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Noticia

Lecturas Dominicales

‘El pez león es como un hipopótamo en el río Magdalena’: Andrés Cota Hiriart

Dirigió la Unidad de Conservación de la Vida Silvestre “Vida Fría Reproductores”, dedicada a la reproducción de reptiles en cautiverio

Dirigió la Unidad de Conservación de la Vida Silvestre “Vida Fría Reproductores”, dedicada a la reproducción de reptiles en cautiverio

Foto:Arturo Orta

 Andrés Cota Hiriart es autor de 'Fieras familiares' y uno de los grandes invitados de la Filbo.

Gabriela Herrera Gomez
Andrés Cota viajó a Komodo, en Indonesia, para contemplar a sus dragones; se ha visto en los ojos brillantes de un orangután de Borneo; ha sobrevivido al ataque de una anaconda en la selva amazónica y cuidó a un cocodrilo en su casa por muchos años. Sin embargo, irónicamente su mayor terror en el mundo son los perros bravos. Y es un problema familiar. La madre de Andrés Cota Hiriart era alérgica a los perros y los gatos, así que en vez de tener una mascota tradicional, como cualquier niño, decidió adoptar otro tipo de compañeros como una boa constrictor de treinta kilos y cuatro metros con la que compartió habitación durante quince años.

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Es maestro en Comunicación de la ciencia y documental científico en el Imperial College de Londres, Inglaterra. Es también profesor de literatura de la Escuela Superior de Cine

Es maestro en Comunicación de la ciencia y documental científico en el Imperial College de Londres, Inglaterra. Es también profesor de literatura de la Escuela Superior de Cine

Foto:Cortesía

Andrés Cota Hiriart (Ciudad de México, 1982), el autor de Fieras Familiares, es biólogo, zoólogo, escritor, cineasta, preside la Sociedad de Científicos Anónimos y dirigió la Unidad de Conservación de la Vida Silvestre “Vida Fría Reproductores”, dedicada a la reproducción de reptiles en cautiverio. Tiene escarabajos, serpientes y peces dibujados en su cuerpo. Es maestro en Comunicación de la ciencia y documental científico en el Imperial College de Londres, Inglaterra. Es también profesor de literatura de la Escuela Superior de Cine. Creció leyendo a Gerard Durrell y a Redmond O’Hanlon. Pasó su primera infancia en la costa de Massachusetts en un lugar solitario y rodeado de naturaleza gracias a la estadía de investigación del doctorado de su madre. Ambos padres son médicos fisiólogos y aunque dice que no lo obligaron, le permitieron vivir en constante relación con el mundo natural.
En su libro Fieras naturales, relata con humor y cariño –como si fueran sus memorias familiares– las aventuras con las criaturas que despiertan sus obsesiones: desde la pitón burmés que encontró desahuciada en una calle de Coyoacán tras salir de la preparatoria y llamó ‘La Güera Rodríguez’, como la primera mexicana feminista, hasta cuando un guía en las Islas Galápagos, le dijo que en la vida real Godzilla estaría por encima de King Kong por ser un reptil. 
Andrés Cota Hiriart (Ciudad de México, 1982) es biólogo, zoólogo, escritor, cineasta, preside la Sociedad de Científicos Anónimos

Andrés Cota Hiriart (Ciudad de México, 1982) es biólogo, zoólogo, escritor, cineasta, preside la Sociedad de Científicos Anónimos

Foto:Cortesía

Parte de este viaje como herpetólogo empezó con los ajolotes. Y recordé ese famoso cuento de Cortázar sobre el Axolotl, ese animal extraño antropomorfo que observa en el acuario del Jardín des Plantes de París.

