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Noticia

Feria Internacional del Libro

Hoy se inaugura la Feria del Libro de Bogotá: ¿qué tanto sabe del país invitado de honor?

La estatua de Clarice Lispector junto a su perro Ulises en la playa de Leme, en Río de Janeiro, desde el 2016

La estatua de Clarice Lispector junto a su perro Ulises en la playa de Leme, en Río de Janeiro, desde el 2016

Foto:Getty

Voces desde el pasado colonial hasta la actualidad retratan la historia de un gigante. 

Diego Felipe gonzález gómezDirector de revista Bocas y Lecturas. Ed...
Solo un país como Brasil podía hacer que Sócrates metiera pases magistrales de taquito. Solo la tierra de Ayrton Senna podía convertir en best seller una novela a través de una comparsa durante el Carnaval de Río. El fútbol, la samba, la caipiriña o las favelas hacen parte de los estereotipos que tenemos sobre Brasil, pero es en su literatura donde podemos encontrar la inmensa diversidad del país invitado de honor a la Feria del Libro de Bogotá.

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Con Brasil hay una relación extraña. Es ese vecino que todos creemos conocer, pero con el que poco hemos hablado. Separado por la Amazonia y por la lengua, su cultura ha llegado con cuentagotas. Aunque por supuesto que hay excepciones. Obras como Gabriela, clavo y canela, Doña Flor y sus dos maridos, Ciudad de Dios, todos libros adaptados al cine, o el siempre controversial Paulo Coelho se convirtieron en fenómenos mundiales que sin duda son referentes de varias generaciones.
Sin embargo, Brasil es un país con una variedad literaria que va desde los paisajes desérticos del sertão en el nordeste, pasando por la siempre africana Bahía hasta esas metrópolis gigantes como Río de Janeiro y São Paulo. En su literatura encontramos voces que cuentan desde ese pasado colonial hasta voces que hoy buscan un lugar en la literatura, como las de los escritores indígenas y afrodescendientes.
De Natura Florum, 54 págs.
Editorial Nórdica Libros.

De Natura Florum, 54 págs. Editorial Nórdica Libros.

Foto:Nórdica Libros

Pero empecemos por el principio, por los clásicos. Al igual que el resto de América, Brasil y el comienzo de su literatura escrita fue el producto de un proceso colonial. De esa mezcla entre lo indígena, lo afro y lo europeo –siempre marcada por la violencia y la imposición– se empezaron a gestar los primeros referentes de las letras brasileñas. Uno de los mejores ejemplos de este proceso fue el del cura António Vieira. Este misionero jesuita portugués fue un defensor de los derechos de los pueblos indígenas (un poco el equivalente de fray Bartolomé de las Casas). A través de sus sermones trató de estudiar y comprender a los pueblos aborígenes al mismo tiempo que buscaba convertirlos al catolicismo. Sus textos son una especie de vademécum sobre la escritura del portugués al punto de que el escritor Fernando Pessoa lo llamó “el emperador de la lengua portuguesa”. Hoy, uno de los debates entre los académicos de la literatura en Brasil es hasta qué punto el padre António es un escritor brasileño más que portugués. Su vida y su obra hubiesen sido imposibles sin todos los años que pasó en el continente americano y seguramente él fue uno de los precursores de su literatura.
Otra de las diferencias con el resto de la América española y británica es que Brasil tuvo un punto de inflexión en su historia durante la Colonia. Por diferentes acontecimientos políticos en Europa, el rey portugués trasladó toda su corte a América, y Río de Janeiro se convirtió en la capital de la corona portuguesa. Esto hizo que instituciones como universidades, museos y bibliotecas fueran únicas en el continente. Por esta razón, en el centro de Río de Janeiro, casi perdido entre el caos de la ciudad, existe un palacio para los lectores: el Real Gabinete Portugués de Lectura. A mediados del siglo XIX, un grupo de migrantes portugueses construyeron, en la antigua capital del Imperio lusitano, este edificio con un único objetivo: salvar lo que ellos creían era el alma de las letras portuguesas. Allí querían guardar las gestas de Magallanes y los versos de Camões. Hoy este es un sitio de peregrinación para los turistas que buscan la mejor foto de una de las 10 bibliotecas más bellas del planeta según esos rankings anónimos que cada tanto se publican en internet.
Jorge Amado es uno de los escritores más emblemáticos de Brasil. Sus obras han sido adaptadas al cine y la televisión e incluso han tenido carrozas en el Carnaval. Fotografía • Getty

