar sobre nosotros. No hay razón para ocultarlo. Estoy enamorado de Daniel y
él está enamorado de mí. Sé que somos jóvenes, pero estoy decidido a que vamos a pasar el
resto de nuestras vidas juntos. Ya no tiene sentido ocultárselo.
—¿Arrancamos la tirita?67 —Pregunta Daniel, mirando nuestras manos entrelazadas.
Asiento con la cabeza. —Vamos a hacerlo.
A medida que nos acercamos, noto que hay una quinta persona parada junto a ellos. Una
hermosa joven de cabello negro que viste demasiado formal para una simple reunión
familiar. Ella se ríe de algo que acaba de decir la madre de Daniel mientras su padre le
ofrece una bebida.
67
Arrancar la tirita (rip the Band-Aid off) es realizar rápidamente una acción dolorosa o desagradable pero
necesaria para minimizar el dolor o el miedo asociados a ella.
—¿Quién es esa? —Le pregunto y frunzo el ceño cuando su rostro palidece.
—Oh, mierda. Da la vuelta.
—¿Espera, qué? —pregunto, tirando de su mano mientras intenta llevarnos en la
dirección por la que vinimos.
—Aborta. Aborta la misión —sisea, y tengo que apartar mi mano de él y agarrarlo por los
brazos.
—Bebé, estás siendo ridículo —me río, colocando un cabello suelto detrás de su oreja—.
¿Qué es? ¿Te estás arrepintiendo acerca de mí?68
—¿Qué? Por supuesto que no —espeta. Se preocupa el labio inferior y la culpa nubla sus
ojos azules—. Hay algo que no te he dicho.
Frunzo el ceño ante eso. —¿Qué?
—¡Oh, ahí estás, corazón!
Daniel cierra los ojos y respira temblorosamente ante la voz de su madre. Se da vuelta
lentamente, sonriéndole a su madre mientras lo suelto. Ambos grupos de padres se acercan
a nosotros, su madre automáticamente lo envuelve en un abrazo mientras la mía se queda
allí sosteniendo su bebida. El padre de Daniel le sonríe mientras el mío simplemente
asiente en mi dirección.
—Madre. Padre —dice Daniel, alejándose con cansancio.
—Magnus, qué bueno verte —dice la madre de Daniel, frotando su mano de arriba a
abajo por mi brazo.
—Un placer como siempre, Sra. Levingson —le digo con sinceridad. Me vuelvo hacia el
papá de Daniel y le doy la mano— Sr. Levingson.
—Hijo —dice mi padre, extendiendo su mano para estrecharla y yo le correspondo
lacónicamente.
—Papá.
—Bueno, ¿no es maravilloso? —dice la madre de Daniel, aliviando la evidente tensión
entre mi padre y yo. Me trae a la hermosa mujer y le hace un gesto—. Magnus, aún no te
han presentado a Florence.
—Un placer conocerte, Florence —le digo con una sonrisa mientras le doy la mano—.
¿Cómo conoces a los Levingson?
Ella inclina la cabeza hacia un lado, mirándome sutilmente mientras levanta la barbilla
en el aire y responde con dulzura. —Soy la prometida de Daniel.
68
En inglés, getting cold feet about me (teniendo pies fríos acerca de mí) se refiere a que si se está
acobardando o arrepintiendo de la decisión
Pero. Qué. Mierda.
Me congelo. Giro la cabeza en dirección a Daniel y me siento un poco aliviado al ver que
él también está sorprendido, pero no tanto como debería. Se siente como si un huracán
azotara caóticamente mi pecho. Hay un pánico casi ansioso que me invade, mi cuerpo se
calienta y se sonroja, mis nervios se encienden. Siento náuseas. Me siento confundido.
Lo peor es que Daniel no hace nada para corregirla.
—¿Tu qué?
—Son nuevas noticias —dice su madre sosteniendo la mano de Florence—. Oh, estamos
muy emocionados por ellos dos.
—Felicitaciones —dice mi padre, apretando el hombro inmóvil de Daniel—. Entonces
hay buenas noticias por todos lados. Magnus ingresó en la Universidad de Mannheim.
Empezará allí en otoño.
—¿Yo qué?
Esta vez, es el turno de Daniel de mirarme mientras se queda boquiabierto.
La mirada de mi padre se vuelve helada mientras aprieta mi hombro con demasiada
fuerza. —Recuerda, hijo. Esto es lo mejor para tu futuro. Para todo tu futuro.
La implicación no tan sutil de que mi fondo fiduciario depende de esto no se me escapa.
En realidad, está haciendo esto. De hecho, me voy a la puta Alemania.
Esto es demasiado para mí. Daniel está jodidamente comprometido. El amor de mi vida
está comprometido. Me voy a Alemania. ¿A una escuela a la que ni siquiera postulé?
—¿Puedes disculparnos por un segundo? —pregunta Daniel, con la mandíbula apretada
mientras les indica a sus padres que lo sigan.
Entrecierro los ojos hacia mi padre. —Lo mismo por aquí, por favor.
Florence nos mira a los seis, completamente perdida, pero algo detrás de nosotros llama
su interés.
Alabado sea el señor que nos dio a Ozymandias Clark.
—¡Ozymandias! —básicamente grita Daniel, arrastrando a nuestro confundido amigo
mientras se gira hacia Florence—. Florence, no creo que hayas conocido a Ozymandias.
Florence Duboit, este es Ozymandias Clark.
Los hombros de Florence se enderezan de placer. —¿Un Clark?
Las cejas de Ozymandias están fruncidas por la confusión, pero cuando Daniel y yo le
lanzamos una mirada suplicante, algo en su mente hace clic. —¿Duboit? Reconozco ese
nombre. Tu familia está floreciendo en Francia. —Él le tiende el brazo—. ¿Por qué no te
presento a mis padres? Están allí, junto a los Everett.
—¿Los Everett? —Florence repite con los ojos muy abiertos—. Oh, sí, qué honor.
Ni siquiera me molesto en mirar a Daniel mientras arrastro a mi madre y a mi padre
hasta un rincón de la habitación. Mis puños están apretados a mis costados y juro que mi
cara debe estar roja de rabia. —¿Qué carajo fue eso? —Siseo.
—No hagas una escena, Magnus —me espeta mi padre, mirando por encima del hombro
para ver si alguien nos ha escuchado.
No me importa una mierda causar una puta escena, no cuando mi futuro ha sido
fundamentalmente decidido sin mí. —¿Cómo diablos entré en una universidad a la que no
postulé?
—Postulé en tu nombre, por supuesto —resopla mi padre, poniendo los ojos en blanco
—. ¿Alguna vez pensaste que no te aceptarían?
Sacudo la cabeza, pero no me sorprende que el dinero haya vuelto a comprarle a Michael
Black lo que quiera. Estoy furioso, disgustado y todavía un poco sorprendido por la noticia
del compromiso de Daniel.
Está jodidamente comprometido.
—No voy a ir a la puta Alemania.
—Entonces no recibirás ni un centavo de nuestra parte —dice mi padre con los dientes
apretados. Él mira una vez más por encima del hombro antes de empujar mi espalda contra
la pared, agarrándome por la nuca y apretándome hasta que las lágrimas brotan de mis
ojos—. Sabía que serías un pequeño desagradecido con esto. ¿Cuál es el puto problema,
Magnus? Es sólo Alemania. Supéralo y supérate tú mismo.
—Daniel…
—¡Ya basta de Daniel!
Mi cabeza se levanta hacia atrás cuando este arrebato proviene de la persona que menos
lo esperaba. Mi madre, que normalmente ha sido una presencia neutral en mi vida, es la
última persona que pensé que me criticaría. Mi boca se abre mientras ella bebe
violentamente toda su bebida y la pone en las manos de mi padre.
—Deja de actuar como un maldito niño. Ese hombre está mejor sin tu influencia
venenosa. Se casará con esa joven encantadora, tendrá un montón de hijos hermosos y
triunfará más allá de tus sueños más locos. Él será todo lo que no pudiste darnos.
A pesar de que mi corazón se rompe y mi cabello suda, sacudo la cabeza. —Él es
homosexual.
—Y tu padre se folla a su secretaria, pero no me ves quejándome —me ladra—. Esto son
negocios, Magnus. Él se casa con esa chica por motivos de negocios y tú te irás a Alemania
por motivos de negocios. Él simplemente entiende lo que tú no puedes meter en tu duro
cráneo.
—Él ni siquiera la ha mencionado —discuto porque conozco a mi Daniel y sé que él
nunca me haría esto. Nunca me dejaría enamorarme de él mientras siempre estuvo
planeando casarse con otra persona.
Él nunca me rompería solo para no recoger los pedazos.
Mi padre tiene el maldito descaro de parecer engreído. —¿No te dijo que pasó todas las
vacaciones de invierno con la chica? ¿La llevó por la ciudad, fueron a cenas, asistieron a
algunos eventos de caridad?
Sacudo la cabeza lentamente mientras trago plomo. —No, no lo hizo.
—Porque él está velando por su futuro del cual tú no serás parte —concluye mi madre,
cruzando los brazos sobre el pecho como si hubiera terminado con esta conversación,
hubiera terminado conmigo—. Te lo juro, no tengo idea de lo que ese chico ve en ti.
Siempre has sido una cagada.
Eso no es posible. Daniel no sabía nada de esto. Mantuvo esto en secreto por otra razón.
No se casará con esa chica. Esto no me está pasando a mí.
Esto no nos está pasando a nosotros.
Sin embargo, las palabras de mi madre todavía duelen. ¿Está realmente mejor sin mí?
Puedo ver todos los momentos de mi vida repitiéndose, todos los caminos incorrectos que
he elegido. Según mis padres, lo arruino todo. Según ellos, no soy lo suficientemente bueno
para Daniel. Esta vida es la que se merece. No a mí.
—Ya basta de esto —dice mi padre, alisándose la chaqueta del traje y peinándose el pelo
hacia atrás—. Irás a Mannheim, recibirás una educación maravillosa y vendrás a trabajar
para la empresa. Eso es definitivo, Magnus.
Y lo aterrador es que así se siente.
Capítulo 20
Daniel

