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Noticia

Lecturas Dominicales

Cho Nam-joo, la estrella coreana de la Filbo: 'Cada vez son más los que deciden no casarse ni tener hijos'

Cho Nam-joo se ha convertido en un referente de la literatura feminista en todo el mundo. Fue guionista de televisión y en sus narraciones resalta el sentido del olfato. Fotografía: Cortesía Filbo

Cho Nam-joo se ha convertido en un referente de la literatura feminista en todo el mundo. Fue guionista de televisión y en sus narraciones resalta el sentido del olfato. Fotografía: Cortesía Filbo

Foto:Cortesía Filbo

Cho Nam-joo es un referente del #MeToo y una de las invitadas estrellas a la FilBo.

andrea yepesDirector de revista Bocas y Lecturas. Ed...
Cuando a Cho Nam-joo se le ocurre una idea para una novela, suele investigar los nombres más comunes del grupo de edad de los personajes que va a utilizar y se decide por varios de ellos. Es una historia inventada, dice, pero puede ser real, puede ser la historia de cualquiera. Por eso, dos de sus personajes más famosos, que dan título a dos de sus libros, se llaman Kim, el nombre más común en Corea. Cho Nam-joo es una escritora surcoreana y mamá, y antes de eso fue guionista de televisión y estudiante de Sociología. 

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Ha escrito alrededor de una decena de libros, pero dos de ellos han sido retumbantes. En el 2016 publicó Kim Ji-young, nacida en 1982, que narra la historia de un ama de casa que se enfrenta a una depresión y que estuvo alimentada por las voces que protestaban y exponían la ridiculización, la violencia y la irracional realidad de las mujeres en el momento del #MeToo; tuvo tanto impacto que desde ese momento Cho Nam-joo fue considerada una voz del cambio y vendió más de un millón de copias.
Portada Kim Ji-Young, nacida en 1982

Portada Kim Ji-Young, nacida en 1982

Foto:Cortesía

En el 2023 publicó Lo que sabe la señorita Kim, una recopilación de relatos de voces de mujeres de distintas edades que están en un momento de corte en sus vidas; se encuentran, todas ellas, ante una decisión de cambiar por siempre quiénes son y de una manera u otra se escogen a ellas y con esto transforman la percepción sobre la vida y la libertad de quienes las rodean. Todas son historias familiares, locales, con marcadas distinciones generacionales y, aun así, con dolores y estigmas tan similares que podrían ser una sola.
Todas las mujeres que se gestan en la cabeza de Cho Nam-joo terminan por lanzarse a una vida que no conocen, pero que las entusiasma, y abandonan una vida que parece común, pero que realmente es injusta, restringida y dictada por otros.

Ha sido guionista de televisión, ¿qué cree que le ayudó de esta ocupación a la escritura de novelas e historias?

Trabajé como guionista de programas de actualidad. No hacía muchos reportajes sobre famosos, poderosos o delincuentes raros, pero sí muchos programas sobre la gente corriente que nos rodea. Pasaba mucho tiempo viendo a la gente corriente hacer su vida cotidiana, su felicidad, su integridad, su responsabilidad, su suerte fortuita y su desgracia, su malicia, su letargo, su indiferencia e irresponsabilidad, sus malentendidos... No recuerdo haber incorporado directamente lo que vi a los episodios de la novela, pero creo que lo que vi y oí debió de quedarse grabado de alguna manera.

En Lo que sabe la señorita Kim se describen varias labores de cuidados, ¿hay algo político en ese tipo de enfoque?

Hay un eslogan que dice que “lo personal es político”, y el ámbito de las labores de cuidado es sobre todo el hogar, la esfera privada, pero en realidad está estructurado socialmente. No se trata solo de cuidar, sino también del trabajo doméstico, el embarazo, el parto, la crianza de los hijos, etc. Creo que es sin duda una cuestión política que debe reconocerse y debatirse en un espacio público. Especialmente hoy, cuando la población disminuye y el tamaño y la composición de las familias cambian, el trabajo doméstico, el cuidado de los niños y la prestación de cuidados no pueden resolverse dentro de la familia. Me gustaría crear más oportunidades para que la gente hable de lo que ocurre en el hogar, de lo que hablan las mujeres y de los problemas a los que se enfrentan las personas y las familias. Por eso intento incluir estas historias en mis novelas.

Algo que podría decirse que es transversal en Lo que sabe la señorita Kim es que se trata de mujeres que se hacen cargo de sus propias vidas, ¿por qué escribir de esos momentos de quiebre?

En el plan de estudios de tecnología para el hogar de la escuela secundaria coreana hay una unidad sobre tareas de desarrollo según el ciclo vital en la que aprendemos sobre la planificación de la vida en la adolescencia, la elección de una carrera y la formación de una familia en la edad adulta, el parto y la crianza de los hijos, la educación de los hijos y su independencia y, por último, la vejez. He crecido dando por sentados estos procesos y completándolos, y mientras la sociedad define y presiona lo que constituye una vida normal he notado un cambio. La noción de la edad adecuada para la escolarización y el empleo se ha difuminado, la gente cambia de carrera y de trabajo con más facilidad y cada vez son más los que deciden no casarse ni tener hijos. Por supuesto, la inseguridad laboral y el aumento del precio de la vivienda tienen parte de culpa, pero creo que la razón principal es que los valores de la gente han cambiado: quieren tomar sus propias decisiones y asumir la responsabilidad de sus vidas, en lugar de dejar que la sociedad dicte el curso. Si nos fijamos en las encuestas sobre conciencia profesional y matrimonial, esta tendencia es más pronunciada entre las mujeres. Quiero apoyar a esas mujeres, y así es como quiero vivir el resto de mi vida.

