Adiós a Miguel de Grecia, el tío segundo de la reina Sofía que renunció a su herencia real por amor

Huérfano en una Europa asolada por la guerra, el príncipe Miguel de Grecia y Dinamarca pasó su vida adaptándose a su relación cambiante con la realeza.

Miguel de Grecia y Marina Karella

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El príncipe Miguel de Grecia, primo de Felipe de Edimburgo y tío de la reina Sofía, ha fallecido en Atenas a los 85 años, según los periódicos locales. Historiador aclamado por la crítica, el príncipe era el último nieto que quedaba del rey Jorge I de Grecia, que fue asesinado. Su padre, Cristóbal, era el hijo menor del rey, y su madre, Francisca de Orleans, remonta su linaje a la Casa de Borbón, una dinastía que ha reinado en toda Europa y que incluye a nuestra actual familia real de España.

Nacido en Roma en 1939, cuando la guerra se extendía por Europa, Miguel pasó su vida adaptándose a la cambiante relación del continente con la monarquía. Como muchos miembros de la realeza griega de su época, pasó su infancia en el exilio tras el cisma nacional de principios del siglo XX. Cuando un absceso pulmonar mató a su padre Miguel sólo tenía un año y, tras la muerte de su madre 13 años después, el príncipe creció huérfano, con su dinastía familiar dispersa por toda Europa.

Antes de fallecer, Francisca de Orleans se instaló a su hijo en el Marruecos español, junto a su hermano Henri, conde de París, y la princesa Isabelle Murat. El príncipe Miguel vivió con su tío Enrique tras la muerte de su madre, y regresó a París una vez derogadas las leyes de destierro real, instalándose en la finca Manoir du Cœur Volant, cerca de Versalles.

La pareja fotografiada antes de su boda, en 1965.

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Durante su juventud en París, Miguel estudió Ciencias Políticas en la Universidad, una formación que sin duda le ayudaría a comprender la turbulenta dinámica de una Europa en transformación. Terminados sus estudios, viajó a Grecia, donde sirvió en la Guardia Costera Helénica, lo que le permitió reclamar la ciudadanía del país que su familia había gobernado.

Pero el príncipe Miguel de Grecia y Dinamarca pronto renunciaría a su herencia real. Se había enamorado de su país, sí, pero también de Marina Karella. La pareja se conoció en una fiesta, pero su floreciente relación se enfrentó a aguas turbulentas debido a las normas de la realeza. Ella era una escultora de fama internacional, pero su linaje no era dinástico y él sólo podía casarse con ella, según su sobrino el rey Constantino II, si renunciaba a cualquier pretensión al trono griego.

Miguel de Grecia y su novia Marina Karella en el día de su boda, celebrada en el palacio real de Atenas.

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“Fue amor a primera vista”: Miguel renunció a reclamar el trono para casarse con una plebeya, Marina Karella.

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Y así fue. La pareja se casó en el palacio real de Atenas el 7 de febrero de 1965. Según el príncipe Miguel, renunciar a su derecho de primogenitura fue una decisión fácil: "Fue amor a primera vista y eso nunca ha cambiado", dijo el año pasado. De hecho, dijo que la decisión de renunciar a reclamar el trono "me dio una sensación de libertad".

Dos años más tarde, en 1967, sería el único miembro de la realeza griega que permanecería en el país después de que el rey Constantino fracasara en su intento de derrocar a una junta derechista. El fracaso del contragolpe del rey fue el punto de partida del referéndum de 1974, que abolió la monarquía en Grecia.

Después de que su primo Carlos III accediese al trono británico, Miguel habló de la carga que supone la corona: "Es muy difícil... No le envidio en absoluto, la verdad. Pobre hombre. Y lo hace con dedicación y con sentido del humor. Ella también. Pero a mí ese trabajo no me gustaría en absoluto", comentó a Fox News.

Miguel firmando copias de su autobiografía en la libraría Galignani, París, en noviembre de 2023.

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Eso sí, hubo un trabajo del que sí disfrutó: el de ser autor aclamado de ficción histórica y un destacado biógrafo real. Dicen que se escribe sobre lo que se conoce, y Miguel sin duda conocía bien las joyas de la corona europea, tema central de buena parte de su obra. Desde los Romanov hasta las reinas guerreras indias y los castillos encantados, el príncipe griego se forjó una carrera artística mientras su esposa exponía sus obras en Atenas, París y Nueva York.

Marina y sus dos hijos, la princesa Alejandra de Grecia (artista, pediatra y miembro de la alta sociedad neoyorquina) y la princesa Olga, duquesa de Aosta, coleccionista de mariposas casada con el príncipe Aimón de Saboya en 2008, le tendrán siempre presente.

Artículo original publicado por Tatler. Accede aquí.