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Análisis

Bogotá

Las rodadas de motociclistas, un comportamiento peligroso que causa muertes y que cada vez es más frecuente

Los motociclistas no solo exceden la velocidad, que es la infracción más frecuente, sino que también realizan maniobras peligrosas.

Los motociclistas no solo exceden la velocidad, que es la infracción más frecuente, sino que también realizan maniobras peligrosas.

Foto:Mauricio Moreno. EL TIEMPO

Expertos resumen algunas de las conductas imprudentes que se cometieron en el caso del siniestro de la vía Sibaté-Soacha, que cobró la vida de dos mujeres, y exigen un mayor control.

Jennyfer Solano Betancourt*
Las rodadas a gran velocidad en la vía o el llamado ‘candeleo’ vuelven a estar en el ojo público luego de que dos mujeres fallecieron tras ser arrolladas por una caravana de motociclistas en la vía Sibaté-Soacha.

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El hecho sucedió la semana pasada y, según muestra un video que está en poder de las autoridades, uno de los motociclistas golpeó la moto en la que se movilizaban las jóvenes Laura Daniel Gómez y Karen Martínez, y otros miembros de la caravana pasaron a gran velocidad por encima de una de ellas. Una murió en la vía y la otra, días después en el hospital.
Y es que en estas caravanas, los motociclistas no solo exceden la velocidad, que es la infracción más frecuente, sino que también realizan maniobras peligrosas como transitar en zigzag, no atender las señales de tránsito, hacer sobre pasos prohibidos, circular por bermas y andenes y ejecutar piruetas.
Accidente en Sibaté.

Accidente en Sibaté.

Foto:Redes sociales

Y, como en el caso del siniestro de las dos mujeres arrolladas brutalmente, no solo se pone en riesgo la vida de los propios motociclistas y los parrilleros, sino además de otros actores viales.
Lamentablemente, el ‘candeleo’ no es una práctica nueva. Desde hace dos años, la misma ciudadanía ha alertado a las autoridades de este tipo de comportamientos en las vías de Villeta, La Mesa y Anapoima durante los fines de semana.
Los indicadores de desempeño estratégicos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) precisan que el 43,6 por ciento de los moteros en Bogotá exceden la velocidad máxima permitida.
De hecho, esta es la infracción que más cometen. Según la Secretaría de Movilidad, en 2023 se impusieron 245.840 comparendos por esta infracción.
Las mismas cifras de la ANSV indican que el 55,7 por ciento de los motociclistas en la capital no se detienen ante una señal de pare.
Igualmente, el 18,4 por ciento realiza maniobras peligrosas como conducir en zigzag, rodar en una llanta, realizar sobre pasos no permitidos, hacer piruetas, entre otras conductas irresponsables.
Pero, además, el 12,1 por ciento de los motociclistas en Bogotá se estacionan en vías principales; el 3,5 por ciento adelanta en sitios prohibidos; el 2,2 por ciento viaja en sentido contrario y el 1,1 por ciento pasa un semáforo en rojo.
En general, conducir motocicleta sin observar las normas establecidas en el código de tránsito es la segunda infracción que más cometen en Bogotá, según la Secretaría Distrital de Movilidad, con 41.959 casos en 2023 y 15.262 en lo que va de 2024.
Pero más allá de las infracciones, los datos que más generan desconcierto son las fatalidades en siniestros asociados con una motocicleta. Este mismo actor vial es el que más muere en las vías de la capital. Entre conductores y pasajeros de moto hubo 275 víctimas fatales el año pasado.
Frente a estos actores, los peatones y los ciclistas son los grupos de población más afectados. Los comportamientos peligrosos de algunos motociclistas causaron el año pasado la muerte de 117 personas que se movilizaban a pie y de 15 ciclistas, según el Observatorio Nacional de Seguridad Vial.

