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miércoles, 9 de agosto de 2023

Duelo de gigantes: la historia inédita de la pelea de Roberto Bolaño con Pedro Lemebel

Por Marcelo Soto

ExAnte.cl, 30.07.2023





Los 20 años de la muerte de Roberto Bolaño, uno de los grandes escritores chilenos del último medio siglo, autor de obras maestras como Los Detectives SalvajesNocturno de Chile y 2666, no tuvieron la repercusión que algunos esperaban. No hubo grandes actos oficiales en su homenaje. No se inauguró una calle en Santiago que lleve su nombre. Y las ventas de sus libros han bajado.

 

El poeta Sergio Parra, socio de la librería Metales Pesados, dice que “con suerte se vende un libro suyo al mes. Hace una década era un best seller, los jóvenes lo leían con devoción, incluyendo a Boric. Ya no es así, porque han surgido otros autores, traducidos a varias lenguas, como Benjamín Labatut, Alejandro Zambra o la argentina Mariana Enríquez”.

 

Parra fue probablemente el primer amigo de Bolaño cuando el narrador volvió a Chile en 1998, después de 25 años viviendo en México y España. Fue una amistad intensa y breve, que esconde pasajes inéditos como su pelea con el escritor Pedro Lemebel.

 

 

Aterrizaje exitoso 

 

En 1998, luego de una carrera llena de dificultades, en la que debió trabajar como guardia de un camping y otros empleos mal pagados, Bolaño por fin conocía el éxito gracias a Los Detectives Salvajes, que ganó el premio Rómulo Gallegos, uno de los más importantes de la lengua española. Fue en ese contexto que aterrizó en Santiago como miembro del jurado del concurso de cuentos de Revista Paula.

 

Pocos saben que Sergio Parra, quien había leído sus poemas a mediados de los 80, tuvo un rol importante en la visita de Bolaño. Un año antes, cuando era vendedor en la Feria Chilena del Libro, llegó a sus manos Literatura Nazi en América, del escritor chileno. A Parra le encantó el libro y llamó a Malala Ansieta, de Editorial Planeta y le recomendó efusivamente que publicara La Pista del Hielo, otra novela de Bolaño.

 

Cuenta Parra: “En 1998 conocí a Roberto con su esposa Carolina. ‘Me han contado que te gusta mucho lo que escribo y me dijeron que también eres poeta’, me dijo. Nos fuimos a almorzar, íbamos bajando el ascensor y preguntó: ´¿Has leído a Houellebecq? Acaba de publicar Las Partículas Elementales’. Abrió su mochila y me regaló el libro. Atrás me puso su correo. Fuimos a comer al Bar Nacional, en Bandera. El quería probar una empanada. Ya no tomaba alcohol. Yo pedí una copa de vino, la Carolina también. Empezamos a conversar del ambiente chileno. Yo le hablé de Lemebel. ‘Tengo ganas de conocerlo’, me dijo”.

 

Parra recuerda que hablaron sobre escritores como Eduardo Anguita, Braulio Arenas y Campos Menéndez, que habían apoyado a la dictadura. “Bolaño me preguntaba qué autores chilenos faltaron en su libro sobre autores nazis, pero sentenció: ‘Los chilenos son muy fomes’. Supongo que había cierto odio hacia Chile”.

 

 

Lanzamiento estelar

 

Bolaño lanzó La Pista del Hielo en la plaza Mulato, en Lastarria. Fue un hito de la narrativa chilena de la época. Un entusiasta Carlos Franz alabó su trabajo. Sergio Parra llegó con Lemebel. Luego de las presentaciones de rigor, Lemebel le contó la historia de Mariana Callejas y los tallares literarios que se hacían en su casa, que tenía un subterráneo que había sido un centro de torturas de la DINA. Bolaño tenía una comida con otros escritores, alguno de los cuales visitaban ese taller, pero después de un rato les pidió: “Esperen, me voy con ustedes”.

 

Se fueron a un restaurante peruano en Lastarria. “Roberto le empezó a preguntar a Pedro qué novelitas le gustan. Y a Pedro le importaba un carajo hablar de ese tipo de cosas. ‘No seas aburrido’, le dijo. Bolaño no sabía hablar mucho de otra cosa que no fuera literatura. Roberto era como un pistolero. O estabas con él o no estabas con él. Si se aburría contigo, te disparaba”, dice Parra.