Hay varias cosas interesantes en este cuento Cortázar que es como del cincuenta y pico. Abrió un poco el mundo del ajolote al público latinoamericano. Pero fijate que los ajolotes que encuentra Cortázar son interesantes porque son descendientes de los primeros ajolotes que llevaron a Europa, los que llevó Humboldt a Europa. Esos empezaron a causar un enigma porque no sabían qué eran. Se pensaba que era la larva de una salamandra desconocida. Le llamaban el sirenidón mexicano. Cuvier un famosísimo catastrofista murió pensando que había una salamandra desconocida en México.

¿Y cómo descubrieron que no era una larva sino un adulto?

Tiempo después, cuando vino la invasión francesa a México, Dumeril, que era el discípulo de Hubbert, les dijo a los soldados: “traiganme de estos vivos en un frasco”. Muy colonialistas. Él los mantuvo y se reprodujeron. En Europa tenían la idea de que era la larva de un adulto desconocido y de pronto se le reprodujeron ahí como larvas en el zoológico de París… Fue la primera vez que la ciencia hegemónica dijo: ¿qué es esto? ¿Cómo es que un bebé reproduciéndose? Bueno, estos fueron los tatarabuelos de los que ve Cortázar en París.
NYT: El ajolote ha disminuido de miles a 35 por kilómetro cuadrado en los humedales de Xochimilco en México. 

NYT: El ajolote ha disminuido de miles a 35 por kilómetro cuadrado en los humedales de Xochimilco en México.

Foto:Luis Antonio Rojas para The New York Times

Cortazar los describe con “un rostro inexpresivo, sin otro rasgo que los ojos, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente, carentes de toda vida pero mirando”, ¿qué opina usted de estas características?

Pues yo no comparto esa visión de algunas personas de encontrarle rasgos humanoides a todo. Una mano rosada con sus uñitas a lo mejor te sugiere algo, pero esa descripción revela varias cosas psicológicas del humano que es la ‘paredonia’, eso de buscarle caras a todo. A lo mejor le ponemos cara ahora a la tostadora, al horno, al coche, hay algo en nuestro cerebro lo que entiende como esa especie de empatía, de tener un cerebro animista. Yo creo que el ajolote es maravilloso por ser tan diferente a nosotros, o sea es casi lo más lejano a nuestra experiencia. Ahora, Cortázar hace un juego de perspectivas, entonces a lo mejor el ajolote siempre estuvo narrando.
Fieras Familiares. Libros del Asteroide.

Fieras Familiares. Libros del Asteroide.

Foto:Libros del Asteroide

¿Hoy todavía se mantiene esa fascinación por el ajolote?

Pues si uno nunca ha visto un ajolote vivo, es imposible quedar indiferente. Hay gente que le da ansiedad, ternura, asco, curiosidad, pero nadie podría pasar indiferente.. Ahora estamos en un momento como de una moda del ajolote. Está en el billete de 50 pesos. En 1996 aquí en Ciudad de México, en Xochimilco, se hizo un un censo y había seis mil ajolotes por kilómetro cuadrado lo cual es una cantidad bestial de animales. En el 2006, se hizo otro censo y había declinado a cien, un colapso poblacional. En el último censo había 25 por kilómetro cuadrado. Ahora están en billetes y yo me pregunto, solo los personajes históricos muertos están en billetes y yo no sé si a los organismos de pronto les pasa un poquito lo mismo… ¿por qué hay que esperar hasta estar en un momento tan desesperado para darles ese símbolo?

Ahora que estaba hablando de la mirada, pensé en el episodio de su encuentro con los Orangutanes en Malasia y su idea de reflejarse en sus ojos…

Yo fui afortunado de crecer con un papá y una mamá científicos. A mí me quedaba clarísimo desde chico que éramos animales. Yo jamás tuve ningún atisbo de educación religiosa, tuve muy claro que veníamos del mono, que somos changos. No ‘venimos’ del mono porque ese verbo nos pone como en una jerarquía superior, de triunfalista a lo mejor, porque lo nuevo es lo mejor, se supone. Pero no, esa es una idea humana. Realmente lo nuevo no es necesariamente lo mejor y en la evolución es igual, o sea la evolución no es un proceso que vaya hacia la sofisticación. Cuando se habla del Neandertal, se dice que es nuestro antepasado y de alguna manera es más primigenio y menos chingones, como decimos en México. Con los orangutanes, los gorilas y los chimpancés pasa un poco lo mismo. No son nuestros antepasados, son nuestros primos hermanos y muy cercanos. Me encantaría que todavía existieran los neandertales porque tendríamos otros humanos con los cuales reflejarnos y creo que seríamos bastante más modestos o estaríamos en guerra con ellos, ¿verdad?

