Emma Stone, la estrella que nadie vio venir

Dos décadas en el mundo del cine, la chica de al lado que ha sorprendido a Hollywood ganando dos Oscar como Mejor actriz. Después de su éxito en Pobres criaturas, repite con Yorgos Lanthimos con Kinds of Kindness, ya en los cines.

Si hace diez años le hubieran preguntado al público qué nueva estrella iba a ganar dos Oscar durante la década siguiente, muchos habrían apostado por Jennifer Lawrence, Michael Fassbender, Jessica Chastain o Amy Adams. Pocos habrían mencionado a Emma Stone. Y sin embargo, sus dos victorias (por La La Land y Pobres criaturas) resultan hoy incontestables. Ahora Stone estrena Kinds of Kindness (ya en cines), su tercera colaboración con Yorgos Lanthimos y un paso más en un tipo de carrera que, sencillamente, no existía antes de que ella la lograse.

Lawrence, Fassbender, Adams y Chastain irrumpieron en Hollywood durante una frase profundamente transformativa para la industria: el Universo Cinemático Marvel decretó que las estrellas, en el sentido en el que habían existido durante 100 años, ya no eran viables. Ahora las estrellas serían las franquicias. Eso dio libertad a los actores, que ya no tenían que dejarse encasillar para convertirse en una marca como Julia Roberts o Sylvester Stallone en los 90. Ahora no afrontaban la dicotomía entre ser un actor comercial o un actor indie, sino que podían ser un híbrido: la nueva generación de estrellas alternaba superproducciones (Los juegos del hambre, X-Men, El hombre de acero) con cine de autor (Malick, Russell, Bigelow, Aronofsky, McQueen, Windin Refn, Anderson, Jonze). Pero diez años después ni Lawrence, ni Fassbender, ni Chastain, ni Adams han llevado este nuevo modelo de estrellato tan lejos como lo ha hecho Emma Stone.

No es que la protagonista de Rumores y mentiras y la de Pobres criaturas parezcan actrices diferentes, es que parecen existir en siglos diferentes. Emma Stone se hizo famosa a la sombra de Jennifer Lawrence y compartía sombra con Anna Kendrick, Mila Kunis, Lily James o Rebel Wilson: chicas espontáneas, cercanas que, como escribió el periodista Jonah Weiner sobre Stone, “llevo 11 minutos con ella y ya siento que estoy con una colega de toda la vida”. Atrás quedaban las estrellas inalcanzables de la década anterior (las Scarlett Johansson, Keira Knightley, Charlize Theron o Halle Berry) para dejar paso a un tipo de mujer que funcionaba en las redes sociales como generadoras de memes, gifs y declaraciones virales. Chicas que, básicamente, el público podía imaginarse eructando.

Emma Stone era perfecta para este nuevo orden. Supersalidos, Zombieland, Crazy Stupid Love, Criadas y señoras y El asombroso Spider-Man aprovechaban el aura de Stone en pantalla, que conseguía parecer más una pardilla infiltrada en Hollywood que una superestrella. Cuando ligaba con Ryan Gosling en Crazy Stupid Love, exclamaba “No puedo creerme que tengas esos abdominales, parecen hechos por photoshop” antes de que él la levantase por los aires imitando el final de Dirty Dancing. Hizo de chica corriente contemporánea pero también de chica corriente de los 60 (Criadas y señoras) y de chica corriente de los 20 (Magia a la luz de la luna). La comparaban con Goldie Hawn, Irene Dunne, Carole Lombard y Shirley McLaine “en su capacidad para combinar comedia y desdicha”. El director de Criadas y señoras, Tate Taylor, contaba que para el papel de Skeeter se imaginaba a “alguien con ese punto Joan Cusak de no tenerse mucho cariño a sí misma sin llegar a ser un absoluto desastre”. En cuanto se sentó a charlar con Stone se dio cuenta de que “había encontrado a mi Joan Cusak”. La propia Stone admitía que le costaba imaginarse en un papel antipático: “Cuando llevas toda tu vida anhelando no disgustar a los demás es fácil sentirse atraída por personajes que no van a disgustar a los demás”.

Emma Stone en la portada de Vanity Fair USA de agosto de 2011

En su primera gran portada, la de Vanity Fair en 2011, la periodista Alexandra Wolfe aplaudía que Stone no fuese sexy ni sexual como si eso fuese una condecoración. “¿Existe alguna otra actriz de 22 años tan empeñada en no quitarse la ropa?”, se preguntaba Wolfe. Stone señalaba entre sus ídolos a Diane Keaton (“Una de las actrices con más prendas de ropa encima”) y Marion Cotillard (“Es muy sexy y va tapada”). La periodista describía así a la actriz: “Cuando Stone está inexpresiva parece una muñeca, pero bromea su nariz se arruga y se convierte en la chica de al lado, pero una que quizá se escape de casa por la noche”. En esta época, Stone se hartó de repetir una historia de orígenes que la hacía resultar cercana para el público: convenció a sus padres de dejarle irse a Hollywood mediante un Power Point (algo que emularía Sydney Sweeney diez años después), abandonó sus estudios a los 15 años sin graduarse y trabajó en una repostería para perros hasta que consiguió el papel en Supersalidos: una chica muy guapa pero que hacía chistes verdes tan brutos como los de los chicos. En aquella época, la revista Maxim la incluyó en su lista de mujeres más sexys. El puesto más alto que consiguió fue el séptimo en 2012. En un momento de su entrevista con Jonah Weiner para Rolling Stone en 2016, que tuvo lugar en el Parque Griffith de Los Ángeles, la actriz salía del baño público y exclamaba: “Hay muchísimo pis en el suelo... y no todo es mío”. Emma Stone era, por encima de todo, una chica normal. Y cultivaba esta cualidad contando cosas como “el otro día Jen [Lawrence] vino a mi casa y vimos El retorno de las brujas” y “me puse Emma porque siempre he querido ser Baby Spice” o bailando espasmódicamente en los pasillos del programa de Ellen Degeneres.