—Madre, ¿qué carajo fue eso?


Mi madre se enoja ante mi tono, pero no se quebranta ni se molesta en parecer
disculpada.
—No me digas palabrotas, Daniel. ¿A qué te refieres?
—¿Florence? ¿Comprometido? —Me quedo inexpresivo, tratando de contener mi ira
porque no quiero provocar una escena—. No estuve de acuerdo con eso.
Mi padre resopla a mi lado, todavía con una sonrisa que no se merece. —¿Qué creías que
estabas haciendo con ella durante las vacaciones de invierno? ¿Pasear?
—Um, sí porque eso es lo que me dijiste que estaba haciendo.
—No seas ingenuo, corazón —me reprende mi madre, acercándose para alisar mi
chaqueta sin ninguna preocupación en el mundo—. Sabías lo que estabas haciendo. Ya te
hemos enseñado bastante sobre cómo es el cortejo.
—Bueno, no me voy a casar con ella —espeto, apartando sus manos—. Esto es tan
jodido. ¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?
Mi padre mira a su alrededor rápidamente y me acerca a él. Coloca su mano sobre mi
hombro y baja la voz. Nunca había visto a mi padre de esta manera. Normalmente es tan
relajado, feliz y encantador, no este hombre estoico y serio frente a mí. —Déjame ser
honesto contigo, hijo. A la empresa... no le está yendo muy bien.
—¿Qué? —Jadeo, sacudiendo la cabeza—. Eso no puede estar bien. Me dijiste que
tuvimos un trimestre exitoso.
—Mentí —admite, con sus ojos azules fríos e implacables—. No hemos estado bien por
un tiempo, pero no quería que lo supieras.
—¿Por qué? ¿Qué está sucediendo? —pregunto, queriendo entender cómo mi futuro de
alguna manera ha cambiado tan drásticamente sin mi conocimiento—. ¿Hiciste malas
inversiones? ¿Perdiste capital? ¿Qué es?
—No es nada de eso, hijo. Es simplemente la cadena alimentaria natural —responde con
frustración y, si estoy interpretando correctamente, con vergüenza—. Farmacias Black nos
están ganando en todo momento. Para asegurar nuestro futuro, tenemos que fusionarnos
con Corporación Duboit.
—¿Y así es como lo hacemos? ¿Matrimonio? —pregunto con incredulidad cómo soy el
único que ve lo irrazonable que es esto—. ¿Qué es esto? ¿El siglo XVI?
—Es política empresarial —añade mi madre con total naturalidad—. Sabes todo sobre
esto, corazón.
—Es la mejor manera de asegurar una fusión permanente.
—Nos ayudarás a salvar la empresa.
—Es sólo matrimonio. No todo el mundo se casa por amor.
Pero yo iba a hacerlo. Yo me iba a casar por amor.
Iba a ir a Harvard con Magnus, vivir juntos, comprometerme y eventualmente casarme.
No hemos hablado de ello, pero sé que querremos al menos dos hijos, un perro y una casa
en el campo. Se supone que juntos tendremos un futuro increíble, el futuro que anhelaba, el
futuro por el que sufrí.
¿Y todo será arrebatado porque mis padres quieren usarme como peón?
—Tiene que haber otra manera —digo sin aliento—. Esto no es razonable. No lo haré.
—No hay otra manera, hijo —dice mi padre, luciendo un poco frenético ante mi negativa
—. Lo hemos intentado, pero los Duboit son tradicionalistas. Florence no ha sido la más
fácil de emparejar (la pobre chica no es tan brillante) y esto es lo que quieren.
—Lo dejaré todo —amenazo sin mucho entusiasmo—. Magnus y yo…
Mi madre frunce el ceño. —¿Qué, corazón?
—Magnus y yo estamos juntos, Madre. Estamos enamorados —admito, extendiendo la
mano para tomarle las manos, esperando que tenga al menos una pizca de simpatía—.
Nosotros... no puedes hacernos esto.
Ella me sonríe suavemente mientras toma mis mejillas. Hay comprensión en sus ojos, el
amor que una madre tiene por su hijo y creo que todo va a estar bien. Ella me mostrará que
tiene corazón, que no son crueles, que esto es sólo una pesadilla de la que despertaré. Que
despertaré en los amorosos y reconfortantes brazos de Magnus.
—¿Qué pasa con lo que nos harás a nosotros? —susurra dulcemente, frotando mis
mejillas con sus pulgares—. Esto es para lo mejor. Él sigue adelante sin ti. Es hora de que tú
también sigas adelante.
Sacudo la cabeza mientras las lágrimas brotan de mis ojos. —Yo…
—Por favor, hijo —dice mi padre, agarrando suavemente mi nuca—. Nunca te he pedido
nada, pero te ruego que hagas esto.
Y no sé qué decir. Estoy congelado en el tiempo. Odio el hecho de que una parte de mí
quiera ayudarlos, pero no puedo. Simplemente no puedo. Amo a Magnus más que a nada.
Más que a mí, más que a mis padres y más que a la empresa que iba a heredar.
Lo único que sé es que no hay nada a lo que no renunciaría por él.

