Del revés 2 provoca sentimientos encontrados

La última secuela de Pixar es brillante y entretenida, pero quizás demasiado tierna en temas complicados.
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Courtesy of Pixar

Ha pasado casi una década desde el estreno de la película de Pixar Del revés, un inteligente viaje al interior de la mente de una adolescente. Pero en realidad han pasado unos dos años de película al comienzo de Del revés 2, recién estrenada en cines. Riley tiene 13 años y está a punto de entrar en los sagrados y angustiosos pasillos de la adolescencia. Sus emociones primarias –antropomorfizadas como Alegría, Tristeza, Ira, Miedo, etc.– están en la sala de control negociando diversos acontecimientos de la vida como de costumbre, hasta la repentina llegada de sentimientos más complejos y maduros como la Ansiedad y la Envidia. Todas las emociones básicas e incondicionales de la infancia se ven arrinconadas por unas emociones obsesionadas con la percepción exterior y Riley empieza a perderse intentando conectar con otras personas.

Podría ser una representación acertada de lo que supone convertirse en una adolescente angustiosamente consciente de sí misma. Pero el ingenioso truco de la primera Del revés, que consigue ágilmente que la inefable conciencia se manifieste de alguna manera, se pone a prueba en la secuela. Al seguir desarrollando una idea audaz, los cineastas —la directora Kelsey Mann y los guionistas Meg LeFauve y Dave Holstein— crean más oportunidades de que todo colapse sobre sí mismo. En la mayoría de los casos, las cosas se mantienen en su sitio, pero las metáforas se tensan hasta el punto de romperse en el proceso.

En estos tiempos de sensibilización sobre salud mental, tiene sentido que Ansiedad (a la que Maya Hawke pone voz) sea el centro de atención. La ansiedad es uno de los grandes temas del momento, ya que cada vez más estadounidenses miran hacia dentro para encontrar alguna explicación al estrés y el malestar de estar vivos. Como sufro ataques de pánico crónicos, me identifico con la forma en que Ansiedad ocupa ese lugar tan importante en la mente de Riley. Las conclusiones de la película sobre por qué es así y cómo debería gestionarse son, en última instancia, fáciles; al final (¿alerta spoiler?) se consigue sacar a Ansiedad de su asiento de poder, pero se le permite seguir siendo una parte necesaria de la ecuación humana, reconocida, pero relegada a un segundo plano. En cierto modo, Del revés 2 instruye a los espectadores para que intenten hacer lo mismo en sus propias vidas, como si la verdadera ansiedad pudiera convertirse fácilmente en algo discreto y manejable.

Es admirable que, entre Del revés 2 y Red, Pixar se dirija a un público algo mayor que el de muchas de sus películas anteriores. El estudio ha demostrado su voluntad de complicar su marca de capricho agridulce con algunos aspectos menos caprichosos de la vida. Pero Del revés 2, por conmovedora y alegre que sea, se acerca más a la perogrullada que la mayoría de sus hermanas de Pixar. Tal vez sea mejor que este formato de dibujos no aborde la intrincada serie de pensamientos e impulsos que empiezan a regir la vida a la edad de Riley. En el esfuerzo de la película por reconfortar y relacionarse con sus espectadores, simplifica (y mercantiliza) el tumulto que pueden estar experimentando. Los realizadores parecen comprender sus limitaciones en algunos aspectos: otra parte importante de la pubertad —el interés por el sexo— se aborda solo de pasada, pero se lanzan de cabeza a evaluar de forma prescriptiva muchas otras cosas.

Cuando Ansiedad destierra las emociones primarias a los recovecos de la mente de Riley —sin intención altruista— no tiene sentido que envíe a Tristeza con ellas. Tristeza, incluso el tipo más rudimentario representado en la película, es una parte enorme de la experiencia adolescente, la compañera de cama de Ansiedad. Aquí la cinta apuesta por el argumento en lugar de por la metáfora, enviando a Tristeza (un viejo personaje) a hacer las maletas para que Aburrimiento (un personaje nuevo al que da voz la divertida estrella francesa del cine de arte y ensayo Adèle Exarchopolous) ocupe su lugar. Por supuesto, los adolescentes son más que capaces del altivo aburrimiento encarnado por Aburrimiento, pero resulta bastante evasivo reducir la pereza y el desinterés de la adolescencia a eso.

En realidad, lo mismo podría decirse de todas las emociones que se descartan. ¿Por qué se abandona a Ira y se deja de lado a Asco? ¿En qué se diferencian Miedo y Ansiedad? Puede que estemos siendo muy puntillosos, pero Del revés 2 —Disney, realmente— está pidiendo a gritos una sensación de asombro de su Moxie melancólico y al menos podrían haberse parado a pensar si estaban llevando una gran idea más allá de la razón. No me cabe duda de que muchos niños de todo el mundo verán la película y encontrarán en ella algo valioso y útil, pero Del revés 2 no es el bálsamo holístico que pretende ser. Hay algo frío y robótico en la forma en que aísla las emociones, en la forma en que casi parece tomar decisiones morales sobre ellas. La ansiedad es, en efecto, el antagonista de muchos, incluido el abajo firmante. Pero no la veo como un villano que necesita ser calmado en una inmovilidad manejable por un sentimiento más feliz. Hacerlo, por extraño que parezca, es convertirse uno mismo en villano, algo que va totalmente en contra de la cálida filosofía de estas películas.

Artículo publicado por Tatler y traducido por Isabel Escribano Bourgoin. Acceda al original aquí.