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Irse para no volver: más de mil personas se van cada día de Colombia para radicarse fuera del país

El número de quienes se fueron durante siete años se acerca a la cantidad de personas que llegaron en la ola migratoria desde Venezuela. Reportaje multimedia especial.

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POR DÓNDE SE VAN

MÁS DE MIL
PERSONAS SE VAN
CADA DÍA DE
COLOMBIA PARA
NO VOLVER

¿A DÓNDE VIAJAN
LOS COLOMBIANOS?
LOS DESTINOS SE
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OLEADAS

¿QUÉ BUSCAN
LOS COLOMBIANOS
CUANDO DECIDEN IRSE?

PROFESIONALES Y
DESEMPLEADOS QUE BUSCAN
UN MEJOR PORVENIR:
LOS COLOMBIANOS QUE SE
VAN DEL PAÍS

EL DINERO QUE ENVÍAN
LOS MIGRANTES NO
DEJA DE AUMENTAR

La utopía detrás del llamado ‘sueño del migrante’

‘La mayor parte de la migración se da entre los países sur-sur’

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MÁS DE MIL PERSONAS SE VAN CADA DÍA DE COLOMBIA PARA NO VOLVER

¿A DÓNDE VIAJAN LOS COLOMBIANOS? LOS DESTINOS SE HAN DADO POR OLEADAS

¿QUÉ BUSCAN LOS COLOMBIANOS CUANDO DECIDEN IRSE?

PROFESIONALES Y DESEMPLEADOS QUE BUSCAN UN MEJOR PORVENIR: LOS COLOMBIANOS QUE SE VAN DEL PAÍS

EL DINERO QUE ENVÍAN LOS MIGRANTES NO DEJA DE AUMENTAR

LA UTOPÍA DETRÁS DEL LLAMADO ‘SUEÑO DEL MIGRANTE’

‘La mayor parte de la migración se da entre los países sur-sur’

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El número de quienes se fueron durante siete años se acerca a la cantidad de personas que llegaron en la ola migratoria desde Venezuela.

Cada día vuelan de Colombia 1.244 personas, para no volver. Así lo muestran tanto los registros de la Aeronáutica Civil como de Migración Colombia, en los que se mantiene la histórica diferencia entre las personas que salen del país frente a las que entran.

Según los resultados más recientes de la encuesta Consultoría Interdisciplinaria en Desarrollo (CID) de la firma Gallup, de febrero del 2024, el 30 por ciento de los consultados en Colombia respondió que emigraría de contar con los recursos necesarios, detrás de República Dominicana, Ecuador, Honduras, Bolivia, Nicaragua, Perú y Guatemala.

Durante el 2019, en medio de la normalidad previa a la pandemia, cada mes se registraba la salida del país, por los aeropuertos, de 670.000 personas en promedio, y la llegada de un poco más de 650.000. De esta manera, cada mes unas 17.000 personas no regresaban.

Luego vino el bache por los cierres en el mundo que trajo el covid, con flujos mínimos de viajeros. Pero desde septiembre del 2020 se comenzaron a recuperar gradualmente esos movimientos de gente desde y hacia Colombia, y para septiembre del 2021 ya habían alcanzado los niveles normales.

Luego, incluso, se superaron esos flujos habituales. Entre octubre del 2021 y julio del 2023 el promedio mensual de pasajeros saliendo aumentó a 734.000 y, el de pasajeros llegando, a 696.000. Así, el promedio mensual de personas que no vuelven aumentó a 37.800. O, en otras palabras, 1.244 personas por día.

De esta manera, entre enero del 2019 y julio del año pasado, por los aeropuertos salieron de Colombia, para no regresar, 1’300.353 personas. Para febrero del 2020, el acumulado anual de personas que no regresaban era de 204.483 personas, pero para julio del 2023 se aumentó a 447.856 personas sin regresar al año. Marzo es el mes en el que resulta mayor la diferencia entre el número de personas que se van frente al de las personas que entran al país. Por ejemplo, en marzo del 2022 fueron 101.000 personas saliendo más que las que entraron al territorio.

Las tendencias que muestran la salida y entrada desde y hacia el país de personas por vía aérea dan una idea clara del comportamiento total. La razón es que casi la totalidad de la emigración es por avión. Es así como, en el 2022, las salidas por aeropuertos representaron el 97 por ciento del total. Quienes se van por tierra son solamente el 2,8 por ciento; por mar, el 0,1 por ciento, y por río, solo 2 de cada 100.000 salidas, de acuerdo con Migración Colombia.

LA EMIGRACIÓN ILEGAL

Y en cuanto a la emigración ilegal, un reciente informe de las autoridades migratorias estadounidenses da cuenta de los cerca de 170.000 colombianos que fueron detenidos cuando intentaban ingresar a dicho país. La cifra, récord histórico, corresponde solo al año fiscal 2023 y supera en 30 por ciento la del 2022. Y dista mucho de las casi 10.000 personas retenidas en 2021.

Ese volumen de connacionales intentando entrar a Estados Unidos sin los permisos legales, ubica a los colombianos como el grupo que más creció en cuanto a detenciones en estos últimos 24 meses con un salto del 1.700 por ciento, ubicándolos, además, como el quinto grupo con más migrantes detenidos ese año fiscal, después de los mexicanos, guatemaltecos, hondureños y cubanos.

La situación no parece mejorar. Solo en el primer mes del año fiscal del 2024 fueron retenidos 14.000 colombianos, número muy similar al que se registró en septiembre y que representa un salto considerable frente a las cifras de junio, julio y agosto cuando el flujo pareció reducirse.