Camino nerviosamente mientras espero que llegue Magnus. Le envié un mensaje de texto
hace más de una hora para que se encontrara conmigo en el bosque, ya que Armory Prep
está lleno de padres en este momento. Él todavía no ha llegado y estoy como
enloqueciendo. Mi mente sigue repitiendo esa mirada horrorizada en su rostro cuando
Florence se presentó como mi prometida. Después de eso se fue con su padre y no tuve la
oportunidad de preguntarles de qué hablaron. Todo lo que noté fue que cuando se alejó, no
era el mismo Magnus de esta mañana.
El crujido de los árboles llama mi atención y dejo escapar un suspiro de alivio cuando
aparece Magnus. Parece desaliñado, molesto y abatido, pero está aquí.
—¡Magnus! —grito, corriendo hacia él con toda la necesidad y el deseo del mundo. Me
muevo para besarlo, pero él gira la cabeza en el último momento y mis labios terminan
rozando su barbilla. Me tambaleo hacia atrás, sorprendido—. ¿Qué pasa?
—¿Qué pasa? —repite, frunciendo el labio hacia mí mientras niega con la cabeza—. Todo
está jodidamente mal, Daniel. Te vas a casar.
—No, no lo haré. Lo que pasa es que no tenemos un plan —digo, determinado en mi
decisión. Extiendo la mano para tomar sus manos y las sostengo cerca de mi pecho—. ¿Qué
vamos a hacer, Mag? Sé que tus padres te quitarán tu fondo fiduciario si no te vas a
Alemania, pero creo que mis padres serán más razonables. Quizás podríamos…
—No hay nada que hacer —insiste, con voz dolorida mientras retira sus manos de mí—.
¿No ves eso? Me voy a Alemania y tú te casarás con Florence.
Lo miro boquiabierto y sacudo la cabeza furiosamente. —No. No. Estás bromeando,
¿verdad? Tienes que estar bromeando. Tenemos otras opciones.
—¿Y cuáles son esas opciones, Daniel? —espeta, levantando las manos en el aire—.
Quieres dirigir la empresa de tu padre y yo quiero ese dinero. No hay nada que podamos
hacer para evitar que esto suceda y tú lo sabes.
—¡No lo sé en absoluto! —grito, queriendo sacarle la tontería a una bofetada—. ¡Lo que
dices no tiene ningún sentido!
—¡Bien! ¿Qué harías, Daniel? ¿Cuál es el brillante plan que tienes en la cabeza?
La verdad es que no existe ningún plan brillante. Ni siquiera tengo uno estúpido.
Esperaba encontrarme con Magnus aquí y hacer una lluvia de ideas juntos, pero lo único en
lo que puedo concentrarme es en su resistencia, su derrota. Es tan extraño que casi siento
que proviene de algo más que no puedo identificar.
Lamo mis labios secos mientras digo lo primero que me viene a la mente. —Dejemos
todo.
—¿Qué? —jadea—. ¿Qué quieres decir?
—Quiero decir, podríamos renunciar a todo. Hagámoslo, Mag. Dejémoslo todo —sugiero,
acercándome a él porque no sé por qué mierda no me está tocando—. Será difícil, pero nos
tendremos el uno al otro...
Sacude la cabeza con furia mientras me empuja suavemente, cerrando los ojos en el
proceso. Ni siquiera puede mirarme. —No puedo hacer eso.
—Pero…
—No, Daniel. No quiero eso.
La palabra quiero me detiene. Hay una diferencia entre ‘’no puedo’’ y ‘’no quiero’’. ‘’No
puedo’’ significa que algo te impide hacerlo. No quiero significa que ni siquiera lo intentarás
porque no quieres.69
Mi respiración comienza a acelerarse, pesada y laboriosa, porque él no quiere hacerlo.
—E-Entonces, ¿dónde nos deja eso? —tartamudeo patéticamente, envolviendo mis
brazos alrededor de mi cintura porque de repente hace frío y no traje una chaqueta.
Pensé que Magnus me mantendría caliente.
Deja caer la cabeza como si se recompusiera. Sus puños se aprietan y abren a los
costados. Puedo ver lo pesada que es su respiración mientras su pecho sube y baja. Cuando
levanta la vista, sé que esto no terminará como quiero.

69
Lo que dice es I won’t do that (No haré eso) vs I can’t do that (No puedo hacer eso), en la primera refleja
una determinación y la segunda un impedimento, de ahí la diferencia que señala Daniel entre won’t = no haré
y can’t = no puedo
Porque toda la preocupación se ha ido. Se acabó toda la paciencia. Todo el amor se ha
ido.
Todo es reemplazado por una determinación fría y cruel que hace que sus ojos oscuros
se vuelvan vacíos.
—Ya no existe el nosotros —susurra, presionando sus nudillos contra su boca y mirando
hacia un lado—. En primer lugar, nunca debería haber existido.
—Yo... no sé por qué estás actuando de esta manera, pero detente —susurro y no tengo
idea de por qué sigo de pie porque mis piernas se sienten como gelatina debajo de mí—.
Por favor, detente.
—Nunca estuve destinado a ser este chico, Daniel. Simplemente no estoy hecho para ser
un novio. Ese no soy yo. Es mejor si simplemente terminamos con esto.
—No hablas en serio. Me estás mintiendo. ¿Por qué estás haciendo esto? Es sólo dinero.
—¡No es sólo dinero! —finalmente estalla—. ¡Es mi futuro! ¡Es tu futuro! ¡No estábamos
destinados a ser amigos para siempre! ¡Necesitamos crecer!
—Suenas como tu padre —le escupo, tratando de aprovechar la rabia en lugar de la
tristeza paralizante—. Tú jodidamente odias a tu padre.
—Bueno, tiene razón.
—Yo... —Estoy llorando ahora. Lágrimas llenas corren por mi rostro. Mi corazón se
rompe, mis huesos se rompen y mi mente se fractura—. ¡Pensé que me amabas!
Sacude la cabeza mientras traga. —Lo hago... simplemente no de la forma en que me
amas.
Y eso es lo que lo hace. Eso es lo que me rompe. Es el miedo que siempre he tenido, el que
él intentó hacer desaparecer. Es la idea de que siempre seré yo el que quede en segundo
lugar. Para empezar, que nunca fui digno de su amor.
—Debería irme.
Extiendo la mano y rodeo su muñeca. —Magnus, no...
—Suéltame, Daniel.
—Magnus, por favor no hagas esto. No me dejes.
Creo que mis lágrimas podrían persuadirlo. Creo que mi súplica podría hacerle recordar
que me ama. Creo que mis súplicas, mis esperanzas y mi angustia borrarán las palabras
venenosas que pronunció.
Pero no es así.
Y se aleja, dejándome sintiendo todo y nada en absoluto.
Capítulo 21
Daniel

Mientras se aleja de mí, me doy cuenta de que no puedo respirar. Una parte de mí piensa
que todo esto es sólo un sueño enfermizo, que volverá, que se disculpará y que se dará
cuenta de que no puede vivir sin mí. Esta misma mañana estábamos acurrucados en la
cama, felices, contentos, enamorados, planificando nuestro futuro.
Le grito en silencio que se detenga. Que de la vuelta. Que vuelva corriendo hacia mí
porque lo perdonaré. Lo haré. Si se detiene, me olvidaré de todo esto porque lo quiero
mucho.
Pero él no se detiene. Ni siquiera se da vuelta. Lo único que me queda es la visión
desvanecida de su suave cabello castaño por el que pasé los dedos, y los hombros y la
espalda en los que dejé marcas mientras hacíamos el amor.
¿Por qué nos haría esto? Eligió el dinero antes que a mí. Estaba dispuesto a darlo todo
por él. Estaba dispuesto a renunciar a mi legado y a mi futuro. Estaba dispuesto a
abandonar a mis padres y arruinar la empresa.
Todo por él.
Pero me rompió de la única manera que sabía.
Fui tan idiota al pensar que podía cambiarlo. Fui un tonto al pensar que mi sueño podría
hacerse realidad, que mis fantasías infantiles podrían hacerse realidad.
No sé qué queda de mí sin él. No sé qué opciones tengo. No sé qué hacer.
Él me rompió.

