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sábado, 2 de septiembre de 2017

"Max Aub: enamorado de España", por Francisco Cenamor

Revisando textos del pasado encuentro este que no había publicado en Asamblea de palabras. Y os lo dejo tal cual lo escribí en su momento.


Max Aub nació en París en 1903. Su padre era alemán y su madre francesa, aunque de origen alemán igualmente. Su madre era de origen aristocrático y quien más se encargó de la educación del futuro literato, ya que su padre pasaba largas temporadas fuera de casa al trabajar como viajante comercial en diversos sectores. Max, de niño, ya dominaba el francés y el alemán, sus dos lenguas, y tenía un gran contacto con la literatura gracias a las inquietudes artísticas de su madre, quien utilizó la novela Los miserables, de VíctorHugo, para enseñarle a leer. A los once años sabía una lengua más, el latín, y había viajado por casi toda Europa gracias a la profesión de su padre.
     En 1914 su familia viaja a España huyendo de la Primera Guerra Mundial y se establece en Valencia, donde Max Aub cursará el bachillerato. Estas idas y venidas tan joven, este continuo aprendizaje de idiomas le convertiría con el paso del tiempo en uno más de los intelectuales apátridas que tuvieron como referencia a nuestro país. Se entusiasma con la alegría de nuestro pueblo y a los 12 años escribe su primer poema en español, idioma que ya no abandonaría para la escritura. Y apenas con 16 años ya se relacionaba con el mundo cultural y artístico valenciano y empezó a forjar sus amistades de juventud. En 1920 acaba el bachillerato y comienza a usar una de sus frases preferidas, que usaba cuando le preguntaban de donde era en realidad: “se es de donde se estudia el bachillerato”.
     Pero ahí abandona los estudios y empieza a trabajar también de viajante comercial, lo que le ayuda a relacionarse con todas las vanguardias artísticas españolas que comenzaban a desarrollarse en los años veinte y que tendría su segundo ‘siglo de oro’ a la llegada de la República. Comienza también su ritmo frenético de escritura: teatro, relatos, novelas, poesía, ensayos..., cualquier género le es válido para contar todo aquello que quiere contar. Así nos encontraremos con que al final de su vida, este autor tiene una de las bibliografías más extensas entre los autores españoles del siglo veinte.
     En 1929, la efervescencia de compromiso social que bulle en la mayoría de los jóvenes intelectuales españoles le lleva a ingresar en las filas del PSOE, aunque su militancia fue más cultural que política y no dudó en criticar a sus dirigentes en todo momento. Ya en la República, participa en un proyecto similar al de Lorca y La Barraca, pero en Valencia y bajo el nombre El Búho. Su quehacer político estaba tan ligado a su obra cultural, que se expresaba siempre a través de sus escritos. Basten dos ejemplos: estrenó las obras de teatro El agua no es del cielo, para apoyar a su partido en las elecciones, y Las dos hermanas, para hablar de las buenas relaciones entre los sindicatos UGT y CNT.
     Con el triunfo definitivo del golpe militar en 1939 huye a París con su familia. Allí, pasa tres periodos en prisión durante la ocupación nazi acusado de “comunista” por intentar dirigir una colección de libros de literatos republicanos en el exilio. Entra en un infernal periplo que le hizo recorrer prisiones francesas, campos de concentración e incluso fue trasladado a prisiones del norte de África. Lo que son las cosas, de este periplo surgirá más tarde la que está considerada como obra cumbre de su literatura, la obra de teatro San Juan. En septiembre de 1942 termina su calvario y consigue embarcarse para México, donde prosigue con su labor creativa y solidaria con los exiliados y resistentes republicanos.
     En 1969 consigue autorización para poder viajar por España. La emoción del regreso le dejó tocado el corazón y a pesar de sus dolencias siguió viajando por el mundo y por España, hasta que ese corazón tan español se terminaría de parar en México en 1972.
     El Segundo Siglo de Oro de las artes, las letras y las ciencias en España que tuvo su máxima expresión en la democracia republicana y fue cortado de raíz por el golpe militar fascista fue un gran referente para intelectuales de todo el mundo. Muchos de ellos, como Max Aub, venido de Francia, de origen alemán, ya no quisieron ser más que españoles. Un autor más que poner en la lista de nuestras lecturas en nuestra querida lengua.

miércoles, 21 de abril de 2010

La escritora Nieves Hidalgo nos habla de la novela 'Soy la tierra', de Blanca del Cerro

Silvia Castrosanto es abogada en delitos ecológicos. Una mujer joven que no cree en el amor, que gusta de la soledad, pero que mantiene un vínculo afectivo muy fuerte con su familia, sobre todo con su padre, un hombre que, tras superar la muerte de su esposa, intenta volver a vivir. La autora nos regala en esta historia personajes fuertes, sensibles y enternecedores. Su vida, sus sentimientos, miedos y angustias. Hasta aquí, podría tratarse de una de tantas novelas que hablan de pasiones o tristezas. Pero no lo es. Me gustaría destacar algunas frases de increíble belleza: “El viento escribía historias inacabadas en el cielo…”; “Por el horizonte asomaba un resquicio de nubes desgajadas…”; “La noche había desplegado sus galas de novia negra…”; “Las sombras se iban apoderando del entorno, a pinceladas lentas y suaves…”. Blanca del Cerro, con mano maestra, nos muestra de igual manera, a pinceladas lentas, la magnificencia de la naturaleza. El lector se recrea en un anochecer, percibe el aroma del mar, siente la arena bajo sus pies, saborea el salitre. Te rodea una paz infinita y quieres seguir leyendo. Pero como en todas las historias, surge el villano y la víctima. Y los sueños se desmoronan. En esta novela los protagonistas no son Silvia y su familia, sino la Humanidad, un personaje insensible y destructivo, y la Tierra, mártir silenciosa y abnegada de nuestra apatía e ingratitud. Soy la Tierra (Grupo Lobher Editorial-Alicia Rosell Ediciones, Madrid, 2010) es un emocionante salmo a la Naturaleza y una desesperada llamada de socorro contra su devastación. Leyendo esta novela, he descubierto a una autora seria, inteligente, juiciosa y lúcida, sin miedo a exponer, de modo inquietante, un peligro latente que está ahí y nos negamos a ver. Soy la Tierra es un libro de obligada lectura para todos. Me atrevería a decir que incluso ideal para la docencia. Una cruzada que el mundo entero debería abrazar. Para mí ha supuesto una experiencia sobrecogedora y quiero dar las gracias a Blanca del Cerro por conseguir cautivarme, estremecerme y concienciarme a la vez. Porque aunque siempre se dice que una imagen vale más que mil palabras, esta novela consigue despertarnos de la indolencia, abrir los ojos y mirar, frente a frente, nuestra insensatez. Nieves Hidalgo Blanca del Cerro nació en Madrid. Es licenciada en Traducción, Interpretación y Filología Francesa. Ha dedicado gran parte de su vida a la traducción. En 2006 publica un libro titulado Luna Blanca (Editorial Nuevos Escritores). Soy la Tierra es su segundo libro publicado.

martes, 20 de abril de 2010

Juan Antonio Domínguez nos habla del libro 'Cuentos históricos del pueblo africano', de Johari Gautier Carmona