La magnitud de la emigración desde Colombia al resto del mundo es tal que el número de personas que salió y no regresó entre 2015 y 2022 se acerca a la oleada de migrantes venezolanos que recibió Colombia en el mismo periodo. En ese lapso, salieron del país, para no regresar, 1,4 millones de personas. Mientras tanto, de acuerdo con cifras publicadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) entraban 1’725.000 personas desde Venezuela, huyendo de la crisis humanitaria en medio del régimen de ese país. En el 2015, los venezolanos que vivían en Colombia eran 55.900 personas y el año pasado sumaron unos 1,78 millones.

Según Migración Colombia, de quienes salen por avión, el 92 por ciento se van por Bogotá, Medellín o Cali. Por el aeropuerto Eldorado, de la capital, se va el 64 por ciento; por el aeropuerto José María Córdova, de Rionegro y que sirve a Medellín, el 18 por ciento, y el 10 por ciento por el Alfonso Bonilla Aragón, de Palmira, que sirve a Cali.

Hace décadas, el principal era Estados Unidos. Los países a los que hoy viajan los colombianos son muy variados.

Uno de cada tres viajeros colombianos partió a Estados Unidos; uno de cada seis, a México, y el 12 por ciento a España. Esa es la información oficial de los viajeros connacionales.

Sin embargo, los destinos hacia donde viaja más gente no necesariamente son los mismos de donde la gente no vuelve. Es así como, en el 2022, los países a donde voló más gente y no regresó fueron Perú (79.773 personas) y Brasil (79.456). Luego están República Dominicana (56.173) y Argentina (45.864). Estados Unidos solo aparece en el quinto lugar, con 41.121 personas que no regresaron.

Lo cierto es que es difícil establecer si el número de personas que se registra sin regresar, de cada país, corresponde al destino definitivo hacia donde iban o si de ese lugar continuaban a otras naciones. O, por el contrario, corresponde a destinos definitivos que por ciertos periodos se vuelven más frecuentes para quienes quieren vivir en el exterior.

Jorge Restrepo, economista y profesor de la Universidad Javeriana, explica que los destinos de los migrantes se han diversificado ampliamente. Y esa razón obedece a que, en parte, muchos países —en especial los de la Unión Europea— han levantado los visados para los colombianos Y esto hace que ubicar los destinos finales sea más complicado, dada la facilidad de movilidad en regiones como esa. Inglaterra es uno de estos —sigue el experto— lo que se convierte en un factor de atracción para los connacionales que cada vez buscan mejores condiciones para trabajar o estudiar, incluso.

Lo cierto es que, por épocas, ha habido lugares que se afianzan como destino de la migración colombiana. Así por ejemplo en el ‘Perfil del colombiano residente en el exterior’ que elaboró Procolombia en el 2021, se menciona una primera ola en la década de los 60 hacia Estados Unidos; una segunda, en los 80 hacia Venezuela, relacionada con su auge petrolero. En los 90, una tercera hacia España, y una cuarta ola en los años 2000 con múltiples destinos. Sobre esta última, la Organización Internacional para las Migraciones explicó que el cierre de fronteras estadounidenses en los noventa animó a escoger otras alternativas como Canadá, Inglaterra, Italia, Francia, Australia, Alemania, México, Costa Rica, Argentina, Chile o República Dominicana.

Canadá y Australia son casos en los que se destacan procesos ordenados de migración legal promovidos por sus gobiernos. En cuanto a Chile, se estimaba que en el 2015 había cerca de 30.000 colombianos. Esa cifra aumentó en más de ocho veces en cuatro años, pues en el 2020 se reportaban casi 170.000 que decían haber salido del país por la violencia.

Así, al cabo de décadas de emigración, cálculos recogidos por entidades multilaterales que trabajan en ese sector han mostrado que en Estados Unidos vivían más de 1,6 millones de colombianos, y en España y Venezuela, aproximadamente un millón en cada uno. Entre tanto, en Ecuador hay unos 200.000, y en Panamá y México, aproximadamente 100.000. Y Argentina, un destino principalmente para estudiantes, la cifra se acercaba a 20.000 en el 2016.

En total, para el 2019 la sección migratoria de la División de Población de las Naciones Unidas tenía identificados alrededor de tres millones de colombianos fuera de su país, pero solo 539.000 estaban en los registros consulares.

Unos quieren hacer turismo y otros lo hacen por razones profesionales. No todas las ideas que tienen quienes emigran terminan cumpliéndose.

“Me fui de Colombia porque allí no tenía oportunidad de hacer mi residencia y recibir una paga por ello, como si lo es acá en Argentina”. El testimonio es de Aida Rosa Muñoz Lorduy, pediatra de 33 años de edad, quien tuvo que salir del país en busca de mejores condiciones y alternativas para crecer profesionalmente.

Según Migración Colombia, de los colombianos que salieron en 2022 el 63 por ciento viajaba por turismo. Un 24 por ciento por ser residentes e ir al país donde residen. A estudiar iba el 2 por ciento. El 11 por ciento salió por algún motivo profesional como trabajo, negocios, ser de la tripulación, ir a un evento o ser de una comisión oficial.

Expertos de entidades multilaterales consultados para este reportaje multimedia señalan que dentro del crecimiento constante de la emigración colombiana, además de quienes se van tras algún trabajo o por estudio, también se destaca la salida en los sectores militar y sanitario.

Puntualizan que de cada diez personas que se van, cuatro lo hacen por motivos económicos; otros cuatro, en busca de oportunidades educativas; dos se van en “búsqueda de mayor libertad”, y otros dos dicen que buscan un mejor estilo de vida. En menor proporción, otras razones son matrimonio, reuniones familiares, tener conocidos en el país de destino o el acceso a servicios.

