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Noticia

Revista Bocas

La historia de los días inciertos de Fonseca como barman, 'vendedor de enciclopedias' y granjero

Fonseca recuerda que su primer álbum lo vendió de puerta en puerta, "como si vendiera enciclopedias".

Fonseca recuerda que su primer álbum lo vendió de puerta en puerta, "como si vendiera enciclopedias".

Foto:Camilo Báez

El cantante bogotano, Fonseca, habló con la Revista BOCAS de su nuevo disco, su primera agrupación, el secuestro de su tío abuelo y mucho más. 

David Alejandro López BermúdezPeriodista de Reportajes Multimedia

Fonseca es un hombre terco. Compuso su gran clásico, Te mando flores, en medio de un reality. No solo disparó su carrera, sino que logró su cometido. La canción estaba dedicada a su novia, con quien luego se casó. Su infancia la pasó con los Beatles en la cabeza y en las paredes de su cuarto. La primera vez que lloró con una canción fue con Yesterday, y un día Ringo Starr le envió un mail para cantar con él. Esta es su entrevista con la Revista BOCAS.

El debut de Fonseca con su primera banda fue caótico. Ya había cantado antes en clases de música en el Colegio Los Nogales, donde estudió durante gran parte de su infancia, pero le faltaba hacerlo ante más personas. Había al menos 70 invitados en el extinto Teatro Los Ladrillos, en Chía, muy cerca de Bogotá. El lugar estaba acoplado para la presentación de varios grupos. Él vestía una camisa negra, remangada a tres cuartos. En su mano derecha tenía un reloj plateado y una manilla café, y llevaba una especie de bandana delgada amarilla ajustada al cuello. Estaba sentado justo un paso adelante de una batería con tres platillos. A su izquierda, estaba su amigo y pianista Juan Andrés Ospina, de camisa azul de jean abotonada. Tenían todo listo. Se miraron, tomaron aire y justo cuando iban a comenzar el espectáculo, se fue la luz.

Conforme a los criterios de

Pasaron unos 27 minutos antes de que regresara la energía. Sus amigos y familiares los esperaron hasta que comenzaron a interpretar un cover de los Guns N’ Roses. “¿Cómo me fue a dejar tocar con esa pinta?, ¡mucho irresponsable!”, le dijo entre risas Ospina 21 años después. Ahora Fonseca es una insignia de la música bogotana. Su carrera despegó a comienzos de este siglo con el tropipop, un género que fusiona la música tradicional colombiana con pinceladas de pop y rock, que tomó forma y fuerza cuando Carlos Vives, en 1993, en Clásicos de la Provincia, cantó vallenatos y cumbias de los años 30 y 40 y los mezcló con una guitarra eléctrica.
Tropicalia es el nuevo disco de Fonseca.

Tropicalia es el nuevo disco de Fonseca.

Foto:Ómar Cruz

Una de las primeras canciones que se aprendió y cantó fue el Himno Nacional, una composición que ha sido agridulce y paradójica para su vida, porque le ha traído bastantes alegrías y un momento amargo. El 22 de marzo del 2013, antes del partido de eliminatoria entre Colombia y Bolivia, en Barranquilla, lo interpretó y se le olvidó una parte casi al final: “Comprende las palabras”, y en las redes sociales lo atacaron como al que murió en la cruz. Fueron tan masivas las críticas que prefirió retirarse del estadio. “Estamos atrapados en las redes”, dice. Cuatro años después, el 7 de septiembre del 2017, se reivindicó con el Himno cuando volvió a cantarlo en la Plaza de Armas, al frente de la Casa de Nariño, para recibir al papa Francisco durante su visita a Colombia.
Es una persona disciplinada, desde el 2002 publica un álbum cada dos años, uno de ellos fue con la Orquesta Sinfónica Nacional y otro en homenaje a Diomedes Díaz, donde interpretó varias canciones del Cacique con referentes de la música vallenata, como los reyes de reyes Álvaro López y Gonzalo ‘el Cocha’ Molina. En el 2006 ganó su primer Grammy Latino con Te mando flores, su primer éxito internacional, una canción que le escribió a su esposa, Juliana Posada, mientras participaba en un reality, una “medida desesperada” que tomó mientras esperaba que la disquera Líderes, de Venezuela, en medio de su quiebra, le autorizara librarse de un contrato.
En total tiene cinco de estos premios. El último fue el año pasado con Si tú me quieres como mejor canción tropical, una composición que hizo con Juan Luis Guerra para su más reciente álbum, Tropicalia. “Un sueño haber trabajado con él”, comenta. Uno más que se sumó a la lista de grandes cosas que le han pasado, como cuando cantó Now the Time Has Come con Ringo Starr, el baterista de los Beatles, en el 2016, para la firma del Acuerdo de Paz. “Un privilegio y algo surreal haber cantado con él”, dice.
Fonseca es el mayor de cinco hermanos.

