Dialnet BasesTeoricasParaLaEducacionLiteraria 9065805
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Resumen. A lo largo de estas páginas se Abstract. Throughout these pages this paper
estudian las claves para recuperar el aprendizaje studies the keys to recovering the learning of
de la literatura y el gusto por el texto literario literature and the taste for literary texts from
desde la perspectiva de la Didáctica de la the perspective of the Didactics of Literature
Literatura (DLI). Se indican todos los procesos (DLI). All the cognitive processes that are put
cognitivos que se ponen en funcionamiento y se into operation are indicated, and teachers are
ofrecen al profesorado algunas claves didácticas offered some didactic keys so that literary
para que se desarrolle del modo más adecuado habits and critical capacity are developed in
el hábito literario y la capacidad crítica. Se the most appropriate way. The various didactic
estudian las diversas teorías didácticas de theories of learning are studied, as well as the
aprendizaje, así como las funciones, la formación functions, teacher training, and the formation
del profesorado y la formación del individuo of the individual as a citizen from the literary
como ciudadano desde el ámbito literario field, which enables the development of reading
que posibilita el desarrollo de las habilidades skills and literary competence. Substantial,
lectoras y la competencia literaria. Se aportan hidden, and novel ideas are provided that
ideas sustanciales, recónditas y novedosas que can serve as a guide for literary education
pueden servir de guía para la educación literaria and its implementation in order to develop
y su puesta en funcionamiento con objeto de literary competency and love for the word
desarrollar del modo lo más adecuado posible and literature, in the most appropriate way
la competencia literaria y el amor por la palabra possible.
y la literatura.
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Palabras clave: Aprendizaje; competencia literaria; Keywords: Learning; literary competence; habits;
hábitos; formación del profesorado. teacher training
1
Para citar este artículo: Morales Lomas, Francisco (2023). Bases teóricas para la educación literaria. Álabe 28. DOI: 10.25115/
alabe28.9146
La didáctica de la literatura sigue siendo deudora del viejo “método retórico”, vigente en las prác-
ticas docentes de forma inveterada. Aun así, se constata la asimilación, para el estudio literario del
método historicista. En algunos casos incluso se da a la materia cierta dimensión práctica (Ezpeleta
Aguilar 2013: 14).
Sin embargo, en las prácticas escolares concretas este modelo retórico […] quedó reducido al apren-
dizaje de una copiosa ristra de figuras, reglas y preceptos retóricos que los escolares memorizaban,
cuando no a la escritura y recitación […] de otros preceptos relativos a la moral, que acabaron sus-
tituyendo el aprendizaje de las convenciones literarias por el de otras normas y contenidos (Núñez
Ruiz y Campos Fernández-Figares 2005: 64).
Y en ese recorrido que realizan por los manuales de literatura de España entre
1850 y 1960 llegan a una serie de relevantes conclusiones llenas de interés, por ejemplo,
cuando citando a Myron, indican que la enseñanza de esta literatura debe cumplir tres
principios: Modernización, Democratización y Humanización, así como la necesidad de
«revisar los objetivos pensando más en los estudiantes y su futuro. Sin sacrificar o menos-
preciar nuestro pasado y sin ceder a la popularidad o vulgaridad» (Núñez Ruiz y Campos
Fernández-Figares 2005: 257).
La DLI ha aspirado en los últimos tiempos a convertirse en una disciplina que de-
sarrolle la propia competencia literaria y no solo la lingüística. Pero tradicionalmente ha
existido un escollo importante, la omnipresencia de los libros de texto que, como dicen
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Mata y Villarrubia (2011: 52), anulan:
Las posibilidades de invención e improvisación de los profesores, la mayoría de los cuales se impone
la tarea de agotar el libro, no importa a costa de qué renuncias o excesos, como si ese cumplimiento
garantizara una mejor comprensión del hecho literario.
Cruz Calvo (2005: 98) cree que, a partir de los sesenta, se percibe la convenien-
cia de adaptar los aspectos didácticos a la individualidad del alumno, del maestro y de los
espacios educativos. Pero esto es más un deseo que una necesidad, como nos recuerda
Antonio Muñoz Molina (1993: 51), quien con la siguiente descripción de una clase de
«literatura» nos sitúa frente a un cuadro de la consternación:
Un profesor de cara avinagrada subía cansinamente a la tarima con una carpeta bajo el brazo, tomaba
asiento con lentitud y desgana, abría la carpeta y comenzaba a adiestrarnos una retahíla de fechas de
nacimiento, títulos de obras, características de diversa índole y fechas de defunción que era preciso
copiar al pie de la letra, porque en caso de que no supiéramos el año de la muerte de Calderón de la
Barca corríamos el peligro de suspender el examen.
