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Ministra García: en seguridad vial, control, control, control

Reitero en este espacio un pedido permanente de atención al grave flagelo de siniestralidad vial. La nueva ministra lo conoce bien.

Darío Hidalgo
El presidente Gustavo Petro realizó un cambio en el Ministerio de Transporte, dando continuidad al trabajo de William Camargo, con una coequipera, la ingeniera María Constanza García Alicastro. Sigue adelante a la consolidación del trabajo para reactivar el modo férreo y avanzar los caminos comunitarios, la atención de tramos críticos de la red vial nacional, el transporte fluvial y aéreo, especialmente en territorios alejados. 

Conforme a los criterios de

María Constanza García tiene claro el plan, los retos y lo posible. Lo estaba coordinando desde el Viceministerio de Infraestructura, y ahora tendrá la responsabilidad de sacarlo adelante. Respeto por los esfuerzos de William Camargo, un ingeniero y urbanista con orientación técnica, que creció profesionalmente en el Distrito Capital, en varias entidades, y que estuvo a cargo del IDU y de la Secretaría de Movilidad de Cali.
Reitero en este espacio un pedido permanente de atención al grave flagelo de siniestralidad vial. La nueva ministra lo conoce bien y también es consciente de cómo reducir las muertes y heridas graves. Se requiere avanzar en las políticas de sistema seguro, que incluyen infraestructura, vehículos, comportamientos y atención oportuna a las víctimas. El control es, tal vez, la estrategia más efectiva en corto plazo, con atención especial a los excesos de velocidad, especialmente de los motociclistas.
Los datos no son buenos: tuvimos el peor año en el registro histórico en 2023 con 8,546 fallecidos (+0.9 % respecto a 2022). La única categoría de usuarios viales que tuvo aumento fue la de motociclistas (+4.8 %). No se logró ninguna reducción histórica, si una contención del crecimiento, como lo presentó la Agencia Nacional de Seguridad Vial en una nota en este periódico. Es importante que las estadísticas se sigan manejando con rigurosidad, y que informen oportunamente las políticas públicas. Vale la pena destacar que hay una pequeña disminución en fatalidades en los primeros meses de 2024 (-0.57 %), pero estamos lejos de las metas. Así lo advirtió la Contraloría General. La idea es que esa disminución se consolide; es difícil y no es una tarea solo del Ministerio de Transporte y la Agencia Nacional de Seguridad Vial. Participan todos los departamentos, municipios, distritos, empresas e individuos. La ministra García la puede liderar, con el respaldo del señor Presidente, que hasta ahora no ha sido categórico en este grave asunto de salud pública, que reclama la vida de 22 personas cada día. Inaceptable.

Lo más costo eficiente para ello son los dispositivos automáticos (cámaras salvavidas). Son para algunos odiosas, pero han probado ser útiles aquí y en muchas partes.

Tal vez por ser un problema cotidiano, hemos perdido sensibilidad frente al tema; aunque columnistas como Mauricio García Villegas, Piedad Bonet, Ana Bejarano y Ernesto Cortés, entre otros, nos recuerden la gravedad del asunto de tanto en tanto. Mauricio nos informó de la muerte de un tío en un siniestro vial, luego de la muerte de su padre, diez años antes. Piedad tituló, con razón, ‘Motos asesinas’. Ana nos relató su propia experiencia como sobreviviente de un grave atropello, en ‘Pensar en la muerte’. Ernesto reconoció la importancia de los controles de velocidad con cámaras, a pesar de recibir, él mismo, un comparendo. Incluso EL TIEMPO ha dedicado varios editoriales al tema. Estas historias nos deberían ayudar a entender el drama humano y a su vez, actuar de forma efectiva.
Vemos, casi a diario, videos extremos y macabros, donde personas pierden la vida en hechos totalmente evitables. Entre los más recientes, las dolorosas imágenes del atropello de Karen Martínez y Laura Daniela Gómez, que quedaron en medio de un grupo de moteros en una rodada: las imágenes aterradoras, divulgadas en redes sociales y recogidas por algunos medios de comunicación, muestran posible conducción temeraria, con consecuencia fatal para estas dos mujeres jóvenes en Soacha. No fue un “trágico accidente”, era evitable. Tampoco parece una simple imprudencia: el “candeleo” es riesgoso, (sobrepaso de unos a otros en una caravana, conduciendo presuntamente por encima de los límites de velocidad).
Grupos de moteros han sido efectivos en mejorar las prácticas de conducción, en ayudar a los miembros a adquirir destrezas, y en promocionar comportamientos seguros, como el uso del casco certificado y de motos con frenos ABS. Pero algunas rodadas no son seguras, en medio de la diversión que puedan generar. Creo que es posible trabajar más con estos grupos sociales para avanzar la agenda de seguridad vial. No bastan oraciones. Tampoco es suficiente con campañas y cursos: se requiere reforzar el control. Lo más costo eficiente para ello son los dispositivos automáticos (cámaras salvavidas). Son para algunos odiosas, pero han probado ser útiles aquí y en muchas partes. Todos debemos cumplir normas, haya o no haya cámaras; ya que no son un instrumento de recaudo, sino un mecanismo para disuadir comportamientos riesgosos.
El Ministerio de Transporte, que dirige ahora María Constanza García Alicastro, puede liderar procesos para que autoridades locales tengan más cámaras (facilitar recursos, acompañar a estudios, realizar aprobaciones de forma ágil, cumpliendo requisitos, eso sí), y llevar adecuadamente el proceso contravencional: (debido proceso, adecuada señalización y calibración de equipos). Por supuesto, también coordinar la actividad de la Dirección de Tránsito de la Policía Nacional, y trabajar con autoridades regionales y locales en estos temas. Como alguna vez escribió William Camargo: control, control, control.
Darío Hidalgo
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