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Columnistas

Estado, reconocimiento y oportunidades

Tejer una paz duradera en Colombia exige más que negociaciones y acuerdos.

Juliana MejíaMiembro de los consejos de administració...
La paz en Colombia se teje a partir de tres factores fundamentales: Estado, reconocimiento y oportunidades.

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(También le puede interesar: Más allá de la crítica, ¿qué podemos hacer?)
La presencia del Estado en el territorio es crucial para garantizar la seguridad. La ausencia o precariedad institucional es una deuda histórica con la Colombia profunda, que se siente abandonada a su suerte. Aunque todos los municipios del país cuentan con alcalde, en muchos casos su capacidad para ejercer la autoridad es limitada frente al control que los grupos armados ilegales ejercen sobre gran parte del territorio y su población. En situaciones críticas el Estado envía tropas temporalmente, pero solo en los centros urbanos más grandes logra una presencia integral.
Llevar presencia estatal al territorio es una decisión intencionada que, paradójicamente, quienes ejercen el poder no han priorizado. Para que los gobiernos cumplan su propósito de regular la convivencia y proveer bienes y servicios públicos, no es suficiente con un decreto: se necesita de una construcción colectiva que involucre activamente a los ciudadanos locales y de una decisión presupuestal que la acompañe.

Es un desafío monumental, pero con un enfoque decidido en estos tres pilares podemos aspirar a un futuro donde las armas cedan su protagonismo a la convivencia pacífica y la no repetición sea una realidad. 

Una forma rápida, eficiente y económica como el Estado puede hacer presencia en el territorio hoy es mediante la conectividad. Internet gratuito en espacios públicos puede ser el desencadenante del desarrollo y un puente para cerrar brechas.
El segundo pilar para tejer paz en Colombia es el reconocimiento. Todos los seres humanos necesitamos encontrar nuestro lugar en el mundo, sentir respeto, validación y pertenencia. En medio de las adversidades, ser parte de un grupo armado, portar un arma y conseguir poder y dinero les ha ofrecido a muchos la posibilidad de encontrar su identidad y sentir que son “alguien”. Esta realidad ha llevado a que algunas personas que han sentido exclusión, rechazo y abandono vean en la ilegalidad una oportunidad de reconocimiento y movilidad social.
Propiciar espacios de encuentro entre diferentes que permitan la escucha, el diálogo y la cocreación es fundamental para empezar a borrar las fronteras invisibles que la estigmatización ayudó a crear entre los ciudadanos. El arte es un bálsamo sin igual para este propósito. Es imperativo fomentar la fraternidad y posicionar en el imaginario colectivo nacional referentes y narrativas que contribuyan al reconocimiento de la dignidad del otro.
Por último, para alcanzar la paz en Colombia se requieren oportunidades. La distribución equitativa de las oportunidades –educación, conectividad, salud, empleo, vivienda, seguridad alimentaria, participación ciudadana, etc.– busca “nivelar la cancha” y transformar vidas.
La seguridad alimentaria, sin duda, es la primera oportunidad que se debe ofrecer. La paz no puede florecer en un país donde el hambre es una realidad cotidiana para una parte de la población. Invertir en este propósito tiene un alto retorno social, ya que la desnutrición provoca daños irreversibles en el desarrollo físico y cognitivo de los niños, lo cual a su vez impide que las sociedades desarrollen todo su potencial, y erosiona la cohesión social y detona tensiones y conflictos.
En resumen, tejer una paz duradera en Colombia exige más que negociaciones y acuerdos. Necesita presencia efectiva del Estado, reconocimiento de la dignidad humana y oportunidades. Es un desafío monumental, pero con un enfoque decidido en estos tres pilares podemos aspirar a un futuro donde las armas cedan su protagonismo a la convivencia pacífica y la no repetición sea una realidad. Paradójicamente, aunque hemos avanzado en muchos frentes para buscar la paz, todavía falta un esfuerzo deliberado en estos tres aspectos.
Juliana MejíaMiembro de los consejos de administració...
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