Algunos cuentos nos hacen descubrir nuevas sensaciones, otros nos abren los ojos sobre nuevos horizontes. Los Cuentos históricos del pueblo africano (Editorial Almuzara, Córdoba, 2010) de Johari Gautier Carmona responden a estas dos funcionalidades con el valor añadido de ser una obra completa e inspiradora, que nos obliga a preguntarnos sobre nuestra relación con el entorno y a ver más allá de lo que nos han dicho siempre en la escuela. La obra se constituye de 18 relatos sacados de la extensa historia del pueblo africano. Todos se asemejan a postales llamativas, radiografías impactantes y coloridas, que, más que divulgar una parte de la historia del continente negro, nos invitan a vivirla, a sentirla, a ser parte de ella, como nunca antes lo habíamos hecho. Y es verdad. La historia la conocemos a través de nuestros ojos europeos, nada más. Nos imaginamos que César, Augusto, Alejandro Magno, Carlos V o Napoleón lo son todo en la Historia del mundo, que fueron los que realizaron las mayores empresas de la Humanidad, pero no es así. También hubo un tiempo en el que las civilizaciones egipcias, etíopes, malienses y zulúes irradiaron a la Humanidad con sus avances, su sensibilidad y sus anécdotas. De eso nos habla Johari Gautier con una prosa elegante, fina y precisa, que nos traslada a cientos de años sin el mínimo problema. Qué experiencia tan interesante ponerse en la piel de Hatshepsut, la mujer faraón que 1500 años antes de Cristo logró marcar la historia de Egipto, y sentir el poderío de una mujer excepcional en los tiempos de los Grandes Dioses. Qué delicia seguir los pasos del intrépido Sundiata Keita (fundador del Imperio de Malí), entender el orgullo de Menelik II, la diplomacia de Chaka Zulú y Kanka Moussa. También produce un extremo placer descubrir la sensibilidad de Abubakari II, ese emperador pacifista cuyo empeño se resumía a cruzar el mar dos siglos antes de Cristóbal Colón. Por su magnanimidad y su excelencia, todos estos personajes vienen a agregarse a las tan famosas figuras de las últimas décadas como Nelson Mandela y Patrice Lumumba, y a consolidar esa imagen dinámica y sabia de un continente que desconocemos. Más allá de África, el autor no se olvida del pueblo africano de las Américas, víctima de una trata negrera devastadora, y consagra unos relatos preciosos a la memoria de Domingo Biohó (rebelde afrocolombiano), el audaz Toussaint Louverture o el maravilloso Martín Luther King. Con estos cuentos, Gautier Carmona nos recuerda que el pueblo africano ha seguido un camino largo y tortuoso para la igualdad y el reconocimiento de su dignidad. A través de esta lectura placentera, que rezuma sensibilidad y nuevas emociones, que abre corazones y agudiza la vista, el lector puede acercarse a un continente cercano y maravilloso que, sin lugar a dudas, volverá a brillar y ser una referencia. Para los amantes de África, este libro será la confirmación de que su amor está basado en un sentimiento sólido y fructífero. Para los que descubran al continente negro, la pasión será tan deleitable como la calidad literaria de la obra. Juan Antonio Domínguez Johari Gautier Carmona (1979) es un escritor y periodista franco-español nacido en París (Francia). Actualmente reside en Barcelona, ciudad central dentro de su creación literaria, tras una estancia de varios años en Inglaterra. Ha publicado en 2009 su primera novela El Rey del mambo (Ediciones Irreverentes, Madrid, 2009) y en 2010 el libro Cuentos históricos del pueblo africano. Colabora asiduamente en distintos medios de comunicación y ha sido galardonado con varios premios literarios.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Mar Martín Martín nos habla sobre el poema infantil 'Daniela', de Ana Tortosa, ilustrado por Ester Sánchez

El pasado mes de enero se presentó en la librería El Búho Lector de Oviedo Daniela, poema de la escritora Ana Tortosa con ilustraciones de Ester Sánchez, una de las fundadoras de la Editorial Pintar-Pintar, especializada en literatura infantil desde el año 2005. Aquel día lluvioso y frío, Daniela miraba la gente pasar desde el escaparate. Su sonrisa parecía decir: “-¿Por qué no entras? ¿A qué esperas? Tengo muchas cosas que contarte y muchos colores que enseñarte”. Cómo decirle que no. Entré. Resguardada de la lluvia y con el calor que dan los libros, escuché unos versos llenos de color: Daniela es verde. Daniela es azul. En 1910, el pintor ruso Kandinsky sacaba a la luz De lo espiritual en el arte. Según el artista, los colores producen sensaciones en las personas porque la vista está en relación con los demás sentidos. Si mezclamos dos de los colores primarios como son el azul y el amarillo, tendremos como resultado el verde. Este color produce en el pintor expresionista una sensación de tranquilidad y serenidad, recordándole a una vaca gorda paciendo en el prado. Daniela me recuerda el olor de la yerba recién segada, la tierra fértil llena de deseos y esperanzas, como los versos del poeta Miguel Hernández: He poblado tu vientre de amor y sementera, he prolongado el eco de sangre a que respondo y espero sobre el surco como el arado espera: he llegado hasta el fondo. Daniela es la canción del ecologista, la niña mimada de los árboles, quienes, meciéndola en sus cañas, le cuentan al oído los secretos del bosque. Daniela es azul, sinónimo de calma y tranquilidad. Como el mar, como el canto de las sirenas, como la memoria de los veranos, como el beso y la caricia. Daniela es viento. Daniela es sol. Daniela es semilla… A Daniela le gustan los charcos para dibujar estrellas y besos con sabor a limón. Y bailar con seres fantásticos que echan fuego por la boca y tienen tesoros escondidos en las cuevas, según las leyendas de mi tierra: Juega a imaginar que fue princesa en un país de hielo y de metal. Juega a imaginar que se ha escapado y ahora vive contenta en mi ciudad. Porque Daniela es la infancia, la alegría, los sueños, la fantasía… Daniela es como quieras imaginarla tú. Mar Martín Martín, licenciada en Filología Española y responsable de la Biblioteca Virtual Mª Josefa Canellada Ana Tortosa (Santander, Cantabria, 1962). Escritora de literatura infantil con especial dedicación al álbum ilustrado. Ha publicado los cuentos Anuska (Premio Concurso Nacional de Cuentos Infantiles, Asociación Cultural Tertulia Goya, 2002 y 2006), Daniela (álbum ilustrado por Ester Sánchez, Consejería de la Presidencia del Principado de Asturias, 2005), Desde mi ventana (álbum ilustrado por Cristina Müller, Anaya, 2006), Un par de alas (ilustrado por Lucía Jalón, Edelvives, 2009), De otra manera (álbum ilustrado por Mónica Gutiérrez Serna, Thule, 2009), Daniela (álbum ilustrado por Ester Sánchez, Editorial Pintar-Pintar, 2009). Y pendientes de publicación: Como antes (ilustrado por Jacobo Muñiz, Edelvives), Con las manos vacías (álbum ilustrado por Cecilia Varela, OQO) y Dentro de mí (álbum ilustrado por Mónica Gutiérrez Serna, Thule). Ester Sánchez, desde muy pequeña, ha jugado con lápices y pinceles, observando y dibujando todo lo que le rodeaba. Actualmente se dedica a ilustrar y editar libros infantiles. Es socia fundadora de la Editorial Pintar-Pintar y colabora con el Museo de Bellas Artes de Asturias en la realización de su programa de experiencias educativas para niñas y niños. Ha ilustrado más de diez libros de diversos géneros y tiene varios premios como ilustradora.

lunes, 25 de enero de 2010

Juan Manuel de Prada nos habla sobre su nuevo libro 'Lágrimas en la lluvia. Cine y literatura'

