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martes, 29 de agosto de 2017

Alicia Scherson lleva al cine el “El Tercer Reich" de Roberto Bolaño

Por Anna Marie de la Fuente
Variety.com, 08.2017


 
Alicia Scherson (Vida Familiar, Il Futuro) se une a la productora Isabel Orellana en Araucaria Cine para abordar el mundo masculino por primera vez en su segunda adaptación de una novela de Roberto Bolaño, después de Il Futuro, su adaptación al cine de Una novelita lumpen, del escritor chileno.

"La mayoría de mis películas han mostrado una perspectiva más bien femenina. Por esta razón, era un importante desafío para mí el sumergirme en el mundo interno de un hombre, en este caso, un hombre obsesionado con los juegos de guerra”, dijo Scherson.

Después de luchar con el guión durante un año, cambiar el título (a 1989) y el escenario original de España a Chile, logró que todos los elementos dispares encajaran en su lugar.

1989, nombre de la película se lleva a cabo en Chile durante la época de la transición, justo después de la dimisión del dictador Augusto Pinochet y antes de que se estableciera el gobierno democrático. “Es un momento de gran incertidumbre, el Muro de Berlín ha caído y 1989 se desarrolla en esa atmósfera, tal vez con un tono similar a El Inquilino de Roman Polanski o Barton Fink de los hermanos Coen”, dijo.

1989 gira en torno a un turista alemán, Udo Berger, que visita Chile con su novia. Berger está obsesionado con el juego de mesa "Ascenso y caída del Tercer Reich", del que es campeón en Alemania. Ambos comparten con una pareja argentina hasta que el muchacho argentino desaparece en el mar. Berger se queda en Chile para averiguar qué pasó, encontrándose en el intertanto con algunos personajes sombríos, liderados por el misterioso ‘Quemado’. Así, la historia "se convierte en un thriller psicológico, sin perder su humor", dice Orellana, quien agrega que el proyecto tiene un presupuesto inicial de 700.000 euros (823.000 dólares) "pero esto podría aumentar dependiendo del elenco internacional".

[...] Esta es la primera colaboración dirección-producción entre Scherson y Orellana, quien fue, curiosamente, estudiante de Scherson en la Universidad de Chile, donde Scherson es profesora asociada.
 





jueves, 29 de septiembre de 2016

Pedro Peirano reveló que trabaja en adaptación de "Los detectives salvajes"

Cooperativa.cl. 06.07.2016




El periodista y guionista Pedro Peirano en conversación con Cooperativa reveló que está preparando una adaptación de la reconocida novela de Roberto Bolaño: Los detectives salvajes. De hecho, partió asegurando que "es poco probable que sea una sola película. Sólo eso puedo decir, porque aparte de eso no hay tantos parámetros. Así estoy".

Aunque por otro lado se contuvo, advirtiendo que "no puedo decir mucho, porque está en proceso de negociación, pero la productora que la va a hacer es mexicana y el director también. La verdad es que yo no conocía la obra, así que me tuve que leer el libro. Leída la primera parte dices 'puta, qué fááácil'; pero llegas a la segunda y dices '¿cómo hago una película de esto?'. Así que ha estado duro, pero muy divertido. El inventar cómo esto podría ser una película".

Como la novela tiene una naturaleza muy particular, según Peirano la idea que cada uno tenga sobre de qué se trata la novela, definirá cómo hacer una potencial película. En ese sentido, sostuvo que "al final es como la pérdida de la juventud. Es algo que nos va a pasar a todos y tiene que ver con una serie de expectativas que tienes en la vida y qué es lo que pasa con ellas, cuáles se cumplen y cuáles no. Si es injusto echarle la culpa a la vida de que se cumplan o no".

"La gracia que tiene es que se salta la parte de al medio. (A los personajes) los ves en el pasado, después en el futuro, cuando son un desastre; y lo que te deja de contar, por eso es detectivesca la historia, es qué pasó entremedio para que estos huevones cagaran. Esa es la tercera parte", agregó.

