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Opinión

Bogotá

Muerte en la rodada / Opinión

Accidente en Sibaté.

Accidente en Sibaté.

Foto:Redes sociales

Karen Martínez y Laura Daniela Gómez engrosan la tristísima lista de fallecidos en moto: 1.984 personas entre enero y mayo de 2024.

Darío Hidalgo
Las imágenes son pavorosas. Un grupo de moteros pasan a alta velocidad, presuntamente encima del límite; una persona en otra moto pierde el equilibrio y cae al piso con su pasajera. Dos moteros, al parecer de la misma rodada, arrollan a las personas en el piso y huyen.

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El vídeo es viral, con miles de réplicas. Los nombres de las víctimas son públicos: Karen Martínez y Laura Daniela Gómez. Sucedió en la vía Sibaté-Soacha de la mal llamada Autopista Sur el viernes 28 de junio a las 12:30 am.
Expreso mi solidaridad con las familias de las víctimas; siento mucho lo sucedido. No puede seguirnos pasando, no todos los días, no 23 veces por día, que son el número de muertes promedio en nuestro país, 13 de las cuales son de motociclistas y 16 tienen que ver con motocicletas.
Entiendo los moteros solo salen en estas rodadas a divertirse; hace parte de su estilo de vida y de su identificación social como grupo. Y entiendo que también hacen labores de prevención: promoción de comportamientos seguros, uso del casco y de elementos de protección, y mejora de destrezas. Pero las rodadas de diversión incluyen en algunos casos juegos como el “candeleo” (pasarse unos a otros), y según videos que algunos publican, comportamientos temerarios: exceso de velocidad, adelantamiento en doble línea amarilla, cambio de carriles y culebreo entre otros vehículos. Incluso “caballitos” o “piques” (poner la moto en una rueda). Nada seguro; ni para ellos, ni para las personas alrededor. 
Karen Martínez y Laura Daniela Gómez engrosan la tristísima lista de fallecidos en moto: 1.984 personas entre enero y mayo de 2024, 51,943 en el registro histórico desde 2009. Demasiadas personas, demasiadas familias. Una gran tragedia que no le estamos dando la atención que merece. 
La moto llegó para quedarse, ayuda al acceso y al trabajo a muchas familias, pero entraña riesgos fatales. Los riesgos son intrínsecos a un vehículo que no ofrece ninguna protección a sus usuarios; a una infraestructura que invita en algunos casos a ir rápido y, en otros, está en mal estado generando riesgos; a una cultura de la velocidad como objetivo, como diversión. Los riesgos se multiplican para usuarios jóvenes, que no temen al riesgo y que no tienen suficiente práctica.
Necesitamos muchas cosas para mitigar los riesgos: desde mejor licenciamiento (prueba práctica y licencia provisional de novatos con restricciones mientras las personas adquieren habilidades), mejor infraestructura (señalización y buen estado, con reductores donde sea necesario como las zonas urbanas y con buenos cruces peatonales semaforizados), mejores motos (con frenos ABS, luces permanentes e incluso con limitadores de velocidad), y controles a quienes insisten en poner en riesgo su vida y la de los demás. 
No todos los motociclistas son temerarios; según ANSV el 42 % exceden la velocidad a nivel nacional y 21 % no usan casco; pero son sobre quienes debe recaer el control. No se trata de persecución, se trata de hacer seguimiento a las normas, no solo para motociclistas, sino para todos los usuarios viales.
Recientemente el Congreso aprobó una ley que elimina la inmovilización de las motos en estos casos de comportamiento riesgosos; aún no ha entrado en vigor, pero percibo que podría reducir disuasión. La Liga Contra la Violencia Vial ha promovido que los comportamientos extremadamente riesgosos sean delitos, como en Francia. El debate está abierto; por ahora requerimos reforzar el control de las normas que tenemos. 
Por Karen Martínez y Laura Daniela Gómez y todas las demás víctimas de siniestros viales evitables; para que no se sigan enlutando familias en hechos prevenibles.
DARÍO HIDALGO
PROFESOR DE LOGÍSTICA Y TRANSPORTE DE LA UNIVERSIDAD JAVERIANA 
Darío Hidalgo
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