Mostrando entradas con la etiqueta Aciro Luménics. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Aciro Luménics. Mostrar todas las entradas

11/8/21

Se ha ido lejos, por Aciro Luménics





Away
Away
Away
Away
Are you still here?
Trent Reznor
 
 
Escarbas hasta sangrar
Tus dedos 
            esparcen el líquido sobre
            los cuerpos mutilados
            destrozados
            afectados
Por tu voz inalienable
            desvanece la semilla
 
            No recuerdas por qué estás acá
            Tampoco allá
Te digo hola cómo estás cómo te ha ido
Me respondes bien más o menos mal en realidad
Y me arrastras a la puerta trasera de aquel bar
Donde se estremece el cuerpo
            en total oscuridad
 
            No recuerdo por qué estoy acá
            Tampoco allá
Me señalas que fui invocado
            que la sombra permanece bajo el sol
            delirante
            expectante en el alud de emociones
            que restriegan cada espátula de caparazón
            cada boca labio
            que se abre
            al viento a la brisa al fuego
            de las fogatas en la orilla
            de las olas
            que revientan sobre tu cuerpo
            afectado
            vestido ajado
            manos de uñas rotas
            música de las mareas
 
Bebes hasta que mi piel se pone negra
            se oscurece como el llanto de una víbora
            rosada, tal vez,
            volando sobre el desierto en Santa Fe
            en vuelo rasante sobre tu voz pequeña
            que deshace
            esparce
            es devorada por las ratas y los búhos
            hasta el infinito en espiral
            aquella curva peligrosa hacia el final
            de la parábola
            del sembrador de la semilla 
            en tierra fértil
 
Aleja
            Aleja
            Y se ve pequeña
            diminuta,
            como un punto
            que desaparece,
            pero no.



en Escritos sellados (Writings from Twin Peaks), 2017
Traducción de Carlos Almonte














6/8/18

Intuir es destruir, por Aciro Luménics






¿Es necesaria la pregunta en dicho acuerdo?
¿Es necesario el acuerdo en dicha tesis?
De esta tesis, despojarme quiero,
exclamó Felipe, intuyendo el Gran Vacío.

(Intuir es acceder, susurró entre apéndices,
al penetrar en el silencio).



en Correcciones a las correcciones de las correcciones
(del señor Felipe Cussen), 2018
G0 Ediciones











29/6/18

Correcciones a las correcciones de las correcciones (del señor Felipe Cussen), Aciro Luménics






Correcciones a las correcciones de las correcciones
(del señor Felipe Cussen), de Aciro Luménics
Chapbook
G0 Ediciones
2018




16/6/10

El último adiós, por Aciro Luménics







Hace años que he llegado. Me revuelco en el vestigio, o la ceniza, mientras busco algún refugio hacia el ocaso. Me parece que el sonido es más cercano ahora… una descarga, un salar extenso y anegado. Mis bolsillos aún contienen explosivos y su cuerpo anestesiado se aglutina y persevera entre mis brazos. Buscamos la otra puerta, el indicio oculto tras el páramo invisible. Sólo emplazo la intuición y el sombrío canto de unos versos. Sólo oculto una palabra entre las flechas del papel: un antiguo mapa requisado en la ciudad, como el premio de un esfuerzo, más que un sortilegio o una duda. La recuesto sobre mí, junto al fuego. De sus manos brotan uñas, vellos, piel rasgada. Tuerce un gesto y beso cada parte de su cuerpo. Es la despedida o el anuncio hacia el origen. Es la muerte que persigue, o la eterna vida, junto al río de las cruces, sin caudal.





en A ultranza, 1969












4/12/09

En-torno de una línea paralela, por Aciro Luménics






De este lado arrastro el inconsciente
hacia el eriazo aspecto
o basural,
de entre lascivos cortinajes sarracenos
en el borde simple,
espacio
o lúgubre.

La mirada no refleja
más que allá en el fondo,
diminuta,
como un centímetro de espesa nata,
claraboya en ristre,
ensimismada.

Salitreras -con-gojadas de un bestial diluvio:

Sangre cuelga las paredes,
lagartijas, esqueletos,
suben sólo
transformados en aspecto.

