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¡Veinte años!

Escribir en EL TIEMPO ha significado para mí la libertad y el respeto. El periodismo vive.

Manuel Guzmán Hennessey
No imaginaba yo que este oficio de la opinión se iría a convertir en el eje de mis otros quehaceres. Fue un día como hoy, el 12 de julio de 2004, cuando hablé por primera vez con Enrique Santos. Fue él quien me abrió las puertas de esta casa que, poco a poco, se fue convirtiendo en la mía sin que la haya visitado más que aquella tarde, empujado por la intrepidez de Mónica Savdié y el deseo de Gonzalo Ospina.

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Es cierto que había empezado en Diario del Caribe (por allá en los ochenta) con una columna que llamé ‘De Pan el autista’ (aún recuerdo los esfuerzos de Armando Benedetti Jimeno por mantener a flote aquel diario que había sido el de Cepeda Samudio), pero aquellos fueron ejercicios primerizos de un trabajo que hoy compromete a fondo mis energías.
Desde el domingo, cuando empiezo a carburar, hasta el amanecer del jueves, cuando le envío a Luis Noé Ochoa. Después voy a la Universidad del Rosario y conecto lo que escribí con lo que digo, y por las noches escribo y vuelvo a conectar. Igualmente, cuando les insisto a los empresarios que este mundo depende, en buena medida, de sus acciones climáticas, acabo siempre pensando en algo que escribí aquí, en un año indeterminado entre 2004 y 2024. Monotemático, sí, cansón (han dicho algunos), persistente y necesario (otros), la verdad es que prefiero escribir sobre estos temas que sobre otros que toqué el siglo pasado, como el de la primera columna, ‘De ángeles y demonios’, sobre las negociaciones de Santa Fe de Ralito y una opinión del cardenal Rubiano, o aquella otra sobre un funcionario llamado Hitler y que fue tema del día en La W de 2005.
Hace algunos meses, Cristian Valencia me enseñó a hacer listas de difusión, y ahora mando las columnas por WS, y tengo X y otras redes, y lectores que comentan y enriquecen (siempre) para mí esta manera de estar en el mundo. A ellos y a los directores quiero agradecer, a Enrique, Roberto Pombo, Ricardo Ávila, Andrés Mompotes, a los correctores y a los porteros de mi edificio, Wilmar, Jayson y Luis, que antes de subir el periódico leen.
Escribir en EL TIEMPO ha significado para mí la libertad y el respeto. El periodismo vive, como dijo este fin de semana Jaime Abello, porque existe la libertad. Si el actual y los sucesivos directores me lo permiten; y si Zeus me da vida, he pensado escribir hasta el 12 de julio de 2044. Gracias a todos.
Manuel Guzmán Hennessey
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