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Venezuela

José Gregorio Hernández, el médico que se convirtió en beato

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Esperado durante décadas en Venezuela, el 'médico de los pobres' fue beatificado este viernes.

andreína itriago
Durante más de siete décadas, los seguidores del doctor José Gregorio Hernández, dentro y fuera de Venezuela, esperaron el día de la beatificación del llamado ‘médico de los pobres’.

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Esperaron, sobre todo, escuchar las palabras que el nuncio apostólico, Aldo Giordano, pronunció este viernes alrededor de las 10:30 a. m. (hora local) en la capilla del colegio La Salle La Colina, en Caracas: "Concedemos que el venerable siervo de Dios, José Gregorio Hernández, de ahora en adelante sea llamado beato".

Concedemos que el venerable siervo de Dios, José Gregorio Hernández, de ahora en adelante sea llamado beato

Y no era para menos. Si hay algo claro en Venezuela, es que, como lo dijo este viernes el cardenal Baltazar Porras, “José Gregorio es de todos y para todos”. Su imagen, con bigote, traje, corbata y sombrero, es común en los altares y en las calles del país.
El ‘médico de los pobres’ nació el 26 de octubre de 1864 en el seno de la familia de Benigno Hernández y Josefa Cisneros, en la localidad de Isnotú, en el estado occidental de Trujillo. Fue el segundo de los siete hijos que tuvo el matrimonio.
Su madre, quien fue definida por monseñor Tulio Ramírez, durante la ceremonia de beatificación de este viernes, como una mujer “bondadosa y caritativa”, lo educó cristianamente; sin embargo, falleció antes de que José Gregorio cumpliera los ocho años de vida, el 28 de agosto de 1872.
Sus formación inicial transcurrió entre su Isnotú natal y Caracas, donde finalmente concluyó estudios de bachillerato en filosofía. Aunque quería ser abogado, su padre lo motivó a estudiar medicina. Entonces, ingresó en la Facultad de Medicina de la otrora Universidad de Caracas (hoy en día Universidad Central de Venezuela) en junio de 1882.
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Foto:AFP / Presidencia de Venezuela

“El ambiente universitario de aquel periodo era materialista y el estudiante José Gregorio supo dar ejemplo de fe y de moralidad entre sus compañeros, quienes conservaban durante toda la vida gran respeto y estima por él”, aseguró monseñor Ramírez al leer una breve biografía suya durante la ceremonia.
El 29 de junio de 1888 obtuvo el grado de doctor en medicina, con la calificación de excelente. Retornó entonces a su tierra natal, donde ejerció la profesión médica durante un año, antes de volver a Caracas.
Pero no estuvo mucho tiempo en la capital venezolana. En julio de 1889, por decreto presidencial, fue enviado a París (Francia), donde hizo estudios de perfeccionamiento en microbiología, bacteriología, histología y fisiología experimental, cátedras que, según recordó Ramírez, eran inexistentes entonces en la Universidad de Caracas.

Enseñó a sus profesores

Esa realidad, sin embargo, cambió poco después. Concluidos sus estudios, José Gregorio Hernández regresó a Venezuela e inició, con apenas 27 años, su carrera de profesor universitario, e instituyó varias de las cátedras aprendidas en Europa, con un laboratorio “a la vanguardia”, aseveró Ramírez, de las que fue designado profesor titular.
Enseñó, incluso, a sus propios profesores, por ser el único que conocía el manejo de los nuevos instrumentos médicos. “En el ejercicio de la profesión privilegió a los pobres, a los cuales no solo asistía gratuitamente, sino que además les daba el dinero necesario para comprar medicinas. Por ello se le recuerda como el 'médico de los pobres' ", explicó monseñor Ramírez.
“A todos los pacientes les aconsejaba y les hablaba de Dios. Eso lo hizo muy cercano a los enfermos”, se lee en una breve biografía suya divulgada antes por la Arquidiócesis de Caracas.
Este viernes se declaró beato al doctor José Gregorio Hernández, venerado por los venezolanos.