¿De dónde cree que viene la fuerza para tomar decisiones así de libres en una sociedad que todavía nos dice en muchos sentidos cómo ser y comportarnos?

Creo que viene de la experiencia de los pequeños éxitos, no se puede poner el mundo patas arriba en una revolución gigantesca, son los pequeños éxitos los que se van acumulando, desde reconocer la injusticia y cambiar hábitos en mí y en mi entorno, hasta deshacerse de prácticas irracionales, arreglar leyes e instituciones y, finalmente, cambiar la sociedad. Si seguimos experimentando pequeños éxitos en distintos ámbitos, seremos valientes y libres ante las grandes decisiones de la vida. Creo que debemos educar a nuestras hijas para que no esperen roles afectivos y para que no tengan en cuenta el parto y el cuidado de los hijos a la hora de elegir una carrera.

¿Cree que existe la literatura feminista activista?

Creo que existe literatura feminista activista, pero no creo que haya ninguna obra que sea exclusivamente literatura feminista activista. Puede contener valores feministas, pero también puede contener preocupaciones, exploraciones y acusaciones sobre el ser humano, la existencia, la sociedad y la historia. También puede estar bellamente escrita, tener una estructura experimental o ser profundamente conmovedora. Creo que la literatura feminista a menudo se lee de forma limitada, centrándose únicamente en el feminismo sin leerlo junto a muchas otras virtudes y valores.

En su escritura, las descripciones están ligadas al olfato, muchos piensan que es un sentido difícil de describir con palabras, ¿usted lo cree así?

No pensaba que hubiera muchas descripciones olfativas en mis libros hasta que me hicieron esta pregunta. Es cierto que no me interesan las descripciones visuales específicas, como la pintura, porque creo que ya hemos desarrollado una gran variedad de medios visuales y nos bombardean con tanta información visual que no creo que las descripciones de ese tipo sean tan efectivas como antes. No les doy especial importancia ni significado a las descripciones olfativas, pero sí creo que, al ser el olfato un sentido difícil de describir con palabras, mi intención y la interpretación del lector serán inevitablemente divergentes, lo que permite una lectura más libre.
Cho Nam-joo

Cho Nam-joo

Foto:Cortesía Filbo

Lo que sabe la señorita Kim es una historia que escribió pensando en los días que trabajaba de nueve a seis, ¿cree que haber vivido esa experiencia común aporta algo a su oficio de escritora?

No me conmueven los llamados artistas, los que tienen un talento o un genio extraordinarios; me gusta el trabajo que parece real, y me atraen los creadores que trabajan, ganan dinero, ahorran, pagan impuestos, comen, duermen, se cansan, envejecen. No creo que la ficción, o la literatura, o cualquier otro tipo de arte tenga un valor especial que trascienda la vida; creo que es solo una de tantas profesiones.

Usted creció en unas circunstancias económicas y sociales que limitaron un poco el acceso a los libros, ¿qué siente ahora que son más abundantes y fáciles de conseguir?

Siguen siendo preciados, pero no siento tanta presión por leer libros como cuando era más joven. Antes siempre terminaba un libro una vez que lo empezaba, sin perderme ni una palabra. Hoy en día es más probable que deje de leer un libro a la mitad si no tiene sentido para mí o si discrepa demasiado de mis ideas, y a menudo solo leo extractos. No copio las mejores frases ni tomo notas, simplemente leo con ligereza y por placer. También escucho muchos audiolibros cuando hago tareas, pero a menudo pierdo el hilo de la historia porque estoy muy concentrada en la tarea que tengo entre manos, así que escucho la misma parte varias veces. Creo que la lectura se ha vuelto más agradable a medida que los libros se han hecho más comunes y hay más formas de leer.

Sus historias son intimistas, pero nunca pierden una visión amplia del contexto en el que se desarrollan, ¿qué tanto investiga?

Es cierto que las preguntas y preocupaciones que surgen en mi vida y mis pensamientos se convierten en mis novelas, pero investigo mucho antes de decidirme a escribir sobre ellas. Así que podría decirse que el tema viene de mi vida, pero los personajes, los episodios y la trama son el resultado de la investigación. Busco libros, artículos, estadísticas, documentales y películas, y entrevisto a personas relevantes. Aunque hace poco tuve la experiencia de terminar una novela que empecé sin plan ni material, lo que me hizo pensar en cambiar mi forma de escribir.

En Lo que sabe la señorita Kim hay narradoras de muchas edades, ¿qué opina de este abanico de voces?

En Kim Ji-young, nacida en 1982 escribí sobre la experiencia universal de las mujeres como un informe antropológico. Kim Ji-young es una especie de marco de emociones y experiencias, y quería que las lectoras pudieran situarse a sí mismas y a ciertas mujeres de su entorno en ese marco. Las novelas de esta colección son lo contrario: los personajes no son representativos de su grupo de edad, profesión o género. Quiero que se tomen como voces individuales, como voces de mujeres, pero también como individuos que viven realidades diferentes y toman decisiones diferentes.

En el libro cuenta cómo una vez tomó prestado un episodio de su vida, traicionando lo que se había prometido cuando empezó a escribir: no incluir experiencias personales...

Pensé que no debería utilizar la escritura como medio para desahogar mis sentimientos personales. Además, si escribo mi historia, hay muchas posibilidades de distorsionar los hechos y racionalizarse, y no quería hacerlo. Kim Ji-young, nacida en 1982 recibió una respuesta inesperada y fui objeto de muchos ataques y burlas. En el proceso, me di cuenta de que no era solo mi experiencia personal, sino también una experiencia común para las mujeres que escriben, hablan y se expresan. Cuando mi experiencia es tu experiencia podemos sentirnos seguras.
Fernando Gomez EcheverryDirector de revista Bocas y Lecturas. Ed...
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