Magnus

Tuve que hacerlo. Nadie puede culparme por lo que hice. Mientras me alejo de él, siento
como si alguien me estuviera arrancando el corazón del pecho. La verdad del asunto es que
nunca iba a ser lo suficientemente bueno para él. La empresa siempre ha sido lo que Daniel
quiere, y yo le habría arruinado eso como arruiné todo lo demás.
Pensé que era lo suficientemente fuerte como para alejarme del dinero, pero no lo soy.
Pensé que era lo suficientemente fuerte como para dejarlo todo con él, pero soy un
cobarde.
Le mentí. Lo amo tanto que moriría por él, pero no quisiera que muriera junto a mí.
Esto es lo mejor. Él lo hará funcionar todo con Florence, de una forma u otra. Obtendrá la
compañía que siempre quiso. Vivirá una buena vida. No me tendrá allí para arruinarlo todo
con mis problemas. Con el tiempo, conocerá a otra persona y se enamorará de nuevo. Se
olvidará de mí. Él tendrá un gran éxito mientras yo simplemente... me desvaneceré.
Pero nunca me olvidaré de él. Nunca olvidaré la forma en que hacía que mi corazón
cantara y mi pulso se acelerara. Nunca olvidaré nuestros dulces besos o la forma en que su
estúpida cinta despeinaba sus rizos. Nunca olvidaré lo maravilloso que era estar con él,
aunque fuera por tan poco tiempo.
Está mejor sin mí.
Tuve que hacerlo. Nadie puede culparme.
¿Cierto?
Capítulo 22
Magnus

La vida no parece particularmente digna de ser vivida.


Son las vacaciones de primavera y me encuentro de nuevo en casa. Originalmente, sólo
quería regodearme en mi propia tristeza durante toda la ruptura, lejos de la familia que me
hizo hacer lo que hice, lejos de cualquier otra persona, pero esa no era una opción.
Básicamente, mi padre me arrastró de regreso a casa e insistió en que teníamos varios
eventos a los que asistir. Simplemente le habría dicho que se fuera a la mierda, pero ya no
me quedaba más pelea.
No he hablado con Daniel en un mes. Ni siquiera lo he visto. Supongo que nuestros
amigos se dieron cuenta de lo que pasó y, desafortunadamente, eligieron un bando. Avery
me evita, Carter apenas me habla y Ozymandias solo me lanza miradas que podrían
derretir el hielo.
No los culpo. Yo también me odio a mí mismo en este momento.
He querido comunicarme con Daniel demasiadas veces para contarlas, pero no podía
sucumbir. Quería decirle que cometí un error, que mentí y que lo amo más de lo que jamás
podría imaginar, pero me contuve. Sigo recordándome a mí mismo que hice lo correcto,
que necesito mi herencia y que él está mejor sin mí.
Hice lo correcto, pero cada día es más difícil recordar eso.
Lo extraño.
Lo extraño tanto.
Me hundo más profundamente bajo las sábanas, haciendo una mueca por mi propio mal
aliento mientras suspiro. No me he estado cuidando lo mejor posible. Simplemente me
quedé aquí, en la oscuridad, bajo las sábanas, rezando para despertar de esta vívida e
interminable pesadilla que me he creado.
No tengo la energía ni la motivación para hacer nada. Sin Daniel, todo parece sin sentido.
¿Cómo dejé que esto sucediera?
De repente, me quitan las mantas y me estremezco ante la luz intensa y repentina que
entra a través de mi ventana. Cerré las cortinas antes para cocinar en la oscuridad, pero mi
padre se propuso abrirlas violentamente, aumentando mi propia tortura.
—Levántate —exige, golpeando el costado de mi pierna.
Vuelvo a taparme con las mantas. —No.
—Por supuesto, sólo tú harías lo que es correcto para luego quejarte durante todo el
descanso —espeta, arrebatando las mantas una vez más.
Gimo y odio el hecho de haberles contado lo que pasó entre Daniel y yo. Tuve que
explicar mi repentina aceptación del plan alemán. Mi madre, bendita sea, estaba demasiado
borracha para entender una palabra de lo que decía. Mi padre ni siquiera parecía contento.
Pensé que lo estaría. Pensé que estaría incluso un poco orgulloso, pero no había nada allí.
—Rompí con mi novio, papá —ladro, haciendo lo mejor que puedo para no dejar caer
ninguna lágrima. No tengo idea de cómo queda alguna en mí—. Ten un poco de jodida
simpatía.
—No —afirma poniendo los ojos en blanco—. Dios, ni siquiera puedo imaginar lo que es
tener que lidiar contigo. Ahora levántate, pequeña mierda. Tenemos un evento al que
asistir y desafortunadamente, se requiere tu presencia.
—No quiero —me quejo, sin querer nada más que simplemente quedarme aquí y dejar
que el colchón absorba mi cuerpo.
Joder, extraño a Daniel.
—Y no me importa —dice, tirando un traje sobre la cama y arrojando mis zapatos de
vestir tan cerca de mi cabeza que casi me golpean—. Tienes diez minutos para levantar el
trasero, limpiarlo y vestirlo, o te arrastraré fuera de esta habitación por ese pelo sucio.
Oh, ¿qué sentido tiene seguir peleando contra algo? No queda ninguna pelea en mí.
Después de todo, esta es la cruz en la que elegí morir.