Este viernes se declaró beato al doctor José Gregorio Hernández, venerado por los venezolanos.

Foto:EFE/Prensa de la Arquidiócesis de Caracas

A los 44 años, en el apogeo de su vida profesional, tuvo un “discernimiento vocacional”, como lo definió monseñor Ramírez, y decidió entrar al monasterio la Cartuja de Farneta, en Lucca (Italia).
Por sus condiciones de salud, solo estuvo nueve meses allí. Regresó a Venezuela y, en abril de 1909, ingresó en el Seminario Diocesano de Caracas, con la intención de ordenarse sacerdote, pero también por razones de salud tuvo que retirarse.
En 1913 volvió a Europa, donde ingresó en el Pontificio Colegio Pío Latino Americano, de Roma. Allí estudió Teología y perfeccionó el latín. Pero después de ocho meses, le diagnosticaron una pleuritis seca y el inicio de tuberculosis, y le aconsejaron retornar a Venezuela. Lo hizo en 1914.
Mientras retomaba la docencia y el ejercicio de su profesión, ofreció a Dios su vida a cambio de la paz y el fin de la guerra en Europa. “Efectivamente, un amigo lo visitó el 29 de junio de 1919 y lo encontró muy contento.
Preguntando al doctor José Gregorio por la causa de aquella alegría, contestó que había tenido noticias de la firma del Tratado de Versalles (el 28 de junio de 1919), por lo cual estaba seguro de que Dios había aceptado su ofrecimiento”, relató Ramírez.
Esa misma tarde, a las 2 p. m., mientras llevaba una medicina a un enfermo, fue atropellado por un vehículo que transitaba por la zona de La Pastora, en Caracas.
Con el impacto, el doctor José Gregorio perdió el equilibrio, trastabilló, se fue algunos metros hacia atrás y se golpeó la base del cráneo contra el filo de la acera.
Algunos dicen que antes dio contra un poste contiguo al lugar donde finalmente cayó. Un tranvía detenido a la derecha le habría impedido al doctor Hernández ver el automóvil que se acercaba.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, dijo este viernes que sostuvo "una reunión de reconciliación" con los jerarcas de la Iglesia católica del país sudamericano, a los que en el pasado ha criticado y acusado de hacer política desde los púlpitos en favor de la oposición.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, dijo este viernes que sostuvo "una reunión de reconciliación" con los jerarcas de la Iglesia católica del país sudamericano, a los que en el pasado ha criticado y acusado de hacer política desde los púlpitos en favor de la oposición.

Foto:EFE/ Prensa Miraflores

El herido fue trasladado al Hospital Vargas por el propio conductor del Hudson Essex que lo impactó, quien además era conocido del médico, y otra persona que se encontraba en el lugar.
Sin embargo, a la hora del accidente, en el recinto hospitalario no había médicos. El chofer buscó entonces al doctor Luis Razetti, quien vivía cerca, pero cuando llegaron al hospital ya José Gregorio Hernández había fallecido, no sin antes pronunciar el nombre de “María Santísima”.
El 30 de junio, recordó monseñor Ramírez, sus restos mortales fueron trasladados desde la universidad a la iglesia catedral, “en medio de una muchedumbre y acompañado por profesores y alumnos”.
En sus funerales –dijo– participó el arzobispo de Caracas y el capítulo metropolitano. “Desde la salida del féretro a la iglesia hasta el cementerio del sur fue llevado en hombros con la gente que se disputaba el poder tocarlo. Más de 30.000 personas participaron en sus exequias”, narró monseñor Ramírez.
Y su popularidad sigue intacta. “Me atrevo a decir que tal vez, en este momento, no exista una figura más querida y aceptada por todos como José Gregorio Hernández. Es, sin duda, uno de los mejores venezolanos de todos los tiempos”, dijo el nuncio apostólico antes de ser interrumpido por nuevos aplausos.
ANDREÍNA ITRIAGO 
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
CARACAS

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