Si bien aún se desconocen los detalles del proyecto, Pedro Peirano contó que la adaptación de Los detectives salvajes de Roberto Bolaño "tendría que ser bastante grande y tendría que ser filmada en gran parte en México, pero también en Europa, porque ellos se van para allá después".






jueves, 7 de abril de 2016

"Me atrae esta película porque conserva el espíritu de Roberto Bolaño". Entrevista a Rutger Hauer

Por Rodrigo González M.

La Tercera, Chile. 31.12.2011




Es un actor del mundo. Un holandés errante. Durante el 2011 actuó en 12 películas y sus rodajes lo hicieron viajar de Polonia a Canadá, de Sudáfrica a Indonesia y de Hungría a Italia, por ejemplo. Rutger Hauer, el actor holandés de 67 años, que en 1982 logró que su rostro amenazante, sus ojos celestes y su pelo platinado se hicieran mundialmente conocidos como el replicante Roy Batty en Blade Runner, ahora está en Chile filmando la parte final de la película El futuro, de Alicia Scherson. Y no es un filme más de la directora de Play. Por el contrario, se trata de su adaptación de Una novelita lumpen, de Roberto Bolaño.

"Para ser sincero, no tenía demasiada idea de qué era Chile antes de llegar a este proyecto. Pensaba que la música era lo más importante acá, como cuando uno va a Panamá y escucha y ve el ritmo por todas partes. Pero no. Es un país, por lo poco que he visto, de palabras y de literatura. Es una sensación, no lo puedo explicar. Sólo es lo que percibo", dice Hauer, que acaba de personificar al pintor flamenco Pieter Bruegel en The mill and the cross y al legendario cazavampiros Abraham van Helsing en Drácula 3D, del maestro del horror italiano Dario Argento.

"Ha sido uno de los años más duros de mi vida, muchísimo trabajo, pero al mismo tiempo uno de los más interesantes", dice mientras se reclina en una silla del salón de fumadores del Hotel Crowne Plaza, donde se alojará por el par de semanas que dure su parte en El futuro. En el filme, con estreno para el segundo semestre de 2012, interpreta a Maciste, un ex campeón italiano de fisicoculturismo y estrella de películas de cine B, que ya solo, viejo y ciego, recibe en Roma la compañía ocasional de la joven Bianca (Manuela Martelli).


¿Por qué se involucró en el filme?
Por cuatro básicas razones: la novela, el guión, la directora y los actores. La actriz principal, Manuela Martelli, es muy buena: lo he comprobado en los ensayos. Se esfuerza, no se toma nada a la ligera. Y la directora, Alicia Scherson, es talentosa, respeta la novela original y no trata de transformarla a su antojo. Y, en fin, la obra de Bolaño es notable: está escrita como en papel de lija. Es dura, áspera, sin concesiones. He tratado de buscar más novelas de él, pero como paso viajando me cuesta mucho ir a alguna librería. Esta, Una novelita lumpen, la leí en alemán, ni siquiera está en inglés.

¿Qué le interesa de su personaje, Maciste?
Bueno, el tipo está ciego. Es una suficiente razón para que ya tenga interés. Y es difícil de hacer: desviar la mirada de todo el mundo, de las cámaras, pero al mismo tiempo no lucir como un idiota es algo complicado. Eso me motiva. Espero crear un personaje que no se haya visto antes. Además, se trata de tener una relación con esta chica, con Bianca. Una conexión que empieza como meramente funcional y luego se torna más tierna, sin que eso signifique sentimentalismos, ni llantos, ni nada de esos recursos bajos. Si hay algo que no soporto es andar gimiendo en las películas. Eso es fácil: lo complicado es conmover con la justa emoción, con la templanza.

