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Share especial A mí también me pasó - Robos en Bogotá

Las 10 formas como lo pueden robar y los días con más hurtos en Bogotá

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Los hurtos a personas en Bogotá aumentaron. Los niveles registrados este año no se habían visto en una década. En promedio, durante los primeros seis meses, se reportaron 409 casos cada día. Hay al menos 10 modalidades de robo que están atormentando a la ciudad.

Una persona sale de su casa y aprieta su maletín con las dos manos. Se lo pone al frente del cuerpo antes de entrar a un servicio de transporte público. Respira profundo y camina rápido. Otra persona que va manejando su carro deja un espacio considerable cada vez que frena. Quiere tener margen de maniobra y reacción rápida. Y otra le escribe de forma insistente a su hijo porque no se ha reportado en menos de veinte minutos desde que salió de su casa.

Ellos coinciden en una misma sensación: miedo. Es un escenario que se repite cada minuto en Bogotá. Salir a la calle en cualquier momento del día se ha convertido en un sufrimiento para muchos. Y es algo paradójico porque contrasta con la gran oferta de actividades que se pueden hacer en la capital del país.

“Me robaron el celular”, “me atracaron”, “me drogaron” o “se metieron a mi apartamento y me dejaron sin nada” son algunas de las frases que se han vuelto repetitivas en redes sociales y en las conversaciones de la gente.

EL TIEMPO investigó y registró esta realidad que preocupa. Durante los últimos tres meses recibimos cientos de denuncias de víctimas de diferentes modalidades de hurto, que detallamos en historias para revelar la grave situación en la ciudad. Los delincuentes han empleado contra ellos tácticas tradicionales como el raponazo y el atraco, así como otras que involucran herramientas digitales y la suplantación de identidad. La propia alcaldesa Claudia López reconoció el problema en entrevista con este diario: “Es una terrible frustración para mí”.

No es solo percepción, el hurto aumentó

Bogotá se ha convertido en una ciudad en la que convergen dos tipos de personas: quienes se han aprovechado de las condiciones adversas de las transformaciones que sufre la capital y han hecho del atraco y el hurto una forma de vida, y quienes pasan los días intentando huir de estos criminales, llegar a salvo a casa con todas sus pertenencias y sin haber tenido que pasar al menos una angustia por culpa de los ladrones que se esconden en las calles capitalinas.

Las 10 modalidades que son más comunes en la actualidad en Bogotá según las denuncias obtenidas por este diario son el ‘cosquilleo’, raponazo, atraco, suplantación de identidad, cambio de SIM card, halado de carros, uso de escopolamina, y phishing, smishing y vishing ‒técnicas de manipulación a través de correos electrónico, mensajes de texto y llamadas telefónicas‒.

Según una encuesta reciente de Seguridad Ciudadana y Convivencia del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), el 84 por ciento de los bogotanos se sienten inseguros en la ciudad y el 73 por ciento, en su propio barrio. Además, el 64 por ciento de los encuestados aseguraron que no denuncian cuando son víctimas de un robo, lo que amplía el subregistro de los casos.

Cuando se contrastan los datos de la Secretaría de Seguridad y del Sistema Estadístico de la Policía Nacional (Siedco) se revela la complejidad del problema: en solo el primer semestre de 2023 se reportaron 74.074 hurtos, la cifra más alta en los últimos 13 años, si se compara con las de los mismos periodos. Esto representa un aumento del 29,4 por ciento respecto al del año anterior y de 22 por ciento en comparación con lo reportado en 2019, el año que tenía el registro más alto.

En otras palabras, en promedio, durante los primeros seis meses del año, se registraron 409 robos a personas cada día o 17 hurtos cada hora.

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Si se desagregan los datos, hay una clara diferencia entre los tipos de arma que utilizan los delincuentes: el uso de armas cortopunzantes acumuló 14.202 reportes, un aumento del 12,5 por ciento respecto al 2022; los elementos contundentes, como palos, destornilladores y piedras, con 1.838 reportes, muestran un incremento del 10,8 por ciento, y el uso de escopolamina, con 750 casos, representó un aumento del 41 por ciento en comparación del año anterior.