Así mismo, cuatro de cada diez mencionan el alto costo de vida como razón para emigrar, y tres de cada diez, la situación política. Y casi tres de cada diez (29 por ciento) se considera víctima de los conflictos armados; Madrid es la principal ciudad receptora de esta población.

No obstante, frente a ese compendio de razones, los expertos advierten que “la migración no garantiza el éxito, debido a factores externos”.

“Lo que la gente llama el sueño americano se acabó hace muchísimo tiempo”, dice Silvia Trujillo Carreño, nacida en Cúcuta hace 25 años y quien se fue para La Florida (Estados Unidos) a buscar mejores oportunidades.

17.229

colombianos

Salieron del país en enero de 2024 por motivo de trabajo, 16.438 por estudios y 11.219 por negocios

“Llegar aquí de por sí ya es una decisión muy difícil –dice Trujillo–, y conseguir trabajo no es muy fácil como la gente dice. Como en otros países, uno debe tener sus papeles en regla, experiencia y cumplir ciertos requisitos básicos que uno no tiene en mente al momento de viajar”, dice.

Todo, agrega, puede ser más fácil si la persona cuenta con un familiar en territorio estadounidense que lo apoye “por lo menos 150 por ciento. De resto no le recomendaría viajar”.

Un amigo, cuenta, fue quien la asesoró en todo el proceso de su viaje e instalación en el país del norte, pues él ya había pasado por todo ese proceso. Sin embargo, dice, no fue una experiencia fácil porque todo tiene su tiempo, sobre todo para los inmigrantes para quienes nada está definido. “Nunca sabes si vas a lograr tener tus papeles o no, todo es una incógnita, una incertidumbre. Creo que ha sido como lo más difícil, esa espera y la incertidumbre por saber si voy a poder lograr mis propósitos o no”, precisa la colombiana.

Según el informe ‘Panorama de la migración internacional 2023’ de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), en España, los colombianos son el segundo mayor número de estudiantes extranjeros, después de los franceses, y arriba de los italianos.

En cuanto a quienes se van en busca de asilo, según la Ocde, en Estados Unidos en el 2022, después de cubanos y venezolanos el mayor número de peticiones correspondió a ciudadanos de Honduras, Haití, Guatemala, Nicaragua y Colombia, con entre 32.000 y 43.000 solicitudes por cada uno de esos países.

Población joven viaja tras oportunidades educativas y laborales. Familias completas buscan mejor calidad de vida. Otros solo quieren un trabajo.

Tiene 45 años y está separada. Es madre de un hijo de 25 años que está a punto de graduarse como artista plástico.

En el primer semestre del 2021, cuando no habían llegado a Colombia las vacunas contra el covid, viajó a vacunarse a Estados Unidos. Unos familiares, que habían migrado varios años atrás y que decidieron quedarse indocumentados tras perder la visa, buscando un mejor porvenir, la recibieron en Nueva York. Y se quedó 15 días de vacaciones.

A los seis meses regresó. Pero esta vez no solo quería descubrir las maravillas de la Gran Manzana. Su objetivo era saber cuán rentable, realmente, era trabajar en ese país. Y consiguió empleo, durante 15 días, con unos colombianos que tienen una empresa que se dedica a limpiar los estragos de las edificaciones que se incendian o quedan averiadas tras algún desastre natural. Fue entonces cuando comprendió que sería una buena idea montar una compañía que se dedicara a lo mismo, pues comprobó que era un negocio muy próspero.

Ese segundo viaje duró un mes. El tercero ocurrió seis meses más tarde. Su plan era tramitar la visa como estudiante de inglés, pues no quería perderla. Pero esos trámites se tardaron más de lo planeado y, faltando cinco días para que se vencieran los seis meses de estadía permitida para los extranjeros en ese país, no tuvo otra opción que quedarse indocumentada.

“Había renunciado a mi cargo como gerente y representante legal de una compañía de transportes y era accionista de una compañía de aplicaciones de servicios de transporte. Aunque era un buen trabajo, no tenía la oportunidad de crecer o mejorar mi economía, ni de poder cumplir mis sueños”, cuenta esta colombiana de 45 años.

Tras esa decisión, siguió ganándose la vida con el mismo trabajo. Pero no solo iba a trabajar. Su objetivo era estudiar cómo funciona ese mercado. Hasta que a mediados del 2023 fundó su propia empresa y empezó a tocar puertas y a presentar propuestas en las firmas que trabajan con las aseguradoras. Su objetivo es facilitar la mano de obra para esas labores. Pero nada que le dan una oportunidad. “Aquí, como en todo el mundo, todo funciona con roscas. Pero yo no desisto”, sigue, y cuenta que ese empleo lo combina como domiciliaria de una aplicación en la que la gente hace mercado. Ella debe ir a comprar lo que le encargan y luego hace la entrega en un carro que compró con sus ahorros.

64,71%

de las personas

que salieron en enero de 2024 están en un rango de edad entre 18 y 49 años.

De acuerdo con organizaciones multilaterales consultadas, que abordan las migraciones internacionales, las características de las personas que salen de Colombia a vivir en el exterior pueden variar según el país que hayan elegido para radicarse, así como por el tiempo que ya lleven viviendo por fuera y otros factores.

De esta manera, se destaca población joven que sale en busca de oportunidades educativas o para aplicar sus habilidades y conocimientos en mercados laborales extranjeros. Igualmente se registran casos de familias enteras que buscan mejorar sus condiciones de vida. También, dentro de los emigrantes hay personas de diversos niveles educativos.