 

 

Amistad rota

 

La segunda vuelta a Chile, en 1999, fue más conflictiva. Parra recuerda que habló con Lemebel por teléfono. Este último le dijo: “Me llamó Robertito (así le decía), quiere que nos juntemos con él, pero me da una lata feroz. De todos modos, lo voy a invitar al programa de radio Tierra que hago en la Casa La Morada”.

 

Ese programa tendría consecuencias lamentables. “Llegué a las seis de la tarde a La Morada.” recuerda Parra. “Me quedé en el patio fumando y de repente veo que Roberto sale muy enojado, muy mal, descompuesto. Luego aparecen Pedro con la Raquel Olea muertos de la risa. Todo era bien extraño”.

 

Se fueron a comer al Venezia. Al tercer pisco sour, aunque Bolaño no tomaba, se desahogó: “Ese puto programa salió  muy mal. ¿Cómo me traes a esta vieja dinosaurio, la Raquel Olea, esta crítica dinosaurio que se quiere burlar de mí por mi acento español?” .

 

Lemebel intentó defender a Olea, que era su amiga. Pero Bolaño seguía muy enojado. “Está lleno de dinosaurios en Chile, partiendo por Gladys Marín”, dijo el novelista. Parra sostiene que Bolaño en ese punto tocó un tema sensible.

 

“Ahí Pedro se le tira encima: ‘Qué te pasa con Gladys Marín, es mi amiga’. Bolaño respondió: ‘Pero es una dinosauria del Partido Comunista’. Empezó una discusión a gritos”. Estaban a punto de irse a los golpes. Parra en un momento dijo: “Ya, se acaba esta discusión. Terminemos acá”.  Bolaño pagó la cuenta, y antes de subir al taxi, ofreció la mano para despedirse. Pero ni Lemebel ni Parra se la dieron.

 

 

Desencuentro en la Estación

 

Al día siguiente Lemebel y Bolaño tenían una conversación estelar en la Feria del Libro en la Estación Mapocho, cuando la Feria atraía a miles de personas. El encuentro entre Lemebel y Bolaño era el gran atractivo del evento. El cronista de El Zanjón de la Aguada pensó no asistir, pero decidió que no iba a dejar que Bolaño ocupara su espacio. Parra pasó al camarín, donde Pedro se estaba maquillando. Había una fila gigante para entrar, tanto por Bolaño como por Lemebel, las dos estrellas literarias del momento.

 

Sergio Parra se sentó en primera fila y vio pasar las 7 de la tarde, las 7:15, con el local lleno. Una hora después, Lemebel no salía. La gente empezó a gritar que saliera Pedro. Y Bolaño estaba en el escenario con cara de rabia. Ante la demora, la organización decide darle la palabra a Bolaño. Parra vio que “Pedro estaba detrás de una cortina mirando todo esto. Y cuando Bolaño va a abrir la boca, sale y lo deja callado. Pedro era así, dramático, una especie de diva”.

 

“Lemebel se sentó de lado, casi dándole la espalda a Bolaño. Le hacen una pregunta a Pedro, y dice: ‘¿Se escucha? Antes de empezar esta conversación con Robertito, quiero saludar a una gran amiga que está presente acá: Gladys Marín’. A Bolaño la cara se le descompuso”, describe Parra.

 

 

Enemigos íntimos

 

“Pedro decía lo que quería y Roberto decía lo que quería. Y nunca llegaron a conversar. Nunca”, reflexiona el poeta. “Al final Pedro se sacó una foto con Roberto, un abrazo muy falso. Nos fuimos a una mesa a tomar un café, con varios escritores, y Bolaño apura el tranco y me dice: ‘Me hicieron una encerrona malditos de m…’ , unos insultos fuertísimos. ‘No los perdono’, amenazó. ‘Ok, chao’, respondió Lemebel. Se da media vuelta y se va. Nunca más lo vi. Pedro tampoco”.

