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14/2/22

La mente social, por Pedro Baños León





La manipulación social es clave para conseguir el dominio mental. Este, a su vez, contribuye al dominio mundial.
 
Existen muchos procedimientos para engañar a la mente de los que nadie está a salvo, y de los que los poderosos se aprovechan descaradamente con fines principalmente económicos y/o políticos. Nuestra mente es un codiciado tesoro, el Santo Grial de la manipulación. Podemos resignarnos a pensar que debe ser así, sin remedio. O empezar a entrenar nuestra mente y a despertar nuestros sentidos. Ningún esfuerzo es en vano si conduce a una gran meta. Y el primer paso consiste en conocer en detalle las diferentes estrategias de manipulación social.
 
La tranquila rana hervida
Imaginemos que metemos una rana en una cazuela llena de agua fría; nadará tranquilamente. Si vamos calentando el recipiente a fuego lento, lo normal es que el animal no se dé cuenta y siga flotando apaciblemente. La temperatura sigue aumentando y, aunque ya no sea la ideal para la rana, más que malestar, se adormece con gusto. Una vez que el agua está demasiado caliente, al batracio ya no le agrada la situación, pero su estado de debilidad le impide rebelarse y escapar. Pronto, estará hervida. Esta metáfora demuestra que el deterioro, si es lento, nos pasa inadvertido y no suscita oposición ni resistencia; ninguna rebeldía. Tal y como ocurre con la lenta deriva de la sociedad, a la que nos vamos acostumbrando sin chistar. Las peores aberraciones, los recortes de libertad y los atropellos a nuestra privacidad y nuestros valores se han llevado a cabo de forma subliminal y discreta. Y los hemos aceptado como víctimas a las que les pasa inadvertido el daño que se les está imponiendo. El agua se calienta a través de técnicas y herramientas que apelan, todas ellas, a nuestras emociones, lo más débil de nuestro sistema.
 
¿Manipulado yo? ¡Imposible!
Quien diga que no está manipulado se equivoca. Todos estamos sometidos a un constante influjo de opiniones y estímulos que moldean nuestra visión y pensamiento a lo largo de nuestra vida. Una persona puede ser más o menos consciente de las estratagemas de manipulación presentes en la sociedad, volverse un escéptico crónico y dudar de cuanto reciba a través de sus cinco sentidos o esforzarse más o menos por leer entre líneas y descifrar intereses ocultos. Aun así, no dejará de estar sujeta a influencias externas, de un modo u otro.
 
Ahora bien, ¿quién está detrás de esos influjos y qué objetivos persigue? Esa es siempre la gran pregunta. Y, precisamente, el éxito de las campañas de manipulación, sean de la índole que sean, radica en conseguir que los sujetos manipulados no se den cuenta del engaño, ni cómo ni quién lo realiza. Todavía mejor, que piensen que la idea o la decisión son propias. O bien que estén profundamente convencidos de que el objetivo es su seguridad o bienestar. Lo cierto es que estamos ante una imparable guerra psicológica, universal y constante, de la que nadie se libra. Se busca el aplanamiento de la sociedad, la normalización del silencio.
 
Existes, te entretienen
 
El primer principio del control mental es la distracción.
Steven Jacobson
 
La clave para conseguir el control mental de la población es entretener y distraer. En otras palabras: que nadie piense en aquello que no interesa. En su día, la religión fue considerada el opio del pueblo. Hoy en día, la misma metáfora es válida para el fútbol o los programas de farándula. Todos desempeñan el mismo papel: distraernos de las decisiones y cuestiones que realmente tienen un impacto decisivo sobre nuestras vidas. Mientras miramos para otro lado, y más si encima nos sentimos felices, con estímulos que agradan a nuestros sentidos, nuestra mente subconsciente queda desprotegida. Así resulta mucho más fácil negociar con nuestras vidas a nuestras espaldas y convencernos de que lo que nos muestran es la única realidad, la única verdad. Lo que pasa fuera de las pantallas, fuera de los estadios de fútbol, lo que no entra en las líneas de los periódicos, no existe. Y, sin embargo, es precisamente eso lo que maneja el mundo, lo que maneja nuestro presente y nuestro futuro.
 
Pan y Circo: Un lema inmortal
Ya en tiempos de los romanos, se idearon los tan exitosos circos como forma de tranquilizar, entretener y dar un motivo de gozo a la población. La arena en la que peleaban y morían los gladiadores ha evolucionado a lo largo de los siglos hacia muy diversas formas, pero sin perder su esencia y objetivo. Ahora cubrimos nuestro deseo de violencia con películas y videojuegos. Y nos desinhibimos y olvidamos de los problemas rutinarios a través de la música, el alcohol o las drogas. Estas fuentes de placer inmediato, y aparentemente inocuo, hacen realidad los sueños de los que aspiran a convertirnos en seres dóciles y a controlar nuestras mentes.
 
