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Se apaga el sueño del primer laboratorio legal de coca de los indígenas nasas de Páez, en Cauca

Las comunidades indígenas nasas de tres resguardos del municipio de Páez, en el Cauca, quieren vender el primer biofertilizante hecho a base de coca del país.

Las comunidades indígenas nasas de tres resguardos del municipio de Páez, en el Cauca, quieren vender el primer biofertilizante hecho a base de coca del país.

Foto:César Melgarejo. El Tiempo

Tienen almacenadas y sin poder despachar al menos 400 toneladas de biofertilizante a base de la planta. 

Noelia Cigüenza RiañoSubeditora
Todo apuntaba a que sería un negocio redondo. De la hoja ‘maldita’ se pasaría por primera vez a la coca lícita con la destrucción del alcaloide y se le daría un uso agrícola para la producción de fertilizantes orgánicos e, incluso, esencias para productos comestibles. 

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Con el primer laboratorio legal de coca, ganaría el Gobierno y su política de reemplazo de los cultivos ilícitos y ganarían las comunidades indígenas que le empezarían a vender la hoja a la empresa canadiense Power Leaves, la cual les ofrecería un precio mayor al de los narcos, y poco a poco irían amainando las aguas de la violencia que azota el departamento del Cauca.
Sin embargo, en los resguardos nasas de Calderas, Togoima y Cohetando, ubicados en el municipio de Páez, hay cada vez menos esperanzas de que este proyecto, que busca beneficiar a las 16.000 personas de la comunidad, salga adelante por las “promesas incumplidas del Gobierno”.
La empresa Power Leaves tiene la licencia para comercializar el primer biofertilizante con hoja de coca. El laboratorio está en Páez, Cauca.

La empresa Power Leaves tiene la licencia para comercializar el primer biofertilizante con hoja de coca. El laboratorio está en Páez, Cauca.

Foto:César Melgarejo. El Tiempo

“Tenemos guardadas 400 toneladas de abono. Si el Gobierno no las compra, tal y como nos prometió, tendremos que parar”, advierte Victoriano Piñacué, el vocero indígena de la Fundación Nasawala, la cual reúne a estas comunidades que forman parte del área territorial conocida históricamente como Tierradentro.
En diciembre, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), adscrito al Ministerio de Agricultura, le otorgó a la empresa Power Leaves el primer registro de abono orgánico con composición de hoja de coca ‘descocainizada’ en el país. Se trata del biofertilizante Ancestral, que la compañía produce en un laboratorio de difícil acceso en medio de las estribaciones de la cordillera Central de la mano de estas tres comunidades indígenas.
“Con la producción de la hoja de coca con fines legales se podrían producir 20 toneladas de fertilizante químico orgánico al año por hectárea en las cuatro cosechas anuales, las cuales tienen un precio de venta de 14.000 dólares en el mercado y se convierten en una alternativa rentable que crea un muro de protección contra los narcotraficantes”, dice Piñacué.
Según cuenta el líder indígena, el Gobierno les prometió comprarles su biofertilizante para incluirlo dentro del Fondo para el Acceso a los Insumos Agropecuarios (Faia), un programa que busca beneficiar a los pequeños productores de café ofreciéndoles ayuda económica para que adquieran determinados insumos del agro, como los fertilizantes.
Victoriano Piñacué, el vocero indígena de la Fundación Nasawala, la cual reúne a estas comunidades que forman parte del área territorial conocida históricamente como Tierradentro.

Victoriano Piñacué, el vocero indígena de la Fundación Nasawala, la cual reúne a estas comunidades que forman parte del área territorial conocida históricamente como Tierradentro.

Foto:César Melgarejo. El Tiempo

No obstante, el sueño de tener el primer laboratorio de coca legal en Colombia se desvanece cada vez más pues seis meses después de la “promesa” del Gobierno las compras no se han materializado, los recursos del proyecto ya están en mínimos y los indígenas de los tres resguardos piden encarecidamente ayuda para poder continuar.
“El ministerio y el ICA ya dieron su paso, pero quienes manejan los recursos, que son Fiduagraria y el programa Faia, no nos han apoyado. En los últimos meses han asignado cuantiosos contratos que incluyen subsidios a los fertilizantes por más de 100.000 millones de pesos; sin embargo, no han tenido en cuenta este proyecto creado por indígenas. ¿Por qué nos excluyen? ¿Es porque somos indígenas?”, se pregunta Piñacué.
Sin embargo, al ser consultado por este medio, Faia explicó que ellos no se encargan como tal de comprar directamente los insumos, sino que financian a los pequeños productores, quienes son en últimas los que deciden comprar uno u otro producto subsidiado.
Así, por ejemplo, si un productor va a un almacén donde adquiere un millón de pesos de insumos, 700.000 pesos los paga él y los restantes 300.000 pesos los asume Faia, pero los ingresa directamente en la tienda.
En ese sentido, Piñacué cuenta que ellos mismos sostuvieron conversaciones con representantes de las empresas Agrocafé y Evoagro para que les compraran sus productos, pero que finalmente se echaron para atrás. Pese a ello, la ministra saliente de Agricultura, Jhenifer Mojica, dijo que esta sigue siendo una de las apuestas importantes en medio de la materialización de la política antidrogas del Gobierno.
“Todo el mundo quiere soluciones ya, pero las instituciones públicas tienen regulaciones administrativas que son bastante normativizadas y estructuradas y llevan su tiempo”, aseguró.
De otro lado, todavía está en trámite el aval del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) para poder producir en este laboratorio esencias de coca legal que se puedan utilizar para bebidas alcohólicas como cocteles, así como un extracto que sacan de la hoja y que se puede usar en las elaboraciones de saborizantes, energizantes o incluso en la Coca-Cola, entre otros.
En el laboratorio descocainizan la hoja para elaborar esencias y extractos
que también se utilizan para producir bebidas alcohólicas y saborizantes.