Los robos sin uso de armas sumaron 48.701 casos, lo que representa un aumento del 41,7 por ciento en comparación con el mismo periodo del año pasado. Cabe anotar que los robos con armas de fuego sumaron 7.292 denuncias y fue la única categoría que disminuyó. Además, hay 1.283 reportes sobre los que no se conoce el tipo de arma.

Ahora bien, en cuanto a los hurtos a residencias, las cifras muestran que los casos aumentaron en comparación con los años de la pandemia, pero se mantienen inferiores a los registrados antes de la emergencia sanitaria: hasta junio de este año se reportaron 3.799, mientras que para el mismo periodo de 2019, el registro estaba en 5.037, y para 2018, en 5.206, el más alto de la década.

Sobre los hurtos de vehículos, se ha mantenido la tendencia de los últimos diez años si se compara el número de casos. Sin embargo, en los primeros seis meses del 2023 se registró el mayor número de reportes (1.908).

Para Williams Jiménez, investigador del observatorio Strategos y asistente posdoctoral en sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes, si bien hay un notorio incremento en los datos de las autoridades, hay que tener en cuenta que “a veces, el aumento de los hurtos sobre el papel está ligado al incremento de las denuncias de los ciudadanos. Es decir, cuando las personas tienen más confianza en las autoridades tienden a denunciar más actos que en condiciones de desconfianza no lo harían. Y por eso pueden existir diferencias amplias entre administraciones o un mayor subregistro. La ausencia de soluciones judiciales efectivas ha hecho que la gente no denuncie”.

Hay nuevas modalidades de hurto

El ‘cosquilleo’, raponazo, atraco y el uso de escopolamina ‒también llamada burundanga‒ o sustancias químicas y benzodiacepinas son las modalidades tradicionales más denunciadas por los bogotanos.

Sin embargo, las plataformas digitales se han convertido en un canal más efectivo para los delincuentes que buscan engañar a las personas. El uso de inteligencia social, que no es otra cosa que la suma de técnicas para manipular a usuarios, cada vez es más frecuente. La suplantación de identidades de conocidos, amigos, familiares, empresas, entidades bancarias y servicios a través de mensajes de texto, correos electrónicos y llamadas con voces cambiadas con inteligencia artificial son nuevas modalidades de robo en Bogotá.

Eso se suma a otras estafas ya conocidas que han sido perfeccionadas, como los pagos de altas sumas de dinero en supuestas agencias de viajes que captan a sus víctimas en centros comerciales, los cambiazos de tarjetas SIM del celular y de autopartes en talleres mecánicos, y estafas de falsos tramitadores que cobran hasta 50 millones de pesos para ayudar a cumplir el sueño americano con visas falsas.

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¿Por qué aumentaron los robos en Bogotá?

Según los datos de las autoridades, en promedio, uno de cada 100 bogotanos fue robado en los primeros seis meses del año. Los expertos coinciden en que las causas están basadas en las fallas en el control de la seguridad, el monopolio de la violencia y los problemas sociales de base.

En palabras de Hugo Acero, ex secretario de Seguridad de Bogotá y sociólogo de la Universidad Nacional, “el problema tiene que ver con la gestión estatal de este tema, que pasa por la falta de liderazgo del presidente Gustavo Petro, como principal responsable del orden público y la seguridad de los ciudadanos en todo el país”.

Y añade: “También pasa por la ausencia de coordinación y trabajo en equipo de las distintas instituciones estatales de seguridad y justicia a nivel nacional y local. Son más de 20 instituciones, 1.103 alcaldes y 32 gobernadores, que trabajan cada uno por su lado, mientras las organizaciones criminales, en la mayoría de los casos, sí coordinan y delinquen en equipo”.

En eso coincide Williams Jiménez: “Hay una configuración criminal de actores y establecimiento de estructuras criminales que vienen dados por la migración interna, es decir, aquellas personas que llegan a la ciudad a buscar trabajo. Aunque Bogotá no tiene un control territorial por parte de esas estructuras tan fuerte como Medellín, se están aprovechando de potenciales víctimas que buscan sobrevivir; las atraen y captan para delinquir. En parte, por esa razón hay más hurtos en unas localidades que en otras”.