 

De acuerdo con el socio de Metales Pesados, “hicimos un pacto con Pedro (quien falleció en 2015) de nunca hablar de lo que había pasado. Lo que sintió Pedro era que Roberto no era suficientemente feminista. Es cosa de ver su su lista de escritores favoritos y son puros hombres. Bolaño después escribe Nocturno de Chile con la historia que le había contado Pedro sobre los talleres de Callejas. Y nunca reconoció que gran parte de esa novela Pedro se la contó. Pero fue gracias al apoyo de Bolaño que Lemebel se hizo famoso internacionalmente. Lo recomendó con entusiasmo en España. Una paradoja”.

 

La historia tuvo un final inesperado. “Años después, limpiando cosas en mi departamento, me encuentro con un sobre sellado que decía ‘Roberto Bolaño, Blanes, España’. Lo abro y era un disquete con poemas de Roberto que me había mandado para ver si yo podía buscar una editorial para que los publicaran. Y todavía tengo guardado el disquete, pero nunca lo he abierto”.

 

 

 

Fotografía: Mural “Bolaño y Lemebel”, de Afropunk (Pedro Moraga), 

ubicado en Pasaje 21 Sur esquina de Avenida Central, 

Población José María Caro, Lo Espejo.
















martes, 28 de marzo de 2023

Roberto Bolaño y Giuseppe Arcimboldo: ¿se inspira Roberto Bolaño en las pinturas de Arcimboldo para escribir su novela filosófica 2666?

Por Roberto R. Aramayo 

NuevaTribuna.es 17.08.2022




La fama, cuando no se cimentaba en el arribismo, 

lo hacía en el equívoco y la mentira.
Roberto Bolaño, 2666

 


Debo confesar que no había leído nada de mi tocayo, el escritor chileno Roberto Bolaño, hasta que oí recomendar en la radio una obra suya titulada 2666. Su corpulencia la hacía ideal como lectura de verano. Sus mil doscientos páginas en formato de bolsillo cabían en la maleta y daba de sí. Su lectura es desconcertante, pero tiene algo de hipnótica y no se tira la toalla, ni siquiera en las partes que pueden causar mayor perplejidad. En realidad son cinco libros diferentes cuyas tramas y personajes van aportando nuevas perspectivas de cuanto se narra desde otros ángulos complementarios.

 

Lo cierto es que se nos cuentan mil y una historias. Algunos párrafos presentan a nuevos personajes que devienen transitoriamente protagonistas y aportan su propio relato. El conjunto resultante se asemeja bastante a la técnica del pintor italiano Arcimboldo. En los cuadros del genio renacentista nos encontramos con elementos perfectamente dibujados que van encajándose hasta hacernos ver a una determinada distancia un retrato. Sus “Cuatro estaciones” rivalizan en fama con las de Vivaldi y son pocos quienes no han visto las primeras o escuchado estas últimas. La figura del bibliotecario de Arcimboldo queda compuesta por libros que nos hacen reconstruir sus rasgos. Bolaño cita varios cuadros, uno de los cuales admite verse del derecho y del revés con dos motivos distintos aunque no cambien las piezas aparentemente deshilachadas.

 

Con un género inclasificable que combina novela y ensayo, literatura y filosofía, Bolaño hace otro tanto con su prosa. Las páginas de 2666 van recolocándose merced a nuestra memoria e imaginación según se avanza en la lectura hasta contemplar el fresco del conjunto tras examinar las piezas por separado. Se trata de un escrito póstumo y se dice que planeó hacer cinco libros para dejar a su familia un legado mayor, ya que la muerte no le dejó sobrepasar el medio siglo e impidió que pudiera seguir enriqueciendo nuestro patrimonio cultural desde una trayectoria ya muy consolidada durante algunas décadas más. Pero tuvo mucho sentido que se publicarán como una novela única. Lo contrario hubiera sido tanto como trocear un cuadro de Arcimboldo para utilizarlo como publicidad gastronómica.

 

Al parecer en el campo de Buchenwald hubo un médico alemán llamado Hans Reiter que participó en los experimentos de Buchenwald y que, tras fingir su fallecimiento en 1969, habría publicado bajo el seudónimo de Arcimboldi y vivido en Bariloche hasta el año 1986, fecha de su muerte real. Pero en cualquier caso esa sería la única inspiración para uno de los personajes que protagonizan la novela y sirve como hilo conductor para ensamblar el mosaico de relatos que nos brinda Bolaño en 2666, pues no se pretende ficcionar la biografía del médico nazi convertido en literato y solo se toman prestados los nombres, el auténtico y el del seudónimo adoptado al cambiar de actividad.

