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Noticia

Ciencia

Estudio da pistas sobre cómo los anfibios y reptiles sobreviven en medio de los cafetales colombianos

Rana mono (Phyllomedusa venusta).

Rana mono (Phyllomedusa venusta).

Foto:Juan Camilo Ríos-Orjuela

Colombianos indagaron cómo estos grupos de animales pueden coexistir mejor con el cultivo insignia de nuestro país.

Alejandra López PlazasPeriodista de Ciencia

Dos cosas que sin duda definen a Colombia ante el mundo son su biodiversidad y su identidad como país cafetero. El nuestro es uno de los pocos países megadiversos del mundo, en el que una de cada diez especies conocidas habita nuestro territorio. Sin embargo, es todavía poco lo que se ha estudiado sobre cómo interactúa esta riqueza natural con cultivos de gran importancia para nuestra economía, como el café, por lo menos en el caso de los reptiles y anfibios.

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Colombia es el segundo país con más anfibios (cerca de 900 especies) y el cuarto país con más reptiles del mundo (unas 670 especies). Muchas de ellas habitan bosques, áreas abiertas y agroecosistemas en las áreas rurales, que en ocasiones coinciden con las más de 842.000 hectáreas de café que se siembran en todo el país. Un hecho que no pasó inadvertido para un grupo de investigadores de la Universidad de los Andes y la Universidad Nacional.

En una publicación reciente en la revista científica Perspectives in Ecology and Conservation, los biólogos se dieron a la tarea de investigar los efectos del café sobre los anfibios y reptiles, buscando entender las dinámicas entre estos animales y los cultivos para vislumbrar posibles soluciones a los impactos que este cultivo pueda causar sobre sus poblaciones. 

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Culebra de tierra (Stenorrhina degenhardtii)

Culebra de tierra (Stenorrhina degenhardtii)

Foto:Juan Camilo Ríos-Orjuela

Y es que, aún cuando sabemos que una actividad humana como la agricultura transforma la cobertura vegetal, dando como resultado una pérdida de hábitat para estos animales –uno de los principales detonantes de pérdida y extinción de especies–, pensar en dejar de cultivar café es un imposible por la importancia que representa para la subsistencia de miles de familias. Por esto es necesario llegar a un punto medio que propicie estrategias de conservación.

Así lo señala Juan Camilo Ríos-Orjuela, investigador del Laboratorio de Biología Evolutiva de Vertebrados de Uniandes, quien explica que se trata de un estudio que se enfocó específicamente en la Reserva Forestal Protectora Cerro de Quininí, ubicada en el municipio de Tibacuy (Cundinamarca), una región donde el equipo lleva más de una década trabajando con la comunidad en ejercicios de apropiación del conocimiento.

“A pesar de que el Cerro de Quininí es un área de conservación, más del 90 por ciento de las tierras que hacen parte de él son privadas. Hay mucha ganadería y el cultivo que predomina es el de café. La gente quiere conocer un montón su biodiversidad y ya teníamos una idea de qué especies de reptiles y anfibios viven ahí, pero no sabíamos nada acerca de cómo el café está probablemente afectándolas, de ahí nació la idea de hacer este estudio”, recuerda Ríos Orjuela.
Cuando hablamos de conservación, cada ser que habita un espacio cuenta, por pequeño que sea. Por eso su desaparición del escenario tiene consecuencias sobre la salud de los ecosistemas. “El caso más obvio del que se ha hablado últimamente es el de las abejas. Aunque una sola no representa mucho en nuestra vida, si todas se extinguen, no hay comida. El hecho de transformar el suelo tiene una implicación directa sobre esos ciclos de los cuales también dependemos nosotros. Por eso es importante estudiar la biodiversidad en el marco de los agroecosistemas”, detalla el biólogo, quien añade que lo que buscaban era caracterizar qué especies de anfibios y reptiles vivían en el cerro, desde zonas conservadas, como los bosques, hasta vegetación secundaria y los cultivos de café.