Fonseca es el mayor de cinco hermanos.

Foto:Camilo Báez

Tiene una familia numerosa. Es el mayor de cinco hermanos. En su estudio, en su casa en Miami (EE. UU.), tiene una guitarra amarilla que el cantautor dominicano le regaló mientras trabajaron para esa producción. También tiene la guitarra vinotinto con una mancha negra con la que Juanes grabó La camisa negra. “La compré en una subasta”. Y tiene una más con marquillas blancas en los trastes, su preferida para componer. También tiene fotos de sus tres hijos, Paz, Manolo y Agustín.
Juan Fernando Fonseca, de 45 años, es la cara más visible y vigente del tropipop en Colombia y América Latina. Ha logrado mantenerse durante casi tres décadas de carrera musical gracias a su sello particular. “Mi esencia está en los lugares que he recorrido y ha sido importante explorar y arriesgarme. Experimentar con la música es lo que hoy me tiene tranquilo. Siempre busco que mis sonidos encuentren un norte nuevo”.
Fonseca recuerda que, en el colegio, hacía covers de Nirvana, Metallica y Pearl Jam.

Fonseca recuerda que, en el colegio, hacía covers de Nirvana, Metallica y Pearl Jam.

Foto:OMAR CRUZ

¿Cuándo comenzó a cantar?
A los cinco años, en un musical de niños, tipo Misi. Se llamaba El ruiseñor y la rosa. En ese momento, por mis papás, estaba en una academia de música. Me gané un papel importante para esa obra. Estaba en el colegio Los Nogales. Fue la primera vez que me subí a un escenario.
Y en ese colegio creó su primera banda…
Fue un punto muy importante en mi vida. Se llamaba Nash. Mi nombre artístico era Ash Tafur. Estábamos muy empeliculados, ensayando y escribiendo mucho. Pensando en la pinta y las fotos. Habremos tocado varias veces en mi colegio y unas cinco veces afuera. Tampoco era que giráramos, pero fue lo máximo. Hacíamos covers y escribía algunas canciones. Me permitió entender cómo montar una agrupación y subirme a un escenario. Era una banda muy roquera. Eso me sirvió para ver en paralelo y contrastar los sonidos con la orquesta del colegio, donde tocaban montunos y vallenatos. Audicioné y me admitieron. Comencé con la batería y luego empecé a cantar. Me di cuenta de que la parte tropical era algo que me gozaba. Entonces jugaba entre los dos mundos.
¿Por qué tiene las caras de los Beatles en cuadros colgados en su estudio?
Eso es como una de las cosas mágicas que pasan. Yo no tengo muchos recuerdos de mi niñez, pero este fue uno de esos momentos que no se me olvidan. Tenía 6 años. Llegué al equipo de sonido de la casa y estaba el álbum de Help!, de los Beatles, y lo puse. La carátula me había llamado la atención. Entonces, empiezo a darles una vuelta a las canciones y me pasa algo impresionante cuando llegué a Yesterday: sin entender muy bien por qué, la melancolía de esa canción entró en lo más profundo y se me aguaron los ojos, lloré. Sentí tristeza. Por primera vez me encontré que la música llega y produce emociones. Lo último que estaba pensando era en la letra de la canción, pero toda la composición me tocó.
¿Cómo fue cantar con Ringo Starr en el 2016 un himno por la paz?
La invitación que me hizo Ringo Starr fue algo que nunca me hubiera imaginado. Me acuerdo leyendo el correo en mi computador, en mi estudio, y era algo surreal porque tengo las caras de los Beatles ahí. Ellos han sido importantes en mi vida y me han influenciado. Él quería tener un gesto con Colombia porque coincidía el Día Internacional de la Paz y se estaba firmando el proceso de paz en el país. Me permitió no solo cantar sino escribir una estrofa en español para la canción. Me puso la condición de enviarla en menos de 24 horas escrita y grabada. Me metí de frente y salió alucinante.
¿En el colegio de qué agrupaciones hacían covers?
Hacíamos covers de Nirvana, Guns N’ Roses, Metallica, Pearl Jam. Aunque arrancamos más por el lado argentino y chileno, de Los Prisioneros, Soda Stereo, y me acuerdo de Aleks Syntek y Mis impulsos sobre ti. Un poco por el lado del rock en español primero y después hacia el inglés. Yo escribía mucho en esa época. Mi primera canción la escribí a los 12 años y fue una gran revelación en mi vida, porque me di cuenta de que podía crear.
¿Cuál fue esa primera canción?
Se llama La televisión y habla de lo que yo veía en el noticiero en una época muy dura para el país. Era una canción ingenua y dura porque reflejaba la realidad de ese momento. Yo tenía 12 años, era el año 91, en plena época de Pablo Escobar.
¿Presenció en algún momento esa violencia de cerca?
Claro. Al lado de mi casa, donde viví entre mis 5 y 14 años, a cinco cuadras explotó una bomba al lado de una estación de gasolina. A mí no se me olvida, porque me acuerdo estar recostado contra un vidrio, con un primo mío que era vecino, y sentir una vibración y después oír la explosión. Después, cuando todos salimos de las casas, se veía el hongo de humo, como de película. Eso me marcó mucho. Y también, cerca de mi casa, a un supermercado le pusieron una bomba, y la del Centro 93. Afortunadamente, no tuvimos víctimas fatales en mi familia.
Pero lo tocó la violencia, ¿cómo fue el secuestro de su tío abuelo?
Mi tío abuelo fue político, alcalde de Bogotá y ministro, una carrera alucinante. Era Julio César Sánchez, un personaje que nació en La Mesa, Cundinamarca, y se fue a la capital solo, con una mano adelante y otra atrás, y entró a estudiar Derecho en la Universidad Nacional. Ya saliendo de la política fue que lo secuestraron durante tres o cuatro meses. Y se terminó escapando. Yo tenía 15 años. Había mucho silencio al respecto en la casa. Me acuerdo bien el día que apareció después de volarse. Fuimos a su casa y escuchamos todo lo que había vivido.
¿Cuál fue el motivo para que lo llevaran al psicólogo en el colegio?
El tema es que yo solo pensaba en la música y académicamente no me iba bien. En el colegio recomendaron que fuera donde una señora para ver si ponía orden. El colegio era muy exigente, pero yo la pasaba muy feliz. Tenía una dualidad porque me encantaba el colegio, pero arrastraba las notas bimestre a bimestre. Allá me querían mucho. Entonces, me llevaron donde una terapeuta y al cabo de unas sesiones, me dijo: “No te veo intenciones de aplicar lo que te estoy diciendo, entonces no vuelvas”, y no volví. Yo en clase tenía la habilidad de verlo a los ojos, serio, pero sin tener idea de lo que estaba hablando. Estaba pensando en canciones, en la banda y demás.
¿Por qué se cambió al Gimnasio Campestre?
Tomé la decisión de cambiar de colegio porque mis papás me dieron una oportunidad que no podía perder: ir al Berklee College of Music a un curso de verano. Los Nogales, como eran tan estrictos, me dijeron que no podía faltar dos semanas. Profesores, amigos y hasta la rectora me llamó para que no me fuera, pero les dije que no. Era algo que tenía que hacer. 
Fonseca es la nueva portada de la Revista BOCAS.

Fonseca es la nueva portada de la Revista BOCAS.