Lágrimas en la lluvia. Cine y literatura, de Juan Manuel de Prada (Ediciones Sial, Madrid, 2010). Hace quince años casi que empecé a colaborar en la prensa, los mismos que llevo viviendo de la pluma. Siempre concebí mi vocación literaria como una "pasión de cercanías"; y eso me ha empujado a deshojarme en multitud de artículos que un día se leen y al día siguiente sólo sirven para envolver el pescado. El replicante de Blade Runner decía, en el memorable monólogo final de la película, que los recuerdos son "lágrimas en la lluvia" que se pierden para siempre, cuando se extingue quien les presta sustento con su memoria; y esta condición efímera y quebradiza de los recuerdos puede predicarse, desde luego, de los artículos que entregamos a la prensa, literatura volandera que, apenas entrevista, sucumbe al voraz e igualatorio olvido. Aunque no lo confiesen, a la mayoría de los escritores los guía un anhelo de perduración (no escribiremos inmortalidad, por no ponernos demasiado estupendos); pero cuando escribimos en periódicos ni siquiera nos alienta ese vago e improbable consuelo: sabemos que lo que hoy multiplican las imprentas o distribuyen instantáneamente los canales informáticos acabará, irremisiblemente, amontonado en los pudrideros de la incuria. Así y todo, seguimos deshojándonos en cientos o miles de artículos, como quien se da cabezazos contra un muro que ni siquiera se inmuta; y no lo hacemos tan sólo por ejercitar la muñeca –hay quienes sostienen, con Valle, que la colaboración periodística "avillana al estilo"–, ni siquiera por necesidad alimenticia. ¿Por qué entonces? Pues sospecho que por la misma razón que la mariposa alza el vuelo espléndido de sus alas que mañana mismo se apagarán; por la misma razón que la flor abre a la luz sus pétalos que mañana mismo se marchitarán: porque está en nuestra naturaleza, porque de algún modo misterioso en esos retazos de escritura urgente, tal vez premiosa, tal vez aturullada, está condensado nuestro designio. A Ruano, en cierta ocasión, mientras convalecía de una enfermedad en un hospital, la monja que lo cuidaba le reprochó que pusiera en peligro su recuperación emborronando nerviosamente unas cuartillas que tenía que entregar al periódico; y Ruano se defendió así: "Hemana, ¿es que no se da cuenta? Yo soy escritor, como usted es monja. No lo puedo evitar". No lo podemos evitar, es superior a nuestras fuerzas. Escribimos por imperativo biológico; y tal vez, incluso, por encomienda divina. Y resistirnos a hacerlo es propósito estéril, tan estéril como el de Jonás, cuando trataba de escaquearse de aquel mandato de Yavé: "Levántate y ve a Nínive". Este imperativo se hace especialmente aflictivo en el escritor de periódicos, al que le ocurre lo que Julio Camba dejó testimoniado en un memorable artículo: está viajando en tren y desde la ventanilla avista a una vaca pastando en un prado; el viajero normal puede entregarse entonces a ensoñaciones bucólicas, pero el escritor de periódicos inmediatamente empieza a maquinar cómo podría introducir esa vaca pastueña en su próximo artículo. Todo lo que vivimos, todo lo que pensamos, todo lo que discurre ante nuestros sentidos, todo lo que inquiere nuestra inteligencia se convierte ipso facto en materia prima –si se quiere informe, deslavazada, caótica— para el próximo artículo; y cuanto más vivimos, cuanto más pensamos, cuanto más nos inquiere o estimula el incesante mundo, más deseos apremiantes tenemos de volcar nuestras fugitivas impresiones en un artículo. Se trata, simple y llanamente, de una manera de estar y, sobre todo, de ser en el mundo; y contra lo que somos vano empeño es rebelarse. Yo soy, entre otras cosas (y tal vez más que ninguna otra cosa), un cinéfago insomne y un letraherido impenitente. Borges concebía el paraíso bajo la especie de una biblioteca; y yo me atrevería a añadir que en ese paraíso soñado no debería faltar tampoco una sala oscura donde se proyecten sin descanso películas. Los libros y las películas han amueblado mi vida, haciéndola más habitable; y, desde luego, han sido mi cobijo, cuando el frío invierno, y también el frío infierno, me arañaban con su angustia. No hay desdicha, por inclemente que sea, que no se haga más llevadera si a mano tenemos a estos compañeros del alma; y no hay exultación que no se haga más vívida y perdurable en su compañía. Si por mí fuera, no haría otra cosa que escribir sobre libros y sobre películas, porque en ellos está la cifra del mundo; sospecho, sin embargo, que si cediera a esta tentación mis días como escritor en periódicos estarían contados, porque vivimos en una época entregada al ruido y la furia de las pasiones bárbaras. Pero entre tantas pasiones bárbaras siempre hallamos remansos para escribir sobre lo que nos importa, como en medio de nuestras vidas idiotizadas por la prisa hallamos una tregua para sentarnos a la amena sombra de una encina; y aun ocurre que, después de ese rato pasado a la sombra de una encina, ya no queremos regresar a esa vida idiotizada por la prisa, que de repente se nos antoja vida sucedánea y no verdadera. En estas Lágrimas en la lluvia que tienes entre las manos, curioso lector, se congregan un puñado de testimonios de mi pasión indesmayable por los libros y las películas, que comenzó siendo pasión deslumbrada en la infancia, se hizo pasión devoradora y un poco enfermiza allá en la turbulenta adolescencia y hoy es pasión gustosa y aquietada en las neveras de la madurez. Aparecieron originariamente en las publicaciones más variopintas –algunas ya tristemente fenecidas, como la benemérita revista Nickel Odeon–, pero sobre todo en el diario ABC y en la revista XL Semanal, que han sido los más hospitalarios y consoladores albergues de mis pálabras. Ahora, por empeño cordial de Basilio Rodríguez Cañada, estas Lágrimas en la lluvia encuentran otros ojos en los que copiarse: son los tuyos, curioso lector, tan codiciosos de tinta y de celuloide como los míos. Ojalá te sirvan para exorcizar el frío invierno. Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970). Vivió su infancia y adolescencia en Zamora y se licenció en Derecho en Salamanca. Sus dos primeros libros, Coños y El silencio del patinador (1995), obtuvieron el aplauso de la crítica. Tras sorprender con su primera novela, Las máscaras del héroe (1996) -Premio 'Ojo Crítico de Narrativa' de RNE-, un año después obtuvo el Premio 'Planeta' con La tempestad, novela que le procuró una gran proyección internacional llevándolo a ser seleccionado por la revista The New Yorker entre los seis escritores europeos más prometedores del momento. A las mencionadas obras siguieron Las esquinas del aire (2000) y Desgarrados y excéntricos (2001). Su novela La vida invisible (Premio 'Primavera' de novela 2003) fue distinguida, un año más tarde, con el Premio Nacional de narrativa. Con su última novela, El séptimo velo (2007) obtuvo el Premio 'Biblioteca breve' que concede la Editorial Seix Barral. Colaborador habitual de prensa, su obra periodística ha merecido también algunos de los premios más relevantes, como el 'César González-Ruano' o el 'Mariano de Cavia'. Sus artículos periodísticos han sido recopilados en obras como Animales de compañía (Sial, 2000) y, más recientemente, en La nueva tiranía (2009).

miércoles, 20 de enero de 2010

Antonio Castellote nos habla sobre el libro de relatos 'Amar en martes', de Angélica Morales

