Inseguridad alimentaria: Colombia esquiva el acecho mundial del hambre

Análisis sobre la situación de inseguridad alimentaria y el hambre en Colombia y el mundo.

Economía del país

El aumento del hambre tiene alarmado al planeta. Para junio de este año, 345 millones de vidas corrían peligro en 82 países, por inseguridad alimentaria aguda, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

En América Latina, el año pasado, las personas que padecen hambre aumentaron en 4 millones, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Sin embargo, en Colombia ocurrió lo contrario, con una disminución de 1,3 millones de personas en esa condición.

Esta es, entonces, otra de las realidades en las que mientras crecen las preocupaciones en el mundo, el país parece ir en contravía. Así, las proyecciones de crecimiento a nivel global, para este año, vienen siendo recortadas, las de Colombia se han venido aumentando. “Este año, posiblemente, va a ser la economía de la región con el mejor comportamiento”, ha dicho Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.

Así, en el país las alzas de precios de los alimentos que se han experimentado en todo el mundo han dificultado el acceso a la comida, pero esa presión ha sido contrarrestada por la recuperación del empleo que ha hecho que muchas familias que se habían quedado sin ingresos vuelvan a tener capacidad de compra, lo que los saca del riesgo del hambre.

De acuerdo con Jaramillo, “los indicadores de empleo en Colombia van muy bien, se ha recuperado prácticamente todo el empleo que se perdió por la pandemia”. El mayor impulso del crecimiento y su efecto en el empleo permiten avizorar que este año han continuado la disminución de la pobreza en Colombia en el 2021, y el consecuente alivio en seguridad alimentaria.

En el mundo, la invasión a Ucrania aumentó la preocupación por el suministro de alimentos ante los cortes de ventas de trigo y de fertilizantes de ese país y de Rusia, hasta el acuerdo para desbloquear los puertos del mar Negro. Pero desde antes, los precios internacionales de los alimentos y de los insumos ya subían por la crisis logística —con las dificultades de transporte, los trancones en los puertos y la falta de contenedores— que se desató por las restricciones a la actividad económica que trajo la pandemia del covid-19.

En cuanto a la producción interna de alimentos, si bien los costos de los insumos han aumentado, en los 12 meses terminados en marzo de este año el sector agropecuario tuvo una producción 1,7 por ciento superior al año completo terminado en 2021. En lo corrido del año hasta agosto, los precios de los alimentos en Colombia han subido 19,3 por ciento y productos como la yuca, la cebolla y la arracacha reportan la mayor inflación.

La yuca, que ha experimentado un aumento de 95,5 por ciento, es la que más ha subido en lo que va del 2022. También aparecen otros productos cotidianos en la dieta colombiana, como la cebolla (66 %), arracacha, ñame y otros tubérculos (60,4 %), las naranjas (46,3 %) o el arroz (36,5 %).

Las comidas en establecimientos de servicio a la mesa, en medios de transporte, máquinas expendedoras, puestos móviles, y lugares de esparcimiento incluidas aquellas contratadas por encargo, para llevar o con servicio a domicilio han incrementado su valor en 16,5 por ciento en un año.

En este informe especial EL TIEMPO revisa:

-Los recientes alivios en precios internacionales de maíz, trigo, etc.

-Cómo se han comportado los precios e importaciones de alimentos e insumos que Colombia compra.

-Agricultores y ganaderos cuentan cómo va su producción para suministrar comida al país.

-¿Colombia podría producir más de los productos que importa como granos o fertilizantes?

-Así está el acceso hoy de la población colombiana a los alimentos

¿Por qué el paro restringió más el acceso a la comida que el covid y la inflación?

Hoy, 24,8 % de la gente no puede comer tres veces al día, mientras en mayo del 2021, por el paro, el porcentaje subió a 37 %.