Una vez en el exterior, participan en numerosas actividades económicas, según el país de destino y las oportunidades disponibles, con labores que van desde el sector servicios hasta empresarios y profesionales.

Uno de estos casos es el de Aida Muñoz Lorduy, quien tiene 33 años y en 2016 viajó a Argentina a estudiar. Primero hizo una especialización en pediatría y ahora está realizando una especialización básica de cardiología infantil.

Aida le contó a EL TIEMPO que salir de Colombia “fue una de las mejores ideas”, gracias a una sugerencia que le hizo un jefe que tenía en Barranquilla. “Esta formación académica por fuera de mi país me va a permitir regresar y hacer un mejor trabajo, voy a poder ayudar a niños que lo necesitan. Ahora estoy en el Hospital Garrahan, el mejor lugar para atender todas las cardiopatías congénitas no solo de argentinos, sino de la región”, relata.

Investigaciones citadas en un informe de la Organización Internacional para las Migraciones muestran que, para el 2009, los colombianos entre 25 y 55 años que vivían en Estados Unidos eran más calificados que los que permanecían en Colombia. El 37 por ciento de los residentes en el país norteamericano tenían grado universitario e incluso postgrado, contra el 14 por ciento de quienes permanecían en su país. Para entonces, Colombia había exportado a Estados Unidos el 6 por ciento de sus profesionales o posgraduados.

Para el 2019, según el Perfil del colombiano residente en el exterior, publicado por Procolombia, el cuatro por ciento de los nacionales registrados en los consulados del país en el mundo decía tener posgrado: 3 por ciento, maestrías, y 1 por ciento, doctorados. Entre tanto, dos de cada diez dijeron tener secundaria; el 13 por ciento eran profesionales; 4 por ciento tenía primaria, y educación técnica, el 3 por ciento. Sin embargo, para el 43 por ciento no se contaba con esta información.

En cuanto a los estudiantes, este perfil señala que dicha población se concentra en un rango de edad de entre 20 y 29 años, y en general lleva menos de tres años viviendo fuera del país.

Otros datos suministrados a partir de un estudio desde los organismos multilaterales muestran que más de la mitad de los emigrantes (55 % de la muestra) trabajaban como empleados, en tanto que algo más de uno de cada diez (11 %) tenía un negocio propio. En cambio, uno de cada cuatro (24 %) no tenía trabajo.

Entre quienes tienen empleo está Silvia Trujillo Carreño, quien vive en Orlando, La Florida (Estados Unidos), hace dos años y actualmente es mesera en un restaurante. Ella expresa que la realidad que vive ahora no es precisamente lo que se imaginaba cuando decidió emigrar a Estados Unidos. También dice que las oportunidades de empleo en Estados Unidos han cambiado bastante, al igual que el proceso para conseguir un estatus migratorio, por lo que no le recomendaría a nadie emigrar a este país en estos momentos.

En eso coincide la colombiana que está trabajando en Nueva York, quien se refiere al difícil proceso de migrar: “Uno, aquí, no es nadie. Allá, en mi país, era la señora. La doctora. Aquí soy una más del montón. Y empezar a hacer trabajos que me hacían, como el aseo, o la pintura de la casa, no es fácil. Aquí vine a saber lo que es el racismo. Desde habitantes de calle hasta personas con dinero se sienten con el derecho de tratarnos mal a los hispanos. Andamos con mucho temor”.

De regreso a la encuesta, esta encontró que cuatro de cada diez personas (44 %) no tenía hijos, mientras que uno de cada cuatro (24 %) tenía un hijo y también uno de cada cuatro personas (25 %) tenía dos hijos. El 7 por ciento tenía más de dos hijos.

Así mismo se halló que el 6 por ciento de los emigrantes colombianos se consideran pertenecientes a la población negra; el uno por ciento, se identifica como indígena, y el 0,8 por ciento, de comunidades raizales.

Entre tanto, el perfil de Procolombia muestra que el 40 por ciento de los registrados en los consulados son solteros. Por su parte, uno de cada tres (32 %) son casados. El 6 por ciento se encuentra en unión libre y otro 6 por ciento son divorciados. El 2 por ciento son viudos.

Además de los estudiantes, se identifica un grupo de adultos jóvenes, de entre 30 y 39 años, que son la mayor parte de los colombianos residentes fuera del país, y corresponden a la última ola de emigrantes. Están principalmente en países como México, Brasil, Canadá, y países europeos como España, Alemania, Francia y Reino Unido.

Otro grupo de edad es el de la llamada Generación X, de entre 40 y 55 años. La mayoría está en el exterior hace más de 10 años principalmente en España y Estados Unidos. Y un grupo de adultos mayores, de más de 60 años, que también están por fuera, en su mayoría, desde hace más de una década concentrados en estos mismos dos países.

Al menos ocho de cada diez emigrantes consultados para este reportaje coinciden en que extrañan a su gente, la comida y la calidez de los colombianos. Y aunque algunos han podido contactarse con familiares o amigos, varios han tenido que aprender a acomodarse a la decisión de vida que tomaron. “Las aspiraciones son subjetivas y van ligadas a los objetivos o necesidades de cada uno, por eso no se pueden equiparar las experiencias”, dice Daniela Infante, una colombiana en México.

Estos son los principales orígenes de los recursos que giran y los usos que sus familias les dan.

Las remesas —la entrada de dinero al país por los giros que envían a sus familias los trabajadores que viven en el exterior— son claves para los hogares que las reciben, se vuelven un componente importante de su ingreso disponible para consumir y, a través de las compras, terminan impactando el recaudo de impuestos, particularmente el IVA.