De Piel de lagarta, otro libro de cuentos de Angélica Morales, ya comenté lo que me había impresionado su desparpajo surrealista. Aquellos cuentos obedecían a metáforas verbales, su mundo era el de un ramonismo brillante y femenino. Los cuentos eran coherentes con su estética, que exigía constantes hallazgos poéticos, fugaces bengalas de palabras. No era, ni es, lo más habitual, entre otras razones porque exige un dominio del idioma y un oído demasiado bueno para que pueda sostenerse más allá de los márgenes del poema. Angélica Morales publica ahora Amar en martes (Editorial Certeza, Zaragoza, 2009), en la misma colección, 'Cantela', y otra vez todo el libro responde a una misma estética, pero en este caso es la apuesta estética contraria a la de Piel de lagarta. Digo contraria en un sentido estrictamente metafórico: si en aquel libro las metáforas nacían de las palabras, aquí nacen de las imágenes narradas, que suelen ser descritas sin más ornamento que la intensidad vivísima de su exactitud. Son dos formas diferentes de acercarse a la literatura. Esta segunda forma, la descripción objetiva de lo imaginado, no la imaginación verbal, me parece incluso más exigente, y por supuesto coherente con el tono general de lo narrado. Es imprescindible que el estilo cree la atmósfera necesaria para vivir lo que se nos cuenta. Es como el estado de ánimo de la historia. En el caso de Amar en martes se trata de una elegía, y los diez cuentos son imágenes distintas de un mismo motivo, sublimado en fábulas, destilado en escenas. Se trata de la pérdida de alguien cercano, de los muchos ángulos en los que pueden reaparecer, en ensoñaciones dulces o en pesadillas desasosegantes, los añicos del espejo roto. Pero la tarea de la ficción es no abordar el asunto en abstracto ni en la primera persona herida que lo lamenta, sino representarlo en cuentos independientes, en añicos con autonomía. Tampoco el dolor se manifiesta siempre con quejidos. A veces es una forma de mirar más cruda, o en la renuncia al cascabeleo de la trama. El narrador acompaña en el sentimiento, pero no se apodera de la ficción. Quizá por esto sean los cuentos que más me hayan gustado aquellos en los que la nitidez de día nublado es absoluta, la poda consciente, necesaria, y la intensidad provenga de la sencillez con que se enuncian los detalles y en su ritmo intenso, en su frío desasosiego. En este sentido, el relato central y el más largo de todos, ‘Rosas robadas’, es una pieza estupenda. Reconozco que a esas alturas ya había leído todos los cuentos, aparte de por el placer de lo bien contado, de lo bien resuelto, alérgico a cualquier cliché, fijándome en la proporción de piel de lagarta que aún quedaba en algunos de los cuentos, y que era como una alegría secundaria. Aun cuando la autora hila con habilidad los resultados de la trama, como en el cuento 'Aquella perra', el resultado estalla en un significado que no es sólo resultado de la pericia argumental, ciertamente diestra, sino más bien el reflejo del ánima, del dolor valiente que lo impregna todo. Incluso me atrevería a decir que hay un personaje que con diferentes encarnaciones marca la unidad del libro, la mujer hundida y salvada por sí misma, dentro de sí misma y sus ensoñaciones. La mujer a la que duele la intemperie, y sin embargo unas veces se arroja a ella, otras la padece y otras la silencia para siempre. En este catálogo de fragilidades no podían ensayarse relatos en forma de respuesta sino acaso en forma de pregunta. El realismo descarnado no es cualquier imagen del mismo modo que una buena fotografía no es cualquier parte de la realidad. Angélica Morales nos propone encuadres, situaciones concretas, escenas extirpadas de la continuidad y colocadas en la vitrina de los fenómenos. El ánima que les da vida es ese estilo riguroso, ese brillante ejercicio de constatación, narrado a la velocidad del desconsuelo. Angélica Morales. Escritora y actriz. Miembro de la Asociación Aragonesa de Escritores, forma parte de su actual Junta Directiva. Así mismo pertenece al comité de redacción de la revista de la AAE, Imán. Colaboradora del Diario del Alto Aragón y de la revista literaria Barataria, de la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro. Ha publicado, además, los libros Benedicto XIII, el papa Luna: El hombre que fue piedra (Delsan, Zaragoza, 2006), Piel de lagarta (Certeza, Zaragoza, 2007), Yakarta o La última zorra (El Atrapamundos, Zaragoza, 2007) y El duende de cristal (Ayuntamiento de Huesca, 2008).

miércoles, 13 de enero de 2010

Comentario del poeta Álvaro Muñoz Robledano sobre el libro de relatos 'La vida en Hermenauta', de Antonio Polo

Alzar una ciudad con palabras no es tarea nueva, sino que forma una de las más hermosas tradiciones de la literatura, desde tantos mitos del pasado hasta los laberintos en que atisbamos nuestro paisaje cotidiano. La vida en Hermenauta (Grupo cultural Ariadna, Madrid, 2005), de Antonio Polo, es un nuevo eslabón en esa cadena de sueños que invaden la vigilia y cuyos nombres forman parte del acervo de todo hombre de bien: Ilión, Comala, Armilla, Barataria, Macondo... Si el avezado lector cree que exagero, puede abrir las páginas del libro que ahora nos ocupa y adentrarse en cualquiera de los callejones que nos ofrece. Puede que sonría con suficiencia porque ha creído reconocer el artificio con el que Antonio Polo tramó tales edificios. Pocas líneas bastarán para que la sonrisa se congele, y desaparezca, y vuelva, cuando se muestren ante él los recovecos, los miradores y los patinillos de una ciudad imprevisible, cuyos habitantes están, realmente, a nuestro lado a la vez que desfilan ataviados con sus pompas extemporáneas o desnudos, declamando edictos medievales o colegueando en calorro puro, mintiendo y desmintiéndose como quien se desviste de su piel o como quien se ríe de la majestad que le ha correspondido en el reparto. Ciudad de palabras, ciudad y texto simultáneamente, a caballo entre los tiempos, en La vida en Hermenauta nos asalta el presente para que lo leamos en presente, para que el momento de la lectura sea el verdadero instante de la creación, al que Antonio Polo, conocedor como pocos de las palabras y de cómo ha de emplearlas el demiurgo, nos entra al mismo tiempo en que nos hace entrar en él. Hermenauta es verdad porque es escritura. Lo dudoso es el muro que me separa del frío y de la intemperie. Mientras tanto, Pedro Díaz del Castillo dibuja preguntas y relatos, dibuja el asombro del viajero que narra su propia historia como si asistiera a ella por primera vez... Antonio Polo González . San Fernando (Cádiz), 1957. Ha publicado también los libros Quince líneas (Ed. Tusquets)y Lavapiés (Ed. Ópera Prima). Es colaborador en varias revistas literarias y traductor del italiano. Ha sido finalista en varios premios literarios. Edita y dirige la revista Ariadna R-C.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Artículo de Joseph B. Macgregor sobre el poemario infantil 'De otra manera', de Ana Tortosa, con ilustraciones de Mónica Gutiérrez Serna

Hay días que parecen de oscuridad eterna, días de lluvia intensa y gris en los que uno cree que nunca escampará; horas que se hacen eternas; momentos en los que uno se siente solo, vacío y gris y piensa que esa enfermiza melancolía no remitirá jamás; atrapado en un callejón de tristeza de aparente sin salida.

Pero hay otros días en los que sientes que eres sólo luz, en que abres las puertas y ventanas y entra una brisa suave que acaricia y despeja las sombras, desterrando el silencio y los deseos de claustrofobia. Y las cosas se ven, se perciben, se sienten De otra manera (Thule Ediciones, Barcelona, 2009), de Ana Tortosa y con ilustraciones de Mónica Gutiérrez Serna, como le sucede a la pequeña protagonista de este álbum ilustrado.

De otra manera adopta la forma de bello poema sencillo y a la vez muy profundo en el que nos podemos reconocer tanto adultos como pequeños: los monstruos de la habitación cuando intentamos dormir se transforman cuando llegan la mañana en formas y colores que desprenden luminosidad y alegría; si hay días que nos sentimos solos o faltos de cariño, pronto aparecerá alguien que es capaz de aportarte el gramo de ternura necesario para sentirnos plenamente acompañados o apoyados. Y muchos sabemos que el vértigo depende muy mucho de la distancia o la situación del que mira, que sólo cuando descubrimos que no necesitamos apoyarnos continuamente en los demás para sentirnos bien es cuando por fin sentimos que hemos madurado y somos por fin absolutamente libres. A través de la superación de sus miedos y recelos, la niña ha aprendido a sentirse mejor, menos vulnerable, más segura de sí misma, igual que nos ha pasado a muchos de nosotros en algún momento de nuestra vida.

Las ilustraciones de Mónica Gutiérrez Serna apoyan el texto (versos muy breves) de manera excepcional, mezclando círculos rojos, papeles pintados, alternando tonos grises con colores luminosos; escenarios donde las sombras dan paso a las luces de acuerdo con el estado de ánimo concreto de la protagonista en cada momento de la narración.


Ana Tortosa (Santander, Cantabria, 1962). Escritora de literatura infantil con especial dedicación al álbum ilustrado. Ha publicado los cuentos Anuska (Premio Concurso Nacional de Cuentos Infantiles, Asociación Cultural Tertulia Goya, 2002 y 2006), Daniela (álbum ilustrado por Ester Sánchez, Consejería de la Presidencia del Principado de Asturias, 2005), Desde mi ventana (álbum ilustrado por Cristina Müller, Anaya, 2006), Un par de alas (ilustrado por Lucía Jalón, Edelvives, 2009), De otra manera (álbum ilustrado por Mónica Gutiérrez Serna, Thule, 2009), Daniela (álbum ilustrado por Ester Sánchez, Editorial Pintar-Pintar, 2009). Y pendientes de publicación: Como antes (ilustrado por Jacobo Muñiz, Edelvives), Con las manos vacías (álbum ilustrado por Cecilia Varela, OQO) y Dentro de mí (álbum ilustrado por Mónica Gutiérrez Serna, Thule).