Foto:OMAR CRUZ

¿Y cómo le fue en Berklee? Es el sueño de muchos…
Gracias a Dios tomé esa decisión y mis papás me dieron la oportunidad. Básicamente es un lugar al que uno llega y puede decir que va a hacer cantos góticos guturales y está el profesor. Es un sitio abierto a cualquier género que uno quiera cantar y que quiera hacer en la música. Es la libertad. Yo no venía amarrado, pero la educación musical en Colombia para esa época era muy hacia el jazz o lo clásico, y lo otro tocaba con clases aparte. Berklee para mí fue una buena locura. Dormí durante dos meses en dormitorios con personas de mi edad, 16 años, que también soñaban de forma intensa con la música. Tenía un taller de cantantes tres veces a la semana y para cada clase debía llegar con una canción nueva. Uno llegaba, le daba la partitura al pianista y se montaba en un escenario pequeño con dos luces, y uno cantaba en frente de un profesor, y todos le hacían comentarios de la manera de cantar, la expresión y la afinación.
¿Entre esos jóvenes había alguien que después también logró consagrarse y ser reconocido en la industria?
Estando allá, uno de mis amigos me dijo que Maná se iba a presentar en una discoteca a dos cuadras de Berklee y que habían escogido una cantante que estaba en el mismo programa de nosotros, y que si nosotros le ayudábamos como roadies –personal de apoyo– a alistar todo en el escenario, podríamos ver gratis el concierto. Aceptamos. Cuando entramos, se acercó alguien del equipo de Maná y le dijo a ella que ya no podía cantar por un tema de tiempos. Cuando íbamos saliendo, alguien nos preguntó que quiénes éramos y le contamos. Nos dijo que si le podíamos ayudar con las cosas para el montaje, habían llegado justos de tiempo y no nos podía pagar, pero que nos dejaba estar en el concierto y después ir a un after. Alucinamos. A mí me pusieron a trabajar con Alex, el baterista. Fueron dos noches. Yo no podía creerlo. Nos tomamos una sola foto con Sergio, el guitarrista, y aparecía la niña. Yo guardé esa foto. Muchos años después, como diría Gabriel García Márquez, en el 2018, me di cuenta de que la niña era Debi Nova. 
Juan Fernando Fonseca tiene 45 años y se ha mantenido vigente durante casi tres décadas.

Juan Fernando Fonseca tiene 45 años y se ha mantenido vigente durante casi tres décadas.

Foto:OMAR CRUZ

¿Y ella sabía que era usted?
No, no sabía. También se sorprendió. No éramos amigos en ese curso de verano. Muy random de la vida.

El primer álbum que vendió Fonseca y la disquera venezolana que lo retuvo durante dos años  