Comportamientos peligrosos en el siniestro de la vía Sibaté-Soacha

Darío Hidalgo, profesor de transporte de la Universidad Javeriana, afirma que el principal comportamiento peligroso de este hecho fue el exceso de velocidad. Sin embargo, agrega que también se evidenció maniobras peligrosas como cambios abruptos de carril y también la no señalización de esos cambios adecuadamente.

Hay grupos que ruedan a la mayor velocidad posible para competir o promueven que personas no tan hábiles ni expertos conduzcan a velocidades muy altas y de manera agresiva.

“Las conductas temerarias y alocadas no solo afecta a la persona que las comete, sino a otros usuarios en las vías, como se evidenció en este caso (el de las jóvenes atropelladas en la vía Sibaté-Soacha), así como muestran las cifras de fatalidades en siniestros de moto contra moto y de moto contra peatón”, expresa Hidalgo.
Pese a esto, el experto considera que no se debe generalizar que todas las rodadas están asociadas a comportamientos alocados, ya que hay algunas que promueven comportamientos seguros y sirven, incluso, para el entrenamiento de otros compañeros.
Por su parte, Germán Prieto, profesor de la Especialización en Gerencia de Transporte de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, resalta que este tipo de rodadas deberían ser intervenidas por las autoridades urgentemente.
“Si bien hay grupos que salen a rodar de manera tranquila y segura para dar un paseo, también es cierto que hay otros grupos que ruedan a la mayor velocidad posible para competir o promueven que personas no tan hábiles ni expertos conduzcan a velocidades muy altas y de manera agresiva. Estos tipos de comportamientos terminan en siniestros muy graves”, expone.
Los expertos reafirman que el exceso de velocidad agrava más la situación asociada al ‘candeleo’, ya que ante un posible evento de tránsito no tienen la forma de reaccionar.
Entre conductores y pasajeros de moto hubo 275 víctimas fatales el año pasado.

Entre conductores y pasajeros de moto hubo 275 víctimas fatales el año pasado.

Foto:Mauricio Moreno. EL TIEMPO

“Se requiere un trabajo preventivo y que se le ponga peaje a las motos de alto cilindraje. Hay que disminuir los incentivos a los motociclistas para que no se realicen este tipo de rodadas que ponen en riesgo la vida de otras personas que comparten la vía”, sugiere Prieto.
Frente a las maniobras peligrosas de motociclistas, el concejal Julián Forero, conocido como Fuchi y quien llegó a esa corporación por el apoyo del gremio de moteros, expresó su rechazo.

No estamos de acuerdo con las personas que usan la moto de manera irresponsable e imprudente

“No estamos de acuerdo con las personas que usan la moto de manera irresponsable e imprudente ni con la falta de empatía a la hora de atender un siniestro que generaron”, expresa el concejal, quien dice que han liderado varias acciones relacionadas con la seguridad vial.
Frente al caso de las dos mujeres muertas en la vía Soacha-Sibaté, señala que le harán seguimiento y que quienes hicieron parte de la caravana se presenten ante la justicia. De hecho, en ese caso ya hay al menos cuatro motociclistas que acudieron a la Fiscalía. Su abogado afirmó que ellos no eran los directamente involucrados. 
No obstante, este martes, 2 de julio, EL TIEMPO conoció que uno de los presuntos responsables ya fue interrogado por la fiscal del caso.
Otro factor a tener en cuenta asociado a los hechos es el apoyo o refuerzo social. Según el sociólogo Carlos Charry, director del Doctorado en Estudios Sociales de la Universidad del Rosario, algunos motociclistas que hacen prácticas extremas tienen un grupo de seguidores o pertenecen a clubes y se reúnen para hacer piruetas y otras prácticas peligrosas.
“A veces, incluso, están bajo los efectos del alcohol y sustancias psicoactivas, sin prevenir las consecuencias de este tipo de acciones. Es muy difícil predecir qué está pasando por las mentes de personas que tienen estos comportamientos, pero casi siempre tienen un refuerzo social de un grupo más grande”, explica Charry.

¿Qué pasa por la cabeza de un motociclista que infringe normas?