 

En un momento dado uno de los personajes desdeña la fama. De un plumazo se identifica nada menos que con el arribismo, el equívoco y la mentira. Obviamente habría que distinguir entre justa celebridad y el ser transitoriamente famosillo. Los medios de comunicación ponen bajo sus focos a ciertos personajes que no tardan en ser olvidados al no merecer un recuerdo colectivo. Nombres que circulan por las redes y obtienen un sinfín de aprobaciones acaban despareciendo del mal con la misma velocidad que comparecieron. No costaría mucho mencionar a ciertos políticos que, tras acaparar las páginas de los periódicos y el inicio de los informativos audiovisuales, pasan a ocupar el rincón más oscuro de la historia.

 

El reconocimiento perdurable suele ser tardío. En el arte, las vanguardias no acostumbran a ser aceptadas por sus coetáneos y deben aguardar a ver apreciada su obra por generaciones posteriores. También pasa en la filosofía, como muestra el caso de Schopenhauer. Diderot escondió sus novelas en un cajón y le tocó a Goethe descubrirlas. La sátira de Moliere no fue bien comprendida en su época. Las partituras de Bach no fueron interpretadas durante mucho tiempo hasta verse redescubiertas y alcanzar su consagración definitiva.

 

Bolaño juega con los caprichosos altibajos de la fama para ensamblar su compleja trama. Un estudioso descubre una obra olvidada y decide dedicarse a estudiar al autor en cuestión hasta devenir un consumado especialista. Esta circunstancia le hace ser conocido en ciertos círculos (porque la fama va por barrios, como casi todo) y eso le hará trabar amistad con otros especialistas, empeñados también en reivindicar la obra de un autor del que se ignora casi todo, dedicándose a buscarlo por todas partes donde haya un mínimo vestigio. Esto les hará visitar diversos lugares y eso permite que se cambie de tercio entrelazando nuevos relatos cuyo decurso paralelo traza las piezas a lo Arcimboldo. Lo que son frutas y enseres domésticos por separado nos dibujan un retrato, si nuestra imaginación las ensambla.
















jueves, 23 de junio de 2011

Bolaño en sus palabras

La Nación. Argentina. 19.09.2009

Una selección de fragmentos de entrevistas con el autor de Nocturno de Chile
trazan el perfil de un escritor creativo y polémico



¿Tuviste alguna influencia de tus padres en cuanto al gusto por la literatura?
No, la verdad es que, digamos en términos genealógicos, provengo de dos familias: una que arrastraba quinientos años de analfabetismo constante y riguroso, y la otra, la materna, que arrastraba trescientos años de desidia, también constante y rigurosa. En ese sentido soy la oveja negra en mi familia. Supongo que hubieran preferido cualquier otra cosa. La verdad es que, conociendo lo que conozco ahora, que ya tengo cincuenta años, tampoco a mí me gustaría que un hijo mío fuera escritor. Es bastante duro ser escritor, aunque, bueno, tampoco hay que exagerar [...]. Mi madre sí que leía más, pero si me hubiera formado con los gustos de mi madre ahora sería una especie de Marcelo Serrano o de Isabel Allende, que por otro lado no estaría mal, porque no hubiera conocido los tormentos del escritor y sí hubiera conocido las mieles de los millones, lo que, visto en perspectiva, no es una mala salida.
(Revista Turia, Barcelona, junio de 2005).


¿Cuál es el defecto propio que deplora más?
Yo soy una persona llena de defectos y todos son deplorables.


¿Cuál es el defecto que deplora más en otros?
La intransigencia, la prepotencia, la intolerancia.


¿Qué persona viva le inspira más desprecio?
Son muchas, y ya soy demasiado viejo para establecer un ranking.


¿Qué palabras o frases usa más?
"Joder" y "coño".
(Diario La Tercera, Santiago de Chile, 19 de marzo de 2000).


Siempre se les pregunta a los escritores, y ésta no será la excepción, por su fuente básica de inspiración. Algunos se inspiran más en la vida, otros más en la literatura.
Por lo que a mí concierne, en ambas.
(Revista Capital, Santiago de Chile, diciembre de 1999).