Después de su regreso sacó Bomba de tiempo, su primer álbum, ¿cómo fue ese momento?
Regresé con fuerza y les presenté a mis papás ese proyecto, les dije que necesitaba que me apoyaran prestándome dinero, porque quería grabar unos casetes. Bomba de tiempo era una mezcla de covers y canciones propias. Hablé con el profesor de música en Los Nogales, que tenía un estudio en su casa. Me dio un precio y acepté. Me fui para CD Systems, que hacía casetes, y ellos me propusieron que hiciera un CD, porque era mejor. Les dije a mis papás. Y entonces, me encerré a grabar varios días en Teusaquillo donde el profesor, después del colegio, con mi profesora de canto de toda la vida, Aura María Chávez.
¿Cuántas copias vendió?
Saqué justo el álbum para el día de graduación del Gimnasio Campestre. Yo me gradué por ‘ventanilla’ dos días después. Igual fui ese día y puse mi mesa al lado del coliseo con discos. La gente no me paraba muchas bolas, pero logré sacarles el teléfono y la dirección. Después, le pedí el carro a mi papá, monté las cajas y me fui de casa en casa, como si vendiera enciclopedias. Y vendí mis primeros 500 discos de la vida.
¿Cómo fue la primera vez que se escuchó en radio?
Ese disco me cambió la vida. José Gaviria estaba saliendo con una amiga de mi hermano y trabajaba en ese entonces con Julio Sánchez Cristo. José le mostró a Julio el disco. Un día yo iba en el carro y empiezo a escuchar la versión que yo había hecho de Óleo de una mujer con sombrero, una canción de Silvio Rodríguez, en la emisora. También por ese álbum conocí a Alejandro Villalobos. Tanto Julio como Alejandro fueron generosos conmigo. Con ese álbum llegué a mi primera disquera.
¿Sonolux?
Con ese álbum llegué a Sonolux y me llevaron a grabar a Estados Unidos. Sonolux Colombia estaba intentando abrirse campo en ese país. Grabamos dos canciones y cuando íbamos a firmar contrato, lo cerraron. Eso quedó en el aire. Ellos me dieron los masters de las canciones, Noche de carnaval y No sé si pueda, y con esas empecé a buscar más oportunidades de disqueras.
¿Estaba solo? ¿Quién fue su primer mánager?
El primer mánager que tuve fue Felipe Santos, que en ese momento era un empresario de conciertos importantísimo. Él fue muy generoso conmigo, porque nadie me conocía. Me decía que fuera a la oficina. Yo iba. Un día estaba en la sala de espera y se me sienta al lado alguien: “Mucho gusto, Juan Fernando Fonseca”, le dije. Me contestó: “Mucho gusto, Julio Correal”. Entramos a la oficina y Felipe me dijo que me iban a manejar con Julio, que estaba representando a Aterciopelados. Estuvimos unos días con él, pero estaba ocupado. Otro día llegué a la oficina y me dijo que entonces me iba a manejar Fanny Mikey. Nos reunimos, pero ella estaba ocupada con el Festival de Teatro. Hasta que un día llegué y me dijo de forma definitiva que me iba a manejar Patricia Téllez, que era la mánager de Shakira y alguien muy reputada en la industria. Y así fue durante un tiempo. Después Felipe me dijo que no podía representarme más porque estaba muy ocupado con Juan Pablo Montoya, pero me dijo que contara con él para lo que fuera.
¿Con Patricia Téllez publicó su primer álbum de estudio?
Con ella saqué mi primer álbum oficial con una disquera venezolana que se llamaba Líderes. Me fui a grabar a Caracas. Lo hice con dos productores, uno de ellos el director de ese entonces de la banda de Franco de Vita. Lanzamos ese disco. La primera canción era Sueño y la segunda, Magangué. En la mitad del proceso de promoción se quebró la disquera y cerró. Y eso fue muy duro porque fueron dos años, del 2002 al 2004, en los que la disquera decidió no darme la carta de libertad.