¿Por qué decidió elegir estas historias entre todas sus aventuras?

Yo he escrito otros libros, pero este es mi primer libro que se ha vuelto internacional. Uno también escribe libros como los que más atesora. Yo crecí leyendo a Gerald Durrell y a Redmond O’Hanlon. Durrell tiene un libro llamado ‘Mi familia y otros animales’ y la primera mitad de Fieras animales es una oda o alusión a ese libro. La segunda es más afin a esos libros de Redmond O’Hanlon, quien viajó en momentos más interesantes del mundo silvestre que ahorita: a Borneo, a Congo y al Amazonas durante los 80, 90, 2000, en los territorios más biodiversos y siempre se llevaba a un amigo no biólogo. A Borneo fue con un poeta llamado Jans Henton. Yo crecí leyendo estas dos tendencias de ‘liternatura’ y los quise emular un poco.

¿Por qué estos animales son más especiales para usted?

Uf bueno, uno realmente tiene muchísimas historias. Estas fueron seleccionadas un poco por la idea de que son mis tropiezos favoritos. Yo creo como Hans Magnus que en los tropiezos hay una mayor revelación que en los aciertos, entonces es un libro de puras historias que salen bien, qué aburrido. La verdad es que en el fallo hay más material literario, por eso puse ahí en el epígrafe but descisions, make good stories. Lo que decidió qué episodios iban a conformar esta especie del Museo viviente –primera parte– era pues como desencuentros con animales, cosas que no salieron todo bien. También la idea es que pues tejieran un arco cronológico, como que los animales un poco se fueran superando a sí mismos. Si ya te hablé de una serpiente grande, lo siguiente tiene que intimidarte un poco más. Así que luego te hablo de un cocodrilo. Sino es el animal es la vivencia, volar en vuelos internacionales con bolsas escondidas de serpientes en el pantalón. Como ahorita adulto casi viejo digo, ¿qué estaba pensando? No lo haría de loco. En parte porque tu cerebro no está maduro. Me hubieran tachado de traficante y de ahí no me habrían bajado. 

De tratar a los ajolotes, de vivir con una pitón en su cuarto, de ver un dragón de Komodo, ¿cuál es el animal que más lo asusta o lo asombra?

BBC Mundo: Hipopotamo

BBC Mundo: Hipopotamo

Foto:Adrian Hirschi/WPY2019

La verdad, yo le tengo pavor a los perros grandes agresivos, me dan pánico. Además, soy consciente de que mi pánico desata una reacción en ellos que los lleva a ser más agresivos y soy consciente de que también es mi culpa por mi forma de reaccionar pues los pone peor y… entonces es como un bucle que me da terror, si te confieso. Otra cosa que respeto mucho son los caballos. Yo de niño me caí de uno, tengo familia de rancho y todos ellos andan mucho a caballo, pero yo crecí en la ciudad …También me dan bastante ansiedad algunas especies introducidas, estar snorqueleando y ver a un pez león. En Colombia tienen el mismo problema que aquí en México. El pez león es como un hipopótamo en el Magdalena.
Andrés Cota

Andrés Cota

Foto:Cortesía

En el libro habla indirectamente de la extinción y de la posibilidad de hacer algo aún por nuestro mundo. Pero lo dice con comedia…

Yo lo intento a través del humor. En los últimos veinte años, todos los productos culturales, los documentales, se han inclinado hacia la cantaleta o hacia el reproche, hacia el hacerte sentir pésimo como como parte de la especie humana. Pero no han logrado nada. Así que este es otro intento. Por eso yo hago eventos de ciencia en cantinas y en bares, porque me gusta esa aproximación y me parece que el entorno relajado, poco solemne, siempre va a ser el mejor ambiente para transmitir conocimiento.