Jorge Amado es uno de los escritores más emblemáticos de Brasil. Sus obras han sido adaptadas al cine y la televisión e incluso han tenido carrozas en el Carnaval. Fotografía • Getty

Foto:Getty

Al son de las independencias latinoamericanas, Brasil encuentra la suya en la segunda década del siglo XIX. De esa joven república, que busca encontrar su identidad en los libros, es que emerge un escritor cuya obra se convertirá en la más importante del país durante muchos años: Machado de Assis. Para la profesora de la Universidad de los Andes María Candida Ferreira de Almeida, experta en literatura brasileña, Assis hace parte de eso que llama la santísima trinidad literaria de Brasil, compuesta por Machado, João Guimarães Rosa y Clarice Lispector: “La sombra de estos tres autores persigue a todos los escritores brasileños, siempre hagan lo que hagan buscarán compararlos con ellos”, asegura Ferreira.
No obstante, el caso de Assis es muy particular. Su contexto, según la profesora Ferreira, es determinante ya que Assis fue “hijo de un exesclavizado y una lavandera de las islas Azores (Portugal), fue criado en las condiciones del bajo proletariado del siglo XIX, trabajando como vendedor de dulces en la calle, después en la Imprenta Oficial de Río como aprendiz de tipógrafo, hasta conseguir el puesto de periodista y escritor. Transitó por todos los géneros literarios y aunque nunca fue a una universidad sus textos se convirtieron en referencias artísticas y políticas para la sociedad brasileña”.
Libros como Memorias póstumas de Blas Cubas o Quincas Borbason un ejemplo de esa forma de narrar que buscaba denunciar los malestares sociales sin dejar de ser una obra cargada de humor. Y ni hablar de su obra maestra: El alienista. Leer a Machado de Assis es encontrarse con un autor contemporáneo cuyos textos siguen vigentes. De hecho, para Ferreira, Assis fue un poco un espejo en el que autores como el colombiano Candelario Obeso pudieron mirarse y dialogar. Esto es una muestra de cómo los puentes entre las literaturas de Brasil y Colombia tienen una larga historia, si bien no muy conocida. 
El Real Gabinete Portugués de Lectura (Real Gabinete Portugues de Leitura) es uno de los edificios más bellos e icónicos de la ciudad de Río de Janeiro. Fotografía • Getty Images

El Real Gabinete Portugués de Lectura (Real Gabinete Portugues de Leitura) es uno de los edificios más bellos e icónicos de la ciudad de Río de Janeiro. Fotografía • Getty Images