La fiesta no me sirve para nada. Gente elegante con trajes elegantes hablando de cosas
elegantes. Estoy demasiado entumecido para disfrutar de la barra libre alrededor de la cual
andaría usualmente y estoy demasiado cansado para siquiera intentar fingir con los amigos
de mi padre.
Me vestí con mi traje más bonito y me lavé los dientes, pero estoy segura de que sigo
pareciendo un desastre. Me siento como tal. Flotando por la fiesta como un zombie. Si
alguien se da cuenta, a nadie le importa. Charlan cortésmente a mi alrededor, no conmigo, y
no puedo ni enojarme.
Estoy a punto de escapar al baño cuando lo veo.
Daniel.
Joder, es tan perfecto como lo recuerdo. Lleva un traje gris oscuro que le hace cosas
pecaminosas a su figura, abrazándolo en todos los lugares correctos, como sus muslos
gruesos y sus brazos tonificados. Sus rizos rubios están hoy domesticados, peinados hacia
atrás como una especie de estrella de cine de héroe de acción. Sus ojos, son más apagados
que su azul brillante normal y mi estómago se retuerce porque estoy completamente
seguro de que es mi culpa.
Él no me ve, pero yo lo veo. Quiero llamarlo. Quiero verlo. Quiero tocarlo, besarlo y
hacerle el amor. Quiero arrodillarme y pedirle perdón, pero estoy clavado en el suelo.
Quizás sólo un toque. Puedo tocarlo una vez más, pasar mi mano por su brazo y colocar
un rizo peinado hacia atrás detrás de su oreja. Tal vez pueda besarlo, por favor, Dios,
besarlo una última vez detrás del área de catering. Quizás, sólo una mirada más
significativa. Una sonrisa más para hacerme sentir vivo. Un minuto perfecto más es todo lo
que quiero.
Pero esos minutos no serán suficientes cuando él me prometió la eternidad.
—Dios mío, basta —sisea mi padre, tirando de mí por el brazo hacia nuestra mesa y
apartando mi mirada de Daniel—. Estás actuando como un tonto apaleado. Sé un hombre
de una vez.
No me molesto en decir nada porque ya no importa. Sólo quiero seguir mirando a Daniel.
Eso es todo lo que quiero. Me están alejando de él y todo lo que quiero hacer es llorar, así
que sí, tal vez soy un tonto apaleado.
Encontramos nuestros asientos que están, por supuesto, en el mismo centro de la sala. La
comida está servida y supongo que debe ser deliciosa y refinada, pero a mí me sabe a
cartón. Mi padre colma a mi madre de vino blanco tras vino blanco, mientras que a mí me
limita a un solo whisky.
Probablemente sea lo mejor. Quién sabe qué haría si estuviera borracho.
La madre de Daniel sube al escenario al frente de la sala, su brillante vestido verde brilla
bajo las luces. Tiene una cálida sonrisa en su rostro mientras toma el micrófono y se lo lleva
a los labios mientras juguetea con las perlas alrededor de su cuello.
—Gracias a todos por venir —dice muy diplomáticamente—. Significa muchísimo para
esta familia que todos ustedes hayan salido a apoyarnos hoy. Estoy encantado de anunciar
que estamos aquí para celebrar el compromiso de mi hijo Daniel con la encantadora
Florence Duboit.
Escupo el whisky que estaba bebiendo y jadeo. No me jodas. Para mi absoluto horror,
estoy en la fiesta de compromiso de Daniel.
Estoy aquí celebrando su farsa de unión con una tonta aristócrata francesa. Comí la
comida que estaba destinada a ser una comida para los futuros recién casados. Una cosa
era que Daniel estuviera aquí justo donde podía verlo, pero saber que estoy a punto de
presenciar este momento en su vida...
Quiero que la tierra me trague entera.
No sé si es intuición, si mi escena de asfixia lo hizo o si es pura maldita suerte, pero se da
vuelta. Se gira y me mira directamente, y desearía que no lo hubiera hecho.
Se ve tan jodidamente triste. No me mira con ira, arrepentimiento o desdén. No, me está
mirando como a un amante. Me mira como si hubiera sido yo quien puso la luna y las
estrellas. Me mira como si no hubiera nada más que preferiría mirar. ¿Cómo puedo
saberlo? Porque estoy jodidamente seguro de que lo estoy mirando de la misma manera.
Sylvia sigue hablando de fondo, pero ni Daniel ni yo prestamos atención.
De repente, todas esas razones que inventé para justificar que no estemos juntos se
desvanecen. Todos los recuerdos de nosotros juntos reemplazan esa locura y me doy
cuenta de algo.
No me importa si no soy lo suficientemente bueno para él. No me importa si lo correcto
es dejarlo todo. No me importa que probablemente termine arruinando esto. Lo quiero a él.
No puedo dejar que siga adelante con esto. No puedo permitir que se case con alguien que
ni siquiera conoce. No puedo dejar que viva su vida pensando que nunca lo amé de verdad.
Respiro profundamente porque sé lo que tengo que hacer. Una vez fui cobarde, pero no
lo seré ahora. Me vuelvo hacia mi padre que me mira con curiosidad y, por alguna razón,
sonrío. Una sensación de calma y aceptación que nunca antes había sentido me invade. Esto
tardó mucho en llegar, pero ahora que está aquí, no estoy tan aterrorizado como pensé que
estaría.
—Padre —empiezo, alcanzando su brazo—. Lo lamento.
—¿Por qué? —pregunta con desdén, riéndose de algo que dice Sylvia. Su risa se apaga
cuando mira mi mano y arruga los labios con disgusto—. ¿Qué pasa ahora, Magnus?
—Lamento no haber podido ser suficiente para ti y lamento que nunca pudieras amarme
—admito, tragando saliva cuando él frunce el ceño confundido, pero no refuta nada de lo
que estoy diciendo—. Pero hay alguien ahí fuera que me ama y que me necesita, y está a
punto de casarse con otra persona.
Su cara se pone roja. —Lo que sea que estés pensando...
—No quiero tu dinero —digo con calma encogiéndome de hombros—. No quiero nada de
ti. Lo único que quiero es a Daniel.
—Piensa muy bien en esto —sisea en voz baja—. Si te levantas ahora mismo, es el fin.
Vaya declaración tan permanente. Si me levanto y sigo mi plan, me repudiarán. Debería
ser un shock para mi sistema, pero es casi un alivio. Las cargas que llevé todos estos años y
la idea de que tal vez algún día mi padre pudiera amarme ya no parecen importar.
—Adiós, padre —digo en voz baja y luego me levanto.
Ni siquiera pienso, sólo me muevo. Recibo miradas cautelosas mientras me separo entre
las mesas abarrotadas y provoco algunos gritos ahogados cuando salto al escenario. Sin
pensar, sin preámbulos, sin casi jodidamente nada, empiezo a gritar.
—¡No me voy a ir a Alemania!
La multitud se congela y la madre de Daniel parece tan cerca de asesinarme. Se muerde
el labio inferior con enojo antes de volver a poner su cara de espectáculo y aplaudir en mi
dirección. —¡Magnus Black, para todos! ¡Siempre el bromista!
—Daniel —continúo, ignorándola y buscándolo entre la audiencia. Las luces lo hacen
difícil pero no imposible—. Bebé, lo dejo todo.
La madre de Daniel se acerca a mí y silba en voz baja. —Tal vez sea mejor dejar esto para
otro momento…
—Dame el maldito micrófono —espeto, arrancándoselo de las manos porque estoy aquí,
estoy listo y voy a recuperar a mi hombre—. Daniel, sé que te lastimé, pero no quise decir
nada de lo que dije. Te amo mucho y no soporto estar lejos de ti.
Todavía hay silencio por su parte. Parece absolutamente horrorizado de que esté aquí
arriba, provocando una escena, ventilando nuestros trapos sucios, pero no sabe lo
desesperado que estoy por él.
Voy con todo. Voy con todo con él. Voy con todo con mi propio futuro. No voy a dar
marcha atrás y no lo perderé sin luchar.
—Por favor, no te cases con ella —le ruego, notando que más tarde estaré satisfecho de
que Florence esté llorando actualmente por algún motivo—. Por favor. Perdóname porque
no puedo respirar sin ti.
Aún silencio. Empiezo a sudar, pero sé que en el fondo será solo un poquito más y lo
tendré. Sólo un empujón más y tendremos nuestro felices para siempre.
—Somos nosotros —murmuro ante el micrófono, sosteniendo mi mano sobre mi
corazón—. Por los siglos de los siglos. De la cuna a la tumba.
Hay un breve momento donde se me hunde el estómago y creo que este es el final porque
Daniel no se levanta. Continúa mirándome, estupefacto e ignorando las miradas
escandalizadas que le lanzan sus padres y Florence.
Finalmente, se levanta y camina lentamente hacia el escenario. Mi corazón está en mi
estómago y mi estómago está en mi trasero a medida que se acerca. No sonríe ni ríe ni llora
y esto no augura nada bueno. Me mira como si fuera un rompecabezas a resolver cuando
sabe que le daría la puta clave.
—Magnus... —susurra, inclinando su cuerpo para bloquearnos del resto de la multitud,
del resto del mundo. Lentamente extiende su mano y pasa su dedo de arriba abajo por mi
mano y me estremezco. Él me mira a través de esas largas pestañas, esos ojos azules tan
vulnerables—. ¿Me estás eligiendo?
—Sí, bebé —digo, ahogándome un poco cuando esos ojos se aclaran un poco y esos
labios comienzan a levantarse—. Bueno, tú me elegiste a mí primero.
El micrófono se me cae de la mano cuando Daniel se lanza sobre mí y choca sus labios
con los míos. Abro inmediatamente, dejando que su lengua roce la mía mientras me
envuelvo alrededor de él y aprieto su cabello peinado hacia atrás.
Joder, sí.
Esto es lo que me estaba perdiendo. Esto es lo que necesito para respirar, para vivir, para
sobrevivir. Nunca nada se ha sentido tan bien como esta reunión agridulce. Amarga porque,
en primer lugar, nunca hubo ninguna jodida razón para tenerla.
Soy consciente de que tenemos audiencia, pero no me importa. Coloco mis manos
alrededor de su cintura y lo levanto en el aire. Envuelve sus piernas alrededor de mi cintura
y se escucha otra serie de jadeos. La alta sociedad escandalizada puede irse a la mierda
porque recuperé a mi hombre.
—Te extrañé mucho —llora contra mis labios, salpicando mi cara con besos y
aferrándose a mí con tanta agresividad que juro que tendré moretones.
Los usaré con jodido orgullo.
—Vamos, bebé —murmuro contra sus labios, llevándonos al área detrás del escenario
del centro de eventos. Puedo escuchar a la mamá de Daniel comenzar a decirle algo a la
multitud, probablemente algún tipo de disculpa, pero no me molesto en escuchar.
—¿Esto realmente está sucediendo? —Pregunta Daniel, pasando su pulgar por mi labio
inferior hinchado.
Mantengo mis manos alrededor de él y presiono nuestras frentes. —Sé que necesitamos
hablar, pero te amo, ¿de acuerdo? Eso es todo lo que importa. Te amo y te elijo.
Él asiente y se limpia la nariz con la parte de atrás de la chaqueta del traje. Se ríe para sí
mismo mientras mira por encima del hombro. —Tenemos unos diez segundos de
contención de daños antes de...
—¡Magnus Atticus Black!
—¡Daniel William Levingson!
A pesar de que el momento es horrible y estamos preparados para la mayor prueba de
nuestras vidas, ambos nos reímos el uno del otro.
—¿Corremos? —pregunto, picoteando su nariz.
Él asiente. —Corremos.
Despegamos. No miramos hacia dónde vamos y terminamos topándonos con un millón
de cosas diferentes mientras escapamos. Es emocionante salir corriendo de la mano,
decirles un grande ‘’vete a la mierda’’ a nuestros padres y reunirnos de la manera más
dramática posible.
Finalmente encontramos una puerta marcada como salida, y desemboca en un callejón
asqueroso que huele a orina y mierda, pero para mí bien podría ser el Four Seasons. Lo
presiono contra la pared y asalto su boca con la mía. No puedo acercarme lo suficiente a él.
No puedo saborearlo lo suficiente, tocarlo lo suficiente, ni siquiera olerlo lo suficiente.
Lo levanto contra la pared mientras aprieto mi erección contra su cadera. —Bebé, joder,
te he extrañado mucho.
—No puedo creer que hayamos hecho eso —se ríe, luciendo absolutamente adorable
cuando está despeinado.
—Yo tampoco.
—Ese discurso… —Se calla y me preocupo por un momento hasta que se muerde el labio
inferior en broma y empuja suavemente mi hombro—. Qué jodidamente cursi.
—Oh, vete a la mierda —le digo, apretando su trasero con fuerza—. Te encantó. —Él
asiente y se pone serio. Me abraza fuerte y apoya su cabeza en mi hombro. Puedo sentirlo
temblar en mis brazos y sea cual sea la causa, quiero ser yo quien haga que se detenga.
—Bebé... —le susurro al oído. Le doy suaves besos por toda la cara mientras reajusto mi
agarre sobre él—. Estamos juntos de nuevo. Todo está bien.
—Me siento como un idiota —solloza en voz baja, humedeciendo mi traje con sus
lágrimas—. Lamento haber considerado alguna vez casarme. Fui tan jodidamente estúpido.
—Estabas desconsolado —le aseguro, acunando la parte posterior de su cabeza—. Tú no
fuiste el estúpido, lo fui yo. Te dejé. Te dejé como prometí que nunca lo haría.
Se retira y puedo ver la angustia de este último mes escrita en todo su rostro. —¿Por qué,
Mag? ¿Por qué lo hiciste?
Suspiro profundamente porque el pasado ahora parece tan insignificante, pero no lo es.
Importa que sepa por qué cometí uno de los errores más grandes de mi vida, por muy mal
que me pinte.
—Mi papá... —Maldigo en voz baja— …mi papá me arruinó, bebé. Sé que no es una
excusa, pero realmente pensé que estarías mejor sin mí. No quería arrastrarte conmigo...
¡Ay!
—¡Idiota! —grita, saltando de mi cuerpo mientras me empuja hacia atrás—. ¿Me estás
diciendo que hiciste esto porque eras jodidamente inseguro? ¿Qué carajo?
Ay. No esperaba esa reacción.
—Bebé…
—No me digas bebé, joder. ¡Podrías haber hablado conmigo!
—Yo…
—¡Me sentía miserable sin ti! ¡Lloré todas las noches! Pensé que no me amabas...
Lo callé con mis labios. Puedo saborear la sal de sus lágrimas, pero también puedo
saborear su perdón. Puedo ver que debajo de la ira, ese mismo dulce alivio está hirviendo a
fuego lento.
—Nunca volverá a suceder —juro contra sus labios, apartando el cabello revuelto de su
cara—. Nunca más, Daniel. Esto es para siempre.
—¿Y por los siglos de los siglos?
Me río mientras apoyo mi mano alrededor de su cuello y él envuelve la suya alrededor de
la mía. De repente, volvemos a tener catorce años, haciendo promesas en la oscuridad de su
casa. Volvemos a la verdad más simple e innata del mundo.
Siempre estuvimos destinados a ser propiedad del otro.
Epílogo
Magnus