En medio de la reciente escalada de precios al consumidor, originada principalmente en el incremento fuerte en los precios de los alimentos, el acceso de la población a la comida ha continuado mejorando con respecto a la situación vivida por la pandemia, cuando se dispararon los indicadores de pobreza y pobreza extrema, y en consecuencia, miles de familias redujeron la ingesta de alimentos básicos para su nutrición, sencillamente porque la plata no les alcanzaba.

Recientemente, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) reveló que, en el mundo, entre 702 y 828 millones de personas aguantaron hambre en el 2021, lo que implicó un aumento de 46 millones de personas respecto al dato del año anterior.

Sin embargo, Colombia tuvo la buena fortuna de no estar en el grupo de países, como lo muestran los indicadores de pobreza y de producción de alimentos.

Así, mientras que en América Latina el número de personas que aguantaron hambre el año pasado aumentó en 4 millones —al pasar de 52,3 en el 2020 a 56,5 millones de habitantes en el 2021— en Colombia la prevalencia de las personas que aguantan hambre fue de 8,2 por ciento entre el 2018 y 2021: una cifra más baja que la reportada entre el 2004 y el 2006, que era de 11,2 por ciento.

Y las cifras relacionadas del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) así lo ratifican, ya que la incidencia de la pobreza monetaria extrema en el país —es decir, la que comprende a las personas cuyos hogares tienen ingresos para comprar una canasta mínima de alimentos que les aporte un mínimo 2.900 calorías diarias— se redujo de 15,1 a 12,2 por ciento en el 2021, lo que representa una caída de 2,9 puntos.

Esto se traduce en que mientras en el 2020 por la pandemia hubo 7,47 millones de personas en condición de pobreza extrema, para 2021 el número bajó a 6,11 millones de personas; es decir, una reducción de 1,3 millones de personas.

Sin embargo, las cifras del corte del 2021 todavía están muy por encima de los 4,6 millones de personas en esta condición antes de la pandemia, al cierre del 2019.

De acuerdo con Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), desde la óptica de la oferta de alimentos, luego de que en 2019 la producción agrícola del país fuera de 71,29 millones de toneladas, la cifra subió a 73,31 millones de toneladas en el 2020 y para el 2021 hubo una mínima reducción, al llegar la cifra a 73,23 millones de toneladas; lo anterior indica que, desde el lado de la oferta, hubo estabilidad el año pasado en la posibilidad de acceder a los alimentos.

Más personas pueden comer tres veces al día

Tienen menos de 3 comidas al día

Tienen 3 comidas al día

Más personas pueden comer tres veces al día

Para el mes de agosto del 2022, según las cifras del Dane, el porcentaje de personas del país que no podía tener los llamados tres ‘golpes’ —es decir que no accedían a las tres comidas diarias— llegó al 24,8 por ciento, nivel muy inferior al de enero del 2021, cuando la reactivación de la actividad económica en el país aún no se había iniciado con fuerza.

De hecho, para el primer mes del año pasado, cuando Colombia afrontó el segundo pico de la pandemia del covid-19, el porcentaje de personas sin poder alimentarse tres veces al día se trepó hasta el 32,66 por ciento; es decir, un poco más de tres de cada 10 colombianos estaban en esta situación, mientras que el 67,34 por ciento sí tuvieron ese privilegio.

Pero según los indicadores, los bloqueos generados en el paro de mayo del 2021 bloquearon el acceso al trabajo y, en consecuencia, a la comida, ya que para ese período el indicador de personas sin comer tres veces diarias escaló hasta el 36,96 por ciento, y progresivamente fue descendiendo hasta octubre del 2021 (véase infografía).

En noviembre y diciembre del 2021 el porcentaje volvió a subir hasta 31,12 por ciento y 30,95 por ciento respectivamente; pero desde ese momento la tendencia a la baja se consolidó, lo que indica que hoy ya casi 8 de cada 10 habitantes del país tienen la posibilidad de comer tres veces diarias.

Es decir que, de acuerdo con la metodología de medición de pobreza del Dane, el 12,2 por ciento de la población tiene restringido el acceso a la alimentación básica, ya que al estar por debajo de la línea de pobreza extrema sus ingresos mensuales no superan los 161.099 pesos, lo que indica que para un hogar de cuatro personas el dinero disponible para sus necesidades no supera los 644.396 pesos.