Mónica Gutiérrez Serna es doctora en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid. Hasta el año 2000 trabaja exclusivamente como artista plástico, y desde entonces hasta ahora colabora regularmente con editoriales de literatura infantil y juvenil. Ha participado en los libros: Los enanos amarillos, Jostein Gaarder (Siruela, Madrid, 2007), Vecinos de cielo, ilustración y texto (Sieteleguas, Madrid, 2007), Si fuera…, ilustración y texto (Anaya, Madrid, 2007), El gran secreto de Oto, ilustración y texto (Sieteleguas, Madrid, 2008), Las cosas que guardo, ilustración y texto (Tàndem, Valencia, 2008), La vaca en la baca, José Luis Berenguer (Edelvives, Madrid, 2008), Pingoreta y el tiempo, Roberto Aliaga (Macmillan, Madrid, 2008) y La doble vida de las cosas, Jesús Carazo (Macmillan, Madrid, 2009). Ha recibido diversos premios por su labor como ilustradora y escritora de cuentos.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Artículo de Alejandro Lillo sobre la novela 'Dido. Reina de Cartago', de Isabel Barceló Chico

Dido, reina de Cartago (ES Ediciones, Madrid, 2009), de Isabel Barceló Chico, narra el periplo de la reina Dido y de un grupo de fieles seguidores que, para evitar una guerra civil, deciden abandonar la ciudad fenicia de Tiro y recorrer el Mediterráneo con la esperanza de encontrar un lugar donde empezar de nuevo. Es una magnífica novela de aventuras, un viaje iniciático por un mar inhóspito y desconocido con destino incierto. Es también una bella y trágica historia de amor, la que se establece entre la reina y Eneas, el mítico guerrero troyano. Sin embargo, el lector advierte desde el principio que la historia de la reina Dido no es una novela histórica al uso, que trasciende el género histórico y se convierte en algo más abarcador, más ambicioso. Dido, reina de Cartago acaba convirtiéndose en una reflexión sobre cómo se escribe la historia, sobre la arbitrariedad de los vencedores y cómo el olvido y la tergiversación de los hechos borran la memoria de los vencidos. Cuando escuchamos o leemos alguna referencia sobre la urbe norteafricana de Cartago es fácil que recordemos su enemistad con Roma y las guerras que enfrentaron a las dos ciudades por el dominio del Mediterráneo allá por los siglos III y II a.C. Nuestra visión de Cartago y los cartagineses está mediatizada por lo que los cronistas e historiadores romanos escribieron sobre ella. Cartago aparece como enemiga, como amenaza, como rival. Isabel Barceló nos propone que atendamos a una versión distinta, que escuchemos la voz de los cartagineses, de los esforzados hombres y mujeres que crearon de la nada la que con el tiempo se convertiría en la ciudad más importante del Mediterráneo. La autora nos acerca a aquel mundo olvidado con un ritmo ágil y seductor, sin espacio para el tiempo muerto ni el aburrimiento, a través de una prosa elegante y cuidada. Una novela fresca y optimista que mantiene atrapado al lector hasta su sorprendente final. Toda una delicia. Alejandro Lillo Isabel Barceló Chico (Sax, Alicante) es licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Valencia. En el curso 2004-2005 mereció la prestigiosa beca de literatura “Valle-Inclán” concedida por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Ha publicado numerosos artículos y relatos cortos en antologías y revistas de España y México, algunos de ellos siendo premiados en diferentes concursos. Ha publicado los libros Descubriendo tesoros: los museos de Valencia (Ayuntamiento de Valencia, 2002), Valencia (Editorial Everest, 2003) y ha sido coautora de Guía de Valencia y su provincia (Editorial Everest, 2007). Desde 2006 edita el blog literario Mujeres de Roma.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Comentario de Francisco Cenamor sobre el libro de relatos ‘La civilización y la nada’, de Miguel Ángel de Rus


Las casualidades tienen que ser por algo, aunque casi nunca sepamos por qué. El caso es que el mismo día que colgaba en el blog Asamblea de palabras una entrada sobre el nuevo poemario de Julio Santiago recibía uno de los libros de la colección Cuadernos del laberinto de manos de su editora, Alicia Arés. La primera casualidad estriba en que Julio Santiago ilustró el nº 4 de la colección, titulado Derecho de pasión y dedicado a Gloria Fuertes. La segunda, en que este otro número, el 6, se titula La civilización y la nada e incluye dos relatos de Miguel Ángel de Rus, escritor a quien tengo el gusto de conocer a través de Internet y con quien he intercambiado algunos mensajes. Actualmente conduce el programa literario de Radio Nacional de España Sexto continente.

   Dicho esto, paso a contar que Cuadernos del laberinto es una colección de pequeños libros de edición muy limitada, bellamente impresos, libros de coleccionista. Además de los citados anteriormente, han aparecido títulos como Crossing the bar, de Alfred Tennyson, Gratia plena y Versos para la Navidad, de Luis García Arés, y Altizaro, de Juan Miguel Domínguez Prieto.
   El que tengo en mi poder incluye el relato de Miguel Ángel de Rus Extraña noche en Linares, en el que su autor demuestra un gran conocimiento de las técnicas y temas que emplearon en su día los escritores románticos. Su relato recuerda, es inevitable decirlo, al raro ejemplar Manuscrito encontrado en Zaragoza, del polaco Jan Potocki, que tuve el gusto de leer hace años: sus aires de Las mil y una noches, sus bellas y aduladoras hermanas moras, sus ensoñaciones y ambientes fantásticos… Y no sólo eso, De Rus demuestra una gran cultura literaria, con referencias o imágenes tomadas de otros autores del pasado.

   El segundo relato, de narración más moderna, titulado Yo fui quien imaginó aquella escena de 451 Fahrenheit, nos introduce de manera muy original, a través de recuerdos de la película de Françoise Truffaut incluida en el título, en una atmósfera de desesperanza ante el modo de vida occidental actual. No me gusta utilizar este tipo de calificativos, pero, allá va: de magnífico se puede catalogar en este relato el cambio de narrador que nos traslada desde los felices momentos de revuelta que se respiraban durante el rodaje de la película, a la actualidad más descorazonadora.

   Creo, como lector empedernido de relato y novela, que Miguel Ángel de Rus domina bastante bien las técnicas narrativas. Pero si he de poner una pega, sería que sus personajes, cuando hacen análisis de la sociedad, pecan un poco de maniqueos: explotadores-explotados, élites-ciudadanos alienados… Es bueno, y necesario, que la literatura, cuando trata problemas sociales, se dedique a desentrañar la complejidad existente en dichos procesos. Pero, dicho esto, diré también que este aspecto, de pura opinión personal, no desmerece, en absoluto, la calidad de los textos que muestra este librito.

Francisco Cenamor

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lunes, 23 de noviembre de 2009

Artículo de Francisco Cenamor sobre la novela corta de Esteban Gutiérrez Gómez ‘El colibrí blanco’

Son muchas las maneras en que, afortunadamente, los narradores y narradoras han encarado su labor. Pero reconozco que en los últimos años siento debilidad por aquellas narrativas que huyen de la linealidad, que se componen de diversos retazos que, juntados todos (o sea, leídos hasta el final), recomponen la historia que el autor o autora pretenden contarnos.

Es el caso del largo relato (o novela corta, pues debe de estar en la frontera) de Esteban Gutiérrez Gómez que lleva por título El colibrí blanco (EH Editores, Cádiz, 2009). Y las fuentes de las que bebe la historia que nos cuenta son muchas para una narración tan corta, lo que da cuenta del trabajo que el autor ha realizado: momentos de la época en que suceden los acontecimientos que dan al relato su trama, momentos cuarenta años posteriores, cartas enviadas en el transcurso de esos años, documentos policiales y judiciales, una lista de nombres inscrita en un tonel de vino…

Y tantas fuentes para contarnos que Antonio, una especie de gurú castellano, recio y seguramente calado de boina, que encandila con su buen vino a una pandilla de amigos de postreras generaciones, tiene un oscuro pasado en el periodo en que aconteció la Guerra Civil española. Oscuro o quizá no tan oscuro. Salvador o villano, asesino despiadado o reo de las circunstancias, afortunadamente Gutiérrez Gómez no trata de convencernos de si es un personaje bueno o malo: añade complejidad al juego y deja que cada cual decida por sí mismo.