Los giros de muchos colombianos más hacen que año a año el monto experimente un constante incremento. De esta forma, de los 3.996 millones de dólares que llegaron al país por este concepto en el 2010, se ha pasado a más de 10.000 millones de dólares al terminar el 2023, de acuerdo con los registros del Banco de la República.

Ese crecimiento implica también un mayor peso de esas remesas dentro de la economía, como porcentaje del producto interno bruto (PIB), el valor total de la producción económica del país.

Frente a otros países del hemisferio, el peso de los giros que recibe Colombia frente al total de la economía no está entre los mayores. De acuerdo con el informe ‘Las remesas a Latinoamérica y el Caribe en el 2021’, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), estos envíos son bastante representativos para los países del Caribe, donde son el 12,4 por ciento del producto interno bruto (PIB).

En Centroamérica llegan a equivaler al 12,2 por ciento. México es el país que recibe más divisas por este concepto, pero en porcentaje es menos que otras economías, por el tamaño de su actividad. Allí son el 4 por ciento del PIB. En cambio, en Honduras pesan el 28 por ciento de la economía, y en El Salvador, el 27,2 por ciento.

En Suramérica, solamente son el 0,8 por ciento. En esta región, Colombia se destaca por encima del promedio. En el país, en el 2010, las remesas equivalían a 1,4 por ciento del PIB y para el 2023 terminaron siendo el 2,7 por ciento, valor al que se llegó y se mantiene así desde el 2021. De la misma forma, en el segundo trimestre de ese año, las remesas fueron el 3,7 por ciento del consumo de los hogares.

La mayoría de recursos que se reciben como remesas provienen de Estados Unidos y esa participación está en sus máximos históricos. Desde el 2020 superaron por primera vez la mitad de las divisas recibidas en giros y en 2023 corresponden a casi el 54 por ciento.

Para muchos residentes en ese país, hacer los envíos implica un gran sacrificio. “Hoy en día el pago no es muy bueno y tampoco hay grandes oportunidades, entonces difícil ahorrar”, dice Silvia Trujillo, quien trabaja en Orlando (Estados Unidos) como mesera.

Como principal origen de las remesas, a Estados Unidos le sigue, de lejos, España, de donde se recibe el 12,7 por ciento del dinero girado. Pero hace 14 años el país europeo llegó a superar a Estados Unidos, pues en el 2009 fue el origen del 44 por ciento de los envíos. Y el tercer lugar en la actualidad es Chile, de donde proviene el 4,7 por ciento.

De acuerdo con la plataforma Global66, que presta el servicio para enviar remesas, más de la mitad de esos recursos se destinan para apoyo familiar, ahorro y educación. Según la fintech, el 35 por ciento se destina a apoyo familiar, es decir, para gastos esenciales como alimentación o vivienda. El 15 por ciento se ahorra, y algo más del 3 por ciento va a educación.

Ese es el caso de Aida Muñoz, quien vive en Argentina y le envía a su mamá unos 200.000 pesos colombianos para ayudarla con sus gastos. Por épocas puede ser más dinero. Con alzas del dólar en meses anteriores los envíos pudieron variar en un equivalente a 80.000 pesos.

“Es casi que imposible que yo pueda enviar más plata o hacer más planes de comprar una vivienda porque acá (en Argentina) estudio, vivo y pago arriendo; quizás en el futuro podría enviar más dinero y hacer otros planes o seguir ahorrando en dólares para sacarle ventaja al cambio”, dice.

Desde entidades multilaterales también se ha identificado el uso de las remesas en mejoras de vivienda, inversión en negocios, pagos de deudas, apoyo en situaciones difíciles y hasta en proyectos comunitarios.

Así mismo, además del envío de dinero, los parientes en el exterior les abren cuentas bancarias a quienes permanecen en el país y, aunque en menor medida, les compran viviendas o terrenos, les consignan aportes a fondos de pensiones. Con mucha menor frecuencia se dan casos de inversiones en empresas o compras de acciones o bonos.

La importancia de los giros se nota por ejemplo en que, según el Banco de la República en su Boletín Económico Regional del Noroccidente, en el segundo trimestre del 2023 en Antioquia y Chocó hubo una caída considerable de las ventas al por menor, y una de las razones “que pudo haber afectado fue la disminución en la recepción de remesas”.

Entre tanto, el Valle del Cauca es el principal receptor de remesas con una participación de más de la cuarta parte del total nacional, y allí, el dinero girado desde el exterior explica una décima parte del consumo de los hogares.

En esta región el origen de giros con mayor crecimiento es el Reino Unido, de acuerdo con el boletín del Banco de la República. La explicación es que, luego del Brexit, hubo un “abandono de mano de obra proveniente de países miembros, lo que estimuló una migración laboral colombiana”.

El concepto que se ha acuñado desde hace décadas se ha popularizado por las redes sociales y el efecto de las restricciones de la pandemia.

— Hay puntos en común entre las personas que deciden irse del país, pero hay uno que se repite cuando hablo con ellos: migrar no es fácil y no es como lo pintan en películas —dice un colombiano que vive en Miami (EE. UU.) con su familia desde hace tres años y salió del país por motivos de seguridad. Esa afirmación es una que se repite en las conversaciones con la mayoría de las personas que fueron entrevistadas para este trabajo periodístico.