Entonces, ¿qué podemos hacer?

Pues digamos, todos los años se incrementa el doble de plástico, eso es cada año ya estás hablando de millones de toneladas, ya es una locura. Voy a hacer un libro algún día llamado: ¿Por qué nos extinguimos? Nada más voy a salir con anotar detalles del día a día. Tú vas a cualquier mercado y tres manzanas en un plastico de unicel y envueltas en plástico, eso es estúpido. Todos los Starbucks del mundo en vaso desechable porque no, mejor que tener vajilla y lavarla, el plástico de los libros he hablado con personas de todo tipo, desde editores, libreros, gente de bibliotecas, ¿qué onda con ese plástico? Todo libro se hace, sería muy fácil quitarlo, pero entonces empiezan los argumentos: que si pasa en bodega mucho tiempo, entonces no lo quiere la librería, pero entonces el cliente no cree que es nuevo, o bueno, se hace una bola de nieve. Pero se puede sustituir. Si Amazon sigue haciendo embalaje de cartón, pues nos vamos a extinguir. Hay muchas cuestiones de nuestro día a día que hacemos además en automático que un poco abonan un granito de arena y eso lo multiplicas por 8.000 millones de personas y pues tienes la ecuación de nuestra situación. También es que tenemos un déficit de naturaleza en este momento en la humanidad. Hay que buscar tener experiencias más constantes con el medio silvestre, un parque urbano, saliendo del departamento y si no se puede, atendiendo a tu paisaje interior, enriqueciendo tus narrativas.

Usted ha dicho que lo salvaron las mujeres y los reptiles. ¿A qué se refiere?

A mí me criaron sobre todo mujeres. En mi familia durante cuarenta años no nacieron hombres. Tengo un tío que cumple el mismo día que yo. Nació el 28 de abril, y cuarenta años después nací yo. En ese tiempo llegaron puras mujeres, tengo infinitas primas, sobrinas, que fueron con las que yo crecí y creo que eso me salvó de ser un completo patán como la mayoría de hombres que nos rodean. Tuve la fortuna de crecer con una visión profundamente feminista desde pequeño y además con una visión no tan antropocéntrica, más fijada en otros organismos, en otros animales y a mí eso es lo que me salva como individuo. No puedo tener superioridad moral sobre nadie.
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Foto:Instagram: @filbogotá

¿Cuál es su animal favorito?

¿Vivo o extinto?

Ambos…

Vivo es el serrano blanco de Panamá que es un pececito chiquito marino que forma parejas monógamas, pero que cambia de sexo. Fíjate, cambian de sexo veinte veces al día, están formando una pareja y todo el tiempo están cambiando y está buenísimo, es como la pareja utópica (risas).

¿Y extinto?

Si tuviera que revivir a un animal extinto, serían los neandertales. Tendríamos mucha más humildad como especie y no nos sentiríamos las criaturas pródigas de la evolución, la criatura favorecida del universo porque tendríamos otra como un espejo. A lo mejor tendríamos guerras, es verdad, pero hay muchos problemas que surgen porque estamos muy ensimismados. Nos creemos los únicos y realmente había otros siete humanos, otras siete especies idénticas, en términos ecológicos idénticas, en términos de sofisticación tenían lenguaje simbólico hacia el fuego, enterraban a sus muertos, muchas de las cosas que creemos que son inherentes a nosotros. Habría que revivirlos para darnos una lección.
Entrevista por Gabriela Herrera Gómez
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Gabriela Herrera Gomez
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