La salina forma abstracta.
El cansado giro de la escasa realidad.

Cubro el sol,
hiero en cada párrafo que es un hogar
de envilecidas mis costumbres.

Me regreso, cruzo, rompo, trizo.
Me fracturo en las sonrisas falsas
de una noche que termina.

Y, sin embargo,
me recuesto al lado, junto a mil paréntesis
que no abren y no cierran
o que gritan las batallas
o que pierden, una y otra vez,
tristemente indignos
con la seña hecha pedazos

y en silencio
en sólo un verso.



en A ultranza, 1969

Fotografía: Walter de María, 1968










7/7/09

Una extensa pradera blanca, por Aciro Luménics







Bajo el avatar siniestro de un correcto trazo, una imagen plástica reniega de su espíritu. Calma y entroniza, falsa y encubierta, tiende trampas rumbo al horizonte. Observa el artefacto mientras vuela, viene, acercándose a velocidad mayúscula y cambiando levemente de sentido. La cabeza se transforma en resonancia estrecha. Se vacía el centro del lenguaje, se congela. Vierte la carcoma sobre el vidrio espeso. Enciende el humo de las velas y la música se pierde en la distancia. Nada importa, ni siquiera el asco de otro venerable adorador de santidades, purgas y encomiables. El om, el absoluto, chillan las paredes, se adormece el baile continuado en la trastienda. Reaparece el sol envuelto en sedas negras. La luna ya se ha ido y nos quedamos atrapados bajo el suave polvo de alquitrán, inmóviles, reflejando cada uno su adicción, su propio lastre, su vehículo sagrado al centro, origen y final.





en Seis mil relatos de ficción absurda, 1961










10/1/09

Círculos de luz creada..., por Aciro Luménics






El paseo nocturno, junto al arrabal; una playa hecha de colores rosáceos y temibles, hasta cierto punto. Cae el cuerpo encima del tejado, mira desde su especial condición de cadáver joven, reciente, momento cumbre, cuando el brillo aún no desaparece, cuando el tiempo se evapora en torno a la frágil disolusión de la eternidad en un día, parodiando aquel amable titular de periódico extranjero en Semana Santa. Noticias de último minuto. La caída se hace libre, desde un cómodo concierto intravenoso. El delirio y difuminación de las especies. Estar en la mitad de un holograma, mientras el alrededor se desvanece entre el fuego y la desgracia. El nivel de flotación desaparece y reaparece. Cantos de sirenas llegan, sin embargo el tiempo luce y se recuece en el llanto de un pequeño abandonado hace más de tres generaciones. La historia se hace una, se fragmenta en millonésimas imágenes; cada una cuenta su espacial manera de entender. Una flor de hielo se deshace en el silencio... Una piedra explota en la cima de un volcán austral... La certeza y esperanza de un mendigo en las afueras de Madrás... Una madre se lanza al vacío desde el piso dieciséis sin llegar jamás al suelo... Cuatro especies vegetales diferentes cumplen con su fase de extinción... Un ventilador en pésimo estado gira tristemente en sus últimos veintitrés minutos de funcionalidad o, digamos, existencia... Ciento cuatro mil millones de letras combinadas, en lamentos, frases y dialectos, guardan el reposo necesario en los subsuelos de una biblioteca personal, producto de la delirante imaginación de un magnate nigeriano... Una fila de automóviles desechos: latas oxidadas, sangre seca en el tapiz, cables liados a propósito, volantes trizados y una secuela de imágenes de todo tipo que se proyecta en los parabrisas: gente cruza apurada de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Luces rojas en intermitencia. Luces amarillas. Placas de color gris. Ax-123654. Una mano posa sobre otra al aspirar en cuarta velocidad. La música derviche suena en el volumen tres. Las ventanas abajo. Kilómetros de arena. Un pueblo perdido en el destierro, mar y olvido. En busca de los hielos, el anciano oculto. Paraísos en desorden. Luces que retornan...

Y en el medio de la noche, una llamada en el desierto. Su imaginación cansada, su piel áspera, su voz lenta y baja; sus palabras expresadas en un código instantáneo de sencilla resolución. Su mirada al norte, su feroz caricia, su relato sin final...




en Desierto al sur, 1956