¿Qué recuerdos tiene de Blade Runner, la película que lo hizo conocido en 1982?
Blade Runner es una gran película y mi primera experiencia exitosa en el cine estadounidense. Estuvimos rodando cerca de cinco meses. La última escena, aquella en que mi personaje del replicante muere y le salva la vida a Harrison Ford fue curiosa: esa parte del guión tenía cerca de 25 líneas, pero para mí no funcionaba así. Era demasiada pompa, mucha ópera, sobraba texto. Para mí, el replicante sólo tenía que decir lo justo y aquello, a mi juicio, era: "Todos esos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia. Tiempo de morir". Afortunadamente, me quede sólo con ese diálogo. Pocas veces en la vida de un actor existe la posibilidad de crear un lazo tan fuerte con el guión. Con esa película lo hicimos.






jueves, 22 de mayo de 2014

La Roma sin porvenir de Bolaño: sobre “El Futuro” de Alicia Scherson



por Lucía Magi
La Tercera. 19.05.2013





La última obra que Roberto Bolaño publicó en vida es la primera que llega a la gran pantalla tras su muerte. Sucede justo a los 10 años de su desaparición, cuando hubiera cumplido los 60, de la mano de la chilena Alicia Scherson (1974), que con El futuro plasma en imágenes y sonidos Una novelita lumpen.

Tras una gestación de seis años, la cinta llega a las salas a principios de junio. El Salón Internacional del Libro que se celebra estos días en Turín y que este año tiene como país invitado a Chile, hospedó su exhibición en el marco de un homenaje al autor de Los detectives salvajes coordinado por la Dirac. Un estreno italiano para su obra ambientada en Roma.

“Suelo escribir los guiones de mi propio puño, dice la realizadora de Play y Turistas, pero con esta novelita, tan rápida, redonda y precisa como una aceituna, me pasó algo único: un enamoramiento súbito y definitivo. Me obsesioné con la idea de llevarla al cine”. Scherson viajó a Barcelona y cerró un acuerdo con Carmen Balcells, agente del escritor. Luego buscó financiamiento: la película es el resultado del esfuerzo conjunto de productoras en Chile (Jirafa), Alemania (Pandora Film), España (Astronauta) e Italia (Movimento Film). El plató de rodaje rebotó de la capital italiana a Colonia y a Santiago.

La ciudad del Coliseo y de San Pedro queda lejana e irreal. Scherson se detiene en las periferias, allí donde la ciudad se apaga en sus colinas; donde las arcadas del acueducto romano obligan a las calles, a los descampados, desguaces y soledades a serpentear y torcerse en parajes perfectos para novelas de Pier Paolo Pasolini. La magnificencia decadente de los foros es un telón de fondo que deja solos a los protagonistas, Bianca y Tomás, hijos de emigrantes chilenos, huérfanos apenas adolescentes. La pensión de orfandad no basta y ellos se hunden en un submundo de noches en vela, televisión basura, compinches marginados y sueños rotos.

En esta espiral que les atrae hasta el fondo, la muchacha acaba prostituyéndose. El cliente es un ex físicoculturista ciego llamado Maciste, que vive atrapado en un piso inmenso, en el recuerdo del título de Mr. Universo y de las películas peplum en las que actuaba; un hombre imponente como una “nevera rota” interpretado por un eficaz Rutger Hauer (1944), célebre por haber sido el replicante de Blade runner. Centran la película el físico grácil y la mirada obstinada de Manuela Martelli (Machuca). Su hermano es un joven actor italiano, Luigi Ciardo, así como los dos amigos Alessandro Giallocosta y Nicolas Vaporidis.

“Me emocionó ver la película. Creo que es muy intensa y respetuosa con lo que Roberto escribió”, comenta Carolina López, la viuda del narrador. “A este libro lo quiero de forma especial: es una hermana desamparada de su obra mayor. Fue también la única novela que Roberto hizo por encargo. La editorial Random Mondadori, en 2001, pidió a algunos de sus autores que escribieran breves cuentos ambientados en varias ciudades. A Roberto le tocó El Cairo, lo cual resultaba bastante complicado porque estaba muy enfermo y no quería viajar solo. Hizo que le cambiaran de destino y acabamos en Roma él, Lautaro con 10 años y yo, embarazada de Alexandra”. Carolina sonríe: “Comían cuatro helados al día y una gran cantidad de panini con rúcula, una verdura de la que ignoraba la existencia”.

