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En máxima alerta

Necesitamos una persona, hombre o mujer, que encarne el espíritu de María Corina en nuestro país.

Ernesto Macías Tovar
No se puede tapar el sol con un dedo; lo ocurrido en las elecciones de Venezuela, aunque predecible, fue descaradamente evidente. Seis horas después del cierre oficial de los centros de votación, tiempo destinado a preparar su comunicado, el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció que, con el 80 % de las mesas escrutadas y “con una tendencia contundente e irreversible”, Maduro había obtenido el 51,2 % de los votos, mientras que el candidato opositor Edmundo González alcanzaba el 44,2 %.

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La larga espera por los resultados y el informe del CNE, controlado por el régimen, sintetizó la historia de un fraude denunciado por la oposición venezolana y la comunidad internacional, sumado a las agresivas advertencias de Maduro durante la campaña; una de ellas: “Lo que no se pudo con los votos, lo haríamos con las armas”. Ante esto, no hay nada más que decir.
A pesar de que la oposición en Venezuela comprendió, tras 25 años de tiranía, la necesidad de unirse, Maduro y sus secuaces no respetan nada, pues su naturaleza se los impide. Desde que Hugo Chávez ganó las elecciones hace 25 años, todo ha sido ilegítimo, incluida la burla electoral del pasado domingo, cuando las urnas se llenaron de votos contra el régimen y el CNE certificó lo contrario. En Venezuela, hace cinco lustros, comenzó el debilitamiento institucional y la destrucción de la economía; los venezolanos perdieron sus empleos, el acceso a la salud, y la pobreza y el hambre obligaron al exilio a millones de familias.
Es inaceptable hablar de democracia en un país donde se restringen las libertades, y menos aún de elecciones transparentes cuando se dificulta a los ciudadanos ejercer su derecho al voto. Es imposible que haya un proceso limpio cuando el régimen impidió la presencia de observadores internacionales, salvo aquellos escogidos por el tirano. La organización electoral obstaculizó el ingreso de testigos electorales a los centros de votación, no imprimió las actas con resultados, cerró la transmisión de datos y bloqueó la página del CNE para que ni los venezolanos, ni la comunidad internacional pudieran ver lo que estaban haciendo. Toda una cadena de hechos fraudulentos que pueden terminar en una horrible confrontación entre un régimen abusivo y la rebeldía de un pueblo que se siente maltratado, asaltado y burlado.
Destacable, con mayúsculas, es el liderazgo de María Corina Machado, más allá de la presencia del candidato González. Sin duda, esta mujer, que recorrió Venezuela varias veces reclamando la libertad de su pueblo, ha enseñado a los líderes demócratas del mundo la templanza, la gallardía, el coraje y la heroicidad. La figura valiente de María Corina en las calles venezolanas logró que sus compatriotas, incluyendo a los millones en el exilio, perdieran el miedo.

Las lecciones de patriotismo de María Corina deben ser seguidas al pie de la letra por todos los líderes de oposición en Colombia que aspiran a una candidatura presidencial para 2026.

Las lecciones de patriotismo de María Corina deben ser seguidas al pie de la letra por todos los líderes de oposición en Colombia que aspiran a una candidatura presidencial para 2026. Tienen que conformar una verdadera resistencia democrática frente a Gustavo Petro, amigo entrañable de Maduro, demostrado además por su prolongado silencio después del fraude y quien viaja con demasiada frecuencia a reuniones privadas con él, para advertirle que cualquier intento de debilitar la democracia no será permitido. Es necesario recordarle que, por encima de todo, están la Constitución, las instituciones y las libertades en nuestro país.
Quien no esté de acuerdo con lo que está ocurriendo en Colombia debe declararse en máxima alerta debido al alto riesgo que enfrenta nuestra democracia, más aún, teniendo el ejemplo de Venezuela. El aspirante presidencial que no siga este lineamiento no piensa en la patria. Necesitamos una persona, hombre o mujer, que encarne el espíritu de María Corina en nuestro país. Sin importar el partido, ni la tendencia política de centro o derecha; por encima de ideologías, caudillismos o personalismos está nuestra nación.
Ernesto Macías Tovar
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