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Entrevista

Bogotá

Las últimas pistas detrás de la misteriosa desaparición de Giovanni D’ Achiardi en el barrio Rosales de Chapinero, en Bogotá

Giovanni D’ Achiardi vestía una chaqueta azul y verde identificada con el loco de Transportes Calderón.

Giovanni D’ Achiardi vestía una chaqueta azul y verde identificada con el loco de Transportes Calderón.

Foto:Archivo particular

Videos y fotografías dan cuenta de que su rastro se perdió en la localidad de Chapinero cuando se dirigía a visitar a su tía.

Carol MalaverSubeditora de Bogotá
“Giovanni D’ Achiardi no tiene enemigos, no se mete en problemas. Algo le pasó en el barrio Rosales de Bogotá. Solo pedimos que, por favor, no nos abandonen y nos ayuden a buscarlo. Estamos desesperados”. Este es el clamor de María Alejandra Báez, la pareja sentimental de este hombre que desapareció en el barrio Rosales de la localidad de Chapinero, el pasado lunes 8 de julio a las 8:08 de la noche, aproximadamente.

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El hombre tiene 45 años y se desempeña como coordinador en la empresa Transportes Calderón. Él vive en el sector de Cedritos, junto a su pareja, pero, esa noche se dirigía a visitar a una tía que vive muy cerca de la embajada del Perú.
Giovanny D’Achiardi.

Giovanny D’Achiardi.

Foto:Archivo particular

Según el relato de su novia, Giovanni fue dejado por un vehículo de su empresa en el almacén Carulla de la 85. En ese momento, dice, también visitó una iglesia de la zona llamada Santa Rita, donde estaban las cenizas de su madre y, posteriormente, se resguardó de la lluvia. “Me dijo que iba a pedir un taxi o un carro por aplicación, pero, a final, nadie lo recogió. Estuvo difícil y por eso decidió irse caminando hasta donde su tía”. Entonces emprendió su caminata que no era poca desde el lugar donde se encontraba.
Giovanni D’ Achiardi.

Giovanni D’ Achiardi.

Foto:Archivo particular

María Alejandra dice que cuando habló con él por última vez, a eso de las 8: 02 de la noche, ya había pasado al restaurante Irreverente de James Rodríguez y que, mientras hablaban, pasó por el frente del Gun Club en Bogotá, ubicado en la calle 82 No. 7-77. “Ahí nos estábamos compartiendo ubicación en tiempo real y me dijo que ya iba a llegar a donde su tía”.
Pero, a eso de las 8: 10 de la noche, se perdió su rastro por completo. “En ese momento yo me desentendí porque supe que estaba ya cerca de su familiar y además estaba un poco enferma, pero le escribí, nuevamente, a las 8:45 de la noche, pero me di cuenta de que no le llegó el mensaje. Pensé que estaba ocupado y esperé”.
Pero todo se convulsionó cuando la tía de Giovanni llamó a María Alejandra, a eso de las 9.20 de la noche, a decirle que nunca había llegado. “Yo me alerté inmediatamente y llamé a su hermano. Nos fuimos al Gun Club y ahí nos ayudaron inmediatamente con los videos captados por sus cámaras de seguridad. Fueron muy humanos con nosotros”. En estos se veía a este ciudadano circular con tranquilidad por las calles de la zona.

La embajada nos ayudó y, en cambio, algunos administradores de edificios dilataron el proceso, nos pedían que mandáramos correos. De verdad, a veces falta empatía. Tocó esperar las órdenes fiscales y ahí sí nos dieron el material que es vital en estos casos

Esa misma noche, la familia fue al Instituto Nacional de Medicina Legal, pero no estaba abierto, también a la Fiscalía, pero no pudieron instaurar la denuncia. “Esa noche nada funcionaba, entonces pudimos hacer muy poco en ese sentido. También visitamos clínicas, pero nada, no encontramos nada”.
Sin perder un segundo de tiempo, los familiares de Giovanni imprimieron folletos con su rostro y lo repartieron por varios sectores de Bogotá, pero llegó el día siguiente y la incertidumbre seguía. “Nos fuimos otra vez a Medicina Legal, luego a la Fiscalía y pusimos el denuncio por desaparición. Fue un proceso largo”.
Giovanni D’ Achiardi  captado por cámaras de seguridad.

Giovanni D’ Achiardi captado por cámaras de seguridad.