Foto:Getty Images

Dentro de esa santísima trinidad tal vez el autor menos conocido en Colombia sea João Guimarães Rosa. Su vida parecía estar lo más alejada de la literatura, fue médico de formación y diplomático. Guimarães fue uno de esos escritores consumidos por la burocracia como Kafka y Rulfo. Dentro de esas peripecias por las diferentes misiones diplomáticas de Brasil, el autor nacido en la región de Minas Gerais llegó a Bogotá como secretario de la embajada entre 1942 y 1944. Este tiempo le valió para escribir su cuento Páramo, que se publicaría de manera póstuma, donde hace un retrato de esa fría y alejada capital colombiana en la cual cada paso roba al protagonista un poco de aire al punto de que caminar lo hace llorar permanentemente. “Guimarães al igual que Rulfo fue un autor de una sola novela, Gran Sertón: veredas, y eso le bastó para entrar en el canon brasileño. Sus experimentos con el lenguaje son una de esas características indiscutibles de su estilo”, comenta la profesora Ferreira. 
Brasil es tal vez de los pocos países donde una escritora ocupa un lugar preponderante en el imaginario colectivo. Esa tercera parte de la trinidad la ocupa una de las escritoras más importantes del mundo: Clarice Lispector. Su figura enigmática se ha convertido en una especie de culto no solo entre el movimiento feminista, sino entre millones de lectores. Su obra, que va desde la novela al relato, de la fotografía al ensayo y de las crónicas a la narrativa para niños, ha sido en las últimas décadas objeto de estudio en muchas universidades de varios países. “Así como Jorge Amado fue impulsado y promocionado por el Partido Comunista Brasileño en su época, hoy Clarice hace parte de todas esas reivindicaciones de los movimientos feministas. Es en parte gracias a ellas que Clarice está tan presente hoy en el panorama literario”, comenta Ferreira. Libros como La pasión según G. H., Cerca del corazón salvaje o esos tesoros inclasificables como De Natura Florum, ese pequeño herbario donde la descripción de las flores se convierte en una especie de poema, son solo un retazo de la variedad de su obra. 
Antes de continuar es importante detenerse en otro escritor que, si bien no hace parte del panteón literario brasileño, sí ha sido uno de los más reconocidos y leídos: Jorge Amado; aunque sus libros caminan en esa línea del softporn y la crítica social. Una novela como Capitanes de la arena cuenta la historia de los niños abandonados que se ven obligados a vivir en la calle. En medio de esa tragedia, Amado logra recrear toda una comunidad de apoyo y afecto en medio de la más triste miseria. Ese lado social de Amado lo convirtió en un ícono de la izquierda en Brasil, algo que lo llevaría luego a involucrarse a fondo en la política. Fue diputado por el Partido Comunista y esto lo llevó al exilio por muchos años en un país marcado por las dictaduras. De ese compromiso social Amado puede saltar a novelas más eróticas y populares. Los clásicos ya mencionados Gabriela, clavo y canela o Doña Flor y sus dos maridos hoy tienen más problemas para ser leídos: “Porque Amado realmente no resiste una lectura que obvie ese machismo de sus historias. Y, ahora que lo pienso, Amado comparte un poco las virtudes y los defectos de García Márquez”, afirma Ferreira.
ampo general y otros relatos, 468 págs. F.C.E.

ampo general y otros relatos, 468 págs. F.C.E.

Foto:F.C.E

Y es que si hay un autor que ha sido leído con entusiasmo en Brasil, por supuesto tenía que ser García Márquez. La fama del nobel colombiano es tanta que hasta el presidente Luiz Inácio Lula da Silva consideró El amor en los tiempos del cólera como una de las mejores lecturas que realizó durante su periodo en prisión, tiempo durante el cual dijo que había leído más que a lo largo de toda su vida. Otro de los libros que leyó Lula en este periodo fue Um Defeito de Cor (Un defecto de color), de la escritora Ana María Gonçalves. Fue esta novela la que luego se convertiría en un éxito gracias a que durante el Carnaval de Río una comparsa de samba la representó en su espectáculo. Pero la novela de Gonçalves es, más allá de la fama, todo un reclamo sobre el pasado marcado por la esclavización de la población afrodescendiente en Brasil. Al igual que sus vecinos sudamericanos, los escritores afro han estado excluidos de ese canon literario, sí, Machado de Assis está ahí, pero sería un descaro no reconocer su talento. “Desde que comenzó la política pública de cuotas en las universidades para las poblaciones afro e indígenas en los primeros gobiernos de Lula, se empezó a ver cómo hubo un cambio en el panorama de escritores en Brasil. Irrumpieron con mucha fuerza voces que antes no estaban gracias a esa política. Escritoras como Gonçalves o Conceição Evaristo han ganado visibilidad gracias a ese paso que les permitió entrar a las universidades”, dice Ferreira.
De hecho, Conceição Evaristo ha sido una de las escritoras más relevantes en los últimos años en Brasil. Aunque no está traducida al español, sus obras se han convertido en una referencia sobre esa capacidad de transformación del lenguaje por fuera de lo que se considera “el buen hablar”. Sus obras buscan integrar ese portugués oral que no está en los tratados de gramática. Tanta ha sido la polémica de sus obras que Evaristo fue candidata para entrar a la Academia Brasileña de las Letras y el debate alrededor de su ingreso levantó espinas entre ese Brasil que sigue negando la influencia de la población afrobrasileña en su cultura. Sin embargo, el caso de Evaristo no es el primero, autoras como Carolina Maria de Jesus, que vio opacada su carrera por su origen afro, o Maria Firmina dos Reis, considerada por algunos como la primera novelista brasileña.
Un movimiento parecido ha surgido desde las poblaciones indígenas en Brasil. Escritores como Daniel Munduruku, invitado a la Filbo, han dedicado sus libros a visibilizar ese otro pasado cultural. A través de los mitos y las historias del pueblo munduruku contada para los niños, Daniel ha buscado que la historia de su pueblo sea mucho más conocida en todo el país. Aquí también encontramos las reclamaciones de muchas comunidades que buscan sobrevivir no solo a su extinción, sino a la de su entorno, como es el caso de todos los pueblos de la Amazonia que en muchos casos comparten un pasado en común con los pueblos indígenas colombianos de la misma región. 
El niño y el gorrión, 35 págs.
Editorial Calli

