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LA

CELEBRACIÓN
DEL
MATRIMONIO
INTRODUCCIÓN
El Nuevo Testamento no ofrece ningún dato sobre el
modo de celebrar el Matrimonio cristiano.
Lo más probable es que se siguiera la formalidad
externa del lugar en que vivían (excepto lo que fuera
incompatible con la fe y la moral cristianas.

Lo que es incuestionable es que los bautizados tenían


conciencia de que el suyo era un matrimonio
esencialmente distinto al de los paganos y de que lo
vivían de forma distinta.
HISTORIA DE
LA CELEBRACIÓN
DEL
MATRIMONIO CRISTIANO
La historia de la celebración del Matrimonio cristiano
puede dividirse en cinco períodos:

1. Desde los orígenes hasta la paz de Constantino.


2. Desde el siglo IV hasta la época carolingia.
3. Desde el siglo XI hasta el Concilio de Trento.
4. Desde Trento al Concilio Vaticano II.
5. Después del Vaticano II.
1. La celebración del Matrimonio
desde los orígenes hasta el siglo IV

La mayor parte de los autores sostiene que, durante los


primeros siglos, la celebración del Matrimonio cristiano
seguía los usos greco-romanos, salvo en sus aspectos
idolátricos e inmorales.

De hecho no hay testimonios en cuanto al modo de


celebrar, por tanto, nos movemos en el campo de las
hipótesis.
a) El matrimonio en Grecia y en Roma

Los griegos y los romanos celebraban el matrimonio en


dos momentos distintos y separados en el tiempo: los
esponsales y las nupcias.
En Grecia los esponsales consistían en un encuentro
entre el padre de la novia y el novio, para determinar
todo lo relativo al matrimonio, y especialmente la dote.

Se trataba de una entrada en la familia y de un


compromiso recíproco de los novios. Pasado un cierto
tiempo, se celebraban las bodas.
El esquema celebrativo de las bodas era el siguiente:

1) Ofrecimiento de un sacrificio a las divinidades


tutelares de las bodas, en casa de la esposa y a cargo
del padre de familia.

2) Banquete nupcial, durante el cual, los esposos


llevaban sobre sus cabezas una guirnalda o una corona.
3) Entrega de la esposa al marido, a cargo del padre, y
coronación de ambos esposos.

4) Cortejo nupcial: conducción de la esposa a la casa


del esposo al atardecer con música, cantos y bailes.

5) Acogida de la esposa por sus suegros y coronación


de la misma con frutos, como símbolo de fecundidad y
prosperidad.
6) Inspección del hogar por ambos esposos unidos
por las manos.

7) Conducción de los esposos a la cámara nupcial por


sus padres y amigos, donde comían una fruta granosa,
como símbolo de fecundidad.

8) Retirada de los invitados, dando gritos para alejar


los malos espíritus.
En Roma se seguían unas costumbres muy parecidas.

Se celebraban los esponsales con una fórmula jurídica


muy rígida. Los dos cabezas de familia realizaban una
stipulatio, que con el tiempo se convertiría en un
verdadero contrato; la dote era, por tanto, un elemento
importante de los esponsales.

A fines del siglo I a.C. aparece la dextrarum coniunctio o


unión de las manos. Plinio habla de un anillo de hierro
que el novio enviaba a la novia. Después de un tiempo se
celebraban las nupcias.
El esquema celebrativo de las nupcias era el siguiente:

1) Vestición de la novia, que recibía una guirnalda de


mirto o de naranjo, y el velo amarillo con reflejos rojos
(flameum), distintivo de las mujeres casadas (esta
imposición del velo era tan importante que casarse se
llamaba velarse.
2) Presentación de la novia por una prónuba (mujer
casada, especie de dama de honor), consulta a los
augures y, lectura del contrato, tabulae matrimoniales,
en presencia de testigos, que firmaban.
3) Intercambio de los consentimientos

4) Entrega de la esposa al marido por la prónuba


mediante la unión de las manos (dextrarum iunctio).

5) Ofrecimiento de un sacrificio a los dioses, primero


en casa y después en los templos.

6) Banquete nupcial, ordinariamente en casa de la


esposa.
7) Conducción de la esposa a casa del esposo.

8) Conducción de los esposos a la cámara nupcial.

Al día siguiente de la boda la nueva esposa se vestía


de matrona y ofrecía un sacrificio a los dioses lares,
teniendo lugar un segundo banquete.
b) El Matrimonio cristiano

De acuerdo con la célebre frase de la Carta a Diogneto:


“(los cristianos) se casan como todos”, el Matrimonio
cristiano se celebraba según los usos que se acaban de
describir.

La Iglesia estaba de acuerdo con la concepción jurídica


romana que definía el matrimonio según el
consentimiento, adoptando este marco legal.
Sin embargo, existían elementos que un cristiano no
podía asumir, como el sacrificio a los dioses, la consulta
a los augures y las costumbres licenciosas que
acompañaban al cortejo nupcial.