El viaje transcurrió entre felicidades culinarias y familiares, pero el narrador no agradecía escribir por encargo y tardó un año más del plazo en entregar el libro: “Solía repetirme: si muero, le debo 800 mil pesetas a la editorial”, recuerda López.

Alcanzó a terminar Una novelita lumpen y a verla impresa. Pero pegó a las páginas el tormento que acompañó aquella creación. “La trama es lineal, plantea Scherson, los hechos siguen de forma fluida. El desafío fue embeber la película de aquella sensación alucinada y apocalíptica que Bolaño nunca describe explícitamente, sino que esparce entre palabra y palabra. Me di cuenta de lo banal que es el cine, que debe dar un color y una luz a todo, mientras la complejidad de la escritura permite ser alusivos”.

La frustración de un futuro que no sabe arrancar, atrapado en un universo mísero de valores y sueños llega potente de Bianca y Tomás, que no sonríen jamás y caminan mirándose los pies. En esa Roma de cartón piedra, lejana e inútil, el presente es cruel y el futuro no existe.









lunes, 10 de marzo de 2014

Figuras del futuro: Scherson lee a Bolaño

por Fernando Pérez Villalón
Revista Intemperie. 07.2013






Una novelita lumpen fue tal vez la primera novela de Bolaño que leí, no lo recuerdo bien. Ahora, viendo la película de Alicia Scherson “El futuro”, me doy cuenta de que es uno de mis textos favoritos suyos, tal vez precisamente por no ser su obra más importante o más característica (la propia directora ha comentado que sus textos más extensos y más conocidos serían imposibles de adaptar al cine). Algo después de leerla, escribí una pequeña nota sobre la extrañeza soterrada, la melancolía en sordina y la irrealidad sutil de tres novelas de Bolaño, entre ellas Una novelita lumpen, y ahora viendo la película me vuelven a dar vuelta algunos de esos temas.

Las críticas locales a la película no han sido demasiado entusiastas: Daniel Villalobos, en La Tercera, la considera “sin duda, inferior” a “Turistas”, por su carencia de “sugerencia” y “ecos emotivos”. Ernesto Ayala, en El Mercurio, le reprocha estar filmada con una “curiosidad contenida y clínica”, a causa de la cual “todo lo cálido, entrañable o interesante [de la historia de la relación entre dos hermanos] se diluye en la indiferencia de los personajes por su destino, en la imposibilidad de poner en escena emociones de ningún orden y en una luz fría que parece insistir en que vivimos en una sociedad donde los hombres no conocemos la piedad, la compasión ni el amor”. Es precisamente esa contención la que a mí me parece el mérito mayor de la película: contención al filmar Roma, una ciudad que en la película aparece como una extraña combinación de departamentos de clase media, sitios eriazos y ruinas grandiosas venidas a menos (niveles obviamente legibles como alegorías de los diversos tipos de personajes que pueblan la pantalla); contención en la manera de filmar los numerosos desnudos de Manuela Martelli (que la cámara registra con la misma falta de deslumbramiento estetizante con la que observa Roma, lo que en este caso les confiere una belleza fría y no sexualizada, pero curiosamente no desprovista tampoco de ternura –se nota en esto algo que podría ser una mirada femenina-); contención en la dirección de los actores, que no llegan nunca a ser parodias de sí mismos, lo que habría sido fácil en el caso de los turbios fisicoculturistas que se instalan en la casa de Bianca y su hermano Tomás o en el de Maciste, el viejo Míster Universo cuya confianza la protagonista intenta ganarse con el fin de robarle; contención, finalmente, en la manera de adaptar la novela de Bolaño sin pretender hacerse cargo de todos sus aspectos pero intentando ser fiel a su atmósfera sabiendo que ello exigirá una transposición que la transforme en otra cosa.