El niño y el gorrión, 35 págs. Editorial Calli

Foto:Editorial Calli

La música brasileña, por su lado, es tal vez la más impregnada de la poesía. Cantautores como Vinicius de Moraes son hoy íconos de la poesía y la música brasileña. Es en esa trova brasileña y en todo el movimiento del bossa nova donde uno puede encontrar a autores como Chico Buarque, Caetano Veloso o compositores y guitarristas como João Gilberto. Si hay una vuelta a esa capacidad lírica y oral de la poesía, es en estos músicos brasileños donde uno puede encontrar muchos de sus mejores exponentes.
De esa poesía también se han nutrido autores menos conocidos como Raduan Nassar. Sus obras, que se cuentan con los dedos de la mano, son de una calidad única. Novelas como Labranza arcaica vuelven a esa tradición de narrar la naturaleza brasileña. Nassar, que fue ganador del premio Camões en 2016, un premio que sería el equivalente al Cervantes en la lengua española, es una voz única por su riqueza, que va en esa mezcla del relato en prosa con guiños a la poesía. Sus cuentos, que se recogen en buena parte en su libro Una niña en camino, son una especie de rara avis que mezclan lo real con ese mundo más cercano a las odas poéticas de la antigüedad.
En esa misma línea encontramos autores como Itamar Vieira Junior, nominado este año al International Booker Prize, por su obra Tortuoso arado, que hablan de temas que antes parecían ocultos, desde el machismo hasta el racismo anclado en la sociedad bahiana, pero también brasileña. En la misma línea se encuentra un autor como Paulo Scott, también nominado al International Booker, pero en 2023, que en su libro Habitante irreal retrata ese mundo de las grandes ciudades donde los genocidios contra los pueblos indígenas también ocurren y los jóvenes se ven expuestos a un contexto de violencia descarnada. Violencia que también había retratado en el género de la novela policiaca un ícono como Rubem Fonseca o en la muy famosa película Ciudad de Dios, que está basada en el libro de Paulo Lins. “Ese Brasil literario de ahora se ha construido en las universidades, pero al mismo tiempo en los bares, donde muchos jóvenes crean tertulias literarias para mostrarles a los más pequeños que hay otras opciones aparte de ser futbolista o cantante de rap”, dice la profesora Ferreira. Y es que ese nuevo Brasil literario se está construyendo también desde las regiones fuera de la predominancia editorial y literaria de las grandes ciudades como Río y São Paulo.
Desde los paisajes naturales que se consagraron en Los sertones, la obra de Euclides da Cunha que fácilmente podría dialogar con La vorágine de José Eustasio Rivera, hasta las novelas de grandes escritoras como Lispector, Evaristo o Gonçalves o los poemas cantados de Vinicius de Moraes y las más contemporáneas como las de Marcelino Freire, otro invitado a la Filbo, o David Munduruku, el vecino al que todos de una u otra forma admiramos tiene un universo literario por descubrir. Bienvenidos a la Filbo.
Por Diego Felipe González
Especial para EL TIEMPO
Fernando Gomez EcheverryDirector de revista Bocas y Lecturas. Ed...
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