No obstante estas mejoras, la FAO advirtió en julio de 2022 que, en todo caso, los efectos de la inflación en los precios de los alimentos en todo el mundo, derivados de las repercusiones económicas de la pandemia, han incrementado los costos de una dieta saludable y aumentaron sus dificultades de acceso.

Los alimentos ya bajan de precio en el mundo

En julio se completaron cuatro meses de reducción de los costos, según la FAO.

Aunque el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania ha sido traumático para el suministro al mundo de algunos fertilizantes claves para la producción de alimentos, los precios internacionales de los alimentos continúan a la baja y completan cinco meses en esa misma tendencia.

Al cierre de agosto, el índice de precios de los alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se situó en un promedio de 138 puntos, esto es, 13,6 por ciento menos que en marzo -cuando alcanzó su nivel máximo-, impulsado por caídas en los grupos de aceites vegetales y cereales.

Pese a esa importante reducción, dicho índice continúa 7,9 por ciento por encima del valor registrado en igual mes del año pasado.

Alimentos ya bajan de precio en el mundo

Cifras en puntos porcentuales.

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Aceites Vegetales

Cereales

Azúcar

Carne

Lacteos

Un reciente informe de esa organización indica que los aceites vegetales fueron los que más aportaron a la reducción del índice general, pues para agosto registraban una caída de 35 por ciento frente al techo tocado en marzo, y estaban en su nivel más bajo en 13 meses.

El pronunciado descenso, advierte la FAO, ha obedecido a la caída de los precios mundiales de los aceites de palma, soja, colza y girasol. Los precios internacionales del aceite de palma disminuyeron por cuarto mes consecutivo en julio, a causa de las perspectivas de abundantes disponibilidades procedentes de Indonesia, el principal exportador de aceite de palma del mundo.

La caída en los precios de las demás variedades de aceites estuvieron marcadas por la prolongada poca demanda y las expectativas de abundantes suministros. “El descenso de los precios del petróleo crudo también ejerció una presión a la baja sobre los valores de los aceites vegetales”, explicó la organización.

Otro de los productos de la cesta de alimentos de la FAO que aportó a la caída del índice general en agosto fue el de los cereales. Estos se redujeron 14,6 por ciento frente a su pico de marzo, aunque se mantienen 9,3 por ciento arriba del registro de un año atrás.

Y si bien los precios mundiales del trigo encabezaron la caída, en parte por el acuerdo entre Ucrania y la Federación de Rusia para desbloquear los principales puertos ucranianos del Mar Negro, los precios internacionales del trigo seguían 24,8 por ciento por encima de los valores alcanzados a mediados del año pasado.

La FAO también resaltó que los precios internacionales de los cereales secundarios también vienen cayendo, aunque siguen por encima de los valores de un año atrás. En la actualidad hay mayor disponibilidad de maíz y de arroz, este último registrando la primera caída de sus precios desde comienzos del 2022.

Otros productos con menores bajas en sus precios son los del azúcar, 4,4 puntos; los lácteos, 3,8 puntos, y la carne, que para el periodo de análisis solo cayeron 0,6 puntos.

“El descenso de los precios (del azúcar) se debió al debilitamiento del real brasileño frente al dólar de los Estados Unidos y a la caída de los precios del etanol, lo que ha dado lugar a que la producción de azúcar en el Brasil fuera mayor de lo previsto en la primera quincena de julio”, indicó la FAO, mientras que en los lácteos esto obedeció, principalmente, a “la escasa actividad en los mercados europeos con motivo de las vacaciones de verano”, entre otros factores.

En cuanto al descenso en los precios de la carne tanto ovina y bovina, es consecuencia a la amplia oferta disponible; caso contrario a lo observado en la porcina y avícola, cuyos precios se ajustaron al alza, sobre todo en las aves de corral, debido a la escasez de oferta impactada por algunos brotes de gripa aviar en el mundo, lo que elevó los costos a máximos históricos.

