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El secreto surcoreano para mantenerse unidos: ahorrar y derrochar juntos

Foto:Arsh Raziuddin

La planeación financiera colectiva tiene una larga historia en muchas partes del mundo.

KRISSI DRIVER
BUSAN, Corea del Sur — El otoño pasado, Jina Kim y dos amigas derrocharon en una estancia de dos noches en el Ananti at Busan Cove, un resort de lujo con piscinas infinitas, spas y restaurantes, un malecón privado y una “Casa del Agua” de 4 mil 600 metros —una alberca bajo techo y sauna alimentadas por aguas termales naturales. Las habitaciones comienzan en 369 dólares la noche.
“Pasamos todo el día en el hotel, nadando, comiendo y bebiendo”, dijo Kim, ex maestra de 32 años que ahora es ama de casa.
Las amigas no estaban preocupadas respecto a pagar el viaje porque tenían un “gyemoim”, un grupo de planeación financiera que la gente forma para ahorrar dinero para gastos futuros. Un gyemoim puede ayudar a amigos o familiares a dividir los gastos de viaje y participar en partes iguales, independientemente de sus presupuestos personales.
“Honestamente, si no hiciéramos el gyemoim, nos habría resultado muy difícil organizarlo”, dijo Kim.
La planeación financiera colectiva tiene una larga historia en muchas partes del mundo. “Esta práctica se originó porque no existía un mercado financiero, y si querías pedir prestado algo de dinero, tenías que autofinanciarte”, dijo Euncheol Shin, profesor asociado en la Facultad de Negocios KAIST de Seúl. Dio el ejemplo de una aldea hace 200 años que necesitaba comprar semillas de arroz. Los mecanismos para obtener préstamos aún no existían en muchos lugares, por lo que los aldeanos conjuntaron su dinero, compraron suministros y se dividieron lo que cosecharon.
La práctica evolucionó hasta convertirse en una forma para que las personas mantuvieran unidas a las comunidades.
Cada miembro de un gyemoim contribuye lo que esencialmente son “cuotas del club”. A medida que aumenta el saldo, exploran cómo gastarlo juntos.
Kim formó un gyemoim por primera vez con amigos de un club social en el 2014. Asistían a diferentes universidades y creían que les permitiría reunirse regularmente. Inicialmente, cada uno acordó contribuir 15 mil wones, o alrededor de 11 dólares, mensuales. Con los años, ahorraron alrededor de 2 mil 200 dólares y decidieron gastarlos en un viaje al resort. Para entonces, estaban ocupados con sus empleos y sus familias, pero permanecían unidos, en parte gracias al gyemoim.
Young-hoon Lee, un asistente de maestro, es parte de un gyemoim que consta de dos mujeres y cuatro hombres, cada uno contribuyendo 50 mil wones, o alrededor de 36 dólares, cada mes.
“Nos hicimos buenos amigos en la preparatoria y seguimos siendo amigos de adultos”, dijo Lee, de 35 años. “Al principio, nos reuníamos solo para divertirnos, pero a medida que todos empezamos a trabajar, comenzamos a pensar más en el futuro. Así que si bien mantener nuestra amistad es importante, también decidimos apoyarnos mutuamente en eventos importantes de la vida, como bodas o funerales”.
Un gyemoim puede funcionar gracias a la cultura de confianza de Corea del Sur. En lugares sin esa tradición, el financiamiento colectivo puede ser un poco arriesgado si no se conoce bien a sus miembros.

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