Según Jiménez, las estructuras criminales permean varios círculos sociales, sobre todo en zonas vulnerables de la ciudad de estratos bajos y medios. “Hay una estructura internacional como el ‘Tren de Aragua’ que está explotando nichos criminales. A muchos migrantes, quienes pueden ser personas de otras regiones o de otro país, los captan a la fuerza y los convierten en escudos humanos. Se aprovechan de vacíos de poder”.

En ese orden de ideas, el aumento de hurtos se convierte en una espiral de violencia, criminalidad y falta de confianza en las instituciones. Hugo Acero lo explica de esta forma: “Afecta la baja confianza ciudadana en las instituciones de seguridad y justicia. En los últimos 10 años todas las instituciones perdieron confianza entre los ciudadanos, y sin ella y la participación de los ciudadanos cerca de las autoridades es muy difícil mejorar la seguridad y la justicia”.

La pandemia también fue determinante. “La pérdida de trabajos que no fueron recuperados causó que muchas personas se hayan intentado insertar en el mercado informal, viendo como una oportunidad lo criminal para solucionar sus problemas”, señala Williams Jiménez. Eso se suma al hambre generalizada en sectores de la ciudad. “No obstante los grandes esfuerzos de las administraciones, hay muchos jóvenes y niños que se acuestan sin comer en el día. Y eso destruye físicamente las condiciones de convivencia y de aceptar el pacto social. El hambre genera ira y vulnerabilidad”.

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Bandas criminales impulsarían el hurto

De acuerdo con datos revelados por la Fiscalía Seccional Bogotá, en la ciudad están operando unas nueve bandas delincuenciales que dominan el negocio de la droga en localidades como Bosa, Kennedy, Los Mártires, Santa Fe, Ciudad Bolívar, Chapinero, Usme y San Cristóbal.

Dos de ellas, conocidas como el ‘Tren de Aragua’ y ‘los Maracuchos’ ‒ambas de origen venezolano‒, le apuntan a quedarse con las líneas de narcotráfico del estratégico cinturón sur de la ciudad. Por esa zona, que limita con la localidad de Sumapaz, llegan los cargamentos de cocaína desde los Llanos. También es la entrada de los alijos que vienen desde el Pacífico, por la autopista Sur, que se descargan y distribuyen desde la llamada puerta 6 de Corabastos.

Dicha disputa por el control de las rentas criminales de la ciudad ha levantado un enfrentamiento a muerte con otras poderosas organizaciones, lo que ha incidido en el crecimiento de la extorsión y los hurtos en la ciudad, como una forma que han encontrado los criminales para financiar sus operaciones del narcomenudeo o microtráfico.

Información en poder de organismos de inteligencia señala que el ‘Tren de Aragua’ ya hace presencia en barrios como San Bernardino; Patio Bonito, primer y segundo sector; Bellavista, María Paz, Llano Grande y El Amparo.

Pero también ha empezado a extenderse a las localidades de Los Mártires, Ciudad Bolívar, Usme y Suba.

En esta última localidad no lograron sacar a la banda de ‘los Paisas’, que en 2021 se impuso con las mismas técnicas violentas. No obstante, llenaron espacios dejados por ‘los Boyacos’, ‘los Costeños’ y ‘los Moisés’, que fueron mermados gracias a operativos de la Policía y de la Fiscalía.

Datos contrastados por este diario revelan las zonas con mayor injerencia de actores criminales y los delitos más recurrentes en dichos lugares. Suba es la localidad más afectada y concentra 8.543 de los hurtos denunciados en el primer semestre del año.

Allí, en el barrio Britalia se registraron 287 hurtos a personas; en Villa Elisa, 258 casos; en Prado Pinzón, 203 robos; en El Estoril, 198, y Mónaco y Mirandela, 177 cada uno.

Aumento y disminución de hurtos por localidad

Variación del último año en porcentaje (enero a junio 2022 - 2023)

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En el siguiente mapa, pase el cursor o seleccione una localidad para ver el cambio.