Dos jóvenes colombianos, de 27 años, que no se conocen, salieron de Colombia en el último año y se radicaron en Australia. Ambos decidieron hacerlo en busca de mejores ingresos económicos y con la idea de aventurarse a una vida en un contexto diferente y lejano al que crecieron. “Si no se viene con un propósito, aunque suene cliché, es más difícil”, dice uno de ellos, Santiago Posada, quien es diseñador y artista. “El ‘sueño del migrante’, como lo han creado, es contrario a lo que se vive. Acá no es tan sencillo”, responde Natalia Otálora, diseñadora de modas.

Desde la década de los 80, el concepto de ‘sueño americano’ se popularizó en América Latina como esa ilusión de las personas para encontrar opciones más favorables de tipo económico —en su mayoría— a través de posibilidades diferentes en Estados Unidos a las que están en el mismo contexto en el que crecieron.

Para Luis Sánchez, director del Departamento de Historia y Geografía de la Universidad de los Andes, el ‘sueño del migrante’ “va más allá de las condiciones y contextos existentes en esos países de destino y tiene que ver más con las aspiraciones e imaginarios de las personas que migran, que pueden ser muy subjetivos y fluctuantes”.

Las ideas sobre los destinos antes solo llegaban a través de historias contadas o llamadas telefónicas. En la actualidad, las redes sociales son el canal para transmitirlo. “Las historias de éxito de los migrantes se ven más rápido que las historias de dificultades y vicisitudes, lo que aporta a un imaginario de que afuera es mejor que aquí”, agrega Sánchez.

Y es que, en la práctica, según los colombianos entrevistados, un migrante debe asumir bastantes retos, que van desde la adaptación a una nueva cultura, incluyendo diferentes formas de alimentación e idiomas, hasta intentar asegurarse un lugar en la sociedad y en el mundo laboral. “Muchos colombianos vienen con una idea equivocada, sin inglés ni habilidades que les permita intentar aplicar por una residencia, y eso les dificulta su permanencia”, asegura Posada.

Eso se suma a la alta demanda en destinos que se han popularizado en plataformas digitales. Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Chile, España, Estados Unidos, México, Perú y República Dominicana son los países con mayor número de registros consulares de colombianos, según cifras de la Cancillería.

“Tras la pandemia, Australia ha sido uno de los destinos más mencionados en TikTok e Instagram y eso motivó a que más estudiantes internacionales buscaran una luz verde en el país. Pero, eso solo ha ocasionado que los trabajos operativos, que son a los que normalmente los latinos aplicamos, tengan alta ocupación. Aquí vienen personas de Vietnam y Filipinas con el mismo objetivo, y lo que se vende en redes sociales es distinto. Todo es muy luchado, aún más con la nueva determinación del gobierno”, detalla la diseñadora Natalia Otálora.

Durante la pandemia, Australia había flexibilizado la normatividad para estudiantes internacionales. Desde el año pasado, se determinó que solo podrán trabajar hasta 24 horas a la semana. Para algunos se vio como un visto bueno para garantizar condiciones laborales dignas, mientras que para otros fue una variante que limita los ingresos de los extranjeros.

“Cuando las políticas migratorias se vuelven más estrictas, los colombianos buscan moverse a otro destino o devolverse, y trazan flujos migratorios distintos, muchas veces diferente a su plan inicial”, apunta Donna Cabrera, antropóloga especializada en migraciones contemporáneas y docente de la Universidad Javeriana.

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“Las historias de éxito se ven más rápido que las de dificultades y vicisitudes, lo que aporta a un imaginario de que afuera es mejor que aquí”.

Como en ese país, en España, México, Canadá, Estados Unidos y Chile —países apetecidos por colombianos— hay realidades similares. “La diferencia está en la legalidad”, cuenta Sebastián Gómez, quien vive a unas tres horas de Madrid. “Ser ilegal acá es complicado. Yo he tenido la suerte de trabajar porque mis papeles están en regla y vine con un plan estructurado para estudiar, pero conozco gente que ha venido y ha intentado pasar hojas de vida, pero les cierran el proceso o los explotan y les pagan mal”, continúa.

En eso coincide José Luis Parra, quien vive en Santiago: “El migrar puede acercar al sueño en cualquier lugar si se hace de manera legal y regulada, se hace una evaluación antes del país y se intenta optar por un buen trabajo”.

Para John Trujillo, quien vive en Canadá, hay un contraste notorio en ese sentido y en las ideas que hay sobre los países. “Cuando viví en Estados Unidos, me tocó de operario en obras. Conocí a varios colombianos que sufrieron bastante porque no tenían la opción de ser legal y, por ende, tener un trabajo digno. Pero ahora que vivo en Canadá, es diferente. El sueño canadiense no tiene comparación porque hay bastantes rutas para que funcione”.

¿Cambió el sueño americano con la pandemia?

A través de las redes sociales, hay quienes aseguran que cambió el sueño americano y que ya no solo se habla de un estilo de vida, sino de múltiples. Si bien, cada historia es relativa y hay bastantes casos exitosos de colombianos en el exterior, hay muchos otros a los que no les ha ido bien o les ha tocado un proceso complicado.

“El sueño americano es más de suerte y disciplina, y de entender que hay que comenzar desde cero. Quienes son más constantes, con alta disciplina y compromiso, pueden llegar a tener una vida un poco más estable que en Colombia. Pero hay que partir de algo: todo gira en torno al trabajo, no hay mucho tiempo de ocio, y si lo hay, también es para trabajar. Hay quienes motivan en redes sociales para que se vengan a como dé lugar, pero no es sencillo. Muchos creen que se les soluciona la vida, pero puede que no sea así”, advierte el colombiano en Miami.