¿Cómo se liberó?
Ellos querían que alguien pagara por mi salida. Decían que habían invertido cierta cantidad de dinero y que esperaban que se lo devolvieran, lo cual era absurdo. Entré en una pelea legal. Tuve un abogado, Gabriel Devis, y junto con mis papás se pusieron la diez, hasta que logramos solucionarlo.
¿Qué hizo durante esos dos años?
Como no podía grabar con otra disquera, me dediqué a escribir y a hacer música. Y también fui barman durante un tiempo largo. Mi cariño por Andrés Cepeda viene desde ahí, porque hizo una gira que se llamaba ‘Andrés Cepeda y sus amigos’, y él me montó en ese proyecto, sabiendo que aún no me conocían. Yo solo sonaba en Bogotá y en Barranquilla un poco, pero en el resto del país no. En ese tour estaba Maía, quien ya era muy fuerte con su Niña bonita, y Julio Nava. 
Fonseca escribió su primer gran éxito, Te mando flores, en medio de un reality.

Fonseca escribió su primer gran éxito, Te mando flores, en medio de un reality.

Foto:Camilo Báez

La verdadera historia de 'Te mando flores', el primer éxito internacional de Fonseca

¿Qué pasó cuando dejó de sonar el teléfono y no había más oportunidades?
Hubo un momento en el que dejaron de aparecer cosas puntuales. En el 2004, Juan Esteban Sampedro, del Canal Caracol, me llamó y me preguntó si iba a un reality que se llamaba La granja. Le dije que no. Pero después me convenció diciéndome que podía llevar mi guitarra, porque al comienzo me habían dicho que no podía llevarla, y me dijo: “¿Quién quita que usted escriba la canción que le cambie la vida?”. Y acepté.
¿Y sí hubo canción?
Escribí Te mando flores.
La canción que le cambió la vida, literal. ¿Cómo la escribió?
Yo estaba absolutamente desconectado en una finca afuera de Bogotá. Estuve un mes y medio en la desconexión más absurda que uno puede elegir, porque no se sabe nada de la familia, el mundo ni la hora. Juliana, mi esposa en este momento, vivía en Barcelona y llevaba cuatro años y medio allá. Para los dos era incierto lo que podía pasar, pero siempre hubo un amor muy grande. Y con esa melancolía y nostalgia, en medio del encierro, escribí Te mando flores, que digo que es una declaración de amor por telepatía porque no podía hablar con ella. Si uno mira la letra, hace mucho sentido porque dice: “Te mando flores que recojo en el camino y te las mando entre mis sueños porque no puedo hablar contigo, y te mando besos en mis canciones y por las noches cuando duermo, se juntan nuestros corazones”. Literal era así porque yo soñaba con ella. “Mi niña linda, yo te juro que cada día te veo más cerca”. Como ‘tu niña linda’ era como Juliana firmaba las cartas. Mejor dicho, todo fue alrededor de esa historia.
¿Qué pasó cuando salió del reality con esa canción?
El día que salí, después de una prueba de partir madera, me montaron en una van y me llevaron a una finca, y me recibió Miguel ‘el Happy’ Lora, que había salido hacía un mes. Apenas lo vi, le pregunté qué hacía ahí, y lo primero que me dijo fue: “Se murió Patricia Téllez, tu mánager”. Ese aterrizaje de la realidad fue muy duro. Después llegué a Bogotá y hablé con Carlos, mi mánager actual, quien trabajaba con Patricia. En el reality, una de las concursantes era amiga de Bernardo Ossa, que es un tremendo productor colombiano. Me senté con él y accedió a grabar conmigo, aún cuando le dije que no tenía presupuesto. Y después apareció Emmy Music, me firmaron y empezó mi vida a andar de nuevo en el 2005.
Fonseca es la portada de la nueva edición de revista Bocas.