De ahí, que no sea improbable pensar que los cristianos


tuvieran algunos ritos y oraciones específicas (aunque no
existan testimonios concluyentes).

Según el parecer de la mayoría de los liturgistas, no


parece probable que exista una bendición sobre los
esposos antes del siglo IV.
A pesar de ello, los fieles sabían que su matrimonio no
era como el de los paganos, sino que quedaba
transfigurado por dentro gracias a su bautismo: se unían
en Cristo.

Esta convicción está atestiguada por Tertuliano y las


imágenes de algunos sarcófagos o fondos de copa, en los
que Cristo mismo aparece coronando a dos esposos y
presidiendo la unión de sus manos, colocadas sobre el
libro de los evangelios.
2. La celebración del Matrimonio
desde el siglo IV al siglo X

Se crea una liturgia nupcial embrionaria y aparece la


bendición litúrgica de los esposos.

La Iglesia comienza a regular el ordenamiento jurídico


del Matrimonio, exigiendo que deje de celebrarse en casa
de los esposos o en otro lugar privado, y se realice
públicamente in facie ecclesiae (para velar sobre los
matrimonios clandestinos).
Los usos litúrgicos no son uniformes en Occidente, sino
que se agrupan en torno a Roma y Milán, por un lado, y
las Galias, Hispania y países celtas por el otro.

El primer grupo se caracteriza por la velatio nuptialis,


y el segundo por la benedictio in thalamo.
a) La velatio nuptialis en Roma y Milán

El desarrollo de la celebración pedía que la bendición de


Cristo a los esposos se manifestara externamente en
presencia del padre de familia, del obispo o del presbítero
invitado a la boda.

A principios del siglo V san Paulino de Nola testifica que


el obispo pronuncia la bendición nupcial sobre los
esposos, cuya cabeza permanece cubierta con un velum o
velamen (distinto del flameum romano).
Esta velatio es el único rito litúrgico que existió en Roma
durante muchos siglos. Era obligatoria para los clérigos,
se aconsejaba a los laicos y se negaba a los fornicarios y a
quienes contraían segundas nupcias.
El Sacramentario Veronense contiene un ordo titulado
Incipit velatio nuptialis, con las tres oraciones de la
Misa, un hanc igitur propio y la bendición sobre los
esposos (la cual está inspirada en la Escritura y
destinada íntegramente a la esposa). La bendición está
reservada al sacerdocio ministerial.
El Sacramentario Gelasiano contiene un ordo titulado
Incipit actio nuptialis. Ordena las partes del Veronense
para colocar la bendición entre el Padrenuestro y la Pax
Domini. Además tiene una bendición sobre ambos
esposos después de la Comunión. Tiene además un
prefacio propio.

El Sacramentario Gregoriano tiene sus orationes ad


sponsas velandas.
b) Los usos de las Galias, Hispania y
países celtas
La bendición de los esposos en la cámara nupcial es la
forma más extendida de la liturgia matrimonial en las
Galias. Se apoyaba en el relato bíblico de las bodas de
Tobías y Sara (cf. Tb 8,4-10).

Tal costumbre fue sustituida por san Cesáreo de Arlés


(+542), que no permitió que la bendición se diera en la
cámara nupcial, sino en la basílica, siguiendo los usos
romanos.
En Hispania existía ya en el siglo IV la costumbre de que
un sacerdote bendijera el matrimonio.

El Liber Ordinum (s. X) da testimonio de una liturgia


nupcial más rica que la galicana.

Comprendía los siguientes elementos: bendición de la


cámara nupcial, oficio votivo para la vigilia y mañana de
las bodas, bendición de ambos cónyuges en la vigilia y de
la mujer durante la Misa, y última bendición sobre los
esposos.
Además existían dos gestos: la traditio puellae al esposo,
realizada por el sacerdote en nombre y en lugar del padre,
y un ordo arrarum.

Ambos ritos pertenecían a los esponsales y servían para


hacer pasar a una joven del clan del padre al del marido.

Los esponsales se caracterizaban por la entrega de las


arras a la familia de la futura esposa y dieron pie a una
bendición.
Los esponsales implicaban obligaciones, por lo que se
fueron aproximando cada vez más a la boda, hasta que
en el siglo XI se realizaban inmediatamente antes de la
Misa del casamiento.
Los novios llevaban al sacerdote dos anillos. Se
realizaba la bendición de los anillos y una invocación
sobre la pareja. Un beso intercambiado por los novios
ratificaba los esponsales.

En Inglaterra se conservaba la bendición in thalamo.


3. La celebración del matrimonio,
desde el siglo XI al Concilio de Trento.

En el siglo XI aparece una nueva situación: el Matrimonio


deja de celebrarse en casa o en otro lugar semejante, y se
sitúa inmediatamente antes de la Misa, pero en el exterior
de la iglesia (in facie ecclesiae)

Esto se debió a dos motivos: asegurar la libertad del


consentimiento, y dar publicidad al Matrimonio.
Para asegurar la libertad del consentimiento de la esposa,
los sínodos insisten en que los esposos reciban la
bendición nupcial, a la vez que obligan a los sacerdotes a
realizar una inquisición previa.