¿Crees en la inspiración o en la constancia?
En la constancia. Pero cuando llega la inspiración te das cuenta de que la constancia es una verdadera mierda. Lo que hay que hacer es provocar la inspiración, y para hacerlo hay que ser constante.


¿Tu opinión de los premios ha cambiado desde que ganaste el Herralde de Novela?
De los premios grandes tengo en general una mala opinión. Pero antes de empezar a publicar prosa en Seix Barral, estuve dos o tres años viviendo de lo que ganaba con los premios de provincias. Eran premios de tercera división, pero para mí son los auténticos premios, a los que les tengo una profunda gratitud.
(Revista Qué Leer, Barcelona, septiembre de 1999).


¿No cree que si se hubiera emborrachado con Isabel Allende y Ángeles Mastretta otro sería su parecer acerca de esos libros?
No lo creo. Primero, porque esas señoras evitan beber con alguien como yo. Segundo, porque ya no bebo. Tercero, porque ni en mis peores borracheras he perdido cierta lucidez mínima, un sentido de la prosodia y el ritmo, cierto rechazo ante el plagio, la mediocridad o el silencio.


¿Usted es chileno, español o mexicano?
Soy latinoamericano.


¿Por qué le gusta llevar siempre la contraria?
Yo nunca llevo la contraria.


¿Cómo enamoró a su esposa?
Cocinándole arroz. En esa época yo era muy pobre y mi dieta era básicamente de arroz, así que lo aprendí a cocinar de muchas formas.


¿Qué cosas les debe a las mujeres de su vida?
Muchísimas. El sentido del desafío y la apuesta alta. Y otras cosas que me callo por decoro.


¿Qué cosas lo aburren?
El discurso vacío de la izquierda. El discurso vacío de la derecha ya lo doy por sentado.
(Revista Playboy, México DF, julio de 2003 ).


¿Qué es lo que finalmente quiere que nos quede como gesto en el rostro a nosotros, sus lectores, cuando terminamos un libro suyo?
Aquí hay dos respuestas, la pregunta ésta es muy buena. Primero, que cada lector es dueño de su propio rostro, y que yo no tengo nada que ver con el estado en que quede ese rostro. Y segundo, que si por casualidad cada lector ha podido ver en mis libros a alguien cercano a él, pues yo me daría por satisfecho. Sobre todo a alguien cercano que no cerrara puertas, a alguien cercano que abra puertas y ventanas y que luego desaparezca, porque hay muchas cosas por leer y la vida no es tan breve como se piensa.
(Programa Perfiles, Radio Francia Internacional, mayo de 2002).




Pintura: "Bolaño", de Alexandra Zamorano, 1998











martes, 11 de enero de 2011

Primera muestra de Nómada (Antología gráfica del cuento Chileno del Siglo XX)




















Dibujante: Eduardo Rojas Pachas - Seeker
Editorial Cinosargo
Isbn: 978-956-345-109-2
Adaptacion a cargo de Yerko Bravo Vasquez
Editor: Daniel Rojas Pachas


La presente muestra corresponde a la adaptación del relato “El Policía de las Ratas” (tomado del libro El gaucho insufrible) del escritor nacional Roberto Bolaño. El dibujo lo realizó el artista Eduardo Rojas Pachas y el libro será lanzado a fines de este mes (enero, 2010) por Cinosargo Ediciones.

Este proyecto surge como un homenaje a los autores adaptados y es un mecanismo de fomento a la lectura a fin de incentivar a los jóvenes, al poner en relación el lenguaje del noveno arte (comic) y la literatura. El proyecto ha sido financiado por la Beca de Creación Literaria 2009 del Consejo Nacional del Libro y la Lectura.

Más información en: http://www.cinosargo.com










lunes, 17 de noviembre de 2008

lunes, 8 de octubre de 2007

Roberto Bolaño según Fernando Vicente

Ilustración para "Babelia", suplemento literario de El País









Roberto Bolaño junto a Fernando Vallejo, Juan Villoro, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, entre otros.










Roberto Bolaño según Fernando Vicente

Ilustración para "Babelia", suplemento literario de El País