Los golpes de la guerra y del paro a los productores de comida en el país

Los golpes de la violencia y del paro a los productores de comida en el país

Ganaderos, paperos y avicultores han tenido que afrontar mayores costos de producción.

A los productores de leche colombianos les han llegado a pagar este año los mejores precios nunca antes vistos. Pero como los costos de los fertilizantes que utilizan para el pasto y el alimento concentrado para las vacas venían subiendo tanto, apenas les ha compensado para mantener las fincas.

Pedro Enrique lo sabe bien. En su parcela de 8 hectáreas situada en la vereda de Mochuelo Alto, en la localidad de Ciudad Bolívar —zona rural del sur de Bogotá— tiene seis vacas en ordeño con las que saca al día entre 75 y 80 litros de leche.

Antes —dice— le daban unos 800 pesos por cada litro y ahora obtiene hasta 1.500 pesos. Sin embargo, también se le han incrementado los costos de producción. Mientras que hace unos meses pagaba unos 500.000 pesos por cuatro o cinco bultos de concentrado, ahora le valen hasta 900.000 pesos.

“Los precios compensan algo para poder sostener la finca”, cuenta este productor, que vive a unos minutos del relleno sanitario Doña Juana, el principal vertedero de basura de la capital.

Pedro Enrique es uno de los 44 productores que forman parte de la Asociación Ganadera, Campesina, de pequeños y medianos productores de la Ruralidad de Bogotá (Asoprogan-RB). Esta, a su vez, está liderada por Néstor Montaña, también oriundo de la vereda Mochuelo Alto, quien cuenta que a pesar de la mejora en los precios de la leche debido al desabastecimiento de los últimos meses, están buscando que los productores tengan una comercialización justa.

Si bien ahora la leche que sale de las fincas de la zona la compran mayormente intermediarios que la venden por el barrio o la transforman en queso o yogurt, la idea es que Colanta venga y les compre a ellos a un precio más justo y así poder formalizarse.

“El problema es que el mercado es informal. Con el tema del desabastecimiento, lo que se evidencia es que el precio sigue aumentando pero sigue habiendo una brecha entre lo que paga un ‘jarreador’ en la zona (entre 1.500 y 1.600 pesos) y una empresa grande (1.800 y 2.500 pesos). Como asociación necesitamos generar un comercio justo, que en últimas se vea reflejado en una mayor utilidad y en una mayor calidad de vida de los productores de la ruralidad”, dice Montaña.

Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), el precio de la leche que compran los consumidores se ha disparado en los últimos meses. Con corte a agosto, el aumento en lo corrido del año es de 27 por ciento. Una buena parte de esta alza se debe al incremento que han tenido los ganaderos y el resto proviene de la suma de los costos de procesamiento, empaque, logística y comercialización, entre otros.

En particular, el aumento a los productores ha sido de 15,83 por ciento. En marzo de este año, el Ministerio de Agricultura actualizó los valores para el pago de la leche cruda tras el aumento de 8,83 por ciento decretado, lo que se sumó al incremento de 7 por ciento que ya se había realizado en octubre del año pasado, tras un acuerdo entre los representantes de la industria en el Consejo Nacional Lácteo.

Cómo van los precios de la comida en Colombia

Ya han retrocedido los precios de varios de los rubros de más peso en la canasta familiar

Precios en junio

“Al productor se le incrementaron los costos, en consecuencia, al industrial —que son empresas que pasteurizan la leche— también se le subieron y eso le está llegando al consumidor. Es un efecto de cadena que nace de los fertilizantes que están en precios históricamente altos. Además, el maíz y la soya también han aumentado”, explicó Felipe Pinilla, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Leche (Analac).