A destacar, aparte de lo amena de la historia, un lenguaje poético sumamente visual que parte, precisamente, desde el mismo título del relato. En el debe yo le pondría la falta de participación de dos personajes femeninos, de los que apenas se atisba a saber qué relación pueden tener con Antonio, y que uno hubiese deseado verlas intervenir con más decisión en la historia. Pero bueno, esa es una decisión personal del autor que, obviamente, no puede tener en cuenta los deseos de los lectores.

Como reza en el propio libro, Esteban Gutiérrez Gómez nació en Madrid hace más de cuarenta años. Baco, su dúplice y alter ego, surgió diecisiete años más tarde en los locales de ensayo de bandas de rock de la periferia. Sin saber cómo, algún tiempo después, fue tragado por la Literatura y apareció a este lado de la ficción. En la actualidad reside en Fuenlabrada (Sur de Madrid), es profesor de relato en escuelas de creación literaria y asesor literario de la revista dedicada al cuento Al otro lado del espejo. Ha ganado diversos certámenes a nivel nacional e internacional por sus cuentos y poesías. Su anterior libro, El laberinto de Noé (Ediciones La Tierra hoy, Madrid, 2008), es una apuesta por la Literatura sin concesiones.

Francisco Cenamor

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Artículo de Francisco Javier Illán sobre la novela infantil 'En busca del tesoro del Rey Abú', de Fátima Fernández Méndez

Si la ilusión se pierde, siempre hay que recuperarla”, le aconseja Kyron a Miquel casi al final de esta novela, casi un cuento de fantasía, misterio e ilusionante aventura, donde, como es signo de la colección La Osa Menor de Editorial Edimáter, prevalecen los valores humanos en una historia protagonizada por Miquel, un niño de nueve años soñador, lector y escritor, adjetivos todos ellos que pueden integrarse en el primero, pues uno debe ser un soñador para que le guste escribir y leer. Miquel, que también es un aventurero, explora la playa desde el primer día de las vacaciones, con su detector de metales. Conoce la leyenda del tesoro escondido en esa misma playa, que perteneció al rey Abú, quien era reconocido por su bondad, pero también por su valentía. La de buscar tesoros era una de sus aficiones preferidas, pero si alguien le preguntaba qué deseaba ser de mayor, su respuesta era siempre la misma: “yo quiero ser escritor”, y escribir, escribía. Llevaba en un diario todo cuanto le sucedía, pero por encima de lo demás, sus sueños y pesadillas. Y no será con el detector de metales con lo que descubra el tesoro del rey Abú, sino gracias a lo poco que recuerda de un sueño: “Al fin y al cabo es mi sueño (...) y yo creo que cada día es una ocasión para descubrir emociones nuevas” (pág. 27). Y sin dudarlo se adentrará en el reino del rey Abú, para descubrir que si su reino “desapareciera, una enorme desgracia ocurriría en el mundo del que tú procedes. Vuestra vida cambiaría hasta tal punto de no hallar jamás la felicidad”. (pág. 64). Una misión que se nos antojará demasiado grande para Miquel, quien se preguntaba así mismo “¿de qué podría tener miedo un hombre mayor?" (pág. 23) y quien, además, estaba convencido de que “hablando se pueden solucionar todos los problemas” (pág. 69). Él es el elegido, porque sólo un niño como él, que ame “los sueños tanto como los amas tú, que tuviera la inteligencia necesaria para encontrar mi tesoro más apreciado, mi reino, y el valor para enfrentarse a Kyron” (pág. 71), sólo un niño como él podría salvar el reino de Abú y, con él, nuestro mundo. Fátima Fernández Méndez nos hará acompañar al niño de nueve años en su misión, y nos desvelará algunas cosas sobre el origen del mal en este bello cuento. Francisco Javier Illán Fátima Mª Fernández Méndez, (Puerto de Vega, Asturias, 1972) Licenciada en Bellas artes en la Universidad Castilla La Mancha, es docente de secundaria y articulista habitual en el periódico La Nueva España. Ha sido finalista y ganadora en diversos premios internacionales. Su nombre está incluido en antologías tanto en Europa como en América. Sus cuentos han sido traducidos al inglés, italiano, francés, portugués, alemán, gallego, valenciano, euskera, asturiano. Títulos publicados: Kepín vuela por primera vez (Ediciones Sieteleguas), Mapi, la alegre locomotora de vapor (Editorial Sieteleguas), Nora, la niña de sal (Editorial Pintar-Pintar); próximamente Nela Editorial Edimáter, Germán, el pequeño submarino (Editorial Edimáter), Floro, el globo aerostático (Editorial Edimáter).

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Jordi Gol Corzo nos habla sobre la novela 'El golfo de los Poetas', de Fernando Clemot

El golfo de los Poetas (Barataria Ediciones, Barcelona, 2009) discurre paralela a dos ejes temáticos principales: la memoria y el absurdo existencial. Leo Carver es una figura lúcida que, lejos de aceptar la ausencia de sentido de la vida, se enfrenta al mundo desde una actitud trágica, a través del exceso alcohólico, sexual y social, aún sabiendo que su lucha ante el vacío está condenada al fracaso. Buscando algo que justifique su vida, se embarca en un viaje en busca de una memoria imposible. Incapaz de retener sus recuerdos recientes, lo que le obliga a apuntar todo en una libreta, trata de dar un mínimo sentido a su vida reconstruyendo un momento fundamental de su trayectoria vital a través del contacto con lugares y personajes del pasado. Pero su visión deformada de la realidad se interpone constantemente y crea una historia distinta, una realidad subjetiva que se impone a la objetiva, creando un escenario paralelo, más real si cabe para la torturada mente de Leo Carver. De esta forma, y a través de una singular interpretación de la novela memorialística, ya que se organiza en una compleja estructura –instalada en el tiempo subjetivo de la geografía mental del protagonista- de fechas, vivencias y anotaciones en las libretas, el punto de vista de Leo Carver lo invade todo y nos cuenta su propia realidad a través de su personal hermenéutica de los acontecimientos. El personaje se constituye en centro de la novela y de él emana la narración. De ahí que el lector, seducido por la personalidad de Carver, se deje arrastrar, llevado por su percepción del mundo, pero manteniendo siempre una sombra de duda, de sospecha de que es más la voluntad de Carver la que impone los hechos que estos por sí mismos. Dentro de este contexto Carver se exhibe a sí mismo como un ser torturado, en lucha constante contra un absurdo existencial que no comprende y que se niega a aceptar. Un personaje de tragedia clásica en busca del error trágico que lo condujo a su caída, pero mantiene una dignidad titánica en su particular descenso sin retorno a los infiernos. Un personaje cuya talla moral no viene dada por sus obras y sus actos (que más bien resultan amorales) sino por su capacidad de rebelión ante lo que cree absurdo, aunque sepa que esa rebeldía sólo le va a conducir al desastre. Todo ello narrado con un estilo personal, de una coherencia impecable con hallazgos tan fascinantes como los “conceptos-bisagra” (conceptos que abren puertas a otros) y con un fino manejo de la ironía que alcanza todo su esplendor en la parte final de la novela. Jordi Gol Corzo Fernando Clemot nació en Barcelona en 1970 y es escritor y editor. Su trayectoria literaria se había centrado hasta el momento en el relato corto habiendo obtenido una veintena de premios entre los mejores de la modalidad como el 'Kutxa Ciudad de San Sebastián' 2006, el premio de la revista Barcarola en 2002, el 'Art Nalón' en 2003 y los premios 'Villa de Guardo', 'Ciudad de Hellín', 'Villa de Benasque', 'San Isidoro' y 'Ciutat de Viladecans' en dos ocasiones. Otras narraciones del autor han sido también publicadas al quedar finalistas de premios como el 'FUNCAS (Hucha de Oro)' en los años 2004 y 2005, el premio 'Julio Cortázar' del Instituto Cubano del Libro en 2006, el premio 'Ciudad de Cádiz' en 2006, el premio internacional de 'La Felguera' en 2004 y el premio internacional de la UNED en 2003. Ha publicado, junto a Klaus Zilles, el recopilatorio En la frontera: I migliori racconti della lettaratura chicana (Gran Vía Edizioni, Milán, 2008) y el libro de cuentos Estancos del Chiado (Paralelo Sur Ediciones, Barcelona, 2009). Colabora también en revistas literarias como Quimera, Barcarola, Literaturas, Paralelo Sur, La Jiribilla, El Otro Mensual y La Siega. El golfo de los Poetas es su primera novela y fue finalista de los premios 'Ateneo de Sevilla' y 'Ciudad de Logroño' en 2008.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Prólogo del libro de Harmonie Botella 'Cuento absurdo a la luz de la luna', por Orland Verdú

Harmonie Botella vuelve a la carga con su último libro de relatos en su lucha por despertar la sociedad del letargo materialista en que nos despeñamos el siglo pasado, y en el que continuamos más o menos hundidos. Para la autora —a la que el apelativo novel le viene ya pequeño—, éste es su sexto libro. Uno de los más redondos y polifónicos; tanto en prosa como en temática.