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42,26%

SUBA

Sin embargo, pese a que Suba es la localidad con mayor número de robos denunciados, lo cierto es que el barrio de la ciudad donde más se han reportado robos no está en ese lugar. Según la información de la Secretaría de Seguridad, Polo Club, en la localidad de Barrios Unidos, es el lugar con mayor número de hurtos: 533 robos hasta el 30 de junio de 2023.

Además, Teusaquillo ha sido la localidad en la que más ha aumentado el hurto a personas, con un crecimiento del 71,8 por ciento, en comparación con el primer semestre del 2022. Le siguen Barrios Unidos con 66 por ciento, Los Mártires con 46 por ciento, La Candelaria con 45 por ciento y Puente Aranda con 44 por ciento.

Las dos únicas localidades que lograron reducciones importantes en este delito son Tunjuelito, con una caída del 19 por ciento, y Bosa, que logró disminuir 7 por ciento.

Un detalle no menor para anotar es que aunque no hay una relación directa establecida por las autoridades entre el aumento de los hurtos y el crecimiento de las bandas multicrimen y sus disputas, se sabe que entre los 60 barrios que han sido priorizados por el Distrito para mitigar la inseguridad dentro del llamado Plan Bogotá 60, hay varios de los que tienen mayor concentración de hurtos y donde se ha detectado una expansión de estas estructuras criminales.

Los atracos afectan la salud mental

Los robos no solo impactan la integridad física de los bogotanos ‒algunos incluso terminan en homicidios, como el caso del joven Sebastián Valverde que fue asesinado por delincuentes que lo esperaban a las afueras de una casa de cambio en Salitre‒, sino que también suponen un serio problema para la salud mental y convivencia en la ciudad.

Según el médico Mauricio Ángel, doctor en salud pública, profesor de la Universidad del Rosario y jefe de Educación Médica en el hospital Méderi, “en la salud pública los robos causan efectos directos, como el aumento de la violencia, las afectaciones individuales y colectivas, e indirectos, como el miedo que empieza a generar un ambiente específico de inseguridad, ansiedad y de relacionamiento”.

Además, señala que “el miedo a salir a la calle, a usar el transporte público, a la noche y a situaciones individuales para evitar ser robado se asocia al aumento de hormonas del estrés y los riesgos asociados a ellas. El ambiente de inseguridad va ampliando un ambiente de zozobra”.

Lo anterior implica, además, la ruptura de relaciones entre ciudadanos. Para Williams Jiménez, investigador de la Universidad de los Andes, “se dificultan aún más los lazos que se dan en una ciudad que tiene serios problemas de convivencia y se radicaliza la desconfianza, se quiebran la cohesión social e identidad, y eso puede causar una desestimulación incluso de la inversión en sectores de la ciudad”.

“Los gastos que debe tener una persona para suplir su seguridad, desde rejas, cambios de rutinas, cambio de elementos, hacen que se desestimule el simple hecho de salir a la calle, a lugares públicos o a reuniones sociales con el fin de evitar los efectos de la inseguridad. Y eso impacta en la salud mental. Los seres humanos somos sociables por naturaleza. Cuando perdemos esa capacidad para relacionarnos, aparecen el estrés, la depresión y otras patologías”, añade.

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Las estrategias de las autoridades

Aunque los hurtos cada día suman más dígitos a los conteos oficiales también hay que decir que las autoridades han desplegado todas las capacidades para contener la ola de criminalidad en la ciudad.

En Bogotá se han creado siete comandos de Policía especializados en hurtos y delitos que atentan contra la vida, un Comando Élite para frenar la avanzada de las bandas multicrimen, un esquema de seguridad de reacción bancaria para parar los casos de fleteo y una estrategia de focalización denominada Plan Bogotá 60 que prioriza los puntos críticos en la ciudad.

El Distrito reportó que durante el cierre de julio de este año se obtuvieron resultados considerables en ocho de los doce delitos de alto impacto en la ciudad. Sin embargo, el hurto a personas parece no ceder. Si se comparan los datos con los registrados en julio del año pasado, ha habido un incremento del 21,7 por ciento.