Aparte del costo de las materias primas, entre las principales razones que han aumentado el precio de la leche también están los factores climáticos y los efectos a largo plazo que supuso el paro nacional del año pasado —que comenzó a finales de marzo del 2021 y se extendió durante varios meses—, el cual generó un corte en el ciclo productivo de las vacas que todavía se siente en la actualidad.

“El ciclo productivo de una vaca lechera es anual. Cuando se lo cortas porque no les das comida se pierde el grueso de todo ese ciclo. Eso afectó mucho a la oferta de leche. El paro nacional generó unos cortes de los ciclos productivos de manera importante en las ganaderías especializadas”, explicó el representante de Fedegán-FNC.

Adicional a ello, está el hecho de la migración de fincas productoras a otros sectores económicos como la carne. En ese sentido, Juan Daniel Oviedo, exdirector del Dane, ha reconocido en varias ocasiones que se está exportando más ganado bovino en pie y que ante la menor disponibilidad en el mercado de consumo doméstico, como consecuencia, se genera una mayor presión inflacionaria.

La papa y el huevo, otros dos afectados

Las otras industrias tampoco han escapado de los efectos de los mayores precios por la escalada de violencia y por los efectos del paro nacional del 2021. Tanto los paperos como los avicultores han tenido que afrontar unos mayores costos de producción.

Sin embargo, la papa, luego de experimentar alzas de 55 por ciento entre diciembre y abril, para junio ya se había regresado a los precios de diciembre. La variación anual había llegado a estar en 110 por ciento por la menor producción que se dio el año pasado, pues gran parte de los agricultores de Cauca, Nariño y Tolima, que son los que normalmente surten en el primer semestre del año, perdieron sus cosechas a consecuencia de los bloqueos del paro.

Según explica Germán Palacio, presidente de la Federación Colombia de Productores de Papa (Fedepapa), a partir de junio entró la cosecha de la sabana cundiboyacense, la cual representa alrededor del 65 por ciento del total, y por eso la fuerte disminución de los precios.

"Se calcula que van a salir 1,5 millones de toneladas de papa en el segundo semestre. El precio se podría estabilizar. Los costos de producción siguen altos", señaló.

En el caso de la industria avícola, ha afrontado el alto impacto de precios de los granos, principal insumo para producir pollo y huevo, con un aumento de 40 por ciento desde mediados del 2020 a diciembre del 2021. Sin embargo, de acuerdo con la FAO, los precios internacionales de los cereales dejaron de subir en marzo, y para junio, habían bajado 2,2 por ciento.

El alimento balanceado que comen las aves se compone de maíz, sorgo y soya —todos estos insumos son importados— y representa el 75 por ciento del costo en promedio. El restante 25 por ciento se debe al transporte, combustible y al empaque para llevar los huevos al mercado, cuyo costo ha aumentado.

Otro de los factores —a nivel local— tiene que ver con los efectos de los bloqueos de las vías que se dieron el año pasado en medio del paro nacional y que todavía se sienten con fuerza en la industria.

De acuerdo con el presidente ejecutivo de la Federación Nacional de Avicultores de Colombia (Fenavi), Gonzalo Moreno, los bloqueos del 2021 dejaron más de 14 millones de aves muertas por falta de alimento, lo que se tradujo en el incremento de costos y en la afectación de toda la cadena de producción.

En la actualidad, cuenta que en el caso del huevo no hay todavía una recuperación plena. "Este año vamos a tener una reducción cercana al 4 por ciento. Calculamos cerrar el año con un poco más de 16.000 millones de huevos, 1.000 millones menos", dijo.

Para el pollo, que tiene un ciclo más rápido, ya hay un crecimiento este año por encima del 5 por ciento y esperan cerrar con 1,8 millones de toneladas.

¿Qué necesita Colombia para producir más trigo y fertilizantes?

Si bien se produjeron 36,2 millones de toneladas de alimentos, se importaron otras 5,9 millones.

A pesar de ser considerada una despensa agrícola, los alimentos que se producen en Colombia no son suficientes y el país necesita importar una parte. Esa dependencia ha tenido a los agricultores locales a merced del conflicto bélico, la crisis logística y el dólar, entre otros, en los últimos meses, lo que ha disparado los costos de producción y los precios al consumidor final.