Para asegurar la publicidad reaparece la bendición in


thalamo. La noche de bodas el sacerdote bendice a los
esposos, la cámara nupcial y el anillo de Matrimonio.
Tal bendición era demasiado privada y se prestaba a
inconvenientes, por tal motivo fue prohibida en el Sínodo
de Ruán (1012).
La publicidad del Matrimonio se aseguró trasladándolo a
las puertas de la iglesia.

Los ritos se realizaban generalmente del siguiente modo:

1) Delante de la iglesia se hacía el intercambio de


consentimientos entre los esposos, la entrega del anillo y
de las arras, la firma y entrega de la dote ante testigos, y la
dextrarum coniunctio (que simbolizaba el don recíproco
de los esposos, también expresado con palabras).
2) Después seguía la Misa, durante la cual se impartía la
bendición de los esposos

3) Terminada la Misa, se realizaban algunos ritos locales,


como la bendición del pan y del vino, y la bendición de la
cámara nupcial.
La expresión del consentimiento podía reducirse a un “sí”,
respondiendo a las preguntas del sacerdote, o usando una
fórmula, como esta: “yo N, tomo a N., aquí presente, como
mujer y esposa, y le promete mantener fidelidad y lealtad: sana y
enferma, la protegeré y, mientras viva, no la cambiaré por ninguna
otra” (Ritual de Chalons, siglo XV).
Durante los siglos XI-XV, la entrega del anillo (o de dos
anillos como en Alemania) se hacía según la siguiente
rúbrica: “… el sacerdote entrega el anillo al esposo, el
esposo, a través de la mano del sacerdote, se lo pone en
un dedo de la esposa, diciendo …”. Simbolizaba la Alianza
de Cristo con la Iglesia.

La entrega de las arras aparece sobre todo a partir de los


siglos XIV-XV.

La bendición de los esposos tenía lugar después del


Padrenuestro y antes de la Pax vobis.
4. El Matrimonio según la reforma
tridentina

El deseo de asegurar la libertad del consentimiento de la


esposa y, sobre todo, de acabar con los matrimonios
clandestinos motivó que el Concilio de Trento declarase
inválido el Matrimonio celebrado sin presencia del
párroco.

Esto trajo consigo la generalización de la expresión


precedente “ego vos coniungo” como fórmula
sacramental.
Consecuentemente, el sacerdote pasó a ocupar un lugar
indispensable en la celebración del Matrimonio, como
atestigua el Ritual de 1614.

Trento no pretendió abolir los ritos locales; pero a partir


del siglo XVII se generalizó el Ritual Romano.

Según este ritual, el Matrimonio ya no se celebra


delante, sino dentro de la iglesia, aunque antes de la
celebración de la Misa.
El esquema celebrativo es sencillo:

1) Expresión del consentimiento (ordinariamente


respondiendo “sí” a las preguntas del sacerdote).
2) Unión de las manos con la fórmula “ego vos coniungo”
y una aspersión.
3) Bendición del anillo, que el esposo entrega a la esposa.
4) Algunos versículos, y una oración conclusiva.

A continuación se celebraba la Misa del Matrimonio, que


incluye la bendición de la esposa después del
Padrenuestro.
EL RITUAL DEL
MATRIMONIO DEL
CONCILIO VATICANO II
La Constitución Sacrosanctum Concilium mandó
reformar el Ritual Romano de 1614, y señaló algunos
criterios que debían tenerse en cuenta (SC 77):
a) Revisar y enriquecer el rito, de modo que exprese la
gracia del sacramento e inculcase con mayor claridad los
deberes de los esposos.
b) Conservar las costumbres y ritos legítimos de las
diversas regiones.
c) Dar amplio margen a las Conferencias Episcopales,
para que pudiesen preparar un rito propio.
En cuanto a la celebración, establecía dos criterios básicos
(SC 78):

• El matrimonio debería celebrarse “de modo ordinario”


durante la Misa o en un contexto de celebración de la
Palabra.

• La bendición de la esposa sería retocada para inculcar la


igualdad de ambos esposos en la obligación de mutua
fidelidad.
El Ritual publicado el 3 de marzo de 1969 responde a
estos criterios. Está estructurado del siguiente modo:

• Decreto promulgatorio de la Congregación de Ritos


• Breves Praenotanda
• Celebración del Matrimonio dentro de la Misa
• Celebración del Matrimonio sin Misa
• Celebración del Matrimonio entre parte católica y parte
no bautizada
• Algunos textos para el rito del Matrimonio
• La “Misa por los esposos”.
El 19 de marzo de 1990 se promulgó la segunda edición
típica del Ordo celebrandi Matrimonium

Subsana algunas deficiencias de los Praenotanda


anteriores, aprovechando la experiencia eclesial (la
Familiaris consortio y el Código de Derecho Canónico), e
introduce algunas innovaciones rituales.

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