Parece que existe cierta coincidencia entre los teóricos de la DLI en que las pro-
puestas teórico-prácticas y los modelos de aprendizaje están un tanto obsoletos; como
si la concepción tradicional impidiera un desarrollo adecuado de los mismos. Y también
existen diversas perspectivas sobre cómo debe ser abordada esta didáctica de la literatu-
ra, como señalaba García Rivera (1995), que prefería hablar de «paradigmas paralelos»
para referirse a los diversos métodos o perspectivas teóricas y no solo el comentario de
textos. Máxime si tenemos en cuenta una época en la que los nativos digitales están a la
orden del día y se vive inmerso en la cultura de la inmediatez. De ahí que, como propone
Quiles Cabrera y Martínez Ezquerro (2018), son necesarios nuevos espacios de comuni-
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cación y nuevas tareas que permitan la asunción de nuevas destrezas comunicativas como
el eslogan publicitario, el uso de grafitis poéticos y tatuajes literarios… que actualicen los
pulsos que en su momento diseñara Rodari en una nueva dirección para lo que proponen
toda una serie de páginas web de recursos gramaticales: Mundo Primaria, Rincón del
maestro, Educapeques… incorporando esas prácticas infravaloradas por una tradición
que marcó el canon:
La imagen y la palabra juegan un papel esencial con su estilo directo y pragmático. En los últimos
años las calles han sido testigo del nacimiento de muchos artistas que, tanto en pintura como en mú-
sica (…) caminan a la vanguardia, en ese «arrabal» que los asocia con la marginalidad y se desarrolla
Este nuevo mundo amplifica nuestra visión sobre el objeto de la DLI que debe
mirar con interés todo este tipo de constelaciones para no quedarse anclada en un pasado
periclitado tratando de acercarse al presente-futuro que nos acucia.
Y se pregunta Lineros (2007) cuál será la cuestión clave a la que deberá respon-
der la DLI. Y ofrece dos respuestas:
a) ¿Cómo preparar instrumentalmente a los alumnos hacia la literatura, a través de ac-
tividades con una determinada secuenciación y estructuración a lo largo de toda las
Enseñanza Obligatoria (y por supuesto, la Primaria, añadiríamos y el Bachillerato).
b) Y cómo hacer que el chico/a acceda conceptualmente a las categorías literarias de un
modo reflexivo y crítico.
Personalmente, añadiría un tercer elemento: ¿cómo crear el gusto por la literatura
y por la lectura?
Martos Núñez (1988: 43-82) ha establecido una serie de criterios para la investi-
gación aplicados fundamentalmente al área de Literatura y, tomando como referencia a
Van Dijk y Van Slipe, podemos señalar cuatro clases distintas de relaciones semánticas
que tendremos en cuenta al hacer nuestra jerarquía de conceptos:
1. Relaciones de Sustitución (por ejemplo, el reenvío de *preparación de programas a
*planificación del currículo).
2. Definiciones (la restricción de *antología de textos a *libro de texto, *técnica de
lectura creadora...).
3. Relaciones Jerárquicas (la subordinación de *análisis narrativo a *análisis textual).
4. Relaciones Asociativas (vincular *comentario de textos a *interpretación de textos,
*animación a la lectura, *discurso ilativo, *análisis de contenidos...).
Así, la didáctica del comentario de textos tendría que ser abordada desde aspectos
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tan distintos como:
a) Teoría y análisis del texto.
b) Hermenéutica del lenguaje.
c) Instrucción de la Literatura.
Además, como recuerda Moreno Arteaga (2005: 79-80), citando a Pennac
(1992/1993):
La literatura es, antes que cualquier otra consideración, el texto literario; su enseñanza ha de ir,
pues, encaminada al entusiasmo de descubrir la aventura de leer. El alumno aprenderá así que la lite-
ratura es vida, pero vida intensificada connotativa y simbólicamente a través del lenguaje; por tanto,
habrá de ser fundamentación y adquisición de experiencias antes que acarreo de datos «sin sentido».
La DLI ha estado sometida a diversas teorías que tratan de ofrecer un marco ade-
cuado para que el conocimiento de los textos literarios y la sensibilidad se aúnen en be-
neficio de la formación del individuo.
El marco que hasta ahora había estado funcionando ofrecía de la literatura un va-
lor meramente instrumental, muy lejos de la línea de desarrollo de la competencia litera-
ria propiamente dicha y muy alejado de las nuevas necesidades educativas que pasarían
por una trascendentalización de la lectura, desarrollando los resortes placenteros que
esta tiene en sí misma. Altamirano Flores (2013) recordaba que Borges proponía evitar
que los estudiantes tuvieran una dependencia de autoridades en literatura y en cambio 145
creía que su misión era presentarle los textos, y que ellos entraran directamente:
Hacía que los estudiantes sintieran la literatura como el amor, porque concebía la literatura como un
hecho estético que solo podría apreciarse a través de la sensibilidad o el sentimiento estético. Según
él, el sentimiento es el único vehículo para llegar a la esencia de la literatura (…) En cambio, agrega
Borges, las personas que no sienten nada la literatura se dedican a ensañarla (Altamirano Flores
2013: 236-237).