Foto:Archivo particular

Justo en ese momento les asignaron un investigador y, mientras se iniciaba el proceso de rutina, la familia siguió pidiendo cámaras en la zona en donde vieron a su allegado por última vez. “La embajada nos ayudó y, en cambio, algunos administradores de edificios dilataron el proceso, nos pedían que mandáramos correos. De verdad, a veces falta empatía. Tocó esperar las órdenes fiscales y ahí sí nos dieron el material que es vital en estos casos”.
Así se pudo corroborar que el ciudadano desaparecido sí caminó por la zona y que su rastro se perdió después de atravesar un paradero del Sistema Integrado de Transporte Público (Sitp). En el momento de su desaparición vestía una chaqueta azul y verde identificada con el loco de Transportes Calderón, la empresa de transportes para la cual trabaja.

Familia teme que sea un secuestro

Aunque Giovanni es un hombre introvertido, pacífico y respetuoso, la familia teme que haya sido secuestrado. “A él no le gusta entrar en conflicto con nadie, es caballeroso y no hay razón para que alguien quiera hacerle daño, pero como ahora andar por las calles de Bogotá es tan peligroso, no descartamos nada”, dijo, María Alejandra.
Una de las hipótesis de la familia es que puede haber sido trasladado al municipio de Choachí, en el departamento de Cundinamarca, pues gracias a un rastreo que hicieron desde su empresa, uno de sus teléfonos da la señal de que está ahí, en la vereda Granadillo. “Eso es muy raro, muy extraño. Necesitamos ayuda de las autoridades de Cundinamarca, del Gaula. Que todas las autoridades se movilicen rápido hacia ese lugar”.
Aunque la familia dice que Giovanni estuvo enfermo, no fue nada grave y aclara que no hay razón alguna para su desaparición. “La mayoría de las pruebas que tenemos son porque nosotros hemos buscado. Necesitamos más agilidad por parte de las autoridades”.
Cualquier información real es recibida por la familia en los teléfonos: 3202299471, 3153040003 y 3182656049.

Las cifras de desaparecidos 

Según la Unidad de Desaparecidos de la Policía Metropolitana de Bogotá, este año ya se han reportado unos 500 desaparecidos en la capital, de los cuales solo faltan por ubicar unos 15. El 91 por ciento de los casos se resuelve en una ciudad en donde a veces reportan un caso al día y otros 18 o más.
Adolescentes rebeldes con malas relaciones familiares, hombres y mujeres que les huyen a deudas y decepciones amorosas, personas que salen de fiesta y terminan escopolaminados, víctimas de accidentes de tránsito y casos de enfermos mentales, consideradas desapariciones voluntarias, son los casos que más los ocupan. Del otro, lado, están las desapariciones forzadas, que representan su mayor desafío. Y en Bogotá, hay de todo.
El primer imaginario que quieren desestimar es que hay que esperar determinado tiempo para notificar el caso de una persona desaparecida. “Cada familia sabe cuándo hay un riesgo latente, entonces, apenas tengan una alerta, deben reportar el caso al Instituto Nacional de Medicina Legal, los encargados de registrar todos los reportes”. Estos, a su vez, quedan consignados en el Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres (SIRDEC).
Luego procede uno de los pasos más difíciles para las familias y amigos de un desaparecido: descartar que sea uno de los cadáveres que esperan a ser reconocidos en el Instituto. “Si esto no es así, lo más importante son los datos contenidos en la entrevista, información detallada de la persona y las características de tiempo, modo y lugar en las que desapareció”.
La Unidad cuenta además con un fiscal especializado destacado que pone toda su experticia y activa todos los mecanismos de búsqueda urgente al servicio de la ciudadanía. Siempre hay un investigador disponible, ya sea de la Policía Judicial, de la SIJIN o de la Fiscalía General de la Nación. “Nuestro propósito es que las personas no tengan que ir de un lado para el otro. Nuestra sede está en la calle 19 con carrera 27. Ahí comienzan las labores de búsqueda. Podemos decir que de un 100 por ciento de las desapariciones, un 80 por ciento es de personas que desaparecen por una acción voluntaria”, dijo el subintendente Luis Alejandro González Ubaque trabaja en esta ardua tarea desde el 25 de junio de 2011.
Carol Malaver
Subeditora Bogotá
Escríbanos a [email protected] 

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