Un trabajo en el que resaltan que, además de los investigadores que aparecen firmando la publicación –Nelson Falcón-Espitia, Alejandra Arias-Escobar y Dennys Plazas-Cardona– colaboraron en él más de cincuenta personas de la comunidad del Cerro de Quininí y de la Universidad Nacional de Colombia, quienes aportaron a una recopilación de información que tardó ocho años.

Más anfibios y reptiles de los esperados

Encontramos que la diversidad de anfibios y reptiles que vimos en los cafetales es un poco mejor de lo que esperábamos, a pesar de ser un área altamente intervenida. De hecho, cuando uno compara la riqueza (el número de especies) de los cultivos de café con otros ecosistemas, es similar a la diversidad que uno encontraría en una vegetación secundaria, un ecosistema menos transformado, algo así como un bosque que se está recuperando”, indica Ríos-Orjuela.

En total los investigadores capturaron 134 individuos pertenecientes a 14 especies de ranas, 12 especies de serpientes y 7 especies de lagartos que representan el 48,3 por ciento de las especies de anfibios y el 13,63 por ciento de las especies de reptiles con presencia potencial en el área de estudio en el Cerro de Quininí.

Para su sorpresa, la mayor cantidad de especies (23) la encontraron en vegetación secundaria (aquella que es producto del proceso de sucesión de pastos o cultivos, hacia coberturas arbóreas), mientras que en el bosque abierto y las plantaciones de café se encontraron con la misma cantidad de especies (9). En los pastizales con árboles encontraron ocho especies, en los limpios tres, en los enmalezados 2 y una sola especie en áreas urbanas.
“El primer hallazgo importante es que los cultivos parecen funcionar como un hogar importante para anfibios y reptiles. Sin embargo eso tiene varias precisiones que se deben hacer, porque una cosa es hablar de la diversidad en términos del número de especies, pero una dimensión de la diversidad que no se tuvo en cuenta en esta investigación, pero que estamos estudiando ahora, es que cada una de esas especies cumple una función en el ecosistema y no todas las especies cumplen la misma”, aclara Ríos-Orjuela.

En este sentido, los investigadores han encontrado en un estudio secundario, que se encuentra pendiente de publicación, que la diversidad funcional del cafetal parece ser más baja que la de los espacios con vegetación secundaria, a pesar de que se encontraron más especies de las esperadas, todas estas cumplen funciones similares para el ecosistema.

Cafetales amigables con anfibios y reptiles

Cerro Quininí.

Cerro Quininí.

Foto:Uber Rozo

El segundo objetivo del estudio fue determinar cuáles eran esas características del cultivo que permitían una mejor coexistencia entre este y los anfibios y reptiles. Respecto a este tema los investigadores encontraron que mantener una capa de hojarasca húmeda en el cafetal determina si hay o no hay presencia de estos animales. “La gente se imagina que tener un cultivo bien es tenerlo limpio, que si le crece la maleza se la van arrancando y que tiene que verse el pasto o el suelo desnudo alrededor de las plantas. Pero dejar que haya un poco de hojarasca, que se cree esta capa, permite que coexistan otras formas de vida y eso no necesariamente va en contra de la idea de un cultivo productivo”, afirma Ríos-Orjuela.

También encontraron que los cultivos sombreados son mejores como hábitat para los animales, en comparación con los cultivos abiertos, un hallazgo similar a lo que se ha establecido en estudios realizados con aves. Esta información les permitió generar una serie de recomendaciones para los caficultores en temas como manejo del suelo, conectividad, uso de agroquímicos y monitoreo.

“Nada de esto es nuevo, todo se ha propuesto para otros organismos y otros tipos de cultivo. Pero, a pesar de que somos un país biodiverso, un país cafetero, estudiar la relación entre las características de los cultivos y la presencia de estos animales, existe muy poca información previa sobre esto para anfibios y reptiles. Es un tema que se estudia con frecuencia para aves, no solo en Colombia sino en el mundo, pero este es un trabajo pionero sobre café y herpetos (anfibios y reptiles) en nuestro país”, destaca el investigador.
REDACCIÓN CIENCIA
​@TiempodeCiencia
Alejandra López PlazasPeriodista de Ciencia
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