Es una evidencia que todos compartimos pero también es cierto que, en esa edu-
cación literaria, es sustancial toda una configuración de teorías y pragmáticas trascen-
La lectura literaria es una experiencia que pasa si solo es una explicación de la experiencia de otro
que se aprehende en la comprensión de una dimensión formal, contextual o estructural (revelación
de una realidad), por el contrario, es la experiencia que me pasa, si se transforma en espacio de
expresión y conocimiento legitimado dentro de la ocurrencia transaccional (construcción de la reali-
dad en la propia experiencia que ocurre) (Sánchez Lara y Druker Ibáñez 2021: 9).
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No tendría sentido en esta reflexión, sin embargo, negar que la lectura comprensiva es parte de la
complejidad de la lectura como ejercicio cultural. Pero la comprensión no está aislada de la emoción,
menos de las posibilidades de expresión legítima, mucho menos de los marcos políticos de recono-
cimiento de participación (Sánchez Lara y Druker Ibáñez (2021: 13).
Actualmente pensamos que existe una conciencia cívica unánime para actuar y
comprender que la lectura y la literatura es uno de los grandes beneficios para la forma-
ción del individuo como ciudadano. De ahí la vocación de querer crear una sociedad más
culta y generosa con la infancia. Sin embargo, la lectura no siempre fue agradable para los
niños. Ha existido cierta incomprensión hacia ella, incluso todavía, porque leer no está
148 de moda, no se valora, no se lleva...; indiferencia y apatía en muchos niños.
Pero, si esto es así con la formación de los alumnos, ¿qué sucede con la formación
literaria del profesor? En un estudio llevado a cabo por profesorado de la Universidad de
Zaragoza del Dpto. de Didáctica de las Lenguas y de las Ciencias Humanas y Sociales
Las encuestas pusieron de relieve la falta de hábitos lectores en una mayoría de los alumnos de Ma-
gisterio. Por otra parte, advertimos que los alumnos de nuestras aulas desconocen casi totalmente el
corpus de literatura infantil y juvenil necesario para su formación y posterior aplicación a las aulas de
Infantil y Primaria (Sanjuán-Álvarez, 2007: 3).
Valorar la lectura como fuente de conocimiento, como enriquecimiento personal y, sobre todo,
como una actividad que no considera impuesta o baldía (…) En cuanto a la dinámica de grupos, se
5. LA COMPETENCIA LITERARIA
Lo cual nos lleva a una visión más panorámica, en que no solo incluimos textos de todos los estratos
literarios, sino otros discursos conexos, como es el mundo del cine, el cómic, etc. En realidad, es
algo que ya se venía haciendo cuando dábamos el salto de la literatura dramática, es decir del estudio
solo de textos, a su visión como espectáculo, como performance (Martos Núñez 2021: 11).
También en este volumen, Isabella Leibrant desarrolla el tema de la lectura y la escritura en el mundo
hipertextual. Sus ideas giran alrededor del lector frente a los hipertextos, en ellos se conectan ima-
gen, sonido y vídeo con las obras literarias. Para la autora es la oportunidad de nuevas aproximacio-
nes a la comprensión lectora, que requiere de docentes que integren estas posibilidades de conexio- 153
nes virtuales, más allá de la consideración superficial de que las nuevas tecnologías sólo transmiten
información (Cruz Calvo 2013: 73).
El gozo por la literatura, el disfrute, el sentido de placer estético que puede apor-
tar una obra literaria no deben hacernos olvidar que también el alumnado se deja llevar
por textos que reclaman sus experiencias y los conviertan en protagonistas de los mis-
mos. Textos con los que puedan a su vez interactuar y puedan descubrir que “they need
to be able to discover the kind of pleasure and enjoyment which comes from making the
text their own, and interpreting it in relation to their own knowledge of themselves and of
the world they inhabit” (Carter y Long 1991: 2).
La actividad y participación que se debe provocar en clase, estará encaminada a la gestión de inte-
racciones en las que se construya parte de la significatividad del texto de manera que el lector no
se enfrente con la incomprensión y por tanto el desaliento de la lectura pero sin llegar a desvelar el
significado total, pues cada lector, como hemos comentado ya, dará al discurso escrito, su propio
sentido. La estimulación de su pensamiento llevará al descubrimiento (Sánchez García y Jiménez
Mañas 2015: 164).
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