Según datos de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza (CPB, por sus siglas en inglés), la cantidad de migrantes colombianos intentando ingresar a Estados Unidos creció en un 60 por ciento en febrero de este año, el incremento más alto si se compara con la migración de personas de otros países. En total, fueron detenidos 12.763 colombianos intentando ingresar de forma ilegal por alguno de los puntos fronterizos. El año pasado, el país batió récord en cifras.

En cuanto a los registros oficiales colombianos en el exterior, Estados Unidos lideró con 79.844 en 2023, según la Cancillería. Le siguió España con 57.098 y luego Canadá con 5.821. El año pasado fue el de mayor número de reportes de emigrantes en los últimos cinco años: hubo 161.431; en 2018 fue de 82.912.

Lo cierto es que el concepto del ‘sueño americano’ ya no solo se enfoca en el país al norte de América Latina, sino que se amplió a varios destinos. “De un tiempo para acá, el ‘sueño americano’ dejó de enfocarse en un solo país y se amplió a otros que se popularizaron. Si vemos nuestra historia, por ejemplo, el sueño venezolano fue uno de los primeros destinos más importantes de la migración colombiana gracias al auge de la industria petrolera. Es cuando las políticas migratorias en 2016 se vuelven más estrictas que cambia ese panorama de forma rotunda”, explica Donna Cabrera.

Ahora se habla de sueño español, australiano, canadiense, chileno, mexicano y así con cada país. “Lo que debemos preguntarnos es qué factores pueden estar influenciando el imaginario de que en Colombia no hay espacio para el progreso y, por tanto, la única salida es emigrar”, cuestiona el profesor Luis Sánchez.

“Hay una diferencia entre un migrante y un refugiado”, dice Juan Luis Camacho, un colombiano que vive en Brasil. “El migrante tiene la capacidad de decidir si realmente quiere salir y no está obligado a hacerlo, pero cuando lo decide, muchas veces no hay vuelta atrás”.

En palabras de Cabrera, la pandemia podría explicar el fenómeno en los últimos meses. “Con las restricciones se suspendieron proyectos migratorios que se han ido reactivando en los últimos cuatro años y eso causa que aumente la percepción de que cada vez haya más colombianos saliendo del país, algo que se ha sumado al impacto de las elecciones presidenciales del 2022 y un nuevo contexto social y político”.

En ese punto coincide Sánchez: “En la actualidad, magnificado por la pandemia y por la lenta recuperación que hoy aún se vive, hay un imaginario rodeado de pesimismo económico que se expresa en comportamientos emigratorios”. Y agrega: “Las necesidades inmediatas de las personas no dan espera y eso aumenta la intención por buscar suerte en el exterior”.

Lo cierto es que en la actualidad más de mil colombianos vuelan a diario para no regresar al país. Y es algo que ha causado la atención de varios sectores de la economía, incluido el Gobierno Nacional. La retención de talento y la gestión de oportunidades para los residentes nacionales están entre la lista de prioridades de las administraciones locales. Se busca que la idea de irse para no volver cambie y no sea una decisión definitiva.

El Banco Interamericano de Desarrollo revela cifras de los flujos migratorios en América Latina. Entrevista.

Los flujos migratorios están cambiando en América Latina. De ser una región en la que históricamente las personas salían a buscar nuevas oportunidades a otros países como Estados Unidos, pasó a ser una población que recibe migración intrarregional impulsada, principalmente, por el desplazamiento de venezolanos que huyen de la crisis de ese país, de los migrantes haitianos que han ido cada vez más hacia Sudamérica y de los que se siguen moviendo hacia el país norteamericano.

Felipe Muñoz, jefe de la Unidad de Migración del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), explica las cifras detrás de este nuevo fenómeno, que no deja indiferente a Colombia.

Colombia ha pasado por varios periodos migratorios en las últimas décadas. ¿Se podría hablar de una nueva ola?

Hay una movilidad en toda la región, no solo de Colombia. Lo que hemos visto en los últimos cinco años es una tendencia intrarregional muy grande en América Latina. Hay movimientos de ecuatorianos, haitianos, colombianos y nicaragüenses, entre otros. Igualmente, sigue la movilidad hacia Estados Unidos y, en algunas partes, hacia España. Si bien las personas procedentes de países como Honduras, El Salvador y Guatemala eran los que tradicionalmente iban más al país norteamericano, hoy hay una mayor mezcla de otras nacionalidades, incluyendo colombianos, ecuatorianos y peruanos, entre otros. El número de migrantes colombianos no autorizados encontrados en la frontera pasó de apenas 6.000 en el 2021 a 125.000 en el 2022 y en los once meses del 2023 iba en 146.000.

¿A qué se pueden deber estas salidas?

En algunos casos, puede haber temas económicos; sin embargo, no siempre la gente sale cuando hay malas circunstancias. Lo que demuestra la teoría de la migración en el mundo es que incluso en los países en los que va mejorando el proceso económico hay más ventajas de salir.

¿La pandemia del covid-19 marcó un antes y un después?

De ser una región de expulsión a otros países como Estados Unidos y Canadá, América Latina pasó a ser una población de migración intrarregional. Pero este movimiento comenzó antes de la pandemia pues los venezolanos empezaron a salir en el 2017. Es una situación similar a lo que ocurre en África o en Asia. La idea de que la migración siempre es sur-norte en términos de volumen no es cierta; la mayoría se da entre los países sur-sur.

¿El BID tiene un dato estimado de cuánta gente sale de manera ilegal?