Si bien el año pasado se produjeron 36,2 millones de toneladas de alimentos en el terreno nacional, se importaron otras 5,9 millones, principalmente insumos para producir proteína de origen animal como el pollo, el huevo o el cerdo, entre otros.

En total, Colombia importó el año pasado alrededor de 5,6 millones de toneladas de maíz amarillo, 326.734 toneladas de maíz blanco, 433.824 toneladas de soya y 1,5 millones de toneladas de torta de soya.

Para dejar de ser tan dependientes de estos insumos importados, la ministra de Agricultura, Cecilia López, ha reiterado en varias ocasiones que se concentrarán en aumentar la producción de maíz porque es un “insumo crítico” para bajarle el costo a la carne de cerdo, de pollo, de res, leche y huevos. “No podemos seguir importando maíz”, ha dicho.

Ante ello, Jorge Enrique Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), considera que Colombia debe producir más pero de una manera competitiva y que sea realmente rentable. "Existe una oportunidad de mercado, pero el país necesita ser más competitivo", señala.

“Existe una oportunidad de mercado, pero el país necesita ser más competitivo”, señala.

En estos momentos, indica que no se produce tal cantidad de insumos porque en Colombia no existe la productividad de la tierra y se necesita una escala de producción suficiente como para garantizar una materia prima nacional que permita alimentar a los animales, además de la habilitar bienes públicos como las carreteras para el transporte.

Por su parte, para Henry Vanegas, presidente de la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya (Fenalce), los precios de los alimentos no habrían sido tan altos este año si las empresas hubieran optado por comprar el maíz local.

A pesar de que admite que industrias como la avícola —una de las más afectadas por el paro nacional del año pasado— han ido comprando algo más de materia prima colombiana, opina que todavía son compras tímidas. En cambio, desde el gremio quieren que se firmen contratos a mediano y largo plazo que ayuden a los productores colombianos a desarrollar su infraestructura y tener maquinaría de calidad, entre otros asuntos.

“La situación cambió. Antes el maíz era más barato en Estados Unidos, pero hoy sale más caro. Se paga más en la bolsa, en fletes, en transporte, en gastos portuarios hasta el puerto de Colombia. Es un producto que vale 300 dólares y hay que meter 100 dólares más de sobrecosto por no tenerlo aquí, por no producirlo a nivel local”, explicó Vanegas y aclaró que se producen unas 400.000 hectáreas de maíz, pero que van al consumo humano.

La guerra de los fertilizantes

Adicionalmente a ello, hay más de 2 millones de toneladas de fertilizantes que toca importar a Colombia al año. Un proceso que también se vio afectado debido al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Así que tuvieron que salir a buscar más aliados comerciales.

El anterior ministro de Agricultura, Rodolfo Zea, advertía que en el momento de terminar el gobierno anterior se mantenía la estabilidad en la oferta y demanda de insumos para productores del campo. Entre enero y abril se importaron 783.007 toneladas, un 4 por ciento más respecto al mismo período del 2021. Y finalmente la mayor parte de estos provino de Estados Unidos (147.064 toneladas), seguido por Rusia (130.114 toneladas) y de China.

En Colombia, el mercado de insumos agropecuarios mueve al año alrededor de 4,94 billones de pesos; de estos recursos, 2,37 billones de pesos son para el segmento de fertilizantes.

A futuro, de acuerdo con Zea, Colombia tendría gran potencial para la elaboración de bioinsumos como estrategia de sustitución de importaciones a mediano y largo plazo en el marco de un proceso de transición agroecológica, siempre que se garanticen los niveles de productividad requeridos e inocuidad de los alimentos, para la garantía de la seguridad alimentaria de los colombianos.