Con Cuento absurdo a la luz de la luna (Mandala & LápizCero Ediciones, Madrid, 2009), la autora crea un espacio narrativo de confesiones a media voz en el que —bien en primera persona, bien en tercera— la vida de los personajes discurre nítidamente a la luz del astro nocturno. Son cuentos que son vidas y vidas que parecen cuentos por su absurda realidad. Nuestra vida se ha vuelto lunática, deforme. Y así sus personajes son presa del fado, de su propio destino, construido sobre decisiones forzadas, en las que el libre albedrío es un lujo al que pocos pueden aspirar. A menudo, a través de la vida, nos volvemos autómatas. Nos alienamos al sistema y a la imagen lunática de nosotros mismos. Y la propuesta de la escritora es mostrarnos esta elección. Denunciar la sociedad y hacernos más conscientes de nuestra capacidad para elegir a pesar de los condicionamientos sociales.

El mosaico de personajes dibujado en este libro de 23 relatos es el retrato de la fauna humana que sobrevive en los vericuetos de nuestra sociedad. Personajes apedazados, reconstruidos, supervivientes o tótemes caídos en su propio vórtice. Muchos de ellos son carne trémula para el voraz fuego del sistema capitalista o para el destino inefable que se levanta ante ellos, convirtiéndolos en víctimas o verdugos. ¿Qué más da el papel? La mayoría de los personajes de Harmonie Botella son esclavos. Bailan la danza que les ha asignado el dedo invisible de quienes manejan la maquinaria capitalista, claveteada y no en pocos apuros en estos momentos.

Historias de personajes que parecen reales, y que —pondría la mano en el fuego— son resultado de un exquisito proceso de literaturización de la realidad: historias ficticias a partir de seres humanos de carne y hueso. La autora es una genial observadora y, como buena escritora, sabe destilar el licor de las historias individuales y ficticias para levantar sus cuentos y, de paso, zarandear nuestras conciencias.

Y mejor será que el lector lo sepa desde el principio, porque está ante un libro de denuncia social. Y es que Harmonie Botella es de esa raza de escritores que luchan por sus ideales. Su vida y su obra son un ejemplo de su naturaleza rebelde, y su arma es el verbo y la poesía, pero también la acción social. Botella es fundadora de la Asociación de Nuevos Escritores de El Campello (ANUESCA), que organiza un encuentro de escritores y poetas anualmente; y es además activista en la Asociación Española de Afectados por Cirugía Refractaria y de la ong Lápices. Es una mujer efervescente y tenaz, que persiste en su compromiso con la sociedad que le ha tocado vivir y que no escatima esfuerzos ni en su vida ni en su obra para crear un mundo mejor.

Orland Verdú

martes, 1 de septiembre de 2009

Capítulo prólogo de la novela de Nieve Andrea 'Oriol. La gran migración'

Título: Oriol. La gran migración.
Autora: Nieve Andrea.
Lugar y fecha de edición: Madrid, 2009.
Editorial: Mandala Ediciones.

La tormenta había estallado simultáneamente en todo lugar conocido. Ahora iba en serio; la Naturaleza, maltratada durante toda la Historia, no perdonaría una vez más la necedad humana; tres bombas de aquellas seguidas, tras la sequía y la atmósfera anegada de humo, eran más de lo que el planeta podría soportar sin desencadenar la sacudida final. A diferencia de lo que venía ocurriendo en los últimos meses, hoy se presentía que la torrencial tormenta eléctrica duraría indefinidamente... Hacía ya bastante tiempo que las estaciones no eran estaciones, ni el aire podía respirarse hondo con placer, pues si uno así lo hacía, la contaminación química le abrasaba la garganta. El cáncer y el Alzheimer, amén de otros muchos males, se habían hecho comunes; lo normal era tomar mil tipos de fármacos acompañando el desayuno, y otros tantos de postre. Se consideraba "salud"; enfermedad era solamente cuando uno ya no salía del hospital. Sólo los más ancianos recordaban haber respirado con comodidad, y haber vivido en un mundo aún sin fiebre; conservaban de ello una desgastada memoria que había perdido el color hacía mucho.

Todo esto lo recordaría Oriol, décadas después -cuando el tiempo ya no existiera-, como una remota pesadilla cuyo fin tuvo suerte de presenciar; pero hoy sus asombrados ojos azules de niño miraban atónitos lo que parecía el fin de la civilización. Nunca lo había visto todo tan oscuro. En torno a su casa aún se tenían en pie algunos edificios, bloques de pisos del mismo tono gris que el aire y que el cielo, igual de cuadriculados e impersonales que las mentes de quienes los habían ideado, con el único propósito de guardar en ellos máquinas humanas que sirviesen al sistema. Unos pocos de estos armarios de hormigón habían quedado ilesos tras los bombardeos en el último ataque de la eterna guerra por el agua potable. El resto del barrio, y de la ciudad entera, se veía cariado por doquier; un infinito desierto ahora inundado por el creciente fango que iba anegándolo todo.

Entonces lo sintió con fuerza; era la llamada.

Escrito en lo más antiguo de sus genes, de su memoria física e incluso atómica, aún bullía la Sabiduría milenaria; allí estaba TODO, y Ello fue lo que habló: debía partir inmediatamente. Eran unas ganas incontrolables de caminar en una dirección determinada, que tiraban de él desde la zona de su corazón y su estómago, un revolverse allí dentro que, como si se tratase de fuerzas invisibles, a un tiempo le producían una alegría infinita y una sensación de incomodidad al no moverse a su favor.

-¡Mamá, vámonos!- gritó de pronto, saltando de su puesto de observación en la ventana-. ¡Debemos partir ahora mismo! ¡Es la última esperanza!- Respiraba como si acabase de correr al límite de sus fuerzas.
-¿Qué dices, cariño?- ella lo sentó sobre sus rodillas; en medio de su estrés, solía tomar crucigramas y sentarse a rellenarlos enfrente del televisor que, hora tras hora, bombardeaba al público con las noticias más espeluznantes-. ¿Adónde quieres ir, y además con esta tormenta? Bastante tendremos con sobrevivir si vuelven a atacar los chinos...
-O los ingleses- replicó su padre-. ¡Esto es un caos, ya no puede ser! ¿Qué clase de mundo es éste? ¿Qué vida estamos viviendo?- estalló-. ¡Vamos a morir todos!
-Por favor, Marco, no digas esas cosas delante del niño...- sollozó la mujer. La situación se repetía con demasiada frecuencia últimamente, y Oriol, a sus ocho años, había asumido ya que probablemente no viviría para contar su infancia; que probablemente no habría futuro en la raza humana. A todo se acostumbra el hombre, y Oriol lo vivía como una parte más de su vida, que de todos modos no desentonaba mucho en su matiz grisáceo y oscuro.

Sin embargo, aquel fuerte impulso negaba sus convicciones. Había una salida, pero no la comprendía. ¿Adónde ir, si toda la vida en el planeta desaparecería antes de que pudiese hacer nada por escapar?