No, es difícil. Lo que hay son cifras en general de los países. Por ejemplo, de la frontera sur de las autoridades norteamericanas. Lo que sí es cierto es que han crecido las solicitudes de asilo en diferentes países, como en México o en Costa Rica, donde han aumentado las de nacionalidades nicaragüenses. Igualmente, también ha crecido el paso por el tapón del Darién. Casi 400.000 personas lo han cruzado, principalmente procedentes de Venezuela, Haití, Cuba y Ecuador.

¿Qué país es el mayor receptor de los latinoamericanos que se van?

Si uno mira los últimos cinco años, Colombia es el mayor receptor de migración. Esto por cuenta de los 2,8 millones de personas de Venezuela que han llegado de los 7,7 millones que están afuera. Sin embargo, no es el que mayor porcentaje de población migrante tiene. Con un 15 por ciento del total, Belice es el que cuenta con más migrantes. Estos vienen de los países del norte de Centroamérica y, en particular, de Guatemala. Después está Chile, donde hace cinco años el 2,8 por ciento de su población era migrante y hoy esa cifra es del 8,9 por ciento. Han llegado personas de diferentes nacionalidades, como Venezuela, Haití, República Dominicana, Colombia, Perú y Bolivia. En Costa Rica, el porcentaje es de 10 por ciento y en Panamá, de 8 por ciento.

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“Si uno mira los últimos cinco años, Colombia es el mayor receptor de migración, por cuenta de 2,8 millones de personas de Venezuela”.

¿Cuánto dinero entra por remesas?

Según las tendencias, el 2023 cerró con 155.000 millones de dólares de remesas, un 9,5 por ciento más que hace un año, lo que es un récord para América Latina. A nivel agregado, son más o menos entre el 2,6 y el 3 por ciento del PIB de la región. Hay países con un peso mayor como, por ejemplo, en Nicaragua, donde las remesas representan el 29 por ciento del PIB; en Honduras, el 27 por ciento, y en El Salvador, el 24 por ciento. De cada 10 dólares que llegan a América Latina, cuatro se van a México, tres a Centroamérica, dos a Suramérica y uno al Caribe.

En total, México recibió el año pasado el 40 por ciento de las remesas de toda la región, es decir, más de 65.000 millones de dólares. No solo es el mayor receptor de remesas de la región sino el segundo mayor del mundo.

Después está Guatemala y luego Colombia. El cálculo es que este recibió unos 10.000 millones de dólares, lo que representa un crecimiento de 8,2 por ciento frente al año pasado. Como la cifra es en dólares, hay que tener en cuenta la devaluación y la inflación para saber cuál es el efecto real en la capacidad local de compra.

¿De dónde vienen esas remesas?

En el caso de Colombia, el 55 por ciento de las remesas vienen de Estados Unidos y el 25 por ciento de Europa, de las cuales más o menos la mitad son de España.

¿A qué se puede deber el aumento de las remesas de un año a otro?

Hay diversos factores, como que aumente el número de personas migrantes en un país, pero no es algo inmediato. La persona tiene que llegar, pasar la frontera, instalarse y entrar al mercado laboral. Este, en general, no está discriminado por nacionalidad. Hay una altísima participación de empleo de los latinos en Estados Unidos. Igualmente, es importante el salario mínimo semanal que tienen esas personas y la cifra se acerca a 890 dólares.

¿Tienen identificado el uso del dinero que llega a los países de América Latina?

No en detalle. Lo cierto es que la mayor parte se utiliza para consumo y algo va para inversión. Parte de la tarea que hacen muchas entidades de cooperación es mejorar el uso productivo de las remesas.

¿Cómo impacta la situación económica de los países en las remesas?

Para las remesas es determinante el comportamiento económico con el país de origen. Debido a los buenos indicadores, las buenas tasas y el buen salario es que las remesas se siguen manteniendo altas. Incluso en la pandemia.

¿Y qué tanto contribuye la migración al desarrollo económico de los países a los que llegan los migrantes?

Hay cientos de estudios. Una de las primeras conclusiones es que la mayoría de los migrantes están en edad de trabajar en países como Costa Rica y Uruguay, que están en proceso de envejecimiento y tener ese aporte de mano de obra es clave. En la mayoría de los países, los migrantes trabajan en actividades para las que están más capacitados y no compiten para desplazar a locales en los mercados informales.

¿Han encontrado que haya muchos cerebros fugados de Colombia?

Claramente la migración produce que haya gente capacitada que sale y que llega. Donde hay países que tienen unas altísimas tasas de migración pueden estar sufriendo una pérdida progresiva de jóvenes.

Diseño e infografía: Sandra Rojas y Katherine Orjuela

Maquetación: Carlos Bustos

Redacción y datos: Mauricio Galindo, Noelia Cigüenza, Laura Lesmes, Lina Quiroga, Santiago Bohórquez, José Mojica y David Alejandro López Bermúdez.

Audios: Gabriel Ávila.

Unidad de Reportajes Multimedia: David Alejandro López Bermúdez.

Editor de Economía: Mauricio Galindo.

Editor de País: Jhon Torres.

Fuente Datos: Banco de la República, Registro Consular - Cancillería de Colombia, Aerocivil y Migración Colombia.

Diseño e infografía:
Sandra Rojas y Katherine Orjuela

Maquetación: Carlos Bustos

Redacción y datos: Mauricio Galindo, Noelia Cigüenza, Laura Lesmes, Lina Quiroga, Santiago Bohórquez, José Mojica y David Alejandro López Bermúdez.

Audios: Gabriel Ávila.

Unidad de Reportajes Multimedia:
David Alejandro López Bermúdez.

Editor de Economía: Mauricio Galindo.

Editor de País: Jhon Torres.