En el laboratorio descocainizan la hoja para elaborar esencias y extractos que también se utilizan para producir bebidas alcohólicas y saborizantes.

Foto:César Melgarejo. El Tiempo

Si bien esta sería una actividad secundaria del proyecto, la empresa Power Leaves, liderada por Antony Valencia, espera poder exportar en el futuro estos productos, principalmente, a Estados Unidos y Canadá. “Los fertilizantes están pensados para el mercado nacional y las esencias y saborizantes, para el internacional. Llevamos casi cuatro años sacando recursos de la inversión, pero ya solo nos quedan para unos meses”, dice el country manager.

Otras trabas

A esto se suma el tema de quién controla que efectivamente los alcaloides son eliminados en el proceso de laboratorio. Zully, quien se encarga a diario de hacer la extracción, cuenta que recogen la hoja, la secan y la empiezan a pasar por unas máquinas de última generación que compró Power Leaves con las que ‘descocainizan’ la planta gracias a una base de etanol, es decir, retiran la sustancia psicoactiva que se utiliza para la fabricación de la cocaína.
El bagazo que queda es lo que utilizan para la elaboración posterior del biofertilizante, y las esencias a base de alcohol y los extractos resultantes son los que sirven para bebidas alcohólicas y saborizantes.
Sin embargo, este proceso no tiene hasta el momento el seguimiento de las autoridades. En la actualidad, el laboratorio de la Universidad Industrial de Santander (UIS), liderado por la química rusa Elena Stashenko, es el único que les valida que el alcaloide es realmente retirado de la hoja de coca.
Además, se está a la expectativa de que funcionarios de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por su sigla en inglés), quienes ya visitaron el proyecto, certifiquen que la sustancia es eliminada. “El laboratorio certifica que somos legales y como segundo filtro estaría la ONU. Ellos vinieron y prometieron vigilarlo, pero tomará tiempo”, dijo Piñacué.

¿Otros problemas?

Para llevar a cabo el negocio lo que han hecho es dar un incentivo a los indígenas. Así, si el narcotráfico vende la arroba verde, que son 25 libras, a 30.000 pesos, Power Leaves la compra a 35.000 pesos; si lo suben a 40.000 pesos, estos lo incrementan a 45.000 pesos.
Eso sí, quitarles el suministro a los narcos le ha costado a Piñacué amenazas, pero a sus 54 años este líder de la comunidad nasa que consiguió estudiar en la Universidad Javeriana de Bogotá dice que no va a parar. “Claro que tengo miedo, pero toca llenarnos de valor para dar resultados”, admite.
Pese a que en un principio hubo resistencia al proyecto, los indígenas de la zona lo ven ahora como una oportunidad para emprender y dejar atrás la violencia que tanto sufren con la presencia de grupos armados que buscan controlar la ruta del narcotráfico.
Power Leaves comercializa el primer biofertilizante a base de coca que se llama Ancestral.
Foto: César Melgarejo/ El Tiempo @cesarmelgarejoa 
 Crédito: CEET Fotógrafo: CESAR MELGAREJO

Power Leaves comercializa el primer biofertilizante a base de coca que se llama Ancestral. Foto: César Melgarejo/ El Tiempo @cesarmelgarejoa Crédito: CEET Fotógrafo: CESAR MELGAREJO

Foto:César Melgarejo. El Tiempo

“Al principio fue muy difícil convencer a la comunidad. Me llamaban ‘vendepatria’. Sin embargo, se fueron dando cuenta de que este proyecto es una oportunidad para poder avanzar. Los indígenas queremos ser empresarios y adquirir nuestra propia independencia. Con la industrialización positiva de la hoja sagrada de la coca vamos a resolver muchas dificultades. La sustitución es un fracaso, la única forma es la reconversión”, sostiene Piñacué.
Si bien hoy en día los resguardos indígenas subsisten mayormente por los recursos de las transferencias que el Gobierno les entrega, lo que quiere la comunidad es tener los suficientes recursos para poder también pagar impuestos y contribuir con diferentes obras de infraestructura que beneficien al territorio.
Incluso, el sueño de Piñacué es que en el futuro el proyecto se extienda a otras comunidades no solo de indígenas, sino de afrodescendientes y campesinos que puedan materializar también planes para siembra de productos como aguacate, cacao o café, entre otros. “La coca da para tres meses y de eso vive la gente humilde, pero también queremos ir más allá y producir otros productos”, dijo.
Asimismo, está la apuesta por la paz. Un indígena del resguardo de Cohetando señala que quieren progresar y desmontar la idea de que Páez y Tierradentro son solo guerrilla y narcotráfico. “Queremos que este proyecto les dé la oportunidad a nuestros jóvenes de que tengan ingresos, se puedan seguir capacitando y logren aportar en el territorio”, señaló.
Noelia Cigüenza RiañoSubeditora
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