La plaga del entretenimiento estéril Les gusta. Es ligero, sencillo, infantil. 
Siete horas y media de mínimo esfuerzo, y después de la ración de soma, 
los juegos, la copulación sin restricciones y el sensorama. 
Aldous Huxley

Una metáfora popular, la de la vasija y las piedras, nos enseña a priorizar la atención a las cosas valiosas de la vida y darles su verdadero significado. Si la vasija se comienza a llenar con las piedras más grandes, quedarán huecos entre ellas que permitan la llegada de otras más pequeñas. Este ciclo se repite hasta que no caben más piedras. En ese momento todavía habrá resquicios que permitan ser completados con fina arena. Y cuando parezca que el recipiente ha llegado al límite de su capacidad, aún será capaz de aceptar agua. Entonces, finalmente, sí se habrá ocupado todo el espacio de la vasija. La vida entonces será plena, pues las piedras más grandes, lo que de verdad importa, lo trascendente, han ocupado el lugar prioritario que les corresponde, siendo paulatinamente acompañadas con los complementos que, sin ser esenciales, las complementan. Terminando por los placeres temporales, simbolizados por la arena y el agua, que, aun siendo superfluos, nos resultan satisfactorios.
 
El problema surge cuando el proceso se invierte. Si llenamos primero nuestro recipiente de agua y arena, lo más que podría cabernos son pequeñas piedras antes de derramarse el contenido. Pero jamás habrá sitio para lo valioso, lo esencial de la vida. Esto es lo que nos sucede al dejarnos atrapar por lo banal, lo superfluo, lo cómodo, lo intrascendente, el placer efímero, el materialismo, el relativismo. Nos quieren llenar la vasija solo con espuma, con líquido carente de sustancia alguna, sin dejar espacio a lo que nos dignifica y nos hace personas. La esencia, lo que deja poso, queda reservada para las élites dominantes.
 
Lo único cierto es que, si nos colman de entretenimiento estéril, jamás podremos adquirir conocimientos enriquecedores que nos permitan construir nuestro propio pensamiento crítico, dudar de las permanentes imposiciones. Con gran habilidad, consiguen que confundamos estar entretenidos con estar informados. Pero no es así, no estamos bien informados y, aún menos, formados. Y a eso vamos, a que nos llenen la vasija de agua y arena. Y cuando alguien lo consigue, los ciudadanos perdemos.
 
Nada mejor que la televisión para distraer
 
En la televisión se establece poco a poco
la engañosa ilusión de que ver es comprender.
Ignacio Ramonet
 
Ninguna duda cabe de que la televisión sigue siendo el principal instrumento de distracción de la sociedad, y todo lo que vemos en la pantalla tiene un impresionante efecto en nuestra percepción. Por tanto, se ha convertido en uno de los mejores aliados para la tiranía de las élites, pues es mucha la gente que no accede a ninguna otra fuente de información. En el caso de España, en 2019, un 86% de la población residente vio la televisión cada día del año.[1] Más concretamente, el 70,7% la ve diariamente una media de casi cuatro horas.[2] Otros estudios apuntan a cifras aún más altas: los mayores de dieciocho años de edad verían cinco horas y media de televisión al día. En todo caso, son datos muy llamativos. De hecho, las últimas encuestas señalan que, en los países más avanzados, las personas emplean más horas viendo televisión y videos que durmiendo. Es el paradigma de la «distracción ocupacional» de la que habla Pedro Rocamora en su obra Psicología de la sugestión en Freud.
 
Por otro lado, lo cierto es que, por muchos años que alguien invierta en llevar a cabo un trabajo crucial para la humanidad, pasará desapercibido si no sale en pantalla. Por el contrario, basta con aparecer en la «caja tonta» para encumbrarse, por poco mérito que tenga la persona. De ahí que la televisión sea un objetivo permanente para las élites dominantes como mecanismo perfecto de manipulación.
 
Sintonizar nuestro pensamiento
Catherine Austin Fitts, quien fuera subsecretaria de Vivienda y comisionada federal de Vivienda con George Bush padre, confesó haber sido testigo, en 1984, de una conversación que le cambió la vida. Mientras trabajaba en Wall Street, escuchó a varios ejecutivos comentar que la tecnología de sincronización de las ondas cerebrales estaba a punto de ser desplegada a través de las señales de televisión. Esta técnica está fundamentada en la capacidad del cerebro para sincronizar las frecuencias de las ondas que emite con las de estímulos externos, especialmente recibidos por vía auditiva, visual o táctil. Según el grado de influencia de dichos estímulos, las frecuencias pueden llegar a inducir un estado de conciencia concreto y previamente preparado.
 
Técnicas como esta permitirían aumentar considerablemente el poder de persuasión de la televisión. Y no solo en términos comerciales, sino también para condicionar las decisiones políticas o inducirnos a un comportamiento pasivo. Desde entonces, Fitts no volvió a encender el televisor.[3] Y si eso ocurría en los años ochenta del siglo pasado, ¿qué técnicas de persuasión y control se habrán desarrollado desde entonces?
 
De hecho, hoy en día, el Instituto Monroe —fundado por Robert Monroe, pionero en la teoría de la sincronización de las ondas cerebrales— ofrece lo que denomina «programas educativos experimentales cuyo objetivo es la exploración personal de la consciencia humana».[4] A través de patrones de sonido, generan sensaciones de tranquilidad o felicidad, e incluso, según dicen, eliminan malos hábitos. Si alguien puede decidir cómo nos debemos sentir y qué hábitos son los correctos para nosotros simplemente haciendo llegar un sonido concreto a nuestros cerebros, ¿qué no conseguirán a través de los múltiples aparatos electrónicos que utilizamos a diario, comenzando por los omnipresentes televisores?
 
 
 
Notas
2. García, F. (2006) El secuestro de la mente. Espasa, Madrid. P. 35.



en El dominio mental. La geopolítica de la mente, 2020