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La prohibición de plásticos de un solo uso

La ley llegó para cambiar un paradigma, y su éxito dependerá de cómo la llevemos a la práctica.

Laura Reyes*
Estamos ad portas de la entrada en vigor de la reglamentación de la ley de plásticos de un solo uso, una medida que genera importantes dudas, sobre todo para quienes comprenden lo compleja y costosa que podría llegar a ser su implementación, gracias a la informalidad que aún hay en las cadenas de reciclaje. Sin embargo, implementada de manera correcta es una gran oportunidad.

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Es importante recalcar que esta medida requiere una preparación meticulosa y un enfoque integral que abarque desde la infraestructura, logística, acción ciudadana hasta los incentivos del Gobierno para acompañar a la industria.
Avanzar en la formalidad de toda la cadena de valor del plástico permitirá el desarrollo de un sistema sostenible y competitivo, pero hay retos por alcanzar. Si bien los recicladores de oficio han dado pasos gigantes en la ruta de la formalización, existen otros actores de la cadena a quienes no les ha interesado la formalización debido a los costos asociados, como los impuestos, los esquemas de vigilancia y control, y los requisitos para obtener licencias de operación.
En ese sentido, la invitación hoy es para que grandes, medianas y pequeñas empresas del sector estén dispuestas a adaptarse, repensarse y ajustarse, asegurando así la continuidad de su negocio en este nuevo capítulo que trae la ley.
El llamado es también al Gobierno, encabezado por el Ministerio de Ambiente, para que acelere la construcción de un plan de acción que establezca los mecanismos necesarios para acompañar a la empresa privada en el cumplimiento de las metas ambientales existentes y las previstas en la resolución.
Hay ejemplos que ya se han convertido en referentes de iniciativas en esta materia. Organizaciones como Cempre (Compromiso Empresarial por el Reciclaje) han articulado el liderazgo de la industria en la circularidad de los materiales a través de programas como Red Reciclo, mediante un plan colectivo de gestión ambiental de residuos de envases y empaques, que puede servir como modelo para ayudar a construir la ruta que el país necesita en este tema. La firma del acto del Gobierno requerido por la Ley 2232, el lanzamiento de la Hoja de Ruta del Pacto por los Plásticos en Colombia y la puesta en marcha de la plataforma GPAP del World Economic Forum son excelentes primeros pasos. Sin embargo, la clave es la articulación para que todos estemos alineados con la ruta que marca el Plan de Desarrollo hacia los Residuos Cero: ecodiseño, prevención, sustitución, recolección, aprovechamiento y reincorporación.

Avanzar en la formalidad de toda la cadena de valor del plástico permitirá el desarrollo de un sistema sostenible y competitivo, pero hay retos por alcanzar.

En el país ya hay avances importantes, se cuenta con una planta de reciclaje químico, tecnología de altísimo valor agregado que permite la reincorporación de poliolefinas nuevamente a envases y empaques; sin embargo, el reto está en asegurar la disponibilidad para llevar materiales a las plantas de transformación. La reincorporación de materiales requiere volumen, calidad, flujo, eficiencia y logística. Se necesita llegar, incluso, a los municipios más pequeños donde aún no existen servicios públicos que atiendan la prioridad sanitaria de la población.
Es necesario aclarar también que los materiales alternativos, biodegradables y compostables, que hoy se ven como opción amigable con el medioambiente, requieren una infraestructura diferenciada y adecuada para su gestión. Es urgente tener estándares y definiciones precisas y habilitar laboratorios que certifiquen su cumplimiento en Colombia. De este modo se garantiza el cuidado de la tecnología, de las cadenas desarrolladas hasta hoy y que la información sea clara y precisa para los ciudadanos.
En conclusión, para que la Ley 2232 funcione de manera correcta debemos tener en cuenta el mejoramiento técnico de los empleos e incrementar la captación de materiales, pero sobre todo insistir en la formalización, la trazabilidad y la transparencia. La ley llegó para cambiar un paradigma, y su éxito dependerá de cómo la llevemos a la práctica. Tenemos todo por hacer.
* Directora ejecutiva de Cempre y asesora del Consejo Global de las Naciones Unidas sobre Basura Cero
Laura Reyes*
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