Una vez más me maravillo por el hecho de que hubo un momento en mi vida en el que no
sabía que Daniel era mi alma gemela.
Han pasado dos semanas desde que volvimos a estar juntos y no han sido más que
felicidad. Antes rara vez estábamos separados, pero ahora somos inseparables. Es como si
nos necesitáramos todo el tiempo, todos los días, cada minuto de la hora. Puede que la
codependencia no sea una apariencia linda, pero a la mierda. Con mucho gusto me pegaría
a su lado si pudiera.
Ahora mismo estamos en el bosque, nuestros cuerpos sudorosos enredados mientras
descansamos de nuestro último maratón de sexo. Pasamos todo nuestro tiempo aquí ahora,
desde que Carter y Ozymandias nos pillaron el otro día. Luego, al día siguiente, Avery y
Sebastian nos pillaron también.
No hace falta decir que nuestros culos cachondos han sido desterrados al yermo.
Está acurrucado a mi alrededor, su frente contra mi espalda, su aliento fresco en mi nuca
manteniéndome cómodo. Me encanta estar en sus brazos. Me siento seguro, protegido y
satisfecho. Es como si nada en mi vida pudiera volver a salir mal.
La graduación se acerca pronto y no podríamos estar más emocionados.
Afortunadamente, los padres de Daniel no lo desheredaron por el numerito que hicimos en
su cena de compromiso. Obviamente no están contentos, pero Daniel prometió dedicar su
tiempo en Harvard a resolver los problemas con la empresa. Si alguien puede salvar un
barco que se hunde, es él. No tengo ninguna duda de que será el caballero de brillante
armadura de sus padres.
Lamentablemente, o afortunadamente, según se mire, no puedo decir lo mismo. Mi papá
cumplió su promesa y me dejó con el culo al aire 70. Me quitó el fondo fiduciario, las tarjetas
de crédito y cualquier cosa que me vinculara a él de algún modo financiero. Tengo suerte
de que Armory Prep cobre por adelantado o, de lo contrario, me encontraría en un avión de
regreso a Nueva York. A pesar de todo eso, nunca he sido más feliz.