Ricardo Montezuma, experto en movilidad y profesor de la Universidad Nacional, dice que suponer qué es lo que pasa por la mente de un motociclista es una tarea difícil de asegurar; sin embargo, para interpretar el comportamiento, considera, se deben tener en cuenta aspectos como grupos de edad, género, experticia, tipo de motocicleta, condiciones de la vía y el control.

La mayoría de los usuarios de motos, y este es un fenómeno reciente, son personas jóvenes, especialmente, hombres. La literatura académica muestra que este segmento de la población asume mayores riesgos

“El comportamiento de los seres humanos está regido por parámetros de la ley, moral y cultura. Nos regimos por parámetros legales que nos pueden modificar nuestra conducta, porque hay una sanción o control. O también por parámetros éticos y religiosos, así como culturales”, explica el experto.
Desde una perspectiva psicológica, el médico psiquiatra Andrés Felipe Rosado apunta que la triada serotonina (el placer), adrenalina (reacciones del cuerpo) y dopamina (el mecanismo de recompensa) aparece tras la búsqueda de una sensación de peligro y está muy asociada a los deportes extremos y a prácticas peligrosas en vehículos como la motocicleta.
“La mayoría de los usuarios de motos, y este es un fenómeno reciente, son personas jóvenes, especialmente, hombres. La literatura académica muestra que este segmento de la población asume mayores riesgos”, expone Hidalgo, quien agrega que también la infraestructura vial, al ser tan ancha, no ofrece una señal clara para que el motociclista vaya más despacio.
De hecho, el experto agrega que aunque no haya tráfico, algunos usuarios de moto hacen culebreos (conducen entre vehículos o en zigzag) con el deseo de llegar más rápido.
Omar González, coordinador de fiscalización y control de la iniciativa Bloomberg para la Seguridad Vial Global en Colombia, sostiene que la percepción del riesgo es muy baja en los motociclistas y se refuerza en la medida en que pasa de una etapa en la que se comportaba bien cuando inicia su aprendizaje a otra en la que cree que tiene la habilidad y destreza que le permiten manejar cualquier tipo de situación.
Según Darío Hidalgo, experto en movilidad sostenible, en el 2020 hubo más motociclistas que peatones fallecidos en siniestros en las calles.

El 18,4 por ciento realiza maniobras peligrosas como conducir en zigzag, rodar en una llanta, realizar sobre pasos no permitidos, hacer piruetas, entre otras conductas irresponsables.

Foto:Mauricio Moreno / EL TIEMPO

“Si yo comienzo a adelantar entre vehículos y no me pasa nada, mi percepción del riesgo es baja. Si excedo la velocidad y no me pasa nada o si estoy en un semáforo, calculo que puedo pasar antes de que el otro vehículo llegue, o tomaré la decisión de pasarme el semáforo en rojo. Este es el reto: los cambios de comportamiento”, ejemplifica González.
Pensar que no les va ocurrir nunca nada es uno de los factores de comportamiento más peligrosos. El psiquiatra Andrés Rosado explica que la repetición de estas malas prácticas es común en esa triada de sensaciones, ya que debido a un proceso bioquímico del cerebro se genera un fenómeno adictivo a la sensación de bienestar que le genera a ciertas personas el exponerse al peligro o a prácticas de riesgo.
“La sensación adictiva hace parte de un proceso cognitivo (forma de pensar) automatizado, hacer consciente la magnitud del riesgo es complicado por el hecho de que las emociones están por encima del pensamiento racional”, concluye el experto.

Motociclistas o motocicleta, ¿en dónde está el riesgo?

Prieto expone que casi todos los usuarios están relativamente dispuestos a cometer infracciones y a manejar inadecuadamente; sin embargo, considera que la motocicleta reúne la facilidad para evadir las normas de tránsito.