Según la Secretaría de Seguridad, la mejora en la mayoría de cifras mensuales coincide con la implementación del Plan Bogotá 60 y la conformación de una red CUIDAdana integrada por 3.500 moteros que se unieron a la gestión de la Policía Metropolitana de Bogotá para “cazar” a los delincuentes.

“Mientras en 2021 hubo 22 días sin muertes violentas, en 2022 fueron 36, en 2023 y, con poco más de medio año, ya van 20 días sin homicidios, de los cuales seis se han presentado desde el inicio del Plan Bogotá 60”, destacó Andrés Nieto, subsecretario de Seguridad.

Según el balance del primer mes de esta estrategia, gracias a la articulación con los moteros se ha logrado el reporte de 142 eventos delictivos que resultaron en la recuperación de 16 por ciento de las motos hurtadas y 9 por ciento en el caso de los carros. Se logró la captura de 33 delincuentes en flagrancia, gracias a la intervención de este nuevo cuerpo de seguridad civil.

Para Óscar Gómez Heredia, secretario de Seguridad, esta articulación “busca seguir enfrentando a los criminales; instituciones y ciudadanía estamos unidos contra el delito. Serán intervenciones especiales, sectorizadas y robustas, que complementan la estrategia planteada para el 2023”.

Dias del año en los que más roban

En el siguiente mapa de calor, seleccione el o los años en los que desee observar los momentos con más hurtos de cada mes.

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Faltan policías en Bogotá

Uno de los temas que más causan controversia entre la Administración, el Gobierno Nacional y las autoridades es la supuesta falta de pie de fuerza en la capital.

EL TIEMPO investigó con los censos más recientes de policías y de población. Al contrastar los datos, el panorama no es positivo. En Bogotá hay 217 policías por cada 100.000 habitantes, muy por debajo de la base de que debería haber al menos 300 policías por cada 100.000 habitantes, como lo estableció la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

Según la alcaldesa Claudia López, a la ciudad le quitaron 1.500 policías que habían sido financiados con recursos de los impuestos de los bogotanos y eso ha sido, según ella, uno de los motivos para que la delincuencia haya aumentado.

“Se llevaron 1.500 policías, y de los 1.500 que debían llegar este año nos van a tumbar 400, o sea, se tumbaron otros 1.100. Así es muy difícil. La seguridad no es con discursos, se necesitan jueces, fiscales, policías que persigan el delito, que capturen y judicialicen", afirmó.

Pero esto se contrapone a lo que dice la general Sandra Hernández, comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, quien en entrevista con este diario aseguró que a la capital no se le han quitado policías.

Según Hérnandez, la Dirección Nacional ha redistribuido a los uniformados teniendo en cuenta las necesidades de seguridad del país y, además, ha habido un bajo ingreso de nuevos uniformados a la institución. También explicó que Bogotá tiene un flujo constante de ingreso de policías. “Privilegiamos para el modelo nacional de vigilancia por cuadrantes más de 6.000 policías, que también están acompañados con un componente de 1.000 hombres y mujeres de Policía Judicial, el cuerpo del Gaula, que también tiene más de 1.000 funcionarios, y con una inteligencia robusta”, explicó.

Fue enfática en apuntar que la ciudad tiene un refuerzo de 500 policías cada fin de semana, destinados especialmente para la atención de delitos como el hurto y el homicidio. Ello se suma al anuncio del ministro de Defensa, Iván Velásquez, quien aseguró que en octubre llegarían 400 nuevos uniformados exclusivos para la ciudad.

Sin duda alguna, la seguridad es una de las prioridades para atender en el corto plazo. Se ha convertido en una de las banderas de la actual carrera electoral hacia el Palacio Liévano. El próximo alcalde tendrá la difícil tarea de unificar a las autoridades, recuperar la confianza de la comunidad y seguir dando golpes contundentes a las estructuras criminales que acechan a la capital. El robo debería dejar de ser parte de la rutina. Los bogotanos claman por una ciudad a la que puedan salir sin miedo.

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