70
Él dice my ass in the cold, que se refiere a que lo dejó desprotegido financieramente hablando, por eso
‘’con el culo al aire’’
Como Harvard obviamente ya no está en escena, solicité el programa de otoño de UMass
Boston71. Decidí que voy a dedicarme al trabajo social. Está muy lejos del futuro que se
suponía que tendría, pero creo que es donde seré más feliz. Incluso estoy emocionado de
conseguir un trabajo a tiempo parcial antes de esa fecha. No sé por qué me llena de una
energía nerviosa y vertiginosa, pero creo que estaré feliz de tener finalmente algo que me
he ganado. Daniel sigue diciéndome que no tengo que preocuparme por el dinero, pero a la
mierda. Ya le dije que puede pagar el alquiler de nuestro departamento y eso es todo.
Nuestro apartamento. Vamos a vivir juntos.
A veces pienso que esto es un sueño, que he bebido hasta quedar en un coma alcohólico
donde todo en mi vida es perfecto. A veces es difícil creer que así es mi vida ahora.
Pero luego lo miro.
Mi dulce y perfecto Daniel.
—¿Qué estás pensando? —pregunta, besando suavemente el lóbulo de mi oreja mientras
su mano acaricia mi estómago—. ¿Pensamientos sucios?
—¿Crees que alguna vez nos cansaremos de esto? 72 —pregunto, girándome en sus
brazos. Él frunce el ceño en exagerada consideración y lo golpeo—. ¡Ey! ¡Estúpido!
—Lo siento, tenía que hacerlo —se ríe y el sonido es música para mis oídos. Toma mi
mano entre las suyas y la presiona contra sus labios—No creo que sea así. Te he deseado
durante casi toda mi vida. No puedo imaginar que esto vaya a parar ahora que te tengo.
—Siempre me tendrás —prometo, inclinándome para besarlo con ternura—. Por los
siglos de los siglos…
—…y por siempre y para siempre…
—...y siempre.
Daniel y yo. Por los siglos de los siglos. De la cuna a la tumba.
De la manera en que siempre debió ser.

71
UMass Boston: es una universidad pública, como indica su nombre, localizada en Boston, Massachusetts.
Esta se encuentra a unos 30 min de Harvard (en auto), por cierto.
72
La frase es Do you think this will ever get old? (¿Crees que esto alguna vez envejecerá?) que significa que si
alguna vez se cansaran o se aburrirán de su vida juntos.
Nota del autor
Vaya, sinceramente no puedo creer que lo haya hecho. El día finalmente ha llegado. Se
acabó.
Creo que la razón por la que tengo tantos problemas para asimilar esto es porque es real.
No es una historia que escribí sólo para mí, no es un pensamiento que haya estado flotando
en mi cabeza, es un libro real.
Guau.
Quiero agradecer increíblemente a cualquiera que esté leyendo esto. Gracias por darme
una oportunidad y espero no haberte decepcionado. También me gustaría agradecer a las
increíbles mujeres de Indie Author Creative, Kari Monty y Angela O'Connell, por todo su
increíble apoyo. Esto no podría haber sido posible sin ellas. Absolutamente no. Les debo
tanto que nunca podré expresarlo. Quiero agradecer a mi familia y a mis amigos que
tuvieron que escuchar mis divagaciones inducidas por el pánico sobre lo terrible que soy y
lo malo que es este libro. Su paciencia y apoyo significan mucho.
Y, por favor, manténganse informados sobre el próximo libro, Avery y Sebastian, cuya
historia debería ser igual de conmovedora.
Los aprecio a todos increíblemente.
Escribir es complicado, agotador, frustrante (saber las cosas que quieres decir, pero
nunca saber realmente cómo decirlas) y puede ser doloroso.
Pero, sobre todo, es precioso.
Agradecimientos
Para aquellos de ustedes que leen esto, quiero darles mi más sincero agradecimiento. No
puedo creer que se hayan arriesgado con un autor desconocido y hayan decidido escoger
esto. Sólo espero haberles dado aunque sea una pizca de la alegría que experimenté al
escribir esto. Espero que su chance no haya sido en vano y que hayan sido transportados al
mundo de Armory Prep con Magnus y Daniel. Una vez más, muchas gracias. Todo esto es
para ustedes. Es para aquellos que quieren escapar de la vida. Es para aquellos que
posiblemente aman los libros más que nada. Es para aquellos que quieren escribir pero no
creen que puedan hacerlo. Créeme, si yo puedo hacerlo, ustedes también pueden.
Quiero agradecer aún más a Kari Monty y Angela O'Connell de Indie Author Creative. El
proceso de escritura puede ser muy estresante, pero estas mujeres me ayudaron en cada
segundo y por eso estaré eternamente agradecida.
Aquí les dejo las gracias a mi novio que creyó en mí incluso cuando yo no creía en mí
misma. La única persona que siempre supo que esto sucedería y estaba esperando que yo
moviera el culo e hiciera algo con todas las historias en mi cabeza. Te amo y tuviste un
papel en darle vida a Magnus y Daniel.
¿Qué viene después?
¿Interesados en más? Manténganse conectados a través de mi Instagram y Facebook para
conocer la fecha de revelación de mi próxima novela protagonizada por Avery y Sebastian.
Aquí hay un adelanto de One Manic Lie.

@addisonbeckromance
Facebook
Instagram
Un adelanto de Una mentira maníaca
Antes
Avery
—Avery, ¿sabes por qué te llamé aquí hoy?
Trago saliva. No puedo mentir y decir que es la primera vez que me llaman a la oficina
del director. Odio admitir que me he hallado aquí bastante seguido 73. No es que sea un niño
malo sino, como me llaman mis amigos, excéntrico.
Joder, odio esa palabra.
En mis cuatro años en Armory Prep, probablemente me han llamado a la oficina dieciséis
veces. Instigué una pelea de comida en el primer año, tomé todos los marcadores de secado
rápido de la escuela para un proyecto en el segundo año y me atraparon tratando de liberar
a las ratas en nuestra clase de anatomía del tercer año. No hago esto maliciosamente. Es
sólo que a veces, cuando se me mete algo en la cabeza, no puedo evitar hacer algo al
respecto.
Esta vez, sin embargo, en serio no sé por qué estoy aquí, pero puedo hacer una
suposición descabellada.
—Um, ¿hice algo mal? —respondo sin convicción mientras me rasco la cabeza.
El director suspira, pellizcándose el puente de la nariz mientras murmura algo en voz
baja.
—Sí, Avery. Hiciste algo mal. ¿Puedes decirme qué hiciste hoy?
—Bueno, empezó como siempre. Me desperté, me duché, me masturbé...
—Por favor, omite esa parte.
—Oh, está bien —digo. Cielos, él es el que preguntó—. Um, fui a encontrarme con
Bambi…
—¡Ajá! —dice, chasqueando los dedos triunfalmente, como si acabara de resolver un
problema matemático ridículamente difícil—. Bambi. ¿Quién es Bambi?
—¡Oh, Bambi es mi amiga! O supongo que ella solía serlo. ¿Él? No estoy muy seguro de
cómo determinar el sexo de un ciervo. O género. No quiero darlo por sentado.
Bambi solía ser mi amiga. Ella era una pequeña cierva tan lindo que rondaba por el borde
del campus junto al bosque. Solía escabullirme y darle Cheetos, lo que la convirtió en mi
amiga instantánea.
Pero Bambi la cagó.
—Entonces, fuiste a cazar ciervos.
73
More often than not, es solo una frase bonita para decir que es a menudo, con frecuencia, etc.
—¿Qué? —Jadeo, golpeándome el corazón con la mano—. ¡Nunca le haría daño a Bambi!
—Avery —suspira de nuevo. Sí, me lo dicen mucho. Me hace un gesto—. Mira lo que
llevas puesto.
Miro hacia abajo y frunzo el ceño. No veo nada malo en ello. Me gusta la cantidad de
bolsillos que tienen mis pantalones de camuflaje. La chaqueta igualmente de camuflaje es
bonita, bueno, al menos eso pensé. Mis botas de combate están un poco desgastadas, pero
no son terribles. Tal vez sea la pintura de guerra que me puse en la cara, dos pequeñas
líneas negras en mis mejillas.
Oh.
—Está bien, veo que estás confundido —le digo riendo—. Supongo que parezco un
cazador, pero eso no es lo que estaba haciendo. Le estaba dando una advertencia. Yo
estaba… ¿advertenciándole?74 ¿Es esa una palabra real? O tal vez podamos decir que estaba
disuadiéndola, aunque tampoco eso suena como una palabra real. Tal vez…
—Avery. Enfócate.
—Oh, cierto. Lo siento —digo tímidamente. A veces mi mente divaga. No puedo evitarlo
—. Entonces, sólo estaba tratando de ahuyentarla.
Él asiente lentamente pero no parece convencido. —Está bien, ¿puedes decirme por qué
intentabas advertirle?
—¡Porque se estaba comiendo sus peonías! —grito, levantando las manos en el aire—.
Lo juro, director, usted debería estar más enojado que yo. Sé cuánto tiempo pasa en su
jardín. Creo que le hice un favor.
—No lo hiciste… —se interrumpe porque creo que está bastante cerca de perder la
paciencia. Reconozco todas las señales. La sutil protuberancia de las venas de su cuello, el
rápido enrojecimiento de la cara y las respuestas tartamudeantes. La gente hace eso mucho
a mi alrededor—. Primero, no necesito que defiendas el honor de mi jardín. En segundo
lugar, ¿podrías decirme qué es eso?
Señala el arma a mis pies. Técnicamente no es una pistola real, no después de que la llené
con bolas de pintura.
—Fue para disuadir —digo simplemente, moviendo sutilmente el arma debajo de mi
asiento porque él la está mirando furiosamente y es un arma costosa.
No es que me interese el dinero.