Estrategias para enfrentar precios de las materias primas

Desde el Ministerio de Agricultura se ha venido impulsando la iniciativa público-privada ‘Soya Maíz: Proyecto País’, la cual surgió hace dos años, en medio de la pandemia del covid-19. El propósito ha sido impulsar la generación de empleo rural y producción nacional de materias primas como maíz, soya y sorgo bajo condiciones de productividad, rentabilidad y competitividad para los productores y los compradores.

La idea es que con el aumento de la producción nacional de estas materias primas se pueda suplir inicialmente el crecimiento de la demanda de la industria de alimentos balanceados en la producción de la proteína de origen animal, como por ejemplo pollo, huevo, leche, cerdo, pescado y carne bovina. Así como también para el segmento de las mascotas.

En cifras, esto quiere decir que con la iniciativa ‘Soya Maíz: Proyecto País’ se debe impulsar la siembra de 55.000 hectáreas nuevas por año, que representan el crecimiento de la demanda de la industria de alimentos balanceados anualmente. Y este objetivo, a pesar de la pandemia, ha estado cerca de cumplirse. Por ejemplo, en 2021 se registró la siembra de 47.674 hectáreas de maíz amarillo tecnificado, lo que representó un incremento de 37 por ciento respecto a 2020.

Este logro se alcanzó gracias a los buenos precios internacionales, al impulso de esta iniciativa y al esfuerzo conjunto público-privado, lo cual se ve reflejado en el financiamiento agropecuario, que en número de operaciones y en valor del crédito, aumentó 72 y 65 por ciento respectivamente, entre 2020 y 2021.

COSTO DE FERTILIZANTES DEJÓ DE CRECER, PERO AÚN FALTA PARA QUE SE NORMALICE

En los últimos meses paró la tendencia alcista, y en los alimentos importados la reducción de costos ha sido más notoria.

La crisis logística mundial, unida a la guerra de Ucrania y Rusia, puso a los cultivadores de todo el mundo, incluyendo a los colombianos, a pagar más dinero por los insumos que utilizan en su proceso productivo, lo cual se ha sentido fuerte en la inflación de alimentos, que sigue siendo el principal factor que ha movido la inflación, que hasta agosto llegó al 10,84 por ciento anual.

De acuerdo con un análisis de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) en mayo el costo de los fertilizantes pagado en el país llegó a un nivel histórico, ya que por ejemplo, por un kilo de sulfato diamónico el precio nacional llegó a 5.014 pesos, un 96,7 por ciento por encima de la tarifa de mayo del 2021, en tanto que la mayor alza se vio en el cloruro de potasio, que fue del 232,9 por ciento anual hasta los 4.785 pesos el kilo.

No obstante, las presiones de precios en varios de los diferentes insumos para la producción agrícola, vital en la seguridad alimentaria, ya han comenzado a ceder y aunque aún falta un largo trecho por recorrer, la noticia positiva es que las alzas ya tocaron fondo.

En efecto, un reciente análisis del comportamiento de los precios desde enero del 2020 hasta agosto del 2022, realizado por Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (Upra), mostró que los mayores incrementos se presentaron desde agosto del 2021 y se acentuaron en los meses de noviembre del 2021, y abril y mayo del 2022.

Posteriormente, alcanzaron una aparente estabilidad, con un incremento de mínima magnitud, durante junio del 2022 y una reducción sostenida entre julio y agosto del presente año.

En efecto, según el Índice de precios de fertilizantes, plaguicidas y otros insumos que realiza la entidad, en lo corrido del 2022 las variaciones de precios del grupo de fertilizantes y sus subgrupos, simples y compuestos, tuvieron incrementos de 32,18 por ciento, 29,46 por ciento y 34,58 por ciento, respectivamente.

En los tres casos, las variaciones son menores a las reportadas entre enero y agosto del 2021, cuando los porcentajes de variación del índice, en el mismo orden, fue de 42,31 por ciento, 46,41 por ciento y 39,15 por ciento.

En cuanto al efecto en el costo de los alimentos, para julio de este año, los precios de los alimentos importados por Colombia habían bajado 12,9 por ciento frente al pico alcanzado dos meses atrás, en mayo.