La gran mayoría del parque automotor todavía tiene muchas fallas tecnológicas, no tienen tecnologías de frenado y otras condiciones que hacen la motocicleta más segura

“Con un carro es mucho más difícil cometer infracciones. La motocicleta como vehículo facilita cometer infracciones. Permite las mismas habilidades de una bicicleta para subirse a andenes o pasarse en zigzag (violando normas de tránsito); pero también tiene la potencia de velocidad de un carro. El problema no son los motociclistas, sino las motos como vehículos”, considera el profesor de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
Daniel Villaveces, gerente de Ride Pro (una compañía enfocada en la mejora de la seguridad de diferentes actores viales), añade que hay otras causas relacionadas con las cifras de motociclistas fallecidos más allá de su comportamiento.
“Hay temas de infraestructura que deben mejorar, la convivencia de la moto con vehículos pesados, la seguridad del mismo vehículo. La gran mayoría del parque automotor todavía tiene muchas fallas tecnológicas, no tienen tecnologías de frenado y otras condiciones que hacen la motocicleta más segura. También hay falta de experiencia y no capacidad de sortear el riesgo que implica este tipo de vehículo. No todo es velocidad”, enumera Villaveces.

Un gremio fortalecido, ¿qué pasa con el control?

El éxito de protestas lideradas por motociclistas, la elección de un concejal que los representara en Bogotá y la influencia en el Congreso de la República para lograr la aprobación de la ley que elimina la inmovilización de motos para cinco infracciones son tres aspectos que, para Hidalgo, revelan el poder que ha logrado este gremio.
“Piden relajación de sanciones y que las autoridades miren hacia otro lado, pero están pidiendo algo inconveniente. Las autoridades están obligadas a realizar el control para evitar esos comportamientos riesgosos”, apunta el experto en movilidad.
Para Prieto, algunos motociclistas se acostumbraron a cometer acciones que son riesgosas para los ciclistas y peatones con los que se comparte el espacio porque creen que no van a recibir una sanción.
El 55,7 por ciento de los motociclistas en la capital no se detienen ante una señal de pare.

El 55,7 por ciento de los motociclistas en la capital no se detienen ante una señal de pare.

Foto:Mauricio Moreno. EL TIEMPO

“Lo que vemos es un caos total. Algunos se suben en andenes y no respetan el paso del peatón. Se vuelve casi imposible de controlar y mucho más si incumplen cosas tan básicas como la revisión técnico mecánica o el pago del Soat. Piensan: ‘póngame la multa que quieran que igual no la voy a pagar’, y así se vuelve la ley de sálvese quien pueda”, expresa el profesor Prieto.
En este mismo sentido, Charry indica que si existe la forma de levantar la sanción, se crea un imaginario de que se puede evadir la norma y no habrá consecuencias.
“Es un problema cultural del comportamiento, pero también estatal, en términos de política pública, de ser más fuerte en términos de acción y que ejerza mayor control. Si el propio Estado no ejerce control o existen vías para evadir la norma va a ser muy difícil (una reducción de la siniestralidad)”, manifiesta el sociólogo.
Por lo que González enfatiza en la importancia de saber cuál es la capacidad real que tiene el Estado para hacer cumplir lo normado. Por ejemplo, expone que hoy el control descansa principalmente en los agentes de policía de tránsito, lo que es un recurso limitado.
Lo anterior se confirma con infracciones tan frecuentes, pero poco sancionadas, como el culebreo entre vehículos. Si bien la norma indica que el motociclista debe ocupar el carril detrás del carro y no entre estos, es frecuente la imagen del motociclista ‘culebreando’ para avanzar más rápido.
Así mismo, para Montezuma, el comportamiento de los actores viales está asociado al contexto y la determinación de la autoridad para ejercer el control. Agrega que en Colombia hay un atraso tecnológico, ya que si hubiesen radares, más identificación electrónica y formas más ágiles de detectar infracciones se haría un mejor control y, por ende, se pudieran proteger más vidas.
Jennyfer Solano Betancourt*
*Todas las muertes en las vías son evitables. Más de 8.000 muertos cada año en Colombia es inaceptable. Cumplamos las normas de tránsito para frenar esta epidemia. #NadieNaceParaMorirEnLaVía
Jennyfer Solano Betancourt*
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