Dejando a sus padres en su drama, se sentó de nuevo pensativo, mirando la lluvia caer, y al viento hacer volar las cosas entre violentos destellos eléctricos azotando cielo y tierra. Al fin y al cabo, ¿qué significado tenía todo aquello? Los mayores estaban locos... Pero debía llevarse consigo a sus padres y a la abuela; no podía dejarlos allí a merced de lo que ocurriera. Safo seguro que iría con él; su eterna compañera, una enorme perra negra como su propio pelo. Y habría puesto la mano en el fuego a que el animal había percibido hacía tiempo la llamada.

martes, 18 de agosto de 2009

Ángel Guinda nos habla del libro de relatos 'Tienes una cabeza apuntando a tu pistola', de Ezequías Blanco

Tienes una cabeza apuntando a tu pistola (Huerga & Fierro Editores, Madrid, 2009 ) es un título arrebatador, sorprendente, cargado de talento y de emoción, cuyas expectativas gratifican al lector. Los relatos agrupados en este libro han sido escritos con una deslumbrante y ágil claridad de forma, densa inmediatez de tema e intensidad mantenida; rasgos que atrapan la atención del lector y le arrastran a empaparse de un mundo, a la vez, mágico y real. Humor, ironía, tensión narrativa, lirismo, topónimos, onomásticos, contundente perfil de personajes desaforados, fuerza y autenticidad de las experiencias contadas, sabiduría popular y culta en el medio rural o urbano, hacen de estos relatos una verdadera joya literaria; y de su autor, Ezequías Blanco, un maestro del género. Ángel Guinda

martes, 14 de julio de 2009

'El porvenir del español en el Sahara' y 'Delicias saharauis'



Categoría: Ensayo
Subcategoría: Humanidades
N° de páginas: 155
Tamaño: 150x210
Precio libro: 12€ Precio Ebook: 2,50€

Este estudio sobre la situación del español y la literatura saharaui en este idioma supone un punto y seguido para dar a conocer la historia y la realidad actual de la lengua de Cervantes en la antigua provincia española. El idioma español se extiende hoy por todo el planeta; es la segunda lengua más importante del mundo y la tercera más hablada. Hace más de un siglo llegó al Sahara Occidental. Allí engendró raíces, asentó bases de convivencia y dejó un indestructible legado para el pueblo saharaui. En este estudio se recoge cómo fue la implantación del español durante la época colonial y su situación actual en los campamentos de refugiados y en las zonas ocupadas. El español es hoy en día para los saharauis lengua de resistencia frente a la ocupación, y además es el idioma de la cooperación y un pilar fundamental para la diplomacia saharaui.

Otra vertiente del libro es una completa investigación sobre la literatura saharaui en lengua española, desde aquella generación de universitarios en los años 70 que realizaron los primeros relatos y poemas en español de los que se tiene constancia, hasta la actual Generación de la Amistad. Este libro nos acerca así a una literatura singular, escrita en español pero de fuerte raíz saharaui, una literatura heterogénea.


Autora: Conchi Moya

Categoría: Narrativa
Subcategoría: Relatos y cuentos
N° de páginas: 208
Tamaño: 150x210
Precio libro: 12€ Precio Ebook: 2,50€

En este libro, de intenso sabor saharaui, se habla sobre tradiciones, geografía, historia, narrativa y se evocan las esencias saharauis. Expresa un deseo de conocer una cultura honda, mágica y verdadera que merece ser conocida. Fatimetu es una joven saharaui que vive fuera de su tierra. Su jaima de Madrid será escenario de agradables tardes de tertulia en las que la joven desgrana con nostalgia historias de su tierra arrebatada. Los nómadas, el desierto, los valientes viajeros, la fundación de las ciudades, las tradiciones, las zonas ocupadas, las islitas mágicas del sur y las leyendas sobre sirenas y cautivas. Historias del exilio, la cárcel y la guerra, sobre la superación de un pueblo que lucha por recuperar su tierra y por que no le arrebaten su identidad.

De él han dicho: "Este es el lugar por donde pasearías, una maravilla por donde se debe ir alguna vez. Es uno de aquellos rincones por donde encuentras las esencias de todo aquello por lo que luchas. Es como aquella librería a la que irías si buscaras un libro muy especial”, Toni Guirao.

miércoles, 24 de junio de 2009

Dos libros sobre el Sahara: 'Estudios saharianos', de Julio Caro Baroja, y 'El imperio desierto', de Ramón Mayrata

Calamar Ediciones. Colección: Sgarit Biblioteca del desierto, nº 1. ISBN: 978-84-96235-28-1. PVP: 40 euros. Páginas: 592. Formato: 16 x 23 cm. Encuadernación: Cartoné al cromo con sobrecubierta En el invierno de 1952, cuando se encontraba en Oxford, Julio Caro Baroja recibió la propuesta de realizar un trabajo de campo etnográfico en lo que entonces se llamaba el Sahara Español. Partió en noviembre de ese año y permaneció en el territorio de Saguia El Hamra y Río de Oro hasta febrero de 1953. Fueron meses de frenética observación, en los que reunió valiosas informaciones en sus entrevistas con personalidades y eruditos del territorio, hilvanó genealogías y linajes, detalló la composición de las tribus y familias, precisó la terminología geográfica, trazó mapas y esquemas e intentó comprender más problemas que pueblos, en la senda de Evans-Pritchard. El resultado fue este libro, publicado en 1955, que sigue siendo una excepcional monografía sobre la cultura tradicional del Sahara Occidental, donde los propios saharauis han encontrado noticia inestimable de los usos y costumbres extinguidos o a punto de desaparecer de una sociedad que aspira a constituirse como una entidad nacional. Caro otorga a la tradición oral y a la memoria colectiva la categoría de fuente histórica. Aunque rehuye la generalización y nunca sobrepasa los límites de la interpretación histórica, el libro está lleno de intuiciones sobre el papel del linaje y de la solidaridad agnaticia en el orden social, la vida económica de las tribus, la construcción de la historia en las sociedades orales y el derecho de los nómadas regido por la costumbre. Quizás el capítulo más sugestivo es la fascinante biografía del Chej Ma el Ainin en el que analiza la función de los santones y la importancia determinante del mesianismo entre los nómadas; relata la epopeya de los sultanes azules y nos abre las puertas de Smara, la ciudad que lograron levantar en el desierto. Calamar Ediciones. Sgarit Biblioteca del desierto, nº 2. ISBN: 978-84-96235-27-4. PVP: 22 euros. Páginas: 392. Formato: 16 x 23 cm. Encuadernación: Rústica con solapas con sobrecubierta. Un joven antropólogo recibe el encargo de escribir la historia de un territorio lejano y exótico, del que existe escasa información, pues se encuentra velado por la ley de secretos oficiales. Sucede en los últimos años de la dominación colonial española del Sáhara. Cuando los saharauis se percatan de que se juegan su destino, abren las viejas maletas de piel y los cofres de plata donde guardan el legado de las tribus del desierto y ponen en manos del antropólogo manuscritos antiquísimos e ignorados, para que puedan ser presentados en el Tribunal de la Haya en defensa de su derecho a la independencia. Son muchos los que consideran esta obra la novela clave sobre el fallido proceso de descolonización del Sahara, la descomposición del mundo colonial y la epopeya del pueblo saharaui. Su tema es tan vasto como un sueño incumplido, como la memoria colectiva de un pueblo. A través de la mirada del protagonista, fascinado por el desierto y la enigmática cultura de sus moradores, Ramón Mayrata explora lo que pudo ver con sus propios ojos como testigo privilegiado en aquellos días de tensión extrema. Asistimos a la irrupción en los mapas de un pueblo ignorado, el inicio del movimiento de liberación y del Frente Polisario, los titubeos de la descolonización, la “Marcha Verde”, la traición, el éxodo, el comienzo de una guerra brutal, que aún no ha concluido. La memoria de un tiempo en el que saharauis y españoles combatieron juntos por un futuro en libertad. Por el desierto, que desafía a la realidad, la novela persigue la estela de tantos hombres y mujeres zarandeados por el destino, las huellas casi borradas de su devenir trashumante, los íntimos secretos de sus conciencias desconcertadas. Incluye un prólogo escrito especialmente por Ramón Mayrata para esta edición y se completa con el relato 'Aquel mendigo de la plaza Esbehiheh'.