Gracias a esa contención, Scherson consigue captar de manera precisa la apatía total que define a la protagonista, la violencia a punto de estallar que la rodea, y la tenue pero tenaz esperanza con la que atraviesa la trama del libro. Casi toda la película está hablada en italiano y en inglés, excepto por un par de frases en castellano que intercambian Bianca y su hermano (en la película, huérfanos de padres chilenos). Según Ernesto Ayala, en la misma reseña, por esa razón la película tampoco califica como cine chileno, “por mucho que su directora y su protagonista sean chilenas. Más bien, tiene ese aroma impersonal de las coproducciones hechas entre varios países”, que para el autor es un defecto compartido con las películas de Raúl Ruiz. Algo parecido se ha dicho de Bolaño, un escritor difícilmente encasillable en categorías nacionales o en el mapa de la “narrativa chilena”. Digamos sólo que si esta película es tan “no chilena” como el cine de Ruiz y la narrativa de Bolaño, no está en mala compañía. Y puede ser una ocasión de preguntarse qué entendemos por cine o literatura chilenos, y si tiene sentido todavía hacerse una pregunta así.

Se ha dicho que buena parte de la literatura chilena y latinoamericana está marcada por la búsqueda de una figura paterna que falta (pensemos en Pedro Páramo, de Juan Rulfo). Algo curioso que sucede tanto en la película como en la novela es que la orfandad de los hermanos no parece ser motivo de angustia o de desasosiego. Es simplemente un dato que constatan con la misma indiferencia con la que aceptan que en el dormitorio que era de sus padres se instalen el libio y el boloñés que los convencen de ser cómplices de su plan de robo. No deja de ser curioso el título “El futuro” para una película en que los personajes parecen precisamente carecer de toda proyección existencial (aunque, como en toda imagen cinematográfica, literalmente lo sean). Tal vez la película sabe que siempre el futuro, una vez que ha llegado, es en cierto modo desilusionante, o no se parece en todo caso a la imagen que teníamos de él.

En un texto precioso sobre Roma, el poeta renacentista Joachim Du Bellay se dirige a un recién llegado que, buscando Roma en Roma, no la encuentra (“Nouveau venu, qui cherches Rome en Rome / Et rien de Rome en Rome n’aperçois”) y le advierte que la legendaria ciudad son precisamente esas ruinas que no parecen ser dignas del gran nombre “Roma” (“Ces vieux palais, ces vieux arcs que tu vois, / Et ces vieux murs, c’est ce que Rome on nomme.”). Lo firme es lo que destruye el tiempo, concluye el poema, y sólo el río Tíber, que huye del tiempo, le resiste. “Yo levanto mi copa”, escribió Nicanor Parra, por el mañana, “Por ese día que no llega nunca / Pero que es lo único / De lo que realmente disponemos”. Creo que la película de Scherson se hace cargo de esas paradojas, y de algunas otras. Por mucho que a ciertos críticos les parezca fría, carente de emociones, o de apego al suelo patrio (reproches que dicen más acerca de las preferencias de los críticos que de la película), plantearse esas preguntas y proponer una respuesta no es poco.

En algún momento de la novela, mirando una película que hizo el ahora viejo y ciego Maciste cuando joven, la protagonista se dice que él “mientras filmaba esa película, estaba en el presente”, mientras que ella “que veía la película, o que soñaba que veía la película, estaba en el futuro, en el futuro de Maciste, es decir en la nada”. (114) En la última escena del libro, la protagonista está inquieta, a la espera de una mala noticia, con la sensación de que sobre su cabeza se cierne una tormenta, “una tormenta sin ruido y sin ojos que venía de otro mundo, un mundo que ni los satélites que giran alrededor de la Tierra pueden captar, y donde existía un hueco que era mi hueco, una sombra que era mi sombra”. (150-151) El futuro arroja un haz de luz sobre esa sombra sin que disminuya el espesor de su silueta.