Gorillaz

Surgidos del encuentro de Damon Albarn y el ilustrador Jamie Hewlett a finales de los 90, Gorillaz aterrizaron en la escena en 2001 como, si no la primera, sí al menos la más fascinante de todas las bandas virtuales. Los miembros ficticios 2-D, Murdoc Niccals, Russel Hobbs y Noodle eran el reflejo visual del particular universo sonoro que el cantante de Blur y su socio creativo habían imaginado para el nuevo siglo. Su debut homónimo, para el que contaron con la ayuda de Dan the Automator en la producción, se acerca al trip-hop entre versos rapeados, palpitantes ritmos jamaicanos y fogonazos de rock alternativo. Corregido y ampliado, ese mismo espíritu caleidoscópico se ha mantenido a lo largo de una discografía en la que caben desde el electropop de “Feel Good Inc.” hasta el hip-hop de “Dirty Harry” o las cavernosas remezclas dub de Laika Come Home (2002). Si Demon Days los capturó en espacios oscuros en 2005, el R&B y el funk electrónico de Humanz (2017) revelaría su lado más hedonista. A lo largo de una segunda carrera durante la que ya ha grabado casi tantos álbumes como con Blur, Albarn nunca ha perdido de vista la esencia de la música como experiencia colectiva, y sus colaboraciones con Danger Mouse, Elton John, De La Soul, Paul Simonon de The Clash o el sonero cubano Ibrahim Ferrer dicen tanto de sus amplios horizontes culturales como de un talento singular para conectar mundos solo aparentemente distantes.