En 2014 Indiewire publicó una entrevista con ella titulada “¿Todavía no amas a Emma Stone? Esta entrevista lo resolverá”. La actriz, que promocionaba su primer papel descarnado en Birdman, mostraba una actitud autocrítica con declaraciones como “siento que vivo en una alucinación”, “mis ojos me hacen parecer un extraterrestre”, “me paso el día llorando y balbuceando sobre lo emocionada que estoy por las cosas que me están pasando” o “tengo la neurosis de que un día todo esto podría terminar, sé que sueno como una loca, lo siento”. Su personalidad representaba una destilación perfecta de la actitud autocompasiva y autoconsciente de los millennials. Cuando Sandra Oh bromeó en los Globos de oro que Crazy Rich Asians era la primera película de Hollywood protagonizada por asiáticos desde Ghost In The Shell y Aloha (en las que Johansson y Stone interpretaban personajes asiáticos), Stone estuvo rápida y gritó “¡lo siento!” desde el patio de butacas. Según estipulaba el ideal femenino post-Instagram, Stone tenía que ser el objeto de la broma pero también la autora de la broma.

Era una reformulación de la cool girl para la era de las redes sociales: conseguía ser popular y carismática, sí, pero nunca dejaba de sentirse y comportarse como una perdedora. En Vulture, el crítico Jackson McHenry señalaba Rumores y mentiras como el mejor ejemplo de esta contradicción: “Cuando va por el pasillo con gafas de sol lanzando besos está parodiando el cliché de 'chica guay y maciza', pero además es genuinamente guay y maciza. Te identificas con ella porque piensa que ser popular en el instituto es una estupidez, pero quieren conseguirlo igualmente”.

Y de algún modo el Oscar por La La Land coronó esta primera etapa de su carrera: Mia Dolan era, literalmente, una chica corriente que hacía mil castings frustrantes y trabajaba como camarera para finalmente conseguir ser una estrella de Hollywood. “Toda la película depende de la idea de que Mia merece ser descubierta”, analizaba McHenry. Durante su interpretación de Audition (The Fools Who Dream), la cámara giraba 360º y cuando volvía a enfocar su cara algo había cambiado: Mia había pasado de aspirante a estrella. Ese es el instante en el que Mia Dolan consigue el papel y Emma Stone gana el Oscar. Y de este modo, el público siente que ha visto con sus propios ojos a Emma Stone convertirse en una estrella.

La batalla de los sexos (su primera transformación física) y La favorita (su primer personaje no amable) inauguraron una segunda etapa en su carrera. Una en la que ha rodado menos películas (6 en 8 años, frente a las 17 que hizo en los 8 anteriores) y cuyos personajes nunca encajan en el molde de “chica de al lado”. En La favorita era una mujer perversa y manipuladora, en Cruella una villana extravagante y en Pobres criaturas un bebé atrapado en un cuerpo adulto que descubría el mundo y se prostituía. En este cuento de Lanthimos Stone hace cosas que no es que ninguna estrella estaría dispuesta a hacer, es que ningún intérprete ha hecho antes. Pobres criaturas podía haber salido estrepitosamente mal y si funciona es esencialmente gracias a que ella es, como los críticos se hartaron a decir durante la temporada de premios, “una actriz sin miedo”. Es su primer papel sexual y su primer desnudo en pantalla, pero lo ha hecho en una película producida por ella y en un contexto que nadie podía haber previsto hace diez años. Ni siquiera ella misma: “Me encanta esta fase en la que estoy haciendo de mujeres a las que les preocupa mucho menos lo que la gente piense de ellas”. En esta nueva etapa, Stone incluso ha satirizado sobre su imagen de chica de al lado: en la serie The Curse interpretaba a una mujer obsesionada con caer bien que, sin duda, tendría como referentes a Anna Kendrick, Jennifer Lawrence o Emma Stone. Y su Oscar por Pobres criaturas coronó esta segunda fase de su carrera.

Nada más llegar a Los Ángeles, Emma Stone recibió un consejo de un ejecutivo de Hollywood: para los actores, su carrera es un maratón (lenta, constante y con una meta a largo plazo); pero para las actrices es un sprint (rápida, corta y culminando enseguida). Dos décadas después, ella ha demostrado que se equivocaba. Y de qué manera: Stone ha ganado dos Oscar y, sin embargo, parece que sus mejores años están todavía por delante. Su siguiente paso será Eddington, la nueva película de Ari Aster (Hereditary, Midsommar), pero antes, en Kinds of Kindness el público la verá automutilándose, ejerciendo crueldad animal y participando en un cuarteto explícito. Desde luego, las estrellas ya no son lo que eran. Larga vida a las estrellas.

Yorgos Stefanakos, Hunter Schafer, Willem Dafoe, Yorgos Lanthimos, Emma Stone, Hong Chau, Mamoudou Athie, Jesse Plemons, Margaret Qualley y Joe Alwyn asisten al Photocall de "Kinds Of Kindness" en la 77ª edición del Festival de Cine de Cannes en el Palais des Festivals el 18 de mayo de 2024 en Cannes, Francia.

Andreas Rentz/Getty Images
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