74
En esta parte dice warninig her que viene de give her a warning pero esa palabra no existe, es inventada,
de ahí la palabra en español también inventada ‘’advertenciándole’’, aunque en español sí exista
‘’advirtiéndole’’.
—Entonces, volvamos a nuestra historia —continúa—. ¿Terminaste atrapando y… —
gime— … disuadiendo a Bambi?
Suspiro y me golpeo la cara con las manos avergonzado. —¡No! Pensé que sí, pero me
equivoqué.
—Está bien, hablemos de lo equivocado que estabas en realidad —dice—. Avery, por
favor dime en qué te equivocaste.
—Ledisjospen…
—Lo siento, dilo más fuerte.
—Le disparé a Josephine, ¡está bien! —Lo admito, pasando mis manos por mi cabello y
tirando de él desde la raíz—. En mi defensa, se parecía a Bambi.
El director inclina la cabeza hacia un lado mientras la sacude. —¿Cómo, Avery? ¿Cómo te
pareció que nuestra jardinera era un ciervo?
—Yo…
—No, ya es suficiente —dice, interrumpiéndome bruscamente con la mano—. Tenemos
que hacer algo al respecto. Le disparaste a un miembro de nuestro personal...
—Disuadí…
—Y ya no podemos seguir con tus payasadas —concluye, mirándome sin nada más que
lástima.
No me gusta la lástima. Hace que me duela el estómago.
—¿Tengo detención otra vez? —Pregunto nerviosamente. Odio la detención. Estoy muy
aburrido y nunca hay nada divertido que hacer. Ni siquiera puedes comer. Me encanta
comer.
—Expulsión.
—¿Qué? —grito, saltando de mi asiento mientras mi corazón se acelera—. ¡No puedes
expulsarme!
—Tranquilo, no te expulsamos —explica—. Pero tienes que dejar de hacer estas cosas,
Avery. Tus padres incluso estuvieron de acuerdo...
—¿Hablaste con mis padres? —pregunto alegremente. Amo a mis padres. Son los
mejores.
—Sí, sí. Te envían saludos.
—¡Hola, padres!
—¡Enfócate! —grita, golpeando la mesa con la mano. Parece disculparse cuando hago
una mueca y sacudo la cabeza—. Otro plan imprudente como este y te vas.
Asiento porque de repente esto se volvió muy real y no lo aprecio. Soy inofensivo. No
estaba tratando de lastimar a nadie, sólo quería que la traidora, Bambi, se fuera a la mierda.
Salgo de su oficina deprimido. No me pueden expulsar. Mis padres están pagando mucho
dinero para enviarme aquí y están muy orgullosos de lo bien que me ha ido.
Recuerdo haber crecido sin nada. Mi mamá tenía tres trabajos para mantenernos
mientras mi papá intentaba iniciar su negocio. Pasamos de ciudadanos de clase baja al uno
por ciento superior en cuestión de años. Odiaría pensar que no estoy cumpliendo con estos
nuevos estándares que me han impuesto.
Pero es tan jodidamente difícil. No soy como estos niños. No crecí con privilegios, así que
no sé cómo actuar y no sé qué decir. Todavía me quedo boquiabierto cada vez que
comemos nuestras elegantes comidas en el elegante comedor. Todavía no entiendo por qué
jugamos polo …polo.
Estoy haciendo todo lo posible por encajar. Afortunadamente, mis amigos son los
mejores y me han ayudado en todo. Daniel que, el pobre, está enamorado de su mejor
amigo. Magnus que, estúpido, no se da cuenta. Ozymandias y Carter quienes, curiosamente,
se odian absolutamente.
Y luego estoy yo.
Claro, tengo mi grupo de amigos, pero todavía me siento como alguien cualquiera
alrededor de ellos. Ahora tengo el dinero, ahora tengo la educación, ahora tengo el
prestigio, pero sigo siendo muy diferente.
A veces desearía poder ser alguien más que yo.
—Hola, Avery.
—Buenos días, Sra. Stewart —le digo a la recepcionista del director, Hildie. Es una señora
mayor, muy dulce, con pelo gris y esas pequeñas arrugas felices alrededor de los ojos.
Debido a la frecuencia con la que estoy aquí, ella y yo nos hemos vuelto bastante cercanos a
lo largo de los años.
—Oh, cariño. ¿Qué ocurre? —pregunta, frunciendo el ceño mientras toma mi mano.
—Me van a expulsar —hago un puchero, apretando su mano con fuerza.
Mierda. Extraño a mi mamá.
—No podrían —jadea. Aparta la mano mientras rebusca en el cajón de su escritorio. Esta
regresa con un pedacito de caramelo. Mi favorito. —Toma, llévate esto. Eres un buen chico,
Avery. Sólo debes recordar mantenerte bajo control.
Me encojo de hombros. —Realmente desearía que fuera así de fácil.
Supongo que sólo necesito que alguien que no sea yo me recuerde que no haga un
montón de estupideces sólo porque mi cerebro me dice que está bien. Aparentemente,
ninguna de las cosas que hago está bien, pero parecen bastante razonables cuando pienso
en ellas por primera vez.
—Disculpe. ¿Creo que aquí es donde debo presentarme?
Tanto Hildie como yo nos volvemos ante la interrupción. Frente a nosotros está el chico
más lindo que he visto en mi vida. No se parece a nadie que haya conocido antes.
Es pequeño, muy delgado y muy menudo. Creo que, si estuviera parado a mi lado, apenas
me llegaría al pecho, pero es que soy un tipo bastante grande. Tiene una cara que parece un
duendecillo, toda delicada y puntiaguda pero muy suave. Lleva una especie de mierda azul
en los párpados que hace que sus ojos marrones brillen y sus uñas están pintadas de un
bonito azul para combinar con el color de su camisa brillante.
Es tan jodidamente lindo.
Me está mirando raro porque probablemente lo estoy asustando, pero no puedo evitarlo.
Estoy tan hipnotizado por la forma en que le sonríe a Hildie y el pequeño temblor nervioso
en sus dedos mientras se mueve sobre sus talones frente a nosotros.
—Avery —dejo escapar, extendiendo mi mano frente a mí. La mira una, dos veces y luego
coloca la suya en la mía.
—Sebastian —responde.
Sebastian. Sebastian. Sebastian.
Oh, no.
Nos gusta Sebastián.
Oh, joder, no. Sacudo la cabeza y trato de deshacerme de la voz que permanece allí.
Es tan bonito.
Puedo sentirlo venir. Me digo a mí mismo que es una mala idea. Rezo para que mi
cerebro piense en cualquier otra cosa. Quiero ser normal. Quiero ser amable. No quiero que
me expulsen.
Pero mi cerebro ya está obsesionado.
He encontrado mi nueva obsesión.

También podría gustarte