Sin embargo, seguían 12 por ciento más caros que un año antes. Sólo los cereales bajaron en julio 9 por ciento frente a los precios máximos, que se habían alcanzado en junio. Pero aún estaban 21,9 por ciento más costosos que en julio del 2021.

A su turno, los alimentos y bebidas importados por Colombia llegaron a estar a 1.306 dólares por tonelada en mayo, y para julio se pagaron a 1.137 dólares la tonelada. Entre tanto, la tonelada de cereales comprados por Colombia en el exterior se llegó a pagar en junio a 424 dólares, y para julio bajó a 386 dólares.

Impacto Reciente

Pero no obstante estas señales recientes del inicio de la reducción de precios de los insumos agrícolas, al analizar los datos del último año se evidencia el impacto de los fuertes incrementos que se vienen presentando, en los que la guerra de Rusia y Ucrania ha jugado un papel determinante.

De acuerdo con los datos que analiza la Upra, la variación acumulada para los últimos 12 meses, comprendidos entre septiembre del 2021 y agosto del 2022, presentó un incremento del 87,39 por ciento para el total del grupo, superior a la observada entre septiembre del 2020 y agosto del 2021, que fue de 39,96 por ciento.

Por subgrupos se encontró que los precios de los fertilizantes simples crecieron un 92,4 por ciento y los compuestos, en un 83,32 por ciento; en tanto que, el mismo análisis del año anterior, arrojó cifras de aumentos del 41,99 por ciento y 38,38 por ciento, respectivamente.

En este sentido, los incrementos en los precios para el grupo de los fertilizantes han estado acentuados principalmente desde agosto del 2021, en los productos de fertilizantes simples. Durante lo corrido del 2022, se observa un comportamiento de similar magnitud y dirección entre los subgrupos de simples y compuestos, con reducciones desde junio del 2022.

¿Y los plaguicidas?

El análisis de la Upra también cobija los precios de los plaguicidas, categoría conformada por los herbicidas, fungicidas e insecticidas, y en la que los primeros son los que han impulsado los aumentos de precios de todo el grupo.

La variación porcentual del índice de precios de estos productos en lo transcurrido del 2022 fue a agosto del 25,53 por ciento, del 35,67 por ciento en los herbicidas, de 12,15 por ciento en los fungicidas y 10,19 por ciento en los insecticidas; en tanto que para el mismo periodo del 2021 la variación total del grupo fue de apenas 5,6 por ciento, con la mayor variación en el subgrupo de los herbicidas: 8,08 por ciento.

En otras palabras, el aumento entre enero y agosto del 2022 en los plaguicidas ha sido de 4,5 veces lo que fue el ajuste de tarifas en igual lapso del año pasado.

Entre tanto, para los otros insumos, en los que se incluyen los coadyuvantes, reguladores y molusquicidas, las variaciones de precio en lo corrido del año al corte del octavo mes del año fueron del 6,97 por ciento, frente al 3,29 por ciento del período enero-agosto del 2021.

CRÉDITOS

Director del reportaje multimedia:

Mauricio Galindo, editor de Economía de EL TIEMPO.

Redacción:

Ómar Ahumada.

Noelia Cigüenza.

Carlos Arturo García.

Laura Lesmes.

Diseño:

Katherine Orjuela.

Dany E. Valderrama.

Jefe de Diseño:

Sandra Rojas.

Maquetación:

Norman Jaimes

Editor de Reportajes Multimedia:

José Alberto Mojica Patiño.

Video:

Sergio Iván Acero Yate

Montaje digital:

Yaleni Solano

Editor de Mesa Central:

Jhon Torres

Fuente gráficos:

DANE

*Agradecimientos a los agricultores de Mochuelo Alto, en Ciudad Bolívar, y a Néstor Montaña, presidente de la Asociación Ganadera y Campesina de Pequeños y Medianos Productores de la Ruralidad de Bogotá (Asoprogran)

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