Fonseca es la portada de la nueva edición de revista Bocas.

Foto:Archivo particular

Y al año siguiente, con esa canción, ganó su primer Grammy Latino, una subida tremenda después de la crisis…
El Grammy fue una locura, pero la real locura fue Te mando flores. Después de cuatro años de estar remando a contracorriente, como si estuviera remando en arequipe, donde no avanzaba, la vida cambió. Pasé de mirar si en Bogotá lograba un par de entrevistas, y en Barranquilla en Radio Tiempo, a girar por América Latina, Estados Unidos y Europa. Para esa edición estuve por primera vez nominado en tres categorías con el álbum Corazón y las canciones Hace tiempo y Cómo me mira. Fue en el Madison Square Garden de Nueva York. La persona del año fue Ricky Martin y me invitaron a cantar en el homenaje. Estaban mis papás y Juliana.
Usted ha hecho varias colaboraciones, Ringo Starr, el homenaje a Diomedes con grandes del vallenato y hasta la propia Orquesta Sinfónica. Pero haberlo hecho con Juan Luis Guerra en su último álbum fue diferente, ¿por qué?
Lo de Juan Luis, en Tropicalia, no es solo un sueño cumplido, porque desde niño lo había soñado, sino porque Si tú me quieres iba a ser parte del disco anterior, de Viajante, pero no pudimos incluirla por sus tiempos. Yo dije que lo esperaba hasta que lo pudiera hacer, y esa fue la razón de crear un nuevo álbum.
¿Qué es Tropicalia?
Quería un álbum con los géneros que me han influenciado. Investigué y lo más conocido del tropicalismo era el movimiento en Brasil a finales de los 60, pero también ha habido otra serie de expresiones, activismos, festivales de música y muchas cosas. Me tomé la libertad de tomar ese nombre para describir mi sentimiento y a partir de él construí mi álbum, diferente a como lo había hecho antes, en el que producía las canciones y después seleccionaba el nombre. Una salsa con el Grupo Niche, un bolero con Gilberto Santa Rosa y Chucho Valdés, y una colaboración más con Álex Cuba forman parte de ese mundo que por primera vez lo mostraré en el Festival Cordillera, en Bogotá.
Para algunos, el tropipop se extinguió, ¿usted lo ve así? ¿Qué pasó para que dejara de sonar como hace 20 años?
Hubo un momento, como en el 2007, en que por alguna razón la gente tomó de burla al tropipop; teníamos muchos detractores dentro de la música, hasta dentro de los propios medios. Lo hicieron sonar como lollipop, como algo burlesco. Y fue absurdo porque lo que estaba pasando era que había una fusión increíble que se había dado gracias a Carlos Vives y que después nosotros llevamos a varias partes del país. Nosotros hicimos nuestro propio sancocho del tema. Yo pensé llamar a mi álbum Gratitud como Tropipop. Hasta hice un primer boceto, pero le daban muy duro al tema. Lo que pasó entonces fue algo implícito: aunque se olvidaran del nombre o del género, nosotros seguíamos ahí. Es un movimiento que aún permanece. Hace poco compartí tarima con Samper, Sebastián Yepes y Mauricio y Palo de Agua.
Esta entrevista fue realizada por David Alejandro López Bermúdez, periodista de EL TIEMPO. En redes: @lopez03david
​Edición #139 mayo - junio 2024

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